SI ME PERMITEN LA OSADÍA (Recopilatorio de "cuasi poesías")

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libreconfiguracion.org Edita: Libre Configuraci贸n y Proyecto Genoma Po茅tico Dise帽o y maquetaci贸n: Quino Romero Ruiz

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SI ME PERMITEN LA OSADÍA (Recopilación de “cuasi poesías”)

José Ignacio Frion



Una pequeña introducción

Mi buen amigo y mejor persona Quino Romero, se ofreció para publicar en “Genoma Poético” esta pequeña recopilación de lo que yo denomino “cuasi poesías”. Para mí, que resulta prácticamente imposible encontrar espacios donde poder mostrar algo de lo que escribo, su oferta se presentó como algo deseable e irrenunciable. Así que de inmediato me puse a realizar este pequeño trabajo que se muestra a continuación, al que he titulado “Si me permiten la osadía”, pues creo firmemente que publicar ciertas cosas constituyen de por sí, una gran osadía, mía en este caso. Y nada más, simplemente rogar a quien pueda leerlo, que sea benevolente en su crítica sobre la forma y el contenido en que me expreso. Muchas gracias



Las cuatro estaciones Sí, le susurró cuando la vida era todo primavera. Bueno, le dijo, al llegar el caluroso verano. Veremos, exclamó, instalada la calma del otoño. Más cuando llegó el invierno, todo lo prometido, le fue negado.

Yo amo Dos palabras, solamente necesarias. Por certeras, son aquellas que definen. La belleza, y la bondad en su sentido. Resumiendo, el presente de indicativo. Del verbo que algunos llaman “amar”.


Dos momentos I Afirmo que no es verdad, que yo pueda estar muerto. Pues ellos no lloran jamás, los muertos. II Sin ningún pudor, y harta de verse tan sola, mi sombra de mí se aleja. Y más solo aún me deja.

La vida alegre Desapareció, al perder su virginidad la lozana moza. Aseguran algunos, que la vieron bailando desnuda en un burdel. Se supone, que harta de tanta hipocresía, decidió vengarse.


Humillaciones A fe que llevo cuatro puñales, ¡cuatro! en mi corazón clavados. Los lugares en mi vida, donde fui más humillado. La castradora escuela. La aborrecida iglesia. La insoportable fábrica. Y el maldito cuartel.

Limpiabotas Percibo su enigmática mirada, reflejada en el brillo que saca a mis zapatos. Y en su cajón, revueltos entre cepillos y betunes, dormitan sus deseos y fantasías imposibles.


Ausencia No, ya no está, respondió amargamente a quien preguntaba. Y a su corazón, el recuerdo, cruel, le arrancó otro pedazo.

Muñeca Esa risa que hoy se desborda irreverente y juvenil, por tu apetecible boca, muñeca. Puede que mañana, se torne amarga y despiadadamente, en pesadas lágrimas de mujer.

De sebo Me ato desesperadamente a la vida, sin querer reconocer, que el nudo de la soga con que lo hago, está bañado en sebo.


Rat贸n El rat贸n acudi贸 al queso, ignorando al gato. Y yo acudo a la esperanza, ignorando el paso del tiempo.

Los ruidos del silencio Cuantos obligados silencios atenazaron las verdades; cuando no pudieron ejercer, el susurro c贸mplice, la palabra justa, la consigna necesaria, y mucho menos el grito. Cuantos mudos de necesidad, callaron para poder seguir oyendo. Cuantos cantos, cuantos cuentos...


Póstumo suspiro Si me deja la vida perdido en cualquier rincón; si me abandona el aliento en la última cuneta; si mi sombra desaparece en un triste amanecer. Debo haceros saber, que lo vivido, bien valió la pena, y que todo fue, por el maldito amor.

Canibalismo Corazones a mordiscos se tragaba, sin ningún escrúpulo ni arcada. Y encontró el más duro y desabrido, luego y después del suyo haber mordido.


Círculos viciosos La vida está rodeada de círculos, pesados como el plomo, algunos, volátiles como la promesa, otros, inocentes como tu alma, olvidadizos, como los ancianos, crueles cual la vana espera, irreales como sueños de niño. Existen los de piedra, cristal y sebo, los construidos con melancolía, a su lado, los de nostalgia perdida, los de hierro, fango y los de trapo, detrás, los del quiero y no puedo, los importantes y los que no son nada, detrás, los perversos y los virtuosos, y por último, los que nunca se abrirán.


Más que mucho, demasiado Me duelo por la rosa, que laceran sus espinas, como sufro por aquello, que no goza el corazón, y no es porque me sepa a poco, o le faltare razón, sino que todo se repite en sosas y absurdas rutinas. Me rebela lo que mata la esperanza y el sentido, cuando apenas me retengo de tragarme ese recurso, sin que pueda soportar la mentira hecha discurso, en esta idiota historia, en que alguno me ha metido. Me hace feliz cuando sueño, lo bien que vivo soñando, aunque convierta mi sueño, en un humilde ronquido, pues vivir no es otra cosa, sino creerse dormido, y la vida ya no es sueño, cuando acaba despertando. Me sentía como aquel, que ignoraba de qué huía, y por eso cuando andaba, ni corría ni avanzaba, pues apenas percibía, el azar dónde llevaba, el placer de cada paso, que su inercia dirigía. Me sale del interior, lo digo sin remordimiento, el dolor, hecho epidemia, como pobre trampantojo, y a cada uno le espanta lo que enfrente de sus ojos, le reclama el corazón, que se perdió en el intento.


En la oscura noche Si me abandona la noche, digo, si me abandona; buscadme entre la luz que desprenden sus ojos de mujer. Si me abandona una noche, ella, digo, si me abandona; buscadme en el silencio.

Huyendo como diablos Huyeron los amores con los años, en busca de otras nuevas sensaciones, y encontraron en su largo recorrido, un sinfín de plañideras demencias. No existe dignidad en la muerte, sino en la vida que la precede, ya que aquella solo conduce, a la fría podredumbre que es nada. Al miedo intenté ponerle cerco, pero eso no me hizo más valiente, pues es del temor hija bastarda, la cobardía que nos roe las entrañas.


A trancas y barrancas Harto ya de supurar sentimientos en carne viva, que escuecen cual heridas en el fondo del alma, reclama con fiereza lo por siempre perseguido. Reta al desnudo, desafía impenitente, mata, muere, y se desespera. Se reconoce en la impotencia y a gritos implora, todo lo que prestó a la vida y le fue devuelto, traducido en una horrible mueca de odio y miedo. Tiembla la noche, aúlla el silencio, se agita, corre, y no puede escapar. Cuan pobres pudieron resultar los remedios, cuando ya no había ni de qué ni de dónde, y a los cielos menester no era clamar ayuda. Camina al vacío, ¿dónde? No importa, se pierde, se ahoga, y a fuerza, se mortifica. Y si acaso por un sí, o también por un tampoco, la partida se destrozó en un febril instante, cuando el alma se hizo todo ausencia. Canto virgen, suelos de niebla, tañe, ríe, duda, y desaparece.


Recordando a lo lejos Recordad, olvidadizos hombres; cuando todo era sinrazón, traición, hambre, y desdicha, y ni el sol asomaba por miedo a ser fusilado. Por ello, sintamos la alegría de estar vivos; la emoción que esconde contemplar una rosa; o el consuelo reconfortante de un abrazo de amor. Eso… mientras nos lo permitan.

¡Cielos! Que delicia de paraíso, sin serpiente ni manzana, únicamente ella y yo, desnudos ante el destino. Y un Dios que desde su cielo, envidie con aborrecible pena, no haber podido amar, simplemente como hombre.


Reflexión doméstica

Para andar por casa, cubro mi pena con una bata, más cuando a la calle salgo, la visto de olvido, no porque ante la vida, se me antoje desvalida, sino que a la primera embestida, va y se derrumba. Cuanta vida se llevaron la sinrazón y el hastío, tantas fueron las ilusiones, que acabaron en nada, cómo se pudo llegar al final, enteros y vivos, sin que el tiempo y el espacio, nos descuartizaran. Puede que la historia permanezca en su limbo, y todo lo que creímos fueran solo meras fantasías, o peor aún, que en todo se nos hubiese mentido, cuando perdimos el norte, el sur y hasta la brújula.

Tras el espejo

Quisiera poder penetrar en el interior del espejo, verme cada mañana en mi verdadero interior, cuestionarme todas las dudas aplazadas, planificar acciones, reflexionar futuros, debatir la mañana conmigo mismo, ir al fondo de los cuestionamientos, y a las raíces de los orígenes. Para más tarde, y en un incierto gesto, hacerlo añicos.


Amor en su más simple expresión El amor es todo entre lo absoluto; es vida que se llenó de contenido; espacio repleto de felicidad; tiempo ganado a la muerte. El resto no existe, no importa, ni nunca fue necesario.

Lunático Por querer tanto como el corazón, me encontré más solo que la una, aquella noche esperando en un portal, y acabando enamorado de la luna.


Razón de vivir, mi vida Serpenteando entre el miedo, sobrevive la razón, más hermosa que fuerte, digna, leal y docta, con alcance preciso, objetivo cierto, y buen tino, igual mañana y noche, que al paso del tiempo, florece de entre sus heridas, como un grito que atruena, el estrenado amanecer, de cualquier anónimo día, entrelazando vicios y virtudes, en una amalgama maldita, sin ley, dios, ni fronteras, sola como recién nacida, desnuda como la propia vida, bella, amante, y generosa, a punto de estallar en sollozos, en virtudes perennes, o en un espasmo infinito, manifiestamente hecho, necesidad para vivir.


Punto y final Se acerca provocador, el resbaloso tiempo, del dulce almĂ­bar, y las mariposas, de la risa y la miel, del beso y el abrazo. Y por eso y por lo demĂĄs, olamos las flores, disfrutemos de los manjares, y apuremos los amores. Porque ellos han de ser, sin duda alguna, y por fuerza de la razĂłn, los Ăşltimos. Y date prisa, amor, antes de que todo sea el comienzo final del silencio.


De cuatro en cuatro Qué renuncia necesaria se presenta, cuando parto solitario a mi destino, y una baba traicionera en el camino, me salpica y por demás me desalienta. Hoy quisiera arrepentirme de lo escrito, no por falso, más bien por acusatorio, pues presiento que estarán en mi velorio, las mentiras llorándome por proscrito. Quienes vengan empujando, se detengan, nunca hay prisa a las puertas del infierno, y aunque piensen eludir el fuego eterno, generoso el diablo ayude, no pretendan. Acabando la jornada en estas dudas, dominando la flaqueza que nos mata, a nadie asuste la amenaza por bravata, de crear la perra muerte tantas viudas. Devolved ya todo aquello que robasteis, eruditos de la infamia y la torcida, y sentid como una justa arremetida, el reclamo de la vida que arrancasteis.


Latidos de la memoria Para qué, dicen los latidos de mi corazón, crees que batimos, incansables y sin aliento. Respondo que para seguir, como todo nuevo día, en este triste vagar, que no es sino rutina.

Más locura imposible La locura parece no tener remedio, mientras los hombres se pudren, sin ninguna esperanza de consuelo, y el dolor se hace dueño y señor. Que pocas veces la sangre pudo lavar las injusticias, y la mentira es como la mala hierba… ¡Hombre! ¡despierta! Pues la locura está cambiando de amanecer.


Libertad condicionada Se preñó de placeres y disfrutes, en una libertad demente, que casi rozaba el infinito. Más todo lo que toca el enemigo, acaba finalmente ahogado, en su propia y oscura sombra.

Sentimientos a destiempo Sentimientos inconcretos sentencian y amenazan, con amargar por dentro todo atisbo de esperanza. Y una almohada de fría y dura piedra, se empeña en alcanzar la perdida y senil cabeza que por los suelos imparablemente rueda.


Made in U.S.A. Carnaval de incoherentes payasadas, que devoran la razón a bocanadas, sin saber a quién culpar del desatino, y estupidez que impera en su destino.

Taurocardia Cual dos astas afiladas e ígneas, atravesando su corazón de gelatina. Anunciaron la más traicionera estocada, que a su alma, provocó la arremetida. Y comprendió la razón que sentenciaba, la fatalidad de encornar su frágil frente.


El sueño del loco Guarden sus laureles para los cerdos, de seguro que se lo agradecerán, y las prebendas para los flacos de conciencia, porque yo, aún como todos los días, y de lo mío. Háganse a un lado los petulantes, y sus rubias y elegantes queridas, cambien de acera los groseros exquisitos, porque por ahí, paso yo junto a mis amigos. Muéranse los malditos perfectos, con sus dorados y eternos espejos, avive con aguda saña el sentido de la razón, porque yo, parto de inmediato en busca de la libertad. Destrúyanse todas y para siempre las caducas estructuras de papel charol, estallen la alegría y el placer sin límites, porque yo, parto a realizar el ansiado sueño del loco.


Amores y dolores ¿Por qué y para qué se padeció tanto dolor? ¡madres, secad vuestras lágrimas! ¡pero recordadlo siempre! La justicia permanece enterrada en las profundidades del olvido, donde el ser humano es solo recuerdo. Sabed, que puede más un grito justo, que un ejército de gigantes, así que gritemos, ¡y fuerte! ¡Oh! inmortales leyendas, ¿dónde se escondieron los héroes? ¡Decidme!


Todo está bien como está Todo está bien, ya te dije, todo está cómo y donde debe de estar, en su justo y equilibrado lugar. Te repito una vez más, que todo está asquerosamente en su maldito lugar. La necesidad en su hambre, la codicia con los poderosos, el fusil cargado y apuntando, la hostia durmiendo en la iglesia, en la cárcel los poetas, el uniforme planchado, la tragedia a punto de consumarse, el porvenir en el limbo. Qué perfecto orden, que maravillosa armonía. ¿Cómo no sonreír, ante tan edificante panorama? Aunque mañana, si quieres, y tengo tiempo, puede que te cuente el mismo cuento.


Apocalíptico Apretaron con enconada saña, sus mellados y ennegrecidos dientes, cuando no había nada qué morder. A fuerza de tragedias se izaron, por mareantes escaleras, allí donde a nadie esperaban. Sobraban la cuerda al suicida, la hostia al comulgante, y la guadaña a la muerte. Los gritos clamaban silencio, mientras rabiosos perros les ladraban y mordían. Qué dolor, cuán grande pena aullaban desde su infierno los siempre y mal arrepentidos. Allende, espartánicos legionarios, cercenaban la lengua al enemigo, con ígneas espadas vengadoras. El cielo se tiñó de roja sangre, lluvia escarlata inundaba las vidas, y la primavera huía despavorida. ¡Oh! vosotras pobres mujeres, desconsoladas madres y esposas, llorad por vuestros muertos. Porque nunca más posarán, con su delicado y ansiado amor, las manos sobre vuestra piel. Ni lavareis sus aguerridos cuerpos, tendidos sobre el descanso, tras la última y definitiva batalla.


Porque al final, y para siempre, sin que ningún dios lo remediase, fue derrotada la ilusoria paz. Llevándose arrastras con ella, cualquier conato de dicha, y todo atisbo de esperanza.

Atracón de ilusiones Acompañado con pan duro, Insaciable hambre, y sed de muchos años, yo solito me lo comí, y también bebí. Indigestión de deseo, parece que lo llaman, y a veces, también, borrachera de amores. Ahora qué más da. Seguramente, todo era mentira.


Tango rasgador Rasgó el tango a medianoche, aquellas sábanas cómplices, de mis consumados gozos, y febriles retozos. Para convertirlas hoy, tras el paso del tiempo, en trapos con que limpiar las ventanas de mi alcoba.

Sin son ti ton Dime que pudo ser lo que allí fui a buscar; qué ansias me condujeron ciego de pasión; arrastrándome como un demente; implorando mendigo, algo del necesario cariño; hacia aquel lejano y yermo abrevadero suyo.


Mal carácter Qué carajo va y me cuentan, ¡so payasos! Del amor, y de otras memas tonterías. Pues no ven, que pasé ya de los setenta. Y me olvidé, de tan absurdas fantasías.

Ni Adanes ni Evas A la sazón, que no comulgo con ustedes. Cuando necios, se imaginan paraísos. Y se olvidan, de la puta la serpiente. Y del precio, del kilo de manzanas.


La playa Lamen las persistentes olas, a cortos y repetidos intervalos, el suave lecho de blanca arena, que tan mansamente las acoge. Tras acariciarlas dulcemente, generosa, permite que se alejen, en busca de otra lejana orilla, necesitada del beso de sus aguas.


Qué pudo ser No sé qué pudo suceder aquella madrugada de San Juan, en qué momento mi lengua debió ser mordida, qué silencio violó su destino; lo que ciertamente no hice bien, o puede que dejara de hacer. Pero ya es tarde. Ahora, pregunto sin repuesta, el motivo por el cual, las palomas se enojaron, y por fuerza al partir, se llevaron con ellas, mis lágrimas entre sus alas, y mis suplicantes gritos colgando de sus picos.

Ya es tarde, viejo Qué absurda y jodida patochada. Grandísima y estúpida metedura de pata. Haberla querido y amado tanto. Mas ¿Qué pudo ser lo que de mí quería? ¡Bah! qué gran pérdida de tiempo.


El hombre, con mayúsculas Lamentablemente: No hubo manera de que sorteara sus propias circunstancias. Vivía afirmando: Todos los seres humanos nacemos iguales en dignidad y derechos. Sometía: Sus ideas a debate, dando por hecho lo acertado de las mismas. Iluso: Pensaba que podía llenar el mundo de violetas regalando regaderas. Apasionadamente: Cantó y lloró por el efímero hombre y su póstuma tragedia. Eso fue todo: No contó con la existencia de desaforados verdugos que ejercían de ello. Sobraron: Mentiras a la acusación, palabras a la sentencia, la hostia al reo, y balas a la pistola. Nada más pudo hacerse: Su suerte estaba echada, le fusilaron al amanecer.


Flor cautiva

(Flor de pascua, Poinsetia, Pascuero)

Nunca podrás escapar, de esa cárcel con forma de maceta. Flor que naciste para ser vendida, y exhibida sin ningún pudor. Que sueñas son campos abiertos, sin plásticos que limiten horizontes. Ansiando la fresca y natural brisa, que pudiera acariciar tus hojas. Flor cautiva, prisionera de un capricho, condenada a crecer entre cuatro paredes. Mientras pacientemente, aguardas tu momento de atención. Humedad que un día cualquiera, sin duda, alguien olvidará. Convirtiéndote en un reseco tallo, que hará tu presencia innecesaria.

Euphorbia Pulchérrima (Pulchérrima = La más bella)


Naufragio La estancia huele a naufragio, con aromas de desierta oquedad; y varados entre sus paredes, como fantasmas del pasado, restos de naves hundidas bajo tormentosos cielos, sin bandera, bitácora, ni timón, con incierto e impreciso rumbo, en una singladura demente, entre mareas de inmóviles olas, que hacen innecesario el mar, tierra sin dios, ni amo, donde lame su soledad Robinson.

Se me mueren las rosas Se mueren las rosas sin confesión, en el reseco jardín de mi infancia, con besos más tristes que el otoño, y miradas más cortas que el deseo. De nada sirvieron mis cuidados, inusitados desvelos y compañía, se me mueren las rosas, todas, en paisajes sin nombre ni apellido. Y en cada incierto amanecer, otras rosas, hijas de aquellas, se disputan con harta sed de cariño, la terca humedad de mis lágrimas.


En aquellos extraños años El día comenzaba cual necia rutina, en un intento de parecer algo nuevo, amparados en la tierna inocencia, con más ganas que necesidad, y la esperanza puesta a remojo. No fuimos sino casual destino, en aquella extraña encrucijada, que altivamente otros diseñaron, en terribles actos y dramas, ajenos a nuestras propias voluntades. Y con iguales penas que realidades, sembrando el día de expectativas, rodábamos en un círculo de fantasía, que a veces hasta nos daba, meriendas de pan con chocolate. Envueltos en cruces, yugos y flechas, intentábamos torear aquel presente, imaginando quiméricos futuros, en latitudes fantásticas y lejanas, que nunca llegaríamos a alcanzar.


El miedo ha muerto Me sobresalto. Despierto. Me siento extraño. Algo ha cambiado. No soy el de ayer. Palpo mi cuerpo. Constato que estoy vivo. Me río. Mejor, me carcajeo. Me desperezo. A mi lado alguien aún duerme. Acaricio su cuerpo. Lo deseo. Fuera las sábanas. Me levanto. Abro las ventanas. El sol me da de frente. El aire fresco me reconforta. Los pájaros pián y revolotean. Hincho mis pulmones. Siento deseos de cantar. Siento deseos de gritar. Siento deseos de volar. Siento deseos de amar. Me sienta bien la primavera. Me alegro. Me siento generoso. Me siento fuerte. Me siento feliz. Me siento libre. Anoche soñé que ajusticiábamos al miedo.


Desamor Labios que no besan. Brazos que ya no abrazan. Huidizas caricias. Miradas de soslayo. Lágrimas en oferta. Acusaciones a no acabar. Recuerdos malditos. Cataratas de desprecios. Ausencia de futuro. Frío en el alma. ¿Su culpa? ¿Mi culpa? Duros reproches lanzados al rostro, como escupitajos. ¿Quién comenzó? ¡Bah! Qué importa. Nada importa en este absurdo instante, donde solo permanece el vano recuerdo, y un rencor engordado con el paso de los días. ¡Nosotros!


Que se abran ya todas las bocas

Ábranse ya las bocas, de los mudos de necesidad. Ábranse ya las bocas, calladas con labios cosidos. Ábranse ya las bocas, eternamente amordazadas. Y que griten fuerte a los hombres. Que griten muy fuerte al mundo. Pues vale más un grito justo, que todas las palabras vacías. ¡Gritad! ¡Gritad! ¡Gritad! Que todo serán oídos para quien quiera escuchar. Que todo ha de ser inventado y diferente. Que está alumbrando un nuevo amanecer.


Abarcando ilusiones No pretendas abarcar la vida con la mirada, tú, oteador de utopías y desastres perpetuos, pues las lágrimas que inundarán tus ojos, puede que también ahoguen el paisaje. Proclama que el amor ha llegado para quedarse, tú, fiel caballero de la orden del fracaso, ofrécele pan y cama, sal y pimienta, y el resto surgirá como entrega de amante. Impide que el desánimo se apodere del empeño, tú, empedernido coleccionista de decepciones, lanza tu red al mar de todas las esperanzas, y espera que en ella se enrede una sirena.

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