Te o l o g í a
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No eres tus luchas, ni tus pecados En las últimas décadas, y cada vez más, se ha infiltrado otra forma del problema de la identidad, aun en el mundo cristiano. Creyentes se identifican tanto con un área de lucha o pecado, que esto incluso llega a definirlos. Un ejemplo es la tendencia en algunos círculos evangélicos de «cristianos gay». Estas personas entienden que pueden continuar con un estilo de vida homosexual e identificarse como cristianos. Otros, con las mismas tendencias homosexuales, rechazan ese estilo de vida pero continúan identificándose con su lucha y tentación. Respecto a esto, Jackie Hill Perry, una maestra de la Palabra, artista y quien antes de su conversión vivió como lesbiana, dice en su libro «Chica gay, Dios bueno»: No me refiero a que estos hombres y mujeres que aún son tentados por atracción al mismo sexo posean una identidad de lo que algunos llaman «cristiano gay». Como he dicho antes, no creo que sea sabio ni verdadero identificarse a sí mismo por los pecados del pasado o por las tentaciones del presente sino que solo debemos ser definidos por Cristo, quien ha vencido ambos para aquellos que Él llama suyos. Todos los hombres y mujeres, incluyéndome a mí misma, quienes son experimentados en tentación sexual somos en última instancia no lo que nuestra tentación dice de nosotros. Somos lo que Cristo ha hecho por nosotros; por tanto, nuestra identidad última es muy simple: somos cristianos.1
Y esto no se limita a homosexuales. La lujuria heterosexual también es impureza y pecado, al igual que el consumo de pornografía, el exceso de comida, el deseo desenfrenado por las riquezas y la comodidad, entre otros. Pero sin importar cuáles sean los pecados con los que luchamos, nuestra identidad solo está claramente definida y 1. Jackie Hill Perry, Chica gay, Dios bueno (Nashville: TN, B&H Publishing Group, 2019), 119-120.
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