En El poder de la generosidad, el Rvdo. Omar Cabrera ofrece consejos y dirección para alcanzar, aquí y ahora, la prosperidad económica. Además, nos muestra lo que debemos hacer, a fin de que se abran las ventanas de los cielos y sobre nosotros se derramen bendiciones hasta que sobreabunden. A través de sus enseñanzas, llegamos al verdadero propósito del porqué el Padre celestial nos desea prosperar en todo lo que hacemos.
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Omar Cabrera, Jr.
El Rvdo. Omar Cabrera Jr., junto con su esposa Alejandra, son los pastores principales de la «Iglesia Visión de Futuro» que alcanza a más de doscientas ciudades argentinas mediante la implementación de la visión celular. Asimismo, son maestros de la Palabra y autores de Y por casa, ¿cómo andamos? Conducen los programas de radio y televisión «Visión de Futuro» y son conferenciantes a escala internacional. Llevan casados más de veinte años y tienen cuatro hijas.
El poder de la generosidad
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
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uando hablamos de la generosidad, debemos ser conscientes de que se trata de esa inclinación o propensión del ánimo para anteponer el decoro a la utilidad y al interés. Es decir, si somos generosos, nos comportamos con liberalidad. Tal vez esta sea una cualidad que heredamos de nuestros mayores, pero no está reñida con nuestros deseos de ser diferentes. Ante esto, tengamos presentes que la genuina generosidad recibe sus dividendos y eso es, precisamente, de lo que trata este libro.
El camino bíblico hacia la abundancia de Dios
Juan 10:10 www.editorialunilit.com ISBN 0-7899-2027-1
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AMIGOS DE LA NATURALEZA GOING GREEN
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Publicado por Editorial Unilit Miami, FL 33172 Primera edición 2012 © 2008, 2012 por Omar Cabrera, Jr. Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obra se puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento de información, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio (electrónico, mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permiso previo de los editores, excepto en el caso de breves citas contenidas en artículos importantes o reseñas. Edición: Dr. Andrés Panasiuk y Nancy Pineda Diseño de la cubierta e interior: Ximena Urra Ilustraciones y fotografías de la cubierta e interior: © 2012 illustrart, wong you liang, Lukiyanova Natalia/frenta. Usadas con permiso de Shutterstock.com. A menos que se indique lo contrario, el texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia. Las citas bíblicas señaladas con nvi se tomaron de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Las citas bíblicas señaladas con rv-95 se tomaron de la Santa Biblia, Reina-Valera 1995. © 1998 por las Sociedades Bíblicas Unidas. El texto bíblico señalado con rvc ha sido tomado de la Reina Valera Contemporánea ™ © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2011. Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602). Otras revisiones: 1862, 1909, 1960 y 1995. Utilizada con permiso. El texto bíblico indicado con «ntv» ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation 2008, 2009, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados. Las citas bíblicas señaladas con lbla se tomaron de la Santa Biblia, La Biblia de Las Américas. © 1986 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. Producto 495797 ISBN 0-7899-2027-1 ISBN 978-0-7899-2027-0 Impreso en Colombia Printed in Colombia Categoría: Vida cristiana /Vida práctica /General Category: Christian Living /Practical Life /General
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Dedicatoria
A mis padres, Omar y Marfa, por sus ense単anzas. A mi esposa, Alejandra, por su apoyo. A mis hijas, por seguirme en el Camino.
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Contenido Prólogo...............................................................................7 Introducción.......................................................................9 1. Dos señores......................................................11 2. Estemos a cuenta..............................................25 3. Si obedecemos las leyes de la tierra.................47 4. El verdadero ayuno...........................................63 5. ¿Cuánto dinero es demasiado?........................85 6. Cuatro maneras de dar...................................105 7. Ofrenda memorial..........................................115 8. Libertad económica........................................131 9. Sacrificio con propósito..................................149 10. Venzamos a los gigantes...............................157 11. Jacob y los diezmos......................................169 12. Restitución y propósito.................................189 Acerca del Autor.............................................................201
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Prólogo
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osechar es mejor que sembrar... y dar es mejor que recibir. Robert Gilmour LeTourneau siempre decía que uno no le puede ganar a Dios en la carrera de la generosidad: su pala para dar siempre es mayor que la nuestra; y cuanto más le damos al Señor, ¡más nos da para poder dar más! Lo bueno de sembrar como es debido en el Reino de Dios no es el acto de poner la semilla en buena tierra, sino el gozo de ver el impacto que tiene nuestra generosidad para nuestras vidas, para con el Reino de Dios y para con los demás. Esa es nuestra cosecha. El reverendo Omar Cabrera, Jr., con valentía y sinceridad analiza un tema difícil de abordar en nuestras iglesias del siglo XXI. Sin embargo, cada vez somos más los que creemos que este es el siglo de la iglesia latinoamericana. Este es nuestro siglo y Dios quiere que seamos de bendición para nuestras iglesias, nuestras ciudades, nuestros países y las naciones del mundo. Por otro lado, creo que si Dios nos va a usar a los latinos para transformar a las naciones, debemos tener muchos hombres y mujeres como LeTorneau, que no solo construyeron empresas gigantescas, sino que también dieron de manera gigantesca, y con generosidad, a nuestro Padre celestial y a su obra. Prepárese para una transformación de pensamiento. Le advierto: Lo que usted está a punto de leer puede reformar de forma radical la manera en la que entiende la generosidad.
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El poder de la generosidad
El reverendo Cabrera, de una forma bíblica y equilibrada, nos enseñará los principios, los valores y los beneficios de una vida generosa en verdad hacia Dios y los demás. Busque un lugar tranquilo. Consiga papel y lápiz para tomar notas. Prepárese para cosechar. Dr. Andrés G. Panasiuk Fundador «El Instituto para la Cultura Financiera» www.CulturaFinanciera.org
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Introducción
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ace algunas semanas le decía a mi esposa Alejandra: «Deberías orar más por la gente con alergias y asma, pues el Señor te sanó de esa enfermedad cuando tenías doce años». Sufría una alergia tan aguda que comía determinadas cosas y se hinchaba. Entiendo que si Dios la sanó, posee en ese aspecto una revelación mucho mayor que yo, que no recibí sanidad de ese trastorno debido a que no lo padecí nunca. A menudo, ministro y oro por personas que tienen problemas en los tendones, molestias en los músculos o en los nervios, pues a los cinco años de edad me atacó una fiebre muy intensa que me deformó todo el cuerpo. Tal es así que creían que tenía poliomielitis aguda, o parálisis infantil, y el Señor me sanó. Por lo tanto, tengo cierta autoridad basada en lo vivido, a fin de orar por quienes sufren de atrofia muscular, aunque sabemos que Dios no tiene límites, tal y como lo dijo Santiago: Y la oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará. Santiago 5:15
Anhelo que cuando concluya la lectura de este libro, usted haya obtenido una nueva revelación y autoridad respecto a lo que Dios quiere hacer en sus finanzas y que, por medio de su vida, también bendiga a su círculo de influencia.
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Mi deseo es que Dios se le revele en el plano económico como tal vez hasta ahora no haya sucedido. Si la economía es un campo en el que tiene luchas, pruebas y adversidades, mi oración es que pueda ver al Señor en una nueva dimensión. Cuando el Señor le sane de manera económica, usted también se habrá sanado para sanar. No solo considere ser agradecido por la obra de Dios en su vida, sino el entender que esa obra puede usarse para ayudar a otros y traer gloria a nuestro Señor y Salvador.
Rvdo. Omar Cabrera, Jr.
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Capítulo 1 Dos señores
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uando Dios llamó a mi padre, el Rvdo. Omar Cabrera, a fundar la Iglesia Visión de Futuro, él se encontraba en los Estados Unidos. Ante el evidente llamado, respondió: «Señor, iré a la Argentina, pero a cambio te pido algunas cosas: Dame una nueva unción, pues quiero alcanzar a las multitudes. También te pido que me des por herencia la gente y el poder para hacer las riquezas e invertirlas en tu Reino». Esto ha sido una de las características de este ministerio. Siempre tuvimos lo necesario para cumplir con la misión que Dios nos ha encomendado. Muchos de los que nos conocen expresan que la mano de Dios está sobre nosotros. Aun pastores de otras iglesias reconocen que Visión de Futuro es buena tierra, sembrando en este ministerio. En una ocasión, un pastor me contó que había hecho pacto con el Señor sembrando económicamente en nuestra iglesia. Al mismo tiempo, le había pedido un automóvil y Él se lo concedió. Al ver la respuesta, sembró de nuevo para obtener un
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terreno. Hoy está edificando el templo sobre la bendición que recibió. Mi padre decía en tono de broma: «¡Yo no amo al dinero, sino que el dinero me ama a mí!». ¡Cuánto lamento que haya hijos de Dios que con sus palabras y actitudes demuestran no tener la total revelación de lo que Dios desea para cada uno! Aquel que nos dio su Hijo, nos quiere dar todas las cosas junto con Él (véase Romanos 8:32). Creo que podemos entrar en una nueva dimensión de lo que quiere darnos Dios. Al principio de 2008, declaramos que ese sería el año de la conquista en todos los ámbitos. Creímos que, en todo aquello que no nos veíamos como vencedores, Dios nos daría la victoria. Estimo que el campo que frena a los cristianos, más que ningún otro, es el de las finanzas, pues no les da libertad para servir al Señor como desean: con todas las fuerzas, con todo el corazón, con toda la mente.
La vida gira en torno al dinero Pensemos en el plano natural. A las criaturas no se les puede confiar ciertas cosas. Por ejemplo: ¿Le daría un billete de cien pesos a un pequeño de tres años? ¿Qué hace con él? Lo estruja, lo rompe y lo deja por ahí, o se lo lleva a la boca. Un niño de cinco años tal vez haga un avioncito y lo tire desde el balcón de un décimo piso. Uno de siete, quizá convierta ese billete en grandes bolsas de golosinas. El de doce años lo gastará en juegos electrónicos o salidas con sus amigos, sin lugar a dudas. ¿Qué haría una jovencita de quince? Lo invertiría en ropa, cosméticos, CD... ¿Y un jovencito de dieciocho? Tal vez algo parecido. ¿Y qué haría una madre embarazada si alguien le regalara cien pesos? Así podemos ver cómo cambian las compras y el uso que le damos al dinero, según sea nuestro grado de madurez, de crecimiento, de posibilidades o de necesidades que tengamos. Para todo necesitamos dinero: Para nacer, crecer, estudiar, viajar, vacacionar, casarse y hasta al morir necesitamos dinero. El dinero 12
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Dos señores
está en medio nuestro y es parte de nuestra vida; nos priva o nos permite determinadas cosas, según la cantidad que poseamos. Creo que el Señor no quiere que cada vez que tengamos un proyecto, cada vez que acariciemos un deseo, cada vez que Él ponga un sueño en nuestro corazón, le pidamos permiso al dinero para hacer la voluntad de Dios. Si Dios deposita un sueño en su corazón, declare a partir de hoy: «Señor, si pusiste este sueño en mi corazón, sé que vas a darme la provisión para que se cumpla. Seré fiel en lo poco, y tú me darás lo verdadero, lo que tienes preparado para mí». En el Evangelio de Lucas, Jesús dijo: Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13
Además, en los versículos 10 y 11 del mismo capítulo, declara: El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
Me pregunto: ¿No será que hay bendiciones que el Señor nos tiene preparadas, pero como no hemos sido fieles en lo poco no podemos entrar en lo mucho que nos reservó Dios? Algo que debemos considerar para ser fieles en lo poco es reconocer que todo lo que tenemos es del Señor. Él nos proveyó el trabajo, la casa donde vivimos, el auto que conducimos, la ropa que usamos, los electrodomésticos que tenemos, el equipamiento del hogar, las herramientas para el trabajo. Somos simples administradores de todo lo que nos ha proporcionado el Señor. 13
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Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan. Salmo 24:1, nvi
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Colosenses 1:16
Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel. 1 Corintios 4:1-2, rv-95
En cierta oportunidad, dejó de funcionar el teclado de la computadora de mi casa, y me pregunté cuánto costaría el arreglo, ya que este era inalámbrico. Oré a Dios diciendo: «Señor, este teclado es tuyo, yo lo consagré para ocuparme de tus negocios. No permitas que se estropee, porque no quiero que el diablo me robe». A los quince minutos, el teclado comenzó a funcionar a la perfección. ¿Sabe por qué? Porque en mi corazón me propuse lo siguiente: «No voy a perder lo que me entregó Dios». Lo invito a que cuando se le rompa algo, haga lo mismo y diga: «Señor, me lo diste y lo cuidé; que el diablo no me robe la bendición a través de este incidente». Tal vez la pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿A quién estoy sirviendo? ¿Estoy sirviendo a Dios o a las riquezas? Algunos viven consumidos por la preocupación de obtener más dinero. Si crecemos y maduramos como cristianos, no habrá en nuestro corazón avaricia, ni especulación: «A ver, ¿cuánto es que Dios me va a dar cuando le dé esta ofrenda?», sino que nuestra 14
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actitud será: «Señor, te quiero adorar con mis recursos, te quiero honrar (como dice Proverbios 3:9)1, con mis bienes. Y aunque sé que habrá abundancia en mis graneros, lo primordial es poder honrarte con lo que tú me das. No quiero servir al mundo ni al dinero». ¿Está sirviendo al dinero? ¿Quién es el amo y quién el esclavo en su vida? Cuando vivimos pendientes de las riquezas, el dinero es el amo y nosotros los esclavos. El dinero es un buen siervo, pero es un mal amo. Si me rige el dinero, ¿qué haré y qué dejaré de hacer para conseguirlo? Estudiando este tema, leí un versículo en el libro de Deuteronomio que me atrapó y dice: No lleves a la casa del Señor tu Dios la paga de una ramera, ni el precio de un perro, para cumplir con un voto. Tanto lo uno como lo otro son cosas que le repugnan al Señor tu Dios. Deuteronomio 23:18, rvc
Dios no acepta lo que carece de santidad. No podemos presentarnos delante de Él para cumplir una promesa con dinero obtenido de forma que le desagrade (amplío este tema en el capítulo 2). Tire algún billete en un lugar público y verá cómo la gente se lanza tratando de recogerlo. ¿Por qué? Porque es prisionera del dinero. Mi deseo es que en vez de ser esclavos del dinero seamos siervos del Señor, y usemos el dinero que Él nos dé, como administradores, para bendecir a los demás.
Aferrado a sus convicciones Cuando las riquezas llegan a nuestra vida, no deberían afectar nuestras convicciones. Alguien que estaba en un negocio donde se ganaba mucho dinero, decía: «El dinero es solo la señal, o la lupa, que me muestra cómo es en verdad el corazón de cada uno». ¿Se refería a que hasta una persona pobre que parezca noble y respetuosa se aprovecha de los demás cuando empieza a 15
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labrarse un buen porvenir y a tener un patrimonio? El dinero fue el detonante de lo que siempre estuvo guardado en su corazón. Sin embargo, como no tenía capital, carecía de esa libertad de expresión. En cambio, cuando lo obtuvo, se mostró tal cual era. Las riquezas no deberían cambiar nuestras convicciones. Si somos personas justas, rectas y honestas, ninguna cifra debería cambiarnos. Es importante lo que somos; pero nuestra esencia nunca debe cambiar. Por eso es que las riquezas no deben cambiar nuestras convicciones, ni deben alterar nuestras creencias. El apóstol Pablo diría: Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:12-13
Pablo hablaba justamente de que había días en los que tenía mucho, y otros en los que no tenía nada. Aun así, cualquiera que fuera su situación momentánea, seguía adorando, alabando y exaltando el Nombre del Señor. Sus convicciones no cambiaban. Así que haga suya la oración de Proverbios 30:7-9 (rv-95): Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios.
Cuando Dios lo cubra de bendiciones y lo enriquezca, continúe tan consagrado y fiel como lo es en este momento. A decir verdad, mi oración es que sea ferviente y más dedicado a Dios; y que teniendo las riquezas pueda decir: «Ya que no tengo que 16
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trabajar tanto como antes, puedo dedicarme a servir al Señor de todo corazón, en todo lo que haga falta, todo el tiempo». Porque ese debe ser nuestro anhelo más profundo: servirlo a Él, quien todo lo dio por cada uno de nosotros. ¿Qué hacen los incrédulos por obtener riquezas? Algunos sacrifican el honor. Otros, por un cheque o un billete mienten, sobornan, venden sus creencias, ceden su buena reputación, niegan su testimonio. Parece que el mundo usa el dinero para torcer el brazo: «Si haces esto, yo te ofrezco y te doy esto... vas a tener y vas a recibir... ¡Mira todo lo que esto te ofrece! Y, bueno, vas a tener que hacer esto y lo otro, pero piensa en cuánto vas a recibir». Así es cómo terminan casi todos: Vendiendo su alma o su reputación, sus convicciones, por dinero. Algunos caen tan bajo que terminan en las drogas o en la prostitución. Porque el único que puede dar bendición, sin añadir aflicción con ella, es el Señor. ¡Y esa es la bendición que quiero yo! Ahora, pregúntese: ¿Se puede confiar en mí? ¿Soy confiable con lo verdadero? ¿Puede Dios confiarme las verdaderas riquezas, la verdadera bendición, ese trabajo que tanto he buscado, el auto tan anhelado? Podría contarle muchas historias oídas en años de pastorear la iglesia del Señor, como la de aquel hombre que me decía: «Pastor, quiero tener un vehículo para ir a la iglesia y también para llevar a los siervos de Dios a diferentes localidades». Así que oramos por eso, y el Señor se lo dio, ¡pero una sola vez llevó a un predicador! Y después, como el auto era para ir a la iglesia y el templo estaba al lado de un parque, se estacionaba allí y escuchaba el sermón parado y jactándose al lado del auto, mientras la gente entraba a la casa del Señor. A veces lo lavaba en ese lugar mientras escuchaba la Palabra. Después, ni se estacionaba en el parque. Un miércoles se apareció diciendo: «Pastor, necesito hablar con usted. Me van a echar del trabajo porque me acusan de robo». Entonces le dije: «Vienes a la iglesia cuando “estás en necesidad” o cuando algo no sale bien. ¿Qué sucedió 17
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con eso de que Dios te dé el auto, un buen provenir, un buen trabajo, porque se lo querías consagrar a Él para servirle?». Si Dios me bendice... Muchos hacen este trato con Dios: «Si me bendices, yo te prometo que...». Al conseguirlo, no regresan a la iglesia. Cuando esa fuente que Dios le proveyó está en riesgo, vuelven corriendo. También está aquel que ofreció donar una vaquillona y dijo: «Matamos y descuartizamos el animal, hacemos una cena para recaudar dinero y le doy el diezmo a la iglesia». Entonces comprendí que este hombre quería que la gente de la iglesia comprara una tarjeta para que participara de la cena. De esa manera, no tenía que pasar por los controles del frigorífico. Luego, de lo que se recaudaba, se quedaba con el noventa por ciento y a la iglesia solo le daba el diez por ciento. No acepté su propuesta y, por supuesto, nunca más volvió. Hay quienes dicen: «¡Señor, si me bendices, te prometo tal cosa!». Dios los bendice, ¿y qué pasó con lo que le prometieron? No lo cumplen. Con esa actitud, ¿puede Dios confiarles la verdadera bendición? Al actuar así, ¿podrá el Señor hallar en nosotros fidelidad y decirnos: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré» (Mateo 25:21)? ¿Podrá confiarnos las riquezas? O estas, en vez de invertirlas en el reino de Dios, ¿terminarán pervirtiéndonos y manifestando lo que de verdad hay dentro de nuestro corazón? ¡No podemos servir a dos señores!
El dinero es un buen siervo, pero un mal amo ¿A quién sirvo? ¿Quién es mi amo? ¿En qué, en quién o dónde deposito mi amor? Hay dos opciones, y son muy claras. En primer lugar, si mi amor está puesto en el dinero, ya sé quién es mi amo y quién me gobierna: Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21 18
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En segundo lugar, vemos que la raíz de todos los males está en el amor al dinero, tal y como lo dice el apóstol Pablo en su carta a Timoteo: Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6:6-10
La expresión «amor al dinero» en el original griego es filarguria y se traduce «avaricia»; por eso el pasaje bíblico añade al final: «El cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (v. 10). Mi padre contaba una anécdota acerca del dueño de un camión en la ciudad de Concordia (ciudad de Argentina, provincia de Entre Ríos), durante el año de 1967. Cuando este hombre llegaba a la iglesia, todos se daban cuenta por el sonido del freno de aire de su vehículo. Dios hizo el milagro de sanar su oído, y no fue necesaria la operación que tenía prevista. Además, lo había prosperado tanto que tenía una flota de camiones. Cierto día, por haber llegado tarde a la iglesia, se quedó parado en el fondo del templo. Entonces, en el momento en que se recogía la ofrenda, escuchó a alguien decir: «Este es un “estafador” ». Esas palabras y esa idea se le anidaron en el corazón. Esa noche, no dio su ofrenda. Es más, a partir de ese momento su actitud cambió a tal punto, que ni siquiera daba el diezmo y se empezó a revelar en contra de Dios. 19
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Así que, a las pocas semanas, llamó a mi papá diciéndole: «Me van a tener que ayudar a salir de esta condición; no sé lo que me pasó». Mientras oraba, el Rvdo. Omar Cabrera pudo discernir que algo había sucedido en el espíritu de ese hombre. En efecto, así había ocurrido, pues de la misma forma en que podemos plantar semillas de esperanza en los corazones, también muchos siembran semillas de muerte y maldición. Se trata de esos que con sus palabras frenan el crecimiento, y este tipo de persona abunda en todos lados. Por fortuna, ese hombre se arrepintió de lo que había pensado en su corazón y de las cosas que dijo. El Señor lo sanó de nuevo y lo restauró, volviéndolo a la posición de prosperidad en la que estaba antes. Muchas veces murmuran por ahí: «Ah, ese dinero es todo para el pastor; ¿no vio el auto que conduce?». Sin embargo, tenemos que saber que las palabras afectan nuestra fe y perturban nuestra relación con el Señor. Ya no sentimos que la ofrenda que damos es parte de nuestra adoración a Él, sino que pensamos: «¿Para qué la usará el pastor?». Debemos entender que cuando traemos nuestras ofrendas a la iglesia, no son para el pastor. Nosotros no le pagamos el salario al pastor ni le compramos su auto. Eso se lo da el Señor. Dios sostendrá al pastor con nuestras ofrendas o sin ellas. Nosotros traemos los diezmos y las ofrendas al alfolí para declarar que nuestro compromiso absoluto es con el Dios verdadero y no con el dinero. Piense en las guerras. Una nación declara: «¡Quiero esa zona petrolera!». Y así viene la avaricia, la codicia, y empieza la violencia por ver quién puede tomar ese territorio. ¿Cuál es la raíz de la prostitución infantil? El dinero. ¿Y el origen la de la droga que corre por todo el mundo? El dinero: Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6:10 20
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El amor al Señor Acercándose a Jesús uno de los escribas le hizo una pregunta que recibió una gran respuesta: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:28-30
A quién ama usted, ¿al dinero o al Señor? Deposite su amor en Aquel que todo lo dio, tal y como nos lo muestra la carta de Pablo a los romanos: El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Romanos 8:32
Por lo tanto, tenemos que amar al Señor, no al dinero; y amarlo como dice la Escritura: Con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas. Jesús dijo que ese es el principal mandamiento. Luego, le dijo el segundo mandamiento: Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:31
Ante las palabras del Señor, la respuesta del escriba fue la siguiente: 21
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Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Marcos 12:32-34
Si amo al Señor con todo mi corazón, con toda mi mente, con todas mis fuerzas, con todo lo que soy, con todo lo que represento, con todo lo que tengo, no estoy amando al dinero ni sirviendo a ese otro señor. Palabra Rhema No amo ni soy esclavo del dinero, de las riquezas ni de las ganancias. Soy siervo de Aquel que me creó y a quien pertenezco en verdad.
Si amo al Señor con toda mi mente, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con todo mi entendimiento, con todo mi ser, le mostraré mi fidelidad, le demostraré que sí puede confiar en mí. Entonces, si viene la riqueza, si viene la provisión y la abundancia, usaré esas riquezas para el engrandecimiento de su Reino.
Rechacemos la avaricia Jesús vino para hacernos libres en todos los aspectos de la vida. Con tal fin, es necesario renunciar al espíritu de avaricia, pues cuando al dar los diezmos y las ofrendas dejamos que influya en nosotros, decimos: «Me están robando el dinero». Como 22
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Dos señores
resultado, esta confesión negativa atrae espíritus de maldad que frenan la bendición. ¿Renunció a la envidia? Si siente dolor por la prosperidad de otros, la bendición que está anhelando se bloquea y no puede llegar a su vida. Los fariseos conocían la Palabra, pero eran avaros. Así que al escuchar las declaraciones de Jesús, se burlaban de Él. Hay tres pecados que actúan en conjunto y obstaculizan que se reciba la bendición que tiene preparada Dios y que ya Cristo conquistó para nosotros en la cruz del Calvario. Esos tres pecados son la avaricia, la envidia y la burla. Si en su corazón hay avaricia, que es ese amor al dinero, puede naufragar en la fe. ¿Recuerda cuando Jesús hablaba de que el sembrador salió a sembrar y parte de la semilla cayó acá, allá y más allá? Al explicar la parábola, Jesús dijo que la semilla que cayó y creció con rapidez era la que estaba en los pedregales, pero que los afanes de este mundo y las riquezas impidieron que echara raíz. No quiero que nada le robe la semilla incorruptible de verdad que el Señor quiere plantar en su corazón. Así que no permita que sus motivaciones sean la avaricia, el afán, el deseo de ser mejor que el vecino, el anhelo de tener más que el que está allá, sino que aspire a agradarle solo a Dios. Ese también es mi propio deseo, porque amo al Señor con toda mi mente, con todas mis fuerzas y con todo mi conocimiento. Muchas veces pensamos: «¿Hago la voluntad de Dios o gano este dinero extra?». Otras veces nos preguntamos: «¿Asisto a la célula o me quedo y genero un par de pesitos más?». Esta es una lucha continua: «¿A qué Señor voy a servir, a Dios o a las riquezas?». El Señor lo llama a amarlo a Él con todas sus fuerzas, con todo su corazón, con toda su mente y con todo su entendimiento. Hoy es el día en el que usted puede responderle: «Señor, estoy enamorado de ti. Te busco, te anhelo, te necesito. Te amo más que a mi ser, más que a mis deseos, que a mis sueños, que a mi dinero. Te amo muchísimo más». 23
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El poder de la generosidad
Guía de oración
• Dígale al Señor cuánto le ama. • Confiésele en qué fue deshonesto, si sintió envidia de la prosperidad ajena o cambió sus prioridades y se ha dedicado siempre a hacer fortuna, en vez de buscar primero al Señor. • Renuncie a la avaricia, la envidia y la burla. • Exprésele a Dios su anhelo de que él le confíe lo verdadero, lo eterno. • Comprométase a serle fiel al Señor y a amarlo siempre.
Testimonio Cuando Carlos comenzó a asistir a la iglesia, tenía el vicio de apostar en las carreras de caballos y de ir al casino de juegos. Un día, su esposa le dijo: «Están orando para que te liberes de eso». A lo que le respondió: «Que oren todo lo que quieran, yo no voy a dejar de jugar». Durante una entrevista para el programa de televisión, dijo: «Es más, yo le pedía a Dios que me ayudara a ganar. Ganaba y creía que era Dios el que me ayudaba. Sin embargo, un día, cuando iba a juntar mi ganancia, escuché una voz que me dijo: “Esta no es la forma”. Y entendí que esa no era la manera en la que Dios me quería bendecir y nunca más jugué a nada. Hoy tengo su bendición. Esto hace ya más de veinticinco años». Carlos
Nota 1. «Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas. Tus graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino» (Proverbios 3:9-10, rvc).
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En El poder de la generosidad, el Rvdo. Omar Cabrera ofrece consejos y dirección para alcanzar, aquí y ahora, la prosperidad económica. Además, nos muestra lo que debemos hacer, a fin de que se abran las ventanas de los cielos y sobre nosotros se derramen bendiciones hasta que sobreabunden. A través de sus enseñanzas, llegamos al verdadero propósito del porqué el Padre celestial nos desea prosperar en todo lo que hacemos.
www.visiondefuturo.org
Omar Cabrera, Jr.
El Rvdo. Omar Cabrera Jr., junto con su esposa Alejandra, son los pastores principales de la «Iglesia Visión de Futuro» que alcanza a más de doscientas ciudades argentinas mediante la implementación de la visión celular. Asimismo, son maestros de la Palabra y autores de Y por casa, ¿cómo andamos? Conducen los programas de radio y televisión «Visión de Futuro» y son conferenciantes a escala internacional. Llevan casados más de veinte años y tienen cuatro hijas.
El poder de la generosidad
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
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uando hablamos de la generosidad, debemos ser conscientes de que se trata de esa inclinación o propensión del ánimo para anteponer el decoro a la utilidad y al interés. Es decir, si somos generosos, nos comportamos con liberalidad. Tal vez esta sea una cualidad que heredamos de nuestros mayores, pero no está reñida con nuestros deseos de ser diferentes. Ante esto, tengamos presentes que la genuina generosidad recibe sus dividendos y eso es, precisamente, de lo que trata este libro.
El camino bíblico hacia la abundancia de Dios
Juan 10:10 www.editorialunilit.com ISBN 0-7899-2027-1
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AMIGOS DE LA NATURALEZA GOING GREEN
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