En 2004, Kevin Malarkey y su hijo de seis años, Alex, sufrieron un horrible accidente automovilístico. El impacto del choque paralizó a Alex —y, humanamente, no había posibilidades de que sobreviviera. “Pienso que Alex está con Jesús,” le dijo un amigo al afligido padre. Nunca se dijeron palabras más ciertas. Cuando Alex despertó del coma siete semanas después, no sólo se había curado —sin intervención médica— el más serio de los daños a su columna vertebral, sino que tenía una historia increíble para contar: sobre eventos en la escena del accidente y en el hospital, mientras estaba inconsciente.