Introducción
D
esde tiempos recientes, la obra de Alejandra Pizarnik vive un auge crítico y académico. Paralelamente, se advierte un creciente número de lectores que han sido atraídos, quizá, por la trágica vida personal de Pizarnik. Así, vida y obra son los puntos centrales de la crítica pizarnikeana. Acerca de ello existen abundantes estudios que han interpretado permanentemente una relación literaria con la corriente surrealista. Sin embargo, su obra, sadmite diferentes relaciones que pueden alumbrar de otra manera su poesía, leerla de otro modo y con otros efectos. Pensar, por ejemplo, una tensión entre poética y poesía, y en medio el poema, donde una voz se juega su expresión (su experiencia verbal) como un acto de vida o muerte. Hay un vínculo tenso, paradójico y dramático de Pizarnik con el lenguaje (con el lenguaje poético en específico), y sobre esa tensión ella construye su poética, que por diversos motivos la denomino poética expresionista. Una lectura expresionista de su obra significa necesariamente situarla en el contexto de las vanguardias europeas y, en particular, definir su relación con el surrealismo. No obstante, con el surrealismo hay un problema, y es que fue una vanguardia tan difundida, fascinante y reveladora, que prácticamente todo lo extraño y lo incoherente podía ser explicado desde esta ideología. Alejo Carpentier expresa, un poco fastidiado y sarcástico, que “todo el mundo ante un hecho insólito dice: ‘es un caso surrealista’”.1 Hay una tendencia parecida entre los críticos pizarnikeanos. Ciertos rasgos surrealistas
1
Carpentier, 1994, p. 54.
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