Elogios para Corazón de hielo «Una perversa y astuta asesina en serie y tres profesionales atrapadas en su mundo. ¡En novelas de crímenes no hay nada igual!» —Bill O’Reilly, presentador de TV y radio de la FOX
«Tercer libro de la increíble serie del Club de la Triple Amenaza. Un frenético thriller lleno de avatares y sorpresas que le mantendrán en vilo hasta el final. Lo que hace que estos libros me llamen tanto la atención es que me puedo identificar fácilmente con Allison, Nic y Cassidy. Realmente me afecta lo que les ocurre, y los retos que enfrentan esta vez son realistas y desgarradores. ¡Lo recomiendo encarecidamente!»
—Deborah Sinclaire, Editora Jefe del Club Book-of-the-Month y la Biblioteca Stephen King
«Bella, triunfadora y carismática por fuera, pero una retorcida asesina por dentro. Brillante y loca a la vez, se acerca corriendo al lector con un cuchillo en la mano y una sonrisa en la cara. Es la villana más escalofriante... porque podría ser su vecina». —Dr. Dale Archer, Psiquiatra Clínico
Elogios para La mano del destino «Como guionista y productora de series de investigación criminal, espero novelas que presenten relatos palpitantes con giros argumentales de peso. La mano del destino te garantiza diversión». —Pam Veasey, escritora y productora ejecutiva de CSI: NY
«Con La mano del destino, la escritora Lis Wiehl ha compuesto un thriller que resulta inconfundiblemente auténtico e irresistiblemente fascinante. Es llano y sofisticado a la vez, y refleja de manera intachable la propia experiencia de la ex fiscal en las leyes, la vida y el mundo de la radio». —Earl Merkel, autor de Virgins And Martyrs y Final Epidemic; copresentador del programa radiofónico Money & More
«¿Un locutor de un programa radiofónico de opinión con una larga lista de gente que lo quiere muerto? ¿Habrá estado Lis Wiehl leyendo mi correo electrónico? Ni los aficionados a ese tipo de programas ni los amantes del misterio van a poder dormir bien hasta que descubran cuál fue la mano que precipitó el fatal destino de Fate». —Alan Colmes, locutor de The Alan Colmes Show y colaborador de FOX News
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«Desde su cautivador inicio hasta su inesperado desenlace, La mano del destino tiene a los lectores en vilo hasta la última línea. ¡Lis Wiehl ha vuelto a conseguirlo!» —Megyn Kelly, presentadora de FOX News
«¿Quién mató a ese bocazas de Jim Fate? ¡Que empiece el juego! La mano del destino es un entretenido thriller, que te introduce en el mundo de los medios de comunicación y del sistema judicial: ¡Dos mundos terroríficos!» —Bill O’Reilly, presentador de FOX News
«¡Fantástica lectura! La novela de Lis Wiehl, La mano del destino, es —sin paliativos—, una verdadera obra maestra del suspense». —David Latko, presentador del programa de radio Money & More
«Una palabra: ¡ESTREMECERME! Era lo único que podía hacer por no ir corriendo al final y leer las últimas páginas». —Nancy Grace, presentadora de Headline News, exfiscal, autora del éxito de ventas en la lista del New York Times, The Eleventh Vic
«Un misterio con sobresaltos continuos, de una de mis personalidades favoritas de la radio y la televisión». —Steve Malzberg, presentador de The Steve Malzberg Show de WOR Radio New York y WOR Radio Network
«No te lleves este libro a la cama, o acabarás pasando sus páginas toda la noche sin poder dormir. Suspense… personajes… acción… Que Linda Farstein se ande con cuidado: ¡tenemos una nueva autora de novelas de investigación criminal escalando puestos en la lista de los más vendidos!» —John Gibson, presentador de The John Gibson Show, FOX News Radio
Elogios para El rostro de la traición «¡Una lectura apasionante!» —Bill O’Reilly, presentador de radio y televisión de FOX
«¡Únicamente una abogada, fiscal y periodista como Lis Wiehl podría haber tramado un misterio tan emocionante! Los increíbles personajes e incesantes giros de la trama te dejarán hipnotizado. Cuando abras este libro, asegúrate de tener un asiento cómodo, ¡porque no querrás soltarlo!» —E. D. Hill, presentador de FOX News
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«Los personajes, geniales; la trama, irresistible… una combinación ganadora». —Earl Merkel, copresentador de Money & More
«Lis Wiehl ha estado ahí, ha trabajado en ello y lo ha contado. Una fascinante y reveladora mirada a nuestro sistema de justicia penal y a la prensa que cubre sus casos». —Dr. Michael Baden, actual jefe de anatomía forense de la Policía de Nueva York, antiguo médico forense jefe de la ciudad de Nueva York; presentador del programa de HBO Autopsy
«Wiehl expone en este thriller de asesinatos la cara maligna del poder. ¡Un angustioso relato sacado de los titulares!» —Catherine Crier, exjueza, periodista y escritora de éxito
«¡Como subirse a una montaña rusa! Está llena de giros que te pillarán desprevenida». —Rita Cosby, famoso personaje de televisión, ganadora de varios Emmy
«Una fascinante lectura… el relato te agarra desde el principio y presenta una mirada abrumadora de lo que sucede cuando el crimen y los medios se encuentran de frente». —Nancy Grace, presentadora de CNN y exfiscal
«Da la sensación de ser más actual que los propios titulares de hoy. Una de las mejores novelas de suspense del año». —Sean Hannity, presentador de FOX
«¡Tres mujeres inteligentes resuelven los casos más importantes! Me cuadra perfectamente. ¡Este libro me ha dejado boquiabierta!» —Jeanine Pirro, exfiscal de distrito; presenta Judge Jeanine Pirro, un reality show de juicios por televisión que se emite a diario en la red CW
«¡Lis Wiehl ha vuelto a conseguirlo! Soy una entusiasta de sus libros de no ficción, ¡y ahora la polifacética Wiehl nos presenta este suculento relato de misterio político! Una excelente mezcla de todo lo que esta despabilada comentarista puede ofrecer… incluidas la política, la ley, la amistad y ahora ¡incluso la maternidad! En mi libro, Lis es una cuádruple amenaza». —Hannah Storm, ESPN; expresentadora de CBS
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Otras novelas de Lis Wiehl, con April Henry El rostro de la traici贸n La mano del destino
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LIS WIEHL CON
APRIL HENRY
EL CORAZÓN DE
HIELO UNA NOVELA DE LA TRIPLE AMENAZA
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© 2011 por Grupo Nelson® Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com Título en inglés: Heart of Ice © 2010 por Lis Wiehl y April Henry Publicado por Thomas Nelson, Inc. Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial. Nota del editor: Esta novela es una obra de ficción. Los eventos en la novela son inspirados por eventos reales, pero todos los personajes son ficticios. Editora General: Graciela Lelli Traducción: Juan Carlos Martín Cobano Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc. ISBN: 978-1-60255-568-6 Impreso en Estados Unidos de América 11 12 13 14 15 BTY 9 8 7 6 5 4 3 2 1
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Para los maravillosos seguidores de Allison, Nicole y Cassidy, especialmente Miss Margaret Ralston de Filadelfia, Pensilvania, que dijo que los libros de la «La triple amenaza» le ayudaron a pasar la dolorosa convalecencia de una muñeca rota. Y para Dani y Jacob.
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«El aire en torno a él era denso y me miró a los ojos de una manera tan intensa y directa como nadie lo había hecho antes». —ROBERT HARE S I N C O N C I E N C I A : E L I N Q U I E TA N T E M U N D O D E L O S P S I C Ó PATA S Q U E N O S R O D E A N
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CAPÍTULO 1
Suroeste de Portland
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l combustible sonaba dentro de la roja lata de metal, salpicando al ritmo de los pasos de Joey Decicco. Tan pronto como apareció la casa ante sus ojos, al final del largo y asfaltado camino de entrada, se detuvo y estudió la situación. Era grande. Tenía muchas ventanas. Constaba de dos plantas. Era de madera. En el porche, dos sillas modelo Adirondack y una bicicleta azul con ruedas auxiliares de aprendizaje. Ni una luz encendida, ni un coche aparcado delante de la casa. No había nadie en casa. Era tal y como había dicho Sissy, o Elizabeth, como ella misma solía llamarse ahora. Y es que Joey no quería matar a nadie. Ya había causado bastante muerte. El sol se estaba poniendo pero, a pesar de que la luz se iba atenuando, era suficiente para lo que tenía que hacer. Joey se dirigió a una esquina, inclinó la lata y comenzó a trazar una línea alrededor de la casa como si dibujara un lazo invisible. Cuando hubo acabado, la oscuridad era casi completa. Se apuró regando la mezcla de gasolina y gasóleo de la lata en el camino mientras se alejaba de la casa. Del bolsillo de sus bragas sacó un encendedor Zippo plateado y levantó la tapa con el pulgar. Una vez más, el fino sonido metálico le puso la carne de gallina; le ocurría desde los once años. Había llegado el momento del espectáculo.
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LIS WIEHL con APRIL HENRY
El fuego hacía que Joey se sintiera poderoso. Con él conseguía que la gente corriente y aburrida se despertara aterrorizada. Provocaba que las alarmas sonaran. Hacía que los camiones de bomberos bajaran por la calle a toda velocidad con sus sirenas aullando. Y siempre, detrás de todos ellos, las cámaras de televisión y los reporteros. Todos ellos ávidos por contemplar su obra. Sin fuego, Joey no era nada. La gente procuraba no mirarle. Evitaban fijar la vista en la piel parcheada de su rostro y en su mano izquierda marcada por una gran cicatriz. Pero el fuego sí atraía la mirada de todos, así como un imán atrae las limaduras de hierro. Les resultaba imposible no mirar el fuego. Encendió el mechero y se inclinó, protegiendo la temblorosa llama azul con su mano libre. Una línea de fuego corrió por delante de él, adentrándose en la oscuridad. Esa era la parte favorita de Joey. El principio. Había sorprendido a la noche. Lo que debía estar sumido en la oscuridad se veía repentinamente lleno de luz y de calor. Las llamas rodearon la casa como el lazo de un vaquero y luego empezaron a trepar por los laterales. Joey tenía las manos apretadas, la mirada fija como si siguiera a aquel fuego que se iba extendiendo. Pero, como un niño resuelto a descubrir el juego de manos de un mago, incluso a Joey le sorprendía algunas veces el siguiente movimiento del fuego. Las llamaradas rebasaron el porche abierto y alcanzaron la planta superior. Una ventana se hizo añicos. Con otro zumbido, el fuego envolvió las cortinas. Durante un segundo Joey pensó que había visto un rápido movimiento oscilante, pero se dijo a sí mismo que no era más que un efecto óptico causado por el movimiento de la luz. No había nadie en la casa. Sissy lo había prometido. El calor estiró su piel. Se quedó en pie al final del camino de entrada, preparado para perderse en los bosques tan pronto como oyera las sirenas. Pero, al no haber vecinos cercanos, estas tardaban en llegar.
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CORA ZÓN DE HIELO
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Entonces llegó el momento en el que Joey supo que el fuego vencería. El sonido había variado como cuando un motor cambia a una marcha superior. Las llamas debían haber encontrado una nueva fuente más concentrada de carburante. Latas de pintura en el sótano, una tubería de gas natural… cualquier cosa. Olfateó, pero no pudo oler nada excepto el dulce aroma de la madera al quemarse. Pero, aun así, el crepitar y el silbido se convirtieron en un rugido que fue creciendo y retumbando hasta convertirse en una barrera de ruido. Por fin oyó las sirenas a lo lejos. Se adentró más en la zona de los árboles. Tan pronto como viera el primer camión cisterna, se escurriría y se marcharía de regreso a su cadillac El Camino. Como el hombre que se separa de su amada antes de un largo viaje, Joey deleitó su vista con la belleza del fuego, los colores ondulantes, las llamas parpadeantes que lamían el cielo y la gran columna de humo que solo era visible porque tapaba las primeras estrellas de la noche. Al día siguiente, por la mañana, la casa no sería más que madera calcinada y charcos, ceniza gris que seguiría flotando en el aire. Y el fuego habría muerto. Pero en aquellos momentos estaba vivo. También lo estaba Joey. «Ella se lo merece, créeme», le había dicho Elizabeth con los dientes apretados, mientras le daba un mapa dibujado a mano y quinientos pesos. Joey estaba desesperado por conseguir dinero. No resultaba fácil conseguir trabajo cuando uno tenía su aspecto. No cuando la consulta de sus antecedentes —incluso algo tan sencillo como escribir su nombre en el buscador de Google— revelaba la verdad de su identidad. Lo que había hecho. Por eso necesitaba el dinero. Pero, dentro de sí mismo, mientras sentía el salvaje latido de su corazón dentro del pecho al contemplar las hambrientas llamas, Joey sabía que lo habría hecho de todos modos aunque no le hubieran pagado por ello.
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