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DIOS SE REVELA EN LA CREACIÓN

La Biblia afirma que Dios se dio a conocer a toda la humanidad. El pasaje clásico al respecto se encuentra en Romanos 1. Si bien tal vez no has leído este pasaje, lo más seguro es que conozcas este: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom. 3:23). Este es un texto que muchos usamos para evangelizar. Lo usamos porque es un buen resumen de nuestra condición sin Cristo: condenación universal. Pero el capítulo 3 de Romanos es la conclusión lógica de los capítulos 1 y 2. Para que Pablo afirme que la humanidad está destituida de la gloria de Dios, argumenta primero que los gentiles están bajo condenación (Rom. 1) y que los judíos también se encuentran en dicha condición (Rom. 2). Así que, Romanos 1 es la argumentación de Pablo sobre por qué todas las naciones merecen la «ira de Dios» (Rom. 1:18).

Lean Romanos 1:18-23. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Pablo dice que los gentiles merecen la condenación porque conocieron a Dios y no alabaron Su gloria (v. 21). Pero ¿cómo se supone que supieran de Dios?

¿Él les habló con una voz imponente desde el cielo? ¿Recibieron alguna revelación en un sueño? No. Conocieron a Dios por medio de la revelación general. Las «cosas hechas» revelan Su «eterno poder y deidad» a todo el mundo (v. 20, por eso se llama «general»). Al ver la asombrosa creación, desde lo más grande hasta los más mínimos detalles, la única conclusión lógica es que existe un poderoso y eterno Dios que lo creó todo. Por eso Pablo afirma que los gentiles «no tienen excusa» y todos serán condenados por adorar a la creación en lugar de al Creador (v. 23). Así que, la revelación general es la manera en que Dios se dio a conocer a todos y, ante la idolatría universal, es la razón por la que todos merecemos condenación.

Dios Revel Su Plan De Redenci N

En este sombrío contexto la revelación especial hace su aparición. Dios no se reveló a nosotros para tener un sustento sobre el cual condenarnos. De hecho, Él se reveló a nosotros desde antes que el pecado existiera, pues Su intención era que disfrutáramos de Su presencia (Gén. 3:8). Ante la realidad del pecado, la humanidad fue separada de Dios y destinada a una eternidad bajo Su ira. Pero Dios inició Su plan de redención (Gén. 3:15), revelado a través de los siglos en la revelación especial.

La revelación especial es el medio por el que Dios revela cómo es Él, qué espera de nosotros y, en última instancia, Su plan de redención. Por medio de la creación, solo podemos conocer que un Dios eterno y poderoso existe. Pero no podríamos saber mucho sobre la paciencia de Dios al observa una montaña, ni podríamos conocer el estándar de Su justicia al observar las estrellas, ¡y estaríamos perdidos si tuviéramos que aprender el evangelio al observar una hormiga! Para entender a Dios y cómo hallar redención, necesitamos algo más. Ahí la revelación especial hace su aparición.

A lo largo de la historia, la revelación especial ha tomado diversas manifestaciones. Dios ha revelado Su voluntad y carácter a través de la suerte, sueños, visiones, ángeles, teofanías y profetas. No obstante, la revelación especial encontró su cúspide en Cristo:

Notas

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos (Heb. 1:1-4).

La revelación especial definitiva de Dios y Su plan redentor fue Cristo. Según el texto, Jesús es la resplandeciente gloria de Dios. Nada ni nadie pudo revelar con más exactitud a Dios y Sus propósitos que Jesús, porque Él es «Dios con nosotros» (Mat. 1:23). Jesús es Dios haciendo Su propia tienda para acampar entre nosotros (Juan 1:14). Él es el Dios invisible dado a conocer (Juan 1:18).

El amoroso plan de redención de Dios es conocible porque Él «puso su vida por nosotros» en la cruz (1 Jn. 3:16). Por eso ya no es necesario que busquemos otros medios de revelación especial.

No obstante, Jesús ascendió al cielo hace unos 2000 años y no podemos encontrarlo en algún lugar de esta tierra. Entonces, ¿por qué medio podemos conocerlo? Jesús mismo responde a esta pregunta: «Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5:39, comp. Luc. 24:27). A través de la Biblia, Dios nos revela hoy en día la gloria de Cristo (2 Cor. 3:18). Así que, el medio de revelación especial que Dios le ha dado a los creyentes es Su Palabra. En la Biblia, Dios revela Su plan de redención en la obra y persona de Cristo.

Examinen como grupo el Salmo 19. ¿Qué divisiones obvias hay en el salmo?

Salmos 19

Las obras y la palabra de Dios

Al músico principal. Salmo de David.

1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

2 Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría.

3 No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.

4 Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras.

En ellos puso tabernáculo para el sol;

5 Y este, como esposo que sale de su tálamo, Se alegra cual gigante para correr el camino.

6 De un extremo de los cielos es su salida, Y su curso hasta el término de ellos; Y nada hay que se esconda de su calor.

7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

11 Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón.

12 ¿Quién podrá entender sus propios errores?

Líbrame de los que me son ocultos.

13 Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí;

14 Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti.

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