Jorge Alberto Ramírez
que son proyectados por el miedo, por la angustia: “Tal vez esta noche no es noche, / debe ser un sol horrendo, o / lo otro, o cualquier cosa” (“Noche”, LUI); “Yo no sé del sol. / Yo sé la melodía del ángel [...] Afuera hay sol. / Yo me visto de cenizas” (“La jaula”, LAP).
La imagen expresionista La imagen es fundamental en la vanguardia y más en el expresionismo. Habría que aclarar: en cierto expresionismo. En la poesía expresionista se perciben dos poéticas, que llamaré poética del silencio y poética de los gritos. Las dos, de cualquier modo, impactan con imágenes vibrantes, provenientes de “lo contemplado internamente”. Así describe Elise Richter la poética expresionista: Expresionismo es la reproducción de representaciones o de sensaciones provocadas en nosotros por impresiones externas o internas, sin que entren en consideración las propiedades reales de los objetos que suscitan tales impresiones. El arte expresionista no se ocupa de lo objetivamente presente ni de como representar esas existencias objetivas en la forma más irreprochable. Ofrece el pensar y el sentir subjetivo sobre las cosas: las ideas de las cosas, presentes en la conciencia especulativa [...] Lo que ve son imágenes, lanzadas desde el interior al espacio, como por una linterna mágica. Lo contemplado internamente, de manera puramente subjetiva, se objetiviza [sic] tornándose cosa sensible y accesible con ello a los demás.120
La poesía expresionista se presenta como un suceder anímico que es también un suceder de imágenes. Poética de lo visual, el ritmo y la métrica desaparecen, pues son un esquema, una norma, algo que constriñe la expresión con exigencias prosódicas. Vuelve, con más sentido aún, el verso de Stadler:
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Richter en Modern, 1958, p. 26. Las cursivas son mías.
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