TUCUMÁN BICENTENARIO
AUTORIDADES
FEDERACIÓN ECONÓMICA DE TUCUMÁN (FET) COMITÉ EJECUTIVO
FUNDACIÓN EMPRESARIA DE TUCUMÁN (FUNDAFET) CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN
INSTITUTO DE INFORMACIONES COMERCIALES (IIC) COMISIÓN DIRECTIVA
Presidente Pedro César Omodeo (h) Vice-Presidente 1º Héctor J. Viñuales Santafé Vice-Presidente 2º Juan Antonio Rodríguez Secretario General Gregorio Elías Werchow Tesorero Daniel Horacio Bollero Pro-Tesorero Roberto Kousal Secretario de Comercio Raúl Eduardo Fioretti Secretario de Industria Ernesto Daniel Cebe Secretario de Producción Joaquín Rodríguez Vocal Titular Oscar Agustín Alfredo Arca Vocal Titular Roberto Jesús Alfredo Carro Vocal Titular Ricardo Antonio Cecilia Vocal Titular Julio César Delgado Vocal Titular José Guillermo Del Pero Vocal Titular José Agustín Maldonado Vocal Titular Abel Orlando Robra Vocal Titular Luis Fernando Umana Vocal Titular María R. Volpi de Radusky Vocal Suplente Ema Dole Auil Vocal Suplente Ernesto Felipe Gettar Vocal Suplente Héctor Antonio Monayer Vocal Suplente Marcelo Eduardo Sassi Vocal Suplente María Laura Villazur Revisor de Cuentas Titular Felipe Mauricio Rosemberg Revisor de Cuentas Titular Oscar Rubén Blasco Revisor de Cuentas Suplente Fernando Ignacio Prado
Presidente Pedro Benito Benejam Vice-Presidente Oscar Rubén Blasco Secretario General Gregorio Elías Werchow Pro-Secretario Gerónimo Julio Cárdenas Tesorero Héctor Hugo Ferrari Pro-Tesorero Luis Rodríguez Robledo Vocal Titular Carlos Córdoba Vocal Titular Salomón Felman Vocal Titular Joaquín Daniel Gargiulo Vocal Titular Federico Enrique Lanati Vocal Titular Agustin Maldonado Vocal Titular Juan A. Rodríguez Vocal Suplente Ernesto Miguel Chehade Vocal Suplente Mercedes Aguirre Vocal Suplente Susana Montaldo
Presidente Luis Alfredo Rodríguez Marat Vice-Presidente Roberto Antonio Aguirre Secretario General Alejandro Víctor Laroz Secretario de Actas Eduardo Abraham El Eter Tesorero Ernesto José Vidal Sanz Pro-Tesorero Carlos Alberto Castaño Vocal Titular 1° Raúl Oscar Castillo Vocal Titular 2° Oscar Antonio Luquín Vocal Titular 3° José Antonio Ortega Vocal Titular 4° Miguel Maximiliano Molina Vocal Titular 5° René Eleas Vocal Suplente 1° Oscar Barbieri Vocal Suplente 2° Ernesto Llabra Vocal Suplente 3° Teodosio Barrionuevo Vocal Suplente 4° Víctor Edgardo Brodercen Vocal Suplente 5° Luis Rodríguez Robledo
FEDERACIÓN ECONÓMICA DE TUCUMÁN Y ENTIDADES ASOCIADAS
RAMA PRODUCCIÓN
RAMA COMERCIO Y SERVICIOS
Asociación de Productores de Alimentos del NOA Juan Rodríguez Asociación de Productores Tabacaleros de Tucumán Luis S. Bravo Asociación de Productores de Arándanos de Tucumán Francisco de Estrada Cámara de Empresarios Productores y Viveristas de Frutillas Luis Bianciotti Cámara de Productores de Tabaco de la Provincia de Tucumán Susana Migles Centro de Agricultores Cañeros de Tucumán Otto Gramajo Sociedad de Productores de Frutas, Hortalizas y Afines de Tucumán Gabriela Martín Unión Cañeros Independientes de Tucumán Sergio Fara Unión Tabacaleros de Tucumán Ricardo A. Peluffo
Asociación Civil Cámara de Comercio, Industria y Producción de J.B. Alberdi Ema Auil Asociación de Clínicas y Sanatorios de Tucumán Eduardo Vega Olguín Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán Daniel Orell Asociación de Puesteros del Mercado del Norte Félix Abregú Asociación de Transportadores de Cargas Tucumán Roberto Casal Asociación Tucumana de Empresarios de Radiodifusión en Frecuencia Modulada Abel Orlando Robra Asociación Tucumana de Empresarios Fúnebres Diego José Rivera Asociación Tucumana de Productores Asesores de Seguros María Cristina Guerrero Cámara de Administradores de Consorcios y Propiedades Susana Inés Quiroga Cámara de Analistas y Asesores de Economía, Finanzas, Bolsas y Mercados José María Nougués Cámara de Comerciantes de Derivados del Petróleo, Gas y Afines Gonzalo Rodríguez Cámara de Comercio de San Miguel de Tucumán Raúl Fioretti Cámara de Comercio Exterior de Tucumán Luis Honorato Cámara de Concesionarios Oficiales de Quinielas de Tucumán María Volpi de Radusky Cámara de Distribuidores de Insumos Agropecuarios de Tucumán Agustín Sáenz Cámara de Empresarios en Artefactos para el Hogar y Afines Luis Rodríguez Marat Cámara de Empresas de Fabricantes, Ventas, Servicios de Ascensores y Afines Francisco Atay Cámara de Empresas de Medicina Prepaga, Servicios Médicos, Sociales, Asistenciales y Afines Norberto F. Iriarte Cámara de Fabricantes y Proveedores de Equipos Electrónicos Carlos Nazareno Córdoba Cámara de Supermercados y Autoservicios de Tucumán Guillermo Saccomani Cámara de Turismo de la Provincia de Tucumán Héctor Viñuales Santafe Cámara Tucumana de Cementerios de Administración Privada Juan O. Jofre Cámara Tucumana de Empresas de Seguridad e Investigaciones Gabriel Alcaraz Centro de Comerciantes Unidos y Anexos de Tafí Viejo Alberto A. Diaco Centro de Comercio, Industria y de la Producción de Aguilares Renato Quinto Russo Centro de Defensa Comercial del Sur Julio Delgado Centro de Empresarios de Famaillá Alfredo Pérez Centro de Productores y Distribuidores de Frutas-Hortalizas Juan Carlos Medina Colegio de Corredores Inmobiliarios de Tucumán Fernando Guzmán Unión Comercial e Industrial de Monteros Héctor Costilla
RAMA INDUSTRIA Asociación Fabricantes de Insumos para la Construcción de Tucumán Federico Bravo Asociación Propietarios de Fábricas de Aguas Gaseosas y Afines Miguel Elías Cámara de Bodegas y Viñedos del Tucumán Alberto Guardia Cámara de Empresarios de Parques Industriales, Logísticos y Tecnológicos de Tucumán María Sonia Mochón Cámara de Foresto - Industria de Tucumán Miguel Reginatto Cámara de Frigoríficos del Noroeste Argentino y Afines Hugo Benejam Cámara de Industriales Ladrilleros de Tucumán Roberto Villafañe Cámara de Industriales Metalúrgicos de Tucumán Pablo Krautmann Cámara Tucumana de la Construcción Daniel Mafud Centro Azucarero Regional de Tucumán Julio Colombres Centro de Industriales Panaderos de Tucumán Mario Véliz Unión Hoteles, Confiterías, Bares, Cafés, Restaurantes y Afines Ernesto Gettar
La presente edición incluye en la tapa la medalla conmemorativa de los 200 años de la Independencia diseñada y acuñada para la Federación Económica de Tucumán por el orfebre Juan Carlos Pallarols. Se trata de una pieza inspirada en la Casa de la Histórica con las puertas generosamente abiertas para todo el país. Después de un largo camino, asoma el sol del Bicentenario para alumbrar el renacimiento de los sentimientos patrióticos.
1816 - DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA - 2016
TUCUMÁN BICENTENARIO
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as instituciones, empresas y ciudadanos que reúne la Federación Económica de Tucumán (FET) ofrecen la presente edición como un homenaje a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia Argentina. Este libro acoge la pretensión de dejar un testimonio que haga evidentes las apreciaciones de sus artífices sobre el país, la región y la provincia, ya que por su propio hacer se encuentran comprometidos con las condiciones, los procesos y los resultados que se manifiestan en tales ámbitos. Con la obra que sale a la luz luego de un año y medio de producción, la FET se ha propuesto ofrecer la opinión de autores prestigiosos sobre aquellos aspectos considerados esenciales del pasado, presente y devenir. Este trabajo –intelectual y artístico– incluye imágenes de gran belleza y de valor histórico que complementan los análisis, y concluye con una crónica sobre la celebración de las fiestas patrias de 2016. El orfebre Juan Carlos Pallarols aportó su talento para la confección de la medalla conmemorativa del Bicentenario que enjoya la tapa. La FET rinde homenaje a las personalidades destacadas, y a las realizaciones que estructuraron y cualificaron la tierra que los tucumanos habitan y la sociedad a la que pertenecen. Ofrecer a la comunidad este particular entendimiento es, en esta hora, un propósito institucional indispensable.
Frente de la Casa Histórica. ATILIO ORELLANA
Comité Editor
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NUESTROS PRÓXIMOS 200 AÑOS COMIEZAN HOY
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uchas veces hablamos de nuestra independencia sin detenernos a reflexionar sobre qué significa ser independientes. Ser independientes significa que dependemos de nosotros mismos, que nuestro futuro está ni más ni menos que en nuestras propias manos. Este año los argentinos tenemos el privilegio de celebrar los 200 años de la Declaración de nuestra Independencia. 200 años desde que, en la querida provincia de Tucumán, un grupo de personas tomó la decisión de unirse para construir algo nuevo para este continente. Eran los representantes de pueblos distintos y diversos, pero tenían mucho en común: la vocación de vivir en unión y libertad, y el sueño de un futuro mejor. Lo que los unía del pasado era una monarquía lejana y en problemas; lo que tenían por delante, en cambio, era una nueva nación. La historia de nuestro país es la historia de personas como cualquiera de nosotros, nuestros amigos o nuestros familiares, que deciden unirse y logran cosas extraordinarias. Hoy, millones de argentinos manifestamos nuestra vocación de
MAURICIO MACRI PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA
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Estatua de la Libertad de Lola Mora en la plaza Independencia. SOLANA PEÑA
construir juntos, desde esa diversidad que nos caracteriza y nos enriquece, la Argentina que soñamos para nuestros hijos y nietos. Es por eso que a este homenaje que brindan la Federación Económica de Tucumán y la Fundación de la FET, me gustaría agregar una visión de futuro y un llamado a la acción. Como les dije, dependemos de nosotros mismos, de nuestros talentos, de nuestros valores y de nuestra participación. Nuestros próximos 200 años empiezan hoy, y está en nuestras manos la posibilidad de ser esa generación que escriba el capítulo más próspero de nuestro futuro, donde logremos hacer un país unido, generoso, pujante, que confía en su gente y en sus capacidades, donde todos crecen a la par. Juntos, podemos lograr todo lo que nos propongamos porque unidos somos más.
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os argentinos estamos llamados a ser protagonistas de un momento histórico único e irrepetible: la conmemoración del Bicentenario del nacimiento de la Argentina como país libre e independiente. La historia nos puso en este tiempo privilegiado: tenemos el desafío, como generación del Bicentenario, de estar a la altura de la historia para transformar el desafío en oportunidad y la oportunidad en acción. Hoy como ayer, podemos hacer del Bicentenario un punto de partida. El mundo ha cambiado, se ha vuelto global y funciona en red. Nuestra tarea colectiva es pensar y hacer la Argentina del siglo XXI pujante, integrada, creativa, equitativa y federal: una Argentina global y local a la vez. En el mundo global, la independencia se ha vuelto interdependencia porque el desarrollo se apoya en las relaciones, y en la integración plena y competitiva con el mundo. Para integrarnos al mundo, debemos antes integrarnos como país en términos federales, sociales y culturales. Esta integración implica igualdad de oportunidades y una Argentina con lugar para todos. El Congreso de 1816 se hizo en Tucumán, en “el interior del interior”, como símbolo de la voluntad de crear un país equitativo en el desarrollo de sus regiones. Este desafío sigue vigente pues el fortalecimiento de las autonomías y de las economías regionales ocupa un lugar central en la agenda del desarrollo argentino. El Bicentenario como punto de partida implica edificar sobre nuestros sólidos cimientos; construir desde lo construido; mirar hacia atrás para caminar hacia adelante y transformar el legado en acción. Hoy como hace 200 años, Tucumán es epicentro de un “momento bisagra” en nuestra historia.
La provincia donde nació la patria fue también cuna de nuestra Constitución, ley de leyes y cuerpo doctrinario de la Nación. La pluma del tucumano Alberdi escribió la arquitectura de la Argentina moderna. Los pilares de esa estructura, decía, son el Estado, la sociedad y el mundo. La fórmula mantiene su actualidad, y nos invita a pensar el desarrollo a partir del trabajo sinérgico y mancomunado entre lo público, lo privado y lo internacional. En este homenaje de la Federación Económica de Tucumán (FET) y de la Fundafet al Bicentenario, esa fórmula cobra doble valor, pues la FET simboliza y nuclea al sector privado pujante y emprendedor del Norte argentino, que, de modo articulado con el Estado, puede proyectarnos al mundo y motorizar el crecimiento con equidad. Nuestros empresarios e industriales son sinónimo de desarrollo local, capital social y proyección global. El siglo XXI requiere la plena integración público-privada y la llegada al mundo tanto de nuestra producción material como de nuestros bienes culturales y tecnológicos. Una nación es más que un país: es el vínculo intangible y a la vez indeleble que nace de anhelar un futuro en común. El futuro nos une y nos hace nación. El Bicentenario es futuro y es nación; es la comunidad del Tricentenario; la historia en movimiento; la que construimos día a día con nuestro trabajo; la Argentina de quienes estuvieron y ya no están, de quienes estamos hoy y un día no estaremos, y, sobre todo, de quienes estarán y aún no están.
JUAN LUIS MANZUR GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE TUCUMÁN
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Vista del frente de la Casa de Gobierno. ENTE TUCUMÁN TURISMO
EL FUTURO NOS UNE Y NOS HACE NACIÓN
NUESTRA CIUDAD, C U N A D E L I B E RTA D E S
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l Bicentenario de la Independencia abre e instala una pausa que permite revivir los momentos fundacionales de la Nación y el papel que desempeñó el pueblo tucumano. Desde el inicio del proceso, la ciudad se sumó con coraje y determinación a la causa. El Cabildo asumió la dirección del proyecto mediante el voto del vecino. La participación política le dio sustentación sólida a la apuesta del Cabildo. El apoyo a Belgrano y a su ejército en la Batalla del 24 de Septiembre de 1812 mostró ese estado de ánimo. El director supremo Gervasio Antonio Posadas creó la provincia de Tucumán y designó a Bernabé Aráoz como su primer gobernador. La celebración del Congreso de 1816 cerró la etapa. Así fue como San Miguel de Tucumán pasó a la historia como cuna de libertades y forjadora de ciudadanos responsables del destino colectivo. Con la organización constitucional, Tucumán respondió a los nuevos desafíos con respuestas innovadoras. La industrialización
del azúcar, la llegada del ferrocarril y la obra educadora del Gobierno nacional abrieron horizontes. Avellaneda y Roca, dos presidentes clave para consolidar el Estado, beneficiaron a Tucumán. La república conservadora tuvo la excepcional Generación del Centenario que concretó obras y fundó instituciones que hoy veneran los tucumanos. Ernesto Padilla, figura notable, celebró con dignidad el Centenario de la emancipación. A 200 años de la Independencia y con una república legitimada democráticamente, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán anhela plasmar en realidad la autonomía consagrada constitucionalmente. Y en ese afán se compromete a depositar sus mejores esfuerzos institucionales.
GERMÁN ENRIQUE ALFARO INTENDENTE DE LA CIUDAD
Monumento del Bicentenario. JAVIER ZEVI
DE SAN MIGUEL DE TUCUMÁN
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IDEAS INSPIRADORAS PA R A E L T R I C E N T E N A R I O PEDRO CÉSAR OMODEO (h)
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esulta extremadamente difícil analizar en perspectiva lo ocurrido en los últimos 200 años en el país y en Tucumán. Es por ello que es imposible soslayar los artículos escritos por plumas destacadas del ámbito de la filosofía, de la historia, de la sociología, de la geopolítica o del periodismo de opinión. Son pensamientos sobre realidades objetivas aunque con las subjetividades propias de sus formaciones, vivencias e “internalidades”. Sin duda se trata de miradas comprometidas con los hechos del pasado y sus consecuencias para la próxima centuria. De estos artículos se desprenden sensaciones encontradas; dudas profundas y conflictos irresolutos sobre los primeros dos siglos de nuestra nación con finales abiertos, que obviamente serán el resultado de las conductas que asumamos en adelante. El Libro del Bicentenario de la Federación Económica de Tucumán (FET) tiene, entre otros, los ambiciosos objetivos de enriquecer a las generaciones futuras y de influir en las decisiones que estas deban tomar. Me propongo plasmar las acciones o proyectos necesarios para el desarrollo económico sustentable de una región inmersa en un mundo invadido por la ciencia y la tecnología cuyas fronteras están en permanente expansión. Si no nos adecuamos a los nuevos requerimientos de los ciudadanos-consumidores, provocaremos el crac de nuestras inversiones y sociedad, en la medida en que el crecimiento de un sector no es tal si no va acompañado del bienestar sostenido de los habitantes de la comunidad. Para “proyectarnos” siempre es conveniente mirar los sucesos pasados sin descontextualizarlos. Se trata de evitar
QUIÉNES SOMOS Y DE DÓNDE PARTIMOS Los hechos protagonizados por el Ejército del Norte el 24 de Septiembre de 1812, en el Campo de las Carreras, conocidos por la historiografía como la Batalla de Tucumán, no tuvieron a Manuel Belgrano como único protagonista. La decisión de Belgrano, que se encontraba en retirada hacia Córdoba, de “dar pelea” y de no entregar el actual Norte argentino a los designios del Virreinato del Perú fue el resultado de la propuesta realizada por el entonces gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, junto a otros provincianos. Las milicias integradas por más de 1.200 peones y estancieros de la región en definitiva engrosaron las filas del ejército patriota. Este hito histórico marcó a fuego nuestra idiosincrasia y llevó a Bernabé Aráoz a enfrentar el centralismo porteño incluso con la constitución en 1820, y por muy corto tiempo, de la República Federal del Tucumán, cuyos límites territoriales conformaban las actuales provincias de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. No es casual que un tucumano como Marco Avellaneda, el Mártir de Metán, fuese decapitado por oponerse al caudillo porteño Juan Manuel de Rosas en 1841. Su cabeza se exhibió como escarmiento al resto de la población en la plaza principal de Tucumán (un monolito recuerda ese hecho).
PEDRO CÉSAR OMODEO (h) Contador público nacional, presidente de la Federación Económica de Tucumán, y empresario citrícola y de la construcción. Desempeñó diversos
la Municipalidad de San Miguel de Tucumán; vicepresidente del Banco Municipal de Tucumán; presidente de la Nueva Bolsa de Comercio de Tucumán; director de la Estación
cargos públicos y privados, entre otros: presidente de la Cámara Tucumana de la Construcción; secretario general de la Asociación Tucumana del Citrus; secretario de Hacienda de
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Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, y ex docente de la Universidad Nacional de Tucumán y de la Universidad Católica de Santiago del Estero.
Fachada de la sede de la FET. SOLANA PEÑA
las extrapolaciones erróneas, y de analizar cuáles fueron los aciertos, cuáles fueron los errores y, finalmente, qué acciones impulsaremos en el futuro para obtener los resultados buscados.
Su hijo Nicolás Avellaneda, elegido años después presidente de los argentinos (1874), y su ministro de Guerra, Julio Argentino Roca, otro coterráneo y posteriormente dos veces presidente (1880-1886 y 1898-1904), integraron la Generación del 80 que dinamizó y modernizó la Argentina a partir de tres ejes fundamentales: el ordenamiento jurídico (el Código Civil de Vélez Sarsfield de 1871); la territorialidad (la Conquista del Desierto a partir de 1878) y la federalización de la Ciudad de Buenos Aires (Capital Federal del país desde 1880). A este análisis no se le escapa el aporte de otro tucumano brillante, Juan Bautista Alberdi, al diseño institucional argentino. La obra “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” inspiró la redacción de nuestra Constitución Nacional. Alberdi (sus restos momificados descansan en la Casa de Gobierno) afirmaba que educar y poblar eran las premisas básicas de una nación, con el convencimiento de que la riqueza de un país o región no está sustentada solamente por sus recursos naturales, sino también por la inversión en capital físico y humano, y por el trabajo de sus habitantes. Esta receta posibilitó que, entre fines del siglo XIX y la primera década del siglo XX, Argentina ocupara el séptimo puesto entre las naciones desarrolladas del mundo. Tucumán no resultó ajena a los desafíos de fines del siglo XIX. La provincia desarrolló la primera industria pesada de la Argentina: la industria nacional conmemora su efeméride el 2 de septiembre en reconocimiento a la primera exportación a Brasil ejecutada tal día de 1587. Los productos exportados viajaron desde el Norte hasta el puerto de Buenos Aires: ya en la época colonial, nuestra región lucía un perfil innovador. Durante la celebración del Centenario de la Independencia se creó la primera Universidad del Norte Argentino posteriormente convertida en Universidad Nacional de Tucu-
mán por iniciativa de Juan B. Terán, con el lema “pedes in terra ad sidera visus”, es decir, con los pies en el suelo y la mirada en el cielo. También se fundó el primer centro del conocimiento y desarrollo productivo del interior del país: la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC). Las comunidades españolas, italianas, judías y sirio-libanesas contribuyeron notablemente al desarrollo comercial y social en los albores del Centenario. Los inmigrantes y sus hijos honraron la cultura del esfuerzo y del trabajo que constituyó una clase media pujante, con clara conciencia sobre la necesidad de educación y de formación profesional de las generaciones futuras. En cuanto a la faz académica, cabe recordar que, durante la Segunda Guerra Mundial y después de ella, brillantes profesionales europeos del mundo de las letras, de la ingeniería y de otras disciplinas potenciaron las cualidades de una universidad pujante, que se propuso desarrollar no sólo el conocimiento sino también planificar, por iniciativa del rector Horacio Descole, una ciudad universitaria, con grandes áreas de reserva ecológica en la cima del cerro San Javier, y un funicular que vinculase el pedemonte entre los 450 y los 900 metros sobre el nivel del mar. Esta obra inconclusa a la fecha cuenta con una estructura de hormigón armado de seis niveles: es un monumento a lo que pudo haber sido y no fue como consecuencia de quienes olvidaron el destino al que habían sido llamados. ¿Cuáles fueron los motivos de esos desaciertos? Algunos los atribuirán a las permanentes irrupciones de golpes de Estado en una provincia tradicionalmente peronista, con una clase trabajadora muy activa cuyo sector azucarero fue pionero en el movimiento sindical. Esta situación llevó al Gobierno nacional a postergar la provincia, y a la gran crisis del año 1966, que determinó la emigración de entre 200.000 y 300.000 tucumanos, y la disminución abrupta 16
del producto bruto geográfico. Por qué no decirlo, Tucumán también sufrió la falta de planificación pública y privada: los motivos enunciados y movimientos ideológicos de los años 70, como el Tucumanazo y la instalación de la guerrilla, afectaron a la dirigencia. La consecuencia de todo ello fue la parálisis del desarrollo institucional de una provincia considerada el centro económico y cultural del Noroeste argentino. Hasta la fecha, los impactos descritos no fueron revertidos.
Económica se expresó incluso cuando pocos se animaban a manifestar abiertamente los conflictos. Democráticos o no, los gobiernos desatendieron su obligación de establecer políticas de estabilización y “reglas claras” para la dinamización de la economía. Uno de los mayores escollos que tuvo que enfrentar el empresariado fue la “competencia desleal”, a partir del surgimiento del mercado informal y de intervencionismos del sector público mediante la implementación de impuestos distorsivos o confiscatorios carentes de incentivos adecuados para el crecimiento. Esas realidades diversas golpearon a las más de 50 cámaras de empresas que integran la FET, y que en su seno se agrupan en tres ramas: producción, industria, y comercio y servicios. No todo fue estéril, pero en muchas oportunidades nos quedamos a mitad del camino. Nos faltó mirada crítica y constructiva, y perspectiva de futuro. Los nuevos directivos deben asumir, más que nunca, un rol protagónico fundado en dos bases centrales: representatividad genuina del empresariado de nuestra región y capacidad para conducir los procesos de cambio que demanda la economía moderna.
ACCIONES Y REFLEXIONES DEL BICENTENARIO En abril de 1953 y durante un momento socioeconómico adverso, empresarios de la provincia fundaron la FET. Desde su creación y hasta el presente, la entidad desarrolló sus actividades y objetivos en medio de las dificultades provocadas por los grandes períodos de crisis y de gobiernos de facto. El mayor yerro de nuestra historia quizás haya sido concentrar demasiadas energías en la atención de las urgencias, en desmedro de la labor orientada a exigir propuestas de mediano y largo plazo. La defensa gremial empresaria priorizó la discusión sobre leyes de coyuntura en el afán de impedir medidas de excepción teñidas de corrupción o, como mínimo, de favoritismo, sin posibilidad de defensa en unos fueros judiciales intensamente condicionados por los gobiernos de turno. El poder político buscó en forma permanente la debilidad de las instituciones públicas y privadas. Se impuso el corto plazo y una mirada poco ambiciosa: ambas circunstancias atentaron contra el crecimiento de las potencialidades de una región próspera a comienzos del siglo XX. Con el objeto de defender los intereses gremiales empresarios, la FET tuvo que explicitar posiciones firmes y reclamar límites. Junto a sus cámaras socias, muchas veces incómoda, en diálogos sordos y bajo presión, la Federación
EXPECTATIVAS Y PROPUESTAS El gran desafío de la FET consiste en dotar nuevamente al Norte de ese crecimiento armónico, con planificaciones de mediano y largo plazo generadas por los distintos sectores de la comunidad. Urge crear las condiciones y los incentivos correctos, y salir de la lógica que alimenta un Estado desproporcionado, que inyecta subsidios y dádivas efímeros, e impiden el aprovechamiento de las ventajas competitivas de Tucumán. Hay que emprender sin más demora las obras de infraestructura básica para la generación de energía renovables; para la conectividad terrestre, ferroviaria y aé rea que exige la comercialización de nuestros productos, y para dar ma17
Los lapachos en flor: una postal del septiembre tucumano. FEDERICO LANATI
yor valor agregado a la producción local. Debemos generar las condiciones de inversión mediante profundas reformas políticas fiscales que permitan resolver las asimetrías regionales. Hemos llegado al Bicentenario entre las jurisdicciones con mayor presión tributaria del país. Los beneficiarios finales de las mejoras en la competitividad de nuestros productos y servicios serán los habitantes de la región. Se impone preparar y abrir las rutas adecuadas para la exportación por medio de los puertos pluviales del Este, pero, sobre todo, de salidas al Pacífico. El 70% de la economía mundial aguarda del otro lado de los Andes: se trata de los grandes consumidores del Sudeste asiático, de China y de la costa oeste del continente americano. El mundo que encontraremos en los próximos años no será ni remotamente parecido al actual. En ese mundo futuro no se hablará ya de estados provinciales versus estados nacionales ni de países ni de bloques, sino de ecosistemas públicos-privados interregionales definidos por la competitividad y la sustentabilidad. En esos nuevos actores predominarán las telecomunicaciones, la información y la tecnología. Habrá descubrimientos y profesiones que hoy no imaginamos, y experiencias insospechadas de los beneficios de la nanotecnología, la bioeconomía y las energías renovables. Las estructuraciones políticas cambiarán en función de las necesidades de saltos estratégicos de posicionamiento de los nuevos modelos y mercados por desarrollar. Este futuro generará sin dudas mayores intercambios con extranjeros, que potenciarán nuestra economía. Tal situación no fue considerada por los gobernantes de las últimas décadas: hacen falta vuelos internacionales, autopistas y transporte público de calidad. ¿Por qué no trenes urbanos que conecten el pedemonte en sentido Este-Oeste y el Norte y el Sur del área metropolitana, donde se concentrará el 70% de la población de Tucumán? Precisamos asimismo de un centro de convenciones; de nodos logísticos; de instituciones para el desarrollo de investigaciones aplicadas; de parques
industriales; de circuitos turísticos; de un estadio único y del centro de alto rendimiento deportivo de altura. Si estas inversiones en equipamiento y capital humano no se concretan, la región no podrá salir de su estado de frustración. Es imperativo que los gobernantes y todo el sector público, y las entidades intermedias tomen conciencia sobre la necesidad de comprometerse en pos de los objetivos mencionados. Si los líderes asumen que hay que actuar para lograr los valores consensuados, la totalidad de los ciudadanos se sumará al cambio. Tucumán está ubicada en una región con características privilegiadas en el contexto nacional. Su territorio presenta más de 17 microclimas, y una gran diversidad geográfica y urbana: desde llanuras a valles de altura y ciudades con gran densidad demográfica. Con los estímulos apropiados para la investigación aplicada, nuestras universidades y centros del conocimiento pueden generar un “banco de pruebas” para el desenvolvimiento de actividades agroindustriales que posibiliten el crecimiento de los servicios, de la vida cultural y de las condiciones socioeconómicas. Esta experimentación innovadora, con tecnologías de última generación y, sobre todo, con sistemas inteligentes de medición y grados avanzados de automatismo, debe aspirar al desarrollo sostenible y sustentable. Los tiempos que corren hacia el Tricentenario exigen hacer realidad la prédica ambiental. Invitamos a nuestros lectores a recorrer las páginas de “Tucumán Bicentenario”, y a detenerse en las imágenes e ideas que conciten su atención. Rescaten la búsqueda de calidad que habita en esta obra y hagan caso omiso a las falencias o inexactitudes que involuntariamente pudieran deslizarse. Hemos procurado plasmar la impronta y la mística de la FET en un libro conmemorativo del Bicentenario de la Declaración de la Independencia con las ansias de superación y los ideales que distinguen a los empresarios de nuestra provincia. Si logramos inspirar a los constructores del Tricentenario, este proyecto habrá cumplido su cometido. 18
HITOS DE LA CONFORMACIÓN DE NUESTRA SOCIEDAD
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Homenaje al Bicentenario en El Infiernillo, entre Tafí y Amaicha del Valle. FEDERICO LANATI
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oscientos años contienen infinitas alternativas históricas. De ese entramado de caminos posibles, explorados y no, proviene la sociedad que celebra el Bicentenario de la Independencia. La Declaración de los representantes de las Provincias Unidas en 1816 fue el punto de partida para la organización de una nación. Esa búsqueda de autodeterminación supuso el enfrentamiento de guerras prolongadas, primero, contra el enemigo colonialista y, después, entre las fuerzas internas que pugnaban por proyectos de país divergentes. Las diferencias dilataron la constitución de reglas básicas de convivencia y de reparto de poder hasta 1853: a partir de entonces, Argentina despega. Las décadas subsiguientes dejarán al país a las puertas de un desarrollo comparable con el de naciones que desde hace décadas son potencias mundiales. Pero los retrocesos institucionales del siglo XX, con el golpe de Estado de 1976 y la Guerra de Malvinas como manifestaciones icónicas de esa tendencia regresiva, torcieron el rumbo colectivo hasta situarlo donde se encuentra en el presente, donde por primera vez desde 1938 y sin considerar el interinato de Ramón Castillo (1942-1943), ejerce el Poder Ejecutivo Nacional un presidente constitucional ajeno a los dos grandes movimientos políticos tradicionales, el radicalismo y el peronismo. El Bicentenario ofrece una oportunidad para mirar hacia atrás, por el sólo placer del encuentro con la verdad de los hechos, como proponía el sabio británico Arnold J. Toynbee, para quien lo imprevisible de la conducta humana impide predicciones exactas en lo que a la historia se refiere. Esa imprevisibilidad explica, en parte, la elección de San Miguel de Tucumán, que entonces era poco más que una aldea traumatizada por 180 años de asaltos indígenas, como sede del parlamento que declaró la Independencia. Antes de ello, este territorio apartado del puerto había puesto límite y freno al avance realista en lo que se recuerda como una de las gestas épicas del general Belgrano: la Batalla de Tucumán de 1812. A partir del 9 de Julio de 1816, la provincia transita por un derrotero ascendente que la llevará, de la mano de la Generación del Centenario, a cumplir un rol descollante como faro cultural y educativo del Norte. Ese perfil alto y ambicioso, que coincide con la celebración de los 100 años de la Independencia, sufrió los reveses generales del siglo XX argentino. Un interrogante emerge entre estas luces y sombras inquietantes: ¿será el Bicentenario un punto de inflexión que permita enderezar el proceso de conformación de nuestra sociedad hacia el norte trazado en la época fundacional de la patria?
ARGENTINA: CONSTRUCCIÓN Y DERROTERO DE UNA NACIÓN FLORENCIA GUTIÉRREZ Y LEANDRO LICHTMAJER
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n 1808, tropas francesas al mando de Napoleón Bonaparte invadieron España y tomaron prisionero al rey Fernando VII. La acefalía de la Corona generó una profunda crisis de legitimidad que impactó en los territorios americanos de la monarquía hispana y promovió un proceso de fragmentación, guerras y revoluciones que desembocó en la conformación de nuevas comunidades políticas, desenlace no previsto. A lo largo del siglo XIX complejos procesos llevaron a estas comunidades a convertirse en estados-nación. Los debates sobre la organización política y la construcción de una identidad nacional se convirtieron en ejes inescindibles de una empresa que dio lugar, entre otras, a la Nación Argentina. En el espacio que conformara el Virreinato del Río de la Plata se sucedieron entre 1810 y 1820 seis gobiernos revolucionarios con sede en Buenos Aires. Su principal desafío fue lograr el reconocimiento de los pueblos que componían el territorio para alcanzar una nueva legitimidad, problema cuya resolución se tradujo en sucesivas guerras, y concluyó con la separación de lo que hoy conocemos como Paraguay, Uruguay y Bolivia. Las guerras
implicaron la confrontación entre los ejércitos defensores de los gobiernos revolucionarios y los leales a las autoridades españolas. En este conflictivo escenario, la definición de una forma de gobierno consensuada por los pueblos rioplatenses conllevó una tensión destinada a perdurar: la confrontación entre la idea de soberanía única, defendida por Buenos Aires, y la reivindicación de múltiples soberanías, expresadas en las propuestas de autonomía de los pueblos. Por ejemplo, el Congreso Constituyente de 1816 reunido en Tucumán declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América de la corona española y de toda dominación extranjera, pero fracasó en su intento de organización, mientras las provincias rechazaron la Constitución de 1819 por su carácter centralista. El cuestionamiento y la caída del gobierno central no se hicieron esperar y el resultado fue, desde 1820, la emergencia de Estados provinciales autónomos que se organizaron políticamente, sosteniendo fluidos vínculos recíprocos “merced al sistema de pactos y de ligas regionales ofensivo-defensivas, donde se presentaba la fragmentación como algo provisorio”1. Las expresiones político-militares de
FLORENCIA GUTIÉRREZ Licenciada en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y doctora en Historia por el Colegio de México. Investigadora en el Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT/
LEANDRO LICHTMAJER Licenciado en Historia y doctor en Humanidades de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Investigador y profesor de la cátedra de Historia Argentina (curso especial) de la UNT. Realizó estancias de investigación en
CONICET), profesora de la cátedra de Historia de la Historiografía de la UNT, y directora del proyecto de investigación “Sindicalismo, política y Estado. Tucumán, 1943-1955” financiado por la Secretaría de Ciencia, Arte e Innovación Tecnológica (UNT).
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las universidades de Salamanca y San Pablo. Integró proyectos financiados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; el CONICET y la UNT. Especialista en la historia de los partidos políticos de Tucumán durante el siglo XX.
Tras el retorno de la democracia, el ex presidente Raúl Alfonsín visita los talleres ferroviarios de Tafí Viejo (1984). LA GACETA
La separación de la monarquía es el punto de partida para la formación de un proyecto nacional que aún discute sus líneas maestras. El caudillismo, la tensión del interior con Buenos Aires, el bipartidismo y la oscilación de paradigmas de desarrollo económico aparecen y desaparecen en distintos pasajes de una historia herida por los golpes de Estado. En ese devenir cambiante, la subsistencia del período democrático inaugurado en 1983 se presenta como la gran realización del Bicentenario.
Juan Bautista Alberdi señaló que mientras para Buenos Aires la Revolución de Mayo significó “independencia de España y predominio sobre las provincias”, para estas últimas implicó “separación de España, pero sometimiento a Buenos Aires”.
El postergado y complejo proceso de organización reconoce en la figura de Justo José de Urquiza un punto de inflexión. Su enfrentamiento con Rosas, a quien derrotaría en la Batalla de Caseros, en 1852, allanó el camino para avanzar en el proceso constitucional.
esta situación se plasmaron en la conformación de las ligas “Unitaria del Interior” y “Federal”, y en una guerra civil que perduró con la derrota de la primera en 1831. Por su parte, los fallidos intentos de organización nacional se manifestaron en el rechazo de las provincias a la Constitución de 1826, de tendencia unitaria. Sustentado en la idea de una soberanía única e indivisible, el proyecto impulsaba la organización de un Estado central que, con sede en Buenos Aires, avanzaba sobre las autonomías provinciales. La disolución del poder central también expresó un sensible problema económico, inescindible de la política: la administración de los recursos de la Aduana de Buenos Aires. Valiéndose de su autonomía, esta provincia intentó controlar los ingresos aduaneros de manera exclusiva. Por su parte, las provincias del litoral reclamaron la libre navegación de los ríos, a fin de acceder al comercio de ultramar, y todas exigieron a Buenos Aires participación en el cobro de los impuestos de importación. Juan Bautista Alberdi sintetizó esta tensión al señalar que mientras para Buenos Aires la Revolución de Mayo significó “independencia de España y predominio sobre las provincias”, para estas últimas implicó “separación de España, pero sometimiento a Buenos Aires”. En este contexto, los caudillos encarnaron “el desconocimiento de la autoridad soberana y suprema que el pueblo de Buenos Aires quiso asumir sobre los otros pueblos de la Nación Argentina”2.
negativa de Rosas a convocar un Congreso Constituyente, situación que le permitía a Buenos Aires controlar la Confederación sin renunciar a su autonomía, signó la vida política hasta 1852. “Ser ciudad rectora sin pagar el costo de ser capital y evitar repartir los recursos que podía usar la provincia para su único provecho fueron datos insoslayables a la hora de discutir una organización nacional”3. El postergado y complejo proceso de organización reconoce en la figura de Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, un punto de inflexión. Su enfrentamiento con Rosas, a quien derrotaría en la batalla de Caseros, en febrero de 1852, allanó el camino para avanzar en el proceso constitucional. Hasta esa fecha, “los territorios que habrían de conformar la Argentina no eran ni un Estado unificado ni una entidad política con un gobierno general y menos una nación”4. El Acuerdo de San Nicolás, firmado en mayo de 1852 por los gobernadores, fue la antesala del debate sobre la organización política de la Confederación. El Acuerdo convocaba a un Congreso Constituyente conformado por dos diputados por provincia, delegaba a Urquiza el manejo de las relaciones exteriores, y declaraba la libre navegación de los ríos y la nacionalización de las aduanas. El menoscabo a los tradicionales privilegios económicos y políticos de Buenos Aires implicó el rechazo del Acuerdo por la Legislatura de esa provincia, quedando en evidencia que si esta no podía “imponer su hegemonía al proyecto de unidad”, la secesión era el “único camino”5. La división se materializó en septiembre de 1852 y dio lugar a la formación de dos estados independientes: la Confederación y Buenos Aires. En mayo de 1853 los diputados de la Confederación promulgaron una Constitución de carácter representativo, republicano y federal que avanzó sobre dos temas sensibles: la nacionalización de las aduanas y la federalización de Buenos Aires, provincia que sancionó, un año más tarde, su propia
LAS DISPUTAS POR LA ORGANIZACIÓN NACIONAL (1829-1862) El ascenso y consolidación de Juan Manuel de Rosas como gobernador de Buenos Aires, entre 1829 y 1835, postergó una vez más la organización nacional. El triunfo federal condujo a la formación de una Confederación, que preservó la soberanía de las provincias pero delegó en Buenos Aires la representación de las relaciones exteriores. La 26
El triunfo de la Batalla de Pavón (1861) en Buenos Aires, liderado por Bartolomé Mitre, sobre la Confederación comandada por Urquiza, implicó la avanzada de las tropas porteñas sobre las provincias, y la marginación y exclusión de los grupos federales.
A la presidencia de Mitre le sucedieron las de Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880), etapa signada por el crecimiento del Estado-nación, y la incorporación de las élites políticas provinciales mediante múltiples mecanismos de consenso, coacción y negociación.
El desafío de construir una administración de alcance nacional suponía avanzar en términos de unificación territorial y consolidación de un mercado que lograra superar los particularismos provinciales. Esta empresa demandó acciones múltiples y convergentes. Por un lado, la nacionalización de las aduanas; el avance y expansión de una red de comunicación y transporte en manos del Estado, y la búsqueda de uniformidad jurídica a través de la sanción de los códigos nacionales de Comercio, Civil y Penal. Por otro lado, la organización del Ejército nacional –favorecida por la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870)–; la demarcación de los límites internacionales y la expansión de la frontera interior –incluyendo la incorporación de la Patagonia al territorio nacional a costa del sometimiento y destrucción de los pueblos indígenas. No menos importante fue la articulación de un conjunto de valores y referentes simbólicos capaces de forjar una identidad nacional, que vio en la expansión del sistema de educación pública un decisivo impulsor. Sin embargo, hacia 1880 la “cuestión capital” era aún un problema por resolver. En 1879, la Liga de Gobernadores, que encarnaba el acuerdo entre los mandatarios del interior, proclamó la candidatura presidencial del tucumano Julio A. Roca, partidario de la federalización. Carlos Tejedor, su contrincante porteño, rechazaba el proyecto. El triunfo electoral de Roca fue impugnado por Tejedor, quien movilizó a las milicias provinciales en contra del Ejército nacional. El triunfo del poder central obligó a Buenos Aires a ceder su capital a la nación. Así concluía un problema que se había prolongado tres décadas.
Constitución. Las relaciones entre ambas entidades políticas fueron sin duda conflictivas. La disparidad de recursos económicos, las tensiones entre federales y unitarios-liberales, los asesinatos políticos y las rebeliones internas marcaron la dinámica de esta etapa, que reconoce en la batalla de Pavón (1861) un momento decisivo. El triunfo militar de Buenos Aires, liderado por Bartolomé Mitre, sobre la Confederación, comandada por Urquiza, implicó la avanzada de las tropas porteñas sobre las provincias, y la marginación y exclusión de los grupos federales. LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO (1862-1880) Tras vencer en Pavón, Mitre fue elegido presidente constitucional (1862-1868). Su gobierno debió enfrentar la desconfianza de las provincias, acostumbradas a los avances de Buenos Aires sobre sus autonomías. El arraigo del federalismo fue defendido por los caudillos pero finalmente socavado por las tropas nacionales y los aliados mitristas en el interior. Las rebeliones de los caudillos Ángel Peñaloza y Felipe Varela fueron sofocadas por las autoridades nacionales, que progresivamente controlaron las provincias. Esto marcó el fin de la resistencia federal y de las montoneras. Mitre también tuvo que hacer frente a los autonomistas porteños, quienes, liderados por Adolfo Alsina, se resistían a la federalización de Buenos Aires. A la presidencia de Mitre le sucedieron las de Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880), etapa signada por el crecimiento sustantivo del Estado-nación, y la incorporación de las élites políticas provinciales mediante múltiples mecanismos de consenso, coacción y negociación. En este sentido, los organismos creados por el gobierno central implicaron el avance del “Estado nacional en las provincias y su capacidad de control de las cambiantes situaciones políticas”6.
PROGRESO ECONÓMICO Y ORDEN POLÍTICO CONSERVADOR (1880-1916) La llegada de Roca a la presidencia (1880-1886) implicó el inicio de una etapa caracterizada por la consolidación del Estado-nación y la expansión económica. En clave polí27
En 1879, la Liga de Gobernadores, que encarnaba el acuerdo entre los mandatarios del interior del país, proclamó la candidatura presidencial del tucumano Julio A. Roca, quien era partidario de la federalización de Buenos Aires.
tica, el Partido Autonomista Nacional (PAN) administró el país hasta la llegada del radicalismo al poder en 1916. El control del poder en manos de un grupo reducido llevó a caracterizar a esta etapa como régimen oligárquico o conservador. La política del PAN, sustentada en la alianza con los gobernadores, implicó la articulación de un precario y renovado equilibrio con las provincias, que suponía combinar la satisfacción de sus demandas con el fortalecimiento del poder central. La avanzada estatal tuvo aristas múltiples y complementarias: entre otras, el mayor control de las situaciones provinciales mediante la facultad de intervención federal; la profundización del control territorial a partir de la ocupación de la Patagonia y el Chaco, y la extensión de la red de ferroviaria; el avance del Estado en detrimento de la Iglesia con la promulgación de las leyes de Registro Civil (1884), Matrimonio Civil (1888) y la Ley 1.420 (1884), que estableció la educación laica, gratuita y obligatoria hasta los 14 años. En términos económicos, el país asistió a la consolidación del modelo agro-exportador o de crecimiento hacia afuera, cimentado en la producción de carne y cereales destinados al mercado exterior. Esta transformación generó, a su vez, el florecimiento de economías regionales, tales como la producción azucarera en el Noroeste y la vitivinícola en la zona de Cuyo, orientadas a satisfacer la demanda interna. La inserción de Argentina en el sistema capitalista mundial supuso un rol activo del Estado nacional, que actuó para facilitar este modelo económico, y una fuerte participación de capitales británicos expresada en las inversiones ferroviarias y el crédito externo. La acelerada expansión económica implicó una mayor demanda de mano de obra, que alentó sustancialmente la inmigración, sobre todo española e italiana. La bonanza económica y la hegemonía política encontraron un freno hacia 1890, cuando el proceso de expansión se contrajo y la oposición puso en marcha una revolución,
liderada por la Unión Cívica (UC), que forzó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman (1886-1890). En ese contexto de crisis se reconfiguró el mapa político argentino a raíz de la fundación de nuevos partidos, destacándose la Unión Cívica Radical (1891). Liderada por Leandro Alem y más tarde por Hipólito Yrigoyen, la UCR se definió como la “causa” opositora a la corrupción del régimen del PAN. Su estrategia, inscrita en la abstención revolucionaria, supuso la negativa a participar en las elecciones y la organización de revoluciones para derrocar al gobierno (1893 y 1905). Asimismo, la contracara del progreso material se expresó en la emergencia de la “cuestión social”, que articulaba los problemas de salud, vivienda y conflictividad laboral derivados de las transformaciones económicas. La irrupción del socialismo, el anarquismo y el sindicalismo revolucionario, tendencias que proliferaron entre los trabajadores, agudizaron los cuestionamientos al régimen político y fortalecieron a la clase trabajadora, que se movilizó en procura de mejores condiciones socio-laborales. A pesar de estos desafíos, la hegemonía política conservadora se mantuvo, no sin dificultades, hasta 1916. LA APERTURA DEMOCRÁTICA: LOS GOBIERNOS RADICALES (1916-1930) En la Argentina de principios del siglo XX podía reconocerse una sociedad pujante, cosmopolita y desigual, en la que el impacto de la inserción de su economía en el orden capitalista mundial signó el ritmo de la modernización productiva. En la esfera política, uno de los temas fundamentales fue la ampliación de las bases del sistema electoral, cuya resolución terminó erosionando al orden conservador. A partir de la década de 1910 se aceleró el tránsito hacia una sociedad de masas, proceso que modificó la estructura social, las costumbres y las formas de hacer política en Argentina. La reforma electoral de 1912 procuró la expansión de
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Monumento a Alberdi, de Lola Mora, en la plaza homónima.
La reforma de 1912 procuró la expansión de las bases de legitimidad al incorporar el carácter secreto y obligatorio del voto masculino, y otorgar un rol protagónico a los partidos, engranajes clave en la comunidad política imaginada por Roque Sáenz Peña (1910-1914).
Una consecuencia no prevista de la reforma electoral fue el acceso de la Unión Cívica Radical al gobierno nacional desde 1916 hasta su derrocamiento en 1930. Bajo la tutela de Hipólito Yrigoyen, la UCR consolidó una aceitada maquinaria política.
Marcelo T. de Alvear (1922-1928) contribuyó al arraigo electoral de la UCR, que condensaba algunas expectativas de las capas medias, y de los sectores populares urbanos y rurales. Se trataba de actores de relevancia creciente en la vida política y socio-cultural.
las bases de legitimidad del régimen conservador al incorporar el carácter secreto y obligatorio del voto masculino, y otorgar un rol protagónico a los partidos, engranajes clave en la comunidad política imaginada por el presidente Roque Sáenz Peña (1910-1914) y los reformistas liberales. La nueva ley proyectó un horizonte general que signó, a pesar de sucesivos embates, el derrotero político argentino: el voto individual como instrumento de expresión de la soberanía popular. Una consecuencia no prevista de la reforma electoral fue el acceso de la Unión Cívica Radical al gobierno nacional, posición que mantuvo desde 1916 hasta su derrocamiento en 1930. Ciertamente, el radicalismo atravesó con destreza el proceso de apertura democrática en contraste con un conservadurismo incapaz de consolidar una organización política de alcance nacional y capitalizar el ensanchamiento de la participación ciudadana. Bajo la tutela de Hipólito Yrigoyen, líder del partido desde comienzos de siglo, la UCR consolidó una aceitada maquinaria política que logró una amplia expansión territorial, a partir de la alianza con heterogéneos grupos provinciales, y la articulación de una identidad partidaria cargada de un fuerte componente ético que cuestionó al “régimen oligárquico”. En contraste, los conservadores se arrogaron la defensa de la tradición, la custodia de una moral asociada al mérito y la exaltación del gobierno de “los mejores” frente a lo que, en sus versiones más virulentas, se calificaba como la “tiranía del número” de la “chusma radical”7. Esta disputa político-ideológica modeló una trayectoria beligerante entre la oposición y el gobierno, que también debió enfrentar una fuerte conflictividad en el seno del partido radical, atravesado por las divisiones internas. Los sucesivos triunfos electorales permitieron a la UCR mantenerse en el poder durante los mandatos de Yrigoyen (1916-1922; 1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928).
Su arraigo electoral condensaba algunas expectativas de las capas medias, y de los sectores populares urbanos y rurales. Se trataba de actores de relevancia creciente en la vida política y socio-cultural de una Argentina atravesada por la inmigración masiva; la expansión agropecuaria; la moderada expansión industrial; el crecimiento del sector económico terciario y la ampliación de la burocracia estatal. En ese marco, el sostenido proceso de movilidad social, apuntalado por un sistema educativo inclusivo, generó oportunidades para que las segundas generaciones de inmigrantes se incorporaran a la comunidad nacional, sin abandonar sus marcas de origen. Expresión de este clima fue la Reforma Universitaria (1918), movimiento estudiantil que expresó, en el ámbito de la educación, los cambios sociales que acompañaron al ascenso del radicalismo. El proceso reformista, apoyado por el gobierno de Yrigoyen, implicó un proceso de democratización de la enseñanza superior que tuvo amplias repercusiones continentales y signó la trayectoria de la educación universitaria argentina hasta nuestros días. Por su parte, la relación del gobierno radical con los trabajadores atravesó diferentes ciclos, alternando la promulgación de leyes obreras, y el arbitraje en los conflictos entre el capital y el trabajo con una faz represiva, visible durante el primer gobierno de Yrigoyen. En el campo económico podemos señalar líneas de continuidad entre los gobiernos radicales y los conservadores, sobre todo, por la vigencia del modelo agro-exportador. Ese crecimiento hacia afuera continuó hasta 1930, pese a los cimbronazos provocados por la Primera Guerra Mundial, que paralizó coyunturalmente el comercio internacional, y a los indicios que señalaban el reemplazo de Gran Bretaña como potencia económica internacional por los Estados Unidos, proceso que impactó de manera directa en la inserción de Argentina en el mercado mundial. 30
Desfile del Centenario de la Independencia en Buenos Aires.
Abajo: el 9 de julio de 1916, en las escalinatas de la Casa de Gobierno, el gobernador de Tucumán, Ernesto Padilla, y el ministro de Instrucción Pública de la Nación, Carlos Saavedra Lamas, con gobernadores y legisladores. LA GACETA
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TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y MANIPULACIÓN ELECTORAL (1930-1943) Debilitado por la crisis económica internacional, la intensificación del conflicto social y la enconada oposición político-corporativa a su figura, Yrigoyen fue desplazado del gobierno en septiembre de 1930, tras solo dos años de un holgado triunfo electoral. El quiebre del orden constitucional inició un ciclo caracterizado por la intervención directa de los militares en la política. Entre 1930 y 1976 se produjeron cinco golpes de Estado, y las Fuerzas Armadas ejercieron una presión recurrente sobre los gobiernos civiles, dinámica que signó la historia argentina durante décadas. La dictadura de José Félix Uriburu (1930-1932) tuvo como protagonistas a los sectores civiles y militares más intransigentes de la derecha nacionalista y el conservadurismo, quienes intentaron, sin éxito, reemplazar el sistema de representación política delineado por la ley Sáenz Peña por un modelo corporativista. Por su parte, el fuerte arraigo popular de la UCR llevó al gobierno a obstaculizar su participación en los comicios y a perseguir a su dirigencia, a lo que el radicalismo respondió con la abstención electoral, estrategia que algunos sectores del yrigoyenismo acompañaron con levantamientos armados, como vía de impugnación al régimen. Tras una victoria electoral teñida por dichas circunstancias, en 1932 asumió la presidencia el general Agustín P. Justo (1932-1938), de filiación radical antiyrigoyenista. Hasta su deceso en enero de 1943, Justo fue una figura central del tablero del poder al liderar la Concordancia, coalición de conservadores, socialistas y radicales que apuntaló su llegada al gobierno y proveyó el sostén político a su figura. A través de un control fraudulento de los comicios, la Concordancia neutralizó la competencia electoral que la UCR entabló desde 1934, tras levantar la abstención. Estas
prácticas le permitieron ungir la fórmula presidencial Roberto M. Ortiz-Ramón Castillo (1938-1943). Sin embargo, la crisis de legitimidad derivada de la extensión del fraude, y las divisiones en la coalición gobernante y en las Fuerzas Armadas frente a la posición de neutralidad de Argentina en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) llevaron a la fractura de la Concordancia y el naufragio del proyecto de Justo. El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 puso fin al ciclo político iniciado trece años antes. La necesidad de responder a la crisis económica mundial llevó a los gobiernos de la Concordancia a ensayar, desde mediados de los años 30, una creciente intervención del Estado en la esfera económica con medidas de control financiero y regulación de la producción8. Asimismo, la baja en las exportaciones, la devaluación de la moneda y la caída en el intercambio comercial impulsaron un proceso de industrialización destinado a sustituir bienes importados para un mercado nacional en expansión. El progresivo desarrollo de la industria abrió el debate sobre la profundidad que dicho proceso alcanzaría; su relación con el sector agropecuario, y el rol del Estado y del capital extranjero. En ese sentido, si bien la noción que veía en la industria un motor del desarrollo, de la modernización y, en algunos casos, de la soberanía económica fue suscripta de manera creciente por los partidos, los intelectuales y diferentes sectores de la sociedad, no faltaron las voces disonantes respecto de este punto9. Las transformaciones en la matriz productiva impactaron en las formas de organización y en el estilo de vida de la población. La demanda de mano de obra industrial incentivó las migraciones de las provincias hacia los centros poblacionales de la región pampeana, consolidando el avance de la urbanización, y acentuando los desequilibrios económicos y demográficos regionales. El afianzamiento del proceso de nacionalización de los inmigrantes a través 32
de la escolarización y el servicio militar sentaron las bases de un horizonte identitario común, que se proyectó en la difusión de una cultura de masas. Sin embargo, las crisis económicas recurrentes, la caída del salario real y las políticas favorables a las patronales impactaron en el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores durante los años 30. El correlato de esta situación se expresó en un clima de descontento que robusteció a las organizaciones sindicales socialistas y comunistas, arraigadas entre los asalariados industriales.
los partidos, el vicepresidente buscó posicionarse como el heredero político del gobierno militar. En esta empresa debió enfrentar las resistencias de algunos sectores de las Fuerzas Armadas, las entidades patronales, los partidos tradicionales y los principales medios de prensa, disputa que culminó con el desplazamiento de Perón del gobierno a mediados de octubre de 1945. Las movilizaciones populares en reacción a esta medida sellaron simbólicamente la alianza del vicepresidente con los trabajadores y el nacimiento del movimiento peronista. En febrero de 1946, Perón conquistó la presidencia mediante el voto popular, cargo que, reelección mediante, ocupó hasta 1955, cuando fue derrocado por un golpe de Estado. La década peronista puede dividirse en tres etapas. Entre 1946 y 1948 el gobierno consolidó sus bases de sustento a través de la resolución de los conflictos en el seno del partido oficialista, el afianzamiento de la Confederación General del Trabajo (CGT), las mejoras en las condiciones laborales y la ampliación de derechos políticos a través del voto femenino. La profundización del rol del Estado en la dirección y regulación de la economía aceleró el proceso de transformación de la matriz productiva. El desarrollo industrial se aceleró, apuntalado por una redistribución de los recursos del sector agrícola a la industria y por una política estatal de incentivo al consumo interno. Por otro lado, la nacionalización de los servicios públicos, la estatización del comercio exterior, y el desarrollo de obras de infraestructura y vivienda revelaron los nuevos alcances de la intervención estatal. Entre 1949 y 1952, el gobierno ensayó un cambio de estrategia. La reforma de la Constitución combinó la incorporación de importantes derechos sociales con una modificación de las reglas del juego político que favoreció al oficialismo y habilitó la reelección presidencial. Las dificultades económicas derivadas de la caída en los precios
EXPANSIÓN DE DERECHOS SOCIALES Y DISPUTAS POLÍTICO-CULTURALES: LOS AÑOS PERONISTAS (1943-1955) En el golpe de Estado de junio de 1943, encabezado por el general Pedro Ramírez, predominaban las posiciones nacionalistas, anticomunistas y neutralistas frente a la contienda bélica internacional. Sus primeras medidas tendieron a afianzar un control autoritario de la vida política, visible en la censura a la prensa, la represión a los sindicatos de izquierda y la prohibición de los partidos. Hacia mediados de 1944, el giro favorable a los aliados en la guerra y el fortalecimiento del arco político-asociativo opositor al gobierno provocaron una crisis política que amenazó con poner fin a la experiencia iniciada un año antes. En ese marco surge Juan D. Perón, secretario de Trabajo y Previsión, cuya defensa de un programa industrialista, de fortalecimiento sindical y de mayor intervención estatal en los conflictos entre el capital y el trabajo le brindó notoriedad en los ámbitos militares y gremiales. En julio de 1944, con su designación como vicepresidente, el programa social y económico postulado por Perón encontró cauce dentro del gobierno y robusteció su liderazgo político. A partir de la alianza con miembros de la dirigencia sindical, la Iglesia Católica, el Ejército y 33
La proscripción del partido mayoritario socavó la legitimidad de los gobiernos civiles y militares que se sucedieron a partir de la caída de Perón. El intento más audaz de resolver dicha tensión se vio durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962).
Arturo Illia (1963-1966) gobernó el país en un contexto de marcada inestabilidad política. Su imagen condensó la austeridad y la honestidad con las dificultades para resolver los problemas de la coyuntura. Fue derrocado por las Fuerzas Armadas al mando del general Onganía.
INESTABILIDAD POLÍTICA, CONFLICTIVIDAD SOCIAL Y FLUCTUACIONES ECONÓMICAS (1955-1973) Con el derrocamiento de Perón se abrió un ciclo caracterizado por una fuerte inestabilidad política. Predominaron los gobiernos de facto por sobre las efímeras y débiles experiencias constitucionales. En el lapso entre 1955 y 1973 hubo un total de ocho presidentes, de los cuales cinco fueron militares (Eduardo Lonardi, Pedro E. Aramburu, Juan C. Onganía, Roberto M. Levingston y Alejandro A. Lanusse) y tres civiles (Arturo Frondizi, José M. Guido y Arturo U. Illia). Así, la intervención de las Fuerzas Armadas en el derrotero institucional del país, vigente con intermitencias durante las décadas previas, alcanzó en esta etapa un rol determinante que alternó el control directo del poder con una tutela constante sobre los gobiernos civiles. Las dificultades para alcanzar una fórmula política estable derivaron, principalmente, de la imposibilidad de resolver la contradicción fundante del nuevo orden: la necesidad de dar al peronismo un lugar en el sistema político, y la oposición de los militares y de los sectores económicos dominantes a convalidar el regreso de dicho movimiento al poder. La proscripción del partido mayoritario, cuyo arraigo popular no decayó, socavó la legitimidad de los gobiernos civiles y militares que se sucedieron a partir de la caída de Perón. El intento más audaz de resolver dicha tensión se vio durante el gobierno de Frondizi (1958-1962). A contrapelo de las posiciones del frente cívico-militar antiperonista, que primó durante la autodenominada “Revolución Libertadora”, Frondizi buscó atraer al peronismo hacia su proyecto político, estrategia plasmada en un pacto secreto ante las elecciones presidenciales de 1958. El acuerdo le permitió acceder al poder por amplia mayoría de votos, pero dotó a su gobierno de bases endebles frente a las presiones del peronismo y de las Fuerzas Armadas.
internacionales de los productos primarios, la inflación y la falta de inversiones industriales llevaron al gobierno a moderar la redistribución del ingreso, controlar las protestas obreras, y adoptar medidas destinadas a favorecer al sector agropecuario y mejorar la productividad industrial. Progresivamente, las instituciones y grupos sociales que se oponían a sus planes fueron desplazados de la escena, enrareciendo el clima político. Las tensiones acumuladas hicieron eclosión durante el período 1953-1955, en el que el peronismo intentó preservar la estabilidad neutralizando los focos de conflicto. En ese marco, el gobierno limitó más y más las actividades opositoras al reducir las competencias del Congreso, y establecer un estricto control sobre los medios. Buscó, además, un consenso social y cultural a los principios peronistas, reclamo de compromiso ideológico que amplificó los desencuentros con la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas, y alimentó las posiciones más virulentas entre los opositores, partidarios de desalojar al gobierno a través de un golpe de Estado. El conflicto con las autoridades eclesiásticas a fines de 1954 sirvió para articular la contienda político-social y fortaleció a la oposición, sembrando el terreno para el derrocamiento de Perón en 1955. Desde diferentes ángulos, la década peronista fue un parteaguas en la historia argentina del siglo XX. Su irrupción reformuló el sistema político al desarticular la puja entre radicales y conservadores e inaugurar una nueva disputa, entre peronistas y antiperonistas, cargada de contenidos de clase, que se fraguó al calor del proceso de expansión de derechos, y la integración política y social de los trabajadores10. El carácter popular del nuevo movimiento, y su desafío a las jerarquías sociales y culturales preestablecidas, modeló un conflicto político-cultural que atravesó la sociedad argentina entre 1945 y 1955, y se proyectó durante las décadas siguientes. 34
La inestabilidad del ciclo político comprendido entre 1955 y 1973 se sustentó, asimismo, en la creciente desconfianza de la sociedad en el sistema democráARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN tico como vía para expresar la voluntad popular, y resolver los conflictos sociales y económicos. La relevancia de los actores corporativos en desmedro de los partidos y el proceso de radicalización política protagonizados por diferentes actores de la sociedad argentina, visible durante los años 60, contribuyeron a socavar la credibilidad del sistema democrático. La movilización y conflictividad que caracterizó esta etapa también abrevó en los cambios de la economía y la sociedad. Entre 1955 y 1973, la Argentina alternó coyunturas de crecimiento y crisis a causa de las limitaciones de su economía, incapaz de resolver el dilema entre el afianzamiento del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y la necesidad de divisas provenientes de la
exportación de productos primarios, tensión estructural que marcó el rumbo de las políticas económicas11. A su vez, las disputas políticas llevaron a los gobiernos a pivotear entre las medidas de ajuste y liberalización afines al mercado, como el cierre masivo de ingenios en Tucumán (1966), y las que profundizaron los mecanismos de regulación estatal. Los vaivenes en la política económica y la falta de legitimidad de los gobiernos generaron una fuerte conflictividad social que tuvo a los estudiantes universitarios como actor protagónico. Se sucedieron las protestas en los grandes centros urbanos y algunas zonas rurales, dotadas de un grado variable de violencia y represión estatal. Ejemplos paradigmáticos de esta efervescencia fueron el Cordobazo (1969) y el Tucumanazo (1970), donde la convergencia entre la militancia estudiantil, las poderosas organizaciones sindicales y otros actores sociales pusieron en jaque a los gobiernos y alertaron a quienes promovían el mantenimiento del statu quo.
Imagen icónica de la fábrica de heladeras SIAM fundada por Torcuato Di Tella en 1911.
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DEL RETORNO DEL PERONISMO A LA DICTADURA MILITAR (1973-1983) La apertura del juego político permitió al peronismo volver a la competencia electoral tras 18 años de proscripción. Con un contundente triunfo en las elecciones, en 1973 asumió la presidencia Héctor Cámpora. En su breve experiencia de gobierno sentó las bases para la vuelta de Perón al poder, quien, elecciones mediante, inició su tercer mandato en octubre de ese año, mientras el movimiento que él lideraba atravesaba profundas diferencias que cebaron, de manera recurrente, un enfrentamiento violento en la pléyade de actores ubicados bajo el paraguas identitario del peronismo. En un contexto de movilización reivindicativa, los gobiernos peronistas fluctuaron entre la necesidad de contrarrestar el conflicto interno, y la contención de la puja distributiva entre sindicatos y patrones, en medio de una crisis económica con fuertes tensiones sociales que involucraron a múltiples actores, entre los que se destacó la izquierda revolucionaria. Con la muerte de Perón en julio de 1974 se clausuró definitivamente la posibilidad de controlar la creciente efervescencia socio-política. El gobierno de Isabel Martínez de Perón quedó atrapado entre la impericia de la presidenta, el agravamiento de la crisis económica, y el incremento permanente de la violencia entre las organizaciones guerrilleras, los grupos paraestatales y las fuerzas públicas. Aislado y debilitado, el gobierno adoptó una política fuertemente represiva y cedió prerrogativas a las Fuerzas Armadas. En ese marco, el 24 de marzo de 1976 los militares retornaron al poder. Aunque a lo largo de los años 70 se fue instalando un clima generalizado de intolerancia y violencia política, que alcanzó su cenit en los meses previos al golpe de Estado, la dictadura militar exacerbó la represión ilegal hasta instaurar un verdadero “régimen de terror”12. Con el apoyo de algunos sectores civiles, recurrió a la eliminación y desaparición sistemática de personas como parte de un proyecto
de represión política, social y cultural y reestructuración económica en clave neoliberal. La magnitud y alcances de la violencia estatal y las violaciones a los derechos humanos otorgaron al gobierno militar instaurado en 1976 un signo distintivo respecto de las experiencias autoritarias que se sucedieron en la Argentina desde 1930. La dictadura militar reconfiguró el orden económico y socio-laboral. Mediante un ambicioso programa de reformas se reemplazó el modelo de industrialización para el mercado interno por un esquema que recuperó la preeminencia de la producción agrícola para la exportación; eliminó aranceles a las importaciones y aumentó el peso del sector financiero. El rol central del Estado en diversos ámbitos de la economía fue cuestionado para dar primacía al mercado: se desmontaron los mecanismos de regulación de la producción y se liberó el movimiento de capitales financieros, generando un proceso especulativo y un ciclo de endeudamiento externo que impactaron sobre el derrotero posterior del país13. La desindustrialización minó la capacidad de negociación de los sindicatos, y la represión silenció a la dirigencia gremial y política contestataria. Tras una etapa inicial de cierta estabilidad económica y política, coincidente con la fase más profunda de la violencia estatal, el gobierno militar se topó con dificultades crecientes a partir de 1980. La pérdida de puestos de trabajo y el impacto de la crisis financiera mundial provocaron un espiral de devaluación e inflación que minó las bases de sustento del gobierno. Los sindicatos y los partidos recuperaron cierto margen de maniobra, y crecieron las divergencias dentro de las Fuerzas Armadas. Aumentaba también la presión internacional y la visibilidad de los organismos de derechos humanos en respuesta a la represión estatal. En ese sentido, la Guerra de Malvinas (1982) constituyó un intento del gobierno por recuperar la cohesión interna y embanderar a la sociedad detrás de una causa afín 36
Soldados argentinos en Malvinas, abril de 1982. ARCHIVO MEMORIA ABIERTA
a la sensibilidad popular. Pero la guerra y la derrota militar precipitaron el repliegue de la dictadura y abrieron paso a la transición hacia la democracia.
que combinaba estancamiento de la actividad económica con elevada inflación y fuerte endeudamiento externo. Tras un intento de poner en marcha el aparato productivo y reactivar el mercado interno, la profundización de la crisis económica en 1984 llevó a un redireccionamiento de las políticas respecto del equilibrio fiscal y el control de la inflación. Estas medidas, inspiradas en los lineamientos del Fondo Monetario Internacional, lograron algunos momentos de recuperación y estabilización, pero la marca de la economía alfonsinista fue la crisis constante y profunda, alentada por un contexto internacional desfavorable, provocando el debilitamiento del gobierno. Asimismo, las divisiones en el oficialismo, la recomposición del peronismo luego de la derrota electoral y la férrea oposición sindical minaron sus bases de poder. En el lustro alfonsinista amplios sectores de la sociedad transitaron de la expectativa al desengaño. El estallido social y la debacle política de Alfonsín, fruto de las crisis de hiperinflación desatadas entre 1987 y 1989, patentizaron el escepticismo frente al gobierno y el deterioro en las condiciones de vida de porciones crecientes de la población14. En medio de una importante crisis de gobernabilidad y de una situación económico-social convulsionada, en las elecciones presidenciales de mayo de 1989 triunfó el candidato peronista Carlos S. Menem (1989-1995). El traspaso acelerado del mando, en julio de ese año, fue la primera sucesión presidencial de dirigentes de diferentes partidos políticos desde la asunción de Yrigoyen en 1916. Vista en perspectiva, la excepcionalidad de este hecho no solo revelaba el carácter tortuoso de la trayectoria institucional de Argentina durante el siglo XX, sino que también escenificaba el progresivo robustecimiento del sistema democrático que se proyectó, no sin obstáculos, desde 1983 hasta nuestros días. El repliegue de las Fuerzas Armadas del escenario político “dejó al gran capital nacional y extranjero sin su ‘partido’
LA RECONSTRUCCIÓN DEMOCRÁTICA Y SUS LÍMITES (1983-2001) La retirada del gobierno militar en 1983 habilitó un florecimiento de la actividad político-partidaria, que expresaba el rechazo a la experiencia autoritaria y el anhelo de la sociedad por recuperar las prácticas democráticas clausuradas en los años previos. La participación política contribuyó al renacimiento de los partidos mayoritarios, la UCR y el PJ, que ensancharon sus canales de participación y recuperaron su capacidad de articular demandas ciudadanas. Sobre este telón de fondo creció la figura de Raúl R. Alfonsín, cuya postura crítica frente a los militares, su discurso de modernización social y su apelación a la Constitución como regla política fundante sedujeron a amplios sectores de la sociedad. En diciembre de 1983, el radicalismo venció al peronismo en elecciones libres por primera vez en su historia. Las expectativas populares alrededor del gobierno de Alfonsín (1983-1989) fueron tan significativas como los desafíos. Un tema crucial por resolver era el rol de las Fuerzas Armadas en el orden democrático y la delimitación de responsabilidades en las violaciones a los derechos humanos. En este campo, la gestión alfonsinista atravesó diferentes etapas. En primera instancia adoptó una postura audaz, plasmada en la publicación del informe de la CONADEP y los juicios a las Juntas. No obstante, los levantamientos militares contra el orden constitucional doblegaron la voluntad del gobierno, que volvió sobre sus pasos al promulgar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Junto al problema militar, otro tema que condicionó la trayectoria del alfonsinismo fue la situación económica. La dictadura dejó un país social y económicamente devastado, 37
preferido”15. Paradójicamente, la unción de un presidente peronista allanó el camino para la materialización de un programa económico afín a estos actores. En efecto, bajo los dos mandatos de Menem (1989-1999) hubo un proceso de reformas estructurales en clave neoliberal con el fin de desmontar los resabios del modelo productivo que, vigente desde 1930, priorizó la industrialización destinada al mercado interno, el intervencionismo estatal y la regulación económica. La Ley de Convertibilidad y la apertura de las importaciones desmantelaron el parque industrial; la privatización de los servicios públicos, la venta de empresas estratégicas y el pasaje a un sistema previsional mixto implicaron el repliegue del Estado, mientras que la desregulación económica fortaleció al sector financiero. La combinación de estos procesos provocó una drástica caída de los niveles de empleo, el deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora y el avance de un sostenido endeudamiento externo. Otra faceta de este proceso fue la “quiebra del sindicalismo tradicional y el desplazamiento de las formas de protesta social centradas en el mundo del trabajo”16. En efecto, la protesta social fue encabezada por desempleados y trabajadores temporarios que manifestaron sus demandas a través de piquetes y cortes de ruta. En cuanto a la política de derechos humanos, en 1990 Menen indultó a los jefes militares de última dictadura, a líderes de la guerrilla y a los responsables de los levantamientos militares de 1987, medidas que procuraron cerrar la “cuestión militar” en Argentina mediante una resolución favorable a los culpables. La pérdida de apoyo al gobierno peronista se expresó en las elecciones presidenciales de 1999, en las que triunfó el radical Fernando de la Rúa (1999-2001), candidato de la alianza entre la UCR y el Frente País Solidario (FREPASO). Frente al endeudamiento externo y el déficit fiscal, la política económica se orientó a la aplicación de medidas de ajuste, cuyas expresiones más dramáticas fueron la reducción de las
jubilaciones y sueldos de empleados públicos, y una reforma laboral que implicó una marcada precarización de las condiciones laborales. En 2001, el país entró en una profunda crisis económica. La imposibilidad de sostener el modelo de convertibilidad agudizó los niveles de endeudamiento externo y la apertura financiera habilitó una fuga de capitales que minó las bases de sustento del gobierno. Ante esta situación, el gobierno limitó los retiros de dinero, medida que perjudicó principalmente a los pequeños ahorristas y profundizó aún más la crisis socio-económica. Huelgas, protestas y saqueos a supermercados evidenciaron la magnitud de un descalabro que culminó con una severa represión, que provocó decenas de muertos y la renuncia del presidente. DE LA SALIDA DE LA CRISIS A LA ACTUALIDAD (2001-2016) La crisis de 2001 escenificó la gran paradoja del proceso de reconstrucción democrática iniciado en 1983. En esta etapa se fortaleció el sistema democrático, lo que permitió sortear con éxito episodios recurrentes de inestabilidad política, fragmentación de los partidos y crisis económica. Sin embargo, este periodo culminó con un fuerte deterioro en las condiciones de vida de amplios sectores de la población y la desarticulación del entramado social. El retraimiento del Estado y el desmantelamiento del modelo económico de industrialización por sustitución de importaciones hirieron de muerte la idea, vigente durante un siglo, de un país inclusivo, para dar lugar a uno socialmente fracturado, situación que marcó a fuego el complejo derrotero seguido por Argentina en la etapa comprendida entre el 2001 y el 2016. La inestabilidad institucional se reflejó en la dificultad para definir la sucesión presidencial tras la renuncia de De la Rúa, proceso marcado por múltiples designaciones hasta que la Asamblea Legislativa ungiera, finalmente, al senador Eduardo Duhalde en enero de 2002. La suspensión del pago 38
CINCO JEFES DE ESTADO EN DIEZ DÍAS
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comienzos del nuevo milenio, el país marcó un record mundial: tuvo cinco presidentes en diez días. Fue la manifestación política del punto cúlmine de una recesión profunda. Los “cacerolazos” tomaron las plazas del país al son de una consigna: “que se vayan todos”. Hubo escenas de violencia, saqueos a gran escala y brotes de desnutrición infantil. La economía hizo crac: el producto bruto interno cayó el 12% sólo en 2001. La salida traumática del régimen de la convertibilidad dio lugar a la aparición del “corralito” bancario. Como consecuencia de ello, muchas empresas quebraron, y el aeropuerto internacional de Ezeiza se llenó de postales de familias y de jóvenes que abandonaban el país. Empujado por los desmanes, la situación institucional descontrolada y la crisis con grave impacto socioeconómico, Fernando de la Rúa renunció a la presidencia el 20 de diciembre de 2001 con una emblemática salida en helicóptero (fotografía). El senador misionero Ramón Puerta asumió y convocó a una Asamblea Legislativa para elegir al sucesor. Ese legislador fue presidente por tres días. Después llegó el turno de Adolfo Rodríguez Saá, votado gracias a un acuerdo de los gobernadores peronistas. El interinato de “El Adolfo” se caracterizó por la declaración de cesación de pago de la deuda externa y por la conformación de un gabinete efímero. Rodríguez Saá renunció por televisión desde San Luis luego de perder el apoyo de los caciques justicialistas. Llegó entonces Eduardo Camaño, duhaldista de fuste que ocupaba la presidencia de la Cámara de diputados. Quedó como presidente de la Nación el 31 de diciembre, hasta la mañana siguiente. Armó un gabinete para unas horas y pasó la noche de Año Nuevo en la Casa Rosada. El primero de enero de 2002, la Asamblea Legislativa eligió presidente a Eduardo Duhalde. 39
Arriba de izquierda a derecha: Fernando De la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde. LA GACETA
exportación de productos primarios (agrícolas, ganaderos, minería). Tras una etapa de marcado crecimiento económico (2003-2011), alentado por un contexto internacional favorable para las exportaciones primarias, un incremento del salario real y una política de incentivo al consumo mediante la redistribución de ingresos, medidas que expandieron el mercado interno, este esquema reveló signos de agotamiento al final del ciclo político kirchnerista. La tensión estructural que, con vaivenes, había signado la trayectoria económica argentina desde la década de 1930, que buscaba conciliar el desarrollo industrial para el mercado interno, la generación de exportaciones industriales con alto valor agregado y la dependencia frente a las divisas provenientes de las exportaciones primarias, se reeditó en ese contexto. Un segundo eje que atravesó a los gobiernos kirchneristas fue la recuperación de la centralidad del Estado en la economía y su expansión hacia la esfera de la protección social, tendencia que, si bien fue visible desde 2003, se profundizó a partir de 2008. El fortalecimiento del rol del Estado se plasmó en la reestatización de empresas de servicios públicos y explotación petrolera, el desarrollo de programas de obra pública, el abandono del sistema previsional mixto y la regulación de actividades como el intercambio comercial con el exterior, las relaciones laborales, la propiedad de los medios de comunicación, y la fijación de precios y salarios, entre otros puntos. La formulación de programas de asignación de recursos amplió los mecanismos de protección social y cobertura previsional. En este giro con respecto a la trayectoria previa tuvo un rol clave la política de desendeudamiento, que desmarcó al gobierno de las exigencias de los organismos internacionales de crédito. Los gobiernos kirchneristas también marcaron un contraste en términos de políticas de derechos humanos al reabrir los juicios a los responsables por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar. 40
El boom del precio de la soja inició el periodo de recuperación de Argentina a comienzos del siglo XXI. EEAOC
de la deuda externa, la devaluación del peso, y su correlato en términos de desempleo y transferencia regresiva de los ingresos marcaron esta coyuntura, así como la recomposición de las exportaciones agropecuarias como fruto de la mejora en los términos de intercambio y la creciente demanda internacional. En un contexto social convulsionado, la protesta recrudeció y el Estado respondió con represión. El asesinato de los dirigentes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, en la represión policial conocida como “masacre de Avellaneda” en junio de 2002 fue el disparador para adelantar las elecciones, convocadas para abril de 2003. En un escenario electoral de marcada fragmentación, fruto de la crisis de representación política acarreada desde finales de la década de 1990, la primera magistratura quedó en manos de Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz, apoyado por Duhalde. Kirchner venció en los comicios tras la renuncia de Menem, triunfador en primera vuelta, a competir en el balotaje, lo cual convirtió al santacruceño en el presidente con el porcentaje de votos más bajo desde la aprobación de la Ley Sáenz Peña (22%). Pese a esta debilidad de origen, sin duda condicionante, su llegada al poder inició un ciclo político de largo aliento: tres períodos constitucionales a cargo de Kirchner (2003-2007) y su esposa, Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015). Una meta central de los gobiernos kirchneristas fue revertir el proceso social y económico que hizo eclosión en la crisis argentina de 2001, y cuestionar, en consonancia con otros gobiernos de la región ubicados en la centro-izquierda, las políticas neoliberales desarrolladas durante los años previos. En trazos gruesos, su trayectoria podría resumirse a partir de dos ejes centrales, de resultados y alcances diversos. Por un lado, la definición de una política económica que, retomando los lineamientos de la efímera experiencia duhaldista, se basó en el incentivo a la industrialización por sustitución de importaciones, el crecimiento del empleo y la
Tras una etapa de intenso crecimiento electoral (2003-2011), que coincidió con el ciclo de mayor expansión económica y la adopción de las medidas más audaces en la dirección arriba señalada, a partir de 2013 se observó un descenso en el apoyo electoral a los candidatos del kirchnerismo y un crecimiento de los partidos opositores, visible sobre todo en los grandes centros urbanos y los distritos de la zona centro del país. En contraste con la fragmentación de los años previos, la oposición ensayó una política de alianzas que ensanchó su caudal electoral, destacándose la rubricada en junio de 2015 por la UCR, la Coalición Cívica-ARI y Propuesta Republicana (PRO) en vista de las elecciones
presidenciales de ese año. Junto al Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el empresario Mauricio Macri, dicha alianza venció a Daniel Scioli en el balotaje del 22 de noviembre de 2015. Con la unción de Macri llega al poder, por primera vez desde 1938, un presidente ajeno a los dos grandes movimientos políticos argentinos del siglo XX, el radicalismo y el peronismo. En los albores del Bicentenario, la búsqueda de conciliar el fortalecimiento democrático con la participación ciudadana; el desarrollo económico con inclusión social, y el avance en los derechos individuales y colectivos sigue marcando la agenda de Argentina.
Arriba de izquierda a derecha: Miguel Liftschitz, Santa Fe; Alberto Rodríguez Saá, San Luis; Juan Manuel Urtubey, Salta; Carlos Verna, La Pampa; Omar Gutiérrez, Neuquén; Alfredo Cornejo, Mendoza; Sergio Casas, La Rioja; Ricardo Colombi, Corrientes; Rogelio Frigerio, Ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda; Marcos Peña, Jefe de Gabinete de Ministros; Gustavo Bordet, Entre Ríos; Gildo Insfrán, Formosa; Gerardo Morales, Jujuy; Hugo Passalacqua, Misiones; Alberto Weretilneck, Río Negro; Sergio Uñac, San Juan y Juan Luis Manzur, Tucumán. Abajo de izquierda a derecha: Rosana Bertone, Tierra del Fuego; Claudia Ledesma, Santiago del Estero; Horacio Rodriguez Larreta, Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Domingo Peppo, Chaco; María Eugenia Vidal, Buenos Aires; Gabriela Michetti, vicepresidenta; Mauricio Macri, presidente; Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación; Lucía Corpacci, Catamarca; Mario Das Neves, Chubut; Juan Schiaretti, Córdoba y Alicia Kirchner, Santa Cruz. PRESIDENCIA DE LA NACIÓN
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1. Ternavasio, Marcela. Historia de la Argentina, 1806-1852. Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2009, p. 138. 2. Alberdi, Juan Bautista. Grandes y pequeños hombres del Plata. Buenos Aires: Lancelot, 2009, p. 89 y p. 157. 3. Ternavasio, 2009, p. 215. 4. Fradkin, Raúl y Juan Carlos Garavaglia: “Las claves del período”, en Raúl Fradkin y Juan Carlos Garavaglia (coords.), América Latina en la Historia Contemporánea. Argentina. La construcción nacional, 1830-1880, T. 3. Buenos Aires: Fundación Mapfre y Santillana Ediciones, 2011, p. 15. 5. Bonaudo, Marta. “A modo de prólogo”, en Marta Bonaudo (dir.), Nueva Historia Argentina. Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880), T. 4. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1999, p. 18.
6. Paz, Gustavo: “La vida política”, en Raúl Fradkin y Juan Carlos Garavaglia (coords.), América Latina en la Historia Contemporánea. Argentina. La construcción nacional, 1830-1880, T. 3, Buenos Aires: Fundación Mapfre y Santillana ediciones, 2011, p. 6. 7. Cattaruzza, Alejandro. Historia de la Argentina 1916-1955, Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2009, p. 50. 8. Belini, Claudio. “El proceso económico”, en Alejandro Cattaruzza (coord.), América Latina en la Historia Contemporánea. Argentina. Mirando hacia adentro, 1930-1960, T. 4. Buenos Aires: Fundación Mapfre y Santillana Ediciones, 2012, p. 141. 9. Cattaruzza, 2009, p. 16. 10. Torre, Juan Carlos. “Introducción a los años peronistas”, en Juan Carlos Torre (dir.), Nueva Historia Argentina. Los años peronistas (1943-1955), T. 8. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2002, p. 13.
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11. Rougier, Marcelo: “El proceso económico”, en Mariano Ben Plotkin (coord.), América Latina en la Historia Contemporánea. Argentina. La búsqueda de la democracia, 1960-2000, T. 5. Buenos Aires: Fundación Mapfre y Santillana ediciones, 2012, p. 148. 12. Suriano, Juan: “Introducción: una Argentina diferente”, en Juan Suriano (dir.), Nueva Historia Argentina. Dictadura y democracia (1976-2001), T. 10. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2005, p. 14. 13. Rougier, 2012, p. 177. 14. Suriano, 2005, p. 24. 15. Del Campo, Hugo: Argentina. 1955-2005. Como el ave Fénix, Programa Buenos Aires de Historia Política, http://historiapolitica.com/datos/ biblioteca/Libro%20Hugo%20del%20Campo.pdf, (consultado el 12 de julio de 2015), p. 17. 16. Suriano, 2005, p. 28.
PRESIDENTES R E L E VA N T E S
1. Justo José de Urquiza (1854-1860): forjar la unidad nacional tras décadas de guerra civil entre unitarios y federales fue el objetivo que se impuso desde la presidencia de la Confederación Argentina. Impulsó el Congreso Constituyente que redactó la Constitución en San Nicolás.
carne y de cereales a Europa, y extendió la red ferroviaria. Ordenó la Campaña del Desierto, que acrecentó el territorio nacional en casi un tercio de la actual superficie. 5. Julio Argentino Roca (1880-1886 y 1898-1904): federalizó la Ciudad de Buenos Aires e impulsó la Ley de Educación, que disponía la obligatoriedad de la escuela primaria. Creó el peso moneda nacional (vigente hasta 1969), y multiplicó los edificios públicos y la red ferroviaria; modernizó el Ejército y diversificó la producción económica.
2. Bartolomé Mitre (1862-1868): fue el primer presidente de la República Argentina, en el marco de la Constitución de 1853. Dedicó buena parte del mandato a liderar las tropas que –aliadas con Brasil y Uruguay– lograron la victoria en la Guerra del Paraguay. Consolidó la unidad nacional al sofocar varias revueltas de caudillos federales.
6. Roque Sáenz Peña (1910-1914): sus convicciones democráticas lo llevaron a imponer una reforma electoral –la Ley 8.871 lleva su nombre– que dispuso el voto secreto, universal y obligatorio. Así terminaron las prácticas eleccionarias fraudulentas. Promovió también el acceso del ferrocarril a zonas que estaban aisladas. Murió en ejercicio del cargo.
3. Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874): la promoción de la educación pública y el progreso científico y cultural de la naciente Argentina fue uno de los grandes objetivos de su gobierno. Nacieron las escuelas normales, se multiplicaron los colegios nacionales y las bibliotecas públicas. Además, integró al país a través de 5.000 km de líneas telegráficas.
7. Hipólito Yrigoyen (1916-1922 y 1928-1930): primer presidente electo gracias a la Ley Sáenz Peña, el primero también de la UCR. Mantuvo al país neutral en la Primera Guerra Mundial. Durante ese primer mandato se concretó
4. Nicolás Avellaneda (1874-1880): el tucumano fue un propulsor de la inmigración y de su mandato data la primera ley en su beneficio. Concretó las primeras exportaciones de 46
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11. Raúl Alfonsín (1983-1989): fue el presidente de la restauración democrática. Bregó por el crecimiento de los derechos civiles (de su mandato data la Ley de Divorcio Vincular) y por el respeto a los derechos humanos (se concretó el juicio a las Juntas Militares). La crisis económica marcó su gobierno y lo obligó a adelantar la entrega del poder.
la reforma universitaria y se fomentó la exploración petrolera. Su segunda presidencia fue interrumpida por un Golpe de Estado. 8. Juan Domingo Perón (1946-1952, 1952-1955 y 1973-1974): sus principales logros pasaron por la redistribución de la riqueza a favor de los sectores más postergados, las leyes laborales y de protección social; el reconocimiento de los derechos políticos a las mujeres y una política económica que impulsó la industrialización.
12. Carlos Saúl Menem (1989-1995 y 1995-1999): impulsó una reforma de la Constitución Nacional que acortó los mandatos a cuatro años y le permitió ser reelegido. Gracias a las inversiones se modernizaron algunas áreas, como las de servicios (telefonía, electricidad). Propulsó el achicamiento del Estado y la paridad cambiaria: 1 peso igual a 1 dólar.
9. Arturo Frondizi (1958-1962): le tocó gobernar en una época de profunda inestabilidad política marcada por planteos militares. Su visión desarrollista de la economía se integró con la apertura al ingreso de capitales y la llegada al país de empresas multinacionales. El arte y la cultura florecieron, a la par del crecimiento de la calidad educativa.
13. Néstor Kirchner (2003-2007): su misión fue normalizar el país tras la crisis de 2001 y el interinato de Eduardo Duhalde. Su política económica de “superávits gemelos” fue exitosa porque se creció a tasas cercanas al 10% y bajó el desempleo. Fallecido en 2011, su papel histórico está intensamente cuestionado de corrupción.
10. Arturo Humberto Illia (1963-1966): al fortalecimiento del tejido social (la Ley de Salario Mínimo, Vital y Móvil) sumó una normativa para el control de los precios y la calidad de los medicamentos. Bajaron el desempleo y la deuda externa, subió el PBI y creció el presupuesto para educación. Lo destituyó un Golpe de Estado. 47
L A C A P I TA L P R O V I N C I A L DESDE SU FUNDACIÓN H A S TA L A D E C L A R A C I Ó N DE LA INDEPENDENCIA: 1565-1816 TERESA PIOSSEK PREBISCH
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asaron ya 450 años de aquel 31 de mayo de 1565, cuando Diego de Villarroel fundó la ciudad que llamó San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión. Después de Santiago del Estero, era la segunda ciudad que se fundaba en la Gobernación del Tucumán, integrada por las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán y occidente de Chaco y Formosa. Dependía políticamente del Virreinato del Perú y judicialmente de la Audiencia de Charcas. El sitio elegido para la fundación se llamaba, en lengua aborigen, Ibatín, y estaba en el área de influencia de la Quebrada del Portugués, factor muy importante por ser el camino natural más cómodo entre la llanura que llevaba al Río de la Plata, salida al Océano Atlántico, y los Valles Calchaquíes, por los cuales corría la red vial inca que comunicaba con Perú y Chile, donde se levantaban importantes ciudades españolas. Es decir que el sitio tenía un valor geopolítico muy grande para ese momento histórico, mediados del siglo XVI. Qué mejor que tomar posesión de él fundando una ciudad. Un año después, en 1566, el Papa Pío V erigió el Obispado de la Santa Cruz del Tucumán en Ibatín, el primero en el territorio hoy argentino. La llamada ciudad era, según el mercedario Juan de Puga, “un fuerte de estacada con algunos ranchos de paja dentro”, TERESA PIOSSEK PREBISCH Licenciada e investigadora de la historia virreinal del Norte argentino (siglos XVI y XVII). Miembro correspondiente de la Academia
y el nivel de vida de los pobladores concordaba con esa humildad. Sin embargo, comenzó a afianzarse, favorecida por su ubicación junto al camino de la Quebrada del Portugués, que pronto se llamó Camino Real. Pero un día estuvo a punto de desaparecer. Fue el 28 de octubre de 1578, cuando los indios solcos y juríes de la llanura, confederados con los calchaquíes de los valles, que en 1562 habían desencadenado la Primera Guerra Calchaquí, la sitiaron e incendiaron. Los tucumanos pidieron socorro al único lugar posible, Santiago del Estero, distante 125 km y, juntos, santiagueños y tucumanos vencieron a los atacantes. Según la tradición, también contribuyeron a la victoria los santos Judas y Simón, cuya festividad se celebraba ese día. Sus hermosas imágenes se conservan en la Iglesia Catedral. San Miguel fue incendiada hasta los cimientos, pero renació para prosperar con gran brío, transformándose en una pequeña gran ciudad. Paso obligado entre el Río de la Plata, Paraguay, Chile y Alto Perú, el movimiento de gente proveniente de distintas regiones del Virreinato era por entonces muy dinámico. Llegó a ser un importante centro que vivía de la actividad mercantil y de la producción agropecuaria de su campo, dividido en grandes estancias. Se explotaban los bosques naturales y productos silvestres como miel, añil y
Nacionalde la Historia. Presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Autora de “Pedro Bohórquez. El Inca del Tucumán. 1656-1659”, “Los hombres de la entrada. Historia de la expedi-
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ción de Diego de Rojas. 1543-1546” y “Poblar un pueblo. El comienzo del poblamiento de Argentina en 1550”.
Diego de Villarroel, capitán y fundador de San Miguel de Tucumán en 1565. PABLO CASEN
Hasta julio de 1775 y mudanza de por medio, San Miguel de Tucumán fue un enclave azotado por la guerrilla indígena. Solo entonces la ciudad comenzó a disfrutar de la paz que le permitirá, cuatro décadas más tarde, alojar al Congreso llamado a completar el proceso emancipador de la Revolución de Mayo.
FALTA RETOCAR FOTO CON PIES
cochinilla. Se cultivaba maíz, trigo, lino, algodón, frutales. Se criaba ganado mayor y menor, gran parte del cual se vendía al Alto Perú. La variada producción agropecuaria también suplía la materia prima para las industrias artesanales de la época: obrajes donde se fabricaban paños, sombreros, frazadas, pellones. Curtidurías donde se trabajaban el cuero vacuno y también el caprino y ovino para hacer cordobanes y badanas. La ciudad alcanzó su mejor momento entre la última década del siglo XVI y las tres primeras del XVII, y el hecho que da la pauta de su importancia es que en 1612 el deán Francisco de Salcedo proyectó fundar en ella una casa de altos estudios que, de concretarse, hubiera sido la primera del país. No sucedió así porque la suerte de la ciudad estaba cambiando por influencia de dos factores que amenazaban la continuidad de su progreso. Uno era que, a fines de 1565, se había fundado la ciudad llamada Cáceres de Esteco, junto al río Salado, al sur de Salta, lo que favoreció la frecuentación de un nuevo camino que pronto competiría con el de la Quebrada del
Portugués. Unía el Río de la Plata con el Alto Perú y Perú, pasando por Santiago y Esteco, para continuar rumbo al norte por los valles de Salta y Jujuy y la Quebrada de Humahuaca, sin tocar San Miguel en Ibatín. El otro factor era que San Miguel se había convertido en el centro de construcción de carretas más importante del Virreinato del Perú, lo cual, a la larga, no la favoreció. La carreta, vehículo absolutamente novedoso en la región, produjo una revolución en el transporte solo comparable a la que, en el siglo XIX, produciría el ferrocarril. Los productos que San Miguel y Santiago vendían al Alto Perú y Perú, al comienzo llevados a espaldas del ser humano –a la usanza indígena– y luego a lomo de mula o a caballo, se transportaban en las voluminosas carretas que cargaban hasta dos toneladas. Justamente por su tamaño y por el peso de su carga, elegían los caminos más fáciles y, si se comparaba el montañoso de la Quebrada del Portugués con el de Esteco, que corría por terreno llano o moderadamente ondulado, este último resultaba el preferido. En 1582 se fundó la ciudad de Lerma en el valle de Salta y, en 1592, San Salvador en el Valle de Jujuy, lo que contribuyó a intensificar su frecuentación en detrimento del tradicional de la Quebrada, cuyo uso se vio afectado, además,
Mapa de Paraguay, el Río de la Plata, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra del año 1600. El autor es el cartógrafo holandés Jodocus Hondius (1563-1612).
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Mapa de alrededor de 1600 Jodocus Hondius
por el temor de los viajeros a atravesar territorio de los belicosos calchaquíes de los valles. Fue así que San Miguel en el sitio de Ibatín fue quedando a trasmano, decayó comercialmente y perdió su valor geopolítico. Para agravar su situación, en 1630 estalló la Segunda Guerra Calchaquí, que duró siete años, y cuyos cimbronazos se sintieron, sobre todo, en los establecimientos agropecuarios, cimiento de la economía tucumana. Todo esto influyó para que, gradualmente, la actividad comercial se fuera mudando al Norte, a un lugar por donde corría una variante del camino a Esteco, Salta y Jujuy. Cruzaba el río Salí a la altura de San Andrés y luego pasaba por un sitio muy agradable, alto y amesetado llamado La Toma, provisto de agua, leña y pastos; allí los viajeros, al tiempo que hacían un alto en el largo camino, aprovechaban para realizar operaciones mercantiles. Poco a poco se formó un caserío que pronto tuvo más movimiento comercial que San Miguel en Ibatín, dejándola cada día más aislada del mundo. Incluso la naturaleza se volvió en su contra con enfermedades endémicas e inundaciones. Para peor, entre 1659 y 1664 sufrió la Tercera Guerra Calchaquí, culminación de 86 años de zozobra causada por la amenaza de los indios vallistos. Su decadencia era evidente, como lo reflejan testimonios de
Diego de Villarroel Foto: Solana Peña
la época, tanto que un día de 1685, el Monolito conmemorativo gobernador del Tucumán, don Fernando ubicado en las Mendoza de Mate de Luna, ordenó su ruinas de Ibatín. SOLANA PEÑA traslado a La Toma. Muchos ibatinenses se resistieron, pero la orden era perentoria y el traslado se consumó el 29 de septiembre de 1685, día del arcángel San Miguel, patrono de la ciudad. La planta urbana tenía 9 cuadras cuadradas, dos más que la de Ibatín. Para evitar conflictos, se respetó la distribución de solares; lo único que cambió de ubicación fue el Cabildo: en Ibatín estaba frente a la esquina sudeste de la plaza, mirando al cerro de San Javier pero, en La Toma, se lo situó frente a la esquina noroeste, dándole las espaldas. La mudanza fue un esfuerzo muy duro, pero San Miguel tenía una extraordinaria capacidad de supervivencia y, al poco tiempo de estar en La Toma, se transformó en la llave principal del comercio entre el Río de la Plata, Paraguay, el Tucumán y el Alto Perú con el consiguiente beneficio para las arcas reales gracias a la recaudación de impuestos. Todo parecía andar sin tropiezos, pero acechaba un nuevo peligro: los indios mocovíes del Chaco. Desde tiempo atrás habían comenzado a hacer guerra de malones contra las estancias que ocupaban el territorio. 51
Recreación pictórica del traslado de la ciudad de Ibatín a La Toma. ÁLBUM DEL CENTENARIO
Para proteger a San Miguel se construyó el fuerte de La Ramada pero, no obstante ello, un día de 1690, a los cinco años del traslado, los mocovíes declararon la guerra. En una incursión al fuerte, robaron la caballada y dejaron a los soldados sin movilidad. Siguió un despiadado ataque desde el norte, a los extramuros de la ciudad; arrasaron viviendas, chacras y fincas; saquearon a mansalva, tomaron cautivos y degollaron a más de cincuenta personas. Para San Miguel fue un momento muy amargo, pero los pobladores resistieron apoyados por la Real Audiencia de Charcas a la que expusieron el riesgo de desaparición en que se encontraba una ciudad de tanta importancia comercial para el Virreinato. Así, una vez más en su accidentada existencia, sobrevivió y continuó adelante, pero en 1734 y 1735 los mocovíes comenzaron a atacar sistemáticamente sus productivos establecimientos agropecuarios y, en 1739, la invadieron desde el sudeste, sitiando el templo y convento de San Francisco, que entonces ocupaba el solar que hoy pertenece a la Orden de Santo Domingo. Saquearon viviendas, tomaron cautivos y, según su costumbre de guerra, degollaron a varios. Evidentemente, su propósito era hacer desaparecer a San Miguel, pero la ciudad se mantuvo firme. Un día, finalmente, terminaron los cien años de conflictos con los mocovíes cuando el gobernador del Tucumán, Jerónimo Matorras, en la fecha memorable del 29 de julio de 1775, firmó un tratado de paz con ellos y sus aliados. Solo entonces la ciudad comenzó a vivir sin la amenaza de los periódicos conflictos bélicos que duraron, en total, 186 años, sumando los mantenidos con los indios calchaquíes y con los chaqueños. Reinando un ambiente de paz, en 1782 la
Corona creó el Virreinato del Río de la Plata, organizado en Intendencias, y San Miguel fue incorporado a la Intendencia de Salta como ciudad subordinada. Y así llegó el siglo XIX, durante el cual el destino le tenía reservado a Tucumán un papel sobresaliente en el surgimiento y consolidación de la nación argentina: Primero fue la ayuda brindada a Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, cuando envió 300 milicianos, de los cuales 16 entregaron su vida defendiendo la ciudad portuaria. Luego vendría la Batalla del 24 de Septiembre de 1812, a la que el historiador Armando Raúl Bazán llama “la más nacional de todas las que se libraron en la guerra de la Independencia”, con cuya victoria Tucumán cortó definitivamente el avance del ejército realista proveniente del Perú. Hasta entonces San Miguel había integrado la Intendencia de Salta, pero el 8 de octubre de 1814 se creó la provincia de Tucumán “para distinguir de algún modo al glorioso pueblo de Tucumán, que ha rendido tan señalados servicios a la patria”. Su jurisdicción abarcaba Santiago del Estero y Catamarca, que pronto se declararían autónomas. Finalmente, el 9 de Julio de 1816 Tucumán fue escenario de la Declaración de la Independencia, paso audaz y de gran fe en el futuro, tomado en momentos en que peligros externos amenazaban al país mientras las denominadas provincias unidas estaban a un paso de la disgregación. Sin embargo Tucumán, en medio del caos, brindó el ambiente político y espiritual para que pudiera reunirse el Congreso, y proclamar la trascendental Declaración por la cual nuestra patria se erigió como nación soberana ante la faz de la Tierra. 52
Cruz Fundacional en la Catedral de San Miguel de Tucumรกn. ATILIO ORELLANA
L A B ATA L L A D E C I S I VA SANTIAGO REX BLISS
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ara comprender el significado y la trascendencia histórica de la Batalla de Tucumán resulta necesario analizar ese hecho dentro del marco más amplio de las campañas del Ejército del Norte. Así, debemos tomar en cuenta el desastre de Huaqui, ocurrido el 20 de junio de 1812; la pérdida de Cochabamba, el 13 de agosto de 1812; el Éxodo Jujeño, en agosto de 1812; la Batalla del Río las Piedras; la Batalla de Tucumán y la Batalla de Salta. Todos estos enfrentamientos jalonaron un itinerario crucial para la marcha de la causa independentista. En su conjunto, estos momentos señalaron la retirada de los patriotas desde el Alto Perú y mostraron el avance arrollador de las fuerzas realistas que, dirigidas por el general Goyeneche, consiguieron restablecer la autoridad real en el Alto Perú y poner en fuga a los partidarios de la causa iniciada en mayo de 1810. A partir del desastre de Huaqui, el llamado ejército auxiliar del Alto Perú comenzó una sufrida y desordenada retirada, marcada por reveses militares. El mando del ejército pasó a Juan Martín de Pueyrredón, primero, y a Manuel Belgrano, después. A partir de entonces, las fuerzas patriotas, que habían llegado a las “Provincias Bajas” atravesando la Quebrada de Humahuaca, tenían órdenes estrictas de retirarse hacia el sur hasta llegar a Córdoba. Desde la lejana Buenos Aires, resultaba lógico y razonable ese repliegue de cientos de leguas, que pretendía concentrar fuerzas en la provincia mediterránea para impedir a los realistas avanzar hasta el puerto. Se trataba de una estrategia fundada en razones militares e inspiradas en el pesimismo generalizado que reinaba en el Gobierno central respecto de las posibilidades que tendrían las menguadas fuerzas patriotas de frenar el avance de los ejércitos realistas. SANTIAGO REX BLISS Licenciado en Historia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT); magíster en Historia, Colegio de México, y profesor de Historia de América (período Hispánico) e Historia Social General en la Facultad
Cuando Manuel Belgrano se hizo cargo de este ejército desmoralizado y en retirada, el 26 de marzo de 1812, en la Posta de Yatasto, se propuso levantar la moral de la tropa y decidió que las aldeas que no pudieran ser defendidas debían ser arrasadas por sus propios habitantes, para impedir que el enemigo se pertrechara y avituallara. Con esta decisión, impuso a la población jujeña la penosa obligación de abandonar sus tierras llevando cuanto pudieran consigo. Estas medidas tuvieron un doble efecto; por una parte, obstaculizaron la marcha de los contingentes realistas, pero, además, insuflaron en la población, que hasta entonces había mostrado una cierta indiferencia frente a la marcha de la guerra, un entusiasmo y un compromiso con la causa patriota. De algún modo, fue la guerra misma la que reforzó la identidad criolla y sumó a los habitantes del actual Noroeste argentino a la defensa de la causa iniciada en mayo de 1810. El 23 de agosto, con los realistas pisándoles los talones, abandonaron Jujuy enfilando hacia el sur. Este episodio sería recordado como el Éxodo Jujeño. En su marcha hacia el sur, las tropas de Belgrano pasaron por la Posta de Yatasto y allí tomaron el llamado “camino de las carretas”, que se inclinaba ligeramente hacia el naciente, cruzaba la provincia de Tucumán por el Noreste e ingresaba a Santiago del Estero. Al tomar este derrotero, era evidente que se cumplirían las terminantes órdenes del Triunvirato de replegarse hasta Córdoba sin presentar batalla. En el paraje conocido como la Encrucijada, en el departamento de Burruyacu, Belgrano resolvió enviar una comisión a la ciudad de Tucumán, distante unas cuantas leguas, para que requisara las armas y pertrechos disponibles con el fin de incrementar en lo posible sus propias fuerzas, y evitar que
de Filosofía y Letras de la UNT. Es vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras, y autor de numerosos trabajos de investigación. Publicó los libros “Batalla de Tucumán. Libro conmemorativo” y “Tucumán, una historia para todos”.
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Retrato del general Manuel Belgrano.
El combate en territorio tucumano entre los realistas de Pío Tristán y el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano torció el rumbo de los acontecimientos a favor de la causa independentista. La Batalla de Tucumán, “milagro guerrero” para siempre asociado a la Virgen de La Merced, aseguró la adhesión de la población al proceso revolucionario y definió la identidad nacional.
cayeran en poder de los realistas. El encargado de cumplir esta tarea fue Juan Ramón Balcarce. El enviado de Belgrano encontró entre las autoriFEDERICO LANATI dades locales una gélida recepción; ninguno de los miembros del Cabildo acudió a su encuentro y el gobernador Domingo García ya no estaba en la comarca: había huido presuroso llevándose consigo los escasos caudales del erario público. Sin embargo, entre los vecinos de la ciudad, encontró Balcarce otra disposición. Un grupo dirigido por Bernabé Aráoz le manifestó su renuencia a entregar las pocas armas con que contaban para que el ejército continuara esa retirada perpetua, que sólo conduciría al oscuro destino de una derrota inexorable. En cambio, le ofrecieron todo su apoyo para que las tropas se acantonaran en la ciudad y enfrentaran a los realistas. Además de unas cuantas armas y de algunos caudales, contaban con unos gauchos bien dispuestos para dar batalla. Esta manifestación de apoyo era lo que necesitaba Belgrano para reforzar esa convicción que tras largas jornadas había dominado su espíritu: la retirada implicaba no sólo una derrota militar, sino también política para la causa de la libertad. Además de que era muy difícil evitar las deserciones que iban desgranando a sus tropas, costaba conseguir la adhesión de las poblaciones a una causa que se daba por perdida. Al tomar noticia de lo ocurrido a Balcarce en la ciudad, Belgrano resolvió torcer el rumbo, abandonar el camino de las carretas y dirigirse a Tucumán, donde se dispuso a esperar la llegada de Pío Tristán, quien había nacido en Arequipa, en el seno de una prominente familia, y había estudiado en Francia y en España, donde siguió la carrera militar. Corrían los primeros días de setiembre de 1812, y Belgrano encaró con una energía y voluntad inquebrantables la tarea de organizar una defensa eficaz de la ciudad. En unos cuanPuesta en escena de la Batalla de Tucumán en el parque Guillermina con la dirección de Ricardo Salim.
tos días, intentó dar algo de adiestramiento en disciplina al gauchaje que se sumaría a las fuerzas patriotas. También era necesario fortificar la ciudad, que en aquel entonces era un damero de unas nueve cuadras de lado en la que no había más de una decena de manzanas pobladas. CAMBIA EL ÁNIMO DE LA TROPA En la madrugada del 24 de setiembre, Belgrano había dispuesto sus líneas de batalla al norte de la ciudad, dejando parte de la artillería en el poblado. Sin embargo, al tener noticia de que las fuerzas enemigas habían abandonado el camino real y tomado hacia el oeste para rodear la ciudad, “contramarchó” en esa dirección y desplegó sus fuerzas frente al Campo de las Carreras. Este ejército, que venía de una prolongada retirada por cientos de leguas desde el Alto Perú, había decidido finalmente aprestarse para dar una batalla, aunque fuera en condiciones muy desiguales. Las fuerzas enemigas duplicaban en número a las patriotas y estaban mejor pertrechadas. Sin embargo, un cambio en el ánimo de la tropa era evidente esa madrugada. Mucho había influido para ello el triunfo del 3 de setiembre, en el río Piedras; pero, sobre todo, había sido decisivo el apoyo entusiasta de la población local. Las fuerzas patriotas no superaban los 1.800 hombres y solo la mitad correspondía a la infantería. Se dispusieron de la siguiente forma: en ambos extremos, la caballería: la de la derecha, dirigida por Juan Ramón Balcarce; la de la izquierda, por José Bernaldes Palledo. En el medio iba la infantería dividida en tres columnas; la de la derecha, a cargo de Carlos Forest; la del centro, dirigida por Ignacio Warnes y la de la izquierda, por José Superí. En los claros entre las columnas se dispusieron las piezas de artillería al mando del Barón de Holmberg. La caballería en reserva, al mando de Diego González Balcarce, y las columnas de
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infantería de reserva, a cargo de Manuel Dorrego. La composición de esta fuerza tenía una singularidad: la integración de los gauchos. Esta presencia de milicias rurales sin instrucción militar, con un papel destacado en esa jornada, inauguraría uno de los aspectos que luego serían característicos en las décadas siguientes. La mayoría de ellos se pusieron bajo el mando de Juan Ramón Balcarce en el ala derecha de la formación. La irrupción de la caballería gaucha, con sus atuendos típicos, sus ponchos coloridos, sus aperos y guardamontes y unas precarias lanzas hechas de caña con un cuchillo amarrado a su extremo, serían decisivas para asegurar el triunfo en esa jornada y dieron paso a una época en la que se convertirían en los grandes protagonistas de la historia argentina. Los personajes que intervinieron en esta jornada reflejaban de algún modo las transformaciones sociales y políticas que provocaron las guerras de Independencia en el Río de la Plata. Algunos habían luchado en Europa contra Napoleón Bonaparte, otros habían tomado las armas contra las Invasiones Inglesas de Buenos Aries. Todos compartieron ese destino curioso de una época convulsionada. La mayoría prodigó su sangre por los campos de batalla de América. Las tropas realistas marchaban al paso, sin estar preparadas para entrar en combate, pues daban por descontado que las menguadas huestes patriotas continuarían su retirada. Tanto era así, que los cañones venían desmontados de sus cureñas, a lomo de mulas. Sin embargo, recorrida una corta distancia desde El Manantial, se encontraron con las fuerzas desplegadas para el combate. A partir de allí todo fue premura; los oficiales a galope tendido de un lado al otro intentando organizar las columnas. Contaba el ejército de Pío Tristán con más de 3.000 hombres, con una flaca caballería, pero con una infantería muy fuerte, disciplinada y organizada, que superaba los 2.500 hombres. Es preciso recordar que, en aquel
entonces, la infantería era considerada el arma principal. El general José María Paz, que en aquel entonces no era más que un joven capitán ayudante de campo del Barón Holmberg, relata en sus memorias lo confuso que fue el trámite de aquel combate: “los movimientos de ambas fuerzas fueron tan variados, tan fuera de todo cálculo, imprevistos y tan desligados entre sí, que resultó una complicación como nunca he visto en otras acciones en que me he encontrado. En esas conversaciones eternas que sobrevienen después de una batalla, en que cada uno refiere lo que ha sucedido en el punto en que se ha encontrado y el modo como comprende el conjunto de la acción, suelen tomarse ideas de lo que no se ha podido presenciar personalmente. En la de Tucumán (…) después de oídos innumerables detalles, nunca pude coordinarlos para formar un juicio exacto de ese día de confusión y de gloria, de ese día solemne y de salvación para nuestra patria” . La artillería abrió fuego y fue seguida por una carga de infantería de la derecha patriota que derrotó al ala izquierda enemiga y la puso en dispersión. A su persecución se lanzaron los gauchos, dirigidos por Balcarce; mientras esto ocurría por la derecha, en el ala izquierda sucedía lo contrario, es decir, las columnas dirigidas por Superí fueron arrolladas por los realistas. El avance de los realistas arrastró al centro del ejército fuera del campo de batalla y con ellos fue el propio Belgrano. Tristán, por su parte, se había replegado hacia El Manantial para intentar rehacer sus columnas. Una buena parte de los pertrechos, municiones, cañones, unas doce carretas y un número importante de prisioneros fueron capturados por los patriotas en la retaguardia realista. Y con una muy certera decisión de Eustaquio Díaz Vélez, fueron retirados y llevados a la ciudad, donde quedaron a buen resguardo. La confusión reinaba en todas partes, pues nadie acertaba 57
Anverso y reverso de la medalla conmemorativa acuñada para la inauguración del mausoleo de Belgrano en 1903. SOLANA PEÑA
a saber quién había sido el vencedor. Además, en el curso de la embestida, al ruido de las balas, los gritos, el polvo y los golpes que daban los gauchos con sus riendas contra los guardamontes, se sumó una manga de langostas y un sorpresivo temporal de viento que aumentaron el desconcierto general de los combatientes. El gauchaje, poco afecto a la disciplina, se dedicó a perseguir a los realistas hasta el fin; merodearon los carruajes y se dedicaron a saquear lo que pudieron; mientras tanto, Belgrano, con la responsabilidad de haber ordenado una batalla en contra de las expresas órdenes recibidas de Buenos Aires, no lograba formarse una idea de cuál había sido la suerte en el campo de Marte. Decidió reagrupar unos 200 hombres y marchar hasta El Rincón, con la esperanza de tomar mejor noticia de lo sucedido en la plaza. Desde allí envió a José María Paz a que hiciese averiguaciones, y, al cabo de un tiempo, éste regresó con la buena nueva de que la mayoría del parque realista había sido capturado y estaba en poder de los patriotas en la ciudad, cuya plaza respondía a las órdenes de Eustaquio Díaz Vélez.
bélicos como los políticos. Desde un punto de vista militar, esta batalla cerró la página del repliegue patriota desde el Alto Perú. El 24 de setiembre de 1812 puso fin a esa retirada de las tropas patriotas, que habían recorrido casi 400 leguas con el enemigo muy cerca y perdiendo los vastos y ricos territorios del Alto Perú, donde se encontraban las minas de plata de Potosí, que habían sido la principal fuente de ingresos del Virreinato del Río de la Plata. Luego de la Batalla de Tucumán, y gracias al número de bajas infligidas a los realistas y a las pérdidas que provocaron en su parque, artillería y municiones, Pío Tristán, que tenía el cometido de llegar hasta Buenos Aires, se vio obligado a cambiar sus planes y a convertirse de perseguidor en perseguido. Retrocedió hasta Salta donde sería nuevamente derrotado por Manuel Belgrano, el 20 de febrero de 1813. Desde entonces, quedó establecido que Tucumán sería la frontera de la guerra de independencia. Esto dejaba en poder de los patriotas un territorio que casi coincide con la actual extensión del Estado Argentino.
TRISTÁN SE REPLIEGA A la mañana siguiente, con una evaluación más precisa de los resultados de la jornada del 24, Pío Tristán resolvió marcharse sigilosamente hacia el Norte. En el campo de batalla quedaron más de medio millar de muertos, entre ellos, menos de un centenar de patriotas. También hubo un importante número de heridos. Se tomaron como prisioneros a más de 60 jefes y oficiales realistas, y a más de 600 soldados; siete piezas de artillería, cuatrocientos fusiles, tres banderas y buena parte del parque enemigo y otros bagajes completaban el botín de esa jornada de gloria. Es de destacar el papel que desempeñaron en la batalla muchos tucumanos que se sumaron a las fuerzas a instancias de Bernabé Aráoz. Entre ellos, cabe mencionar a Miguel Aráoz, Gregorio Aráoz de Lamadrid. También, a Lorenzo Lugones, que era santiagueño. Para apreciar la importancia que tuvo la Batalla de Tucumán en el proceso de la independencia argentina y sudamericana deben considerarse tanto los aspectos propiamente
EL COMIENZO DE UNA IDENTIDAD A partir de estos triunfos en Tucumán y luego en Salta, fue posible que se convocara a la llamada Asamblea del año XIII, cuya tarea fue tan importante para asegurar la libertad y la soberanía de estos pueblos. No en vano fue en el río Pasaje (hoy Juramento) donde el Ejército del Norte juró por primera vez la bandera nacional y tampoco fue casual que se resolviera que en Tucumán se celebrara el Congreso que en 1816 declararía la Independencia. Las campañas libertadoras de Chile y Perú llevadas a cabo por el Ejército de los Andes, tampoco habrían sido posibles si los realistas hubieran controlado la región del Tucumán, pues habrían tenido cercado a un poder político exánime y replegado en el puerto de Buenos Aires. La adhesión de los pueblos a la causa de mayo de 1810 fue más un resultado de las Guerras de Independencia que una causa de ellas. El curso de los acontecimientos fue definiendo lealtades que no estaba predeterminadas. Del mismo modo que en el Alto Perú, muchos americanos abrazaron la 58
causa del Rey; en las “Provincias Bajas” fue la acción enérgica y persuasiva de Manuel Belgrano quien logró sumar a SOLANA PEÑA los gauchos y paisanos a la revolución. José María Paz muestra en sus memorias cómo existía una cierta precariedad inicial en el apoyo a la causa de mayo y que fueron las contingencias propias de la guerra las que definieron esas lealtades. De no haber triunfado los patriotas en Tucumán, es muy probable que buena parte del vecindario se hubiera volcado a favor de los realistas. En otras palabras, también fue muy importante la Batalla de Tucumán para asegurar la adhesión de la población al proceso revolucionario. Como coinciden hoy la mayoría de los historiadores, las identidades nacionales no estaban definidas antes del desarrollo de las guerras de Independencia. El patriotismo se expresaba en un fuerte sentimiento localista, y en una más vaga y difusa pertenencia a un colectivo mayor, un sentimiento americano. Pero durante la guerra se fue forjando una nueva identificación, que concluiría por cimentarse ya avanzado el siglo XIX, el sentimiento de pertenecer a una nueva nación. En este proceso fue crucial el desarrollo de la guerra. Después de las batallas, las poblaciones tendían a reforzar su identidad y la brecha que los separaba de sus enemigos se fue ampliando. No se trataba entonces sólo de una cuestión que afectara a los combatientes. El conjunto de la población vio transformada su vida por la irrupción prolongada de la guerra: la interrupción de los viejos circuitos mercantiles provocó una
reorientación de la economía; la necesidad de abastecer a las tropas obligaba a una constante exacción de ganado, tesoros y bienes; la posibilidad de demostrar valor en el campo de batalla y lograr, así, una nueva figuración social y política. Asimismo permitió el surgimiento de una nueva identidad colectiva expresada en el gauchaje que se sumaba a la batalla bajo las órdenes de algún ocasional jefe. Vicente Fidel López llamó a la Batalla de Tucumán como la más criolla que se haya desarrollado en el territorio argentino. Esta cualidad le es atribuida porque fue la primera vez que el gauchaje a caballo se sumaba a la guerra. Desde entonces y por largas décadas, esta participación tumultuosa, se convertiría en un rasgo dominante de la vida argentina. Y fue en la Batalla de Tucumán donde irrumpieron por primera vez. “En la urdimbre de la argentina criolla la guerra y la revolución imbricadas desempeñaron un papel fundamental. Y esta guerra se desarrolló en el actual Norte argentino, donde se libraron las principales batallas. En el puerto de Buenos Aires la guerra había comenzado con las invasiones inglesas en 1806 pero luego se había desplazado a las remotas geografías del vasto interior continental. De manera que las influencias profundas de este proceso en la economía la sociedad y la vida política fueron mucho más profundas en el interior. La Batalla de Tucumán o, mejor dicho, el desarrollo de los acontecimientos desde el Éxodo Jujeño, y las posteriores batallas de La Piedras, Tucumán y Salta no solo aseguraron el dominio patriota sobre el territorio sino también instalaron por largo tiempo a la guerra en esta geografía, y esto implicó profundas transformaciones”.
“Batalla de los Decididos”, óleo sobre tela de Víctor Quiroga.
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LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LA MERCED: ENTRE LA RELIGIÓN Y LA HISTORIA La devoción a la Virgen de La Merced se relaciona estrechamente con la Batalla de Tucumán: el azar hizo que el ejército realista llegara a las afueras de la ciudad durante la madrugada del 24 de setiembre, día de la advocación de la Virgen; el crucial enfrentamiento –que definiría la suerte de la independencia argentina– se desarrolló, entonces, en su día; bajo su protección se pusieron las huestes patriotas y el triunfo coronó la jornada; los más fieles devotos juran que la imagen mercedaria apareció en el fragor del combate para torcer la suerte a favor de los patriotas. El general Belgrano no solo pidió la protección de la Virgen sino que, en los días posteriores al combate, la nombró Generala del Ejército y le entregó el bastón de mando en una ceremonia que, según el elocuente relato del General Paz, ocurrió así: “La procesión en honor a la Virgen se realizó en el mes de octubre, pues no había sido posible hacerla en su día por estar la ciudad inmersa en las circunstancias propias de la batalla. Una nutrida concurrencia acompañó a la imagen desde la Iglesia de la Merced y se dirigió al Campo de las Carreras, lugar donde un mes antes se había librado el combate. Mientras los vecinos manifestaban su devoción a la Virgen sucedió que regresaron los jinetes que Belgrano había enviado hacia el Norte en persecución de Pío Tristán y se sumaron, a caballo y cubiertos de polvo y sudor, a la nutrida concurrencia. Al llegar al Campo de las Carreras, a unas cuantas cuadras de la plaza principal, donde aún eran visibles los vestigios del cruento combate, una gran emoción embargó a todos los presentes. El general Belgrano dejó su lugar y se dirigió hacia los que portaban la imagen de la Virgen, con un gesto detuvo su marcha y ante una silenciosa expectativa hizo que bajaran la imagen. Se arrodilló ante ella y le entregó el bastón de mando del Ejército”. A partir de entonces la devoción y veneración de la Virgen de Óleo de Pedro Blanqué, Basílica Nuestra Señora de La Merced.
La Merced quedó unida a la celebración de la batalla de Tucumán. Esta devoción popular se mantiene hasta nuestros días. Desde una perspectiva histórica aparecen otros matices y aristas sobre este acontecimiento que trascienden los aspectos puramente religiosos. En primer término se advierte que no fue el caso de la Virgen de La Merced el único de una virgen generala, sino que era una práctica habitual en todas las tropas que combatían en aquellos años buscar la protección divina bajo alguna advocación de María. Esto lo hicieron tanto los realistas como los patriotas; para citar un caso, en México, los patriotas tomaron la imagen de la Virgen de Guadalupe y los realistas, la de la Virgen de los Remedios. La segunda consideración se relaciona con un matiz particular que asumieron estos conflictos. Para los partidarios del orden establecido, de la lealtad al Rey, no solo se trataba de una guerra contra la autoridad Real, sino que también era una guerra contra la religión católica, tal y como había sucedido en la Francia de la Revolución. En esta guerra de religión, los realistas endilgaban a los patriotas ser herejes y enemigos de la fe. Esta acusación, que aparecía a lo largo y ancho del continente, además de ser falsa, implicaba un obstáculo muy serio para las fuerzas patriotas que necesitaban sumar la adhesión de las poblaciones. Manuel Belgrano, desde que se hizo cargo del Ejército del Norte, se propuso desbaratar esta acusación, y, por ello, impuso prácticas religiosas a la tropa y tuvo gestos notables para demostrar que los patriotas también abrazaban la fe católica. Esto le permitió asegurar la adhesión de las poblaciones y reforzar la unión de sus tropas. Al margen de sus sinceras convicciones religiosas, el gesto de unir en el imaginario colectivo la suerte de su ejército a la devoción mercedaria le permitió desbaratar los argumentos con que los partidarios del Rey desprestigiaban a los patriotas y le permitió asegurar el apoyo de las poblaciones del Norte argentino a la causa de la independencia. También dio lugar al surgimiento de expresiones de religiosidad popular que reforzaron nuestra identidad colectiva.
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Bastรณn de mando entregado por el general Belgrano a la Virgen de La Merced. JULIO PANTOJA
Abajo: Carta de Manuel Belgrano sobre la Batalla de Tucumรกn de 1812. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIร N
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LA CASA DEL 9 DE JULIO PAT R I C I A F E R N Á N D E Z M U R G A
El Salón de la Jura ha resistido con estoicismo a los cambios que experimentó la Casa Histórica. Este edificio, que colocó a la provincia en el mapa de Argentina, es una atracción turística obligada y la sede de las celebraciones oficiales del 9 de Julio. Con sus entrañables columnas y puertas de madera azul, la vivienda de los Laguna Bazán fue el centro de la gran fiesta del Bicentenario.
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a Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica fue declarada el 9 de julio de 1816 por el Congreso General Constituyente, que sesionó en Tucumán desde marzo de 1816 hasta enero de 1817. Se daba así un paso importante en el marco de la guerra por la independencia de estos territorios, la que se inscribe entre las revoluciones sociales y políticas que sacudieron el mundo occidental, y que cambiaron las formas de gobierno; las relaciones económicas y sociales, y la forma de entender a las personas dentro de la sociedad. El Congreso sesionó en Tucumán en medio de graves peligros. Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos avanzaba la restauración monárquica en Europa; desde España, Fernando VII envió tropas para someter a los insurgentes americanos. En 1815, solo sobrevivía la Revolución en el Río de la Plata. Los diputados fueron llegando a San Miguel de Tucumán desde fines de 1815 y comenzaron a sesionar el 24 de marzo de 1816. Una de sus primeras medidas fue la designación de Juan Martín de Pueyrredón como nuevo Director Supremo; se adoptó la enseña azul y blanca como bandera de guerra1, y se tomaron decisiones sobre temas de defensa, diplomacia y administración. El 9 de julio fue declarada la Independencia: con este paso decisivo, los representantes de las Provincias Unidas afirmaron su voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y de toda otra dominación extranjera”. En enero de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires,
LA CASA DE LA LIBERTAD En los años posteriores a la Independencia, la casa que fue sede del congreso era conocida como la “Casa de la Libertad”. Esta era la vivienda de una importante familia tucumana, los Laguna Bazán2 . Desocupada por la familia, la casa fue utilizada casi desde el inicio del proceso revolucionario para diferentes fines por el gobierno provincial; por esta razón es que, en 1815, Bernabé Aráoz decidió emplearla para sede del Congreso General que se reuniría en San Miguel de Tucumán y, para ello, formalizó el alquiler que el Estado pagaría a sus propietarios. Aráoz fue el primer gobernador de la Provincia de Tucumán entonces recientemente creada y a quien el gobierno en Buenos Aires encomendó la organización del congreso. La casa fue restaurada; sus muros pintados de blanco y la carpintería de azul –para que tuviera los colores patrios–, y se amplió el comedor para que en él se realizaran de las sesiones3 . Aráoz mandó a construir el mobiliario que requerían los diputados, la guardia y los asistentes. Fue ocupada por el Congreso hasta enero de 1817; luego de esto, no tenemos noticias de su uso. En 1835 se hace una descripción del edificio en un juicio sucesorio, tras lo cual la
Museo Casa Histórica de la Independencia. Docente de Gestión y Administración de Museos en la Facultad de Artes y de Ciencias Naturales de la UNT. Miembro fundadora, vocal (2008-2012) y secretaria (2013 y 2014) de la Red de Museos de Tucumán.
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La Casa Histórica fotografiada por Ángel Paganelli en 1869. MUSEO CASA HISTÓRICA DE LA INDEPENDENCIA
PATRICIA INÉS FERNÁNDEZ MURGA Licenciada en Historia, Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y magíster en Historia Latinoamericana, Universidad Internacional de Andalucía-Sede Iberoamericana, La Rábida. Directora a cargo del
donde realizó una importante labor legislativa, pero fracasó en su intento de organizar jurídicamente el Estado: la Constitución que presentó en 1819 fue rechazada por las provincias, que luego derrocaron al Director Supremo. Sólo en 1853 la Argentina tendrá una Constitución y solo después de 1862 ésta será aceptada por toda la Nación.
casa es heredada por Carmen Zavalía Laguna y su esposo Pedro Patricio de FEDERICO LANATI Zavalía. Los hijos de este matrimonio fueron los últimos propietarios de la casa y quienes la vendieron al Gobierno Nacional en 1874. Luego de la adquisición por el Gobierno Nacional, la casa sufrió una profunda transformación: como había sido destinada a sede del Correo y Telégrafo Nacionales, se demolieron las habitaciones del frente para construir un nuevo edificio. Hubo en esos años más demoliciones y, como consecuencia de ello, solo sobrevivió el Salón de la Jura. El Correo se mudó a un nuevo local en 1896, tras lo cual el edificio quedó abandonado. Esto generó numerosos pedidos de tucumanos y de intelectuales de todo el país para que la sede del Congreso fuera recuperada. En 1904, durante el Gobierno del presidente Julio Roca, se decidió solo conservar el Salón de la Jura, protegido por un templete. Los restos de las construcciones del Correo fueron demolidos. En 1941, la Casa de la Independencia fue declarada Monumento Nacional y se decidió su reconstrucción, inaugurada el 24 de septiembre de 1943. La Comisión Nacional de Mu-
seos, Monumentos y Lugares Históricos debatió acerca de la misión de la casa, y se decidió destinarla a la evocación de la época de la Independencia. Esto definió la política de adquisición del patrimonio y de las donaciones que fue recibiendo el nuevo edificio. En este período, la casa tuvo dos directores honorarios: el Prof. Manuel Lizondo Borda (1959-1966), asistido por Elvira López García como administradora, y el Prof. Orlando Lázaro (1966-1983), asistido por Agustina Aragón de Issa Melhem. La reconstrucción de la casa permite a los visitantes comprender las características del edificio que fue sede del Congreso. Además, desde 1943 hasta 1983, al estar ambientada como una vivienda de la época de la revolución, disponía de sala, comedor, oratorio, dormitorio, y otras habitaciones con mobiliario y objetos que remitían a ese periodo. Con el retorno de la democracia, fue creada la Dirección Nacional de Museos, que produjo un cambio conceptual: la casa pasó a denominarse Museo Casa Histórica de la Independencia. Comenzó a funcionar como museo y, a partir de entonces, su misión es la de “promover y difundir la temática de la Independencia Nacional”; se reformó la exhibición y se presentaron las salas con temáticas históricas.
Primer patio de la Casa Histórica.
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Sala de la Jura de la Independencia. FEDERICO LANATI
Desde 1983 la casa tuvo su primera directora rentada, Sara Peña de Bascary (1983-1999), y se comenzaron a adoptar los sistemas de documentación, exposición y educación con criterios museológicos.
de la Declaración de la Independencia, fueron incorporados a la casa la Galería de las Placas y el Patio de Homenajes donde se emplazaron los murales de Lola Mora. En los años posteriores, la casa fue el escenario de las conmemoraciones de la Independencia, presididas por las autoridades de la provincia. En 1992, por un Decreto del presidente Carlos Menem, se estableció que, cada 9 de julio, San Miguel de Tucumán sería la sede del Gobierno Nacional y en la casa se realizaría el festejo central. Han presidido estas celebraciones los mandatarios Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. En 2008 se reunieron en la Sala de la Jura los presidentes que asistieron a la Cumbre del Mercosur, celebrada en San Miguel de Tucumán.
LAS CELEBRACIONES La celebración de la Independencia fue motivo de festejos en la casa a lo largo del siglo XIX. Al principio, en forma esporádica y seguramente con la autorización de los moradores, una vez que la familia retomó su uso como vivienda. Después de 1874, adquirida por el Gobierno Nacional, cuando funcionaban en el solar el Correo y otras dependencias del Estado, el Salón Histórico fue el escenario de las conmemoraciones cada 9 de julio. También fue el destino de las Peregrinaciones Patrióticas, que reclamaban la recuperación del edificio por su valor. Una vez construido el templete, que protegía y revalorizaba el histórico salón, se formalizaron los festejos en julio, y el sitio se convirtió en destino de visitas de escolares y viajeros. El Centenario de la Independencia se celebró en el templete, en un homenaje presidido por el gobernador de Tucumán, Dr. Ernesto Padilla. En 1947, con la casa reconstruida, el presidente Juan Domingo Perón declaró la Independencia Económica en la misma sala donde en 1816 se había declarado la Independencia Política. En 1966, al celebrarse el Sesquicentenario
EL SÍMBOLO DE LA INDEPENDENCIA Conocida por todos los argentinos como “La Casa o Casita de Tucumán”, por los tucumanos como “La Casa Histórica”, el Museo Casa Histórica de la Independencia es el símbolo de la Independencia política obtenida por estos territorios en el marco de las guerras de emancipación de fines del siglo XIX. Por esta razón, es el destino ineludible de visita de los viajeros que llegan a Tucumán. Es, también, uno de los elementos identitarios de los tucumanos. Se realizan en la Casa Histórica no solo las conmemoraciones de la Declaración de la Independencia sino también 66
numerosos actos de homenaje a los congresales de 1816. El patrimonio más valioso de la Casa es la sala que fue sede de las sesiones del congreso y donde fue declarada la Independencia. La casa posee, además, un importante patrimonio de mobiliario y objetos de la época; obras pictóricas retratos de los congresales, de políticos y guerreros de la revolución; documentos; medallas y monedas. Su biblioteca contiene un valioso repositorio de fuentes sobre la historia de Tucumán, y la fototeca “Ángel Paganelli” resguarda piezas del siglo XIX y todo un registro gráfico de la historia de la casa y del museo4. La casa espera el Bicentenario de la Independencia, acompañando a los argentinos en esta celebración. 1. Hasta tanto se dictara una constitución que estableciera la forma de gobierno, lo que definiría la bandera definitiva. 2. La historia de esta familia es una muestra de la profunda división que la revolución provocó en las familias y en la sociedad: Francisca Bazán, de una antigua familia de encomenderos, se casó con Nicolás Laguna, comerciante español. Dos de los nueve hijos de este matrimonio, Nicolás y Juan Venancio, adhirieron a la revolución; el primogénito Miguel Martín, sacerdote, acompañó a al general español Pío Tristán en su camino hacia la Batalla de Tucumán; tras la derrota fue apresado y salvó su vida, probablemente, por gestión de sus hermanos. 3. Este es conocido como “Salón Histórico” o “Sala de la Jura”, nombres con los cuales lo citaré en el texto. 4. Pocos testimonios quedan del Congreso que declaró en Tucumán la Independencia. Al trasladarse a Buenos Aires, los muebles fueron subastados y cuando se disolvió en 1820, la documentación quedó en poder de la legislatura porteña. Pero tanto los archivos de la Asamblea del Año XIII como las del Congreso de 1816-1820 se han extraviado en medio de los conflictos políticos de la primera mitad del siglo XIX.
Arriba: Detalles de los bajorrelieves confeccionados por Lola Mora y colocados a los lados del patio que da hacia la calle 9 de Julio. FEDERICO LANATI
Abajo: Sello oficial del Congreso de Tucumán.
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o había servicio de correo, sino postas que funcionaban defectuosamente y convertían la conversación epistolar en una aventura incierta. No obstante estas limitaciones, El Libertador intercambiaba cartas en forma regular y frecuente con los representantes de Cuyo en el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata. José de San Martín, a la sazón gobernador intendente de aquella región, instaba a superar la etapa colonial “sin más trámite”. Célebres son las misivas que el Padre de la Patria dirigió al diputado Tomás Godoy Cruz: “veo lo que usted me dice sobre que el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas. Yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola botella”. Para San Martín no había, a esa altura del partido histórico, más alternativa que romper el vínculo con el Reino de España. Frente a los titubeos y temores, expresaba: “si yo fuese diputado, me aventuraría a hacer al Congreso las siguientes observaciones. Soberano señor: un americano republicano por principios e inclinación, pero que sacrifica estas mismas por el bien de su suelo hace al Congreso presente: 1º Los americanos de las Provincias Unidas no han tenido otro objeto en su revolución que la emancipación del mando del fierro español y pertenecer a una nación”. Aunque decididamente independendista, San Martín trataba de parecer sutil al manifestar que escribía como un amigo de confianza que poco sabía de política. Junto al jefe del Ejército del Norte, Manuel Belgrano, que comandaba la resistencia desde Tucumán, bregaba por establecer una monarquía temperada o constitucional que permitiese pacificar rápidamente el territorio, donde ya aparecían síntomas de
luchas fratricidas. “Seis años contamos de revolución y los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen: falta de jefes militares y nuestra desunión son las causales. ¡Y se podrán remediar! Puede demostrarse que no podemos hacer una guerra de orden, por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario y, si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir a la guerra de montonera y en este caso sería hacérnosla a nosotros mismos”, analizaba en una carta remitida al diputado mendocino el 24 de mayo de 1816, en la víspera del aniversario de la Revolución de 1810. Mediante la correspondencia, San Martín compensaba la decisión de no viajar a Tucumán durante 1816 –la reunión con el director Juan Martín de Pueyrredón se concretó en Córdoba–. Mientras tanto, preparaba su plan libertador continental para el que juzgaba indispensable la emancipación de las Provincias Unidas. Conviene recordar, una vez más, su reflexión al respecto, también plasmada en una epístola enviada a Godoy Cruz: “¿hasta cuándo esperamos nuestra independencia? ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y, por último, hacer la guerra al soberano de quien dependemos? ¿Qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos, y con mucha razón, nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación y, por otra parte, el sistema ganaría un 50% con tal paso. Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo: si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito”. 68
Retrato de José de San Martín. INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANO
LA INFLUENCIA DE SAN MARTÍN EN EL CONGRESO DE LAS PROVINCIAS UNIDAS
L A I G L E S I A C AT Ó L I C A : DE LA COLONIA AL SIGLO XXI CYNTHIA FOLQUER Y LUCÍA SANTOS LEPERA
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a presencia de la Iglesia en Tucumán se remonta a los tiempos de la llegada de los españoles a estas tierras. Para ellos, la conquista implicó la difusión del catolicismo en el ámbito de un régimen de unanimidad religiosa. Este modo de concebir la organización social y política fue “la cristiandad”, e implicó para los españoles una identificación entre cultura hispana y cristianismo, de manera que la evangelización exigió un proceso de hispanización: ser súbdito de la corona supuso ser fiel cristiano. Por ello la evangelización implicó en muchos casos la aplicación del método de “tábula rasa” que desconocía toda una cosmovisión indígena rica en mediaciones religiosas y divinidades de la naturaleza, considerándola “idolatría”. En ese contexto, la Iglesia, dentro del régimen de patronato, dependió de la monarquía para su organización y subsistencia. En 1543, Diego de Rojas partió del Perú a Tucumán en una expedición que procuraría fundar una serie de ciudades para intentar unir las costas del Pacífico con las del Atlántico. La conquista estaba en marcha. En 1565, Diego de Villarroel fundó San Miguel de Tucumán en el antiguo sitio de Ibatín. Las primeras comunidades religiosas que se instalaron en esta zona fueron los mercedarios y franciscanos. Con ellos comenzó la evangelización sistemática, organizada desde
el primer obispado del Tucumán, establecido en la ciudad de Santiago del Estero hacia 1570. El primer obispo fue el dominico Francisco de Victoria. Y hacia 1585 arribaron los primeros jesuitas, que se radicaron en Córdoba. En ese contexto, comenzaron a estudiarse las lenguas indígenas y a reunir a los catecúmenos en poblados estables para iniciarlos en la fe cristiana. Aplicando las disposiciones de los Concilios de Lima de la segunda mitad del siglo XVI, se dispuso que algunas entradas a provincias de indios las hicieran los sacerdotes, para salvarlos de la “codicia” de los encomenderos. Se elaboraron catecismos en lengua quechua, manuales de confesores y sermonarios para sistematizar la enseñanza de la doctrina cristiana. El sistema de reducciones para indios se inició durante el siglo XVII en el territorio de la actual provincia de Tucumán, donde se fundaron algunas, como las de San Ignacio de la Cocha y San José de Lules. Los miembros de las expediciones eran laicos identificados con el cristianismo, quienes se constituyeron en canales de transmisión de la religión católica. A través de las relaciones que establecieron con el mundo indígena –cargadas de violencia algunas– se fue realizando un proceso de mestizaje cultural y religioso. Podemos afirmar que el choque
CYNTHIA FOLQUER Religiosa dominica y doctora en Historia, Universidad de Barcelona. Directora del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y de la revista
LUCÍA SANTOS LEPERA Doctora en Humanidades de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y becaria posdoctoral del CONICET. Investiga sobre la historia de la Iglesia en Tucumán en el Insti-
“Itinerantes de Historia y Religión”. Profesora de Historia de la Iglesia en América Latina, Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos, Córdoba y de Historia Argentina, Colegio Santa Rosa.
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tuto Superior de Estudios Sociales y participa en los proyectos del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Docente de Historia General de la Cultura (UNT).
Iglesia Catedral de San Miguel de Tucumán. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Desembarcó con los primeros barcos procedentes de Europa. Pero a diferencia de otras instituciones importadas, la Iglesia católica echó raíces duraderas: pese a las inmensas transformaciones ocurridas desde entonces, sigue siendo la primera confesión en Tucumán y Argentina. Su pasado se proyecta por medio de una obra espiritual con manifestaciones concretas en la arquitectura, la educación y la organización de la sociedad.
entre las culturas ancestrales americanas y la española produjo una cultura mestiza que aún pervive, en la cual las creencias amerindias conviven con las cristianas, formando una nueva matriz cultural. Este proceso se vivió, no sin tensiones, en un mundo colonial que se estructuraba en torno a la encomienda y al servicio personal indígena. Las guerras calchaquíes del siglo XVII expresaron la resistencia indígena al dominio español en la región del Tucumán. Al igual que en otras zonas del continente, los misioneros levantaron la voz en defensa de los pueblos indígenas, siendo significativa la acción de San Francisco Solano. Los jesuitas también rechazaron el servicio personal como un sistema injusto e inmoral. Estas denuncias propiciaron la visita del oidor de la Audiencia de Charcas, Francisco Alfaro, quien promulgó en 1611 las Ordenanzas que prohibían el servicio personal en esta región. No siempre se respetarían. Tras la expulsión de los jesuitas, en 1767, los dominicos se encargaron de San José de Lules, en 1781, instalándose en San Miguel de Tucumán hacia 1785. Así se sumaba la Orden de Predicadores a las ya existentes de mercedarios y franciscanos.
do por el vicario foráneo, Moisés Miguel Aráoz, existían las siguientes casas parroquiales: Catedral, La Victoria, Famaillá, Monteros, Chicligasta, Río Chico, Graneros, Leales, Burruyacu, Encalilla (Tafí del Valle) y Trancas. Tras la independencia, los gobiernos decimonónicos asumieron el régimen de patronato de la Iglesia, lo que originó fuertes tensiones con las autoridades eclesiásticas, que resistían al control del poder político sobre aspectos que consideraban de su jurisdicción (nombramientos de curas, registros parroquiales, creación de diócesis y parroquias, etc.). Hacia fines del siglo XIX se produjo una primera secularización en la sociedad, durante la cual el campo religioso se fue reconfigurando paralelamente a la construcción del Estado-nación y a la llegada del aluvión inmigratorio. Bajo la gestión del obispo de Salta, Buenaventura Rizo, se produjeron debates en torno a las llamadas “leyes laicas” de creación del Registro Civil, promulgación de las leyes de matrimonio civil, secularización de cementerios y educación laica. Ante un Estado que buscaba modernizarse y asumir su rol de control de la población, la Iglesia vivió un proceso de reacomodación, no sin tensiones. En este proceso, la dimensión de bienestar social, la atención a los sectores más desprotegidos y las problemáticas sanitarias no fueron asumidas como cuestión de Estado; más bien se subsidiaba o alentaba la acción privada para la atención de la cuestión social. Fundada en 1858 por el gobernador Marcos Paz y conducida por mujeres de la élite, la Sociedad de Beneficencia cumplió un rol fundamental en el cuidado de los más vulnerables, creando hospitales, asilos de mendigos, escuelas de niñas. Estas mujeres, identificadas con el mandato evangélico de caridad para con el prójimo, asumieron un gran protagonismo social y político y, de alguna manera, colaboraron en la conformación del Estado provincial en los aspectos referidos a la cuestión social. A ellas se sumaron congregaciones religiosas femeninas que vinieron a Tucumán para asumir un claro compromiso con la salud y la educación. Entre ellas, llegaron en 1876 las Hermanas del Huerto. Elmina Paz de Gallo y el dominico Fray Ángel María Boisdron crearon en 1887 el primer asilo de huérfanos, hijos de víctimas de la epidemia del cólera, y convocaron a las Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús para su administración. A estas obras a favor de los desvalidos y de la educación de la mujer se sumaron la Congregación de las Hermanas Esclavas en 1889 (desde Córdoba),
EL SIGLO XIX. LA IGLESIA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN En 1806 se creó la diócesis de Salta y el actual territorio de la provincia de Tucumán pasó a depender de ese obispado como una vicaría foránea. Durante el proceso de revolución e independencia, religiosos y sacerdotes adhirieron a la causa patriótica. Los dos diputados tucumanos al Congreso de Tucumán, José Ignacio Thames y Pedro Miguel Aráoz, eran presbíteros. Entre los 29 congresales que firmaron la Declaración de la Independencia, los sacerdotes ocuparon un lugar preponderante, con un total de 17. Sus títulos académicos y su prestigio social los llevaron a ejercer la representación política en varias provincias, posicionados en lugares de jerarquía y habilitados para el ejercicio del poder político. Cabe destacar que también hubo sacerdotes realistas que apoyaron la causa española, como el cura Laguna de Trancas, quien fue arrestado por Belgrano por su apoyo a las tropas de Pío Tristán. En ese período se habían organizado en el actual territorio de Tucumán 11 parroquias, desde donde se irradiaba la acción evangelizadora. Hacia 1867, según el informe realiza72
Ruinas del claustro jesuita de San José de Lules. ENTE TUCUMÁN TURISMO
LLEGADA Y PARTIDA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
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a presencia jesuita en Tucumán comenzó en 1585 al mismo tiempo que se desarrollaba la colonización, y se extendió hasta su expulsión en 1767. La Orden se asentó en propiedades recibidas en donación entre las cuales la del deán Francisco de Salcedo de 1613 fue muy importante para construir –en Ibatín– el Colegio de Santa María Magdalena. Trasladada la ciudad al sitio actual, los jesuitas erigieron una construcción similar a la anterior, hoy templo de San Francisco, colindante con la plaza principal. Así, nucleados en el templo y Colegio de San Miguel, se fortalecieron con la posterior donación del Potrero de Aconquija, efectuada por don Pedro Bazán en 1742. Para su propio abastecimiento, articulado con el mercado regional, los jesuitas organizaron un sistema de producción alrededor de dos núcleos: la estancia de San Ignacio de La
Cocha y la hacienda de los Lules. Al igual que en el resto de América, sus misiones implicaron respecto de los indígenas una experiencia de evangelización combinada con el aprendizaje de artes y oficios. El escenario descripto se vio afectado al conocerse y ejecutarse la Pragmática Sanción fechada en Madrid el 27 de febrero de 1767 mediante la que el rey Carlos III desterró a los jesuitas de todos sus dominios. Entonces, una Junta Municipal de Temporalidades con sede en Buenos Aires remató las propiedades urbanas y rurales de la Compañía. Los efectos de la retirada jesuita se hicieron sentir no exclusivamente en el terreno económico, sino también en el político, cultural y religioso. MARÍA LELIA GARCÍA CALDERÓN DOCTORA EN CIENCIAS SOCIALES
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El obispo Pablo Padilla y Bárcena organizó la diócesis a partir de la reunión del Primer Sínodo Diocesano en 1905; de la creación de parroquias, y del impulso a la educación religiosa al fundar el Seminario Mayor y el primer colegio para varones.
En América Latina corrían vientos de cambio y este proceso de transformación eclesial es el que encontró el obispo Blas Conrero al asumir en la diócesis de Tucumán (1969-1982) en reemplazo de Aramburu, designado arzobispo en Buenos Aires.
la Congregación del Buen Pastor (Angers, Francia), las Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad y las Pobres Bonaerenses de San José (Buenos Aires). En las primeras décadas del siglo XX se establecieron los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora, Claretianos y Lourdistas.
ese sentido, el acercamiento obispal a la “cuestión social” traducía una visión paternalista, caracterizada por la férrea oposición a las huelgas obreras como instrumento de presión, favoreciendo la idealización del “buen patrón”, cuya capacidad para paliar las carencias obreras debía basarse en el diálogo y la conciliación. En suma, desde sus inicios al frente de la Iglesia tucumana, el obispo Padilla y Bárcena buscó dotar de bases organizativas a la diócesis y procuró su crecimiento institucional. Durante la década de 1920 gobernó la diócesis el obispo Bernabé Piedrabuena (1923-1928), quien había sido un estrecho colaborador de Padilla y Bárcena como vicario general, codirector de la revista La Verdad, visitador de la vicaría foránea de Catamarca y organizador del Primer Sínodo Diocesano. Tras ser desvinculado del obispado de Catamarca, donde ejerciera como prelado entre 1911 y 1923, retornó a Tucumán como obispo. Durante su gestión continuó con la creación de capillas y templos. En 1928 fue reemplazado por Agustín Barrère, religioso lourdista que ejerció un largo obispado entre 1930 y 1952. La década del 30 trajo a la Iglesia profundas transformaciones institucionales e ideológicas que dieron lugar al crecimiento de sus estructuras, y a la reformulación del laicado, cambios que otorgaron a la institución eclesiástica un perfil más combativo y de mayor presencia en el espacio público. Durante su gestión, Barrère desplegó una serie de estrategias dirigidas a consolidar la institución eclesiástica, y a dotarla de un mayor sentido de orden y disciplina jerárquica. Tales políticas involucraron al laicado organizado en la Acción Católica (1932), a la Juventud Obrera Católica (1942) y al clero secular, cuya reforma se buscó implementar a través del Segundo Sínodo Diocesano convocado en 1931. Creció la red parroquial con la creación de 11 nuevas parroquias entre 1930 y 1952. Tras la crisis econó-
COMIENZOS DEL SIGLO XX ORGANIZACIÓN Y CRECIMIENTO INSTITUCIONAL En 1897 se creó la diócesis de Tucumán, en procura de modernizar las estructuras eclesiásticas y tornar más eficaz su administración, a la vez que adaptarlas a la situación política y administrativa del Estado argentino. La nueva diócesis –separada de Salta– quedó constituida por las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca. Con la separación de las dos últimas (1907 y 1910), el territorio de la diócesis coincidió con el de la provincia de Tucumán. El primer obispo, Pablo Padilla y Bárcena, condujo la organización de la diócesis a partir de distintas medidas: reunió el Primer Sínodo Diocesano en 1905 –que establecería los principales lineamientos para el funcionamiento administrativo e institucional de la Iglesia tucumana–; creó nuevas parroquias (9, además de las 11 que existían al iniciar su obispado); dio impulso a la educación religiosa al fundar el Seminario Mayor y el primer colegio religioso para varones, a cargo de los Padres Lourdistas, y avaló la fundación del diario confesional La Verdad, primera iniciativa editorial católica de la provincia. Uno de los ejes de su gestión fue la promoción de las iniciativas del catolicismo social, corriente de la Iglesia que por entonces iba ganando terreno. Entre ellas, se destacó la multiplicación de los círculos de obreros, cuyo principal objetivo fue contrarrestar el avance de la prédica socialista y anarquista en el mundo del trabajo. Los círculos desarrollaron actividades de socorro mutuo, formación y recreación. En 74
Su Santidad Juan Pablo II visita a Tucumán el 8 de abril de 1987. LA GACETA
JUAN PABLO II EN EL JARDÍN DE LA REPÚBLICA
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uan Pablo II aterrizó en Tucumán el 8 de abril de 1987. Por primera vez un Papa visitaba la tierra de Juan Bautista Alberdi. Aquí lo esperaban un calor impiadoso y una multitud de fieles: muchos de ellos confluyeron en una vigilia espontánea en las inmediaciones del aeropuerto Benjamín Matienzo. “A las 16.30 llegó el avión que traía al Papa, y estallaron los vítores y aplausos. La escena se repitió cuando Karol Wojtyla enfundado en una sotana blanca, casi resplandeciente, apareció en lo alto del escenario. Ese primer contacto entre el pastor y su grey tuvo un alto contenido emocional”, indica una crónica publicada en La Gaceta. En un castellano afectado por los distintos idiomas que hablaba, el Pontífice llamó a la reconciliación entre los argentinos, y reclamó mayor solidaridad y participación en los proyectos comunes. La Virgen de La Merced lo acompañaba en el escenario. “El sucesor de Pedro ha venido a la tierra tucumana, para alabar con vosotros la misericordia
de Dios Padre que ha querido ‘llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos’. Lo hacemos aquí, en esta ciudad de San Miguel de Tucumán, a la que llamáis Cuna de la Independencia por haber iniciado aquí vuestro camino en la historia como nación independiente. Desde entonces, los habitantes del Norte argentino os sentís especialmente vinculados a este lugar; y habéis cultivado un marcado amor a vuestra patria, sintiendo además la responsabilidad de custodiar la libertad y la tradición cultural de la Argentina. En el cristiano esos nobles sentimientos se enraízan en el don de la filiación divina, y allí encuentran también su fundamento, su sentido y su medida”, dijo el Papa. El jefe de la Iglesia venía de Chile con el plan de recorrer diez lugares de la Argentina: Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario. La escala en el Jardín de la República se prolongó exactamente durante una hora y 45 minutos. 75
Héctor Villalba (1999-2011) asumió un estilo de gobierno claramente inspirado en la eclesiología del Concilio Vaticano II. Su reciente nombramiento como cardenal emérito de la Iglesia fue un reconocimiento del Vaticano a su desempeño y acción pastoral.
En 2011 asumió como arzobispo Alfredo Zecca, quien se desempeña en ese cargo actualmente. Con tal carácter participó de los festejos del Bicentenario de la Independencia: fue anfitrión del Congreso Eucarístico y concelebró el Tedeum del 9 de Julio.
mica desatada en los inicios de 1930, la conflictividad fue el signo de la situación social en la provincia, escenario en el que los sindicatos avanzaron en su organización, pero en un sentido muy distinto al propuesto por la Iglesia. Barrère endureció su discurso frente a la prédica socialista y comunista, a la vez que procuró adaptar las estrategias de la Iglesia al nuevo contexto, incentivando a los laicos –a través de la creación del Secretariado Económico-Social de la Acción Católica– a intervenir en la cuestión obrera, elaborando proyectos legislativos que mejoraran sus condiciones de vida. Así, a diferencia de los años precedentes, la Iglesia vio en el Estado un actor que podía ser interpelado y sobre el que se podía influir para difundir el catolicismo en los distintos sectores sociales. El golpe de Estado de 1943 y, posteriormente, el triunfo de Perón, plantearon numerosos desafíos a la gestión de Barrère. Por un lado, el drenaje de cuadros de la Acción Católica hacia el gobierno nacionalista de Alberto Baldrich (1943-1944) generó una situación conflictiva frente a la autoridad del obispo, quien buscó mantener a la institución eclesiástica al margen del clima de convulsión política y social. No obstante, fue difícil para la Iglesia no quedar asociada al gobierno que había decretado la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas, demanda histórica de los sectores católicos. En efecto, se trató de un período en que la trayectoria de la Iglesia se vio indisolublemente unida al curso de la vida política: la institución tuvo un rol relevante al manifestar su apoyo explícito a la candidatura de Perón, que representaba la continuidad de la Revolución de Junio de 1943 y de los beneficios adquiridos por la Iglesia. La muerte de Agustín Barrère en febrero de 1952 marcó un punto de inflexión en la historia eclesiástica tucumana, tras sus 22 años de liderazgo fuerte y centralizado. Su sucesor, Juan Carlos Aramburu (1953-1967), quien se desempeñaba
como obispo auxiliar desde 1946, se hizo cargo de la diócesis con 41 años de edad: sería el prelado más joven del Episcopado Argentino. En 1957, el Obispado de Tucumán fue elevado al rango de Arzobispado y monseñor Aramburu pasó a ser arzobispo. El estilo de conducción que implementó Aramburu se diferenció sustancialmente del de su antecesor, teniendo en cuenta el protagonismo de Barrère y su injerencia constante en los problemas políticos locales. Por el contrario, la conducta prescindente que caracterizó a Aramburu, y la escasa emisión de pastorales y comunicados institucionales incidieron de distintas formas en la dinámica de funcionamiento de la Iglesia jerárquica. En efecto, los años finales del peronismo constituyeron una etapa difícil para los sectores católicos ante la disyuntiva de sumarse a las acciones opositoras al gobierno, que buscaban destituirlo, o bien mantenerse expectantes desde una provincia que había adherido masivamente al movimiento comandado por Perón. No obstante los esfuerzos de Aramburu por mantener un delicado equilibrio y contener a los laicos en la obediencia a la jerarquía, el golpe de Estado de 1955 generó profundas divisiones en la institución eclesiástica y abrió un camino de deliberaciones en su interior, principalmente entre los curas diocesanos, debate que tendría un fuerte impacto en los años siguientes. En 1958, durante la presidencia de Arturo Frondizi, se reglamentó la ley de creación de universidades privadas, lo que impulsó en Tucumán la fundación de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (1965), generada en los cursos de cultura católica y de filosofía tomista que habían originado previamente el Instituto Universitario Santo Tomás de Aquino. Tales iniciativas gozaron del apoyo del obispo Aramburu, quien promovió la gestión de los frailes dominicos y del grupo de intelectuales católicos reunidos en torno al convento de predicadores. 76
Frontispicio de la Iglesia de Santo Domingo (Basílica Nuestra Señora del Rosario). LA GACETA
ENTRE LA RADICALIZACIÓN POLÍTICA Y EL COMPROMISO EVANGELIZADOR (1960-2010) JULIO PANTOJA La década del 1960 encontró a muchos jóvenes militantes de la Acción Católica, identificados con el peronismo, sumidos en un giro ideológico que los llevó a adherirse a la lucha armada de las organizaciones guerrilleras. Por su parte, el clero local no fue ajeno a los debates marcados por la consigna “dependencia o liberación” y muchos se sumaron al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que tomaba fuerza en el resto del país. Estos sacerdotes habían asumido un compromiso activo con la cuestión obrera y sindical, y acompañaron las protestas de los empleados en ingenios azucareros durante la crisis generada por el decreto de cierre de estas fábricas en 1966. En América Latina corrían vientos de cambio y este proceso de transformación eclesial es el que encontró el obispo Blas Conrero al asumir la diócesis de Tucumán (1969-1982) en reemplazo de Aramburu, designado arzobispo en Buenos Aires. El período de Conrero estuvo marcado por la recepción del Concilio Vaticano II; la implementación de la reforma litúrgica; el estudio de los documentos conciliares que acentuaban la colegialidad en la vida eclesial (pastoral de conjunto) y la apertura de la Iglesia a las problemáticas socio-culturales contemporáneas. Hubo en estos años un desarrollo de la conciencia eclesial de pertenecer a la región del NOA; se multiplicaron las reuniones de obispos, sacerdotes, catequistas y religiosos que buscaron otorgar una identidad regional a la Iglesia en el noroeste argentino. Durante el período de Conrero, el laicado católico experimentó un salto cualitativo en la participación de la vida
de la iglesia local. En un contexto en donde los espacios de participación de los jóvenes en la sociedad civil estaban cercenados por la dictadura militar, la Iglesia ofreció canales de protagonismo juvenil. Los cursos de formación; las peregrinaciones de la juventud; los retiros espirituales y campamentos de la Acción Católica contaron siempre con la palabra y la orientación del obispo. Fomentó el desarrollo del Movimiento Familiar Cristiano y creó la Junta de Educación Católica para impulsar las mejoras en las propuestas educativas de la Iglesia. Apoyó el diálogo ecuménico e interreligioso con una nueva conciencia, fruto del Concilio Vaticano II. Conrero lideró la Iglesia local en un período de alta conflictividad política y social, en la que la institución no asumió una postura homogénea. Mientras que algunos sacerdotes y laicos se identificaban con la militancia de izquierda y la lucha armada, otros eran capellanes militares y apoyaban a la derecha nacionalista. En ese contexto, Conrero mantuvo un perfil institucional, y buscó resguardar a los miembros de la iglesia sin asumir una postura pública de denuncia y crítica al régimen vigente. Así, durante los años de la dictadura militar (1976-1983), Conrero medió ante el Gobierno de facto para liberar a sacerdotes privados de libertad. La ayuda que algunos curas brindaron a la búsqueda de información sobre detenidos-desaparecidos contrastó con la acción de otros miembros de la Iglesia que abiertamente apoyaron el terrorismo de Estado. El retorno de la democracia en 1983 implicó para la iglesia un complejo compromiso con la reconstrucción del tejido social fragmentado. Con la muerte de Conrero en 1982, se sucedieron los obispados de Horacio Alberto Bózzoli (1983-1993) y de Raúl Casado (1994-1995), que contrastaron con la gestión carismática de su antecesor al no
Procesión de la Virgen de La Merced el 24 de septiembre en la plaza Independencia.
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poder ejercer un eficaz liderazgo en la Iglesia diocesana. Casado se enfermó al año siguiente de ENTE TUCUMÁN TURISMO asumir, por lo que fue nombrado obispo coadjutor Carlos Ñáñez (1995-1999), quien promovió la revitalización diocesana mediante un plan pastoral en cuya elaboración participaron los diversos actores eclesiales. Los distintos sectores de servicio pastoral (salud, familia, social, educación, penitenciario, catequesis, entre otros) adquirieron mayor visibilidad y representatividad en la acción de la Iglesia. Se reorganizó la red en torno a los decanatos, lo que promovió una mayor colaboración entre
parroquias. Héctor Villalba (1999-2011) buscó dar continuidad a este perfil diocesano consolidando las estructuras de participación y asumiendo un estilo de gobierno claramente inspirado en la eclesiología del Concilio Vaticano II. Su reciente nombramiento como cardenal de la Iglesia fue un reconocimiento del Vaticano a su estilo y acción pastoral. Tras su jubilación, asumió como arzobispo Alfredo Zecca, quien se desempeña en ese cargo actualmente. En el ámbito de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, este breve recorrido buscó dar cuenta de la complejidad de la historia de la Iglesia católica como reflejo de las acciones de sus miembros, y de los procesos políticos y sociales de los que formó parte.
Campanario y cúpula de la Basílica y Santuario de Nuestra Señora de La Merced.
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L
uego de casi 27 años del papado de San Juan Pablo II y del pontificado de ocho años de Benedicto XVI, 115 cardenales de la Iglesia se reunieron en El Vaticano y eligieron a un Papa que vino del fin del mundo, como él mismo se presentó en los balcones de la Basílica de San Pedro durante esa tarde inolvidable del 13 de marzo del 2013. Jorge Mario Bergoglio: el primer Papa latinoamericano, el primer Papa jesuita, el primer Papa nacido fuera de Europa en el último milenio y el primer Papa que tomó el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, defensor de los pobres. El nuevo líder de los 1.200 millones de católicos del planeta es argentino, tenía 77 años cuando inició su papado, y se había desempeñado como cardenal primado y arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires. Con él, El Vaticano inició un camino de renovación inédito: al decir de su amigo, el rabino Abraham Skorka, “Francisco está cambiando la religiosidad en todo el mundo”. Su preocupación comunicada en la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” consiste en infundir a la Iglesia un viento de alegría y de entusiasmo; el gozo de abrirse a Dios y de hacer el bien, y la postulación del Evangelio como un medio de transformación de la sociedad y de la cultura. Francisco también busca la pacificación del mundo; el diálogo con las grandes religiones; el cambio económico que resuelva las causas estructurales de la pobreza, y la revisión y el fortalecimiento de la misión eclesiástica. El Papa impulsa a su comunidad a salir de su ensimismamiento para buscar el bien común a partir de la prédica en las periferias marginales. En consonancia con las resoluciones de los dos sínodos de los obispos, en su última exhortación “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), del 19 de marzo del 2016, Francisco da su visión sobre la importancia del matrimonio y la familia en el mundo contemporáneo: es el mensaje de su cuarto año de pontificado, período dedicado a la misericordia. El Papa tiene el carisma, la gracia y la capacidad intelectual para expresar las palabras, y formular las interpelaciones que más necesitamos escuchar en este momento histórico. Con su enseñanza y el ejemplo de su vida comprometida, es una roca fuerte y firme, que guía y orienta con cercanía y paciencia a la Iglesia. Pero su modelo trasciende a la grey católica. El pueblo argentino debe sentirse privilegiado al saberse testigo presencial del pontificado de este compatriota universal. En su doble condición de sucesor de Pedro y de porteño, Francisco redactó y envió un mensaje a José María Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, a propósito del Bicentenario de la Declaración de la Independencia, que fue leído en el Tedeum del 9 de Julio de 2016 y es reproducido a continuación.
Querido hermano: En vísperas de la celebración del bicentenario de la lndependencia quiero hacer llegar un cordial saludo, a vos, a los hermanos Obispos, a las Autoridades nacionales y a todo el Pueblo argentino. Deseo que esta celebración nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años. Con tales augurios expreso a todos los argentinos mi cercanía y la seguridad de mi oración. De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria. Sí, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraiza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: “éste es capaz hasta de vender a la madre”; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender... y tampoco a la Madre Patria. Celebramos doscientos años de camino de una Patria que, en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacia la Patria Grande, la que soñaron San Martín y Bolívar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos. Por esa Patria Grande también rezamos hoy en nuestra celebración: que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones. Con estos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los “memoriosos” de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta “cultura del descarte” que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños , fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (cf. Jl 4, 1). Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que –inspirados en esos mismos sueños– corran hacia adelante con la creatividad de la profecía. Querido hermano pido a Dios, nuestro Padre y Señor, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Lujan que, como madre, nos cuide en nuestro camino. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí. Fraternalmente, FRANCISCO 80
SERVICIO FOTOGRÁFICO DE L’OSSERVATORE ROMANO
EL PAPA QUE VINO DEL FIN DEL MUNDO
1816-1916: CIEN AÑOS DE POLÍTICA VERNÁCULA ELENA PERILLI DE COLOMBRES GARMENDIA
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n 1816, Tucumán fue sede del Congreso Soberano que declaró el 9 de Julio la Independencia y dio forma definitiva al proceso iniciado en mayo de 1810, aunque la guerra por la total liberación de imperio hispánico se prolongaría hasta 1824. La presencia del Congreso y del jefe del Ejército transformaron la vida política y cotidiana de Tucumán. Figura protagónica fue la de Bernabé Aráoz, decidido baluarte de Belgrano en el triunfo de 1812, en la Batalla de Salta y primer gobernador de Tucumán en 1814. Puso todo su esfuerzo y superó los obstáculos para la reunión del Congreso, enfrentando la escasez de recursos y las necesidades de la guerra, y ejecutó toda clase de diligencias en los días previos. Nuestros representantes –tras una serie de inconvenientes– fueron el canónigo José Ignacio Thames y el doctor Pedro Miguel Aráoz. Las sesiones tuvieron lugar en la propiedad de Francisca Bazán de Laguna, inmueble que estaba en buena parte alquilado al Gobierno y que se acondicionó para este acontecimiento. Muchas fueron las resoluciones del Congreso, pero la acción relevante se centró en la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, cuando presidía la sesión el doctor Narciso de Laprida, sin que fuera necesario ningún debate. Con este acto se daba forma jurídica al proceso iniciado en 1810. Otra acción trascendente del Soberano Congreso fue la designación de Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, quien apoyó a San Martín en el plan continental. A comienzos de 1817, la Asamblea se trasladó a Buenos Aires, pero el Ejército siguió acampado en Tucumán. Hacia fines de ese año, Aráoz fue reemplazado por Feliciano de la ELENA PERILLI DE COLOMBRES GARMENDIA Profesora en Historia, Universidad Nacional de Tucumán. Directora de los Centros Cultural Alberto Rougés y de Estudios Juan Dalma de la Fundación
Mota Botello, mientras la guerra de la Independencia continuaba, con el norte defendido por Güemes y San Martín avanzando desde Chile hacia el Perú. El 11 de noviembre de 1819, un Golpe de Estado inició la etapa de la anarquía con el predominio y la lucha por el poder de los caudillos que se desató en todo el territorio de las Provincias Unidas. La guarnición de Tucumán, encabezada por el oriental Abraham González, depuso al gobernador Mota Botello. En el orden nacional, la Constitución de 1819 no logró el objetivo de un gobierno unificado y no satisfizo a las provincias. En enero de 1820, se sublevó el Ejército del Norte en la posta de Arequito y los caudillos derrotaron al Directorio en la Batalla de Cepeda. Con esta acción se disolvía el poder central, y se iniciaban las guerras civiles entre unitarios y federales. En Tucumán, el cabecilla fue Bernabé Aráoz, quien dio forma a la “República de Tucumán”, de vida efímera, con su propia Constitución. Comprendía, además, los territorios de Santiago del Estero y Catamarca, y era el primer ensayo de un gobierno provincial sin la presencia del Cabildo. Fue 1822 el año clásico de la anarquía en Tucumán, cuando se enfrentaron y alternaron en el poder Abraham González, el mencionado Bernabé Aráoz, Diego Aráoz y Javier López. En 1826, Gregorio Aráoz de Lamadrid fue elegido gobernador propietario por la Sala de Representantes, que desde 1824 reemplazaba al Cabildo. Su administración tuvo un singular tono progresista, sobre todo por su preocupación en materia de instrucción pública. También nombró un agrimensor general de la Provincia, Felipe Bertrés, para el
Miguel Lillo. A cargo del proyecto La Generación del Centenario y su proyección en el NOA. 1900-1950. Es miembro correspondiente por Tucumán en la Academia Nacional de la Historia y en la Junta de Estudios Históricos de Catamarca y Salta, y
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vicepresidenta de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Autora de artículos, publicó entre otros libros: “Tucumán en los dos Centenarios 1910-1916” y “El cura Miguel Martín Laguna. Su azarosa vida y su historia social y política de Tucumán”.
Plano del Tucumán de 1816. MUSEO CASA HISTÓRICA DE LA INDEPENDENCIA
Entre 1816 y 1916, Tucumán dio un salto inconmensurable. Cimentada sobre una industria azucarera pujante y de la mano de una clase dirigente progresista, la provincia se convirtió en el centro geopolítico del Norte argentino. Esa época de apogeo se corresponde con la madurez de un grupo creador extraordinario: la Generación del Centenario.
deslinde, mensuras judiciales de tierras y dirección de la obra pública. Lamadrid puso orden en la burocracia provincial; dispuso la realización de un padrón exacto de los habitantes, y el reglamento de elección de representantes y la ley de reorganización del Poder Judicial. A pesar de las turbulencias, hubo iniciativas importantes, como la del obispo José Eusebio Colombres, quien multiplicó surcos de caña de azúcar en su finca de El Bajo, y, con un rústico trapiche de madera, dio comienzo e impulso a la industria azucarera, lo que beneficiaría a la economía tucumana por largo tiempo. Hasta entonces, la actividad principal se basaba en la curtiduría, con la producción de cueros y suelas que se enviaban al puerto de Buenos Aires. El enfrentamiento entre unitarios y federales también tuvo escenario en la provincia y se sucedieron los gobernadores (Nicolás Laguna, José Manuel Silva, Javier López) en medio de luchas encarnizadas, hasta que llegara al Poder Ejecutivo el mandatario Alejandro Heredia (1832-1838), el general-doctor de simpatías rosistas y el autor de numerosas medidas progresistas, tanto en el campo educativo como económico. En esos años Tucumán avanzó sobre Salta, donde Heredia colocó a su hermano Felipe como gobernador, creando el Protectorado. Se enfrentó al general Santa Cruz en la guerra con Bolivia, acción que terminó en derrota y desgastó el poder de Heredia. Las dificultades externas e internas no le impidieron dictar decretos y leyes de buen gobierno. Con su asesinato, en 1838, se suceden mandatarios de simpatías unitarias, que culminaron en una coalición liderada por Marco Avellaneda, con el apoyo militar de Lavalle y Lamadrid.
Fue aplastada por Manuel Oribe, quien aniquiló a los cabecillas y persiguió a los unitarios, confiscando sus bienes y obligándolos al exilio. Dejó en el poder a Celedonio Gutiérrez (1843-1852), quien, al iniciar su gobierno, secundó a Oribe. Tomó duras medidas contra los unitarios, pero, luego, desplegó un espíritu tolerante que permitió restablecer el orden y el regreso de muchos exiliados. Llevó a cabo acciones progresistas, como la realización de un censo, en 1844, el Reglamento de Justicia y de Policía, la edición del periódico El Monitor Federal, la construcción de la Iglesia Matriz, encargada al ingeniero francés Pedro Dalgare Etcheverry, quien se ocupó a la vez de la ampliación del Cabildo, etcétera. Al producirse el pronunciamiento de Urquiza en 1851, retirando a Rosas el manejo de las Relaciones Exteriores, Gutiérrez adoptó una posición ambigua, resolviendo acomodarse con las dos posibilidades a la espera de los resultados. En este contexto se produjo la invasión de Crisóstomo Álvarez. La noticia de la victoria de Urquiza sobre Rosas en Caseros no había llegado aún a Tucumán, por lo que la derrota de Álvarez le valió ser fusilado por orden de Gutiérrez. Las profundas repercusiones de Caseros terminaron con el alejamiento de Gutiérrez y la constante intervención en la política tucumana de los Taboada; se inicia en Tucumán una etapa de gobiernos liberales con diversas iniciativas, como el envío de diputados a San Nicolás de los Arroyos en 1852. También en ese año se sancionó el Estatuto Provincial. Salustiano Zavalía y fray José Manuel Pérez fueron los representantes en el Congreso General Constituyente que se reunió en Santa Fe y sancionó la Constitución en 1853.
LA OBRA DE CELEDONIO GUTIÉRREZ La Liga del Norte contra Rosas en 1840 fue el último levantamiento que se opuso al dominio federal en el norte.
EL ORDEN CONSTITUCIONAL En 1856, en el gobierno de Agustín J. de la Vega se aprobó la Constitución de la Provincia. Fue entonces cuando el 84
Bernabé Aráoz
Juan Martín de Pueyrredón
Gregorio Aráoz de Lamadrid
Martín Miguel de Güemes
Memorable fue la acción de Lucas A. Córdoba a fines del siglo XIX, notablemente preocupado por dotar a la provincia de obras de irrigación y de agua para la población. Logró, además, la sanción de la ley de riego.
francés Amadeo Jacques reabrió el Colegio San Miguel, cuya excelencia dejó su impronta en la élite dirigente. Tenía un novedoso plan de estudios que privilegiaba el conocimiento de las ciencias. El gobierno de Marcos Paz (1858-1860) fue ponderable en materia de obras públicas: tomó medidas de ordenamiento, terminó el Cementerio del Oeste, creó cuatro nuevas plazas, multiplicó el empedrado de las calles, nació la primera biblioteca pública, la Sociedad de Beneficencia y la Oficina Topográfica, y dictó, además, un nuevo Reglamento de Justicia. En 1862 tuvo lugar el triunfo de Mitre sobre Urquiza en Pavón y José María del Campo, tras afrontar la invasión de Peñaloza, quedó al frente del Poder Ejecutivo y apoyó la candidatura de Marcos Paz a vicepresidente como compañero de fórmula de Mitre. Se sucedieron en el gobierno José Posse, el amigo de Sarmiento, quien se preocupó por la educación. Gracias a su gestión se creó el Colegio Nacional, en 1865. Se destacaron también Wenceslao Posse y Octavio Luna. Este último reflotó y convirtió en ley el proyecto de Municipalidades. Las turbulencias internas, sin embargo, no cesaban.
1884, durante el gobierno de Benjamín Paz, se reformó la Constitución Provincial, estableciendo el sistema bicameral y el Colegio Electoral Permanente, instrumento político para manejar los sucesores. La epidemia de cólera desatada a fines de 1886 exigió una lucha denodada y acciones heroicas del cuerpo médico, y se prolongó hasta febrero siguiente tras dejar 3.500 víctimas. Merece especial consideración la acción municipal del intendente José Padilla, quien abrió las cuatro avenidas de circunvalación (1889), dejó libres las calles del casco urbano, duplicó el alumbrado de querosén, empedró numerosas cuadras, etcétera. En 1890 se organizó, con el apoyo de Leandro N. Alem, la Unión Cívica local presidida por Servando Viaña. Por su parte, el Partido Autonomista Nacional eligió gobernador a Silvano Bores, protagonista político y de la cultura. Tras estallar la revolución del 90, Pellegrini lo desautorizó por haber arrestado a varios “cívicos”. Bores renunció y fue reemplazado por Próspero García, cuya obra más importante fue la inauguración de la línea férrea Sunchales-Buenos Aires. Las dificultades políticas terminaron en revolución e intervención.
EL PROGRESO VIAJA EN TREN Hacia 1874, la vieja Casa Histórica pasó a poder del Estado Nacional y, al año siguiente, se inauguró la Escuela Normal dirigida por Jorge W. Stearns. En 1876, durante el mandato de Tiburcio Padilla, llegó el ferrocarril a Tucumán y con éste la industria azucarera dio un salto enorme, ya que arribaron las maquinarias necesarias para su modernización. La vía férrea daba la posibilidad de equiparse para llegar cómodamente al puerto con una increíble reducción del flete. En la inauguración estuvieron presentes el presidente Nicolás Avellaneda y Domingo F. Sarmiento. En
LA HORA DE LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO Memorable fue la acción de Lucas Córdoba a fines del siglo XIX, notablemente preocupado por dotar a la provincia de obras de irrigación y agua para la población. Hizo traer el líquido de fuentes situadas al noroeste de la ciudad por cañerías adecuadas, y se construyó un depósito con filtros, quedando lista en 1898 la red de distribución inicial, lo que significó un enorme progreso. Logró, además, aprobar la ley de riego. En su administración, el ex Banco Provincial creado en tiempos de Lídoro Quinteros 86
se transformó en Banco de la Provincia de Tucumán, expropiando las acciones de los particulares. Su sucesor fue Próspero Mena, LA GACETA quien debió enfrentar dificultades económicas para atender compromisos y terminar las obras públicas. En 1899 inauguró el dique del Río Salí y la primera sección matriz del canal de irrigación del departamento Cruz Alta, La Aguadita. En 1901 fue electo gobernador por segunda vez Lucas Córdoba, quien debió atravesar una gran crisis azucarera de superproducción. En 1904 tuvo lugar la primera huelga de obreros azucareros, que paralizó las fábricas del Departamento Cruz Alta. En 1907 se reformó la Constitución y se dieron avances importantes para la modernización de la provincia, terminando con la rémora del Colegio Electoral Permanente con notables innovaciones en materia de derechos y garantías. En esos años, un grupo de jóvenes entusiastas, que contaban con el magisterio de Miguel Lillo y del poeta altoperuano Ricardo Jaimes Freyre, impulsó una transformación cultural con el propósito de hacer de Tucumán un centro de irradiación en el noroeste argentino. Fue la llamada Generación del Centenario o de la Universidad que contaba entre sus miembros a Juan B. Terán, Julio López Mañán, Ernesto Padilla, José I. Aráoz, Juan Heller, Alberto Rougés, José Lucas Penna, Marcos y León Rougés y muchos otros. Se nuclearon en la vieja Sociedad Sarmiento y el puntapié inicial fue la creación de la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907), que dirigía Jaimes Freyre, y redactaban Terán y López Mañán. Con su acción crearon instituciones fundamentales para la cultura, la ciencia, la educación en Tucumán y en la región. Basta citar la creación de la Universidad, la Caja Popular de Ahorros, el Museo de Bellas
Artes, entre muchas otras. En 1907 nació la Estación Experimental Agrícola, durante el gobierno de Luis F. Nougués, por iniciativa de Alfredo Guzmán, dando su formidable apoyo al desarrollo agroindustrial de la provincia. Los hombres del Centenario constituyeron una minoría culta que concentró el poder político y económico. Por iniciativa de Alberto de Soldati, se aprobó el proyecto del Parque 9 de Julio, cuyo objeto sería mejorar las condiciones de higiene, salud y esparcimiento. En el plano político, la Unión Cívica Radical se reorganizaba tras largo silencio y actuaría en la lucha política después de sancionada la Ley Sáenz Peña. En 1910 se celebró el Centenario de Mayo en el gobierno de José Frías Silva y la provincia participó con un pabellón que exhibía su potencial en la Exposición Internacional que se realizó en Buenos Aires. Eran tiempos de gran euforia en la que Argentina se mostraba al mundo como una nación rica y pletórica de orgullo. La ciudad cambiaba: se inauguraron dos teatros y se construyeron palacetes con estilo francés, pertenecientes a acaudalados industriales azucareros, mientras las familias de menores recursos desarrollaban en los bulevares el estilo chalet. En 1912, de la mano del periodista uruguayo Alberto García Hamilton, un nuevo diario, La Gaceta, iniciaba su tarea, compitiendo con El Orden. En 1913 fue elegido gobernador Ernesto E. Padilla (19131917), quien desarrolló una productiva gestión, concretó el proyecto de Juan B. Terán para la creación de la Universidad de Tucumán (1914) y celebró la fiesta del Centenario de la Independencia. Con él se cerró la etapa conservadora. En un siglo Tucumán pasó de ser una palabra que evocaba a una pequeña ciudad norteña para hacer referencia a una provincia moderna, cimentada sobre una industria azucarera pujante, con una clase dirigente progresista que la convirtió en el centro geopolítico del norte argentino.
Andén de la Estación Central Córdoba en la década de 1870. Allí llegó el primer tren en 1876.
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TUCUMANOS N O TA B L E S
1. Obispo José Eusebio Colombres (1778-1859): es una figura histórica –y clave– de la industria azucarera, de la que fue pionero y entusiasta promotor. Las máquinas y las nuevas técnicas importadas por el Obispo Colombres marcaron el camino del desarrollo económico. Además, fue uno de los congresales que declararon la Independencia en 1816.
Donó sus bienes, biblioteca y colecciones a la UNT, lo que dio pie a la creación de la Fundación Lillo, en 1933. 5. Lola Mora (1866-1936): su formación artística comenzó en Tucumán y se enriqueció en Roma, con el maestro Giulio Monteverde. Así se consolidó como una escultora excepcional, en especial por su capacidad por mostrar a la mujer en su máximo esplendor. Sus obras están repartidas por espacios públicos y colecciones en todo el país.
2. Bernardo de Monteagudo (1789-1825): incansable luchador por la emancipación americana, fue abogado, político y periodista, pero, sobre todo, un activo revolucionario que actuó sin pausas desde 1809 y formó parte del círculo íntimo de San Martín y de Bolívar. Escribió el primer proyecto de Constitución para el Cono Sur Americano.
6. Juan Benjamín Terán (1880-1938): su sueño de crear una universidad en Tucumán se concretó en 1914. Fue el primer rector de la casa y de entrada se fijó como objetivo convertirla en el polo cultural del norte. Historiador, pensador y escritor, Terán fue un eximio jurista y, en tal carácter, integró la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
3. Juan Bautista Alberdi (1810-1884): una de las mentes más brillantes en la etapa de la organización nacional. Integrante de la “generación del 37”, su libro “Bases…” sirvió de inspiración intelectual para la redacción de la Constitución de 1853. Fue abogado, periodista, escritor, legislador, diplomático, músico y, en esencia, un notable estadista.
7. Víctor Massuh (1924-2008): fijó su pensamiento en una extensa colección de libros y artículos, en los que expresó su preocupación por el destino de la Argentina. Había obtenido el Doctorado en Filosofía en la UNT: a partir de allí, desarrolló una extensa carrera docente. Notable educador, fue presidente del Consejo Ejecutivo de la Unesco.
4. Miguel Lillo (1862-1931): su amor por la ciencia lo llevó a trascender su especialidad –la botánica–, ya que se interesó 8. Raúl Prebisch (1901-1986): al economista tucumano le en la zoología y la química. Plasmó su trabajo de décadas en tocó acceder a la función pública en tiempos de delicada libros e investigaciones que le valieron toda clase de honores. situación económica. Afrontó esos cargos con solvencia 90
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12. Alfredo Guzmán (1855-1951): su extensa vida empresarial representa un modelo de acción, ya que diversificó sus iniciativas entre la producción azucarera, citrícola, avícola y lechera, además de la investigación agropecuaria, siempre con el objetivo de invertir y contribuir al crecimiento de Tucumán. Fue, a la vez, un filántropo de generoso legado.
y enorme capacidad de trabajo. Fue gerente general del Banco Central desde su creación, en 1935. Décadas más tarde impulsó la creación del INTA. Actuó en la Cepal y en la ONU. 9. Tomás Eloy Martínez (1934-2010): desde sus inicios en La Gaceta sobresalió como un brillante periodista. Pasó por los principales medios del país, desde Primera Plana a La Opinión, y en los años 70 marchó al exilio. Desde la política a la cultura, escribió e investigó sobre los más diversos temas. Fue, además, un consagrado novelista.
13. Guillermina Leston de Guzmán (1863-1947): junto a su esposo, Alfredo Guzmán, dedicaron sus vidas a ayudar a los más necesitados. Entre las donaciones del matrimonio figuran la Casa Cuna, los hogares San José y San Roque, el templo de La Merced, el colegio Guillermina, el parque del mismo nombre y el club Sportivo Guzmán.
10. Mercedes Sosa (1935-2009): nació el 9 de julio, un símbolo de la tucumanidad que “La Negra” paseó por escenarios de todo el mundo. Dueña de una de las voces más bellas e inspiradas de la canción internacional, se abrió paso desde el folclore y llegó a abordar un amplísimo rango temático. Dejó su legado en infinidad de discos, videos y grabaciones.
14. Alberto Rougés (1880-1945): en 1898 ingresa en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde se recibe de doctor en Jurisprudencia. En 1916 presenta al filósofo español José Ortega y Gasset en la Sociedad Sarmiento. Es autor de ensayos filosóficos de gran relevancia científica, como la obra “Las jerarquías del ser y la eternidad”. Fue miembro fundador de la Universidad Nacional de Tucumán –y rector en dos oportunidades– y del Instituto Miguel Lillo.
11. Elmina Paz Gallo (1833-1911): tras enviudar del político Napoleón Gallo, cultivó la vida espiritual y el tejido de redes solidarias. Durante la epidemia de cólera abrió su casa para hospedar a los huérfanos y en 1887 fundó la congregación de las Hermanas Dominicas. Un año después, tomó los hábitos. “Heroína de la virtud”, la describió Juan B. Terán. 91
Sociedad Sirio Libanesa. PABLO CASEN
UNA HISTORIA PRÓDIGA DE COLECTIVIDADES POR EL BIEN COMÚN
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acia finales del siglo XIX adquirió mayor impulso la formación de sociedades de naturaleza diversa en San Miguel de Tucumán y en algunas de las principales localidades del interior. “En efecto, asociaciones culturales, sociales, deportivas, de recreo y, principalmente, mutuales, afloraron en la provincia en un contexto signado por la modernización de la infraestructura urbana, el crecimiento de la población y la especialización económica, basada en la agroindustria azucarera”, indica la investigadora Vanesa Teitelbaum. Territorio fecundo para el desarrollo del cooperativismo y del mutualismo, en aquellos años florecieron las comunidades de inmigrantes y de trabajadores organizadas para el auxilio de vulnerables y desposeídos, y el progre-
so común. Algunos ejemplos son la Sociedad Extranjera de Socorros Mutuos (1868); la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos de Obreros (1877); las sociedades Española e Italiana (1878); la Sociedad Protectora de Socorros Mutuos de Panaderos (1889); la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos (1893); la Sociedad Unión Tipográfica (1894); el Centro de Trabajadores de Socorros Mutuos de Obreros de Monteros (1899); la sociedad Umberto I (Concepción, 1904); la Sociedad Progreso (Villa Alberdi, 1906); la Sociedad Israelita (1910) –primera organización comunitaria judía–; el Hogar de Ciegos San Vicente de Paul (1915) y la Sociedad Sirio Libanesa (1925). Con el tiempo, muchas de esas entidades se apagaron o cambiaron rotundamente de perfil.
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Fachada del Hogar San Roque. PABLO CASEN
MUJERES QUE ACTÚAN POR EL PRÓJIMO
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na de las instituciones caritativas pioneras que se mantiene en pie es la Sociedad de Beneficencia nacida en 1858 a partir de la unión de 20 ciudadanas convocadas por el gobernador Marcos Paz para ayudar a niños, adolescentes y adultos carenciados. Con el firme liderazgo de Dorotea Terán de Paz, esposa del mandatario, se crearon y administraron los hospitales de mujeres, de la caridad y de niños. En 1874, la Sociedad recibe a las Hermanas del Huerto, quienes se erigen en sostén fundamental de la obra y colaboradoras directas hasta la actualidad. A fines del siglo XIX, la institución deja de administrar los hospitales y transfiere esa responsabilidad a la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. En 1887 se inaugura el Hogar San Roque. Diez años después, la Sociedad comienza con la construcción del Hospital de Niños, que abre sus puertas en 1898. En junio de 1899, por legado de Alcira Rojo, se funda el Hogar Anselmo Rojo. En 1943, el Hogar San Roque es
Retrato de Dorotea Terán de Paz. Óleo de Ignacio Baz.
trasladado a su actual edificio donado por el matrimonio de Alfredo Guzmán y Guillermina Leston, y la Iglesia de San Roque pasa al Arzobispado de Tucumán. En la actualidad, la Sociedad alberga a 200 mujeres con distintas necesidades, les brinda el apoyo necesario para llevar una vida digna y las contiene los 365 días del año. Cada uno de los tres hogares que administra tiene su impronta; cada sala es un hogar con características propias que expresan la dedicación, el seguimiento y la atención de las socias. Los edificios disponen de las mejores instalaciones de bioseguridad y comodidades, y la atención de las pacientes está a cargo de especialistas en adultos mayores. Con la evocación de la Sociedad de Beneficencia, la Federación Económica de Tucumán honra, homenajea y reconoce al conjunto de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil que de un modo u otro contribuyeron de manera silenciosa y desinteresada al bienestar social.
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POSTALES DE FINES DE SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
El Hospital de Mujeres “San Miguel”, luego “Zenón J. Santillán” durante el día de su inauguración: 9 de Julio de 1900. LA GACETA
El “Belgrano”, primer teatro de la ciudad. Fue inaugurado en 1878 y demolido en 1960. Hoy se alza allí la sede del Ente Cultural. LA GACETA
Vista parcial del Hospital Mixto, hoy Padilla, a fines del siglo XIX . LA GACETA
Llega el primer tren a la Estaciรณn Sunchales (luego Estaciรณn del Ferrocarril Mitre), frente a la plaza Alberdi en 1891. LA GACETA
Las autoridades salen del Tedéum el 9 de Julio de 1899. La célebre fotografía pertenece a Germán Merkwitz. LA GACETA
En las últimas décadas del siglo XIX, la Banda de Música de la Provincia solía ofrecer conciertos en este quiosco –luego suprimido– de la plaza Independencia. LA GACETA
Irreconocible intersección de las calles Muñecas y Mendoza (hoy peatonales). La Escuela Normal aparece a la derecha. La escena corresponde a los años 30. LA GACETA
El Grand Splendid Theatre fue inaugurado en 1923 y demolido en 1998. LA GACETA
1916-2016: CIEN AÑOS DE POLÍTICA VERNÁCULA CARLOS PÁEZ DE LA TORRE (h)
A
l iniciarse 1916, año del Centenario de la Independencia, gobernaba en Tucumán el doctor Ernesto Padilla. Dividido el viejo Partido Provincial, roquista, en Partido Constitucional y Partido Conservador (1910), este último había postulado a Padilla en los comicios de 1912, donde los “constitucionales” se abstuvieron y donde concurrió, por primera vez, la Unión Cívica Radical (UCR). Esta acusaría a los ganadores de haber amañado la elección. El Partido Constitucional pronto se esfumó. Su gente y los antiguos “provinciales” formaron en 1915 un efímero Partido Demócrata Progresista, adherido en lo nacional al que conducía Lisandro de la Torre: a ellos se incorporó el minúsculo pero influyente Partido Demócrata, cuyo fundador y jefe era el doctor Melitón Camaño. Para la elección de gobernador de 1916, los sectores conservadores se unieron en la “Concentración Popular”, que llevó como candidato a Alfredo Guzmán. Por su parte, la UCR se dividió en dos fracciones: la “azul”, de tendencia más conservadora, postuló a Ramón Paz Posse, mientras la “roja” enarbolaba la candidatura de Juan Bautista Bascary. Esta última fracción se impuso en el Colegio Electoral y Bascary asumió el gobierno el 2 de abril de 1917. Sus adversarios, la UCR “azul” y los conservadores que (dejando atrás las denominaciones anteriores) se alinearon en un nuevo Partido Liberal, iniciaron una cerrada oposición a Bascary en la Legislatura, donde tenían mayoría. El enfrentamiento culminó con la aprobación de un proyecto de juicio político al gobernador. Bascary contraatacó cerrando la Legislatura y deteniendo a varios de sus miem-
CARLOS PÁEZ DE LA TORRE (h) Abogado dedicado al periodismo profesional en el diario “La Gaceta” y, paralelamente, a la investigación histórica, es autor de varios centenares de
bros, además de arrestar y sacar de la provincia al diputado nacional Melitón Camaño. La dimensión de los sucesos determinó el decreto de intervención federal a Tucumán, el 7 de diciembre de 1917. Vino a cargo de ella el doctor Juan M. Garro, reemplazado luego por el doctor Julio B. Lezana. En junio, el comisionado llamó a elecciones para cubrir las vacantes en las Cámaras. La fracción oficialista obtuvo un amplio triunfo. Entonces (julio de 1918), cesó la intervención y Bascary fue repuesto en el sillón de gobernador. Meses antes, “rojos” y “azules” se habían unido para los comicios de diputados nacionales, y lograron adjudicarse cómodamente las bancas de la mayoría. La segunda etapa de Bascary transcurrió sobre un trasfondo espinoso de dificultades económicas, derivadas sobre todo de la crisis azucarera. Declaró que le habían legado una considerable deuda flotante, en la que incluían sueldos atrasados por más de tres millones y medio de pesos. Debió cambiar varias veces de gabinete. Pronto volvió a escindirse la UCR. Frente al oficialismo “rojo”, se levantó otra fracción. Sus miembros se llamaron primero “negros” y luego “veristas”, por el apellido de su líder, Octaviano Vera. Esto otorgó ventaja al Partido Liberal, que ganó la mayoría en las elecciones de diputados nacionales de 1920, a las que el radicalismo concurrió dividido. Pero ”rojos” y “negros” se unieron nuevamente para los comicios de renovación de la Legislatura, y pudieron así triunfar sobre los liberales. Claro que la soldadura fue precaria, y “rojos” bascarystas y “negros” veristas volvieron a separarse en agosto de 1920.
artículos y monografías sobre el pasado regional y nacional. También, ha escrito una treintena de libros y folletos. En ese conjunto se destacan su monumental “Historia de Tucumán”, y las biografías de
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personalidades como Nicolás Avellaneda, Lola Mora, Alfredo Guzmán, Juan Heller, Luis F. Nougués y Paul Groussac. Es vocal del Ente Provincial del Bicentenario.
El presidente Roque Sáenz Peña entra a la Casa Histórica el 9 de Julio de 1913. A su lado, el gobernador de Tucumán, doctor Ernesto Padilla, y el gobernador de Salta, doctor Robustiano Patrón Costas. LA GACETA
La conmemoración del Centenario de la Independencia supuso el inicio de una etapa institucional convulsionada para la provincia cuya última manifestación explícita fue la intervención federal de 1991. Los “tucumanazos”, las tensiones electorales y la judicialización de los conflictos políticos configuraron un panorama complejo, que interpela a la generación del Bicentenario.
Los segundos ya enarbolaban la candidatura a gobernador de Vera, mientras el sector oficialista posLA GACETA tulaba al ministro de Gobierno de Bascary, doctor Miguel Belascuain. La campaña de Vera era costeada por dirigentes de peso de UCR, adversarios de Bascary: el doctor Vicente C. Gallo, luego senador nacional, y Ramón Paz Posse. Consideraban que era una magnífica oportunidad para neutralizar a Bascary con este candidato con fuerte apoyo popular que se mostraba dócil, por el momento. Vera, en ese entonces diputado nacional, agitó en su provecho las denuncias que se hacían contra Bascary. Estas afirmaban que las próximas elecciones carecerían de garantías suficientes, ya que un ministro era el candidato oficial. A pesar de que Belascuain, de mala gana, renunció a la nominación, el presidente Yrigoyen intervino la provincia, por decreto del 9 de noviembre de 1922. Los considerandos tenían en cuenta las reclamaciones de garantías que presentaban “legisladores, representaciones públicas y ciudadanos de Tucumán”. El gobernador de Salta, doctor Joaquín Castellanos, en una circular dirigida a todos sus pares, condenó el decreto. Implicaba, decía, “una amenaza a la soberanía de los estados y un peligro para el orden constitucional de la República”. En realidad, Yrigoyen quería terminar con Bascary; pero no propiciaba la candidatura de Vera, detrás de la cual advertía los manejos “antipersonalistas” de Gallo. Por eso la misión federal (a cargo del ingeniero Federico Álvarez de Toledo) concentró sus energías en buscar la unificación de las fracciones de la UCR. No tuvo éxito. Los únicos que se unificaron fueron los opositores de Vera: lograron que la Convención del partido, además de proclamar candidato a gobernador al doctor Alejandro Pérez, quitara a Vera el deEl Palacio de Justicia. La piedra fundamental fue colocada en 1936.
recho de usar “la denominación Unión Cívica Radical y los símbolos del partido”. Nada de eso amilanaba a Vera. Sus partidarios, en lugar de la boina blanca, blandían cañas con una alpargata en la punta. Mientras, la intervención dilataba la fecha de las elecciones, esperando algún tipo de arreglo. En diciembre de 1921, Álvarez de Toledo fue reemplazado por el doctor Benito Nazar Anchorena. Tras una última postergación, las elecciones finalmente se realizaron. Vera obtuvo un triunfo categórico, con 26 electores contra los 4 que logró la UCR oficialista y su candidato Pérez, y los 14 del Partido Liberal, que postulaba al doctor Abraham de la Vega. El nuevo gobernador asumió sus funciones el 2 de febrero de 1922. El “verismo” ganó también la elección de senador y la de diputados nacionales. En la Legislatura, logró la mayoría en el Senado, pero no en Diputados, donde, por primera vez, se sentaba un representante del Partido Socialista. En esa Cámara empezarían sus dificultades. Vera proyectó un impuesto a la molienda azucarera, en el presupuesto 1923, y también las denominadas “leyes obreras”: la de salario mínimo y la de jornada máxima de trabajo. El presupuesto tenía media sanción del Senado y Diputados estaba en receso. Vera los convocó a sesiones extraordinarias y mantuvo el quórum con la fuerza pública, a la vez que la Policía impedía el ingreso de opositores. Logró así aprobar el presupuesto (con el impuesto a la molienda); las “leyes obreras”; la que aplicaba el censo de 1914 a la representación legislativa y la que disponía la clausura de las sesiones extraordinarias. Luego citó al Senado, que aprobó todo. Los diputados opositores reaccionaron con indignación, y pidieron al Congreso la intervención federal. Vera instruyó al fiscal para que los acusara de sedición. Ante la protesta de los sectores industriales por las nuevas
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normas, el Gobierno Nacional envió un mediador. Este logró concesiones sobre LA GACETA el cobro del tributo y sobre la aplicación de las “leyes obreras”. Pero los trabajadores azucareros se alzaron en reclamo de mejores salarios, en violentas huelgas que Vera sofocó con mano dura y con la colaboración del Ejército. Su gobierno estaba ya deteriorado. Al promediar 1923, el Comité Nacional de la UCR hizo un nuevo intento de fusión. El “verismo” lo rechazó y formó una “Junta Reorganizadora”. Pero esta ya no era dócil al gobernador, con el que pronto rompió relaciones. Esto además de iniciar gestiones –de acuerdo con los liberales– para plantear juicio político al mandatario a quien acusaba, entre otras cosas, de un manejo irresponsable del presupuesto. Vera respondió con dureza a la defección de su antes sólido partido. En octubre de 1923, desalojó y cerró la Legislatura, y acusó a las Cámaras de estar viciadas en su composición, además de tacharlas de inhábiles para juzgar a un Gobierno al que hostilizaba. Sostenía que la ausencia, en la Constitución, de un procedimiento para juicio político, le quitaba toda garantía de defensa. La réplica del Senado fue requerir la intervención federal, que ya se venía tratando en el Congreso.
nación al doctor Miguel M. Campero, recién jubilado de la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia. Esta candidatura triunfó en las elecciones de abril. El 15 de mayo de 1924, el doctor Campero asumió la gobernación de Tucumán, iniciando así una brillante carrera política. Campero pudo capear las dificultades financieras provinciales, aunque la crisis azucarera, agravada, se expresó en una gran huelga de plantadores. El conflicto terminó con la mediación del presidente de la Nación: el famoso “Laudo Alvear” que durante muchos años reguló las relaciones entre cañeros e industriales. Campero dio cima a importantes obras públicas. Como la nueva Cárcel Penitenciaría o el monumental edificio del Banco de la Provincia de Tucumán, además de escuelas y numerosos puentes en la campaña. Durante el mandato de Campero empezó a alzarse en el firmamento político la estrella del intendente municipal Juan Luis Nougués. Disidente del Partido Liberal, formó su propia agrupación –la Defensa Comunal– y ganó por escaso margen la jefatura de la Municipalidad. Gracias a un empréstito, inició la pavimentación de la Capital, además de crear novedosos organismos sanitarios y hacer funcionar a pleno los existentes. En enero de 1928, se realizaron las elecciones de renovación del Poder Ejecutivo. Ya a esa altura, en lo nacional y CAMPERO TOMA LAS RIENDAS lo provincial, la UCR estaba dividida en “personalistas” (o Luego de una insólita polémica telegráfica entre Vera y el yrigoyenistas) y “antipersonalistas” (o alvearistas). Los priministro del Interior, el presidente Marcelo T. de Alvear meros postulaban al ingeniero José Graciano Sortheix y los promulgó la ley 11.261, que intervenía la provincia, el 27 segundos a Pedro G. Sal. El candidato del Partido Liberal de octubre de 1923. El comisionado nacional, doctor Luis era el ingeniero José Padilla, y el flamante Partido Agrario Roque Gondra, asumió sus funciones el 6 de noviembre: tenía como candidato al doctor José Ignacio Aráoz. declaró caducos el Poder Ejecutivo y la Legislatura, y llamó En las elecciones, Sortheix triunfó (logrando 38.686 votos a elecciones. contra los 19.550 liberales y los 4.207 del antipersonalismo) Se produjo entonces (12 de marzo de 1924) una enésima y el Colegio Electoral lo ungió gobernador. Asumió el 15 fusión de los grupos de la UCR. Postularon para la goberde mayo de 1928.
El Mercado de Abasto abrió sus puertas en 1934.
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El doctor Miguel M. Campero fue elegido por segunda vez gobernador de Tucumán en 1935. Asumió el 20 de febrero de aquel año. Campero reorganizó con mano segura las finanzas provinciales y ejecutó una gran cantidad de obras públicas.
El doctor Miguel Critto asumió como gobernador el 20 de febrero de 1939. Había sintetizado su programa de gobierno en la fórmula “agua y caminos”. Entre sus obras más importantes, estuvo el camino a los Valles Calchaquíes.
La crisis económica general y el problema azucarero complicaron su mandato desde el comienzo, e impidieron al Gobierno la realización de obras públicas significativas. Entretanto, seguía en alza la popularidad del intendente municipal Nougués, reelegido en 1929 por una aplastante mayoría. El nucleamiento que los sostenía, la “Defensa Comunal”, se había constituido en partido y se denominaba “Defensa Provincial Bandera Blanca”. Las obras públicas en la ciudad seguían viento en popa, así como el nuevo sistema de asistencia social. Los éxitos del intendente molestaron al partido gobernante, que propuso intervenir a la Municipalidad, acusando a su jefe, entre otros cargos, de gastos no autorizados y de excesivos aumentos de sueldos al personal. La ley de intervención se sancionó. Índice de la popularidad de Nougués, fue la multitud –entre 12 y 14 mil personas– que se dio cita en la plaza Independencia para protestar contra la intervención. Vinieron expresamente para hablar en el acto los diputados nacionales Federico Pinedo, Antonio de Tomaso y Federico Cantoni. NOUGUÉS AL PODER EJECUTIVO El 6 de setiembre de 1930, como se sabe, un golpe militar derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y lo reemplazó por el general José Félix Uriburu. Al día siguiente, el jefe de la V división militar, general Juan Esteban Vacarezza, pidió a Sortheix que le delegara el mando por razones de seguridad, ante las turbas que recorrían la ciudad vivando a los revolucionarios. Así se hizo. Vacarezza fue reemplazado, el 11, por el nuevo comandante, general Francisco M. Vélez, y el 21 éste entregó el mando al interventor federal, doctor Ramón S. Castillo. Durante su gestión, visitó Tucumán (24 de febrero de 1931) el presidente Uriburu. Se sucedieron luego, como
interventores titulares, los doctores Tito Luis Arata y Horacio T. Calderón, y el interino Filiberto de Oliveira Cézar. Este presidió las elecciones con las que se cerró la experiencia revolucionaria. En las de Tucumán (8 de noviembre) quedó claro que la Bandera Blanca había crecido espectacularmente. Su candidato era el ex intendente Nougués. En el Colegio Electoral, sus electores recibieron los votos socialistas (candidatura Mario Bravo), dando a Nougués la mayoría necesaria para ser consagrado gobernador. Juan Luis Nougués no pudo repetir sus éxitos de intendente. Su administración se vio jaqueada por huelgas de los azucareros, de los quinteros y una mayúscula de los estudiantes secundarios. Tenía encima una enorme deuda flotante, que incluía varios meses de sueldos. Acudió al recurso de gravar con un impuesto de dos centavos las moliendas de 1933, 1934 y 1935. Esta medida desencadenó contra él (como había ocurrido una década atrás con Octaviano Vera) una impresionante ofensiva por parte de los industriales y de los conservadores, agrupados estos en el Partido Demócrata Nacional. Además, Nougués rechazó adherirse a las leyes nacionales de unificación de impuestos y de vialidad, entre otras medidas que disgustaron a los sectores industriales y empresarios. Las elecciones de legisladores le fueron adversas, porque la UCR tucumana decidió salir de la abstención, por lo que se la llamó “concurrencista”. El gobernador perdió el apoyo de su partido y la Legislatura le inició juicio político. El trámite se cerraría con el escándalo del 23 de mayo de 1934. En momentos en que se resolvía la suspensión del gobernador, policías a caballo irrumpieron en el recinto y desalojaron a azotes a los representantes del pueblo, mientras los bomberos dirigían contra ellos el chorro de 102
sus mangueras. El Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso el LA GACETA proyecto de ley de intervención, rápidamente sancionado por ambas cámaras y promulgado como ley 11.836 por el presidente Agustín P. Justo. El 9 de junio, Nougués era reemplazado por el comisionado federal, general retirado Ricardo Solá, quien en setiembre sería sustituido por el doctor Manuel Bonastre. Manifestantes adeptos al gobernador Miguel Campero.
CAMPERO VUELVE AL PODER El 16 de diciembre de 1934, la intervención convocó a elecciones de gobernador y de legisladores. La UCR concurrió dividida en dos fracciones: los “camperistas” (candidatura del doctor Miguel M. Campero) y los “eudoristas” (candidatura del doctor Eudoro Aráoz). La “Concordancia” (frente que, en lo nacional, era el partido del gobierno, y que en Tucumán integraban demócratas, núcleos disidentes de la Bandera Blanca y socialistas independientes), levantó la candidatura del ingeniero José Padilla. La votación dio 20 electores para Campero, 19 para la Concordancia, 13 para Aráoz y uno para el Partido Agrario. En el Colegio Electoral, los “eudoristas” sumaron sus votos a los “camperistas” y el doctor Miguel M. Campero fue elegido por segunda vez gobernador de Tucumán. Asumió el 20 de febrero de 1935. Campero reorganizó con mano segura las finanzas provinciales y ejecutó una gran cantidad de obras públicas: más de 214 kilómetros de caminos, varios hospitales (entre ellos el muy importante de Concepción), dispensarios, 44 escuelas, los edificios de la Caja Popular de Ahorros y el Palacio de Tribunales, por ejemplo. El 18 de octubre de 1938, tuvieron lugar las elecciones de gobernador. La UCR, como de costumbre, concurrió
dividida en dos candidaturas, las del doctor Miguel Critto y del doctor Norberto Antoni, mientras la Concordancia sostenía al ingeniero Juan Simón Padrós. En el Colegio Electoral, los 28 electores de Critto se reforzaron con los 6 que obtuvo Antoni, contra los 19 de la Concordancia. Así, el doctor Miguel Critto fue elegido gobernador de la provincia, función que asumió el 20 de febrero de 1939. Su administración prosiguió la misma tónica de obras públicas que caracterizó a la de su antecesor Campero. Había sintetizado su programa de gobierno en la fórmula “agua y caminos”. Entre sus obras más importantes, estuvo el camino a los Valles Calchaquíes, las monumentales escuelas Patricias Argentinas y Bernabé Aráoz, el edificio del Hospital de Aislamiento, el Hipódromo, la cárcel de Concepción, por ejemplo. Al llegar la época de renovación del Poder Ejecutivo (octubre de 1942) las candidaturas en danza eran las del doctor Miguel M. Campero, para un tercer mandato, por la Unión Cívica Radical y la del doctor Adolfo Piossek, por el Partido Demócrata Nacional. Los demócratas habían batido en las elecciones legislativas a la UCR, que se hallaba dividida, y que se unió para las elecciones de gobernador. Estas arrojaron un resultado muy ajustado: Piossek obtuvo 26 electores y Campero, 25. El Colegio Electoral se completaba con dos electores que una fracción de la UCR no integrada y que postulaba al doctor Roque Raúl Aragón. El avance conservador había sido impresionante, pero se plantearon, en el Colegio, problemas que iba a ocupar largo tiempo la atención pública. Hubo polémica sobre qué cifra constituía la mayoría absoluta (la mitad más uno) de ese cuerpo formado por un total de 53 electores. Una posición sostenía que 27, y otra que 28, porque 27 no era “la mitad más uno” sino “la mitad más medio”. A esto se sumaron las impugnaciones que los conservado103
En 1947, el presidente Juan Domingo Perón visitó Tucumán y declaró, en la Casa Histórica, la “independencia económica”. LA GACETA
Abajo: Ferroviarios en huelga desde Tafí Viejo hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán. LA GACETA
res hicieron a dos electores radicales, y las que los radicales lanzaron a dos de los otros. Luego de incidencias tumultuosas, el Colegio se dividió en dos y, posteriormente, la fracción conservadora resolvió abandonar la provincia. Los restantes, radicales, resolvieron compeler primero con multas a los inasistentes y luego resolvieron su cesantía. El Gobierno convocó a elecciones para cubrir las vacantes. Pero el Poder Ejecutivo Nacional, considerando irregular todo el trámite, resolvió intervenir el Colegio. Nombró comisionado al senador nacional mendocino, doctor Alberto Arancibia Rodríguez, en diciembre. Las cosas se siguieron complicando. Alguien planteó que el artículo 99 de la Constitución, que facultaba al Colegio para declarar la vacancia por inasistencias, nunca había sido sancionado por la Constituyente de 1907, a pesar de estar
incluido en el texto oficial de la carta. A tiempo que la investigaba al respecto, el comisionado logró que Critto anulara el decreto de convocatoria. Esto mientras se desarrollaban nada discretas conversaciones entre conservadores y radicales, a la búsqueda de un candidato de transacción. Tal variante no funcionó. El interventor convocó nuevamente al Colegio, pero la sesión fue muy breve, ya que no concurrieron los demócratas. Como el mandato del gobernador Critto concluía el 20 de febrero de 1943 y no se había elegido reemplazante, el Ejecutivo Nacional amplió la intervención al Colegio y la extendió a toda la provincia. Arancibia Rodríguez convocó a nuevas elecciones para julio. Pero la revolución del 4 de junio, que derrocó al presidente Ramón S. Castillo, hizo que de pronto perdiera importancia la que fue tan ardiente cuestión.
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La Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes. El edificio data de mediados del siglo pasado. Apareció con el nombre de Instituto de Higiene en la avenida Mate de Luna, al lado del parque Avellaneda. LA GACETA
APARECE EL LABORISMO La presidencia militar del general Pedro Pablo Ramírez reemplazó a Arancibia Rodríguez por el coronel Juan Rogelio Alvelo. Tres días más tarde, éste transfirió el cargo a su ministro, Clemente Zavaleta. El 24 de agosto, asumió el comisionado titular, doctor Alberto Baldrich, cabeza de un elenco de acentuado tono nacionalista. Pondría en los ministerios a reconocidas figuras de esa tendencia: Adolfo Silenzi de Stagni, Ramón Doll, Héctor Bernardo, por ejemplo, o Federico Ibarburen al frente de la Municipalidad de la Capital. Medidas destacadas de la misión Baldrich fueron, por ejemplo, la estatización de los servicios eléctricos de la provincia: expropió la usina de Monteros, revocó la concesión de la Hidro Eléctrica, y puso todo bajo un nuevo organismo, la Dirección Provincial de Servicios Eléctricos. Expropió también la compañía de tranvías, que quedó a cargo de la Dirección Provincial de Transporte. Otras expropiaciones fueron la del ingenio Ñuñorco y la de 140 hectáreas de Ibatín que, cubiertas de monte, conservaban –bajo metros de tierra– los vestigios de la primitiva San Miguel de Tucumán. En abril de 1944, Baldrich dejó la intervención, al ser nombrado ministro de Justicia de la Nación. El ministro Silenzi de Stagni lo reemplazó interinamente por dos meses, y luego, por pocas semanas, el doctor Francisco Ramos Mejía. Luego de un interinato de Alejandro Tissone, en agosto asumió el comisionado titular, almirante retirado Enrique B. García. Los sucesos del 17 de octubre de 1945 en Buenos Aires, se manifestaron en Tucumán con una gran concentración en la plaza Independencia. Los obreros reclamaron también allí la libertad del general Juan Domingo Perón, quien había
dimitido a sus altos cargos en el gabinete y estaba detenido. El 13 de noviembre, se convocó a elecciones generales para el 24 de febrero de 1945. En Tucumán, se constituyó el “Partido Laborista” (sostenedor, en lo nacional, de la fórmula presidencial Perón-Juan Hortensio Quijano), que postuló para gobernador al mayor retirado Carlos Domínguez. Una fracción disidente del laborismo, designó candidato a Enrique H. Thiele. La Unión Cívica Radical unió sus fracciones en torno a la candidatura a gobernador del doctor Eudoro Aráoz; aunque un sector disidente, la “UCR Yrigoyenista Junta Renovadora” (que en lo nacional apoyaba a Perón-Quijano) tenía como candidato al doctor Nicasio Sánchez Toranzo. En cuanto a los conservadores, el Partido Demócrata Nacional llevó como candidato al doctor Eduardo Paz y los socialistas promovieron la postulación de Felipe Alberto Villagra. En las elecciones de febrero, el laborismo obtuvo un aplastante triunfo: 39 electores, que significaban mayoría y quórum propios, además de mayoría total de la Legislatura, y también los cinco diputados nacionales. El panorama político de la provincia había sufrido un cambio sustancial: los 50.628 votos de la UCR en 1942 se habían rebajado a 29.240, pero el desastre era mayor para los demócratas, cuyos 40.887 de 1942 descendieron a solamente 3.227 sufragios. En cuanto a las fórmulas nacionales, Tucumán allegó 82.791 votos para Perón-Quijano y 31.445 para la coalición “Unión Democrática”, que postulaba a los doctores José P. Tamborini-Enrique M. Mosca. El 25 de mayo de 1946, el mayor Carlos Domínguez juraba el cargo de gobernador de Tucumán. Diez días más tarde, el general Juan Domingo Perón y el doctor Juan Hortensio Quijano asumieron, respectivamente, como presidente
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LA GACETA
La administración de Fernando Riera continuó la política de obras públicas: adquirió el ingenio Esperanza e inauguró el dique de Escaba.
y vicepresidente de la República. Se iniciaba así lo que la historia llamaría “el primer peronismo”, ya que en 1947, el Partido Laborista se transformó en “Partido Peronista”. El presidente visitó Tucumán ese año y declaró, en la Casa Histórica, la “independencia económica”. Durante su mandato, Domínguez ejecutó abundantes obras públicas, en materia de edificación escolar y sanitaria, sin más trastornos que la huelga azucarera de 1949. Ese año fue reformada la Constitución Nacional y también la Constitución de la Provincia. EL PERONISMO SE CONSOLIDA En las elecciones de 1950 –directas, de acuerdo a la nueva carta–, el peronismo colocó en la gobernación a Fernando Riera, quien llevaba como vicegobernador a Arturo del Río. La fórmula obtuvo 77.662 votos. La UCR, cuyos candidatos eran el doctor Celestino Gelsi y Juan Luis López Carranza, logró 31.221. Los otros partidos –socialistas, Bandera Blanca, demócratas– tuvieron cifras insignificantes. La administración Riera continuó la política de obras públicas de su antecesor: adquirió el ingenio Esperanza e inauguró el dique de Escaba. El mandato de este gobernador duró sólo dos años, para coincidir con el comienzo del segundo gobierno de Perón, cuya reelección había habilitado la reforma constitucional nacional. En 1951, las elecciones de gobernador dieron nuevamente el triunfo al peronismo, cuya fórmula era Luis Cruz-Vicente Míguez. Obtuvo 200.036 votos, contra los 77.902 de la UCR, cuyos candidatos eran el doctor Alfredo García y José Manuel Franco. El 4 de junio de 1952, Cruz asumió el Gobierno. En febrero de 1955, fue intervenido por un decreto del Poder Ejecutivo. El comisionado federal, doctor José Humberto Martiarena, condujo la provincia en los
días tensos y llenos de rumores que preludiaron el derrocamiento de la presidencia de Perón. Un alzamiento militar iniciado en Córdoba el 16 de setiembre, culminó el 23 de ese mes con la deposición de Perón y la asunción del general retirado Eduardo Lonardi, poco después reemplazado por otro general, Pedro Eugenio Aramburu. Antes de producirse la caída del presidente, fue interventor en Tucumán, por pocos días, el teniente coronel Horacio Zenarruza, luego reemplazado por el teniente coronel Jorge Mario Moretti. El movimiento, autodenominado “Revolución Libertadora”, designó interventor al coronel retirado Antonio Vieyra Spangenberg. Este dispuso derogar la Constitución de 1949 y poner en vigencia nuevamente la de 1907. En 1956, se reunió en el Teatro Alberdi de Tucumán la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical. Esto convirtió a la ciudad en el centro de la atención del país, activada por la apertura electoral de la “Revolución Libertadora”. La Convención –a la que no asistieron los sectores del “unionismo”, ni los liderados por Ricardo Balbín y Amadeo Sabattini– proclamó una fórmula presidencial integrada por los doctores Arturo Frondizi-Alejandro Gómez. Esto marcó la división del partido de Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Se haría formal en 1957, alineándose los “frondizistas” en la “UCR Intransigente” y los otros, en la “UCR del Pueblo”. En abril de 1957 cesó la gestión Vieyra-Spangenberg. Lo reemplazó interinamente el doctor Daniel Ignacio Parodi y luego, como titular, el doctor Nicolás Mario Juárez García. Durante la gestión de este último, se produjeron una serie de dificultades, como la huelga bancaria y la de los médicos. Fue expropiado el ingenio Marapa y la provincia tomó posesión del ingenio Santa Ana, fábrica que había adquirido la Nación y que traspasaba a Tucumán.
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La obra más ambiciosa de Celestino Gelsi es el dique El Cadillal. Su beneficio más importante fue asegurar la provisión de agua potable a la ciudad.
LA UCR RECUPERA PROTAGONISMO En febrero de 1958, se realizaron las elecciones nacionales, donde triunfó la fórmula presidencial de la UCRI, Frondizi-Gómez. En Tucumán, este partido se impuso en las de gobernador y las de legisladores nacionales. La candidatura de Celestino Gelsi obtuvo 26 electores y la de la UCR del Pueblo, que postulaba a Eudoro Aráoz, 13 electores. El Partido Blanco logró 6 electores y la Bandera Blanca 3. Gelsi asumió el 1 de mayo de 1958, el mismo día en que Arturo Frondizi juraba la presidencia de la República y se normalizaba institucionalmente el país. A pesar de las tradicionales dificultades financieras de la provincia –conflictuada por la crisis de superproducción azucarera– la administración Gelsi se las ingenió para quedar en la memoria ciudadana como realizadora de importantes obras públicas. Su presupuesto se reforzó con la reapertura del Casino, cerrado desde tiempos de la gobernación Sortheix, y con la explotación de la quiniela. Instaló el Hospital de Niños en un nuevo local, renovando su equipamiento, y lo mismo hizo con la Maternidad. Construyó el Hospital Centro de Salud, remodeló los hospitales de Concepción y de Alberdi, construyó el edificio del Aeropuerto y pavimentó su pista, además de edificar la Terminal de Ómnibus. Su obra más ambiciosa fue el dique El Cadillal. Luego de convocar a un concurso internacional de anteproyectos, lo adjudicó a un consorcio británico por 11.249.697 libras esterlinas. Ese monto, dada las devaluaciones, pesó como una piedra sobre las finanzas provinciales por varios años, hasta que se pudo transferir la deuda a la Nación. Su beneficio más importante fue asegurar la provisión de agua potable a la ciudad, que se profetizaba como problemática en muy poco tiempo más. En materia de cultura, creó un novedoso
ente autárquico para manejarla: el Consejo Provincial de Difusión Cultural. Otra medida notable fue la privatización del servicio de transporte urbano, que quedó a cargo de cooperativas. Las elecciones de gobernadores de provincia y de la mitad de diputados nacionales tuvieron lugar en todo el país en marzo de 1962. El triunfo de los partidos neoperonistas en Chaco, Río Negro, Santiago del Estero, Tucumán y la decisiva provincia de Buenos Aires hizo que los militares (cuyos planteos eran cosa de todos los días) presionaran al presidente Arturo Frondizi para que interviniera esos distritos. A pesar de lo que hizo, Gelsi poco después las Fuerzas Armadas lo derrocaron y, luego de tensas alternativas, asumió la presidencia el titular del Senado, doctor José María Guido. BARBIERI TRIUNFA SORPRESIVAMENTE Por el decreto de intervención, el gobernador Gelsi fue relevado (19 de marzo) por el comandante de la V Brigada, general Julio Martín Sueldo. El 9 de abril asumió el interventor titular, licenciado Carlos Imbaud. Sus medidas no resultaron del agrado del gobierno, celosamente custodiado por los militares, y 43 días más tarde presentó su renuncia. Lo sustituyó interinamente el nuevo comandante de la Brigada, coronel José Emilio Vigil Monteverde, y el 31 de mayo asumió el comisionado titular, general retirado Ricardo J. Arandía. El 15 de noviembre lo reemplazaría el doctor Alberto Gordillo Gómez. Esta misión tomó medidas de significación judicial, como el dictado del Código de Procedimientos en lo Laboral o la creación del Juzgado de Instrucción en lo Penal Administrativo, entre otras. Tuvo gran eco la liquidación de las tierras del ingenio Santa Ana, repartiendo por concurso más de dos
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centenares de parcelas y colonizando 7.000 hectáreas. En 1963, Gordillo Gómez presidió las elecciones para normalizar la provincia. La UCR postuló la candidatura de Gelsi, quien logró 14 electores, mientras el segundo lugar correspondió al nuevo “Movimiento Recuperación Tucumán”, cuyo candidato era el ex interventor Imbaud: logró 11 electores. En tercer término estaba la UCR del Pueblo –candidatura del profesor Lázaro Barbieri– que obtuvo 10. Luego venía la Bandera Blanca, con 7 y otros núcleos menores. Reunido el Colegio Electoral, en la primera votación los electores de la Bandera Blanca se sumaron a los de Imbaud, quien empató con Gelsi. Ante la posibilidad de que el Movimiento Recuperación Tucumán consagrara a su candidato en la segunda votación, los partidarios de Gelsi desencadenaron un gran tumulto en el recinto, que terminó desalojado por la Policía. El Colegio pasó a cuarto intermedio. El lapso fue aprovechado por Gelsi para dar un giro inesperado al asunto: renunció a su candidatura y ofreció sus electores a la UCR del Pueblo. De eso modo tan impensado, resultó elegido gobernador el profesor Lázaro Barbieri. Juró su cargo el 12 de octubre de 1963, el mismo día en que el doctor Arturo U. Illia asumía la presidencia de la República. No pudieron tocarle tiempos peores. Sobre todo, por las pésimas finanzas, que lo obligaron a emitir bonos para pagar sueldos, mientras la superproducción azucarera seguía problematizando al máximo la economía general. Como si fuera poco, el gobernador debía enfrentar los embates de una Legislatura opositora, junto a las huelgas y paros del “plan de lucha” de la CGT, que sacudían la provincia. En la madrugada del 28 de junio de 1966, las Fuerzas Armadas resolvieron derrocar al presidente Illia e inter-
vinieron todas las provincias con comisionados militares que llevaban el título de “gobernadores”. El movimiento se autodenominó “Revolución Argentina” y colocó en la presidencia, sucesivamente –entre ese año y 1971– a los generales Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse. En Tucumán, depuesto el gobernador Barbieri, por unos días asumió el comandante de la Brigada, general Delfor Elías Félix Otero, quien lo transmitió (5 de agosto) al “gobernador” titular, general auditor Fernando Aliaga García. El golpe militar exhibía, entre sus justificativos, la convulsa situación de la industria azucarera tucumana. Así fue que, a los pocos días de asumir, adoptó una drástica medida. Procedió a cerrar 14 ingenios azucareros (de los cuales sólo tres volvieron a funcionar luego). Argumentó su “acentuado proceso de descapitalización”, que les impedía pagar sueldos y su enorme endeudamiento, entre otras razones. Esto significó clausurar el 28 por ciento de las bocas de molienda. Su consecuencia fue el éxodo de una cantidad de tucumanos estimada en más de 200.000 personas, además de desencadenar una larga serie de gravísimos problemas sociales y económicos. Como muy insuficiente paliativo, el Gobierno puso en marcha el denominado “Operativo Tucumán”, régimen de facilidades impositivas para las empresas no azucareras que se instalasen en la provincia. Los sectores obreros reaccionaron con dureza contra estas disposiciones y la respectiva violencia marcó a fuego esos tiempos. Mientras, en la ciudad, el intendente Roberto Avellaneda procedía a una drástica reorganización de la Municipalidad: tras numerosas cesantías, pudo regularizar los sueldos y llevar a cabo varias obras públicas de significación. Desde 1966, Tucumán contaba con una gran novedad: la televisión.
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En página opuesta, Izquierda: Por el cierre de los ingenios dispuesto en 1966, algunas chimeneas fueron demolidas. LA GACETA
En página opuesta, derecha: Inauguración de la planta fabril de Scania durante el Operativo Tucumán. Allí se fabricó el primer camión en diciembre de 1976. LA GACETA
En esta página: Escenas del llamado “Segundo Tucumanazo” ocurrido en 1970. Manifestantes lanzan piedras en la calle Córdoba. LA GACETA
LOS “TUCUMANAZOS” El 16 de marzo de 1968, el “gobernador” Aliaga García entregó su cargo a Avellaneda, quien dejó la intendencia para asumirlo. Durante su gestión, empezó a aparecer la guerrilla, una de cuyas células se descubrió y desactivó en Taco Ralo. Al año siguiente, en 1969, los sectores estudiantiles y obreros protagonizaron resonantes incidentes callejeros –conocidos como “primer tucumanazo”– que caotizaron la ciudad y Tafí Viejo, y que sólo pudieron controlarse con la llegada de efectivos de la Policía Federal. Esos desórdenes enmarcaron los últimos días de la gestión de Avellaneda. Fue relevado (10 de julio) por el coronel retirado Jorge Augusto Daniel Nanclares. Este logró del gobierno militar diversas medidas para apuntalar la actividad azucarera y desarrolló varias obras públicas, sobre todo en materia vial. Luego, descontento con el trato que, en el nivel nacional, recibían sus gestiones, Nanclares renunció al cargo. Sin esperar a que se designara al reemplazante, lo dejó en manos del comandante de la brigada, coronel Jorge Rafael Videla, el 3 de agosto de 1970. El 4 de setiembre asumía como “gobernador” el licenciado Carlos Imbaud, quien tenía, vimos, aquella breve experiencia de interventor en 1962. Imbaud inició una política de relativa apertura con el proscripto peronismo y con los gremios; pero su gobierno fue acosado desde el comienzo por las explosiones de violencia estudiantil. Los disturbios tuvieron gran magnitud (el “segundo tucumanazo”) y llegaron a estar ocupadas por los manifestantes 64 cuadras de la ciudad. Esto además de las tomas de ingenios, y de facultades y hasta del Rectorado de la Universidad Nacional de Tucumán. El gobierno militar, ya presidido por el general Roberto Marcelo Levingston (quien al mes siguiente sería reempla-
zado por el general Alejandro Agustín Lanusse), pidió la renuncia a Imbaud. El 19 de febrero de 1971 lo reemplazó el profesor Oscar Emilio Sarrulle. Ya por entonces el accionar de la guerrilla había adquirido gran intensidad y se manifestaba tanto en la ciudad capital como en toda la provincia. Ataques a destacamentos policiales, asaltos a camiones para repartir su carga, la voladura del Golf de Yerba Buena, fueron algunos de los episodios que sobresaltaban a la población. A esto había que agregar la incesante revuelta estudiantil, la ocupación de fábricas azucareras, los paros, las huelgas. Llegó 1972 y el panorama de violencia, lejos de apaciguarse, se incrementó. El Ejército debió actuar para desalojar las Localizaciones Universitarias, sector tomado por los estudiantes tras descomunales enfrentamientos con la Policía, que tuvieron el saldo de un muerto. El gobierno de la “Revolución Argentina” resolvió llamar a elecciones generales para normalizar el país. Ya había regresado de su largo exilio el ex presidente Perón. Los comicios tuvieron lugar el 11 de marzo de 1973. El peronismo, aglutinado en el “Frente Justicialista de Liberación” (FREJULI) consagró presidente de la Nación al doctor Héctor Cámpora y vicepresidente al doctor Vicente Solano Lima. Como gobernador de Tucumán fue elegido Amado Nicomedes Juri, por quien votaron 191.250 ciudadanos, que constituían el 51,33 por ciento de los sufragios. Juri asumió el 25 de mayo de 1973. Como no podía ser de otra manera, su gestión tuvo el marco de esa violencia que crecía sin freno, no sólo en Tucumán sino en todo el ámbito del país. Además, se registró una grave crisis en el Ejecutivo Nacional, que desembocó en la renuncia de Cámpora y de Lima, el 13 de julio, quedando la presidencia en manos del presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri.
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El 14 de febrero de 1971, un grupo de Montoneros ingresó en la Casa Histórica tras reducir a la guardia. Los militantes pintaron paredes, entre ellas la de la Sala de la Jura. LA GACETA
En las elecciones, convocadas presurosamente para el 23 de setiembre, triunfó la fórmula Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de Perón, candidatos del FREJULI, con el 61,8 por ciento de los votos. El nuevo Poder Ejecutivo asumió el 12 de octubre de 1973. Perón desautorizó tajantemente el accionar de los grupos guerrilleros, pero estos prosiguieron sus atentados en todo el país. Y por cierto en Tucumán, donde se expresaban en una atroz seguidilla cotidiana. Cada día estallaban explosivos que destruían algún edificio o se producían ataques con saldo sangriento, además de reiteradas tomas de dependencias de la UNT y de ingenios azucareros. En 1974, las cosas no harían sino empeorar. Combatían al gobierno los extremistas que inicialmente lo vitorearon y que ahora eran buscados tenazmente por el Ejército, la Policía y los grupos parapoliciales. Sus métodos –secuestro, tortura, muerte– en nada diferían a los de sus perseguidos. La muerte de Perón (1 de julio de 1974) elevó a la primera magistratura a su esposa y vicepresidente, María Estela (“Isabel”) Martínez. Seguía actuando en Tucumán la guerrilla, con asaltos, secuestros y asesinatos; esto, en medio de huelgas, turbulencias estudiantiles y hasta conflictos internos del partido gobernante. La acentuada inflación obligaba a practicar reajustes permanentes en los sueldos. LLEGA EL “OPERATIVO INDEPENDENCIA” El año siguiente, 1975, resultaría tristemente memorable para empresas, comercios y el bolsillo del ciudadano en general, por la medida de “shock” dispuesta por el ministro de Economía de la Nación, Celestino Rodrigo, y que se denominaría “El Rodrigazo”. El crecimiento de las operaciones guerrilleras tanto en la ciudad –donde estallaban bombas a diario– como en las zonas serranas, determinó a
la presidenta a dictar (9 de febrero) el decreto que encargaba a las Fuerzas Armadas “aniquilar” a los subversivos. Se iniciaría así el “Operativo Independencia”, donde participaron unos 5.000 agentes del Ejército, Gendarmería Nacional y Policía Federal, mientras aviones militares regaban de bombas la zona montañosa de operaciones. Inflación, desabastecimiento y ausentismo laboral seguían su carrera ascendente. El costo de la vida aumentó en un 397,77 por ciento. Aunque no decretada, regía en los hechos la censura de prensa sobre cualquier acontecimiento vinculado con las acciones guerrilleras y con su represión. Todo indicaba la inminencia de cambios profundos, que ocurrieron cuando empezaba el otoño de 1976. En la madrugada del 24 de marzo, las Fuerzas Armadas resuelven tomar el poder. Arrestan a la presidenta Martínez de Perón y el país queda bajo el gobierno de una Junta Militar, integrada por los comandantes de las tres armas. Cinco días más tarde, el titular del Ejército, general Jorge Rafael Videla, asumirá la presidencia. Ha empezado lo que se autodenominará “Proceso de Reorganización Nacional”. La noche misma del golpe, el comandante de la V Brigada, general Antonio Domingo Bussi, arresta al gobernador Juri y a sus colaboradores –muchos de los cuales optaron por exiliarse con premura–, y asume el mando de la provincia. La Junta lo confirmará como “gobernador” el 19 de abril reteniendo tanto la comandancia de la Brigada como la jefatura de la zona de operaciones contra la guerrilla. Unirá así, con mano durísima, la conducción militar a la conducción política: durante su gobierno, según estimaciones oficiales posteriores, añadió 322 casos a la lista de “desaparecidos”, en acciones que llevó a cabo tanto personal militar como de la Policía o grupos parapoliciales. Decretó casi 5.000 cesantías en la Administración Pública
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El general Lino Montiel Forzano, segundo gobernador del “Proceso de Reorganización Nacional”, lanza el “Plan Alconafta” (combustible con alcohol y nafta) el 9 de julio de 1979. LA GACETA
y el “Fondo Patriótico Azucarero” que creó (formado por contribuciones semicompulsivas de los ingenios, la Federación Económica y la Unión Industrial) le permitió realizar varias obras públicas. Estas incluyeron trabajos viales, numerosas escuelas y la fundación de cuatro pueblos en la zona de operaciones. A mediados de 1977, informó que había cancelado totalmente la deuda provincial. A esa altura, la guerrilla ya prácticamente había desaparecido. REGRESA LA DEMOCRACIA La Junta Militar reemplazó a Bussi, el 6 de diciembre de 1977, por el general retirado Lino Domingo Montiel Forzano. Este dio a su gestión una tónica totalmente distinta a la de su antecesor. Pero la economía seguía en estado de gravedad, con un muy elevado índice de inflación. A pesar de eso, Montiel Forzano se las ingenió para equilibrar el presupuesto, construir y entregar un millar y medio de viviendas; lograr que molieran los ingenios Florida, Trinidad y Santa Rosa –cuya liquidación llevaba adelante la Justicia–, y desarrollar un intenso apoyo a las tareas culturales. Tuvo destacada importancia el lanzamiento de la “alconafta” como combustible, que insufló nueva vida a la producción alcoholera de los ingenios. Dispuso que los vehículos oficiales usasen ese carburante y logró que se autorizara su comercialización en toda la región noroeste. A todo esto, mientras la inflación trepaba de modo espectacular, aparecía también la crisis en la conducción del Proceso. En 1981, la presidencia pasó al general Roberto Eduardo Viola. Por una supuesta enfermedad, lo reemplazó el general Tomás Liendo, y, luego, la Junta lo depuso, quedando el bastón –tras un interregno del vicealmirante Carlos Lacoste– en manos del general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue, así, “el año de los cinco presidentes”.
En Tucumán, Montiel Forzano entregó el mando (abril) a otro general retirado, Antonio Luis Merlo. A comienzos del año siguiente, 1982, tropas argentinas desembarcaron el 2 de abril en las Islas Malvinas, con el propósito de recuperar el territorio ancestralmente usurpado por Gran Bretaña. El desembarco enfervorizó al país e hizo que, de momento, la vista se desviara del evidente derrumbe del Proceso, que ya recibía la condena generalizada del mundo democrático por las denuncias de violación de derechos humanos. Pero las tropas argentinas, a pesar del denuedo con que lucharon, obteniendo algunos éxitos iniciales, no pudieron resistir al poderoso ejército de operaciones que enviaron los ingleses. El país, además, no logró ningún apoyo significativo del exterior, a pesar de sus gestiones. Las fuerzas argentinas tuvieron que rendirse el 15 de junio. Fue el fin del proceso militar. El 18 renunció el presidente Galtieri; el 20 se acordó que el gobierno sería entregado a los civiles a mediados de 1984, y el 21 asumió el último presidente castrense, general Reynaldo Bignone. Todo esto ocurría en un gravísimo escenario económico, con las tasas, el dólar y las tarifas en incontenible ascenso. La apertura de la política dio alas a la Convocatoria Multipartidaria, que había empezado a reunirse en 1985 y que se lanzó también en Tucumán. La integraban peronistas, radicales, democristianos, el Partido Intransigente, y el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). El propósito era “lograr la institucionalidad de la Nación y el retorno a la plena vigencia del Estado de Derecho”. A comienzos de julio de 1983, Merlo fue relevado del Gobierno. Tras un breve interinato del ministro de Gobierno, agrimensor Carlos Salmoiragui, el de Hacienda, contador Mario Fattor, conduciría la provincia hasta el fin de la etapa militar.
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LA ÚLTIMA ELECCIÓN INDIRECTA Las elecciones generales (octubre) se realizaron con un padrón de 614.213 ciudadanos en Tucumán y 17.892.792 en el país. La Unión Cívica Radical, con la fórmula Raúl Alfonsín-Víctor Martínez, se adjudicó la presidencia con el 51 por ciento de los votos, y su partido ganó también las gobernaciones de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Entre Ríos, Misiones, Río Negro y Chubut. En Tucumán, triunfó el Partido Justicialista, llevando a la gobernación a Fernando Riera, quien la había desempeñado en 1950-52. La economía nacional exhibía un cuadro de desastre. Se agotaron las medidas estatistas y se obtuvieron dos créditos-puente, pero fracasaron los esfuerzos que el país desarrolló durante 1984 para armar un frente común de deudores y renegociar la deuda. Todo esto en un contexto de siempre elevada inflación. En Tucumán, la administración Riera llevó a cabo una desaforada cantidad de nombramientos. Un diputado de la UCR afirmaría que entre 1983 y 1988 se habían designado entre 20 y 30 mil empleados. Esto perturbó notoriamente las pésimas finanzas de la provincia y el tesoro local sufrió la encerrona del “enganche” de los salarios locales con los de la Nación, y que la inflación obligaba a reajustar constantemente. Otro peso considerable sobre los fondos públicos fue un régimen jubilatorio de privilegio que sancionó la Legislatura y la norma que impedía el desalojo de los predios ocupados para asentamientos, dejando a los propietarios, como única vía de resarcirse, la expropiación inversa. El Gobierno se vio obligado a tomar dinero de la banca privada con altas tasas y, ante la falta de efectivo, lanzó el “Bono de Cancelación de Deudas” (BOCADE), que determinó la desaparición de la divisa nacional y que perduró –no sin
historias paralelas de falsificaciones y duplicaciones nunca aclaradas– hasta 2003, nada menos. Los BOCADE regularizaron momentáneamente los sueldos, pero pronto volvieron los atrasos. Sobre el final de la gestión Riera, aparecieron las “Letras de Tesorería”, que aumentaron considerablemente el circulante de dinero espurio. El escenario de este desquicio estaba plagado de explosiones de protesta: largas huelgas, violentas manifestaciones, cortes de ruta y demás. En lo nacional, en 1985 fue el lanzamiento del “Plan Austral”, que creaba una nueva moneda (el “austral”). Trajo una bonanza transitoria. Al año siguiente hubo que rediseñar todo, obtener otro “salvataje”, congelar precios, demorar las transferencias a las provincias. En 1987 se debió renegociar con el FMI, mientras la presidencia Alfonsín perdía cada vez más poder, y la asediaban huelgas, paros y crisis castrenses. En 1987, llegó la época de renovar el gobierno de Tucumán. Fue la última elección indirecta, por Colegio Electoral, de acuerdo a la Constitución de 1907. Se presentaron la UCR (candidatura del doctor José Chebaia); el Partido Justicialista (PJ, candidatura del ingeniero José Domato); el Frente Acción Provinciana (FAP, candidatura del contador José Cirnigliaro) y también la Bandera Blanca, que llevaba como candidato al ex gobernador militar, Antonio Domingo Bussi. Obtuvieron, respectivamente, 22, 14, 12 y 12 electores. Las reuniones del Colegio Electoral fueron complicadas. Los electores de Chebaia y Domato votaron por su candidato, mientras la Bandera Blanca y el FAP votaron en blanco, variante cuya validez había reconocido el Colegio. Como constitucionalmente el electo debía tener un mínimo de la mitad más uno de los votos presentes, cifra que no se lograba, el Colegio resolvió declararse disuelto y pedir que se convocase a una nueva elección.
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El Gobierno se vio obligado a tomar dinero de la banca privada con altas tasas y, ante la falta de efectivo, lanzó el “Bono de Cancelación de Deudas” (BOCADE), que determinó la desaparición de la divisa nacional y que perduró –no sin historias paralelas de falsificaciones y duplicaciones nunca aclaradas– hasta 2003.
El ingeniero agrónomo José Domato asumió la gobernación de Tucumán el 10 de diciembre de 1987. Estaba encajonado entre las internas de su partido; las exigencias del FAP y el peso creciente del sector de Antonio D. Bussi.
La situación del Colegio sería destrabada judicialmente. El bloque del PJ recurrió a la Corte y logró un fallo que anulaba la última sesión del Colegio, quitaba validez a los votos en blanco y ordenaba una nueva reunión, donde sólo se votaría entre Chebaia y Domato. En esa sesión (9 de diciembre), de trámite borrascoso, los votos del FAP se sumaron a los del PJ y consagraron gobernador a Domato. Minutos antes, debió cumplirse la insólita exigencia que Cirnigliario había fijado al PJ como condición de su apoyo: su elección como senador nacional, a pesar de que todavía faltaban dos años de mandato al que estaba desempeñándola. La designación sería anulada, en setiembre de 1989. El ingeniero agrónomo José Domato asumió el 10 de diciembre de 1987. Estaba encajonado entre las internas de su partido; las exigencias del FAP y el peso creciente del partido de Bussi (que pronto se sacó de encima a la Bandera Blanca y armó –en 1988– su propia agrupación, llamada primero “Frente Republicano Federalista” y, finalmente, “Fuerza Republicana”). Domato debió concentrarse en pagar sueldos y jubilaciones (tenía 76.074 empleados y 22.611 jubilados), lo que le llevaba, según su secretario de Hacienda, el 90 por ciento de los recursos disponibles. La Legislatura no aceptó el “paquete” de medidas económicas que propuso el Ejecutivo. Sí aprobaron, en cambio, la ley que declaró necesaria la reforma de la Constitución de 1907, así como la que ponía en vigencia el sistema de “lemas”. La sequía y las heladas quitaron a Tucumán, en 1989, el liderazgo en la producción azucarera nacional. La escasez tuvo, como otra secuela, la suspensión de la elaboración de alcohol anhidro, medida que fulminó el Plan Alconafta. El gobernador sostuvo que “la situación caótica del país, con un manejo económico-financiero, fuera de contexto, es lo
que empuja a las provincias a una inexorable crisis total”. No dejaba de asistirle razón: el “Plan Primavera”, de ajuste provisorio, lanzado por Alfonsín en 1988, cayó al año siguiente entre la vorágine de la compra de dólares, de las corridas, de los feriados bancarios. MENEM SE LANZA CONTRA BUSSI En mayo de 1989 tuvieron lugar las elecciones presidenciales. En ellas triunfó la fórmula del PJ, integrada por los doctores Carlos Saúl Menem y Eduardo Duhalde, con el 52 por ciento de los sufragios. La UCR (candidatura doctor Eduardo Angeloz-Juan M. Casella) logró el 40 por ciento. Dos meses más tarde, Alfonsín resolvió entregar anticipadamente el bastón al triunfante Menem. En Tucumán, como la nueva Ley Electoral fue fulminada por un fallo de la Corte provincial, se votó solamente para presidente, vice, y diputados nacionales. El nucleamiento justicialista FREJUPO obtuvo 142.278 votos. Lo seguía Fuerza Republicana (FR), con un gran crecimiento: 108.363 sufragios, y detrás venía la UCR, con 52.252. Cuatro meses más tarde, Domato vetó la Ley Electoral y estableció por decreto el sistema de elección de legisladores y constituyentes para los comicios que se realizaron en noviembre y donde FR obtuvo la mayoría de la Convención. Ésta sesionó con ciertas dificultades y, como se retiraron los opositores, quedó aprobada sin modificaciones la carta proyectada por FR. Entre las nuevas estipulaciones, las principales fueron la elección directa de gobernador y de vicegobernador (cargo que creaba); la institución de la Legislatura unicameral, sin reelección ni renovación parcial. Creaba el Tribunal Constitucional, novedoso ente de super control: tenía facultades superiores a las de la Legislatura, ya que podía poner leyes en vigencia en caso de demoras,
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y poseía facultades judiciales de declarar la inconstitucionalidad “erga omnes”. Otras innovaciones fueron la designación de comisionados rurales por elección; la división de la provincia en tres secciones electorales; la enseñanza religiosa en las escuelas; la admisión del sistema de “lemas” en los comicios, etcétera. Pero el Poder Ejecutivo se negó a promulgar la nueva Constitución, arguyendo que antes debían resolverse las impugnaciones planteadas en su contra. Mientras, crecía la sofocación económica de Tucumán entre turbulentas algaradas callejeras, donde se destacaron las de la Policía y de los jubilados. En lo nacional, los problemas económicos seguían siendo muy graves. Se había intentado un programa de ajuste, que empezó con una devaluación del 150 por ciento, y que no pudo impedir la escalada inflacionaria. A fines de 1990, el nuevo ministro de economía de Menem, Antonio Erman González, dispuso el canje compulsivo, por los títulos Bonex, de los depósitos a plazo fijo, títulos emitidos en pesos y depósitos del sistema financiero. El gobernador Domato, a comienzos de 1991, realizó una vigésima cuarta emisión “complementaria” de bonos, por 100.000 millones de australes. Afirmó que “la Nación está trasladando su situación de quebranto a las provincias” y aseguró que en la última etapa de su gobierno continuaría con “los emprendimientos, que existen a pesar de la frágil mente del pueblo, que recibió más de 626 obras y obritas, en el marco de una gran carencia de recursos”. Además del quebranto económico, Domato afrontaba otros problemas serios. Como la fuerte oposición, manifestada no sólo a través de FR y la UCR, sino a través del partido oficial, el PJ. Todos impulsaban el juicio político para deponerlo (ya había tres pedidos al respecto) y el Justicialismo, que le había solicitado infructuosamente la
renuncia, ya tenía diseñada su sustitución. Se adelantó el presidente Menem y el 11 de enero de 1991 dispuso la intervención federal, por decreto, a los tres poderes de Tucumán. Fundamentaba la medida en la caótica situación reinante; pero, en realidad, quería frenar la posibilidad cierta de que el ex gobernador militar Bussi llegara a la Casa de Gobierno en los ya nada lejanos comicios de renovación del Ejecutivo. El comisionado federal, doctor Julio César Aráoz, asumió el 18 de enero de 1991. Declaró la caducidad de la Legislatura, del Poder Judicial y de los Concejos Deliberantes; promulgó la Constitución de 1990 y ordenó iniciar investigaciones por irregularidades oficiales. Dictó una ley que declaraba a Tucumán en “emergencia económica”, por una deuda pública superior ya a los dos billones de australes. Y por otra, emitió títulos –los “Bonos Independencia”– de la deuda pública de la Provincia para cancelar deudas oficiales al 31 de marzo de 1991. Los bonos eran dolarizados y cartulares, y se emitieron en dos series de 200 millones de dólares cada una. Hacia delante, empezó a liquidar los sueldos con puntualidad. La recaudación mejoró; se lanzó un plan de viviendas; se logró un acuerdo industrial-cañero para la molienda; se practicaron importantes reformas en el Código Procesal Penal y en la Ley Orgánica de Tribunales; se dictaron abundantes normas de reordenamiento administrativo, además de ejecutarse algunas discretas obras públicas. Sumado este conjunto a una inteligente publicidad, y por contraste con el descalabro anterior, la intervención Aráoz logró una imagen de reencauzamiento y orden. Pero el núcleo duro de su cometido, dijimos, era alejar a Bussi del gobierno y mantener a Tucumán en la órbita del justicialismo. En lo nacional, Menem había logrado estabilizar la econo-
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Ramón Ortega asumió el gobierno el 29 de octubre de 1991. Entre los logros de su administración consta la creación de un Consejo Asesor de la Magistratura limitado a la evaluación de antecedentes para seleccionar los candidatos a jueces.
mía, con el plan del nuevo ministro del ramo, doctor Domingo Cavallo: la libre convertibilidad, la desregulación, las privatizaciones, las drásticas providencias impositivas y administrativas. El programa, cuyas fallas aun no se advertían, logró reducir de cuatro dígitos a un dígito la inflación en el país. Al mismo tiempo, la política se “farandulizó”, con el ingreso de figuras del deporte, del espectáculo, de la música popular y de la televisión. El fenómeno constituyó –junto con grandes expresiones de corrupción– una de las características del menemismo. Así, pareció normal que se fabricara, en el PJ, la candidatura a gobernador del cantante popular Ramón “Palito” Ortega. Se armó superando la total inexperiencia política del candidato y su nula vinculación con la dirigencia justicialista de Tucumán, provincia con la cual no tenía más relación que la de su nacimiento en Lules. ORTEGA PASA DE LA MÚSICA A LA POLÍTICA Después de algunas vacilaciones, el grupo que lanzó a Ortega se denominó “Surgimiento Innovador”. No sin dificultades, junto con el PJ y el grupúsculo de la Democracia Cristiana, se integró el “Frente de la Esperanza”, que sostenía la fórmula Ramón Bautista Ortega-Julio Díaz Lozano. Las elecciones fueron en setiembre de 1991. El Frente logró el 52 por ciento de los votos; FR, el 44, y la UCR el 4 por ciento. Ortega asumió el gobierno el 29 de octubre de 1991, con un endeudamiento de 129 millones de pesos, que crecerían hasta los 910 millones hasta el fin de su mandato. Pronto se evidenció su conflictiva relación tanto con el PJ como con la Legislatura. Como logros de su administración, debe marcarse la creación de un Consejo Asesor de la Magistratura limitado a la evaluación de antecedentes para seleccionar los candidatos
a jueces. Promulgó la ley de creación del Parlamento del NOA, aprobada luego por las provincias de la región, y le preocupó la vinculación con Chile y Bolivia, países a los que despachó importantes misiones comerciales. Con la ley 6.166 de promoción de la inversión turística, logró mejorar –desprolijidades aparte– la infraestructura hotelera. Inauguró la nueva Estación Terminal de Ómnibus y la pavimentación de la avenida Belgrano; entregó numerosas viviendas (4.504 entre 1992 y 1994); mantuvo la molienda en todas las fábricas y destinó fondos generosos a los planes interzafra. En el mismo tono de las pautas nacionales, encaró la privatización de la energía eléctrica, y la del servicio de agua y cloacas. Esta última tuvo serias deficiencias y, en lugar de vetar la ley, el Ejecutivo introdujo desacertadas modificaciones en la concesión, que traerían consecuencias. En lo nacional, la devaluación mexicana de diciembre de 1994, produjo en la Argentina el llamado “Efecto Tequila”, manifestado en la huída veloz de capitales en un mercado completamente desregulado. El Gobierno trató de ajustar el déficit fiscal, y traspasó a las provincias la provisión de salud y de educación. Todo esto impactó obviamente en las finanzas tucumanas, acomplejando los meses finales del gobierno Ortega, que concretó el lanzamiento de una tercera serie de “Bonos Independencia”. A la hora de renovar la gobernación, el PJ lanzó la candidatura de la profesora Olijela del Valle Rivas-doctor José Fernando Carbonell, mientras FR postulaba a Antonio Domingo Bussi-doctor Raúl Roque Topa. En las elecciones de julio de 1995, compitieron más de 800 sublemas. FR se adjudicó el 46 por ciento de los votos; el PJ obtuvo el 32; la UCR (candidatura doctor Rodolfo Campero) el 17, y algo más del 1 por ciento obtuvo el Frente País Solidario
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(FREPASO) con al candidatura José Vitar. Un sector del PJ organizó el corte de boletas, por lo cual ese TITO OLIVERA partido logró más votos para legisladores que para la gobernación. Así, Bussi, a pesar de su victoria, no pudo lograr mayoría en la Legislatura. En lo nacional, meses antes (14 de mayo), Carlos Menem asumía por segunda vez la presidencia, en una reelección habilitada por las reformas a la Constitución Nacional practicadas en 1994, como producto del “Pacto de Olivos” con la UCR. En la elección de convencionales por Tucumán, FR batió cómodamente al PJ. Vista aérea de la nueva Terminal de Ómnibus inaugurada durante el Gobierno de Ortega.
EL “BUSSISMO” SOBREVIVE Antonio Domingo Bussi asumió la gobernación el 30 de octubre de 1995. Lo condicionó de entrada su pasado militar, que le creó un cerco de soledad. No ayudaba a superarlo, el estilo autoritario y descomedido que utilizaba para tratar con su partido, el cual fue perdiendo rápidamente sus figuras más representativas. Tuvo muy serios problemas financieros. Recibió a la provincia con una deuda de 910 millones, cifra que incluía dos meses de sueldo impagos. Tenía un déficit mensual inicial de unos 15 millones; la coparticipación afectada en un 26.2 por ciento; una desocupación del 30 por ciento de la población activa, y un precio no rentable para la óptima molienda azucarera. Debió endeudarse con la banca privada, e intentar una cuarta emisión de los “Bonos Independencia”, además de lanzar el “Bono Solidario” (BOSO) para indemnizar a los agentes que jubilaba. Se sucedieron violentas protestas por atrasos salariales. Los enfurecidos municipales incendiaron el local del Consejo Deliberante y casi ocurre lo mismo con la Casa de
Gobierno, que resultó con serios daños. Como logros, puede anotarse un importante entrega de viviendas; avances en la remodelación ferroviaria; obras municipales y el rescate de 60 millones de pesos en bonos. Privatizó el Banco de la Provincia de Tucumán y transfirió –no sin crujidos– el sistema previsional a la Nación. El pésimo servicio de agua lo llevó a revocar la concesión a Aguas del Aconquija, lo que disparó un litigio judicial donde la provincia resultaría perdidosa. Se imputaron a su gobierno varias irregularidades: una cuestionada licitación de comida deshidratada para los comedores escolares; un cuestionado intento de arreglo de la deuda con la Compañía Azucarera Tucumana; la adjudicación del proyectado traslado del Hospital Padilla, por ejemplo. En 1998, el juez español Baltazar Garzón estableció que Bussi tenía dólares depositados en una cuenta suiza, datos que había omitido en su declaración jurada. El gobernador primero negó y luego reconoció ese hecho. Como consecuencia de ello, debió capear un juicio político (mayo-junio). Estuvo suspendido durante 52 días. La votación final le fue desfavorable en la Legislatura, pero los votos (16 por la destitución y 12 por la exculpación) no llegaron al porcentaje necesario para destituirlo y reasumió el gobierno. En las elecciones de 1999, FR enarboló la candidatura de Ricardo Bussi, hijo del gobernador, acompañado por el arquitecto Oscar Paz, en tanto el PJ presentaba a Julio Miranda-doctor Sisto Terán. Estos últimos lograron 217.852 votos, contra los 211.033 de FR. En el orden nacional, por esos días, se mostraba ensombrecido el contexto económico, y los expertos ya consideraban insostenible la paridad peso-dólar (el “uno a uno”). Tras la crisis del sudeste asiático, se fugaron los capitales, creció la deuda externa y creció el déficit fiscal. La presidencia de la República pasó a los doctores Fernando de la Rúa y Carlos
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Al asumir, el gobernador Julio Miranda afirmó que su prioridad sería “la reforma del Estado”. Su gobierno empezará a caminar a los tumbos, entre dificultades financieras que eran el reflejo de las tribulaciones nacionales.
Álvarez, candidatos de la alianza UCR-FREPASO, que logró el 48.50 de los votos. El PJ, con la fórmula doctor Eduardo Duhalde-Ramón Ortega, sólo alcanzó el 38.9 por ciento. LA CRISIS HACE ESTRAGOS El gobernador Julio Miranda asumió el 29 de octubre de 1999. Un informe periodístico de ese momento inventarió la situación que se transfería al nuevo gobierno: 1.190 millones de pesos de deuda pública; la coparticipación afectada en su totalidad; un déficit de caja de 20 millones de pesos mensuales; una deuda salarial de más de 22 millones, incluido allí un mes y medio de sueldos y un costo mensual cercano a 1.2 millones, por el blanqueo salarial a la Policía. Al asumir, Miranda afirmó que su prioridad sería “la reforma del Estado”. El ex gobernador Bussi, por su lado, continuaba en la pendiente del descrédito: la Cámara de Diputados de la Nación no aceptó que jurase su banca, negándole “idoneidad moral” e “idoneidad constitucional”. El gobierno Miranda empezará a caminar a los tumbos, entre dificultades financieras que acomplejarán todo su mandato. Eran fiel reflejo de las tribulaciones nacionales en ese orden, que se mantendrían candentes todo el año 2000. No se detendrían a pesar de que, en diciembre, el presidente De la Rua declaró su alivio por el “blindaje financiero” del FMI y otros organismos, blindaje que en realidad era un seguro y no dinero contante. Meses atrás, el Congreso había aprobado la reforma laboral, y se acusó de recibir sobornos a los legisladores que lo votaron. En ese clima, el vicepresidente Carlos Álvarez resolvió dimitir a su cargo. Un hecho grave de este año, fue el ataque de bandas armadas a vehículos y a centros de distribución del diario “ La Gaceta” en la Capital, Banda del Río Salí, Yerba Buena y Tafí Viejo, con la quema de los ejemplares. El hecho, motivado por las denuncias de corrupción que reflejaban sus
páginas, repercutió negativamente en todo el país. El año 2001 será escenario de graves sucesos en el orden nacional. Su principal causa residía en el impresionante trastorno económico y financiero. El nuevo ministro de Economía, doctor Ricardo López Murphy, anunció drásticos recortes: enfurecieron a los gremios, que se lanzaron a la huelga. En Tucumán, el Gobierno afirmó que, de ejecutarse esas medidas, “dejarían de ingresar 70 millones de pesos anuales”, y que aceptarlas “sería nuestra propia inmolación”. Pronto López Murphy sería reemplazado por Domingo Cavallo: este ratificó la convertibilidad, instauró el impuesto al cheque y se propuso el “déficit cero”, con recortes en los salarios estatales y en las jubilaciones. La respuesta gremial consistirá en un aluvión de huelgas, además de la aparición de los “piqueteros”, nucleados en la “Corriente Clasista y Combativa”. Cavallo propuso un “megacanje” de títulos de deuda y pidió a los acreedores poner un tope del 7 por ciento anual a las tasas de interés. Pero su medida de mayor impacto será el “corralito financiero”, que restringió el retiro de depósitos y las transferencias al exterior, además de suspender los préstamos, y rebajar las tasas y los plazos fijos. El descontento popular estallará en marchas callejeras de protesta y en saqueos, en Buenos Aires. El 19 de diciembre las cosas se precipitan. Renuncia Cavallo y el Ejecutivo decreta el estado de sitio. En la jornada siguiente, De la Rúa renuncia a la presidencia, mientras la Plaza de Mayo se colma de manifestantes que enfrentan a la Policía. Varios muertos y un centenar de heridos son el saldo. Asumió la presidencia el titular del Senado, Federico Ramón Puerta, y convocó a la Asamblea Legislativa, que eligió presidente al gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saa. Este declara el “default” y anuncia una nueva moneda. Pero los gobernadores no lo apoyan, crece la protesta
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social, y no tendrá más remedio que renunciar, el día 30. La presidencia quedará a carga del titular de DipuLA GACETA tados, Eduardo Camaño, hasta que se designe un nuevo presidente. A todo esto, la administración de Miranda en Tucumán caminaba penosamente, entre protestas y ocupaciones de locales. Promulgó la ley de “activo por activo”, para la venta de inmuebles fiscales. Buscando disminuir el gasto, jubila a 2.400 agentes, elimina horas extras, congela vacantes y reestructura reparticiones. Esto mientras la Fiscalía Anticorrupción investigaba las renuncias por duplicación de bonos. En noviembre, la Provincia firmó con la Nación un convenio que implicaba la merma del 13 por ciento de la coparticipación actual desde 2002. Recibiría 43 millones en títulos “Lecop”. En cuanto a los bonos, en el mercado paralelo el desagio llegaba al 11 por ciento y los bancos no los aceptaban. En las últimas semanas de diciembre, se registraron enfurecidas manifestaciones de cacerolazos, en la ciudad, en la Banda del Río Salí y en Alderetes. La deuda provincial había crecido en 47 millones de pesos en dos años y, por la crisis, se suspendió por 90 días el pago de cupones de los títulos Boso e Independencia. El primer día de 2002, la asamblea legislativa designó presidente de la Nación al doctor Eduardo Duhalde: era el quinto titular del Ejecutivo en doce días. De inmediato, se dispuso la libre flotación del dólar y la pesificación de todas las deudas. Los plazos fijos se pesificaron al cambio de 1.40 por dólar, y su devolución fue programada para 2003-2005. Claro que, a pesar de estas restricciones, muchos lograron, a lo largo del año y a través de recursos judiciales, que les fueran devueltos sus ahorros. También se anunció, a mediados de año, el adelanto de las eleccioSaqueo en un depósito de azúcar en la periferia de la capital, en diciembre de 2001.
nes presidenciales: se realizarán en marzo de 2003. En Tucumán, entretanto, se continuaba emitiendo bonos, ya convertidos en prácticamente la única moneda circulante en la provincia y sujetos a la usura. El 31 de julio, dejaron definitivamente de circular. Habían terminado así 18 años de moneda espuria. Se pagaban los sueldos fraccionados y con atraso, lo que generaba frecuentes huelgas. El Gobierno tenía la intención de modificar la Constitución de la Provincia, y la Legislatura aprobó el proyecto de ley que así lo disponía, sanción que derivó en denuncias sobre una supuesta compra de voluntades para aprobarla. Esto mientras tenían repercusión nacional los casos de desnutrición en la provincia. La Fiscalía Anticorrupción denunció que algunos magistrados obstruían sus investigaciones, y el Gobierno le respondió dividiendo en tres aquel organismo. Pero una multitudinaria manifestación en la plaza Independencia detuvo ese recurso. ALPEROVICH INICIA SU MANDATO El año 2003 sería de elecciones, en la Nación y en Tucumán. El 27 de abril, Menem, quien se presentó nuevamente como candidato, obtuvo el 31 por ciento de los votos en los comicios presidenciales, y el doctor Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz, logró el 23.8 por ciento. Este último quedaría ungido presidente, cuando Menem decide (15 de mayo) retirarse del balotaje. Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003. Debutó removiendo la cúpula militar; exhortó al Congreso a agilizar un juicio político contra la Corte “menemista”, y encaró una gira por Estados Unidos y Europa. En Tucumán, triunfó la fórmula del contador José Alperovich y el doctor Fernando Juri para la gobernación: fueron comicios con elevada concurrencia, donde el oficialismo desplegó todos sus recursos. La “ley de lemas” demostró
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En Tucumán, triunfó la fórmula del contador José Alperovich y el doctor Fernando Juri para la gobernación: fueron comicios con elevada concurrencia, donde el oficialismo desplegó todos sus recursos.
sus negativas consecuencias, al posibilitar que se presentaran 1.800 sublemas, con casi 37.000 candidatos a legisladores y concejales y más de 600 postulantes a intendentes y comisionados comunales. Por la gobernación, compitieron seis fórmulas. La oferta fue de 37.387 aspirantes para 234 cargos electivos de todo tipo, con un padrón de 873.000 votantes. El flamante gobernador Alperovich asumió el 29 de octubre de 2003 y promulgó de entrada una serie de leyes que fortificaban extraordinariamente al Ejecutivo. El ex gobernador Bussi ganó, por mínima diferencia, la intendencia de la Capital, pero no pudo asumir porque la Justicia Federal dispuso detenerlo en la causa por desaparición del senador Guillermo Vargas Aignasse, en 1976. Es que, bajo la presidencia Kirchner, empezaron a agilizarse todas las causas judiciales sobre derechos humanos. En octubre hubo elección de diputados y senadores. A pesar de la prisión de su líder, Fuerza Republicana se impuso obteniendo cuatro bancas en el Congreso. El ex gobernador Miranda logró llegar al Senado, pero por la minoría. Alperovich deberá afrontar la protesta de los estatales que quieren recomponer sus sueldos y, sobre todo, la queja de los docentes, que instalaron carpas en la plaza Independencia. Se registró también una dura huelga de los municipales, que incluyó la toma de la Intendencia. El gobernador, por otro lado, terminó con el Consejo Asesor de la Magistratura (CAM), al que eliminó por decreto, de manera de poder enviar, a la Legislatura, sin consulta alguna, los pliegos para cubrir cargos del Poder Judicial. En 2004, la Legislatura dispuso por ley la reforma de la Constitución de la Provincia (22 de diciembre), derogó la ley de lemas y ordenó la confección de un nuevo sistema electoral. Además, sancionó la Ley Provincial de Educación, que garantizaba diez años de escolaridad obligatoria, y la implementación del EGB y el Polimodal. Se lanzó un
plan de construcción de 28 escuelas y 100 aulas nuevas. En un reportaje, Alperovich se jactaría de que, en cuatro meses de gobierno, dijo, “he hecho más obra pública que Gelsi”, además de haber bajado el índice de desocupación. Ya se había convertido –a pesar de su origen radical– en el principal referente del justicialismo en la provincia. De todos modos, distaban de haber terminado las manifestaciones callejeras. Especialmente molestas para el Estado, fueron las producidas el 9 de julio, día de la visita del presidente Kirchner, en la Plaza Independencia, y que obligaron a suspender parte del programa. En la provincia, se cobraba un total de 75.000 de los llamados “planes sociales”, consistentes en ayudas mensuales en dinero: luego de reiteradas denuncias periodísticas, Alperovich admitió que dentro de esa cifra, unos 30.000 estaban mal dados. En 2005, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declara inconstitucionales las leyes de “Obediencia debida” y “Punto final”, con lo que se reabren cientos de causas contra los militares del Proceso. Era un año de elecciones de diputados y senadores nacionales. En Tucumán, el justicialista Frente por la Victoria, gana todas las bancas de diputados, en comicios enmarcados por un imponente reparto de bolsones y de subsidios. En lo nacional, el contundente triunfo de Kirchner consolida su liderazgo. Además, vira hacia la izquierda y se adhiere al eje del venezolano Chávez y del brasileño Lula da Silva. Alperovich ejecutaría una profunda purga en la Policía. No sólo cambió la cúpula, sino que pasó a retiro 370 uniformados. Las finanzas del Estado eran manejadas por el Banco Macro, en cuya orbita cayó también el Banco Empresario de Tucumán, dejando así de existir. El Gobierno logró desactivar varias denuncias por corrupción: la causa Gasnor; el reclamo por la instalación de 10.000 tragamonedas; el presunto pago de sobreprecios en
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la compra de huevos, y el hallazgo de 8 toneladas de polenta en mal estado en un depósito de Los Pocitos. El ex gobernador Bussi, elegido TITO OLIVERA intendente en 2003 pero procesado e inhabilitado para asumir, presentó, a fines de setiembre, su renuncia a ese cargo. Alegó “mi delicado estado de salud, intensamente agraviado por una sistemática e insidiosa campaña de desprestigio”. El Concejo Deliberante eligió entonces intendente a Domingo Amaya, quien ocupaba interinamente ese cargo. Vista aérea del megaemprendimiento de viviendas sociales conocido como “Lomas de Tafí”.
EL OFICIALISMO CONSIGUE LA REELECCIÓN La reforma de la Constitución Provincial (mayo) fue el acontecimiento de 2006. Sobre 40 convencionales, el oficialismo obtuvo 32, y los opositores se retiraron sin firmar el texto. No habían participado de la elección (febrero) la mayor parte de la UCR y FR. La nueva carta habilitó la reelección por otros cuatro años en los cargos electivos, de gobernador para abajo, y una cláusula especificó que, para los que estaban en el poder, el período que transcurría (2003-2007) no se consideraría como el primero. El Poder Ejecutivo quedó fortalecido, y el Poder Judicial perdió terreno: para el juicio político al gobernador, se requerirían las tres cuartas partes de la Legislatura, mientras que para enjuiciar a un miembro de la Corte bastarían los dos tercios. Además, no se instaló el Ministerio Público Fiscal y, en la Junta Electoral, se estableció que el Gobierno designaría a dos de los tres miembros. Restablecía el Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) y creaba el Jurado de Enjuiciamiento, ambos integrados en su mayoría por funcionarios políticos. El Colegio de Abogados impugnaría victoriosamente la integración del CAM.
La Constitución sancionaba, asimismo, el sistema electoral de “acople”, por el que todo partido, alianza o frente, podía llevar en la boleta los nombres de los candidatos a gobernador y vice de otro partido. Iba a resultar una nueva versión, empeorada, de la derogada “ley de lemas”. En otro orden, se sancionó y empezó a regir en la provincia la ley antitabaco. Hizo ruido la destitución, dispuesta por el Consejo Nacional de la Magistratura, del juez federal de Tucumán, Felipe Terán, por sus manejos con títulos públicos. En lo nacional, el presidente Kirchner acentuará su hegemonía, con la ley que el periodismo llama “de superpoderes”, por la cual el jefe de gabinete quedaba facultado, de manera permanente, para reasignar partidas presupuestarias. La derrota del oficialismo en Misiones, donde el gobernador quería reformar la Constitución para obtener la reelección indefinida, hace que desistan de intentar idéntico trámite los gobernadores de Buenos Aires y de Jujuy. En las elecciones presidenciales de 2007, Cristina Fernández de Kirchner –en la fórmula donde la acompaña Julio César Cleto Cobos– se impone con el 49.29 por ciento de los votos de los argentinos. Muy lejos la sigue Elisa Carrió, con solamente el 23 por ciento. El 10 de diciembre, su esposo Néstor le entrega la banda y el bastón. José Alperovich sería reelegido (agosto) gobernador de Tucumán, en la fórmula donde lo acompañaba el doctor Juan Manzur. Y su ex vicegobernador, Fernando Juri, es derrotado (abril) por Beatriz Rojkés de Alperovich, la esposa del mandatario, en la presidencia del Partido Justicialista. Será contundente el triunfo de Alperovich en la elección de gobernadores, donde logró una decisiva mayoría: 43 bancas contra solamente 6 de la oposición. En la de diputados nacionales, en cambio, obtuvo sólo cuatro bancas, porque en la quinta se ubicó la UCR. La oposición seguirá vituperado el reparto de bolsones y otros recursos, que el oficialismo 121
Cumbre de presidentes del Mercosur en Tucumán: Evo Morales, Tabaré Vázquez, Luiz Inácio Lula da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Nicanor Duarte Frutos, Hugo Chávez y Michelle Bachelet. LA GACETA
empleó para asegurar la concurrencia de sus votantes. Las heladas que azotaron la provincia, hacen que se elabore solamente 1.279 millón de toneladas de azúcar, o sea 400.000 menos de las previstas. Mientras, se ha autorizado la instalación de una nueva casa de altos estudios, la Universidad de San Pablo T, con sede en el cerrado ingenio San Pablo. Empezará a funcionar el año venidero. CUMBRE DEL MERCOSUR La debacle bursátil de Wall Street en 2008, repercutió en todo el mundo y por cierto en la Argentina. La economía se enfría, sube el dólar, emigran los capitales. Hay inflación, a pesar de que el INDEC quiera taparla “dibujando” la tasa, que según los analistas oscila realmente entre el 20 y el 25 por ciento. Las retenciones móviles a las exportaciones de granos, pusieron en pie de guerra al campo argentino, que desarrolló cuatro meses de dura protesta. El proyecto que el gobierno envió al Congreso sobre las retenciones, terminará rechazado por el Senado, cuando el presidente Cobos desempata, sorpresivamente, en contra del gobierno. La estatización de la jubilación privada –con la desaparición de las AFJP– será también uno de los hechos más significativos del año. Durante cuatro días, San Miguel de Tucumán alojó a la XXXV Cumbre del Mercosur, con la presencia de siete jefes de naciones latinoamericanas. Alperovich, en esa cumbre, fue elegido presidente del Foro de Gobernadores e Intendentes del Mercosur. La gestión del gobernador tucumano exhibía ya una imponente obra pública, en materia de viviendas y de escuelas. Pero deberá soportar una serie de fallos judiciales adversos contra disposiciones de la reforma constitucional de 2006 y de los poderes políticos. De todas estas cosas, la población se informa no sólo a través de los diarios, la televisión y la
radio, sino de Internet. “La Gaceta”, que está en Internet desde 1997, se enorgullece de que, durante 2008, su versión digital logró más de 32 millones de lectores. 2009 fue el año de la gripe A, la primera pandemia del siglo XXI. En medio de ella, el tucumano Juan Manzur asumió la cartera de Salud del Gabinete Nacional. Sería también el año de la primera derrota electoral de Cristina Kirchner. En las elecciones legislativas, su partido perdió 21 bancas en el Congreso, y con ello la mayoría y el quórum propios. Esto a pesar de que había adelantado los comicios y difundido el sistema de las “candidaturas testimoniales”, donde los dirigentes aparecían en el primer lugar en las boletas para atraer electores, pero nunca se harían cargo efectivo de sus bancas. Con todo, logró aprobar la `polémica ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –como parte de su feroz batalla contra el grupo del diario “Clarín”– entre críticas múltiples por la falta de debate, sumadas a anuncios de impugnaciones judiciales. También el Gobierno promulgó la ley de Emergencia Económica, que permitía el uso de los superpoderes del jefe de gabinete, y una reforma electoral para solucionar problemas internos del partido oficial. En Tucumán, el gobernador Alperovich apostó fuerte a los comicios. “Renovaba un senador y consiguió dos. Puso en juego cuatro diputados y quedó con tres. Obtuvo el 50.5 por ciento de los votos, pero las 380.000 intenciones fueron 150.000 menos respecto de las 530.000 conseguidas en agosto de 2007”, sintetizó un columnista de “La Gaceta”. La UCR había logrado reverdecer con un frente y resultaba beneficiaria de las disensiones internas de Fuerza Republicana. Pese a la fidelidad de Alperovich al Gobierno Nacional, éste le quedó debiendo 250 millones de pesos de la coparticipación federal, lo que resintió la obra pública. De acuerdo a lo dispuesto en la reforma constitucional, se
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creó por ley el Consejo Asesor de la Magistratura, que había sido derogado seis años atrás por decreto, lapso durante el cual se produjeron 39 vacantes de magistrados. Consternaron a la opinión pública las revelaciones sobre la venta de droga en la cárcel y sobre los estragos del “paco” entre los jóvenes de la Costanera. En esos momentos, el asistencialismo estatal suma 383.000 beneficiarios, nada menos. En abril, un grupo de médicos de Concepción, inicia una protesta por su precaria condición salarial y laboral. El reclamo se siguió extendiendo y llegó a toda la provincia, formalizándose el “Movimiento Autoconvocados del Personal de Salud”, que mantendrá siete meses de lucha con paros, marchas y quitas de colaboración. En noviembre, se llegó a firmar un acuerdo. ALPEROVICH OTRA VEZ El Bicentenario de Mayo se celebró con gran entusiasmo en Buenos Aires, en 2010. Idéntico júbilo rodearía a los festejos del 9 de julio en Tucumán, a los que asistió la presidenta Cristina Kirchner. Meses más tarde (27 de octubre) fallece su marido y ex presidente. El imprevisto suceso daría lugar a grandes manifestaciones de duelo. “Fue un hombre que ayudó mucho a Tucumán”, declararía el gobernador Alperovich. En el Congreso, queda aprobada la ley de matrimonio homosexual. Los opositores no lograron eliminar los superpoderes, ni la fijación de límites a los decretos “de necesidad y urgencia”. Se aprobó el 82 por ciento móvil para los jubilados, pero la presidenta vetó la ley. A todo esto, la oposición calculaba que la inflación llegaría al 25 por ciento el año venidero. Pero el Gobierno sostenía que no superará el 8 por ciento. El gobernador Alperovich anunció que buscaría su reelección por un tercer período, con el doctor Juan Manzur
como candidato a vicegobernador. Entretanto, en abril, debería afrontar una nueva protesta de los Autoconvocados de la Salud Pública, con ruidosos paros y marchas: el conflicto recién habrá de destrabarse en agosto. En el terreno judicial, comenzó a funcionar por fin el Consejo de la Magistratura. Durante varios meses, debió limitarse a resolver conflictos e impugnaciones, hasta que finalmente pudo empezar a trabajar. Las cinco primeras juezas elegidas por este mecanismo prestaron juramento. La ciudad será escenario de un segundo juicio por delitos de lesa humanidad, en la megacausa “Jefatura de Policía”, contra 22 acusados. En 2011, Cristina Fernández de Kirchner es reelegida cómodamente en la presidencia de la República. Antecedieron a los comicios de 23 de octubre, la edición inaugural de las elecciones “Primarias abiertas simultáneas y obligatorias” (PASO), que estableció la fórmula Fernández de Kirchner-Amado Boudou. Obtuvo más de 53 por ciento de los votos, imponiéndose en 23 de los 24 distritos electorales. En Tucumán, las elecciones de gobernador se realizaron el 28 de agosto. Triunfó la fórmula José Alperovich-Juan Manzur, con el 70.5 por ciento de los votos, abriéndose así el tercer período del gobernador. Lo siguieron el radical José Cano, con 14.3, y Ricardo Bussi con el 3.2 por ciento. 2012 será el año del Bicentenario de la Batalla de Tucumán. Sirvió a los tucumanos para comprobar, melancólicamente, que más allá de la provincia, nadie tiene idea de ese suceso que en 1812 cambió la suerte de la Revolución de la Independencia. En el programa más visto de la televisión argentina, su afamado conductor declararía, entre chiste y chiste, no saber de qué se trata. Fue también el año de polémico juicio por la desaparición de Marita Verón; del centenario del diario “La Gaceta”; del peligroso crecimiento de la inseguridad y de la violencia de
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género; del primer trasplante renal efectuado en un hospital público (el Padilla), por ejemplo. El Gobierno afirmó que había bajado el desempleo en la provincia, pero diciembre se cerró con saqueos. En lo nacional, fue el año de cepo cambiario; de la expropiación de YPF; del enfrentamiento de la CGT con el Gobierno; de la aprobación de la ley de muerte digna, por ejemplo. Al comenzar 2013, sacudió al mundo la noticia de la renuncia del Papa Benedicto XV, y la elección de un argentino en su reemplazo. Será el cardenal Jorge Bergoglio, quien asumió la jefatura de la Iglesia Católica con el nombre de Francisco. En lo nacional, inquietaba el estado de salud de la presidenta Kirchner, quien fue internada y operada, y debió delegar el poder por casi dos meses. El vicepresidente Boudou, dada su pésima imagen, sólo la reemplazó en algún pequeño acto protocolar. En las elecciones legislativas de octubre, el oficialista Frente para la Victoria será la primera minoría: perdió en Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe, Mendoza y Córdoba, que son los distritos electorales más importantes, frente al notorio avance de Sergio Massa, con su “Frente Renovador”. Los analistas económicos afirmaron que, desde 2007, la inflación en Argentina acumuló un 330 por ciento, cifra que ubicaba a nuestro país entre los cuatro del mundo con mayor tasa de inflación. Por cierto que nadie creía en las cifras “dibujadas” del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
En Tucumán, en las elecciones legislativas de octubre, el alperovichismo logró conservar dos de las tres bancas en juego. A comienzos de diciembre, la población pasaría horas dramáticas, frente al motín policial que dejó a la ciudad “liberada” y sin vigilancia. 2014 quedaría como un año de fuertes cuestionamientos a personajes conspicuos del poder: el vicepresidente Amado Boudou, con diez causas en la Justicia Federal, y la presidenta Fernández de Kirchner por el crecimiento de su patrimonio personal, ligado a la amistad y negocios con el empresario Lázaro Báez. A pesar de esto, en diciembre, las encuestas daban a la presidenta Kirchner un 50 por ciento de imagen positiva, y consideraban que el Frente para la Victoria contaba con el 31 por ciento de preferencia del electorado, de cara a las elecciones del año venidero. Ya se contaba con el nuevo Código Civil y Comercial, que empezaría a regir el 1 de agosto de 2015. No se detenían los problemas en la economía: el año se inició con una devaluación del orden del 33 por ciento, para terminar con una inflación que oscilaba entre el 24 y el 30 por ciento. En Tucumán –donde el desempleo había crecido del 3.3 al 6.2 en un año– el mandato de Alperovich transcurrió sin mayores sobresaltos, ya que las expectativas de la política estaban puestas en quién habría de sucederlo, en los comicios de 2015: las predicciones más firmes hablaban de la fórmula Juan Manzur-Osvaldo Jaldo. El intendente Domingo Amaya empezó a diferenciarse del gobernador: aspiraba a presentarse como una alternativa
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oficialista. En cuanto al gobernador y sus relaciones con la escena nacional, Alperovich decidió mostrar su preferencia por Daniel Scioli, para los LA GACETA próximos comicios presidenciales, y lo agasajó con un masivo acto en Lules. Mientras, la Universidad Nacional de Tucumán –que cumple un siglo de vida– será conducida por primera vez por una mujer, la doctora Alicia Bardón. Agentes de la Policía a caballo reprimen a quienes protestaban por el desarrollo de las elecciones de 2015.
ELECCIONES TUMULTUOSAS Las elecciones de presidente, gobernadores y legisladores, y sus resultados marcarían el año 2015. Esto, por encima de sucesos tan graves como la “muerte dudosa” del fiscal Alberto Nisman, horas antes de exponer en el Congreso acusaciones contra la jefa de Estado. Los comicios nacionales se realizaron el 25 de octubre. Competían el oficialista Frente para la Victoria (Daniel Scioli-Carlos Zanini) y Cambiemos (Mauricio Macri-Gabriela Michetti). Hubo que pasar a la instancia del balotaje, el 22 de noviembre, Macri, con 680.607 votos más que su rival, ganó la presidencia de la República. Habían terminado así trece años de kirchnerismo, de los cuales ocho correspondieron a la presidenta saliente. Macri y Michetti asumieron el 10 de diciembre. La flamante administración comenzó levantando las restricciones cambiarias y devaluando. Hay consenso en que su gran desafío será desacelerar la inflación.
En Tucumán, en un escenario con problemas como las inundaciones; la crisis azucarera; las profundas desinteligencias en el Poder Judicial y en la Junta Electoral; las denuncias por los “gastos sociales” de la Legislatura; el auge de la inseguridad y de la drogadicción, se realizaron las elecciones el 23 de agosto. El sistema de acoples llevó 454 partidos y 25.000 candidatos a cargos electivos. El triunfo fue para el Frente para la Victoria (Juan Manzur-Osvaldo Jaldo) que sacó 491.951 votos, contra los 380.418 del Acuerdo para el Bicentenario (José Cano-Domingo Amaya). Una multitud, que reprimió la Policía, se reuniría en la plaza Independencia, junto con los perdidosos, para protestar contra el resultado y tacharlo de fraudulento. La Cámara en lo Contencioso Administrativo pedirá (setiembre) la anulación de las elecciones; pero la Corte las declarará finalmente válidas. El oficialismo ganó, además, 33 de las 49 bancas de la Legislatura. Alperovich entregó la banda y el bastón, el 29 de octubre de 2015, al doctor Juan Manzur. En “La Gaceta”, el columnista Álvaro Aurane ensayaría una síntesis de la administración saliente, que elevó a 80.000 los 40.000 empleados estatales de 2013: “Reactivación de la obra de mediana y baja envergadura; declarado empleo de esos trabajos con fines electorales; un historial invicto en materia de comicios y deplorable calidad institucional”. Con la esperanza de nuevos tiempos, se cierra 2015 y empieza el año del Bicentenario de la Independencia. Es el que va transitando cuando cerramos estas líneas.
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GOBERNADORES D E S TA C A D O S
1. Bernabé Aráoz (1814-1817): héroe de la Batalla de Tucumán, le tocó gobernar la provincia mientras se desarrollaba el Congreso que declaró la Independencia. Tiempos en los que Catamarca y Santiago del Estero formaban parte del territorio. Años después, fue el impulsor de la efímera República de Tucumán. Murió fusilado en 1824. 2. Gregorio Aráoz de Lamadrid (1825-1826): la gestión del legendario guerrero al frente de la provincia se prolongó durante un año. En ese lapso se pronunció a favor de las Provincias Unidas del Río de la Plata –cuyo presidente era Bernardino Rivadavia– y de la constitución unitaria. Eso lo llevó a enfrentarse con los caudillos federales. 3. Alejandro Heredia (1832-1838): fue un gobernador progresista, moderado en medio de la agitación política contemporánea. Impulsó la educación pública y la cultura por medio de bibliotecas y becas (las recibieron Alberdi y Marco Avellaneda). Instaló un correo, realizó un censo de población y promovió la atención médica gratuita para los pobres. 4. Marcos Paz (1858-1860): su breve gobierno estuvo condicionado por problemas políticos internos. Aún así, logró
fundar varias escuelas y una biblioteca, construir varios edificios públicos y organizar un censo. Tras renunciar al cargo fue designado gobernador de Córdoba y luego vicepresidente de la Nación. 5. Lucas Alejandro Córdoba (1895-1898 y 1901-1904): una de sus obsesiones era solucionar el problema del agua. Lo hizo a través de una Ley de Riego para el campo y de la inauguración de un servicio de aguas corrientes para la capital. En el plano educativo, cambió planes de estudio y fundó escuelas. Además, creó el Banco de la Provincia. 6. Luis Francisco Nougués (1906-1909): reconocido humanista, dejó su huella en pocos años. Creó la Estación Experimental Obispo Colombres, fundó la Villa de Marcos Paz e inició la obras de edificación de la Casa de Gobierno y del teatro San Martín. Fue, además, un impulsor del turismo: en 1899 había fundado la villa que luego llevaría su nombre. 7. Ernesto Padilla (1913-1917): le tocó presidir los actos por el Centenario de la Independencia, que incluyeron la inauguración del parque 9 de Julio. Su gestión fue rica en logros: creó la Caja Popular de Ahorros; impulsó obras en 128
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11. Fernando Riera (1950-1952 y 1983-1987): en su primer mandato, que duró sólo dos años (por una reforma constitucional), se finalizó el dique Escaba, se concretaron obras de electrificación en toda la provincia y se construyeron escuelas (entre ellas, el Hogar-Escuela Eva Perón). Volvió en 1983 en plena etapa de restauración democrática.
materia de vialidad, educación e irrigación y se concretó la creación de la Universidad Nacional de Tucumán. 8. Miguel Campero (1924-1928 y 1936-1939): lidió con una crisis azucarera, extendida hasta la intervención del Gobierno nacional con el “Laudo Alvear”. A las políticas de corte social, Campero añadió en el segundo mandato la inauguración del Palacio de Tribunales y la creación de la Dirección Provincial de Vialidad, que hizo la ruta Yerba Buena-San Javier. 9. Miguel Critto (1939-1943): sintetizó su acción de gobierno en la consigna “agua y caminos”. Inauguró la ruta a Tafí del Valle y edificó escuelas emblemáticas, como Patricias Argentinas, Bernabé Aráoz y 9 de Julio. Se abocó además a la creación de barrios para familias de bajos recursos y encargó la construcción del Cristo Bendicente de San Javier. 10. Carlos Domínguez (1946-1950): las obras públicas (como los barrios obreros en la capital, Banda del Río Salí y Aguilares) y las leyes de protección social fueron sus objetivos, en sintonía con el primer peronismo. Reformó, además, la Constitución Provincial de 1907, e inició la construcción de la Maternidad y del Hospital de Niños.
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12. Celestino Gelsi (1958-1962): el programa de obras públicas fue el sello distintivo de su gestión, ya que se terminaron el dique El Cadillal, la Maternidad, el Hospital de Niños, la vieja terminal de ómnibus y una amplia red de rutas provinciales. Por otra parte, en esos años se creó el Consejo Provincial de Cultura y nació el Septiembre Musical. 13. Lázaro Barbieri (1963-1966): la crisis azucarera que derivaría en el cierre de los ingenios condicionó su gobierno, afectado además por la escasez presupuestaria y la agitación gremial. En ese contexto desarrolló una política de protección social, apoyo a la educación y amplia difusión de las actividades culturales.
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EL DESARROLLO DEL POTENCIAL ECONÓMICO
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Vista aérea de campos y quintas de citrus piedemontanos. S. A. SAN MIGUEL
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l Noroeste argentino vivió un período de esplendor hacia la primera mitad del siglo XVII. Enclavada en el centro de esa región, Tucumán se sumó al auge aportando productos –esencialmente ganaderos y para el transporte– que requería el aprovechamiento de la riqueza de las minas de Potosí (Bolivia). El ciclo comenzó a declinar hacia fines del siglo XVIII, de la mano del agotamiento del modelo minero que lo había desencadenado. Con los años 1800 vinieron las guerras de la Independencia y, a continuación, una etapa signada por las dificultades en el entendimiento entre el interior y el puerto. La economía de Tucumán, actor protagónico en el surgimiento de la nueva nación, comenzaba entonces a adoptar un perfil eminentemente azucarero. Hacia 1850, había trece ingenios, pero en 1859 llegó a haber veinticuatro. Empero, la producción de azúcar convivía todavía con la de carne, cueros y quesos; el tabaco y los cigarros. La orientación hacia la caña se intensificó hasta mediados del siglo XX. Esta concentración moldeó por completo la economía y la política de la provincia, que empezaron a girar alrededor de las fluctuaciones de precios y los escenarios frecuentes de sobreoferta. Este paradigma hizo un crac en 1966, cuando el Gobierno de facto cerró los ingenios. Esa medida produjo una herida social dramática y obligó a los productores a un replanteo cuyas vicisitudes se proyectaron durante las décadas siguientes, en medio de las crisis que complicaron al país. A partir de la década del 60, Tucumán comienza a reconvertir su economía con la incorporación de otros desarrollos agroindustriales con gran incidencia en la generación de actividad de comercio y de servicios. El azúcar sigue siendo un sector destacado, pero también sobresalen el limón, los granos (soja, maíz, trigo) y otros cultivos destinados al mercado de exportación. A ello se suma la industria manufacturera (textil, de calzados, golosinas, automotriz –autopartes– y metalmecánica). El sector privado convive con un Estado que desde el comienzo del milenio ha crecido en forma inédita a partir de políticas públicas erróneas con un intenso sesgo populista e insostenibles en el tiempo. Testigo de los vaivenes, crisis y resurgimientos desde 1953, la Federación Económica de Tucumán ha desempeñado la misión compleja de defender los intereses del sector empresarial y de buscar oportunidades para el desarrollo del potencial económico local. Esa labor institucional ardua comprende este emprendimiento: la publicación de una obra a propósito de la celebración del Bicentenario de la Independencia. Es hora de dejar testimonio y, también, de mirar hacia adelante.
LA ECONOMÍA PROVINCIAL DESDE SUS ORÍGENES H A S TA F I N E S D E L S I G L O X X O S VA L D O M E L O N I
Tucumán creció a un ritmo acelerado durante la consolidación y el declive del sistema virreinal. A partir de la Declaración de la Independencia, el Noroeste cede la posición protagónica y se intensifica el proceso de concentración económica en la región central del país. Los vaivenes del azúcar encerraron a la provincia en disyuntivas difíciles, que repercuten en un presente condicionado por la dependencia del Estado.
OSVALDO MELONI Licenciado en Economía de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Master of Arts in Economics, University of California (Los Ángeles, Estados
ban en voz baja: Potosí había entrado en una lánguida declinación. Sin embargo, había indicios elocuentes de un pasado con lustre: la población del Noroeste argentino superaba a la de Buenos Aires y representaba casi un tercio del total del país1. Sus 175 mil habitantes estaban distribuidos en seis ciudades importantes situadas a lo largo de las rutas comerciales que vinculaban a Buenos Aires con Perú y Chile. La más poblada era Santiago del Estero, con 45 mil, luego le seguían Tucumán con 40 mil, Salta, presumiblemente con una cantidad similar, Catamarca con 30 mil, Jujuy con 25 mil y La Rioja con 18 mil. La concentración poblacional reflejaba que la región se había favorecido con una combinación ideal para desarrollar una economía mediterránea: los altos precios que pagaba la plata potosina habían disimulado los elevados costos de transportes y, a su vez, estos la habían protegido de la competencia de ultramar. INDEPENDENCIA, GLORIA Y DEVASTACIÓN Con la Revolución de Mayo se inició un tortuoso camino hacia la independencia, que tendría a Tucumán como protagonista principal, no solo porque allí se celebraría el glorioso Congreso que declaró la Independencia en 1816, sino porque, durante esos años, el Noroeste fue el teatro de operaciones de una desgastante guerra. La independencia necesitó del reclutamiento de brazos para su conquista y defensa; de animales para el traslado y alimentación de los soldados, y de financiamiento para alimentar a las
Unidos) y en Economía del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina. Profesor de grado y de posgrado en la UNT. Docente invitado de las universidades Católica de Salta, Nacional de
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Salta, Torcuato Di Tella, etcétera. Investigador, y autor de libros y de artículos publicados en revistas especializadas. Integra asiduamente jurados de evaluación y de acreditación.
Vista antigua del ingenio La Florida.
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ubo una época en la que la economía del Noroeste era la más importante del territorio argentino como lo conocemos hoy. Corría la primera mitad del siglo XVII. Eran los tiempos en que la plata de Potosí brillaba con todo su esplendor y la región de Tucumán había estructurado su oferta para satisfacer la cuantiosa demanda de ese conglomerado de unos 160 mil habitantes, que rivalizaba en cuanto a población con las grandes ciudades de Europa. La economía de Tucumán giraba en torno a la ganadería, principalmente al aprovechamiento del ganado bovino del que se obtenían carne, cuero y sebo, y a la cría de bueyes y mulas para transporte. También se explotaban los bosques, de cuya madera se fabricaban martinetes para las minas y para las carretas, cuya construcción generó una industria próspera con alto valor agregado. Cuando la plata dejó de embarcarse a España por la ruta de Arica-Lima-Panamá para hacerlo por el camino del Atlántico, zarpando desde el puerto de Buenos Aires, a más de 50 días a caballo de distancia, la situación económica no pareció sufrir mayores cambios. La geografía montañosa entre Jujuy y Potosí requería de mulas, albergue y comida para los convoyes. Luego, el predominio de las llanuras demandaba bueyes. La región del Tucumán, ubicada estratégicamente entre el puerto de Buenos Aires y el centro minero, se benefició con el comercio y el transporte. Pero la fortuna empezó a cambiar hacia fines del siglo XVIII. Los precios confirmaban lo que los viajeros conta-
tropas y para comprar armas y equipamiento militar. Las provincias del Noroeste realizaron un significativo aporte de hombres para formar el Ejército, con el consecuente impacto sobre el mercado laboral y la economía toda, al desviar hacia el conflicto bélico recursos productivos en una economía con funciones de producción que utilizaba intensamente el factor trabajo. La guerra afectó significativamente al comercio, una de las actividades centrales de la economía de Tucumán. No solo hubo un corte de las comunicaciones con el Alto Perú hasta entrado 1825, sino que, en algunos años, también se hizo dificultosa la comunicación con Buenos Aires2. El cierre del mercado altoperuano tuvo un fuerte impacto, ya que Tucumán podía exportar sus productos y recibía una competencia relativamente débil de las mercancías de ultramar que ingresaban por Perú. Por otra parte, la competencia más exigente de los bienes procedentes de Europa que ingresaban a través del puerto de Buenos Aires sacudía a las manufacturas locales. Si el golpe sobre el comercio fue duro, el que se asestó a la ganadería fue enorme. El stock se redujo significativamente por la merma en el comercio y por los saqueos de ambos ejércitos3. DE LA GANADERÍA A LA AGROINDUSTRIA: LOS PRIMEROS PASOS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA A la guerra le siguió un tiempo de caudillos, inestable, inseguro y poco atractivo para el florecimiento de las actividades económicas. Sin embargo, en ese contexto, hacia
los años 30 se fundaron varios ingenios azucareros para satisfacer la demanda regional4. Los costos de producción relativamente altos le impedían avanzar sobre el mercado de Buenos Aires, dominado por el azúcar de ultramar. A su vez, los elevados costos de transporte permitían desarrollar una industria con alcance regional. Los aranceles a la importación de azúcar impuestos por la Legislatura tucumana en 1834 y la porteña en 1835, sumados a los bloqueos francés (1838-1940) y anglo-francés (1845-1847), facilitaron el crecimiento de la industria. Hacia 1850 había trece ingenios en Tucumán, pero en 1859 llegó a haber veinticuatro5. La eliminación de las aduanas interiores, tras la caída de Rosas, en 1852, favoreció la actividad azucarera, que comenzó a recibir capitales para modernizarse. Tucumán se perfilaba como un proveedor de azúcar y aguardiente para el litoral. No obstante, a mediados de siglo su economía todavía giraba en torno a la ganadería: aproximadamente el 40% del valor de la producción de Tucumán correspondía a carne, cueros y quesos; el azúcar, los productos azucarados y el aguardiente contribuían con un 10% y el tabaco y los cigarros con un porcentaje similar, mientras que las manufacturas artesanales y el resto de la agricultura generaban un 20% aproximadamente cada una. Los principales rubros de exportación eran tabaco, cigarrillos y las manufacturas artesanales de los que solo se consumían internamente el 30%; le seguían en importancia el azúcar y el aguardiente, con un 50% de ventas fuera de la provincia, y el resto de la agricultura, que exportaba un 20% de lo que producía6. 136
LA SUPRESIÓN DE LA DISTANCIA Hacia fines de 1876 se produjo un hecho que transformó la vida económica, social y política de Tucumán: la llegada del tren. La brusca caída en los costos de transporte permitió desarrollar una industria de proporciones colosales para la época, como nunca antes había existido en el interior7. El tren facilitó la incorporación de tecnología de punta y el traslado del producto terminado al gran mercado de Buenos Aires a precios competitivos8. La inversión en modernos ingenios generó una vertiginosa expansión de la oferta del dulce y un rápido ajuste en el número de firmas. Las inversiones de la industria no solo abarcaron la maquinaria de los ingenios sino también tierras y su desmonte, ramales ferroviarios privados que comunicaban las fábricas con líneas que llevaban al troncal, vagones, carros, animales, canales y acequias. Los retornos de la inversión en la industria azucarera en relación con el resto de las actividades regionales eran de tal magnitud que atrajeron una gran variedad de insumos productivos hacia la fabricación de azúcar y alcohol. La industria requería recursos humanos en abundancia, principalmente de baja calificación, para realizar las tareas de corte, recolección y transporte de la caña de azúcar, pero también demandaba mano de obra especializada, herreros, torneros, carpinteros, y mecánicos para las labores fabriles y de reparación de maquinarias. Schleh (1921) calcula que en la década de 1910 la industria azucarera tucumana ocupaba entre 50 mil y 60 mil obreros. Estos guarismos cobran significancia si tenemos en cuenta que en el censo de 1914, la población total de Tucumán era
Surcos de caña. de 333 mil habitantes. Las poblaciones JUAN JOSÉ BUDEGUER rurales circundantes se convirtieron en proveedoras de mano de obra masculina económicamente activa, aunque también las mujeres y los niños participaban del mercado laboral9. En 1895 el 20% de los residentes en Tucumán eran nativos de otras provincias. La participación de la población de Tucumán en el total de la región noroeste pasó de un poco más de un quinto en el primer Censo Nacional de 1869, a un tercio en el Censo de 1914. La actividad azucarera generó una demanda de transporte de gran magnitud en la breve geografía tucumana. No solo se utilizaba el tren sino también un gran número de mulas y animales de tiro para el transporte de caña. En 1895, nuestra provincia poseía el 9% del stock total de mulas del país, solo superada por Jujuy, la segunda provincia productora de azúcar, con el 11%. Por otra parte, las elevadas tasas de retorno de la inversión en azúcar estimularon la demanda por tierras aptas para el cultivo de caña en Tucumán. Hacia 1895, de las más de 98 mil hectáreas cultivadas en la provincia, el 42% estaban cubiertas con caña de azúcar. En la medida en que la industria azucarera desplazó a otras actividades, el ciclo económico provincial comenzó a depender de las fluctuaciones del monocultivo. Entre 1898 y 1914, el PBI argentino creció a una tasa promedio anual del 4.9% y la población prácticamente se duplicó entre los censos de 1895 y 1914. Ambos factores generaron un alza en la demanda de azúcar: el consumo creció de 19 a 27 kilogramos por habitante por año. El auge
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del azúcar encumbró a Tucumán en el contexto regional y nacional, como lo atestigua la presencia gravitante de su élite política en los máximos niveles de decisión nacional, lo que le permitió obtener ventajas arancelarias, protección de la competencia internacional, subsidios para exportar excedentes y favores financieros. El boom azucarero se manifestó también en el presupuesto de gastos provinciales que entre 1895 y 1899 era apenas inferior al de Córdoba, tres veces más grande que el de Santiago del Estero y cinco veces mayor que el salteño.
que se habían acumulado desde 1925, fue un hito en la larga lista de regulaciones del sector10.
EL GIRO AL MERCADO INTERNO La Gran Depresión puso fin al modelo agroexportador y la economía argentina entró en un largo período de más de cuatro décadas de aislamiento del al mundo y predilección por el mercado interno, lo que favoreció la concentración de recursos productivos en los alrededores de Buenos Aires, el mayor centro de consumo del país. La industria azucarera circunscribió su accionar y su suerte a los vaivenes del mercado interno, salvo ocasionales aumentos de precios internacionales que permitirían colocar saldos exportables, por lo que su capacidad para absorber crecientes cantidades de mano de obra menguó notoriamente. La industria comenzó a experimentar con frecuencia crisis de sobreoferta, que invariablemente desataban conflictos entre industriales y cañeros. El Estado intervino en la actividad ante la falta de un pronto resultado del conflicto. Ya no se limitaría a protegerla de la competencia internacional, sino que jugaría un rol mucho más activo. El laudo del presidente Alvear, en 1928, que surgió para calmar las encarnizadas disputas entre cañeros e industriales a raíz de los malos resultados
COPARTICIPACIÓN Y EFECTO CAUTIVERIO La crisis de los años 30 trajo consigo una nueva forma de relación fiscal entre nación y provincias: la coparticipación federal de impuestos que, en general, tuvo derivaciones negativas para Tucumán. El sistema de coparticipación no generó distorsiones significativas mientras se mantuvo el criterio devolutivo para asignar los recursos, pero, en la medida en que fue mutando hacia mecanismos proporcionales y, peor aún, redistributivos, afectó la correspondencia entre gastos y recursos en las provincias con secuelas negativas de mediano y largo plazo. Los incentivos de los ciudadanos para controlar el destino y la composición de las erogaciones eran escasos, ya que el dinero no salía de sus bolsillos. Así, los gastos en la nómina salarial y en programas sociales, que tenían una fuerte atracción para los gobernantes locales que buscaban obtener popularidad en su distrito, ganaron terreno en detrimento de inversiones menos “visibles” (cloacas, por ejemplo). Más aún, el hecho de formarse un pozo común de recursos con la recaudación por coparticipación alentaba el “free riding”: convenía contribuir poco y extraer la mayor cantidad posible de los recursos comunes. Los gobernadores disfrutaban de los beneficios de gastar y solo pagaban una pequeña fracción de los costos políticos de gravar a sus votantes11. Por otra parte, las transferencias no devolutivas por coparticipación aumentaron los precios de los bienes no transables en relación a los transables, dañando la rentabilidad de los productos transables tradicionales12. El resultado no fue
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otro que una escasa penetración de los productos de la región en mercados nacionales y externos. Como ocurre con las especies en peligro de extinción, que son puestas en cautiverio para salvarlas pero al costo de que pierdan sus habilidades de supervivencia, numerosas provincias fueron “protegidas” con generosas transferencias redistributivas sin caer en la cuenta de que estaban imposibilitando el desarrollo de sus capacidades competitivas. LOS ACIAGOS AÑOS 60 Hacia mediados de los años 60, el modelo azucarero con fuerte regulación estatal, soportado con subsidios y protección de distinta índole, se había convertido en demasiado oneroso para el Estado Nacional, y excedía las posibilidades de un gobierno provincial agobiado por las deudas y los conflictos. El gobierno militar, que había derrocado al presidente Illia, decidió “sanear” la actividad azucarera de una manera tan drástica como temporaria: restringir la oferta mediante el cierre de fábricas para evitar así el derrumbe de los precios. Como el gobierno de facto había eliminado ingenios, pero no los incentivos para producir caña y azúcar, seis años más tarde se habían recuperado con creces los niveles pre-crisis. El impacto del cierre de las fábricas fue tremendo. En menos de un lustro, emigraron entre 150 mil y 220 mil tucumanos, la mayoría de ellos hacia el conurbano bonaerense. La recuperación de la producción a principios de la década del 70, lejos de amilanar el espíritu dirigista que reinaba en aquellos años, lo potenció hasta un extremo impensado. El resultado fue la célebre Ley 19.597 que, acompañada de resoluciones de la Dirección Nacional de Azúcar, reguló cada
variable de la actividad. La industria, más maniatada que nunca, languideció bajo el signo de la regulación durante casi dos décadas más. EL PROTAGONISMO DEL ESTADO Con una economía nacional que se fue cerrando gradualmente durante gran parte del siglo XX, y con un mercado interno relativamente pequeño, el sector privado perdió protagonismo en manos del Estado Nacional, que fue paulatinamente interfiriendo en la vida económica mediante regulaciones, subsidios y nacionalizaciones de empresas en sectores clave como los de energía y comunicaciones. El tamaño del sector público fue aumentando, como así también los impuestos para financiarlo y, cuando estos no fueron suficientes y no estaba habilitada la vía del endeudamiento, se apeló a la emisión monetaria con el consecuente impacto inflacionario13. Los Estados provinciales también incrementaron el gasto público sostenidamente, alimentado por las trasferencias de coparticipación. Pero el aumento del presupuesto no se reflejó en los indicadores de educación y salud. Tampoco en mejoras en la infraestructura básica, sino en los planteles estatales. El comportamiento del sector público, lejos de facilitar la participación del sector privado en mercados competitivos, la dificultaba ostensiblemente. Se había generado un círculo vicioso: el peso del sector público ahogaba a un sector privado que no producía suficientes puestos de trabajo, por lo que el Estado provincial se había convertido paulatinamente en un “empleador de última instancia”. Esta característica, junto con la ausencia de mecanismos de selección, empobrecieron las burocracias provinciales y
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municipales y configuraron un sector público de baja productividad laboral. La provincia no invertía en infraestructura y tampoco lo hacía el Gobierno Federal. Las inversiones en agua potable y cloacas, que hasta los años 80 estuvieron a cargo de Obras Sanitarias de la Nación, se concentraron en la Pampa Húmeda, y solo ocasionalmente visitaron al Noroeste en general y a nuestra provincia en particular. Algo similar ocurría con la infraestructura vial, cuya escasez aisló al interior, sobre todo cuando el ferrocarril comenzó a declinar y a competir en desventaja con el transporte automotor. Plantación de citrus. ARGENTI LEMON
DEL DIRIGISMO A LA DESREGULACIÓN Las frecuentes interrupciones al orden democrático durante la segunda mitad del siglo XX y, peor aún, los episodios de violencia, estaban lejos de configurar un ambiente propicio para las inversiones. A esto se le sumaba una economía azotada por la inflación, que acrecentaba el poder del gobierno federal en detrimento del interior. Con su principal motor, el azúcar, enfocado en un mercado interno debilitado, el desarrollo de la provincia dependía más de algún tipo de subvención o protección que de la riqueza de sus suelos y las capacidades de sus recursos humanos. La alconafta y las desgravaciones impositivas fueron dos de las formas más importantes en la que se manifestaron
esos subsidios. La primera tuvo una vida efímera vinculada a la sequía y a los precios internacionales del azúcar y del petróleo; la segunda dejó algún saldo positivo con la instalación, entre otras, de Saab Scania, fabricante de camiones y ómnibus, que le agregó algún grado de diversificación a la economía provincial. Luego de dos episodios de hiperinflación, el gobierno del presidente Menem lanzó en 1991 un plan de estabilización que incluyó la desregulación de diversas actividades, entre ellas, la azucarera, poniendo fin a varias décadas de intervención estatal. La medida favoreció la llegada de inversiones al sector, y permitió disminuir los costos de cosecha y flete y mejorar los rendimientos fabriles, pero tuvo suerte diversa en los distintos actores de la actividad. EL ASCENSO DEL CITRUS Después de un tímido inicio en la década del 70, ayudada por la liberación del recurso tierra como consecuencia de la crisis azucarera, la citricultura comenzó a desarrollarse en Tucumán. En ese entonces, la superficie implantada con limón apenas superaba las 8 mil hectáreas, pero, con las sucesivas crisis azucareras de los años 80 y algunas señales de precios internacionales que permitían exportar, el limón fue ocupando paulatinamente antiguas zonas cañeras, por lo que ya en 1989 había duplicado el área cultivada. Con la desregulación del azúcar en 1991, que liberó parte de las
140
fértiles tierras del piedemonte tucumano, la mano de obra para la cosecha de la fruta y las mejores condiciones internacionales, la superficie volvió a duplicarse hacia fines de los 90. Por otra parte, la disminución de los aranceles a los bienes de capital permitió importar tecnología de última generación y, así, desarrollar un complejo industrial orientado al mercado externo. REFLEXIONES A FIN DE SIGLO Hacia fines del siglo XX, uno de los sectores más importante de la economía de Tucumán era el Gobierno, a pesar de que en la última década del siglo se había avanzado con privatizaciones en banca y en servicios públicos. El sector privado, que mostraba el sector agroindustrial
1. Estimaciones de Parish. Censo de 1895. 2. Brown (2002) señala que la guerra entre patriotas y españoles detuvo el comercio con Buenos Aires en 1816 y 1817. 3. Véase Brown (2002) y Bousquet (1971). 4. Se considera que el inicio de la actividad azucarera es 1821, cuando el obispo Colombres instaló el primer trapiche. 5. Véase Schleh (1921). 6. Véase Giménez Zapiola (1975). 7. El costo del traslado de una tonelada de equipo se había reducido de 220 a 20 pesos. Véase Guy (1981). 8. La conquista del mercado de Buenos Aires sobrevino recién a partir de 1889, cuando se instaló en Rosario la Refinería Argentina que le dio al producto las
Línea de empaque. más importante del Norte del país LATIN LEMON y una fuerte presencia del agro y de los servicios, tenía escasa penetración en los mercados internacionales, con excepciones notables como el sector citrícola y el automotor, constituido por una única empresa. La persistencia a lo largo de varias décadas de factores exógenos, como las reglas de juego de la coparticipación de impuestos y la financiación inflacionaria del déficit fiscal federal, y otros endógenos, como la insuficiente inversión en educación, salud e infraestructura, fueron modelando una economía que ponía sus esperanzas de despegue en los fondos que se podían obtener de la Capital Federal en vez de confiar en su propia iniciativa y su capacidad de innovación.
características de refinación que exigía el consumidor porteño y, simultáneamente, se aplicó un arancel de importación que garantizaba a los azucareros una menor competencia internacional. 9. La participación de menores de edad en la oferta de trabajo indicaba una escasa inversión en capital humano, lo que condicionó el crecimiento en las décadas posteriores. El censo de 1895 revelaba que el 70% de los niños de 6 a 14 años residentes en Tucumán en edad escolar no asistía a la escuela. En el censo de 1914, esa proporción descendió al 46%, pero todavía estaba por encima de la media nacional. 10. Sobre el impacto de largo plazo del laudo Alvear, véanse Cordomí (1967), García (1985) y Juan Ramón (1985).
141
11. El incentivo se debilitaba pero no desaparecía cuando se trataba de gobiernos de facto. 12. Se espera que las situaciones de alta demanda de bienes comerciables y déficit comercial se reviertan en un plazo relativamente corto mediante un cambio en precios relativos. Pero, si por algún motivo, esa provincia o región recibe continuamente un flujo de recursos, el déficit comercial persistirá y no se producirá tal ajuste en los precios relativos para revertir el desbalance comercial. Véanse Harberger (1996) y Capello y Figueras (2007). 13. Desde el primer gobierno de Perón, cuando se registraron por primera vez tasas de dos dígitos por varios años consecutivos, la inflación no daría respiro a los argentinos hasta principios de los años 90.
LA ECONOMÍA PROVINCIAL DESDE LOS INICIOS DEL SIGLO XXI A 2016 ANA MARÍA CERRO
El nuevo milenio comenzó con una crisis general inaudita. Pero la coyuntura internacional favoreció al sector agrícola y agroindustrial, puntales económicos de Tucumán, y permitió una recuperación rápida. Ese envión implicó un crecimiento nunca visto del sector público. El escenario del Bicentenario plantea un reto por partida doble: aumentar la productividad y la inversión en infraestructura.
ANA MARÍA CERRO Doctora en Economía. Es profesora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Obtuvo la medalla de oro de la Facultad de Ciencias Económicas (UNT) y
el premio “Fulvio Pagani”. Fue profesora visitante de la Universidad de Maryland (EE.UU.); directora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNT, y decana de la Facultad de Economía y Administración de la UNSTA.
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Evaluó trabajos para revistas científicas y dirigió proyectos de investigación. Es autora de libros y artículos en revistas especializadas.
Instalación metalmecánica. IDEP
L
uego de recorrer los más de dos siglos que median entre el Tucumán de la Conquista española y el de nuestros días, que nos permiten conocer su evolución y sus momentos de auge y de decadencia, llegamos al siglo XXI. Este siglo se inicia en Argentina con una de las crisis socioeconómicas y políticas más importantes de su historia. Tucumán, ubicada en la región NOA, sintió fuertemente el impacto de la crisis del 2001-2002. Sin embargo, luego de la devaluación de su moneda, superior al 200%, y del comienzo del boom en los precios internacionales de los commodities, Argentina y Tucumán comienzan la senda de la recuperación económica. La economía de Tucumán se caracteriza por la generación de productos agrícolas y agroindustriales que se comercializan fuera de la provincia, como azúcar, limón, granos (soja, maíz, trigo), tabaco, hortalizas, frutilla, palta y, recientemente, el arándano, el garbanzo uvas y vino, en su mayor parte destinados al mercado de exportación. Por ello, su dependencia de los precios internacionales de los commodities. Sumada a la producción primaria y a la agroindustria, Tucumán posee una industria manufacturera en la que se destacan la textil, de calzados, golosinas, automotriz (autopartes) y metalmecánica. Una parte importante de su producción proviene del sector de los servicios. En esa área se destacan el comercio, el transporte, la educación, la salud y los servicios financieros, profesionales y gubernamentales.
SUPERFICIE Y POBLACIÓN Tucumán es la provincia con menor superficie de Argentina, con una extensión de 22.524 kilómetros cuadrados, que representa el 0,81% de la superficie del país. Su población, que el INDEC estima para 2016 en 1.613.476 habitantes, la ubica como la provincia con mayor densidad poblacional con 71,63 habitantes por kilómetro cuadrado1, siendo el promedio nacional de 15,66 habitantes por kilómetro cuadrado2.
REGIÓN
SUPERFICIE millones de km2
CABA
%
POBLACIÓN
DENSIDAD km2
%
200
0,01
3.059.122
7,02
15.295,61
Pampeana
831.800
29,88
25.844.138
59,29
31,07
Patagónica
786.983
28,27
2.401.180
5,51
3,05
Cuyo
404.906
14,55
3.219.071
7,38
7,95
Noreste
289.699
10,41
4.026.174
9,24
13,90
Noroeste
470.184
16,89
5.040.683
11,56
10,72
2.783.772
100
43.590.368
100
15,66
22.524
0,81
1.613.476
3,70
71,63
TOTAL Tucumán
Fuente: INDEC
1. CABA posee mayor densidad poblacional, pero no es una provincia. 2. Para Argentina continental.
PRODUCTO BRUTO INTERNO DE ARGENTINA Y SU RELACIÓN CON EL PBG DE TUCUMÁN El Producto Bruto Interno (PBI) es una medida de la actividad económica, y expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales de un país durante un período determinado de tiempo. Tucumán tuvo un rol central en la economía de los siglos XVIII y XIX en la generación de bienes y servicios del país. En las inmediaciones del primer Centenario de nuestra Independencia, Tucumán contribuía con el 3% del PBI nacional3. En 1946, la participación de Tucumán había caído al 2,1%4 y en 2015, llegamos con una participación de 1,67%.
REGIÓN PAMPEANA: Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe. REGIÓN CUYO: Mendoza, La Rioja, San Juan y San Luis. REGIÓN NEA: Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones. REGIÓN NOA: Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago y Tucumán. REGIÓN PATAGÓNICA: Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Gráfico 1. Participación del PBG de las regiones en el PBI nacional
PAMPEANA 53,88%
CABA 23,31%
CUYO 6,51% PATAGONIA 6,20% TUCUMÁN 1,86%
NOA 5,75% NEA 4,44%
3. Estimaciones de F. Aráoz y E. Nicolini (2015). 4. Estimaciones de Talassino (2015).
Fuente: Elaboración propia en base a la Matriz Insumo-Producto 2012.
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Coordenadas: 26º
49’ 60” S 65º 13’ 00” O Superficie: 22.524 km2 Población: 1.593.000 de habitantes
PRODUCTO BRUTO PER CÁPITA Relativizando el producto bruto geográfico (PBG)5 de las provincias argentinas (incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –CABA–) en relación con su población, se obtiene el producto per cápita para 2015. En ese caso y como se expone en la Tabla 2, CABA es quien posee el mayor producto per cápita con 390.160 pesos de 2015 por habitante que, expresados en dólares de paridad es de 31.213 dólares por habitante6. El promedio de Argentina es de 9.400 dólares por habitante7. El producto per cápita del NOA representa casi la mitad del producto per cápita del promedio del país (49%), alcanzando un guarismo de 4.676 dólares por habitante para 2015.
PARTICIPACIÓN
PBG PER CÁPITA
1 PBI 2 Población PARTICIPACIÓN
CABA *
1 Población 7,02%
$ Corrientes 2015 PBG PER CÁPITA
PBI 2 23,27%$ Corrientes 2015 390.160
U$S 31.213
U$S
CABA * Pampeana
7,02% 59,04%
23,27% 53,83%
390.160 107.231
31.2138.578
Pampeana Patagónica
59,04% 5,51%
53,83% 6,20%
107.231 132.214
8.578 10.577
Patagónica Cuyo
5,51% 7,38%
6,20% 6,51%
132.214 103.648
10.5778.292
Cuyo NOA
7,38% 11,56%
6,51% 5,75%
103.648 58.445
8.2924.676
11,56% 9,23% 9,23% 100,00%
5,75% 4,44% 4,44% 100,00%
58.445 56.522 56.522 117.500
4.6764.522 4.5229.400
NOA NEA NEA Argentina Argentina
100,00%
100,00%
117.500
9.400
Fuente: 1 Estimaciones en base a la matriz insumo-producto 2008. Fuente: 2 INDEC. PBI a precios base. 1 Estimaciones en base a la matriz insumo-producto 2008. * El producto per cápita de CABA se encuentra sobreestimado, considerando que la población que genera ese producto incluye no solo 2 INDEC. PBI a precios base. la que reside en CABA sino también parte de la población de la provincia de Buenos Aires. Se estima que por día entran a CABA más * El producto per cápita de CABA se encuentra sobreestimado, considerando que la población que genera ese producto incluye no solo 1.000.000 autos dede dicha provincia.de la provincia de Buenos Aires. Se estima que por día entran a CABA más lade que reside en de CABA sinoprovenientes también parte la población de 1.000.000 de autos provenientes de dicha provincia.
5. El PBG es el PBI referido al ámbito provincial o regional. 6. El producto per cápita de CABA se encuentra sobreestimado por la población que trabaja en CABA pero no reside, principalmente por la población que reside en la provincia de Buenos Aires. Se estima que por día entran a CABA más de 1.000.000 de autos provenientes de dicha provincia. 7. Nótese que las provincias patagónicas tienen un alto producto per cápita por la escasa participación poblacional.
LA ECONOMÍA DE TUCUMÁN POR SECTORES DE ACTIVIDAD En 1914, el sector primario representaba el 17,4% del PBG de Tucumán, en tanto que el sector secundario, un 49,6% y servicios, solo el 33%. Cien años después, el sector primario representa el 11%; el sector secundario, un 24%, siendo el principal componente la industria con el 18%; y el sector servicios con el 65%, de los cuales el 28% son servicios públicos (administración central, educación y salud, entre otros). Luego le sigue en importancia comercio, y hoteles y restaurantes, con el 18%.
Gráfico 2. Participación de los sectores en el PBG de Tucumán. Promedio 2004-2014 28% SERVICIOS PÚBLICOS
2% ELECTRICIDAD, GAS Y AGUA 5% CONSTRUCCIÓN 7% TRANSPORTE, CORREO Y TELECOMUNICACIONES
10% AGRICULTURA, GANDERÍA, OTROS
18% INDUSTRIA 12% SERVICIOS FINANCIEROS Y OTROS
18% COMERCIO, HOTELES Y RESTAURANTES
Fuente: Dirección de Estadística de la Provincia de Tucumán
146
Fรกbrica de pastas. EMILIO LUQUE
Abajo: Empresa de transportes. JDG
EL MERCADO LABORAL EN TUCUMÁN La mayor parte de la información referida al mercado laboral en Tucumán se la obtiene de la Encuesta Permanente de Hogares, cuya cobertura es el Gran San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo. La tasa de actividad, que es el porcentaje de la población total que se encuentra ocupada o que “estando desocupada” busca activamente trabajo (PEA), se ubica en un 44,8%, según datos de los tres primeros trimestres de 2015. Por su parte, la tasa de ocupación alcanza un guarismo de 41,9% y la tasa de desocupación, que es el porcentaje de la población desocupada en relación a la PEA, un 6,4%. Dentro de la población ocupada, el 75% son asalariados. A su vez, los asalariados privados representan el 71%, quedando el restante 24% para los asalariados públicos. Entre los asalariados privados se encuentran los asalariados registrados (56%) y los no registrados (44%), siendo Tucumán la provincia que lidera el ranking de asalariados privados no registrados (informales).
POBLACIÓN POBLACIÓN TASA ACTIVIDAD (PEA) TASA ACTIVIDAD (PEA) TASA EMPLEO (Ocupados) TASA EMPLEO (Ocupados) TASA DESEMPLEO TASA DESEMPLEO
44.80% 44.80% 41.90% 41.90% 6.40% 6.40%
ASALARIADOS ASALARIADOS CUENTA PROPIA CUENTA PROPIA PATRÓN PATRÓN FAMILIAR FAMILIAR
75,00% 75,00% 19,70% 19,70% 4,00% 4,00% 1,30% 1,30%
ASALARIADOS ASALARIADOS ASALARIADOS PRIVADOS ASALARIADOS PRIVADOS Registrados Registrados No Registrados No Registrados ASALARIADOS PÚBLICOS ASALARIADOS PÚBLICOS Provincial Provincial Municipal y Comunal Municipal y Comunal Otros Otros OTROS OTROS
71,00 71,00 56,00 56,00 44,00 44,00 24,00 24,00 73,00 73,00 20,00 20,00 7,00 7,00 5,00 5,00
Fuente: EPH - INDEC Fuente: EPH - INDEC
Gráfico 3. Asalariados registrados del sector privado por rama de actividad
19% COMERCIO
1% ELECTRICIDAD, GAS Y AGUA 2% FINANCIERA 3% HOTELERIA Y RESTAURANTES 5% SERVICIOS VARIOS 7% TRANSPORTE
8% CONSTRUCCIÓN
8% ENSEÑANZA 18% AGRICULTURA
16% INDUSTRIA
Fuente: OEDE
148
13% SERVICIOS INMOBILIARIOS, OTROS
Planta de procesamiento de vidrios. VIDRIAL
El número de empleados de planta permanente y contratada del sector público provincial alcanza las 85.000 personas, lo que representa el 73% del empleo público en la provincia. Se estima que municipios y comunas totalizan 25.000 empleados. Sin embargo, existen otras personas ocupadas que reciben ingresos del sector público, entre ellas se encuentran aquellas que trabajan en cooperativas (ejemplo: Plan Argentina Trabaja, Ellas Hacen), contratadas en distintas modalidades, por lo que el número de personas que reciben ingresos del Estado es mucho mayor que el determinado por los asalariados públicos. Dentro de los asalariados privados registrados, el que posee mayor participación es el comercio, con 19% del total, seguido de agricultura, con 18%, e industria manufacturera, con 15%.
2015 2015
Exportaciones de Tucumán en millones de U$S FOB 1200 1000 PROMEDIO 805 millones
800 600 400 200 0 2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
LOS CICLOS ECONÓMICOS Y SUS EXPORTACIONES Como señalamos al inicio, Tucumán se caracteriza, desde el punto de vista económico, por la generación de productos agrícolas y agroindustriales, con una fuerte dependencia de los precios internacionales de los commodities, por lo que los ciclos económicos (fluctuaciones de corto plazo de la economía) se encuentran fuertemente relacionados con los precios de estos productos. Es importante señalar la dependencia de estos sectores de las políticas macroeconómicas, como el tipo de cambio, y de los costos de producción, entre los que destacamos los costos de transporte, que inciden intensamente en algunos productos, al encontrarse Tucumán ubicada geográficamente a unos 1.000 kilómetros de los principales puertos y de los grandes centros de consumo. Asimismo, y considerando que el 75% de los ingresos fis-
COMPOSICIÓN DE LAS EXPORTACIONES 2015 El 52% de estas provienen del complejo citrícola, seguidas de las autopartes con el 17%; granos, 11%; azúcar, 8% y de los arándanos, con el 3%.
2012
2013
2014
2015
cales de la provincia son de origen nacional y que la Nación fija las políticas macroeconómicas, los ciclos económicos de Tucumán se encuentran también muy correlacionados con los ciclos económicos de Argentina. Ello no implica soslayar la importancia de las políticas públicas provinciales y de sus instituciones, que han tenido un rol muy importante en las decisiones de inversión y, por ende, en la performance de su economía. En el año 2015, Tucumán exportó por un valor de 865 millones de dólares. El promedio de las exportaciones de Tucumán en el periodo 2003-2015 fue de 805 millones de dólares, alcanzando su valor máximo en 2008 con 1.101 millones de dólares, en tanto que su menor valor fue registrado en 2004, con solo 466 millones de dólares. La caída observada en 2014 se debe principalmente a la mala cosecha del limón, producto de condiciones climáticas adversas.
ACEITES ESENCIALES DE LIMÓN
21,7%
JUGOS CÍTRICOS
17,7%
LIMON FRUTA FRESCA
14,0%
RESIDUOS DE INDUSTRIA ALIMENTARIA
10,1%
CAJAS DE CAMBIO Y SUS PARTES
6,2%
PARTES DE EJES PARA AUTOMÓVILES
4,4%
AZÚCAR EN BRUTO
3,2%
ARÁNDANOS
3,2%
POROTOS DE SOJA
2,7%
MAÍZ EN GRANO
2,6%
Fuente: IDEP
150
Cosecha de citrus. CITRUSVIL
2004
LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA DE LAS PRODUCCIONES PRIMARIAS Desde el punto de vista geográfico, Tucumán tiene una ubicación estratégica que la convierte en el núcleo de comunicaciones de la región Noroeste. En su territorio posee variados paisajes, con llanuras al este y montañas al oeste, donde se encuentran los picos más elevados de la Provincia. Por su ubicación geográfica, el clima es subtropical con una estación seca en invierno y, por las características del relieve con grandes diferencias de altura, posee diversos microclimas. Entre los meses de octubre y marzo, las lluvias son abundantes, registrándose durante los meses de verano más del 90% de las lluvias anuales. Estas condiciones constituyen una importante base para realizar variados emprendimientos productivos. La producción y explotación de agroalimentos es uno de los rubros con mayor importancia económica de la provincia. Los principales cultivos de Tucumán ocupan la zona centro-este de la provincia, que es la de la llanura y el piedemonte, y se extienden en toda su longitud. CONECTIVIDAD A LOS MERCADOS INTERNOS Y EXTERNOS Teniendo en cuenta la ubicación geográfica de Tucumán, cobra vital importancia la infraestructura necesaria para poder trasladar su producción a los principales centros de distribución y consumo. Recordemos que, a fines del siglo XIX, un gran avance para la región NOA fue la llegada del ferrocarril. Ello facilitó el acceso a los centros de consumo y al puerto, lo que permitió ampliar el mercado para sus productos.
La mayor parte de la producción de Tucumán se transporta vía terrestre. La carga por ferrocarril es muy limitada, a consecuencia de la escasa infraestructura. El transporte aéreo se reserva para aquellos productos con alto valor agregado y que, por sus características, deben llegar rápidamente a los centros de consumo. El transporte terrestre incide fuertemente en los costos de la producción y dificulta la competencia con los mismos productos elaborados en la Pampa Húmeda (soja, maíz y trigo). Por ello la importancia del desarrollo de distintas alternativas de comunicación para la región NOA que le permitan extraer su producción sin quedar fuera de los mercados por el elevado costo del flete. Dicho desarrollo debería incluir todas las alternativas de transporte, no solo a los puertos pluviales de Argentina, sino también hacia los puertos del Pacífico, permitiendo llegar a grandes centros de consumo como la costa oeste de Estados Unidos, China, Japón, el sudeste asiático, entre otros, a un menor costo y, sobre todo, en menor tiempo, lo que resulta vital para algunos productos perecederos como el limón (fruta fresca y derivados industriales) y otros productos primarios como los granos. Tucumán posee 575 kilómetros de rutas nacionales y 2.517 de rutas provinciales (sin incluir las terciarias), totalizando 3.094 kilómetros de rutas, el 0,81% del total del país. Asimismo, el 53% son rutas pavimentadas y el 47% restante, mejoradas y de tierra. En cuanto al ferrocarril, Tucumán cuenta con el ramal Nuevo Central Argentino, por el que se transporta parte de la producción a los puertos de Rosario y de Buenos Aires.
152
INFRAESTRUCTURA ENERGÉTICA La provincia de Tucumán se encuentra conectada al sistema argentino de interconexión por medio de la central termoeléctrica de El Bracho, que es uno de los polos energéticos más importantes del país. Esta recibe la línea de 500 KV de la red nacional y cuenta con tres plantas que generan 1100 MW. El Bracho genera el 73% de la energía del NOA. A su vez, la demanda de Tucumán es la más alta del NOA, y está compuesta por consumo residencial (27%), industrial (59%) y comercial (23%).
Productos tucumanos INFRAESTRUCTURA de exportación son GASÍFERA “embarcados” en el aeropuerto Benjamín El sistema de distribución de gas por Matienzo. IDEP redes consta de 407 kilómetros de ramales y gasoductos, y de 2.300 kilómetros de redes de distribución. Está operado por la licenciataria Gasnor S.A. El principal cliente es el complejo de El Bracho. El sistema abastece también las grandes industrias de Tucumán, como las industrias azucarera, citrícola, de alimentos y bebidas, entre otras.
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Precios y producción de azúcar en Tucumán 1500000
10000
1000000 6000
TONELADAS
PESOS 2015
8000
500000 4000
0
2000 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 PRECIO VAGÓN INGENIO (BASE 2015)
PRECIO VAGÓN INGENIO (BASE 2015)
SECTOR PRIVADO PRINCIPALES PRODUCTOS TUCUMANOS a la caída en el precio internacional del azúcar como a la apreciación cambiaria de la moneda argentina, por la que pierden competitividad los productos nacionales. BIOETANOL Es un sustituto de la nafta de origen vegetal y, junto con el biodiesel (en el gasoil), el más usado mundialmente para complementar los combustibles de origen fósil. Se obtiene a partir de la caña de azúcar o del maíz. Con la melaza, producto que surge de la elaboración de azúcar o, directamente, de la molienda de caña, se produce alcohol destilado, que puede ser hidratado y que se destina al consumo industrial, y alcohol anhidro, que se usa para la fabricación de combustible (bioetanol): su producción adquirió gran importancia en los últimos años por la obligatoriedad de la mezcla con naftas para el mercado local. La Ley de Biocombustibles (26.093) estableció un corte obligatorio del 5% de alcohol en la nafta y gasoil destinado al consumo interno, que luego se incrementó al 7% y, con posterioridad, pasó al 10%. A partir de febrero de 2016, y para paliar la crisis azucarera, el corte se elevó al 12%, debiendo cubrirse el 2% adicional solamente con bioetanol de caña. En Tucumán funcionan cinco plantas que producen alcohol para combustible. La entrega de bioetanol a las petroleras en el año 2014 fue de 670 millones de m3, siendo el 45% bioetanol de caña (298 millones). Tucumán participó con 164 millones de m3, es decir, el 55% del total de bioetanol de caña. Las entregas de Tucumán en 2015 se estiman en 190 millones de m3.
154
Bioetanol en la Compañía Azucarera Los Balcanes. EEAOC
COMPLEJO AZUCARERO-ALCOHOLERO La historia de la industria azucarera se encuentra íntimamente ligada a la economía de Tucumán. La superficie total implantada con caña de azúcar en Argentina supera las 400.000 hectáreas, de las que Tucumán concentra el 66%, siendo el principal productor de azúcar de Argentina. Las actividades productivas de la industria azucarera en la provincia se desarrollan en 15 ingenios azucareros. Las 265.000 hectáreas. de caña cultivadas e industrializadas en Tucumán permitieron alcanzar una producción de 1.220.000 toneladas de azúcar en 2015. El empleo en la industria azucarera tucumana supera los 15.000 trabajadores en puestos de empleos equivalentes anuales, siendo 8.000 empleados permanentes y más de 11.000 empleados en zafra, que en términos anuales equivalen a más de 7.000 trabajadores. Las variaciones en los precios y en las condiciones climáticas que afectan a la producción de caña son las principales responsables de las variaciones en la producción de azúcar. La producción de azúcar cruda, que en los últimos diez años tuvo un promedio de 15% de la producción total de azúcar, se destina principalmente al mercado internacional. El azúcar blanca refinada tiene como principal destino el mercado interno, donde casi el 70% se utiliza como insumo intermedio para la industria y el restante 30%, como bien final para consumo doméstico. El valor de las exportaciones de azúcar alcanzó un pico en 2009 de 141.000.000 de dólares, estimulado por su alto precio internacional, en tanto que en 2014 dicho valor se ubica en 40.000.000 dólares. La disminución obedece tanto
Producción de fruta fresca para exportación y mercado interno. Precio FOB en U$S 2.0
300 1.5
250 200
1.0
U$S POR KG
EN MILES DE TONELADAS
350
150 100
0.5
50 0
0 2005
2006
2007
FRUTA EXPORTADA
2008
2009
2010
2011
FRUTA MERCADO INTERNO
2012
2013
2014
2015
PRECIO EXPORTACIÓN FRUTA FRESCA
Producción de industria y precio de exportación FOB U$S 40
150
120
30 25
90
20 60
15 10
30
5 0
0 2005
2006
2007
2008
2009
2010
JUGO CONCENTRADO ACEITE ESENCIAL CÁSCARA DESHIDRATADA
2011
2012
2013
PRECIO JUGO CONCENTRADO PRECIO ACEITE ESENCIAL PRECIO CÁSCARA DESHIDRATADA
156
2014
2015
U$S POR KG
EN MILES DE TONELADAS
35
COMPLEJO CITRÍCOLA Y LIMÓN El complejo citrícola comienza a desarrollarse en la década de 1970, pero no es sino hasta comienzos del siglo XXI que alcanza todo su potencial, siendo en la actualidad Tucumán el primer exportador mundial de jugos y aceites esenciales de limón. La superficie implantada con limón en Tucumán en 2015 es de 39.840 hectáreas. ubicadas principalmente en el piedemonte. La producción de limón por año fluctúa con las características climáticas. El promedio de los últimos cinco años (2011-2015) fue de 1.200.000 toneladas. El máximo valor lo obtuvo en 2011 con 1.440.000 toneladas en tanto que en 2014, por las malas condiciones climáticas, fue de solo 615.000 toneladas. En 2015, la producción alcanzó 1.233.079 toneladas. La participación del limón en el PBG de Tucumán fue aumentando en el tiempo. Actualmente representa el 5,52% del PBG de Tucumán y el 7,8% del PBG privado. El 95%
Industrialización de la producción se destina al mercado del limón. externo, siendo el principal rubro de S.A. SAN MIGUEL exportación de la provincia. El procesamiento de la fruta es realizado por cuarenta y dos empaques que preparan el producto para la exportación, en tanto que diez industrias procesan la fruta para fábrica y producen jugo de limón, aceites esenciales y cáscara deshidratada, que también se destina al mercado de exportación. Dependiendo del año, ya sea por las condiciones climáticas, que determinan calidad y cantidad de fruta para exportación, como del mercado internacional, las exportaciones de fruta fresca varían entre el 13 y el 25%. Sus principales destinos son la Unión Europea y Rusia. De la producción total se destina una pequeña cantidad, aproximadamente el 5%, para el mercado interno. El resto de la producción de limones se procesa en la industria. El complejo citrícola emplea en la zafra unos 40.000 empleados, siendo el 30% empleados permanentes.
157
1.000.000
800
800.000
700 600
600.000
500 400.000 400 200.000
DÓLARES POR TN
PRODUCCIÓN EN TN
Producción de soja y precio de exportación FOB en U$S. Tucumán 2005-2015
300 200
0 2005
2006
2007
2008
2009
2010
PRODUCCIÓN EN TN
2011
2012
2013
2014
2015
PRECIO PROMEDIO SOJA FOB PUERTOS ARGENTINOS, DÓLARES POR TN
500.000
300
400.000
250
300.000
200
200.000
150
100.000
100
0
50 2005
2006
2007
2008
PRODUCCIÓN EN TN
2009
2010
2011
2012
2013
2014
PRECIO FOB MAÍZ - A GRANEL HASTA 15% EMBOLSADO
158
2015
DÓLARES POR TN
PRODUCCIÓN EN TN
Producción de maíz y precio de exportación FOB en U$S. Tucumán 2005-2015
GRANOS Con el estímulo dado por los altos precios internacionales de los commodities y por el incremento en la competitividad de Argentina luego de la devaluación de 2002, Tucumán aumentó su producción de granos, principalmente de soja, maíz y trigo. A partir de 2007, con el crecimiento de la inflación doméstica, Argentina comenzó a perder competitividad, aunque los altos precios internacionales de los commodities permiten a los productores mantener la rentabilidad de sus cultivos. La aceleración de la inflación desde 2011, la gradual caída en los precios internacionales y la retención a las exportaciones conllevó una pérdida gradual de rentabilidad. Adicional-
Campo de trigo mente, la producción de Tucumán debió en el sur de la afrontar los altos fletes que se pagan para provincia. IDEP transitar los más de 1.000 kilómetros al puerto más cercano. En el caso del maíz, para diciembre de 2015, el flete impactó en el 41% respecto de su precio, en tanto que el impacto fue del 26% en el de la soja. En diciembre de 2015, ciertos cambios en las condiciones macroeconómicas, como la derogación de las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz, la baja gradual de las retenciones a la soja y la liberación del mercado cambiario, hacen esperar una mejora en la rentabilidad del cultivo de granos.
159
12.000
800
10.000
700
8.000
600
6.000 500
SUPERFICIE
EXPORTACIÓN EN TN
Exportación de frutillas congeladas 2005 - 2015
4.000 400
2.000
300
0 2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
EXPORTACIÓN TOTAL TN
2012
2013
2014
2015
SUPERFICIE CULTIVADA
Exportación de arándano fresco y congelado 2010 - 2015 10.000
8.000 7.000 EXPORTACIÓN EN TN
5.000 4.000
6.000
3.000 2.000
SUPERFICIE
8.000
6.000
4.000
1.000 0
2.000 2010
2011
2012
2013
EXPORTACIÓN ARÁNDANO FRESCO
2015
PRECIO ARÁNDANO FRESCO PRECIO ARÁNDANO CONGELADO
EXPORTACIÓN ARÁNDANO CONGELADO
ARÁNDANO Y FRUTILLA El arándano (blueberry) es un cultivo de reciente producción en la provincia, cuyo fruto –casi en su totalidad– se exporta, siendo su principal destino Estados Unidos. Dado que es una fruta que debe recogerse y consumirse en un plazo relativamente corto, la producción de arándanos se exporta como fruta fresca por vía aérea para poder llegar a los principales centros de consumo. Tucumán cuenta con algo más de 1.000 hectáreas en producción y, como se trata de una actividad intensiva en mano de obra, utiliza 15.000 puestos de trabajo en cosecha y empaque. Las exportaciones en 2015 alcanzaron las 5.800 toneladas, que totalizaron más de 4.000 toneladas transportadas al exterior por vía aérea como fruta fresca. El remanente de la producción se exporta como fruta congelada. Gran parte de la cosecha de arándano comienza en el mes de setiembre; el grueso de esta tiene lugar en octu-
2014
bre y el remanente, en los meses posteriores. El precio de exportación de la fruta fresca del arándano triplica el precio del congelado, por lo que en los últimos años, al mejorar la logística para transportar por vía aérea, la exportación de fruta fresca aumentó. Las exportaciones de frutilla son, en su totalidad, de fruta congelada, cuyo destino es la industria. Tucumán es el primer exportador de frutilla congelada: en 2015, envió al mercado internacional un total de 2.100 toneladas. Las exportaciones de este producto cayeron seis veces de 2008 a 2015, por el descenso de la competitividad, producto de la pérdida en las preferencias arancelarias que tenía con Estados Unidos, que pasaron de 0% a 11,2%. A esto hay que sumar las condiciones macroeconómicas del país: atraso cambiario y aumento de los costos de producción. Una parte importante de la producción como fruta fresca se destina a abastecer el mercado interno. 160
Selección de frutillas. IDEP
OTRAS PRODUCCIONES Tucumán posee otros cultivos agrícolas de importancia para su economía. Entre ellos, podemos destacar la palta, el tabaco Burley y las hortalizas, rubro donde se destaca la papa primicia. La vitivinicultura alcanzó relevancia en los últimos años, con una producción que tiene lugar principalmente en los Valles Calchaquíes.
PRODUCTO
HECTÁREAS SEMBRADAS
PRODUCCIÓN 2014 (tn)
Palta 1
1.000
6.000
Tabaco Burley
4.315
6.217
Hortalizas 2 Papa Vitivinicultura
30.000
415,6
8.400
231,8
133
1.033.500 (litros)
Fuente: IDEP 1 Primer Productor de Palta de Argentina. 2 Anuario 2013. Dirección de Estadística de la Provincia. Incluye papa, maíz para choclo, arveja, chauchas, tomate, pimiento, entre otras.
161
SECTOR FINANCIERO El sector financiero en Tucumán tiene una participación en el PBG del 3,7%. En relación con el país, los depósitos locales representan el 1,38%. En el caso de los préstamos, participan con el 1,8%. Nótese que el PBG de la provincia, en relación con el país, es del 1,75%, por lo que los depósitos están por debajo de la participación de la economía de Tucumán en el país, en tanto que los préstamos están en un nivel similar.
Exportaciones del sector automotriz - Miles de U$S 200.000
150.000
100.000
50.000
SECTOR PÚBLICO Millones de $ DEPÓSITOS
PRÉSTAMOS
SECTOR PRIVADO
2014
2013
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
0 1995
SECTOR AUTOMOTOR: LAS AUTOPARTES; LA INDUSTRIA METALMECÁNICA Y OTRAS Una producción de gran importancia en la provincia de Tucumán son las autopartes, que se destinan totalmente al mercado externo. En 2014, la exportación de esta producción arrojó un valor de 121 millones de dólares, siendo su principal destino Brasil. Merecen destacarse por su importancia otras industrias, como la textil, que es la más importante del NOA con seis plantas en producción; la metal mecánica, que cuenta con 260 establecimientos, siendo una industria que se especializa en atender la demanda del complejo azucarero y citrícola, entre otros; y de golosinas, con una planta integrada verticalmente con la industria azucarera y del maíz, y que participa con el 2,27% de las exportaciones de Tucumán, alcanzando un valor de 20 millones de dólares.
TOTAL
6.588
10.283
16.871
Participación por Sector %
39
61
100
Participación en el País %
1,83
1,2
1,38
Millones de $
748
14.069
14.817
Participación por Sector %
5,04
94,9
100
Participación en el País %
0,14
1,86
1,83
162
Montaje industrial. INGENIERร A DI BACCO
Banco de Tucumรกn. PABLO CASEN
EL SECTOR PÚBLICO El sector público representa un sector muy importante dentro del PBG. Su presupuesto para 2015 alcanzó los 34.000 millones de pesos, en tanto que para 2016, el presupuesto aprobado es de 42.000 millones. Para cuantificar el tamaño del sector público provincial, evaluamos el gasto público en 2014 que, en relación a su PBG, fue del 32%. En 2005, ese guarismo representaba el 16.4%. Es decir, en diez años el gasto público duplicó su participación en el PBG. La mayor parte de los gastos del sector público fueron gastos corrientes (89%) y solo el 11% se destinó a gastos de capital. El personal provincial ocupado alcanzó los 85.000 empleados en 2014, lo cual implica un crecimiento de casi el 100% respecto de 2003. Una característica de esta década fue el alto porcentaje del gasto total que se destinó a gastos corrientes en relación con los gastos en capital, y que implicó la falta de obras de infraestructura y de grandes inversiones en la provincia de Tucumán. En ese sentido, la inversión real directa sobre los gastos totales para 2013 fue de 8,7%.
Tamaño del sector público. Gastos totales / PBG 35 30 25 20 15 10 5 0 2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
35 30 25 PROMEDIO 20,2
20 15 10 5
164
2014
2013
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
0
CABA
BUENOS AIRES
SANTA FE
CÓRDOBA
MENDOZA
ENTRE RÍOS
TUCUMÁN
JUJUY
CHACO
FORMOSA
0
50.000
2005
2014
40
100.000
2004
2013
Gastos corrientes / PBG 2014
Planta de personal ocupada: Sector Público Provincial. Número de agentes
2003
2012
Estación transformadora de Tafí del Valle. EDET
Gráfico 5. Ingresos Tributarios
Gráfico 4. Ingresos públicos
16% TRANSFERENCIAS
5% AUTOMOTORES Y RODADOS 5% OTROS IMPUESTOS
24% ORIGEN PROVINCIAL
8% INMOBILIARIO
10% SELLOS
60% COPARTICIPACIÓN
72% INGRESOS BRUTOS
Dentro de la estructura de ingresos de la provincia, los ingresos tributarios de origen local representaron, en el año 2014, cerca del 24% de los recursos totales, lo que señala una alta dependencia con respecto a los ingresos provenientes de la Nación (76%). Dentro de la recaudación provincial, el impuesto a los Ingresos Brutos totaliza el 73% de los ingresos totales.
La característica de los últimos diez años del sector público fue el crecimiento exponencial sostenido de sus gastos, que colocó a Tucumán como una de las provincias con mayor gasto en relación a su PBG, mayores gastos corrientes (principalmente en salarios) y menores gastos en inversión pública. El crecimiento en el gasto fue acompañado por el crecimiento en sus impuestos, siendo la provincia con mayor presión fiscal efectiva, sin que ello sea acompañado de un consecuente incremento en la calidad de los servicios. Adicionalmente, al constituirse en un importante empleador, compitió fuertemente con el sector privado, siendo, junto con la presión tributaria, causa de la gran informalidad observada en el mercado laboral tucumano.
Adicionalmente, la presión tributaria provincial ha aumentado de manera significativa en los últimos años. En 2014, esta fue 263 veces mayor que en 2004, pasando de 3 a 7,9%, posicionando a Tucumán como la provincia con mayor presión tributaria efectiva en relación a su PBG.
Presión tributaria efectiva / PBG 2014 8 7 6 5 PROMEDIO 4,4
4 3 2
166
TUCUMÁN
CABA
BUENOS AIRES
ENTRE RÍOS
MISIONES
MENDOZA
CÓRDOBA
SAN JUAN
LA PAMPA
TIERRA DEL FUEGO
RÍO NEGRO
SANTA FE
CHACO
SAN LUIS
NEUQUÉN
SALTA
CHUBUT
CORRIENTES
SANTA CRUZ
SANTIAGO DEL ESTERO
FORMOSA
JUJUY
LA RIOJA
0
CATAMARCA
1
A MODO DE CONCLUSIÓN Tucumán es una provincia con un sector privado pujante, con gran potencial en la industria y en los cultivos agroindustriales. La gran diversidad de estos la convierte en la provincia con mayor economía del Noroeste y Noreste de Argentina. Tucumán es el principal productor mundial de limones y, también, el principal industrializador de esa fruta. Es también el principal productor de azúcar de Argentina, y posee una fuerte participación en las industrias automotriz (autopartes), textil, de calzado y de golosinas. Adicionalmente, posee una industria de molinos de trigo y una láctea, y en el último, tiempo se comenzó a desarrollar la industria vitivinícola en la región montañosa de los Valles Calchaquíes y a elaborar de pastas secas a partir
de la industrialización del trigo. El Parque Industrial de Tucumán ubicado Al tratarse de una provincia con en la Autopista superficie limitada, los desafíos que Circunvalación (Ruta 9). PABLO CASEN enfrentan el agro y la agroindustria para seguir creciendo están relacionados con aumentos en la productividad más que en la mayor extensión de las áreas sembradas. Por otro lado, es necesario el desarrollo y las mejoras de la infraestructura vial y de ferrocarril, no solo para llegar a los puertos pluviales de Argentina, sino también para alcanzar los puertos del Pacífico, lo que le permitiría ingresar en grandes centros de consumo a un menor costo y, sobre todo, en menor tiempo, lo cual es vital para algunos productos primarios y agroindustriales. 167
L A S O P O RT U N I D A D E S D E COMIENZOS DEL SIGLO XXII VÍCTOR JORGE ELÍAS
L
a llegada del Bicentenario nos invita a preguntarnos cómo irá a ser Tucumán a la llegada del Tricentenario. Si continuara creciendo al ritmo de los últimos doscientos años, su población superaría los siete millones de ciudadanos; su nivel económico promedio por habitante llegaría a los 14.000 dólares, con educación promedio de dieciseis años y esperanza de vida de más de cien años. Ello significaría grandes cambios en sus ciudades, en su estructura económica y en sus actividades culturales. Pero no se pueden extrapolar valores promedios observados antes hacia un nuevo siglo. Existen muchos cambios en la trayectoria que hacen difícil imaginarse el Tucumán de 2116 y sería más atinado limitarse a cambios cualitativos, que también tienen sus limitaciones. Además, se hace necesario tener en cuenta lo que puede ocurrir en el país y en el mundo. Si bien existen ya proyectos de investigación en todas las áreas del conocimiento, con resultados que pueden generar grandes innovaciones con respecto a lo que hoy constituye nuestra vida diaria, ya hemos comprobado que, con algunos altibajos tal vez, las instituciones básicas que nos rigen han sabido adaptarse y mantener incólume lo fundamental. La estructura productiva de una economía pequeña y abierta en el largo plazo está básicamente determinada por factores de oferta y, dentro de ello, por la dinámica tecnológica, que permite bajar los costos y generar nuevos productos. El sector agrícola se posicionó primero con el azúcar, luego con el limón y, más tarde, con la soja. Parte de ello se debió a los factores tierra, precio y avances tec-
VICTOR JORGE ELÍAS PhD (Economics), University of Chicago (Estados Unidos). Profesor emérito de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Director de la Maestría en Economía de la UNT. Miembro de número de la
nológicos. En el futuro pesarán más el factor tierra y los avances tecnológicos. El Tucumán de finales del presente siglo podría caracterizarse por una mezcla de deberes por realizar, por un lado, con pronósticos de lo que puede acontecer, por el otro. Los deberes pendientes indican la presión de objetivos por cumplir para que la economía tucumana esté en la senda de lo que ocurrirá en el país y en el mundo, por lo que se convierten de por sí en pronósticos y desafíos. La importancia de Tucumán frente al resto de lo que hoy es Argentina era mucho mayor al comienzo del siglo XIX. Su pérdida relativa está relacionada con el traslado hacia el Atlántico de los determinantes económicos del país. Hoy existen señales de que este traslado puede revertirse un poco vía la fuerza del Pacífico, lo cual puede afectar más a las zonas de América que eran importantes antes de 1800. Tucumán estuvo siempre ligada al sector externo, por lo que es de esperar que esté preparada para aprovechar este cambio, que es todo un desafío. APOSTAR POR EL CONOCIMIENTO Como se vio solo en parte de los siglos XIX y XX, la infraestructura física es un aliado importante del desarrollo regional armónico, por lo que se espera que se dé con mayor fuerza en el siglo XXI, y que esté acompañado por el esfuerzo privado. La red de caminos necesita de un avance significativo en el país para lograr una mayor convergencia regional. Parte de la convergencia lograda en los países más avanzados se debió a que estos tienen una red cami-
Academia Nacional de Ciencias Económicas. Profesor visitante de las universidades de Harvard (19731974) y de Stanford (1975 y 1988). Galardonado como uno de los 10 Jóvenes Sobresalientes (Cámara Junior de Buenos Aires), y con los premios ADEBA,
168
Konex y Anita Harberger. Autor del libro Sources of Growth: A Study of Seven Latin American Economies (San Francisco, 1992), y editor de “Informe de la Economía de Tucumán” (Tucumán, 1996). Doctor Honoris Causa, UCEMA.
En esta página y siguientes: Una mirada distinta sobre el paisaje urbano de la capital tucumana. PABLO SOLER
Existen señales de que, por influencia del Pacífico, ciertas zonas de América que eran importantes en el siglo XIX, como Tucumán, recobrarán protagonismo hacia 2116. Educación, salud, ocio, tecnología y calidad institucional parecen ser las claves de un futuro que se aproxima a pasos agigantados: el presente exige una visión para capitalizar este porvenir.
nera relativa siete veces mayor que la de Argentina (según parámetros de nivel económico y extensión territorial). El siglo XIX se caracterizó por el desarrollo tecnológico en favor del uso de mano de obra no calificada. Por el contrario, en el siglo XX la evolución tecnológica favoreció el uso de mano de obra calificada, por lo que se convirtió en el siglo del capital humano. Si bien Tucumán respondió a este fenómeno con un incremento importante en el nivel educacional de su población, le faltó acompañar este aumento con uno similar en la calidad educativa. Esto es un gran desafío para ser cumplido en el presente siglo, sin duda un escollo difícil de superar. La presión para superarlo vendrá, en gran medida, del exterior, ya que en el mundo se ha observado, en los últimos treinta años, un desplazamiento geográfico notable de la producción de bienes industriales con tecnologías que requieren personal menos calificado a lugares donde los salarios son más bajos. Existe un espacio importante para posicionarse como región a través de la mejora de la capacidad laboral ante el nuevo rumbo del avance tecnológico. El aumento del rol de los llamados capitales informáticos e intangibles llama a una respuesta firme de la mejora en la calidad educativa. En el siglo XIX, la educación contribuyó con un 6% del crecimiento del país, mientras que, en el siglo XX, esta contribución aumentó al 15%. La calidad de la educación fue fluctuante. En el caso de Tucumán, es posible que esta contribución sea un poco menor por el efecto de la migración de los más capacitados. El efecto migratorio, sin embargo, trabaja en dos sentidos: hay una pérdida por no contar con el producto de toda la educación generada en la provincia, pero también existe una contrapartida, que surge del intercambio que se puede establecer con la persona migrada y
su entorno. La adquisición del conocimiento dependiendo, en gran medida, de esta dinámica. EL OCIO COMO NEGOCIO El cambio tecnológico ha sido un factor clave en la evolución de todas las economías y su dirección genera la necesidad de responder a ello en forma apropiada a la dinámica tecnológica. Esta dinámica también se manifiesta a través de los mercados de productos e insumos, lo cual hace necesario una capacitación que responda a estos cambios y pueda aprovechar las ventajas que ofrecen. El avance tecnológico contribuyó, en el corto plazo, de un 30 al 40% del crecimiento del país y, en el largo plazo, mucho más. Este avance tecnológico incluye no solo innovaciones técnicas, sino también organizativas (intangibles), y es importante reconocer estos aspectos como sendas fuentes de creatividad. En el siglo XX, la cantidad de horas de trabajo por persona disminuyeron notablemente, pero, a pesar de ello, no aumentaron las horas dedicadas al ocio. Ello indica que aumentaron las horas dedicadas a la familia, lo cual significa que cada vez son más importantes las actividades que no capta el mercado tradicional. Son, pues, nuevas actividades. El uso productivo de estas horas es un gran desafío para el avance global de nuestra economía. Acá también la mayor capacitación posibilita el mejor aprovechamiento de esas actividades, en las cuales cada vez invertimos más de nuestro tiempo. El cuidado y prevención de la salud han adquirido una importancia muy grande en el presupuesto familiar y estatal. Ello genera un desafío de asegurar que este esfuerzo sea productivo, para lograr así una mejor calidad de vida. El aumento de la esperanza de vida se potenciará más, gracias a una calidad de vida superior. Tiene mucho que ver con ello
170
la optimización de la organización de los esfuerzos de quienes participan de esta actividad. La contribución de la salud al crecimiento económico es casi similar al de la educación: necesita el mismo número de años para lograr un incremento relevante en su nivel. En ambas actividades se ha detectado que es necesario generar las bases para que la población las aproveche desde muy temprana edad. La apreciación del valor de la salud ha venido aumentando a través del tiempo, como sucede también individualmente con las personas, que están más atentas a su salud a medida que envejecen. FEDERALISMO Y POLÍTICAS ANTICRISIS El desarrollo institucional, además de ser relevante para permitir que los motores del crecimiento funcionen en forma apropiada y en el tiempo requerido, también aporta a la calidad de vida de la población. En el mundo se están produciendo grandes cambios y conflictos. Las instituciones facilitan los cambios que nuestra sociedad requiere. Para que ello funcione mejor y ofrezca la guía necesaria para saber la dirección de los cambios, es importante que también actúen las instituciones privadas. Ello se observa en gran parte del mundo y, como lo señalara Juan Bautista Alberdi, su contribución no es solo desde el punto de vista económico, sino también desde la perspectiva de la paz y de la seguridad. El desarrollo institucional internacional genera desafíos a las instituciones locales y, así como ocurre en el ámbito del comercio exterior, es sin duda importante que las instituciones locales puedan responder en forma apropiada a los nuevos desafíos internacionales. Se espera que en el siglo XXI mejore la calidad de los gastos nacionales, lo cual favorecerá a la provincia. El país tiene mucho espacio para mejorar la relación fiscal nación-provincia y llegar a un federalismo real.
El último cuarto de siglo parece haber sido el más beneficioso para el mundo en términos de esperanza de vida, reducción de pobreza y reducción de mortalidad infantil. El beneficio alcanza a todos los estratos sociales. Tucumán no debe estar ausente de este proceso. Ello requiere de un esfuerzo sostenido en los diversos quehaceres del Estado y del sector privado. En el siglo XX, nuestro país sufrió numerosas crisis económicas que podrían evitarse en el siglo XXI si el Estado prestara más atención a los aspectos del largo plazo y permitiera un funcionamiento armónico del mercado. Los análisis y decisiones necesarios para definir las medidas de largo plazo permiten tener un Estado más acorde con lo que se necesita para evitar, por lo menos, parte de las crisis y para que, si son inevitables, no nos regresen al comienzo. Si el país mejora su marcha relativa en la región, Tucumán continuará con un contexto más apropiado para crecer, y la capacidad empresarial de la población se potenciará aún más. El mundo enfrenta muchos nuevos problemas, pero tiene mayor capacidad institucional para enfrentarlos. Hasta puede pensarse que el dinero fiduciario de hoy sea sustituido por otro tipo de dinero y que tenga lugar entre nosotros la reversión de la migración rural-urbana, convirtiéndose en urbana-rural, como ya empezó a verse en algunos países. Trayectorias en los cambios de las fuentes de energía; nuevas tecnologías en el tratamiento ambiental y señales tecnológicas en la construcción, tales como el aumento de altura de los edificios líderes (cinco metros por año en el siglo XX y más de seis metros en el XXI), brindan grandes desafíos al Tucumán del futuro. A ello, se suma el avance de los mercados que ofrecen mecanismos flexibles a todas estas nuevas oportunidades. Sepamos aprovecharlas.
171
EL HISTÓRICO CENTRO COMERCIAL Y D E S E RV I C I O S D E L N O A
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ucho tiempo antes de que la Argentina declarara su independencia, Tucumán ya se perfilaba como centro neurálgico del movimiento económico en el Virreinato del Río de la Plata. Su ubicación estratégica convertía a la provincia en el eje comercial y de servicios. La actividad militar de entonces también era otro factor fundamental: instalada una base de operaciones, todo el transporte desde y hacia el Alto Perú pasaba por esta zona. Aunque la corriente inmigratoria de fines del siglo XIX hacia los puertos fue restándole un rol de importancia a nivel nacional, Tucumán sigue sosteniendo su hegemonía económica en la región. De hecho, la provincia aporta aproximadamente el 2% al Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina, lo que la sitúa como el distrito con mayor aporte a la economía en el Norte. A partir del despegue postcolonial, San Miguel de Tucumán fue asiento de una importante actividad comercial: esta se potenció en la segunda y tercera décadas del siglo XX. Ese movimiento fue adaptándose según las variaciones del modo de vida de los tucumanos y la llegada de innovaciones. El comercio pujante se forjó a partir de 1920 con la participación de un crisol de empresarios distribuidos en las principales arterias de la ciudad. A mediados de aquellos años, la Municipalidad de la capital impulsó la construcción del Mercado de Abasto para ordenar el abastecimiento del comercio urbano en una escala compatible con las demandas de los productores, intermediarios y minoristas. Fueron relevantes los aportes de este establecimiento para el desarrollo del área en el que está ubicado. Los comerciantes se instalaron en las proximidades del Mercado de Abasto, de las estaciones ferroviarias y en la zona de El Bajo. EL COMERCIO MAYORISTA Esta modalidad, casi toda en manos de diversas firmas locales, tenía como finalidad abastecer a las muchas casas al
“por menor” de la ciudad y de las poblaciones del interior: a la vez, se proveía desde la industria o los importadores. Adquiere relevancia a fines del siglo XIX y se hace sentir hasta bastante más allá de la primera mitad de la centuria siguiente. El establecimiento típico fue el “almacén mayorista”. Este demandaba superficies de gran tamaño, y generaba un intenso movimiento de carga y de descarga que lo llevaba a apartarse un par de cuadras del centro. Luego, la expansión del centro obligó a una relocalización de estos comercios en forma decidida hacia algunas cuadras más afuera. Para la modalidad “mayorista” orientada al rubro de alimentos y bebidas, es posible recordar nombres, apellidos y firmas como Pucci, Villafañe y Cía., Tomás Ruta, Pedro Migliorini, Cotella, Pedro Aso, Carrasco en “Los Asiáticos”, entre otros. Muchos de ellos proveían los insumos requeridos por la agricultura, la construcción y la industria manufacturera: se ofrecían en locales de gran tamaño dedicados a la ferretería, a los implementos agrícolas, a la maquinaria y a los productos químicos. Se destacaron las compañías de propiedad de Fernando Suárez, Carlino, Medici, Dode, Rotella y Bollini. También había sucursales de grandes casas comerciales, muchas de ellas de capital extranjero, como Agar-Cross; Soc. Tubos Mannesmann Ltda. (después Metaldinie); Hierromat; Duperial; Decours & Cabaud, y otras. Tucumán fue asiento de otra forma de actividad comercial que, de a poco, desarrolló una sección industrial hasta adquirir importancia. Se trata de firmas que, dedicadas inicialmente a la comercialización de tejidos, añadieron el rubro de confección de ropa, en general, de ropa de trabajo, dentro de sí mismas o por la creación de una nueva empresa especializada en esta actividad. El auge de esta industria se extendió desde los años 1920 a 1970, y llegó a contar con unas veinte (20) firmas de importancia. Principalmente, mantuvieron talleres propios con una dotación de máquinas suficientes para doscientas costureras
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Aspecto del centro de San Miguel de Tucumán en el verano de 1971. LA GACETA
Enclave geográfico estratégico, Tucumán ocupó un rol económico destacado en la región y en el país desde la época virreinal. La dependencia del azúcar obligó, en la década de 1960, a un replanteo de las actividades que aún está en marcha.
simultáneas. En este ámbito actuaron, entre otras, las firmas Viñuales, Royo y Palacios; Esteban Sanz y Cía.; Muse Dip S.C.C. y Vilmar S.A. La forma mayorista de comercio resultó una actividad trascendente, pues contribuyó a la formación de una burguesía local adinerada, cuyas influencias económicas y sociales fueron de mucho calado. Una instantánea de 1972 de la calle Muñecas, primera cuadra. LA GACETA
EL COMERCIO MINORISTA Distintos establecimientos y casas minoristas surgieron para satisfacer el consumo familiar, la moda y el hogar. Ello sucedió con el formato de “grandes tiendas y de lujo” en locales de tamaño superlativo, y especialmente construidos para su desenvolvimiento en los rubros textil, vestimenta, regalos, hogar y bazar. Entre las empresas familiares y de capitales tucumanos sobresalieron “La Esperanza”, de Idígoras, Sánchez y Cía. (en San Martín esquina Muñecas, en un imponente local de dos pisos unificados por un gran espacio central con cubierta de vidrio de arquitectura académica, que nunca debió demolerse); “Casa Voss” (1896-1946), de Juan Voss (abierta en 1924 en un local de 1500 metros cuadrados de superficie para ventas, con despliegue de calidad y lujo en revestimientos y carpinterías de bronce, y más de cien empleados); “La Ciudad de Chicago”, de Timoteo Gil; “Calzados El Sportsman”, de don Antonio Luquín; “La Mundial”, de Legorburu Hnos.; “Bazar París”, de Stefa-
ninni, Pape y Fillippi, y “La Estrella”, almacén y bazar. Entre las firmas foráneas habría que recordar a las sucursales de “Grandes Almacenes Gath y Chávez”; “Lutz Ferrando y Cía.”; “Casa Escasany”; “Tiendas Argentinas”, de la firma de L’Aquilla; Ñaró; Casa Heredia y Grandes Tiendas “La Tropical”. Un somero recorrido permite a los memoriosos enumerar ciertos apellidos de familias de origen judío y sirio-libanés ligados al movimiento comercial: Uasuf, Asfoura, Yubrin, Mizrahi, Saguir, Tarcic y Zeitune. Otros apellidos de comerciantes son Marcantonio, Castillo o Barbieri, algunos de ellos con sucursales en las principales ciudades del interior: Monteros, Aguilares, Tafí Viejo, Famaillá, Banda del Río Salí y Concepción, esta última con un intenso dinamismo en el sur de la provincia. EL COMERCIO DE PROXIMIDAD El abastecimiento familiar cotidiano se cubría mediante el “almacén” de barrio o de la esquina (por hallarse ubicado generalmente en tal posición). Era un edificio amplio construido para tal fin. En ellos se reconoce una influencia foránea que dio lugar a muy buenas realizaciones edilicias y que se ha perdido. El aspecto interior de estos comercios, que venía dado por el equipamiento que servía para acopiar y exhibir la mercadería, era característico: altísimas estanterías más mostrador y heladera comercial de gran tamaño indispensable para compensar, hasta 1950, la escasa difusión de 174
La vida en la zona del mercado antes de las peatonales. LA GACETA
los refrigeradores domésticos en los hogares de su clientela. PABLO CASEN El “almacén de la esquina” solía tener un amplio surtido de productos para satisfacer las necesidades cotidianas del vecindario en materia de alimentación y limpieza, pero también de útiles escolares, papelería y mercería. Los productos alimenticios de mayor demanda sueltos, al peso y en un envase distintivo. Había de todo siempre a mano y al fiado, la mayor parte de las veces. La modalidad de venta predominante hasta antes de intensificarse la inflación era una suerte de cuenta corriente con anotación de los cargos en una “libreta” con tapas de hule… Después, la inflación, más otras yerbas, liquidaron no solo a esta forma de venta sino también a los mismos comercios al por menor. El aprovisionamiento de mercadería se obtenía mediante pedidos efectuados a los viajantes de los almacenes mayoristas o de los depósitos regionales de las grandes marcas de alimentos industrializados. En general, estos comerciantes eran extranjeros, predominantemente españoles y, en menor proporción, sirios conocidos como “turcos”, ya que la entrada de dicha inmigración se dio en el periodo de dominación del Imperio Otomano sobre el Medio Oriente: los miembros de dicha colectividad ingresaban al país con pasaporte de “otomano”. La vivienda del comerciante y de su familia solían conformar una totalidad con el edificio comercial, y continuaba la expresión de la fachada. Una esquina de la city de la capital.
La provisión de productos de panadería presentaba algunos aspectos semejantes a los descriptos en cuanto a localización y acomodo edilicio, pero, al incluir la actividad industrial, exhibían una naturaleza específica. En general, los industriales panaderos mantenían la tradición familiar ligada a sus orígenes, mayoritariamente italianos y españoles, en idéntica proporción, y unos pocos de origen alemán. El sector está ligado a apellidos como Cardinale; Villecco; los hermanos Borrás; Tártara; Amador Martínez de la muy famosa “Panadería Martínez”; Zermoglio; Boggiatto; Frassá; De Gregorio; Palau; Scheringer; Albertus y Casapan. LOS MERCADOS Con la aparición de la modernidad (mitad de los años 30), la administración municipal comienza el reordenamiento del mercadeo minorista mediante la construcción de una red de cuatro mercados barriales y de otro central, ya denominado “Mercado del Norte”, para contribuir al aprovisionamiento familiar en toda la ciudad. Este último, como sucesor del viejo mercado del Algarrobo de mediados del XIX y de su reemplazante de 1882, surge de la decisión del intendente Roque Raúl Aragón (1936-1938), quien demolió la vieja estructura, por entonces totalmente ineficaz a pesar de las sucesivas reformas, para construir un edificio moderno acorde a la época. El nuevo mercado fue inaugurado en 1939 durante la intendencia de José Lozano Muñoz. El proyecto del intendente radical Roque Raúl Aragón dio lugar a la construcción de un equipamiento de singular
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valor, ya que se trataba de un moderno edificio con una planta de puestos de casi 3.000 metros cuadrados de superficie, con cámaras de frío y apto para unos doscientos comercios y otras dependencias en subsuelo, hasta completar en total casi 6000 metros cuadrados. Este proyecto incluyó un régimen que hacía de él un verdadero mercado, al concentrar la competencia de la oferta entre los comercios allí instalados, a la vez que se prohibió la instalación de otros del mismo rubro en sus inmediaciones. Su equivalente en el sector sur de ciudad, el Mercado del Sud, nunca pudo concretarse como un equipamiento urbano debidamente adecentado, hasta que desapareció en forma definitiva.
Peatonal Mendoza. PABLO CASEN
LAS GALERÍAS COMERCIALES A partir de la década del 50, se inauguran las primeras galerías cubiertas, definidas en urbanismo como “comercio masivo al por menor con fachada continua”. Estas están ubicadas dentro de cada una de las manzanas del microcentro, y su mayor valor radica en que permiten sortear las inclemencias climáticas de una ciudad que soporta en verano altas temperaturas y tormentas estivales. El conjunto comprende las galerías Pezza, Sarmiento (Kostzer), Florida, Maipú, Mendoza, Rose Marie y, últimamente, la Muñecas y la Gran Vía. Muchas se han sostenido en el tiempo. Otras, en cambio, fueron arrastrados por las crisis o por malas decisiones de inversión.
OTROS COMERCIOS Y SERVICIOS No menos importante es la actividad de servicios desarrollada en nuestra provincia, fuertemente vinculados a empresarios locales y a firmas nacionales, que son el soporte de toda actividad económica. Como proveedores representativos de este sector de servicios debemos mencionar a empresarios locales como Lanati y Delaporte en el rubro hotelero; Flores, Mora y Galvez en servicios sociales; en transporte público automotor, a Cazorla, Sánchez, Burquez, y García Vallejo; y en el rubro de estaciones de servicios, a Sanz, Rodríguez y Dián. En transporte de cargas aparecen los Ortega, Gargiulo y Anán, por solo nombrar algunos, mientras que Giacosa, Bercovich, Perinotti/Colotti y Cinellu se destacan en materiales para la construcción. En el rubro de concesionarias de automóviles cabe evocar a los Hnos. Enrico, Christie, León Alperovich, González Morenghi, Elías, Pérez, Alonso y Álvarez. Párrafo aparte merecen las primeras plataformas, fundadas a partir de la década del 60 en el rubro de alimentos, conocidas como supermercados: El Hogar Feliz, 25 de Mayo o Limpito. Luego se instalaron las grandes cadenas nacionales que absorbieron esa oferta, a la vez que surgieron empresarios locales como Gomez Pardo o Emilio Luque, que son una bisagra de lo que fue y es el supermercadismo. Las embotelladoras de gaseosas de empresarios como Ruiz, Tártara y Torasso también jugaron un rol preponderante en el comercio y en la diversificación productiva. 177
La actividad de la comunicación periodística e informativa se remonta PABLO CASEN a LV12, LV7 y Radio Nacional, que marcaron épocas hasta la aparición de señales de frecuencia modulada: adaptadas a los cambios tecnológicos, hoy siguen emitiendo su señal. Nacido de la mano de la Universidad Nacional de Tucumán, Canal 10, el primer canal de televisión abierta, debutó el 9 de julio de 1966. Posteriormente se unió a este sector el Canal 8, fundado por los hermanos Bach. Ambas emisoras fueron precursoras en introducirse en las intimidades hogareñas con sus informativos locales. Canal 10 cerraba su horario de transmisión a la cero hora con un recordado micro denominado “Palabras para la Meditación”, a cargo de un sacerdote salesiano que llegó a ser famoso en la distribuidora de energía provincial y conocido como el efecto Carrone: ocurre que ponía en riesgo el sistema eléctrico, ya que, a esa hora (bien iniciado el micro), se apagaban simultáneamente miles de televisores y provocaban un aumento de tensión en las redes por la disminución inmediata de consumo. También hay que recordar a la primera empresa de “cable”, CCC, que impuso cambios drásticos en la programación de los canales de aire. Entre los medios gráficos, sin duda el diario La Gaceta, fundado por Alberto García Hamilton en 1912 es un claro ejemplo de una empresaria centenaria que perdura en el tiempo. El matutino es, en el presente, el cuarto de mayor tirada de la Argentina y está arraigado –como sucedió con Parque de negocios Altercity.
anteriores generaciones– en cada familia tucumana como un material de consulta cotidiano. GASTRONOMÍA Y ESPARCIMIENTO Los tucumanos pasaban horas en confiterías como “El Crillón”, donde se reunían los intelectuales; “La Cosechera”; “El Caracol”; “Il Sorpasso” o “El Central”. También eran muy populares los bailes de carnaval en las confiterías y clubes, animados por Alberto Dahan, quien supo presentar en Tucumán, en la década del 50, a grandes orquestas típicas de tango, como las de Aníbal Troilo y Juan D’Arienzo, entre otras. Las salidas sociales se concentraban en bares tradicionales como “El Buen Gusto”, “Colón”, “El Molino” o “San Martín”. Otros empresarios gastronómicos reconocidos son Eladio Pache, Tito Lanati/ Méndez, Gettar, Yapur y Soler. Surgido en la década de 1960 durante la Gobernación de Celestino Gelsi, el Casino de Tucumán dio una impronta que destaca a la ciudad como una de las más noctámbulas de la Argentina, característica digna de la curiosidad de quienes la visitan. UNA TRANSFORMACIÓN A MEDIAS La agroindustria y el sector público fueron el sustento histórico de la actividad económica local. La quiebra de los establecimientos azucareros en 1966 dejó a alrededor de 250.000 tucumanos sin trabajo, que se vieron obligados a emigrar hacia otras provincias en busca de oportunidades. El saldo de esa situación socioeconómica fue muy
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negativo: los comerciantes de la época quedaron con un reguero de deudas PABLO CASEN incobrables. Muchos de ellos debieron apelar a los proveedores para que les refinanciaran las obligaciones contraídas y para poder continuar desarrollando sus negocios, tal como lo recuerda Oscar Castillo en sus Memorias de un vendedor de artículos para el hogar. Los años siguientes fueron también traumáticos para los empresarios locales. La hiperinflación de fines de la década de 1980 volvió a convertirse en otro torbellino para las compañías y los comercios. Algunos tuvieron que cerrar filiales en distintos puntos de la provincia porque no podían sostenerse de otra forma. La inflación era tal que había empresarios que pagaban al personal cada tres días por la desvalorización constante de la moneda argentina. Luego vino la ola externa, con la radicación de grandes cadenas comerciales, que puso otra vez a prueba al empresariado tucumano. La mejor estrategia para los sobrevivientes de ese mercado altamente competitivo fue afianzar la atención al cliente y apelar a su memoria, a mirarlo a los ojos y a decirle que la solución estaba en su tierra, no fuera de ella. Y llegó otra crisis, la de fines de 2001, y otra vez el ejercicio obligado de timonear en medio de una debacle económica y financiera. Si hay algo que se destaca entre los empresarios tucumanos es el espíritu de supervivencia y su capacidad para capear la tormenta. Más allá del paso del tiempo, el Bicentenario de la IndeEl complejo Open Plaza de día.
pendencia Argentina encuentra a Tucumán consolidándose como el centro de distribución y consumo de bienes y de servicios del Noroeste argentino (NOA). Además de concentrar la actividad bancaria más alta de la región (una veintena de entidades financieras instalaron sucursales en la provincia), hay que decir que hubo entidades con capitales locales de gran importancia que fueron, lamentablemente, absorbidas o quebraron por la inestabilidad económica y financiera imperante en las últimas tres décadas, como lo fueron el Banco Comercial del Norte, el Banco Empresario de Tucumán, el Banco Noar y el Banco Asfin, entre los privados, o el Banco Provincia de Tucumán, el Banco Municipal de Tucumán y la Caja Popular de Ahorros, pertenecientes al sector público. En los últimos años cobró fuerza la actividad turística. El Gobierno ha promovido la radicación de grandes cadenas hoteleras que, sumadas a la oferta local, han puesto a Tucumán como referencia competitiva en el mapa turístico nacional. Pese a todos los vaivenes y oscilaciones, Tucumán sigue siendo considerada como potencia económica del NOA. El desafío que se le presenta a su economía no solo pasa por renovar los laureles históricos, sino también por continuar en el proceso de diversificación agroindustrial. Solo de esa manera, la provincia con territorio más pequeño de la Argentina se afianzará económicamente. Puede hacerlo. Tiene sello propio, y un espíritu emprendedor en su sociedad que la engrandece y le permite encarar los desafíos del Tricentenario. 179
OPERATIVO TUCUMÁN
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a falta de diversificación fue un termómetro que, en varios períodos, ha calentado las crisis y ha enfriado el mercado de trabajo. Una prueba de ello ha sido la industria azucarera, cuya debacle en la década de 1960 ha llevado al cierre de ingenios y de las expectativas de miles de familias de distintas ciudades que dependían de la zafra. Hacia fines de aquel decenio, en Tucumán se hablaba de una transformación agroindustrial. El proceso de industrialización para devolver pujanza a la economía local se enmarcó en el denominado “Operativo Tucumán” que, como primera meta, debía absorber la mano de obra que había dejado el cierre de los ingenios. Ese programa concedió ventajas impositivas y ciertas prioridades en los créditos oficiales a las compañías que estuvieran dispuestas a radicarse en territorio provincial. La diversificación económica estaba a la vuelta de la esquina. La meta era crear no menos de 15.000 puestos bien entrada la década de 1970 y localizar la generación de esos empleos en las zonas más afectadas por la crisis azucarera de entonces. El primer paso se había dado. Mediante normas tendientes a facilitar la radicación de nuevas empresas y a ampliar otras existentes, se elevaron setenta proyectos
que modificaron la carga al Producto Bruto Geográfico. Paralelamente, una veintena de emprendimientos industriales fueron impulsados en el área metropolitana, históricamente, la de mayor densidad poblacional. El impulso de la transformación agroindustrial no fue sustituir a la actividad azucarera; de hecho, la metalmecánica cobró vigor para sostener los niveles de producción y de competitividad de esa producción tradicional en Tucumán. SURGEN Y DESAPARECEN FÁBRICAS En todo ese proceso, fueron surgiendo fábricas como Alpargatas en Aguilares; Bikings, de prendas de vestir que se elaboraban en Villa Amalia; Boris Garfunkel en la ruta 9 camino a Villa Mariano Moreno, que se especializaba en aires acondicionados; Cerámica Staneff en el ex ingenio San José, o Misky, la fábrica de caramelos instalada en La Reducción. También se autorizó la instalación de firmas como Agrolic en El Manantial; Aluminio Norte en la avenida Juan B. Justo o la Compañía Juguetera Tucumana en Famaillá. En La Florida se elaboraron tableros aglomerados a través de Dinor, mientras que, en Bella Vista, Electrónica del Norte se especializaba en la industria electrónica. En Cevil Pozo
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estaba Robert Bosch Argentina, que fabricaba bujías y bombas inyectoras, mientras que, en Monteros, Layco elaboraba pimentón y especias. Entre las empresas ampliadas y las nuevas en la etapa de transformación agroindustrial de Tucumán, también se destacaron Algodonera San Nicolás (en la zona de Los Gutiérrez); Alfredo Diambra, que fabricó mosaicos; Carfin, una fábrica de caramelos instalada en el kilómetro 1.541 de la ruta nacional 38; Citromax en la ruta 9; la compañía Industrial del Norte en Ohuanta o la Compañía Tucumana de Fósforos en Bella Vista. En la Capital se impulsaron la Corrugadora Tucumana, Delaporte Hermanos, Establecimiento La Mariposa y San Miguel. En la nómina también se destacaron empresas como Tecotex en Mercedes; Rusco Hermanos (engranajes); Vicente Trapani y Panam en Los Nogales, y Suavegom en la Ruta 38. Además, cabe destacar a Hitachi Maxell, que se ubicaba en Lules; Industrias Químicas y Mineras en El Timbó; Di Bacco y Compañía; Fabuloso de Tucumán (prendas de vestir) o Johnson Tucumán (se especializaba en ceras, espirales e insecticidas). Varios de estos proyectos han quedado truncos por efecto de las crisis de los últimos cincuenta
Ex planta Annan de años o por la baja supervivencia de Pergamino, actualmente las unidades de negocio, más allá de Consorcio Zona Franca de Tucumán SA. las eximiciones impositivas y de las PABLO CASEN leyes de fomento. Con todo, la transformación rindió frutos al permitir la comercialización de productos tucumanos en el exterior. Ese camino fue transitado por Arcor (Lules); Scania, que elabora cajas de cambio y diferenciales en la zona de Cruz Alta, y las industrias citrícolas, como San Miguel, Citrusvil, Citromax, Vicente Trapani, FGF Trapani, Argenti Lemon, Acheral, COTA, Litoral CITRUS y Latin Lemon. Este conjunto de compañías consolidó a Tucumán como el distrito de mayor industrialización del limón en el mundo y como empacador de fruta fresca de exportación. Paralelamente, la provincia sigue siendo el principal productor de azúcar de la Argentina, con un volumen estimado en 1,5 millón de toneladas de azúcar. Los ingenios en funcionamiento son los siguientes: Aguilares, Bella Vista, Concepción, Cruz Alta, La Corona, La Florida, La Fronterita, La Providencia, La Trinidad, Leales, Marapa, Ñuñorco, San Juan, Santa Bárbara y Santa Rosa.
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TUCUMÁN, EL EDÉN DE AMÉRICA F E D E R I C O L A N AT I
El turismo ofrece una paleta de posibilidades para el desarrollo económico de la provincia. El sector clama por una política de Estado que permita sostener planes y proyectos en el mediano y largo plazo. La celebración del Bicentenario de la Independencia aparece en el horizonte como una nueva oportunidad para el despegue de “la industria sin chimeneas”.
FEDERICO ENRIQUE LANATI Es abogado, empresario y vicepresidente de la Cámara de Turismo de Tucumán. Miembro del Consejo Asesor del Ente Tucumán Turismo, y de las comisiones directivas de la Asociación de Amigos
PERFIL UNIVERSITARIO Y DEPORTIVO Tucumán se destaca en el turismo cultural, turismo de reuniones y turismo activo. Respecto del turismo cultural, los teatros San Martín, Alberdi y Mercedes Sosa, sumados a numerosas salas más pequeñas, brindan espectáculos locales y nacionales que hacen de esta capital una de las más activas de la región. El “Septiembre Musical” ha cumplido más de cincuenta años, y el “Mayo de las Letras” y el “Julio Cultural” son acontecimientos esperados en Argentina. Sus cuatro universidades le dan un aire de juventud, de conocimiento y de experiencia, que la destacan del resto del Norte argentino. Las universidades albergan una numerosa
de Museo Casa Histórica de la Independencia y del Museo de Arte Sacro de Tucumán. Vicepresidente de la Comisión Argentina de Turismo Religioso. Ex presidente de la Federación de Cámaras de Turismo de la República Argentina (FEDECATUR), de Skal
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Internacional Argentina, Skal Internacional Tucumán y de la Cámara de Turismo de Tucumán. Ex vicepresidente de la Camara Argentina de Turismo (CAT). Ex profesor de la cátedra Marketing hotelero de la Licenciatura en Turismo de la UNSTA.
TUCUMÁN TURISMO
a finales de siglo XIX y a principios del XX, dan entidad a lo que es el tucumano típico: una persona creativa, con espíritu batallador, un tanto desordenada y con tendencia a no cumplir las leyes, pero jovial, abierta y muy amable con los visitantes. Tucumán fue centro del Norte e importante destino de invierno de Argentina durante la primera mitad del siglo XX. A los lugares tradicionales de Yerba Buena y San Pedro de Colalao, los gobernadores Luis F. Nougués, en 1907, Miguel Campero y Miguel Critto, en la década de 1930, sumaron otros, construyendo caminos en las montañas para conectar los centros urbanos con Villa Nougués, San Javier y Tafí de Valle, que pasaron de ser frecuentados por pocas familias tradicionales que llegaban a lomo de mula para convertirse en destinos turísticos de envergadura.
Paisaje de Amaicha del Valle. ENTE
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l turismo no es solo la oportunidad de ofrecer al visitante la belleza natural de un lugar, sino que también es un motor clave en el progreso socioeconómico de un pueblo. A nivel mundial, en las seis últimas décadas, el turismo ha experimentado una continua expansión. La llegada de turistas internacionales pasó de 25 millones en 1950 a casi 1.200 millones en 2015, según el Barómetro de la Organización Mundial del Turismo. Argentina recibe más de cinco millones de turistas extranjeros por año desde 2010 a la fecha, siendo, junto a Brasil, el país sudamericano al que más visitantes ingresan. Y el turismo nacional también ha crecido hasta constituir el 80% del movimiento total de turistas. El turismo genera trabajo para más de un millón de personas y aporta el 7% del producto bruto en Argentina. Esta actividad, en la que Tucumán siempre se destacó, ha crecido significativamente en los últimos años. Siendo San Miguel de Tucumán la capital de la provincia más pequeña de Argentina, el visitante, al llegar, se sorprende de encontrar una ciudad pujante, ruidosa, llena de vida, con miles de personas transitando sus peatonales, con sus grandes teatros, con los bares llenos de parroquianos, con un clima que permite reunirse hasta altas horas de la noche. Tucumán es el centro cultural, comercial, financiero, industrial y productivo del Norte argentino. La unión de los descendientes de los pueblos originarios con los inmigrantes españoles, italianos, franceses, sirios, libaneses y judíos, entre otras comunidades, que llegaron
población estudiantil que habla de una dinámica de constante búsENTE TUCUMÁN TURISMO queda de posibilidades futuras en un contexto de esfuerzo personal En esta página: vista de San Miguel de Tucumán y confianza en el legado cultural y Yerba Buena de noche, del medio. desde el Cerro San Javier. JAVIER ZEVI Pasemos a la gastronomía: los platos típicos, desde la empanada tucumana al locro, desde la humita al tamal, el queso tafinisto, los vinos y dulces de los valles, todos son degustados en numerosos restaurantes de la ciudad, en Yerba Buena y en los lugares turísticos, para satisfacción del más exigente de los paladares. El folklore también se vive en toda la provincia, tierra de Mercedes Sosa, Los Tucu Tucu, Juan Falú y, también, de algún modo, de Atahualpa Yupanqui, quien se inspiró en la luna tucumana y en rincones del Tucumán rural para crear algunas de sus mejores composiciones. Creció Tucumán en turismo de reuniones desde aquel primer, y más famoso e importante Congreso de todos los tiempos, en la Casa de la Independencia. Desde no hace muchos años la provincia cuenta con cadenas hoteleras como Sheraton, Hilton, Howard Johnson y Amerian: estos se suman a los hoteles tradicionales, la mayoría modernizados con preservación de su estilo original. En 2015, Tucumán quedó quinto entre todos los destinos de Argentina en cantidad de congresos realizados. El turismo activo hace que cualquier lugar de la provincia sea apto para realizar deportes en contacto con la naturaleza: se practican con entusiasmo parapente, aladeltismo, trekking, senderismo, montañismo, birdwatching, cabalEn la página anterior: Selva tucumana camino a la montaña.
gatas, canotaje, velerismo y safari fotográfico. Se realizan eventos deportivos internacionales ya muy acreditados, como el Mundial de Parapente en Loma Bola, el Transmontaña y carreras de mountain bike. En la faz deportiva, también se destacan el fútbol y el rugby, disciplinas que reflejan el espíritu combativo del tucumano. El seleccionado de rugby local fue campeón argentino innumerables veces y hoy dos comprovincianos desempeñan papeles centrales en Los Pumas: Daniel Hourcade como director técnico y Nicolás Sanchez como figura destacada del equipo. Todo el Norte ha crecido en turismo, y en este siglo hemos pasado a compartir ese liderazgo con Salta y Jujuy. Con Catamarca y Santiago del Estero, más la recientemente reincorporada La Rioja, pertenecemos a esta región conocida como “Noroeste Argentino”. Esta tierra fue testigo de las primeras fundaciones de ciudades de este inmenso país, así como del nacimiento de la patria, donde se libraron las batallas más importantes y fue donde se declaró la Independencia. Ese caudal histórico explica el “Camino del Bicentenario”, ruta turística que conjuga el Éxodo Jujeño, la Batalla de Tucumán y la Batalla de Salta con una naturaleza que desborda con su diversidad de yungas, selvas, punas, quebradas, salares, desiertos, climas, flora y fauna, así como con fiestas populares y religiosas que permanecieron a través de los siglos. ASOMAN LOS RETOS Hay desafíos por asumir en este comienzo del Tricentenario de la patria. Sería interesante proyectar y construir un centro de convenciones de gran capacidad, un estadio 186
multiuso, carreteras que crucen la provincia de norte a sur (el Plan Belgrano tiene previsto la autopista en la ruta 9) y mayor conectividad aérea, sobre todo con países limítrofes, ventajas con las que hoy no contamos. Recientemente se incorporaron vuelos a Córdoba, pero debemos integrarnos a un corredor federal que permita conectarnos a distintos puntos turísticos de Argentina sin tener que pasar obligadamente por Buenos Aires. Algo inmediato se impone: la limpieza y el señalamiento de los accesos a la ciudad y la ampliación del Aeropuerto Benjamín Matienzo, además del cumplimiento del Plan Estratégico que lleve a cabo la incorporación de grandes obras a la vera del río Salí y en el cinturón ferroviario de la ciudad. Resulta imprescindible mantener una promoción continua, no solo en Argentina, Uruguay y en las ferias internacionales, sino también visitar los vecinos Chile, Bolivia, Perú y el sur de Brasil, mercados que están prácticamente inexplotados. El turismo de Europa debe acrecentarse más, como sucede en las provincias vecinas de Salta y Jujuy. La conectividad con Lima se hará indispensable para que ingresen turistas de todo el mundo. Lo mismo que utilizar los pasos a Chile y los vuelos a San Pablo, y reflotar el proyecto del tren bioceánico. Las rutas productivas del azúcar, el limón, el arándano, la palta y la frutilla pueden constituirse con éxito. Lo mismo que la “Fiesta de la Zafra”, como existió en otras épocas, acontecimiento que podría aspirar a tener la resonancia de la Fiesta de la Vendimia en Mendoza, que promociona su industria principal. Este 2016 debería también inspirar a los tucumanos para organizar siempre la “Fiesta de la Independencia” durante
todo el mes de julio y no solo el 9, cuando el presidente de la Nación se hace presente. Deberían ampliarse las salas de la Casa de la Independencia, ya que se cuenta con dos solares inmediatos que hasta hoy fueron subutilizados. Se debe promocionar la parte tucumana de Qhapaq Ñan en La Ciudacita, que pertenece al sistema vial andino que atraviesa siete provincias argentinas y que fue declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 2014, además de otro circuito, como es el Camino Real con Córdoba, Santiago de Estero y países limítrofes. Y el desafío será también compartir con los países vecinos la proyectada “Ruta Sudamericana Jesuítica”. Sería muy importante terminar el camino que hubiera unido desde hace años el “Circuito de los Valles Calchaquíes” con el “Circuito de Choromoros”, entre San Pedro de Colalao-Hualinchay y Colalao del Valle. Hay mucho para hacer, pese a los esfuerzos realizados en los últimos años en promoción y reposicionamiento del Tucumán turístico: la mejora del espectáculo de luz y sonido de la Casa de la Independencia; la construcción del Centro de Interpretación de la Cultura Diaguito-Calchaquí en Tafí del Valle; la consolidación de la nueva oferta turística como las rutas del vino y del artesano; la obra en el Indio en la ruta 307; el reposicionamiento de la Ciudad Sagrada de los Quilmes para darle carácter internacional, y otras más. En síntesis, el turismo debe ser una política de estado en Tucumán. Este año 2016 nos engalana: Argentina y el mundo ponen sus ojos en esta parte bendita del territorio nacional. Será mérito de los tucumanos consolidar a la provincia como un destino turístico destacable.
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La plaza Independencia y el casco céntrico de la capital provincial. ENTE TUCUMÁN TURISMO
El llamado “Circuito Chico” por los pueblos de montaña. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Casapan. ORLANDO GUTIÉRREZ
Abajo: Escena de la plaza Urquiza, punto de reunión y vida social en Barrio Norte. ORLANDO GUTIÉRREZ
Detalle Parque los Mhenires ENTE TUCUMÁN TURISMO
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os circuitos turísticos de Tucumán son visitados y apreciados desde hace años. El circuito chico, llamado de “Las Yungas” por sus verdes casi impenetrables, nos permite conocer, en pocos kilómetros, Yerba Buena, el cerro San Javier, Villa Nougués, Raco, El Siambón y El Cadillal, con el dique “Celestino Gelsi” y el Viaducto “El Saladillo”. El circuito grande, mejor llamado de “Los Valles Calchaquíes”, comienza en Acheral, donde don Atahualpa Yupanqui subió ocho veces los cerros a caballo acompañado por la luna ttucumana y, serpenteando ríos y quebradas, se llega a Tafí del Valle, donde cuatro estancias siguen haciendo quesos con el sistema implementado por los jesuitas. Y allí cerca está El Mollar, con el Parque de los Menhires, desde donde se puede continuar a pueblos ancestrales como Amaicha del Valle, Colalao del Valle, El Pichao y la Ciudad Sagrada de Los Quilmes, testigos de la cultura de los pueblos originarios. También al Norte de la provincia está el circuito del “Valle de Choromoros”, en la ciudad de Trancas, donde se conserva el acta de nacimiento de la gran escultora tucumana Lola Mora; el “Pozo del Pescado” que recuerda el paso de San Francisco Solano y San Pedro de Colalao; Piedra Pintada y el mejor zoológico que poseen los tucumanos, la reserva fitozoológica “Dr. Carlos Pellegrini”, con sus 400 hectáreas y sus 150 especies exóticas y autóctonas. En dirección septentrional, el circuito sur recorre las zonas pedemontanas y las principales plantaciones de caña de azúcar y limón del país de caña de azúcar y limón. Este circuito incluye una seguidilla de ciudades: el sitio de Ibatín, donde se fundó la primera San Miguel de Tucumán; Lules; Famaillá, que celebra la Fiesta Nacional de la Empanada; Simoca, con su feria de más de trescientos años y sus tradicionales
sulkis; Monteros, capital de la randa, y Concepción, la segunda ciudad de la provincia con casi 100 mil habitantes. La reserva provincial La Florida; el Parque Nacional Campo de los Alisos y las míticas Ruinas de La Ciudacita, ciudad sagrada a la que solo se accede a caballo o a pie, y el Dique Escaba, completan este paseo lleno de vivencias. Todos esos circuitos nacen en la ciudad histórica de los argentinos, San Miguel de Tucumán, donde hace doscientos años se declaró la Independencia y donde se libró la Batalla de Tucumán el 24 de septiembre de 1812. En esta contienda, el general Manuel Belgrano venció a las fuerzas realistas y dio inicio a la marcha triunfal que años después culminó con la emancipación de las Provincias Unidas. Entre los museos, cabe mencionar al Museo Casa Histórica de la Independencia, tan cercano a los sentimientos patrios; al Museo de Bellas Artes Timoteo Navarro, que cumple sus primeros cien años; al Museo Histórico Provincial, que fue la casa de Marco y Nicolás Avellaneda; al Museo de Arte Sacro; al Museo Folklórico; al Miguel Lillo, de ciencias naturales; al Museo Casa Obispo Colombres de la industria azucarera en el Parque 9 de Julio, y a la “Casa Belgraniana” en la Plaza Belgrano. Estas instituciones muestran la pujanza de generaciones de tucumanos preocupados por la cultura. Párrafo aparte merecen los templos: la Catedral o Matriz, que conserva la cruz fundacional de la ciudad; las basílicas de Santo Domingo, de los padres dominicos, y de La Merced, que guarda el bastón de mando que entregó Belgrano a la Virgen por el triunfo de la Batalla de Tucumán; San Francisco, que perteneció a los jesuitas y donde se celebró la primera misa como pueblo independiente en julio de 1816; el Inmaculado Corazón de María; la Capilla de Lourdes; San Roque y otros templos del interior de la provincia que reflejan la devoción del pueblo.
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Capilla de Villa Nougués. PABLO SOLER
CIRCUITOS, MUSEOS Y TEMPLOS
Dique Escaba, sobre el río Marapa. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Abajo: Puerta del Sol en el enclave arqueológico llamado “La Ciudacita”. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Campo de cardones en las proximidades de Amaicha del Valle. ENTE TUCUMĂ N TURISMO
Monumento al Indio o “El Indio” en la Ruta 307, camino a los Valles Calchaquíes. FEDERICO LANATI
Abajo: Dique El Cadillal, oficialmente Dique “Celestino Gelsi”, sobre el río Salí. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Cristo Bendicente (1942): estatua ubicada en la cima del cerro San Javier. FEDERICO LANATI
Abajo: Vista del dique La Angostura y el paisaje entre Tafí del Valle y El Mollar. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Páginas siguientes: Ciudad Sagrada de Quilmes. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Imágenes de la Fiesta del Queso en Tafí del Valle y de la Feria de Simoca. FEDERICO LANATI
UN PUEBLO CON DEVOCIÓN Y ESPÍRITU FESTIVO
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ucumán es tierra de fiestas populares y religiosas que están entre las más bellas de Argentina, en las que a menudo se combinan los rituales precolombinos con los católicos, y en los que aflora la mística y religiosidad de nuestro pueblo en peregrinaciones, procesiones, misachicos, festivales, destrezas criollas, recitales y comidas típicas. Se destacan, entre otras, la Fiesta Nacional de la Pachamama en Amaicha del Valle; la Fiesta Nacional del Queso, la de la Virgen del Carmen, la de
La Pasión de Jesucristo y la del Yerbiao en Tafi del Valle; la Fiesta Nacional de la Empanada en Famaillá; la Fiesta del Antigal en Colalao del Valle; la Fiesta Nacional de la Feria en Simoca; la Fiesta del Caballo Cerreño en Raco; el Mensaje de la Virgen de Lourdes en San Pedro de Colalao; las fiestas de la Virgen de la Merced y de la Batalla de Tucumán, del Señor de la Salud y de San Roque en San Miguel de Tucumán; la Fiesta de la Virgen del Valle en La Reducción y la Fiesta Nacional del Limón en Tafí Viejo.
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Gruta de Lourdes en San Pedro de Colalao. LA GACETA
Abajo: Desfile en la Fiesta del Yerbiao en La Ciénaga, Tafí del Valle. FEDERICO LANATI
Arriba: Día de los Difuntos en el Cementerio de Ojo de Agua, Tafí del Valle. FEDERICO LANATI
Abajo: La Pasión en Tafí del Valle. LA GACETA
Derecha: Homenaje a la Pachamama en la Ciudad Sagrada de Quilmes. FEDERICO LANATI
ROSTROS DE TAFÍ DEL VALLE FEDERICO LANATI
UNA MARCA PARA INGRESAR AL MUNDO
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Ruta 307: conexión panorámica con los Valles Calchaquíes. ENTE TUCUMÁN TURISMO
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n 2005, la Provincia de Tucumán encomendó por ley al Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP) la creación de una “marca territorio” capaz de proyectar la identidad local al mundo. Cuatro años después y a propósito de este encargo, el IDEP organizó un concurso nacional (participaron como jurados César Pelli, Federico Lanati, Alejandro Ros, Catalina Lonac, Juan Bedoian, Julio Pantoja y Sergio Fernández), en el que resultó gananador el proyecto presentado con el seudónimo “Pachamama” (de Alicia Balcázar, Jorge Eduardo Gramajo, Jimena Celis y Javier Bernardo). Tucumán fue el primer distrito del país que siguió los pasos de Marca Argentina y hoy es la única “marca territorio” en Latinoamérica que funciona como sello de distinción para empresas y personalidades, y que obtuvo la certificación de normas ISO 9001. El isologo celeste y blanco (que es una síntesis del perfil de la Casa Histórica) destaca el potencial, la historia, las raíces y los valores de la provincia. Marca Tucumán es un sello que acredita el origen y la calidad de las empresas, los productos, las instituciones y las asociaciones de los sectores público, privado e intermedio que solicitan su uso y, para ello, se someten a un proceso de evaluación. Su objetivo es detectar y comunicar atributos positivos de la provincia. La creación y divulgación de esta marca de promoción implicó una construcción colectiva que se sostiene y multiplica en el tiempo, y que permite aunar energías en la difusión mundial de los valores tucumanos.
H O T E L E S Y R E S TA U R A N T E S D E AY E R , H O Y Y S I E M P R E
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omo ocurre con tantos rubros de la vida comercial, nunca se ha realizado una investigación detallada sobre la hotelería y la gastronomía de Tucumán: ni siquiera se cuenta con una nómina de establecimientos más o menos completa. Sería interesante que ese trabajo se intente alguna vez y supere las miradas epidérmicas, como la que intenta este brevísimo resumen. No hace falta decir que la existencia de hoteles en la ciudad capital –y, por cierto, en el interior– es cosa de finales del siglo XIX. Antes de esa época, los viajeros se alojaban en casas de familia, si es que tenían alguna vinculación con sus propietarios, o si contaban con amigos que a ellos los recomendaban, o si el huésped era persona de cierta importancia social. Cuando se reunió en Tucumán el Congreso de la Independencia, en 1816, Paul Groussac narra que, cuando se reunió, muchos de los diputados, y desde luego, los frailes, se alojaron en los conventos de San Francisco y Santo Domingo; otros, en las casas de los sacerdotes Molina, Colombres, Thames y del ex jesuita Villafañe. En cuanto a Juan Martín de Pueyrredón, los doctores Darragueira, Paso, Serrano y algunos otros, aceptaron la invitación de las familias que les brindaban a porfía la más franca hospitalidad. Por su lado, fray Justo Santa María de Oro pasó los primeros días en la antigua reducción jesuítica de Lules, deliciosamente situada cerca de la quebrada. Ya en la década siguiente, había unas pocas “posadas”, como se denominaba –con cierta exageración– a ese par de habitaciones que cedía alguna dueña de casa, y donde el viajero tenía asegurada cama y una sustanciosa comida casera. En sus memorias, el doctor Juan Scrivener, quien pasó en Tucumán el Carnaval de 1826, cuenta: “llegamos a la ciudad a las nueve y ocupamos nuestros cuartos en la posada, cuya dueña era una buena moza de porte autoritario y majestuoso, que nos cedió una de las salas de su casa, en la que nos instalamos con todo confort y a nuestra mejor conveniencia”.
Hoteles propiamente dichos empezaron a aparecer, como dijimos, cuando expiraba el siglo XIX y comenzaba el XX. La “guía” de Paulino Rodríguez Marquina, editada en 1901, ya mentaba veintitrés hoteles, la mayoría de los cuales se alzaba en la calle San Martín, que, por entonces –y hasta 1951–, se denominaba Las Heras. Allí, entre las alturas del 400 y del 1.100, se publicitaban seis hoteles, donde el más importante era el “Universal”, de Emilio Budin. Estaban también en esa época, como posibilidad de alojarse, las denominadas “casas amuebladas”, cuya diferencia con los hoteles no está bien precisada por los cronistas o por la “guía”: serían, a lo que parece, una suerte de los hoy denominados “residenciales”. En 1910, los hoteles más destacados eran el “Nacional” de Paladini y Abella (Las Heras –San Martín– 475); el “Frascati”, de Paladini (24 de Setiembre 530); el “París”, de Chauvet (Las Heras –San Martín– 742) y el “Europa”, de Carreras (25 de Mayo 141). En la cercanía de las estaciones del ferrocarril se destacaban “Las Delicias”, de Pagliano (Catamarca y Corrientes), y el “Hotel del Universo”, de Luis Zene, en Santiago 1.072. UN HITO: EL “SAVOY” Un exponente fundamental de la hotelería tucumana moderna apareció en la segunda década de ese siglo: el “Savoy Hotel”, en la avenida Sarmiento y Maipú. Por ley de 1908, el Gobierno de la Provincia había concedido al empresario Faustino Da Rosa la licencia para construir y explotar tres edificios sobre la avenida Sarmiento, entre Muñecas y Maipú: el Hotel Savoy (hoy Casino); el Casino (hoy ex Legislatura) y el teatro Odeón (hoy San Martín). El concesionario formó la “Sociedad Anónima Savoy Hotel y Anexos” para manejar el conjunto. El hotel, al igual que las otras dos construcciones que lo seguían hacia el naciente, era un edificio de suntuosas líneas, diseñado dentro del estilo académico francés por Emilio Hugé y Vicente Colmegna. El arquitecto Alberto Nicolini
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Plaza Hotel (hoy convertido en sede de la Universidad San Pablo-T). SOLANA PEÑA
Famosa por sus manjares, Tucumán recién conoció la hotelería propiamente dicha hacia el Centenario de la Independencia. Hasta entonces, los forasteros –como los congresales de 1816– se alojaron principalmente en conventos y en casas de familia. Con el “Savoy” llegaron los hoteles de categoría, que hoy incluyen filiales de las cadenas internacionales.
apunta que la composición de los tres edificios tiende a la simetría, con el TURISMO pórtico del Casino como centro de interés, en medio de los volúmenes “secos” del hotel y del teatro. Hace notar que, entre los tres, los jardines rompen la tradicional compacidad de la manzana colonial, inaugurando una nueva manera de prolongar el boulevard o la calle hacia el interior de la manzana. Hay que anotar, en 1920, la construcción –por inversores privados que lo dieron en concesión– del hotel Plaza, en la hoy San Martín 435, frente a plaza Independencia. Su estilo “antiacademicista”, aunque confeccionado con base en elementos clásicos, ha interesado a los historiadores de la arquitectura. Felizmente –aunque dedicado ya a otras funciones– se mantiene en pie, impecablemente restaurado, hasta hoy. En sus buenos tiempos, se destacaba la calidad de su comedor, sede de múltiples agasajos. Pero nunca pudo hacer sombra a su contemporáneo Savoy Hotel, y su clientela de alojamiento terminó componiéndose sobre todo por viajantes de comercio y “residentes”. Durante muchos años, el Savoy sería el hotel más importante de Tucumán y, sin duda, el más destacado de la región. Allí se alojaron todas las visitas ilustres de Tucumán desde el Centenario en adelante. Conservaba todavía su rango en la década del 40, y fue escenario del gran banquete de gala ofrecido por el Gobierno de la Provincia al presidente Juan Domingo Perón en su visita de 1947. Se había iniciado su visible decadencia en el decenio siguienHotel Sol San Javier. ENTE TUCUMÁN
te, cuando el Gobierno de Celestino Gelsi (1959) resolvió remodelar toda la planta baja para instalar allí el Casino Provincial. El hotel propiamente dicho, muy disminuido por entonces, convivió con el Casino un breve tiempo más; luego toda la planta alta del edificio se destinó a dependencias de la casa de juego y de la Legislatura. Para la época en que el Casino invadió el Savoy, ya existían en la ciudad un par de modernos hoteles: el “Coventry” –hoy remodelado y rebautizado “Carlos V”– en 25 de Mayo 330, y el “Premier”, en 9 de Julio y Crisóstomo Álvarez. El bar de ambos fue punto de cita de la sociedad tradicional. Sobre todo el del primero: entre los años 50 y los 70, sentarse en las atestadas meseas del “Coventry” constituyó la gran moda, durante los mediodías y las tardes de sábados y domingos. Una nómina de 1959 registraba unos cuarenta hoteles en San Miguel de Tucumán. Los más importantes eran los citados “Coventry” y “Premier”. En pleno centro, se alzaba el “City”, Maipú 129, y, a pocos metros –y con menos categoría–, el “Internacional” (San Martín 666). Los viajantes preferían el “España” (Congreso 74); el “Español” (Maipú 470); “La Vasca” (Mendoza 281) y el “Munich” (Rivadavia 253). El viejo “Plaza” se publicitaba entonces como “el mejor residencial de Tucumán en el mejor punto” y “totalmente modernizado”, con “habitaciones con baño privado y teléfono”. Otros hoteles de esa época eran el “Avenida” (Sáenz Peña y Crisóstomo Álvarez); el “Barezzi” (San Martín 1200); el “Italia” (Corrientes 999) y el “Safón” (Ayacu-
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cho 80), para citar solo algunos de mucho menor categoría. ENTE TUCUMÁN TURISMO Una nómina del año 2000 incluía un total de treinta y tres hoteles. La encabezaba el “Grand Hotel” en Avenida Soldati 380. Seguían en importancia el “Hotel del Jardín” (Laprida 463); “Hotel del Sol” (Laprida 35); “Garden Park Hotel” (Soldati 330) y el “Hotel Metropol” (24 de Setiembre 524). Venían luego el “Carlos V” (25 de Mayo 330); “Premier” (9 de Julio y Crisóstomo Álvarez); “Colonial” (San Martín 35); “Dallas” (Corrientes 985); “Presidente” (Monteagudo 249) y “República” (Rivadavia 71). Después, se alineaban el “Bristol” (Laprida 150); “Embajador” (Las Heras 221); “Francia” y “Versailles” (Crisóstomo Álvarez 467 y 481); “París” (Francia 2) y “Miami” (Junín 580), para citar los principales. En el parque 9 de Julio, sobre la avenida Soldati al 300, se instalaron el “Garden Park” y el “Grand Hotel”, de cuatro y cinco estrellas respectivamente. Este último marcó francas novedades que aggiornaron el estilo de nuestra hotelería. Hotel Howard Johnson en Yerba Buena.
EL PRIMERO DE CINCO ESTRELLAS En efecto, el “Grand Hotel” fue el primero del rango de “cinco estrellas” en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Se edificó entre 1981 y 1983, cuenta con un centenar de habitaciones, grandes salones, salas de sauna, gimnasio y restaurante, sobre una superficie de más de 9.000 metros cuadrados con la hasta entonces inédita –para la hotelería–
vista verde de ese parque 9 de Julio que enfrentaba. Su propietario vendió la mayoría de las acciones a una cadena internacional, en 1998. Luego, esta se retiró y el establecimiento quedó cerrado. Hasta 2005, año en que fue adquirido en remate y rebautizado “Catalinas Park”. Aparte de la importancia de la calificación “cinco estrellas”, representó una bisagra en la historia de la hotelería tucumana. En el tramo en el que lo manejó la cadena española, se modificaron totalmente las costumbres locales en materia del personal hotelero. Se procedió a capacitarlo en nuevas técnicas de atención al cliente y en idiomas. Influyó también en ese cambio el dictado de la Tecnicatura en Administración Hotelera y Gastronómica, en el flamante Instituto Americano. De allí egresó una generación de profesionales habilitados para trabajar en todas las áreas de un hotel, incluyendo eventos. Se sumó a esto el hecho de que, desde años atrás, se venía dictando, en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y en la Universidad Tecnológica la Licenciatura en Turismo, cuyos egresados también contribuyeron a ese bien perceptible proceso de renovación. El personal hotelero disponible tuvo, entonces, un inédito adiestramiento. Rápidamente quedó atrás el estilo provinciano que había imperado tantos años y que incluía costumbres como la de que los propietarios residieran en el hotel. El proceso se acentuaría cuando empezaron a desembarcar en la ciudad otros establecimientos “cinco estrellas”, de cadenas internacionales.
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Locro tucumano. ENTE TUCUMÁN TURISMO
AMANTES DE LA BUENA COCINA En cuanto a la comida, las crónicas de testigos revelan que siempre los tucumanos fueron afectos a ingerir manjares en variedad y con abundancia. José Ignacio Aráoz, en sus evocaciones de la cocina casera, cuenta que, al promediar el siglo XIX, esta consistía comúnmente en “caldo, sopa, puchero, locro, guisados y asado de vaca, según fuera mediodía o de noche; y en los días de fiesta o de invitados, completaban el menú los fuertes y apetecidos platos de la ‘olla podrida’, del mote, estofado, pastel en fuentes, cerdo, pavo, empanadas o tamales, y, como postre, fritos en almíbar, arrope con quesillo, leche planchada, y otros dulces y frutas. Comilonas famosas, en las que no había más remedio que comer de todo o hacer un penoso y desairado papel”. En cuanto a restaurantes y casas de comida –ese rubro que se conoce como “gastronomía”–, la historia de Tucumán durante la segunda mitad del siglo XX registra algunos nombres emblemáticos: en la década de 1950, el “Shorton Grill”, en 9 de Julio primera cuadra; y en los años 70, “El Viejo Portal”, en la octava cuadra de calle San Martín, y el comedor de la Sociedad Sirio Libanesa, en Maipú 575. En la década de 1990 se destacó “Floreal”, en 25 de Mayo al 500. Los memoriosos los evocan como verdaderos templos de la gastronomía, capaces de satisfacer a una clientela exigente. Después, los restaurantes comenzaron a multiplicarse en la ciudad, y se sumaron a los que funcionaban en los hoteles. Sería imposible calificarlos sin riesgo de injusticia, a esta altura. Lo que puede decirse es que existe una enorme variedad de ofertas, que van desde las exquisiteces de la cocina criolla tradicional hasta las novedades que el comensal de hoy ha empezado a exigir, estimulado por lo que pregonan la televisión y las revistas de actualidad.
LLEGAN LAS GRANDES CADENAS Primero fue el “Hilton”, que inauguró su edificio en el gran solar donde, por muchas décadas, había estado el Mercado de Abasto. Se inauguró en 2012 y conservó parte de la arquería del viejo Mercado, en homenaje a su prestigioso diseñador en la década de 1930: el arquitecto Alberto Prebisch, autor del Obelisco de Buenos Aires. Luego, en 2013, se habilitaría el “Sheraton” en avenida Soldati al 400, arteria que, con la suma el “Catalinas Park” y del “Garden Park”, de pronto vino a contar con tres importantes establecimientos separados por pocos metros. Poco después, la cadena “Howard Johnson” abrió también un hotel de medianas dimensiones, pero no en la ciudad sino en el vecino municipio de Yerba Buena, donde también empezarían a aparecer otros nuevos hoteles. Irrumpieron igualmente, por la misma época, los “hoteles- boutique”, como se denominó a los establecimientos pequeños, de alta confortabilidad y con atención personalizada. Existen en Yerba Buena, en Aguilares y en Raco. En cuanto a la zona veraniega serrana, se edificaron en Tafí del Valle varios hoteles, que se agregaron a la tradicional –y costosamente remodelada– hostería del Automóvil Club Argentino. Entre los establecimientos tafinistos –que rozan la treintena– tienen importantes dimensiones y servicios de calidad “El Mirador de Tafí”, “Lunahuana” y, últimamente, “Waynay Quilla”. La hotelería actual –en la capital y en el interior– convive con puestos rústicos de alta montaña (preparados para caminantes, ciclistas y motociclistas) y con una gran cantidad de los llamados hostels, muy frecuentados por los mochileros. Generalmente se instalan en casa viejas, remodeladas en parte, y sus huéspedes tienen cocinas y baños compartidos.
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Abajo: Hotel Hilton Garden Inn en el ex Abasto. PABLO CASEN
Hotel Sheraton en el parque 9 de Julio. PABLO CASEN
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EL C O N O C I M I E N T O, DESAFÍO PERPETUO
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Domingo Faustino Sarmiento. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
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nstituciones públicas sanas y un sector privado ambicioso y competitivo son pilares elementales de una sociedad desarrollada y en crecimiento, que realice la igualdad de oportunidades y posibilite la movilidad social. En esa fórmula virtuosa, la habilidad para innovar a partir de la generación de conocimiento cumple una función determinante. Son las universidades quienes aportan el componente profesional: de la calidad de ese “ingrediente” depende en gran medida la capacidad para generar respuestas creativas a los retos cotidianos y avanzar hacia el siguiente desafío. El punto de partida es el ideario de Domingo Faustino Sarmiento. Decía el prócer cuyano que la educación ha de preparar a las naciones en masa para el uso de los derechos que no pertenecen a tal o cual clase de la sociedad, sino simplemente a la condición de hombre. Aquella mirada se hizo carne en hombres de genio y sensibilidad sin igual como Juan B. Terán y Miguel Lillo, quienes crearon las condiciones para el desenvolvimiento de las posibilidades ilimitadas del conocimiento en la faz provincial. La fundación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) implicó un giro rotundo que no se ha repetido: la aparición de esta casa de altos estudios modificó para siempre el proyecto colectivo al colocarlo en el mapamundi académico occidental. Las premisas originarias de la UNT tejieron una trama intelectual sin parangón en la región, que es ya legendaria. De esa primera experiencia se desprende la cultura abierta y cosmopolita que impregna a la comunidad, y que en definitiva condujo a la creación de otras instituciones de estudios superiores: la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, la Facultad Regional Tucumán de la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad San Pablo-T. El itinerario universitario estimuló asimismo la instalación de instituciones científicas llamadas a proyectarse en el medio a través de soluciones prácticas. Un paradigma de ese modelo es la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres que fundara en 1909 un industrial excepcional: Alfredo Guzmán. Con el tiempo surgieron nuevas usinas de investigación que aprovecharon la sinergia existente entre la UNT y el sistema científico argentino (trece unidades del Conicet funcionan en la provincia). Un emblema de esa conjunción es la Fundación Lillo, polo de estudio de la flora y la fauna del Noroeste. Los claustros y laboratorios prueban que la consideración del conocimiento como un desafío perpetuo perduran en el presente. Hubo en Tucumán un amor por la sabiduría que todavía conmueve e incita a la acción.
LA EDUCACIÓN, MOTOR DE PROGRESO Y DE CIVILIZACIÓN MARÍA ESTHER FERREYRA
Fue factor de progreso y de prosperidad, y denominador común de la movilidad social. Los próceres creyeron con fervor en la fuerza redentora de la educación, y esa utopía permitió grandes avances en materia de alfabetización, igualdad, integración cultural, especialización y formación para la vida laboral. Tucumán tuvo instituciones prestigiosas y egresados ilustres. Hoy el reto es el salto de calidad.
MARÍA ESTHER FERREYRA Es profesora en Pedagogía egresada de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) e investigadora categorizada. Fue integrante, codirectora, y directora de proyectos aprobados y financiados por el Con-
nes científicas, tecnológicas e industriales, fueron los desafíos que el Estado y las organizaciones de la sociedad civil aspiraron a concretar desde la educación pública. Esta breve reseña de la educación en la provincia de Tucumán es una aproximación a los debates más que una simple enumeración de datos sobre la organización del sistema educativo provincial, la alfabetización de toda la población, y la relación entre educación y producción. LEVANTAR UN PAÍS DESDE LAS AULAS La independencia abrió paso, entre los intelectuales y militares que lideraron este proceso, al desafío de sostener el ideario de libertad por el cual se rompieron relaciones con la corona española en una sociedad que tenía encarnada su condición de súbdito en el modo de ver y estar en el mundo. Formar al ciudadano fue, entonces, la utopía que dio origen a nuestra escuela pública. Requería para su organización bases legales, fines acordes con el progreso y las libertades del hombre, construcción de centros de primeras letras, presupuestos, proyectar la formación docente, legislar los alcances del derecho a la educación, organizar la supervisión escolar, definir el papel de Estado provincial en este tema y la participación de otros agentes como la Iglesia Católica, que otrora contaba con el mayor protagonismo. Entre los caudillos de este período, Gregorio Aráoz de La Madrid (1795-1857) fue un pionero por su gobierno
sejo de Investigaciones de la UNT desde 1996 hasta la fecha. Es coautora de la primera “Historia de la educación pública de Tucumán”, y colaboró en libros y revistas especializadas. Fue evaluadora externa de la formación docente en cinco provincias.
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Escuela Rural. LA GACETA
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a educación es la práctica social por la cual se asegura la formación de las nuevas generaciones en los saberes acumulados y considerados valiosos en un momento determinado de la historia de una sociedad. Se ocupa de la preservación de la cultura popular en estados democráticos o instala la cultura de los sectores sociales que detentan el poder por sobre los demás en estados autoritarios. Al mismo tiempo, la educación aporta a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para la renovación de las artes, la ciencia y la tecnología. En este sentido, la educación nunca es una práctica social inocua, sino que acompaña continuidades y rupturas según las condiciones de producción de un momento determinado en la historia de un pueblo. En Argentina –como en gran parte de los países occidentales– la escuela fue un poderoso dispositivo al servicio de su organización como Estado moderno, y se expandió con el objetivo de sostener el sistema de derechos y libertades del ciudadano y el sistema representativo y republicano como forma de gobierno. Este primer mandato fundacional de la escuela se articuló con otro más tardío, pero igualmente relevante: la formación para el trabajo de las nuevas generaciones. Aprender a leer y a escribir, como derecho inalienable del hombre y la formación de las nuevas generaciones para el sistema de producción capitalista con base en las revolucio-
En 1895, durante la gestión de Lucas A. Córdoba, el Gobierno provincial se hizo cargo de las escuelas municipales. Esta centralización aseguró mayor equidad en la distribución presupuestaria y protegió al servicio de las situaciones financieras particulares de los municipios.
progresista y visionario sobre el papel de la educación en la modernización de la provincia: estableció el sistema lancasteriano para resolver el problema de la falta de maestros y la alfabetización masiva, además de crear escuelas para niñas; definió un impuesto para sostener el financiamiento de la educación, siendo su gobierno el que por primera vez afirma que la escuela oficial debe ser sostenida por el Estado, y organizó la supervisión de la actividad a través de Juntas escolares para Monteros y Trancas. Sin embargo, la organización de la educación pública aún era incipiente y precaria, con una fuerte impronta de la tradición religiosa. La sanción de la Constitución Nacional en 1853 y, particularmente, su artículo 5 fueron centrales en el proceso de organización de la educación pública obligatoria porque estableció para las provincias la responsabilidad de la escuela primaria gratuita y, para la Nación, el dictado de planes y programas de formación general y universitaria. Se trató de un cambio radical en torno a la concepción hasta entonces vigente: la educación primaria se asumía como derecho del ciudadano y el Estado era el responsable principal de su cumplimiento. Desde la ley nacía el Estado educador objetivo, que se concretó en un proceso de casi noventa años de nuestra historia. Aún antes de la sanción de las leyes provinciales respectivas, el Gobierno se ocupó de la creación de escuelas. A mediados del siglo XIX, el colegio San Miguel –primer colegio secundario del período de la organización nacional– abrió sus puertas para la juventud, ofreciéndole una novedosa formación científica y literaria, dirigido por Amadeo Jacques (1813-1865), eminente intelectual francés. El colegio fue el antecedente local de la propuesta de los colegios nacionales que tuvieron por objetivo formar a la dirigencia ilustrada de
la provincia y del país. Se sumaron, más tarde, las escuelas normales nacionales abriendo el camino a la formación de maestras. El magisterio fue una gran oportunidad laboral para las mujeres a pesar de los bajos salarios. Tucumán tenía, por ese entonces, pocas escuelas primarias en su territorio en relación con su población en edad escolar, y los recursos provinciales eran escasos porque su economía era de subsistencia y eminentemente agrícola. A pesar de las dificultades económicas, en 1883 se sancionó la Ley de Educación Común N.º 492: la aspiración de asegurar la educación a la mayor cantidad de niños se puso de manifiesto en las gestiones de dos de los más progresistas gobernadores en el campo educativo, don Lídoro J. Quinteros (1848-1907) y don Lucas A. Córdoba (1841-1913). El primero incorporó en el presupuesto la construcción de treinta y seis escuelas en las zonas más carenciadas de la provincia y fundamentó la necesidad de un sistema jubilatorio para los docentes. El avance más significativo del período hacia la conformación de un Estado educador fue la constitución del Consejo Central de Educación en 1895, durante la gestión de Lucas A. Córdoba, con el cual el Gobierno de la provincia se hizo cargo de todas las escuelas municipales de Tucumán, proceso de centralización que tuvo la ventaja de asegurar mayor equidad en la distribución presupuestaria y de no hacer depender el servicio de las situaciones particulares de los municipios. Favoreció, además, una planificación de las inversiones en el área. El siglo XIX se cerró con la fundación del primer jardín de infantes, que fue además un departamento de aplicación para la formación de docentes en ese nivel de la enseñanza y el aprovechamiento de la capacidad edilicia de la provincia
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El gobernador Miguel Critto con el ministro Manuel Andreozzi y otras autoridades en un acto escolar en la plaza Independencia.
se optimizó estableciendo su funcionamiento en horario alternado.
EL APOGEO DEL CENTENARIO De 1816 a 1916 Tucumán pasó de teLA GACETA ner prácticamente solo dos escuelas de órdenes religiosas a ofrecer escolaridad en doscientas cincuenta y seis escuelas provinciales y ciento veintiocho escuelas Láinez (nacionales) a un total del 61% de su población en edad escolar. En el siglo transcurrido, el Estado contó con el apoyo de diferentes organizaciones a través de conferencias, tertulias literarias y préstamos de libros. Fueron instituciones cuyos mandatos fundacionales no eran exclusivamente pedagógicos, como las sociedades de socorros mutuos, las bibliotecas populares y la Sociedad Sarmiento (1882). Una mención especial en el campo educativo corresponde a los cambios que produjo la diversidad sociocultural que en pocos años se daba cita en el escenario urbano y rural como consecuencia de la inmigración: diversidad de lenguas y costumbres, religiones, tradiciones, y los infantes cuyos padres aspiraron a educar. La situación impuso la intervención del Gobierno en los contenidos escolares para dar los papeles protagónicos a la lectura y la escritura en la lengua castellana, a una historia nacional única1, sumados a los actos escolares y al calendario patriótico a fin de generar en ellos un imaginario común y el sentido de pertenencia a la Nación. Cuando los primeros tranvías y autos surcaban las calles de Tucumán compartiendo el escenario con carruajes y caballos, la moda se daba cita en los salones y una minoría selecta vinculada a la industria azucarera se diferenciaba de los nacientes sectores medios, arrendatarios, comerciantes,
intelectuales y empleados que aspiraban a que sus hijos pudieran estudiar. La educación era vista como un camino seguro a la prosperidad general y a la participación política; se evidenciaba en la búsqueda de asientos para los niños en las escuelas de primera categoría o en las escuelas nacionales (Láinez), en la compra de las novedades editoriales o en su préstamo por parte de las bibliotecas populares como la Sociedad Sarmiento y las de diferentes organizaciones que, además de cumplir con sus funciones de asistencia, proponían a sus socios una serie de actividades culturales, como por ejemplo la Sociedad Unión Tipográfica (1894); la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos de Obreros (1877); el Centro de Socorros Mutuos de Aguilares (1899); el Centro de Trabajadores de Monteros (1899), entre otras. Libros, folletos y revistas entraban al calor de los hogares por medio de la lectura, y acercaban otros mundos a las infancias. Los héroes y las historias de la escuela convivían con las tradiciones orales de los pueblos originarios y de familias llegadas de España, Italia, Francia, Siria, Líbano y judíos de Europa del Este (Ucrania, Crimea, Moldavia, Besarabia, Polonia y Lituania)2, tras la convocatoria realizada por el Gobierno nacional para habitar el suelo argentino. La historia nacional única fue convirtiéndose en la historia de las dos primeras generaciones nativas en nuestro suelo. La escuela lograba por entonces su cometido: configurar una identidad nacional a través de la lectura y la escritura. El movimiento editorial daba cuenta de un público lector ávido, cuya predisposición a la cultura escrita se traducía en la compra de periódicos como El Orden (1883), ya desde el siglo XIX, o La Gaceta (1912), revistas, además de las publicaciones del Ministerio de Educación de la Nación
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que llegaban a las escuelas y los hogares. La escuela común era la principal agencia socializadora y el libro no tenía riLA GACETA val. El magisterio tucumano se formaba en las escuelas normales, en la escuela de ayudantes Sarmiento y su trabajo se asimilaba a un sacerdocio. Este escenario se modificó en 1876 con la llegada del ferrocarril, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. Se abarataron los costos de los fletes y fue posible el traslado de la maquinaria requerida para montar la fábrica azucarera desde el puerto de Buenos Aires. El surgimiento del ingenio modificó el panorama económico de la provincia a través de la industrialización de la caña de azúcar. El desarrollo de la ganadería y la agricultura en el país, bajo las normas de la producción capitalista, y la producción azucarera en Tucumán generaron en la dirigencia nacional y provincial el desafío de preparar a nuevas generaciones de jóvenes con la formación necesaria para desempeñarse en la actividad bancaria, la teneduría de libros, la agricultura experimental, la rotación de cultivos, la industria, entre otras orientaciones. El crecimiento industrial favoreció el comercio y la producción de servicios que rápidamente requirieron la formación de tenedores de libro, desafío que asumirán las escuelas nacionales de Comercio en la provincia. Así, concomitante a la gesta alfabetizadora, se ampliaron las funciones del sistema escolar incorporando nuevas orientaciones educativas que estuvieran a tono con los cambios económicos. Las iniciativas en esta dirección asumieron diferentes formas e involucraron a los niveles primario y medio del sistema educativo. Patio tradicional de la Escuela Sarmiento.
La primera iniciativa de formación de personal capacitado para el desarrollo de la agricultura, en la segunda mitad del siglo XIX, data de 1870 durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento quien crea los Departamentos Agronómicos en los colegios nacionales de Tucumán, Mendoza y Salta, con el objetivo de dar a jóvenes de estas provincias una formación científica en agricultura, con base en el modelo de educación agrícola estadounidense. El ministro de Culto e Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda, sostenía en el Congreso Nacional en 1875: “En estas provincias como en ninguna otra parte, no puede haber progreso bastante en la agricultura sino cuando sean estudiadas científicamente las condiciones del suelo para aplicarlo después a lo que mejor convenga”3. (Congreso Nacional, 1875: 693). Sin embargo, esta primera iniciativa de relacionar la educación con la producción no prosperó por razones presupuestarias. Más tarde se retomó la iniciativa con el propósito de formar agrónomos prácticos e ilustrados. Había consenso en que sería atractiva para los hijos de agricultores locales, así como jóvenes que podrían desempeñarse en la administración de fincas, o a cargo de equipos de trabajos en calidad de capataces. El proyecto contó con el apoyo periodístico y del sector cañero. Los propietarios de los campos reconocían la necesidad de investigar la mejora de los jugos para el aumento de rentabilidad de la caña en fincas e ingenios y de su enseñanza en escuelas del Estado. El diputado Federico Helguera propuso la creación de la “Escuela Agrícola Elemental”. El establecimiento era de nivel primario y la enseñanza, esencialmente práctica. Funcionó con el régimen de internado. Más tarde se convirtió en escuela secundaria de agronomía en 1905. Sus planes de estudios cambiaron varias veces y
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en 1907 pasó de ser Escuela Secundaria de Agricultura y Forestal de Tucumán a la categoría de Escuela Profesional de Arboricultura y Sacarotecnia. A ella asistieron hijos de agricultores, políticos y antiguos terratenientes que recibían una formación de excelencia en el área. Por la escasa matrícula abrió sus puertas a estudiantes de provincias vecinas y de otros países contando entre sus primeros estudiantes a dos jóvenes becados por el Gobierno de Ecuador. Fue una iniciativa modelo en el país; sus profesores eran principalmente extranjeros y fueron contratados por el Gobierno nacional para que desarrollaran esa orientación en Argentina. A la formación ofrecida por la escuela se agregó la fundación de Estación Experimental Agrícola (1909) que realizó importantes ensayos en variedades, estudios de suelos y rentabilidad, cumplimentando una importante tarea de asesoramiento y difusión de hallazgos científicos para la producción agrícola en Tucumán, distribuyó semillas y variedades apropiadas a la región. Colegio Nacional. LA GACETA
SALIDA LABORAL El crecimiento urbano, la producción azucarera, la construcción y demás actividades productivas se sumaron a las escasas posibilidades materiales de los sectores sociales más necesitados para continuar sus estudios secundarios. El Gobierno propuso para estos casos escuelas que los habilitaran para el trabajo. En la construcción de la relación entre educación, trabajo y producción, las escuelas de artes y oficios de Tucumán cumplieron un importante papel. La Escuela Nacional de Artes y Oficios de Tucumán fue aprobada en 1917; comenzó sus actividades en 1918; for-
maba a los jóvenes en oficios para su incorporación a las empresas como obreros y operarios, y los habilitaba, además, para el trabajo independiente en la zona de influencia de la escuela. Ofrecía capacitación en carpintería, herrería, ajustaje y mecánica rural. Los estudios duraban tres años. Fue de carácter posprimario, se exigía tener el cuarto grado aprobado y la edad de admisión era 14 años. Uno de los aspectos más relevantes de estos estudios fue la vinculación con las empresas donde los estudiantes podían observar de forma directa el proceso productivo. Esta articulación fue muy positiva: para las empresas porque contarían con mano de obra capacitada; y los obreros, por su parte, obtuvieron la acreditación necesaria para ingresar al mundo del trabajo. Entre las empresas que participaron de la formación de operarios podemos citar, siguiendo a Blanco, M.B., la fundición y talleres metalúrgicos de Adolfo Colín; usina Eléctrica del Norte; Cervecería del Norte; La Oxígena; talleres metalúrgicos de Giardelli Hnos.; talleres gráficos de El Orden; talleres de calderería de Girlino Hnos.4; talleres de ingenios; fundiciones y herrerías del Gobierno donde se hacían trabajos específicos, reparación de maquinarias y fabricación de repuestos cuando no podían importarse. En todas las empresas se ocuparon como operarios a egresados de la escuela. Así como el desarrollo de la industria azucarera y de la agricultura plantearon necesidades al sistema educativo, la industria ferroviaria, más antigua, demandará –por su parte– la formación de personal capacitado. Una escuela paradigmática en la relación educación y producción es la Nacional de Artes y Oficios de Tafí Viejo. Fue pensada para los obreros de los talleres del Ferrocarril Central Norte que funcionaron en esa ciudad. Esta escuela contó con el apoyo popular de obreros y empleados del ferrocarril
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El establecimiento precursor de enseñanza superior en Tucumán fue el Colegio San Miguel, fundado en 1858 por Amadeo Jacques: se trata del antecedente local de la propuesta de los colegios nacionales que formaron a la dirigencia ilustrada de Argentina.
en Tafí Viejo, quienes peticionaron ante autoridades nacionales para que se creara la escuela. El periódico El Orden siguió los acontecimientos y ponderó las ventajas que tendría una escuela para los hijos de obreros del ferrocarril. Los talleres ofrecieron formación práctica y tuvo nivel de escuela postprimaria. La capacitación abarcaba “… herrería y carpintería rural; reparación de máquinas agrícolas y explotación forestal; armado y reparación de molinos, bombas y accesorios para la provisión de agua en estancias y chacras, y motores agrícolas”5. La relación entre educación, trabajo y producción se organizó definitivamente con las escuelas nacionales de educación técnica (ENET) y la creación de la Universidad Obrera Nacional (1948), que se llamó más tarde Tecnológica Nacional. Este subsistema de enseñanza técnica jerarquizó los estudios dirigidos principalmente a proveer recursos para la producción intermitente y en serie formando obreros, técnicos medios y superiores, así como ingenieros y arquitectos, y comprometió a la educación con el crecimiento de la producción industrial, la construcción, la energía eléctrica, el agua, la minería, los transportes y el agro. LOS ACTORES PRIVADOS La educación también puede analizarse como producción de servicios, que en el caso de nuestra provincia y del país tiene dos tipos de gestiones: la pública y gratuita, a cargo del Estado y fundada en el principio de igualdad de oportunidades, y la privada con subsidio del Estado o sin él. En este sentido, la organización del sistema educativo fue complementado con iniciativas de sectores diferenciados de la población: organizaciones civiles, órdenes religiosas, sindicatos, municipios y vecinos. A lo largo de casi todo el siglo XX el subsistema de enseñanza privada se ocuparía de los discapacitados, los huérfanos, las madres solteras, la
mujeres trabajadoras, así como de los niños, niñas y jóvenes de sectores acomodados de la sociedad tucumana. A partir de 1958, durante el Gobierno de Frondizi, se produjo un progresivo crecimiento de la iniciativa privada en la educación. Este lento pero sostenido proceso de crecimiento aparece vinculado a la teoría desarrollista, primero, y al neoliberalismo después. Los gobiernos nacionales que adhirieron a ellas fomentaron las iniciativas de inversión en educación y se tradujeron en un retroceso del Estado educador. La educación privada podría clasificarse en tres tipos: la primera, integrada por escuelas parroquiales y de organizaciones que atienden poblaciones de escasos recursos y que brindan un servicio prácticamente gratuito. Los colegios e institutos dirigidos a sectores medios y altos, que ofrecen escolaridad desde el nivel inicial hasta el universitario, integran otro tipo de escuelas particulares. Los inversores en educación son, además de la Iglesia Católica, grupos laicos que, en algunos casos poseen más de un establecimiento, encuadrándose en una visión empresarial de la educación. Otro tipo de escuelas son las comunitarias, pertenecientes a comunidades con vinculaciones a otros países como Italia, Siria y Líbano, y a religiones como la adventista y la hebrea. Se destacan como propias del siglo XX las escuelas, colegios e institutos que dan formación superior no universitaria. Estos institutos son, junto a las escuelas normales, el Instituto Lola Mora, Marchetti, Campero, entre otros y la Facultad Tecnológica Nacional, los únicos concebidos para estudiantes que trabajan. Los institutos superiores no universitarios preparan a los jóvenes en carreras docentes, analistas de sistemas, turismo, economía y gestión de las organizaciones, entre otras. En la gestión privada los establecimientos que brindan formación técnica de nivel medio son muy escasos. Entre ellos se encuentran: el Lorenzo Massa perteneciente a la
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orden de Don Bosco y la Escuela Agrotécnica de Leales. Comparten esta orientación con las escuelas de enseñanza técnica de la provincia el Instituto Técnico, y la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de la Universidad. La institución que más se ocupó de la relación con la producción en el siglo XX fue la Universidad Nacional de Tucumán a través de sus funciones de docencia, investigación y extensión. Uno de los programas que constituyó una política académica, y de desarrollo social y económico muy ambiciosa fue la Nueva Iniciativa Rural (UNIR), que se originó en el año 1988 con el nombre Proyecto Universitario de Promoción Comunitaria. Fue una estrategia de intervención comunitaria con colaboración de los gobiernos provincial, nacional y comunales. También participaron empresas locales y organizaciones no gubernamentales. Sus propósitos fueron el desarrollo humano y comunitario autogestionado; el logro de mayores niveles de capacitación, organización y autogestión de la comunidad y de la producción local, y la contribución al mejoramiento de los servicios básicos de producción, educación, vivienda, salud y recreación. El proyecto se aplicó en los Valles de Trancas, Calchaquíes y estribaciones del Aconquija, y tuvo financiamiento externo de Kellogg’s y Fundación SUR. La relación con la producción de alimentos a nivel nacional e internacional fue llevada adelante, entre otras muchas iniciativas, por el centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA), que funciona en convenio con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, y el Instituto Miguel Lillo. Los descubrimientos más relevantes de este organismo fueron la “leche Bio” o leche fermentada bioterapéutica (Sancor); bioflora probiótico reconstituyente de la microbiota intestinal (Sidus) y Actio Ferm –fermento autóctono para yogur y quesos (Tecnovinc SRL)–. Sus hallazgos y publicaciones son de referen-
cia principal en el nivel internacional. Los estudios universitarios son impartidos por la Universidad Nacional de Tucumán (1914), la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (1959), la San Pablo-T (2007) y la Tecnológica Nacional. A modo de cierre es importante destacar que la relación entre producción y educación fue asumida originariamente por organizaciones de la sociedad civil interesadas en la formación para el trabajo. Desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX fueron en su mayoría instituciones postprimarias –salvo excepciones, como, por ejemplo, la Escuela de Agricultura–. Los estudios secundarios fueron de formación general, en su mayoría. Esto es, preparatorios para la universidad. En la segunda mitad del siglo XX esta articulación se jerarquizó y organizó a nivel nacional y provincial, en el marco de una industrialización relativa, para el caso de Tucumán. También puede entenderse que esta demora, en su desarrollo comparativo con otras modalidades, quizá esté relacionada con el escaso desarrollo alcanzado por otras actividades en la provincia. Finalmente, estas orientaciones nacieron en el marco de políticas de recuperación de estudiantes que no terminaron sus estudios primarios y en una estrategia de arraigo en las zonas de residencia. Con respecto a la escuela obligatoria podemos afirmar que, si bien se produjo un gran esfuerzo por asegurar una cobertura universal, el gran tema de la agenda educativa de la provincia es la calidad de los estudios. 1. Chimamanda Adichie, La historia única. Conferencia. 2009. 2. Cohen de Chervonagura, Elisa B. La comunidad Judía en Tucumán, hombres y mujeres, historias y discursos. UNT. CONICET. 2010 3. Citado por Moyano, Daniel, La Escuela de Arboricultura y Sacarotecnia de Tucumán. Travesía N.º 13, pág. 230 4. Blanco, María Beatriz, La formación para el trabajo en Tucumán a comienzos del siglo XX. II Jornadas Nacionales de Historia social, 2009. Pág. 7 5. Blanco, María Beatriz, Op.cit., pág. 12
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EL PENSAMIENTO FUNDACIONAL DE LA UNT RAÚL TORRES ZUCCARDI
E
n 2014 la Universidad Nacional de Tucumán cumplió su primer siglo. Lo que fue un comienzo modesto y limitado, si bien ambicioso en propósitos, ha crecido sin pausa para ofrecer a las nuevas generaciones el acceso a múltiples campos del conocimiento en las sesenta y nueve carreras de grado que se cursan en ella. La generación de los fundadores de la Universidad, por entonces provincial, confió en las fuerzas materiales y morales que Tucumán evidenciaba, con la convicción de que la Universidad proyectada, al ofrecer una profesionalización por entonces inexistente, sería el recurso indispensable para ese proceso de cambio y progreso.
LA FUNDACIÓN Desde la segunda mitad del siglo XIX, tras el proceso de organización nacional, se advierte la transformación de lo que venía siendo una sociedad cuasi colonial. En Tucumán, el cambio se acelera en la mitad final de ese medio siglo, evidenciando las inquietudes y el empuje de los hombres de la época. El Colegio San Miguel, fundado en 1858 por Amadeo Jacques con el apoyo del gobernador José María del Campo, fue el precursor de la enseñanza superior en Tucumán. El ilustre educador francés lo concibió como un complejo formado por diversas instalaciones que anticipaban la variedad de una institución superior. Lo dirigió hasta 1862 y su renuncia conllevó el cierre del Colegio. Durante la presidencia de Bartolomé Mitre en 1864, fue fundado el Colegio Nacional, bajo el modelo del ColeRAÚL TORRES ZUCCARDI Arquitecto (1963); máster en Planificación Urbana y Regional (1968); y egresado y beneficiario de diversos posgrados y becas. Profesor titular regular de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT); profesor
gio Nacional de Buenos Aires con el carácter de “colegio preparatorio” ya que sus estudios habilitaban para otros posteriores. En 1875 se crea la Escuela Normal Nacional de Profesoras de Tucumán. Pero estos, si bien significativos, no cubrían todas las expectativas educativas. El nivel universitario surge en 1875 con la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas establecida por la Ley 399. El Art. 1.º alude a su alta finalidad; los restantes seis artículos establecen minuciosamente su organización y las reglas de funcionamiento revelando un proyecto bien tramado, pero carente de practicidad y creatividad. En 1882, la Sala de Representantes, tras considerar su azarosa vida, sanciona una nueva ley que deroga la de su creación. El fracaso de la Facultad de Jurisprudencia hizo ver a los impulsores de la Universidad, Dr. Juan B. Terán y Prof. José Benito González, la necesidad de concebirla dando un giro radical respecto de las universidades tradicionales “exclusivamente doctorales y de enseñanzas abstractas”. La memoria que establecía el proyecto de fundación aludía a universidades europeas y norteamericanas representativas de la moderna tendencia, señalando que favorecería la investigación de los recursos del medio, y la extensión y enseñanza científica de técnicas aplicables, por ser “una exigencia del grado actual de nuestra civilización material, que será inestable mientras la investigación no limite los azares de la producción y la haga progresivamente fecunda”. En 1907, el aún joven Juan B. Terán exponía su pensamiento en curiosa correspondencia con las ideas propias de un mundo que despuntaba hacia la modernidad, y con lo más
extraordinario de la Universidad Católica de Salta (1978) y de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima-Perú (1995), y “Maestro Arquitecto” de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) -UNT (2011). Integrante del Consejo
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Superior UNT y directivo de la FAU; jurado en concursos universitarios; evaluador de programas de investigación y consultor. Directivo en instituciones públicas y privadas con diversas membresías.
Rectorado de la Universidad Nacional de Tucumán. SOLANA PEÑA
Faro del conocimiento en el Norte del país, la Universidad Nacional de Tucumán fue concebida por el grupo de estadistas que protagonizó el Centenario de la Independencia. “Pedes in terra ad sidera visus”: con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, como había soñado el fundador Terán, esta casa de altos estudios distinguió a la provincia en el escenario académico e intelectual argentino e internacional.
En 1907, Juan B. Terán exponía su pensamiento en curiosa correspondencia con ideas vigentes en un mundo que despuntaba hacia la modernidad, y con lo mas avanzado sobre cómo interpretar la vida y el progreso regional.
avanzado sobre la vida y el progreso regional. Su concepto de región y de regionalismo era de elaboración personalísima, antes o al mismo tiempo de que se formularan en los países del Norte y que luego tuvieran aceptación universal. En su discurso del 25 de mayo de 2014, al inaugurar la Universidad, recordó el fracaso de la Facultad de Jurisprudencia, atribuyéndolo a haber sido “una sucursal de las fábricas doctorales de Córdoba y Buenos Aires”, mientras que lo que se busca es “…un instrumento de equilibrio en favor de la región Norte de Argentina, señalando rumbos económicos, avivando fuentes de riqueza, reteniendo su juventud, que es el tesoro que pierde todos los días, centuplicando por la irradiación del aula el sentimiento de sus necesidades prácticas y su fe en el porvenir”. Para Terán la región no es solo una categoría espacial orientada a una cierta especialización económica por la homogeneidad de sus condiciones humanas y agrológicas, suelo, clima, etc. Tampoco se aferra a la simplicidad de la unidad productiva que, necesitada de mejores recursos tecnológicos para incrementar su productividad, incorpora el conocimiento como un mero recurso técnico, como muchos han querido ver. Va más allá, con mirada de sociólogo, sabiendo que el juicio de regionalidad surge al considerarlo como un fenómeno integral y, sobre todo, desde una visión humanística. Tuve oportunidad en una ponencia de 1998 de referirme a la especificidad regional que surgirá cuando “… existan interacciones del hombre con el hombre del mismo suelo a través del tiempo, o sea, cuando intermedie entre el hombre y su destino colectivo, como si la región fuese el crisol que mezcla distintos pisos histórico-culturales, desde la tradición conformadora, como origen, hasta el destino posible, como futuro”. (“Cuadernos del F.O.R.Un”, N.º 1, El pensamiento regional en la fundación de la Universidad Nacional de Tucumán, ISBN 987-97228-0-9).
La ley de creación dispone una conformación que permite articular humanidades y técnicas: será una universidad y no un instituto tecnológico. La Universidad Provincial constará de cinco departamentos (Letras y Ciencias Sociales; Pedagogía; Estudios Comerciales y Lenguas Vivas; Mecánica; Química Agrícola e Industrial, y Bellas Artes), más cuatro institutos anexos que ya funcionaban en la jurisdicción provincial (Museo de productos naturales y artificiales, Laboratorio de Bacteriología, Oficina Química y Estación Experimental Agrícola), incorporándolos con distinta suerte. La Escuela de Ayudantes creada en 1904 pasa, como Escuela Pedagógica Sarmiento, a integrar la Universidad como un establecimiento modelo, a tono con el espíritu renovador que animara su desarrollo (escuela de ciencias domésticas; secretariado comercial; bachillerato humanístico; la “escuela activa” y el Plan Dalton aplicados en los grados de primaria, más un largo etcétera) hasta su auspicioso presente, como una institución de referencia. Pronto surge el plan de publicaciones: son veintiocho obras cuya variedad denota la necesidad de satisfacer propósitos pragmáticos, difundiendo técnicas renovadoras, así como otras que interpretan nuestra cultura, y la realidad provincial y nacional. Lo demuestra el interés que despertó la obra de Pierre Denis, científico francés que entre 1912 y 1914 desarrolló estudios geográficos en la Argentina. Terán resuelve incluirla entre las publicaciones de la Universidad: los primeros seis capítulos de una obra mayor, todavía no disponible, fueron enviados a las prensas de Coni Hermanos en 1916. Esta primera edición, titulada L´Argentine moderne (chapitres de géographie économique) sale en formato en cuarto con 123 páginas. Terán se apresura a editarlos sin esperar su traducción al castellano, para cubrir circunstancias inciertas, como explica en el prólogo. La profesora Elena Chiozza dice1: “… Terán advirtió la ven-
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taja que para su institución representaría la contribución del viajero y solicitó su colaboración para las publicaciones que la Universidad planeaba con motivo del Centenario de 1816...”. Completados los papeles que dejó para la Universidad, la obra se editó en 1920 en París por la Librairie Armand Colin con el título La République Argentine. La mise en valuer du pays; obtuvo una gran aceptación internacional y fue vertida al inglés en 1922. En la Argentina, inexplicablemente, debió esperar casi 70 años, hasta 1987. LA NACIONALIZACIÓN La nacionalización de la Universidad de Tucumán surgió como solución ante la escasez de los recursos que la Provincia podía allegarle y por la conveniencia de dar validez nacional a los títulos que venía otorgando desde 1913. El Congreso de Estudiantes Universitarios reunido en Córdoba en julio de 1918, al interesarse por integrar a los estudiantes tucumanos a sus reclamos de modernización, secularización y apertura de universidades argentinas, aprobó el siguiente voto: “El Primer Congreso de Estudiantes Universitarios aconseja la nacionalización de la Universidad de Tucumán porque reconoce que su carácter y tendencias originales dentro de la Universidad Argentina responden a necesidades profundas que el país necesita solventar”. Los dirigentes de la Reforma Universitaria encontraron en el presidente Irigoyen una acogida favorable que lo llevó a incluir en el proyecto de presupuesto para 1920 (luego Ley 11.027) la partida necesaria para atender las erogaciones de la Universidad provincial con fondos nacionales. En la Cámara de Senadores la iniciativa presidencial encontró dificultades que dilataron la cuestión hasta su materialización en 1921. De este modo indirecto se resolvió la nacionalización de la Universidad Provincial. En julio de 1920 el Consejo Superior de la Universidad ya había desig-
nado una comisión integrada por Ricardo Jaimes Freyre, Alberto Rougés y Alois Bachmann para estudiar su nacionalización, que autorizó al Dr. Juan B. Terán para gestionar tal objetivo. En noviembre, los presidentes de las Federación Universitaria Argentina y de Tucumán, en audiencia concedida por la Presidencia de la Nación, le solicitaron el envío de un comisionado nacional para hacerse cargo de la Universidad. En los meses siguientes los estudiantes tucumanos continuaron insistiendo en su solicitud. El 3 de abril de 1921 llega a Tucumán el ministro de Instrucción Pública, Dr. José S. Salinas; lo acompaña una delegación de la Federación Universitaria Argentina encabezada por Gabriel del Mazo. La Intervención Nacional Interina en la Provincia dictó el decreto para transferir los bienes de la Universidad Provincial al Estado Nacional. Por la tarde, el ministro Salinas declaraba constituida la Universidad Nacional de Tucumán, designando a Alejandro Grüning Rosas como encargado, quien a su vez designó secretario a Juan Mantovani, ambos activos dirigentes de la FUA. El 30 de diciembre de 1921 tomó posesión de su cargo el delegado organizador ad honorem, el Dr. José Luis Aráoz, a la sazón diputado nacional. LA UNIVERSIDAD NACIONAL En 1923, al encontrarse la casa ya organizada con el régimen del Decreto del PEN del 7 de octubre de 1922, se procedió a la integración de los órganos de gobierno y a elegir rector en forma estatutaria. Tal designación recayó en el Dr. Juan B. Terán hasta 1927, año en el que fue reelecto para un nuevo período. Inicialmente se afianzó la organización primigenia y se contrataron profesores extranjeros: los doctores E. Sommersfeld (Química), W. E. Greve (Electrotecnia) y José Würschmidt (Física). En 1928 la llegada del doctor Alfred Métraux abrió una nueva área de estudio: la Etnología.
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En este segundo período rectoral surgieron diferencias entre el movimiento estudiantil y las autoridades universitarias. El principal motivo de estos disensos es un anhelo crucial del Movimiento Reformista: participar en el gobierno de la Universidad sin restricciones. La época transcurre como un tiempo de antagonismos no sólo sobre cuestiones estrictamente universitarias sino sobre problemas generales, considerados centrales para la vida y la actividad provincial. En Tucumán se viven tiempos agitados sobre los que nadie deja de tomar partido (por ej., la gran manifestación de cañero, de junio del 27; el fortalecimiento del asociacionismo cañero y su proyección en el panorama político y social; la gestación del partido Defensa Provincial Bandera Blanca, y, finalmente, el pronunciamiento presidencial que definió una nueva relación entre dos clases de intereses y formas de vida generadas por la actividad azucarera e influyó en el modelo socio-económico que caracterizó a Tucumán por lo menos en las tres décadas siguientes: el “Laudo Alvear”). Las diferencias dentro de la Universidad, si bien no alteraban la convivencia, estaban latentes, prontas a despertar. Adquirieron dimensiones de crisis a partir de un conflicto en un establecimiento secundario. Se suceden los disturbios: huelga estudiantil, clausura de las clases, destitución de las autoridades legítimas y designación simbólica de otras en su reemplazo, toma de la casa, intervención del juez federal, posterior entrega sin resistencia de las instalaciones, reposición judicial de las autoridades desplazadas y, finalmente, el 19 de agosto de 1929, la renuncia del rector Terán. La Asamblea Universitaria (en tercera convocatoria), ante los delegados estudiantiles, egresados y un solo profesor, elige rector al médico Dr. Julio Prebisch, a la sazón presidente del Concejo Deliberante de la Municipalidad de Tucumán. El nuevo rector reconoce, en su discurso inaugural, que el arribo oficial de los principios de la Reforma
Universitaria tiene un precio de dolor y de razón para quienes no los comparten. Prebisch provenía del partido Defensa Comunal, que luego se constituiría como “Defensa Provincial (Bandera Blanca)”. Por su ideario, este partido gozó de gran adhesión popular: independencia respecto de las dos fuerzas tradicionales, cuestionamiento a la dirigencia plutocrática local y sincera preocupación por los problemas sociales que acuciaban a Tucumán, todo ello desde una mirada reformadora del sistema. Su programa ofrecía una esperanzada ilusión que finalmente se mostró débil frente a los intereses creados. La recia personalidad intelectual y política de Prebisch se proyectó de inmediato a su gestión rectoral. La difusión de los principios del movimiento del 18 en otras casas de estudio, la organización del Primer Congreso de Estudiantes Reformistas, las diferencias con el cuerpo de profesores, en particular por la participación de estudiantes en los órganos de gobierno, y sobre la legalidad del régimen normativo aplicable entre el cuerpo de profesores y el rectorado (Ley 1597 o Estatuto de 1924, respectivamente) así como la razonabilidad del proyecto de titulación en Ingeniería Civil, se sumaron como fuertes controversias que, al tomar estado público, movilizaron a partidarios y detractores. Esta última divergencia, para el sector que decía adherir ad litteram a la concepción regionalista de la Universidad de Tucumán, se erigió como una cuestión principal al entender que desnaturalizaba su sentido original. El rector y sus colaboradores, al contrario, vieron en ello una dificultad para la diversificación y crecimiento de la enseñanza que no debía esperar. Establecida la carrera de Ingeniería Civil en 1930 se otorgaron los dos primeros títulos en 1935, en el período posterior al de Prebisch. En los años siguientes fueron ocho en 1936; once en 1937; siete en 1938 y nueve en 1939, lo que evidencia el interés que despertó. El entusias-
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mo juvenil por la nueva carrera se traduce en el aumento de las inscripciones: 133 en 1935 y 247 en 1940. Desde el siglo XIX la ingeniería venía demostrando su suficiencia para dominar los recursos de la naturaleza y ponerlos al servicio del progreso: casi como la creadora del mundo moderno. En la provincia de Tucumán y en el Norte argentino la formación de ingenieros civiles se hacía indispensable, ya que la tan necesaria prosperidad se ligaba a una mejor dotación de equipamientos e infraestructuras: abrir vías y sistemas de comunicación para conectar, integrar y civilizar el territorio; atravesar los macizos montañosos para hacer accesibles los recónditos lugares que encerraban; regular los ríos, retener el agua, encauzarla y distribuirla científicamente para consumo humano y la producción; sanear el ambiente, etc., eran soluciones impostergables y, para todo ello, la Ingeniería Civil (no en vano así adjetivada) se mostraba como una tecnología salvífica y los ingenieros, como en el XIX, los nuevos demiurgos. La nómina de egresados en el periodo que se relata deja ver que muchos de ellos conformaron un selecto grupo por sus desempeños cívicos, como profesionales, docentes o empresarios. Son merecedores del homenaje que aún no ha llegado. Por fin, en abril de 1933, al enviar al comisionado Dr. Enrique Herrero Ducloux, de importante trayectoria, el Ministerio nacional se involucra en la situación de la UNT. En agosto, el comisionado concluye su extenso y razonado
documento –desde una fuerte deriva hacia sus puntos de vista opuestos a los de la autoridad local–, que da cuenta pormenorizada de las luces y sombras que se han sucedido en la breve historia de la Universidad. El informe constaba de una parte general, más un detallado cuadro comparativo destinado a mostrar los vicios de organización; le seguía un informe pormenorizado sobre cada establecimiento, más distintos anexos numerados. Al final de la parte introductoria sintetizaba sus apreciaciones de modo concluyente: “…como no silencio mi impresión franca de extrañeza, no callaré tampoco mi aplauso para el esfuerzo desarrollado por los que gobernaron la institución hasta 1930; […] no hay desaliento ni desencanto, y esto merece el respeto y la admiración sin reservas de quien haya luchado por un ideal en nuestra tierra, tan poco propicia a las obras del espíritu”. Luego describe el presente sometido a su consideración: “La Universidad que he hallado en la actualidad para mi estudio, como resultado de ese raro proceso evolutivo, es un conglomerado de institutos heterogéneos que dan al conjunto un cierto carácter heteróclitico, original sin duda, pero que debo honradamente discutir, después de analizarlos por separado, aunque solo sea sucintamente”. Llama su atención la excesiva variabilidad experimentada por los planes de estudios y las titulaciones, todas de vieja data. Dice: “La evolución original y a veces desconcertante […] los ensayos y pruebas de nuevas profesiones y carre-
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La personalidad intelectual y política del Dr. Julio Prebisch (provenía del partido Defensa Comunal), enmarcada en una visión reformista de la sociedad y de la universidad, se proyectó de inmediato a su gestión rectoral.
ras, las improvisaciones y las tentativas de aclimatación de organizaciones exóticas…”, etc. Condena la iniciativa rectoral de crear la carrera de Ingeniería Civil (“…es menester abandonarla resueltamente […] complicada, costosa y difícil con exigencias […] imposibles de atender”). Este informe fue aprobado por decreto del vicepresidente Roca a cargo del PE el 14 de octubre de 1933, que dispuso además enviar al H. Congreso un proyecto de ley orgánica para la Universidad sobre los lineamientos del informe “Herrero Ducloux”. El PEN lo hizo efectivo el 15 de junio de 1934. Algunos meses antes –enero de 1934– el H. Consejo Superior elevó al PEN su proyecto de ley orgánica, buscando estar en la normativa vigente desde la Ley Avellaneda para dar a la UNT las mismas condiciones de autonomía que las demás universidades argentinas. El Dr. Prebisch fue reelegido para el periodo 1937-1941, por lo que el interregno del rectorado del Ing. Julio Ayala Torales vio disminuir la intensidad de las tensiones internas y con el Ministerio nacional. El nuevo rector (desde un encuadre afín a Terán y apartado del de Prebisch, al final del discurso de toma de posesión, el 23 de octubre de 1933, dice: “Señor rector: […] tomo su puesto con menores fuerzas, gobernaré con orientaciones que me serían imposible hacer coincidir en absoluto con las suyas, pero he de ser sincero en mis ideas y honesto en mis procederes como usted”), continúa los proyectos de ampliación institucional de la UNT sin reparar en los cuestionamientos basados en la inmovilidad del esquema de universidad regional ligada a la industria azucarera local como pretendían los críticos de Prebisch. El rector Ayala Torales reconoce la conveniencia de formar ingenieros civiles y juzga útil la combinación de la práctica profesional de estos con la de los ingenieros orientados a la producción agrícola e industrial. Propone la existencia de dos facultades y tres departamen-
tos, que detalla minuciosamente en sus fines, contenidos, titulaciones y planes de estudio. Una comisión especial emprende el estudio de la organización del Instituto Lillo, para acoger el legado del Dr. Miguel Lillo, teniendo en cuenta las particularidades testamentarias (HCS el 6/11/1933, Res. 167-40-933). Desde la opinión de personas de gran predicamento como A. Rougés y E. Padilla, se extiende el convencimiento de la necesidad de crear nuevos establecimientos para la marcha y desarrollo de la Universidad. En 1936 se aprueba el funcionamiento del Departamento de Filosofía, Pedagogía, Historia, Letras e Idiomas, que pronto adquiere relevancia; la primera inscripción, en 1937 llega a 184 alumnos. Su organización cierra el rectorado del Ing. Ayala Torales; se suma a las dos facultades preexistentes, a las cuatro escuelas del ciclo medio y al Museo de Historia Natural. El total de inscriptos en el ciclo universitario asciende a 575 alumnos. El segundo rectorado de Prebisch (23-10-37 al 31-1-40) se afirma sobre los aportes de los dos periodos anteriores (Prebisch 1929-33 y Ayala Torales 1933-37) y en su concepción reformista de la sociedad. Ello implicó una redefinición del rol social de la Universidad que puede sintetizarse en dos grandes líneas: una, dirigida a enfatizar y extender la acción de la Universidad mediante la docencia y la investigación; otra, concomitante, reforzando o creando organismos apropiados para comprometerse integralmente en la problemática social. La creación de facultades y carreras caracteriza a este tiempo de apertura, se busca superar la carencia que hubiera impedido a la universidad aspirar a ser tal. Para seguir su curso la Universidad tucumana necesitaba “universalizar” su oferta docente y profesional, cultivar y enseñar otros conocimientos. Se crean tres facultades y una escuela: en 1938 es Derecho y Ciencias Sociales impulsada por el con-
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Manifestación de estudiantes reformistas en las calles de Córdoba en 1918. 65ANIVERSARIO.UDUAL.ORG
sejero adscripto señor Alfredo Coviello, no sin oposición, del importante diario El Orden y otros sectores; también Farmacia y Bioquímica reorganizando su antecesora, en 1939; la Escuela de Arquitectura con la correspondiente carrera, y la de Filosofía y Letras. El total de inscriptos en el ciclo universitario ascendió a 668 en 1938; a 780 en 1939 y a 856 en 1940. La contratación de profesores destacados caracterizó la década de los 30. Concebida como el medio para fortalecer la actividad de las facultades, la presencia de los recién llegados dejó resultados mucho más valiosos que los previstos. Se integraron a la comunidad universitaria con éxito, cumplieron su rol como docentes, investigadores y publicistas con compromiso y, muchos de ellos, con pasión. Por su elevada condición intelectual y humana fueron comprendidos, apreciados y queridos (un nutrido anecdotario y las numerosas ponencias que inspiraron así lo confirman). Su importancia en la vida intelectual e institucional fue tan intensa que los efectos de la estadía de estos ilustres profesores y el prestigio adquirido por nuestra casa, por haberlos tenido, ha llegado hasta el presente configurando una de las más caras tradiciones de los universitarios tucumanos. Un caso que ilustra lo afirmado fue la presencia, por demás breve –solo un año–, del filósofo español Manuel García Morente llegado a mediados de 1937, casi al final del rectorado del Ing. Julio Ayala Torales, para desempeñarse como director del Departamento de Filosofía y Letras. Introdujo reformas que permitieron organizar la variedad de disciplinas que comprendía; ocupó un sitial en el H. Consejo Superior de la UNT desde el cual apoyó las iniciativas de Prebisch, sobre todo su proyecto del Instituto de Investigaciones Regionales de breve existencia. Fue profesor del curso de Introducción a la Filosofía, de imperecedera recordación, que dio lugar a la obra “Lec-
ciones Preliminares de Filosofía”, editada por la UNT desde la versión taquigráfica2 de sus clases, y que continúa reeditándose en Argentina y en España por distintas casas editoriales. La conjunción entre la Universidad y las instituciones del medio, en particular la Sociedad y Biblioteca Sarmiento, ya con un rico repositorio bibliográfico, sello editorial propio y la calificada revista “Sustancia. Revista de Cultura Superior”, bajo la dirección del universitario y periodista Alfredo Coviello, alentó una renovación cultural sin precedentes y posibilitó que Tucumán rivalizara con los centros universitarios de Córdoba y Buenos Aires, hasta convertirse en un polo que atrajo a reconocidas personalidades. Vino a sumarse el exilio de españoles, tras la Guerra Civil, y de italianos por las políticas de la Italia fascista. Todos encontraron en la Argentina y en la UNT un refugio para continuar su trabajo intelectual. El segundo rectorado de Prebisch es rico en la estrategia de allegar personalidades, tanto nacionales como extranjeras. En estos años se integraron a la UNT los profesores argentinos Arturo M. Guzmán, Horacio Moyano Navarro, Horacio Descole, Eugenio Pucciarelli, Risieri y Silvio Frondizi, Juan Alfonso Carrizo, Horacio Rava, Aníbal Sánchez Reulet, Enrique Anderson Imbert, Félix Cernuschi y Guillermo Cetrangolo; los latinoamericanos Mariano Morínigo y Juan José Arévalo; los españoles Lorenzo Luzuriaga (pedagogo) y Clemente Hernando Balmori (lingüista); Roger Labrousse (filósofo francés) y los italianos Renato Treves (filosofía del derecho), Gino Arias (economista), Alessandro Terracini (geometría analítica), y muchos otros (como Ferdinando Baldini, químico) cuyos itinerarios académicos no son fáciles de desentrañar. En 1939 llegaron las dificultades económicas y otras, más intensas, de orden ideológico, con el cuestionamiento a 229
El filósofo español Manuel García Morente llegó a mediados de 1937. Fue director del Departamento de Filosofía y Letras e introdujo reformas que permitieron organizar la variedad de disciplinas que aquel comprendía.
Prebisch por la radicalidad de sus ideas. Desde 1940, la política del Gobierno nacional fue derivando hacia el más duro conservadurismo, no toleró la liberalidad de este rectorado y provocó su fin con la intervención Casaux Alsina (decreto del Presidente Ortiz del 31 de enero de 1940). En abril se reabrió un nuevo tiempo de legalidad y creatividad con los rectorados del Dr. Adolfo Piossek y del Ing. José Sortheix, elegidos por las asambleas universitarias de 1940 y 1942, respectivamente, para periodos de cuatro años que no llegaron a cumplir. Eran personalidades de gran prestigio en la Universidad y en Tucumán. El rector Piossek, pese a los magros recursos presupuestarios, procuró consolidar la estructura heredada, y creó el Instituto de Medicina Regional y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, base para la futura Facultad de la especialidad. A los seis meses de la toma del poder por los militares golpistas, el rector Ing. Sortheix fue desplazado el 30 de diciembre de 1943 por la intervención de Santiago de Estrada, a quien le siguieron otros dos interventores, hasta llegar a la acefalía de 1945. Se repetirá el método en mayo de 1946, tras un breve intermedio de legalidad. En 1945, demostrada la esterilidad del intervencionismo como recurso de gobierno, se impuso la necesidad de regresar a la legalidad del Estatuto de 1924. En abril de 1945 la Asamblea Universitaria elige al filósofo Dr. Alberto Rougés. Su inesperada muerte el mayo siguiente privó a la UNT, a Tucumán y a la universidad argentina del vuelo que habría dado a su desempeño aquella personalidad de singular inteligencia, calificado como el filósofo más destacado que Hispanoamérica hubiera dado hasta entonces. Elegido de inmediato, el médico Dr. Prudencio Santillán se desempeñó como rector hasta mayo del 46, cuando cesó ante la intervención dispuesta por el presidente de facto, Gral. Edelmiro J. Farrell.
El fraccionamiento de la gestión de gobierno de la UNT a partir de 1940 (cuatro rectores estatutarios y 6 interventores), impidió cualquier gestión coherente y duradera. En esos siete años, tan distintos de los anteriores, los rectorados de Piossek y Sortheix (entre 1941 y 1943) y de Rougés y Santillán (que apenas cubren 339 días entre 1945-46) marcaron un tiempo constructivo, de sana administración y de convivencia democrática. El clima político y las decisiones del gobierno, que derivaron en el más extremo conservadurismo, y luego de 1946, el Gobierno peronista, influyeron en la vida universitaria. La identificación cuasi oficial del Gobierno del vicepresidente Castillo y la del posterior Gobierno militar, surgido en junio de 1943, contra los intereses de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial desató desavenencias en todas las universidades del país: lo que hasta entonces se limitaba a la problemática universitaria se proyectó hacia antinomias más generalizadas. De ello da cuenta el manifiesto publicado en los principales periódicos del país el 15 de octubre de 1943, mediante el que un numeroso grupo de personalidades argentinas peticionó la revisión de la política de neutralidad3. La organización estudiantil nacional (FUA) discrepó con las disposiciones del gobierno nacional y las simpatías oficiales en política exterior; la organización estudiantil local (FUT) hizo lo propio respecto de la orientación de los interventores federales en la Provincia de Tucumán y de los designados por el PEN en la UNT. Desde 1943 fueron frecuentes las detenciones de dirigentes estudiantiles de la FUT, lo que después se legalizó por medio de la figura del “desacato a la autoridad”. Tiempo después, consolidado el Gobierno surgido de las elecciones de 1946, la Universidad pierde su autonomía al quedar sometida a la dependencia del PEN de la época (fuerte y de corte autoritario) a través del Ministerio de
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Educación, por efectos de la Ley 13.031 sancionada por el Congreso Nacional el 26 de septiembre de 1947. El repaso de los acontecimientos y del pensamiento que alentó a la generación que fundó y organizó la UNT, y de la que le siguió, en esas primeras cuatro décadas de vida, muestra una cierta unidad en sus propósitos últimos, en lo profundo, aun cuando en la superficie de los hechos pudieran verse divergencias y hasta antagonismos. Los hombres de la Generación del Centenario involucrados en la fundación, sostenimiento y organización de la Universidad de Tucumán constituyeron un grupo de adelantados unidos por una concepción de la vida social basada en el “progreso”, en tanto herederos o admiradores de los avances de la ciencia y de la técnica. Los continuadores, luego de 1929 y hasta mediados de los ‘40, contemporáneos de grandes cambios y crisis avanzaron su pensamiento imaginando la necesidad de un replanteo de los valores sobre los que cabría organizar al mundo moderno. Hoy, al interpretarlas, podemos reunirlas, fundiéndolas, como si se tratase de una misma y consistente tradición histórica –en lógica sucesión con cambio– porque entre los aportes de las gobiernos de Terán, de Prebisch, de Ayala y de los otros cuatro rectores estatutarios primaron unos valores superiores hasta hacer de la Universidad la obra de dos generaciones. Unidos por una cultura común, se propusieron resolver con total honestidad y responsabilidad cívica las problemáticas propias de la fundación y consolidación: el destino de la Universidad, de la comarca que habitaban, el sentido de la vida en sociedad, la democracia, la educación y la cultura. Un testigo calificado de todas las épocas, el ingeniero civil don Custodio Soria Bravo, se expresaba en los párrafos finales de su mensaje enviado a la “Comisión de Homenaje a la Reforma Universitaria en su 70 Aniversario”, respec-
to de la continuidad entre tales etapas: “En Tucumán los rectorados reformistas del Dr. Julio Prebisch, que señalan la extraordinaria labor cumplida por el Dr. Juan B. Terán al frente de la Universidad, reformulan programas, insertan nuevas y valiosas creaciones logrando elevar los niveles de la enseñanza en el orden primario, secundario y universitario en un clima de convivencia democrática y de libertad, que no siempre fue bien interpretada, ni aceptada por los gobiernos […] Sin embargo, el cambio a que se hace referencia más adelante, y la vivencia de este, aparejó una superación que los hechos y el tiempo resaltaron de manera indubitable y que obliga a su reconocimiento”. Hoy estas tradiciones constituyen una referencia orientadora para la docencia, la investigación y la extensión. La UNT ha logrado un proceso de acumulación intelectual y material de sorprendente magnitud que le da una impronta singular y la potencialidad suficiente para lograr un futuro cada vez más auspicioso. Así, integra el grupo de las denominadas “universidades grandes”, en el que se incluyen solo cinco o seis de las cincuenta y cinco universidades nacionales. La Universidad de Tucumán se ha desarrollado, a lo largo de sus 102 años, apoyada en un sentido cívico con énfasis en lo regional. Impreso en ella desde su origen y enriquecido durante su primera marcha (más las luces aportadas posteriormente por rectores y académicos de singular actuación, de entre los cuales es menester recordar al insigne rector Eugenio Flavio Virla), ha llegado hasta el presente como el marco que encuadra su misión y el ejercicio de sus funciones académicas. 1. Ediciones del Solar, 1987, Bs.As., en p. 16. 2. Según la tradición, esta tarea fue costeada y organizada por el Centro de Estudiantes de Ingeniería. 3. Toymbee, Arnold. La guerra y los neutrales, Edit AHR, Barcelona, 1958, p. 169.
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LA OBRA DE EDUCACIÓN SUPERIOR DE LOS DOMINICOS
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a Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) es la primera institución de educación superior privada de la provincia y la única fundada por la Orden de Predicadores en Argentina. Además de proporcionar una formación profesional en las ciencias, artes y técnicas, incluye la formación humanística inspirada en la fe católica. Su enseñanza está orientada a la integración sistemática del saber que tiene como expresión máxima la interdisciplinariedad. La UNSTA es una institución sin fines de lucro organizada con la forma jurídica de asociación civil, por lo que sus ingresos son reinvertidos para el cumplimiento de las actividades de docencia, investigación y extensión. La casi totalidad de los recursos son de carácter arancelario. Su origen se remonta a 1949, cuando el Convento de Santo Domingo acoge los Cursos de Filosofía Tomista en un clima de florecimiento cultural. Este espacio, que había sido creado para plantear interrogantes sobre los temas esenciales del hombre y su quehacer, en los hechos pasó a la historia como el punto de partida de una tradición educativa inspirada en la búsqueda y el encuentro con la verdad. En 1959, el Honorable Consejo Académico de la Universidad Católica de Córdoba aprueba la anexión del Instituto Universitario Santo Tomás de Aquino (IUSTA), cuyo primer rector fue el fray Alberto Quijano. En esta instancia, frailes dominicos y laicos colocan las piedras fundamentales
para la formación de la universidad, que es reconocida en 1965 por el Decreto 6.257 del Poder Ejecutivo Nacional, instrumento que lleva la firma del presidente Arturo Umberto Illia. En ese entonces formaban parte de la UNSTA las facultades de Humanidades, de Economía y Administración, de Derecho y Ciencias Sociales, y de Ingeniería Industrial, amén del Departamento de Extensión. En 1970 comienza el nuevo período con la recepción del legado del Convento del Santísimo Rosario, que se convirtió en claustro universitario. Los intereses académicos de la UNSTA se expandieron en forma constante durante su medio siglo de vida: 25.000 egresados dan fe de ello (en 1983 incorpora su primera oferta de posgrado, la Maestría en Informática). El Plan Estratégico 2013-2017 enuncia la pretensión de hacer una universidad nueva fundada en su propia historia, pero que dé respuesta a los requerimientos que el siglo XXI está demandando. En el presente, la UNSTA ofrece 26 carreras y sus cátedras se desarrollan en cuatro sedes: la histórica propiedad de San Miguel de Tucumán (dispone de un anexo contiguo para la Biblioteca, la Editorial y el Instituto de Investigaciones Históricas), Concepción, Buenos Aires y el moderno campus de 16 hectáreas ubicado en Yerba Buena. Esta actividad incesante de adecuación a los nuevos tiempos, y necesidades de la provincia y de la región se desarrolla en comunión con su espíritu fundacional: “Educación integral para el hombre integral”. 232
Arriba: Campus de Yerba Buena. PABLO CASEN
Abajo: Sede del Convento de Santo Domingo. PABLO CASEN
UN ÁMBITO ACADÉMICO PARA LA TÉCNICA Y LA TECNOLOGÍA
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a Universidad Tecnológica Nacional desembarcó en Tucumán en 1954 mediante la creación de la Facultad Regional con sede en la Escuela Normal Mixta Juan Bautista Alberdi (en 1968 se trasladó al emplazamiento actual de la calle Rivadavia 1.050 de la capital). El primer decano fue Virgilio Heredia, quien era uno de los principales jefes de los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo. Hasta la década de 1970, la mayoría de los estudiantes provenía de las escuelas técnicas y de los talleres taficeños mencionados. Con la función específica de crear, preservar y transmitir la técnica y la cultura universal en el campo de la tecnología, se trata de la única universidad del país cuya configuración académica coloca a las ingenierías como objetivo central. Esta institución pública federal tiene, en el presente, 29 facultades regionales, un instituto superior y un centro de estudios distribuidos en todo el territorio nacional. El punto de partida fue la intención de capacitar al personal llamado a trabajar en las industrias argentinas. El antecedente de ese empeño es la Ley 13.229, de 1948, que implantó la especialización técnica en la Universidad Obrera Nacional. Al egresado se le otorgaba el título de ingeniero de Fábrica en las especialidades correspondientes. Para ingresar a este ciclo educativo se exigía el desarrollo de una actividad laboral afín con la carrera elegida. Durante los años 70, “La Tecnológica”, como se denomina coloquialmente a la Facultad Regional Tucumán, sufrió los avatares de los sucesos políticos, sociales y económicos
que conmovieron al país. Entonces ya se había consolidado el movimiento estudiantil que buscaba mayor participación en las instancias de gestión de la casa de altos estudios. En esta década asume como decana interventora la ingeniera María Isabel Jiménez, que propone llevar la universidad al interior de la provincia. Sin embargo, este proyecto queda trunco con su destitución, y posterior secuestro y desaparición. El restablecimiento de la democracia encuentra a la Facultad sumida en dificultades de infraestructura que recién empezarán a ceder entre finales del siglo pasado y comienzos del nuevo milenio, cuando las demandas tecnológicas auspician el renacimiento y la renovación del modelo universitario concebido para el perfeccionamiento de los obreros fabriles. “La Tecnológica” ofrece formación en cinco ingenierías (Civil, Eléctrica, Electrónica, Sistemas de Información y Mecánica) y un menú amplio de tecnicaturas, además de títulos de posgrado, cursos regulares y programas de investigación. Se trata de un órgano académico que en los últimos años incrementó su inserción en la comunidad a partir de aportes tecnológicos concretos y de actividades de extensión como la creación del Centro Cultural Ingeniero Juan Carlos Recalcatti y la Semana de la Ingeniería inagurada en 2008 por el actual decano, Fabián Soria. En 2014, la Facultad Regional Tucumán obtuvo la acreditación máxima para las carreras de Ingeniería, logro que coronó varias décadas de esfuerzo.
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Fachada e interior de “La Tecnológica”. PABLO CASEN
SAN PABLO-T, PROYECTO UNIVERSITARIO DEL SIGLO XXI
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a Universidad San Pablo-T (USPT) nació con el nuevo milenio con el propósito de llevar a la práctica las convicciones de la sociedad del conocimiento. La USPT es la primera universidad privada laica del Noroeste argentino y la primera universidad argentina creada en el siglo XXI. Este proyecto ligado a la vida empresaria reivindica como ejes de trabajo la calidad, la tradición emprendedora, la promoción de los mecanismos de control de la gestión, y la generación de un entorno dinámico en el que se integren los recursos y servicios que dan soporte al aprendizaje, la investigación, el desarrollo y la cultura. Fundada por Catalina Lonac, presidenta de la Fundación para el Desarrollo, la San Pablo-T despliega sus actividades en tres importantes inmuebles: el campus ubicado en el casco del ex ingenio San Pablo, la Casa Nougués y el ex Hotel Plaza, todos edificios con inmenso valor patrimonial (en el palacete de la calle 24 de Septiembre funciona el centro cultural de la universidad). En el conjunto se destaca el Jardín Botánico que combina riqueza vegetal con capital histórico, en tanto el diseño original data de comienzos del siglo XX y lleva la firma del prestigioso arquitecto Carlos Thays. Inspirado en el trazado aparentemente aleatorio característico de “jardín inglés”, la obra tiene como elemento central el gran gomero que la reina Victoria de Inglaterra obsequió al presidente Julio Argentino Roca, quien a su vez se lo entregó a su amigo, Luis F. Nougués.
La casa de educación superior privada brinda títulos de grado en 16 disciplinas distintas e imparte maestrías en Políticas y Gobierno, en Administración de Empresas y en Derecho Parlamentario, además de una Especialización en Caña de Azúcar única en América Latina (la definición de los posgrados responde a un estudio minucioso del mercado laboral). Este menú se complementa con diplomaturas (en Salud Pública y en Gestión y Dirección de Servicios de Salud), cursos de actualización y tecnicaturas. En simultáneo, la San Pablo-T impulsa la investigación en las áreas de las Ciencias Sociales, la Política y la Cultura, el Diseño, y la Salud y la Calidad de Vida. La USPT alberga en su seno al Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA), ámbito de divulgación de conocimiento dirigido a los sectores productivos y a la sociedad en general. El Centro de Tecnología Disruptiva (CTD), por su parte, se ocupa del desarrollo de innovaciones que supongan cambios radicales en la vida de la sociedad. En 2016 y con motivo de la celebración del Bicentenario, la institución incorporó una Reserva Natural. Se trata del primer proyecto de este género a cargo de una universidad privada. Concebida como “un aula a cielo abierto”, la Reserva Natural ocupa un territorio de más de 900 hectáreas, y busca resguardar para las actuales y futuras generaciones el patrimonio biológico, paisajístico, cultural y arquitectónico de los faldeos de la Sierra de San Javier. 236
Casona del ex ingenio San Pablo reutilizada como edificio de la Universidad San Pablo-T (campus). MARTĂ?N PALERMO Y SAN PABLO-T
LA CIENCIA QUE SUPIMOS PRODUCIR JULIO MARENGO
Invenciones, descubrimientos y aportes concretos salieron de los laboratorios y de las “cabezas” decididos a investigar, pese a las condiciones adversas. Tucumán tiene orgullos para lucir en el mundo, como la centenaria Estación Experimental. Falta conciencia sobre el valor de este potencial y las posibilidades de explotarlo.
JULIO MARENGO Es egresado del Instituto Técnico de la Universidad Nacional de Tucumán (promoción 2003). Luego, cambió las ciencias duras por las ciencias sociales, y comenzó sus estudios universitarios en la carrera de
e institucionalizada en la provincia. Sí pretende, en cambio, transformarse en una invitación a todos los organismos que representan a la ciencia tucumana a que tomen la decisión de recopilar y difundir sus éxitos, entendiendo que solo de ese modo se podrá vigorizar la autoestima colectiva y que seguramente inspirará nuevos talentos. Como dijo en 2006 el fallecido microbiólogo Guillermo Oliver, el padre creador de la “leche Bio”, en declaraciones al diario La Gaceta: “La única satisfacción que tenemos es que hemos demostrado que desde Tucumán se pueden hacer cosas importantes, pero tienen que darse circunstancias especiales: que haya gente con convicciones firmes, y que, por encima de lo personal, siempre esté el país”. POR NECESIDAD Y URGENCIA La ciencia tucumana nació por necesidad y urgencia. El auge de la principal –y prácticamente única– agroindustria de la provincia, la azucarera, comenzó a opacarse rápidamente a finales del siglo XIX y principios del XX cuando la variedad de caña criolla –el único cultivo utilizado por ese entonces– ya no proporcionaba los rindes esperados, y era azotado por enfermedades que se expandían y se volvían incontrolables. Por iniciativa del industrial, y en ese entonces senador nacional Alfredo Guzmán, se fundó, en 1909, la Estación Experimental Agrícola de Tucumán, hoy Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC). El objetivo era contar con un organismo capaz de generar y aplicar el conocimiento de la época para rescatar a la raquítica actividad productiva que en 1914 ya había llegado a niveles desesperantes: las dos campañas subsiguientes habían sufrido pérdidas de hasta un 80% por el virus del mosaico.
Ciencias de la Comunicación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán. Durante el verano 2008-2009 realizó su primera pasantía en el diario La Gaceta, donde se desempeña en la actualidad.
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Museo de la Industria Azucarera Obispo Colombres en el parque 9 de Julio. IDEP
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scarbar en la historia de la investigación científica de Tucumán no puede más que traernos a las manos una inyección de autoestima. Una pieza de un rompecabezas nada fácil de armar porque la buena costumbre de sistematizar en memorias y difundir los logros alcanzados no es una de las materias predilectas de las instituciones que llevan la ciencia como punta de lanza para generar los cambios productivos, sociales, culturales, políticos y un enorme etcétera. A modo de ejemplo, sirve la siguiente anécdota: para confeccionar su tesis de maestría “La investigación científica y tecnológica en la Universidad Nacional de Tucumán entre 1914 y 1951”, el profesor Roberto Tagashira1 tuvo que desgranar cada uno de los legajos de los docentes universitarios en ese período y filtrar aquellos que se hayan dedicado a la investigación. Se sorprendió al ver que ni siquiera estuviesen clasificados por fechas, de manera tal que el dossier de un tal Juan B. Terán podía estar exactamente al lado de otro docente del mismo apellido, pero que trabajara en el momento de la recopilación de los datos para la tesis, es decir, en el año 2000. La necesidad de compilar las memorias universitarias cristalizó solo en 2006, en las puertas del Centenario de la Universidad Nacional de Tucumán, cuando se realizó el “I Congreso sobre la Historia de la Universidad Nacional de Tucumán”, encuentro que tuvo su segundo capítulo en 2010. El presente texto no pretende dar exhaustiva cuenta de todos los laureles que incorporaron a Tucumán en el mapamundi de la ciencia, sino que será un recorrido veloz por aquellos logros científico-tecnológicos que más resonaron en los poco más de 100 años de investigación sistematizada
Fue un golpe certero: en 1919, la EEAOC había logrado reanimar la actividad tras haber introducido y IDEP ensayado un conjunto de variedades de caña importadas de Java (Indonesia), denominadas POJ, con las que logró rindes extraordinarios para las estadísticas locales. La experiencia obtenida tras la inserción de las nuevas variedades y el rápido reemplazo de la caña criolla despuntaron el prestigio no solamente local sino también nacional e internacional de la Estación: en 1920 logró salvar de sendas crisis a la industria azucarera de Estados Unidos y a la de España, por ejemplo. En 1910, la institución de gestión público-privada había comenzado los ensayos para desarrollar variedades propias, “tucumanas”, de caña de azúcar; en 1940, un hongo afectaba los cañaverales, en su totalidad sembrados con variedades POJ, y fue ahí donde llegaron al rescate las cañas TUC. La Estación Experimental fue la primera institución científica de la provincia y la primera en su tipo en todo el país. Desde su fundación fue convirtiéndose en un centro indispensable de referencia dedicado de manera sistemática a introducir, desarrollar y difundir nuevos cultivos de caña, citrus y granos en la provincia, con la misión de optimizar los procesos y conseguir la mayor eficacia posible. Entre los logros que salieron de sus laboratorios y campos de experimentación científica figuran el haber convertido a Tucumán en el principal productor de limones del mundo; promover la diversificación de cultivos y desarrollar la primera soja resistente al glifosato que haya salido de una entidad pública argentina, bautizada como Munasqa RR, Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres.
entre muchos otros hitos históricos. Pura ciencia aplicada a la actividad productiva, la visión de Guzmán se cumplió con creces en los 107 años que lleva de historia la EEAOC. Un testigo de los últimos 35 años de la Estación es el ingeniero químico Gerónimo Cárdenas, quien hoy, pisando los tres cuartos de siglo de edad, coordina el Programa de Bionergía de la institución. Desde julio de 2014, además, integra el directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Su orgullo por la Estación es inocultable. La ha visto progresar; ha disfrutado el respeto que tiene por ella la comunidad científica y también ha observado cómo “titanes” de la investigación se retiraban de sus laboratorios tras alguna visita con una formidable expresión de sorpresa por la tecnología que opera ese centro de referencia. De los numerosos logros de la institución le pedimos que seleccionara tres, pero él no cree necesaria la modestia. “La verdad, con tres hitos nos quedamos cortos. Voy a mencionar al menos seis”, replicó. 1. El Proyecto Vitroplantas. El proceso de introducción, prueba, desarrollo y posterior transferencia de nuevos cultivos a partir de una variedad que no se utiliza en una zona determinada puede tomar varios años, incluso más de una década, tiempos insostenibles para el sistema productivo actual. Desde 2001, la EEAOC la puso en funcionamiento el Proyecto Vitroplantas específicamente para el cultivo de la caña, lo que permite agilizar los tiempos de desarrollo realizando ensayos de semillas en frascos de vidrio y no en los campos de experimentación. Ello permitió dar solu-
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ciones rápidas a los problemas que surgieron en esta agroindustria. 2. La generación de toda la tecnoEEAOC logía de la producción citrícola. Cárdenas pone énfasis en la palabra “toda”: introducción de nuevas variedades, fertilización, técnicas de cultivo, poda, control de enfermedades... el sistema tucumano se apoya 100% en los conocimientos creados en la Estación. Hace algunos años se sumó, además, la posibilidad de determinar en los laboratorios con avanzadas técnicas la presencia de pesticidas en el fruto, paso fundamental para sostener la calidad y el precio del limón que se exporta. Hasta antes de contar con esa tecnología en el lugar de origen, los exportadores debían pagar a terceros por ese servicio en el exterior. 3. El desarrollo de las variedades de soja resistente al herbicida glifosato, con la variedad Munasqa RR como estandarte. Fue desarrollada por el proyecto de Mejoramiento Genético de Granos de la EEAOC e incrementó notoriamente los rindes en Tucumán, en toda la región NOA y en otras áreas del país. En Bolivia, Munasqa RR llegó a ocupar casi un 70% de su área sojera. También se ha logrado introducir en Paraguay, Brasil y ahora en Sudáfrica. 4. Papa semilla. La EEAOC desarrolló el cultivo de la papa semilla en los valles de altura de Tucumán, transformándola en la primera área diferenciada productora de papa semilla en el país. El trabajo comenzó en 1968 con la llegada del genetista foráneo Edward Viirsoo, quien vislumbró en el Valle del Tafí una zona única para el cultivo de la papa. Dos años después, la Estación instaló un campo para trabajar con esa Nuevo laboratorio de la Estación Experimental inaugurado en julio de 2012.
papa semilla, en tiempos en los que la Argentina la importaba desde Holanda. Toda la tecnología para la expansión del cultivo en altura fue generada por la Estación. Ahora esos conocimientos siembran los campos de Las Estancias (Catamarca) y Malargüe (Mendoza), por ejemplo. 5. Laboratorios de punta. Según el ingeniero Cárdenas, sólo en el Laboratorio de Química de la EEAOC se pueden hacer 560 determinaciones de distinta índole y complejidad. “Tenemos el laboratorio de más alta complejidad después del Senasa”, destaca el investigador. Ese fue otro de los hitos que propulsaron los trabajos de la Estación. 6. Bioenergía. La Estación Experimental, desde el programa que coordina Cárdenas, estudia nuevos métodos de aprovechamiento de los residuos agroindustriales para generación de energía renovable y para avanzar hacia la paulatina disminución del uso de las no renovables en los entornos fabriles. También supervisa la producción de alcohol combustible (bioetanol) a partir de la caña de azúcar, componente que se mezcla con las naftas para el funcionamiento de vehículos y reduce el uso de combustibles obtenidos a partir del petróleo. El doctor William Cross, quien condujo la Estación Experimental entre 1920 y 1946, fue el primero en hablar de esta posibilidad; hoy, un equipo entero trabaja en este tema y la institución cuenta con el único laboratorio oficial autorizado para realizar todas las determinaciones del alcohol combustible. Para el epílogo, Cárdenas rescata una disciplina que sobrevuela desde sus inicios todas las actividades de la Estación: la vieja costumbre de escribir anualmente las memorias de la institución y sistematizar todos los conocimientos obteni-
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Miguel Lillo. LA GACETA
dos en una tarea archivística impecable. Una costumbre heredada, según el propio químico, de los primeros científicos que desembarcaron en la Estación. “En 107 años de trabajo, los investigadores han probado innumerables cultivos, técnicas, etcétera. Tener un archivo y unas memorias ordenadas es la única manera de no hacer algo que ya se haya hecho y que no haya funcionado. También es la forma de retomar o continuar proyectos que muchas veces trascienden la vida de un investigador o de un equipo de investigadores. La Estación no podría ser lo que es si no fuera por esta imprescindible tarea de escribir las memorias”, reflexionó. LA IMPRONTA DE WÜRSCHMIDT Con la Estación Experimental dando sus primeros pasos, el 25 de mayo de 1914, el Dr. Juan B. Terán funda la Universidad de Tucumán, nacionalizada recién en 1921 (UNT, en adelante). “Nacidas ambas en el mismo momento histórico y contexto social (…), no se avanzó en forma conjunta para realizar investigación científica y tecnológica de carácter regional”, apunta Tagashira en su tesis de maestría. En concordancia con las de sus pares nacionales, la naciente universidad tenía una orientación profesionalista antes que científica, enfocada más en formar profesionales que investigadores. El primer desembarco científico en los claustros de la UNT se produjo recién en 1925, cuando el profesor alemán José Würschmidt aceptó instalarse en la provincia para ocupar un puesto en la casa de altos estudios. Fue él quien montó los primeros laboratorios de enseñanza experimental, brindó conferencias de divulgación, dictó
clases y también realizó tareas de investigación especulativa. “Hasta mediados de la década de 1930, la producción científica más notable de la institución se había originado en los trabajos del profesor Würschmidt en física, y en los de Miguel Lillo y sus discípulos en el campo de la botánica y la zoología”, refiere Tagashira. El nuevo perfil que paulatinamente fue adquiriendo la Universidad a partir de la llegada de Würschmidt y el posterior apoyo a la investigación más allá del campo productivo se hicieron notorios con un hito que goza de menos difusión de la que merece: los profesores Chernuschi y Terracini editaban desde 1940 la Revista de Matemática y Física Teórica; en su segundo número participó nada menos que Albert Einstein, quien publicó un artículo inédito con avances sobre su Teoría de la Relatividad, titulado: “Demostración de la no existencia de campos gravitacionales sin singularidades de masa total no nula”. EL CONICET Y UN GRITO INTERNACIONAL En febrero de 1958 el Estado argentino crea el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología. Su entrada en el medio marca un antes y un después en la historia científica del país, y de cada una de las provincias en las que se vincula con las universidades locales para la sistematización de la investigación científica. El organismo brinda el andamiaje en la creación de conocimientos en cuatro grandes áreas: Ciencias Agrarias, Ingeniería y de Materiales; Ciencias Biológicas y de la Salud; Ciencias Exactas y Naturales; Ciencias
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Guillermo Oliver: “la única satisfacción que tenemos es que hemos demostrado que desde Tucumán se pueden hacer cosas importantes, pero tienen que darse circunstancias especiales: que haya gente con convicciones firmes, y que, por encima de lo personal, siempre esté el país”.
Sociales y Humanidades. En Tucumán, el Conicet se organiza en trece unidades ejecutoras, creadas progresivamente entre 1976 (Centro de Referencia para Lactobacilos, Cerela) y 2015 (Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria, Inbiofal). De las trece, diez están vinculadas a las Ciencias Naturales. El silencioso trabajo de los investigadores locales se transformó en un estruendoso grito de victoria cuando, a fines de la década del 80, salió la “leche Bio” de los laboratorios del Cerela que había contribuido a forjar la científica Aída Pesce de Ruiz Holgado. Para el año 84, los médicos del sistema público de salud imploraban a los científicos una solución para la desnutrición y la diarrea, que había disparado estrepitosamente las tasas de mortandad infantil en los hospitales. Durante cinco años trabajó sin descanso un equipo de bioquímicos y biotecnólogos comandado por el profesor Guillermo Oliver, consagrado como el padre de esa leche que curaba en quince días diarreas de un año. En el 89, el Conicet llamó a licitación pública para que empresas lácteas fabricaran a escala comercial el producto, convocatoria a la que solo respondió SanCor. Rápidamente la familia Bio se instaló en las góndolas de los supermercados de toda Latinoamérica y el propio Oliver se sorprendió cuando supo que su invento había llegado hasta Finlandia. Al igual que en sus inicios, la ciencia tucumana se había catapultado por necesidad y urgencia. DIEZ HITOS 1. Biotecnología. Es tal vez el área en la que mayor transferencia de conocimientos haya logrado nuestra
provincia. Luego del éxito internacional que significó la creación de la “leche Bio”, el Cerela continuó firme en sus investigaciones con lactobacilos. Productos como Bioflora (probiótico reconstituyente de la microbiota intestinal) y ActioFerm (fermentos autóctonos para yogur y quesos) tuvieron también gran trascendencia. Uno de los últimos hallazgos del Cerela, en 2015, fue Ternebio, una especie de “leche Bio” para terneros que equilibra la microbiota intestinal de los animales, y previene infecciones y diarreas neonatales. 2. Microbiología. En 2015, científicos tucumanos descubrieron una cepa bacteriana resistente al arsénico, un elemento químico venenoso que contamina el agua en vastas regiones de la Argentina y en algunas zonas de Tucumán. Un equipo de investigadores de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi, dependiente de Conicet Tucumán), encontró que la cepa AE038-8 de la bacteria Brevibacterium linens puede vivir en entornos con exceso de arsénico, un hallazgo que forma una sólida base para futuros desarrollos de técnicas o dispositivos de potabilización, según explicó la doctora Marcela Ferrero, coordinadora de la investigación. El hidroarsenicismo crónico regional endémico (Hacre) es una enfermedad común de las poblaciones que conviven en ambientes o consumen aguas contaminadas con arsénico, y en algunos casos puede ocasionar lesiones en órganos internos y cáncer. 3. Ciencias Naturales. En 2015, científicos de la Facultad de Ciencias Naturales y el Instituto Miguel Lillo (UNT) recibieron el Premio Arcor por un proyecto de elaboración de alimentos funcionales a partir de un fruto nativo,
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Ilustraciones de flora, Universitas Nationalis Tucumanensis, Fundación Miguel Lillo. Erythrina Crista Galli “ceibo”; Echinopsis Shaferi “cardón”; Jacaranda Mimosifolia “tarco”; Puya Weberiana “flora” SOLANA PEÑA
el chilto. “Se trata de un fruto que crece en las Yungas del NOA (Tucumán, Salta y Jujuy) y que ha sido consumido durante muchos años por poblaciones ancestrales. Tiene un elevado contenido de vitamina C, carotenoides y compuestos fenólicos, lo que lo convierte en un producto con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias”, explicó María Inés Isla, investigadora a cargo del proyecto. 4. Medicina. En la Facultad de Odontología de la UNT, un equipo de científicas coordinadas por las docentes e investigadoras Liliana Missana y María Victoria Jammal diseñaron una biomembrana maleable que estimula las células y produce la regeneración de hueso en pocas semanas. El biomaterial diseñado por las científicas tucumanas, que se dio a conocer en 2015, se apoya en la combinación de dos proteínas, la paratohormona y el colágeno, presentes en la estructura ósea. El hallazgo, que se encuentra en etapa preclínica y está siendo ensayado exitosamente en animales, podría convertirse en una solución potable para los casos de pérdida considerable de hueso, sea por accidentes o por intervenciones quirúrgicas, como la extracción de tumores. El material está en trámite de patentamiento en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) con el nombre de Regebone. 5. Innovación. En 2009, estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional –Facultad Regional Tucumán– ganaron el Concurso Nacional de Innovaciones (Innovar) con su Prótesis Mioléctrica, un brazo postizo electromecánico que reproduce las principales funciones de la mano y que se acciona mediante señales mioeléctricas obtenidas a partir de contracciones musculares voluntarias del individuo. La invención se quedó con el primer premio en la categoría Producto Innovador y en su momento generó entusiasmo porque podría ser una solución para los casos de amputaciones accidentales o quirúrgicas de extremida-
des. Los creadores no avanzaron en el desarrollo, por lo tanto quedó en fase prototipo. 6. Visión humana. En 2006, un equipo de investigadores del Departamento de Luminotecnia, Luz y Visión (Conicet-UNT), coordinados por Elisa Colombo, patentó el sistema Vistuc, una tecnología de bajo coste que evalúa la sensibilidad del ojo al contraste, y sirve para detectar cataratas en estadios tempranos. Esto permite medicar tempranamente a pacientes con presión ocular (glaucoma) y, también, realizar el seguimiento de distintas operaciones refractivas. El invento asimismo obtuvo un premio Innovar. 7. Agronomía sustentable. Tras una investigación de más de quince años, un equipo de investigadoras del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio, de doble dependencia Conicet-UNT) comprobó que la raíz de yacón, un tubérculo originario de la América andina, ayudaría a perder peso y a disminuir la grasa abdominal. Los conocimientos ancestrales de los pueblos andinos le atribuyen al yacón múltiples beneficios e incluso la ciencia ya había comprobado sus propiedades antidiabéticas en una primera investigación impulsada por este mismo grupo de investigadoras; en 2015, el equipo liderado por la científica Sara Sánchez, que continuó con sus estudios del yacón, difundió con orgullo una nueva propiedad de la planta, que podría convertirla en base para un suplemento dietario en la lucha contra la obesidad. Sánchez explicó que los compuestos del tubérculo favorecen la liberación de un tipo de hormonas que actúan en el centro de la saciedad reduciendo el apetito, en el páncreas mejorando la producción de insulina y en el metabolismo lipídico reduciendo la acumulación de tejido adiposo. En Perú, donde está más difundido el uso de esta milenaria planta, la empresa Daida ya fabrica y comercializa chocolates compuestos con un 70% de cacao y 30% de yacón; en su publicidad destaca su 244
Recreación de un dinosaurio en el Museo Miguel Lillo de Ciencias Naturales. SOLANA PEÑA
capacidad de reducir el azúcar en sangre, algo así como un “chocolate antidiabético”, por paradójico que eso suene. 8. Investigadores de la UNT, el Conicet y la Estación Experimental dieron a conocer en 2011 un bioproducto que opera como una especie de “vacuna vegetal” para proteger cultivos sin usar agentes químicos potencialmente contaminantes. A esas tres instituciones públicas se sumó la empresa privada Biagro, que será la encargada de producir a escala industrial una línea de productos denominada con el nombre genérico ISDV (Inductores de los Sistemas de Defensa Vegetal). En 2014, la Estación Experimental anunció formalmente que lanzaría al mercado este bioinsumo tendiente a aumentar la sostenibilidad del sistema productivo; por ser de origen natural, al caer al suelo estos productos se biodegradan, a diferencia de los sintéticos, que permanecen, contaminan y alteran el ecosistema. En términos generales, se trata de compuestos que estimulan el sistema natural de defensa de las plantas, de la misma manera que operan las vacunas en el organismo de los animales. 9. Economía. El Instituto de Investigaciones Económicas de la UNT (Inveco) fue creado en 1960. Víctor Elías, doctor en Economía y profesor emérito de la Universidad, fue uno de sus más fervientes impulsores y todavía dirige investigaciones en esa institución. El trabajo del Inveco se concentra en la investigación empírica de la economía: las fuentes del crecimiento económico, los generadores cíclicos de la economía argentina y la determinación de las crisis, el seguimiento de las variaciones de la cantidad de dinero y la economía de la política son las grandes áreas en las que más se viene trabajando en los últimos treinta años, enumeró el profesor. Las investigaciones del Instituto y los científicos que nuclea han conseguido premios nacionales e internacionales, y algunos de sus aportes a esta ciencia se
estudian en las principales universidades del mundo. 10. Estructuras. A comienzos del año 1996, la Corte Suprema de Justicia de la Nación convocó al ingeniero Rodolfo Francisco Danesi para colaborar con la investigación judicial sobre la voladura de la AMIA, ocurrida el 18 de julio de 1994 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Danesi, en ese momento director del Instituto de Estructuras de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT, puso a su equipo a trabajar utilizando como método la simulación computacional, para entonces una novedad en Argentina (antes, Danesi había practicado una peritación en el ámbito de la investigación del atentado contra la Embajada de Israel). Este estudio tuvo reconocimiento internacional y permitió generar un cuantioso compendio de conocimiento que se multiplicó en nuevos trabajos de investigación científica. En concreto, posibilitó calcular estructuras de instalaciones donde se trabaja con material potencialmente explosivo, como las petroquímicas, por ejemplo, y contribuyó al prestigio de la doctora Bibiana Luccioni, ingeniera civil especializada en estructuras y discípula de Danesi. Una experiencia similar aunque en otra materia fructificó este año, cuando la Organización de las Naciones Unidas dio a conocer el nuevo límite exterior de la plataforma continental argentina. El geólogo e investigador de la UNT, Florencio Aceñolaza, participó en el equipo de científicos que analizó y validó el trazado. Estos diez e interesantes hitos científicos, ¿serán suficientes, sumados a los que mencionamos antes, para apuntalar la autoestima como el “motor” para construir progreso? La confirmación —y la inspiración— nos espera siempre a la vuelta de la esquina. Seguiremos, pues, caminando. 1. Roberto Tagashira es Ingeniero, profesor de Ciencia y Tecnología en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT.
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TA L E N T O Y C R E AT I V I D A D
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Mercedes Sosa. LA GACETA
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a provincia más pequeña del país es un yacimiento insospechado de estrellas culturales, científicas y deportivas. Aquí nacieron Mercedes Sosa y Tomás Eloy Martínez: dos figuras que no necesitan presentación. Y aquí encontraron cobijo mentes brillantes atraídas por la Universidad Nacional de Tucumán, la libertad de expresión y las aspiraciones de excelencia, como el filósofo español Manuel García Morente, el físico alemán José Würschmidt y el crítico francés Paul Groussac. Las artes plásticas, la música, las letras, el teatro, la danza, la escultura y la arquitectura se enriquecieron con exponentes que alcanzaron prestigio internacional. Instituciones académicas, tanto públicas como privadas, permitieron el desarrollo de esta riqueza inmaterial que hizo célebre a Tucumán como polo cultural del norte. Esta potencia recibió un impulso decidido en las décadas posteriores a la Declaración de la Independencia, cuando Juan Bautista Alberdi se abrió paso como el compositor, abogado, pensador, ensayista y estadista más brillante de su generación. Más adelante, Lola Mora esculpió la belleza, y un enamorado de las sendas del Tafí, Atahualpa Yupanqui, las inmortalizó en zambas y vidalas. Y mientras Leda Valladares recorría los pueblos recolectando coplas y sonidos telúricos, Víctor Massuh iniciaba un itinerario filosófico sin fronteras. A las potencialidades del intelecto se unieron las del cuerpo. Deportistas de fuste en un número fascinante de disciplinas consiguieron trascender y elevarse entre sus contemporáneos. La pasión futbolera tiene aquí una fuente inagotable de estrellas: por algo San Martín y Atlético lograron sentarse entre los clubes con mayor trayectoria del país. Jugadores como Matías Kranevitter demuestran que el espíritu de superación y la cultura del esfuerzo son atributos vigentes en la provincia más pequeña del país. Otros ejemplos de ese tesón son Nicolás Sánchez, figura de Los Pumas y goleador del Mundial de Rugby 2015, y el maratonista Juan Pablo Juárez, campeón del Mundial de Trasplantados. Se trata de comprovincianos que vencieron orígenes adversos y fueron capaces de materializar sueños grandes: el cantautor Ramón Bautista Ortega y el golfista Andrés “Pigu” Romero dan fe de aquella suerte. Por eso, honrar el Bicentenario implica también rescatar esta reserva apabullante y promisoria de talento y creatividad.
N U E S T R A C U LT U R A , UN SEMILLERO SIN FIN R O B E RT O E S P I N O S A
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ucha vida, imaginación y creatividad pasaron bajo el puente desde aquel 9 de julio de 1816, cuando en la Casa Histórica de Tucumán, el secretario del Congreso, Juan José Paso, preguntó a los congresales si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Los veintinueve diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno, expresaron su voto afirmativo firmando el Acta de la Independencia. El hecho que en 1838 el gobernador Alejandro Heredia (1786-1838) inaugurara un coliseo da una idea del interés por las manifestaciones artísticas de los tucumanos. Según el historiador Manuel García Soriano, el Teatro Belgrano estaba ubicado en la actual calle San Martín, al lado de la Casa de Gobierno; era un gran salón de 16,7 metros de ancho con un techo sostenido por tirantes de madera. El teatro funcionó aproximadamente durante tres años. Uno de los primeros creadores provincianos fue Juan Bautista Alberdi (1810-1884), aunque sus inclinaciones musicales y literarias se manifestaron en Buenos Aires, adonde partiera en 1824 con una beca para estudiar en el Colegio de Ciencias Morales. Ferviente lector de Rousseau, el autor de las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina comenzó a estudiar música y les daba a sus amigos recitales de piano. En 1832 escribió El espíritu de la música, su primer libro, al que le siguió un ensayo sobre un método nuevo para aprender a tocar el piano, seleccionado en 1839 por Sarmiento como texto básico del Colegio de Santa Rosa para señoritas, en Buenos Aires. Ese
ROBERTO ESPINOSA Periodista y escritor. Autor de El Borges del jazz, El Caracol de los Sueños, Cosecha de luz, La cultura en el Tucumán del siglo XX. Diccionario monográfico, Historia de la Facultad de Medicina de la UNT,
mismo año, Alberdi comenzó a escribir críticas en “La Gaceta Mercantil” sobre la actividad musical porteña. En “La Moda”, gacetín semanal de música que fundó en 1837, empleó el seudónimo de “Figarillo”. De su producción musical se conservan pocas piezas de salón, que reflejan su época. Opositor al régimen de Juan Manuel de Rosas, en 1838 se radicó en Montevideo, donde reunió a un grupo de intelectuales que combatieron al dictador. En esa época escribió las obras de teatro La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas, que parodiaba a Rosas y a los caudillos. Ignacio Baz (1826-1887), considerado el pintor tucumano más destacado del siglo XIX, fue discípulo de Carlos Morel. Sus inclinaciones por el dibujo y la pintura se manifestaron tempranamente. Asistió a la Escuela de Estudios Preparatorios de la Universidad de Buenos Aires, donde tuvo como profesor al italiano Pablo Caccianiga. Se destacó en el arte de la miniatura y como retratista de Juan Manuel de Rosas, Juan Felipe Ibarra, Facundo Quiroga y Ángel Vicente Peñaloza. “Con Baz, la pintura hace su entrada triunfal en Tucumán, no con balbuceos infantiles, sino con la certeza y rotundidad de una mano maestra. La segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la impronta de su producción. Básicamente, responde a una personalidad de gran sensibilidad en la captación de los caracteres y los rasgos fisonómicos de los retratados. Empleaba una técnica minuciosamente elaborada dentro de las rigideces del neoclasicismo”, escribió la doctora en Artes Celia Terán. En 1859, durante la gobernación de Marcos Paz, se creó la Banda de Música de la Provincia. La Legislatura autorizó
Klecsopoemas (con Fued Amin) y Silbando Cielos (con Donato Grima). Ha compuesto música popular con Rolando Valladares, Luis Gentilini, Gerardo Núñez y Carlos Podazza.
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Fuente monumental “Las Nereidas”, de Lola Mora, en la Ciudad de Buenos Aires. PAOLO CRESTA
Tucumán es cuna de artistas de prestigio indiscutido y escenario de manifestaciones culturales trascendentes. Durante el siglo pasado, desempeñó el papel de auténtica capital de las artes del Norte. Mercedes Sosa quizá sea la joya más célebre de esta riqueza inmaterial, que incluye las letras de Tomás Eloy Martínez y las obras de Lola Mora.
Lola Mora (1866-1936) fue una tucumana cuyo espíritu caminó entre dos siglos e hizo historia. Mostró desde joven su inclinación por las artes plásticas. Se hizo conocida por sus retratos en carbonilla de los gobernadores de Tucumán desde 1853.
al Poder Ejecutivo a invertir la suma de 1.500 pesos fuertes en la compra de quince instrumentos. Pese a que en el presupuesto de la Legislatura figuraba desde 1854 la partida de dinero para crear esa Banda, pasaron cuatro años para que su primer director, el maestro Eliseo Cantón, aprestara su batuta para el primer concierto. Actualmente, se llama Banda Sinfónica y la dirige Álvaro García. Paso de gran importancia en el desarrollo educativo y cultural fue la creación del Colegio Nacional y de la Escuela Normal, en 1865 y 1875, respectivamente. El periodista José Posse (1816-1906), que había asumido el gobierno de Tucumán el 10 de abril de 1864, inauguró el Nacional el 1.º de marzo de 1865, creado el año anterior por decreto del presidente Bartolomé Mitre. Se designó rector interino a Uladislao Frías. También se fundó una academia de música y dibujo de enseñanza gratuita. El 25 de mayo de 1875 se fundó la Escuela Normal, en su actual ubicación de Mendoza y Muñecas. Por ley provincial, se creó la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas, con la misión de formar profesionales para una futura universidad de la provincia, pero el proyecto quedó trunco por restricciones financieras. Influyeron en la vida cultural de Tucumán extranjeros que se convirtieron en formadores de generaciones. El francés Amadeo Jacques (1813-1865) condujo el primer establecimiento educativo secundario, donde se formaron destacados dirigentes tucumanos. En 1837 se había doctorado en Letras y licenciado en Ciencias Físicas en La Sorbona. Por recomendación de Alejandro von Humboldt, vino al Río de la Plata. Pasó por Montevideo, Buenos Aires, Rosario, Entre Ríos, Córdoba y Santiago del Estero, donde fue daguerrotipista y agrimensor. En Tucumán puso una panadería. El Gobierno lo designó director del Colegio San Miguel, que había funcionado anteriormente en los viejos claustros de La Merced y que sería nuestro primer establecimiento
de educación secundaria. Jacques publicó artículos en los diarios tucumanos “El Eco del Norte” y “El Liberal”. El francés Paul Groussac (1848-1929) tuvo un rol importante en la vida intelectual de Tucumán. Llegó a Buenos Aires en 1866. En 1871, el entonces ministro Nicolás Avellaneda le ofreció cátedras en el Colegio Nacional de Tucumán. Ejerció el periodismo en los diarios “La Unión” y “La Razón”; escribió novelas de viajes: Fruto vedado es la más celebrada; publicó ensayos, como Los jesuitas en Tucumán y el Ensayo Histórico sobre Tucumán, que encabezó su Memoria histórica y descriptiva de Tucumán, editada en 1882. Groussac vivió en la ciudad de San Miguel de Tucumán entre 1871 y 1883. Dos años después, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. El fotógrafo Ángel Paganelli (1832-1928), nacido en Sassetta, La Spezia (Italia), llegó al Río de la Plata con su hermano José en agosto de 1860. En Córdoba abrieron una casa de fotografía y luego instalaron otra en Tucumán; en 1869 José regresó a Córdoba y Ángel quedó al frente del negocio. Paganelli fotografió la fachada de la Casa de la Independencia en 1869, antes de su demolición. Esa imagen y dos más que registraban el interior fueron fundamentales para reconstruirla en 1942, excepto el Salón de la Jura, único recinto original del inmueble. La Sociedad Italiana de Tucumán lo tuvo entre sus fundadores. Sus fotografías ilustraron Provincia de Tucumán, de Arsenio Granillo, el primer libro descriptivo local, editado en 1872. También fueron muy conocidos los fotógrafos Aniceto Valdez, Eduardo Lecoq y Fernando Streich. El italiano Santiago Falcucci (1857-1922), que estudió en la Academia de Bellas Artes de Chieti, su ciudad natal, llegó a Tucumán en 1887 junto al escultor napolitano Pascual Farina. Ese año fue designado docente de dibujo en la Escuela Normal y luego en el Colegio Nacional. Integró en 1909 el
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plantel de profesores de la Academia de Bellas Artes e incursionó en la poesía y la música. Fue el primer maestro de Lola Mora y autor del monumento ENTE CULTURAL DE TUCUMÁN de Cristóbal Colón, emplazado en la Sociedad Italiana. Una tucumana, cuyo espíritu caminó entre dos siglos, hizo historia. Dolores Mora (1866-1936) mostró desde joven su inclinación por las artes plásticas. Se hizo conocida por sus retratos en carbonilla de los gobernadores de Tucumán desde 1853, obra que fue adquirida por el gobierno provincial en 1895. Durante la gobernación de Benjamín Aráoz se le otorgó una beca para viajar a Europa. En Roma obtuvo el primer premio internacional para hacer el monumento a la reina Victoria en Australia y ganó el certamen organizado por la Rusia imperial para realizar la fuente del Palacio Blanco de San Petersburgo. En 1903 el Gobierno le encargó la fuente para la Plaza de Mayo y los altorrelieves para la Casa Histórica de Tucumán. La “Fuente de las Nereidas” despertó críticas malévolas: la trasladaron a Retiro y, luego, a la Costanera Sur. En 1904 realizó el complejo escultórico en homenaje a Juan Bautista Alberdi en la plaza tucumana que lleva su nombre. De ese mismo año data la estatua “La Libertad”, ubicada en nuestra plaza Independencia. En 1864, durante la gobernación de José Posse, se había expropiado un terreno de dos cuadras, donde hoy se halla el Banco Nación, con la intención de edificar el nuevo teatro, pero, antes de que se concluyera, los técnicos emitieron un informe desfavorable sobre la solidez del edificio y fue demolido en 1872. En 1873 se constituyó la Sociedad Anónima Teatro Belgrano que adquirió el solar de la actual calle San Martín al 200, donde se erigió el nuevo coliseo, que se inauguró 6 de julio de 1878 con la obra Yorick o un drama Retratos de Benjamín Aráoz, Lidoro Quinteros y Lucas Córdoba ejecutados en carbonilla por Lola Mora entre 1887-1898. Museo Histórico de la Provincia Presidente Nicolás Avellaneda.
nuevo, de Manuel Tamayo y Baus, puesta en escena por la Compañía Dramática de Zarzuela, que dirigía Juan Risso, según cuenta el historiador Carlos Páez de la Torre (h). La llegada del ferrocarril –el primer tren ingresó el 28 de septiembre de 1876 a la estación, en las actuales calles Marco Avellaneda y San Martín– fue clave para el desarrollo económico, social y cultural de la provincia. “Se dice que el Tucumán poético desaparecerá en breve porque el humo de la locomotora espesa la atmósfera y empaña los cielos… no lo creo… un país es doblemente hermoso cuando a los maravillosos aspectos de la naturaleza se agregan las creaciones del arte”, dijo en su discurso el presidente Nicolás Avellaneda. UNA GENERACIÓN NOTABLE En 1882, alumnos y ex alumnos de la Escuela Normal crearon el Ateneo de las Provincias, que luego se llamaría Sociedad Sarmiento, una institución que se convertiría en el motor de la cultura provincial, en donde surgiría la llamada Generación del Centenario. Aparecieron los debates literarios y filosóficos, se organizaron conferencias y se editaron, en la primera etapa, las publicaciones “El Porvenir” (1882-1883) y “El Tucumán Literario” (1888-1896). Esta última era un semanario dirigido por Ricardo Mendióroz y Pedro Márquez; tuvo entre sus colaboradores al uruguayo Emilio Warnes (1860-1952) y a Pedro Alurralde (1845-1917), periodista, escritor, político, que presidiría la Sociedad Sarmiento de 1904 a 1905. En 1901, el escritor boliviano Ricardo Jaimes Freyre (1886-1933) ofreció una conferencia en la Sociedad Sarmiento. Establecido en la ciudad, dictó cátedras en el Colegio Nacional y en la Normal, entusiasmando a los jóvenes, con dos de los cuales –Juan B. Terán y Julio López Mañán– fundó la “Revista de Letras y Ciencias Sociales”, y consiguió colaboraciones de Miguel de Unamuno, Rubén 255
El francés Paul Groussac (1848-1929) tuvo un rol importante en la vida intelectual de la provincia. Llegó a Buenos Aires en 1866. En 1871, el entonces ministro Nicolás Avellaneda le ofreció cátedras en el Colegio Nacional de Tucumán.
Darío, Amado Nervo, José Santos Chocano, Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, entre otros. En su primer número, de 1904, sus mentores señalan: “Aspira a reflejar en sus páginas el movimiento de los espíritus en los universales campos de la creación y de la especulación. Encerrados en el corazón de América, nuestro espíritu vive muy lejos de lo que nos rodea, cuando no lo embargan las ansiedades de la lucha o los detalles de la existencia cotidiana. Pedimos al extranjero o a la capital de la República el volumen que debe ocupar las horas dedicadas al estudio, a la amena lectura y a la necesidad de seguir la marcha de las ciencias, de las artes y de las letras que se descubre confusamente en los índices de los boletines telegráficos”. Esta generación buscó reflotar el proyecto de una universidad que se había truncado con el cierre de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas. En el seno de la Sociedad Sarmiento, en 1906, por iniciativa de López Mañán, comenzaron a dictarse los “Cursos libres”, inaugurados por Terán, donde fue madurando la creación de la Universidad. En 1903 se fundó la Biblioteca Alberdi, que como la Sociedad Sarmiento, estuvo dedicada a las altas manifestaciones culturales. La Academia de Bellas Artes fue la primera institución oficial de cultura de la provincia. Su origen se remonta a fines del siglo XIX, cuando el músico italiano Antonino Malvagni llegó a Tucumán en 1899, como director de la Banda. Con el apoyo del intendente Zenón J. Santillán, creó el conservatorio “Juan Bautista Alberdi” en la esquina de Muñecas y Mendoza, frente a la Escuela Normal. En 1909, Malvagni obtuvo el concurso de director de la Banda Municipal de Buenos Aires, y decidió cerrar el conservatorio. La provincia, gobernada por Luis F. Nougués, adquirió el mobiliario, y creó la Academia de Bellas Artes, que comenzó a funcionar el 9 de marzo de 1909. Fue su director el maestro Luis Lorenzi. En septiembre del mismo año, se
designó una Comisión Inspectora Permanente, encargada de la administración de la institución. Lorenzi dirigió la Academia hasta 1922, cuando lo reemplazara el violonchelista Carlos Olivares; en 1934, asumió Alex Conrad. Pompilio Villarrubia Norry (1886-1966) y Julio Oliva (1884-1966), escultores tucumanos, fueron becados en 1906 por el gobierno provincial para perfeccionar su arte durante tres años en Europa. Las becas fueron renovadas en 1909 a pedido de sus respectivos maestros, Alfonso Balata y Constantino Barbella, también profesor de Lola Mora. En 1910, la Municipalidad adquirió Parábola, la obra escultórica más ambiciosa de Villarrubia Norry. Ejecutada para la Exposición de Roma de ese año, se la colocó en la plaza Independencia el 7 de diciembre de 1911, frente a la Casa de Gobierno. Julio Oliva estudió en la Academia de Bellas Artes de París y en 1912 se le encomendó, desde Tucumán, la selección de calcos de piezas clásicas para su emplazamiento en el parque 9 de Julio. Al volver al país, Oliva obtuvo una alta distinción en el Salón de Bellas Artes de Buenos Aires por su obra El esclavo desnudo. Se reincorporó a nuestro medio, donde brindó un invalorable impulso al movimiento plástico tucumano que se estaba gestando. Fue profesor de dibujo y de artes en la Academia de Bellas Artes de la provincia y, más tarde, su director. Con Atilio Terragni, Ricardo Jaimes Freyre, Alberto Lacavera y otros, integró la comisión que asesoraba al gobernador Ernesto Padilla en el plan de conservación de la arquitectura colonial en nuestra ciudad y representó a Tucumán ante la Federación Nacional de Bellas Artes. En mayo de 1912, en una misma semana, abrieron sus puertas los teatros Alberdi y Odeón. El primero se nauguró el día 12, en la esquina de Crisóstomo Alvarez y Jujuy, con la ópera Marina, de Arrieta, a cargo de la Compañía de Zarzuelas y Operetas de Manuel Casas. El sábado 18,
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Espectáculo en la estación de trenes Ferrocarril Mitre. ENTE TUCUMÁN TURISMO
Abajo: Teatro San Martín de Tucumán. ENTE TUCUMÁN TURISMO
con la opereta La princesa de los dólares, de Leo Fall, a cargo de la compañía diriMARGA FUENTES gida por el barítono Emilio Sagi-Barba, se habilitó el Odeón, que en 1951 cambiaría su nombre por el de San Martín. Estos coliseos se sumaron al Belgrano, lo cual indica la avidez que la comunidad tucumana evidenciaba por todo tipo de manifestaciones artísticas. No era frecuente que una pequeña ciudad del interior del país contara con tres teatros en la segunda década del siglo XX. La Generación del Centenario tuvo un destacado papel en el desarrollo de la educación y la cultura de la provincia. Ricardo Jaimes Freyre, Miguel Lillo, Ernesto Padilla, Alberto Rougés, Juan B. Terán, Juan Heller y Julio López Mañán fueron algunos de sus miembros. Ellos consideraban al Norte Argentino como una unidad geográfica y cultural. La concepción de la Universidad de Tucumán sería una de las acciones de mayor trascendencia en la segunda década del siglo XX y convertiría a Tucumán en el centro de la región. Creada por ley provincial el 2 de julio de 1912, la UNT tuvo por gestor fundamental al doctor Juan B. Terán, quien, en 1908, desempeñándose como diputado de la Legislatura de la provincia, presentó el proyecto de ley. En 1913 se constituyó el Consejo Superior que, por unanimidad, lo designó como primer rector. El 25 de mayo de 1914, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, Tucumán inauguró oficialmente su Universidad. El rector fundador dijo: “Como toda fundación intelectual, la apertura de la casa es el punto de partida de una evolución indefinida. El proyecto fundador, sintetizado en el lema pedes in terra ad sidera visus, le asigna una vocación regional, el carácter de universidad moderna comprometida con el desarrollo de su medio local y regional, atenta a la ciencia de la época y abierta al mundo”. Al concluir 1912, Ernesto Padilla asumió la gobernaÓpera en el teatro San Martín.
ción. Durante su gestión, en 1915, se presentó en el teatro Odeón el tenor napolitano de fama mundial, Enrico Caruso, con una compañía de ciento cuarenta personas, entre cantantes y músicos de orquesta. Actuó el 16 y el 18 de julio; el primer día se escucharon arias de Cavalleria Rusticana, de Mascagni, y de I Pagliaci, de Leoncavallo, mientras que en el segundo, interpreta Manon Lescaut, de Puccini, acompañado por la soprano Juanita Caracciollo. Leopoldo Lugones brindó tres conferencias en la Sociedad Sarmiento, a salón lleno. En el año del Centenario de la Declaración de la Independencia, pese a contar con un escaso apoyo del gobierno nacional, el gobernador Padilla apeló a su creatividad para celebrar con dignidad el magno acontecimiento. El Poder Ejecutivo Nacional, a cargo del vicepresidente Victorino de la Plaza (por fallecimiento del presidente Roque Sáenz Peña), que no tenía simpatía por nuestra provincia, envió a los actos por la celebración a su ministro de Instrucción Pública, Carlos Saavedra Lamas. Por razones presupuestarias, no se concretó la totalidad de los proyectos de la Comisión Provincial del Centenario. Entre otras cosas, inauguró la Sala de Bellas Artes del Museo de la provincia, el Museo Etnográfico y el Museo Colombres –actual Folclórico– en 24 de Septiembre al 500. Julio Vila y Prades pintó el cielorraso del Salón Blanco de la Casa de Gobierno y llegaron personalidades de la cultura universal, como el famoso compositor y pianista francés Camille Saint-Saëns, el filósofo José Ortega y Gasset, que llegó con su padre, José Ortega Munilla, y el barítono Titta Ruffo. Llevaron a cabo el Congreso Americano de Ciencias Sociales y la Primera Reunión de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, a la que asisten personalidades como Juan Ambrosetti y Eduardo Holmberg. Los teatros Belgrano, Alberdi y Odeón –señala el actor, director teatral e investigador Juan Antonio Tríbulo– per-
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mitieron las giras de compañías teatrales y musicales nacionales y extranjeras, que formaron un público ávido de espectáculos. Los dramaturgos fueron los primeros en manifestarse. Al no haber actores ni directores locales, entregaban sus textos a las compañías en gira para ser estrenados. La primera obra con tema local que se conserva es Cañas y trapiches, de Alberto García Hamilton, estrenada por la Compañía Esteves Arellano, en 1909. Entre otros, fueron autores en esta etapa Ramón Serrano, Juan Francisco Moreno Rojas, Rafael Padilla, Ricardo Chirre Danós, Enrique Kreibohm y Pedro Gregorio Madrid. Los grupos de aficionados se gestaron en las comunidades de inmigrantes: italiana, francesa, judía, siria, catalana y española, que representaron autores de su mismo origen e idioma. El 9 de mayo de 1919, Carlos Gardel y José Razzano se presentaron en el Salón Esmeralda, en la calle Muñecas 284, donde actuaron cuatro noches. Ese año, el gobernador Juan Bascary expropió por decreto el Casino, el Hotel Savoy y el Teatro Odeón. El día en que Marcelo T. de Alvear asumió la presidencia de la Nación –2 de abril de 1922–, el Majestic Palace anunció el próximo concierto de una serie organizada por el conocido pianista, guitarrista y compositor tucumano José Luis Padula, autor de los tangos La diana, El borracho, 9 de Julio, Lunes, Tucumán, entre otros. A fines de la década de 1920, se radicó en Tucumán el bandoneonista y saxofonista Victorio Militello, nacido en Rosario en 1902, que haría importantes aportes al tango local. El rosarino Virgilio Carmona, compositor, guitarrista y cantor (1895-1948) se radicó en San Miguel de Tucumán y sería un animador de la noche. Gardel le había grabado tres tangos. Compone Al Jardín de la República, zamba que sería después uno de los clásicos del folclore argentino. “El lago de los cisnes”, de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, dirigido por Raúl Candal. MARGA FUENTES
PERSONAJES CLAVE Cuenta la licenciada Gloria Zjawin de Gentilini que, a comienzos de la segunda década del siglo XX, llegaron a Tucumán tres personajes clave para el desarrollo de una nueva generación de artistas tucumanos; figuras de transición entre los últimos representantes de estilos ya consolidados en el gusto artístico de la provincia, de vertiente académica, y los que se aventurarían a introducir las novedades que la vanguardia proponía, sobre todo en Europa. Los aportes, tanto docentes como artísticos, de Teófilo Castillo, Renato Ventura Droghetti y Benjamín Nemirovsky, fueron determinantes para los jóvenes artistas tucumanos, que en la década de 1930 se rebelaron contra las pautas del esclerosado academicismo realista y exploraron nuevas propuestas estéticas en el arte moderno. Comenzó a destacarse, a nivel nacional, el pintor tucumano Alfredo Gramajo Gutiérrez, quien obtuvo diversos galardones en el país y en el extranjero: en la Exposición Iberoamericana, en Sevilla, consigue el Primer Premio Medalla de Oro. Dos músicos llegados a Tucumán al despertar la década de 1920 desplegarían una actividad intensa en el campo educativo y artístico. Enrique Mario Casella (1891-1948), violinista, compositor, director orquestal, se estableció definitivamente en 1921, y fue nombrado profesor de la Academia de Bellas Artes y del Instituto Musical Tucumán. En 1923 conoció allí al pianista y compositor Luis Gianneo, con quien fundó, en 1925, la Asociación Sinfónica de Tucumán. Fue director del Coro Santa Cecilia y de la Banda de Música de la Provincia. En 1924, invitado por Vicente Vernavá, profesor de chelo del Instituto Musical Tucumán que dirigía el pianista italiano Lorenzi –quien renunció y regresó a Italia–, Luis Gianneo (1897-1968) se hizo cargo de la dirección, secundado por Casella. Ambos fundaron la Asociación Sinfónica. En 1935, Gianneo fue
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Sin apoyo estatal, en los años 60, Leda Valladares, que había conformado un exitoso dúo con María Elena Walsh, inició una importante labor de recopilación y divulgación de nuestro canto ancestral. Sus discos documentales, publicados entre 1960 y 1974, concretaron el Mapa Musical Argentino, que difundió cantando en numerosas giras.
designado presidente de la Sociedad Sarmiento; en 1942, se radicó en Buenos Aires. El 1 de septiembre de 1922, en la Sociedad Sarmiento, se iniciaron las emisiones del primer transmisor de radio de Tucumán. En esa oportunidad, se escucharon las palabras del doctor Juan Heller y luego se propalaron piezas musicales clásicas, a cargo de Sarah Carreras, Heraclio Vivié y Carlos Olivares. Para concluir la audición, recitó sus versos Delfín Valladares. El dramaturgo madrileño Jacinto Benavente (1866-1954) llegó a Tucumán en 1922, la noche del 4 de octubre. Esa noche, su compañía puso en escena, en el teatro Alberdi, su obra Los intereses creados. Se quedó varios días. Durante su estadía se representaron, además, sus obras La honra de los hombres, El collar de estrellas, Señora ama, La losa de los sueños, Los búhos, La comida de las fieras, Más allá de la muerte, La fuerza bruta, La escuela de las princesas, La malquerida, El amor asusta, La gobernadora y La propia estimación. El 15 de octubre se repuso Los intereses creados. Pocas semanas después, recibió el Premio Nobel de Literatura. Se afincó en San Miguel de Tucumán el italiano Dipiel Goré (Jeremías Elpidi Alici), maestro de la fotografía. Su estudio era un verdadero centro cultural, donde exponían todos los pintores y escultores de la provincia. Durante uno de sus viajes, en el que acompañaba a grandes concertistas, Alex Conrad (1900-1959), pianista, organista y director alemán, fue comprometido por el gobierno provincial para que dictara un curso de piano de dos años en la Academia de Bellas Artes. Luego volvió a su país, pero un nuevo ofrecimiento lo tentó para radicarse en la provincia en 1930. Fue uno de los propulsores de la actividad cultural de Tucumán, y brindó su experiencia, durante tres décadas, a la enseñanza y la expresión artística. En 1924 Pablo Rojas Paz publicó su primer ensayo, Paisajes y meditaciones. Se convertiría en uno de los escritores
tucumanos más renombrados. Con El patio de la noche, libro de cuentos, obtuvo, en 1940, el Premio Nacional de Literatura. “Métraux es mi mejor alumno... Yo le doy una joya y si usted la acepta, puedo decirle que Tucumán tendrá el mejor etnólogo de América latina”, le escribió en 1928 el famoso antropólogo Paul Rivet a Juan B. Terán. En noviembre de ese año, el suizo Alfred Métraux (1902-1963) se convirtió en el primer director del Instituto de Etnología, fundado el 30 de junio de 1928. Vivió en la ciudad de Tucumán hasta 1934; luego fue una figura de referencia a nivel mundial en su especialidad. El 25 de abril de 1929, el chelista Carlos Olivares (director de la Academia de Bellas Artes) fundó la Filarmónica de Tucumán, presidida luego por la pianista Sarah Carreras. Esta institución fue una de las más importantes en el ambiente artístico del norte argentino y una de las primeras en su género en toda la República. La cultura artística de la provincia se enriqueció notablemente a partir de la labor de la Filarmónica, desde sus primeras audiciones en el vetusto edificio del ex Teatro Belgrano. Entre los grandes pianistas contratados, se encontraban Claudio Arrau, Antonio de Raco, Donato Colacelli, Rudolf Firkusny, Colette Gaveau, Claude Ravel, Hina Spani; los guitarristas María Luisa Anido, Julio Martínez Oyarguren, Regino Sáinz de la Maza, Andrés Segovia y la organista Renée Nizan. La institución contó además con el Coro Femenino y el Trío de la Filarmónica de Tucumán. En los años 30, Demetrio Iramain, José Nieto Palacios, Timoteo Navarro, Edmundo González del Real, Luis Lobo de la Vega, Santos Legname, Osorio Luque, Carlos Aitor Castillo, Juan Carlos Iramain, Ángel Dato, Ramón Fernández y Silvio Giménez fueron algunos de los artistas que incorporaron a sus obras los aportes del impresionismo, de los post-impresionistas y de los distintos “ismos”,
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que abrieron nuevos caminos a la creación artística en la primera mitad del siglo XX. En esa década se produjo el auge del LA GACETA circo criollo, en el que se destacaron Rubén Medina, Mario Vanadía, Ricardo Jordán y Ángel Quagliata y su Teatro Rodante del Norte. En las décadas del 40 y del 50, tuvo lugar el apogeo del radioteatro y sus presentaciones en directo, de donde surgieron actores como Armando de Oliva, Claudio Barrios, Blanca Rosa Gómez, Olga Sfrisso, Álvaro Gutiérrez, Francisco Amado Díaz, Enrique Oscar Cambón, Alfonso Gómez Delcey, Fanny Dupré, Susana Romero, Silvia Quintana y Carlos Kanán. En 1931, por gestión de Gianneo, en la Sociedad Sarmiento, el pianista Arthur Rubinstein recreó los espíritus de Schumann, Chopin y Liszt y dejó su firma estampada en el piano. En 1935 el gobierno de Miguel Campero subsidió al investigador Juan Alfonso Carrizo, que trabajó en la recopilación del material que integraría sus Cancioneros. Ese año, se creó la Comisión Protectora de Bellas Artes, que promovería un renacimiento de la plástica, y se reestructuró la Academia de Bellas Artes. En diciembre se publicó “Atalaya”, semanario literario y de actualidad dirigido por los hermanos Eduardo y Lídoro Bustos Avellaneda, que desaparecería en 1940. Numerosos poetas publicaron allí: entre ellos, Rafael Jijena Leda Valladares: cantante, compositora, literata, poeta, musicóloga y folcloróloga.
Sánchez, Ricardo Chirre Danós, Teresa Ramos Carrión, Germán García Hamilton, Delfín Valladares, Manuel Lizondo Borda, María Tránsito CaLA GACETA ñete de Rivas Jordán, Max Márquez Alurralde, J. Dionisio Campos, Antonio Torres, Alba Defant, Lázaro Barbieri y Víctor Massuh. Aunque ya había estado con su familia en 1917, en la década de 1930 comienzó a recorrer estas tierras Atahualpa Yupanqui (1908-1992), una de las figuras centrales del folclore argentino. Tuvo un rancho en Raco y hasta los años 50 siguió frecuentando a la provincia. A Tucumán le dedicó ochenta coplas y canciones; Las mas conocidas son: Luna tucumana, Zamba del grillo, La tucumanita, Viene clareando, La viajerita, Zamba de Burruyacu, Adiós, Tucumán, La pobrecita, Zamba de Villa Luján. Con frecuencia, don Ata hacía gala de su “tucumaneidad”, aunque había nacido en Campo de la Cruz (Buenos Aires). Compuso La añera con Nabor Córdoba (1911-1973), uno de los referentes locales que, en los 50, fundó la Academia de Música Nativa. A fines de 1936 se creó la Facultad de Filosofía y Letras; incorporaría al medio un grupo de intelectuales, argentinos y extranjeros, que contribuirían a elevar el nivel cultural tucumano. El filósofo español Manuel García Morente dejó una huella imborrable en su corta visita, a través de sus Lecciones Preliminares de Filosofía. Por iniciativa de Alfredo Coviello, se constituyó en 1939 el grupo Septentrión, integrado por Atahualpa Yupanqui: cantautor, guitarrista, poeta y escritor. Autor de la célebre Luna Tucumana.
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intelectuales tucumanos que se expresarían a través de la revista “Sustancia”, de aparición trimestral y cuyo concejo de colaboración estaba integrado por Juan Alfonso Carrizo, Juan Carlos Dávalos, Marcos Morínigo, José Lozano Muñoz, Pablo Rojas Paz, Eugenio Pucciarelli, Alberto Rougés, Aníbal Sánchez Reulet y Renato Treves. Algunos de sus colaboradores en el campo de la filosofía fueron Emile Gouiran, Martin Heidegger, Rodolfo Mondolfo, Mariano Ibérico y Francisco Romero. En agosto de 1940, surgió “Cántico”, revista de poesía dirigida por Morínigo, que dio a conocer a Leda Valladares y a Guillermo Orce Remis, dos jóvenes que tendrían luego proyección nacional. En 1942 se inauguró en San Javier el Cristo Bendicente, rea-
va de Luis Gianneo, Mario Casella, Alberto Uzielli y Abel de Angeli, se creó la Asociación Tucumana de Arte Lírico. Ese año, el filósofo Alberto Rougés editó el libro Las jerarquías del ser y la eternidad. En 1944 se conformó el grupo literario La Carpa, de carácter regional, que integraron Raúl Galán, Julio Ardiles Gray, María Elvira Juárez, Manuel Castilla, Nicandro Pereyra, Raúl Aráoz Anzoátegui, María Adela Agudo, Sara San Martín, Víctor Massuh, Alba Marina Manzolillo, José Fernández Molina y Carola Briones. “Creemos que la poesía es flor de la tierra, en ella se nutre, y se presenta como una armoniosa resonancia de las vibraciones telúricas. Creemos que el poeta es la expresión más cabal del hombre, del hombre hijo de la tierra aunque
lizado por el escultor Juan Carlos Iramain. Además, se radicó en Tucumán el arquitecto Eduardo Sacriste, maestro de varias generaciones. En 1966, Boyce Díaz Ulloque, director del Teatro Universitario, lo invitó a realizar la escenografía de la obra Cristóbal Colón, de Kazantzakis. En esa década proliferan los grupos independientes, entre los que se destaca Teatroarte (1947-1969), dirigido por Jorge Saad. El movimiento se había iniciado en 1938 con el Teatro del Pueblo, fundado por Miguel Lozano Muñoz, Enrique Zarlenga y Manuel García Soriano. A simismo, Manuel Serrano Pérez y Alberto Burnichón crearon el Taller de Teatro Universitario (1940) y el primero de ellos dirigió grupos como Teatro El Laurel y la agrupación teatral Ínsula. En 1941, el gobierno provincial dispuso la creación de una orquesta sinfónica de noventa y ocho músicos. Por iniciati-
se yerga como el árbol de inspiración a altura. Conscientes de las solicitudes del paisaje y de las urgencias del drama humano, no renunciamos ni al arte ni a la vida. Esa conciencia nos hace, en cierto sentido –o en todo sentido–, políticos. Es la responsabilidad que, a nuestro entender, recae sobre quien ofrece a los otros los frutos de su alma. En fin, creemos que la poesía tiene tres dimensiones: belleza, afirmación y vaticinio”, expresan los escritores en el primer boletín de La Carpa. ETAPAS DE ESPLENDOR Entre la década de 1940 y 1950, la Facultad de Filosofía y Letras vivió una etapa de esplendor por los destacados docentes que pasaron por sus aulas: Aníbal Sánchez Reulet, Enrique Anderson Imbert, Risieri Frondizi, Silvio Frondizi,
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Marcos Morínigo, Lorenzo Luzuriaga, Rodolfo Mondolfo, Emilio Estiú, Juan Adolfo Vázquez, Eugenio Pucciarelli, Raúl Piérola, Roger Labrousse, Elizabeth Goguel, Hernán Zucchi, Diego Pro, Hernando Balmori, Renato Treves, Manuel Lizondo Borda, Salvatore Bucca, Alfredo Roggiano y Luis Farré, entre otros. En noviembre de 1945, por iniciativa de alumnos de esa misma Facultad, nació el Coro Universitario de Tucumán, uno de los conjuntos que enriquecería la vida musical, desde ese momento hasta la actualidad. Su primer director fue Alex Conrad y luego fue conducido por Mario Cognato. Realizó la primera presentación en el Teatro Alberdi. En 1952, tomó la dirección del coro Juan Carlos Lanati (también pintor); en
encuentros de escritores; se creó una escuela de pintura infantil, se editaron libros, y en su seno, nacieron las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí. Desde 1953 hasta la gestión de Hugo Berreta inclusive, la entidad entregó anualmente una medalla al mérito, tradición que luego desapareció. En la década de 1970, como producto de la solidaridad, la tenacidad y el ingenio, se concretó la compra de la casona de Las Heras 50, que data del siglo XVIII. Una época de esplendor se inició en la UNT bajo el rectorado de Horacio Descole (1910-1984). En 1946 se creó el Instituto Fotográfico, dirigido por Héctor Peirano, destacado fotógrafo, documentalista y guionista. Asimismo, nació el Instituto Superior de Artes; siendo Descole interventor,
el 58 regresó Cognato; luego lo condujeron, sucesivamente, Andrés Aciar (durante 24 años), Daniel Mazza, Ricardo Steinsleger y, actualmente, Juan Pablo Cadierno. En 1947 disertó el poeta cubano Nicolás Guillén en la Biblioteca Alberdi. Además, inició su actividad la peña El Cardón. Uno de sus fundadores, Gustavo Bravo Figueroa, propuso que la peña se llamara “El Tuco”, en alusión a la titilante luciérnaga, pero la prosapia culinaria del apelativo favoreció el nombre de El Cardón. Su primer presidente fue Carlos Cuenya, cuyo mandato concluyó en 1952. Desde entonces y hasta 2005, la peña fue presidida en forma ininterrumpida por Bravo Figueroa. En 1954 comenzó a funcionar en el sótano del desaparecido bar Colón, en San Martín al 400, y se fue convirtiendo en uno de los pulmones culturales de Tucumán. Se gestaron muestras de artes plásticas y
Orquesta y Coro lo estructura como Facultad, pero Estable de la Provincia con posterioridad, incorpora este de Tucumán. MARGA FUENTES instituto a la Facultad de Ciencias Culturales y Artes, dirigida por Guido Parpagnoli, que desarrollaba una amplia gama de actividades artísticas. Los talleres de escultura, pintura, grabado, artes gráficas, encuadernación, o las secciones de música, luthería, arte del cine y metalistería permitieron desarrollar una importante actividad. Un considerable número de docentes y artistas de renombre ha formado parte de este instituto. Parpagnoli contrató como director a Lino Spilimbergo, quien convocó a importantes maestros: Lorenzo Domínguez en escultura, Víctor Rebuffo y Pompeyo Audivert en grabado, Medardo Pantoja y Ramón Gómez Cornet en pintura, Pedro Zurro
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de la Fuente en metalistería artística, Lajos Szalay en dibujo y Eugenio Hirsch en diseño gráfico. Se integró a ellos un equipo de colaboradores conformado por Luis Lusnich, Roberto Fernández Larrinaga, Alberto Balietti, Luis Lobo de la Vega, Mercedes Romero, Alfredo de Vicenzo, Albino Fernández, Francisco Ramoneda e Ideal Sánchez, entre otros. La Orquesta Sinfónica de la UNT se creó en 1948. Descole envió a Parpagnoli a Europa para que contratara a Carlos Cillario, por entonces violinista de la Academia de Santa Cecilia de Roma y director de la Filarmónica de Bucarest y de la Orquesta del Teatro de la Ópera de Odessa. Como violinista, había sido distinguido en el concurso Paganini. Cillario se encargó de seleccionar a los intérpretes europeoseuropeos (eran tiempos de posguerra y muchos de ellos estaban sin empleo y el hambre amenazaba). Se realizó luego un concurso a nivel local para seleccionar a los tucumanos. A lo largo de su existencia, la Orquesta Sinfónica universitaria tuvo momentos de elevado nivel musical, especialmente durante los primeros años. En su concierto inaugural dedicado a obras de Beethoven, el 7 de noviembre de 1948, en el teatro Odeón, actuó como solista el pianista y compositor húngaro Ernest von Dohnanyi, que vivió un año en Tucumán. Ese año se creó también la Escuela de Música de la UNT, cuya dirección se confió a Alex Conrad. La primera egresada de esta institución –luego pionera de la Educación Musical en nuestro país–, fue Violeta Hemsy de Gainza. Pasaron por sus aulas valores que se destacaron, como Myrtha Raia, Néstor Eidler, Celina Lis, María Delia Bru, Gustavo Guersman, Oscar Buriek, Mauricio Guzman, Gustavo Pláate, Lucía Herrera, Susana Awad y Patricia Espert, entre otros. La Sinfónica de
Museo Timoteo Navarro. Inaugurado el 18 de junio de 1916, el edificio con influencias francesas, en cuanto a estilo, uno de los uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura académica en Tucumán. SOLANA PEÑA
la UNT es dirigida actualmente por Roberto Buffo. En la década de 1950 se radicó en Tucumán el pianista italiano Mario Magliani (había sido niño prodigio), de larga trayectoria en nuestro medio como intérprete y docente. En abril de 1948, el poeta español León Felipe dictó varias conferencias y fue víctima de dos atentados, de los que salió ileso. En 1949, la Universidad Nacional de Tucumán contrata al luthier y chelista italiano Alfredo del Lungo (19091993) para organizar el Taller-Escuela de Luthería, con la finalidad de formar discípulos y encargarse de la conservación de los instrumentos de cuerdas de la Escuela de Música y de la Orquesta Sinfónica. En 1949 comenzó a editarse la sección Literaria de “La Gaceta”, bajo la dirección de Daniel Alberto Dessein, en la cual colaboraron destacadas plumas: entre ellas, las de Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares, Victoria y Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik y Rafael Alberti. El consagrado autor tucumano Tomás Eloy Martínez realizó allí sus primeras incursiones literarias. En 1951, el clarinetista Antonio della Rocca (1911-2005) creó el Coro Veritas, con el que adquiriría prestigio, ganaría premios (la Copa de Plata en Arezzo) y brindaría conciertos en Uruguay, Chile e Italia. En 1954, el director coral y compositor Salvador Rimaudo fundó el Coro Alter, conjunto de destacada labor que haría giras por Europa. El 29 de mayo de 1952 se estrenó Mansedumbre, primer largometraje producido en Tucumán, basado en la novela homónima de Guillermo Rojas y dirigido por Pedro Bravo, con Mario Vanadía y Beatriz Bonet en los roles protagónicos. Además, por esa fecha el teatro El Volantín, dirigido por Juan Carlos Sager, estrenó adaptaciones y textos para niños escritos por Adela Hernández Heredia (1954-1958). También por estos tiempos Raúl Serrano creó el grupo Teatrote, luego el Teatro Estable de la Peña El Cardón. De este grupo surgieron Víctor García, quienquien, en la segunda
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Arriba: “Figura”, de Edmundo González del Real, en el Museo Timoteo Navarro. Primer premio adquisición 1942. Abajo: “Árboles”, de Luis Alberto Lobo de la Vega, en el Museo Timoteo Navarro.
Arriba: “Charcos”, de Timoteo Navarro, en el Museo Timoteo Navarro. Abajo: “Asociación IX”, de Roberto Koch.
Arriba: “Retrato de Timoteo Eduardo Navarro”, de Joaquín Ezequiel Linares, en el Museo Timoteo Navarro.
Arriba: “El beso de Gilda”, de Marcos Figureoa, en el Museo Timoteo Navarro. Primer premio adquisición 2012.
SOLANA PEÑA
Abajo: “Amantes otomanos”, de Aurelio Salas, en el Museo Timoteo Navarro. LUISINA GERBER
Abajo: “Casa de gastos”, de Marcelo Lazarte, en el Museo Timoteo Navarro. Primer premio adquisición 2014.
Arriba: “Posible”, de Evi Tártari, en el Museo Timoteo Navarro. Primer premio adquisición 2014.
Arriba: Arriba: “Luz de luna”, de Guillermo Rodríguez, en el Museo Timoteo Navarro.
Abajo: Abajo: “Hermanas”, de Oscar Nóbile, en el Museo Timoteo Navarro. Primer premio adquisición 1966.
Abajo: “Altar blanco”, de Blanca Machuca, en el Museo Timoteo Navarro.
mitad de siglo, alcanzaría renombre internacional por la originalidad de sus puestas en la segunda mitad del siglo, Miguel Ángel Estrella –también destacado pianista–, Rosa Beatriz Ávila y Jorge Wyngaard, entre otros. En la década de 1950 surgieron grupos de músicos de extracción clásica y popular que interpretaban folclore, como La Salamanca (1953-1955), que conformaban, entre otros, Eduardo Cerúsico, Héctor y Carlos Trejo, Guillermo Kreibohm, Luis Víctor Gentilini, Octavio Corvalán, Alfredo Grillo y Rolando Valladares, o el Conjunto Folclórico Universitario (1956-1960). Fernando Portal, los hermanos Trejo, Luis y Federico Nieva y los hermanos Valenzuela Aráoz participaron también en esas formaciones. Los hermanos salteños Pepe y Gerardo Núñez, que se radicaron en Tucumán, dieron a conocer la Chacarera del 55. En 1954, debutó Carlos Gómez, conocido como Avelino, que se convertiría en el referente por excelencia de género denominado “cuarteto”. En 1958, se dictó un seminario de teatro a cargo de Alberto Rodríguez Muñoz y organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Ese año, en el flamante gobierno de Celestino Gelsi, el escritor y periodista Julio Ardiles Gray impulsó la creación del Consejo Provincial de Difusión Cultural y, bajo su dependencia nació, en 1959 el Teatro Estable. La primera puesta en escena contó con los egresados del seminario. Figuraban, entre otros, María Angélica Robledo, Olga de Hynes O’Connor, Francisco Amado Díaz, Ethel Zarlenga, Antenor Sánchez, Carlos Román, Atanasia Makantassis, Ángel Ibarra y Carlos Olivera; este último desarrolló luego una importante carrera como actor y director. También se creó el Ballet Estable, cuya primera directora invitada fue Nora Irinova, directora entonces del Ballet del Teatro Colón. Se destaca especialmente el período en el que el cuerpo estuvo a cargo de la bailarina y coreógrafa Esther
Gnavi, calificado por muchos como uno de los más brillantes desde el origen del Ballet, en 1944, cuando el Conservatorio Provincial de Música creó en su seno clases de danzas, a instancias de Alex Conrad. Además, fue contratada Margot Puelma Lugones, a cuyo cargo estuvo toda la actividad artística oficial. Una de sus alumnas, Hilda Ganem, la reemplazó a partir de 1952. En 1959, Guido Parpagnoli fundó Nuestro Teatro, el grupo independiente de mayor producción artística y permanencia (hasta 1986). Oscar Quiroga se inició allí como actor y continuó la tarea de Parpagnoli en la conducción del grupo, que integraron Rosa Ávila –de larga y destacada trayectoria–, Fernando Arce, Héctor Marcaida, Cristina Fiz Lobo y Alberto Díaz, entre otros; Quiroga descolló luego como dramaturgo en las décadas de 1970 y de 1980. A partir de 1956, comenzaron a publicarse, bajo diferentes sellos editoriales, libros de autores locales y de otros radicados en Tucumán, como Juan José Hernández, Juan Piatelli, Omar Estrella, Norberto Silvetti Paz, Antonio Torres, Manuel Aldonate, Pedro S. Herrera, Eduardo Joubin Colombres, Rafael Gigena Sánchez, Arturo Álvarez Sosa, Juan E. González, Dora Fornaciari, Néstor Silva, Tiburcio López Guzmán, Manuel Serrano Pérez, Alma García, Carlos Duguech, Mario Romero y Ariadna Chaves, entre otros. En 1958, Elba Castría gestionó la constitución del Grupo Universitario de Danza Moderna, que llegó a conformar, años más tarde, la Carrera Universitaria de Danza Contemporánea. Bailarina y coreógrafa de larga trayectoria, fue distinguida en 1995 en el Teatro Colón por su labor docente. Beatriz Lábatte es una de sus más destacadas continuadoras. A fines de los años 50 y comienzos de los 60, los artistas locales formados por los maestros ya citados (Spilimbergo y sus colegas) estaban en la plenitud de sus capacidades expresivas, y varios de ellos se dedicaron a la formación artística
Los Tucu Tucu.
Ramón “Palito” Ortega.
LA GACETA
LA GACETA
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de nuevas generaciones. Entre ellos podemos mencionar al pintor Fued Amin, con sus refinadas composiciones de inspiración cubista; a Aurelio Salas, uno de los dibujantes destacados del país; a Juan Bautista Gatti, a Ernesto Dumit y al escultor Oscar Nóbile. A comienzos de los 60 y a lo largo de más de dos décadas, Marta Forté se conviertió en la dama de la escena tucumana. Debutó con “Una serpiente engañadora”, dirigida por Guido Parpagnoli. Son treinta y ocho las piezas que la tuvieron como primera actriz. A partir de la década del 90, Forté se dedicó a hacer tapices, arte en el que obtuvo importantes distinciones a nivel nacional.
Miguel Angel Estrella. LA GACETA
UNA DÉCADA FÉRTIL En 1960, durante la gestión cultural del periodista y escritor Julio Ardiles Gray, se creó el Septiembre Musical, el festival artístico más importante de la provincia, que ha perdurado hasta nuestros días y que ha convocado a artistas de fama mundial. Fueron sus mentores David Lagmanovich, Guido Torres y Oleg Kotzarew. Luego se destacarían el periodista Lagmanovich, como docente y escritor; el violinista Torres, como escenógrafo de óperas y ballets, y el chelista Kotzarew, que fundaría con Alberto Lysy la Camerata Bariloche. En 1962, Ezequiel Linares llegó a Tucumán para dirigir el taller de Pintura del Departamento de Artes de la UNT; dejó la impronta de su obra y personalidad en varias camadas de artistas plásticos tucumanos que lo tuvieron por maestro. El español Gerardo Ramos Gucemas, afincado en nuestra provincia desde 1971, sería, junto a Linares, uno de los artistas-maestros que contribuiría a que esta tendencia arraigue en nuestra provincia y que sus efectos se prolonguen hasta la década del 80. Por iniciativa del rector de la UNT, Eugenio Flavio Virla, se contrató, en 1963, al cineasta Jorge Prelorán como asesor audiovisual del rectorado.
Prelorán produjo veintiséis cortometrajes, un largometraje y veintinueve series didácticas, y le brindó un gran impulso a la labor del Instituto Cinefotográfico. Sin apoyo estatal, en los años 60, Leda Valladares, que había conformado un exitoso dúo con María Elena Walsh, inició una importante labor de recopilación y divulgación del canto ancestral tucumano. Sus discos documentales, publicados entre 1960 y 1974, concretaron el Mapa Musical Argentino, que difundió cantando en numerosas giras artísticas, nacionales e internacionales, en teatros, colegios y universidades. En 1961 surgió el Foto Club Concepción, fundado, entre otros, por Omar Argañaraz. A lo largo de su historia, muchos de sus integrantes obtuvieron galardones nacionales e internacionales. Entre ellos se destacaron Pedro Sangenis, Carlos Molina, Rubén Perea, Daniel Ávila y Luis Sáez. En esa década se sumaron, a las noches tangueras tucumanas, el bandoneonista Eduardo Podazza, el pianista José Teves y el dúo de Miguel Ruiz y Alberto Albornoz, entre otros. En el folclore, Rolando Valladares prosiguió con su labor compositiva junto al poeta salteño Manuel Castilla y, en los años 70, encararía una serie de piezas con poemas del jujeño Raúl Galán. Además, Luis Gentilini conformó el grupo vocal Huayna Sumaj. Se destacó también el guitarrista José María Montini, que años después conduciría programas de radio y televisión, así como José Miranda Villagra que obtiene, en 1974, el Camín de Oro en Cosquín por la cantata Romance al sentir de los zafreros, compuesta con el poeta Luis Díaz. Asimismo, dio sus primeros pasos el cantautor popular Rodolfo “El Colorao” Herrera. En 1965, el cortometraje Los meleros, de Jorge Wyngaard fue distinguido con el premio “Copa del Monte dei Paschi” en el Primer Festival del Filme sobre el Folclore en Siena, Italia. En 1960, el libro de cuentos Mientras llega el olvido, de Ramón Alberto Pérez, periodista, escritor y crítico de arte, Juan Falú. LA GACETA
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En 1980, el filósofo tucumano Víctor Massuh fue designado presidente del Consejo Ejecutivo de la Unesco. En 1984, recibió la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil”, otorgada por el rey de España, Juan Carlos I, y el Premio Konex de Platino.
recibió el primer premio del Consejo del Escritor. En 1966 se creó LW 83 Canal 10 de la UNT e inició sus transmisiones LRA 15 Radio Nacional. En 1968, en el ámbito del Setiembre Musical, actuó, en el club Estudiantes, el famoso Duke Ellington, junto a su orquesta. En 1969 apareció “Cartón de Poesía”, publicación mensual ideada por Carola Briones, Manuel Serrano Pérez y Carlos Duguech, que cobijó a numerosos escritores locales (Ivo Marrochi, José A. Moreno, Luis Alberto Díaz, Francisco Galíndez, Carlos Michaelsen Aráoz, Emilio Carilla). Su presentación estaba acompañada por ilustraciones de artísticas plásticos tucumanos (Ana Matilde Aybar, Aurelio Salas, Juan Lanosa). También comenzó a publicar Alba Omil, quien obtendría luego varias distinciones, incluso a nivel nacional. Boyce Díaz Ulloque fundó y dirigió el Teatro Universitario (1964-1979), que puso en escena obras del repertorio universal clásico y contemporáneo. El hombre de La Mancha, de Wasserman, se convierte en un gran éxito. Allí se formaron actores y directores, como Norah Castaldo, Alicia López Vera, Marina Bertelli, Elba Naigeboren, Cástulo Guerra, Juan Carlos Di Lullo y Ricardo Salim. En 1969 se crearon el Teatro Estudio, dirigido por Hugo Gramajo, y el Conservatorio Provincial de Arte Dramático (1970-76), conducido por Bernardo Roitman, de donde egresaron nuevas generaciones de actores y directores como Pedro Sánchez, Teresita Terraf, Rafael Nofal, Susana Santos, Jorge García, Nelson González, Rolo Andrada y Jorge de Lassaleta. El Teatro Estable, dirigido por Carlos Olivera (1977-1983), montó obras de gran repercusión, como Mi bella dama, de Lerner y Loewe. A comienzos de los 60 inició su carrera Ramón Bautista Ortega, como integrante del movimiento La Nueva Ola. Empezó a cantar con el seudónimo de Nery Nelson. En
1963 grabó en RCA, ya como Palito Ortega. Rápidamente, se hace popular con canciones de su autoría, como La felicidad. En los años siguientes, protagonizó y dirigió numerosas películas. Durante la dictadura militar, montó la productora cinematográfica Chango Producciones. En 1981, se mudó a Miami. El presidente Carlos Menem lo tentó para que se postule como gobernador de Tucumán. En 1991, derrotó en las elecciones al exmilitar Antonio Domingo Bussi, acusado de crímenes y desapariciones durante su primera gobernación. Administró la provincia hasta 1995 y luego en 1998, fue electo senador nacional. Integrando la fórmula presidencial del PJ con Eduardo Duhalde, fue candidato a vicepresidente en las elecciones de 1999, pero fueron derrotados por la Alianza. Volvió luego a la actividad artística. En la fructífera década del 60 comenzó a abrirse camino el conjunto Los Tucu Tucu, integrado por Ricardo Romero, Héctor Bulacio, Coco Martos y el Chango Paliza; los dos últimos fueron reemplazados luego por Carlos Sánchez y Roberto Pérez. Se convirtió en uno de los grupos populares más queridos de la Argentina. Durante su larga carrera, cosecharon galardones como el Ñandú de Oro en el Festival de Punta Arenas (Chile), el Primer Premio Internacional de Folklore en Madrid (España) y el 2º Camín de Oro en Cosquín, máximo galardón del folklore argentino. En enero de 1965, Jorge Cafrune tendió su mano y la presentó en el Festival de Cosquín. A partir de ese momento, Mercedes Sosa comienzó un trascendente camino como cantante. La década del 70 la descubrió como una de las voces destacadas de América. “Es el mayor suceso del canto popular, luego de la desaparición de Edith Piaf”, diría un crítico alemán. Mercedes Sosa recibió varios premios y distinciones, entre ellos, el Gran Premio CAMU-Unesco 1995 y el Premio de la Unifem. En 1996, recibió el Premio CIM-Unesco 1996, del Conseil International de la Musi-
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Hugo Foguet. LA GACETA
que-Unesco. Fue designada, por Unicef, embajadora, representante especial regional para América Latina. En 2001 obtuvo el premio “Grammy” por su versión de
Band (en 1990), la Norteña Jazz Band (en 2000) y la Stars Big Band, dirigida por Álvaro García. En 1972 nació La Pequeña Banda de Trícupa y, en 1977, Redd, una banda que alcanzó proyección nacional. El grupo literario “Gente que escribe” se creó en 1968 y estaba integrado por Alberto, Lía Rojas Paz, Mirta Suárez Porto y Eduardo Ramos, entre otros. Además, en 1972, surgió el grupo literario Yunque, conformado por Alicia Gómez Omil, Ricardo Gutiérrez, Alberto Molina Bry y Mirta Suárez Porto. En la década de 1970, afianzó su camino pianístico internacional Miguel Ángel Estrella. Fue secuestrado en 1977 en Montevideo, en el contexto del Plan Cóndor, que conformaban las dictaduras sudamericanas, incluyendo la argentina. Luego de ser privado de la libertad y torturado, el concertista fue liberado en 1980, gracias a una campaña mundial de músicos y a gestiones de Amnistía Internacional. Fundó Música Esperanza. Es doctor honoris causa de varias universidades, entre ellas, las de Lovaina (Bélgica), Lille (Francia) y la Universidad Nacional de Tucumán. El gobierno de Francia lo condecoró con la Legión de Honor y con la orden Comendador de las Artes y de las Letras. En 2000, le otorgaron el Premio Nansen, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En 2002 creó la Orquesta para la Paz, integrada por cuarenta jóvenes seleccionados en los diferentes países involucrados en el conflicto de Medio Oriente: Israel, Irak, Jordania, Egipto, Marruecos, Argelia y Palestina. El violinista Yehudi Menuhin dijo de él: “Escuché a Miguel Ángel Estrella y quedé impresionado por su profundo sentido musical, por la calidad dramática que es capaz de expresar”. Una larga lista de artistas plásticos locales incorporó a
Tomás Eloy Martínez. GONZALO MARTÍNEZ
la Misa Criolla. En 1968, el cineasta tucumano Gerardo Vallejo inició el rodaje de El camino hacia la muerte del viejo Reales, largometraje que ganó el Gran Premio del Jurado en el XX Festival Internacional de Cine de Mannheim (Alemania), el premio al mejor filme de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica y el premio al mejor filme de la Oficina Católica Internacional de Cine. En 1985 emprendió, en Tucumán, el rodaje de El rigor del destino (intervinieron actores locales), que obtuvo el Colón de Oro en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, el Premio a la mejor Música en el Festival de Moscú; “Bochita de Oro” en el Festival de Bogotá y premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. A fines de los 60, surgieron Los Fantasmas, Los Sabuesos y Los Bang, tres grupos en los que ya estaba la semilla del rock local. Además, se creó el Sexteto del Jazz Club Tucumán, con arreglos y dirección del pianista Oscar “Coco” Aguirre, Roberto Christovao en trompeta, Enrique Saltor en saxo tenor, Caíto Solís en trombón, Rino Bonn en contrabajo y Roberto “Tito” Alvarez en batería. Se creó luego el Jazz Ensemble. Más tarde, Aguirre se radicó en Europa. Los músicos de jazz continuaron trabajando en grupos más pequeños y en distintos estilos: Sergio Clúa, Víctor Caponetto, Hugui Escalante, Micki Tagliapietra, “Pancho” Trejo, Miguel Peralta, Juan Escalante, Julio González Goytía, Alberto Aredes, Jorge Ortega, Álvaro García y Roberto Aybar, son algunos de ellos. Luego se formó la Tucumán Jazz Band, la Latina Jazz Band (que se presentó en varios festivales nacionales interpretando jazz tradicional), la Swing Jazz
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sus obras las amplias posibilidades expresivas que le brindaba la nueva figuración. Ellos son Ernesto Dumit, Eugenia Juárez, Luis Debairosmoura, MARGA FUENTES Raúl Ponce, Myriam Holgado, Maru Coviello, Donato Grima, Guillermo Storni, Luis Vivas, Mirtha Chambeaud, Raquel van Gelderen, Ana Matilde Aybar, Nilda Noble de Pelli, Ana Badessi, Juana Radusky, Beatriz Cazzaniga, Nilo González, Gerardo Rodríguez y Lucrecia Rosemberg. En la década del 70, comienzó a destacarse Tito Segura, autor más de trescientas canciones, entre las que se destaca Zamba de amor y mar. Entre los 70 y los 80, cobró difusión el canto de las copleras vallistas Gerónima Sequeida, Melchora Ábalos, Isidora Álvarez y Rosa Guanco; se destacó la labor de la investigadora Josefina Racedo a través del Centro de Rescate y Revalorización del Patrimonio Cultural. El escritor Ángel Leiva obtuvo el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires (1972), el Premio Internacional de Poesía “César Vallejo” (1973) y el Premio Internacional “Pablo Neruda”. Entre 1980 y 1983, el filósofo tucumano Víctor Massuh ocupó el cargo de presidente del Consejo Ejecutivo de la Unesco. En 1984, recibió la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil”, otorgada por el rey de España, Juan Carlos I; ese año obtuvo el Premio Konex de Platino en Ensayo Filosófico. En 1987 se incorporó a la Academia Nacional de Ciencias, donde ocupó el sillón de Vicente Fatone. Asimismo, 1995 recibió la “Gran Cruz de la Orden de la Corona”, “El Rey Lear”. Puesta en escena de la Compañía de Teatro Estable de la provincia.
condecoración entregada por el rey Alberto II de Bélgica. En la década del 80, junto a dramaturgos como Raúl Alberto Albarracín, Manuel Maccarini, Leonardo Iramain y Ricardo Jordán, Carlos Alsina se erigió como el nuevo autor y director de los años 80 y 90. En 1984, se creó la Escuela de Teatro, dependiente de la Facultad de Artes de la UNT, bajo la dirección de Juan Tríbulo, también la Comedia Municipal de San Miguel de Tucumán, por iniciativa de la directora de Cultura, la actriz Norah Castaldo, que solo permaneció en su puesto hasta el final de esa década. En los 80 se formó el Grupo Norte, constituido por los plásticos Víctor Quiroga, Eduardo Joaquín, Vicky Muro, Ricardo Abella, Sergio Tomatis, Kelly Romero, Alicia Peralta, Enrique Salvatierra y Marcos Figueroa. Y en octubre de 1981, se fundó la filial local del Mozarteum Argentino, cuyo primer presidente fue Emilio Cartier. El 26 de octubre de 1984, el entonces rector normalizador de la UNT, ingeniero Eugenio Flavio Virla, inauguró el Centro Cultural en 25 de Mayo 265, donde habían funcionado los diarios “El Orden” y “El Trópico”, así como la imprenta universitaria. Por su ubicación estratégica, el establecimiento, que luego llevó su nombre, se convirtió rápidamente en el corazón de la vida cultural de la ciudad. En la administración de Virla, se creó la Orquesta Juvenil (Emir Saúl fue el primer director, y Gustavo Guersman, su continuador) y el Coro de Niños (conducido por Lucía Vallesi y luego por María Eugenia de Chazal). En septiembre de 1989, el rector Rodolfo Campero creó Radio Univer-
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sidad, emisora clave en la difusión de las manifestaciones culturales. Es importante el aporte del canto lírico a nuestro medio; han destacado en MARGA FUENTES la formación de los cantantes locales, las sopranos y maestras Diana López Esponda, Laura Varela, Elsa Paladino, Annelise Skovmand, Ana Di Muccio y Viena Francone. “Esperando a Godot”. Puesta en escena de la Compañía de Teatro Estable de la provincia.
SÓLIDA Y DESLUMBRANTE En la década de 1980, se afianzó la trayectoria literaria de Tomás Eloy Martínez, dueño ya de una prestigiosa labor periodística iniciada en los 70. Publicó, entre otras, las obras La novela de Perón (1985), La mano del amo (1991) y Santa Evita (1995); esta última novela, traducida a treinta y dos lenguas y editada en más de 30 países, es considerada una de las más sólidas y deslumbrantes de la literatura latinoamericana. Su importancia ha sido señalada por autores tales como Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos y Gabriel García Márquez. Obtuvo el premio Alfaguara de Novela 2002 con la obra El vuelo de la reina. Martínez ha construido una obra tan importante, que tanto The New York Times como la London Review of Books, la consideraron el fenómeno literario más importante de América Latina desde Cien años de Soledad, de García Márquez. En los 80, los artistas plásticos Roberto Koch, Rubén Kempa, Guillermo Rodríguez, Blanca Machuca, Ely Cárdenas, Gerardo Medina, Ana Claudia García, Octavio
Amado, Daniel Rivadeo, Margarita Vera, Aníbal Fernández, Carlos Alcalde, Lía Rojas Paz, Nicolás Leiva, Ricardo Heredia, Ricardo Bustos, Graciela Ovejero, Rodolfo Abella, Carlota Beltrame, Carlos Cifre, Enzo Lampasona, Héctor Palacios, Patricia Abdala y Julio Villafañe, entre otros, aportaron una nueva mirada sobre el proceso creador. En julio de 1983, se creó el Grupo por Imagen, integrado por Efraín David, Alfredo Franco, Ana Lía Sorrentino, Graciela Lavado, Daniel Mas, Patricia Bertini, Sergio Quiroga, Estela Ruiz y Luis Presti. En el campo literario, en los 80 y en los 90, se destacaron las producciones de Osvaldo Fasolo, Leonor García Hernando, Francisco Galíndez, Hugo Foguet, Rogelio Ramos Signes, Álvaro Cormenzana, Dardo Nofal, Elvira Orphée, David Lagmanovich, Eduardo Perrone, Adolfo Colombres, Octavio Cejas, Jorge Estrella, Inés Aráoz, José Ignacio García Hamilton, Ernesto Wilde, Honoria Zelaya de Nader, Mario Casacci, Alejandro Carrizo, María Teresa Pérez Spezzi, Mercedes Chenaut y Eugenia Flores de Molinillo, entre otros. En la música popular, se destacó la labor compositiva de Luis Gentilini con los poetas Luis Alberto Díaz y José Augusto Moreno, la de Néstor Soria y la de los taficeños Osvaldo Costello y Rubén Cruz. En la década del 1990 se consolidó la labor del guitarrista Juan Falú, que se convertiría, en el siglo XXI, en uno de los referentes de su instrumento en el folklore. En 1995, creó el Festival “Guitarras del mundo”, que continua dirigiendo en la actualidad. En el 2000, la Secretaría de Cultura de la
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Nación le concedió el Premio Nacional de la Música. Además, en el 2002, la publicación Classical Guitar le dedica su LA GACETA tapa y una extensa nota. En el canto lírico, se destacan el tenor Oscar Imhoff y el bajo Ernesto Ramos. En la danza clásica sobresalen Carolina D’Urso y Mercedes de Chazal. En 1990, Alicia Cruzado, primera figura del Ballet Estable entre 1964 y 1980, fundó la Escuela Superior de Educación Artística. En 1998 y 1999, el fotógrafo Ángel “Tito” Mangini, recientemente fallecido, montó la exposición “Conversando con Sabato”, cuyas fotos fueron publicadas en la revista Humboldt Internacionales de Alemania para América Latina. En los 90, también surgieron bandas de rock como Juez Dredd, Trilogía, La Insignia y Los Peces Gordos, que se nutrieron con las experiencias de Euzkadi, Amanda y Alcanfor para Gorriones. La corriente llegó a su punto culminante en los logros de la banda 448 y fundamentalmente de Karma Sudaca. En 1992, en la cancha de San Martín, actuó Roxette, dúo sueco de pop. En los 90 surgieron el arte digital y otras producciones difíciles de clasificar estéticamente, debido a que en ellas se mezclan distintas técnicas y procedimientos de trabajo que darán un perfil distinto al arte de este período. Alejandro Gómez Tolosa, Marisa Rossini, Geli González, Javier Juárez, Charles Vuillermet, Marcelo Lazarte, Leonel Marchese, Daniel Duchen, Alejandro Contreras Moiraghi, Rodolfo Bulacio, Mané Guantay, Rosalba Mirabella, Susana Bollati, Norma Juárez y Gabriela Spector son algunos de los artistas destacados. Se afianzó la labor del fotodocumentalista y fotoperiodista Julio Pantoja, cuyos trabajos alcanzarían luego proyección internacional. A comienzos de los 2000, Grupo literario La Carpa: Carola Briones, Raúl Aráoz Anzoátegui, Elvira Juárez, Sara San Martín, Omar Estrella, Julio Ardiles Gray y Nicandro Pereyra.
Darío Albornoz obtuvo la Beca Simon Guggenheim para realizar un trabajo sobre los oficios tradicionales en extinción en Tucumán, obra publicada por la Daguerrean Society. Estrenaron sus obras nuevos dramaturgos, como Mario Costello, Guillermo Montilla Santillán, María Blanca Nuri, José Luis Alves, Pablo Gigena, Martín Giner, Gabriel Patolsky, Norah Scarpa, Nicolás Aráoz, Ana Di Lullo y Leonardo Goloboff. Aunque desarrolla su carrera en Buenos Aires, el tucumano Marcos Rosenzvaig despliega una intensa labor como dramaturgo, ensayista y novelista. Entre 2002 y 2013, los escritores Julio Carabelli y Myriam Leal aglutinaron, en el Café Literario del Centro Cultural Virla y a diversos poetas y escritores de la región, que compartían sus escritos. En el seno del Julio Universitario de la UNT, organizaron el Letrarte, que reunió a poetas locales, nacionales y latinoamericanos. En el 2001, se presentó Duran Duran, grupo británico de rock. En el 2004, el coreógrafo y pedagogo tucumano Héctor Zaraspe se retiró con los más altos honores de la Juilliard School of Music and Drama, de Nueva York, una de las universidades de artes más importantes del mundo, donde fue docente por más de treinta y cinco años. UNA VISITA ESPERADA La visita de la pianista Martha Argerich a Tucumán, largamente esperada, se concretó el 21 de septiembre del 2005, en el ambito 45º Septiembre Musical, y constituyó un verdadero acontecimiento. La acompañó la Sinfonietta Argerich, dirigida por Darío Ntaca, y actuó, como pianista invitado el italiano Gabriele Baldocci. Argerich interpretó el Concierto en La menor, de Schumann. En agosto de ese año, el Gobierno provincial había adquirido en U$S100.000 un piano Steinway & Sons. En el área de la cinematografía, se destacó Bernardo Vides,
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En el año 1931 y por la gestión de Luis Gianneo, en la Sociedad Sarmiento, el pianista Arthur Rubinstein recreó los espíritus de Robert Schumann, Frédéric Chopin y de Franz Liszt, y dejó su firma estampada en el piano.
La visita de la pianista Martha Argerich a Tucumán, largamente esperada, se concretó el 21 de septiembre de 2005, en el ámbito del 45º Septiembre Musical, y fue un verdadero acontecimiento. La acompañó la Sinfonietta Argerich, dirigida por Darío Ntaca.
documentalista, que realizó numerosos cortometrajes; varios de ellos fueron distinguidos, seleccionados y premiados en distintos festivales internacionales de cortometrajes de Bruselas, Cataluña, Lisboa, Montecatini, Túnez y Zagreb. En el 2007, el joven Carlos Vilaró Nadal obtuvo el premio “Argentina fantástica” por su corto Fronteras, en el Festival de Cine BARS (Buenos Aires, Rojo y Sangre). Los dueños, filme de los directores tucumanos Ezequiel Radusky y Agustín Toscano, tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes en 2013, donde recibió la Mención Especial del Jurado de la sección La Semana de la Crítica. Además, en el 2015, el cortometraje El Familiar, dirigido por Franco Lescano Noriel y producido por Martín Falci Frosoni, se exhibió en la sección Short Film Corner, del Festival de Cannes. En octubre del 2013, la pintora Mamina Núñez de la Rosa presentó sus miniaturas en la exposición “Arte Latinoamericano en Roma”, dedicada al Papa, en el palacio pontificio Maffei Marescotti y en la Feria Internacional “Art Shopping 2013”, en el Carrousel del Louvre, París. Asimismo en diciembre del 2015, Pablo Iván Ríos expuso sus pinturas en el Salón de Bellas Artes de París, por las que es distinguido. En septiembre del 2014, Gladys Jiménez, conocida como “La bomba tucumana”, obtuvo el Premio Gardel al Mejor Álbum Artista Femenina Tropical por su disco “Gladys Aquí & Ahora”. En este siglo XXI, se ha destacado también el folclorista Juan Quintero que recibió tres distinciones: Revelación de folclore (Diario “La Nación”, 2002); Revelación de folclore (Diario “Clarín”, 2003); Premio Konex (Diploma al Mérito, 2005) y Konex de Platino a su grupo Aca Seca (2015). Se afianzaron en su senda el barítono Gustavo Ahualli, la violinista Sofía Cativa e inició su camino en Francia, como director de orquesta, Nicolás Agulló; en
la música popular, se proyectaron con intensidad Lucho Hoyos, el Mono Villafañe, Adriana Tula, Claudia Gargiulo, Alberto Rojo, Coqui, Claudio y Adrián Sosa, Viviana Taberna, Yuca Córdoba, Topo Encinar, Quique Yance, Gustavo Guaraz, el dúo La Yunta, Orlando Navarro, Nancy Pedro, Grillo Córdoba, Laureano Cejas, Mariela Narchi, Patricia Salazar, Claudia Ruiz Huidobro, Mariela Acotto, Belén Herrera, Manuel Sija (violín), Leopoldo Deza, Héctor Bejarano, Gabriela Costello, Carla Guzmán (flauta), Carlos Podazza, Ariel Alberto, Pablo González Jazey, Francisco Santamarina, Julio González Goytía, Claudio Giraud, Emilio Díaz (guitarra), Quique Yance (piano) yVíctor Juárez (bandoneón), entre muchos. El 5 de abril del 2014, el ex cine Plaza, bautizado teatro “Mercedes Sosa”, abrió sus puertas al público con la actuación del bailarín Maximiliano Guerra. Con un concierto de la Orquesta Estable, se inauguró, el 16 de mayo de ese año, en avenida Mitre y San Juan, el Espacio Cultural Don Bosco, una nueva apuesta para espectáculos y muestras plásticas. El contratenor Franco Fagioli debutó en Estados Unidos a comienzos del 2010 con una interpretación triunfal del papel protagonista de Giasone, de Cavalli, en el Teatro de Ópera de Chicago. Un comentario del diario The Guardian, de Londres, señala: “Fagioli es un intérprete absolutamente cautivador, tanto en [...] grandes piezas proclives a lucirse, donde su atletismo vocal es sorprendente, como en números más lentos y más íntimos”. La cultura es una de las raíces esenciales de un pueblo. El proceso de diseminar semillas para que brote con fuerza la identidad siempre se produce de abajo hacia arriba. Un árbol sin raíces fuertes o trasplantado puede caerse cuando menos se piensa. Tucumán fue siempre, y continúa siendo, almácigo de talentos en todas las ramas del arte.
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LA GACETA
APRENDER A SOÑAR RAMÓN “PALITO” ORTEGA Músico, productor discográfico, director de cine y gobernador de Tucumán en el período 1991-1995.
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ucumán me dio la oportunidad de aprender a soñar. Todo lo vivido dejó en mi alma una huella imborrable porque, a pesar de la estrechez de mi vida, desde muy joven tenía asumida mi vocación. Cuando no nos rendimos ante la adversidad y nos abrazamos férreamente a nuestros sueños, la vida humana hace que el dolor pasado se vaya trastocando poco a poco en una dulce y conmovedora alegría. Nací entre los cañaverales del, por entonces, ingenio azucarero Mercedes, y entre aquellos hombres que fecundaban los óvulos de la tierra con sus semillas en los quintales de la villa de Lules. Solo tenía entre diez y doce años cuando ya me ganaba unas monedas vendiendo “La Gaceta” por la mañana. Por la tarde, cosechaba mandarinas. Recuerdo nítidamente los paisajes de mi infancia. Apenas uno se acercaba, se escuchaba el clamor desgarrador de pueblitos muy pero muy solitarios.
Volvía a casa bordeando el río con los músculos fatigados. Estas fueron solo algunas de las tareas que cumplía con el fin de ayudar a la magra economía familiar. Temprano me adiestré en los rigores de una vida que me enseñó a no bajar jamás los brazos. Durante mis cuatro años de gestión frente al Poder Ejecutivo de la provincia, traté de conformar un bloque regional que nos permitiera unificar esfuerzos para lograr mejores resultados que los que históricamente se habían conseguido trabajando en compartimentos estancos. Cuando encaramos aquel proyecto del tren hacia los océanos Pacífico y Atlántico, las provincias de la región no colaboraron debidamente, no evaluaron las significativas ventajas de, por ejemplo, bajar los costos de transporte para llegar a mercados internacionales. Pasaron mas de veinte años desde mi gobierno hasta hoy y, como tucumano, me preocupa que el desarrollo económico y social siga tan estancado.
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“El hachero”, de Juan Carlos Iramain, en el Museo Timoteo Navarro. SOLANA PEÑA
UN FARO INTELECTUAL LLAMADO SOCIEDAD SARMIENTO
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a Sociedad Sarmiento fue el principal escenario institucional de la vida intelectual tucumana a finales del siglo XIX y durante buena parte del XX. Román F. Torres se desempeñó como primer presidente de este espacio de origen modesto: la reunión que aprobó la fundación tuvo lugar en el cuarto de pensión que alquilaba José Fierro, entonces profesor de la Escuela Normal y uno de los principales promotores del proyecto. Recién a partir de 1909, la Sociedad Sarmiento incorporó una sede importante, obra del ingeniero arquitecto Domingo Selva, cuya fachada se inspira en los movimientos renovadores de la arquitectura europea. En eaquella época fue el edificio de mayor envergadura de la ciudad. En el ensayo: “En busca de un campo cultural propio. Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (1904-1944)”, Soledad Martínez Zuccardi indica: “Fundada el 25 de junio de 1882, la asociación surge de la iniciativa de un grupo de alumnos y exalumnos de la Normal y, en menor medida, del Colegio Nacional, quienes aspiraban a formar una sociedad literaria. Inicialmente tuvo el nombre de ‘Ateneo de las Provincias’. Comienza como un espacio de reunión para jóvenes estudiantes, pero en poco tiempo se afianza como una institución de reconocido prestigio a la que se suman figuras con trayectoria destacada (gobernadores, ministros y legisladores), además de socios honorarios corresponsales”.
El investigador Enrique Kreibohm sostiene que la seriedad con la que se organizó el ateneo constituye su nota fundamental. Los estudios sobre esta institución la presentan como la primera que, fuera de la educación formal, promueve con profesionalismo y compromiso la organización de la cultura letrada en Tucumán. La entidad propició el nacimiento del periodismo cultural a partir de la publicación, primero, del semanario “El Porvenir” y, luego, de la sobresaliente “Revista de Letras y Ciencias Sociales”. En 1939 emprendió un nuevo empeño cultural: “Sustancia - Revista de Cultura Superior”, que posteriormente recibió el nombre de “Sustancia - Tribuna Continental de la Cultura Provinciana”. Esta publicación se desarrolló durante un lustro con la dirección del eminente Alfredo Coviello y la colaboración de importantes representantes de la cultura argentina y foránea, lo que, unido a la perfección de su realización editorial, contribuyó a su aceptación internacional. La Sociedad Sarmiento impulsó el desarrollo de la actividad poética y literaria de la mano de los intelectuales Paul Groussac y de Ricardo Jaimes Freyre. Asimismo, participó del nacimiento de la Universidad de Tucumán (1914) por medio del fundador Juan B. Terán, quien fue uno de los principales animadores de la “Revista”. De hecho, la idea de crear la casa de estudios fue anunciada en el primer nú-
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Estanislao S. Zeballos; Ramón del Valle Inclán; José Ortega y Gasset; Pedro Goyena; Leopoldo Lugones; Alfonsina Storni; Ricardo Rojas; Victoria Ocampo; Camille Saint Saëns; Alfredo Palacios; Juan B. Justo; Arturo Capdevila; Ramón Gómez de la Serna; Gerardo Diego; Miguel LLobet; Rafael Alberti; León Felipe; Francisco Ayala; Bernardo Houssay; Joaquín V. González y Alejandro Korn.
mero de ese órgano, que aparece en julio de 1904. La Sociedad Sarmiento admitió en su seno al grupo de pensadores y estadistas conocido como Generación del Centenario, por coincidir cronológicamente con la conmemoración del siglo de la Declaración de la Independencia. Además de los mencionados, integraron esa élite Julio López Mañán, Miguel Lillo, Ernesto Padilla, Alberto Rougés, Juan Heller y José Ignacio Aráoz. Por aquel faro del conocimiento pasaron como disertantes invitados desde Domingo Faustino Sarmiento, en 1887, hasta Ramón del Valle Inclán, José Ortega y Gasset, Georges Clemenceau, Pedro Goyena, Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni y Ricardo Rojas. Amén de aquellas figuras, la Sociedad Sarmiento acogió regularmente a cuantos intelectuales o artistas ilustres argentinos y extranjeros vinieron al país. La lista incompleta de personalidades incluye a Joaquín V. González, Estanislao S. Zeballos, Camille Saint Saëns, Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Arturo Orgaz, Arturo Capdevila, Gerardo Diego, Alejandro Korn, Hermann Keyserling, Ramón Gómez de la Serna, Victoria Ocampo, Rafael Alberti, León Felipe, Francisco Ayala, Luis Jiménez de Asúa, Eugenio Pucciarelli, Bernardo Houssay, Waldo Frank, Enrique de Gandía, Miguel LLobet y Juan Cuatrecasas. Foro para el estudio, el debate, la difusión y la aplicación
del conocimiento como durante mucho tiempo no hubo otro y fermento necesario para la creación de la Universidad de Tucumán, la Sociedad Sarmiento comenzó a declinar hacia 1960. En el Bicentenario subsiste su biblioteca valiosa y simbólica, que fue declarada de carácter público en 1884, y que, como consecuencia de las sucesivas donaciones y adquisiciones, se convirtió en el principal acervo bibliográfico local y regional. La colección contaba con 65.184 libros en 1995 y contiene alrededor de 75.000 en el presente. El actual edificio social de la calle Congreso 65, obra del ingeniero-arquitecto Domingo Selva –también autor de la Casa de Gobierno de Tucumán, en 1912– fue inaugurado en la primera década del siglo XX y es una pieza relevante del patrimonio arquitectónico tucumano. Se inspira en los movimientos renovadores de la arquitectura europea de la época. En el tiempo de su inaguración, fue el edificio civil de mayor envergadura de la ciudad, pero hoy exhibe un deterioro inquietante. Tanto la Universidad Nacional de Tucumán como el Estado, por medio del Ente del Bicentenario, se comprometieron a rescatar el edificio, pero las promesas aún no se tradujeron en las acciones necesarias para salvar lo que queda de la Sociedad Sarmiento, sin cuya obra la provincia no sería lo que fue y continúa siendo.
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EMBAJADORES C U LT U R A L E S : ESTRELLA, PELLI Y ZARASPE
Estos tres tucumanos llevaron su arte allende las fronteras y, en el presente, son exponentes internacionales en sus respectivas disciplinas: la música, la arquitectura y la danza. Embajadores espontáneos de nuestro talento y creatividad, cada uno de ellos plasmó su mirada y perspectiva sobre el Jardín de la República a partir de estas dos preguntas: 1. ¿Qué le aportó Tucumán en su formación y carrera? 2. ¿Qué desearía para el futuro de Tucumán?
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MIGUEL ÁNGEL ESTRELLA Pianista Creador de Música Esperanza Fundador de la Orquesta para la Paz Salam-Shalom Embajador de Buena Voluntad de UNESCO desde 1989 1. Mis viejos: Ana María y Omar. Mi hermano Jorge, mi mejor amigo. Hilda Deniflé, pianista húngara de la diáspora europea en los años 40. Ella me transmitía que el piano podía expresar lo mejor y lo más hondo que hay en nuestras tripas. Carlos Cillario y David Lagmanovich, por su confianza musical en mi destino pianístico. El Teatro San Martín: a ese “templo” entré por primera vez a los trece años para escuchar la Sinfónica que dirigía Cillario y a una pianista polaca que tocaba obras de Chopin. Ese día sentí imperiosamente que mi mundo debía ser el piano. En aquellos años de revolución cultural y social, el peronismo había elegido a Tucumán como un lugar para que pianistas de la patria grande asistieran a cursos de perfeccionamiento dictados por célebres artistas como Walter Giesekink. Adolescente y pianísticamente muy “verde” todavía, el Gymnasium me autorizaba a asistir a esos cursos y a todo ensayo de pianistas o de la Orquesta. Martha, la mujer de mi vida, aprendió a amar Tucumán. De ese amor hondo nacieron nuestros hijos Javier y Paula, dos músicos de talla. El Gymnasium Universitario era dirigido por un inmenso humanista, el “profe” Leguizamón. En las fechas patrias, sus discursos nos hacían lagrimear. De él y de otros “profes”, como Felipe Mantero, aprendíamos a no ser indiferentes a las injusticias que soportaban los más pobres: obreros del azúcar o el pueblo originario calchaquí. En ese amado colegio nació el primer teatro independiente tucumano: le pusimos Gymnas, y abordábamos obras ambiciosas con – entre otros– Rosita Ávila y Raúl Serrano.
Además de los compañeros de mi curso –amigos para toda la vida–, también estudiaba allí Gerardo Vallejo, con quien compartiríamos más adelante una militancia peronista fogosamente creativa dentro de la F.O.T.I.A. y de la Federación Indígena Calchaquí, donde fui nombrado mensajero internacional para dar a conocer las prohibiciones dictatoriales. La hermana Rosario, de las Adoratrices que estaban al frente de mi casa, en la calle Alberdi. 2. Que las enormes conquistas que vivimos entre 2003/2015 sean respetadas y agrandadas. Que la nueva Ley de Medios –considerada por grandes intelectuales como la mejor del mundo– pueda ser aplicada. Desde muy jóvenes Martha y yo comprendimos que “el mercado” era enemigo del humanismo. Nunca aceptamos ser dirigidos por una empresa mercantil. En el camino hacia un “mejor vivir” todos podemos aportar, con la condición de no “creérnosla” y rechazando el narcisismo o aquello de “ricos y famosos”. Entre montones de programas, Música Esperanza ha mostrado que pueden crearse propuestas distintas como la formación de músicos sociales o un nuevo tipo de concursos, como el “Chopin Argentina”, donde los jurados están obligados a una transparencia total. En mi paso por el “Plan Cóndor” (Uruguay 1977/1980) tomé consciencia de que todas las noches soñaba con Tucumán. En esa etapa nació Música Esperanza y elaboré numerosos programas útiles para el “mejor vivir” con el imperativo de promover una vida digna sin dejar de lado a los más desfavorecidos.
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HÉCTOR ZARASPE Coreógrafo Maestro de baile de la Juilliard School de Nueva York Diploma al mérito - Premio Konex Música Clásica en la categoría “Pedagogo”(1989)
CÉSAR PELLI Arquitecto Cofundador de Pelli Clarke Pelli Architects Considerado uno de los diez arquitectos más influyentes de Estados Unidos
1. Solo tengo palabras de emoción para Tucumán. Nunca me voy a olvidar de Aguilares porque ahí aprendí todo. Aprendí a bailar, a declamar, a rezar… Insisto: aprendí todo. El amor por el baile se lo debo a mis primeras maestras de la primaria, las más hermosas que he tenido. Ellas me alentaban a bailar en los actos de la escuela y me apoyaban siempre. Por supuesto que no aprendí a bailar ballet, pero sí una zamba, una cazuela, la mazurca A la sombra de una sombrilla. En Tucumán aprendí sobre religión: fui monaguillo algún tiempo. Y aprendí también a conocer a los políticos.
1. En mi formación, Tucumán me dio casi todo. Allí nací, crecí, me hice hombre y arquitecto. Allí me casé. Tuve buenas maestras en la Escuela Obispo Molina, como Charo Juárez, y grandes profesores en el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán, entre ellos Eduardo Sacriste y Jorge Vivanco. Vine a Estados Unidos muy bien preparado. 2. Lo que yo quisiera en Tucumán es un muy buen hotel en el centro, trenes de pasajeros y aviones más frecuentes a Buenos Aires, a las provincias y a los países cercanos. Advierto que mis opiniones son de alguien que quiere a Tucumán, pero que hace mucho que no vive allí.
2. Tucumán siempre ha sido una provincia muy rica, siempre me ha parecido un país en miniatura. Hablo principalmente de la actividad cultural, con sus cuerpos estables y compañías. Me gustaría que en Tucumán se volviese a respirar ese encendido espíritu cultural de otros tiempos. Querría que los cuerpos estables volviesen a ser esa mujer elegante que alguna vez fueron y que las compañías brillen como antaño. No quisiera ofender a nadie, pero veo que Tucumán es una cosa improvisada ahora. Quisiera que Tucumán volviese a ser el gran polo que fue. 282
Diseño conceptual del Centro de Alto Rendimiento de Altura proyectado en 2016, en Tafí del Valle, por el arquitecto César Pelli (Pelli Clarke Pelli) con financiamiento de la Federación Económica de Tucumán y de la Fundación INCAI. © 2016 PELLI CLARKE PELLI ARCHITECTS
ILUSTRACION TUCUM
ANOS POR ADOPCIÓN
TUCUMANOS POR ADOPCIÓN
1. Manuel Belgrano (1770-1820): la victoria en la Batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, lo hizo un hijo dilecto de la provincia. El dinero que le adjudicaron por aquella hazaña lo donó para la construcción de escuelas en Tucumán. Allí le entregó su bastón a la Virgen de La Merced y le traspasó el mando del Ejército del Norte a José de San Martín.
desde 1898 hasta su muerte. Preocupado por las flaquezas socioeconómicas de la provincia, en especial en lo referido a los obreros, fue pionero del catolicismo social. Sus Obras pastorales están recopiladas en dos tomos. 5. Paul Groussac (1848-1929): el escritor, educador, historiador y crítico literario nació en Toulouse (Francia) y durante los once años que permaneció en Tucumán –hasta 1884– ejecutó una amplia labor. Fue director de Enseñanza de la Provincia y director de la Escuela Normal, donde desarrolló teorías y métodos pedagógicos de avanzada.
2. Marco Avellaneda (1813-1841): pese a que había nacido en Catamarca, el padre del futuro presidente Nicolás Avellaneda gobernó Tucumán durante seis meses en 1841. Era doctor en Jurisprudencia y un eximio orador. Fue víctima de las guerras civiles: oponerse a Rosas le costó ser asesinado en Salta. Se lo conoce como “El mártir de Metán”. 3. Amadeo Jacques (1813-1865): el prestigioso educador francés marcó una época desde la dirección del Colegio San Miguel. Asumió el cargo en 1858 y en pocos años, hasta 1862, lo convirtió en el primer establecimiento de educación superior de la provincia. Sus planes sirvieron de base para la futura creación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). 4. Monseñor Pablo Padilla y Bárcena (1848-1921): nacido en Jujuy, fue obispo de Tucumán durante veintitrés años,
6. Atahualpa Yupanqui (1908-1992): se llamaba Héctor Chavero, nació en Pergamino y su amor por Tucumán surgió durante unas vacaciones, en 1917. Llegó a instalarse en Raco durante los años 30, época de prolífica producción poética. A la historia y la geografía de la provincia les dedicó numerosos temas, con la zamba Luna tucumana a la cabeza. 7. Horacio Descole (1910-1984): oriundo de Avellaneda, farmacéutico y naturalista de profesión, registra dos etapas al frente de la UNT, como interventor (1946-1948) y rector (hasta 1951). Lideró una profunda transformación, que
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11. Manuel García Fernández (1858-1923): nacido en Asturias, se radicó en Tucumán en 1873 para erigirse como propulsor de la industria azucarera. Fundó el ingenio Bella Vista y, a la par de su labor empresaria, desarrolló una veta filantrópica, en especial como benefactor de los salesianos. Costeó la construcción del colegio que lleva el nombre de su hijo, Tulio.
incluyó el inicio de la construcción de la Ciudad Universitaria en San Javier y la fundación del Gymnasium. 8. Guillermo Oliver (1927-2013): la ciencia tucumana lo cuenta entre una de sus principales figuras, aunque nació en Manuel Ocampo (Buenos Aires). Durante décadas fue referente del Cerela (el instituto de la UNT que dio a luz la “leche Bio”), además de investigador del Conicet y un distinguido docente.
12. William Cross (1887-1967): nació y se educó en Inglaterra, y vivió en Alemania y en EE.UU. antes de instalarse en Tucumán. Durante treinta años (1916-1946) dirigió la Estación Experimental Agrícola. Su aporte, experimentando con nuevas variedades de caña, fue decisivo para el desarrollo de la industria azucarera. Además ejerció la docencia de la UNT.
9. Ezequiel Linares (1927-2001): el excepcional artista plástico se radicó en la provincia en 1962 para conducir la sección de Pintura del Departamento de Artes de la UNT. Sus obras, marcadas por distintas y ricas etapas estilísticas, se exhiben en museos de todo el mundo. Registró dos pasos por la UNT, durante los que formó a generaciones de discípulos. 10. Eduardo Sacriste (1905-1999): entre 1945 y 1960 fue docente de la entonces Escuela de Arquitectura de la UNT. Referente de la arquitectura internacional, sus construcciones están generosamente repartidas por la geografía tucumana e incluyen edificios públicos, como el Hospital de Niños y la Maternidad, y la emblemática Ciudad Universitaria.
13. Héctor Villalba (1934): nació en Buenos Aires y tras una extensa carrera en la jerarquía eclesiástica fue designado Arzobispo de Tucumán en 1999. Se retiró en 2011, por razones de edad, y en 2015 el papa Francisco lo elevó al rango de cardenal. De perfil abierto y dialoguista, se lo reconoce por su compromiso social y su incansable labor pastoral.
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E L PAT R I M O N I O ARQUITECTÓNICO DE LA PROVINCIA A L B E RT O N I C O L I N I
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l patrimonio urbano y arquitectónico de Tucumán se fue construyendo y consolidando desde el período prehispánico hasta nuestros días, pero no cabe duda de que la etapa más prolífica en aportes valiosos y significativos desde el punto de vista institucional fue la que transcurrió entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, tiempo en el cual se produjo también una transformación de los modos de vida y el reemplazo de viejas construcciones por modernos edificios, siendo uno de los casos más resonantes la demolición del Cabildo de la ciudad en 1908 y la edificación, en su lugar, del Palacio de Gobierno en 1912. Desde el punto de vista urbano, un rasgo exclusivo y de valor patrimonial que posee la ciudad es que, a diferencia de todas las otras ciudades de Hispanoamérica fundadas en los siglos XVI y XVII y trazadas en forma de cuadrícula, mantiene con toda claridad la importancia de las “calles de ronda”, es decir, las que recorrían el perímetro de las nueve por nueve manzanas de la ciudad de fundación de 1685. En efecto, el mayor ancho de las calles Santiago, Gral. Paz, Salta-Jujuy y Av. Avellaneda-Sáenz Peña señala ese límite de fundación. Además, las calles dentro de ese límite tienen doce metros de ancho y veinte las que están fuera de él, con lo que queda visible la ciudad española de calles angostas dentro de las rondas y, fuera de ellas, la ampliación posterior de la mitad del siglo XIX con calles y veredas anchas y arboladas. ALBERTO NICOLINI Desde 1959, profesor titular de Historia de la Arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente, es profesor consulto de esa Facultad. Académico
Del período prehispánico Tucumán posee un importante enclave, situado en los Valles Calchaquíes. Es el antiguo poblado conocido como Ruinas de Quilmes, asentado en un sitio aterrazado desde el cual se tiene una posición dominante (de 100 metros) sobre el valle. La renovación edilicia en los tiempos recientes tuvo como resultado la pérdida de abundante patrimonio arquitectónico construido entre los siglos XVI y XVIII en la provincia. El edificio mejor conservado del período es la Capilla de Chicligasta, una típica iglesia mudéjar de torre única, y una nave cubierta de madera con estructura de par y nudillo cuyo modelo español se perfeccionó en Sevilla en el siglo XIV. La Casa Histórica de la Independencia, tal como la vemos hoy, fue una magnífica reconstrucción concluida por el arquitecto Mario Buschiazzo en 1943, la que nos permite valorar lo que fue una amplia casa de patios del siglo XVIII que ocupa medio solar de los de la fundación de la ciudad. Para 1816, era propiedad de doña Francisca Bazán de Laguna, quien la facilitó a los congresales que llegaban en marzo desde distintas ciudades del antiguo Virreinato del Río de la Plata, quienes, luego de varias sesiones, el 9 de julio de 1816 resolvieron declarar la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica. EL CENTRO DE LA POLIS Como en toda ciudad hispanoamericana fundada entre los siglos XVI y XVIII, en la Plaza Mayor de la ciudad de Tu-
correspondiente de la Academia Nacional de la Historia y académico delegado de la Academia Nacional de Bellas Artes. Ha escrito más de 90 publicaciones y ponencias sobre historia de la arquitectura e historia de las ciudades argentinas y latinoamericanas.
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Ex Banco de la Provincia, de Alejandro Virasoro (1928). PABLO CASEN
El suelo tucumano fue enriquecido con obras que perduran obstinadas aunque pasen los años. En la capital, la hora de los grandes hitos arquitectónicos acaeció hace cien años. Luego, los modernistas del siglo XX dejaron una impronta fascinante. En el presente, la conservación del patrimonio vive en tensión con la renovación edilicia.
cumán se concentra su más valioso patrimonio urbano y arquitectóniPABLO PALACIOS co. Originalmente fue un espacio totalmente libre donde tenía lugar todo acontecimiento militar, político, religioso o comercial hasta que, durante la segunda mitad del siglo XIX, se fue transformando en el parque paseo que conocemos hoy como Plaza Independencia. Gradualmente fue dotado de una doble fila de naranjos flanqueando los paseos peatonales en el perímetro; un par de diagonales cruzándose en el centro dominado por la estatua de la Libertad, obra de Lola Mora de 1904; dos glorietas para bandas musicales hoy desaparecidas y, en los espacios intermedios, grandes árboles y canteros con flores. A su alrededor se construyeron los edificios más significativos: el Cabildo, demolido en 1908, y la Catedral, la cuarta levantada en el mismo sitio e inaugurada en 1856, obra encargada en 1845 por el gobernador Celedonio Gutiérrez al ingeniero francés Pedro Dalgare Echeverry. En su tiempo fue considerada la más importante de la Confederación y no quedan dudas, gracias al dibujo de Pallière de 1858, que se destacaba audazmente por sobre las pequeñas casas de una sola planta que rodeaban la plaza por entonces. Hoy se reconoce que la Catedral introdujo el Neoclasicismo en la ciudad, la componen el pórtico de acceso con sus columnas de inspiración dórico-toscana espaciadas de manera irregular y, por encima, un frontón que alberga “Quinta Guillermina”, de José Graña, en el parque homónimo.
una escena bíblica: Moisés recibiendo un enorme racimo de uvas, cargado por Josué y Caleb, alusión al nombre original dado por Diego de Villarroel a la ciudad que fundara: “San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión”. A ambos lados se levantan dos torres de tres pisos que se ornamentan, de manera tradicional, con los tres órdenes de pilastras superpuestas: dórico, jónico y corintio, y las rematan dos extravagantes cúpulas bulbosas. El interior de las tres naves evidencia la audacia técnico-constructiva del autor al utilizar como soportes fuertes columnas –un tema de la ortodoxia neoclásica– y no muros gruesos como era habitual. Estas fueron empleadas luego en las otras dos grandes iglesias construidas hacia el fin de siglo XIX en la ciudad: San Francisco y Santo Domingo. En la esquina noroeste, la antigua iglesia de los jesuitas fue reemplazada por la de San Francisco. Inaugurada en 1887, se trata de una de las cinco iglesias de tres naves con crucero y cúpula que la orden edificó en las capitales de la región. La de Tucumán se destaca por su interior ornamentado con notables retablos y pinturas en todos sus muros. El atrio se concluyó cerrándolo con el más importante conjunto de rejas de la ciudad, del tipo que se resuelve con planchuelas y barras de hierro; una de ellas lleva la fecha “1891”. El sólido volumen de la fachada, sin torres, es un importante acento en el paisaje urbano de la plaza; sobresale en ancho y altura respecto de las naves de la iglesia, y se estructura como fachada retablo de tres calles y tres 290
pisos en la calle central que remata en el campanario. En 1902, el constructor Pedro Vozza edificó el gran claustro del convento contiguo al lado norte de la iglesia. Su obra quedó inconclusa, haciéndose patente, entonces, el cuidadoso aparejo de ladrillos destinado a recibir un revoque que nunca se aplicó.
Teatro San Martín. SOLANA PEÑA
UNA HISTORIA DE LA VIVIENDA AUTÓCTONA La Plaza Independencia posee en su perímetro un grupo de edificios que, originariamente destinados a casa-habitación, completan, comenzando con la Casa Histórica a 150 metros de la plaza, una pequeña “Historia de la Vivienda en Tucumán”. Sobre la calle 25 de Mayo, la Casa Padilla de 1870 es un excelente ejemplo del tipo de vivienda a patios habitual en Hispanoamérica hacia fines del siglo XIX, denominada “casa chorizo”: una planta encerrada en un lote estrecho de 11 por 70 metros que distribuye sus habitaciones alrededor de cuatro patios sucesivos. Su fachada presenta una rica composición neoclásica tardía de tres tramos con pilastras dobles corintias destacadas del fondo mediante el contraste del color. En la puerta cancel y en las dos ventanas se completa la rica ornamentación con tres rejas de compleja composición lograda con barras, planchuelas y detalles de fundición de hierro. En 1911, en la calle 24 de Septiembre, frente a la plaza, se levantó la casa de Luis F. Nougués, hoy sede del Ente de
Turismo de la Provincia. La radical novedad que presenta este petit hôtel es el cambio de modo de vida que implicó la estratificación de las zonas funcionales perfectamente definidas en cada una de las cuatro plantas: el servicio en la planta baja y en el tercer piso o terraza; la zona social en el primer piso o “planta noble”, y el área íntima de la familia en el segundo piso. Esta superposición de plantas en altura fue posible gracias a la tecnificación moderna de la arquitectura concretada en una estructura resistente de acero, a la conexión entre los distintos niveles por un ascensor y un montacargas, y a un doble sistema de escaleras y a las instalaciones eléctricas, de agua corriente y de desagües. Por otra parte, el lenguaje arquitectónico, que se utilizó por primera vez en Tucumán, aplicado por los arquitectos Lanús y Hary en exteriores e interiores, se inspiraba en el neoclásico francés, cuyas características más notables en el exterior son el color gris-marrón del revoque semejante al de la “piedra París” y las cubiertas de mansarda de pizarra o chapa metálica. El cuarto ejemplo, la Casa Frías Helguera, hoy sede de la Federación Económica de Tucumán en la calle San Martín, es una remodelación completa de una gran casa a patios y de dos plantas de fines del siglo XIX. Proyectó la transformación en 1924 el arquitecto español, nativo de Salamanca, José Graña, adoptando un novedoso lenguaje arquitectónico propio del neohispanismo que se planteó como alternativa a la arquitectura derivada de las variantes neoclásicas
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Iglesia de San Francisco inaugurada en 1887. SOLANA PEÑA
italianas o francesas. Esta tendencia se sustentó ideológicamente en una reivindicación de España y de los siglos de dominio español en América. Sus modelos de inspiración estuvieron en la arquitectura de fin del Medioevo y de comienzos del Renacimiento español y en la arquitectura hispanoamericana de los siglos XVI al XVIII. En este caso, sin innovar en las cuestiones funcionales, Graña reemplazó la regularidad de las diez aberturas de los dos pisos de la fachada existente por aberturas de diferente tamaño y diseño. Destacó el acceso con una magnífica portada tallada en piedra de estilo plateresco y una triple reja en una de las ventanas de la planta alta, réplica de una ventana famosa de la Casa de las Conchas en Salamanca, su ciudad natal. La alteración del espacio social al interior se patentiza también en el cambio de la geometría del primer patio, de rectangular a octogonal y mediante la ornamentación con elementos de arquitectura andaluza que incluyen ventanas geminadas con columnillas al medio, azulejos y vidrieras de color. El último ejemplo de vivienda frente a la plaza, muy próximo al anterior en la calle San Martín esquina Laprida, es un edificio de departamentos, de siete pisos, conocido como La Continental. Este es el primer edificio de vivienda colectiva edificado en la plaza principal, que testimonia el cambio de modo de vivir tipificado por el reemplazo de la “familia patriarcal” por la “familia conyugal”. El proyecto de los arquitectos Roca y Togneri de 1938 es también uno de los primeros que recurre a la tecnología del hormigón armado y a la expresión sobria de la “arquitectura moderna” con un vistoso juego volumétrico y la bicromía entre el ladrillo y el revoque blanco. SUMA DE ESTILOS La calle San Martín, en la cuadra de la plaza, es además un valioso testimonio del modo ecléctico con que fueron reedificadas nuestras ciudades a principios del XX, sumando,
en solares contiguos, obras de importancia patrimonial proyectadas por arquitectos calificados que actuaron con distintos criterios compositivos y lenguajes formales. Los mencionamos de oeste a este: Alberto Prebisch en el Cine Plaza de 1944; Noel, Escassany y Guido en la Caja Popular de 1939; Luis Martin en el Jockey Club de 1925; José Pasteris en el Hotel Plaza de 1920; José Graña en la Federación Económica de Tucumán de 1924, y Roca y Togneri en La Continental de 1938. Enfrente, en la esquina de la calle Laprida, se levantó el Banco de la Provincia, de Alejandro Virasoro, en 1928. Junto con la Catedral, la Casa de Gobierno es el otro edificio significativo de la plaza que sustituyó al antiguo Cabildo, demolido en 1908. El gobernador Luis F. Nougués había planteado, desde 1906, la necesidad de una nueva sede para el Poder Ejecutivo y le encargó el proyecto al ingeniero Domingo Selva. Este, quien había concluido sus estudios en la Universidad de Buenos Aires con una tesis sobre vivienda obrera, demostró estar también al día sobre las tendencias más actualizadas de la estética arquitectónica porque, si bien resolvió la organización funcional del edificio de acuerdo con las tradiciones académicas, empleó un vocabulario formal muy original combinando arcos, columnas, cornisas y balcones clásicos con ornamentaciones de detalle derivadas de los estilos más recientes del floreale italiano o la “sezession vienesa. En la volumetría total se destaca el color tradicional de la piedra París afrancesada con tres cúpulas derivadas de la forma de las mansardas. A media cuadra de la plaza hacia el sur por la calle 9 de Julio se encuentra el edificio original del Banco de la Provincia, desde 1977 Museo Provincial de Bellas Artes, obra de 1905 del arquitecto belga Alberto Pelsmaekers. El atractivo mayor del edificio es el gran salón principal de veinte metros de lado, cuya techumbre se sostiene por columnas de hierro fundido, una innovación para entonces
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Antigua sede del Poder Legislativo sobre la avenida Sarmiento. SOLANA PEÑA
en una sala bancaria. En el centro de la cubierta se abre una gran claraboya que concentra luz en ese espacio central, sumándose a la de las ventanas del perímetro. Todas las aberturas se cierran con cristales coloreados. Hacia 1928, el gobernador Campero realizó un concurso para una nueva sede del Banco que se situaría en la esquina nordeste de la plaza. Resultó ganador el arquitecto Alejandro Virasoro, destacado diseñador y empresario de Buenos Aires, quien hasta entonces había practicado un lenguaje arquitectónico claramente art decó que puede verificarse en la cubierta superior escalonada del gran hall central. En el resto de los interiores y exteriores domina el clasicismo depurado que era habitual en los edificios públicos de entonces. La primera línea ferroviaria llegó a Tucumán en octubre de 1876. Más tarde, la construcción de la línea del ferrocarril a Buenos Aires y Rosario, luego llamado Central Argentino y finalmente Mitre, estableció la terminal en la ciudad de Tucumán y originó, en 1889, la importante Estación del Ferrocarril Gral. Bartolomé Mitre, un enorme tinglado sobre los andenes formado por dos bóvedas paralelas, sostenidas por columnas de hierro fundido que llevan la inscripción A Handyside and Co. Lt. Derby and London England. Este es un preciso testimonio de la práctica corriente en la época de importar casi la totalidad de los materiales y piezas de construcción de tecnología avanzada. El sector de pasajeros es un volumen de dos plantas resuelto con una composición clásica de siete arcos, donde, no siendo los tres centrales de planta baja son el acceso de pasajeros desde la plaza. Debido al crecimiento que experimentó la ciudad desde la segunda mitad del siglo XIX, surgió la conveniencia de acompañar esas extensiones de nuevas manzanas edificadas con otra que sirviese de plaza pública, proyectada ya como plaza paseo arbolado. Justamente enfrente de la estación, la Plaza Alberdi distribuye con una perfecta simetría, que incluye a la estación, cuatro
medianas y cuatro diagonales que sirven de senderos que convergen en el estupendo monumento a Juan Bautista Alberdi esculpido por Lola Mora e inaugurado en 1904. Hacia el norte de la ciudad y sobre la avenida Sarmiento, que era uno de los nuevos boulevards proyectados en 1879 y construidos en 1888, se diseñó la Plaza Urquiza. Y en tres de las manzanas contiguas a ella se fue practicando un nuevo modo de insertar edificios monumentales y significativos en el espacio urbano. Esta novedad consistió en dejarles su perímetro libre, es decir, incluir un espacio de jardín entre el edificio y la reja que se colocaba en la línea municipal. Así se levantó en una manzana el Colegio Nacional Bartolomé Mitre en 1905 y, seis años más tarde, en otra manzana el conjunto de Hotel Savoy, el Casino y el Teatro San Martín de 1911, proyecto de los arquitectos Hugé y Colmegna, quienes resolvieron el conjunto con los tres volúmenes separados por jardines intermedios. Finalmente, en la cuarta manzana, en 1955, se concluyó un grupo de cuatro blocks de viviendas proyectados por el arquitecto Mitrovich. EL PARQUE DE SOLDATI Y THAYS, Y EL DE GUZMÁN Desde 1898, el ministro de la provincia, Dr. Alberto de Soldati, había emprendido una campaña para transformar los terrenos del este de la ciudad, bajos, anegadizos y cercanos al cauce del río Salí. El proyecto era transformar el sector en un parque público. Como senador, logró la promulgación de cuatro leyes sucesivas entre 1906 y 1910, gracias a las cuales se expropiaron 400 hectáreas para el “Parque Centenario”, cuyo proyecto fue realizado por el paisajista francés Carlos Thays, autor de los más importantes parques públicos y privados del país. La avenida Benjamín Aráoz le sirvió de cordón umbilical con la ciudad edificada, para seguir luego como eje de simetría de las
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Desde la izquierda: la Caja Popular de Ahorros, el Jockey Club, el ex Plaza Hotel y la Federaciรณn Econรณmica de Tucumรกn. SOLANA PEร A
Casa de Gobierno Foto: Solana PeĂąa
En la página anterior: Casa de Gobierno, edificio dominante de la plaza Independencia. PABLO CASEN
dos partes, norte y sur, del parque. En el interior de ambas dominan las circulaciones exclusivamente curvas y de curvatura variable en medio de una arboleda plantada en la que predominan las tipas, además de sectores con flores, pérgolas, esculturas clásicas y lagos artificiales. Todo ello ofrecía al habitante de la ciudad apenas arbolada una naturaleza domesticada en gran escala, dado que la superficie prevista era equivalente a dos tercios de la ciudad construida. Y en medio de ella había dos lagos, el hipódromo, un stadium, un pequeño teatro, viveros de la Quinta Agronómica y un local de exposiciones de la Sociedad Rural. Como sabemos, solo la mitad norte del parque se trazó exactamente según el proyecto, pero bastó para transformarse en el gran espacio de recreo de la ciudad. Don Alfredo Guzmán, un industrial exitoso y filántropo, compró en 1911 varias fincas hacia el oeste de la ciudad, integrando un parque y una finca experimental donde cultivar distintas especies, especialmente de citrus provenientes. de diferentes partes del mundo, con el objeto de desarrollar su cultivo en la provincia. En el área central se canalizaron aguas para constituir un pequeño lago y, en su borde, Guzmán le encargó en 1927 al arquitecto José Graña la construcción de un pequeño pabellón destinado al descanso suyo y de su esposa Guillermina Leston. La casa es una pequeña obra de arte que descarta las simetrías y combina la geometría pulcra del art decó con la expresión
rústica de aparejos de piedra y ladrillo. Las rejas del parque de la Quinta Guillermina, como se la llamó espontáneamente, fueron abiertas al público por sus propietarios y, años más tarde la Municipalidad compró la propiedad, que oficialmente se constituyó en el segundo gran parque público urbano. En 1936, el Gobierno provincial de Miguel Campero llamó a concurso nacional de proyectos para construir la sede del Palacio de Tribunales, que fue inaugurado en 1939. El acontecimiento fue lo suficientemente importante como para que la principal revista argentina de arquitectura publicara en 1937 todo el detalle de los resultados del concurso. Fue ganador el proyecto de Francisco Squirru y se construyó tal como fue proyectado: un gran cuerpo de edificio del largo de la manzana dando frente al norte con los acentos tradicionales de los edificios de Gobierno derivados de los palacios franceses: en el centro, un volumen de acceso principal enfatizado por una cúpula que aparece más atrás y, en los extremos, otros dos volúmenes como remate. Entre los tres volúmenes, se colocaron dos largas alas de columnatas. Toda la apariencia del palacio es de extrema sencillez, sin ornamentación de ninguna especie, hasta tal punto que las columnas son simples cilindros muy esbeltos sin base ni capitel, más parecidas a las columnas usuales entre los arquitectos modernos que a las de origen clásico.
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LA OBRA DE RODRÍGUEZ REY Y DE SACRISTE En el interior de la provincia se pueden destacar edificios exSOLANA PEÑA cepcionales, como la Iglesia de la Inmaculada Concepción, de Graneros, ideada en 1906 por el arquitecto italiano Manuel Mignani, quien se desempeñaba en Obras Públicas de la provincia y de cuyo proyecto se conservan los planos que fueron seguidos fielmente en la obra. Se percibe el propósito de construir una gran iglesia de tradición medieval de planta de tres naves, crucero y cúpula. Es evidente, en el exterior, el vocabulario medieval de las altas aberturas geminadas y rosetones, y el muy veneciano campanario, esbelto y rematado por una aguja por sobre el cuerpo de campanas. El interior sorprende por la gran altura que alcanza la nave en relación con su ancho y por el contraste entre las delgadas columnas de la nave y los pilares acantonados –cuatro columnas formando un pilar– del crucero preparados para recibir la cúpula. El cura y vicario de la Parroquia, Rosendo Rodríguez Rey, acompañó la gestación y construcción de la iglesia desde 1903 hasta su muerte en 1936, pero no logró completar la obra mediante la gran cúpula. Es reconocida la figura del arquitecto Eduardo Sacriste en Tucumán como uno de los maestros que mejor representó La Casa Padilla (1870), excelente ejemplo del tipo de vivienda a patios habitual en Hispanoamérica hacia fines del siglo XIX.
a la arquitectura moderna. Nacido en 1905, graduado de arquitecto en Buenos Aires y convocado a Tucumán en 1945 para trabajar en la administración de la provincia, pronto se incorporó como docente a la Escuela de Arquitectura y formó parte esencial de un grupo brillante de arquitectos que crearon el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán. En su actuación profesional durante toda la segunda mitad del siglo XX produjo un conjunto de viviendas en la ciudad y en el interior que constituyen, en su conjunto, un patrimonio esencial y exclusivo de Tucumán. La primera de esas casas, sin embargo, la proyectó antes de conocer la ciudad. Fue por encargo de un familiar del propietario que proyectó la casa de Juan B. Terán en 1936, una fecha en la que era audaz plantear un edificio moderno en el centro. Era leyenda en la familia que amigos de Terán le criticaban la “jaula de los monos”. Les resultaba chocante que, frente al edificio clásico francés que alberga hoy a la Facultad de Derecho, se levantara una caja y varios planos de muros desnudos con los ladrillos a la vista apenas encalados y unas rústicas ventanas de madera. Más allá de la apariencia exterior que aún hoy aparece como moderna, el planteo interior de la casa fue realizado con la estricta funcionalidad con la que Sacriste proyectó siempre sus exitosas casas tucumanas. En 1947, el arquitecto Sacriste junto con su colega Horacio Caminos ganaron un concurso provincial para un hos-
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“Parábola”, de Pompilio Villarrubia Norry, en las adyacencias del Cementerio del Oeste. SOLANA PEÑA
Discípulo y maestro: César Pelli abraza a Eduardo Sacriste. LA GACETA
pital antiluético y la obra, avanzada, quedó sin concluir. Entretanto, la finalidad del hospital dejó de ser prioritaria y, en 1958, se decidió concluirlo como Hospital de Niños, encargándoles la tarea a los mismos arquitectos. La flexibilidad funcional con que había sido encarada inicialmente la obra facilitó una adaptación que resultó muy eficaz, especialmente en la resolución interior de consultorios externos, laboratorios, farmacia, administración, y salas de espera en la planta baja y las internaciones en los dos pisos superiores. Su volumen neto –150 por 30 metros– y su ubicación urbana se asemejan a los del Palacio de Tribunales. Aquí también la fachada norte se despliega frente a una plaza, pero en este caso se aprovecha la excelente orientación para presentar, a lo largo de casi todo el frente, una profunda galería que sirve de gran sala de espera. La funcionalidad flexible y el lenguaje arquitectónico nítidamente moderno señalan a la obra como de gran valor patrimonial. En la década de 1960, la Universidad Nacional de Tucumán entendió que el proyecto Ciudad Universitaria en San Javier, cuyas obras habían sido interrumpidas en 1952, no era factible por lo utópico de su localización, a más de 30 kilómetros de la ciudad y a 1.200 metros de altura. Se pensó, entonces, en una solución intermedia y práctica: aprovechar los amplios terrenos de la “Quinta Agronómica” para localizar allí los edificios de las facultades que tuviesen más urgencia de instalación. Este fue el criterio adoptado en 1966: se eligió como base del proyecto los trabajos de estudiantes del último curso del arquitecto Rodolfo Mitrovich. En el término de tres años se constituyó el equipo de
profesionales dirigido por el mismo arquitecto Mitrovich y se proyectaron las nuevas instalaciones del conjunto de Localizaciones Universitarias. En 1973 estaban instaladas, funcionando en el lugar, las facultades de Ciencias Exactas y de Arquitectura. Aparte de las grandes aulas del Ciclo Básico y pabellones especiales, el conjunto de las dos facultades dispuso de cinco grandes blocks de 40 metros de lado con un patio central y cinco plantas. Los vínculos entre blocks se resolvieron con galerías de bóvedas de ladrillo en el nivel suelo y pasarelas de estructura de acero en los cuatro niveles altos. Estas pasarelas se pensaron para vincular los locales de los blocks con los sanitarios y circulaciones verticales concentrados en torres independientes. Más adelante se construyeron la Facultad de Ciencias Económicas y el Ciclo Básico de Medicina. Toda síntesis de un conjunto patrimonial fuerza a una simplificación de la realidad. En este caso, implica dejar fuera obras que también pudieron ser protagonistas de este relato como la iglesia de Santo Domingo, el Teatro Alberdi, el Edificio de Correos, la Estación de Servicio del Automóvil Club y un sinnúmero de ejemplos del interior de la provincia como el pueblo entero de Medinas, la estancia de La Banda de Tafí del Valle o el Convento Benedictino del Siambón. Al menos citándolos aquí queda claro que no han sido motivo de olvido, como tampoco lo han sido importante cantidad de edificios de arquitectura contemporánea producida en los últimos setenta años por los discípulos de los maestros de la Escuela de Arquitectura, del Instituto de Arquitectura y Urbanismo y, finalmente, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
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UN DESEO TRASCENDENTE DE HONOR Y DE GLORIA CARLOS WERNER
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n los albores del siglo XX, el Tucumán deportivo semejaba una planta fabril que calentaba su maquinaria para iniciar la producción. Todo comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada de los ingleses y, con ellos, del ferrocarril: habían traído a estas tierras prácticas extrañas para aquellos tiempos, como el criquet, el tenis y el fútbol. Las sucesivas corrientes inmigratorias habrían de sumar paulatinamente otras actividades para el solaz de los tucumanos: boxeo, gimnasia, esgrima, natación, ciclismo… En el interior provincial, el tren fue clave como factor de crecimiento urbanístico: alrededor de las estaciones ferroviarias se fundaron pueblos. Otros nacieron a partir de la instalación de ingenios azucareros. Con el paso del tiempo surgieron los clubes sociales y deportivos, con el fútbol como estandarte. EL FÚTBOL Clave fue el trabajo de un cordobés radicado en Tucumán, José Fierro, primer director del Gimnasio Escolar (luego 24 de Septiembre). Clave fue lo de Fierro después: en 1891 había organizado el Club Atlético Normal y el 27 de septiembre de 1902, junto con Agenor Albornoz, Cecil Hill, Manuel Pérez y otros entusiastas, firmó en el Centro Obrero (a metros de la Plaza Independencia) el acta de fundación del Club Atlético Tucumán. El primer partido tuvo lugar el 9 de julio de 1903 en el Gimnasio 24 de Septiembre (AtlétiCARLOS WERNER Nació en Tucumán en 1968. Es locutor nacional y periodista de oficio. Desde 2004 trabaja en el diario “La Gaceta”, en “LG Deportiva”. Es jefe de sección y se desempeña en Polideportivo. Trabajó en las
co le ganó 3-1 al Club Salteño). Vistió camisas blancas con bastones celestes en forma vertical y fue el primer club del país en usar los distintivos nacionales con ese diseño. El estadio (en sus comienzos “Grand Stadium” y “Monumental” desde 1938) fue inaugurado el 21 de mayo de 1922, ante 10.000 personas; el partido con Racing de Avellaneda terminó 1 a 1 (Penella anotó para el local; Zabaleta, para la visita). Atlético registra once participaciones en primera división; en el Torneo Nacional fue semifinalista en 1979. Fue campeón de campeones de la República en enero de 1960, con Hugo Ginel y Rafael Albrecht. A estos nombres se agregan otros ilustres que vistieron la camiseta “decana”: Leónidas van Gelderen, Armando Benavídez, Juan Francisco Castro (goleador histórico, 119 tantos), Ricardo Julio Villa, Francisco Agüero, Orlando Espeche, Víctor Palomba, Julio Barreto, Luis Carlos Reartez, Raúl Aredes, Claudio Sarría y Luis Miguel Rodríguez (segundo goleador histórico, 97). Más cercano en el tiempo, logró su primer ascenso al nuevo formato de Primera el 7 de junio de 2009 (descendió al año siguiente) y un segundo ascenso el 8 de noviembre de 2015. Tras descender en el 2002 al torneo Argentino A, fue campeón en esa categoría en el 2007-2008, y en la siguiente logró una similar conquista en la B Nacional. Atlético cuenta con un complejo deportivo inaugurado en Ojo de Agua en 1969, que lleva por nombre “José Salmoiraghi”, en honor a uno de sus presidentes más reconocidos.
radios Nacional, LV y de FM; en los diarios “Siglo XXI”, “El Periódico” y “Nuevo Diario”; canales 8 y 10, y en revistas de economía y minería. Fue profesor de radio y periodismo. Ganador del premio Adepa 2005.
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Mercedes Paz. LA GACETA
Los deportes que distinguen a la provincia llegaron con el ferrocarril y los inmigrantes europeos. El fútbol tiene dos exponentes con nombre propio en el país: Atlético y San Martín. Pero también brillan el rugby, el básquet, el hockey, y disciplinas relativamente novedosas como el golf, el parapente y el ciclismo de montaña.
En 2016, la institución cumplió “el sueño del pibe”: calificó para jugar la Copa Libertadores de América. La historia de Atlético está atada a la de San Martín, su rival más tradicional. Ambos jugaron 280 partidos oficiales (98 triunfos de Atlético, 95 de San Martín y 87 empates). El primero, disputado el 20 de junio de 1915, terminó 0-0. San Martín fue fundado el 2 de noviembre de 1909. Fueron catorce jóvenes del barrio Sur de la capital los que le dieron forma al otro “grande” de Tucumán. Romelio Castro se desempeñó como su primer presidente. El “santo” fue el primer campeón de la Federación Tucumana, en 1919. Se trata del único club del norte e indirectamente afiliado a AFA en poseer un título oficial de máxima categoría, la Copa de la República de 1944 (3 a 1 contra Newell’s de Rosario en la final, en un partido jugado recién el 4 de marzo de 1945 en el Monumental ante 18.000 espectadores). Otro hito fue haber jugado el primer Nacional de 1968: suma dieciséis participaciones en esa competencia. En la temporada 1987/88 hizo historia: clasificó desde los torneos regionales al zonal Noroeste (que ganó); así entró al Dodecagonal por el segundo ascenso a Primera sin jugar el Nacional B. Y consiguió la plaza. Esa temporada goleó 6-1 a Boca en La Bombonera (20/11/88). Al final del torneo descendió. En 1992 logró su segundo ascenso y volvió a descender en 1993. En 2001 cayó al Argentino A y el 31 de marzo de 2003 retornó a la Liga Tucumana, al perder en octavos de final del Argentino B con La Florida. En 2004-2005 ascendió al Argentino B, en la temporada siguiente avanzó al Argentino A, y en la posterior subió a la B Nacional. En esta categoría se coronó campeón de 2007-2008 el 26 de mayo y alcanzó por tercera vez un lugar en Primera. Volvió a caer en el 2009 y en 2010 descendió un San Martín.
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escalón más, hasta el Argentino A. Su modesta primera cancha estaba en el predio llamado “plaza de los burros”, donde hoy funciona el Hospital de Niños. En 1916 jugó en el Gimnasio Saenz Peña (Alem y Rondeau) y luego se mudó al Gimnasio del Sport (Sarmiento y Laprida). El primer estadio fue inaugurado en junio de 1925 en el predio entre Rondeau, Bolívar, La Rioja y Alberdi; perdió el terreno en 1929 por una profunda crisis económica. Llegó a su actual emplazamiento en La Ciudadela en 1932. Entre 1976 y 1977, con Natalio Mirkin al frente (estuvo dieciocho años), llevó su capacidad a 30.500 espectadores. Las figuras del club se multiplican: Juan Carlos Carol, Segundo Corbalán, Ramón Espilosín, Martín Blasco, Ricardo Adet, Jacinto Eusebio Roldán, Miguel Sánchez, Daniel Humberto Gutiérrez, Jorge López; Miguel Amaya; Ricardo Solbes, Gustavo Ibáñez y Juan José Morales. Y como técnicos destacados: Roberto Santillán, Francisco Ferraro, Nelson Chabay, Ángel Tulio Zof y Carlos Roldán. San Martín sumó a su patrimonio, el 17 de diciembre de 1978, un complejo deportivo, el “Natalio Mirkin” de Cebil Redondo. Hay otros clubes con historia en Tucumán. Argentinos del Norte (fundado el 8 de abril de 1907, por iniciativa de alumnos del colegio Sagrado Corazón) es el vicedecano. Fue fundador de la Liga de Football y su primer campeón. En 1970 disputó la Copa Argentina. Y en 1997 fue campeón de la Liga. En la capital, otro grande es Central Norte (29/11/1911). El “cuervo” fue varias veces campeón en la Liga de Football, de la Federación y de la actual Liga (1991 y 2001). Entre sus dirigentes se destacó Víctor Hugo Flores. All Boys fue fundado el 2 de octubre de 1916, como parte de una división de jugadores de Atlético. Su figura histó-
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rica es Paco García y fue campeón de la Federación cuatro veces. Una de las LA GACETA canchas que tuvo, en la actual Facdef, fue la primera de la provincia que contó con iluminación. Sportivo Guzmán (15 de abril de 1921) fue el único club tucumano que jugó el Promocional de AFA en 1967, antesala del Nacional. Antes fue finalista del Regional clasificatorio. En la provincia ganó varios títulos (1965 y 1968 en la Federación, además de 1990, 2006 y 2011 en la Liga). Central Córdoba (14 de septiembre de 1914) concentra hoy una buena cantidad de deportes, pero comenzó con fútbol: fue campeón de la Federación en 1948, 1950 y 1952. Otro club campeón federacionista fue San Pablo (1922, 1926, 1928). Se fundó el 1 de noviembre de 1911. Unión Tranviarios Automotor (UTA) se coronó en la Liga en 2008 y 2009. Y Amalia consiguió un título liguista en 2008 (compartido) y 2010. San Jorge surgió el 17 de julio de 2008. En poco tiempo, logró clasificarse al Argentino A. En el este provincial, Atlético Concepción (27/12/1909) se convirtió desde Banda del Río Salí en un club protagonista. Además de haber ganado varias veces títulos locales (en la Liga en 1989, 1993, 1995, 1996), fue el club tucumano que ascendió a la B Nacional al vencer en una final a San Martín. Antes de ello, en 1980, 1982 y 1983 participó del Nacional. Entre sus jugadores emblemáticos están Pedro Arturo Monteros y Daniel Hernández. Cerca de los “leones” surgió San Juan, a instancias de la fábrica azucarera del mismo nombre. Ramón Paz Posse lo fundó el 12 de febrero de 1910. Llegó a jugar el torneo del Interior. El Club Atlético Instituto Lastenia fue fundado el 5 de febrero de 1920 por obreros del ingenio del mismo nombre (primer presidente: Juan Napoleón Rodríguez). En 1965 se Atlético asciende a la Primera División (2015).
unió al Club Social. Campeón de la Liga en 2012, actualmente disputa el Federal A. La Florida es otro club surgido al influjo de un ingenio. Fue campeón de la Liga en 2002 y 2014, y jugó el Argentino A. San Fernando de Leales (fundado en 1959) fue campeón de la Liga en 2005 y participó del torneo del Interior. Atlético Garmendia FC se coronó en 1999. En el sur, Concepción FC (20/1/1927) edificó una trayectoria exitosa. Fue el único equipo del norte argentino que intervino en una Liguilla Pre-Libertadores (1985/86). Sumó títulos en la Liga del Sud (14) y en la Liga Tucumana (1988, 1992 y 1994). Y disputó competencias nacionales, como el Argentino A. Ñuñorco (22/6/1941) participó del Argentino A y en la Liga fue campeón en 1998, 2000 y 2015. San Ramón de Villa Quinteros (4/4/1937) alcanzó el título liguista en 2007. Almirante Brown de Lules (7/2/1919) lo logró en 2013. Atlético Famaillá es uno de los más antiguos del sur: fue fundado el 8 de junio de 1908; en 2007 ascendió al Argentino B. En el oeste, Talleres de Tafí Viejo (30/10/1915) empezó como “club de fútbol y otras ramas del atletismo”. Otro taficeño, Villa Mitre, surgió en 1931. San José se fundó el 30 de julio de 1924 y Unión Aconquija de Yerba Buena, el 30 de marzo de 1929. El fútbol tucumano tuvo diversos entes rectores: Liga de Football (1911-1912); Liga Tucumana de Football (19151926); Unión Tucumana de Football (1918); Federación Tucumana de Fútbol (1919), bajo su órbita la Liga Regional de Sud (1927); Liga Taficeña (1931); Asociación Cultural (1932); Asociación Cultural Zona Sud (1938); Liga Tucumana del Sud (1942); Liga Tucumana de Fútbol (1977), fundada por la unión de la Cultural, Sud y Taficeña, además de la Federación Tucumana. Hugo Ginel fue un símbolo de Atlético y el primer futbo-
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lista tucumano que formó parte de un seleccionado argentino en los Juegos LA GACETA Olímpicos (Roma, 1960). En la final de la XXVI edición del Campeonato Argentino de Fútbol (16/10/1960), la Federación Tucumana logró su último título histórico al derrotar en Atlético a Mendoza por 2 a 0. Las coronas anteriores las había conseguido en 1944, 1945, 1948 y 1954. El 13 de enero de 1966, Santos de Brasil, con Pelé en su plantel, visitó Tucumán para jugar un amistoso con un combinado de jugadores de Atlético y San Martín. Triunfó el visitante 2 a 0 y “O Rei” hizo un gol. Su llegada conmocionó la provincia. Se jugó en el Monumental, ante 18.000 espectadores. El viernes 3 de noviembre de 1978 llegó Cosmos, célebre equipo estadounidense, con Franz Beckenbauer y Giorgio Chinaglia en sus filas. Enfrente, la Selección juvenil que se preparaba para el Mundial de Japón, con Diego Maradona (hizo un gol en el 2-1) en la cancha y César Luis Menotti como DT. Se jugó en San Martín, ante 20.000 espectadores. En septiembre de 1979, Juan José Meza (militaba en Central Norte), salió campeón mundial juvenil en Japón. Jugó la final contra Rusia, que Argentina ganó 3 a 1. El sábado 8, una multitud se reunió en la Plaza Independencia para festejar el título. Argentina fue designada sede del Mundial de 1978, y Tucumán asomó como potencial subsede en un estadio techado para 70.000 personas que se pensó en construir en La Hoya, Yerba Buena. Pero en 1974 el proyecto se congeló y fue definitivamente cancelado en 1975, dada la intensidad de las acciones del Operativo Independencia. Tucumán Rugby y Natación pelean por “la ovalada”.
Otros futbolistas tucumanos destacados fueron Manuel y David Iñigo; José Gregorio “Goyo” García; Ernesto “Buchino” Juárez; José “Pepe” Solórzano; Dardo Urchevich; Gabriel Puentedura; Juan Ángel Bernuncio; Facundo Pérez Castro; Antonio Apud; Juan Krupoviesa; Franco Sosa; Matías Kranevitter y Roberto Pereyra. EL BÁSQUETBOL En 1912 llegó el básquetbol a Buenos Aires, de la mano de la Asociación Cristiana de Jóvenes, y al poco tiempo ya se jugaba en Tucumán. El Club Atlético Talleres Central Norte se fundó en Tafí Viejo el 30 de octubre de 1915. Tuvo su origen en el Albión Club. El “decano” tucumano en este deporte hizo historia el 8 de diciembre de 2010 al convertirse en el primer club que se impuso en todas las categorías en el mismo año: U13 (preinfantiles); U15 (infantiles); U17 (cadetes); U19 (juveniles) y primera división. Independiente fue fundado el 24 de mayo de 1914. Comenzó cobijando combates de boxeo y pronto sumó el básquet. Su primera sede estaba en los fondos de la Casa Histórica; allí, además de recordadas veladas pugilísticas, se disputó el Campeonato Argentino de 1932. En 1946 se instaló en Lavalle 560. Fue el primer representante tucumano en la Liga Nacional (1984). El Club Atlético Estudiantes surgió el 21 de agosto de 1920, originariamente como club de boxeo (por eso se lo denominó “Luis Ángel Firpo”). Ya en el básquet, el equipo “cebra” logró siete títulos en Primera. Por sus filas pasaron Antonio “Pibe” Bollea, primer tucumano convocado para la Selección Argentina, y Héctor Pertot. El 8 de mayo de 1929, con San Juan, Central Norte, Es308
tudiantes, Independiente, Central Córdoba, Tucumán Club, Talleres y Gath y Chaves, se funda la FederaLA GACETA ción Tucumana. En avenida Juan B. Justo 941 floreció otro club insigne, Redes Argentinas. Fundado en 1931, entre sus glorias están Felipe “Yuco” Fernández y Pertot, entre otros. Fue desalojado de su sede en 1981 y fijó residencia en Blas Parera 102. Tucumán BB tiene su origen en el Vaira Básquetbol Club, fundado el 2 de febrero de 1937 en España y pasaje Irigoyen por Rómulo Potolicchio y un grupo de amigos. Por sus filas pasaron “Yuco” Fernández y “Tompy” Díaz. Desde allí se proyectó Horacio Muratore, titular del club quien en 2015 se convirtió en presidente de la Federación Internacional. El club Asociación Mitre, fundado en 1939 a una cuadra y media de la plazoleta, siempre fue muy popular. Un hito es haberse coronado campeón argentino de infantiles en los Campeonatos Evita 1952/53. Otros clubes reconocidos son Central Córdoba (18/9/1914); Caja Popular (25/7/1928); Juventud Unida de Tafí Viejo (agosto de 1930); All Boys (28/101932); Concepción BB (enero de 1940); Belgrano (20/1/1947, escisión de Central Norte); Nicolás Avellaneda; Alberdi; Huracán BB y Avellaneda Central. Hito de “La Naranja”: la victoria ante el Seleccionado Francés en 1992.
El Campeonato Argentino de Mayores fue un fenómeno de masas durante mucho tiempo. Comenzó a disputarse en 1928. En 1955 lo ganó Tucumán como local, al derrotar el 9 de diciembre por 58 a 42 a Buenos Aires. Repitió conquistas en 1993 (venció a Capital Federal); 1998 (a Chaco) y 2015 (a Santa Fe). En la Liga Nacional, Tucumán tuvo tres experiencias: la ya citada de Independiente (se retiró en la primera rueda); la de Caja Popular (1986, el de mejor rendimiento, con el estadounidense Joel Daniel Thompson como gran figura) y la de Belgrano (2000/01, terminó jugando con juveniles). La provincia dio varias figuras: Carlos Eduardo Romano integró la Selección Argentina durante dieciocho años y disputó los mundiales de 1986 y 1990; Gabriel Díaz debutó en 1988 a los 15 años en Pacífico de Bahía Blanca y es el que más ediciones de la LNB jugó; Lucas Victoriano comenzó a los 15 años en Olimpia de Venado Tuerto y luego se fue a Real Madrid de España; integró el seleccionado que dio origen a la Generación Dorada y fue subcampeón mundial en Indianápolis 2002; Antonio “Pibe” Bollea fue el primer tucumano en integrar la Selección Argentina; Felipe “Yuco” Fernández formó parte en 1955 del seleccionado nacional que salió vicecampeón panamericano en México. Gabriel “Tompy” Díaz fue múltiple campeón en Tucumán BB; Zoilo Domínguez llegó en 1963 a la Selección y luego se radicó en Estados Unidos. 309
EL RUGBY Estudiantes ingleses fueron los primeros en jugar al rugby en Tucumán, alrededor LA GACETA de 1915. Pero recién nueve años después aparecen registros de un primer partido formal, cuando se enfrentaron el Club Atlético San Isidro (CASI) de Buenos Aires y un combinado de jugadores de otros clubes bonaerenses, en el estadio de Atlético. En 1935, un equipo que sentaría las bases del seleccionado tucumano –luego conocido como “los Naranjas”–, le ganó a un rival santiagueño, también en la cancha de Atlético. En el ámbito de los clubes, el primero en incursionar en este deporte fue Natación y Gimnasia (se funda el 17/7/41). Un año después (5/9/42) aparece Tucumán Rugby; el 21 de septiembre de 1943 surge Universitario y el 23 de febrero de 1944, Cardenales. El 29 de febrero de 1944, estos cuatro clubes fundan la Unión de Rugby del Norte, que en 1966 pasa a llamarse Unión de Rugby de Tucumán. Su primer presidente fue el Dr. Vicente Hernández Palacios. Los Tarcos nace el 4 de enero de 1955, como una escisión de Universitario. Lawn Tennis (15/4/1915) comenzó con criquet y tenis en España y Maipú y armó su departamento de rugby en 1961. Huirapuca se originó en Concepción el 3 de junio de 1953 y cuenta con rugby desde 1975. El primer campeonato fue ganado por Tucumán Rugby, que suma 21 en su historia; Universitario tiene 22; Los Tarcos, 12; Lawn Tennis, 11; Natación, 7, y Cardenales y Huirapuca, 4. El primer match de un seleccionado de la URT fue en 1945: jugó con Capital en la cancha de Natación y cayó por 53 a 3. Carrera en “Ojo de Agua”, entre El Mollar y Tafí del Valle.
En 1988, Tucumán empató 18 a 18 en Atlético con Francia (venía de ser subcampeón del Mundial en el 87). Y el 23 de junio de 1992 vence a los galos por 25 a 23 luego de dar vuelta el resultado desfavorable de 23-3 del primer tiempo. Julio Bach fue el primer Puma tucumano, en 1975. Son más de sesenta los que vistieron la camiseta nacional. Pablo Garretón (1991-92) y Nicolás Sánchez (2015) fueron capitanes del equipo. Este último se convirtió en el goleador del Mundial 2015 en Gran Bretaña; al equipo lo dirigió un tucumano: Daniel Hourcade. Santiago Mesón fue el máximo artillero de Los Pumas por mucho tiempo, con 365 tantos. Fueron también mundialistas Luis Molina; Ricardo Le Fort; José Santamarina; Martín Terán; Julio Farías Cabello; Pablo Buabse; Omar Hasán; José María Núñez Piossek y Lucas Noguera Paz. En la extensa lista de dirigentes se destacaron Lisandro Carrizo (presidente de la URT, bajo su mandato se logró el primer Campeonato Argentino) y Luis Castillo que se convirtió luego en presidente de la Unión Argentina de Rugby (UAR). MOTORES Desde que un Holzman eléctrico llegó a Buenos Aires en 1887 para Eleazar Herrera Motta, y un triciclo con motor De Dion lo hizo en 1888 proveniente de Francia, destinado a Dalmiro Varela Castex, pasaron varios años hasta que un auto transitó las calles tucumanas. Hay registros al respecto que ubican ese hecho entre 1910 y 1916, con vehículos traídos para industriales azucareros. Hasta los años 30 solían organizarse las llamadas “tiradas”
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Competencia de Mountain Bike. PABLO SOLER
El Dakar en los Valles Calchaquíes. FEDERICO LANATI
en las calles de tierra del parque 9 de Julio y en sitios como el aeródromo de Concepción. Fueron José Rubiol Roca y Germán Rivera las primeras figuras; ambos corrieron en el Turismo Carretera (TC). En 1937, Tucumán quedó incluido en el Gran Premio del Norte. La edición que llegó a Lima en 1940 fue un hito, al igual que el Gran Premio Vuelta a la América del Sur Buenos Aires-Caracas (1948). Juan Manuel Fangio, y Oscar y Alfredo Gálvez aceleraron en la provincia. Ambas carreras dieron lugar a la Vuelta del Norte, que se concretó en varias oportunidades hasta 1971. La mayor expresión para el automovilismo de Tucumán es Nasif Estéfano. Nació en Concepción el 18 de noviembre de 1932 y falleció en Aimogasta, La Rioja, el 21 de octubre de 1973, en un accidente mientras lideraba la carrera. Se convirtió en el único campeón post mortem del TC, por la enorme ventaja de puntos que le llevaba a sus rivales. Corrió en Turismo Mejorado, Fórmula 1 Mecánica Argentina, Sport Prototipo, Fórmula 1, Fórmula 3 Internacional y Gran Turismo Mejorado. El Automóvil Club Argentino ideó en 1957 el Gran Premio para autos Standard (autos que se hayan fabricado a gran serie en cualquier época), al que se sumó el Turismo Carretera (TC). Se largaba en Buenos Aires y uno de los puntos que se tocaba era Tucumán. La edición de 1962 quedó en la historia: dos suecas, Ewy Rosqvist y Ursula Wirth, participaron con Mercedes Benz ¡y ganaron! La Vuelta del Noroeste Argentino empezó a disputarse en 1964, organizada por la Asociación de Automovilismo Estándar. Tuvo una vigencia de 21 años y se corrió hasta 1985. El autódromo del parque 9 de Julio se inauguró el 19 de julio de 1970 con el nombre “Domingo Basail”. Llevó cinco años terminarlo. Su pista era de tierra, tenía boxes con portones autoelevadizos, cemento alisado, tribuna para 5.000 personas, cercado, iluminación e incluso un surti-
dor. Ya pavimentado y denominado “Nasif Estéfano”, fue escenario de grandes carreras de categorías nacionales y regionales. En 1976 el gobierno de facto lo clausuró y quiso llevárselo a El Cadillal. Reabrió en 1984 y se volvió a cerrar en 1988, tras el accidente que le costó la vida al salteño Osvaldo Solís. Fue definitivamente clausurado a fines de julio de 2005 por no reunir condiciones de seguridad. En 1980, el Mundial de Rally llegó a la Argentina y Tucumán fue sede. Participó el santafesino Carlos Reutemann, en ese tiempo figura de la Fórmula 1. Ganó el alemán Walter Rohrl, con Fiat. En 1981 se hizo la segunda edición en Tucumán: el francés Guy Fréquelin triunfó con Talbot Sunbean. La última vez que el Mundial se presentó en la provincia fue en 1992, con victoria para el francés Didier Auriol y su Lancia Delta. Con el tiempo apareció otra propuesta mundial en Tucumán. Desde que el Rally Dakar abandonó África por amenazas terroristas, la carrera más dura del mundo se instaló en Sudamérica. Y Tucumán la recibió en 2011 (con campamento en el hipódromo); 2013 (fue zona de descanso dos noches); 2014 (vivac); 2015 y 2016 (área de carrera). Además de Estéfano, otra figura local es Roberto Sánchez, que hizo historia en el rally. Participó de 188 competencias, en las que logró cincuenta y seis victorias y diez títulos (seis nacionales y cuatro sudamericanos). Incluso corrió en el Mundial. Comenzó a competir en 1981 y pasó por varias categorías de pista. El karting siempre corrió en trazados callejeros en Banda del Río Salí, Concepción y la pista del ex aeropuerto. En los 70, en Tucumán Rugby se construyó un trazado de asfalto y allí se compitió desde mediados de los 80. El 21 de septiembre de 2003 se inauguró el kartódromo de El Timbó. A través de los años, muchos pilotos tucumanos se destacaron: Roque y Alfredo Namur; Rubén Cayetano Salim; Christian Lange; Guillermo “Lelo” Alonso; Juan, Miguel
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y Jorge Rotondo; Víctor, Humberto y Raúl Matarrese; Pedro “Pirincho” Parra; Mario LA GACETA Berral; Marcelo Chediac; Lucas Mohamed; Miguel Reginato; Víctor Hugo Sánchez; Roberto Castro; José Marzoratti; Juan José Gil De Marchi y Gerónimo Padilla. Como dirigente, se destacó Abel Tannuré. Jorge y Emilio Humbert fueron los creadores de la Fórmula 4 Tucumana. Y Juan Rotondo fue el que ideó el autocross en los 70. En el motociclismo se destacaron “Kutungo” Giobellina; Camilo Ferroni; Valentín “Tin” Noguera; Alberto Gómez; Juan Lara y Rodolfo Bollero, entre otros. Trekking y senderismo.
POLIDEPORTIVO Primero se llamó Gimnasio Escolar; luego, 24 de Septiembre. Con la intención de promover actividades deportivas, fue creado por decreto en 1890 e inaugurado el 18 de diciembre de 1899 en la manzana que comprendía las calles Balcarce, Marcos Paz, Santa Fe y boulevard Avellaneda. Contaba con pileta de natación, canchas de tenis y de fútbol, pista de ciclismo, salones de gimnasia (con modernos aparatos adquiridos en el extranjero) y tribunas de madera. Sin embargo, la desinversión y el desinterés lo condenaron
a desaparecer. En 1962, en el predio que ocupó el gimnasio, se inauguró el hospital Centro de Salud. Con los años, surgieron otros centros deportivos: Gimnasio Sáenz Peña y Gimnasio del Sport, entre otros. Al Palacio de los Deportes se lo proyectó en 1962, con capacidad para 5.000 espectadores. Recién se lo concretó en 1976 en el parque 9 de Julio. Durante los 80 vivió su apogeo. La desinversión, otra vez, hizo que cayera en un estado de virtual abandono. En los años ‘70 hubo un fuerte impulso a las actividades físicas. Surgieron complejos como el Belgrano, levantado en el predio que perteneció al club Gath y Chaves; el Larrabure, en los márgenes del río Salí, en la zona del puente Lucas Córdoba (una inundación lo hizo desaparecer); el Ledesma, y los CEF 18 y 24, entre otros. De los deportes traídos por los ingleses, es quizás el tenis uno de los primeros en jugarse en Tucumán. Hay registros al respecto de 1886, en las playas del Ferrocarril Noroeste Argentino (“El Provincial”), sobre la avenida Roca. Al poco tiempo se hicieron canchas en la zona de la plaza Alberdi, en los ingenios El Manantial y La Corona y en el Gimnasio 24 de Septiembre. Atlético incorporó este deporte en 1902, y en 1915 se sumó el Lawn Tennis Club. Estrella Valenzuela de Molina se ganó un lugar en la his-
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toria: formada en Concepción Lawn Tennis, fue campeona mundial del circuito de veteranos en 1977 en Suecia (por equipos, junto con otra tucumana, Margarita Zavalía Bunge) y en 1981, en San Pablo (Brasil), en individuales. La máxima referente es Mercedes Paz, que llegó a ubicarse 28 en el ranking mundial. Ganó tres títulos en la “Women´s Tennis Association (WTA)” y fue medalla de oro en los Panamericanos de Mar del Plata en 1995. Una de sus hazañas la concretó el 23 de marzo de 1985, cuando derrotó en una semifinal del torneo Melitta de San Pablo (Brasil) a quien luego se convirtió en la mayor referente nacional, Gabriela Sabatini. Ese mismo día también venció en la final a la argentina-peruana Laura Arraya. En caballeros sobresalieron Roberto Saad, que fue 109.° en el ranking mundial e intervino en la Copa Davis, y Guillermo Durán (en 2015 jugó en dobles en Wimbledon y el US Open, repitió estos torneos en 2016, además del Abierto de Australia y Roland Garros. Actualmente ocupa el puesto 53 en el ranking del ATP). El boxeo también tiene su historia. Se practicó en Tucumán desde fines del siglo XIX. Ya en los primeros años del XX se originaron numerosos espacios que albergaron peleas de distinto calibre, pero ninguno como Defensores de Villa Escalada.
Luján, fundado el 13 de abril de 1936. Empezó con fútbol y se instaló en Don Bosco 2.280 en 1942. Por Ramón Rotella se hizo de básquet y de boxeo. Emilio Ale Alí, Agustín Saldaño, José Madozzo, Cirilo Pausa y Carlos Berta, entre otros, se hicieron ídolos en su ring. Allí, en los 90, hubo combates por títulos mundiales con Juan Martín “Látigo” Coggi, Jorge “Locomotora” Castro y Julio César “El Zurdo” Vázquez como protagonistas. Previamente pelearon en la provincia estrellas nacionales: José María Gatica; Carlos Monzón y Natalio “Ringo” Bonavena. Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX ya se jugaba al polo, aunque informalmente, en estancias y campos. Fue en 1917 cuando oficialmente cobró impulso en Tucumán: el 7 de julio, Percy Hill, Clemente Zavaleta y Juan Alvelo fundaron el Club de Polo y Equitación en la Sociedad Rural, en el parque 9 de Julio. Actualmente, hay unas quince canchas. A partir de 1904 el ciclismo comienza a organizar pruebas. Livio Humberto Giansierra unió en 1912 Tucumán con Santiago del Estero en 13 horas y 55 minutos. José Fernández fue el que llegó más alto, coronándose el 22 de abril de 1962 en el 51.º Campeonato Argentino de Resistencia, en Jujuy. Otras grandes figuras fueron Isaías Rosenthal, Benito Campos, Víctor Yapur y Álvaro Argiró, entre muchos otros.
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Arriba: Nicolรกs Sรกnchez, figura de Los Pumas. LA GACETA
Abajo: Luciana Aymar, ex capitana de Las Leonas, en la ediciรณn de la World League celebrada en Tucumรกn (2013). LA GACETA
El golfista Andrés “Pigu” Romero. LA GACETA
Abajo: Campeones de nuevo en 2016, el Seleccionado Tucumano de Básquetbol. LA GACETA
En cuanto al atletismo, entre las décadas de 1930 y 1960, el deporte vivió LA GACETA una etapa dorada, con puntos altos en los trabajos de Humberto “Suri” Delgado, Armando Pino, Alba Balocco (campeona sudamericana de los 100 metros) y José Alberto “Gordo” Vallejo (lanzador de martillo). Máximo Guerra fue campeón provincial y argentino de los 200 y 400 metros llanos, y sudamericano en 1950. Julio Ibarreche se destacó en salto en alto, triple y carreras. Ramón Gómez Omil, Héctor Alberto Córdoba, Miguel Sánchez, Omar Rubino y Vanesa Cena también aportaron lo suyo. Juan Pablo Juárez conserva un lugar en la historia nacional, con tiempos que figuran entre los mejores de media maratón, maratón y 10.000 metros; el simoqueño fue campeón del mundo en los Juegos de Trasplantados. La natación tucumana reconoce varias figuras y alcanzó su esplendor entre los 30 y los 50. En esta disciplina se lucieron Osvaldo Giobellina y su hermano Atilio, así como Lorenzo Rodríguez, Mario Barbieri, María Teresa Bernasconi, Merina Mastrolorenzo, Juan Carlos Langela, “Gody” Antelo Bravo, “Tieyita” Hernández y Enrique y Marta Gran Premio Batalla de Tucumán.
Buscetto. En 1962, la figura nacional del momento, Luis Alberto Nicolao, nadó en la pileta de Tucumán de Gimnasia. Ya en los primeros años del siglo XXI lo haría otra estrella: José Meolans. Un viaje a Europa concretado por cuatro tucumanos trajo el golf a la provincia. En 1929, Máximo Cossio Etchecopar, su hermano Juan Carlos, Luis Nougués y Raúl Frías Silva vieron practicar este deporte en Ormesson (Francia). Volvieron con la idea de fomentarlo en estas tierras y así lo hicieron: el 7 de septiembre del mismo año conformaron el Golf Club de Tucumán. El 24 de julio de 1931 se compró la finca Alpa Sumaj (“tierra linda”, en quechua), en Yerba Buena. En 1946, la entidad pasó a formar parte del Jockey Club. En 1962 comenzó a organizarse el Abierto del Norte, la mayor cita del golf de la región. Al torneo lo ganaron grandes jugadores, entre ellos Roberto De Vicenzo (cuatro veces); Eduardo Romero (seis); Andrés “Pigu” Romero (cuatro) y Ángel Cabrera (dos). “Pigu” es la mayor figura histórica del golf tucumano. Fue campeón de gran cantidad de torneos y disputó muchas temporadas del PGA Tour, máximo circuito mundial. Incluso ganó, en marzo de 2008, el Zurich Classic en Nueva Orleans. Otro gran
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jugador tucumano es César Monasterio. El Jockey Club es resultante de la fusión del Club Social (30/5/ 1875) y de El Círculo (18/2/1908). Se fundó un 14 de octubre de 1939 y Eudoro Avellaneda fue el primer presidente. En 1941 consigue la explotación del hipódromo y pasó a regular la actividad hípica local (de allí su nombre). Otra institución antigua, La Corona GC fue inaugurada en Concepción en 1930. El hipódromo de Tucumán fue inaugurado el 2 de agosto de 1942 y, con los años se constituyó en el principal de la región. Su carrera insignia es el Gran Premio Batalla de Tucumán, la más importante del interior del país. Figuras estelares del turf argentino compitieron en su pista: Irineo Leguisamo (jockey uruguayo que le da nombre a la avenida de ingreso); Luis “Loro” López (fallecido en competencia el 21 de junio de 1981); Jorge Valdivieso, los uruguayos Vilmar Sanguinetti y Pablo Falero, Marina Lezcano y el peruano Jacinto Herrera, entre otros. El ajedrez se unió en Federación en 1946. Llegó a tener en la década del 60 alrededor de cincuenta clubes afiliados. Con el paso de los años, las figuras se multiplicaron: José Rubinstein; Iván Rodríguez; Carlos Burgos; Jorge Zamo-
rano. El 11 de noviembre de 1971 hubo un acontecimiento memorable: visitó la provincia Robert “Bobby” Fischer, entonces campeón mundial. En la Caja Popular y ante unos 1.500 espectadores participó ante veinte trebejistas de una Jornada de Simultáneas. Rubinstein y Rodríguez lograron vencerlo. Hacia 1950 fue creada la Federación Tucumana de Voley. Con los años, Tucumán fue sede de campeonatos nacionales, incluso de un Sudamericano Juvenil femenino en 1990 y de la Copa América en 1998. Varios jugadores brillaron en el firmamento nacional, tales como Carolina Schwab, Manuel Árquez, Oscar y Alberto Sarmiento; César Nieto. Juan Ángel Pereyra se lució como árbitro internacional y Andrés Ibáñez Parody integró el consejo directivo de la Feva y tuvo activa participación internacional. El mayor hito fue el campeonato que ganó Swiss Medical Monteros en abril de 2005 en la Liga Argentina (creada en 1996). En el plantel había figuras como Hugo Conte (el mejor jugador argentino de la historia) y el DT Waldo Kantor. En la serie final derrotó a Bolívar de Buenos Aires por 4 a 1. Un año antes fue subcampeón (cayó ante al mismo rival, por 4 a 2). Como Social Monteros, el club participó en las
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Parapentismo en el magnífico escenario natural de Loma Bola. PABLO SOLER
ediciones 99/00, 00/01, 01/02. También en la Liga jugaron Tucumán de Gimnasia (99/00) e Instituto Pellegrini (10/11). Antes de esas experiencias, participaron en la Liga Nacional de Mayores Social Monteros (en la primera, de 1986/1987), Previsión Social y Gimnasia. Hay dos clubes emblemáticos de voley: uno es Tucumán de Gimnasia, fundado el 12 de octubre de 1935 con el nombre de Federico Jahn. Y otro es Social Monteros, cuyos orígenes se remontan a 1945. El club aparece en la Liga del Sur en 1962 y en 1971 se suma a la Federación. A fines de los años 60, Universitario se constituyó en el primer club donde se practicó hockey femenino en Tucumán. A principios de los 70, se sumaron Tucumán Rugby y Lawn Tennis al deporte, cuya etapa moderna se inició en Inglaterra en 1840 y comenzó a practicarse en la Argentina en la primera década del siglo XX. El 6 de noviembre de 2013 fue inaugurado el Estadio Único en el predio del club Natación y Gimnasia, justo a tiempo para la World League femenina, en la que participaron los seleccionados de Alemania, Corea, Inglaterra, China, Holanda, Australia, Nueva Zelanda y Argentina. En representación de nuestra delegación se desempeñó Luciana Aymar, considerada la mejor jugadora de la historia. El ciclismo de montaña surge en Tucumán a principios de los años 80. A mediados de 1994 nació la carrera símbolo: el Trasmontaña. Pedro y Sebastián Moraiz y Federico y Alejandro Ruiz Campo le dieron forma a una prueba que empezó con unos 60 participantes y que, en 2015, superó los 3.100 bikers. La disciplina proyectó figuras como Darío Gasco, Sebastián Quiroga y Noelia Rodríguez, entre muchos otros. El pádel, que nació en Acapulco (México) en 1969, se expandió por España y fue traído a la Argentina por jugadores de polo que solían competir en Marbella. Tuvo un explosivo crecimiento en Tucumán entre mediados de los 80 y los 90.
A fines de los años 80, en el cerro San Javier comenzaron las experiencias de volar en aladelta. Ya iniciado el siglo XXI, y con Loma Bola consolidándose como uno de los mejores centros de vuelos de América, el parapentismo alcanza su auge. En esta reserva natural se realizaron tanto encuentros locales como nacionales, e incluso pre-copas del mundo. Hay registros de 1894 de la creación del club Tiro Suizo. Fue Firmo Roberti quien puso a Tucumán en el mapa mundial del tiro. Compitió en los Juegos Olímpicos de 1972 (Múnich); 1976 (Montreal); 1984 (Los Ángeles); 1988 (Seúl) y 1992 (Barcelona). En 1977 se clasificó subcampeón mundial en tiro al platillo (especialidad skeet) en Antibes (Francia) y al año siguiente repitió el logro en Seúl (Corea del Sur). En el yudo surgieron figuras como Eduardo Costa (Sidney 2000; diploma olímpico en Atenas 2004; Beijing 2008) y Emmanuel Lucenti (bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, y participó en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016). En karate, Miguel Amargós ganó en 2015 la medalla de oro en los Panamericanos de Toronto. … Y FINAL Es bien conocida la pasión tucumana por los deportes. Durante más de un siglo de práctica, la intensidad de las competencias, la calidad de los logros, la proyección de sus figuras, la formación permanente de nuevos valores y, por qué no, el apoyo de los espectadores, dieron forma a un fenómeno que no distingue edades, sexos ni condición social. Hoy, a pesar de no contar siempre con la infraestructura y el apoyo necesarios, cada disciplina se mira en el espejo del pasado para impulsar su presente y forjar su futuro. En el cuerpo de cada deportista, sangre de campeones; en el alma, un deseo de honor y de gloria que trasciende los tiempos.
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FEDERACIÓN ECONÓMICA DE TUCUMÁN
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Detalle del frente de la sede de la FET. SOLANA PEÑA
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a Federación Económica de Tucumán (FET) fue fundada el 1 de abril de 1953. Entidad de entidades, acoge en su seno a 51 cámaras empresarias de las ramas de comercio y servicios; industria y producción, además de empresas sin cámara de referencia. Su órgano de conducción es el Comité Ejecutivo integrado por 18 miembros, seis provenientes de cada rama y según la propuesta de las cámaras asociadas. La representación de la FET es ejercida por el presidente y el secretario general; la elección presidencial acaece por voto directo en la primera reunión del Comité Ejecutivo posterior a la asamblea constitutiva de aquel. En el mismo acto, son elegidos los vicepresidentes primero y segundo, que estatutariamente deben provenir de las demás ramas, de tal forma que presidencia y vicepresidencias representen a producción; comercio y servicios, e industria. Las máximas autoridades de la Federación Económica renuevan sus mandatos en forma anual, periodicidad que supone un dinamismo inédito. Si bien su nacimiento estuvo vinculado a la concepción federativa que impulsaba el Gobierno de la época, la FET se arraigó rápidamente en la comunidad. Protagonista de mil batallas desde hace 63 años, la FET tiene el mérito de haber sobrevivido pese a las crisis feroces y a los vientos adversos al asociativismo que soplaron intermitentemente. Siempre atenta a la defensa de los intereses de sus socios, la central desempeñó roles relevantes en el combate contra la competencia desleal y en la articulación de un sistema de canje para la cuasimoneda que circuló durante 18 años en Tucumán. El bienestar del sector económico vinculado a la producción del azúcar estuvo, desde el primer momento, entre sus preocupaciones principales. La FET afrontó situaciones institucionales delicadas, como los golpes de Estado del siglo XX, y los saqueos de diciembre de 2001 y de 2013. En 1976, el Gobierno de facto recién llegado al poder cegó la vida de uno de sus dirigentes más destacados y varias veces presidente, José Tufik Chebaia. Pese a todos los embates, la entidad siguió adelante aferrada a la promoción del afán emprendedor y al espíritu crítico que constituye una de sus señas identitarias. En la Federación Económica existe una fe en el porvenir que también es compromiso con el pasado y una actitud activa respecto del presente. El Bicentenario ofrece la ocasión histórica para recordar los valores fundacionales y recrear los sueños pendientes, que configuran una auténtica hoja de ruta para el siglo que comienza.
NUESTRA ENTIDAD, NUESTRA CASA
pasó; sobre los objetivos pendientes; sobre las derrotas y las conquistas, y sobre los ideales y valores que iluminan el presente, y los hechos y frustraciones que lo ensombrecen. UN TESTIMONIO, UNA HUELLA Dos centurias han transcurrido desde la Declaración de la Independencia. Sesenta y tres años de ese plazo corresponden a la existencia de la Federación Económica de Tucumán (FET). El Bicentenario se presenta, entonces, como la ocasión perfecta para dejar testimonio de una época y de una experiencia institucional. De aquí a un siglo, quienes lean estas páginas podrán comprender a quienes los precedieron en la dirigencia empresarial y engrandecer su legado. Porque es tan propio de las sociedades el atravesar por ciclos alternados de esplendor y zozobra como el intentar proyectarse hacia adelante, más allá del tiempo y el espacio que contienen una vida. Parece mentira pero la inflación preocupaba en 1953 quizá tanto como preocupa en el presente. Entonces eran comunes los procedimientos policiales para reprimir el agio y la especulación. Un peronista, Luis Cruz, gobernaba la provincia con controles de precios. En la capital, Juan Domingo Perón moldeaba la Argentina. El mundo, por su parte, se internaba más y más en la Guerra Fría. El año de nacimiento de la FET también fue el de la muerte de Joseph Stalin; el de la conquista de la cima del Monte Everest y el del inicio del reinado de Isabel II en Gran Bretaña. En medio de una coyuntura que combinaba la alarma por la epidemia de poliomielitis y el alivio por el retroceso de la plaga de la langosta, las fuerzas de la producción, la industria y el comercio crearon la FET. Aldo Capuano fue el primero de los 28 presidentes –todos hombres– que tuvo la institución, que sólo fue intervenida una vez hace 40 años, al comienzo de la última Dictadura. No obstante la interrupción del orden democrático en todos los niveles de la
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Ingreso y vista al patio de la sede de la FET. SOLANA PEÑA
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n Tucumán late un corazón: el de la independencia. El destino quiso que aquí, hace ya 200 años, el Congreso de las Provincias Unidas se declarase libre del Reino de España. La capital era, entonces, un caserío emplazado en la distancia geopolítica justa, lo suficientemente lejos de Buenos Aires como para representar con legitimidad al interior y cercano, en idiosincrasia, cultura y anhelos, al resto de las jurisdicciones de la patria. Los congresales completaron en Tucumán la obra emancipadora que había empezado en el Río de la Plata, con la Revolución de Mayo. Ese proceso insumió seis años de comunicaciones difíciles, y de negociaciones siempre amenazadas por la resistencia colonial y los recelos internos. Las Provincias Unidas eran, entonces, una entelequia más o menos indefinida: una geografía vasta y en gran medida desconocida. Hacia el sur, el “mundo” llegaba hasta el puerto y más allá de él increpaba el desierto. El este terminaba en las tierras esquivas de José Gervasio Artigas. El límite oeste se topaba con la Cordillera. El norte culminaba en el Alto Perú. Un territorio de esta magnitud no podía sino ser indómito. “Allí la inmensidad por todas partes”, observó Sarmiento en “Facundo”. Amén de su fama de vergel, Tucumán se erguía en una latitud central del mapa del siglo XIX. Era un punto de encuentro para los que venían de lejos a colocar las piedras fundacionales de la Nación. Con la ruptura del vínculo con la monarquía europea se consolidaba, también, un deseo de unidad de los distritos antaño comprendidos en el Virreinato del Río de la Plata. Por más de una razón, Tucumán es cuna de anhelos compartidos. Aquí nació oficialmente la independencia y, con ella, un futuro superador de toda forma de opresión. Esa patria sin dueños podía, por fin, iniciar su vuelo hacia el progreso y la libertad. Así se siente todavía en 2016, cuando esta obra y el calendario obligan a reflexionar sobre lo que pasó y lo que no
1. Ruggeri 2. Casadey 3. Valois Villafañe 4. José Sabaté 5. Pedro Cotella 6. Florentino Sanz 7. Juan Perea 8. Sandalio Mandojana 9. Pascual Di Niro 10. Albin Presbisch 11. Manuel De la Orden 12. Empédocles Gelsi 13. Ernesto Spitznagel 14. Salvador Del Río 15. Miguel Egido 16. J. Fuentes Castro 17. Romero 18. Alonso 19. Antonio Medici 20. Juan O. Kobelt 21. José Jornet 22. Nicolás Gianserra 23. J. Plá Mora 24. David Canz 25. Juan Carlos Reyes 26. H. Gelsi
vida en sociedad, los autores del Golpe de 1976 autorizaron a la entidad a mantener sus autoridades naturales, según consta en “FET 1953-1992”, ensayo de Carlos Páez de la Torre (h) consultado para la redacción de estas páginas. El nacimiento de la central empresaria se inscribe en un momento de crecimiento del gremialismo alentado por Perón, quien veía un complemento necesario entre la Confederación General de Trabajadores (CGT) y la Confederación General Económica (CGE). José Ber Gelbard, expresión viviente de esa cosmovisión en su condición de fundador de la CGE y de peronista, formó parte del grupo de funcionarios, dirigentes y empresarios que saludó la creación de la FET –de hecho, presidió la comisión organizadora–. Esta institución convertía a Tucumán en la primera provincia del país que se adecuaba a la nueva estructura del empresariado argentino, que consistía en la unión federativa de las organizaciones de base: cámaras, bolsas, centros, asociaciones, etcétera. Los delegados de la federación se integraban, a su vez, al Consejo Superior de la CGE. Adviértase que esta “entidad de entidades de entidades” había surgido –de la mano de Gelbar– en 1952, tan sólo un año antes de la constitución de la FET. La entidad federativa local proviene de la Cámara de Comercio e Industria de Tucumán. El 1 de abril de 1953, un número significativo de delegados del sector privado aprueba los estatutos y designa a los integrantes de la primera gestión, que se desempeñan en cinco órganos: la Asamblea, el Consejo General, el Comité Ejecutivo, la Mesa Directiva y la Comisión Revisora de Cuentas. El estatuto de la FET exponía entre sus propósitos y fines la concentración y unificación de la acción de defensa de los intereses de las entidades integradas por productores, industriales y comerciantes de la provincia.
SÍMBOLO DEL EMPRESARIADO Los primeros tiempos de la FET son vertiginosos. Sus promotores comparten la urgencia por consolidar la organización y ponerla en marcha. Y una forma de entrar definitivamente en la ciudad y por la puerta más grande posible es ocupando una sede “a la altura de las circunstancias”. Ese anhelo cristaliza en la compra de una de las casas más distinguidas de la capital: la propiedad de la calle San Martín 427-429, frente a la Plaza Independencia, hoy emblema de la FET. Este bellísimo edificio emplazado en un espacio central y estratégico de la ciudad es adquirido en forma oficial el 1 de diciembre de 1953 a los herederos de María Elvira Helguera de Frías. En la sesión que aprobó la operación inmobiliaria, el dirigente Juan Tártara destaca la espontánea colaboración encontrada en unas pocas firmas que él hablara para reunir la suma de 110.000 pesos de la época necesaria para cerrar el trato. Tártara dice que la cantidad se logra en dos días y mediante llamadas telefónicas únicamente. Conviene destacar que la entidad local tuvo su sede propia antes que la CGE. Gelbard enfatiza ese hecho histórico al expresar: “este edificio, que es orgullo de los tucumanos, es también orgullo nuestro. Sobre esta Federación podemos decir que no pide la hora a Buenos Aires todos los días: es decir, se vale de sus propios esfuerzos”. El solar en cuestión resulta un asunto insoslayable en el horizonte urbano de la provincia. Se trata de un proyecto de autor desconocido levantado originalmente hacia 1870. En ese entonces, el edificio de dos plantas exhibía un estilo italianizante, que en 1924, durante la remodelación que dirige el prestigioso arquitecto José Graña, muta hacia el renacimiento español al incorporar a su ornamentación detalles de la Casa de las Conchas de Salamanca, y de la literatura plateresca de Castilla y León, cambio que supone un giro
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atrevido y hasta revolucionario para la época. El tratamiento de la fachada ilustra la audacia de Graña, quien imprimió en ella un gran despliegue decorativo. Se trata de un sistema complejo armónicamente organizado: la peculiaridad de la opulenta y finísima decoración se compara con las obras propias de la orfebrería. Cuando la FET asume el control del inmueble ubicado en la manzana central de la ciudad comienza el proceso de adecuación de la mansión con reminiscencias coloniales a los requerimientos de la entidad. En la nueva etapa se impone el deseo de conservar y potenciar los valores aportados por Graña. Este itinerario se materializa en la década de 1990, en dos etapas. Se trata de un momento clave por los signos de deterioro que exhibe la más que centenaria propiedad. Primero, el arquitecto Ricardo Emiliano Falci acomete la recuperación del sector posterior del edificio a partir de una magna obra de refacción que permite en 1992 sumar un gran hall de exposiciones, y un anfiteatro para reuniones, congresos y actividades artísticas. La intervención emblemática es inaugurada en 1998. A cargo de los arquitectos Ricardo y Claudio Viola, el trabajo abarca la restauración de “lo que se ve” tanto como de “lo que no se ve”. El profesionalismo y la minuciosidad aplicados a este emprendimiento lo convierten en un paradigma –si no en el mejor ejemplo– de la preservación del patrimonio arquitectónico de la provincia. “Abordamos este trabajo con una gran planificación”, observa el agrimensor Oscar Blasco, quien en aquel momento desempeñó la función de inspector de la obra en su condición de secretario de la FET que presidía Eduardo El Eter. Los detalles estéticos reciben tanta atención como los fundamentos del edificio y el conjunto puede ser apreciado como una materialización de las aspiraciones del empresariado: tradición, fortaleza, penetración en la comunidad, responsabilidad,
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calidad, excelencia y permanente reinvención a partir de las lecciones fructíferas del pasado. SIGUEN LAS REALIZACIONES También de los comienzos de la FET data una de sus contribuciones más duraderas y entrañables: la creación del Instituto de Informaciones Comerciales (ICC). Este organismo venía a despejar el camino para la venta al crédito, que, para disminuir el riesgo, exigía un conocimiento preciso acerca de las credenciales y antecedentes del solicitante del préstamo. Hasta entonces existía el sistema de los “informantes”, que recorrían las casas de crédito recogiendo los datos que estas aportaban. Pero esa mecánica tenía múltiples imperfecciones y era débil frente a la manipulación de los inescrupulosos. El Instituto supera tales vulnerabilidades con una metodología simple: los comercios adheridos facilitan los datos sobre los deudores morosos, que ingresan a un fichero de donde saldrán los eventuales informes crediticios. Nadie puede desconocer que el organismo supondrá un sensible aporte en lo atinente a la moralización de las relaciones comerciales de Tucumán. En el acto de inauguración, el presidente Capuano dice: “la tarea previa de la organización ha dado paso a la de las realizaciones, que debe considerarse tanto o más difícil que aquella dada la responsabilidad que implica la escasez de recursos, algunos viejos prejuicios y la inercia de algunos apáticos”. Considerado al comienzo como una especie de “enemigo”, poco a poco el Instituto se gana la confianza de la plaza a partir de una acción “educativa” que favorece tanto al dador como al tomador del crédito. A ello se suma la vocación por la verdad, y la labor seria e independiente de las presiones. La dedicación y la eficacia de Ana Nydrich, histórica gerenta, contribuyen decididamente al buen nombre de la casa, así como el compromiso del ex presidente Antonio Luquin.
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El ICC, parte integrante de la FET, nunca dejó de crecer, siempre a la vanguardia de su rubro: el tráfico de información clave para hacer negocios. Así, fue pionero en la incorporación de la máquina fotocopiadora y, luego, de la informática. En la década de 1990, el organismo llega a conectar directamente a los asociados por medio de una terminal que posibilita el acceso a los datos. El Instituto se expande también en cuanto a la oferta de servicios y a la confianza de la plaza, a partir de una administración autónoma. El órgano dispone de una comisión directiva y de recursos propios dentro del patrimonio de la FET. Con los beneficios derivados de los servicios prestados, el ICC financió la primera ampliación y restauración de la sede, proyecto emprendido durante la presidencia de Enrique Bujazha.
Aldo Capuano preside el primer Comité Ejecutivo de la FET.
EL MÉRITO DE SOBREVIVIR A dos años de su constitución, la FET se ve obligada a enfrentar su primera experiencia de interrupción del orden democrático. Se trata del levantamiento militar que derroca a Perón e inicia un ciclo de facto que se extiende hasta 1958. Las centrales empresarias “sufren” el cambio: la CGE es disuelta y otras federaciones provinciales siguen la misma suerte. En Tucumán, la entidad gremial se salva de la intervención. En ese momento, en un pronunciamiento público brega por la vigencia plena de la Constitución y por la pacificación, condiciones que considera fundamentales para el progreso de la Nación. Al derrocamiento y posterior proscripción de Perón le seguirán los golpes de Estado de 1962, 1966 y 1976. A este cúmulo de dictaduras hay que añadir el experimento militar-democrático llamado “Operativo Independencia” (1975); las intervenciones federales de 1962 y de 1991; la
Guerra de Malvinas y las crisis económicas generales (en algunos casos ligadas a los factores que desencadenaron los golpes de Estado) como “El Rodrigazo”, la hiperinflación de finales de los años 80 y la catastrófica salida del régimen de la convertibilidad en 2001, con un “default” cuyas consecuencias –la deuda impaga no reestructurada– perduran hasta el presente. A ello se suman la crisis del campo por las retenciones a las agroexportaciones y la instalación del cepo cambiario a finales de 2011, y las repercusiones de crisis internacionales como “El Efecto Tequila” (1994) y el estallido de la burbuja de las “Puntocom” (2002). También hubo fenómenos de corte netamente local como perturbaciones climáticas de dimensiones apocalípticas (sequías e inundaciones) y el cierre de 11 ingenios azucareros dispuesto en 1966 por el Gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. Conviene reparar asimismo en los “Tucumanazos” de 1968 y 1970. Esta expresión volvió a escucharse en 2015 cuando sectores urbanos tomaron la calle para protestar contra los comicios provinciales descontrolados que escandalizaron al país con sus escenas de clientelismo y de violencia. El empresariado tucumano pasó por los ataques a la propiedad privada contemporáneos al “corralito” y los cacerolazos, pero también por los saqueos de 2013 –vinculados a un acuartelamiento policial– simultáneos a los festejos de los 30 años del restablecimiento de la democracia, sin olvidar las peripecias de las cuasimonedas (luego de las violaciones de la propiedad privada acontecidas hace tres años, la FET organizó un registro de empresas afectadas y logró el pago de daños por parte del Estado). Ciclos de intervencionismo estatal intransigente siguieron a períodos de privatización, superávit y déficit fiscal, y ajuste, así como las devaluaciones, recesiones y estanflaciones dieron paso a épocas de crecimiento a “tasas chinas”. Una y otra vez, durante el período de vida de la FET, la historia se empe-
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1. Castellote 2. Rodríguez 3. Robin 4. El Eter 5. Omodeo 6. Fortino 7. Fiol 8. Neme 9. Díaz 10. Prado 11. Maldonado 12. Fernández 13. Soldati 14. Aráoz 15. Anram 16. Sánchez 17. Berbelux 18. Jiménez 19. Pinello 20. Arca 21. Rodríguez 22. Pache 23. Blasco
cinó en confirmar esa máxima que sostiene que existen los países desarrollados y los subdesarrollados, y dos casos que rompen el molde en sentido opuesto: Japón y Argentina. Si bien no es propósito de este capítulo indagar sobre los porqués del complejo escenario económico, político y social en el que tuvo que actuar la FET, vale la pena recordar lo que el historiador Luis Alberto Romero expresó en “La crisis argentina. Una mirada al siglo XX” (2003) respecto de las derivaciones de la Revolución Libertadora de 1955: “durante el peronismo, la conflictividad fue principalmente política, y si se quiere cultural, antes que específicamente social. Este dato cambió rápidamente luego de 1955 y correspondió tanto a una agudización de la conflictividad social como a una intensa politización de los conflictos. En 1955, la proscripción del peronismo y de sus principales dirigentes –una revancha acorde con el carácter faccioso de la política durante el peronismo– fue una decisión de enorme trascendencia: desde entonces comenzó la decadencia acelerada del imaginario democrático. Cuanto más predicaban los gobernantes de la Revolución Libertadora acerca de la democracia y la libertad, más vacías resultaban las instituciones, deslegitimadas por la proscripción, así como los presidentes electos en esas condiciones: Arturo Frondizi y Arturo Illia. Por otra parte, esa misma proscripción contribuyó a galvanizar la identidad peronista y a nuclearla alrededor de quienes, ausente el líder, resultaron ser la única voz del pueblo peronista. El enorme poder que tuvieron en el escenario corporativo se nutrió de esa representación vicaria. La debilidad de las instituciones democráticas fue en aumento, y facilitó y justificó la presencia creciente de las Fuerzas Armadas, que pasaron del pretorianismo a la Dictadura”. La FET vivirá y sobrevivirá este contexto inestable y adver-
so para los planes de largo plazo o las llamadas “políticas de Estado”. En 1962, la institución advierte sobre un panorama gremial agravado a propósito de los desmanes y disturbios acaecidos en los ingenios Santa Lucía y San José. Cuatro años después y mientras toma cuerpo un nuevo episodio de ruptura del orden constitucional, la FET renueva su compromiso con los ideales fundacionales y convoca a la unidad de los empresarios, situación que es más necesaria y urgente cuando la sociedad es sacudida por “vibrantes convulsiones”. Son momentos críticos por el cierre de los ingenios: la central objeta que la Dictadura de Onganía no haya previsto alternativas para paliar los efectos de semejante medida. Pasa el tiempo y la violencia se hace cada vez más explícita. La FET se pronuncia en contra de la terrible oleada. En 1975, la institución presidida por Pedro Benito Benejam advierte que encara el año con evidentes signos de preocupación. El 24 de marzo de 1976 comienza la última y más desgarradora Dictadura. El Gobierno de facto designa interventor de la FET al mismo Benejam, que confirma a todas las autoridades naturales de la central previa consulta a las cámaras, quienes por unanimidad aceptan la propuesta de intervención para preservar la identidad y el funcionamiento de la entidad. Benejam renuncia tiempo después, luego de gestionar información sobre el paradero de José Chebaia, ex titular de la FET, ante las autoridades militares. El arquitecto Horacio Sampayo asume como interventor. En 1981, la institución convoca a elecciones y Benejam vuelve a consagrarse como presidente. Es la primera central empresaria del país que se normaliza mediante la votación democrática de autoridades. Al empezar la nueva etapa, la FET reivindica el rol fundamental de la actividad privada en la generación de la riqueza; postula asimismo la inserción de Argentina en el esquema económico mundial
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en condiciones de paridad cambiaria real y de igualdad respecto del costo de los insumos; observa la necesidad de que haya reservas monetarias genuinas y propugna un auténtico federalismo económico que elimine la tradicional dicotomía del país: un centro rico y una periferia pobre. Dos años antes de la restauración oficial del orden constitucional, el presidente Benejam exige un sincero proceso de autocrítica en todos los estamentos, incluidos el Gobierno de facto y las Fuerzas Armadas. El Golpe acaecido hace 40 años fue especialmente cruento en la provincia. En 1975, el “Operativo Independencia” supuso un laboratorio para el terrorismo de Estado. Los focos insurgentes adquirieron relevancia por el movimiento obrero que había padecido el cierre de los ingenios durante los años 60 y la participación decisiva del sector universitario. También influyó la selva, con sus reminiscencias a la Revolución Cubana que habían protagonizado Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara. El empresariado se convierte, así, en blanco de militares y guerrilleros revolucionarios. Unos y otros lanzaban amenazas; exigían contribuciones forzosas y restringían libertades, como la de circulación. Mientras tanto, la economía se ahogaba. En la recta final de la última Dictadura aparece la tercera moneda en menos de tres lustros; la deuda externa asciende a 37.000 millones de dólares; la cotización libre de la divisa estadounidense se dispara y genera brechas de hasta el 40% con el tipo de cambio oficial, y los trabajadores despiden al régimen militar con una serie sin precedentes de paros generales. Durante 1983, en el aniversario número 30 de la FET, se habla ya directamente de una crisis profunda que afecta a toda la nación, y de la parálisis y del retroceso de las economías regionales. Hacia finales de ese año, el advenimiento de la democracia reaviva el entusiasmo. La enti-
dad elige a Pedro César Omodeo como presidente, quien luego rinde homenaje a su antecesor José Chebaia, víctima de crímenes cometidos durante la Dictadura en su condición de funcionario del Poder Ejecutivo que comandaba el peronista Amado Juri. Un tramo del discurso define: “los autores, los instigadores e ideólogos de este crimen embistieron contra uno de los más firmes y lúcidos dirigentes del empresariado nacional”. LA LUCHA AZUCARERA La historia de la FET es, en alguna medida, también la historia de la lucha por el sostenimiento de la actividad azucarera, y del proceso paulatino de diversificación de la economía provincial verificado entre el Centenario y el Bicentenario de la Independencia. En 1953, el azúcar se presenta como la preocupación central de la entidad. Al respecto, resulta reveladora la primera acta institucional, donde consta que, a instancias de Juan José Sánchez Toranzo y de José María Paz, las autoridades discuten sobre los posibles destinos industriales de la melaza, en especial, la fabricación de alcohol para carburante. Aquel debate estará presente de una u otra manera durante los siguientes 60 años, como lo prueba la decisión del presidente Mauricio Macri de incrementar dos puntos y medio el corte de alcohol en los combustibles anunciada en febrero de 2016, en el ingenio La Trinidad de esta provincia. La década de 1960 quedó asociada para siempre a la crisis severa del sector azucarero, que tiene una configuración compleja en cuanto comprende a pequeños, medianos y grandes cañeros; a obreros y peones, y a industriales de diferente escala. El cierre de los ingenios dispuesto por el presidente de facto, Juan Carlos Onganía, origina conflictos sociales, económicos, políticos y hasta demográficos
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Pasadizo de servicio en la entrada de la entidad. SOLANA PEÑA
de dimensiones incalculables. El decreto de agosto de 1966 ordena el desmantelamiento y la clausura del Bella Vista, el Esperanza, de la Nueva Baviera, del Lastenia, de La Trinidad, de La Florida, del San Antonio y del Santa Ana. Posteriormente el Gobierno cierra los ingenios Mercedes, Los Ralos, San José, San Ramón, Amalia y Santa Lucía. En total, se cancelaban el 28% de las bocas de molienda: de las 14 fábricas cerradas, solamente tres volverían después a la actividad. En señal de repudio y por primera vez en su historia, la FET decide no abrir los negocios. En los años previos a la medida radical de 1966 y frente a los problemas recurrentes de la actividad, la FET lleva adelante una campaña para alertar sobre la necesidad de protegerla. En 1961, apoya “La marcha del hambre” en la Plaza Independencia, protesta multitudinaria de los plantadores desalojada violentamente por la Policía. En juego hay 24.000 cañeros que forman una importante y conveniente clase media, a diferencia del esquema vigente en las otras provincias azucareras del norte. La Unión de Cañeros Independientes de Tucumán (UCIT) amplifica la voz de alarma y de descontento, que la Federación Económica traduce en petitorios dirigidos a obtener un ordenamiento legal que rompa la improvisación en materia azucarera. Un líder de UCIT, Gaspar Bernardo Lasalle, alienta el gremialismo de los plantadores con actitud resuelta y palabra fogosa. En diciembre de 1966 y en el ámbito de un encuentro de la CGE, los directivos tucumanos señalan que esperan con urgencia una serie de obras para contrapesar los devastadores efectos del cierre de las fábricas, así como un plan para la promoción y el desarrollo integral de la economía provincial. Más adelante, el presidente Chebaia exige “hablar con franqueza respecto de la política azucarera”. El tiempo pasa y ninguna medida estatal logra compensar o contener el daño infligido por el cierre de los ingenios. En
1969, la FET sugiere al Gobierno el desarrollo de proyectos para recuperar a los casi 150.000 trabajadores emigrados y afirma que tres años es demasiado tiempo para mantener en expectativa el sacrificio colectivo de la provincia. Esta preocupación se mantiene y proyecta durante la década de 1970. Chebaia hace el siguiente balance: “de los 27 ingenios existentes en 1966, 11 fueron cerrados; 4.000 hectáreas que antes tenían caña hoy están ociosas; 2.000 pequeños productores están inactivos; hay 4.200 trabajadores permanentes capacitados sin trabajo y 2.100 temporarios en la misma situación, y 140.000 habitantes emigrados. En síntesis, una parálisis general de actividades”. Mediante distintos pronunciamientos, la entidad condena la insensibilidad del Gobierno nacional frente a las necesidades y penurias del sector azucarero, y define sus intervenciones pasadas como un factor de perturbación y de discordia. En 1971, la FET calcula que Tucumán tiene la tasa más alta de desempleo del país: 17%. Francisco Sosa Barber, presidente del ingenio Nuñorco y dirigente histórico de UCIT, traduce la frustración imperante: “el destino de extensas regiones y de inmensas multitudes humanas queda así sujeto a determinaciones que no siempre se relacionan con criterios de sana conducción de la sociedad civilizada. (...) En Argentina, la caña de azúcar no ha logrado aún después de 80 años la misma comprensión gubernamental que la remolacha en Europa, pese a tener a su favor hechos económicos y sociales que la acreditan a un trato preferencial”. En 1975, la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA) celebra que la FET proponga la formación de un poderoso frente de defensa de la economía provincial para incrementar el desarrollo industrial, asegurar una política de diversificación de los cultivos y lograr que la actividad azucarera se convierta en un polo de desarrollo regional. Entre tantas dificultades, en 1979
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es colocada la piedra basal de la planta Papel del Tucumán, que elaborará sus productos a partir del bagazo. Durante la década de 1980, la Federación Económica apoya el Plan Alconafta. Además, constituye una mesa-frente con organizaciones como UCIT y el Centro de Agricultores Cañeros de Tucumán (CACTU), entonces dirigida por el tenaz productor Rodolfo Terán, que logra la refinanciación de los pasivos tras impedir la ejecución de las deudas contraídas por productores primarios con el Banco de la Provincia. Estas entidades se oponen a nuevos cierres de ingenios y defienden la economía regional (la experiencia de comité crisis será reeditada luego para promover el bienestar social, según recuerda el dirigente Juan Rodríguez). También rechazan la supresión del mecanismo de ajuste automático mensual para la caña de azúcar. Más adelante, exponen su preocupación por la disminución del cupo azucarero y la liberación del precio de la caña, y se pronuncian en contra del posible cierre del ingenio Nuñorco. El presidente Omodeo considera francamente negativas las perspectivas de la zafra de 1986. “Tucumán se incendia”, diagnostica con pesimismo. La lucha por mejorar las condiciones del sector azucarero prosigue durante la década de 1990, ya con Carlos Menem en la Casa Rosada. La FET pide al jefe de Estado precios adecuados y la reimplantación del Plan Alconafta. En el país se discute la posibilidad de importar azúcar de Brasil y arrecian las presiones para “reconvertir” la industria provincial. Tales circunstancias llevan al gobernador José Domato a afirmar que renunciará si se autoriza la importación. Finalmente el debate de la cuestión pasa para 1994. En paralelo, empieza a ser objetada la costumbre de quemar los campos de caña, acción a la que se le atribuye la contaminación del aire con efectos negativos para la salubridad pública. La FET rechaza las imputaciones genéricas contra los cañeros y exige que las instituciones
públicas individualicen a los transgresores. Después de un período de relativa bonanza para el sector, cambian las condiciones internacionales. El sector bate varios récords en 2008: Tucumán elabora 1,41 millón de toneladas de azúcar (los 15 ingenios de la provincia fabrican 130.000 toneladas más que durante la temporada 2007) y el 22 de agosto se logra la máxima molienda de la historia local. El ciclo comienza a declinar en 2009, por la crisis de los mercados extranjeros. Sequías, heladas, precios bajos y pérdida de competitividad del campo complican aún más el horizonte azucarero en el último período presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. En 2013, el gremio empresario rechaza un proyecto de ley –aún en discusión– para modificar los impuestos internos a las bebidas analcohólicas y energizantes: “tal cual está estructurado, sólo garantiza una mayor presión impositiva, una mayor recaudación fiscal para el gobierno nacional, y una caída en la demanda de estas bebidas y de los edulcorantes calóricos naturales, azúcar y fructosa”. En 2015, Tucumán celebra unas elecciones generales más que polémicas con una Plaza Independencia ocupada por tractores. La economía regional está quebrada y los cañeros se movilizan para hacer sentir sus reclamos, como consta en la solicitada publicada el 26 de julio. En ese contexto se inscribe el aumento del corte de alcohol en combustibles dispuesto por el presidente Macri a poco de asumir, proyecto que la FET barajaba desde 1953. OTRA LUCHA: EL COMERCIO LEGAL El combate contra el comercio ilegal fue otra prioridad de la entidad empresaria, acción que, desafortunadamente, no fue acompañada por el Estado sino de manera espasmódica y con ambigüedad. Se trata de un fenómeno donde convergen la cultura de la informalidad; la clandestinidad; la corrupción; el déficit de controles en general y en todos 336
Izquierda: Directivos de la FET encabezados por José Tufik Chebaia con el presidente Arturo Illia. LA GACETA
Derecha: El presidente Raúl Alfonsín con Humberto Volando de Federación Agraria y el histórico dirigente de UCIT, Gaspar Lasalle. LA GACETA
los niveles de las instituciones públicas, y altos índices de pobreza y de marginalidad. Estos factores se han potenciado en Tucumán desde mediados del siglo pasado. Como consecuencia de ello, la venta ambulante o el comercio desleal proliferó no sólo en los núcleos urbanos, sino también en el interior, y se estableció de modo más o menos permanente en ferias llamadas “saladitas” en honor a La Salada, megaferia bonaerense. “En 1971, en la esquina de Maipú y Mendoza de San Miguel de Tucumán, ya había vendedores ambulantes instalados. A mediados de los años 80, a principios de los 90 y tras la crisis de 2001, la cantidad de ‘cuentapropistas’ en el microcentro se fue incrementando al ritmo de las debacles económicas. Si al principio eran contados con los dedos de la mano, con el tiempo, el número de vendedores informales fue incrementándose notablemente. En 2001, la ilegalidad se trasladó a otros rubros como el lavado callejero de autos. Luego de años de desobediencia a una orden judicial (instada por la FET) por parte de la Municipalidad, los ambulantes fueron desalojados del microcentro en enero de 2014”, describe un repaso de los antecedentes del tema publicado en el diario La Gaceta, en agosto de 2015. Para esa época, la provincia ya ocupaba el primer lugar del país en cuanto al incremento anual de puestos callejeros clandestinos. Las innumerables denuncias de la Federación Económica no lograron frenar la expansión del comercio fuera de la ley. En 1960, la entidad presidida por Enrique Santos Dichiara gestiona ante el Gobierno una serie de medidas para terminar con la actividad irrestricta de los vendedores ambulantes. La situación sigue igual dos décadas después. Lideradas por el presidente Eduardo El Eter, las autoridades de la FET redoblan los esfuerzos en contra del comercio callejero no autorizado y piden a la Municipalidad que fiscalice a los vendedores mediante el otorgamiento de licencias, y la exi-
gencia de un carné de sanidad, de aportes previsionales y de la tributación de una tasa. Los reclamos prosiguen en 1991, durante la presidencia de Enrique Castellote, y se intensifican en los años subsiguientes. Frente a la imposibilidad de una erradicación total, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán comienza a habilitar recintos especiales para albergar a los vendedores informales y, de ese modo, sacarlos de la calle. A finales de 1994 abre sus puertas el Mercado Persia, un local con capacidad para 140 puestos con accesos por las calles Junín y Salta. “De nada sirvió esta solución”, escribe en 1995 un columnista de La Gaceta, Federico van Mameren. Para entonces las autoridades ya barajan “entregar” al comercio informal el predio de la vieja Terminal de Ómnibus, pese a que el proyecto original era instalar allí el Concejo Deliberante. La decisión es concretada en los meses siguientes, pero el círculo vicioso sigue girando. El periodista citado lo describe: “es un cuento de nunca acabar. A juzgar por los antecedentes, todo hace pensar que se mantendrá el statu quo hasta que llegue alguna fiesta especial, como las Pascuas, y los días del Padre y del Niño. El Gobierno lanzará otro ultimátum, que derivará en otra batalla callejera y, seguramente, en otro acuerdo”. En 1999, la FET habla de “invasión de ambulantes”. El presidente José Agustín Maldonado reprocha la inacción de las autoridades municipales frente a un comercio ilegal que llega a dificultar la circulación de los peatones en la zona céntrica. “En todo momento atentan contra los empresarios”, define. Maldonado se queja del trato desigual: “la Municipalidad exige a los comercios establecidos baños en las mejores condiciones y una higiene impecable. De nada ha servido la habilitación del Mercado Persia y de la ex Terminal”. La situación empeora con la llegada del nuevo milenio y el estallido de una crisis general que impacta con violencia en el tejido social de Tucumán. “En la última década, la capital
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PRESIDENTES DE LA FEDERACIÓN ECONÓMICA DE TUCUMÁN
Aldo Primo Capuano 1953-1954; 1954-1955 Comercio
Horacio Sampayo 1957-1958; 1958-1959; 1977-1978; 1978-1979; 1979-1980 Industria
José María Paz 1955-1956 Industria
Juan Carlos D´Angelo 1956-1957 Industria
Miguel Gutiérrez Cuadrado 1960-1961 Producción
Ernesto Celedonio Gutiérrez Raúl Armando Sisti 1961-1961 1961-1961 Comercio Producción
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Enrique Santos Dichiara 1959-1960; 1961–1962; 1962-1963 Producción
Enrique Manuel Castellote 1963-1964; 1964-1965 Industria
Jesús Enrique Gordillo 1965-1966 Industria
Pedro César Omodeo 1983-1984; 1984-1985; 1985-1986; 1986-1987; 1987-1988; 1988-1989; 1989-1990; 2000-2001. Industria
Pedro Benito Benejam 1974-1975; 1975-1976 1976-1977; 1980-1981; 1981-1982; 1982-1983 Industria.
José Tufik Chebaia 1966-1967; 1967-1968; 1968-1969; 1969-1970; 1970-1971; 1971-1972; 1972-1973 Comercio
Ernesto Domingo Cotella 1973-1974 Industria
Enrique Mario Castellote 1990-1991 Industria
Eduardo Abraham El Eter 1991-1992; 1992-1993; 1994-1995; 1995-1996; 1996-1997; 1997-1998; 2001-2002; 2002-2003. Comercio
Raúl Ángel Robín 1993-1994; 2008-2009; 2009-2010; 2010-2011; 2011-2012; 2012-2013 Producción
Humberto Sánchez 2003-2004; 2004-2005; 2005-2006 Producción
Julio José Colombres 2006-2007; 2007-2008 Industria
Pedro César Omodeo (h) 2013-2014; 2014-2015; 2015-2016 Industria
Declarado Presidente Honorario en 2006
Declarado Presidente Honorario en 2003
José Agustín Maldonado 1998-1999; 1999-2000 Producción
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En 2015, el presidente de la FET invitó oficialmente al papa Francisco a los festejos del Bicentenario de la Independencia previstos para en Tucumán. Como se sabe, el Pontífice no volvió al país desde que fue ungido jefe de la Iglesia católica.
tucumana se degradó tanto que hoy toda ella parece un inmenso mercado de pulgas a la intemperie. No hay normas y cada cual instala lo que quiere donde quiere. Aunque parezca blasfemo, lo peor que podría pasar a la ciudad en estas condiciones es que vengan turistas”, describe Federico Abel, otro analista de La Gaceta, en 2003. Un estudio de ese año de la FET revela que más de 1.300 ambulantes se instalan por día en el centro y que el número supera los 4.000 en la víspera de los días festivos. El Estado sopesa la posibilidad de destinar más inmuebles para la contención de los puesteros: entre las opciones aparecen los predios de las calles Marco Avellaneda y Córdoba, y del ex Ferrocarril Mitre. “No queremos quitar el pan a nadie, pero tampoco podemos vivir en la anarquía total”, evalúa Eduardo El Eter, titular de la Federación Económica. El desconcierto se expande y llega a un punto máximo en 2004, cuando más de 20 plazas de San Miguel de Tucumán son ocupadas por ferias ilegales (las más importantes tienen lugar en Villa Luján; bajo la tribuna del Club Atlético Tucumán, y en los barrios Echeverría e Independencia). El entonces gobernador José Alperovich promete controlar la proliferación de los ambulantes mediante la entrega de subsidios; el alquiler de nuevos locales y la limitación del número de puestos en la vía pública. Pero la dirigencia de la FET encabezada por Humberto Sánchez entiende que es hora de que actúe la Justicia y, con ese fin, el 20 de diciembre de 2004 interpone una demanda contra el Estado en la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo. El objetivo es obligar a la Municipalidad a cumplir las ordenanzas que prohíben la venta ambulante. En el ámbito del juicio, los jueces Horacio Castellanos y Salvador Ruiz convocan a las partes a audiencias de conciliación que fracasan sistemáticamente. El Municipio dice que la fuerza pública, que depende de la Provincia, no colabora
en la tarea de remover a los comerciantes ilegales. Ninguna de las dos instituciones presenta los planes de erradicación de la venta ambulante e, incluso, sus representantes faltan a las citas con la Justicia. “Se observa que no hay una decisión política”, manifiesta Sánchez, presidente de la FET. En paralelo, Alperovich vuelve a anunciar el fin del comercio ilegal y dice que los puesteros serán reubicados al Predio Ferial Norte a partir del 1 de diciembre de 2006. Antes de ello, el 10 de noviembre de 2006, la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo falla en favor de la FET, y ordena a la Municipalidad hacer cesar la omisión del cumplimiento de las ordenanzas que garantizan y hacen efectiva la libre circulación de los ciudadanos por la calles y peatonales del ejido municipal. Julio Colombres, presidente de la Federación Económica, celebra la decisión; destaca la gestión de Sánchez, y brega porque las autoridades creen las condiciones para que haya inversiones genuinas y empleo de calidad. La Municipalidad, por su parte, anticipa que no apelará un fallo que, con el tiempo, se convertirá en símbolo de la desobediencia judicial y de la indiferencia de la política frente a las órdenes de los jueces. En noviembre de 2006 empieza el peregrinaje de la FET para imponer la sentencia que exige que las calles y veredas sean despejadas. Las autoridades barajan “cambios para que nada cambie”. Gregorio Werchow, secretario de la rama Comercio, pide decisiones sustentables: “no compartimos los traslados de aceras, no tiene que haber ningún puesto en la vía pública”. Un operativo en el microcentro de San Miguel de Tucumán hace realidad ese anhelo a comienzos de 2007. El presidente Colombres evalúa el logro con cautela. “Es sólo el primer paso. Los procedimientos deben tener continuidad”, opina. La venta ambulante vuelve a ganar la calle hacia 2008. La afirmación es literal: las carpas instaladas en las veredas de la avenida Sáenz Peña son reemplazadas por locales de
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ladrillo. Raúl Robín, presidente de la FET, insiste con el incumplimienFET to del fallo de la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y pide que se involucre el fisco. “Es absolutamente inconcebible que al comercio establecido entren permanentemente inspectores de todo tipo cuando, en la misma puerta de ese comercio, se establecen vendedores ilegales”, denuncia Robín en 2010. Al año siguiente, un “ejército” de 120 ambulantes se apodera de la ex estación El Provincial, donde se erige un edificio de 1889 con valor arquitectónico. De inmediato comienzan las gestiones para liberar el inmueble. Pero la ocupación intermitente continúa en 2014: en julio, Pedro Omodeo (h), presidente actual de la FET, acude de nuevo a la Justicia para pedir que amplíe el fallo de 2006 a los terrenos de El Provincial. “La venta informal se ha establecido en todas partes: el mal ejemplo ha cundido”, manifesta. El desalojo de los puesteros de las peatonales y del microcentro, gran triunfo del último lustro, da paso a la remodelación y revalorización de las arterias cerradas al tránsito vehicular con el concepto de “Centro Comercial a Cielo Abierto”, proyecto que la Federación Económica promueve desde hace tiempo. Una versión de aquella idea jerarquizadora se plasma en tres cuadras de la calle Mendoza inauguradas entre 2015 y 2016. Esta victoria es compensada, sin embargo, por el avance del comercio informal en el interior provincial y la periferia de la capital. Pese a todo el esfuerzo desplegado, Tucumán sigue siendo un bastión de la actividad económica informal. El papa Francisco con Pedro Omodeo (h) en el Vaticano.
EL DRAMA DE LOS BONOS Pocas cuestiones generaron tanto estrés a la FET como la creación de los Bonos de Cancelación de Deudas (Bocade).
Esta cuasimoneda local circuló durante 18 años, ciclo en el que prevaleció el descontrol, según evaluó La Gaceta en la víspera del destierro de los bonos, cuya defunción oficial ocurrió el 31 de julio de 2003. Durante el período en el que circularon, la entidad gremial empresaria asumió un protagonismo inédito para sus cánones, relevancia que fue reflejada en el nombre concedido al procedimiento de canje: “Operatoria FET”. Los primeros Bocade datan de finales del Gobierno de Pedro Riera. La emisión inaugural autorizada por la Legislatura en 1985 comprende 20 millones de australes en títulos al portador con fecha de caducidad fijada para el 30 de noviembre de 1987. La situación del Tesoro era difícil y las autoridades políticas, entre las que está Osvaldo Cirnigliaro con la calidad de ministro de Economía, echan mano así a un mecanismo de financiación con costo cero que tenía un antecedente: en 1917, el gobernador Juan Bautista Bascary (UCR) había dispuesto el uso de “vales de Tesorería” para pagar los sueldos de los trabajadores estatales y tranquilizar a los proveedores (el precedente más remoto retrotrae a la época de la sanción de la Constitución Nacional de 1853, cuando en el territorio argentino existía una auténtica anarquía monetaria: en cada provincia había tres o cuatro monedas distintas). Aquellos títulos pioneros circularon con dificultad durante unos pocos meses: la prensa los condenó de entrada como instrumentos que, so pretexto de aliviar las urgencias del Tesoro, perjudicaban la “seriedad administrativa” de la Provincia. La situación delicada del erario –el sostenimiento de un gasto público cada vez mayor– llevan al gobernador José Domato a mantener los bonos para afrontar sus obligaciones corrientes. Es con este mandatario que la FET entonces presidida por el ingeniero Pedro Omodeo conviene la célebre operatoria de canje, que inicialmente consistía en el
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La Federación Económica, en tanto voz del sector privado, rechazó consistentemente el aumento desenfrenado del gasto público (más burocracia, menos inversión), que es otra constante histórica en el Gobierno provincial.
depósito de los Bocade en cuentas corrientes en el Banco Provincia donde, transcurridas cinco jornadas, la entidad financiera debía acreditar diariamente el 5% del total en efectivo hasta cubrir el monto depositado. Tal acuerdo implicaba aumentar la aceptación de la cuasimoneda. “No creo que haya ejemplos en el país de un canje tan extraordinario. Se trata de un mecanismo absolutamente confiable y bien calculado”, elogia Fernando Cortés, ministro de Economía, en febrero de 1986. Omodeo dice: “la FET asume la responsabilidad de participar con soluciones como un compromiso moral hacia toda la comunidad”. Si bien el titular de la entidad gremial admite que tiene ciertas reservas sobre el funcionamiento del canje, hace votos para que sus temores desaparezcan “con la práctica”. Los hechos confirman las preocupaciones de Omodeo. Dos años después, el acceso a la moneda se encarece y arrecian las quejas, sobre todo entre los comerciantes. La situación afecta el equilibrio interno en la FET y se potencia con el contexto nacional de hiperinflación que anticipó el final del mandato del presidente Raúl Alfonsín. El político José Manuel Avellaneda denuncia en La Prensa que los bonos ponen a los comprovincianos en una posición de inferioridad respecto de los habitantes de otras jurisdicciones y solicita a la Nación que intervenga para paliar esta asimetría, ya sea rescatando los títulos u obligando a que estos sean aceptados en todo el país. “De lo contrario, el Gobierno central convalida una sanción económica con consecuencias imprevisibles”, notifica Avellaneda. La ausencia de convertibilidad y el déficit creciente de credibilidad de los papeles –“enfermedad” que también padece la cuasimoneda salteña– obligan a la entidad a proponer retoques para la “Operatoria FET”, que, según el ministro Cortés, implican una suerte de crédito por parte de los empresarios hacia el Gobierno. Pasan las semanas sin
novedades y las críticas vuelven a intensificarse mientras crecen los temores de un estallido social: en una asamblea, Omodeo plantea que hay que retornar al mecanismo acordado originalmente. “Exigimos el cumplimiento de las normas que el mismo Gobierno se ha impuesto”, dice el titular de la FET en marzo de 1988, según la crónica de La Gaceta. Otros empresarios hablan de “burla a su buena fe” porque no disponen ni del dinero en efectivo ni de los bonos, que están “capturados” por un Banco Provincia que permanece cerrado. Ciertas voces se levantan para advertir que el abultado déficit de las cuentas públicas amenaza con arrastrar a la debacle al sector privado. Frente a este panorama, el Estado opta por introducir modificaciones unilaterales al régimen de canje de los Bocade. La Federación Económica repudia el giro: “es un nuevo cambio de las reglas de juego que ratifica la incoherencia, improlijidad, desinformación y alarmante grado de indecisión con que somos gobernados. La falta de credibilidad ha colocado a la actividad comercial tucumana en situación de colapso: necesitamos que el gobernador (Domato) cumpla el compromiso asumido públicamente y destine los fondos disponibles en forma prioritaria al rescate de los bonos”. Mediante el pronunciamiento publicitado en la prensa, el gremio de los empresarios implora que los títulos sean sacados de circulación: “esto implica que el Estado forzosamente debe gastar menos. El único responsable de la crisis tiene que ser quien haga el mayor sacrificio”. Las tensiones persisten. El rechazo a la política de endeudamiento ligada a la emisión de cuasimonedas no hace mella en el Gobierno de Domato. Jorge Uasuf, secretario de la FET, denuncia que el Poder Ejecutivo consulta al empresariado y, luego, adopta disposiciones que van en contra de la dirección aconsejada. Llega el año 1989 y mientras la organización reclama el fin de los bonos, el Estado autori-
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za la emisión de 1.000 millones de australes en títulos. En 1991, el interventor Julio César Aráoz vuelve a incrementar el circulante (ya en pesos). Hacen lo propio sucesivamente los mandatarios Ramón Ortega en 1994 y en 1995, y Antonio Domingo Bussi en 1996. Para entonces, la “Operatoria FET” consiste en un depósito de bonos en el Banco Municipal donde estos son convertidos en efectivo en cinco cuotas consecutivas a partir del séptimo día del depósito. Pero en diciembre de 1996 vuelve a caerse el sistema por falta de fondos. La FET pide a Bussi que normalice el canje. “Mientras exista un sólo bono en circulación debe mantenerse a cualquier costo la seguridad de la conversión”, manifiesta Omodeo. Los trastornos se profundizan. Ello se proyecta en un mecanismo de canje cada vez más oneroso y lento. En 1999, el Banco de Tucumán aplica una comisión del 0,95% a la operación, que se acredita, primero, a los 21 días del depósito y, desde el 14 de septiembre, a los 35 días. Para achicar los tiempos, los tenedores de bonos deben negociar con otras entidades no oficiales y pagar tasas más altas. Otra vez, el Gobierno se apoya “en la díficil coyuntura” para agravar la realidad del sector privado. Hacia octubre de 1999, el costo financiero ronda entre el 3 y el 4%. La FET hace gestiones para regresar a la vieja operatoria, que no implicaba quitas y establecía plazos más cortos, mientras el malestar se extiende por doquier. “Entendemos que los empresarios, por ser parte fundamental y preponderante en el sostenimiento del empréstito, deben ser oídos”, brama el presidente Agustín Maldonado. El dirigente manifiesta al gobernador Julio Miranda que no todos tienen “oxígeno financiero” para aguantar los tiempos del canje oficial y, por ello, quedan expuestos a la usura. En diciembre de 1999, un informe de La Gaceta indica que las pocas casas que atienden el canje de bonos cobran una comisión promedio del
5%, mientras que los prestamistas se quedan con el 10% del importe negociado. Las restricciones se acentúan en 2001, en simultáneo con la crisis económica general desatada por la salida catastrófica del régimen de convertibilidad del período menemista. Las empresas de servicios reciben sólo una fracción del pago en bonos para, luego, exigir únicamente efectivo. La depreciación de los Bocade se desboca hasta alcanzar picos del 20%. Suspendida a mediados de 2002, la “Operatoria FET” resurge por la gestión de Osvaldo Jaldo, entonces ministro de Economía del Gobierno de Julio Miranda (el mecanismo funcionará con idas y vueltas hasta el 8 de julio de 2003). La tasa de canje baja al 8%, pero enseguida vuelve a dispararse. La situación calamitosa descrita se mantiene con altibajos hasta 2003, cuando por fin los bonos desaparecen agónicamente del mapa monetario nacional como consecuencia de la política implementada por el presidente Eduardo Duhalde a instancias de su ministro de Economía, Roberto Lavagna, y del Fondo Monetario Internacional. En el medio, las cuasimonedas se descontrolan (circulaban 14 denominaciones distintas en el país). En Tucumán, los papeles dificultan toda transacción y el rechazo se generaliza, en parte por la mala calidad de la confección de los títulos –el deterioro impide contarlos–, y en parte por la proliferación de la especulación y de los sucesos de falsificación. Aparecen las habitaciones tapadas de fajos rotosos y desactualizados por la inflación, y “las cuevas” –había más de 100 en 2002–, que convierten los bonos a cambio de porcentajes siderales (las transacciones se complican con otras opciones, como los Lecop). El diario se ve obligado a publicar una pizarra diaria para orientar a los ciudadanos: el 29 de enero de 2003, los Bocade eran canjeados por efectivo a una tasa del 8 o 9%. Quien tenía efectivo hacía una diferencia del 7,5% si compraba Bocade y del 0,50% si adquiría Lecop.
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HUELLA EN LA PRENSA Desde su creación, la Federación Económica de Tucumán (FET) participó en forma activa en la definición de la agenda pública, muchas veces con tono crítico y siempre en defensa de la posición de la actividad empresarial. Incontables crónicas y solicitadas publicadas en la prensa local, en especial en el diario La Gaceta, dan cuenta de la vocación de la entidad por hacer escuchar la voz del sector privado en temas de interés económico, pero también social, político y cultural. Al evocar esta faceta, la FET reivindica la libertad de expresión, y el papel clave de las organizaciones gremiales y civiles para la construcción de una sociedad plural y democrática.
Dialogar sin condescender; confrontar sin caer en la obstaculización caprichosa; colaborar sin resignar los principios innegociables; criticar sin destruir; compatibilizar intereses sin desesperar; cuestionar y proponer sin ceder al abatimiento.
Pese a este estado desmadrado de cosas, la FET acompaña el proceso de los bonos hasta el final. El presidente Eduardo El Eter puja ante las autoridades provinciales para que los empresarios no sean “castigados” por recibir los títulos hasta la víspera de su desaparición. La experiencia de la cuasimoneda tucumana concluye con un saldo más que negativo. Los técnicos hablan de “impuesto” regresivo que perjudicó con creces al sector privado y de endeudamiento aplicado a sostener una empleomanía improductiva. Engorda este saldo negativo la percepción de pérdida de calidad de los servicios de educación, seguridad, salud y justicia. Las críticas siguen: hubo más inflación en Tucumán que en el resto del país, lo que le restó competitividad. El economista Víctor Elías calcula que las pérdidas generadas por los Bocade equivalen al 0,2% del producto bruto interno ($ 300 millones entre 1985 y 2003). Los empresarios advierten que la supresión de la cuasimoneda implicará, hacia el futuro, mayor presión impositiva. Impera entonces la percepción de que el daño causado será pagado por las generaciones futuras. UN GIGANTE DE LA BANCA LOCAL Nacido en el seno de una FET recién nacida –valga la redundancia–, el Banco Empresario desempeñó un papel fundamental en la banca local durante sus 48 años de existencia. El sueño de constituir una cooperativa del sector financiero comienza a gestarse durante la presidencia inaugural de Aldo Capuano, y se desarrolla en los mandatos de José María Paz, Juan Carlos D’Angelo y Horacio Sampayo. El 18 de octubre de 1957, el Consejo Ejecutivo de la entidad gremial funda la Financiera Empresaria Tucumana, Cooperativa de Crédito Limitada. Esta institución crediticia estaba destinada a servir específicamente el espíritu emprendedor de la provincia. Ello implicaba acudir en auxilio
de los requerimientos empresarios de una manera ágil y despojada de la burocracia de los grandes bancos. Pedro Legorburu asume la presidencia del primer comité directivo de la Financiera, que comienza a funcionar con un capital de 8.200 pesos moneda nacional aportado por 128 accionistas. Un año después, la cifra inicial asciende a 56.222 pesos y hay 691 asociados. En 1961, la asamblea extraordinaria de la FET acuerda, ante el volumen creciente de operaciones, iniciar el trámite para convertir la institución financiera en banco. Seis años más tarde, el Banco Central de la República Argentina autoriza la transformación: nace así oficialmente el Banco Empresario de Tucumán Cooperativo Limitado, que ya tiene edificio propio. “La suerte de este banco está acuñada con la moneda de Tucumán”, afirma su presidente, Anselmo Ruiz, durante el acto que da inicio a la nueva etapa. José Chebaia, titular de la FET, recuerda que la creación de la institución financiera había sido, en su momento, “un acto afirmativo de fe” de parte de empresarios que siempre buscan la forma de sobrevivir. La entidad se consolida entre crisis y reveses macroeconómicos. Con el tiempo se destaca por su solidez patrimonial, su alto nivel de liquidez y su presencia en el interior de la provincia mediante una política consistente de apertura de sucursales. Tal y como habían soñado los dirigentes de la FET, el Banco Empresario apoya financieramente a emprendimientos de la producción primaria y manufacturera, y de los sectores de la construcción, y del comercio mayorista y minorista. Los resultados superavitarios confirman aquel rumbo. Y la expansión incluso desborda hacia la cultura mediante la puesta en marcha de la Fundación Banco Empresario, proyecto que alienta Cino Calcaprina, presidente, directivo y auténtico mentor del organismo desde los tiempos de su concepción en la Federación Económica. La organización de bien público
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comienza a funcionar oficialmente el 28 de octubre de 1970 con un amplio programa de acción para propender al crecimiento intelectual y material del Norte (entre sus primeras iniciativas se destaca un concurso de investigaciones sobre las causas del deterioro económico y social de Tucumán). Todo ello ocurre mientras cambian los vientos para el cooperativismo. En el umbral del siglo XXI, sólo tres instituciones de este tipo siguen en pie en el país: el Credicoop, el Banco de Balcarce y el Empresario. Los embates de los años 80 no hacen mella en la entidad financiera tucumana, entonces ya identificada con el estilo del gerente Elías Pablo Saade. A comienzos de 1990, el Empresario da un paso más con la inauguración del moderno edificio de la calle 24 de Septiembre 719, destinado en parte a alojar la Fundación. Un informe de La Gaceta indica que, hacia 1999, la cartera de la firma concentraba el 16,9% de los préstamos del sistema bancario provincial. Pero esa solvencia no pudo contra los efectos de la salida abrupta del régimen de convertibilidad de la moneda erigido durante el menemismo por iniciativa del ministro Domingo Cavallo. Durante la debacle de 2001, el Banco Empresario comienza a perder liquidez. Pese a los esfuerzos para salir a flote, entre febrero de 2002 y septiembre de 2005 se retiran más de $ 53 millones. El Banco Central toma nota de la caída pronunciada de los depósitos –$ 45,2 millones entre el 6 de junio 2001 y el 9 de enero 2002, equivalente al 23,6% del total–, y exige un plan de regularización y saneamiento. La propuesta confeccionada no convence a la autoridad financiera, que en mayo de 2005 ordena la reestructuración del Banco Empresario. A posteriori fracasan las alternativas de constitución de una sociedad anónima y de capitalización, y todas las tratativas promovidas por el presidente del Directorio, Elio Giacosa, y los asociados para mantener
la condición de cooperativa. El 25 de octubre de 2005, el Consejo de Administración solicita la suspensión de operaciones al Banco Central. Algunos días después, la firma Macro Bansud, del banquero Jorge Brito, adquiere el Empresario y anuncia la intención de quedarse con el Banco del Tucumán, agente financiero de la provincia entonces en manos de Comafi, operaciones que gozan del beneplácito del entonces gobernador José Alperovich. Los empresarios locales son dejados afuera del negocio: de este modo, la transferencia del Empresario supone la pérdida del último banco de bandera tucumana que quedaba, institución que durante casi medio siglo estimuló el progreso del empresariado con un formato de cooperativa cuya eficacia resultaba inédita para los estándares del mercado. CRÍTICOS DEL SECTOR PÚBLICO La historia transita por andariveles complejos que a menudo impiden extraer conclusiones con la pureza deseada. En el caso concreto de la FET se distinguen líneas maestras que recorren sus 63 años de vida, y otras posiciones y tesituras que fueron variando y perdiendo estatus en la agenda de la defensa de los intereses del mundo empresario. En ese orden de prioridades sobresale la perspectiva crítica que en mayor o menor medida la entidad tuvo respecto de la conducta de los administradores del Estado. La Federación Económica, en tanto voz del sector privado, rechazó consistentemente el aumento desenfrenado del gasto público (más burocracia, menos inversión), que es otra constante histórica en el Gobierno provincial. Los derroches y excesos de los gobernantes se tradujeron en incrementos sistemáticos de la presión fiscal. En 1974, la FET estima colmada la capacidad contributiva del sector empresario y que necesariamente el excedente se trasladará a los precios que pagan los consumidores. El proceso siguió y dio como re-
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sultado que distintos estudios divulgados en 2015 colocasen a Tucumán entre las jurisdicciones punteras en cuanto a la carga tributaria en cabeza de los contribuyentes –las demás provincias del Norte se ubican en la mitad de la tabla–. Aunque hubo roces de distinto calibre por diferentes cuestiones –algunas de ellas ya abordadas–, fue el tema tributario el que naturalmente más enfrentamientos provocó entre el Estado y la FET, que nació con el mandato de propender a una justa y equitativa distribución de la carga pública mediante la solicitud de la derogación o modificación de todos los gravámenes o impuestos que, por ser onerosos, traban la acción y el progreso de las actividades económicas (inciso “d” del artículo 3 del estatuto de 1953). Las sucesivas reformas del Código Tributario, pero también de las tasas municipales, escenifican las divergencias. A propósito de una iniciativa de la década de 1960, la FET expresa en un comunicado: “como empresarios, no aceptamos que el Estado gaste mas de lo que percibe y que, cuando sus ingresos no responden a la incongruencia de sus estructuras, a su deseo de convertirse en una deidad bienhechora de los grupos que actúan en su órbita, deba acudir a los contribuyentes en demanda de recursos superiores a las posibilidades de la comunidad”. El reclamo de austeridad y de contención del gasto público generó tensiones y conflictos con el poder. En 1965, por ejemplo, el gremio repudia el aumento del presupuesto de la Provincia, sobre todo, de los gastos improductivos y denuncia que, como consecuencia del incremento de las dietas, Tucumán tiene los legisladores mejor pagados de la República. En 1984, un documento afirma que nunca ha habido tantos empleados públicos en la provincia y que los ingresos del fisco se destinan en forma íntegra al pago de haberes. Cuatro años después, la FET presidida por Pedro Omodeo emite una declaración en la que expresa que el Es-
tado adolece de lacras de ineficiencias y vicios estructurales que lo obligan a succionar en forma incesante los recursos del medio, actitud desaprensiva que terminará por hacer sucumbir a todos. Las quejas no hacen mella en los autores de la política impositiva y se multiplican los choques. Tampoco prosperan las solicitudes de leyes de fomento que alivien la presión tributaria que soportan las empresas locales ni las peticiones de flexibilidad para con los contribuyentes de ingresos brutos de extraña jurisdicción. La situación se tensa en 2011, cuando el Gobierno incorpora a las potestades de la Dirección de Rentas un instituto tan controvertido como el embargo preventivo y modifica a favor del fisco la prescripción del impuesto de sellos. Al año siguiente y gracias, en parte, a una gestión de la FET no exenta de repercusiones internas, el gobernador José Alperovich da marcha atrás parcialmente con las modificaciones. Una nueva suba de las alícuotas dispuesta en 2012 lleva al presidente Raúl Robín a tildar de “perverso” al esquema de recaudación. En 2014, la entidad exige un replanteo del Código Tributario que aporte competitividad a la provincia y presenta ideas, que no tienen cabida. A comienzos de 2016 y ante un nuevo aumento de ingresos brutos, la FET dice que esta señal desalentará a los inversores que la provincia necesita captar. Dialogar sin condescender; confrontar sin caer en la obstaculización caprichosa; colaborar sin resignar los principios innegociables; criticar sin destruir; compatibilizar intereses sin desesperar; cuestionar y proponer sin ceder al abatimiento. La dirigencia empresaria se ha topado ante tales desafíos una y otra vez. Una expresión extrema de esta disyuntiva fue la instalación de la lógica amigo-enemigo en la institucionalidad argentina durante diferentes períodos del siglo XX y del XXI. Esta “grieta” propia de los regímenes populistas implicó cierta demonización del empresa-
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riado en tanto expresión tangible “de la insensibilidad” del capitalismo. Un contexto de esa guisa no sólo dificultó los consensos: también canibalizó los equilibrios. En distintos momentos la FET fue acusada de “hacer política”, y de estar alineada alternativamente con el oficialismo y con la oposición. En 2015, el entonces gobernador Alperovich dijo que la entidad empresaria estaba en contra de la democracia por los cuestionamientos que esta había realizado a la constitución del Tribunal Fiscal de Apelaciones, planteos que derivaron en una judicialización aún en trámite (el reclamo de una institución integrada con autoridades que garanticen la imparcialidad es compartido con el Colegio de Abogados de Tucumán; el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas; la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Tucumán y la Sociedad Rural de Tucumán). Descalificaciones tan actuales como la consignada en el párrafo anterior vienen, sin embargo, desde los orígenes de la organización gremial. Por algo la reforma del estatuto de 1968 incorpora como preámbulo la declaración de que la Federación Económica se debe exclusivamente a las empresas privadas de la provincia, que desarrollan actividades de producción, industria y comercio. “Por lo tanto, cualquier directiva que quiera imponérsele desde otras fuentes no podrá tener cabida y merecerá el más categórico repudio. Quien intentare, además, utilizar la institución con fines extragremiales, políticos o de otro carácter, se hará pasible de la censura y hasta del desprecio de los empresarios que deben, en estos casos, adoptar una posición altiva en defensa de la entidad”, advierte el texto. Y añade que las discrepancias que puedan suscitarse sobre asuntos vinculados a la dirección gremial empresaria deben entenderse también como un fenómeno típico en la vida de una institución formada por hombres libres.
ACTOR INELUDIBLE Las utopías de 1816 interpelan a los tucumanos. En el repaso de lo hecho y de lo pendiente caben un millar de consideraciones posibles, pero lo cierto es que, con sus bemoles, la FET se abrió paso en el escenario institucional de la provincia y de la región, y que ello quedó de manifiesto mediante la decisión de convocar una mesa plurisectorial a propósito del Bicentenario. Tal y como da cuenta el gerente Eduardo Morfil, la sigla de la entidad es un marca registrada: su influencia y trayectoria en los múltiples frentes del día a día explican por qué la renovación anual de autoridades suscita tanto interés entre propios y extraños. Es la Federación Económica un centro de irradiación de ideas y de acciones de impacto general. Para entenderlo, basta con mencionar la lucha desplegada para preservar el patrimonio arquitectónico de la provincia durante la primera década del nuevo milenio. O repasar las páginas del libro de visitantes ilustres: personalidades de la política, los negocios y la cultura del país y del mundo han hecho del salón “Castellote” una parada obligatoria en la provincia a lo largo y ancho de estas décadas. Entre quienes pasaron por allí están los presidentes Mauricio Macri, Cristina Fernández de Kirchner, Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde, Fernando De la Rúa, Carlos Menem y Raúl Alfonsín; el vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez; diplomáticos de India, República Checa, México, Filipinas, Vietnam, Turquía, Palestina, Dinamarca, Hungría, Rusia, Bulgaria y Túnez –entre ellos, el embajador estadounidense James Cheek–; los ministros nacionales Alfonso Prat-Gay, Alberto Sileoni, Sergio Bergman, José Luis Machinea, Rodolfo Terragno, Guido Di Tella y Roberto Lavagna; los gobernadores Juan Carlos Romero, Jorge Sobisch, José Manuel de la Sota, Daniel Scioli, Adolfo Rodríguez Sáa y Hermes Binner; los parlamentarios Elisa Carrió, Sergio Massa y José Ignacio De Mendiguren;
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Sólo en 2015 hubo 63 cursos de perfeccionamiento con 3.853 asistentes. Ese año, directivos de la Federación Económica encabezaron las comitivas que participaron de una ronda de negocios en Dubai y de la Expo Milano (Italia).
el arquitecto César Pelli; Emilie Schindler, heroína de la Segunda Guerra Mundial y Rogelio Julio Frigerio, figura y cofundador del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Los visitantes mencionados escucharon propuestas para el desarrollo de la provincia y de la región, muchas de las cuales siguen vigentes y a la espera de definiciones por parte de las autoridades. La entidad forma parte de una variedad de instituciones públicas permanentes o transitorias con injerencia en la promoción de la actividad económica y en el sector privado. Interviene, entre otros, en el Consejo Provincial de Economía y Ambiente; en el Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP); en la Mesa de Educación, Trabajo y Producción; en el Consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y en la comisión revisora del Código Tributario de la provincia creada en junio de 2016. En la historia temprana de la FET se advierte asimismo la promoción de ideas para el desarrollo que han vuelto a cobrar impulso en la actualidad, como la integración del Norte (anhelo que explica al “Plan Belgrano” dirigido por José Cano) y la búsqueda de una conexión con los mercados del Pacífico. Así como durante los años 90 la entidad apoyó el fallido proyecto “Corredor Bioceánico”, en 1983 se sumó a la caravana por el Paso San Francisco, misión que tenía como finalidad consolidar el acceso de la región a las plazas del Pacífico. Fiel a sus orígenes, la FET buscó un espacio para estas preocupaciones en las organizaciones nacionales que integró con protagonismo significativo: la CGE, la Cámara Argentina de Comercio y la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Amén de ello, la entidad tucumana propició la unidad de los empresarios de la región mediante la formación de organizaciones como la Federación de Entidades Empresarias del NOA en 1969 y la Coordinadora de Entidades Empresarias del
Noroeste Argentino (CODENOA) en 1986 –esta última, por iniciativa del presidente Omodeo–. La FET ha desempeñado también una función clave como escuela de dirigentes del sector privado. Cientos de actores se han formado en su ámbito y la cantera se renueva año a año: entre ellos se destacan Gregorio Werchow, Juan Rodríguez, Joaquín Gargiulo, Miguel Fiol, Jorge Uasuf, León Ricardo Bach, Oscar Castillo, León Alperovich, Gloria Cisneros de Berbeluc, Domingo Vece, Gustavo Masi Elizalde, Hugo Enrico, Bartolomé del Pero, Ramón Melquíades Leone, Carlos Rafael D’Angelo y Pedro Ottonello. UNA EVALUACIÓN POSIBLE Las épocas difíciles recordadas en 2013, en ocasión del aniversario número 60 de la FET, dejaron una experiencia que está en condiciones de ser capitalizada. Para explicar “esa herencia”, nada mejor que las memorias de los ex presidentes que llegaron a la celebración del Bicentenario. “Logramos relacionarnos con los gremios empresariales de la región y constituimos el Movimiento Empresario del Interior (MEDI). En 1975, en una asamblea donde había representantes de todo el país, reproché la posición de los directivos de la Confederación General Económica frente a la gravísima situación económica de aquel momento. De allí salió la conocida frase: ‘la forma de conducción tiene que cambiar o tendrá que cambiar la conducción’”, recuerda Pedro Benejam, titular en los períodos 1974-1977 y 19801983, primer presidente de la Fundafet y uno de los presidentes honorarios de la FET. Si bien destaca y revaloriza la interacción en organismos interprovinciales como CODENOA, el ingeniero Pedro Omodeo –dirigente emblemático fallecido mientras este libro ingresaba a la imprenta– afirma que el tiempo pasó sin mayores cambios. “La Federación Económica planteó du-
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Ronda de negocios en Emiratos Árabes. FET
rante su historia exactamente los mismos problemas que se presentan en la actualidad: coparticipación, reforma tributaria, crisis azucarera, inflación, inseguridad... Es una pena que no hayamos podido encontrar soluciones”, lamenta quien fue ocho veces titular de la central empresaria y es uno de sus presidentes honorarios. Omodeo, quien también llegó a ser presidente de CAME, manifiesta que la institución necesita líderes del sector privado que tengan representatividad y legitimidad entre sus pares: “esa autoridad le permitirá ocupar el lugar importante que merece, y ser una suerte de fiscal o de ombudsman, porque los intereses singulares de los empresarios son también los de toda la comunidad”. Eduardo El Eter subraya la posibilidad de aprender de “los dirigentes maestros” en el ámbito de la vida institucional de la FET, y comenta que en la década de 1990 hubo un despegue internacional a partir de la organización de misiones a los países del Mercosur, a Estados Unidos, a Chile y a Europa. El proyecto de la zona franca –inaugurado en 1998– fue el gran motor de estas iniciativas. Siete veces presidente de la Federación, El Eter hace hincapié en la contribución al patrimonio arquitectónico provincial que implicó la recuperación de la sede de la calle San Martín: “estaba en ruinas en 1991. Abordamos la restauración previa consulta a los especialistas. Fue un proyecto de enorme valor porque entonces no había conciencia sobre la necesidad de preservar este patrimonio urbano, al que incorporamos un anfiteatro y sala de exposiciones. El empresariado hizo un aporte inmenso a la sociedad de Tucumán”. A Agustín Maldonado le tocó presidir la Federación Económica durante los años iniciales del Gobierno de Fernando De la Rúa. Recuerda que, en su momento, fue uno de los primeros dirigentes que pidió la supresión del mecanismo de convertibilidad que había instaurado el menemismo y
que incluso el Comité Ejecutivo de la FET se trasladó hasta la Casa Rosada para reunirse con el vicepresidente “Chacho” Álvarez. “Entonces era un pecado mortal oponerse a la convertibilidad. Hoy sabemos que esta herramienta sólo podía ser aplicada hasta que se produciesen las correcciones económicas necesarias. Su prolongación en el tiempo llevó a la destrucción de la economía”, postula. Maldonado acota que, frente a la crisis, el empresariado salió a la calle a protestar: “pasamos por la Casa Histórica e hicimos un acto en el que dijimos ‘basta’”. De su primer ciclo al frente de la FET (1993-1994), Raúl Robín enfatiza la gestión desplegada para poner en marcha el Mercado de Concentración Frutihortícola de Tucumán (Mercofrut). Dice el ex presidente que este proyecto prosperó en gran medida por el compromiso de Miguel Fiol, entonces titular la Sociedad de Productores de Frutas y Hortalizas. Del período 2008-2013, Robín destaca la participación de la entidad tucumana en la Confederación Argentina de la Mediana Empresa. “Abrimos la Federación”, explica, y cita como ejemplos de esa tesitura la activación de espacios dirigenciales como Mujeres y Jóvenes FET. “Nuestra estrategia fue privilegiar el diálogo: no tuvimos una camiseta política”, afirma Robín. Y agrega que, gracias a esa actitud, el Gobierno frenó una reforma polémica al Código Tributario definida a finales de 2011, “entre gallos y medianoche”. “Fueron tiempos difíciles. Mi presidencia coincidió con la llegada al poder de José Alperovich, y su vocación de avanzar sin límites y sin diálogo”, reflexiona Humberto Sánchez. El conductor de la FET entre 2003 y 2006 recuerda que la central empresaria intentó levantarse contra ese estilo político, y que dio batallas muy duras, sobre todo, en los frentes tributario y de la venta ambulante. “Por este último tema nos vimos obligados a acudir a la Justicia por primera vez”, explica Sánchez. Y añade a modo de aprendizaje: “quise
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constituir un bloque, pero eso no fue posible. Mi idea es que unidos somos más fuertes que separados y que, por ello, era esencial que los diferentes sectores internos del empresariado se apoyaran recíprocamente. No conseguí transmitir esta visión: pienso que la división obedece, en parte, al famoso sistema de renovación anual de autoridades”. La continuidad del combate contra la venta ambulante; el fallido proyecto de promoción industrial; las gestiones para la construcción de la nueva traza de la ruta 38; la lucha contra la ley “Activo por Activo”, que ponía en riesgo los edificios emblemáticos de la provincia, y la defensa de la independencia judicial jalonaron la gestión de Julio Colombres, que encabezó la FET entre 2006 y 2008. “Fuimos críticos y, simultáneamente, criteriosos ante el Poder Ejecutivo”, define Colombres, que dirigió la entidad durante el excelente ciclo económico (por la demanda internacional de materias primas) que coincidió con proyectos políticos hegemónicos tanto en la Nación como en la provincia. “Nos debemos un cambio”, reflexiona. EL PERFIL DEL SIGLO XXI La institución encabezada por Pedro Omodeo (h) profundizó el perfil profesional demandado por los empresarios del siglo XXI que intervienen en las ramas históricas de producción, industria, y comercio y servicios. La vitalidad de la FET está dada, en gran medida, por la variedad de inquietudes que desarrolla y cobija con la finalidad de satisfacer las necesidades de los socios de la central: medio centenar de cámaras empresarias. En su seno conviven organismos autónomos con objetos específicos y comisiones técnicas especializadas. En el presente, son pilares de la organización el Instituto de Informaciones Comerciales; la Fundafet, órgano con fines culturales y científicos que en 2005 recibió el acervo artístico de la Fundación Banco Empresario; Mujeres FET –Mary Volpi de Radusky fue
su primera titular, además de la primera mujer que ingresó al Comité Ejecutivo en 2003–; Jóvenes FET; Consultora RRHH (recursos humanos) y Capacitación. Este panorama de convergencia y auténtica red social vernácula alimenta una agenda interminable de misiones de negocios, de actividades de extensión al medio y de capacitación. Sólo en 2015 hubo 63 cursos de perfeccionamiento con 3.853 asistentes. Ese año, directivos de la Federación Económica encabezaron las comitivas que participaron de una ronda de negocios en Dubai y de la Expo Milano (Italia). El contador Omodeo formó parte, asimismo, de la delegación que asistió a la ceremonia de investidura del cardenal Luis Villalba en el Vaticano. En esa ocasión, el presidente de la FET invitó oficialmente al papa Francisco a los festejos del Bicentenario de la Independencia previstos para este año en Tucumán (como se sabe, el Pontífice no volvió al país desde que fue ungido jefe de la Iglesia católica). La entidad fomenta también la responsabilidad social empresaria y la actividad filantrópica. Prueba de ello es la Mesa de Integración Laboral para Personas con Discapacidad (Proyecto MIL) creada en 2012 en el ámbito de la FET y la implicación activa en el Foro de Habitantes a Ciudadanos, que nuclea a 17 organizaciones de la sociedad civil. Luego de los disturbios y malestares vivenciados en los comicios de 2015, esta mesa exhortó a conservar la paz social y a reformar las normas electorales provinciales. Acontecimientos de toda clase y signo sustentan los 63 años de historia de nuestra entidad. El Bicentenario abre una serie de expectativas que el futuro se encargará de confirmar o de desmentir. Hoy como hace 200 años se impone voltear la mirada hacia el Congreso de Tucumán y observar el camino recorrido. El sector privado nucleado en la FET hace votos para que siga latiendo el corazón de la independencia. Nuestra casa anhela que la patria nunca olvide los ideales de 1816.
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Vitraux del patio cubierto de la FET. SOLANA PEÑA
La vitalidad de la FET está dada, en gran medida, por la variedad de inquietudes que desarrolla y cobija con la finalidad de satisfacer las necesidades de los socios de la central: medio centenar de cámaras empresarias.
COMITÉ EJECUTIVO
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De izquierda a derecha: Antonio Luquín; Luis Alfredo Rodríguez Marat; Roberto Aguirre; Miguel Molina; Teodosio Barrionuevo; Eduardo El Éter; René Eleas y Ernesto José Vidal Sanz. SOLANA PEÑA
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Sentados de izquierda a derecha: Oscar Blasco; Susana Montaldo; Pedro Benejam; Salomón Feldman y Gregorio Werchow. Parados de izquierda a derecha: Ernesto Chehade; Joaquín Gargiulo; Carlos Córdoba; Juan Rodríguez; Agustín Maldonado; Raúl Torres Zuccardi; Federico Lanati y Mercedes Aguirre. SOLANA PEÑA
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Sentados de izquierda a derecha: Daniel Chebe; Roberto Kousal; Gregorio Werchow; Juan Rodríguez; Pedro Omodeo (h); Héctor Viñuales; Daniel Bollero; Joaquín Rodríguez y Raúl Fioretti. Parados de izquieda a derecha: José Del Pero; Luis Umana; Ricardo Cecilia; Oscar Arca; María Laura Villazur; Julio Delgado; María Volpi; Ema Dole Auil; Marcelo Sassi; Agustín Maldonado; Roberto Carro y Abel Robra. SOLANA PEÑA
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Entre otros, José Del Pero; Luis Umana; Roberto Carro; Oscar Blasco; Juan Rodríguez; Pedro Benito Benejam; Pedro Omodeo (h); Luis Rodríguez Marat; Roberto Aguirre; Héctor Viñuales; Salomón Feldman; Federico Lanati; Ernesto Cheade; Ricardo Cecilia; Joaquín Daniel Gargiulo; Susana Montaldo; Joaquín Rodríguez; Gregorio Werchow; Raúl Fioretti; Daniel Bollero; Romina Gordillo; Daniel Chebe; Marcelo Sassi; Federico Pelli; Agustín Maldonado; Ema Dole Auil; María Cristina Guerrero; Sergio Fara; María Laura Villazur; Mario Véliz; Guillermo Saccomani; Daniel Orell; Renato Quinto Russo; Carlos Córdoba; Alberto Guardia; Abel Robra; Gabriel Alcaraz; Susana Quiroga; Julio Delgado; Agustín Arca; Miguel Reginatto; María Volpi de Radusky; Héctor Monayer; Héctor Costilla; Félix Abregú; Federico Bravo; Daniel Mafud; Alfredo Pérez; Miguel Elías; Otto Gramajo y Hugo Benejam. SOLANA PEÑA
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De izquierda a derecha, primera fila: Mariana Urueña; Fernanda Ibañez; Pamela Pavón; Pablo Sustercic; Eduardo Morfil;
Abajo: La FET y la RSE:
Alberto Caponio; Augusto Chacón; y Carlos Soldati. Segunda fila: Gustavo Zjawin; María Santillán; Patricia Juarez; Susana Salgado;
Mesa de Integración
María Martínez; Roque Martínez y Juan Rodríguez. Tercera fila: Sebastián Soraire; Nazareno Delgado y Juan Carrizo. Cuarta fila:
Laboral-Proyecto MIL.
Daniel Romano; Cecilia Saieg y Pedro Sánchez. Quinta fila: Walter Soraire; Silvia Loreto y Andrea Camaño.
ORLANDO GUTIÉRREZ
ORLANDO GUTIÉRREZ
El aljibe, centro del patio cubierto de la FET. SOLANA PEÑA
PERSONAL FET
MÁS ALLÁ DE 2016
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Detalle de la Casa Histórica. JUAN MARCELO BAIARDI
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l Bicentenario ha obligado a pensar, que es un acto gemelo del acto del interrogatorio. ¿Dónde está “parada” la patria? ¿Hacia dónde va? ¿De dónde viene? ¿Cuáles son sus preocupaciones coyunturales y sus déficits estructurales? ¿Cuáles son las lecciones que pueden extraerse de 200 años de historia? ¿Cuáles son los objetivos que ha de lograr para superarse? ¿Con qué porvenir sueña? ¿Con qué valores, herramientas y recursos cuenta para alcanzar la paz, la prosperidad y el progreso? Tales cuestionamientos han recibido y reciben respuestas múltiples, que en su variedad conjugan ciertos denominadores comunes. Parece, por ejemplo, urgente suprimir la tendencia a vivir “al margen de la ley”, fenómeno sociocultural diagnosticado ya en los años 90 por Carlos Nino, quizá el jurista más lúcido de fines del siglo pasado. No habrá “redención” para Argentina mientras cunda la idea de que da igual respetar o no las reglas de juego. El país asimismo luce cansado de la lógica amigo-enemigo. Este modelo excluyente también emerge como uno de los grandes fracasos de la dinámica política que ha predominado durante el último siglo. La división irreductible, el abismo irreconciliable, ha producido la fragmentación que explica las dificultades verificadas para establecer y sostener políticas de Estado. Y sin esas líneas directrices no puede haber sino precariedad y provisoriedad, que es lo mismo que atraso y pérdida de competitividad en el concierto de las naciones. La pobreza y, últimamente, la desigualdad intiman a la generación del Bicentenario. Este escenario insoslayable –y doloroso– se presenta como un gran punto de convergencia en la agenda imprescindible del Tucumán y de la Argentina del futuro. La mirada y la voluntad que proyecta soluciones y sueños se ha topado con una ocasión histórica para desarrollarse: hay una oportunidad inconmensurable más allá de 2016.
U N A F I E S TA H I S T Ó R I C A IRENE BENITO
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a celebración del Bicentenario empezó siendo una inquietud minoritaria y terminó convirtiéndose en una conmemoración colectiva. Este camino de menos a más encontró, según avanzaba el calendario, abundantes estaciones intermedias y atrasos que desencantaron a quienes exigían fastos a la altura de las circunstancias. En los meses previos al aniversario, cuando toda pretensión de magnificencia se esfumaba, el espíritu festivo se encendió. Y los resquemores y las incertidumbres cedieron ante la constatación de que “la chispa” de los 200 años de la Declaración de la Independencia contagiaba hasta al más escéptico, sin distinciones. Por fin en la víspera del sábado 9 de Julio de 2016, el pueblo salió a la calle con un fervor patriótico que se creía extinguido. Ventanas y balcones “embanderados” vieron pasar a ciudadanos conscientes, de súbito, de la importancia de la fecha histórica y de la oportunidad de protagonizarla. Fue una convocatoria espontánea con epicentro en las inmediaciones de la Casa Histórica y réplicas en todas las provincias. En San Miguel de Tucumán, la comunidad “recuperó” para sí misma una festividad cívica que en la última década había sido dominada por el partido del Gobierno. El acto cerrado para militantes y vertientes oficialistas comandadas por punteros de antaño dio paso a una manifestación popular celeste y blanca que tomó las calles, y convalidó masivamente la vuelta del desfile en la avenida Mate de Luna. La vigilia del 9 de Julio tuvo carácter federal. Ese sello auspiciado por la Casa Rosada se complementó con un perfil austero -el Gobierno nacional destinó $ 70 millones, cifra IRENE BENITO Es abogada y periodista. Se desempeña en el diario La Gaceta, donde escribe sobre la Justicia. En 2007 obtuvo el título de máster en Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid y del diario El País,
nimia en comparación con los más de $ 1.000 millones que la administración kirchnerista otorgó a los 200 años de la Revolución de Mayo-. Los dispendios guardaron relación con la situación económica apremiante de un país acuciado por la inflación, la necesidad de crear puestos de trabajo y el sinceramiento tarifario de los servicios públicos. En Humahuaca (Jujuy), donde recibió el Bicentenario, el presidente Mauricio Macri reconoció que se había visto obligado a tomar medidas drásticas. “Estamos caminando hacia el país que soñamos”, definió el jefe del Estado al pie del Monumento a los Héroes de la Independencia. Al contraste con los festejos centralistas y con presupuesto abultado de los 200 años de la Revolución de Mayo conmemorados en 2010 se sumó la contraposición con el carácter localista del Centenario del 9 de Julio. El Gobierno nacional participó apenas y más que tibiamente en aquel aniversario. El salteño Victorino de la Plaza, presidente argentino entre agosto de 1914 y octubre de 1916 (por la muerte de Roque Sáenz Peña), no manifestó interés alguno -o manifestó directamente desprecio- respecto de los 100 años de la Declaración de la Independencia. “Es evidente que don Victorino no quiere bien a Tucumán. Su guerra despiadada contra el Centenario se debe a una simple rivalidad lugareña. Si el histórico Congreso de 1816 se hubiese celebrado en Salta, otra sería la conducta de don Victorino en lo que respecta al gran aniversario que tan pobremente conmemoraremos por culpa suya”, apunta una nota de La Gaceta publicada en la edición del 13 de mayo de 1915. En aquel artículo, De la Plaza es calificado de “enemigo personal del Jardín de la República”.
en cuya redacción trabajó durante un año. Publicó, junto a Indalecio Sánchez y Fernando Stanich, los libros de no ficción “#Tucumanazo2015. Las elecciones que torcieron el rumbo político del país” (2016) y “A su salud. La historia de Juan Luis Manzur,
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el ministro más rico de la era kirchnerista” (2015). En 2013 recibió el primer premio en “Periodismo Judicial”, distinción conferida por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas y la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Festejos del Bicentenario. JUAN MARCELO BAIARDI
Del desinterés a la euforia; de la imposibilidad de planificar a mediano plazo a la programación de innumerables actividades conmemorativas: así fue el Bicentenario. Si bien faltaron las obras memorables, a último momento la ciudadanía se “apropió” de un aniversario con impronta federal y engrandeció el festejo.
VINO EL REY Así como el vacío presidencial fue compensado en 1916 con el conjunto asombroso de obras materiales e inmateriales ejecutadas por los prohombres tucumanos nucleados en la Generación del Centenario, el vacío de obras concretas planificadas a priori del Bicentenario fue compensado con la presencia apabullante de autoridades nacionales, y de toda clase de tributos a los congresales de 1816, y de acontecimientos científicos y culturales inspirados en su pronunciamiento emancipador. ¿Por qué no pudieron combinarse ambas facetas -realizaciones tangibles y unidad- en 2016 pese a que organizaciones de la sociedad civil como la Federación Económica de Tucumán promovieron la formación de una agenda amplia a propósito del aniversario? En gran medida porque las turbulencias electorales de 2015 -que pusieron término a la administración del Frente para la Victoria kirchnerista- postergaron toda planificación de medio plazo: la disputa por el poder impidió el mínimo consenso político e intersectorial que demandaba la celebración del nacimiento de la patria, entidad afectiva y espiritual que, como dijo Jorge Luis Borges en 1966, pertenece a todos porque no es de nadie en particular. Quedará para 2116 el relanzamiento de la nación con proyectos ambiciosos, y encuentros que trasciendan los límites administrativos, políticos y jurisdiccionales. La existencia de esa cuenta pendiente no resta valor al hecho de que el Bicentenario encontró al país con una democracia establecida (derrocado el presidente constitucional Arturo Illia, Juan Carlos Onganía gobernaba de facto durante el Sesquicentenario), y con cierta capacidad de encuentro más allá de las diferencias, asimetrías, y distancias físicas y espirituales. Esa convergencia imperfecta convirtió a Tucumán en punto de reunión de autoridades y miembros de los tres
poderes del Estado argentino, con la excepción del sector del Frente para la Victoria más leal a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sólo tres gobernadores -Alberto Rodríguez Saá (San Luis); Alicia Kirchner (Santa Cruz) y Mario Das Neves (Chubut)faltaron a la cita principal del Bicentenario (los distritos santacruceño y chubutense estuvieron representados por los vicegobernadores). Con un carácter ecuménico e interreligioso inédito, el Tedeum del 9 de Julio enfatizó el mensaje de gratitud, tónica conciliadora que impregnó el sermón del arzobispo Alfredo Zecca. La ceremonia de la Catedral concluyó con la lectura de la carta que el papa Francisco envió a José María Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, documento que recuerda a los compatriotas llagados y convoca a “no vender” la “Madre Patria”. “Con estos 200 años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los ‘memoriosos’ de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta ‘cultura del descarte’ que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños, fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo”, escribió el ex arzobispo porteño. En la Casa Histórica, los jefes provinciales y Macri firmaron un acta acuerdo que expresa: “nuestro primer siglo fue el de la emancipación y la organización nacional. El segundo fue el de la conquista de los derechos y la democracia. Hagamos juntos que el tercero sea el del diálogo y la convivencia; el del fin de las injusticias y el del cumplimiento estricto de nuestra Constitución Nacional. En paz, en unión y en liber-
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El presidente Mauricio Macri saluda al rey emérito español Juan Carlos I en presencia del gobernador Juan Manzur. TÉLAM
Derecha: El arzobispo Alfredo Zecca celebra el tedeum del Bicentenario en la Catedral. FEDERICO LANATI
tad. Viva la patria”. Asistieron a los acontecimientos centrales, con el carácter de invitados especiales, el rey emérito español, Juan Carlos I, y los respectivos vicepresidentes de Bolivia y de Uruguay, Álvaro García Linera y Raúl Sendic, representación extranjera que fue criticada por su composición y reducida convocatoria. Previamente integrantes de las dos cámaras del Congreso se habían trasladado a la provincia para celebrar una asamblea extraordinaria conjunta en el teatro San Martín: era la primera vez que el Poder Legislativo nacional sesionaba en el interior desde su traslado a la Ciudad de Buenos Aires, a comienzos de 1817. Antes, el 1 de julio, representantes de los tribunales supremos provinciales; de las cámaras federales y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación habían conmemorado el Bicentenario con la rúbrica del siguiente pronunciamiento: “insistimos en la independencia del Poder Judicial, de modo que los jueces y juezas se desempeñen con libertad, y que sus sentencias constituyan la aplicación del derecho a las circunstancias del caso sin ninguna injerencia ajena. Solo un Poder Judicial independiente podrá enfrentar el desafío del nuevo milenio de alcanzar una administración de justicia rápida, eficaz, transparente y reparadora. Ratificamos el compromiso con: 1) el federalismo basado en la asignación de competencias jurisdiccionales provinciales y federal prevista en la Constitución Nacional que tiene como intérprete final a la Corte Suprema de Justicia de la Nación; 2) la tutela judicial efectiva de todas las personas que asegure el acceso a justicia, el debido proceso, y una sentencia justa y oportuna; 3) la protección de los vulnerables mediante la aplicación de los derechos económicos y sociales; 4) el cuidado del ambiente para que las generaciones futuras tengan un futuro promisorio, y 5) la afirmación del sistema republicano, la transparencia y la lucha contra la corrupción con el fin
de terminar con la impunidad”. Con la misma vocación de homenaje al 9 de Julio de 1816 deliberaron en la capital tucumana miembros del Consejo de la Magistratura de la Nación; del Consejo Interuniversitario Nacional; del Foro Federal de Consejos de la Magistratura y Jurados de Enjuiciamiento; de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional; del Consejo Federal de Educación y del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, entre otras instituciones. Además, el Gobierno nacional inauguró en el Museo Provincial de Bellas Artes “Timoteo Navarro” la muestra que recorre la producción artística argentina a partir de trabajos de plásticos de todas las latitudes del país, y de creadores consagrados como Antonio Berni, León Ferrari, Xul Solar, Jorge Macchi, Guillermo Kuitca, Enio Iommi, Marta Minujín, Sara Facio, Marcos López y Adriana Lestido. El 4 de julio y en el escenario del San Martín, el Ballet Estable del Teatro Colón dirigido por Maximiliano Guerra ejecutó una suite del clásico “Don Quijote, el soñador de La Mancha”. UNA EXCEPCIÓN La imposibilidad de coordinar la acción oficial con antelación suficiente explica que el Bicentenario haya tenido al menos cuatro logotipos distintos: la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, la Provincia, la Nación y la Universidad Nacional de Tucumán no pudieron o supieron aunar criterios estéticos. Más soprendente aún fue la decisión de refaccionar y rediseñar la exposición de la Casa Histórica meses antes del 9 de Julio, situación que obligó a magistrados, diputados, senadores y demás visitantes ilustres a llevar adelante los actos conmemorativos entre andamios, taladros y obreros. En los 45 días previos al 9 de Julio y cuando este empezaba a erigirse en asunto de interés nacional, los tu-
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Festejos del Bicentenario. FEDERICO LANATI
ristas debieron contentarse con la tradicional fotografía de la fachada y, si las obras lo permitían, una visita al Patio de Homenajes decorado con los bajorrelieves de Lola Mora y un fugaz vistazo a la Sala de la Jura. La vivienda de Francisca Bazán de Laguna fue reabierta al público a posteriori de la visita de Macri: el nuevo guión museográfico lleva la firma de la historiadora tucumana Noemí Goldman y del diseñador Tam Muro. El clima de improvisación y de trabajos contrarreloj encontró una excepción en el Monumento al Bicentenario que la Municipalidad de San Miguel de Tucumán erigió sobre la platabanda de la avenida Mate de Luna. Vale la pena mencionar una coincidencia que pasó inadvertida: la apertura de esa arteria -primera conexión entre la capital y Yerba Buenadata de la época del Centenario. La obra artística concebida por Miguel Antonio Mazzeo y Juan Damián Bustamante surgió de un concurso organizado en 2015, en el que la Federación Económica actuó como jurado. El trabajo ganador consiste en dos columnas paralelas de 25 metros de alto unidas por un sol de acero en cuya base descansa una estructura que evoca las “cadenas rotas” del Himno Nacional. Mazzeo y Bustamante explicaron que el monumento refleja la bandera, la independencia y los dos siglos de vida nacional, además del afán de elevación a partir de la superación constante. Al pie de este conjunto, que promete convertirse en un hito urbano, las autoridades del Estado enterraron una urna de cristal denominada “cápsula del tiempo”, que contiene los deseos de los vecinos. El cofre será desenterrado en 2116, cuando llegue la hora de festejar el Tricentenario. “CIUDAD DE DIOS” El Ente Provincial del Bicentenario nació por ley en 2005, pero recién en mayo de 2016 se completó con la incorporación de Germán Alfaro, intendente de San Miguel de Tucumán. El directorio fue presidido por el gobernador Juan Manzur mientras que se integraron como vocales el funcionario Julio Saguir, el arquitecto Julio Middagh, el historiador Carlos Páez de la Torre (h) y el mencionado Alfaro. Entre 2006 y 2015, el órgano tuvo un presupuesto de $ 300.000 (75.000 dólares según la cotización de hace diez
años). Nueve meses antes del 9 de Julio, la Legislatura provincial multiplicó por 1.000 aquella suma y le otorgó $ 300 millones (20 millones de dólares según la cotización de la moneda estadounidense en 2016). El 26 de mayo de este año, el sector oficialista del Poder Legislativo de Tucumán autorizó al Ente a contratar en forma directa sin tope ni cotejo de precios con el argumento de que la inminencia de los festejos impedía llamar a licitación pública. Algo similar había ocurrido en 2010, en la órbita nacional, cuando la ex presidenta Fernández de Kirchner modificó por decreto el régimen de contrataciones y compras del Estado para reducir los controles y facilitar los gastos relacionados con los actos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, aunque mantuvo el llamado a licitación pública para las erogaciones que superasen $ 1,2 millones. Si el destino de los fondos conferidos en forma previa al Ente provincial resulta difícil de discernir, los cuantiosos aportes finales fueron aplicados a la financiación de acontecimientos artísticos, espirituales, culturales y científicos, pese a que la elevación del presupuesto halló justificación en planes que iban desde la adquisición de un terreno lindante a la Casa Histórica para levantar allí un centro de interpretación, y la restauración de los edificios de la Sociedad Sarmiento y del ex Banco Provincia hasta la construcción de un polo tecnológico y de un paseo por la costanera del Río Salí. Ninguna de estas obras había comenzado para julio de 2016, aunque ciertos retoques permitieron usar la ex sede del Provincia para alojar a “Tina, el rumor de la Nación”, musical del Bicentenario dirigido por Leandro Panetta. El Ente, que adoptó el lema “Juntarnos” y la canción homónima del cantautor “Lucho” Hoyos, auspició dos partidos amistosos de rugby entre Los Pumas y la selección francesa (el combinado nacional ganó el encuentro del 18 de junio y perdió el del 25), y la celebración de reuniones académicas de nivel internacional, como el Congreso de la Academia Nacional de Historia; las disertaciones del Nobel de Medicina británico Jack W. Szostak y del médico tucumano Raúl Mostoslavsky, y el “Encuentro de las Américas: escenarios y perspectivas en los bicentenarios americanos” coorganizado con la Corporación Andina de
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Escenas de la celebración oficial del Bicentenario. Autoridades del Estado y banderas. FEDERICO LANATI LA GACETA
Fomento-Banco de Desarrollo de América Latina. A ese menú se sumó una variedad abundante de concursos y de acciones de divulgación, entre ellas, un tráiler ambientado con la historia de la Declaración de la Independencia, y el apoyo a dos proyectos de La Gaceta (el libro “El Congreso de la Independencia. Antes, durante y después”, y el ciclo “Charlas del Bicentenario”), matutino que también publicó la revista especial “Pasado Mañana”. En la agenda se destacó el XI Congreso Eucarístico Nacional (16 al 19 de junio), actividad que congregó a alrededor de 300.000 fieles con el lema “Jesucristo, Señor de la Historia, te necesitamos”. El último encuentro de este tipo de la grey católica había tenido lugar en 2004 mientras que el primero en Argentina data de 1916. Durante tres días, San Miguel de Tucumán se transformó en una “Ciudad Eucarística” gracias a los talleres, conferencias y ceremonias organizados por doquier. Los aprestos para esta conversión comenzaron una semana antes, con la llegada “en procesión” de las imágenes sagradas del Noroeste: la Virgen del Valle de Catamarca; la Virgen y el Señor del Milagro de Salta; el Señor de los Milagros de Mailín de Santiago del Estero; la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya de Jujuy, y las “anfitrionas” Virgen de La Merced y Virgen de la Inmaculada de Concepción. El cardenal Giovanni Re, representante del Papa Francisco, se unió a los más de 120 arzobispos y obispos del país e Hispanoamérica que asistieron al Congreso, entre ellos, Arancedo; los cardenales Mario Poli y Luis Villalba, y los prelados tucumanos José María Rossi (Concepción), Luis Urbanc (Catamarca) y José Melitón Chávez (Añatuya, Santiago del Estero). A la misa multitudinaria de clausura en el Hipódromo concurrieron el presidente Macri y la vicepresidenta Gabriela Michetti. El orfebre Juan Carlos Pallarols confeccionó la custodia de la Santa Eucaristía utilizada en el Congreso. “La corrupción, el narcotráfico, la trata de personas, en suma, la degradación moral en la que algunos han caído exige urgentes medidas. Y, sobre todo, la acción de unos jueces que estén a la altura de las circunstancias”, dijo el arzobispo Zecca en la homilía de apertura del Congreso.
En ese ámbito, Michetti y dirigentes de 12 partidos políticos suscribieron el acta denominada “Una casa fraterna y solidaria”, mediante la que se comprometieron en primer término a luchar contra la pobreza y la exclusión. MONTEAGUDO EN CASA Hubo un menú desarrollado por el chef Miguel Zelarayán y un trivarietal de edición limitada en ocasión del Bicentenario. Así como “El Club del 81” digitalizó el “Álbum del Centenario”, la Fundación Miguel Lillo y el Centro Cultural Alberto Rougés reeditó una serie de obras ligadas a Tucumán. Cada entidad se sintió llamada a contribuir, de algún modo, en la fiesta inolvidable. Y el 30 de junio, en el Vino de Honor tradicional, la Federación Económica de Tucumán obsequió una copia de la medalla que Pallarols elaboró para este libro a Federico Pinedo, presidente provisional del Senado. Para entonces, la conmemoración de los dos siglos de la emancipación ya lucía imparable. Un día antes habían llegado los restos del prócer independentista Bernardo de Monteagudo procedentes de la necrópolis de La Recoleta (Buenos Aires). Durante un acto solemne, la urna quedó depositada en el Cementerio del Oeste. Un cortejo militar, civil y eclesiástico recibió las cenizas del más americano de los patriotas tucumanos, como lo definió el historiador Daniel Campi. Y cuando el reloj colocado en la intersección de las peatonales Celestino Gelsi e Isauro Martínez con la misión de contar los segundos, minutos, días y horas faltantes para el Bicentenario ya ingresaba en la recta final, una estructura de tela traslúcida con un sol amarillo refulgente en el centro apareció para hacerle compañía. Esta caja de luz acentuó la impronta patriótica reinante, que antes había dado pie al reconocimiento de los descendientes de los congresales de 1816 y del general Manuel Belgrano. Volvieron las escarapelas y los fuegos artificiales, y a las cero del 9 de Julio la ciudadanía volcada a la calle entonó el Himno Nacional entre sirenas. Pocas veces la composición de Vicente López y Planes tuvo un significado tan grande, tan augusto y tan sagrado como aquella noche fría y estrellada perfumada por los naranjos. 368
Desfile cĂvico-militar en la avenida Mate de Luna. FEDERICO LANATI
Ricardo Lorenzetti en la cumbre judicial del Bicentenario. LA GACETA
Abajo: Gobernadores y altas autoridades en la Sala de la Jura. TÉLAM
Discurso del Presidente en el 9 de julio de 2016. LA GACETA
Abajo: Asamblea bicameral extraordinaria del Congreso de la Naciรณn. LA GACETA
Congreso Eucarístico. FEDERICO LANATI
Abajo: Expo Tucumán 2016. SOCIEDAD RURAL DE TUCUMÁN.
Traslado de los restos de Bernardo de Monteagudo. LA GACETA
Abajo: Muestra federal itinerante en el Museo Timoteo Navarro. LA GACETA
“Tina”, el musical del Bicentenario. LA GACETA
Gran Concierto Federal en la estación de trenes. LA GACETA
“El Quijote” en el teatro San Martín. LA GACETA
Arriba: Vino de Honor del empresariado en la víspera del Bicentenario. LUIS SORAIRE
Federico Pelli, Pedro Omodeo, Osvaldo Cornide, Osvaldo Jaldo, Walter Berarducci, Gregorio Werchow y Juan Pablo Diab en el acto de apertura de Emprender del Bicentenario Tucumán 2016 (teatro Mercedes Sosa), actividad coorganizada por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa y la FET. CAME
Autoridades municipales, provinciales y nacionales inauguran el monmento del Bicentenario. LA GACETA
N U E V E D E S A F Í O S PA R A E L TRICENTENARIO Á LV A R O A U R A N E
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Cuándo es pobre un ser humano? Hay dos respuestas muy conocidas. Una de ellas pauta un límite trazado por el costo de una “canasta” de bienes, servicios y alimentos: los que ganan menos que ese monto se encuentran bajo la línea de pobreza. La otra establece una serie de demandas estructurales (acceso a vivienda, salud, educación...) y determina cuántas personas las tienen cubiertas, o no. Uno y otro método son estadísticos porque buscan contestar cuánta pobreza hay. Están destinados a medirla, no a comprenderla. Cuando la Argentina comenzaba a transitar la democracia, en 1983, empezó a vislumbrarse otro abordaje sobre la pobreza. El análisis del economista chileno Manfred MaxNeef se hacía visible gracias a que ese año el Parlamento sueco le concedía, en su especialidad, el Right Livelihood Award. Ese premio es conocido como el “Nobel Alternativo” y quizás por ello no se ha difundido su significativa traducción: es el premio al Sustento Bien Ganado. En 1997, Max-Neef disertó en Tucumán y en el Centro Cultural Virla hizo hincapié en que los seres humanos no son pobres únicamente por falta de recursos materiales: las personas no solo nos morimos de hambre. Darles dinero a los sectores vulnerables para que consiguieran ubicarse “sobre la línea” de costo de la canasta familiar o proporcionarles más objetos (aunque fueran casas, escuelas, centros de salud...) para combatir el déficit de infraestructura seguía sin solucionar el problema de la pobreza. La Argentina lo atestiguaba y Tucumán lo ratifica: no sólo no hay menos pobreza, sino que los pobres son más pobres que nunca. En 1974, el 10% de la población más rica ÁLVARO JOSÉ AURANE Licenciado en Comunicación Social por la Unsta. Prosecretario de Redacción y columnista del diario La Gaceta. Coordinador de La Gaceta Literaria,
acumulaba ocho veces más que el 10% de la más pobre. El Indec estableció en 2006 (el año anterior a la intervención kirchnerista) que la minoría más próspera reunía 34 veces más que la menos favorecida. El problema, diagnosticó el chileno, radica en enfrentar la pobreza con recursos externos a las personas, cuando las necesidades básicas verdaderas son internas a los seres humanos. Tanto es así que son invariables: son las mismas a lo largo del tiempo y a lo ancho de las culturas. Y no son incontables, sino que son nueve: la subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creación, la identidad y la libertad. Esas necesidades básicas, planteó Max-Neef, funcionan como un sistema integrado. En otras palabras, se es pobre cuando se tiene insatisfecha cualquiera de esas necesidades básicas. ¿Cuándo es pobre una sociedad? El Bicentenario ha llegado para tornar oportuno ese interrogante. En los albores del siglo XIX, la gloria de la Batalla de Tucumán, la que torció el brazo de los realistas, le valió a esta tierra el merecido honor de parir, pocos años después, una hora auténticamente continental: la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América. Lo que hoy se conoce como Uruguay, Bolivia y Paraguay, además de Argentina. A fines de esa centuria éramos el territorio de los señores feudales del azúcar, cuya extinción a mediados del siglo XX, con el cierre masivo de ingenios durante el “onganiato”, supuso la extirpación de más de un tercio de nuestra población económicamente activa. A finales de ese siglo,
publicación dominical que dirige Daniel Dessein. Profesor adjunto de Redacción Periodística II y de Historia Moderna y Contemporánea de Occidente en la Unsta. Profesor adjunto de Teoría del Estado,
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Cátedra “B”, de la UNT. La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas lo distinguió en varias ocasiones. En 2006, la Sociedad Interamericana de Prensa le otorgó el premio en la categoría Opinión.
Festejos del Bicentenario. JUAN MARCELO BAIARDI
La subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creación, la identidad y la libertad retan a la etapa que simbólicamente inaugura el 9 de Julio de 2016. Se trata de las necesidades básicas insatisfechas enunciadas por el economista chileno Max-Neef: llenar estos déficits puede ser la forma de vencer la pobreza, un mal que no ha cesado de expandirse durante los últimos 200 años.
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éramos la geografía de la violencia subversiva y del aún peor terrorismo de Estado: había un ejército para protegernos de la guerrilla, pero no había un ejército para protegernos del Ejército. A principios de este tercer milenio, el mundo hablaba de estas latitudes subtropicales, pero no por ser un jardín donde germinan repúblicas, sino porque los niños se nos morían de hambre por docenas. El país era la mala noticia de occidente. Tucumán era la mala noticia de la Argentina. Pasamos de la “Cuna de la Independencia” al “pobre Tucumán”. Claro que también se hicieron muchas cosas bien. Hubo una época durante la cual la palabra pública, la del Estado, tenía tanto valor que pasaba de la idea a la materia. Por entonces se hicieron los hospitales en los cuales hoy se siguen salvando las vidas de los tucumanos y los embalses que hoy siguen proveyendo de agua salubre a los comprovincianos, y hasta la Universidad Nacional de Tucumán, que durante el siglo XX fue tan sustancial que brillaba en toda la región. Entonces, las sociedades no están predestinadas. Justamente, el destino puede cometer una torpeza con una persona y ponerla en un lugar equivocado en el momento erróneo, pero no puede hacer cosa semejante con todo un pueblo. No estamos condenados al éxito; tampoco a fracasar. Tampoco las angustias que nos quedan, ni las emancipaciones que nos faltan, son irremediables. El Bicentenario viene a mostrarnos que lo contrario a una sociedad pobre no es una sociedad rica, sino una que trasciende. La histórica grandeza de Tucumán no puede medirse con indicadores económicos porque la trascendencia de 1816 es, sencillamente, inconmensurable. En el Congreso de hace 200 años, un hito americano era alumbrado ya en nombre de la subsistencia, la protección, el entendimiento, la participación, la creación, la identidad, la libertad...
¿Las necesidades básicas de una sociedad no son, acaso, las mismas que las de las personas que la componen? Esas demandas vitales dibujan un primer mapa con nueve desafíos para Tucumán. 1. LA SUBSISTENCIA Subsistir como sociedad no es una proclama “patriotera” ni un elogio de valores comunitarios. Es, por el contrario, una necesidad básica insatisfecha. Así ha quedado certificada durante la segunda semana de diciembre de 2013, cuando las calles del centro y de la periferia de la Ciudad Histórica de Tucumán fueron clausuradas con barricadas. Cuando los vecinos se apostaron con armas en las veredas y en los techos de las casas. Cuando bandas de saqueadores se movilizaron libremente durante horas y horas impunes. Cuando decenas de personas terminaron muertas en la vía pública. Ese hecho estragado de nuestra historia reciente recibió el peor de los trámites sociales: fue reducido a “unos días de locura”. Ese error sirvió para esquivar una realidad incontrastable: aunque la sociedad vivía como si ellos fueran invisibles, resultó que había miles de tucumanos desplazados a la marginalidad más literal. Condenados a habitar en los márgenes de ríos y canales; en los márgenes de la ley y en los márgenes más desesperantes de la pobreza. Antes, parece, mucha gente no había tenido conocimiento de la existencia de esos comprovincianos “de las orillas”. El desafío del Bicentenario para subsistir como sociedad es darnos cuenta de que la violencia subjetiva no es locura. La violencia individualizable emerge y se sustenta de otras violencias, que han sido naturalizadas por la sociedad, y su modelo político y económico. Esa violencia objetiva (siguiendo al filósofo Slavoj Zizek) tiene su lenguaje: la violencia simbólica. Su versión vulgar es conocida: estigmatiza a los pobres (los culpa de todo el drama social) y los discri-
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mina llamándolos por el color más oscuro. Pero su versión culta es más dañina: dice que pobres hubo siempre. Y que siempre los habrá. Léase, la evolución natural es más veloz que nuestra evolución social. Nadie se hace cargo de estas violencias. Y peor aún: la mayoría prefiere no verlas. Poca expectativa de vida tienen las sociedades que legitiman lo ilegítimo. La subsistencia es un ejercicio ciudadano que comienza por mirarnos. Y mirarnos bien. 2. LA PROTECCIÓN La democracia, este modo de vida que tantas veces nos fue negado, que tanto nos costó conseguir, y que, aunque imperfecto –como todo hacer humano– es lo mejor que se conoce para coexistir en sociedad, es un modo de vida cuya preservación se presenta como otra necesidad básica. La democracia se protege con la vigencia de la república y de las instituciones consagradas por la Constitución para que el poder que el pueblo confiere a sus representantes sea canalizado sin desbordes. La república no sólo marca que ningún poder del Estado es superior a los otros: también garantiza que ningún poder atropellará al pueblo. Los derechos humanos, enseña el constitucionalista Roberto Gargarella, no son hijos de la democracia (aunque necesitan de ella para ser implementados), sino del constitucionalismo. Las minorías necesitan ser cuidadas aún en democracia. En Argentina, en el año previo al del Bicentenario, desde la Casa Rosada respondían a los cuestionamientos que recibían sus iniciativas con una máxima alarmante: “si no les gusta, formen un partido político y ganen elecciones”. O sea, si no son mayoría, ni siquiera tienen derecho a expresar el descontento. Sin la república, las democracias se pervierten y se tornan sistemas plebiscitarios que, en nombre de las mayorías,
atropellan a quien no se allane a sus antojos. Sin los límites constitucionales, los poderes devienen salvajes, advirtió el politólogo Luigi Ferrajoli. El consenso popular es postulado como única fuente de legitimación del poder y es blandido para legitimar todo abuso. No se soporta el pluralismo, se desvalorizan las reglas y se atacan la separación de poderes, la oposición y la prensa libre. El populismo –continúa el italiano– propone al jefe como encarnación de la voluntad popular. Los partidos pierden su papel de mediación representativa. Se padece la homologación de los que se limitan a consentir y la denigración de los que se atreven a disentir. Prima el interés privado. Abundan la manipulación de la información y la decadencia en la moral pública. El desafío del Bicentenario para proteger nuestro sistema de vida como sociedad es darnos cuenta de que para que la democracia funcione, debe primar el constitucionalismo. La protección es un ejercicio que comienza por ponernos límites. Y por respetarlos. 3. EL AFECTO “El mundo confió en ustedes: lo han decepcionado y gobernado mal”. Juan Gelman anotó en “Nueva prosa de prensa” que así había iniciado el escritor Jack London su discurso ante un auditorio de millonarios de Nueva York, que habían acudido a la conferencia como si fuese una excentricidad: iban a escuchar a un intelectual socialista. “Ustedes son incompetentes –continuó–. Hace un millón de años el cavernícola, sin herramientas, con poco seso y sin otra cosa que la fuerza de su cuerpo, se las arregló para alimentar a su mujer y sus hijos, y hacer que la raza sobreviviera a través de él. Ustedes, armados en cambio con los nuevos medios de producción, que multiplican la capacidad productiva de los cavernícolas un millón de veces, son incapaces de asegurar a millones de personas hasta la mezquina
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cantidad de pan necesario para sostener su vida física”. Era 1905. Pasó el Centenario de la Declaración de la Independencia. Llegó su Bicentenario. No estamos mejor. Ni en los Estados Unidos de Jack London. Ni en la Argentina de Juan Gelman. Ni en el Tucumán de los próceres de 1816. Con el imperdonable agravante de que no están mejor para los niños. En diciembre de 2015, a horas del inicio del año del Bicentenario, el Observatorio de la Deuda Social Argentina publicó su informe periódico sobre la infancia, que no fue desautorizado por el Gobierno tucumano. Puesto en cifras, el 57% de los menores de 17 años experimenta una situación de pobreza en el Gran San Miguel de Tucumán. Dicho en términos de garantías básicas, seis de cada diez tucumanitos sufre alguna privación en el ejercicio de los derechos de la infancia: a la vivienda digna, al saneamiento, a la alimentación, a la estimulación temprana, a la atención de la salud, a la educación y a la información. Para la misma fecha, el mismo observatorio de la Universidad Católica Argentina dio a conocer la mirada crítica de los abuelos de los niños argentinos. Aunque siete de cada 10 mayores de 60 años ratificaron su confianza en el voto como instrumento idóneo e importante para promover cambios, seis de cada 10 se manifestaron disconformes con el funcionamiento de la democracia real. La misma proporción desconfía de la Casa Rosada y, peor aún, ocho de cada 10 desconfían del Congreso de la Nación y del Poder Judicial. Sólo el 10% aún cree en los partidos políticos. Toda una confirmación estadística de que lo que hacemos hoy con nuestros niños es lo que en realidad estamos haciéndonos a nosotros mismos, y a nuestro modo de vida, a cuenta de mañana. El desafío del Bicentenario para satisfacer nuestra necesidad de afecto social es darnos cuenta de que las personas son sagradas para las personas.
El afecto es un ejercicio ciudadano que comienza por cuidar los unos de los otros. Especialmente si los otros son los desvalidos. 4. EL ENTENDIMIENTO En las páginas ya amarillas del último tomo de su Historia de la República Argentina, Vicente Fidel López da cuenta del calificativo con que era tratado Hipólito Yrigoyen por los detractores de su idea de consagrar el voto secreto, finalmente materializado en la denominada Ley Sáenz Peña. La idea de que hasta los peones pudieran ejercer libremente su derecho a elegir y ser elegidos le valió el mote de “populista”. Luego, el fascista José Félix de Uriburu, inaugurador en 1930 del criminal ciclo de golpes de Estado que asoló estas tierras durante el siglo XX, se encargaría de proscribir a la UCR en general, y a quienes habían sido funcionarios del “Peludo” en particular. Nacía una Argentina signada por dos opciones, que no eran “A o B”. La dicotomía se planteaba no en términos alternativos sino anulatorios. Se mantendría así, acabadamente, durante el siguiente (y sangriento) período de proscripción política: el del Peronismo. Desde el Golpe de Estado de 1955 contra Juan Domingo Perón, concretado por la revolución fusiladora (mal llamada “libertadora”), lo que la Argentina viene enfrentando es un escenario de “A vs. No A”. La cuestión es sutil, pero trágica. Una cosa es enfrentar conservadores contra liberales o izquierdas contra derechas. Otra cosa es enfrentar una propuesta contra quienes postulan simplemente la extinción de la propuesta anterior. Antes, radicales vs. antiradicales. Luego, peronistas vs. antiperonistas. La opción no puede ser reducir al otro a la nada, porque la nada no es. Entender al otro es construir alternativas y viceversa. Con ello se reconoce el derecho a disentir y mucho más
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también: el derecho a proponer. Construir “B” significa reivindicar que “A” no está equivocado, sino que sólo postula algo diferente. El desafío del Bicentenario para satisfacer nuestra necesidad de entendernos es darnos cuenta de que cuando opinamos, respecto de lo que sea, estamos haciendo simplemente eso: opinar. Cuando se cree que se dice “la verdad” no hay comunicación posible, porque el que contradice, entonces, miente. Cuando se asume que uno solo opina, en cambio, es posible aprender del disenso del otro. El entendimiento es un ejercicio ciudadano que comienza por advertir que la verdad, como valor, existe, y de que todos tenemos derecho a ella justamente porque nadie es su dueño. 5. LA PARTICIPACIÓN La solidaridad de los tucumanos como colectivo social no tuvo descanso durante septiembre de 2013, cuando el incendio en el cerro San Javier amagó con tornarse incontrolable y amenazó barrios del piedemonte. Las redes sociales explotaron con los mensajes de los comprovincianos que organizaban colectas de alimentos, agua y elementos con los cuales asistir a bomberos y guardaparques en las luchas contra las llamas. Fue una formidable “buena nueva” con una mala noticia adherida a su espalda cual hermana siamesa: desde hace mucho tiempo, sólo funcionamos así ante la tragedia. Ya sea de gran escala, como en ese caso. Ya sea de orden individual, como cuando familias pobres excluidas del sistema se enfrentan a una situación límite, y aparecen buenos samaritanos, anónimos y generosos, que dan la solución material. Todas son reacciones para remediar. No para construir. Ello denuncia que somos una sociedad de tejidos rotos, que necesitan ser reconstituidos, pero que ha perdido muchos de los elementos con los cuales aplicar la curación.
No siempre fue así. Ni siquiera hace mucho. Con frecuencia emergen imágenes de ese pasado reciente. Son fotos que publican las redes sociales o las páginas de “Sociedad” con grupos de egresados de establecimientos educativos estatales que festejan 40 o 50 años de la promoción. Aparecen, acodados, el pequeño comerciante, el gran empresario, el empleado público, el profesional independiente, el ama de casa, el funcionario, el productor rural y el magistrado. No están sonriendo para la cámara, sino que están asociados por un bien público: la escuela. Una sociedad es eso: personas asociadas por instituciones comunes. Hasta hace relativamente poco tiempo, el pobre mandaba a sus hijos a esas escuelas al igual que el rico porque eran garantía de excelente calidad educativa. Y, aunque sea para los cumpleaños de los chicos, había un contacto social entre ambos sectores. El rico iba a conocer la casa del pobre y viceversa. O sea, se entramaban tejidos sociales que se prolongaban en el tiempo. Después, el necesitado tenía amigos de la infancia con mejor suerte dispuestos a dar una mano. Cuando no existen esos bienes sociales que nos asocian, fracasamos como sociedad. El que quiera buena educación que la pague, fue la primera derrota. Siguió con la seguridad: el que quiera vivir seguro, que se aísle en un barrio cerrado. Nos quedan, aún, los hospitales: instituciones públicas que salvan por igual a ricos y a pobres, gracias al trabajo de profesionales (ricos y pobres) que no trabajan allí precisamente por lo que les pagan. Pero, otra vez, es el infortunio el que se asoma para llegar a la instancia de tener que acudir a un centro de salud. El desafío del Bicentenario para hacer realidad la participación es darnos cuenta de que si podemos movilizarnos para dar pelea a la desgracia, también debiéramos hacerlo para reconstruirnos como sociedad. Para asociarnos. Para ser socios.
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La participación es un ejercicio ciudadano que comienza por volver a valorar lo público como patrimonio de todos, en lugar de seguir tratándolo como tierra de nadie. 6. EL OCIO No les hemos dado tregua a las instituciones en nuestra historia. El país, desde el inicio de la década infamada de fraude, prácticamente ha tenido un colapso por década. Sufrió golpes de Estado en 1930, contra Hipólito Yrigoyen; en 1943, contra Ramón Castillo; en 1955, contra Juan Domingo Perón; en 1962, contra Arturo Frondizi; en 1966, contra Arturo Illia; y en 1976, contra María Estela Martínez de Perón. Después vendrían las devastadoras crisis económicas: en 1989, la hiperinflación apuró la renuncia de Raúl Alfonsín; en 2001, el “corralito” completó el fracaso de la Alianza. Tucumán, a estos avatares, sumó otros jaleos para fatigar las instituciones. Solo durante el período posterior a la inauguración de la democracia, padeció una intervención federal en 1991, que depuso a José Domato; el juicio político a Antonio Domingo Bussi por el escándalo de las cuentas secretas en Suiza, que, si bien no llegó a destituirlo, lo mantuvo suspendido de su cargo durante 40 días, y la crisis social que jaqueó a Julio Miranda, con la desnutrición estragando la vida de decenas de niños. Luego, la gestión de José Alperovich decidió que el Estado y la sociedad descansarían menos de los mismos gobernantes. Se habilitó entonces, reforma constitucional mediante, la reelección consecutiva: dos períodos seguidos para cualquiera, tres sólo para el entonces mandatario. Que parezcamos una sociedad que estructuralmente no tiene descanso acaso sea el reflejo de que somos una sociedad de miembros que cada vez descansan menos. En el Bicentenario, el ocio es una necesidad básica que denuncia, con su larga insatisfacción, una patología de nuestro inconsciente
colectivo. Lo que el psicoanalista Fernando Ulloa llama “La cultura de la mortificación”. Si por un instante pudieran hacerse visibles las deudas que acarrean el común de los tucumanos, veríamos las calles atestadas de personas asediadas por objetos a pagar en cuotas. El comprovinciano promedio aparecería acosado probablemente por su auto, eventualmente por su departamento, seguramente por sus vacaciones y, sin lugar a dudas, por su teléfono celular. En el momento en que las personas dejaron de perseguir cosas para que la situación se diera exactamente a la inversa, desembarcamos de lleno en una psicosis colectiva. Mortificados por tener que trabajar cada vez más para pagar todo eso que de repente estamos convencidos de que nos hace falta, ahora denostamos el descanso. Componemos una sociedad donde tener tiempo libre está mal visto. Como si fuera cosa de vagos. La cuestión no iría más allá de un prejuicio idiota de no ser por el hecho de que una sociedad de personas cansadas es una sociedad de personas crispadas. Y esa crispación la encamina a convertirse en una sociedad de la indignación. “La sociedad de la indignación es una sociedad del escándalo. Carece de firmeza, de actitud. La rebeldía, la histeria y la obstinación características de las olas de indignación no permiten ninguna comunicación discreta y objetiva, ningún diálogo, ningún discurso”, resume el filósofo Byung-Chul Han en su libro “El enjambre”. “Las olas de indignación muestran una escasa identificación con la comunidad. De este modo, no constituyen ningún ‘nosotros’ estable que muestre una estructura del cuidado conjunto de la sociedad”. El desafío del Bicentenario con respecto al ocio es darnos cuenta de que sin ocio hay demasiadas cuestiones de las que no vamos a darnos cuenta. La construcción de lo público (tanto del discurso público como del espacio público)
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demanda distancia. Esa distancia también es temporal. El ocio es un ejercicio ciudadano que comienza por darnos un respiro. 7. LA CREACIÓN Arnold Joseph Toynbee sostuvo que la creatividad salvó a los griegos en la génesis de su civilización. La topografía de sus tierras no era precisamente una bendición. Así que dedicaron las pocas zonas aptas para el cultivo a la producción de vides y olivos. En los otros territorios se dedicaron a la alfarería. Entonces, comerciaban en el Mediterráneo vinos y aceites en vasijas de calidad y, a cambio, conseguían el alimento para la población. Es con esta capacidad creadora cómo las sociedades, postuló el filósofo de la historia, solucionan los desafíos y continúan su camino. En este punto podría referirse que, como la Constitución Nacional pauta que el pueblo no gobierna sino a través de sus representantes, es a los gobernantes a los que les cabe ineludiblemente la creatividad como atributo. Pero no se trata de una cuestión normativa (tampoco de los grafitis del Mayo Francés reclamando “la imaginación al poder”), sino de un imperativo histórico. La Declaración de la Independencia es una creación de hombres mandatados por sus pueblos. No excavaron en los patios de la casona de Francisca Bazán de Laguna y encontraron un yacimiento de independencia, sino que la forjaron como un acto consciente. Había que moldear una patria libre y soberana aquí, donde sólo había colonia. Pero hay algo más. En 1816, los que crearon aquí mismo este país establecieron toda una noción de patria: si la nación en ciernes no prosperaba, tampoco ellos lo harían. Ahora probablemente a muchos les parezca parte de la mística independentista, pero lo cierto es que a los congresales les pareció absolutamente lógico que los representantes no debieran correr
una suerte distinta que las de su sociedad. Es decir, los gobernantes a los que les va bien cuando a su pueblo le va mal no son representantes de ese pueblo, sino de ellos mismos. Tal vez allí se encuentre la punta del ovillo para volver a encaminar a Tucumán en la senda creadora de hace dos siglos. Tal vez, cuando volvamos a consagrar como representantes a quienes atan su suerte a la de su pueblo, las creaciones de los gobernantes saquen a la provincia de su atolladero. El desafío del Bicentenario con respecto a la básica necesidad de crear es darnos cuenta de que “poder”, antes de haber sido sustantivado y convertido en “el poder”, era un verbo que indicaba la posibilidad de hacer. El buen poder es “poder crear” las condiciones para un Tucumán mejor. La capacidad de creación es un ejercicio ciudadano que comienza, entonces, por utilizar el sufragio como instrumento “creador de mejores representantes”. 8. LA IDENTIDAD El trabajo, hasta no hace mucho, era un ordenador social en la Argentina. Es más, otorgaba en sí mismo un estatuto, una clase: quien sólo tenía su trabajo pertenecía a la clase obrera. Si hoy, en cambio, los que en el siglo XX componían ese segmento han pasado a ser agrupados en la “clase pobre”, resulta evidente que quien confiere un lugar en la sociedad ahora es el consumo. Con independencia de las razones de este cambio (el filósofo Fredric Jameson sostiene que una de las características de la postmodernidad supone el fin de la moral burguesa pautada por el puritanismo, el ahorro y –justamente– el trabajo), sus implicancias resultan inquietantes. Las tres principales instituciones públicas de Tucumán han llegado al año del Bicentenario sumidas, en diferente magnitud, en polémicas referidas al uso –o consumo– de los dineros del Estado. En lo poco que va del siglo XXI, el Gobierno tucumano 387
ha incrementado su planta de empleados permanentes de 40.000 a 80.000. En idéntico lapso ha mantenido vigente de manera ininterrumpida la Emergencia Económica, que declara inembargables las cuentas del Estado para los acreedores privados. Es decir, perjudica la actividad privada, en lugar de alentar mejores condiciones para ella que redunden en la generación de puestos de trabajo. A la vez, duplica su gasto en personal y se convierte en el principal empleador de la provincia, con evidentes fines políticos y electorales. El Poder Legislativo destina el 30% de su presupuesto a brindar ayuda social a particulares, en contra de la naturaleza de su función. En el Poder Judicial, sus miembros están exceptuados de tributar los impuestos que paga el resto de la ciudadanía y gozan de los beneficios previsionales de los que el resto de la ciudadanía no disfruta. Unos más, otros menos, lo cierto es que también los poderes públicos están modificando sus estatus, sus estados, sus lugares en el Estado, no en función de sus funciones sino del uso que hacen de los recursos públicos. Es decir, en virtud de cómo los consumen. El Bicentenario plantea la necesidad de darnos cuenta de que una sociedad que valora más el acto de consumir que el acto de producir es, ineludiblemente, una sociedad predatoria. La identidad es un ejercicio ciudadano que comienza con recordar que la última vez en que de verdad éramos lo que consumíamos vivíamos en un Estado que clasificaba los seres en carnívoros, herbívoros y omnívoros porque habitábamos el Estado de Naturaleza. Creamos cadenas de producción para dejar de mirar el entorno desde la cadena alimenticia. 9. LA LIBERTAD “Qué país”, ese informe urgente sobre la Argentina que el escritor y periodista Martín Caparrós publicó en 2002,
contiene una reflexión ardiente del politólogo José Nun. Dice que a nuestra sociedad le falta un concepto de libertad. Una definición que diga qué es. Antes había. En 1910, por caso, el jurista Georg Jellinek publicaba su “Teoría General del Estado” y definía: “la libertad antigua significaba participación en el poder del Estado, pero la libertad moderna quiere decir ser libre frente al poder del Estado y poseer el derecho no de dominar, pero sí de influir en el poder del Estado para interés del individuo”. Pero después sucedieron dos guerras mundiales, la Revolución Rusa y la URSS, la Guerra Fría y el neoliberalismo. Lo que quedó es apenas una acepción de lo que la libertad no es. Y cuando se convino que hay libertad donde no hay interferencias –alertó Nun–, se determinó que el Estado debe proteger la libertad, pero no su ejercicio. Quizás la ausencia de aserciones sobre la libertad es sobreviniente al hecho de que las instituciones que debieran exhibir libertad han dejado de hacerlo. La Legislatura luce no tener libertad para ser acabadamente un parlamento. La Justicia parece no tener libertad para hacer justicia. Y a falta de ambas autonomías, tampoco hay libertad para que el Poder Ejecutivo sea nada más que eso. Si los poderes no son iguales, la república es una entelequia; del mismo modo, si los hombres no son iguales, la democracia se torna ficticia. Precisamente, la falta de libertad de los poderes del Estado ha derivado en que ya no tengamos una definición para describir al libre Estado de Derecho. Aquí también sólo contamos con aseveraciones por la vía de la lógica negativa: esto es república y es democracia porque no es dictadura. La trampa de esa dicotomía es que entre uno y otro polo hay mucha realidad gestándose sin ser vista. Entre uno y otro extremo, fue creciendo un tercer elemento, distinto y anulatorio de uno y de otro. En los términos del filósofo
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Festejos del Bicentenario. JUAN MARCELO BAIARDI
Giorgio Agamben, el Estado de Excepción. Una instancia signada por la suspensión del derecho. No es que el derecho ha sido anulado, como en una dictadura, pero tampoco tiene aplicación real, como en una democracia. El desafío del Bicentenario acerca de la necesidad de la libertad es darnos cuenta de que si somos la Cuna de la Independencia, de ningún modo podemos convertirnos en la tierra de nadie a medio camino entre la democracia y la no democracia. La libertad es un ejercicio ciudadano que comienza por hacerse cargo de cómo se ha obrado y por demandar que eso mismo hagan los otros. Y se completa con el compromiso por un mundo más justo y más digno. No hay libertad si la ácida ironía de Anatole France se vuelve realidad y resulta ser cierto que la igualdad ante la ley consiste en que les está terminantemente prohibido, a ricos y a pobres, mendigar en las calles, robar el pan y dormir bajo los puentes. HACIA EL TRICENTENARIO “Darnos cuenta” es el hilo que enhebra los desafíos planteados. El Bicentenario de la Declaración de la Independencia nos encuentra con el reclamo común de los sectores más diversos referido a que ni la Nación ni la Provincia estuvieron a la altura de semejante acontecimiento histórico a la hora de organizar las celebraciones. Pero supongamos por un instante que la circunstancia hubiera sido otra, y que se hubieran inaugurado grandes obras que perdurasen como hitos de esta fecha, y que el 9 de Julio hubiera sido rodeado de la pompa festiva que ameritaba. ¿Eso nos hubiera dejado conformes respecto de cómo nos encuentra la Independencia a dos siglos de haber sido proclamada? Darnos cuenta, entonces, no es un imperativo ni una necesidad. Darnos cuenta es una elección, como también lo es preferir no hacerlo. La opción siempre es nuestra.
¿QUÉ HACER C O N E L PA S A D O ? S A N T I A G O K O VA D L O F F
¿Somos aún una nación viva? ¿Pertenecemos todavía protagónicamente al mundo contemporáneo? ¿O somos, tan solo, una presencia hueca en la escena planetaria, mero volumen externo antes que significativo hecho espiritual? Argentina llegó al siglo XXI sin resolver problemas decisivos del siglo XIX: el futuro exige que esa historia sea elaborada porque sólo puede ser lo que se transforma.
SANTIAGO KOVADLOFF Nació en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1942. Se graduó en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires con una tesis sobre el pensamiento de Martín
escena planetaria, mero volumen externo antes que significativo hecho espiritual? Al discutido Ortega y Gasset le debemos esta certera reflexión: “los pueblos que no digieren su pasado terminan devorados por él”. Ella recuerda que el crecimiento de la identidad nacional es siempre producto de la conciencia histórica, del talento social para aprender de la experiencia y lograr que lo vivido se transforme en comprensión. Porque si la comprensión de lo vivido no sobrevive, el pasado se convierte en una celda que cuando no condena a la reiteración del error, condena a la idealización de los aciertos del momento y, en suma, a la inmovilidad. La contemporaneidad, esa sutil consonancia de la vocación afirmativa de un pueblo con la realidad, se logra cuando la identidad nacional reconoce los caminos que debe recorrer para que su proyecto de vida deje de ser puramente ideal. Este certero ejercicio de la libertad, al que Hegel llamó conciencia de la necesidad, distingue a los pueblos que atinan a comprender qué es lo que las circunstancias exigen hacer a cada paso. Ellos son los únicos que digieren su pasado; los únicos que, en rigor de verdad, construyen su historia sin ser destruidos por ella. A tres lustros del inicio del siglo XXI, la Argentina sigue sin resolver sus problemas fundamentales del siglo XIX. Mientras las naciones más avanzadas del planeta se ven obligadas a preservar la naturaleza de los abusos del progreso tecnológico, nosotros seguimos estando a merced de la naturaleza en virtud de nuestra inoperancia para encontrar el cauce del desarrollo regional e integrado. La interrupción del proceso de afianzamiento de las es-
Buber titulada “El oyente de Dios”. Es ensayista, poeta, traductor y antólogo de literatura de lengua portuguesa. Ha recibido numerosas distinciones en Argentina y el extranjero. Se desempeña
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profesionalmente como profesor, conferencista y articulista. Es autor de numerosos ensayos, poemarios y obras de literatura infantil.
FEDERICO LANATI
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na concepción más que rudimentaria de la historia lleva a creer que una nación solo se extingue cuando desaparece materialmente de la faz de la Tierra. Tal es el caso, según se dice, del antiguo Israel bajo la bota romana, o de la misma Roma bajo las huestes de Oderico. Sin embargo, Israel sobrevive a su propia extinción territorial hasta renacer geográficamente dos mil años más tarde y Roma deja de ser Roma mucho antes de que la espada germana corte el último eslabón unitario del Imperio. Es que, en rigor, las naciones condenadas a muerte suelen padecer formas más sutiles y complejas de extinción sin que, necesariamente, se desvanezcan los perfiles externos que les dan realidad geográfica o que permiten reconocer en ellas un remedo de vida jurídica. Al igual que muchos hombres, ciertas naciones envejecen prematuramente y antes de alcanzar su plenitud ya se han marchitado bajo el peso de los desaciertos cometidos en su proceso de constitución. Es decir, que más que como naciones con pasado se las puede caracterizar como naciones del pasado. Para que la tragedia sobrevenga, para que una anticipada senectud devore la imaginación vital de un pueblo, es necesario que en ese pueblo se atrofie el sentido de la orientación histórica que le dio origen, que malentienda las exigencias que, a cada paso, formula el presente, que ignore esa demanda de reactualización constante que garantiza, mediante el cambio, la prosecución en el tiempo de la propia identidad. ¿Y qué decir de la Argentina? ¿Somos aún una nación viva? ¿Pertenecemos todavía protagónicamente al mundo contemporáneo? ¿O somos, tan solo, una presencia hueca en la
tructuras democráticas, con su secuela de autoritarismo, crisis económica y represión ideológica y cultural, no solo corta el flujo inmigratorio: llega, incluso, en nuestra época, a invertirlo. Nos convertimos en un centro promotor de la diáspora y dejamos de ser un ámbito que convoque, que aglutine y que concentre. Fragmentado, escindido por la feroz enajenación a la que lo someten quienes se empecinan en concebirlo como suelo de pocos, y expresión exclusiva de intereses sectoriales y elitistas, el país de los argentinos arrastra, sin resolver, disyuntivas de un pasado traumático, perdiendo de este modo transparencia ante los ojos libres del mundo y consistencia en sus propios habitantes. La pobreza de la conciencia histórica nacional queda en evidencia cuando advertimos que, en lo que hace a la percepción de nuestro pasado, las mayorías siguen gobernadas por la primacía de las antinomias. El esquematismo que imponen los dogmas, la polarización inevitable que introducen las idealizaciones desmedidas y los mandatos ideológicos nos fuerzan a concebir el ayer como una lucha maniquea entre probos y réprobos, santos y demonios, buenos y malos. Esta miopía perceptiva proyecta fatalmente sobre el presente su andanada de desaciertos, y ejecuta sus burdas ecuaciones y sus divisionismos mezquinos: provincianos y capitalinos, civiles y militares, proletarios y burgueses, peronistas y antiperonistas. Encorsetada por la estrechez de quienes pretenden manipularla, muchas veces la sensibilidad política de nuestro pueblo pierde capacidad y recursos para examinar a fondo sus circunstancias, y reconocer los matices complejos y múltiples que definen el momento en el que le tocar actuar. Es evidente, en consecuencia, que solo si aprendemos a meditar nuestro pasado con decisión democrática, sin temor a las profanaciones aparentes, podremos encarar el presente con la hondura que conviene. Se trata, por un lado, de im-
pedir que sus desaciertos se repitan, y por otro, de lograr que los grandes ideales populares forjados en él puedan hallar el camino de su realización perdurable. Solo si el pasado queda atrás –es decir, si se lo elabora y supera– tendremos el futuro por delante. Porque, en última instancia, la cuestión decisiva sigue siendo, tal como sostuvo Sartre, “no lo que el pasado ha hecho con el hombre sino lo que el hombre haga con lo que el pasado hizo de él”. POR UN FUTURO IMPERFECTO Si de veras la Argentina quiere afianzar su democracia tendrá que aprender a liberarse de cierta visión de futuro que aún hoy está enquistada en el pensamiento republicano. Esa concepción, que no vacila en recurrir a mayúsculas y almidones cada vez que invoca el porvenir, no es más que una trampa que aprisiona la conciencia del país en una valoración del tiempo verdaderamente estéril. Reverso de otro concepto igualmente nefasto, el del Pasado-Sin-Mácula, la imagen del futuro perfecto confirma, en esencia, un espejismo siniestro. ¿Por qué? Porque responde al ideal de la realización sin fisuras; al imperativo de la apoteosis y el sonoro final feliz. ¡Como si la historia se fijara metas definitivas y la vida de los hombres estuviese llamada a alcanzar objetivos infranqueables! No le deseo a mi país un futuro marmóreo y sin impurezas porque eso, en última instancia, equivale a extenderle un certificado de defunción. No lo quiero lanzado tras el ideal del Bien Definitivo porque eso equivale a condenarlo a la parálisis. Me importa, en cambio, verlo invertir su energía en una perpetua renovación de sus conflictos; en una rica búsqueda de sí, por lo que tenga de incesante y que, sin perder complejidad, sea capaz de ir ganando siempre mayor hondura. Le deseo, en suma, un fecundo desencuentro con las ilusiones enfermas que le dicta la terca voz de su omnipotencia.
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Ser y durar nunca serán lo mismo. Puede durar lo que no cambia. Pero solo puede ser lo que se transforma. Y en lo que atañe a una nación, ella no se desarrolla más que cuando la orienta el sentido crítico y eficaz de sus cambiantes pero incesantes contradicciones. De manera que una comunidad así dotada, lejos de anhelar el exterminio de lo problemático, aspira al paulatino ascenso cualitativo de las cuestiones que la desvelan. Busca, en otras palabras, mejores preocupaciones y no ninguna preocupación. Y es que no se está bien cuando no nos pasa nada sino cuando lo que nos pasa logra arrebatarnos de interés. Del mismo modo, no se realiza una nación cuando presume haber dejado atrás tensiones e incertidumbres, sino cuando ve gritar sobre su presente desafíos y tareas más ricas que lo que pesaron sobre ella en el pasado. Por eso, en la medida en que la Argentina siga a merced de males que, a fuerza de irresueltos, terminan siendo crónicos, se condena a no poder emplear su tiempo en la creación de nuevas y más fecundas inquietudes. Se diría que el país se empecina desde antaño en acentuar su división en banderías, segmentándose en pandillas atascadas en la idea de que la razón no debe compartirse sino acapararse. Somos –¡quién no lo sabe!– hijos de un pavoroso feudalismo espiritual; de un afán de enajenación que no cesa y que solo puede ir en desmedro del ya muy lastimado proyecto de unión nacional. Estimulado por la sed de poder sectorial y la jactancia corporativa, el rechazo a la divergencia solidaria ha hecho de la Argentina un Estado atomizado en incontables partidos políticos. Creo, por eso, que anda lejos de la real naturaleza de los hechos quien interprete ese polimorfismo partidario como expresión de alguna riqueza de ideas. Hay otra versión de las cosas, prosaica quizás, y, sin duda, paradójica, pero más reveladora. Es la que entiende esa extendida di-
versidad partidaria como ácido producto de la intolerancia al pluralismo. De hecho, cuando los nucleamientos políticos primarios impugnan la polémica que se genera entre sus distintas tendencias internas promueven, generalmente, la expulsión de una u otras de ellas y así contribuyen a atomizar en varios cuerpos lo que, con mayor tolerancia y mejor civismo, bien podría seguir siendo parte de uno solo. La Argentina, en suma, pareciera más complacida en fundar incesantemente nuevos partidos antes que en crear algunas buenas ideas. De igual modo, hace ya mucho que se la ve mejor dispuesta a recordar con más frecuencia su riqueza potencial que a explicar y revertir su ineptitud para explotarla. Vale la pena entender que la dictadura del futuro perfecto sólo puede concretarse allí donde la intolerancia al pensamiento ajeno y a su complemento –la ausencia de autocrítica– se abrazan para dar forma al modelo autoritario. Y el autoritarismo, que nos condena a un porvenir monumental, también nos arroja, por supuesto, a las fauces de un pasado de piedra que se postula como expresión de virtudes inmejorables. El pasado de una nación que ha alcanzado la paz es, por eso mismo, turbulento y ni qué decir de las naciones que no la han alcanzado. Quien observe este pasado con lucidez no podrá sino verlo atravesado por el huracán de la pasión, de la arbitrariedad y el sectarismo. Es inútil y socialmente empobrecedor intentar despojarlo, desde el presente, de su rugido multívoco, de su ritmo caótico. El pasado sólo se hace inteligible como un margen y ninguna imagen del pasado es exclusiva ni suficiente para lograr, de una vez por todas, la aprehensión de su significado. Y eso porque cualquier imagen del pasado que se nos brinde es solo una cierta síntesis; es siempre una entre otras síntesis interpretativas posibles y, en esa medida, no deja de
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estar nunca expuesta al roce desgastante de la relatividad. Para que cualquiera de esas síntesis resulte parcialmente válida, de ningún modo es necesario –a menos que sus aspiraciones sean dogmáticas– que la asista toda la razón ni que en ella se agote el significado integral de los hechos que alimentan su trama. Mientras sigamos reclamándole esfinges al pasado nos condenaremos a la inmovilidad. No educamos a los jóvenes para que se reconozcan en nuestros próceres sino para que se subordinen a la mitología que los momifica. Para que sustituyan la curiosidad por la obediencia y reemplacen la familiaridad por el temor. Para que no los exalte nunca la pasión ni los gane el entusiasmo y se atengan sin descanso a la asepsia del rígido deber. Y así, con tanto empeño puesto en la petrificación del ayer, se deja de advertir que, con la renuncia a discutir la historia, se va inculcando el sentimiento de que el presente no es espacio de trabajo, de redefiniciones, sino sitio de abstención y mero acatamiento. Se niega, en fin, que las mejores verdades no exigen sumisión sino conciencia, y quien la conciencia no prospera más que donde se ha comprendido la fuerza transformadora que encierra el hábito de replanteo. Al verse privados del aliento y el derecho a buscar significados propios, los jóvenes de hoy sienten que sólo habrá de legitimárselos a condición de que renuncien a su inquietud creadora. Se diría que la anemia espiritual es el requisito para encontrar vacante en el presente. El prejuicio, la soberbia, la estupidez y el miedo han succionado, a la enseñanza oficial de la historia, el derecho a la vida verosímil. Así como también el utopismo autoritario ha paralizado el significado del futuro convirtiéndolo en el sitio de la Bienaventuranza. Si seriamente queremos llegar a ser algo más que un sueño como nación tendremos que renunciar al ideal sin sustancia de la “Argentina potencia”;
al pedestal que el destino, según se presume, nos ha reservado entre los estados triunfales de la Tierra. Sólo el reconocimiento de nuestra medianía podrá ponernos a salvo de ella. Todo se echará a perder penosa, irremediablemente, si pretendemos alimentarnos de otro pan que no sea el de nuestra experiencia. Y nuestra experiencia es la del extravío; es la experiencia de un paso que aún no atina a dar con su cauce. Somos, todavía, puro prolegómeno. Estamos, todavía, en el vestíbulo de las grandes síntesis nacionales que, a su vez, siempre son provisorias porque se nutren de la imaginación aportada por sucesivas generaciones que la redefinen sin pausa. No habrá República mientras la vida provinciana sea sinónimo de letargo y extemporaneidad, y la indigencia cultural que nos sumerge sea entendida como consecuencia y no como causa del subdesarrollo. No habrá República hasta que la comunidad argentina ingrese a otra etapa problemática distinta a la que, desde hace tanto, la agobia: la del salario insuficiente, la de los pactos mafiosos, la de la militarización de la vida cívica, la de la intolerancia religiosa, la de la dependencia que hipoteca hasta el último resquicio de la vida cotidiana. Los problemas que hoy nos definen son los que impiden definir a la República como un Estado problemáticamente rico. Nuestros problemas no son interesantes. Son graves. Nada más que graves. Una sociedad llega a tener problemas interesantes sólo después de haber logrado y fortalecido su unidad. A partir de allí tiene problemas auténticamente nacionales. Hasta allí, tiene problemas con la nacionalidad. Y los problemas con la nacionalidad se concentran en un área, remiten en conjunto a un trauma dominante: el que impide superar el sectarismo; la tenaz tribalización de la problemática histórica. Somos, creo yo, hijos de un bicefalismo riguroso. Nos gobiernan las dicotomías. Se nos ha hecho creer que todo con-
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SOLANA PEÑA
flicto implica una disyuntiva tajante. El marxismo acierta o se equivoca. Perón envileció al país o lo enalteció como ninguno. El liberalismo promovió la catástrofe o inspiró el progreso. Yrigoyen impulsó a la liberación o destrozó la austera república patricia. Iconoclastas de lo absoluto, seguimos dominados por el terror al tiempo, al cambio, a la vigorosa penumbra donde la luz y la sombra se funden en el humus de una tercera y matizada instancia. Creemos que en las polarizaciones hay más verdad que en las conjunciones. Pero la democracia que tanta falta nos hace no puede ser fruto sino de una resuelta voluntad de convergencia. La democracia no prospera más que donde la sensibilidad al matiz logra sobreponerse a la hostilidad de los trazos contrapuestos. Por eso, el autoritarismo político desalienta la polémica y decreta subversiva la visión problemática de lo real. Nada quiere saber tampoco con la buena memoria: la prefiere extinta para que el sentimiento cívico pierda, de ese modo, conciencia del valor temporal de su experiencia y se hunda en la vivencia vegetativa de la cultura y la historia. Su vocación, en suma, es mineral: aspira a cristalizar los significados. En resuelta oposición al autoritarismo, la sensibilidad democrática alienta la comprensión social, es decir interactiva y dinámica, del valor de la memoria. Al articular la relación entre pasado y presente, la memoria estimula el ejercicio de la comparación y, con él, el ahondamiento del espíritu crítico, la proclividad al análisis, y la voluntad de diálogo y discusión. Justamente, en la raíz solidaria de esa voluntad de diálogo y discusión se va ensanchado la propensión a concebir el futuro en términos de incesantes procesos y no de gloriosas epifanías terminales; allí se va afirmando, en fin, la capacidad de valorar ese futuro que, liberado de la triste obligación de salvarnos de la historia, nos reconcilia siempre un poco más y siempre de otro modo con las ventajas de su desafiante y renovada imperfección. (1987)
A S I G N AT U R A S P E N D I E N T E S DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO ROSENDO FRAGA
A
l conmemorarse el Bicentenario de la Revolución de Mayo, seis años atrás, en mi opinión había tres grandes asignaturas pendientes para la democracia argentina: la desigualdad social, las prácticas electorales no transparentes y la falta de un sistema de partidos sólido. Ahora, seis años después, se conmemora el Bicentenario de la Independencia, declarada en Tucumán el 9 de julio de 1816. Puede ser interesante revisar cuánto se ha avanzado o no en resolver o por lo menos encauzar estas tres asignaturas pendientes. Comenzando por la primera, la respuesta es la más concreta: nada. Más allá de la pobreza y el desempleo, la Argentina en los últimos seis años no ha logrado avances en materia de eliminación de la desigualdad. Es este el gran conflicto social de largo plazo, no sólo en Argentina o en América Latina, sino también en la sociedad global, que en lo que va del siglo XXI ha logrado disminuir los niveles de pobreza, pero, al mismo tiempo, ha visto aumentar los de desigualdad. Esta situación es una de las explicaciones del malestar social en los países desarrollados, que siguen siendo la meta desesperada para quienes huyen, ya sea por guerra o por hambre, de los países subdesarrollados. Suele ponerse el énfasis en la marcada reducción de la pobreza que en las últimas dos décadas generó el crecimiento impulsado por las grandes economías emergentes del Asia, pero, al mismo tiempo, se debe advertir que este ha cesado en los años recientes. A su vez, desde las ciencias sociales, se pone el énfasis en el ROSENDO FRAGA Es abogado egresado de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires. Analista político, periodista e historiador. Ha ejercido la docencia
aumento de la desigualdad –América Latina en el presente no es la región más pobre del mundo pero sí es la más desigual–, sin advertir fenómenos modernos que la han atenuado más allá del ingreso, como es el hecho de que hoy hay más de un teléfono celular por habitante y que en África ya los usa el 70% de la población, aún los analfabetos. Los datos hoy son incontestables. El Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), al comenzar el primer trimestre de 2016, ha informado que la pobreza aumentó cinco puntos, superando el 34% de la población total durante el primer trimestre del año. Entre los menores de 16 años, el porcentaje supera el 40%, porque la natalidad es mayor en las familias de menores ingresos. Si bien pobreza no es desigualdad, la segunda es una manifestación de la primera, ya que, si aumenta la pobreza, también aumenta la desigualdad. La solución de largo plazo para reducir la desigualdad, como estaba sucediendo un siglo atrás, cuando se conmemoró el Centenario de la Independencia, es la mejora en la calidad de las prestaciones públicas y, en particular, de la educación. Si en 1916 el país podía mostrar resultados positivos en la reducción de la desigualdad, tres décadas después de sancionada en 1885, durante la primera presidencia de Roca, la Ley 1.420 de educación obligatoria, gratuita y laica, este avance no ha continuado, y, en los últimos años, se ha registrado un retroceso. Quienes menos tienen, sólo pueden tener educación, salud
universitaria, y es colaborador de diversos medios periodísticos, entre ellos los diarios La Nación, Clarín, La Prensa, Cronista, Página 12 y Ámbito Financiero. Director del Centro de Estudios Unión
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para la Nueva Mayoría. Ha publicado más de 40 libros de ensayo y se desempeña como asesor en distintas entidades.
Detalle de la Casa Histórica. JUAN MARCELO BAIARDI
La desigualdad cuestiona el presente del país, lo mismo que las prácticas electorales opacas y el déficit de solidez del sistema de partidos. La victoria del frente Cambiemos abre una esperanza respecto de las dos últimas asignaturas. En contraste, no hay signos claros de voluntad orientada a reducir las brechas socioeconómicas y a fortalecer la clase media.
Dique “Celestino Gelsi” o “El Cadillal”. JAVIER ZEVI
y seguridad públicas, y mejorarlas. Esta es la política más importante para reducir los niveles de desigualdad en una sociedad. En cuanto a las prácticas electorales no transparentes, posiblemente 2015 haya sido un punto de inflexión. Desde el restablecimiento de la democracia en 1983, las irregularidades electorales fueron aumentando y no disminuyendo. No se avanzó en la transparencia electoral durante las últimas tres décadas, sino que sucedió lo contrario. La realidad mostraba que quien ejercía el poder, ya fuera nacional, provincial o municipal, tenía una clara ventaja para perpetuarse ganando elecciones sucesivas. La combinación del incremento de las prácticas electorales clientelistas, con falta de transparencia en los comicios, hizo retroceder y no avanzar en cuanto a la transparencia electoral. Pero las elecciones provinciales realizadas justamente en Tucumán, la Cuna de la Independencia, en 2015, pueden haber sido el punto de inflexión en la dirección contraria. Los hechos que tuvieron lugar entonces, en materia de irregularidades, se nacionalizaron y generaron una conciencia nacional sobre el problema. La fiscalización masiva que desplegó Cambiemos en los comicios nacionales del año pasado y, en particular, en la provincia de Buenos Aires, posiblemente no se hubiera llevado a cabo si Tucumán no hubiera dado la alerta. Si bien es “historia contra-fáctica”, –¿qué hubiera pasado si..?– es posible que, sin la alerta de Tucumán, María Eugenia Vidal no sería hoy gobernadora de la provincia de Buenos Aires y, entonces, ¿sería Mauricio Macri presidente? La afluencia masiva de fiscales que hubo por primera vez desde 1983 por parte de una fuerza no peronista en el conurbano tuvo mucho que ver con el cambio político de Argentina en 2015. Ese mismo año se hizo en la Ciudad de Buenos Aires la primera experiencia con la boleta electrónica, que fue exitosa, lo cual es un claro avance en materia de transparencia electoral. El 2 de abril de 1916, un siglo atrás, en el mismo año en que se conmemoraba el Centenario de la Independencia, tuvo lugar la primera elección presidencial con la ley del voto universal, secreto y obligatorio, siendo electo por primera vez Hipólito Yrigoyen. En 2016, ahora, un siglo más tarde, se pone en marcha la reforma electoral más ambiciosa desde 1983. Entre otras iniciativas, buscará extender el uso de
la boleta electrónica a las elecciones nacionales. Respecto de la tercera asignatura pendiente, la falta de un sistema de partidos sólido, clave esencial para el funcionamiento eficaz de la democracia, cabe la posibilidad de que haya comenzado a solucionarse en 2015, con el triunfos de Cambiemos en la elección presidencial. En las tres elecciones presidenciales precedentes (2003, 2007 y 2011), el peronismo se presentó dividido en tres alternativas, las que, sumadas, en las tres oportunidades superaron el 60%. Frente a ello, el no peronismo siempre se presentó dividido, sin posibilidad de constituirse en alternativa de poder. El bipartidismo atenuado que había tenido la Argentina durante el siglo que se inicia en 1916, que hasta 1946 fue entre radicales y conservadores, y, desde entonces, entre peronistas y radicales, había dejado de funcionar. Ahora, en la cuarta elección presidencial del siglo XXI, ganó por primera vez una fuerza no-peronista, que es Cambiemos. Si en los próximos años la política argentina se reorganiza nuevamente con base en dos ejes alternativos, como funcionan las democracias estables, uno en que prioriza la distribución de la riqueza, como puede ser el peronismo, y otro más centrado en las reglas institucionales y el crecimiento, como sería Cambiemos, el país puede pasar a tener el sistema de partidos estables que la democracia necesita para funcionar con eficacia. Serán las elecciones que tendrán lugar en 2017 y 2019 las que mostrarán si esta posibilidad que se abre se concreta o no. Pero no cabe duda de que, en materia de sistema de partidos, la Argentina tiene por delante la posibilidad de un cambio de época, como fue la llegada del radicalismo al poder en 1916 y del peronismo en 1946, y no sólo un cambio de ciclo, como fueron sucesivamente los gobiernos del alfonsinismo, el menemismo y el kirchnerismo. En conclusión, en los seis años que transcurren entre los bicentenarios de la Revolución de Mayo y el de la Declaración de la Independencia, la Argentina está dando señales de comenzar a corregir dos asignaturas pendientes en lo político: la transparencia electoral y la necesidad de contar con un sistema de partidos sólido que garantice, al mismo tiempo, alternancia y gobernabilidad. En cambio, no se registran progresos en la lucha contra la desigualdad, la gran cuestión social de los próximos años.
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L A PAT R I A N O S C O N V O C A JUAN ARCHIBALDO LANÚS
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estejar la Declaración de nuestra Independencia nos compromete a todos los argentinos a cumplir con el mandato del juramento que hicieron, en el mediodía luminoso del 9 de Julio de 1816, aquellos patriotas reunidos en el Congreso de Tucumán. En medio de la soledad de un mundo en el que, después de la caída de Napoleón, el concierto europeo había consagrado la legitimidad monárquica, restaurando al rey Fernando VII en su trono, y mientras las Provincias Unidas ya habían probado el germen del antagonismo que invadiría gran parte de nuestra historia, el coraje y determinación de aquellos diputados es un ejemplo que debe guiar a todos los argentinos. Inspirados en los reclamos del General José de San Martín, no dudaron en proclamar la Independencia de todo poder extranjero, reafirmando el legado de autodeterminación que en Mayo de 1810 se había instituido como fuente legítima de toda autoridad. Al cumplir en 1916 el primer Centenario de aquella proclama habíamos logrado, con el esfuerzo de varias generaciones, construir un país próspero, con el mejor nivel educativo de toda Latinoamérica, con un ingreso medio por habitante que era el 70 % del ingreso de un estadounidense; poseíamos una de las redes de ferrocarriles más grandes del mundo; habíamos iniciado la experiencia de una reforma política para crear una democracia participativa y erradicar el fraude y, en fin, teníamos el privilegio de ser uno de los 12 países más avanzados del mundo. Como dijo el historiador Tulio Halperin Donghi, la Argentina “fue una de las apuestas más grandes”. Pero, al cumplir 200 años de la Independencia, la Argentina se enfrenta a desafíos, tanto internos como externos, tan
JUAN ARCHIBALDO LANÚS Diplomático de carrera, abogado de la Universidad de Buenos Aires y Doctor de la Sorbonne, Universidad de Paris I. Ha escrito numerosos artículos en revistas extranjeras y nacionales sobre cuestiones de
complejos que sin duda nos plantean problemas de incierta solución. Hemos declinado en el concierto de las naciones; casi todos nuestros índices sociales se han deteriorado en las últimas cinco décadas y presenciamos lo que podría llamarse una desarticulación del funcionamiento de nuestro sistema de gobierno. Como decía Lucio V. Mansilla en su Excursión a los Indios Ranqueles, “la Argentina era un país destinado a ser grande“, pero, sin duda, una serie de factores nos han hecho desertar de esa lógica. Eduardo Mallea, en su Vida Blanca, nos recuerda también que los argentinos se dijeron “vayamos adelante y fuimos“. Decía que debíamos recuperar el entusiasmo de ese “... genio que empezó con querer hacer”. En primer lugar, debemos partir de un concepto nuevo debido a que el paradigma del “borde” –el “limes” romano– se ha relativizado frente al proceso de la globalización e internacionalización de los espacios nacionales. Lo que pasa adentro repercute en lo que pasa afuera y lo que pasa afuera tiene efectos en el interior de cada país. Los países no pueden concebirse como departamentos estancos, sino que deben administrarse con un criterio global. De allí que nuestra evolución nacional dependa de la buena gestión y acertada estrategia que tenga en cuenta los nuevos estándares de esa relación adentro/afuera. El bienestar de nuestro pueblo, el prestigio de nuestra Nación y de nuestra capacidad de desarrollo sustentable, dependerán en gran parte de la buena gestión de nuestras relaciones con el resto del mundo. Ello depende de las conductas y políticas que logremos establecer, a mediano y largo plazo, en lo que respecta a la previsibilidad del
política y economía internacional. Participó en delegaciones ante las Naciones Unidas, OEA, Fondo Monetario Internacional y el GATT, y fue ministro consejero de la delegación ante la UNESCO. Además, se desempeñó como vicecanci-
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ller; embajador ante los organismos de las Naciones Unidas en Ginebra y embajador en Francia. Es autor de varios libros, entre ellos: “La Argentina Inconclusa”, “El orden internacional y la doctrina del poder” y “De Chapultepec al Beagle”.
Amaicha del Valle. JAVIER ZEVI
El bienestar de nuestro pueblo, el prestigio de la Nación y la capacidad de desarrollo sustentable dependerán en gran parte de la buena gestión de las relaciones internacionales. Hay que cumplir las reglas de juego y dejar de lado la preferencia por “atajar penales”. La patria y el planeta esperan que seamos dignos del juramento que en 1816 hicieron nuestros antepasados.
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dibilidad, que es un factor decisivo para solventar nuestro protagonismo y aumentar nuestro poder de decisión en el ámbito internacional. La diplomacia tiene un rol fundamental en esta permanente tarea de defensa de nuestros intereses nacionales. ¿Qué queda de nuestra independencia si no logramos revertir nuestro declive en el orden internacional? ¿O si no logramos salir de la dependencia de la telaraña de conflictos que destruyen nuestra competitividad como país? Si no conservamos nuestra independencia para tomar decisiones que comprometan nuestro futuro, difícilmente podremos tener éxito en este mundo complejo donde la tecnología y la mundialización abren perspectivas que son promisorias en tanto las aprovechemos con inteligencia y creatividad. La Argentina es el octavo país en el mundo por su extensión territorial, y todos los que nos preceden son grandes potencias políticas, económicas, militares. Con marchas y contramarchas, seguimos repitiendo círculos viciosos. Al recordar aquel Congreso que declaró al mundo nuestra independencia, debemos asumir los desafíos futuros con la determinación de aquellos que dieron los primeros pasos hacia la anhelada libertad. En homenaje a la celebración de los 200 años de nuestra Independencia, quiero recordar unos versos de Jorge Luis Borges (“Oda escrita en 1966”):
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El Siambón. JAVIER ZEVI
Estado de derecho; al funcionamiento del sistema político; al respeto a los derechos humanos; a la preservación del medio ambiente; al cumplimiento de las reglas y disciplinas multilaterales que rigen los intercambios de bienes y servicios, y al respeto por las reglas de competencia y de defensa del consumidor, que son algunos de los factores que inciden en nuestra participación en el sistema mundial. Cuando nuestros gobiernos pretenden tasas de interés bajas para los préstamos internacionales o un ingreso importante de inversiones –sean argentinas o extranjeras–, o cuando pretendemos mercados exteriores crecientes para la producción nacional, los resultados dependerán no solo de lo que hagamos en el exterior, sino de lo que hacemos en el interior de nuestras fronteras. Mi larga experiencia en la gestión diplomática de nuestros intereses me convence de que, en vez de violarlas, es más beneficioso respetar las disciplinas aceptadas, por ejemplo en la OMC (Organización Internacional de Comercio) o en los compromisos financieros pactados. El incumplimiento nos ha valido un Panel en la OMC de más de 40 países por trabas ilegales al comercio y numerosos procesos arbitrales en el CIADI del Banco Mundial (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones), que hacen perder tiempo y aumentan los costos, gastando energías y honorarios en abogados. Vivimos “atajando penales”. La Argentina debe preservar el capital de prestigio y cre-
Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete que, alto en el alba de una plaza desierta, rige un corcel de bronce por el tiempo, ni los otros que miran desde el mármol, ni los que prodigaron su bélica ceniza por los campos de América o dejaron un verso o una hazaña o la memoria de una vida cabal en el justo ejercicio de los días. Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos. Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, y de rostros que van envejeciendo en los espejos que se empañan y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines. La patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo. (Si el Eterno Espectador dejara de soñarnos un solo instante, nos fulminaría, blanco y brusco relámpago, Su olvido.) Nadie es la patria, pero todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa. Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar. Nadie es la patria, pero todos lo somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso. 403
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ÍNDICE
6
NOTA DEL COMITÉ EDITOR
8
NUESTROS PRÓXIMOS 200 AÑOS COMIENZAN HOY Presidente Mauricio Macri
10
EL FUTURO NOS UNE Y NOS HACE NACIÓN Gobernador Juan Luis Manzur
12
NUESTRA CIUDAD, CUNA DE LIBERTADES Intendente Germán Enrique Alfaro
14
IDEAS INSPIRADORAS PARA EL TRICENTENARIO Pedro César Omodeo (h), Presidente de la FET
21
HITOS DE LA CONFORMACIÓN DE NUESTRA SOCIEDAD
24
ARGENTINA: CONSTRUCCIÓN Y DERROTERO DE UNA NACIÓN Florencia Gutiérrez y Leandro Lichtmajer
44
PRESIDENTES RELEVANTES
48
LA CAPITAL PROVINCIAL DESDE SU FUNDACIÓN HASTA LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA: 1565-1816 Teresa Piossek Prebisch
54
LA BATALLA DECISIVA Santiago Rex Bliss
62
LA CASA DEL 9 DE JULIO Patricia Fernández Murga
70
LA IGLESIA CATÓLICA: DE LA COLONIA AL SIGLO XXI Cynthia Folquer y Lucía Santos Lepera
82
1816-1916 : CIEN AÑOS DE POLÍTICA VERNÁCULA Elena Perilli de Colombres Garmendia
88
TUCUMANOS NOTABLES
98
1916-2 016 : CIEN AÑOS DE POLÍTICA VERNÁCULA Carlos Páez de la Torre (h)
126
GOBERNADORES DESTACADOS
131
EL DESARROLLO DEL POTENCIAL ECONÓMICO
134
LA ECONOMÍA PROVINCIAL DESDE SUS ORÍGENES HASTA FINES DEL SIGLO XX Osvaldo Meloni
142
LA ECONOMÍA PROVINCIAL DESDE LOS INICIOS DEL SIGLO XXI A 2016 Ana María Cerro
168
LAS OPORTUNIDADES DE COMIENZOS DEL SIGLO XXII Víctor Jorge Elías
172
EL HISTÓRICO CENTRO COMERCIAL Y DE SERVICIOS DEL NOA
182
TUCUMÁN, EL EDÉN DE AMÉRICA Federico Lanati
204
HOTELES Y RESTAURANTES DE AYER, HOY Y SIEMPRE
211
EL CONOCIMIENTO, DESAFÍO PERPETUO
214
LA EDUCACIÓN, MOTOR DE PROGRESO Y CIVILIZACIÓN María Esther Ferreyra
222
EL PENSAMIENTO FUNDACIONAL DE LA UNT Raúl Torres Zuccardi
238
LA CIENCIA QUE SUPIMOS PRODUCIR Julio Marengo
249
TALENTO Y CREATIVIDAD
252
NUESTRA CULTURA, UN SEMILLERO SIN FIN Roberto Espinosa
280
EMBAJADORES CULTURALES
284
TUCUMANOS POR ADOPCIÓN
288
EL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO DE LA PROVINCIA Alberto Nicolini
304
UN DESEO TRASCENDENTE DE HONOR Y DE GLORIA Carlos Werner
323
FEDERACIÓN ECONÓMICA DE TUCUMÁN
326
NUESTRA ENTIDAD, NUESTRA CASA
359
MÁS ALLÁ DEL 2016
362
UNA FIESTA HISTÓRICA Irene Benito
380
NUEVE DESAFÍOS PARA EL TRICENTENARIO Álvaro Aurane
390
¿QUÉ HACER CON EL PASADO? Santiago Kovadloff
396
ASIGNATURAS PENDIENTES DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO Rosendo Fraga
400
LA PATRIA NOS CONVOCA Juan Archibaldo Lanús
405
BIBLIOGRAFÍA
Este libro ha sido posible gracias al apoyo de las siguientes instituciones y cámaras: Superior Gobierno de la Provincia de Tucumán Municipalidad de San Miguel de Tucumán Ente Provincial del Bicentenario Ente Tucumán Turismo IDEP (Instituto de Desarrollo Productivo) AETAT (Cámara de Transportistas de Tucumán) CAC (Cámara Argentina de Comercio) Cámara de Concesionarios Oficiales de Quinielas de Tucumán Cámara Tucumana de la Construcción Cámara de Turismo de Tucumán CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) CAPEGA (Cámara de Petroleros y Afines de Tucumán) Unión de Hoteles, Bares, Restaurantes y afines de Tucumán Universidad Nacional de Tucumán (UNT) Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Universidad Nacional Santo Tomás de Aquino (UNSTA) Universidad San Pablo-T AGRADECIMIENTOS Marcelo Aguaysol Antonio Aldonate Carlos Paz Dirk Trotteyn Elena Colombres Garmendia Eugenia Flores de Molinillo Eugenia Lobo Julio Saguir Luis Duarte Marcela Magliani Sebastian Giobellina Marcelo Aguaysol Luis Duarte Eduardo Morfil Alberto Caponio María Martínez Romero José Pochat Susana Salgado Nazareno Delgado Alejandro Marchiaro
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