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Discurso de Brindis - Una gruesa tea que no ahúma

Blanca López de Mariscal, profesora emérita.

EL MAESTRO

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Una luz, una tea,

una gruesa tea que no ahúma.

Un espejo horadado,

un espejo agujereado por ambos lados.

Suya es la tinta negra y roja,

de él son los códices,

de él son los códices.

Él mismo es escritura y sabiduría [...].

Conduce a las personas y a las cosas,

es guía en los negocios humanos [...].

Suya es la sabiduría transmitida,

él es quien la enseña [...].

Hace sabios los rostros ajenos,

hace a los otros tomar una cara,

los hace desarrollarla.

Les abre los oídos, los ilumina.

Es maestro de guías,

les da su camino,

de él uno depende.

Pone un espejo delante de los otros,

los hace cuerdos, cuidadosos;

hace que en ellos aparezca una cara.

Se fija en las cosas,

regula su camino,

dispone y ordena [...]

Gracias a él la gente humaniza su querer

y recibe una estricta enseñanza.

Conforta el corazón,

conforta a la gente,

ayuda, remedia, a todos cura.

La maestra Blanca López durante su discurso el 21 de septiembre

Foto por Adrián Alcántara

No se preocupen, no voy a dar una clase del recuerdo. El que acabo de leer es un poema del libro X, del Códice Florentino (folios 19-20v). En él el poeta náhuatl define lo que debe de ser un maestro dentro de su cultura. Se trata de un poema que ha guiado la labor docente, en la carrera de Letras Españolas, de muchos de mis colegas y la mía propia durante estos últimos treinta años de nuestra vida profesional. Supongo que en los primeros treinta años debió ser igual.

Ser "Una luz, una tea, / una gruesa tea que no ahúma" ha sido un anhelo de todos nosotros en este arduo camino de transmitir y de construir conocimiento. Conseguir iluminar, pero sin dejar huella, sin imponer nuestra propia forma de interpretar y de acercarnos a la literatura, a la lengua y a las ideas, ha sido nuestra meta y nuestra razón de ser maestro, de ser maestra.

"Poner un espejo delante de los otros", "hacer que en ellos aparezca una cara", "desarrollarla", ha sido nuestro fin y la razón de ser de la carrera de Letras Españolas a lo largo de todos estos años.

Pero no sólo hemos sido un muy importante factor para la educación de nuestros estudiantes, también lo hemos sido dentro de esta institución. Siempre hemos estado luchando para "iluminarla", "abrirle los oídos y el corazón", hacer evidente la importancia de los estudios humanísticos en todo individuo, aun en aquellos que desean consagrar su vida a las ingenierías y a las ciencias exactas. Hemos sido el factor que ha empujado a la institución a "humanizar su querer", desde los primeros años de su fundación cuando Don Eugenio Garza Sada concibió los estudios humanísticos como uno de los valores fundacionales de este instituto. Don Eugenio se acercó a humanistas como Luis Astey, Eugenio del Hoyo, Federico Uribe, Agustín Basave, Andrés Estrada Jasso, Emilio Amores, Alfonso Rubio y Rubio e Isidro Vizcaya, entre otros muchos, para que esta institución, dedicada principalmente a la técnica y la ciencia, tuviera a las humanidades como faro que diera rumbo a las tareas de docencia e investigación. Fue así como nacieron dos carreras dedicadas a las Letras en el Tec, la de Letras Españolas y la de Letras Inglesas. A su vez estas dos carreras han sido origen y principio de otras carreras. De ellas con el tiempo se derivaron la carrera de Licenciado en Comunicación y la licenciatura en Relaciones Internacionales. Y de ellas a su vez han surgido carreras como LCP, LAD y LP.

El camino que hemos recorrido ha sido muy arduo, desde aquella lejana tarde de 1977 en la que al pie de las escaleras de Aulas II el Doctor Rangel me preguntó, "¿A poco existen Letras en el Tec?".

Hemos tenido que ganar espacios de docencia y visibilizarnos. Esos espacios, a fin de cuenta nuestra pasión, han ido escalando desde las materias como las optativas culturales o las de tronco común que fueron seguidas por los Cursos Sello. Seguramente muchos de ustedes se acuerdan de la materia de Sociedad y Desarrollo en México o la de Sociedad y Desarrollo en el Mundo, ambas diseñadas por el maestro Pedro Treviño, o la de Análisis del Pensamiento Mexicano. Todavía me paran en el súper o en algún restaurante señoras muy formales que me dicen, "¿Te acuerdas de mí? Tú fuiste mi maestra de Análisis del Pensamiento Mexicano, ¡Me encantaba esa materia!", y yo siempre contesto, "¡Claro que me acuerdo! ¿Qué estudiabas?", pero desde luego, no eran estudiantes de Letras.

El asunto de ganar visibilidad ha sido mucho más festivo. En complicidad con la Cátedra Alfonso Reyes, la institución ha traído para los alumnos de esas "Materias de Educación General" a grandes personalidades del mundo de las Letras: Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Goytisolo, Javier Ordóñez, Luisa Valenzuela, Gonzalo Celorio, Mario Bellatin, Guillermo Fadanelli y muchos otros. Los de Letras teníamos siempre el privilegio de asistir a una conferencia privada con aquellos grandes personajes y después nos invitaban a comer con ellos y de ahí se crearon redes y salieron amistades entrañables. Juan Goytisolo quiso irse a conocer la ciudad con los alumnos, estaba entonces la generación de Raúl Verduzco, y Fadanelli me amenazó con venir en pijamas para recibir un premio. No sabía con quién se estaba metiendo el angelito...

La maestra con el autor Mario Vargas Llosa

Cortesía de Blanca López de Mariscal

La Feria del Libro ha sido también una experiencia de primerísima para maestros y alumnos. Aún recuerdo, en 1989, esa primera feria en los estacionamientos del ya inexistente estadio, las carpas, la lluvia, el peligro de que los libros se mojaran, la preocupación de los libreros y la generación de María de Alva corriendo de un lado a otro tratando de salvar la honra de la institución.

La maestra durante una edición de la FIL Monterrey

Cortesía de Blanca López de Mariscal

¿Y qué me dicen de nuestro primer gran congreso internacional? El XV Congreso Internacional de la Asociación Internacional de Hispanistas en el 2004. Casi se me para el corazón cuando señores de la Casa del Rey nos confirmaron que vendrían a inaugurar el congreso los recién casados Príncipes de Asturias. Recibí a la comitiva de avanzada en la sala de juntas de Don Eugenio (la cual ya no existe). Eran unos señores muy elegantes, de esos que besan la mano, pero a mí nada me sorprende... Rangel no estaba, andaba de viaje, y ya había dado órdenes de echar la casa por la ventana para recibir a los príncipes. Pusimos muchas flores en el Centro Estudiantil. La carta de invitación la escribimos un año antes Aurora Egido (ahora académica de la lengua) y yo, en mi oficina de Aulas II.

Alumnos durante el XV Congreso de Hispanistas

Cortesía de Blanca López de Mariscal

Aurora me dijo, "¿Cómo nos dirigimos al príncipe en la carta? ¿Querido príncipe? ¿Estimado príncipe? ¿Su Majestad? ¿Su Alteza Real?"... yo ni idea. "Pásame a Gracián", me dijo, y yo tenía un Gracián en mi oficina... así que empezamos la carta como lo hace Gracián... "Majestad". El congreso fue un éxito mediático, vino prensa de todo el mundo hispánico y hasta salimos en el Hola. Desde el punto de vista académico resultó un congreso de primera, con cinco conferencias magistrales, tres mesas de investigadores y más de quinientas ponencias, las cuales pueden ver en la publicación de las Actas en cuatro tomos.

Felipe VI, en ese entonces Príncipe de Asturias, y la maestra Blanca en el Centro Estudiantil.

Cortesía de Isabel Villarreal

Todas estas han sido grandes experiencias de aprendizaje que nos han hecho crecer a maestros y a alumnos. Por todos estos motivos no puedo menos que agradecer al Tecnológico de Monterrey y a todos los que hemos formado parte de la Comunidad de Humanidades.

Para terminar, y después de haber oído todo lo que se discutió en la mañana, no puedo menos que decir con Sor Juana:

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas; y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi pensamiento que no mi pensamiento en riquezas.

Yo no estimo hermosura que, vencida, es despojo civil de las edades, ni riquezas me agrada fementida,

teniendo por mejor, en mis verdades, consumir vanidades de la vidaque consumir la vida en vanidades.

Les pido que en señal de agradecimiento brindemos por los sesenta años de Letras en el Tec, y le deseemos a la carrera muchos años más siendo "Una luz, una tea, / una gruesa tea que no ahúma".

¡Muchas gracias!

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