aún confío en ti
Reflexiones sobre el libro de Job
Aún confío en ti: Reflexiones sobre el libro de Job
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Brentwood, TN 37027
Diseño de portada: B&H Español
Clasificación Decimal Dewey: 223.1 Clasifíquese: BIBLIA. A.T. JOB—ESTUDIO Y
\ SUFRIMIENTO \ DOLOR
ENSEÑANZA
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ISBN: 978-1-0877-7791-7 Impreso
El sufrimiento está entretejido con el hecho de ser seres humanos en este mundo. Podría decirse que es la experiencia humana universal. No importa cuál sea nuestra edad, género, raza, cultura, clase social, estado de salud, riqueza o c arencia... todos sufrimos de una u otra manera. Los animales en nuestro planeta también sufren. A pesar de ello, no se preguntan «¿Por qué?» de la manera en que lo hacemos los humanos. Parece ser intrínseco a nuestra humanidad que sintamos esta enorme desconexión entre cómo son las cosas en nuestro mundo y cómo creemos que deberían ser. El sufrimiento lo vemos como un mal, una ofensa moral, algo que no debería ser. Buscamos explicaciones y razones: ¿Qué ha salido mal? ¿Por qué sufren las personas? ¿Nos lo merecemos? Y si el sufrimiento está de alguna manera vinculado a lo que merecemos, entonces ¿por qué las personas de bien sufren, y a menudo sufren mucho peor que las personas que se empecinan en hacer el mal?
¿Hay algún propósito en el sufrimiento? O, como el resto de la vida según Eclesiastés, ¡nada tiene sentido!
Dos reacciones comunes al sufrimiento siguen surgiendo en los círculos cristianos. Una es la voz del juicio: cuando suceden cosas terriblemente malas, estamos ante el juicio de Dios. Recuerdo haberme horrorizado al ver la facilidad con la que algunos cristianos, incluidos los sitios web de las iglesias, llegaron a esa conclusión cuando el devastador tsunami golpeó las tierras alrededor del océano Índico en diciembre de 2004. Incluso un pastor en Sri Lanka, cuya iglesia había sido barrida por el mar y muchos de su rebaño se habían ahogado, me envió un correo electrónico para preguntarme si pensaba que era el juicio de Dios sobre ellos. ¿No respondió Jesús a preguntas como esas con un claro «No», en Lucas 13:1-5?
La otra es la voz de los vendedores ambulantes del «evangelio» de la prosperidad: si solo tienes suficiente fe y «siembras tu semilla» (es decir, das dinero o grandes regalos materiales al pastor), te mantendrás saludable, ganarás riqueza y tendrás gran éxito. «El sufrimiento es simplemente falta de fe», declaran. Nunca he entendido cómo tales maestros pueden explicar, por ejemplo, la experiencia de Jeremías que sufrió terriblemente, no por falta de fe, sino precisamente por su obediencia al llamado de Dios. O cómo entienden los salmos que claman a Dios en medio de un padecimiento inmerecido (a diferencia de aquellos que confiesan un pecado conocido).
Por lo demás, ninguna de las dos respuestas anteriores al sufrimiento toma en serio el libro de Job. Es casi como si no estuviera en la Biblia. ¡Pero gracias a Dios, está! Y gracias a Dios hay estudiosos como Oscar Jiménez que nos lo explican. El libro de Job es un relato largo y su mensaje no es «superficial». Necesitamos entender su narrativa, sus
diálogos intensos y las asombrosas palabras de Dios. Luego, comprender su mensaje en relación con el resto de la narrativa bíblica, incluyendo su clímax central en la cruz y resurrección de Cristo, y finalmente, conectar la enseñanza de Job con las preguntas de nuestro mundo actual. Me alegro de que Oscar Jiménez aborde todas estas tareas en este libro, el cual recomiendo de todo corazón.
Chris WrightEmbajador Global, Langham Partnership.
Autor del libro El Dios que no entiendo: Reflexiones y preguntas difíciles acerca de la fe.
AGRADECIMIENTOS
Primero que todo, quiero agradecer a Dios, quien por Su gracia, me da el privilegio de ser un instrumento en Sus manos. Sé que sin Su sabiduría, acompañamiento y guía nada de esto hubiese sido posible, ¡a Él sea la gloria!
En los últimos diez años, Dios me ha permitido algunas oportunidades —fundar una iglesia y pastorear en Londres, adelantar estudios doctorales y vivir algunas experiencias de sufrimiento personal— que enriquecen mi acercamiento al libro de Job. Hoy puedo ver que el mensaje de este libro trasciende culturas. Agradezco a todos aquellos que han sido un soporte para mí, especialmente a mi esposa Yulieth Serna, a la iglesia Interlondres y a cada uno de mis donantes, quienes me han permitido estudiar y servir a otros en lejanas tierras.
INTRODUCCIÓN
Escuchar las diversas formas en las que el sufrimiento ha impactado la vida de muchos me ha motivado a escribir.
Este libro ha sido escrito para creyentes que quieren entender cómo cumplir la misión de Dios en un mundo quebrado por el dolor y el sufrimiento. Para algunos, el sufrimiento simplemente ocurre, no tiene propósito. Para otros, el sufrimiento permite que sobrevivan los más fuertes. Hay quienes consideran que el sufrimiento es solo retributivo: si algo malo ocurre es porque hay algún pecado que no ha sido confesado. En Cristo, el sufrimiento es redentor. Y es esa redención la que necesitamos entender, abrazar y compartir con un mundo en crisis.
Los libros escritos sobre el sufrimiento, desde América Latina para América Latina, son escasos. Espero que al recorrer las líneas de este libro, usted pueda encontrar un estudio fundamentado en la Escritura sobre el sufrimiento y el mal.
Y al mismo tiempo, pueda apreciar cómo estos dos temas han visitado de manera particular al pueblo latinoamericano.
Antes de comenzar nuestro viaje juntos, me gustaría proveer una especie de mapa que nos ayude a entender hacia
dónde nos dirigimos. Este libro no es un estudio bíblico detallado sobre el libro de Job (para lo cual necesitaríamos cientos de páginas). Más bien, lo que tiene en sus manos es un conjunto de reflexiones sobre el sufrimiento en conversación con el libro de Job. En el primer capítulo, inicio hablando sobre la realidad del sufrimiento y cómo se puede clasificar entre sufrimiento natural y sufrimiento moral. En el segundo capítulo, abordo cómo se entiende la prosperidad y la realización personal. En el tercer capítulo, ilustro cómo el amor es lo que está en juego cuando sufrimos. En el cuarto capítulo, muestro que Dios preserva a los suyos en medio de la prueba. En el quinto capítulo, estudio el rol del consejero en medio del sufrimiento de otros. En el sexto capítulo, analizo cómo las metáforas que Job usa nos ayudan a entender mejor su dolor. En el séptimo capítulo, ilustro cómo la transformación ocurre primeramente en Job, no en sus circunstancias. En el octavo capítulo, presento cómo la cruz de Cristo nos permite ver más claramente la obra redentora de Dios en el mundo.
CAPÍTULO 1
Los justos
TAMBIÉN SUFREN
La realidad del sufrimiento
Si has vivido lo suficiente, te has encontrado con el sufrimiento en el camino. También hay personas que, sin haber vivido lo suficiente, el sufrimiento los ha encontrado. ¿Por qué? El sufrimiento no respeta raza, sexo, edad, posición social; él simplemente toca a la puerta.
Las tragedias que afectan al ser humano se pueden clasificar en dos tipos: sufrimiento natural y sufrimiento moral. El sufrimiento natural es cuando hay víctimas, pero el ser humano no es el directo responsable de las acciones. El sufrimiento moral es cuando el daño es causado directamente por el ser humano.
Me encuentro escribiendo este libro durante los primeros tres meses del 2020, mientras el mundo fue sacudido por la pandemia generada por la COVID-19 (sufrimiento natural). Este virus nos ha dejado perplejos y desconcertados,
principalmente por su impacto global. Aunque la humanidad ya había sido visitada por otras pandemias en su historia, el efecto de esta ha sido sin precedentes para esta generación1. Hemos estado en confinamiento por varios meses; presenciamos el cierre de fronteras, aeropuertos, colegios y universidades, con la excepción de supermercados, hospitales y otros servicios esenciales.
Sin hacer una audición o dar nuestro consentimiento, de la noche a la mañana, nos convertimos en actores en una película de terror. Las cámaras de los noticieros registran la soledad en las calles, los estantes vacíos en los supermercados, y lo más difícil: la muerte de miles de personas, sin que haya suficientes sepultureros para recoger sus cuerpos, ni suficiente espacio para enterrarlos. Muchos han tenido que ver el funeral de sus seres queridos por Internet. Dentro de la categoría de sufrimiento natural, encontramos también los desastres y pérdidas ocasionadas por los tornados, huracanes, tormentas, tsunamis, terremotos, avalanchas e inundaciones.
Ahora bien, el sufrimiento moral es aquel en el que también hay víctimas, y el ser humano es el directo responsable por la tragedia. En nuestra sociedad son comunes los robos, los accidentes, las violaciones, las guerras, y con esta última, sus catastróficos resultados: viudas, huérfanos y desplazados. Encontramos niños que, involuntariamente, son portadores del VIH. La corrupción y la injusticia dejan en estado de pobreza a poblaciones enteras. La desigualdad, ese abismo que separa a quienes abundan en dinero de quienes no lo poseen, ha llevado a que muchos mueran de hambre cada día; tristemente, la comida que se deshecha en los países del
LOS
CREYENTES NO ESTAMOS
BLINDADOS CONTRA el sufrimiento o el mal.
llamado primer mundo es la comida que se necesita para alimentar a los que mueren en otros rincones del planeta. Al vivir en este mundo, los creyentes no estamos blindados contra el sufrimiento o el mal. Por el contrario, esta es una realidad que todos tenemos que enfrentar en algún momento de nuestra vida. Lo queramos aceptar o no, los cristianos o justos también envejecemos, contraemos cáncer y enfermedades cardíacas2, perdemos nuestros empleos, luchamos contra la soledad y, al final, morimos. La realidad del sufrimiento no es ajena a los justos. Este es el caso de Helena, una mujer que ama a Dios y, al mismo tiempo, parece haber nacido para la tragedia. Su historia de sufrimiento la resumo a continuación.
Helena es una mujer de cuarenta años y piel morena que vive en el Pacífico colombiano con su esposo y sus cinco hijos. Sin embargo, su vida no ha sido tan pacífica como quisiéramos. El año 2002 trajo consigo el luto a la familia, su madre murió y seis meses después su hijo adolescente de diecisiete años fue asesinado por grupos subversivos. Su esposo pudo acompañarla solo por dos semanas en el dolor que le produjo este último evento, porque después de ese tiempo un nuevo grupo al margen de la ley lo apresó, lo torturó y lo asesinó. Indolentemente, quemaron diferentes partes de su cuerpo, incluyendo sus genitales. Cuatro meses después, estando bajo la tranquilidad de su humilde hogar, fue sorpresiva y dolorosamente arrojada a la calle con sus cuatro hijos para quemar su casa y sus pertenencias. Helena sigue confiando en Dios,
aunque abiertamente confiesa que está perpleja con todo lo que le ha pasado y que aún no entiende el porqué de todas las tragedias que han tocado a su familia3 .
Historias como la de Helena han ocurrido desde el principio de la humanidad. En este libro, vamos a conocer de cerca una muy antigua: la historia de Job. A través de su relato de angustia trataremos de entender cómo debemos responder ante el sufrimiento y cómo, al experimentarlo, es posible llegar a conocer la soberanía de Dios trabajando en la transformación del dolor hacia un propósito divino que refleje Su gloria.
El problema del mal
El libro de Job genera algunas preguntas difíciles: ¿Por qué?
¿Por qué a mí? ¿Por qué el sufrimiento? ¿Cuál es la relación entre el pecado y el sufrimiento? ¿Es Dios soberano, pero carece de amor? ¿Dios ama, pero no es soberano? ¿Cómo se entiende que Dios es justo frente a la magnitud del sufrimiento que muchos experimentan?
El escenario que el libro de Job retrata se remonta al periodo de los patriarcas, específicamente por la forma en la que se describe la riqueza (a base de camellos y siervos) y el estilo de vida de su protagonista (Job es presentado como un patriarca que ofrece sacrificio directamente a Dios). Además, la vida de Job se detalla en algunos términos usados en el libro de Génesis, por lo que podemos hacer cuatro observaciones: (1) Siendo Job y Génesis libros que relatan la vida desde el principio, vemos que el sufrimiento ha sido parte de la experiencia humana desde muy temprano en su existencia.
(2) Dios no le teme al mal ni al sufrimiento. De ahí que nos deja en el canon bíblico un libro en el que se narra cómo el dolor y la muerte pueden golpear al ser humano a tal punto que la víctima desee morir en vez de vivir. (3) A Dios le importa el dolor que existe en el mundo, por esta razón nos permite tener este libro con cuarenta y dos capítulos, muchos de ellos amplios. Según su mensaje, la maldad en el mundo no atenta contra el amor, el cuidado y la soberanía de Dios ni los anula.
(4) No podemos simplemente hablar del sufrimiento como un concepto abstracto desde las redes sociales y, por eso, Dios nos deja un libro cuyo eje principal es el drama de un hombre que lo pierde todo.
Aunque hemos hecho estas cuatro observaciones, aún no hemos abordado el tema del mal. Necesitamos desenfocar de nuestra lente a Job por un momento y hacer un zoom out para apreciar lo que el resto de la Escritura tiene para decir sobre el tema, especialmente el libro de Génesis.
En sus primeros dos capítulos, Génesis nos presenta cómo el ser humano fue creado a la imagen de Dios, pero esta dicha no duró mucho. El capítulo tres nos relata cómo este, buscando su autonomía, decide desobedecer a Dios. A este evento se lo conoce como «la caída». Desde entonces, el ser humano nace con la inclinación de hacer su voluntad y oponerse al diseño divino. El pecado ha afectado nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra voluntad, llevando a que el ser humano ame más a las cosas creadas que
al Creador; más a sí mismo que a su prójimo. ¡Pecar es un asunto relacional!
El hombre no perdió la impronta divina con la que Dios lo creó, pero desde entonces usa sus privilegios para cumplir sus propios fines. El lema de la humanidad es «no quiero tener límites, ni rendirle cuentas a nadie por mis actos». Pecar es usar mal o pervertir el propósito y el diseño original de los buenos regalos que Dios nos ha dado. Por ejemplo, la glotonería es el mal uso del regalo de la comida, y en ese mismo sentido, la lujuria sería el mal uso del regalo del sexo. ¡Pecar es no dar al blanco!
El plan de Dios fue crear al ser humano para el bien; la propuesta de la serpiente, en Génesis 3, fue que conocieran el mal. Pero ocurre algo inesperado: Adán y Eva no solo llegan a conocer el mal como información (esto es malo y aquello no), sino que también el mal se encarna en el mundo a través de ellos. Y desde entonces, tal como lo afirma Thomas Weinandy, «nadie es inmune a convertirse en victimario (los que cometen el pecado) o en víctima (los afectados por el pecado). El ser humano es ambos y, en ocasiones, es más victimario de lo que admite»4.
Adán y Eva pensaron que, así como Dios, estarían por encima del bien y el mal, pero muy pronto se dieron cuenta de que el mal los afectó e infectó. No terminaron dominando sobre el bien y el mal; por el contrario, acabaron sometidos a él. Y no solo ellos, también la tierra que fue puesta bajo su dominio. En Génesis 2:15 leemos: Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. La desobediencia de la primera pareja
trajo como consecuencia la maldición de la tierra (3:17-19).
El resto de la Escritura establece que hay una conexión intrínseca entre la creación y el hombre, tal como lo afirman los dos pasajes siguientes:
1 Escuchad la palabra del SEÑOR, hijos de Israel, porque el SEÑOR tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. 2 Solo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden. 3 Por eso la tierra está de luto, y languidece todo morador en ella junto con las bestias del campo y las aves del cielo; aun los peces del mar desaparecen.
—Oseas 4:1-3
19 Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza 21 de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora.
—Romanos 8:19-22
El ser humano ha afectado la tierra y la ha sometido a maldición. La creación y el ser humano están ligados. Es decir, si nosotros desobedecemos, la creación sufre. Si la creación sufre, nosotros también sufrimos.
Génesis 3 ofrece una descripción de la entrada del mal a la experiencia humana, mas no nos ofrece una explicación del
CUANDO EL SUFRIMIENTO Y EL MAL TOCAN A NUESTRA PUERTA, RESPONDEMOS CON lamento, dolor, enojo,
disgusto y protesta.
origen del mal. El origen de la tentación no fue Dios, ni tampoco otro ser humano. De ahí que podemos argumentar que no existe el mal en Dios, ni en la humanidad que Él creó en el principio. Debido a que el mal no fue creado como parte de nosotros, ni del diseño de Dios para el mundo, es algo que no encaja, carece de sentido, es difícil razonar sobre él, y mucho menos encontrar una explicación lógica que satisfaga nuestras preguntas acerca de su existencia. No es de sorprendernos, entonces, que cuando el sufrimiento y el mal tocan a nuestra puerta, respondemos con lamento, dolor, enojo, disgusto y protesta5.
«El mal es una contradicción monstruosa que solo puede ser denunciada o resistida cuando aparece»6. Una atrocidad monstruosa fue lo que visitamos en el relato de Helena y la que vivió Dianna Ortiz, una monja norteamericana enviada a hacer misiones a Guatemala en 1989. Ella fue secuestrada, violada y torturada por veinticuatro horas, antes de ser puesta en libertad. Como resultado, perdió la memoria, todos los recuerdos de su vida antes de la tortura fueron borrados. Sus familiares tuvieron que presentarse y contarle nuevamente su historia7.
En su libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, la ganadora del premio Nobel de la paz denunció ante el mundo las atrocidades cometidas hacia los indígenas guatemaltecos, siendo la familia de Menchú un ejemplo de estos horrores: su padre fue asesinado; su hermano,
secuestrado, torturado y asesinado; y su madre, secuestrada, violada, mutilada y asesinada8.
El conflicto armado en Colombia ha sido más extenso (en años) que la Primera Guerra Mundial, la guerra civil rusa, la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial, la guerra coreana, la guerra de Vietnam, la guerra del Golfo y la guerra de Bosnia, todas combinadas. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, la guerra ha dejado 46 383 desaparecidos, 29 628 secuestrados, 260 000 muertos. Según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento, el conflicto armado ha puesto a Colombia como el país con mayor número de desplazados en el mundo: ocho millones actualmente. Estas cifras hablan de lo que registran las estadísticas a la fecha, pero sabemos que estas superan las reportadas por estos entes. Lo importante es que estas cantidades son más que números, cada uno tiene un rostro y una historia. Cada desplazado es una persona, creada a la imagen de Dios, que experimenta dolor. Cada muerto deja viudas y huérfanos a su alrededor.
Una tragedia monstruosa en nuestras narices es el tráfico de personas en el mundo. Se estima que hay aproximadamente cuarenta millones de personas, entre ellas un gran número de niñas y adolescentes. El registro de víctimas equivale a la población entera de países como Canadá, Venezuela, Perú, Argentina. Es como si cada ciudadano de alguna de estas naciones fuese víctima de este gran mal.
Cuando decimos que el mal es una contradicción monstruosa, estamos diciendo que cuesta entenderlo, que es una contradicción llena de misterio. Christopher Wright explica que «“el sentido” es parte de nuestra capacidad de razonar y
YA QUE NO FUIMOS
CREADOS PARA CONVIVIR CON EL MAL, no podemos entenderlo en plenitud.
nuestra capacidad de razonar es parte de la buena creación de Dios y el ser hechos a su imagen. El mal no puede “tener sentido” porque el razonar es en sí algo Bueno y el mal no tiene lugar en la Buena creación de Dios»9. El postulado de Wright no sugiere que no podamos razonar sobre ninguno de los problemas que son una expresión del mal en el mundo, como la pobreza o la injusticia. Para Wright, el sufrimiento es una consecuencia, en primera instancia, de la entrada del mal al mundo a través del pecado. Sin embargo, Wright apunta a que el origen del mal es un misterio con el cual tenemos que vivir. Y este misterio es un regalo: (1) si pudiésemos entenderlo, lo volveríamos natural y (2) lo que nos parece natural, nos deja de impactar. Así que el sufrimiento y la maldad siempre nos van a recordar que no vivimos en el mundo en el que fuimos creados ni para el cual fuimos creados. Ya que no fuimos creados para convivir con el mal, no podemos entenderlo en plenitud. O tal como lo dice Alister E. McGrath, «el sufrimiento no pone en duda el “panorama grande” de la fe cristiana; más bien, nos recuerda que no vemos la imagen completa y, por lo tanto, no podemos poner todas las piezas en su lugar»10.
Tratar apresuradamente de poner todas las piezas en su lugar es un error en el que es fácil caer11. En países del llamado primer mundo, algunos ven el sufrimiento como una prueba en contra de la existencia de Dios; en América Latina, la mayoría ven el sufrimiento como un castigo divino. Es decir, la bondad de Dios no es cuestionada, pero sí
la integridad del que sufre. Es cierto que en la Escritura hay lugar para la disciplina divina. Como creyentes experimentamos en nuestro caminar con Dios que, aunque queremos seguirlo y amarlo con todo nuestro ser, hay áreas de nuestra vida que no quieren someterse al señorío de Cristo y, por lo tanto, nos impulsan a rebelarnos contra Él. Es por la gracia de Dios que aparece, entonces, la disciplina divina, la cual es usada para hacer volver a quienes Él ha recibido por hijos (Heb. 12:6-8).
Sin embargo, hay que reconocer que el problema del mal es mucho más complejo. Aunque, sin duda alguna, el ser humano es responsable de todas las atrocidades que ocurren, no se debe perder de vista que un poder muy superior al de los seres humanos tiene que estar orquestando y posibilitando que horrores de tan grande magnitud traspasen fronteras y lleven tan exitosamente la vida humana al colapso. Por eso, el misterio del mal en el mundo nos invita a vivir con humildad. Así como lo explica John Stott, «por más fuerte que sea nuestra convicción de que Dios se ha revelado en la Escritura, tenemos que reconocer que Dios no nos ha revelado todas las cosas»12.
Teniendo en cuenta que hay misterio en el origen del mal, no podemos saltar a conclusiones prematuras y más bien ser humildes en aceptar que la complejidad del dolor supera los mejores esfuerzos de la mente humana por comprenderlo. Y de eso es precisamente que se trata el libro de Job.
El libro de Job contiene dos géneros literarios: prosa y poesía. Hay tres capítulos (1, 2 y 43) escritos en prosa, mientras que el resto está escrito en poesía. La prosa se utiliza generalmente para relatar o narrar información histórica
sobre algo ocurrido, mientras que la poesía se acerca a la realidad humana más desde las reacciones y los sentimientos que experimenta el ser humano frente a eso que ha ocurrido.
Como es característico de la literatura poética, el libro de Job describe la experiencia de sufrimiento con un realismo que asusta. La poesía nos permite acercarnos a la Escritura, precisamente cuando no entendemos cómo nos sentimos. Y son las líneas poéticas de un salmo, por ejemplo, las que nos prestan su voz para ponerle nombre a lo que nos está pasando: nos sentimos en una cueva, abatidos hasta el alma, sintiendo que la oscuridad es nuestra mejor amiga. Es así como la poesía le presta su voz al lector para que tanto los que sufren como los que los acompañan describan lo indescriptible.
El libro es bastante extenso, ya que nos muestra que no hay acetaminofén o paracetamol para el dolor. Por el contrario, el paso por el dolor es un viaje en el que hay días que sentimos que avanzamos dos pasos y otros en los que parece que retrocedemos veinte.
Espero que al recorrer juntos las líneas del libro de Job, seamos tocados, perturbados y desestabilizados, ya que va más allá de lo que se dice públicamente para quedar bien y que no nos vean como personas faltas de fe o que cuestionan a Dios. El libro de Job saca a la luz lo que se vive y se dice cuando cerramos las puertas y las lágrimas caen por nuestras mejillas. Es desde esta perspectiva que podemos leer las primeras líneas de este libro majestuoso.
TIEMPO PARA MEDITAR
1. ¿Qué piensa de las dos causas del sufrimiento (natural y moral) que este capítulo sugiere? ¿Ha experimentado alguna de ellas? ¿Cuándo y cómo?
2. ¿Qué riqueza encuentra en que la mayor parte del libro de Job haya sido escrito en poesía?
3. Job, los Salmos y otros libros escritos en poesía resumen bien las experiencias de dolor que la humanidad ha experimentado. ¿Cómo cree que esta literatura le puede servir en momentos de aflicción personal o cuando esté acompañando a otros?
4. ¿Cómo ha afectado la pandemia su vida y a quienes viven en su comunidad?