Las AlegrĂas Del Incendio Primera Parte
Alexander Grahovsky
+18
“La mejor parte de una historia siempre es la que no se cuenta� - Joe Cosmo
Capítulo I. “Primeras veces”
- Nueva York, Londres, Madrid... - Ja! ja! - ¿Qué? - “Milán, oh! Madrid, Chicago...”, ¡Cómo te gusta el drama! -Uuh-uuh.. ¡Eres imbécil! - Yo imbécil y tú idiota, pero sabes a piscina. - Y tú a... chocolate.
La tenía en la boca, volvía a tenerla. La recorrí entera, cada peca. La acerqué y se sentó encima de mi. La parte posterior de sus muslos rozaba la tela de mis pantalones. Diecisiete años, buenas notas y final de primavera.
- ...
- No sé, ¿qué quieres que diga? - Algo... Yo no estoy con nadie, esa es tu historia. - Ya.
- Happy ending?
- Happy ending.
- ¿Habéis cambiado el jardín? - Hace dos veranos creo, ¿tanto hace? - Eso parece... uh oh... - ¿Qué? - Los colores. - Jajaja... nos hemos pasado un poco. - Dijo ella quince horas después. Oye, no va a volver a pasarnos esto, ¿verdad? - No... bueno, yo que sé.
Capítulo II. “Nos engañaron desde Alemania”
“There’s nothing but green lights, from here...” - Esa me gusta... pero esto, esto me ha gustado más. Dejé que mis dedos resbalaran hacia dentro otra vez. Se acercó, nos volvimos a besar. “Nothing but...” Aún quedaba un poco en la comisura de sus labios. Lo recogí con el pulgar mientras le agarraba el pelo con la otra mano. Tiré suave hacia atrás, le mordí el cuello y lo chupó. “...empty roads.”
- Venga cuenta. - Ja!ja! Fue extraño, se las sabía todas. - ¿Eh?, eso me lo explicas. - A ver, la invité a cenar y a ver una peli el viernes en casa. Apareció con un mini-mini pantalón y en taconazos. - Vamos, no llegasteis ni a cenar. - ¡Qué va! Yo en mi línea, vimos una peli y todo. - ¿Cuál? - “El Odio” - Uh, todo lujuría. - Ya, la trajo ella. Y también “Dogville” y el “Decks Efx & 909” de Richie Hawtin, ración de clásicos modernos oiga. - Of course Catherine... “Uy perdona, se me ha desbloqueado el móvil y te he llamado por accidente, como sales de los primeros en la agenda...” - “Fiesta Loca” - Y cada teta como mi cabeza, Dios. - Que bruta eres. Y cuerpo a lo Jenna Jameson pero en morena. El par de piernas más largos que he visto en mi vida. “¿Te importa que no me quite los zapatos?” Subida encima de la cama de noventa casi sin ropa. Espectacular. Y de postre coge mi corrida de su culo con los deditos y se relame mientras me mira fijamente. - Joder, no hacía falta tanto detalle. - Eso pensé yo.
Verano de 2005. El cielo era rosa y las lenguas azules. Tú te ponías y te quitabas la camiseta mientras yo repartía el último aliento. Empapados en alcohol y sudando química. Relinchando en la nada, gastando suela y quemando goma.
No fuimos las mejores mentes de nuestra generación pero las quemamos como todos los demás.
- Hola. - Hola. Todo el mundo debería tener un último curso a lo grande. Yo tuve dos. Después de seis años y medio, dejé la carrera y un futuro “prometedor” en el mundo de la construcción por hacer lo que me viniera en gana. - ¿Has visto qué morado? Desde su puerta a la mía apenas había tres cientos pasos y a cada incendio le seguía un gran silencio.
- ¿Has visto qué bocado? - Felicidades.
- Vamos a tener que vernos.
Capítulo III. “Dieciséis horas en Rumania”
Ya lo sé. “Cualquiera que se crea lo que un gato le cuente, bien merece lo que le pueda pasar” Viniste a pasar un fin de semana y te quedaste un año. Decías que no había nadie más pero el teléfono no dejaba de sonar.
Ese es el problema de correr detras de estrellas polares, tarde o temprano te quemas.
Reinaba la intranquilidad. Ella, tímida, inclinaba la cabeza para que él se acercase. Pero a él le faltaba valor. Ella dió media vuelta.
Él estiró la mano y la agarró de la muñeca. Tiró fuerte. Quedaron tan cerca que no quedó sitio ni para una última excusa.
Estaba arrodillado en el suelo, delante de ella. Me cogió de la cabeza y con media sonrisa me señaló el camino. Me entretuve. Cada vez apretaba más mi cabeza entre sus piernas. Bebiendo ron y esnifando cocaína.
La cogí de la cintura y le di la vuelta. Quedó clavada de rodillas en el sofá. Era tan menuda que zarandearla de aquí para allá resultaba sencillo. Puse mis manos alrededor de su garganta. - Espera, espera... quiero meterme una raya a la vez que me la metes por el culo, ¿tú quieres?
- No…
ya no quiero más.
Fin de la primera parte.
Las Alegrías Del Incendio Primera Parte
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