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Discurso inaugural
María de Alva Levy, directora de la carrera (LLE 1990)
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Buenas noches. Escribo estas líneas apenas veinticuatro horas antes de encontrarnos. En mi mente los veo ya. Tantas y tantas personas queridas. Qué privilegio el mío de poder conocer a muchos de ustedes. Y como presencias inolvidables entre nosotros los que nos han dejado. La Maestra Rosaura, mi primera jefa en el Tec y con quien me escribí innumerables mensajes para que me contara y me diera los nombres de quienes fundaron la carrera, los primeros maestros, Luis Astey, Alfonso Rubio... Su último mensaje fue apenas un día antes de ingresar al hospital por última vez. El Maestro Fidel Chávez, quien fue mi director de carrera, cómo olvidar esos largos libros de la posguerra española que amaba, su taza de café y las cartas del Tarot que nos echaba o la lasaña que nos hizo para la graduación. El Maestro Ramón Martínez, que se autodenominaba “El Perro” y que con singular alegría ponía apodos a todos los estudiantes y mantenía eternas conversaciones con nosotros sobre literatura mexicana, con aquel humor inigualable que lo caracterizaba. Gracias a ellos y los demás.
Han pasado tantos años desde que fui estudiante de Letras que si no lo recuerdo tal vez invente. En mi cabeza se levanta una maraña de imágenes. La profesora Blanca López entrando al aula cantando canciones en náhuatl, las bancas verdes frente a la Carreta para leer por las tardes de otoño, un escándalo de palomas en el tercer piso de Aulas I, noches de desvelo estudiando gramática transformacional, varias fiestas en departamentos por el Bronx sobre la calle de Químicos,una tarde de invierno bromeando con los profesores en las oficinas, un encuentro de escritores mexicanos. Ahora todo me parece como un carrusel que no deja de moverse.
Hoy estamos aquí finalmente porque hay una memoria común, una historia personal que se llenó de versos, libros, palabras, una comunidad que entendió nuestra voraz necesidad de libros. Y esa persona que fuimos y que quedó entre estas aulas y estos jardines, la llevamos dentro como un talismán precioso.
Qué suerte la nuestra de llevar dentro el rumor de los libros y su murmullo que nos acompaña donde vayamos.
Por último, no me queda más que agradecer infinitamente que esta convocatoria la hayan hecho suya. Que hayan querido venir a encontrarse con los suyos, con los nuestros. Gracias a los profesores y profesoras de la carrera que abrazaron el evento y trabajaron en él, a nuestros alumnos de carrera que nos contagiaron con su entusiasmo y, sobre todo, muchas gracias a Caro y Fanny que hicieron esto posible con su trabajo.
Que tengan una linda noche.