LAS CONFERENCIAS JOHN LOCKE : 1976 Lisardo San Bruno de la Cruz .
1 ALGUNOS PRENOTANDOS.
El contenido de las reflexiones de Putnam en estas conferencias ha de ligarse, Fundamentalmente, a la exégesis de Hartry Field sobre la teorización tarskiana en torno a la noción de “verdad”.
La historia de la filosofía pre-crítica nos relata la confianza que
depositaron la mayoría de los pensadores en la concepción de la verdad como correspondencia.
Se asumía, como intuitivamente evidente, que la realidad y nuestras
dicciones sobre tal realidad quedaban anudadas mediante una relación de correspondencia entre la esfera fáctico-objetual y la dimensión léxico-subjetual. Las aserciones son verdaderas cuando se capta la forma de los estados fácticos, en caso contrario no-captativo de lo que es el caso las aserciones realizadas sobre la realidad son falsas. La aetas kantiana tenderá a teñir la verdad de un colorido subjetual de tal modo que la capacidad representacional humana ni constituye lo real, ni meramente lo copia como si se tratara de un reflejo de nuestra imagen en un espejo.
Según Putnam, existían dos grandes grupos de posicionamientos sobre la noción
de `verdad´, más allá de sus innumerables versiones y sub-versiones de uno u otro signo. Estaba; en primer lugar, la concepción realista en la que la verdad se definía como una relación de correspondencia con estados fácticos; y, en segundo lugar, se encontraba la teoría verificacionista que identifica la verdad como un asunto verificatorio restringido a una batería de condiciones ideales de la investigación científica, batería condicionada que pretende de forma implícita señalar la lectura sobre la verdad de Peirce.
Los empiristas lógicos del Círculo de Viena sospechaban que tales perspectivas sobre la verdad eran susceptibles de idéntica objeción, puesto que la verdad mostraba un rostro de carencia de inteligibilidad asociada a su estofa trans-física.
La obra de Alfred Tarski
significó para el movimiento positivista la posibilidad de hablar sobre la noción de `verdad´ sin la necesidad de quedar enredados en cuestiones de carácter metafísico.
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La analítica de
Tarski era interpretada por los positivistas en términos de deflacción, porque lo que trata de hacer es exhibir cómo definir el predicado “verdadero”, u otros predicados ejercitables equivalentes desde el intradós de un léxico lógico-formal, sin usar expresiones semánticas, tan solo se habilitan nociones lógico-matemáticas. En tal tesitura, el predicado “verdadero quedaría despojado de su halo metafísico, y podría ser manejado como cualquier otro predicado científico de primer orden.
En la definición tarskiana de la verdad para cualquier proposición ha de demostrarse que se satisface una restricción de equivalencia. En tal restricción se establece que cualquier proposición es equivalente de forma demostrable a la oración misma. Dada la proposición del lenguaje-objeto “La hierba es verde”, “verdadero” se define para tal lenguajeobjeto, dentro de un meta-lenguaje en el que opera la definición y se demuestra que “la hierba es verde” es verdadera si y solo si la hierba es verde. Algunos pensadores sostuvieron que la analítica tarskiana no emancipada a la noción de `verdad´ de sus tonos metafísicos por la imposibilidad de verificar total y absolutamente las atribuciones ejecutadas sobre el predicado “verdadero”.
Carnap defendió que la noción de “certidumbre verificatoria”
ha de ser
reemplazada por la noción de “probabilidad de algo grado verificatoria” como noción cuasisinónima de “corrección “ en los léxicos empírico-analíticos. La afirmación “La corriente fluye a través de este cable” cuenta con un alto grado de probabilidad –lo que significa que la expresión metalingüística “La corriente fluye a través de este cable”
es
una expresión
verdadera que cuenta con idéntico grado de probabilidad dada la condición de equivalencia tarskiana. Observa Putnam, cómo los empiristas lógicos creyeron que la noción tarskiana de la `verdad´ carecía de cargas filosóficas, al quedar identificada la relación de correspondencia con la restricción de equivalencia. Aseverar que cualquier oración “O” es verdadera si y solo si O
tan solo es una aseveración tautológica que no se inmiscuye en las cuestiones
concernientes a cómo entendemos o usamos o estamos en condiciones de aseverar o ... oración O.
La grey filosófica realista no podría digerir el vaciamiento ontológico padecido
por la noción de `verdad´ y; Putnam, mismo diseñó una estrategia reactiva en la que se parte de
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la
un presupuesto: los usuarios del lenguaje edifican una representación simbólica de su entorno socio-ambiental.
Tal presuposición entraña una relación de interacción causal agente léxico-entorno en la que se dibuja el éxito pragmático de los movimientos del agente según la calidad de la precisión de sus conjuntos simbólicos representacionales.
Si
la presuposición de
correspondencia, representación subjetuales - representantes objetuales, es concebida como un elemento integrante de un modelo, de acuerdo con Putnam, el posicionamiento realista ha de ser interpretado como una genuina hipótesis empírica.
El propósito de Putnam no es
desechar la analítica tarskiana de la noción de `verdad´, sino más bien enfatizar el hecho de que la noción de `verdad´ no se clausura en su analiticidad lógico-formal, la verdad no es, ni puede ser, filosóficamente neutral;
por tanto.
Necesitamos explicitar la noción de
“correspondencia” para responder a los “cómos” de los funcionamientos léxicos.
Sobre los años setenta del pasado siglo, H. Field atacó la concepción tarskiana de la verdad desde un perfil de marcado carácter realista. La noción de “equivalencia” de Tarski no resulta satisfactoria si aspiramos a trazar, como Field, una teoría fisicalista de la referencia según la cual los términos sígnicos usados quedan ligados a objetos y/o procesos objetuales mediante una relación causal explicitada y/o definida en términos de las ciencias empíricas; las definiciones científicas del tipo “la temperatura es energía cinética molecular” ilustrarían prístinamente el sentido de una teoría fisicalista de la referencia para Field. Putnam analizará la crítica de Field a la teoría de la verdad de Tarski derivando a la cuestión de si las ciencias sociales son susceptibles de adoptar una metodología fisicista.
Las ciencias humanas
concebidas como imitando el método de las ciencias empírico-analíticas y la tesis que establece un profundo distingo entre el par de nociones `hecho-valor´, configuran el objetivo que Putnam tratará de liquidar en estas conferencias.
La creencia de que los términos
“verdad” y “conocimiento” son genuinos términos de las ciencias duras conforma una presuposición onto-semántica que necesita ser revisada. El ámbito del conocimiento humano subsume el ámbito del conocimiento empírico-analítico, no sería correcto tratar de reducir las disciplinas prácticas o éticas-políticas a la esfera de las ciencias duras, si lo que pretendemos,
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de acuerdo con Putnam, es mostrar una imagen sensata del florecimiento del ser humano globalmente considerado.
Las conferencias John Locke permiten a Putnam aproximarse a
una posición kantiana sin alambiques incapaces de destilar licores filosóficos de alta estofa como “cosas en sí”
y “yoes trascendentales”.
En esta auto-concepción de parentescos
posibles, la creencia de Putnam es no disociar la teoría verificacionista de la verdad y la teoría de la verdad por correspondencia,
puesto que la relación de correspondencia puede ser
dibujada desde una órbita empírica que no trata de abortar los elementos y/o procesos subjetuales inherentes a toda noción de “verdad”. El interrogante específico qué es la verdad, el lenguaje, la referencia ....,
como interrogante medular del realismo, se conjuga con
interrogantes del tipo qué es el ser humano y su conocimiento,
y tales interrogantes
estructuran un significado inter-relacional de carácter molar, desde el que han de edificarse las posibles críticas a las pretensiones de reducción y al trazado de nociones dicotonómicas del tipo hecho-valor.
2. EL REALISMO SE LIGA AL MODO COMO COMPRENDEMOS LA VERDAD. Según Putnam,
en una lectura realista
de la verdad habríamos de admitir
enunciados del tipo: 1. Los mesones pueden carecer de antipartícula aunque desde nuestro esquema conceptual se deriva que los mesones tienen anti-mesones. 2.
Un enunciado puede ser falso aun cuando se derive de nuestro esquema
conceptual más la batería de proposiciones observacionales verdaderas.
La aceptación del enunciado “el mesón puede carecer de antipartícula” u otros enunciados similares no es una aceptación que derive lógico-formalmente de las conclusiones posibles de una teoría T1, siendo T1 una formalización del conocimiento en vigor. Aseverar un enunciado del tipo aludido para re-confeccionarlo como tal enunciado es derivable en T1, y su batería enunciativa observacional verdadera,
significaría que podríamos reconstruir
cualquier enunciado E de tal forma que para cada E, E está implicado por “E se concluye de T1” más su grupo enunciativo observacional verdadero. Dado que cualquier enunciado derivable de T1
también se derivaría de T1
más su batería enunciativa observacional
verdadera obtendríamos un sin-sentido del tipo “E se sigue de T1” implica E, para cualquier E”. De acuerdo con Putnam, comprendemos la verdad aceptando que un enunciado
derivable de T1 podría ser falso. No solo es posible lógicamente que T1 devenga falsa, sabemos que puede ser categóricamente falsa habida cuenta de nuestros hábitos cognitivos; en el sentido de que el conocimiento humano traba ciertas inter-relaciones causales con el ámbito objetivo. La línea epistémica Peirce-Sellers acepta la zozobra teórica de T1 re- interpretando verdad como “aseverabilidad justificada en el límite ideal de investigación”, no en el sentido dibujado por Putnam de asertabilidad justificada en T1, en tanto demostrabilidad actual en T1 más su batería enunciativa observacional verdadera. Sin embargo, Putnam no se imagina cómo donarle crédito a la noción PeirceSellars sin restricciones espacio-temporales institucionales, objetuales .....
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y sin presuponer
cierta convergencia en el desarrollo del conocimiento científico. La propuesta Kuhniana de “revolución científica”
podría traducirse en la liquidación de las nociones “verdad y
“referencia” en clave realista, dada la asunción de la no-convergencia, lo cual nos enfrenta a una postura anti-realista con tintes relativistas culturales. Lo medular en estas alegaciones sería subrayar el hecho de que el realismo se imbrica en la forma en que se comprende la verdad, y no solo en el modo o los posibles modos de definir-reconstruir el predicado “verdadero”. No es cierta la pretendida neutralidad ontoepistémica adherible al concepto de `verdad´, la lógica formal no determina el significado ni de la verdad, ni el significado de las conectivas lógicas.
El que se acepte “un enunciado
puede ser falso aunque derive de nuestra teoría –o, de nuestra teoría más la batería enunciativa observacional verdadera”-
y se rechace la meta-inducción que descarga a los términos
teóricos de co-relato óntico, en el interior de un esquema conceptual que acota las posibles relaciones entre casos límites de un conjunto de teorías sucesivas, tal hecho, bajo el enfoque de Putnam, modula una concepción de la metodología científica condicionada por la batería más alta de generalizaciones empíricas sobre el propio conocimiento, conocimiento coconstruido en inter-acción con la esfera de ahí-fuera. Como explicitara Putnam, la propiedad formal-desentrecomilladora de raigambre tarskiana no envolvía consideraciones de tipo explicativo-causal sobre la noción de “verdad”, la reconstrucción lógico-formal del predicado “verdadero” funciona sin tener que habérselas con restricciones explicativo-causalísticas.
No obstante, acotar la verdad en la versión
tarskiana no clausura el espesor de la noción de “verdad” en tanto pueda operar de forma explicativa a la hora de describir cómo conductas exitosas se ligan al hecho de que ciertas creencias son verdaderas. Para ilustrar tal convicción, Putnam nos diseña un contexto contrafáctico en el que mora una entidad llamada Karl. Karl es un autómata calculístico “capaz de decidir”
sobre grados de confirmación y utilidad esperada y “capaz de operar
conductualmente” buscando el óptimo posible de utilidad estimada.
Tal autómata se expresa
en un léxico lógico-formal apropiado cuyos términos lógicos estamos autorizados a traducir a nuestro léxico vernáculo, pero no contamos con las posibles traducciones del glosario descriptivo-extralógico.
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La cuestión planteada en tal constructo hipotético sería adscribir un significado, o una referencia, al léxico descriptivo usado por Karl explicitando de forma justificada cómo traducimos tal léxico o cómo definimos la noción de “verdad”. Otra asunción del modelo introducido por Putnam versa sobre la confiabilidad depositable en Karl.
Sus emisiones
léxicas se conciben con un alto grado de probabilidad de verdad, holísticamente entendida, tal asunción puede ser especificada como una restricción global a la traducción-principio de caridad.( De raigambre davidsoniana ). Supuesta una definición de verdad, y solo una, que donose a Karl la cota máxima de confiabilidad- en tanto, otra definición cualquiera no-equivalente a la convenida,
las
probabilidades de emisión de enunciados verdaderas fueran más bajas que la probabilidad de verdad derivada del uso de un enunciado definido bajo nuestra primera estipulación. Putnam se permite una definición de referencia.
Existe; por tanto, una única relación de referencia
R elegida y/o estipulada para el léxico no-natural de Karl. lingüísticas guiándonos a través de la definición
Traducimos sus emisiones de verdad atrincherada en la relación
referencial R, de tal modo que tal elección referencial maximiza el principio de caridad interpretativa.
El autómata probabilístico diseñado por Putnam se refiere a ...
mediante un
término sígnico cuando y solo cuando se asume la relación referencial R para ...
, relación que
lleva a la definición de verdad maximizadora de la utilidad.
Sin embargo, Putnam arguye
que un cálculo probabilístico sobre la confiabilidad en nuestro autómata no solo precisa un conocimiento exhaustivo de su programa inductivo, también entraña conocer circunstancias del entorno ambiental donde opera nuestro autómata. Una teoría de la referencia con estofa caritativa trabaja con la totalidad conductual léxico - inductiva de un individuo para pesquisar los posibles co-relatos ónticos de los términos sígnicos empleados. Una definición del tipo “X se refiere a Y mediante el término sígnico Z” representa una relación funcional, no describe relaciones físico-químicas de ningún tipo. Si para fijar la referencia de un término sígnico usado por Karl precisamos conocer la estructura léxico-conductual, holísticamente considerada, entonces relacionar signos con sucesos y/o objetos no es definible acudiendo a algo así como “enlaces causales del tipo apropiado”. El problema nace la propia definición de verdad pintada por Putnam en tanto es susceptible de la famosa objeción de factura quineana: Si determinamos las condiciones
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veritativas de las emisiones lingüísticas de Karl como totalidades, entonces estaríamos en condiciones de dibujar definiciones con capacidad de satisfacción no-coextensivas que llevaran a condiciones veritativas equivalentes para todas y cada una de los enunciados de L. Dicho lo cual Putnam recalca que ...
“ “Llevar al máximo la confiabilidad adscrita a Karl”,
aunque se trata de una aseveración correcta, podría sub-determinar las condiciones de verdad de las oraciones de
Karl tomadas como totalidades y la referencia de las partes de la
oración”.(1). La práctica efectiva-real de traducción y/o interpretación genera un esquema holístico cuya pretensión es explicitar de forma razonable la conducta de un sujeto entre-tejido en su batería conviccional y ligado a sus intenciones interesadas. El manual de traducción y la descripción psico-sociológica son elementos que han de ser integrados en nuestro esquema holístico. Como señala Putnam, no se trata de un apunte metodológico de cierto interés para lingüistas, es la traducción deseada o definición de verdad propuesta cuya corrección es capaz de describir óptimamente la conducta de un agente racional. Racionalizar conductas significa hablar de disposiciones del organismo a operar de ciertas formas, tal ámbito de explicitación queda necesariamente hilvanado a la relatividad del interés. Con objeto de dinamizar la lectura sobre qué significa “baterías interesadas relativas a una explicación” Putnam acuña tres casos largamente conocidos en los círculos en que nos movemos.
En primer lugar, un
profesor es sorprendido a las 12 horas de la noche en el dormitorio de las alumnas con apenas ropa, o si quieren sin ella. Una posible explicación del suceso: Un profesor desnudo en la alcoba de una alumna a medianoche no puede abandonar (aunque él, quizás, lo hubiera preferido) el recinto, ni cubrir sus desnudeces antes de las 12 horas de la noche viajando a mayor velocidad que la velocidad de la luz. Nuestra ley para tal explicación es que nada, ni siquiera tal sujeto en tal situación, puede superar la velocidad-luz.
En segundo lugar, una
clavija cuadrada de cierto calibre ajusta en un hueco cuadrado del mismo calibre y no un hueco redondo de idéntico calibre.
Una posible explicación:
Dada cierta composición
químico-estructural del objeto referido, y dado el cálculo de trayectorias posibles derivables de la aplicación de cierta sub-conjunto de fuerzas -sub-conjunto restringido que no posibilite la deformación de la clavija y del hueco donde ha de ajustar- es factible fijar la trayectoria que embona objeto y agujero cuadrado, permitiéndonos rechazar las trayectorias de ajuste con
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respecto al agujero redondo. Las leyes físicas justificarían tal explicación.
En tercer lugar,
imaginemos que a un ladrón ante un interrogante del tipo “Por qué robas bancos” responde: “dónde si no en los bancos encontraría dinero en gran cantidad”. Ahora bien, tal interrogante puede haber sido formulado bien por un sacerdote o bien por otro atracador de bancos. Putnam inicia la analítica de estos casos confesando que la filosofía de la ciencia ha de entenderse como una descripción normativa,
lo que supone enfatizar la cota pragmática
integrada en la noción de “explicación”, explicación que Putnam pretende sea “adecuada”. Bajo el enfoque de
Putnam, aunque en el caso del profesor sería posible
subsumirlo en términos del modelo explicativo convencional-nomológico deductivo-
tal
explicación no tendría la calidad descriptiva esperada. Sería más interesante interrogarnos sobre las intenciones de nuestro querido profesor, y no asertar cuestiones obvias legitimadas por leyes de mecánica relativista.
Las baterías criteriales interesadas se enlazan
sustancialmente a intereses de tipo predictivo y control experimental y/o verificatorio. Las explicaciones vertidas se vertebran en intereses subjetuales de cierto tipo.
En el ejemplo de
las clavijas cuadradas que no embonan en agujeros redondos, según Putnam, la explicación en términos de mecánica clásica o en términos de la omnisciencia física laplaciana, tampoco deviene interesante e incluso muestras ciertas deficiencias.
No hay que saber mucha
geometría para explicarlo, y no es necesario recordar que consideramos un hecho atrincherado en nuestra experiencia el que fácilmente.
los objetos –clavijas, agujeros-
no cambian de forma
En la situación del profesor, la explicación dada “no roza” la información que
deseamos obtener,
en el ejemplo de las clavijas la explicación dada viola el interés
metodológico de la sencillez.
En cuanto a nuestro ladrón de bancos, Putnam usa la
concepción de “espacio de alternativas pertinentes”. Concretamente, la respuesta del ladrón se imbricaría mejor en el espacio argumental donde el interrogador es otro ladrón, su pregunta podría significar que su homólogo podría haber robado en cualquier otro lugar donde hubiera dinero y no fuera un banco; en cambio podemos presuponer un espacio argumental distinto para el sacerdote, donde podría interpretarse su interrogante como, en última instancia, un imperativo del tipo “no robes que al final te encarcelaran ...
o algo semejante.
Tales casos le permiten reiniciar a Putnam sus alegaciones en torno al caso “Gabagay” de tradición quineana. Estamos en la jungla enfrentados a un lenguaje vernáculo
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de un sub-grupo de sus moradores. Putnam comenta que contamos con dos manuales de traducción, sean MT1 y MT2. En MT1 “gabagay” se traduce como conejo, y en MT2 como “parte no separada del conejo” a alguna expresión semejante. Las condiciones veritativas de los enunciados de MT1 y MT2 pueden considerarse como equivalentes o ajustables para que puedan ser tales; en otros términos, las condiciones de verdad se preservarían en ambos manuales de traducción. El planteamiento quineano apunta al hecho de la imposibilidad de decidir cuál es la traducción correcta del término “gavagai”. Putnam parte de su creencia medular; esto es, en las prácticas habituales de traducción y interpretación lo que hacemos sustancialmente es racionalizar conductas. Observando los rituales de caza nativos de un “gavagai” nos resulta más natural traducir tal término como “conejo”, y no usar giros como “etapa de desarrollo de un conejo”, no tenemos que escudarnos en cuestiones de simplicidad traductiva meramente.
Dado que
interpretamos la conducta del nativo desde nuestro marco estructural explicativo, resultaría sorprendente afirmar que un nativo persigue “una parte no-separada de conejo”.
Las
sospechas de Quine en torno a la indeterminación de la traducción, indeterminación que hereda la referencia, y sus reconstrucciones definicionales como la definición de satisfacción al estilo tarskiano, son sospechas poco interesantes a los ojos de Putnam. Juzgamos que la traducción dada desde nuestros intereses exegéticos es correcta. Si una cultura no-terráquea estudiara a nuestro nativo, y lo observara mientras caza gavagais, podría traducir tal término como “tronco de conejo” o “parte inseparada de conejo” o ...
En tal hipotética situación, lo
que late como explicación adecuada en las diferencias traductivas es el marco argumental interesado desde el que se práctica la traducción, en su cultura “las partes no-separadas de conejos” son partes que integran de forma natural sus baterías criteriales interesadas. La indeterminación interpretativa-referencial quineana solo le interesa a Putnam en tanto subraye la relatividad interesada implícita en la explicación. AVE ATQUE VALE .
Referencias citadas :
1. Putnam, H.: El significado y las ciencias morales. Trad. Ana Isabel Stellino. México: U.N.A:M, 1991 ( pág. 53 ). Para cualesquiera desiderata : sanbrunolisardo@gmail.com y/o delacruzlisardo@gmail.com .