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Características de la Biblia Ilustrada de la Tierra Santa
La Biblia Ilustrada de la Tierra Santa sumerge a los lectores en el mundo y la cultura de la Biblia a través de sus varias características.
Introducciones de libros
Cada libro de la Biblia comienza con una introducción que analiza la autoría del libro, el entorno y las circunstancias de escritura.
introducción a Génesis
Contexto, autoría y fecha
La atribución de la autoría de la Torá (los primeros cinco libros de la Biblia) a Moisés es anterior al surgimiento del cristianismo. Moisés fue un líder israelita de trasfondo aristocrático egipcio y enorme influencia que vivió en el segundo milenio a.C. Aunque Génesis es técnicamente un libro anónimo, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento reconocen de manera unánime a Moisés como el autor de la Torá (Jos. 8:35; 2 Crón. 23:18; Neh. 8:1; Mar. 12:19,26; Luc. 2:22; Rom. 10:5; Heb. 10:28). Al mismo tiempo, desde épocas muy remotas, Génesis contiene evidencias de la introducción de pequeños cambios editoriales en el texto. Ejemplos de ello son la mención a «Dan» (14:14), ciudad que solo recibió ese nombre en la época de los jueces (Jue. 18:29), o la presencia de una declaración que asume la existencia de reyes israelitas (Gén. 36:31).
La Torá (heb. para «ley») se consideró una unidad al menos hasta el siglo ii a.C. En algún momento antes del nacimiento de Cristo se dividió en cinco libros, conocidos más tarde como el Pentateuco (lit. «cinco recipientes»).
Génesis, el primer libro de la Torá, contiene tanto la historia universal de la humanidad como la historia patriarcal de la nación de Israel. La primera sección (caps. 1–11) relata una historia general, comúnmente conocida como «historia primordial», que describe el origen de toda la humanidad a partir de una primera pareja y la entrada del pecado en el mundo. La segunda sección (caps. 12–50) narra una historia más específica, conocida generalmente como «historia patriarcal», centrada en el pacto de Dios con Abraham y sus descendientes: Isaac, Jacob y los doce hijos de este. Génesis expone el plan de Dios de bendecir y redimir a la humanidad a través de la descendencia de Abraham. El libro concluye con los sucesos que condujeron al establecimiento de los israelitas en la tierra de Egipto.
Contribución a la Biblia Génesis establece el fundamento de todo lo que leemos y experimentamos en la Escritura. Gracias a su lectura entendemos de dónde venimos, cómo llegamos a ser criaturas caídas y los inicios de la misericordiosa obra de Dios a nuestro favor; además, nos revela el propósito original de Dios para la humanidad.
Gracias a Génesis podemos entender el pacto de Dios con Israel, establecido mediante la entrega de la ley. Las historias de los orígenes de la humanidad, del pecado y de la relación de pacto con Dios ayudaron a la comunidad israelita a entender por qué Dios les había entregado la Torá.
Estructura
Génesis es, sobre todo, literatura narrativa. Desde ese punto de vista, Dios es el único héroe verdadero de la Biblia y el libro de Génesis tiene el singular privilegio de darlo a conocer. Dios es el primer sujeto del primer verbo del libro, y se lo menciona en más ocasiones que a ningún otro personaje de la Escritura. El contenido de los once primeros capítulos de Génesis difiere bastante de las historias patriarcales de los capítulos 12–50. Su principal recurso literario consiste en el uso de la expresión «estas son las generaciones», de alcance más amplio que la mera referencia al linaje o la descendencia, pues sirve para introducir un relato breve. Se trata de una práctica común en los escritos del Cercano Oriente. La expresión se utiliza también para vincular al protagonista del relato anterior con el de la siguiente sección narrativa. Podríamos describir Génesis como una genealogía histórica que engloba en un solo relato la creación y la historia humana.
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L os altares más sencillos se construían con tierra levantada en forma de montículo. Ese pudo ser el tipo de altar que edificó Noé y fue, sin duda, el que construyó Moisés más tarde. Los altares de tierra resultaban útiles, especialmente para los pueblos nómadas. «Un altar de tierra no habría sido muy práctico para los pueblos establecidos en forma permanente ya que la estación lluviosa de cada año podía dañarlo o destruirlo».1 En lugar de ello, los pueblos sedentarios solían utilizar la piedra para construir altares. Dichas piedras debían ser rústicas, sin labrar.
Los altares de piedra, a semejanza de los de tierra, no tenían una forma definida, sino que solo consistían en un montón de piedras apiladas unas sobre otras. En ocasiones, una sola roca en estado natural podía servir como altar (Jue. 6:19-21). Por tanto, el material utilizado para levantar el altar determinaba su forma.
Al parecer, la Escritura utiliza el tipo de altar para establecer una distinción respecto a quiénes ofrecían sacrificios. Antes de que se estableciera el sacerdocio se usaban altares de tierra o de piedra; y cualquiera podía levantar uno allí donde se encontrara y ofrecer un sacrificio (Gén. 8:17-20; 22:9-13).
Sin embargo, tras la institución del sacerdocio, el pueblo construyó altares más elaborados, como los del tabernáculo o el templo. Los únicos que podían ofrecer sacrificios en ellos eran los sacerdotes, quienes lo hacían en nombre del pueblo de Dios.
Cavando M S Profundo
20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. 21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. 22 Y lo hizo así Noé; a hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
eL diLuvio
7 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. 3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. 5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. 6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. 7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, b y con él sus hijos, 8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. 10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas,c 12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13 En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. 15 Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. 16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. 17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. 18 Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. 19 Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. 20 Quince
Artículos
en profundidad La Epopeya de Gilgamesh codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. 21 Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. 22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. 23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. 24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.
La Epopeya de Gilgamesh, fechada en el siglo vii a.C., contiene el relato babilónico de un diluvio universal, probablemente tomado a su vez del Poema de Atrahasis, una obra escrita hacia el 1800 a.C. Fragmentos de dicha epopeya se han encontrado por todo el Cercano Oriente, incluida la ciudad de Meguido.
Gilgamesh cuenta la historia de un personaje, parecido a Noé, llamado Utnapishtim, quien habría sobrevivido al diluvio gracias al dios Ea. Este advirtió a Utnapishtim de que debía construir un barco capaz de alojar a su familia y a un gran número de animales. Posteriormente, una semana de lluvia hizo que el barco flotara y fuera llevado por las aguas. Cuando al fin encalló en el monte Nisir (Kurdistán), Utnapishtim soltó varias aves, las cuales no regresaron. A continuación, ofreció un sacrificio y le fue concedida la inmortalidad.
Algunos eruditos opinan que el relato bíblico del diluvio depende de relatos babilónicos similares al de la Epopeya de Gilgamesh, ya que existen notables paralelismos entre ellos. Sin embargo, el relato posterior de Génesis carece de los rasgos mitológicos del primero, por lo que es poco probable que la Biblia tomara prestado su material de fuentes babilónicas. Cada pueblo debió de interpretar el diluvio conforme a sus respectivas creencias religiosas, lo que produjo la distorsión de los detalles históricos del acontecimiento. Esta explicación se ha visto corroborada por el hallazgo, a lo largo de todo el mundo, de más de dos docenas de descripciones diferentes del diluvio. Por consiguiente, el relato bíblico se ajusta a lo ocurrido realmente, mientras que las demás narraciones mezclan la verdad con el error.
6:22 He. 11:7 7:7
Aunque la mayoría de los altares estaban dedicados a la presentación de ofrendas, otros parecen haber sido monumentos conmemorativos (Ex. 17:15-16; Jos. 22:26-27).
Los altares no eran exclusivos de Israel. Otras naciones también los construyeron para adorar a sus dioses. Los arqueólogos descubrieron un altar, con múltiples figuras talladas de rostros, en Taanac, donde Débora y Barac derrotaron a los cananeos comandados por Sísara (Jue. 5:19–20). Ese tipo de decoración estaba prohibido en el culto judío. «En Meguido se excavó un asombroso altar cananeo circular que data de la época entre 2500 a.C. y 1800 a.C. Tenía 7,5 m (25 pies) de diámetro y unos 1,4 m (4,5 pies) de altura. Cuatro escalones conducían hacia la parte superior del altar».4 Es probable que la prohibición de Éxodo 20:25-26 respecto al uso en los altares de piedras labradas o de gradas tuviera el propósito de impedir al pueblo de Dios la utilización de altares de aspecto semejante a los usados por los cananeos.5 En Beerseba, los arqueólogos desenterraron un altar levantado con grandes piedras labradas. Tenía cuernos en sus cuatro esquinas y databa del período del reino dividido.6 En el culto israelita, el altar era un lugar sagrado y representaba la presencia de Dios entre su pueblo. A medida que eran depositadas sobre el altar, «las ofrendas salían de la esfera humana para ser entregadas a Dios, quien respondía otorgando bendiciones (Ex. 20:24). El propio pacto entre Dios y su pueblo se mantuvo así vigente, o incluso se reinstituyó, sobre el altar del sacrificio».7 Como el altar era sagrado, nada debía contaminarlo. Si por alguna razón se contaminaba, era necesario someterlo a una limpieza ritual, como ocurrió en tiempos del rey Ezequías (2 Crón. 29:18-19).
1 Joel F. Drinkard Jr., «Altar», en Diccionario Bíblico Ilustrado Holman (DBIH), ed. S. Leticia Calçada (Nashville: Holman, 2014), 60. Howard Z. Cleveland, «Altar», en The New International Dictionary of the Bible, J. D. Douglas, ed. rev., ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1987),
36. 3 Albert E. Glock, «Taanach», en The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (NEAEHL), ed. Ephraim Stern (New York: Simon & Schuster, 1993), 4:1431. 4 Drinkard, «Altar», 60. H. M. Wiener, W. S. Caldecott, y C. E. Armerding, «Altar», en The International Standard Bible Encyclopedia (ISBE), ed. Geoffrey W. Bromiley, vol. 1 (Grand Rapids: Eerdmans, 1979), 101-2. Drinkard, «Altar», zona central del templo de Eshmún, cerca de Sidón. Eshmún era el dios fenicio de la curación. El templo data del siglo vii a.C.