Las Golosiaventuras de Topy y Lina

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Había una vez en lo más profundo del bosque Sonrisitas, donde viven dos hermanitos ardillas huérfanos en la copa de un árbol. Topy y Lina a los que les encanta jugar juntos. Se lo pasan fenomenal dejando volar su imaginación, inventando juegos y protagonizando historias divertidísimas.

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Un día, mientras paseaban por el parque Arbustos, vieron una tienda de golosinas de la señora Osita. A través de la vitrina vieron la variedad de cosas deliciosas que tenía, como gomitas, chocolates, caramelos, papitas lo más alucinante que habían visto jamás.

Lina le pidió a Topy algo de dinero para entrar y comprar. Ya que ella estaba cansada de comer frutas y verduras. A lo que Topy le respondió: - no tengo nada hermana , ni una moneda…

De pronto, pasó a su lado una zarigüeya disfrazada de superhéroe cuya capa era nada más y nada menos que un billete: ¡era dinero! Topy y Lina observaron cómo el curioso roedor se lanzaba una y otra vez desde lo alto de los arboles intentando volar sin ningún éxito.

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Topy y Lina se miraron. Ambos habían tenido la misma idea: convencer a la zarigüeya para que les entregará el billete y así poder entrar en la tienda y comprar un montón de caramelos.

– Hola, somos Lina y Topy. ¿Cómo te llamas?

– Me llamo Kary soy una superheroína.

– Si de verdad quieres ser una superheroína, nosotros podemos ayudarte -dijo Topy. – ¿Cómo?

– Con el billete que tienes por capa podemos comprar muchas frutas para que las repartas entre todos tus amigos: ¡eso sí te convertirá en una superheroína de verdad! -añadió Lina.

La intrépida zarigüeya tenía tantas ganas de ser una superheroína que la idea de las frutas le pareció fantástica. Así que entregó su capa a Topy y Lina.

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Una vez tuvieron el billete en sus manos, Topy y Lina entraron en la tienda a toda velocidad. Se les hacía la boca agua con tantos dulces por todas partes. Comenzaron a pedir dulces y chocolates de todos los colores, sabores y formas, mientras la Señora Osita iba sumando en su caja registradora. Cuando se dieron cuenta, se habían gastado todo el dinero que tenían. Salieron de la tienda entusiasmados con su gran botín.

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De vuelta en el parque, corrieron a sentarse en un banco para admirar todos los tesoros azucarados que habían adquirido. Mientras se llevaban una chuchería tras otra a la boca y rápidamente las comían sin apenas masticarlas, les interrumpió la zarigüeya:

- ¿Dónde están mis frutas? Lina y Topy habían olvidado por completo las frutas de Kari la zarigüeya. Estaban tan concentrados por las suculentas gominolas, que no cumplieron su promesa.

Para compensar a Kari por lel engaño que le habían hecho, le ofrecieron parte del botín; pero como las zarigüeyas no comen dulces, Kari rechazó la oferta.

Kari se alejó muy triste, abandonando su idea de convertirse en una superheroína. Lina y Topi continuaron atragantándose y llenando de golosinas sin prestar atención a la tristeza de la zarigüeya.

Y entonces sucedió algo muy extraño. Alrededor de los hermanos todo empezó a ser cada vez más y más grande… ¿o eran ellos los que se encogían? y de repente ¡Se habían vuelto diminutos!

Lina y Topi estaban asustadísimos. Ahora el césped del parque Arbustos era gigantesco y parecía hallarse en mitad del bosque. En ese momento vieron cómo se acercaba una araña del tamaño de un caballo.

– ¡Socorrooo! -gritaban los hermanos.

¡!

Kari, que tenía un oído de zarigüeya muy fino, los escuchó y acudió rápidamente en su ayuda. Sorprendida al ver lo diminutos que eran, les invitó a subir a su lomo y así consiguieron alejarse de la araña. Lina y Topy respiraron muy aliviados.

Topy estaba seguro de que la culpa había sido de las golosinas, así que Lina propuso ir a ver a la Señora Osita. Pero cuando llegaron a la tienda, ya había cerrado. Observaron en un cartel de la tienda que les daba una pista sobre qué hacer.

La consulta del doctor no se encontraba muy lejos. Para llegar lo antes posible,Kari decidió corretear por techos, paredes y cornisas, evitando así el tráfico de coches y los pisotones de los peatones. Lina y Topy se asustaron porque, ¡Kari saltaba veloz como un rayo!

Una vez llegaron y saltaron desde el lomo para entrar por el hueco de la puerta, una red atrapó a la zarigüeya. Era Dave, dueño de un zoológico que se encuentra al principio del bosque Sonrisitas, que quería a Kari para encerrarla en una jaula y colocarla en su escaparate. Lina y Topy no pudieron hacer nada, ¡eran muy pequeños! Debían recuperar su tamaño cuanto antes.

TOCAR SI NECESITA AYUDA

Junto a la puerta había un enorme botón rojo y un cartel que invitaba a llamar al timbre. Lo hicieron y, súbitamente, apareció un Dentista con una lupa, los colocó en la palma de su mano y los subió a su mesa para examinarlos.

– Está clarísimo: ¡otro caso grave de Golosinitis desenfrenada! -diagnosticó el dentista -Deben de tomar una gota de este jarabe, exclamó.

Tragaron el jarabe y recuperaron su tamaño original. Lina y Topy tuvieron una idea para liberar a su nueva amiga Kari.

Regresaron al parque pensando que hacer y se fueron a su casa en la copa del árbol donde tenían frutas y verduras que ellos mismos cosechaban y se les ocurrió la brillante idea de recolectar dinero entonces montaron un pequeño puesto de venta de frutas y verduras.

FRUTAS Y VERDURAS LINA & TOPY

Con el dinero que consiguieron, corrieron al zoológico del señor Dave.

Kari se puso contentísima cuando los vio llegar. Lina y Topy pagaron su rescate y le hicieron entrega de la sorpresa que habían preparado para ella: una canasta llena de frutas y verduras frescas.

Entusiasmada Kari les agradeció, y ellos prometieron nunca más comer golosinas y dulces ya que estos les habían causado muchos problemas .

Lina y Topi aprendieron la lección.

Y colorín colorado Lina, Kari y Topy fueron felices y contentos, Lina y Topy se despiden hasta el  próximo cuento.

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