Se trata de un texto fascinante, que ha trascendido su época y su geografía: canciones, imágenes, personajes y costumbres de su propia cultura delinean el escenario de lo cotidiano que se ofrece como señuelo. ¿Y si el espejo en el cual nos miramos empezara a disolverse frente a nuestros dedos? Entonces todos nos sentimos interpelados. De ahí su condición universal. Nuestro pecado: convertir a Alicia y su imaginario en una convención, creer que la conocemos, que hemos desentrañado todos sus secretos, cuando en realidad el trabajo es de introspección. La genialidad de Carroll: independizar su obra de la ley totalitaria del lenguaje. Pat Andrea, figura clave del arte contemporáneo, ha sabido desarrollar un código propio para dar forma a la irreverente geometría del sueño y a una nueva Alicia polimórfica, tal vez la primera Alicia fractal.
T R AV É S D E L E S P E J O
La obra maestra de Lewis Carroll no pertenece exclusivamente al mundo infantil ni al adulto. Alicia es la misma frontera, la linde ondulante entre la norma y la libertad, la sintaxis y el neologismo, la vigilia y los sueños, que juega subversivamente sus cartas y cambia sin pedir permiso.
Lewis Carroll
Pat Andrea
A
Foto: Azul Andrea
Lewis Carroll – Pat Andrea
Asistió a la Real Academia de Bellas Artes de La Haya y en 1967 obtuvo el Premio Jacob Maris de dibujo. Durante la década de los setenta formó parte del grupo ABN junto a Peter Blokhuis y Walter Nobbe. En 1976, tras exponer en París, viajó por Sudamérica; dicha experiencia produjo un cambio fundamental en su trabajo: sus composiciones figurativas adquirieron mayor fuerza y tensión formal, la base clásica de su estilo se enriqueció con deformaciones muy personales y expresivas que imprimieron a su obra una inusual fuerza dramática. En 1979, el crítico Jean Clair lo invitó a participar junto a David Hockney, Ronald Kitaj y Antonio López en la exposición que fundaría uno de los movimientos artísticos más importantes de la segunda mitad del siglo X X , la Nouvelle Subjectivité. En 1998 fue nombrado profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París. Su obra integra las colecciones de prestigiosos museos: el MoMA de Nueva York, el Centro Pompidou de París, el Gemeente de La Haya, el Stedelijk de Ámsterdam y el de Arte Moderno de Lieja. La atmósfera de Alicia —dislocada de la lógica racional, proclive a las desmesuras, invitación ilimitada a las súbitas variaciones de escenarios— estimula el arte de Pat Andrea, ese maestro del «impresionismo psíquico», como lo llama Marc Lambron, quien puntualiza: «La mutabilidad de Alicia, su plasticidad, ha despertado en Pat Andrea un jubiloso deseo de metamorfosis. La alternancia de técnicas —lápices de colores, acuarela, carboncillo duro, collages, pintura con pan de oro, grafito— acentúa aún más este efecto caleidoscópico. Pat Andrea insinúa, amalgama, ensambla y separa los múltiples signos de una ecuación cambiante». En Libros del Zorro Rojo, ha publicado Las flores del mal (2008) de Charles Baudelaire y La puñalada / El tango de la vuelta (2014) con cuento de Julio Cortázar.
Alice’s Adventures in Wonderland / Through the Looking-Glass and What Alice Found There
La Haya, 1942
ALICIA
Pat Andrea
E N E L PA Í S D E L A S M A R AV I L L A S
Cover-Alicia 1.qxp_Layout 1 11/7/16 4:17 p.m. Page 1
EDICIÓN BILINGÜE
A LICIA EN EL PAÍ S DE LAS MAR AVI LLAS Alice’s Adventures in Wonderland / Through the Looking-Glass and What Alice Found There
A T R AV É S DE L E S P E JO
Lewis Carroll Daresbury, 1832 - Guildford, 1898
Pseudónimo literario de Charles Lutwidge Dodgson, fue el mayor de once hermanos. Educado por el reverendo Dodgson —su padre— hasta la edad de doce años, era zurdo y tartamudo, como todos sus hermanos. La tartamudez le sirvió de pretexto para no proseguir su carrera religiosa más allá de la orden de diácono, puesto que era incapaz de predicar, y, al mismo tiempo, fue un elemento que nutrió su escritura con abundantes juegos de palabras. El hecho de ser zurdo abonó su gusto por las inversiones: «Primero la sentencia, el veredicto después», dice la Reina de Corazones en Alicia; en Al otro lado del espejo —el título mismo como flagrante inversión—, una herida dolerá antes de nacer. Escribió numerosos tratados de lógica y matemáticas, que firmó con su nombre verdadero. Para sus trabajos literarios, de entre los cuales Alicia en el país de las maravillas (1865) y Al otro lado del espejo (1871) son sus piezas fundamentales, siempre utilizó el célebre pseudónimo que en sí mismo implica un juego: el de las letras de su nombre. En su literatura, Carroll cuestiona la lógica estricta de la razón, el orden y la moral —intocables en una sociedad como la inglesa de la segunda mitad del X I X —, utilizando el absurdo como forma de rechazo y sublevación hacia la tiranía de la racionalidad. Tal como sucede en la atmósfera onírica de Alicia, esto da lugar a la libertad de asociaciones de palabras o de ideas. No por puro azar, el psicoanálisis y el surrealismo se interesaron vivamente por esta obra literaria. En el capítulo sobre la célebre merienda, el discurso de la locura es el encargado de criticar y burlarse de los corsés victorianos en los que el juego queda excluido, empezando por la tradicional ceremonia del té a las cinco y siguiendo por las etiquetas y los protocolos. Dice Alicia: «Creo que podrían emplear mejor el tiempo y no perderlo en acertijos sin solución», a lo que el Sombrerero responde: «Si conocieras al Tiempo como yo no hablarías de emplearlo o perderlo. Él es muy suyo». En palabras de Marc Lambron: «La reina Victoria está muerta, pero Alicia se ha convertido en una mitología».
Autorretrato, ca. 1856