«Este mensaje es muy oportuno para nuestra cultura y no creo que nadie lo comunique mejor que Mark Batterson. Es un excelente expositor de la Palabra de Dios, pero en Sé hombre nos muestra cómo vivirla. Al desafiar a los hombres a rechazar lo establecido, Mark los ayuda a reenfocarse, reubicarse y trabajar en la revitalización de sus hogares, sus iglesias y la cultura en general. Este libro te sacará de la rutina para que alcances el llamado que Dios te hizo. Me enorgullece mucho que Mark haya asumido este importante y necesario proyecto». —Carey Casey, National Center for Fathering
«No lograrás nada si no participas en el juego. No puedes ser el MVP (el jugador más valios) a menos que termines el juego. Todo eso comienza con una clara decisión: «Sé hombre». Este libro está lleno de relatos individuales, bíblicos e históricos que animan, desafían y enseñan cómo pasar de niño a hombre. Cómo pasar de ser entrenado a entrenar a otros o de ser hijo a padre o, como dije, de joven guerrero a héroe. Lee este libro y aprende lo que necesitas saber para ser el hombre que Dios quiere que seas. Esta es la buena noticia: Descubrirás que ya lo tienes. Así que ¡Vamos!» —Shaun Alexander, autor galardonado de Touchdown Alexander y The Walk, MVP 2005 de la NFL, y anfitrión del programa de radio y del podcast Finish the Game
«Si hay algo que he aprendido al leer la labor de Mark Batterson a lo largo de los años, es que tiene la extraordinaria capacidad de hacer que la palabra escrita se sienta como una conversación cara a cara. En Sé hombre, Mark me está hablando justo donde vivo en este preciso instante. Aun más importante, habla a todos los hombres frente a la asombrosa responsabilidad de formar a la próxima generación. Sus ideas, consejos y aliento son invaluables». —Ernie Johnson hijo, comentarista deportivo de TNT y autor de Unscripted
«En mi temporada sin jugar béisbol descanso, leo y repongo mi tanque de reserva. Un itinerario de ciento sesenta y dos juegos, además de un entrenamiento primaveral de dos meses, es agotador para cualquier hombre. Sin embargo, busco equipar mi corazón y mi mente con palabras alentadoras. No puedo imaginarme una mejor compañía en ese periodo que Mark Batterson. Mark es uno de mis escritores favoritos y Sé hombre es su jonronazo». —Steve Foster, entrenador de picheo del equipo Colorado Rockies
SÉ HOMBRE EL MODELO QUE DIOS DISEÑÓ
Mark Batterson www.EditorialNivelUno.com
Para vivir la Palabra
Publicado por:
Editorial Nivel Uno, Inc. 3838 Crestwood Circle Weston, Fl 33331 www.editorialniveluno.com
©2017 Derechos reservados ISBN: 978-1-941538-46-3 Desarrollo editorial: Grupo Nivel Uno, Inc. Diseño interior: Grupo Nivel Uno, Inc. Copyright ©2017 por Mark Batterson Originalmente publicado en inglés bajo el título: Play The Man by Baker Books a división of Baker Publishing Group Grand Rapids, Michigan, 49516, U.S.A. Todos los derechos reservados. Se necesita permiso escrito de los editores para la reproducción de porciones del libro, excepto para citas breves en artículos de análisis crítico. A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de: Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® ©1999 por Bíblica, Inc.© Usada con permiso. Printed in the United States of America Impreso en Estados Unidos de América 17 18 19 20 21 22 VP 9 8 7 6 5 4 3 2 1
CONTENIDO
Introducción 7 Primera parte Sé hombre: Las siete virtudes
1. Duro como los clavos 23 2. Caballero y erudito 41 3. Inquebrantable 65 4. El dragón de tres cabezas 83 5. Sockdolager 105 6. Nacido para la tormenta 127 7. El llamado del deber 145
Segunda parte Haz al hombre: El rito de paso
8. La tierra de nadie 167 9. El pacto del discipulado 179 10. El rito de paso 199 Epílogo 215 Notas 217
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INTRODUCCIÓN
Luchemos por nuestra gente. —2 Samuel 10:12, TLA 23 de febrero de 155 d.C.1 Esmirna, Grecia
Como una escena tomada de la película Gladiador, Policarpo fue arrastrado al Coliseo romano. Discípulo del propio apóstol Juan, el anciano obispo dirigió a la iglesia de Esmirna a través de la persecución profetizada por su padre espiritual. «No tengas miedo de lo que estás por sufrir», escribe Juan en Apocalipsis 2:10. «Sé fiel hasta la muerte». Juan había muerto medio siglo antes, pero su voz seguía resonando en los oídos de Policarpo mientras la muchedumbre del Coliseo gritaba: «¡Suelten al león!» Fue cuando Policarpo oyó una voz del cielo por encima de la multitud: «Fortaleza, Policarpo. Sé hombre». Días antes, los cazadores de recompensas romanos lo hallaron. En vez de huir, Policarpo les dio de comer. Quizás por eso le concedieron su última petición: una hora de oración. 7
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Dos horas más tarde, muchos de los que oyeron la forma en que oraba Policarpo se arrepintieron de sus pecados en el acto. Sin embargo, no cedieron a su misión. Como Jesús cuando entró en Jerusalén, Policarpo fue llevado a la ciudad de Esmirna sobre un asno. El procónsul romano le imploró a Policarpo que se retractara. «¡Jura por el genio de César!» Policarpo contuvo su lengua, se mantuvo firme. El procónsul insistió: «Jura, y te soltaré. ¡Maldice al Cristo!» «Ochenta y seis años le he servido —dijo Policarpo—, ¡y no me ha hecho mal! ¿Cómo entonces puedo blasfemar a mi Rey que me salvó?» La suerte fue echada. Policarpo fue llevado al centro del Coliseo, donde el procónsul anunció tres veces: «Policarpo se ha confesado cristiano». La muchedumbre sanguinaria gritaba pidiendo que lo echaran a las bestias para que muriera, pero el procónsul optó por el fuego. Cuando sus verdugos lo agarraron por sus muñecas para clavarlo en la hoguera, Policarpo los detuvo. «El que me da fuerzas para soportar el fuego me permitirá aguantar sin la ayuda de los clavos de ustedes». Al ser encendida la hoguera, Policarpo pronunció una última oración: «Te bendigo porque me has considerado digno de este día y de esta hora para ser contado entre tus mártires en la copa de Cristo».2 Pronto las llamas lo envolvieron, pero extrañamente no lo consumieron. Como Sadrac, Mesac y Abednego antes que él, Policarpo era a prueba de fuego. En vez del hedor a carne quemada, un olor a incienso flotó por el Coliseo.3 Usando una lanza, el verdugo apuñaló a Policarpo a través de las llamas. Policarpo se desangró, pero no antes de que el duodécimo mártir de Esmirna encarnara la exhortación de 8
I ntroducción
Juan: sé fiel hasta la muerte. Policarpo falleció sin temor y fielmente. Y la forma en que murió cambió para siempre el modo en que vivieron los testigos. Hizo lo que la voz del cielo había ordenado. Policarpo actuó como hombre.
Haz hombres de ellos En 1744, la casa de estudios College of William and Mary envió una carta a seis jefes nativos americanos, ofreciéndoles educación gratuita para doce de sus valientes jóvenes.4 Los jefes declinaron cortésmente la oferta con la siguiente respuesta: Varios de nuestros jóvenes fueron educados en las universidades de las provincias septentrionales; fueron instruidos en todas las ciencias de ustedes; pero, cuando regresaron, eran malos corredores, ignoraban todos los medios de vida en el bosque, eran incapaces de soportar el frío y el hambre, no sabían cómo construir una cabaña, cazar un ciervo ni matar a un enemigo y, además, hablaban nuestra lengua defectuosamente; por lo tanto, no eran aptos para ser cazadores, guerreros ni consejeros; eran totalmente buenos para nada. Los jefes, entonces, hicieron una oferta propia: Si los caballeros de Virginia nos envían una docena de sus hijos, cuidaremos de su educación; los instruiremos en todo lo que sabemos y haremos hombres de ellos.5 He tomado muchas clases en más temas de lo que recuerdo. He sido instruido en todo, desde historia antigua a astrofísica, 9
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desde meteorología a inmunología, desde psicología a neumatología. Pero nunca, ni una sola vez, he tomado una clase sobre hombría. Nunca me la ofrecieron, ¡ni siquiera como electiva! Me temo que hemos olvidado cómo hacer hombres. Me temo que hemos olvidado cómo actuar como hombres. Antes de avanzar, permíteme excusarme. En muchos sentidos, me siento el hombre menos calificado para escribir este libro. En pocas palabras, carezco de habilidades masculinas. Si un proyecto de ensamblaje requiere más de dos pasos, no lo hago bien. Mi familia me llama afectuosamente: «casi inútil». Y para ser franco, lo más rudo que puedo hacer es alojarme en una cabaña con aire acondicionado y con un refrigerador totalmente abastecido. He tenido mi buena cantidad de aventuras, como por ejemplo: el camino del inca a Machu Picchu. Pero bajo un espíritu de revelación absoluta, confieso que llevé un colchón inflable. Cuando montamos el campamento la primera noche, un extraño sonido mecánico resonó en todo el campamento. ¡Era yo con el motor que inflaba el colchón! ¿Me sentí menos varonil que el resto de los chicos? Sí, seguro. Pero para mí, dormir es importantísimo, ¡y dormí muy bien! También podría añadir que puedo cambiar un neumático desinflado, pero casi siempre llamo al servicio automovilístico AAA. Y una vez freí un pavo en abundante aceite y cuando digo abundante es que lo era. Capta la idea. Me faltan habilidades de hombre, pero ser hombre no se trata de eso. No tienes que comerte el corazón de un oso o dormir dentro de un caballo muerto como Leonardo DiCaprio en la película The Revenant. Eso podría hacer que ganes algunos 10
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puntos en tu hombría, o incluso un Oscar, pero ser hombre no se trata de eso. En las páginas que siguen, revelaré siete virtudes de la hombría: el amor duro, el asombro infantil, la fuerza de voluntad, la pasión agresiva, verdaderas agallas, una visión clara y el valor moral. En caso de que algunas mujeres pongan sus manos en este libro, estas virtudes no son exclusivas de los hombres, pero creo que ellos carecen de ellas con más frecuencia que las mujeres y, en algunos aspectos, son más importantes para los hombres. Las siete virtudes tampoco son una lista completa, aunque nos brindan un bloque inicial. Después de explorar cómo ser hombre, cambiaré de tema y hablaré de cómo hacer a un hombre. Me encantan los pastores de jóvenes. Doy gracias a Dios por ellos. Pero no es su trabajo discipular a mis hijos. ¡Ese es mi trabajo! Si no fuiste discipulado por tu padre, puede que te sea difícil discipular a tu hijo puesto que no sabes por dónde empezar. Me doy cuenta de que soy solo un elemento, pero te hablaré del pacto del discipulado que creé para mis hijos y del «rito de paso» a través del cual los llevé al final de lo que llamamos el «año de discipulado». No son a prueba de balas o infalibles, pero son un punto de partida en la marcha hacia la hombría. Mi objetivo es darte una plantilla que puedas adoptar y adaptar. Ahora, déjame pintar una imagen: el panorama general.
Salvaje Hace una década pasé una semana inolvidable en las Islas Galápagos. Ese archipiélago frente a la costa del Ecuador no ha cambiado mucho desde que Charles Darwin navegó allí 11
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en el bergantín HMS Beagle en diciembre de 1831 y estudió quince especies de pinzones. ¡Las Galápagos son lo más parecido al huerto del Edén que queda en la tierra! Mi hijo y yo vimos una tortuga de doscientos años que pesaba más de cuatrocientos cincuenta kilos. Nos encontramos cara a cara con iguanas gigantes que no se sentían nada intimidadas por los humanos. Vimos pelícanos, que parecían pterodáctilos prehistóricos, sumergiéndose en el océano y volviendo a subir con el desayuno en sus grandes picos. Además, fuimos a nadar con leones marinos, sin saber que no era muy seguro hacer eso. Unas pocas semanas después de regresar a casa, nuestra familia fue al Zoológico Nacional en Washington, D.C. Ese es un gran zoológico, pero no me interesa para nada. Mirar animales enjaulados no es tan emocionante como verlos en su hábitat natural; es demasiado seguro, demasiado tranquilo y demasiado predecible. Mientras pasábamos por el área de los simios, los gorilas de más de ciento ochenta kilogramos parecían aburridos, sin vitalidad, detrás del vidrio protector. Fue entonces cuando me asaltó un pensamiento: Me pregunto si las iglesias le harán a la gente lo que los zoológicos a los animales. No creo que sea intencional. Es más, tiene una buena intención. Pero me inquieta que nuestros intentos por ayudar a las personas a veces las hieran. Intentamos eliminar el peligro, descartar el riesgo. Tratamos de domesticar a las personas en el nombre de Cristo, olvidando que Jesús no murió para mantenernos a salvo. Jesús murió para hacernos peligrosos. Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas.6 12
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Eso no luce seguro, ¿verdad? Es que no lo es. La voluntad de Dios no es un plan de seguro. La voluntad de Dios es un plan peligroso. Requiere toneladas de testosterona y produce altos niveles de adrenalina sagrada. Ahora, permíteme agregar un marco a la imagen que Jesús pintó.
Rewilding (de vuelta a la vida silvestre) En 1995, el lobo gris fue reintroducido en el Parque Nacional de Yellowstone después de un hiato de setenta años. Los científicos esperaban un efecto dominó ecológico, pero el tamaño y el alcance de la cascada trófica los tomó por sorpresa.7 Los lobos son depredadores que matan a ciertas especies de animales, pero indirectamente dan vida a otros. Cuando los lobos volvieron a entrar en la ecuación ecológica, cambiaron radicalmente los patrones de comportamiento de otras especies silvestres. A medida que los lobos comenzaron a matar coyotes, las poblaciones de conejos y ratones aumentaron, atrayendo más halcones, comadrejas, zorros y tejones. En ausencia de depredadores, los ciervos superpoblaron el parque y erosionaron partes de los pastizales del Yellowstone. Sin embargo, sus nuevos patrones de tránsito permitieron que la flora y la fauna se regeneraran. Las bayas de esos arbustos regenerados provocaron un aumento en la población de osos. En seis años, los árboles que estaban en las partes erosionadas del parque quintuplicaron su altura. Los valles desnudos fueron reforestados con árboles de álamo temblón, sauce y olmo. Y en cuanto eso sucedió, los pájaros cantores comenzaron a anidar en los árboles. Entonces los castores empezaron a masticarlos. Los castores son ingenieros de ecosistemas, construyen represas que crean hábitats naturales 13
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para nutrias, ratas almizcleras y patos, así como para peces, reptiles y anfibios. Un último efecto dominó. Los lobos cambiaron incluso el comportamiento de los ríos, serpenteaban menos debido a la menor erosión del suelo. Los canales se estrecharon y se formaron piscinas cuando los bosques regenerados estabilizaron las riberas. ¿Mi punto? ¡Necesitamos lobos! Cuando sacas al lobo de la ecuación, hay consecuencias no deseadas. En ausencia de peligro, la oveja sigue siendo oveja. Y lo mismo sucede con los hombres. La manera en que jugamos al hombre es superando obstáculos abrumadores, al enfrentar desafíos de enormes proporciones. Podemos temer al lobo, pero también lo anhelamos. Es lo que queremos. Es lo que necesitamos. Imagínate una lucha entre una oveja y un lobo. La oveja no tiene ninguna oportunidad, ¿verdad? A menos que haya un pastor. Y me pregunto si es por eso que jugamos a lo seguro en vez de actuar como hombres, no confiamos en el pastor. ¡Ser hombre empieza allí! Los ecologistas acuñaron recientemente una nueva palabra maravillosa. Inventada en el 2011, rewilding (de vuelta a la vida silvestre) tiene una multiplicidad de significados. Resiste el impulso de controlar la naturaleza. Tiene que ver con la restauración de áreas silvestres. Con introducir de nuevo animales a su hábitat natural. Es un término ecológico; sin embargo, rewilding tiene implicaciones espirituales. Al mirar los evangelios, el rewilding parece ser un subtrama. Los fariseos eran muy civilizados, demasiado. Su religión no era más que una obra teatral. Eran lobos vestidos de ovejas.8 Pero Jesús enseñó una espiritualidad muy diferente. 14
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«Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos», dijo Jesús, «pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza».9 Jesús pasó la mayor parte de los tres años acampando, pescando y caminando con sus discípulos. Me parece que los estaba reintroduciendo a lo silvestre. Jesús no sólo les enseñó a ser pescadores de hombres. ¡Les enseñó a ser hombres! Ese fue mi objetivo con el «año de discipulado», que describiré en el capítulo 9. Para celebrar la culminación del pacto, llevé a cada uno de mis hijos a un rito de paso. El viaje de Parker fue escalando el Gran Cañón de borde a borde. Esa caminata de treinta y siete kilómetros sigue siendo una de las cosas más difíciles que he hecho, en parte debido a las temperaturas de julio que alcanzaron los cuarenta y tres grados centígrados, ¡a la sombra! Pero gané algunas lecciones que no podría aprender de otra manera. El hombre descubre quién es en la naturaleza. También descubre quién es Dios. Incluso Jesús se apartó por cuarenta días. Tienes que ponerte en situaciones en las que no tengas nada, en las que no haya guion escrito. Tienes que ponerte a merced de los elementos y probar tus límites. Así es como descubres lo que eres capaz de hacer y, lo que es más importante, lo que es capaz de hacer Dios. Así es como los niños se convierten en hombres y estos en hombres de Dios. Este libro es para el hombre que quiere actuar como tal, pero no está completamente seguro de cómo hacerlo. Es para el hombre que quiere ser un padre cuyos hijos puedan honrar y un marido cuya esposa pueda respetar, pero que necesita un poco de ayuda. Y el simple hecho de que hayas recogido este libro me dice que eres tú. 15
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El enigma Hay un antiguo axioma que dice: «Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus».10 Pero como ambos vivimos en este planeta Tierra, es mejor que entendamos esto. ¿Qué significa ser hombre? El blanco ruido de la confusión cultural junto con el silencio ensordecedor de la iglesia nos ha dejado inciertos e inseguros en cuanto a nuestra hombría. Así que nos conformamos con mucho menos de lo que Dios originalmente pensó. Hombre y mujer los creó.11 El género fue idea de Dios. Así que no sólo es buena; es una idea de Dios. Y eso también vale para el sexo, por cierto. La hombría no es un tema a evitar. Es un objetivo que hay que buscar y encomiar. Pero ¿dónde empezamos? La respuesta es el intento original de Dios, el diseño único de Dios. Debemos examinar al primer Adán —Adán— él es el prototipo. Y debemos interrogar al segundo Adán —Jesús—, Él es el arquetipo. Cuando la aguja de la brújula de la hombría gira, Jesús es el norte verdadero. El primer Adán nos ayuda a entender lo que salió mal. El segundo Adán nos ayuda a hacerlo bien. En muchos aspectos, Jesús es un estudio de contrastes. Es el Cordero de Dios y el León de la tribu de Judá. Es el Jesús amable, manso y tierno. Pero manso no es sinónimo de debilidad, y Jesús, definitivamente, tenía ¡un lado salvaje! Era duro como los clavos, los de dieciocho centímetros que le traspasaron las manos y los pies. Pero también era lo suficiente hombre como para llorar. Jesús es un enigma, el Enigma, puesto que era plenamente Dios, plenamente hombre. Sí, Él es el Hijo omnisciente, 16
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omnipotente y omnipresente de Dios. Pero por treinta y tres años actuó como hombre. Se sometió a las leyes de la naturaleza que creó, tomando carne y sangre. Casi parece sacrílego, pero Jesús pasó por la pubertad como nosotros. Como nosotros, tuvo que aprender a leer, a escribir y aprender aritmética. Además, tuvo que descubrir su destino, su identidad y su masculinidad. Por supuesto, después de descubrirlo, lo definió.
Virtudes de la hombría En su brillante libro El camino del carácter, David Brooks hace una distinción entre las virtudes del currículo y las del elogio. Las primeras representan las habilidades que necesitas para ganarte la vida, y son las que más se celebran en nuestra cultura. Pero cuando se trata de hacer una vida, las virtudes del elogio ganan. Estas son las que se mencionan en tu funeral.12 Lo peligroso al escribir un libro sobre la hombría es que es muy difícil de decodificar la diferencia entre los prototipos bíblicos y los que construyen las culturas. Mucho de lo que significa ser hombre es determinado por la tradición. Las expectativas impuestas a los hombres de Israel del primer siglo y a los de la América del siglo veintiuno son muy diferentes. Pero haré todo lo posible por descifrar la diferencia entre el cableado [o hardwiring] —la imagen de Dios en nosotros— y el software, las expectativas culturales. Es cada vez más difícil diferenciar culturalmente entre lo que significa ser hombre y lo que significa ser mujer. Y por esa misma razón, ¡es cada vez más importante hacerlo! Cada hombre necesita un currículo, pero ese no es el enfoque de este libro. Las habilidades del hombre puede que te
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hagan ganar puntos varoniles, pero las virtudes de la hombría hacen que ganes el corazón de Dios. La virtud es mucho más difícil de desarrollar que la habilidad y requiere mucho más tiempo. ¡Pero la recompensa es mucho mayor! No te castigues si no tienes ninguna de estas siete virtudes. Recuerda, Jesús ya pagó el castigo por tu pecado. No trates de pagar doble con sentimientos de culpa. Filipenses 2:12 provee una buena guía para esto: Lleven a cabo su salvación con temor y temblor. Lo irónico de esta afirmación es que la salvación no puede ganarse con buenas obras; sólo se puede recibir como un regalo gratuito. Sin embargo, una vez que recibes el don de la salvación, tienes que ir al gimnasio y trabajarlo. Uno ejercita la virtud de la misma manera que los músculos. Hay que empujarlos hasta lo último; al punto que, literalmente, tiemblen. Así es como sabes si se está desintegrando la fibra muscular, ¡y así es como vuelve a levantarse aun más fuerte! Esta es una buena oportunidad para que te recomiende que leas este libro con otra persona. ¿Por qué? ¡Porque el hierro se afila con el hierro! Tú necesitas alguien que te empuje, alguien que te ubique. Sé que la reputación de los hombres es que son tan relacionales como los objetos inanimados, pero no puedes alcanzar tu pleno potencial sin un grupo de hermanos. Un desafío final. El vigésimo presidente de los Estados Unidos, James B. Garfield, fungió doscientos días en el cargo antes de ser abatido. Garfield es el único presidente que también fue ministro ordenado. ¡Y es el único presidente que no se postuló a la presidencia! La Convención Nacional Republicana de 1880 se encontraba en un punto muerto después de la trigésima 18
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quinta votación. Garfield ni siquiera estaba en la boleta al principio de la convención, pero de alguna manera consiguió ganar la nominación en la trigésima sexta votación. ¿Cómo un hombre que no buscó la presidencia llegó a la Casa Blanca? No soy estudioso de la política, pero tengo una teoría. Creo que se remonta a una decisión determinante que tomó James Garfield cuando era joven. —Quiero hacerme hombre—, dijo Garfield—, y si lo logro, tendré éxito en todo lo demás. Garfield se hizo hombre. Entonces, Estados Unidos lo convirtió en presidente. No te estoy dando una fórmula para convertirte en el próximo presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, te estoy dando una para la grandeza, no importa quién eres ni qué haces. Como yo, usas muchos sombreros. Y, sin duda, tienes muchos sueños. Pero si te enfocas en ser hombre, todo lo demás caerá en su lugar. Si lo logras, tendrás éxito en todo lo demás. ¡Sé hombre!
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PRIMERA PARTE
SÉ HOMBRE L AS SIET E V IRT UDES
1 Duro como los clavos La primera virtud de la hombría: Amor duro
Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público. —Isaías 33:7, NTV 20 de mayo de 1927 Roosevelt Field, Long Island
A las 7:52 de la mañana, un piloto de veinticinco años de edad, llamado Charles Lindbergh, encendió su monomotor de un solo asiento: el Espíritu de St. Louis. A Lindbergh casi se le agotó la pista antes de despegar, ¡pero el hecho de no tener frenos significaba que no podía volver atrás! Treinta y tres horas, treinta minutos y treinta segundos después, Lindbergh 23
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aterrizó en un aeródromo aledaño a París, convirtiéndose en la primera persona en hacer un vuelo transatlántico sin escala. Media docena de pilotos antes que él fracasaron, terminando sepultados en el mar. Y el currículo de Lindbergh palidecía en comparación con el de ellos. Él era un piloto de correos con un puñado de acontecimientos arrolladores en su haber. Pero lo que le faltaba en experiencia, lo compensó más con su fortaleza mental. Lindbergh no tenía radio ni medidor de combustible. ¡Casi no durmió la noche anterior! Debido a limitaciones de peso, no empacó casi nada, ni siquiera un cepillo de dientes. Sólo llevó un cuarto de galón de agua y cinco bocadillos de jamón y pollo. Sólo se comió uno de ellos. A través de la oscuridad de una noche sin luna, Lindbergh apuntó a Europa. Voló tan alto como a tres mil metros y tan bajo como a un metro, luchando con miles de kilómetros de niebla sobre el Océano Atlántico. Lindbergh tuvo la primera señal de que estaba cerca de la costa cuando vio un barco de pesca al amanecer del segundo día. Aseguró el acelerador y rodeó el bote, gritando: «¿Cuál es el camino a Irlanda?» El pobre pescador no hablaba inglés o estaba demasiado asustado para responder.1 Al ponerse el sol por segunda vez en su épica travesía, las luces de Le Bourget allanaron el camino hacia París. Le dio un rodeo a la Torre Eiffel y voló hacia lo que pensaba que sería un aeródromo vacío. Era un aeródromo, pero no estaba vacío. Al contrario, una gran multitud que gritaba: ¡Vive!», le dio una bienvenida de héroe a Lindbergh. Este ganó no sólo el Premio Orteig de 25.000 dólares por el primer vuelo sin escalas desde Nueva York a París, sino que también ganó los corazones de la gente de todo el mundo. 24
D uro como los clavos
Al día siguiente de su vuelo, los periódicos publicaron 250.000 historias que sumaron treinta y seis millones de palabras. Una publicación lo calificó como «el mayor acontecimiento desde la resurrección». Lindbergh recibió tanto correo de los fans (3,5 millones de misivas) que se asignaron treinta y ocho empleados de la empresa Western Union para gestionarlo. Así que, ¿cómo lo hizo Lindbergh? ¿Cómo logró hacer algo en lo que tantos otros fracasaron? ¿Cómo soportó la niebla, el miedo, la fatiga? He aquí mi teoría. En las horas más oscuras de la noche, apuesto a que Charles Lindbergh pensó en su abuelo, August Lindbergh. En 1859, August emigró a Estados Unidos de América desde Suecia y encontró trabajo en un aserradero en el centro de Sauk, Minnesota. Dos años más tarde, Lindbergh cayó sobre la cuchilla de una sierra que le destrozó el torso. Le dejó un agujero tan grande que un testigo dijo que podía ver su corazón latiendo.2 Un Lindbergh seminconsciente fue llevado a casa, ¡donde esperó tres días por un médico! Cuando el doctor al fin llegó a ver a Lindbergh, amputó lo que quedaba de su brazo y le cosió el agujero. Ahora, lo asombroso es que August Lindbergh no gritó ni lloró. Ni siquiera un «¡ay!» Resistió aquello sufriendo en silencio.3 Con un abuelo así, ¿es de extrañar que Charles cruzara el Atlántico? En comparación con todo el dolor y la agonía que su abuelo soportó, un vuelo en solitario a través del Atlántico era un paseo.
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Endurecer La próxima vez que alguien se queje algo de sus padecimientos y sus dolores, háblale de August Lindbergh. En realidad, lo intenté con mi hijo menor, Josiah, cuando tenía doce años. Es probable que estuviera un poco joven para esa historia sangrienta, pero funcionó a la perfección. ¡Dejó de quejarse! Verificación de la realidad: la mayoría de nuestros conflictos son problemas del primer mundo. Hace poco Lora, mi esposa, pasó varios días en un campamento de refugiados sirios en la frontera de Grecia y Macedonia. Los horrores que han sufrido muchos de esos refugiados son desmedidos: hogares destruidos por bombas, familias destrozadas por la guerra civil, niños ahogados en el mar tratando de escapar. Tenemos unos amigos sirios refugiados que recientemente emigraron a los Estados Unidos y que enterraron a su hijo de dieciséis años vivo durante nueve horas para evitar que lo reclutaran a la fuerza para unirse a ISIS. Eso pondrá tus problemas en perspectiva de prisa. Los refugiados no pueden regresar a Siria porque sus casas están destruidas y tampoco pueden seguir adelante debido a una cerca de alambre de púas que hay en la frontera. Nada diferente a la situación en la que se encontraron los refugiados israelitas después del éxodo, atrapados entre un Mar Rojo infranqueable y un ejército egipcio en estampida. Ese es un punto duro. No obstante, nos frustramos cuando perdemos una conexión de vuelo o no podemos conectarnos a Internet. ¿En serio? Nos enojamos por un retraso de treinta minutos antes de abordar un Boeing 747 de 450 toneladas que se elevará a diez mil metros en el aire y nos llevará a dondequiera que 26
D uro como los clavos
vayamos a la mitad de la velocidad del sonido. Necesitamos seguir revisando nuestra perspectiva. A veces necesitamos tomar las cosas a la ligera. A veces tenemos que endurecernos. No abogo por el estoicismo a ultranza. Defiendo una sola virtud: la dureza. Esta viene en diversas formas y tamaños, desde la dureza física hasta la mental. Pero en este capítulo quiero enfocarme en su modalidad más extraña: el amor duro. Esa es la primera virtud de la hombría. El amor duro es mucho más difícil de lograr que la dureza física y mucho más importante. ¡Distingue a los hombres de los niños! Un tipo duro no es el que puede amoratar un ojo o hacer que una nariz sangre; es alguien que está dispuesto a ser clavado en una cruz por otro a quien ama. ¡Ser hombre es amor del duro!
Toma tu cruz Cuando escuchas la frase «tipo duro», ¿en quién piensas? Algunos piensan en Cal Ripken —el hombre de acero del béisbol— o en Brett Favre, el ícono de la Liga Nacional de Futbol (NFL, por sus siglas en inglés). O tal vez recuerdas a tu héroe de cine favorito. Ciertamente William Wallace o Maximus Decimus Meridius vienen a la mente de muchos. Sin duda, ellos califican como tipos duros. Sin embargo, ninguno de ellos llevó una cruz al Gólgota ni se dejó incrustar en ella con unos clavos de dieciocho centímetros.4 Además, si hubiéramos sido testigos oculares de la crucifixión, no leeríamos Lucas 9:23 de la misma manera: Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 27
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Lleva tu cruz. Lo decimos sin esfuerzo alguno, muy ligeramente. Pero es porque lo leemos en sentido figurado. Se estima que una cruz romana pesaba ciento treinta y seis kilos; es más, aunque Jesús llevara sólo la barra transversal, ¡se la pusieron sobre su carne viva recién azotada! Y la acarreó no menos de seiscientos metros por la Vía Dolorosa.5 Cuando digo «duro como clavos», eso es lo que quiero decir. Es el epítome de la dureza. Ser un tipo duro no significa defenderte cuando te ofenden. Un verdadero tipo duro se sacrifica por el bien de los demás. Jesús no sólo acarreó una cruz de ciento treinta y seis kilos; llevó el peso del mundo. Cada ofensa cometida fue puesta sobre sus hombros, y la llevó toda hasta el Calvario.
¿Amar a quién? En 1992, un gran dragón del Ku Klux Klan acaparó los titulares. Por años, Larry Trapp aterrorizó a un líder judío en su comunidad llamado Michael Weisser, amenazándolo de muerte a él y a su sinagoga. Pero, un día, Larry rasgó sus banderas nazis, destruyó su literatura de odio y renunció al KKK. ¿Por qué hizo eso? Porque cuando Larry Trapp se estaba muriendo de una enfermedad renal relacionada con la diabetes y no podía cuidar de sí mismo, Michael Weisser lo llevó a su casa y lo atendió. «Me mostró tanto amor», dijo Larry Trapp, «que no pude evitar amar [lo] de vuelta». ¡Eso es amor duro! Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en 28
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esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.6 El amor duro es amar a los demás cuando menos lo esperan y menos aun lo merecen. El mensaje del evangelio puede resumirse en tres palabras: amor que vence. No es el amor juvenil que nuestra cultura celebra. Es un amor paciente. Es un amor que siempre protege, siempre confía, siempre espera, siempre persevera.7 Es un amor que incluso ama a sus enemigos. El amor duro es amor sacrificial, un amor que está dispuesto a ser clavado en una cruz por el pecado de otra persona. El amor duro es incondicional, un amor que no lo dicta el desempeño de la otra persona. El amor duro es amor de pacto, para bien o para mal, para el más rico o el más pobre, en la enfermedad y en la salud. Es fácil amar a tu esposa cuando todo va bien, ¿verdad? Cuando no va muy bien, no es tan fácil. ¿Por qué? Porque nuestro amor tiende a ser reactivo. El amor duro es proactivo. No es un amor que busca la necesidad; sino que la satisface. No busca validación, ¡porque no necesita ninguna! ¡Añade valor a la persona amada! Uno de los grandes errores que cometemos es pensar que lo que Dios siente por nosotros es igual que lo que nosotros sentimos por nosotros mismos. De modo que proyectamos nuestras imperfecciones sobre Dios. La realidad es esta: no hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más o menos de lo que ya te ama. Dios te ama perfectamente, eternamente. Yo sé que lo sabes, pero ¿lo crees? En pocas palabras: tú eres la cruz para Cristo. Cuanto peor estamos, mejor está Dios. Medita en ello como en un sacrificio de amor, y como en un sacrificio de alabanza, 29
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puede ser la modalidad más significativa del amor, puesto que significa amar a alguien cuando menos te apetece.
Desatranquen las puertas Hace poco estuve en una conferencia de pastores en Gran Bretaña y mi turno para hablar fue precisamente después de Justin Welby, el arzobispo de Canterbury. ¡No es un acto fácil de seguir! Yo pastoreo una iglesia que tiene veinte años y apenas puedo creer que haya pasado ese tiempo. El arzobispo Welby pastorea una iglesia que data del año 509 d.C. Es el arzobispo 105avo de una estirpe que se remonta a Agustín de Canterbury. En su intervención, el arzobispo Welby contó una historia sobre Thomas Becket, uno de sus predecesores, que fue asesinado en 1171. El arzobispo Becket y el rey Enrique II no se llevaban muy bien. De hecho, el rey dijo algo como: «¿Quién me librará de este sacerdote molesto?»8 Cuatro caballeros interpretaron la pregunta como una orden real y se dispusieron a enfrentar al arzobispo. Llegando el 29 de diciembre de 1170, escondieron sus armas bajo un árbol fuera de la Catedral de Canterbury y su armadura bajo sus capas. Como Becket se negó a ir con ellos pacíficamente, los caballeros recogieron sus espadas. Los clérigos del arzobispo le dijeron que pasara los cerrojos de las puertas de la catedral, pero Becket hizo lo contrario. «¡Desatranquen las puertas!» gritó. «¡Desatranquen las puertas!»9 Es bastante espantoso, pero la coronilla de la cabeza de Becket fue cortada, su cerebro se desparramó. La sangre de Becket tiñó el suelo de la catedral de un rojo carmesí. Es en el mismo lugar donde la sangre de Becket fue derramada que se ensaya su asesinato cada año con el arzobispo 30
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que preside haciendo el papel de Becket. Es un ritual solemne, un profundo recordatorio de que, en palabras del arzobispo Welby: «Vale la pena morir por lo que creemos».10 Permíteme, pues, que te pregunte esto: ¿Vale la pena morir por tu versión del cristianismo? Valió para Thomas Becket. Valió para once de los doce apóstoles que fueron martirizados sin piedad por su fe. Y valió para un obispo de ochenta y seis años llamado Policarpo, que actuó como hombre. ¿Y qué contigo?
Problemas de ira En la película Rocky III, la revancha de Rocky con Clubber Lang es una escena de lucha clásica. Rocky lo toma en la barbilla una y otra vez, pero lo hace intencionalmente, con sarcasmo. «No estás tan mal —dice—, burlándose de Lang—. Vamos. No estás tan mal. No estás tan mal». Su confuso mánager, Apollo Creed, llama a eso locura: «¡Lo está matando!» El cuñado de Rocky, Paulie, lo llama estrategia. «No lo está matando, lo está enojando».11 Pensamos que la ira es pecaminosa, pero a veces no enfadarnos es pecado. La clave es enfadarse por lo correcto, en el momento adecuado, de la manera correcta. En palabras de Aristóteles: «Cualquiera puede enfadarse, eso es fácil; pero estar enojado con la persona correcta, en el grado correcto, en el momento correcto, para el propósito correcto y de la manera correcta, no está dentro del poder de todos, eso no es fácil».12 La ira no es pecado. De hecho, la Escritura usa el tipo más fuerte de ira —el odio—, para describir cómo debemos sentirnos en cuanto al pecado.13 Y si odiáramos más al pecado, 31
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¡podríamos cometerlo menos! Ahora, si eso se traduce de la manera equivocada, es extremadamente peligroso. Se trata de pecado, no de pecadores. Jesús se enfadó. Se enojó con la hipocresía de los fariseos. Se enfadó con la muerte cuando le robó a su amigo Lázaro. Se enojó con los discípulos cuando trataron de disuadirle de la cruz. Se enojó con los cambistas que convirtieron el templo en una guarida de ladrones y hasta mostró rabia en el templo. ¡Eso es amor duro! Ahora, he aquí un pequeño consejo. Si tratas de actuar como Dios en vez de hacerlo como hombre, no funcionará muy bien. Cuando tratas de hacer el trabajo de Dios, la obra se vuelve contraproducente. El trabajo del Espíritu Santo es convencer; el tuyo es amar. Todos tenemos problemas de ira. Es importante que nos preguntemos: ¿De qué estoy enfadado? Algunos nos golpeamos a nosotros mismos a causa de los errores que hemos cometido, pero esas heridas autoinfligidas socavan lo que Dios está tratando de hacer en nosotros y a través de nosotros. A veces nos enojamos con Dios, pensando que es responsable de algo que ha sucedido en nuestras vidas. Si nos vamos a enojar, debemos hacerlo con el que mata, roba y destruye. He aquí esta tarea: Haz un inventario de tu ira. ¿Cuándo te enfadas? ¿Por qué? ¿Y cuál es el resultado? Haz una autopsia de la ira. Así es como identificas tus desencadenantes. Nueve de cada diez veces, el gatillo no está logrando lo que quieres cuando lo quieres. Lo cual nos lleva de vuelta al egoísmo. Tienes que identificar los desencadenantes de tu pecado para que puedas bloquear el gatillo en vez de activarlo. 32
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Ofenderás a los fariseos «¿A quién voy a ofender?» Esa es una de las preguntas más importantes que un hombre tiene que hacerse a sí mismo y responderse. Esto te prometo: ¡vas a acabar ofendiendo a alguien! Así que, ¿quién será? Si temes ofender a la gente, acabarás ofendiendo a Dios. Si temes ofender a Dios, acabarás ofendiendo a la gente. ¡Es uno u otro! ¿Mi consejo? ¡Ofende a los fariseos! Eso es lo que Jesús hizo; y lo hizo con gran intencionalidad y congruencia. Soy pacificador por naturaleza y eso puede ser una semejanza a Cristo. Pero, a veces, mantener la paz es solo evitar conflictos. Sí, Jesús calmó la tormenta. ¡Pero también armó el alboroto! Jesús no evitaba el conflicto; a menudo lo causaba. ¿Por qué? Porque sabía que el conflicto, no el consuelo, es el catalizador del crecimiento. Orson Welles da un famoso discurso en El tercer hombre: En Italia, durante treinta años bajo los Borgia, tuvieron guerra, terror, asesinato y derramamiento de sangre, pero produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, tenían amor fraternal, tuvieron quinientos años de democracia y paz, y ¿qué produjo eso? El reloj cucú.14 Mis disculpas a los lectores suizos, pero ¡con esto está todo dicho! Uno de los mayores errores que cometí como líder joven fue intentar hacer que todos estuvieran cómodos, pero eso a la larga no favorece a nadie. Desde entonces, redefiní mi descripción de trabajo como pastor. Mi labor es consolar a los afligidos y afligir a los cómodos, y esto último no es menos amoroso que lo primero. ¡Es más! 33
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Consolar a los afligidos es amor. Afligir al cómodo es amor duro. Es mucho más fácil evitar el conflicto, ¿cierto? Así que nosotros retrasamos la disciplina, pero a largo plazo eso daña más que lo que ayuda. O posponer conversaciones difíciles porque nos falta la energía emocional o el valor. El amor duro requiere decisiones duras, conversaciones duras. Jesús pudo haber sanado en cualquier día de la semana, pero a menudo escogió el sábado. ¿Por qué? ¡Porque sabía que sería dos veces más divertido! ¿Por qué no matar dos pájaros con una sola piedra? Curar los cuerpos enfermos mientras se metía bajo la delgada piel de los fariseos que se justificaban a sí mismos. Jesús sabía que los irritaría, por eso lo hacía. Los estaba aguijoneando. Y eso es lo que haces cuando amas a alguien. Eso se llama amor duro. Las palabras de los sabios son como aguijones.15 Un aguijón era un bastón con púas usado para dirigir al ganado. A veces tenemos que decir algo hiriente para ayudar. Si no logramos confrontar a alguien en su pecado, nos conformamos con lo corriente. ¡Y eso no es amor! Si realmente los amamos, si realmente creemos en ellos, los aguijonearemos como los arreadores. Ahora, permíteme matizar esto un poco, porque no es una licencia para lastimar a la gente. Tienes que usar las palabras correctas, en el momento correcto, en el espíritu correcto. Si tienes motivaciones secretas, guárdate tus palabras hirientes. Si simplemente estás desahogando tu frustración o diciendo algo que te hará sentir 34
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mejor contigo mismo, entonces no lo hagas, porque te saldrá el tiro por la culata. Debes tener realmente el mejor interés de la otra persona en el corazón. Y termina tu aguijoneo con mucha afirmación. Así es como dices la verdad con amor.16 Cuando reflexiono en mi vida, ¿sabes a quién más respeto? No es a los que «tomaron las cosas con calma conmigo». Es a los que impulsaron mi potencial y me empujaron más allá. Casi nunca me gustó en el momento, pero su aguijoneo condujo al crecimiento. ¿A quién tienes que aguijonear? ¿Y a quién le has dado licencia para aguijonearte? Actuar como hombre no permite evasivas. Posponer las conversaciones difíciles sólo las hacen más difíciles. También nos roba la oportunidad de crecer. El hierro no afila hierro sin fricción.
Pieles duras Cuando niño, usaba una marca de jeans llamados Tough-skins. Tenían las rodillas reforzadas con un parche de poliéster Dacron tipo 59 y nylon DuPont 420.17 La garantía de esos jeans era que los niños usarían otra talla de pantalones antes que esos se desgastaran o les devolvían el dinero. Una de mis oraciones frecuentemente repetidas por mis hijos es que tengan un corazón tierno con Dios, con su mamá y con su papá. Pero ese corazón blando está mejor protegido por una piel dura. La piel delgada no va a ser suficiente, es herida muy a menudo, se ofende demasiado fácil. Uno de mis rituales anuales es elegir un versículo del año. El que escogí hace unos años fue Proverbios 19:11: «Su gloria 35
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es pasar por alto la ofensa». Fue el mismo año en que publiqué el libro El Hacedor de círculos, que ha vendido más ejemplares que cualquiera de mis otros libros, pero también ha obtenido su buena dosis de crítica.18 No es divertido ser falazmente acusado de falsa enseñanza o de falsos motivos. Pude haberme masticado esa píldora y dejar que envenenara mi espíritu, pero tomé la decisión de pasar por alto la ofensa. Mi objetivo ese año fue ser difícil de ofender. No dejes que una flecha de crítica penetre tu corazón a menos que primero pase por el filtro de la Escritura.19 Nadie está por encima de la reprensión, todos somos imperfectos. Así que si la crítica es válida, arrepiéntete. Pero si no lo es, no mastiques la píldora, porque envenenará tu espíritu. ¡Pasa por alto la ofensa! Serás más hombre a causa de ello. Actuar como hombre requiere una piel dura y es absolutamente necesario si quieres actuar en los negocios, en la política, en los deportes o incluso en el matrimonio. Cuando estaba en la escuela secundaria, me llamaban con algunos nombres que no son para imprimir. Estoy seguro de que también experimentaste eso. Nadie se gradúa de la secundaria: ¡la sobrevive! Pero al reflexionar, creo que me preparó para la vida real enseñándome cómo probar que los oponentes estaban equivocados. Ahora, por favor, no uses eso como una excusa para insultar a otros. La intimidación es algo ilegítimo. Cuando yo era niño, el acoso físico era un verdadero problema. Agrega los medios de comunicación social a la mezcla y se ha vuelto aun más feo. De cualquier manera, no hay lugar para ello. Nada es más cobarde que intimidar. Dicho esto, me pregunto si nuestra cultura de corrección política nos ha dejado la piel muy fina. Una vez más, no abogo por los insultos descuidados, irreflexivos e insensibles. Pero 36
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cuando lo políticamente correcto se convierte en la Regla de Oro, hablar la verdad se convierte en fanatismo. La verdad es crucificada en nombre de la tolerancia, socavando el debate civil, la objeción de conciencia y la convicción religiosa. Vivimos en una cultura en la que es malo decir que algo está mal. ¡Y creo que eso sí está mal! Permanecer en silencio ante un tema del que Dios ha hablado no es amar, es cobardía. Y cuando no usamos nuestra voz, la perdemos. Como iglesia debemos ser más conocidos por lo que favorecemos que por lo que nos oponemos. Por eso, actuar como hombres requiere que estemos de pie por lo que creemos, aunque estemos solos. Veamos algunas preguntas diagnósticas: ¿Cuándo fue la última vez que fuiste criticado? Si hace mucho tiempo, debes ponerte nervioso. ¿Por qué? Porque probablemente significa que estás con la corriente en vez de desafiarla. No te puedes distinguir sin que se produzcan olas, aunque a algunas personas en el bote no les guste. No importa. Mece el bote de todos modos. Además, ¿con qué facilidad te ofendes? Si la respuesta es fácil, necesitas hacerte suficientemente fuerte para lidiar con situaciones desagradables. Cuando te ofendes, te vuelves defensivo. Y en el segundo en que te vuelves defensivo, el reino de Dios deja de avanzar a través de ti. Actuar como hombre significa jugar a la ofensiva con tu vida. En el matrimonio, jugar a la ofensiva se llama romance. Con tus hijos, es la diferencia entre padres reactivos y proactivos. En el lugar de trabajo, es traer tu mejor actitud de lunes a viernes, de nueve a cinco. Jesús fue constantemente acosado por los paparazis religiosos; fue aprehendido por una multitud autojustificada que gritaba: «Crucifícale».20 Luego fue azotado, escarnecido y clavado en una cruz por los soldados romanos. 37
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Pregunta: ¿Qué no hizo Jesús? Respuesta: Defenderse. Jesús seguía jugando a la ofensiva en la cruz. Por eso oró: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».21 Si estás a la defensiva, averigua a quien necesitas perdonar. ¡Comienza a jugar a la ofensiva orando por ellos!
Sangre, sudor y lágrimas Los hombres de verdad lloran. Concluir un capítulo titulado: «Duro como los clavos» en esa onda es un poco gracioso, pero creo que es un final apropiado. Si nada es más difícil para los hombres que desnudar sus almas y revelar sus verdaderos sentimientos, entonces un verdadero tipo duro es alguien que hace precisamente eso. En veinte años dirigiendo la congregación National Community Church, he tratado de ser fuerte y valiente. Y eso a menudo significa ponerme la cara audaz y seguir adelante. Pero si encuestas a nuestros empleados, apuesto a que muchos de ellos apuntarían a los momentos más significativos y más poderosos en los que me quebranté y lloré. Recuerdo una vez que me demolieron emocionalmente con una pregunta en una sesión de la Conferencia Catalyst en Atlanta, Georgia. Llevé a nuestro personal a la actividad trece años seguidos, pero ese momento es más relevante que el resto. Craig Groeschel preguntó: «¿Se rompe tu corazón por las cosas que le rompen el de Dios?» Mi respuesta sincera fue no. Mi corazón se había encallecido, no sólo mi piel. Así que retrasamos nuestra reservación en el restaurant P. F. Chang’s para venir al encuentro con Jesús con nuestros empleados. Nos confesamos. Lloramos. Y, no como se cura un hueso 38
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roto, mi espíritu se hizo aun más fuerte en el lugar donde se había quebrantado. No estoy diciendo que tienes que llevar tus emociones en la manga. Pero somos hombres, no autómatas. Y, a veces, llorar es liderar. «Jesús lloró».22 Es el versículo favorito de cada niño, ¡dos palabras! Pero esas dos palabras hablan mucho de Jesús. El idioma original indica intensidad. No fue una sola lágrima rodando por su mejilla, ¡aquello fue un desastre! Jesús perdió la compostura; me encanta esa dimensión suya. Jesús se entristeció. Se enojó. Incluso, resucitó a Lázaro de entre los muertos. Un buen liderazgo incluye sangre, sudor y lágrimas. Tienes que hacer sacrificios, sangre. Tienes que trabajar duro, sudor. Pero también tienes que dirigir con empatía, lágrimas. Y esa dimensión del liderazgo ¡no se puede fingir! ¿Cuándo fue la última vez que tu mujer te vio llorar? ¿Y tus niños? ¿Y tus amigos? Si ha pasado mucho tiempo, probablemente estés reprimiendo algo. Y la represión suele conducir a la obsesión o a la depresión. Tu falta de vulnerabilidad no es valiente, ¡es cobarde! Aprende a ser fuerte. Llora. ¡Sé hombre!
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