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COMENTARIO BÍBLICO CON APLICACIÓN NVI: APOCALIPSIS Edición en español publicada por Editorial Vida–2013 Miami, Florida ©2013 por Craig Keener Originally published in the U.S.A. under the title: The NIV Application Commentary: Revelation Copyright © 2000 by Craig Keener Published by permission of Zondervan, Grand Rapids, Michigan. All rights reserved. Editor de la serie: Dr. Matt Williams Traducción: Pedro L. Gómez Flores Edición: Loida Viegas Fernández y Juan Carlos Martín Cobano Diseño interior: José Luis López González RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. A MENOS QUE SE INDIQUE LO CONTRARIO, EL TEXTO BÍBLICO SE TOMÓ DE LA SANTA BIBLIA NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL. © 1999 POR BÍBLICA INTERNACIONAL. Esta publicación no podrá ser reproducida, grabada o transmitida de manera completa o parcial, en ningún formato o a través de ninguna forma electrónica, fotocopia u otro medio, excepto como citas breves, sin el consentimiento previo del publicador. ISBN: 978-0-8297-5967-9 CATEGORÍA: Comentario bíblico / Nuevo Testamento IMPRESO EN ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA PRINTED IN THE UNITED STATES OF AMERICA 13 14 15 16 1 7
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Contenido
5 Introducci贸n a la Serie CBA NVI
10 Prefacio del editor
12 Prefacio del autor
15 Abreviaturas
18 Introducci贸n a Apocalipsis
46 Bosquejo
49 Bibliograf铆a comentada
56 Texto y comentario de Apocalipsis
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Introducción a Apocalipsis Aunque muchos detalles del libro de Apocalipsis (y de este comentario) son discutibles, la idea general no lo es. El Dios vivo y verdadero nos llama a salir de nuestra preocupación por este mundo para reconocer, en vista de su plan decisivo para la historia, lo que es realmente importante y lo que no. Dios entregó el libro de Apocalipsis a una cultura que escucharía sus palabras e imaginaría sus pavorosas y aterradoras imágenes; para que este libro nos llegue con toda su fuerza, también nosotros hemos de usar la imaginación para poderlas captar. El libro de Apocalipsis no está pensado para una lectura informal o “ligera”; escucharlo genuinamente nos lleva a vérnoslas con el juicio de Dios sobre un mundo que está en rebeldía contra él.
¿La clave de la interpretación? Algunos lectores creen que los acontecimientos de la actualidad son los que desentrañan el significado de las profecías bíblicas. Así, por ejemplo, un escritor opina que aun Lutero y Calvino “conocían poco sobre profecía”, pero que el editor de la Biblia de estudio, C. I. Scofield, señaló acertadamente que el libro de Apocalipsis se redactó para que los estudiantes bíblicos de los últimos tiempos dilucidaran su significado.1 Sin embargo, en mi opinión, este acercamiento va mal encaminado; es más, creo que va en contra de los propios datos que aporta el libro de Apocalipsis. Juan escribe a siete iglesias literales de Asia Menor, cuya ubicación sigue la misma secuencia geográfica que escogería un mensajero itinerante romano para entregar el libro (ver comentario más detallado en la sección “Construyendo Puentes” de 1:4-8). Si tomamos en serio lo que afirma el propio libro, se trata de un texto fácil de entender para sus primeros receptores, quienes, de hecho, iban a ser “dichosos” por obedecer sus palabras (1:3). Que Juan escribiera probablemente en griego sugiere también que utilizó figuras literarias y símbolos que formaban más parte de su cultura que de la nuestra. Que el libro no fuera a ser “sellado”, ni siquiera en su generación, indica también que Dios quería que se entendiera desde aquel momento en adelante (22:10; contrastar Daniel 12:9-10). Puede que exista una razón aún más consistente para defender la necesidad de trabajar con el trasfondo antiguo, más que con el moderno, 1. Lindsey, New World Coming, 21.
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para entender el libro de Apocalipsis. Si los periódicos de hoy son la clave necesaria para interpretar el libro, entonces ninguna generación hasta la nuestra lo podría haber entendido y obedecido (contrariamente a lo que se asume en 1:3). No lo podrían haber leído como Escritura útil para enseñar y corregir, enfoque este bastante incompatible con una elevada idea de la autoridad bíblica (cf. 2Ti 3:16-17). Si, por el contrario, el libro era comprensible para la primera generación, las posteriores pueden beneficiarse de sus enseñanzas simplemente aprendiendo un poco de historia. Algunos populares maestros de profecía han ignorado mucha de la historia de dominio público, y han preferido interpretar el libro a la luz de los titulares de los periódicos de la actualidad. Esta es probablemente la razón por la que la mayoría de ellos tienen que revisar sus predicciones cada pocos años, a medida que cambian los encabezados. Otra cuestión relativa a la interpretación es que algunos pretenden entender literalmente todo el Apocalipsis. La legitimidad de este enfoque depende, en cierto modo, del sentido que demos al término literalmente. Cuando reformadores como Lutero hablaban de interpretar la Biblia “literalmente”, estaban utilizando una expresión técnica (sensus literalis) que significaba tomar cada parte de la Escritura según su “sentido literario”, es decir, prestando atención al género o tipo literario en que estaba escrito el texto en cuestión. No querían decir que tengamos que restar importancia a las figuras literarias o a los símbolos. Hemos de entender de manera literal las narraciones históricas de la Biblia; sin embargo, el libro de Apocalipsis pertenece a un tipo distinto, una mezcla del género profético y “apocalíptico”, que está llena de símbolos. Los reformadores no exigieron que interpretásemos los símbolos como si no lo fueran, y esta clase de literalismo está de hecho en conflicto con lo que estos querían decir.2 De hecho, entender todos los símbolos de Apocalipsis de manera no simbólica es tan difícil que nadie lo ha intentado realmente. Nadie considera que Babilonia la grande sea una prostituta o madre de prostitutas 2. Sproul, Last Days, 65-66; Robert B. Strimple, “An Amillennial Response to Craig A. Blaising”, 256-76 en Three Views of the Millennium, ed. Bock, 262. Juan Crisóstomo y sus seguidores “antioqueños” utilizaron con mayor frecuencia este sentido “literal”, en contraste con los gnósticos y, a menudo, los alejandrinos (Carl A. Volz, “The Genius of Chrysostom’s Preaching”, Christian History 44 [1994]: 24-26 [p. 24]); Stephen M. Miller, “Malcontents for Christ”, Christian History 51 [1996]: 32-34 [p. 32]). Algunos autores norteamericanos se sirvieron de lo que consideraban “literalismo” para justificar la esclavitud, mientras que otros les respondieron con principios bíblicos (“Broken Churches, Broken Nation”, Christian History 33 [1992]: 26-27 [p. 27]).
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literales (17:5), nadie toma la nueva Jerusalén como una novia literal, y pocos protestantes entienden que la madre del capítulo 12 es una persona literal (sin duda no puede estar literalmente vestida del sol). La respuesta es: “interpreta literalmente todo lo que puedas”. Sin embargo, el alcance de “lo que puedas” se decide por regla general sobre la base de las propias presuposiciones. ¿Es posible que monstruos como los del capítulo 9 sean seres literales? No hay duda de que Dios podría crearlos; sin embargo, estos guardan muchas similitudes sorprendentes con criaturas que, en el libro de Joel, representan simplemente a langostas. ¿No es acaso más importante ser coherente con el modo en que el resto de Apocalipsis y la literatura profética nos invitan a interpretar estas imágenes (muchas de las cuales son abiertamente simbólicas) que intentar entender todo su lenguaje de manera literal? ¿No es más respetuoso para con Apocalipsis escuchar el texto en sus propios términos (símbolos incluidos) que imponerle un sistema de interpretación que el libro no reivindica en ninguna parte? El hecho de que Apocalipsis presente claros símbolos y que a veces el propio texto nos diga lo que significan (p. ej., 1:20) ha de llevarnos a sospechar algún método interpretativo que ignora el intenso simbolismo del resto del libro. El libro de Apocalipsis comienza diciéndonos que Dios “significó” el libro a Juan (1:1; nvi, “dio a conocer”), una palabra relacionada con la que el apóstol utiliza ocasionalmente para aludir a “señales” o “símbolos” (12:1, 3; 15:1). Esto sugiere que los primeros versículos anuncian abiertamente un libro comunicado por medio de símbolos.3 Los judíos del tiempo de Apocalipsis estaban habituados al tipo de símbolos que utiliza el libro. Así, por ejemplo, en un añadido del siglo I a 1 Enoc, el temprano apocalipsis judío, se mencionan misteriosos animales (1 Enoc 85:3) fecundados por estrellas (cap. 86), una visión que, en su contexto, es evidente que no pretendía ser literal. De igual modo, las “langostas” de Juan (Ap 9:3-11) tienen mucho en común con las de Joel; quienes reconocemos acertadamente que no deberíamos interpretar de forma literal todo el lenguaje gráfico sobre un ejército de langostas en Joel 1–2 (1:4; 2:11, 20, 25) hemos de interpretar del mismo modo el libro de Apocalipsis. Como observan muchos comentaristas evangélicos y de otro signo, las visiones son principalmente para confrontarnos con las demandas y promesas de Dios, y no para satisfacer nuestra 3. Ver Beale, Revelation, 50-51, que encuentra un trasfondo para este lenguaje en el uso que hace Daniel de sueños y visiones (Dn 2:28-30, 45 LXX). La profecía podría incluir el uso del mashal (Nm 23:7, 18), un recurso literario que consiste en la utilización de “parábolas”.
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curiosidad acerca de los detalles más nimios de los últimos tiempos. El libro de Apocalipsis no comparte un terreno común con pronosticadores no bíblicos como Jeanne Dixon, Edgar Cayce o los horóscopos de los tabloides.
Errores proféticos La masiva pérdida de vidas humanas entre los seguidores de David Koresh en Waco, Texas, se produjo por una interpretación errónea del libro de Apocalipsis.4 La especulación profética no es, sin embargo, un fenómeno nuevo. Las obras judías solían proponer conjeturas sobre números y situaciones todavía futuras, y la historia demostró que estaban equivocados (p. ej., Oráculos sibilinos 11.265-67; Testamento de Moisés 2:3). Los padres de la iglesia primitiva se permitieron también ciertas especulaciones que nunca se cumplieron, como por ejemplo la idea de Hipólito de que el mundo terminaría en el año 500 d.C. Lamentablemente, a muchos intérpretes modernos de la profecía no les ha ido mucho mejor.5 Jerónimo estudió en tierras bíblicas para entender mejor las formas literarias y contextos de la Biblia, y del libro de Apocalipsis. Muchos comentaristas, sin embargo, no han descubierto el marco original del libro y han “añadido algo” al mensaje profético, a pesar de la advertencia (22:18), imponiendo sistemas teológicos no justificados por el texto.6 Naturalmente, a los Testigos de Jehová se les conoce especialmente por estas prácticas. Mientras que la mayoría de grupos que han pronosticado fechas dejaron de hacerlo tras constatar que se equivocaron una o dos veces, “los Testigos de Jehová no tiran la toalla. Sus dirigentes han señalado los años 1874, 1878, 1881, 1910, 1914, 1918, 1925, 1975, y 1984 como periodos de significación escatológica”.7 Los eruditos de este ámbito han observado que varias sectas como los mormones, los Testigos de Jehová y los adherentes de la Ciencia Cristiana han utilizado el libro de Apocalipsis de manera arbitraria para apoyar
4. Craig L. Nessan, “When Faith Turns Fatal: David Koresh and Tragic Misreadings of Revelation”, Currents in Theology and Mission 22 (junio de 1995): 191-99. 5. Sobre Hipólito, ver Lewis, Questions, 16. Sobre los modernos maestros de la profecía, ver Dwight Wilson, Armageddon Now! The Premillenarian Response to Russia and Israel Since 1917 (Grand Rapids: Baker, 1977). 6. Ver la observación de John Randall, The Book of Revelation: What Does It Really Say? (Locust Valley, N.Y.: Living Flame, 1976), 11. 7. Kyle, The Last Days, 93.
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unos puntos de vista que ya sostenían.8 Puesto que los Testigos de Jehová son los agentes más conocidos del pesimismo profético frustrado, y teniendo también en cuenta que los lectores de este comentario serán bastante unánimes en su convicción de que están equivocados, me permito utilizarlos muchas veces en este comentario para ilustrar errores evidentes en su método interpretativo. Pero, lamentablemente, aunque l son los transgresores másconocidos de la sana interpretación profética, la historia está repleta de este tipo de predicciones erróneas procedentes de todos los segmentos de la cristiandad, quizá haya que buscar las más evidentes en el evangelicalismo popular del siglo XX. En la década de 1920, algunos intérpretes dispensacionalistas consideraron que los Protocolos de los ancianos de Sión —reconocidos hoy como una falsificación promovida por los Nazis— eran una confirmación de sus ideas proféticas. (Más adelante, algunos repudiaron los Protocolos, pero otros nunca lo hicieron).9 En su favor hay que decir que esta corriente de interpretación profética resultó ser sorprendentemente acertada en su importante predicción de que Israel llegaría a ser una nación (aunque también es cierto que no fueron los únicos que lo esperaban).10 Los sectores del cuerpo de Cristo involucrados en esta corriente de interpretación demostraron también, muchas veces, un compromiso con las misiones y la evangelización mundial singular dignos de encomio. Pero cuando especularon con los detalles, muchos pronosticadores populares se equivocaron sobre la identidad del anticristo y otras cuestiones. “Nadie anticipó la desaparición del Imperio soviético o los aspectos esenciales de la Guerra del Golfo. Cuando la historia da giros insospechados, los expertos tienen que hacer correcciones, volver a trazar sus mapas y presentar nuevas ediciones”.11 Y para que no pensemos que los evangélicos en general aprendieron humildad a partir de sus antiguos errores, tenemos muchos ejemplos que nos advierten en sentido contrario. En 1979, el libro de Colin Deal que explicaba que Cristo regresaría en 1988 difundió una información 8. Ver W. Thiede, “Ein süsses und doch schwerverdauliches Büchlein: Zur Auslegung der Johannes-Offenbarung in christlichen Sondergemeinschaften”, Kerygma und Dogma 41 (1995): 213-42. 9. Timothy P. Weber, “How Evangelicals Became Israel’s Best Friend”, CT (5 de octubre de 1998), 38-49 (p. 43). 10. Muchos, ajenos a esta tradición, esperaban al menos una conversión masiva del pueblo judío antes de la Segunda Venida, como el premilenarista del siglo XIX Lord Shaftesbury (John Wolffe, “Dismantling Discrimination”, Christian History 53 [1997]: 37-39 [38]). 11. Weber, “Israel’s Best Friend”, 49.
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sobre un ordenador situado en Bélgica y conocido como “la bestia”, afirmando que esta máquina era el anticristo.12 Su fuente parecía “no saber que dicho ordenador no era sino una ficticia creación de una novela”.13 No es sorprendente que el diablo consiguiera seducir a los intérpretes modernos para que cometieran este tipo de errores; San Martín de Tours, que murió en el año 397 d.C., afirmó en su tiempo que “no hay duda de que el anticristo ya ha nacido”. (Si Martín está en lo cierto, el anticristo demuestra tener una asombrosa longevidad). Otros predijeron su venida en los años 1000, 1184, 1186, 1229, 1345, 1385, etc.14 Todos los puntos de vista sobre los últimos tiempos pueden parecer razonables si uno nunca ha estudiado otras perspectivas con una actitud abierta y seria. Me gustaría, pues, que todos aquellos que están comprometidos con algún escenario específico de los últimos tiempos dieran un vistazo al libro de Richard Kyle, The Last Days Are Here Again [Los últimos días aquí una vez más] (Grand Rapids: Baker, 1998), al de Dwight Wilson, Armageddon Now! The Premillenarian Response to Russia and Israel Since 1917 [¡Armagedón ahora! La respuesta premilenarista a Rusia e Israel desde 1917] (Grand Rapids: Baker, 1977), o al de Gary DeMar Last Days Madness: The Folly of Trying to Predict When Christ Will Return [Locura profética: la insensatez de predecir el tiempo del regreso de Cristo] (Brentwood, Tenn.: Wolgemuth & Hyatt, 1991), o a otras obras de este tipo. Examinar la historia de las especulaciones sobre los últimos tiempos, tan llena de predicciones erróneas, y los diversos puntos de vista sobre los principales aspectos de los últimos tiempos de respetados dirigentes cristianos, nos ayuda a poner en perspectiva nuestros propios puntos de vista. Tomemos como ejemplo los diversos criterios entre los cristianos sobre el milenio o reinado de mil años de Cristo en Apocalipsis 20. ¿Va a regresar Jesús antes del futuro milenio (la perspectiva premilenarista y más común entre los evangélicos norteamericanos de nuestro tiempo) o después de él (la idea postmilenarista), o es este periodo solo un símbolo para el tiempo presente (la idea amilenarista)? Puede que a muchos lectores les sorprenda saber que la mayoría de los dirigentes cristianos a lo largo de la historia han sido amilenaristas (como San Agustín, Lutero y Calvino), que muchos dirigentes que participa12. Colin Deal, Christ Returns by 1988—101 Reasons Why (Rutherford College, N.C.: Colin Deal, 1979), 86, citado en Richard Abanes, American Militias (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1996), 91. 13. Abanes, American Militias, 91. 14. Ibíd., 90.
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ron en los avivamientos norteamericanos eran postmilenaristas (como Jonathan Edwards y Charles Finney) y que la mayor parte de los Padres de la iglesia primitiva eran premilenaristas (pero postribulacionistas). Si Calvino, Wesley, Finney, Moody y la mayoría de los cristianos de hoy han mantenido puntos de vista distintos, ¿es posible que la bendición de Dios no descanse únicamente sobre aquellos que sostienen una idea específica sobre los últimos tiempos?15 Si las eras de la historia han sido fuertemente dominadas por perspectivas distintas (p. ej., el amilenarismo durante la Reforma; el postmilenarismo durante los grandes avivamientos norteamericanos; el premilenarismo en nuestros días), ¿es posible que nuestros puntos de vista estén más determinados por influencias históricas de lo que estamos dispuestos a reconocer? Estudiar varias opiniones nos equipa mejor para leer el libro de Apocalipsis en sus propios términos, de un modo más objetivo. En su momento, el Imperio turco otomano representó una gran amenaza para el mundo occidental desde el Este, sin embargo, tras su caída, la generación de la Segunda Guerra Mundial comenzó a leer de manera natural “los reyes de Oriente” (16:12) como referencia a Japón (las siete iglesias de Asia no se situaban en Turquía). Tras el colapso de Japón y el ascenso del comunismo en China, el título se transfirió según este criterio. La mayoría de las profecías se han aplicado de nuevo conforme cambiaban los titulares de los periódicos, de modo que la moderna enseñanza de la profecía es rara vez relevante durante más de una década. Como se lamenta un historiador, “el pensamiento sobre los últimos tiempos ha sido increíblemente elástico”; los elementos del “rompecabezas profético” han adquirido “un carácter camaleónico, ajustándose habitualmente a los cambios de los acontecimientos contemporáneos”.16 Como veremos, la “revelación de Jesucristo” a Juan (1:1) no solo utiliza el idioma griego, sino que se sirve también de imágenes y símbolos que tenían lógica en su generación, y los modernos maestros de la profecía han intentado con frecuencia pasar a lo que estos “significan” sin entender primero lo que “significaron”. En un sentido, no obstante, el libro de Apocalipsis y otros textos bíblicos alusivos a los últimos tiempos se prestan a comparaciones más moderadas con los acontecimientos actuales. ¿Quién duda que el 15. D. L. Moody fue el primer evangelista norteamericano premilenarista importante; sin embargo, no parecía estar comprometido con detalles dispensacionalistas como el pretribulacionismo (Stanley N. Gundry, “Questions About Moody’s Theology”, Christian History [1990]: 19), no al menos en público. 16. Kyle, The Last Days, 187, 99.
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regreso de Israel a su territorio (aceptado por muchos maestros de distintas persuasiones proféticas a lo largo de la historia) tenga algún significado en el plan de Dios, aunque podamos debatir cuáles son los textos que aluden a este acontecimiento? El reconocimiento de anticristos y otras señales que nos hacen anhelar más fervientemente la venida de Cristo es algo natural cuando reconocemos que cada generación podría ser la última. (Bien pensado, si Jesús dijo que nadie conoce la hora de su regreso, esto incluye al diablo que debe tener, por tanto, anticristos esperando en cada generación). Sin embargo, hemos de tener la humildad de decir “podría ser la última generación” en lugar de ir más allá y cambiar el “podría ser” prematuramente por “es”. Aunque es probable que Juan no esperara una dilación del regreso del Señor de tantas generaciones como separan la suya de la nuestra, puede que haya una cierta sintonía entre el apóstol y quienes desean aplicar de nuevo las imágenes de Apocalipsis a su propia generación, igual que tuvo sentido en su tiempo.17 Cualquier generación es potencialmente la última, y es posible que Juan conociera a comentaristas pesher entre sus contemporáneos que aplicaban las profecías bíblicas al tiempo en que vivían.18 El peligro de este planteamiento es que muchos asumimos, como los intérpretes pesher de Qumrán, que hemos de ser la última generación —basándonos, por lo general, en una interpretación errónea de Marcos 13:28— y que estas profecías se aplican literal y únicamente a nuestra generación.19 Hasta ahora, esta suposición ha demostrado ser errónea para cada generación que la ha reivindicado, aunque es probable que se cumpla en alguna de ellas, ¡simplemente porque el Señor volverá algún día! Si desea más información acerca de este libro y cómo adquirirlo, pulse aquí 17. Sobre el simbolismo de Juan como “tenso, evocador y polivalente”, ver especialmente Boring, Revelation, 55; las gráficas imágenes verbales del libro están concebidas para suscitar reflexión, no armonización (ibíd., 57; cf. Michaels, Interpreting Revelation, 16-17; hay un ejemplo de deliberada polivalencia en 17:9-10; Michaels, ibíd., 106). 18. Sobre los intérpretes pesher, ver, p. ej., Devorah Dimant, “Pesharim, Qumran”, ABD, 5:244- 51; J. G. Harris, “Early Trends in Biblical Commentaries as Reflected in Some Qumran Texts”, EvQ 36 (1964): 100-105. 19. En Marcos 13:30 y pasajes paralelos la palabra “generación” significa lo que casi siempre en los Evangelios: la generación de Jesús, cuando se produjo la destrucción del templo (aunque el regreso de Jesús no tenía que producirse necesariamente en este periodo; ver, p. ej., Craig Keener, Matthew [Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1997], 343, 348-49, 353. Quienes deseen considerar la idea de que también el regreso de Cristo es simbólico y ya se produjo, ver, p. ej., Sproul, Last Days, 51-68).
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