Iglesia en Misión - Muestra

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IGLESIA EN MISIÓN

Cómo movilizar a la iglesia local para cumplir la Gran Comisión con visión, estrategia y propósito

Lifeway Recursos

Brentwood, Tennessee

L. Gilberto Corredera

Publicado por B&H Español © 2025

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o copiada, bien sea de manera electrónica o mecánica, incluyendo fotocopias, grabaciones, digitalización y/o archivo de imágenes electrónicas, excepto cuando se autorice por la Editorial. Las solicitudes de permisos para realizar reproducciones o copias deben hacerse por escrito y enviarse a: Lifeway Recursos, 200 Powell Place, Suite 100, Brentwood, TN 37027.

ISBN: 9798384517214

Ítem: 005850642

Título del tema: Iglesia en misión - Estudio bíblico

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa Biblia, versión Reina Valera 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas en América Latina, publicada por Broadman & Holman Publisher, Nashville, TN. Utilizadas con permiso. Las citas bíblicas marcadas «NVI» se han tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI® Copyright © 1999, 2015 por Bíblica, Inc.® Utilizadas con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo. Las citas bíblicas marcadas «NBLA» se han tomado de la Nueva Biblia de las Américas™ NBLA™ Copyright © 2005 por The Lockman Foundation. Utilizadas con permiso. Las citas bíblicas marcadas «NTV» se han tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, Tyndale House Foundation. Utilizadas con permiso. Todos los derechos reservados.

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Impreso en los Estados Unidos de América

Lifeway Recursos, 200 Powell Place, Suite 100 Brentwood, TN 37027-7707

EQUIPO EDITORIAL, LIFEWAY RECURSOS

Giancarlo Montemayor Vicepresidente Lifeway Global

Carlos Astorga Director editorial Lifeway Recursos

Jeslys Castro Coordinadora editorial

Denisse Manchego Asistente editorial

Xiomara Pedrahita Revisión de contenido

Jose Luis García Antonio Andres Constantino Edición de contenido

Andrea Nulchis Diseño gráfico

Contenido

GUÍA DE USO DE IGLESIA EN MISIÓN 4

Capítulo 1: LA PAUTA DEL CRECIMIENTO 8

Capítulo 2: EL PROPÓSITO DE LA IGLESIA 22

Capítulo 3: LA VISIÓN DE LA IGLESIA 32

Capítulo 4:

LAS ESTRA TEGIAS DE LA IGLESIA (PARTE 1) 44

Capítulo 5:

LAS ESTRA TEGIAS DE LA IGLESIA (PARTE 2) 54

Capítulo 6: LAS ESTRA TEGIAS DE LA IGLESIA (PARTE 3) 64

Capítulo 7: EL PROCESO DE LA IGLESIA 82

Capítulo 8: LA EVALUACIÓN DEL LIDERAZGO 90

Guía de uso de Iglesia en misión

¿PARA QUIÉNES ES ESTE MATERIAL?

Este material está diseñado para el liderazgo de una iglesia local, ya sea un solo líder o varios. Si en su iglesia existe un solo pastor, puede ser estudiado en solitario o, idealmente, junto con un grupo extendido de hermanos involucrados en liderar su iglesia local.

¿CUÁL ES EL OBJETIVO DE ESTE MATERIAL?

Iglesia en misión tiene la intención de guiar al liderazgo de una iglesia local en la planificación bíblica de su ministerio. Este recurso abordará los conceptos bíblicos sobre el liderazgo y, con base en ellos, guiará a los lectores en cómo desarrollar su ministerio de la manera que Dios lo ha estipulado en la Escritura.

¿CÓMO ESTUDIAR ESTE MATERIAL?

Se recomienda estudiar Iglesia en misión en grupo, aunque puede estudiarse en solitario. Este no es un libro solo con texto, sino una guía con preguntas para el liderazgo de una iglesia local. Así, lo ideal es estudiar el contenido de manera individual y reunirse en grupo para analizar las preguntas al final de cada capítulo.

¿CUÁNTO TIEMPO LLEVA

ESTUDIAR ESTE MATERIAL?

Este recurso no debería estudiarse «en una sola sesión». Está diseñado para estudiarse y contestarse a lo largo de un periodo de algunas semanas o meses. Se sugiere estudiar un capítulo cada semana o cada dos semanas, de manera que cada líder involucrado en su estudio tenga tiempo suficiente para meditar en sus respuestas. Así, el estudio de este material necesitará de dos o tres meses.

Sobre el autor

L. Gilberto Corredera es un líder influyente en la comunidad cristiana hispana y un pilar en el equipo pastoral de la Iglesia Bautista Prestonwood, donde ha servido como pastor de Prestonwood en Español desde el año 2010.

Bajo su liderazgo, Prestonwood en Español se ha consolidado como una de las congregaciones bautistas de habla hispana más grandes y prominentes de la nación. Su visión y dedicación han sido clave para el crecimiento exponencial del ministerio en el área metropolitana de Dallas-Fort Worth (DFW), alcanzando a millones de personas a través de cadenas de televisión como Enlace.

Con más de veinticinco años dedicados a la predicación del Evangelio, el pastor Corredera ha sido un ferviente defensor de la expansión del Reino de Dios. Antes de su llegada a los Estados Unidos, desempeñó un papel crucial en el evangelismo en su natal Cuba, sirviendo como vicepresidente de Evangelismo Explosivo Internacional.

Su formación académica refleja su compromiso con la enseñanza y la misión. Posee una Maestría en Estudios Teológicos de Southwestern Baptist Theological Seminary y actualmente está culminando un Doctorado en Evangelismo y Misiones en la misma institución. Su ministerio se ha caracterizado por su pasión por la predicación, la formación de líderes y la plantación de iglesias, impactando vidas y comunidades con el mensaje de Cristo.

En el ámbito personal, el pastor Gilberto comparte su vida con su esposa, Yani, con quien ha estado casado por más de tres décadas. Juntos han criado a dos hijas, quienes también han abrazado el llamado al servicio del Señor, continuando así el legado de fe y compromiso con el Evangelio.

Introducción

Iglesia en misión: Cómo movilizar a la iglesia local para cumplir la Gran Comisión con visión, estrategia y propósito.

Querido compañero de ministerio,

Iglesia en misión no pretende ser un manual sobre cómo hacer crecer una iglesia o una fórmula mágica para alcanzar el éxito. Más bien, es un conjunto de principios prácticos, extraídos de quince años de trabajo y aprendizaje. No soy un experto que lo sabe todo, ni alguien que ha hecho todo bien, sino alguien que ha cometido errores, ha recibido consejos valiosos de amigos y ha sido testigo de la misericordia de Dios. A través de todo esto, hemos encontrado principios útiles que nos han ayudado a organizarnos mejor, y ahora quiero compartirlos con ustedes, con la esperanza de que, juntos, podamos seguir aprendiendo y creciendo en nuestro ministerio.

La alineación estratégica de la iglesia no se trata únicamente de producir crecimiento numérico, sino de ser responsables con la salud del cuerpo de Cristo. Es cierto que el crecimiento no siempre refleja salud, pero una iglesia sana, guiada por principios sólidos, inevitablemente experimentará algún tipo de crecimiento. Lo que comparto aquí no es un conjunto rígido de pasos a seguir, sino principios que deben adaptarse a las particularidades de cada iglesia, tal como nosotros hemos tenido que hacerlo a lo largo de los años.

Lo que comenzó con un pequeño grupo de menos de cien personas ha crecido, por la gracia de Dios, hasta convertirse en un ministerio que sirve a casi cuatro mil miembros, ha plantado varias iglesias, revitalizado otras, ha formado líderes para la multiplicación y ha enviado misioneros. Este resultado no se debe a nuestra sabiduría, sino a la fidelidad de Dios, al trabajo en equipo, y al esfuerzo de muchos. Todo esto siempre guiado por la misericordia divina.

Le invito a examinar con el corazón abierto todo lo que encuentre en estas páginas, a adaptarlo a su propio contexto y, sobre todo, a aprender unos de otros. Al final, lo que realmente importa es que, juntos, estamos comprometidos con la misión de movilizar a la iglesia local con visión, estrategia y propósito para cumplir la Gran Comisión. Que estas palabras sean una pequeña contribución para seguir adelante con humildad, sabiduría y, sobre todo, con la certeza de que el que tiene toda autoridad va con nosotros todos los días:

«Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mat. 28:19-20).

La pauta del crecimiento

CAPÍTULO 1

¿Cómo crece una iglesia? Esta pregunta es crucial para el liderazgo ministerial. Tuve que responder a esa pregunta cuando me ofrecieron pastorear por primera vez en Cuba y, luego, cuando me ofrecieron la oportunidad de servir en Prestonwood Church. Si no hubiera entendido cómo crece una iglesia, podría haber invertido mi vida en una labor sin rumbo. Por gracia de Dios, fui guiado a la respuesta bíblica y Dios ha bendecido mi ministerio. Pero de ninguna manera pretendo que este sea otro libro sobre cómo hacer que crezca tu iglesia. Mi anhelo es que, en este tiempo que pasaremos juntos, Dios les brinde la misma gracia de entender cómo crece una iglesia y que pastoreen a sus ovejas como Dios lo estableció en Su Palabra.

Antes de comenzar, quisiera animarlos a pensar en su perspectiva sobre la iglesia. Piensen en esto como un examen de diagnóstico. No necesitan responder todo «correcto» ahora mismo. Tampoco es necesario que estudien antes de contestar. La honestidad es crucial para que sepan en dónde están ahora y puedan avanzar hacia lo que Dios quiere para su iglesia.

¿Quién es el responsable del crecimiento de una iglesia?

¿Cuál es la responsabilidad del liderazgo en el crecimiento de una iglesia?

En breve, ¿cuál es el objetivo principal o la misión de su iglesia?

¿Cuáles elementos desarrollan este objetivo o misión?

En breve, ¿cuál es la visión de su iglesia?

Hagan una lista de los ministerios de su iglesia y el propósito de cada uno.

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6. ___________________________ ___________________________ 7.

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¿Cómo se aseguran de que los líderes y miembros de su iglesia estén equipados para sus roles?

¿En qué momentos evalúan su fidelidad en el ministerio?

Espero que este cuestionario amplíe el panorama para el contenido de este libro. No se preocupen si fue difícil de contestar o si no están seguros de algunas respuestas. La gracia de Dios es suficiente para instruirnos en el pastorado. De ahora en adelante, mi objetivo es que aprendamos lo que la Biblia dice sobre la misión de la iglesia y ayudarlos a pensar en cómo su iglesia puede cumplir con esta misión. Al final de cada capítulo, volverán a contestar poco a poco este cuestionario, pero ahora seguros de que su iglesia está bajo el diseño de Dios.

Antes de establecer cómo crece una iglesia, necesitamos hablar de nuestro rol como líderes en el crecimiento de una iglesia. ¿Cómo es un buen liderazgo a los ojos de Dios? ¿Logra que se añadan nuevos creyentes cada semana? ¿Tiene una iglesia relevante para su comunidad? ¿Mantiene unidos a sus miembros? ¿Invierte en la obra misionera? Creo que todos desearíamos tener todo eso en nuestras iglesias e, incluso, cualquiera pensaría que esas son metas loables. Pero Dios me ha convencido de que hay algo más importante en nuestros ministerios. Permítanme ilustrarlo con una historia popular.

En un antiguo reino, gobernaba un rey sabio y bondadoso. Con el paso de los años, llegó el momento en que debía elegir a su sucesor entre los ciudadanos y decidió llevar a cabo una prueba inusual para encontrarlo. El rey convocó a todos los habitantes del reino en la plaza principal y le entregó a cada uno una pequeña maceta y una semilla. Con solemnidad, el rey les dijo: «Planten esta semilla y llévenla a sus hogares. Sean fieles en cuidarla y regarla cada día». Los ciudadanos se marcharon a sus hogares y sembraron su semilla en la maceta.

Después de algunos meses, llegó el día en que el rey convocó a todos los ciudadanos nuevamente en la plaza. Al observar las macetas, el rey notó que la mayoría tenían hermosas plantas brotando de la tierra. Sin embargo, había un hombre que se acercó tímidamente, con su maceta vacía en las manos. El rey sonrió y se dirigió hacia él. «Este hombre ha sido fiel», anunció el rey a todos los presentes, «he encontrado al sucesor de mi reino».

Los demás ciudadanos se quedaron atónitos al ver que el rey había elegido al hombre con la maceta vacía. Pero el rey explicó: «Este hombre fue el único que entendió el valor de la fidelidad. La supuesta «semilla» que todos recibieron no era más que una roca. Todos los demás presentes la cambiaron por los resultados, pero existe algo más importante que los resultados». Y así, el hombre que había sido fiel al rey, fue confiado con el honor de liderar el reino.

¿Qué palabra resume lo que el rey esperaba de sus súbditos?

¿Qué relación encuentran con lo que Dios espera de la iglesia?

¿Hay algún pasaje bíblico que hable al respecto?

Dios espera la fidelidad del líder cristiano por encima de la productividad. Muchos pastores, buscando los resultados, han abandonado la semilla del evangelio. Observan cómo los principios bíblicos no dan los frutos que esperaban, y deciden cambiarlos por estrategias. Encuentran maneras de aumentar la asistencia de su iglesia, de promover la comunidad o de involucrarse en misiones, pero están dispuestos a sacrificar su fidelidad a Dios para lograrlo. Al creer que Dios espera que produzcan frutos en su iglesia a toda costa, dejan de lado lo que Dios realmente espera de ellos. Cambian la fidelidad por la productividad.

Esta historia se remonta al mismo principio de la parábola de los talentos (Mat. 25:14-30). Cuando respondemos a la pregunta «¿Qué espera Dios de nuestro liderazgo?», nuestra tendencia es enfocarnos en la productividad y no en la fidelidad. Pensamos en una iglesia fructífera y no en un líder fiel. Pero, en la parábola de los talentos, el señor no aprueba a los siervos diciendo «Bien, siervo fructífero» sino «Bien, buen siervo y fiel» (Mat. 25:21,23). Incluso el problema con el tercer siervo no era tanto un problema de productividad sino un problema de fidelidad: era un «siervo malo y negligente» (v. 26). El fruto de los primeros siervos solo fue el reflejo de la fidelidad a su señor.

¿Cómo podemos tener un liderazgo fiel? En una sola oración, la Biblia afirma que nuestra fidelidad se trata de confiar en la promesa del crecimiento y en la presencia de Cristo, al aprovechar el potencial del crecimiento dado por Él.

LA PROMESA DEL CRECIMIENTO

El crecimiento de la iglesia no es una invención humana ni un deseo pecaminoso. Al hablar de cómo a veces se cambia la fidelidad por la productividad, podría entenderse que los resultados en sí mismos son malos. Pero el crecimiento de la iglesia no solo no es malo, sino que fue una promesa de Jesús.

Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mat. 16:13-18).

En pocas palabras, ¿cuál fue la promesa de Jesús en relación con el crecimiento de la iglesia?

Hay dos aspectos a destacar en Su promesa: el Propietario de la Iglesia y Su plan para la Iglesia. La iglesia local que ustedes lideran no es en realidad «su iglesia». Jesús dijo «edificaré mi iglesia». Toda iglesia verdadera es propiedad de Cristo, pues Él compró la Iglesia con Su sangre (Hech. 20:28; 1 Cor. 6:20). Antes de entender lo que Cristo prometió, los pastores debemos aceptar esta realidad: los pastores solo somos mayordomos de las ovejas del Pastor quien dio Su vida por ellas.

¿Cuál fue la promesa con respecto a Su Iglesia? Edificarla. Este es un lenguaje metafórico. La imagen que trae a la mente es la de un edificio en construcción: piedra labrada, madera, arcilla y cal. Todo siendo cuidadosamente colocado hasta lograr un edificio completo. De la nada,

se crece hasta un todo. Jesús prometió hacer eso con Su Iglesia. Podría decirse que Él fue quien «queriendo edificar una torre» calculó los gastos para acabarla (Luc. 14:28). Él pagó con sangre a Su Iglesia con un plan definido: hacerla crecer hasta completarla. Dejarla en «obra negra» sería romper Su palabra. Él prometió que edificaría la Iglesia, que la haría crecer hasta que fuera una obra completa. Ni siquiera el reino de la muerte (las puertas del Hades) podrá evitar que Cristo edifique Su Iglesia.

Pensemos en el momento en que Jesús dio esta promesa. Por siglos, los judíos estuvieron esperando al Mesías. Los discípulos no siempre supieron quién era Jesús. Su comprensión sobre Él se aclaraba con el tiempo. Aquí Jesús hace que Sus discípulos piensen sobre Su identidad: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (v. 15). Pedro, por gracia, reconoce a Cristo como el Mesías: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (v. 16). ¿Qué ocurre en este gran momento en que Cristo se revela como el Mesías esperado? Él conecta Su identidad mesiánica a Su plan con la Iglesia. La edificación de la Iglesia es tan importante que Cristo la relaciona con Su identidad. La promesa del crecimiento de la Iglesia es una promesa que pone el carácter de Cristo en juego. Como el Mesías verdadero, Él cumplirá Su palabra.

LA PROMESA DE LA PRESENCIA

Antes de irse, Cristo encomienda a Sus discípulos lo que conocemos como la Gran Comisión (Mat. 28:18-20). Hablaremos sobre ella más adelante. Por ahora, hay un elemento que no debe pasarse por alto. Noten la promesa justo al final de este conocido pasaje:

… y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (v. 20b).

¿Cómo describirían lo que Jesús promete en esta porción bíblica?

El crecimiento de la Iglesia no ocurre sin la presencia de Cristo. En ocasiones, pudiera sentirse que está en nuestras manos. Somos los líderes, somos los que tomamos las decisiones, es nuestra responsabilidad, ¿no? No es así. Cristo, sabiendo que era una Gran Comisión, enfatiza de dónde provendría la certeza de su cumplimiento. El crecimiento de la Iglesia no

descansaría en la habilidad de Sus discípulos ni en sus esfuerzos. Cristo estaría cada día con ellos al poner cada piedra en la Iglesia (ver 1 Ped. 2:5).

Es interesante notar la aclaración temporal al final de esta promesa: «hasta el fin del mundo». Cristo no solo sabía la dificultad de la Gran Comisión sino también su gran duración. Los creyentes del primer siglo ansiaban el regreso de Cristo con una expectativa latente. Pero ya ha pasado mucho desde entonces. ¿Cristo sigue involucrado en el crecimiento de la Iglesia? Por supuesto. «El fin del mundo» es una clara referencia a Su segunda venida, cuando todas las cosas serán hechas nuevas (Apoc. 21:1). Así que Cristo sigue edificando Su Iglesia hoy, incluyendo la iglesia que yo lidero y la que ustedes lideran. Él sigue colocando cada piedra con nosotros cada día sin falta.

EL POTENCIAL DEL CRECIMIENTO

Si bien Cristo prometió edificar Su Iglesia y acompañarnos hasta Su regreso, todavía no respondemos cómo lo hace. Esta respuesta la encontramos en Efesios 4, donde Cristo mismo nos presenta el potencial del crecimiento eclesiástico:

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (vv. 11-13).

¿Cuál es el potencial que Cristo dio a la iglesia para crecer?

Nota cómo este pasaje trata el mismo asunto de la «edificación del cuerpo de Cristo» (v. 12). Aquí se presenta el medio que Cristo escogió para que Su Iglesia creciera. Podría sorprenderte notar cuál es. No es el liderazgo. Son «los santos». No son los pastores. Son las ovejas. La «obra del ministerio» no es la obra de los pastores. Es la obra de «los santos».

A veces somos tentados a un concepto erróneo del pastorado. Tendemos a ver el liderazgo como responsables de encargarnos de todos los asuntos relacionados con «el ministerio». Incluso, a veces los líderes hacemos referencia a nuestra labor como «estar en el ministerio». Pero este texto afirma que la constitución de líderes no fue para la monopolización del ministerio, sino para la capacitación de la iglesia. El liderazgo (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) fue constituido para el perfeccionamiento de la iglesia (los santos). En ese sentido, todo creyente debería considerarse a sí mismo «en el ministerio».

¿Con qué objetivo Dios perfecciona al potencial de la iglesia?

¿Qué debe buscar cada iglesia en el ministerio?

El pasaje no deja en blanco el espacio del objetivo del ministerio. Los santos son capacitados por su liderazgo «para la obra del ministerio». ¿Y qué significa trabajar en el ministerio? Pablo responde: «la edificación del cuerpo de Cristo» (v. 12). El liderazgo de la iglesia capacita a los santos para que los santos hagan crecer la iglesia.

No se pierdan esto: el potencial que Cristo les ha dado para el crecimiento de la iglesia es la gente. Ustedes, como líderes, son un regalo de Cristo para equipar a la iglesia, no para acaparar el ministerio. Estamos ante un grave problema cuando los líderes nos enfocamos solo en ministrar y no en capacitar a los santos. Si nuestros congregantes son solo espectadores, el crecimiento de nuestra iglesia estará limitado. Si queremos ser fieles a Dios en el liderazgo, debemos equipar a nuestros congregantes para que hagan crecer la iglesia de Cristo. Cristo ha prometido el crecimiento, ha prometido Su presencia en cada momento, pero también nos ha concedido el potencial para el crecimiento. El potencial está ahí frente a nosotros cada domingo: son los creyentes.

LA GRACIA DEL CRECIMIENTO

Muchos problemas nacen por la mala comprensión de la relación entre nuestras obras y la gracia de Dios. Por un lado, tenemos el extremo de olvidar la gracia. Nos convertimos en pastores haciendo todo lo posible por lograr el crecimiento de la iglesia sin la ayuda de Dios. Buscamos el crecimiento para demostrar nuestra fidelidad, en lugar de buscar la fidelidad para confiarle el crecimiento a Dios. Por otro lado, tenemos el extremo de distorsionar la gracia. Somos pastores negligentes que descuidan la iglesia pensando que «Cristo edifica la iglesia». Nos sentamos a esperar que la iglesia crezca, sin aprovechar el potencial que Cristo nos ha dado en los santos. Ningún extremo es mejor que el otro. Ninguno disfruta de la gracia que Cristo ofrece a los pastores.

El crecimiento de la iglesia es un milagro divino que ocurre por un misterio divino. Ocurre por nuestra «fidelidad» y a pesar de ella. Ocurre por gracia.

El crecimiento de Dios no depende de nuestra fidelidad a Dios ni de los creyentes de nuestras congregaciones. Entender el medio que Dios ha dado para que Su Iglesia crezca es clave para buscar la fidelidad, pero la fidelidad no es la clave del crecimiento. Cristo edificará la Iglesia por medio de la Iglesia misma. ¿Puede hacerlo sin su ayuda? Por supuesto. Pero Él ha decidido que el crecimiento continuo de la Iglesia ocurrirá cuando los líderes equipan a los santos para la obra del ministerio. Dios usa a personas imperfectas, tanto un liderazgo imperfecto como santos imperfectos, para continuar Su edificación de la Iglesia. El crecimiento es por gracia.

Entender que el crecimiento es por gracia logrará varias cosas en la forma en que hacemos el ministerio. En primer lugar, nos mantiene humildes. No habrá oveja que haya llegado al redil por nuestras grandes habilidades, sino que el Señor añade «cada día a la iglesia los que [han] de ser salvos» (Hech. 2:47). Nadie en nuestras congregaciones madurará porque nuestro liderazgo sea impecable, sino porque Dios «perfeccionará» la obra que comenzó en cada creyente (Fil. 1:6). La gracia elimina la jactancia.

Entender que el crecimiento es por gracia, en segundo lugar, nos mantiene motivados. ¿Quisieran cargar sobre sus hombros el peso de la responsabilidad del crecimiento de la iglesia? ¡Yo no! A veces los pastores tendemos a ignorar la invitación de Cristo: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mat. 11:28). No se supone que tengamos acceso a este descanso solo cuando vinimos a Cristo por primera vez, y que el descanso se vaya cuando entramos al pastorado. Incluso el pastorado puede ser una labor «fácil» y «ligera» (v. 30), cuando entendemos que el crecimiento es por gracia.

¡Cómo no querer servir a un Señor que promete que Él se encargará de los resultados! Nosotros solo debemos rendirnos con fidelidad y confianza. La gracia motiva la obediencia.

Entender que el crecimiento es por gracia, en tercer lugar, nos mantiene agradecidos. Leer un libro como este puede ser una señal de que reconocemos que no somos suficientes para el pastorado. Hay problemas que nos superan. Hay decisiones que nos abruman. Hay ovejas que parecen indomables. ¡Bienvenidos al grupo! Es aquí donde el crecimiento por gracia es una enorme bendición. Cada problema resuelto, cada decisión fructífera y cada oveja transformada no fue nuestra obra, sino Su gracia. Los pastores deberíamos ser los creyentes más agradecidos porque, cuando la iglesia crece, solo tiene una explicación: la gracia de Dios colocando piedra sobre piedra. La gracia promueve la gratitud.

Los santos bien equipados por sus pastores para la obra del ministerio es el aspecto a desarrollar en este libro. Pero este libro no es una fórmula mágica para que las iglesias crezcan. Este es un libro que presenta la gracia que Dios ha prometido para que una iglesia crezca, al desarrollar los principios bíblicos que todo pastor debe poner en práctica, con la manera en que lo hemos puesto en práctica aquí en Prestonwood. No cedan a la tentación de encontrar una nueva estrategia para implementar este domingo. Lean con ojos de fe. Todo pastor necesita la gracia de Dios para liderar Su iglesia, y ambas cosas pueden funcionar en armonía. Debemos liderar la iglesia en la que Dios nos ha puesto. Pero la gracia de Dios es la razón por la que nuestro liderazgo imperfecto puede resultar en una iglesia edificada.

Notas

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN

X ¿Por qué es más importante la fidelidad que los resultados? ¿Dios necesita un liderazgo productivo?

X ¿Desear el crecimiento de la iglesia es malo? ¿Por qué?

X ¿Quiénes hacen la obra del ministerio?

PREGUNTAS DE APLICACIÓN

X ¿Quién es el responsable del crecimiento de una iglesia?

X ¿Cuál es la responsabilidad del liderazgo en el crecimiento de una iglesia?

en misión

Para concluir, lean el siguiente pasaje en actitud devocional. Mientras leen, aprecien el descanso que este pasaje nos brinda a los pastores en cuanto al crecimiento de una iglesia.

Yo sembré, y Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que siembra ni el que riega son algo, sino Dios, que da el crecimiento. Y tanto el que siembra como el que riega son iguales, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios (1 Cor. 3:6-7).

Pasen un tiempo en oración juntos. Si es necesario, reconozcan que han buscado la productividad y no la fidelidad o, quizás, reconozcan que han cedido ante la pasividad. Rueguen a Dios que este libro los ayude a entender cómo confiar en Sus promesas del crecimiento y de la presencia de Cristo, al aprovechar el potencial del crecimiento dado por Dios. ¡Y agradezcan porque el crecimiento de la iglesia es por pura gracia!

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