Reflejo de la sociedad dominicana
Editora Listín Diario, C. por A. Consejo de Administración Presidente | Ramón Báez Romano Vicepresidente | Ernesto Vitienes Colubi Secretario | Luis Miguel Pereyra Tesorero | Alberto Jana Tactuk Vocales | Ramón Cáceres, Lourdes Bonnelly de Espaillat, José Rafael Yunén B. Vicepresidenta Gerente General | Gema Hidalgo Vicepresidenta de Finanzas | Ismael Peralta Director Listín Diario | Miguel Franjul
La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro CONCEPTO / EDICIÓN María Isabel Soldevila Brea COORDINACIÓN GENERAL Departamento de Mercadeo Patricia Hernández Licelot Herasme Omayra Ramírez COMUNICACIONES Y RELACIONES PÚBLICAS Rosanna Rivera Celeste Pérez CURADURÍA Nereida Lahit Bignott EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Lic. Gledis Fernández De León
Francisca Cabrera Reynoso de Brito José Luis Charla Tellería Oristelia Arias Moscat DIGITALIZACIÓN Mónica Vásquez González Yissel Montero RETOQUE DIGITAL José Rafael Jiménez Gadiel Acosta CORRECCIÓN DE ESTILO Luis Hernández DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y ARTE FINAL Cynthia Matos Barros
PORTADA Cynthia Matos Barros TERMINACIÓN Y ENCUADERNACIÓN José Miguel Saviñón FOTOGRAFÍAS Leo Santiago José Luis Silverio Vidal Ernesto Forteza Jorge Cruz Víctor Calvo Adriano Rosario AGENCIA PUBLICITARIA Young & Rubicam Damaris
Impreso en Editora Listín Diario, C. por A. en el mes de julio de 2010 en Santo Domingo, República Dominicana.
La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
Contenido Agradecimientos 10 Mensaje del señor Ramón Báez Romano, presidente de la Editora Listín Diario 12 Carta del señor Miguel Franjul, director de Listín Diario 14 Introducción | Listín Diario: 120 años junto al pueblo dominicano
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NUESTRA HISTORIA 18 Fundación de Listín Diario 20 Listín Diario y el régimen de Ulises Heureaux 29 La lucha del “Listín” por la independencia de Cuba 33 Listín Diario entre 1900 y 1924 43 El “Listín” y los comienzos del siglo XX 45 Listín Diario durante el régimen de Trujillo 57 La Reapertura de Listín Diario 1963 70 Listín Diario entre 1963 y 1968 77 El periódico bajo la dirección de Rafael Herrera 90 La nueva casa de Listín Diario 94 El centenario 100 Cronología de los Directores 101 Listín Diario en la actualidad 103 Más allá del periódico: listindiario.com y las revistas 106
La estructura de Listín Diario 110 Listín Diario y el desarrollo tecnológico en República Dominicana 114
NUESTROS COLABORADORES HISTÓRICOS Francisco Comarazamy Milagros María Ortiz Bosch Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez
118 120 128 139
Carmenchu Brusíloff Juan Daniel Balcácer Marianne de Tolentino Manuel García Arévalo Emilio –Cuqui– Córdova Tony Raful Tejada
149 157 167 172 179 186
120 AÑOS EN IMÁGENES
198
LA REPÚBLICA Salud, educación y compromiso social Un país marcado por la política
202 202 206
EL DEPORTE La pasión de Quisqueya
228 228
LA VIDA Y LAS SOCIALES Información para una mejor vida Pioneros de la crónica rosa
244 244 246
ECONOMÍA & NEGOCIOS Una economía creciente, pero desigual y llena de retos
256 256
ENTRETENIMIENTO 262 Un país que se mueve al ritmo de su música 262 Sobre los autores
288
Índice onomástico 290 Bibliografía 296
Gracias a todos nuestros colaboradores, instituciones y allegados.
NUESTROS COLABORADORES Francisco Comarazamy Milagros Ortiz Bosch Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez Juan Daniel Balcácer Manuel García Arévalo Marianne de Tolentino Tony Raful Tejeda Alicia Estévez Directora listindiario.com EDITORES DE LISTÍN DIARIO Wendy Santana Daniel Johnson Adolfo Valenzuela Martha Quéliz Magnolia Kasse Héctor J. Cruz Ramón Almánzar Manuel Figueroa Carmenchu Brusíloff Editora de Revista Aldaba Emilio -Cuqui- Córdova Columnista de El Deporte Adelaida Cruz Encargada Centro de Documentación Vladimir Sánchez Encargado de Control Calidad Radhamés Dotel Editor de Fotografía Manuel Álvarez Gerente de Tecnología Celeste Pérez Encargada de Relaciones Públicas Hugo Gálvez Gerente de Producción Yasilis Jáquez Editora Ejecutiva de Revistas Helmi Lara Coordinadora Administrativa de la Redacción Sarah Pellerano
Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
Mensaje del presidente de la Editora Listín Diario
Cuando Listín Diario arribó al primer centenario de su fundación, en agosto de 1989, quien entonces era Presidente del Consejo de Administración, el doctor Rogelio Pellerano Romano, escribió un mensaje introductorio para el libro conmemorativo de los cien años del periódico. En ese mensaje, Rogelio Pellerano Romano (a quien familiares y amigos íntimos llamábamos cariñosamente Tuturo) escribió que la función de un periódico diario, en tanto que instrumento informativo, consistía en recoger en sus páginas la historia de las 24 horas del día. De esa manera, el periódico cumple fielmente con su alta misión orientadora respecto de cuanto suceda en el país al que pertenece y en el resto del mundo. “Nada le podrá ser ajeno –concluyó- si su deseo es recoger, interpretar, comprender y divulgar el sentir de la familia y la sociedad”. Cuatro lustros después de ese significativo acontecimiento en la historia del diarismo nacional, el equipo humano que conforma la familia de Listín Diario se esfuerza con admirable profesionalismo y abnegado apego a los ideales de los fundadores del periódico para que cada día el periódico llegue puntualmente a los hogares dominicanos. Entre las generaciones posteriores a la fundación de Listín Diario, fueron los hermanos Rogelio y Máximo Pellerano Romano; Carlos Alberto Ricart, esposo de Nelly Pellerano LópezPenha de Ricart, y Moisés Pellerano López-Penha, quienes tuvieron la responsabilidad, tanto en la conducción administrativa como en la dirección periodística, de lograr que el Listín Diario permaneciera siendo un genuino paradigma del periodismo nacional, cuyas páginas no han sido más que un reflejo del quehacer y sentir de la familia y de la sociedad dominicanas en diferentes ámbitos. Todo el que me conoce sabe que mi trayectoria empresarial tomó un derrotero distinto del proyecto periodístico que impulsaron y desarrollaron con notable éxito mis hermanos Rogelio y Máximo Pellerano Romano. Primero, incursioné en el ramo naviero y luego en el sector asegurador y bancario. No obstante, es importante señalar que desde muy joven estuve estrechamente vinculado a Rogelio y a Máximo Pellerano Romano, con quienes crecí y conviví en la capital; y junto con ellos y con otros destacados miembros de la familia, como Carlos Alberto Ricart y Moisés Pellerano López-Penha, viví plenamente la nueva etapa del Listín Diario que se inició en 1963, tras su reapertura poco después de la desaparición del régimen tiránico que encabezó Rafael L. Trujillo, cuyo gobierno había dispuesto el cierre del periódico en 1942.
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Mensaje del presidente de la Editora Listín Diario
Desde 1963 siempre he estado relacionado con Listín Diario, del cual fui fundador y miembro de su Junta de Directores en esa segunda etapa, cuando Tuturo Pellerano quedó al frente de la parte administrativa y el prominente periodista Rafael Herrera asumió la dirección del periódico. Justo es confesar, sin embargo, que jamás pasó por mi mente que algún día me correspondería presidir el Consejo de Administración de Listín Diario, toda vez que consideré que ésa sería responsabilidad de las nuevas generaciones de la familia que continuarían con el ejemplo de sus antecesores. Pero, en el año 2003, las circunstancias hicieron posible que asumiera la presidencia del Consejo de Administración de la Editora Listín Diario y, desde entonces, salvo el nada grato interludio en que Listín Diario fue ocupado y administrado por el gobierno de turno, he estado al frente de éste tratando de cumplir con la misión, visión y objetivos que inspiraron lo mismo a los fundadores de 1889 que a las generaciones posteriores. Con satisfacción y orgullo puedo afirmar que, en el plano administrativo, Listín Diario es una empresa financieramente sana y rentable, como consecuencia de una gestión pulcra y austera de sus recursos, al tiempo que la parte periodística jamás ha sido descuidada. En este sentido, nos esforzamos permanentemente por ofrecer un periódico con un contenido noticioso diverso y veraz que oriente a nuestros lectores, quienes cada día acuden a él en procura de estar informados de cuanto ocurre en el país y en el mundo, y diseñado e impreso con esmerada calidad gráfica. Por tal motivo, al libro Cien Años del Listín se une ahora la presente publicación, con ocasión de culminar la celebración del 120 aniversario de su fundación. De esa manera, dejamos un testimonio palpable de nuestros logros, gracias, naturalmente, al respaldo sostenido de nuestros fieles lectores, de nuestros anunciantes, de nuestros relacionados comerciales y también de nuestros colaboradores históricos, algunos de los cuales, en esta edición, ofrecen sus valiosas opiniones y perspectivas acerca de Listín Diario y el impacto que éste ha tenido sobre la sociedad en su conjunto. A todos ellos, pues, mi sincero agradecimiento por su colaboración y respaldo. Finalmente, quiero dedicar esta obra primero a nuestros lectores, sin cuyo permanente apoyo no sería posible la existencia de Listín Diario; y, segundo, a los hombres y mujeres, profesionales de admirable formación académica tanto en el terreno periodístico como en el área administrativa, sin cuya labor sería imposible publicar el periódico; y porque, además, ha sido gracias a su dedicación y esmero profesionales que hemos logrado posicionar a Listín Diario en el elevado sitial de preferencia que hoy ocupa entre los exigentes lectores dominicanos. A ellos también mi agradecimiento.
Ramón Báez Romano 13
Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
Carta del director
Los pocos diarios centenarios latinoamericanos que siguen publicándose hoy tienen, en su génesis, algunas impresionantes similitudes. Surgieron como simples boletines de información general o comercial y luego alcanzaron una dimensión mayor, ya no tan sólo como informadores rutinarios de las realidades, sino como entes de influencia en sus sociedades. De esa trayectoria, pero especialmente de las luchas que han librado para preservar su carácter independiente y el sentido de su misión social, es que deriva su fortaleza de hoy. Listín Diario comenzó con una sola hoja el 1 de agosto de 1889 para informar la entrada y la salida de las goletas en el puerto de Santo Domingo. Dada la utilidad de la información, progresivamente fue incorporando más páginas, más informaciones y más noticias, llenando las verdaderas necesidades del público. En esos 120 años, su transformación ha ido a la par con el progreso de las comunicaciones y de la sociedad en la que estamos insertados. Se ha renovado sin perder la esencia de su compromiso fundacional y sin desdoblarse. En la medida en que fue haciéndose acreedor de la confianza del público, en esa medida creció el valor intrínseco de su línea editorial, que ganó plusvalía con las brillantes plumas de notables intelectuales y escritores que forjaron el diario como un instrumento de información, de conocimientos y de luchas sociales. Los grandes debates de las ideas o de las contradicciones sociales se atesoran en sus páginas como una inagotable cantera del pensamiento.
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Carta del director
Por su luenga vida, necesariamente Listín Diario ha devenido en un registro fiel de los acontecimientos que han marcado la evolución de nuestro país, registro abundante en datos, fotos, documentos y ensayos que sintetizan los grandes avances o retrocesos que hemos tenido a lo largo de la historia. Una manera de reflejar, a vuelapluma, parte de aquellos hechos trascendentales o llamativos, es justamente el libro que hemos preparado para conmemorar nuestro 120 aniversario en 2009. Es un repaso de hechos que, a su vez, proyectan la diversidad de asuntos que tuvieron cabida en nuestras páginas. Al mismo tiempo, es una pequeña suma de testimonios de fieles suscriptores y lectores que plasman sus recuerdos en las distintas épocas que tuvieron el primer contacto con las páginas de Listín Diario, y sus valoraciones sobre el papel que este diario ha jugado no solo en sus propias vidas, sino en el resto de la sociedad dominicana. Nuestra ambición era mayor. Queríamos tener toda la historia de esos 120 años concentrada en un solo libro, pero eso es materialmente imposible. Todavía no hemos llegado al fin de la historia y confiamos en que Listín Diario, afincado en su tercer siglo de existencia en la aceptación y la confianza del público dominicano, seguirá siendo fuente viva de nuestras realidades, un firme aliado en las luchas por las libertades y las mejores aspiraciones del pueblo y, lo que en definitiva nos enorgullece, un verdadero patrimonio del pueblo dominicano.
Miguel Franjul
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Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
INTRODUCCIÓN
Listín Diario: 120 años junto al pueblo dominicano
Conseguir cada día el balance entre la noticia y el servicio social constituye el reto al que se enfrenta Listín Diario desde hace 120 años. Presentar el drama cotidiano de dominicanos y dominicanas que carecen de los servicios básicos, mostrar las realidades incómodas de la corrupción, el narcotráfico, la criminalidad y buscar alternativas, promover soluciones y servir de mediador han sido compromisos asumidos por el periódico de los dominicanos desde sus orígenes. La realidad de un país no es una ni se manifiesta desde una única perspectiva, por eso la vida deportiva, familiar, social, económica, cultural e internacional de una nación constituye una fuente constante de inspiración noticiosa. ¿Qué mejor manera de celebrar nuestros 120 años que haciendo lo que sabemos? Entrevistar, investigar, publicar. Un producto editorial es la manera lógica de concluir este año que marca un logro, pero también un mayor compromiso con el pueblo dominicano. La historia de Listín Diario, que va tan atada a las luchas democráticas de la República Dominicana, se cuenta mejor desde la gente cuyas vidas este diario ha tocado y, en muchos casos, cambiado. Este libro que hoy ponemos en sus manos relata, desde la palabra escrita y desde las imágenes periodísticas, la historia de un país de lucha, de anhelos, de temas pendientes pero de logros admirables. De gente buena que quiere libertad. El que este texto sea cercano, casi familiar, no es casualidad. Que el historiador y empresario Manuel García Arévalo cuente, aún con emoción, que a los 17 años publicó su primer artículo en Listín Diario –y que confiese que esa publicación y las subsiguientes le animaron a seguir el camino de la arqueología—constituye un reflejo de lo que Listín Diario ha significado para la gente de Quisqueya. Que, conmovida, Milagros Ortiz Bosch guarde entre sus bienes más preciados un comunicado que mostraba la brutal violencia infligida contra el pueblo tras el golpe de Estado contra su tío Juan Bosch –“sólo el Listín Diario se arriesgaba a publicar una denuncia de esa magnitud”—y que lo conserve enmarcado como un homenaje a Rafael Herrera representa una muestra invaluable de lo que este periódico es capaz de hacer. Rememorar junto a Cuqui Córdova, Carmenchu Brusíloff o Marianne de Tolentino sus historias de amor periodístico con Listín Diario y cómo su trabajo en este diario centenario ha marcado sus trayectorias profesionales, tan disímiles, el destino del diario mismo y hasta sus vidas resulta un placer que explica la magia que nos ha permitido llegar a este aniversario. Ver al poeta Tony Raful al recordar su primer poema publicado por Listín Diario y calificar el momento como “unas de las grandes emociones de mi vida” calibra el peso de una publicación que cree en la cultura.
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Introducción | Listín Diario: 120 años junto al pueblo dominicano
Escuchar de labios de un hombre cuya palabra es noticia un agradecimiento sincero y una admiración permanente al trabajo de este periódico es un honor que invita a seguir. “Es justo reconocer que el Listín Diario siempre ha dado importancia a las actividades pastorales y religiosas, además de contar con varias personas entre sus articulistas que pertenecen a la iglesia Católica, comenzando por el querido Monseñor Arnáiz, cuyos escritos son lectura necesaria todos los sábados con admirable fidelidad”, expresó Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez en un intercambio para esta publicación. La pluma de peso del historiador Juan Daniel Balcácer se encargó de revivir nuestra historia, sólo interrumpida por el silencio impuesto por la dictadura de Rafael L. Trujillo. Nadie mejor para hurgar en los archivos y revivir los momentos en que Listín Diario fue esculpiendo su destino. Este libro, conformado además por 120 imágenes de estos 120 años, cuenta una historia mayor: la de dominicanos y dominicanas que han ido moldeando el país que somos, la de realidades que década tras década tratamos de superar, la de talentos que nos llenan de orgullo. El proyecto incluyó además el despliegue de 14 vallas alrededor de la ciudad de Santo Domingo; ellas representaron una selección de lo mejor de nuestra historia gráfica. No somos más que el reflejo de la sociedad a la que nos debemos. Y ser dominicano, ser dominicana nos llena de un orgullo indescriptible, que tratamos de plasmar en estas páginas.
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Nuestra historia
120 aĂąos de imĂĄgenes, compromiso y servicio
Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
Fundación de Listín Diario El día 1 de agosto de 1889, los comerciantes de la ciudad de Santo Domingo pudieron leer, a media mañana, una modesta octavilla de papel, rudimentariamente impresa por un solo lado, en la que se informaba el movimiento marítimo de ese día y del siguiente por el puerto local: Listín Diario Marítimo. La simple hoja, publicada por la Agencia Mercantil Pellerano-Atiles, había dado nacimiento al periódico que, con el tiempo, llegaría a ser no sólo el primero en importancia, sino también el decano de la prensa en la República Dominicana. Fundado por don Arturo J. Pellerano Alfau, Listín Diario, del que el Ex Vicepresidente de la República, doctor Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, dijo que fue una “invención de la necesidad”, tuvo, pues, en un principio, el carácter de una simple extensión de los servicios que brindaba dicha agencia, cuyas pequeñas oficinas estaban instaladas en el edificio donde luego tuvo su despacho la Ferretería Read, frente a los primitivos muelles del río Ozama. El país carecía, en las postrimerías del siglo XIX, de una red de carreteras que lo cruzara, de modo que el transporte más seguro y barato, en ese entonces, para mercancías de cierto volumen y peso entre los pueblos de la costa, era el marítimo. Aunque el tráfico entre esas poblaciones era intenso, resultaba, sin embargo, irregular. Las entradas y salidas de los navíos estaban sujetas a los avatares del tiempo y otras contingencias, por lo que los comerciantes estaban obligados a esperar la ocasión oportuna para embarcar o recibir sus cargas. Esta situación movió a Pellerano y a Atiles, dos jóvenes emprendedores, a crear la agencia marítima, cuyo local se convirtió de inmediato en punto de cita de los consignatarios y armadores locales. Listín Diario se fundó originalmente, por tanto, con el propósito de anunciar las llegadas y salidas de los pequeños veleros que realizaban en aquella época el servicio de cabotaje entre los distintos puertos del país como único medio de intercambio comercial. Se trataba de pequeñas embarcaciones de vela, la mayoría provistas de dos mástiles. En el interior de la República, los caminos interurbanos los constituían cortas veredas por las que circulaban las clásicas recuas de mulas y jumentos. En modo alguno estuvo en el ánimo de Pellerano y Atiles hacer de su boletín portuario un periódico al servicio de los mejores intereses del país. Sin embargo, disuelta la agencia marítima, fue Pellerano quien concibió y llevó a efecto la conversión de la hoja en un diario de alcance nacional. En ese entonces, los periódicos existentes en Santo Domingo se editaban semanalmente. Figuraban, entre ellos, El Eco de la Opinión, El Nacional y El Mensajero. Todos los intentos realizados para aclimatar un diario habían fracasado estrepitosamente.
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Nuestra Historia
Edici贸n de List铆n Diario publicado en Abril, 1890
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Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
El país carecía de una verdadera tradición periodística, aun cuando la prensa, desde los días del gobierno del general Luperón, intentaba ganar prestigio ante la opinión pública y erigirse en un cuarto poder. En la administración de Meriño se habían creado dos boletines, uno judicial y otro municipal, y se subvencionaban algunos periódicos de escaso tamaño y circulación. Los obstáculos con que Pellerano Alfau se enfrentó para hacer de Listín Diario un gran periódico no fueron pocos. La publicación debía mantenerse, al menos en sus inicios, en un terreno de estricta neutralidad política para no despertar el enojo del régimen de turno, dadas sus características dictatoriales, pero sin por ello dejar de opinar sobre problemas que afectaban a todos los dominicanos. Había, además, que estimular a la gente en la lectura del periódico, sobre todo en un momento de la historia nacional en que muy pocos mostraban interés por un medio informativo como ese. Había, también, que luchar contra la falta de maquinarias y materiales apropiados y, sin recursos suficientes para remunerar a un cuerpo fijo de redactores, era preciso aceptar los servicios gratuitos de algunos colaboradores, pero cuidando de que sus pasiones políticas no despertaran el encono de la administración pública. Otra dificultad a vencer, no menos importante que las citadas, era la de la circulación del periódico. Se necesitaba desplegar mucha actividad y mucho celo para que Listín Diario llegase a las distintas ciudades y pueblos del país, incluidos los más apartados, lo que se lograba con un retraso, en ocasiones, de hasta cuatro y cinco días. Ha de recordarse que los correos que se dirigían al interior de la República lo hacían de manera muy irregular. Los del Cibao tenían un servicio interdiario. Hacia el Sur y el Este había correos dos o tres veces por semana, mientras que para ciertas localidades, como San Pedro de Macorís, Azua y Barahona, el periódico debía enviarse por vía marítima.
El país en la época de la fundación de Listín Diario Cuando Listín Diario salió a la luz pública, el general Ulises Heureaux, alias Lilís, iniciaba su tercer mandato presidencial. Integraban su gabinete los hombres más capaces del momento, elegidos sin tomar en cuenta sus pasadas banderías políticas. Cabe citar, entre otros, a Casimiro N. de Moya, César Nicolás Penson, Manuel de Jesús Galván y Francisco Xavier Billini. De las escuelas normales, fruto de las ideas de Eugenio María de Hostos, saldrían personalidades de la talla de Arturo Grullón, Lucas T. Gibbes y Francisco J. Peynado. Y, del Colegio San Luis Gonzaga, Rafael y Gastón Deligne y Leopoldo Miguel Navarro. Se ampliaba el horizonte intelectual del país con figuras como Emilio Prud’Homme, José Reyes, Federico y Francisco Henríquez Carvajal y la educadora y poetisa Salomé Ureña. La población de la República Dominicana a fines del siglo XIX iba en constante aumento. Santo Domingo, la capital, contaba con más de 14,000 habitantes distribuidos en más de 2,000 viviendas techadas de cinc galvanizado, además de innumerables bohíos distribuidos en los barrios de San Lázaro, San Miguel y Santa Bárbara. Las comunes de San Carlos y Villa Duarte sumaban casi 8,000 pobladores, y San Cristóbal tenía varios miles. Los municipios disponían de nuevas rentas y se habían fundado incipientes juntas de agricultura. Los puertos de San Pedro, Azua, Barahona, La Romana y Monte Cristi, amén de los de Santo Domingo y Puerto Plata, se habían habilitado para las importaciones y exportaciones de mercancías. De 1880 a 1889, la economía nacional había aumentado sensiblemente con la fundación de grandes centros azucareros. Ingenios como La Fe y La Encarnación funcionaban a plena capacidad en las
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cercanías de San Carlos. En San Cristóbal se levantaba el Italia y en Baní el Ocoa. El Ansonia, de la familia Vicini, se hallaba en Azua. Las actividades comerciales, bancarias y marítimas experimentaron un fuerte incremento con la migración masiva de cubanos, puertorriqueños, italianos, franceses y alemanes. La mano de obra se nutrió principalmente de “cocolos”, trabajadores procedentes de las Antillas inglesas. Uno de los primeros renglones de exportación fue el de las maderas preciosas. Poco a poco surgieron fábricas de fósforos, de velas, de pastas alimenticias, de cigarros y cigarrillos, así como aserraderos y destilerías de ron. La mayoría de esos establecimientos se concentraba en cinco calles paralelas de la parroquia de Santa Bárbara: Restauración, San Francisco, Mercedes, Luperón y El Conde o Separación. La columna vertebral de todos los negocios la formaban las calles Consistorial, Comercio y La Marina, todas de norte a sur. En ese espacio urbano se hallaban situadas las oficinas de los principales consignatarios de buques, como las de los Pujols, los Durocher, los Travieso, los Tampier y la poderosa de los hermanos Rothschild. Allí vivían también los maestros y carpinteros de ribera, todos expertos en asuntos de veleros. Los grandes almacenes de los Ginebra, los Vicini y los Mota se levantaban en el mismo espacio. En la calle de Las Damas estaban las oficinas de José María Leyba, las de Ventura, las de Abraham Cohén y las de los Ricart. También las compañías marítimas de Geo Clyde, Hamburgo y Mala Imperial Inglesa. Tal como dijimos, el transporte terrestre por carretera no existía. Lo más que había eran caminos y veredas de difícil y arriesgado tránsito. El país se desarrollaba, pero las rutas de comunicación, salvo las marítimas, permanecían iguales a las de principios del siglo XIX. Desde el envío de provisiones y víveres, hasta la carga de pasajeros, maquinarias y tropas, todo debía salir desde el Ozama. En un medio tan precario y de tantas limitaciones como el nuestro, Listín Diario estaba llamado a cumplir una tarea de primer orden, como era la de informar a la ciudadanía de todo el país sobre los principales acontecimientos que ocurrieran en él. De ahí el interés de su fundador, Pellerano Alfau, de que el periódico llegara a los lugares más apartados, como Matanzas, Mao, Bánica o Dajabón. El resto de los diarios tardaba varios meses. Debe tenerse en cuenta, por lo demás, que, todavía en 1889, fecha de la fundación del “Listín”, los alcaldes pedáneos, los jefes militares y los curas párrocos eran los únicos que recibían la Gaceta Oficial y daban cuenta a los lugareños y campesinos de las leyes y actos del gobierno.
Las primeras etapas de Listín Diario Listín Diario se inició, tal como queda dicho, en calidad de una simple hoja de 5 x 6 pulgadas en la que se anunciaban, por un solo lado, la entrada y salida de los barcos de cabotaje. Cinco días después, aumentaba otras dos pulgadas de tamaño y otras tantas al cabo de las dos semanas. La tirada era de 50 ejemplares. El éxito de la octavilla fue tal que, en su edición número 28, cuando apenas había cumplido el primer mes de vida, el Listín Diario, sin perder su condición original de boletín portuario, insertó un breve resumen de noticias procedentes de Europa suministradas por el Cable Francés a las 24 horas de transcurridas. También se dieron a conocer algunos sueltos bajo el rubro de “Noticias Generales”. La tirada, esta vez, llegó a los 150 ejemplares. Este progreso dio a la hoja cierto carácter de gaceta informativa de interés general y demostró que su fundador, Pellerano Alfau, percibió muy pronto las grandes posibilidades que le ofrecía la idea que había concebido.
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En aquella época, los dominicanos se enteraban de los principales acontecimientos europeos con un mes de retraso, cuando llegaban a Santo Domingo los paquetes de Correo de Ultramar, periódico iberoamericano que se editaba en París. El hecho, por tanto, de que Listín Diario diera las primicias de los más notables sucesos del Viejo Mundo sólo veinticuatro horas después de ocurridos, adquirió las características de una verdadera revolución en el ámbito informativo del país. De ahí en adelante, el público empezó a disputarse la hoja, que se vendía a dos motas. Un dato curioso y que habla elocuentemente de la entusiasta acogida que se le dispensó a Listín Diario es que las suscripciones fueron en un principio espontáneas. Su costo era de RD$1.50 al mes. El 29 de agosto, un escueto aviso se refería a las suscripciones del “Listín”. Se hacía necesario organizar su contabilidad y administración. Otro dato a destacar es que ya a mediados de septiembre se dio origen a los actuales anuncios económicos de la prensa dominicana. Uno de esos anuncios, era el de una casa situada en la calle Mercedes, acerca de la cual se podía recabar información en la propia administración del “Listín”. Listín Diario no se circunscribía a Santo Domingo. Poco tiempo después de su salida inicial, era despachado a las provincias. Cierto que la hoja tardaba días en llegar a sus destinatarios, a causa del rudimentario sistema de comunicaciones comarcanas, pero, por ejemplo, a Macorís, la naciente urbe de las riberas del Higüamo, se enviaba por el servicio marítimo. El 11 de noviembre, el “Listín” anunció orgulloso en su única página el nombramiento del señor Morris Peña como su agente exclusivo. Era la edición número 84. Al año siguiente, 1890, Listín Diario dio otro salto gigantesco. El 4 de enero se hizo preciso aumentar su tamaño de nuevo. Tenía entonces tres columnas de lectura en la primera plana y otras tantas de anuncios en el respaldo. Además de las consabidas notas del puerto y de los habituales cablegramas de Europa, los anuncios comerciales se combinaban con noticias de la vida urbana, como bodas, natalicios, bautizos, defunciones y una que otra nota policial. El “Listín”, por otra parte, aparecía con su pie de imprenta y tenía sus talleres. Como vemos, el público había sabido apreciar la importancia y valor del periódico. Los anuncios llovían de todas partes y los suscriptores aumentaban proporcionalmente. Fue necesario llevar la tirada a 200 ejemplares. El diario salía a la calle a las 5 de la tarde, hora impuesta por la combinación de los correos que se dirigían al interior. Surgió entonces la conveniencia de aumentar los agentes, brazos en los que descansaba el valor de la empresa. La administración, al mando de Pellerano Alfau, nombró nuevos agentes en Santiago, La Vega, San Francisco de Macorís, Puerto Plata, Sánchez, Samaná, Azua, San Cristóbal, Monte Cristi, Baní, San Juan de la Maguana, Los Llanos, San Pedro de Macorís, Hato Mayor, El Seibo e Higüey. Listín Diario creció y se extendió así a todo el ámbito nacional. Pero eso no era suficiente, y Pellerano Alfau lo llevó más hacia delante. Con sus cuatro páginas circuló también en el extranjero. Se envió a los consulados y legaciones dominicanas y se leyó en centros como París y Nueva York. Algo que no puede pasarse por alto es la impresión de Listín Diario. La modestísima hoja fue impresa por primera vez en una pequeña prensa que el señor J. Machado tenía establecida en la calle Consistorial esquina Padre Billini, frente a la antigua plazuela San Juan de Dios, hoy Padre Billini. En esa imprenta se editó la hoja diaria hasta el número treintiuno, cuando pasó a tirarse en la que era propiedad del señor Mervilio Flores, situada en la calle General Gabino Puello, en el barrio
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de Santa Bárbara, en una casa que se conocía con el nombre de “La Casa del Diablo”. Hombre de probado dinamismo y muy perseverante en los negocios, pronto don Arturo Pellerano Alfau adquirió por compra, mitad al contado y mitad a crédito, dichos talleres, con lo que, a partir del número treintiseis, Listín Diario pudo disponer de maquinaria propia. Listín Diario se hallaba, pues, desde el 1 de enero de 1890, en condiciones de ensanchar sus actividades y de hacerse cargo de anuncios de todo tipo, pues la hoja diaria iba creciendo. Las primeras casas comerciales en anunciarse fueron La Borinquen, de Menéndez y Co.; Aceite Rejuvenecedor, de F. Lechuga y Arjona; El Tejar, de Lugo; y el Banco Nacional de Santo Domingo. El 7 de enero había duplicado sus ventas de anuncios y avisaba al público la primera nómina de las casas empresariales y firmas suscriptoras de mayor solidez económica precapitalista de la vieja capital dominicana que le dieron su apoyo moral, y el modesto aporte de sostenimiento y confianza al periódico. Bien puede afirmarse que con la adquisición de la pequeña imprenta Listín Diario dio un mayor impulso a su publicación, pero no sin antes vencer numerosos obstáculos. La prensa, por ejemplo, obligaba a tantos tiros y retiros como planas de lectura, lo que hacía penoso el trabajo. El primer gerente general del nuevo establecimiento tipográfico fue el puertorriqueño Celso Ramírez, verdadero artista en su oficio, quien no sólo logró para el periódico una mejor compaginación y apariencia, sino que imprimió a los trabajos llamados de “remiendo” una nitidez de la que hasta entonces habían carecido. Las cabecillas o membretes, los giros de comercio, los memoranda, los recibos y otros trabajos hechos en los talleres de Listín Diario se distinguieron y acreditaron por su buen gusto y limpieza. Ramírez era además un magnífico gomígrafo y del taller salían los mejores sellos de esa especie. Listín Diario afianzaba día a día la confianza que el público tenía en él, hasta el punto de que llegó a constituir una verdadera necesidad. Cualquier noticia circulante no era creída hasta que la confirmara el periódico. Gran parte del trabajo oficial era impreso en sus talleres. Don Arturo Pellerano lo inspeccionaba todo. Incansable en el cumplimiento de sus funciones, con frecuencia comía en la misma imprenta y era el último en abandonarla bien entrada la noche, cuando la correspondencia quedaba lista para ser despachada al día siguiente. Todas las pruebas de composición del material del periódico y de los trabajos particulares eran corregidas por él mismo mediante el sistema de prueba y contraprueba. Un signo convenido autorizaba la terminación de cada trabajo. Las nóminas de los suscriptores, las de los agentes en todo el país, la venta diaria, la correspondencia, la contabilidad y cuanto formaba parte del negocio eran dirigidos personalmente por Pellerano Alfau, al igual que las tareas propiamente literarias. Cuando el socio de don Arturo, Atiles, se separó del periódico, sus oficinas fueron trasladadas a la calle Mercedes No. 3. Se nombraron nuevos agentes comerciales, cuyos nombres aparecen transcritos en una edición de 1892. La necesidad de un local más amplio y apropiado, debido al incremento cada vez mayor del negocio, hizo que Listín Diario tuviese que mudar nuevamente sus oficinas y talleres, esta vez a la calle Comercio, hoy Arzobispo Nouel, en una casa propiedad de una sucesión cubana, en la que poco tiempo antes estuviera instalada la fábrica de fideos y pastas La Toscanella, de la que fue gerente Eduardo de Castro. La casa, de dos plantas en su parte frontal sureña y en muy mal estado, fue arrendada al principio y adquirida más tarde en propiedad mediante el abono de una suma inicial y pagos parciales
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hasta su amortización definitiva. En ella desarrolló la imprenta su mayor actividad y cimentó su popularidad y éxito. La ya numerosa familia de Listín Diario se instaló en los altos, y Pellerano Alfau pudo tener más inmediatamente bajo control y vista sus negocios. Buscando ampliar sus actividades, el fundador de Listín Diario compró a la sucesión Pellerano una porción de terreno situada al Este de la ciudad, al otro lado del Ozama. Ese terreno se conocía con el nombre de Las Vivas y en él fomentó Pellerano Alfau potreros y una lechería. Más tarde agregó a esa propiedad otra porción de terreno llamada San Bartolo, comprada a plazos cómodos. Allí iba todos los domingos y días festivos a inspeccionar sus intereses y a descansar de las fatigantes faenas del periódico. Durante el desarrollo de la guerra hispano-cubana, entró a formar parte del personal de Listín Diario, como director general de los talleres, el escritor e historiador Luis Emilio Gómez Alfau. En los tres años que duraron sus labores, Gómez Alfau tuvo que corregir muchas deficiencias, hasta entonces inadvertidas por Pellerano Alfau. Los empleados apenas concurrían a su trabajo y había algunas filtraciones en el material del periódico y en los trabajos tipográficos particulares. El director del “Listín” dio facultades prácticamente ilimitadas a Gómez Alfau para imponer el tipo de organización que estimara conveniente y, en consecuencia, éste dictó un reglamento interno, lo que motivó que muchos renunciaran y se promoviera una huelga. El periódico, no obstante, siguió publicándose, aun cuando el taller de remiendos se paralizó momentáneamente. De acuerdo con el director, Gómez Alfau se trasladó a Puerto Rico y allí contrató personal especializado. Entre los empleados vino Gregorio Rivera Pirella, quien se hizo cargo de la gerencia del taller de remiendos, mientras un curazoleño apodado Didí se dedicó a la impresión del periódico. La administración de los fondos generales fue puesta en manos del francés Carlos Barré, quien permaneció en esas funciones hasta su jubilación. Con el negocio en franca prosperidad, Pellerano Alfau resolvió reedificar la casa que ocupaba la empresa. Un banco le abrió crédito y Gómez Alfau diseñó el plano de las reformas. Consultado con el ingeniero Osvaldo Báez y discutido con Pellerano Alfau, se procedió a la obra. Hubo que desocupar el edificio y arrendar la casa de dos plantas situada en la calle Arzobispo Nouel, contigua a la Universidad. Las paredes interiores que daban al patio fueron levantadas desde sus cimientos, así como las que limitaban las oficinas que ocuparían los despachos de la contabilidad. Las de la dirección y redacción pasaron al ala sur. Las prensas, incluyendo la Marinoni, se instalaron a todo lo largo de la pared que lindaba con el edificio donde estaba la Policía. Modernizado el local y habiéndose trasladado a él de nuevo, la apariencia de Listín Diario revistió suntuosidad, limpieza y organización. Luego siguieron otras innovaciones. Se instalaron varios pizarrones informativos y cuando se producía una noticia sensacional se aumentaba la tirada del periódico entre un cinco y un diez por ciento. En un mástil colocado en una esquina del corrido balcón de la fachada se enarbolaba, los domingos y días feriados, la bandera del periódico. El cálculo de los costos del periódico obligó a un recargo extra de un cinco por ciento, que se empleó en la compra de titulares, viñetas, orlas, regletas, espaciadores y otros implementos. La imprenta del “Listín” pasó así a ser la mejor surtida y equipada del país. En el taller de remiendos fueron sustituidos los chibaletes y cajas ordinarias por gabinetes barnizados a prueba de polvo. Se emplearon tintas finas especiales para el mejor acabado de ciertos trabajos. Varias de las nuevas viñetas tenían combinaciones para dos y tres colores.
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La edición del periódico correspondiente al día aniversario de cada año era objeto de novedosa apariencia y el papel de esa edición de color rosa pálido. Para la colección del periódico se llevaban cartapacios especiales. Los ejemplares se encuadernaban cada seis meses. El creciente auge de Listín Diario motivó que se decidiera introducir la fuerza motriz en todos los talleres. Favoreció este propósito la circunstancia afortunada de la quiebra y liquidación de una compañía minera especializada en lavaderos de arenas auríferas, situada en un lugar del río Haina llamado “El Coco”. Se compraron un motor para petróleo de 8 H.P., un eje de transmisión de pulgada y cuarto por unos 50 pies de largo, varias poleas de diferentes diámetros, una caldera de vapor vertical para producir hasta diez caballos de energía y numerosos implementos y maquinarias. Todo ese material fue montado en un mes, al cabo del cual las prensas, guillotinas, bombas, etcétera., eran movidas mecánicamente. Con el fin de confeccionar algunos clisés de aquellos anuncios o trabajos que desgastaban las fuentes de tipos y orlas, se pidió a Alemania un pequeño taller de estereotipia, el primero en el país y por mucho tiempo el único. No ha de sorprender, pues, que Listín Diario, orgulloso de su corta pero intensa historia, mirase el porvenir risueñamente. A él le cupo el honor de haber puesto el precio de un periódico al alcance de los más pobres, acostumbrando así, tal como editorializara años antes, exactamente el 1 de agosto de 1892, con motivo del cuarto aniversario de su fundación, “a los que ignoraban la utilidad de la prensa, a formarse criterio propio sobre las cuestiones de interés nacional”.
El contenido del “Listín” en los primeros años Cuatro páginas de gran formato, de las cuales las dos exteriores estaban dedicadas especialmente a los anuncios mientras las otras dos ocupaban el texto, literario e informativo, es decir, el periódico propiamente dicho, componían cada una de las ediciones del “Listín”. Tal como escribió Juan José Llovet en un largo artículo publicado en la edición cincuentenaria del diario, “ninguno de los otros que, con aspiraciones a la competencia con el decano de la prensa nacional, vivieron en ese lapso vida más o menos larga, dieron más al público”. Muy variado era el contenido de Listín Diario en los primeros años de su existencia. Por regla general, el periódico constaba de un artículo de fondo, calzado, unas veces, con la firma de algún conocido escritor local, y otras, las más, salido de la pluma de la propia redacción; una crónica elaborada por un estilista del patio; el cotidiano grupo de noticias exteriores del cable francés; alguna información de “fuente oficial”, que era como don Arturo se cuidaba de sobretitular cuanto tenía ese carácter; la espontánea correspondencia de Madrid, Londres o París, de algún dominicano residente en Europa o en viaje por ese continente; diez o doce notas sociales; y, en fin, la infaltable crónica policial, ya definitivamente aclimatada y aceptada por la parentela de las “víctimas”. Este fue, poco más o menos, el contenido de cualquiera de los números del “Listín” que vieron la luz entre 1889 y 1914, en que, como es sabido, estalló la Primera Guerra Mundial. Un ejemplo de crónica policial es el publicado en la edición del 27 de mayo de 1892 y reproducida en la cincuentenaria. Se trata del asesinato cometido por Joaquín Puig, corista de la compañía de zarzuelas del señor Palau, que actuaba en el teatro de la República, contra el también corista José Requesens. El autor de la crónica se extiende acerca de las circunstancias del crimen, el arma empleada, el móvil y la causa que se le siguiera a Puig. Es de destacar, además, que el seguimiento del suceso ocupó las páginas del “Listín” hasta el mes de agosto.
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Otro suceso que mereció la atención del periódico fue el naufragio del vapor americano George Croisse, ocurrido el 29 de marzo de 1901 a dos millas del puerto de Santo Domingo. La ordenada y detallada información ofrecida por el “Listín” acerca de ese infausto acontecimiento fue de lo más completa y demuestra que, ya en dicho año, cultivaba plenamente, y a cabalidad el reportaje, una de las formas más actuales del periodismo. La historia social dominicana fue también objeto de especial preferencia por parte de Listín Diario. Dicha historia recoge toda una gama de hechos relevantes, como la vida intelectual del país, cuando éste contaba con plumas vigorosas y dignas que se reunían en ateneos y cenáculos, con concursos y juegos florales, bailes, fiestas y veladas familiares, teatros, carnavales, conferencias, actos religiosos y, en general, con cuanto la República y el periódico consideraban que merecía la pena destacar. El primer acto social reseñado por el “Listín” fue el contenido en su edición del 1 de abril de 1892, dos años después de fundado el periódico. Narra la velada celebrada el día anterior en la residencia del señor Agustín Suazo, en cuyo transcurso se puso en escena la popular zarzuela La Gran Vía. En ella actuaron, como actores y cantantes, dominicanos de uno y otro sexo, mientras la interpretación de la música, al piano, estuvo a cargo de doña Altagracia Licairac de Pérez. Más adelante, en la edición del 27 de marzo de 1893, Listín Diario recoge con caracteres importantes el banquete ofrecido por el Presidente de la República, general Ulises Heureaux, a los comandantes y oficialidad de varios buques de guerra extranjeros surtos en el puerto de Santo Domingo. Al acto habían asistido los comandantes español, norteamericano, francés y alemán. Los bautizos, bodas, confirmaciones y nacimientos de esa época eran fastos que se conmemoraban espléndidamente. El 18 de enero de 1895, el “Listín” se hizo eco del bautismo de los niños René Bienvenido, Grecia Mercedes y Edmundo Lluberes Saviñón, hijos del señor Pedro A. Lluberes y señora Águeda Saviñón de Lluberes. Las fiestas de febrero eran el motivo de los carnavales. El celebrado el 18 de febrero de 1896 fue, al parecer, histórico. El “Listín” decía a propósito de éste: “La calle Consistorial fue el campo de una animación que llegó al delirio y hubo un momento en que creíamos que no estábamos acá, sino en algún sitio encantado como el paraíso mahometano, poblado por huríes más bellas y arrebatadoras que loas que en los delirantes ensueños de su oriental fantasía imaginó el Profeta”. Los juegos de San Andrés eran esperados con impaciencia por la juventud de entonces, esa misma juventud que también les dio muerte por la forma brutal con que llegó a participar en ellos. Por eso, Listín Diario del 3 de diciembre de 1898 se lamentaba de que a una señorita de la calle Colón le dieron un “cascaronazo, siendo necesario extraerle una partícula de cáscara de huevo llena de tinta.. El dichoso juego se está convirtiendo en cosas del Diablo”. Cuando el “Listín” salió por primera vez en 1889, el centro social por excelencia de Santo Domingo era el Club del Comercio, el cual tuvo que ceder el paso, el 2 de noviembre de 1892, al Club Unión. Aliado de éste fue también el Club de la Juventud, de larga vida. El periódico solía reseñar los diversos actos celebrados en esos centros sociales. Surgido en 1901, el Ateneo Amigos del País organizó una magnífica exposición pictórica y escultórica. El “Listín”, en su edición del 19 de marzo de ese año, destacó los bustos de Perdomo. También en ese año se celebraron unos juegos florales en los que fueron premiados Tulio Cestero, Rafael O. Galván y Rafael A. Deligne. El 3 de enero de 1907, el Club de Damas obtuvo un resonante éxito. “Fiesta de arte”, dijo Listín Diario sobre él, “torneo del espíritu al calor de los más grandes entusiasmos, echando al olvido
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las tristes miserias mundanales y soñando largamente”. En ese mismo año se efectuó la exposición nacional del Casino de la Juventud, la cual constituyó uno de los más resonantes sucesos de la vida dominicana de principios de este siglo. Listín Diario abrió generosamente sus páginas a los más destacados escritores y poetas de entonces. Para ello creó “Los Lunes del Listín”, una página literaria que se pagaba extra a los tipógrafos y que, en sus comienzos, fue dirigida por José Joaquín Pérez. En esa y otras páginas colaboraron, entre otros, Emilio Prud’Home, Osvaldo Bazil, Arturo Pellerano Castro, Apolinar Perdomo, Federico Henríquez y Carvajal, Enrique Henríquez, José Ramón López, Rafael Justino Castillo, Eugenio Deschamps… Huésped de Santo Domingo, el poeta peruano José Santos Chocano, quien había llegado a la ciudad procedente de La Habana en el vapor Julia, publicó en Listín Diario del 24 de julio de 1908 tres poemas inéditos: Viaje eterno, El madrigal de las rosas y Vida y arte.
Listín Diario y el régimen de Ulises Heureaux
El General Ulises Heureaux, alias Lilís, con parte de su gabinete.
Dos formidables candidatos se disputaban la presidencia de la República en 1886. Eran ellos Casimiro de Moya y el general Ulises Heureaux, alias Lilís. El primero era el preferido de la gente nueva, de tendencia liberal y partidaria de cambios en la vida política y social del país. El segundo contaba con todos los sectores poderosos, con las fuerzas conservadoras antricheradas en el pasado. El triunfo electoral de Heureaux ocasionó la revolución de Moya, iniciada el 21 de julio en La Vega. Casi todo el Cibao se levantó en armas contra el nuevo gobierno y Heureaux tuvo que dirigirse con sus tropas a la región insurreccionada, donde tenía buenos colaboradores.
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Las armas no le favorecieron demasiado y la revolución creció en fuerza y simpatía. Comprendiendo entonces que no podría vencer a sus enemigos en el campo de batalla, Heureaux recurrió al soborno. Se aflojó la resistencia en algunos cantones y Benito Monción, uno de los principales jefes de la revuelta, claudicando ante la generosa oferta de Heureaux, se retiró a Haití. Lo que quedaba de la revolución se fue disolviendo y el 6 de enero de 1887, Lilís tomaba posesión de su cargo de Presidente de la República. Heureaux empezó a gobernar con todos los hombres que creyó indispensables para sus planes de sojuzgamiento. La reforma de la ley electoral, que aumentó el período presidencial a cuatro años, permitió a Lilís ocupar de nuevo, habiendo retirado Luperón su candidatura, la primera magistratura del país en su segundo período (1889-1893). Solo ya, y con todos los resortes del poder en las manos, empezó a ejercer de tirano. De todo se enteraba y en todo intervenía. La función ejecutiva arropó a las otras y el Ejército adquirió un poderío incuestionable. Mantener la paz era el argumento que justificaba todos los procedimientos de fuerza contra los más sagrados derechos individuales y las libertades públicas. En ese cuatrienio no faltaron intentos de echar abajo al fatídico régimen. Hubo levantamientos en Santiago y en Azua, que pronto abortaron. En 1892, cuando debía procederse a nuevas elecciones para el período 1893-1897, Heureaux no tuvo escrúpulo en hacer saber que su permanencia en el poder era una necesidad nacional. Aspiraron al primer cargo Eugenio Generoso de Marchena, Abelardo Nanita y Tomás Demetrio Morales, este último puesto de señuelo por Lilís como candidato oficial. Triunfó Morales, como era de suponer, y le entregó el poder a Heureaux, elegido nuevamente por los Colegios Electorales. La llamada Revolución de los Bimbines, de 1893, fue un rayo de esperanza para cuantos deseaban el fin de aquel estado de cosas, pero la diplomacia lilisiana no la dejó desarrollarse. Vencida, pues, toda revuelta, el régimen de Heureaux, necesitando ser provechoso para la colectividad, impuso un programa de reconstrucción nacional. El año 1896 fue de preparación para la nueva elección del período 1897-1901. El fantasma de la paz seguía siendo el único motivo para justificar el continuismo. La reelección, propiciada por un grupo de políticos de Santo Domingo, era considerada un bien público. Heureaux ganó una vez más. No obstante, el régimen estaba ya cansado y carecía de incentivo para la acción. El país atravesaba por una grave crisis económica y los empréstitos se habían agotado. La expedición del vapor “Fanita” en Monte Cristi, la noche del 2 de junio de 1896, produjo en Lilís una honda inquietud. Así se llegó a 1899, año en que el propio Heureaux deseaba la muerte. Los crímenes y asesinatos se sucedían impunemente y la sociedad dominicana se vio precisada a suprimir al tirano. En la tarde del 26 de junio de ese año, los jóvenes Ramón Cáceres y Jacobo de Lara dieron muerte a Lilís en la ciudad de Moca.
La política de Listín Diario frente al régimen de Lilís Los doce años de la férrea dictadura de Ulises Heureaux vieron nacer y crecer a Listín Diario. En ese tiempo un vespertino, llegó a ser, sin duda alguna, el predilecto del público lector. Poco amigo el régimen de la libertad de prensa y de expresión, Listín Diario tuvo que sortear no pocos escollos para salir airoso de la dictadura sin necesidad de claudicar. Ciertamente, la realidad nacional importaba mucho a Pellerano Alfau, siempre fiel en su devoción a los mejores intereses del
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país, pero con una realidad semejante nunca contó para que el éxito de su periódico afincara, profunda y definitivamente, sus raíces en la afición popular. No faltaron intentos por parte del régimen lilisista para amordazar a Listín Diario. Cuando eso ocurría, el periódico salía en defensa de sus derechos. Prueba de ello es el editorial del 21 de agosto de 1895, intitulado “Las Lenguas”, y que se reproduce a continuación:
La sociedad, para cumplir sus fines, para realizar su ideal de bien, de perfectibilidad y de armonía, necesita que no haya nada que la perturbe, sobre todo en el orden moral. Existen vicios que pudiéramos calificar de individuales y cuya esfera de acción es muy limitada. En cambio hay defectos, hay vicios de carácter social cuya destructora acción se siente en las entrañas mismas del organismo popular. Acciones hay también cuya inocencia a primera vista es innegable, pero que llevan en sí mismas el germen deletéreo de miasmas pestilenciales que destruyen cuanto tocan. Entre estos últimos se encuentra la calumnia. La calumnia que mancha, la calumnia que hiere y asesina moralmente, pero que cuando el que se siente herido en lo más hondo por sus dardos acerados busca a su enemigo, para defenderse, no lo encuentra. Es que la calumnia, invisible, impalpable, hiere en la sombra, huye de la luz y a veces hasta se disuelve en la atmósfera que respiramos para envenenarnos cuerpo y alma. Se calumnia con el pensamiento, con la mirada, con el gesto, con la lengua. ¡La lengua! No ha inventado aún el genio de la destrucción arma más mortífera que esa arma natural que con cada una de sus palabras hiere, tortura, martiriza, mata. La obra de la lengua es cual la bola de nieve que crece por aumentos imperceptibles y que de átomos se convierte en montaña. En esta sociedad naciente, en este pueblo que nació ayer a la vida de la luz y de la libertad, escóndese también ese monstruo insaciable de la calumnia, y por medio de su instrumento lógico, la lengua, siembra el mundo moral de ruinas y de catástrofes más de un hogar. Contra esa lepra social, contra esa avalancha formidable de murmuraciones que amenazan destruir honras sin mancha, reputaciones intachables, herir en lo más hondo almas puras con la blanca, inmaculada pureza del armiño, ¿qué hacer? Poner una especie de cordón sanitario entre el que murmura, el que calumnia, el que destroza con lengua viperina la honra ajena y el resto de la sociedad. Si la sociedad no diera crédito a la obra de la
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calumnia, si no la alentara muchas veces con su silencio criminal, las malas lenguas no podrían realizar su obra de destrucción. Necesario es que nos convenzamos de que la reputación de un caballero, la honra de una dama, el buen nombre de una familia, no pueden estar a merced del primer malvado que se le antoje herir con lengua de víbora lo que más estima el ser humano y destruir la ajena felicidad y el ajeno reposo. Esta obra desoladora de la lengua que calumnia, y al calumniar mata, es cual la ola gigante de un mar de cieno que avanza y avanza amenazando tragar la sociedad en su infecto y corrompido seno. Reaccionemos, pues, contra ese cáncer social que nos deshonra y nos devora, pero reaccionemos con salvadora energía. Hoy aún es tiempo. Mañana quizás sería tarde. Nosotros, que hemos venido aquí a combatir por la santa causa de la moral pública, continuaremos en nuestro puesto de honor, dispuestos a luchar ahora y siempre contra cuanto pueda ser obstáculo para el progreso moral de nuestro pueblo. Tal es nuestro deber.
Fue Listín Diario, durante el mandato tiránico de Heureaux, adalid de las mejores causas nacionales, permaneciendo siempre vigilante en defensa de los intereses del país y criticando, cuando era necesario, los manejos y negocios turbios de quienes, al amparo del régimen, atentaban contra dichos intereses. Un suelto, sin firma, aparecido en la edición del periódico del 31 de agosto de 1892 con el título de El “Listín” amenazado de muerte”, sale al frente, decididamente, del intento del agente local de la Compañía de Vapores Americanos Clyde de hacer suspender Listín Diario valiéndose de la buena influencia de dicho agente ante el gobierno de Heureaux. El intento tenía por causa las críticas que el periódico había hecho a una cláusula de la concesión otorgada por el gobierno a la mencionada compañía. Como forma de presionar al “Listín” para que cesara en sus críticas, el agente se había negado a permitir que el personal del periódico copiara en las oficinas de la compañía naviera la lista de los pasajeros que salían por sus vapores. A ese propósito, Listín Diario, en el suelto mencionado, indicaba que, las amenazas del señor Pardo, agente de la Clyde, lo llenaban de temor, “puesto que conocemos –como conocen todos los dominicanos– la importancia de este señor en… su oficina, y nos hacen preparar la mortaja del ‘Listín’ por si a dicho señor se le antojase en el colmo de su berran (sic) llevar a término, ¡Dios quiera que no!, su irrevocable resolución de suspenderlo; y con más razón hoy, que publicamos una correspondencia de Macorís del Este en la cual se quejan –con razón– los habitantes de aquella ciudad del pésimo servicio de la compañía que el referido señor representa aquí”.
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El suelto agregaba: “Por si acaso fuesen estas nuestras últimas palabras, ya que no podemos permanecer ciegos, sordos y mudos en los asuntos que respecto de la compañía Clyde no conviene al señor Pardo que tratemos, aunque éstos redunden en perjuicio de la generalidad de los comerciantes, etc., etc., nos despedimos de todos nuestros lectores y muy particularmente de aquellos que, muy constantes, nos prestan su valioso apoyo leyendo el Listín... de la vecina”. Si bien Listín Diario fue muy cauteloso a la hora de juzgar el régimen lilisiano, no por falta de valor, sino en interés de preservar su libertad de circulación, no faltaron ocasiones en que sus páginas acogieron artículos ferozmente críticos contra Heureaux. Tal fue el caso del escrito por Abelardo A. Moscoso, desde Ponce, Puerto Rico, y publicado el 11 de septiembre de 1895, titulado “¡Silencio los infames!”, que la emprendía contra los lilisistas que anónimamente, y desde las columnas de El Teléfono y otros órganos de prensa ministeriales, ponían en duda el patriotismo del general Luperón y alababan el gobierno de Heureaux, de quien decía Moscoso era “un bandido que siempre se glorió de sus infames acciones”. Luego de enumerar la lista de todos cuantos, hasta esa fecha, habían sido asesinados y fusilados por mandato de Lilís, o por él personalmente, Moscoso pasa a desenmascarar a los que llama “falsos patriotas” que pública o solapadamente dirigían el gobierno del país junto con el tirano. Cita, entre los principales, al vicepresidente, el general W. Figuereo, alias Manolao, a quien enrostraba el “cúmulo de traiciones que pesan sobre su conciencia” y su fortuna amasada “con el sudor y la sangre de los infelices y sufridos manieleres”; Manuel María Gautier, al que tilda de “jesuita, hipócrita, traidor y anexionista”; y a Manuel de Jesús Galván, “anfibio ganapán”, republicano primero, monárquico después, arribista singular. Moscoso califica a los “esclavos del Pacificador de reses ajenas” de corrompidos que vendieron “la libertad de la patria y hasta el honor de sus familias por un mendrugo de pan”. En cuanto al propio régimen de Lilís, el autor del artículo niega todo adelanto y progreso realizados por el tirano. “¿En dónde están los caminos, se pregunta, los ferrocarriles, las escuelas, la prensa libre, el comercio, la agricultura, las cárceles, los acueductos, los muelles, las asociaciones, la garantía individual, la dignidad ciudadana y todo aquello que muestra el progreso y la civilización de un pueblo?”. Para Moscoso, la paz que reinaba en el país era la paz de los cementerios, y termina su alegato culpando al pueblo dominicano de no ser capaz de levantarse contra el tirano.
La lucha del “Listín” por la independencia de Cuba Listín Diario era ya un periódico sólidamente asentado en las preferencias de los dominicanos cuando el 24 de febrero de 1895 estalla en Cuba el famoso Grito de Baire, en favor de la independencia de esa nación. A partir de ese instante, Listín Diario iniciaría una vigorosa y tenaz campaña de propaganda y apoyo de la causa independentista, que habría de cimentar aún más la popularidad de que ya gozaba. Ni un solo instante flaqueó Listín Diario en su lucha por la libertad de Cuba. Ni las condiciones políticas del país, aherrojado por la tiranía lilisista, ni los intereses a veces amenazados del periódico, pudieron detener el desbordado torrente de apoyo y simpatía ofrecido a los cubanos en tierra dominicana. El primer campanazo lo dio el “Listín” al comentar la muerte de Manuel García, aquel bandolero que se había convertido, por sus hazañas y rara ideología, en azote de los campos y villorrios que visitaba; pero también en protector de infelices y necesitados, y que, al estallar la revolución cubana,
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adjuró de sus errores y se alistó con los suyos al lado de los patriotas cubanos. Consecuente con sus principios, Listín Diario publicó, el 9 de marzo de 1895, la Ley de Orden Público de 1876 que suspendía en Cuba las garantías constitucionales y daba libre entrada al estado de guerra. En ese entonces, un español residente en Santo Domingo, José Ramón Díaz Valdepares, enemigo mortal de la causa emancipadora de Cuba, fundó, con la ayuda de la colonia española y de algunos dominicanos hispanófilos, el Heraldo Español. Valdepares era hombre de ingenio y facundia y, en cuestiones de ortodoxia patriótica, totalmente intransigente; de modo que las columnas del HeArturo Pellerano Sardá. raldo iniciaron toda una batería de improperios contra los cubanos y sus partidarios. Uno de los blancos favoritos de Valdepares fue, como es de suponer, Listín Diario, por cuya redacción desfilaron, en aquellos días, el venezolano Andrés A. Mata, el argentino Germán Vega y el puertorriqueño José Contreras Ramos. Tuvo, pues, el “Listín” un enemigo formidable enfrentado a su ideología libertaria. El Heraldo no entendía de paños tibios y usaba siempre un lenguaje crudo, amargo y desafiador. Su director e inspiradores se creían con derechos absolutos, como si la República Dominicana siguiera siendo una colonia española; por lo que el “Listín” tenía necesidad de replicar a los ataques de su colega sin ceder en énfasis y gallardía, pero con la convicción de defender una causa justa. Así, el 17 de junio de 1895, Listín Diario se vio precisado a salirle al paso a la soberbia del Heraldo con un editorial titulado “Por Nuestro Derecho”, que reproducimos a continuación:
No venimos hoy a establecer polémicas ni a sostener discusiones con nadie. Y no venimos a esto, porque hay cosas indiscutibles, porque hay principios inviolables y estos principios no pueden vulnerarse impunemente por nadie. Somos una nación soberana y dueña absoluta de sus destinos. Conquistar esa soberanía nos ha costado ríos de sangre, mares de lágrimas vertidos en luchas ciclópeas y titánicas en esas dos epopeyas sintetizadas en los días magnos de nuestra historia: 27 de febrero y 16 de agosto. Sí, somos independientes y lo decimos con noble y legítimo orgullo. Sobre esta tierra donde flotaron en días ya lejanos extraños pabellones hoy sólo impera el noble, inmortal pabellón cruzado.
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Fruto preciso de esa independencia es la constitución de nuestra nacionalidad, su código escrito, uno de cuyos artículos garantiza a los dominicanos y a cuantos nuestro territorio habiten la libre emisión del pensamiento, ya de palabra o por escrito. Si por efecto del medio ambiente social o de otras especialísimas circunstancias, alguna vez nuestro celoso patriotismo pone valladar transitorio a esa libertad al ocuparnos de nuestra política interna, la exterior, la que hace referencia a pueblos, si amigos, no dueños de este territorio, es libre como el viento. Si todo esto es la quintaesencia de la verdad, ¿cómo y con qué derecho alguien que aquí no ha nacido pretende dar la pauta a nuestro gobierno en cuestiones de índole particular? ¿Qué ideas se ha formado el que tal hace de la dignidad, del prestigio y del buen nombre del gobierno dominicano cuando así, tan sandíamente, le juzga capaz de doblegarse a extrañas exigencias? No, de ningún modo. Nuestra nacionalidad no tendrá grandes acorazados, magníficos cañones, soberbias fortalezas, pero tiene su altivez indomable, su orgullo indiscutible. Mal inspirado está quien crea que ésta, en vez de una república independiente, es acaso una colonia europea. Libre es aquí cada cual con arreglo a nuestra constitución y a nuestras leyes para demostrar públicamente sus simpatías por una causa cualquiera y sus odios por otra. En su virtud, el que crea que Cuba debe ser siempre provincia española, libre es de dar rienda suelta a su españolismo, como lo es el partidario de la independencia cubana de expresar sus ideas de emancipación radical y absoluta. El Gobierno, en esta cuestión, cuestión que le es ajena, cuestión interna de Metrópoli y colonias, tan sólo tiene un deber y es el que cumple con escrupulosa religiosidad: permanecer neutral. Pero ¡ah!, que el gobierno que preside los destinos de un pueblo altivo y libre no puede inclinar la balanza de un lado ni puede aparecer ante la faz de la América republicana cual una comisaría policíaca de un gobierno europeo, como ha pretendido y pretende alguien.
Listín Diario fue uno de los primeros órganos informativos en ofrecer la noticia, el 3 de abril, de la salida de José Martí y Máximo Gómez desde Monte Cristi para Cuba. El día 12 quedó señalado como la fecha del desembarco de los dos patriotas en las costas de Baracoa, “en una playita que Dios hizo,
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en el momento supremo, para poder desembarcar en la isla que íbamos a libertar, unidos, todos los cubanos”, según expresara el general dominico-cubano al referirse a las peripecias de esa expedición. Igualmente, el 18 de mayo, el “Listín” publicó íntegro, ocupando toda una página, el Manifiesto del Partido Revolucionario Cubano, dirigido a Cuba y al mundo desde Monte Cristi por Martí y Máximo Gómez en fecha 12 de mayo. Cuando, el 19 del mismo mes cayó en Dos Ríos el Apóstol de la Revolución, Martí, el “Listín” vio aumentado su prestigio al dedicar ediciones enteras al comentario de aquella dolorosa tragedia que privó a la causa cubana de su más connotado director. En ocasiones como esa, el periódico lanzaba a la calle varias ediciones extra que el público, nervioso y lleno de patriótico interés, arrebataba de las manos de los vendedores. Debido a la campaña del “Listín” a favor de la causa cubana, y a medida que arreciaba la lucha, crecían las intrigas de los enemigos de la revolución y esas maquinaciones culminaron con la prisión de don Arturo Pellerano Alfau. El arresto del fundador y director de Listín Diario ocurrió el 24 de febrero de 1896, justamente al cumplirse el primer año de la revolución cubana. Al día siguiente no salió el periódico, pero lo hizo al otro con el nombre de El Diario. En sitio preferente lucía este suelto: “Al público. Suspendido el “Listín” por quince días, hemos resuelto fundar El Diario para seguir sirviendo de modo eficaz los intereses de nuestros suscriptores y anunciantes”. Al frente de la dirección de El Diario quedó J. Contreras Ramos. El Diario prosiguió la campaña del “Listín” y, el 28 de febrero, publicó otro suelto en primera plana que rezaba así: “Gratitud. Nuestro querido Director, al encontrarse hoy en libertad, da por medio de estas líneas las más expresivas gracias a cuantas personas se interesaron por él en los días que duró su prisión. Hace extensiva igualmente esta manifestación a nuestros apreciables colegas El Imparcial y El Teléfono por las frases tan sentidas como sinceras que nos consagraron”. Los enemigos de Cuba en la República Dominicana arreciaban por ese entonces sus ataques contra Listín Diario, que aspiraban a suprimirlo valiéndose de todos los argumentos imaginables. Las cosas llegaron a tal punto que el periódico publicó, el 24 de julio de 1896, un valiente editorial intitulado “¿Qué se pretende?”, en el cual demostraba que el gobierno dominicano actuaba en un país independiente y libre y que, si bien mantenía buenas relaciones con España, respetando siempre el principio de neutralidad, también era cierto que no podía coartarse la emisión del pensamiento y oponerse a que el pueblo dominicano pusiera su corazón al lado del corazón de sus hermanos que peleaban y morían en la vecina Antilla por una causa justa; que era, a la vez, la de toda la América libre. Listín Diario dedicó frases de encomio en memoria de José Maceo, hermano del general Antonio Maceo, cuando fue muerto en Loma del Gato, el 9 de julio de 1896. Exactamente cuatro meses después, el “Listín” también publicaba la noticia de haber pasado Antonio Maceo la trocha MarielMajana. Fue, según dijo, un enorme triunfo militar del gran soldado cubano. Desde ese mismo día, igualmente comenzó a hablar el periódico de la muerte de Maceo y de su ayudante Panchito Gómez, hijo de Máximo Gómez. El 16 de diciembre, se publica que Estados Unidos se propone intervenir en Cuba. En esa fecha se confirma la muerte de Maceo. El 5 de enero de 1897, Listín Diario publica, tomada de The Journal of New York, la noticia de la acción del comité de relaciones exteriores del Senado americano, que aceptaba la resolución de que Cuba era mirada como una República independiente. El 9 de febrero, reproduce un cable acerca de haber sido publicadas oficialmente en La Habana las amplias reformas autonómicas concedidas a Cuba por España. Los cubanos rechazaron la autono-
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mía. Habiendo asumido William McKinley la presidencia de Estados Unidos, la intervención de ese país en la guerra de Cuba se agudizó. La campaña del Heraldo Español contra el “Listín” continuó y éste se vio obligado a dedicar su editorial del 14 de junio a ella. El título del editorial es “Nuestra actitud frente a la guerra de Cuba”, y dice lo siguiente:
No vamos a protestar contra las injuriosas calificaciones que mal aconsejada pasión política ha dado a nuestra franca, decidida y leal actitud en la cuestión de Cuba. ¿Para qué hacerlo, cuando la intemperancia del lenguaje y la absurda pretensión de miras que siempre han campeado allí donde se nos califica de esa manera y desde donde se nos arrojan, a diario, los emponzoñados dardos del insulto y de la calumnia, nos eximen de ello?… Tiempo ha que nuestro periódico permanece sordo e insensible a los pujos y cabriolas, a los sandios choteos del “Heraldo Español”; tiempo ha que, convencidos de lo infructuoso que es el uso de semejantes medios, hemos vuelto la espalda a quien los emplea con el vano propósito de producir sanción y con el avieso fin de hacernos resbalar en la pendiente por la cual se precipitan hoy su incapacidad, su falta de tacto, su impopularidad y la destemplanza de su patriotismo vocinglero y EFECTISTA. Nos impusimos la honrosa misión de abogar por la redención política de Cuba y de hacer en éste propicio medio, cuanto nos fuera posible a favor de ella, evitando todo lo que pudiera crear obstáculos a nuestro Gobierno en sus relaciones con España. Sin vacilaciones, con ardorosa fe, leal y desinteresadamente apoyados por la Constitución del Estado, sin exageraciones ridículas, sin odios, hemos venido cumpliendo fielmente nuestra espontánea consagración a una tarea que constituye deber para todo antillano amante de la independencia política de las Antillas. Cuando no de nuestra propia cosecha o de la de nuestros respetables colaboradores, hemos dado cabida en las columnas de nuestro diario a cuantos escritos, editados en el extranjero, hayan podido vigorizar nuestro trabajo en pro de la revolución de Cuba. De las fuentes del periodismo español, de la prensa madrileña, principalmente, hemos sacado preciosísimo material, información clara y oportuna, argumentación sólida, contundente, autorizado y exacto juicio sobre los hombres y las cosas
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de España, que con Cuba se relacionan. Allí en esas fuentes, hemos bebido copiosamente; allí hemos hallado cuanto ha podido servirnos para edificación de nuestros lectores. De ahí, pues, la reproducción íntegra y sin comentarios, de numerosos y magistralmente bien pensados y bien escritos artículos de los más autorizados órganos de la prensa española; reproducción que hemos hecho en nuestro diario, firmemente convencidos de que para nuestros fines, nada puede ser más elocuente, más oportuno, más eficaz, que ese medio de publicidad. ¿Merece ese proceder la torpe y desautorizada censura que hace a la prensa de esta ciudad el que se dice órgano de la colonia española en la República Dominicana? ¿Son por ventura, insultos o calumnias a España, los cargos que el mismo pueblo español, por el órgano de sus partidos políticos, y por medio de la prensa, dirige a sus estadistas, a sus generales, a sus administradores y a cuantos hombres públicos actúan en sus maltrechos asuntos coloniales? ¿Y qué jurisprudencia es esa que pretende imponer silencio en Santo Domingo, respecto de los asuntos de Cuba y Filipinas, en tanto que en toda España se les entrega a los vientos de la publicidad…? ¿Por qué los órganos de la prensa española, en países grandes y fuertes como los Estados Unidos, Francia, Italia, México, Chile, etc., no intentan prohibir la defensa que en todos los tonos se hace de la causa de Cuba? Muy sencillo; porque sería ello caer en ridículo pretendiendo lo imposible, lo absurdo, cual es intentar la prohibición de la libertad de la prensa a sus adversarios, en medios en donde pueden aquellos, a su vez, usar de esa libertad, y bajo égida tan poderosa combatir con iguales garantías. Peregrina es, pues, esa malhadada lógica; esa especie de ley de embudo, que bajo los auspicios de excesiva susceptibilidad, de patriotismo, puntilloso y regañón y de otras tantas vaciedades, pretenden imponer aquí la insensatez de la pasión política y la sensiblería regionalista. Los alardes del verdadero patriotismo, hay que hacerlos en las maniguas cubanas; las verdades que a la España oficial dice paladinamente la prensa española y que aquí se reproducen en los periódicos, hay que ir a amordazarlas a la propia península ibérica. No se quiere que en el mundo americano se derramen esas verdades, esos cargos, esos juicios, esas consideraciones y esas sentencias que respectivamente se dicen y se hacen allende el Atlántico; pues hay que atravesar éste, llegar a España, y una vez allí, agotarlas fuentes de donde unos y otras brotan
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a raudales, y se precipitan con estruendo, para esparcirse luego, como aguas que buscan su nivel. Y hechas éstas aclaraciones, no con intento de protestar, como ya hemos dicho, contra injurias gratuitas que desdeñamos, sino con el de poner en evidencia la desmedida pretensión que alguien abriga de prohibir a la prensa dominicana lo que es moneda corriente, cotidiano pan de la española y de la del mundo civilizado; terminamos este nuestro Editorial, firmemente resueltos a proseguir –en la medida de lo racional y lo decoroso y ciñéndonos a las prescripciones de la ley– en el cumplimiento de la misión que nos impusimos desde los albores de la revolución de Cuba.
La del 24 de febrero de 1896 no fue la única prisión que sufrió Pellerano Alfau por su campaña patriótica a favor de la independencia de Cuba. El “Listín” no da detalles de esas prisiones, pero sabemos que fueron cuatro. Pellerano Alfau tenía enfrente a dos fuerzas poderosas. Una era, como se ha dicho, la del periódico de Valdepares, y la otra las protestas continuas del cónsul de España, Quintana, quien no se cansaba de denunciar a Listín Diario y de urgir al gobierno dominicano a que tomase medidas contra un periódico que mantenía excitada con sus noticias a la opinión pública. El constante encabezamiento que hacía el “Listín” desde el Grito de Baire, “La Guerra Santa de Cuba”, sacaba de quicio al cónsul y lo hacía más fervoroso en su persecución. A pesar de la resistencia armada del pueblo cubano, los Estados Unidos no abandonaban la idea de que España concediera una verdadera y amplia autonomía a la isla, pese a lo cual el Presidente McKinley rehuía la manifiesta presión del Congreso en pro de un conflicto sangriento con la península. Así, el 1 de julio de 1897, Listín Diario publicaba un cable recibido de Nueva York en el que se hacía eco del rumor de que los Estados Unidos insistirían en la autonomía para Cuba y que, en caso contrario, intervendrían militarmente. Al fin, McKinley, presionado por los acontecimientos, envió un ultimátum a España, cuyo texto fue publicado el 9 de junio por The Journal. Para agravar más la situación, Cánovas del Castillo, jefe del gobierno español, cayó asesinado en los baños de Santa Águeda. Los nuevos acontecimientos hacen esperar el relevo del general Weyler, capitán general de Cuba. La noticia del relevo es publicada por el “Listín” el 10 de octubre. Lo sustituye el general Ramón Blanco, quien había ocupado el mismo puesto entre 1879 y 1881. El 16 de febrero de 1897 ocurrió la voladura del acorazado americano Maine, surto en el puerto de La Habana, hecho que sirvió para encender la guerra hispano-americana. El 12 de abril de ese mismo año, McKinley pide al Congreso plenos poderes para la intervención armada en Cuba y establecer en ella la república independiente. El día 20, el presidente norteamericano firma la resolución de independencia, y el 13 de mayo es bombardeada la ciudad de San Juan de Puerto Rico por buques de guerra del país del Norte. La guerra estalla con toda su crudeza y la escuadra del almirante Cervera es sitiada y destruida en Santiago de Cuba. Las fuerzas norteamericanas se baten con las españolas en tierra cubana. Llevan ventaja por la superioridad de las tropas, y España, derrotada en Filipinas, empieza a hablar de paz.
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El 9 de agosto, Listín Diario publica su editorial “Cuba Libre e Independiente” relativo a la paz que se vislumbra de inmediato. He aquí el texto de dicho editorial:
Una vez más Listín Diario ha puesto a prueba la rapidez y veracidad de sus fuentes de información, anticipando al público la fausta nueva de haberse aceptado por España las condiciones impuestas por los Estados Unidos como fórmula para la paz. Aun cuando sin detalles, son conocidas ya de nuestros lectores las bases primordiales del avenimiento, y esas bases nos permiten asegurar que ha muerto para siempre en América el dominio de España y que tras duelo gigantesco, surge en el seno del Mar Caribe libre e independiente la heroica república de la Estrella Solitaria. En estos momentos de regocijo infinito para todos los corazones americanos no es la hora de analizar bajo sus variadas fases los resultados de una guerra que pudiera llamarse de los “cien días”; falta a la razón calma, y sólo está abierto el espíritu a la emoción. No era esta guerra una de esas luchas internacionales en que tocaban a Cuba vencida, pérdidas territoriales o monetarias grandes o chicas; tampoco era contienda civil en que dos partidos disputaban el poder. Era el choque terrible, en una naturaleza pródigamente bella y salvaje, del amo y del esclavo, del opresor de siempre y la víctima en perpetua rebeldía, de la libertad serena y resplandeciente y la potencia siniestra de las iniquidades triunfantes; era la obra santa y hermosa de redención, que envolvía el problema de vida o muerte, de un pueblo que dilapidaba a torrentes su sangre, y que jugó en el postrer esfuerzo el todo por el todo. Cuba vencida por España, era la triste paz de los sepulcros cubriendo con perpetua desolación y eterno luto hogares de los héroes sin cuento, campos feraces que una ola de sangre marchitó. Apenas pudo oírse sobre la cumbre de los Andes el clarín de la victoria apagando el eco de las batallas y proclamando el triunfo de Bolívar, ya el colono cubano sintió el escozor de la rebeldía y requirió sus armas para la justa sin cuartel que ayer ha terminado. Año tras año, sin armas ni recursos, enseñando sus heridas en heroico aislamiento, como sublime gladiador que la ira del destino
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coloca bajo el imperio de todos los peligros y todos los dolores, siguió el pueblo cubano aspirando a la emancipación y sin que los fracasos lo arredraran. Después de conspirar con el Águila Negra y los Soles de Bolívar; con Plácido y los Armenteros: con Narciso López y Pintó; con Céspedes, Agramonte, Aldama y Gómez; con Maceo y García; con Sánchez y Bonachea; con los Sartorius y Esquerra; pudo Cuba lograr al conjuro mágico de José Martí reunir los nobles y gloriosos supervivientes de tantos esfuerzos, para que con el prestigio de la historia, con los no marchitos laureles arrancados en mil combates, a las nuevas generaciones, y que bajo la bandera tricolor, a las nuevas generaciones, y que, según la leyenda cubana, debían tributo de sangre a la redención patria. Gómez, Maceo y Martí personificación del destino del pueblo cubano, fueron los índices que señalaron a la voz profética del Maestro, el camino de la independencia. La independencia de la Gran Antilla es la consagración sublime de esta gran verdad: “que no puede ser esclavo, un pueblo que sabe morir”. Cuba ha sido redimida por el tesón incansable de sus hijos, por el heroico desprendimiento de corazones nobilísimos, por la razón sin mancha de su causa, ¡porque había justicia en los cielos! Pero el régimen que plantearon los hidalgos rapaces que trajeron a este continente los estandartes castellanos del siglo XV, no en balde ha tenido cuatro centurias clavadas sobre el suelo de Cuba las canteras de sus lanzas; para arrancarle de cuajo y sin torrentes de sangre insular, era preciso que un pueblo joven, generoso, centauro de los mundos, por cuyas venas no corría sangre empobrecida sino noble y magnánima como debía ser la de los puritanos del Mayor Flower (sic) tomara sobre sus hombros la interesante tarea de vengar los fueros conculcados de la humanidad e integrar el imperio de la justicia en América, aún incompleto hasta ayer, por ese girón ensangrentado del poderío colonial español, que se llama Cuba, que ahora entra con esplendores de desposada en el concierto de los pueblos libres, y ese paciente Puerto Rico, que toma como trofeo de la victoria al yankee vencedor. De hoy en adelante, un abismo más hondo separa la política internacional europea y la del nuevo continente; ya no sólo es nuestra tierra, tierra de libertad, cuna de las sinceras instituciones democráticas, sino también hemisferio en que los fuertes son los paladines de los débiles con razón y en que pueblos ricos, florecientes, idólatras de la paz, no dudan ni temen abandonar el arado ni el taller y derramar sin tasa sangra y caudales en extraña tierra para vindicación de las ideas de humanidad y orden.
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Mientras Europa fue cómplice del crimen de Polonia, entregó a Grecia a las iras salvajes de Turquía y quitó a Creta una independencia merecida; la República de Washington lanza su reto a la Europa armada hasta los dientes, liberta a Cuba, destruye en Filipinas el más inicuo de los feudalismos clericales, lleva a Puerto Rico a formar parte de nación próspera y culta, y con generosidad que deja atónitas a las urracas del Viejo Mundo, da sublimes lecciones en el Derecho de la guerra y trata al vencido en la hora de paz tan magnánimamente, que los espíritus mezquinos sufren espasmos de asombro. El fin corona la obra en la cual todos los amigos de Cuba tienen su parte; Listín Diario no por ser el más modesto de los obreros deja sin reclamar el laurel que le corresponde, y en esta hora del triunfo siente la más justa, la más profunda y la más sincera de las alegrías.
Finalmente, la paz entre España y Estados Unidos es firmada el 12 de agosto. En esa fecha culmina la campaña del “Listín” en favor de la independencia de Cuba, pero habría de continuar otra en los años siguientes abogando por la retirada de los norteamericanos de esa isla. Vencidas todas las dificultades, y después de unas elecciones generales celebradas en la isla con la vigilancia de los interventores, asumieron la presidencia y vicepresidencia de la República de Cuba Tomás Estrada Palma y Luis Estévez Romero. Era el 20 de mayo de 1902. El gobierno provisional dominicano festejó ese acontecimiento declarando ese día de fiesta oficial. Como es de suponer, Listín Diario dedicó una edición especial a la glorificación de Cuba. Pero antes, el 18 de abril de 1900, dedicaba un amplio espacio a reseñar la llegada triunfal de Máximo Gómez a Santo Domingo. En una hoja volante, dirigida a la juventud y al público, el director del “Listín”, Pellerano Alfau, y Enrique Deschamps, comunicaban la fausta nueva e invitaban a una reunión, a celebrarse el 15, con el fin de organizar la recepción que se le daría al ilustre visitante, señalada para el 17. El vapor María Herrera no llegaría hasta el 18, a media mañana. El pueblo se congregó en el Parque Colón y, desde allí, encabezado por la banda municipal de música y sendas comisiones de los poderes ejecutivo y legislativo, se encaminó al muelle. Máximo Gómez fue recibido como un auténtico héroe. El vicepresidente, general Vásquez, le dio la bienvenida. Gómez llegaba acompañado de su esposa y de su hijo Urbano. Deschamps pronunció un discurso de exaltación del general, a quien se le ofreció luego una corona de laurel con una cinta blanca, que tenía la siguiente inscripción: “Del Listín Diario al libertador de Cuba”. Conocedor Máximo Gómez de la labor que había realizado Listín Diario en su campaña por la independencia de Cuba, le dedicó un breve escrito el 4 de mayo de 1900, en el que alabó dicha labor. El autógrafo dice lo siguiente:
Como toda obra humana, el periodismo en Quisqueya, así como en otras partes, marcha por camino escabroso, cargado de defectos, deficiencias y destemplanzas, y labor del tiempo será la reformación así en las formas como en las ideas mismas,
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para que entonces esa gran palanca social que empuja y endereza cumpla mejor su civilizada misión. Con todo, como el Listín Diario, –periódico que siempre a las horas de mayores congojas y angustias para un pueblo hermano que se desangraba por su libertad– abogó sin miedo por causa tan justa, tiene derecho ahora al agradecimiento y estimación de todos los hombres que profesen los principios de equidad y justicia. Máximo Gómez Santo Domingo, 4 de mayo de 1900 Generalísimo Máximo Gómez
Listín Diario entre 1900 y 1924 Desaparecida la dictadura de Ulises Heureaux y el siglo XIX, una nueva época, aparentemente llena de promesas y esperanzas, se abría en el horizonte político y económico de la República Dominicana. Pese al descalabro de las finanzas públicas y de los horrores de la tiranía, los diecisiete años de ésta permitieron que el país iniciase su despegue hacia la modernidad. Los capitales cubano y norteamericano habían comenzado, desde el último cuarto de dicho siglo, la explotación de la industria azucarera, a la que siguió la siembra comercial de café y cacao. Estos tres productos suplantarían muy pronto los renglones de exportación que, hasta entonces, habían sido los más importantes del país: madera, tabaco y cueros. Hubo mejoras considerables en el transporte interno con la inauguración del primer ferrocarril del país, el cual cubría las rutas la Vega-San Francisco de Macorís-Sánchez (1884) y Santiago-Puerto Plata (1899), lo que daría gran auge e importancia a los puertos del Norte, por donde saldría el grueso de las exportaciones azucareras. No obstante, el pésimo manejo de la deuda interna y externa llevó al país a la bancarrota financiera. La moneda nacional sufrió un descalabro total con la emisión de las llamadas “papeletas de Lilís”. Los acreedores europeos fueron sustituidos por el gobierno norteamericano, quien, para garantizar el re- Horacio Vásquez.
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pago de la deuda, tomó, a partir de 1905, el control de las aduanas a través de la Receptoría General de Aduanas, creada y manejada por aquél. Este hecho, y el de que la industria azucarera estuviese en manos norteamericanas, llevaron a nuestra república a caer bajo la influencia política y económica del poderoso vecino del Norte. Durante los siete años comprendidos entre 1899 y 1905 se sucedieron en el país cinco presidentes: Wenceslao Figuereo, Horacio Vásquez, Juan Isidro Jimenes, Alejandro Woss y Gil y Carlos Morales Languasco. Los que más tiempo duraron fueron Jimenes, Vásquez y Languasco. Desplomado el gobierno de este último en diciembre de 1905, subió al poder, como su sucesor directo, por ocupar la vicepresidencia de la República, Ramón Cáceres, perteneciente al grupo de los horacistas. El gobierno de Cáceres duró seis años, y en ese lapso el país experimentó nuevos adelantos. Por un lado, el valor de las exportaciones de azúcar, café, cacao y tabaco subió mucho debido a un aumento sustancial en los precios internacionales de esos productos y a una mayor producción local de éstos. Por otro, las recaudaciones aduaneras, en manos, como se ha dicho, de los norteamericanos, elevaron las rentas del Estado. También se logró que los acreedores extranjeros aceptaran amortizaciones de la deuda externa por montos muy inferiores a su valor original. Además, a cambio de un mayor control norteamericano de nuestras finanzas, conseguido mediante la Convención de 1907, se obtuvieron nuevos préstamos, los cuales fueron aplicados a programas de inversiones públicas, como un nuevo ramal de ferrocarril, que unió a Moca con Santiago; la expansión de la red telegráfica; la reconstrucción de muelles y puertos; y el establecimiento de escuelas en diversas zonas rurales. Las carreteras de Santo Domingo a Haina y de la capital a Los Alcarrizos acercaron más a sus respectivos vecinos. En el gobierno de Cáceres se enfatizó el desarrollo de la agricultura en detrimento de la ganadería y de la explotación maderera. Para tales fines, se aprobó la Ley de Franquicias Agrícolas, la cual otorgó grandes incentivos a la inversión extranjera en el rubro azucarero, con la consiguiente expansión de los ingenios y una mayor concentración de la propiedad en manos privadas foráneas, sobre todo en la región este del país. Por primera vez se crearon escuelas y granjas agrícolas de experimentación. Igualmente, se fomentó la emigración extranjera hacia la República y se pasaron leyes relativas a la colonización. En mayo de 1908 se celebraron nuevas elecciones presidenciales, a las que sólo concurrió como candidato Ramón Cáceres, pues los jimenistas, entendiendo que las perderían, se abstuvieron de participar en ellas. Cáceres se juramentó para un nuevo período de seis años el 1 de julio de 1908, pero fue asesinado por grupos políticos oposicionistas en noviembre de 1911. Su muerte reinició las guerras civiles protagonizadas por nuestros caudillos y debido a ellas y a la incapacidad de amortizar la deuda externa, los militares norteamericanos tomaron el control total del país en menos de cinco años. Desaparecido Cáceres, el Poder Ejecutivo fue ejercido por un Consejo de Secretarios, hasta que, en febrero de 1912, el Congreso eligió como presidente a Eladio Victoria, quien contaba con el apoyo político de su sobrino, Alfredo Victoria, en cuyas manos estaba el Ejército. Pronto, sin embargo, Horacio Vásquez encabezaría la revolución de ese año en contra de los Victoria; revolución que sólo duró doce meses. Numerosas personas fueron apresadas y fusiladas en ese tiempo, hasta el punto de que los norteamericanos empezaron a considerar la conveniencia de intervenir militarmente, la cual se llevó a cabo con el envío de una comisión “pacificadora” respaldada por 750 infantes de marina. Esa intervención logró el cese de las luchas fratricidas y el nombramiento de un gobierno provisional encabezado por el arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, quien se encargó
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de organizar nuevas elecciones. Al pronunciarse Desiderio Arias en su contra, Nouel se vio precisado a renunciar pocos meses después, por lo que los diversos partidos políticos en liza eligieron, en abril de 1913, a José Bordas Valdez como presidente. Poco tiempo después ocurrió otro pronunciamiento, al frente del cual estaba Horacio Vásquez. Los norteamericanos intervinieron de nuevo mediante su control de los gastos públicos, y Vásquez depuso las armas. Gracias a un evidente fraude electoral, Bordas Valdez asumió por segunda vez la presidencia de la República, pero a los pocos días estalló de nuevo la violencia que obligó a Woodrow Wilson a enviar una segunda comisión mediadora con un plan que debía ser aceptado bajo la amenaza de ocupar el país si era rechazado. Bordas Valdez cedió y los jefes de los partidos políticos eligieron como presidente provisional, en agosto de 1914, al doctor Ramón Báez. Las elecciones de octubre llevaron a Juan Isidro Jimenes a la presidencia. Los norteamericanos exigieron un mayor control del presupuesto nacional y la creación de una Guardia Nacional, dirigida por ellos, para reemplazar el Ejército comandado en ese entonces por Desiderio Arias. En julio de 1915, Quírico Feliú y otros generales horacistas se alzaron sin éxito contra el gobierno jimenista, hecho que coincidió con la ocupación norteamericana de Haití. En abril de 1916, Arias se levantó contra Jimenes, llegando a controlar la ciudad de Santo Domingo. Fue entonces cuando los norteamericanos desembarcaron sus infantes de marina con la excusa de que lo hacían “para proteger la vida y los intereses de los extranjeros que había en la ciudad”. Su ocupación del país duraría ocho largos años.
El “Listín” y los comienzos del siglo XX El fin del lilisismo hizo concebir a don Arturo Pellerano Alfau, como a tantos otros dominicanos, el comienzo de una nueva época de avance y progreso. Sus esperanzas resultaron baldías, pues sólo sufrió el desengaño al que los hombres bien intencionados escapan con dificultad y muy raramente. Afortunadamente para él y para los destinos ulteriores de Listín Diario, se dio cuenta a tiempo. La renuncia de Eliseo Gómez Alfau como administrador de la empresa, el 7 de septiembre de 1899, obliga a don Arturo a ponerse de nuevo al frente de ella. La carga es muy pesada, pues el periódico no es el mismo de antes. El “Listín” tiene un formato mayor y sus páginas acogen muchas atenciones comerciales que se resuelven en el propio número de los balances. De ahí la determinación de Pellerano Alfau de asumir las funciones de director-administrador-propietario y de mantener el periódico, en la medida de lo posible, al margen de los acontecimientos políticos, fuesen éstos los que fuesen, y de las pugnas de partidos y facciones. Tal como asevera Juan José Llovet, en el fondo, esa actitud en la que don Arturo persistió, con su característica fidelidad a sí mismo, hasta el momento en que hubo de apartarse de la dirección de Listín Diario, fue siempre una protesta. “Una protesta muda –agrega Llovet– pero no por eso menos elocuente, contra todo lo que, desprestigiándola ante el mundo, serviría de pretexto para que a la infortunada patria de Duarte le fueran impuestos los ocho años de purgatorio de la ocupación norteamericana”. Tal protesta muda no impidió que, en ocasiones, un flamante secretario de Estado de lo Interior implantase, por así decidirlo, la censura previa, ordenando que las galeradas de los periódicos le fuesen enviadas antes de su impresión para que su suspicacia y capricho tachasen en ellas a placer. Muchas veces, media hora antes de la salida del “Listín”, don Arturo se encontraba con que le faltaban
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Edición de Listín Diario Aniversaria publicada en Agosto, 1917
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para el ajuste una o dos galeras. Todavía entonces el periódico se componía a mano y se imprimía en columna ancha. Una prueba de las dificultades que Listín Diario tenía que afrontar con frecuencia la tenemos en lo ocurrido la víspera del 23 de marzo de 1903. Un individuo comprometido en el movimiento conspirativo que se preparaba para el día siguiente y que, al parecer, tenía cuentas pendientes con el periódico, fraguó asaltar, en compañía de otros personajes de su especie, apenas triunfase la revolución, la imprenta del “Listín” para arrojarla a la Cueva de las Golondrinas. Una bala que alcanzó al individuo en cuestión en plena frente, cuando participaba en el ataque a la comandancia de armas de San Carlos, salvó a la Marinoni del “Listín”, recién llegada de Europa por aquellos días y que constituía el orgullo del periódico, de un final desastroso. En ese año de 1903, don Arturo Pellerano, habiendo puesto orden en el diario, entregó su administración a un hombre trabajador y ecuánime: don Félix Barré, de nacionalidad francesa. Su labor al frente de la administración de Listín Diario, durante 15 años, estuvo encaminada a secundar la obra de reforma y modernización del periódico, mejorando el sistema de contabilidad de la empresa y aumentando los servicios que prestaba al público lector. La proclamada neutralidad política de Listín Diario no fue óbice para que éste se viera involuntariamente envuelto en problemas con la justicia. Un suelto del periódico, del 11 de octubre de 1901, informaba que el licenciado Manuel de Jesús Galván, abogado de los tribunales de la República, se había querellado contra Enrique Deschamps, colaborador de Listín Diario, debido a los asertos vertidos por él en un artículo titulado “¡A la picota!” El artículo había sido publicado en Listín Diario y el querellante había acusado a la dirección del periódico de ser cómplice de Deschamps. El suelto no entró a considerar el fondo del asunto y se limitó a aclarar que, por ser Listín Diario una publicación esencialmente independiente y dado su carácter de tribuna libre para todos, “al dar cabida al artículo que ha originado la persecución judicial contra el Sr. Deschamps, no hicimos más que ceñirnos a nuestro programa”. A Listín Diario, ciertamente, no le asustaban, como decía el suelto, los tribunales ni los procesos, pues confiaba “en la rectitud de los Señores Jueces” y tenía fe en el derecho. Se defendería, pues, de los cargos contra él formulados y pondría de manifiesto su apego a la ley y a los principios que lo habían regido hasta entonces como órgano informativo. Otro suelto publicado al día siguiente daba cuenta que el director del periódico había comparecido ante el magistrado juez de instrucción a declarar sobre la supuesta complicidad que le atribuyera Galván por la publicación del artículo de Deschamps. En sus declaraciones, Pellerano Alfau sostuvo el principio establecido por el periódico de que “los autores son los únicos responsables de las opiniones emitidas en sus artículos”. Pellerano Alfau esperaba impasible, según el suelto del 12 de octubre, el veredicto de la cámara de calificación, en la confianza de que saldría absuelto de la acusación de que era objeto. El 16 de octubre, Listín Diario reproducía las primeras palabras de un artículo que Galván había publicado el día anterior en El Dominicano, órgano del Partido Republicano, en el que criticaba acerbamente e insultaba al periódico, todo ello, decía, gratuitamente, como gratuitas habían sido las alabanzas que en ocasiones anteriores le había hecho. La nota concluía así: “Profunda pena nos ha causado la actitud asumida por el señor Galván, porque siempre nos ha merecido consideración y respeto, y porque es sensible que se haya colocado, gratuitamente, repetimos, en un terreno en el cual no podemos ni queremos seguirle, conformán-
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donos, en justo desagravio, con el fallo pronunciado a nuestro favor, por ese juez inexorable que se llama la opinión pública. A él nos atenemos”. La cámara de calificación conoció al fin el proceso y falló absolviendo a Pellerano Alfau, según informó Listín Diario el 29 de octubre. La nota que daba cuenta del fallo indicaba que, con esa, eran ya dos las veces que el “Listín” era absuelto “de supuesta complicidad en delitos de prensa, y lo seremos tantas veces cuantas, como en la presente, seamos injustamente sumariados”. No sería esa la última vez que, por aquel entonces, Listín Diario tendría que vérselas con la justicia. En su edición del 17 de agosto de 1915, informaba que ese mismo día, a las 10:30 de la mañana, había tenido efecto la vista de la causa ante el tribunal correccional, seguida, por citación directa, contra la dirección del periódico por supuesta difamación cometida contra el Presidente de la República. La acusación se basaba en un artículo, firmado por varios autores, publicado en el “Listín”. La defensa de éste estuvo a cargo del licenciado Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, “quien opuso algunas excepciones encaminadas a la anulación del proceso seguido hasta ahora”. El texto del artículo, titulado “El Presupuesto” y escrito bajo el seudónimo de “J. R. D., 1902”, publicado en la edición del día 2 de agosto del citado año, es el siguiente:
El Presidente Jimenes dio seguridades a varios de sus amigos de que el Presupuesto votado por el Congreso Nacional se pondría en vigor el día primero de agosto; pero, por lo tanto, en este sentido nada se ha dicho. Bien fundado estaba el rumor público cuando decía que “no habría presupuesto aun cuando lo quisiera el Presidente Jimenes, porque don Armando se lo impediría”. Según parece decirse, el criterio del Sr. Pérez Perdomo se ha impuesto al del Jefe del Estado y al del Congreso. ¡Oh, los Secretarios de Hacienda! Reaccione el Presidente Jimenes y vuelva por sus fueros de Primer Magistrado de la Nación, y sea lo que debe ser, cabeza dirigente del Gobierno, libre de toda influencia. El pueblo quiere el Presupuesto y al pueblo hay que atenderlo porque fue su voluntad, expresada en el sufragio, la que llevó al Sr. Jimenes al Poder, y es del Sr. Jimenes de quien espera el pueblo el cumplimiento de sus leyes y de sus promesas. ¡No se irrite al pueblo!
Listín Diario y la Ocupación Norteamericana Una de las primeras medidas que tomaron los norteamericanos cuando ocuparon el país fue el desarme de la población civil y militar, imposibilitando así que pudieran surgir pronunciamientos de caudillos regionales contra el nuevo gobierno, o que la ciudadanía se defendiese contra posibles atropellos. Esos caudillos habían contado, en el pasado, con sus propios y particulares ejércitos. Al
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desarme mencionado siguió de inmediato la creación de una Guardia Nacional, lo que facilitó el ascenso al poder de Trujillo, seis años después de concluida la ocupación. El desarme no impidió que muy pronto surgieran los llamados “gavilleros”, guerrilleros rurales que pelearon contra las tropas norteamericanas y la Guardia Nacional, no sólo por su oposición a la presencia extranjera en el país, sino también por estar en contra de la concentración de la propiedad rural en la zona este del país, resultado del enorme incremento en la producción azucarera auspiciado por la ocupación misma, sobre todo por la legislación de títulos de propiedad, que permitía la compra, a precios muy bajos, de las tierras de los campesinos de esa región. En julio de 1917, los Estados Unidos declararon la guerra a Alemania y el país se benefició de los altos precios internacionales del azúcar, café, cacao y tabaco provocados por la Primera Guerra Mundial, lo que se tradujo en un nivel de prosperidad hasta entonces desconocido. El azúcar, sobre todo en 1921, alcanzó precios extraordinarios, y de esa “danza de los millones” se benefició particularmente San Pedro de Macorís; aunque muy pronto dichos precios sufrieron una caída abrupta, creando una situación traumática. La producción azucarera, sin embargo, creció mucho durante la ocupación, y la mejoría económica permitió un rápido proceso de modernización del país que cambió nuestras costumbres y nuestros procedimientos económicos. Una más eficiente administración de las finanzas públicas originó mayores recaudaciones fiscales y esto, junto con nuevos empréstitos, hizo que esos recursos fueran empleados en un amplio plan de inversiones públicas, sobre todo en el área de la salud, la educación y la construcción de carreteras. Estas últimas permitieron unir al país, y hacer más asequible la capital a las regiones del interior. La ocupación militar norteamericana fue mayoritariamente rechazada por los dominicanos. Desde el primer día hubo una abierta resistencia a ésta, pero sólo a partir de 1919 se incrementaron las campañas patrióticas dentro y fuera del país en procura del fin de la ocupación. En 1920 surgió la Unión Nacional Dominicana y al año siguiente el nuevo Presidente de los Estados Unidos, Warren Harding, envió al almirante Samuel Robinson con un plan de evacuación, el cual fue rechazado por la población en varias manifestaciones públicas. Finalmente, se llegó a un acuerdo y, en elecciones libres, Horacio Vásquez fue electo presidente en marzo de 1924. Las tropas norteamericanas abandonaron el país en agosto de ese mismo año. Sería injusto establecer diferencias y distingos entre las diversas clases de fervor que pusieron los dominicanos todos en el cumplimiento de sus deberes patrióticos durante los ocho años de la ocupación norteamericana. Con rarísimas excepciones, confirmativas de la regla, los dominicanos, individual y colectivamente, se mostraron en la dura prueba a la altura de sus ejecutorias y tradiciones. También Listín Diario, desde los primeros instantes, que fueron, como es lógico, los más difíciles, atento a sus obligaciones de rector y orientador de la opinión y conducta públicas, mereció, en tan infeliz coyuntura, el bien de la patria por su vertical e indoblegable postura. El 29 de noviembre de 1916, cuando el capitán de navío K. S. Knapp tenía ya lista para su promulgación la proclama que declaraba la ocupación del territorio dominicano por la marina norteamericana y el establecimiento en él de un gobierno militar, circuló, desde la oficina prebostal, sita entonces en la calle Arzobispo Meriño, entre el Conde y Luperón, una orden dirigida a los más notorios periodistas en activo para que se presentasen a una hora determinada a dicha oficina, con el fin de escuchar el texto de la proclama. Acudieron a la cita quienes creyeron que debían hacerlo, pero en la reunión brillaron por su ausencia don Arturo Pellerano Alfau, director del “Listín”, y el poeta Fabio Fiallo.
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Otro hecho a destacar es que el número de Listín Diario del día siguiente apareció en blanco en el lugar correspondiente a su cotidiano comentario editorial. Jamás el decano de la prensa nacional había publicado un artículo de fondo tan elocuente ni comentado como aquél. Ese día, 30 de noviembre, mientras don Arturo y Fiallo conversaban tranquilamente en las oficinas del periódico, un pelotón de marinos norteamericanos, armados de carabinas, irrumpió en ellas y conminó a los contertulios a acompañarlos. Conducidos ante el capitán Knapp, y habiéndoles preguntado éste por los motivos de su ausencia del día anterior, respondieron que “no habían estimado conveniente diferir a su convocatoria por estar seguros de antemano de que nada que en la inesperada reunión se tratase podía interesarles ni incumbirles”. Como resultado de su campaña nacionalista, don Arturo Pellerano fue encarcelado más de una vez. Se ha recordado esta anécdota porque ella fue anuncio o definición previa de lo que sería la actitud de Listín Diario a lo largo de los ocho años de ocupación norteamericana. Esa actitud fue de protesta permanente, tácita cuando no podía ser expresa, contra todas y cada una de las resoluciones de la autoridad espuria, así como contra la existencia y prolongación del inadmisible estado de cosas, pero también de cooperación entusiasta y efectiva a todo esfuerzo que se iniciase para liberar al país. El irreductible dominicanismo de Listín Diario se manifestó sobradas veces en el tono agudo, fuerte que empleó, tal como convenía a las circunstancias, en sus sueltos y editoriales. Sus páginas, por lo demás, dieron cabida a plumas tan talentosas y documentadas como la de José Ramón López y Arturo Logroño, quienes secundaron valerosamente a don Arturo en aquellas peligrosas campañas de Listín Diario. Así vivió y se condujo el periódico durante los largos años del eclipse de la soberanía nacional. Y en la gloria de que este tuviese término, al fin, en 1924, gran parte le correspondió al decano de la prensa vernácula. Como muestra de la vertical posición de Listín Diario durante el tiempo que duró la ocupación norteamericana, reproducimos a continuación cuatro editoriales insertos en sus páginas:
AUN ES TIEMPO La generalidad no ve la posible cesación del actual estado de cosas, grave, muy grave, y que tal vez sea el coronamiento de la anómala situación indefinida que venía inquietando al país desde hace algún tiempo. Por aquellos días en que todos ignorábamos hacia dónde podía correr la onda turbia de las pasiones, una incertidumbre torturadora desosegaba el alma nacional. Hoy tal incertidumbre presenta caracteres agudos. Nosotros, que sin ser pusilánimes vemos un peligro en la más leve imprudencia cometida, creímos, y ojalá nuestra creencia sea fortificada por los hechos, que antes de resolverse cualquier asunto se consultaría al patriotismo, nunca más comprometido que en el presente momento histórico. Santo Domingo marcha tambaleante por entre bosques de peligro; de todos los flancos puede surgir la garra que nos haga perder nuestra soberanía, tan precaria y tan tristemente sostenida por culpa de pretéritos errores.
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Debemos apersonarnos en estos instantes de las muy graves circunstancias que ponen en inminente peligro de zozobra el Estado dominicano. Es ahora cuando las almas bien templadas, aquellas capaces de sacrificar el orgullo y desechar perniciosas arterias, deben consagrar todas sus fuerzas, todo su vigor e impedir que se derrumbe el edificio sagrado erigido a costa de sangre y de lágrimas por los patricios de ayer. Discutir personalismos en estos momentos conflictivos es un verdadero suicidio, porque necesitamos preferentemente la calma que fue siempre mejor consejera que la violencia. Entendemos que no existe entre los dominicanos el deliberado propósito de abdicar nombre y bandera. Nuestro gentilicio es hermoso e impregnado de inmarcesibles glorias; y lo que nos toca es procurar ir abrillantándolo, exaltándolo por un interminable eslabonamiento de cosas altas y útiles. Es un deber nuestro magnificar la herencia que recibiéramos de nuestros progenitores propender al avaloramiento del legado santo de integridad y soberanía. No somos dementes, pero si en las circunstancias actuales nos empeñamos en que la pasión se sitúe a mayor altura que el patriotismo, probaremos hasta la saciedad que padecemos la peor de las vesanias, la locura peligrosa, que entra en el número de las enfermedades mentales incurables. Doméñese el ansia constante, el ahínco permanente de solicitar contiendas por el menor de los motivos. Hemos luchado desmedidamente; la hora del descanso ha sonado y debemos aprovecharla concienzudamente. Aún es tiempo.. ! 2 de mayo de 1916 NUESTRA RUTA Veamos ahora hacia dónde dirigimos nuestros pasos, no sea que volvamos a comprometer la Patria en nuevo empeño que haga zozobrar la nacionalidad. Procuremos cumplir todos los compromisos que desaciertos anteriores nos forzaron a contraer; despejemos el porvenir de nubes sombrías y procuremos orientarnos siempre por senderos de paz, propicios al engrandecimiento. Aún parece que no hubiésemos alcanzado la mayoridad, porque cada momento caemos en una irreflexión que luego queremos subsanar con heroísmos. Hora es ya de comprobar ese heroísmo, peleando a brazo partido contra la pasión, contra la injusticia y contra las bastardas ambiciones.
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Amar a la Patria entraña abnegación sin límites, probada y comprobada en toda hora, en todo momento, sin vacilaciones, no sólo empuñando fusiles para su defensa, sino tendiendo a enaltecerla, evitándole dolores y vergüenzas, desobstruyendo de obstáculos la vía por donde precisamente debe de transitar. El heroísmo en la paz, ha dicho Martí, es más costoso porque es menos glorioso que el de la guerra. Y ése es el fecundo heroísmo que nos hace falta, el que debemos solicitar y propagar, por ser el que ha signado en el frontis de los grandes pueblos el sello de la civilización. Crear es la palabra de parte de esta generación. Es necesario que creemos, que hagamos de ésta nuestra nacionalidad un país grande, sin que vaya a solicitar sus grandezas en el heroísmo de los campamentos, en la inquietud de los vivaques. La gloria de nuestros progenitores es suficiente, a no ser que se trate de mancillar nuestra nacionalidad, que ya es caso en que se impone desatar todas las Euménides de la guerra contra los que pretendan vulnerar el santo nombre de la Patria. Crear… he ahí lo que nos hace falta. Todo está por hacer, y en vez de dedicarnos a esas actividades fecundas y engrandecedoras, preferimos el politiqueo atrofiador, tender las redes de nuestro ingenio y de nuestras actividades para la pesca de un miserable empleo público. Crear… sí, crear muchos planteles de educación, no así como así, a granel, sin que respondan a un plan racional y científico; enseñanza que con menos trabajo obre de manera más eficaz e indeleble en las pequeñas imaginaciones de los escolares. Imitar a Chile y Uruguay, que en los últimos tiempos han rendido una batalla más heroica que si hubieran combatido en cien combates. Crear, crear, abrir ilimitados horizontes a la inteligencia; mostrar surcos propicios a los sembradores de ideales y a los sembradores en todos los ramos de la humana actividad. Crear, trabajar, aprender… Hacer en breve lo que hemos debido ejecutar desde hace tantos años, en provecho del individuo y de la colectividad, para mejorar nuestras condiciones de vida que, por más que querramos decir, son pésimas, porque no se ha hecho todo lo que ordena el progreso y porque además interrumpimos con asonadas de una periodicidad aterradora la más fecunda de las iniciativas. 11 de mayo de 1916
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CONSUMATUM EST El empréstito ha sido realizado con $6,700,000. Se nos ata por veinte años más. Nuestra protesta se impone. Habiendo el Gobierno de los Estados Unidos autorizado un empréstito que no exceda de diez millones el Gobierno Militar después de haber recibido varias ofertas, ha negociado un empréstito por valor de seis millones setecientos mil pesos ($6,700,000) con la Lee Highinson Company, cuya oferta era la más ventajosa para la República Dominicana. Este empréstito será conocido por “El Empréstito de 20 años de la República Dominicana, del cinco y medio por ciento; fondos de amortización de la administración de las Aduanas, emisión de bonos de oro”. Se utilizará para pagar el empréstito de dos millones y medio del año 1921 y para los fines ya expresados al pueblo dominicano por el Gobierno Militar en la proclama de marzo 6 y en el Memorándum Financiero de febrero 20 de 1922. Se espera que podrán conseguirse recibos del empréstito antes del 1 de mayo y que todos los sueldos, incluso los atrasados de pago del Gobierno Militar, serán pagados en su totalidad para esa fecha y se podrán conseguir fondos para continuar los trabajos en las carreteras y completar la organización de la Policía Nacional Dominicana. Ya sabemos hoy, oficialmente, que el Gobierno Militar autorizado por el de Washington, que es la misma cosa, ha contratado un nuevo empréstito a cargo de la República Dominicana. El pueblo dominicano inicia, desde ahora, una nueva protesta contra la operación realizada en su nombre por sus interventores. Así lo ha venido haciendo desde un principio desde que hubo amagos de realizar la operación, ya hecha por seis y medio millones de pesos al cinco y medio por ciento anual, que ata la República por veinte años más al carro de fuerza de los Estados Unidos de Norteamérica. Ni el Gobierno Militar ni el Gobierno de Washington tienen calidad legal para asumir la representación del pueblo dominicano y cargar sus espaldas con una nueva deuda, ni mucho menos para, actuando como dos partes contratantes, extender la Convención de 1907, ya vencida en más de la mitad con el religioso pago de sus bonos. Sobre este tópico de los empréstitos se ha usado mucha tinta en el país, exponiendo las razones de todo orden que militan en contra de la combinación que el ocupante extranjero viene persiguiendo hace rato, sin tregua ni descanso, en el Departamento de Estado, primero, y con los banqueros de Estados Unidos, después.
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El Listín Diario, firme y leal a su consigna nacionalista, protesta una y mil veces, en su propio nombre y en el del pueblo dominicano, contra el empréstito que hoy nos anuncia el Gobierno Militar. Por deber, por honor, por respeto a nuestra Bandera, por amor a la independencia de la República, de nuevo seriamente amenazada con más años de servidumbre económica y política. 6 de abril de 1922 LA INTERVENCIÓN Ante los dolorosos hechos cumplidos, que ponen la Patria a merced de un dueño, nuestro primer y más alto deber es el de protestar enérgicamente contra la intromisión. En los días que corren, es pecado imperdonable para los pueblos ser débiles; y ese es nuestro gran pecado que confesamos contritos. Reconocemos los errores con que muchos dominicanos han recargado en los últimos años la República; pero vemos que ha habido excesivo apresuramiento en los fuertes hijos de los Estados Unidos contra la débil y heroica nacionalidad que nos sirve de Patria. No es nuestro propósito poblar de truenos, de sollozos y aspavientos extemporáneos los ámbitos de la Patria. Más de una vez en todos los tonos, hemos alertado al patriotismo, al verdadero patriotismo, sobre el peligro que corríamos si continuábamos dirimiendo personalísimos asuntos con flagrante y condenable olvido de que todo desahogo individual era una puñalada que clavábamos hondamente en las augustas y sacratísimas entrañas de la Patria. Mas, nada ha valido. Al borde de la catástrofe quísose ir de aventura, se pretendió probar suerte en el arriesgado albur y nos ha tocado perder. Hora es ésta, como decimos, no de lamentaciones, sino de ver cómo, armados de la mayor energía y del más alto desinterés, nos imponemos la sagrada misión de rescatar la Patria de las garras que la aprisionan. Sin duda ha habido culpables, quienes ante el vórtice mareante y amenazador prescindieran de los peligros máximos para atender a intereses mezquinos. Mas no es nuestro propósito enrostrarles su falta de patriotismo, pues que ello no contribuiría ni poco ni mucho a liberar a la Patria de sus inmensos dolores. Aún es tiempo de hacer algo para no seguir hacia abajo, fatalmente, vertiginosamente; aún es tiempo de ser cuerdos y económicos para con una y
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otra virtud; aventar lejos de nuestros lares el influjo yanqui, la irrupción yanqui, porque no hemos nacido, mil veces no, para la vileza del yugo. Una locura, un suicidio, lo que sea, ha dado oportunidad a los señores de allende el Hudson para dos notas conminatorias, y toda la antigua Hispaniola, Haití y Santo Domingo, yace bajo la férula norteamericana. La Patria se pierde, dijimos hace cosa de un mes, y tal vez un gran número de nuestros compatriotas sonrió.. La Patria se pierde, continuamos clamando y se nos tildó de exagerados.. La Patria se pierde, y murmuraron algunos que era un bluff.. ¡La Patria se pierde!, proferimos como en un alarido, y continuamos cual una campana que tocase a incendio, desesperadamente, angustiosamente, incesantemente y no fuimos oídos.. Ahora.. Pues, ahora, adelante; protestemos como protestan los pueblos fuertes en su derecho, pero débiles por su población y medios de defensa, no resignándonos al yugo, que no aceptamos ni aceptaremos jamás, sino procurando alejar a los fuertes que nos sojuzgan. Cuanto antes, dominicanos todos, no importa de qué facción política, unámonos en el santo propósito de arrojar la cadena que nos oprime. Seamos altivos en la desgracia, rechazando virilmente la invasión. Confiemos, o mejor, propendamos a que la marcial promesa de nuestro Himno se cumpla hasta en exceso, y que si nuestra Patria fuere mil veces esclava otras tantas ser libre sabrá.
Listín Diario en nuevas manos: los hermanos Pellerano Agobiado por los sufrimientos de una Francia enfrascada en los graves conflictos bélicos de la época, don Félix Barré, administrador de Listín Diario, tuvo que abandonar el cargo en abril de 1917. Lo sustituyó, como cooperador directo en las gestiones comerciales y económicas del periódico, un hijo del fundador, don Arturo Pellerano Sardá, quien encaminó la vida material de la empresa por senderos de gran vitalidad. Pellerano Sardá había sido nombrado en 1913 sub-administrador del periódico, de modo que, cuando ascendió, conocía ya a la perfección todo el mecanismo del negocio. Sus casi cuatro años en esa labor, ayudado por otro de sus hermanos y, más tarde, por los demás, culminaron en lo que más tarde sería la “Arturo J. Pellerano Alfau, C. por A.”. El paso de Pellerano Sardá por la administración de Listín Diario fue, por las circunstancias mismas que rodearon su actuación, un paso de avance notorio y significativo para todos los intereses puestos bajo su custodia. En ese entonces, ya la empresa era una necesidad imperiosa para escolares, intelectuales y artistas.
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Contaba con papelería, venta de muebles de escritorio, archivos, útiles para oficina y cuantos enseres del ramo eran usados. Llegó así el año 1920 y don Arturo Pellerano Alfau, luego de treinta años de labor fatigosa e incansable, obligado por su delicado estado de salud, tuvo que apartarse de toda actividad y fijar su residencia en París. Encargados sus dos hijos mayores del gobierno de la empresa, se inició lo que podríamos llamar una segunda época para el periódico, de grandes transformaciones y éxitos. Apenas los hermanos Arturo y Rogelio Pellerano Sardá se hicieron cargo del “Listín”, el segundo como sub-administrador, el viento de prosperidad que hinchaba sus velas empezó a soplar con fuerza. Una de las primeras medidas de los nuevos administradores consistió en instalar en los talleres del periódico dos linotipos, arrumbando así, en el fondo del departamento de remiendos, la vieja batería hasta entonces usada. No obstante este adelanto, la aportación decisiva fue la de la magnífica prensa Duplex, primogénita de todas las existentes en el país, en la que Listín Diario se imprimió para llegar a sus lectores convenientemente cortado y doblado. De esa manera, el “Listín” saltó de sus tradicionales cuatro hojas, a ocho, doce y dieciséis sucesivamente, convirtiéndose, con indudable ventaja, de diario de la tarde, en diario de la mañana. Hay que decir, además, que cada nuevo aumento de sus bases materiales y mecánicas fue seguido de otro correspondiente al volumen de sus servicios informativos y literarios. Se empezaron a publicar frecuentes noticias gráficas, así como las ediciones dominicales de carácter predominantemente literario y científico, para lo cual hicieron traer, también por primera vez, al país, suplementos de montajes a colores y fotografías impresas en retrograbado. En 1924, Listín Diario se consolidó como uno de los grandes periódicos modernos al contratar con exclusividad el servicio cablegráfico de la United Press, Prensa Unida, la agencia de noticias más prestigiosa por ese entonces de los Estados Unidos y que daba servicio a 1,300 diarios en 40 países. Con esas y otras mejores, los hermanos Pellerano Sardá elevaron Listín Diario a una categoría superior. Mas, he aquí que un trágico día de 1930, calló injustamente victimado Rogelio E. Pellerano Sardá, espejo de caballeros y de hombres laboriosos. La persona que le quitó la vida consideró injusto un comentario hecho en el “Listín”. Esa muerte, inesperada y desgarradora, hizo que Arturo Pellerano Sardá, su hermano, tuviera que asumir la doble función de director y administrador de la empresa. En esa ardua labor le ayudaron, con reconocida eficiencia, Eduardo Pellerano Sardá, como subdirector; Moisés Pellerano López-Penha, como sub-administrador; y Gustavo Pellerano Sardá, como gerente general.
Treinta años del “Listín” El día 1 de agosto de 1919, Listín Diario cumplía 30 años de haberse fundado. Como es de suponer, fueron muchos los homenajes y votos de reconocimiento que recibió por su destacada obra al frente del diarismo nacional. Ese mismo día, el periódico, orgulloso, editorializaba el acontecimiento y expresaba su justo y alborozado sentimiento “al entrar, con pie seguro y firme, en el año que representa la culminación de una victoriosa jornada y un notable jalón en el fatigoso camino de la prensa”. “El Listín –agregaba–, en estos seis lustros, no ha detenido su marcha a pesar de las contrariedades, de las acechanzas, de las concupiscencias, de cuanto de negro y feo incuban los pequeños espíritus, los perversos, los malvados, los envidiosos de todo ajeno bien y de todo éxito alcanzado por terceros”.
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Firme en sus convicciones, Listín Diario proclamaba que jamás titubearía en el cumplimiento de su deber por más que fuese acosado por las pasiones. “Bien sabemos –decía– que la noche acecha, que los peligros aumentan a medida que el éxito tiñe de vivos y encendidos colores los horizontes del día, que la maldad no duerme ni siestea ni se da punto de reposo, que los maliciosos llenan de falsos señuelos el camino de los luchadores del bien público con el caritativo propósito de que equivoquen la ruta y se despeñen; sabemos todo esto, y mucho más que silenciamos en obsequio a nuestros benévolos lectores”. En consecuencia, Listín Diario prometía solemnemente continuar su obra de noble y desinteresada defensa de los intereses generales, sin importar los obstáculos que se le pudieran presentar. El Editorial concluía testimoniando su profundo agradecimiento a todos sus colaboradores, suscriptores, amigos y relacionados por su ayuda en la lucha por el bienestar y progreso de la comunidad nacional.
Pellerano Alfau, hijo preclaro de Santo Domingo El 25 de julio de 1919, pocos días después de celebrarse el 30 aniversario de la fundación del “Listín”, el regidor del Ayuntamiento de Santo Domingo, licenciado Federico Llaverías, sometió a la sala capitular, en gesto de nobleza, la solicitud de que fuera declarado Hijo Preclaro don Arturo Pellerano Alfau, como tributo a sus méritos y esfuerzo personal en favor del bien público. En su solicitud, Llaverías ponderó que el haber dotado al país de un buen diario y de una empresa modelo de consagración y amor al trabajo, “son méritos suficientes para sobresalir del nivel común, dejando a la ciudad y a la patria un esfuerzo digno de imitarse y una realidad merecedora de premiarse”. La resolución fue aprobada ese mismo día.
Listín Diario durante el régimen de Trujillo Los seis años del gobierno de Horacio Vásquez (1924-1930) se caracterizaron tanto por el ambiente de tranquilidad y estabilidad que reinó en nuestro país, como por el respeto a los derechos humanos y a las libertades públicas. Con fondos provenientes de nuevos empréstitos norteamericanos y con recursos obtenidos de la mejoría experimentada en los precios de nuestros principales rubros de exportación, el gobierno fomentó la agricultura, sobre todo mediante la creación de colonias y obras de irrigación, y prosiguió el amplio programa de obras públicas, que incluía acueductos, puertos, escuelas y carreteras. La ciudad de Santo Domingo creció y se modernizó gracias a las redes de comunicación con el resto del país. Sus habitantes adoptaron costumbres y patrones de consumo más cosmopolitas e internacionales. No obstante lo dicho, Horacio Vásquez, cuyo gobierno debió expirar a los cuatro años, es decir, en 1928, interpretó antojadizamente los preceptos constitucionales al alegar que su elección había sido por seis años y modificó luego la Constitución para permitir su reelección. Esto lo hizo a pesar de contar 70 años de edad. Hacia fines de 1929, Vásquez cayó gravemente enfermo y tuvo que trasladarse a los Estados Unidos para ser operado. Regresó al país, todavía muy débil, en enero de 1930. Al mes, Rafael Trujillo Molina, quien comandaba el ejército Nacional, dio un golpe de Estado y lo sacó del poder. Aun cuando el gobierno de Vásquez se hizo muy impopular al final de su mandato, no sólo por sus ambiciones continuistas, sino también por haberse rodeado de lo que se llamó “la vil polilla pala-
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Rafael Leonidas Trujillo y su hija Angelita Trujillo bailando en una actividad.
ciega”, la cual fue acusada de peculado. El “crack” de la bolsa de valores de Nueva York, en octubre de 1929, que provocó una enorme recesión económica en el mundo y, en nuestro país, acentuó el descontento popular contra el régimen de Vásquez y, por primera vez, surgieron huelgas como la de los choferes de Santo Domingo, a finales de dicho año. Todo esto, más el monopolio de las armas en manos de Trujillo, permitió que éste se alzara con el poder sin que el pueblo se preocupara mucho por la caída del viejo caudillo. Se iniciaba así la ominosa y trágica era de Trujillo, que habría de durar 31 años.
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El “Listín”, asfixiado por la tiranía Durante los primeros tres o cuatro meses de 1930, año en que Trujillo asciende al poder, existió cierta libertad de prensa en el país. El director de Listín Diario, Pellerano Sardá, era representante del Partido Horacista ante el Congreso Nacional, por lo que militaba en la oposición. En una ocasión fue encarcelado por varios días. Tal como señala Bernardo Vega en su artículo “La actitud de la prensa ante el derrocamiento de Horacio Vásquez y la candidatura de Trujillo”, Listín Diario era un gran defensor del gobierno horacista. Aun así, sólo dos de sus editoriales, los correspondientes al 1 de enero y 3 de marzo del año indicado, hablan sobre problemas políticos y económicos nacionales. Al parecer, los editoriales los escribía Félix María Nolasco. En enero de 1930, el “Listín” acogió varios artículos apoyando la reelección de Vásquez, firmados, entre otros, por Rafael Damirón. Por su parte, J. Agustín Concepción criticó duramente la abstención de la oposición, encabezada por Velázquez, decisión que dejó solo a Vásquez en la contienda electoral. El 18 de febrero, continúa diciendo Vega, el poeta Fabio Fiallo escribió un artículo en el que denunciaba que se estaba tratando de ligar el nombre de Trujillo a una conspiración fraguada por la oposición. Fiallo elogió al militar, al que consideró incapaz de semejante acción. Esa fue la primera de sólo tres menciones del nombre de Trujillo en Listín Diario, durante esos primeros meses, es decir, hasta el 15 de agosto. Dicho nombre no volverá a aparecer en el periódico hasta el día de la juramentación del tirano, el 16 de ese mes. Durante ese mismo período, su fotografía se publicó tan solo una vez. Al estallar la Revolución el 23 de febrero, el “Listín” apenas dedicó dos cortas columnas para informar de ese hecho, pero no lo trató editorialmente. Sólo el día 25 dedica todas sus columnas a hablar de él, indicando, entre otras cosas, que “las tropas sediciosas lanzan vivas al General Trujillo”. No obstante, el editorial de esa fecha versa sobre El Día de la Escuela. El 26 de febrero comenta en su primera página la pasividad de las tropas del Ejército, las cuales se abstienen de contener a los insurrectos. El editorial está dedicado a La Eugenesia. El día 27, Listín Diario sugiere en primera página que “debe evitarse toda medida de violencia”, aunque en el editorial, a pesar de censurar el “movimiento sedicioso”, no deja de “reconocer que ese movimiento se ha ido desenvolviendo hasta ahora con bastante tacto y juicioso sometimiento.. ” Y agrega que tal cosa “hasta cierto punto nos tranquiliza un poco y nos hace pensar que la situación habrá de resolverse sin apelar a la violencia que sería el mal en este caso… Debe procederse en una palabra con un tacto exquisito”. En su artículo citado, Bernardo Vega expresa que, ya el 1 de marzo, el “Listín” comenta que, al llegarse a un acuerdo entre el gobierno y la oposición, se pudo evitar la violencia. Desde esa fecha, el periódico empezará a sentir las presiones que el régimen de Trujillo ejercería contra él al informar que no había podido salir el día anterior debido a la ocupación de su taller por un oficial de la Revolución; ocupación que tuvo por objeto impedir la publicación de un decreto de Vásquez por el que nombraba a Ángel Morales Secretario de Interior, designación que los revolucionarios no aceptaban. A ese propósito, en su editorial del 4 de mayo, titulado “La Nueva Era” se lamentaba apenas de la caída de Vásquez y enfatizaba, en cambio, que así se había evitado la violencia. Dos días después, comentaba favorablemente el discurso de toma de posesión de Estrella Ureña. La represión contra el “Listín” se fue haciendo cada vez más fuerte. A Pellerano Sardá le fue quitada una pistola que portaba legalmente en su condición de congresista. “Ya para mediados de abril
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Listín Diario | La herencia del pasado, el respeto del presente y la conquista del futuro
–escribe Vega– la libertad de prensa era bastante limitada, sobre todo porque… solamente existía un solo periódico dispuesto a criticar a quienes habían tomado el poder: Listín Diario. Desde el momento en que fue evidente que Trujillo sería el candidato, la actitud de este periódico fue simplemente la de ignorar el asunto. Nunca anunció su candidatura, nunca reportó sus mítines, al tiempo que daba gran despliegue a las pocas manifestaciones de los horacistas celebradas en marzo y abril. Su crítica silenciosa llegó al extremo de no mencionar la celebración de las elecciones del 17 de mayo, ni mucho menos que las había ‘ganado’ Trujillo. No es sino hasta el 17 de agosto, un día después de la toma de posesión, cuando su nombre aparece mencionado en ese periódico”.
El cincuentenario de Listín Diario y la Segunda Guerra Mundial Antes de que Listín Diario desapareciera, dos magnos sucesos ganaron la atención de los dominicanos. El primero, de carácter local, fue el cincuentenario del periódico (1889-1939), con cuyo motivo el “Listín” lanzó una edición especial, extraordinaria, síntesis, tal como decía en la dedicatoria a sus lectores, de los “cincuenta años vividos… en absoluta consubstanciación de anhelos e ideales con el pueblo dominicano”. El segundo suceso fue el inicio, también en 1939, de la Segunda Guerra Mundial. Muy modestamente, Listín Diario decía en su edición cincuentenaria que no era lo que había soñado y querido que fuese. Sin embargo, no se sentía disgustado por la obra hasta entonces realizada, pues, para estimularla en lo que valía, no debía ser juzgada sólo por lo que era, sino ponderar, en primer lugar, “el ímprobo esfuerzo que significa haber simultaneado su confección con nuestra labor de todos los días, con las ediciones diarias y corrientes del ‘Listín’, de las cuales ni siquiera la correspondiente al día de hoy habrá podido nadie echar de menos”. Una ojeada por el dilatado panorama de medio siglo de vida nacional permitía a Listín Diario encontrar de todo: satisfacciones materiales y espirituales, motivos de orgullo, recuerdos ingratos y hasta crueles, sacrificios en aras del amor patrio y del bien público y, como compensación por ellos, muestras constantes de la estimación de sus lectores. Al contemplarse a lo largo de todo ese tiempo, Listín Diario podía decir que jamás se había sorprendido en una actitud falsa ni se había adscrito a una causa que no creyese noble y justa. Nunca había dejado de ceñirse estrictamente a las exigencias del que, en cada caso, había estimado su deber. Tal vez se le podrían señalar errores, pero nunca enrostrarle una culpa. La edición cincuentenaria de Listín Diario recogió una muestra muy variada de su contenido a lo largo de ese tiempo. Entre otros aspectos, informaciones de sucesos borrosos ya en su distancia de años; referencias a personas, hechos y cosas de grato o pintoresco recuerdo; rememoraciones gráficas; ecos de las campañas de mayor interés patriótico llevadas a cabo por el periódico, como la de la independencia de Cuba y la salida de las tropas de ocupación norteamericanas; y versos y prosas de algunos de sus colaboradores más distinguidos. Cabe citar, entre esos colaboradores, a Monseñor Meriño, Juan José Llovet, Enrique de Marchena, Emilio Rodríguez Demorizi, Francisco Ureña Hernández, Félix María Nolasco, Luis Emilio Gómez Alfau, Luis E. Alemar, Ramón Emilio Jiménez, Juan B. Lamarche, Luis Miura Baralt, Héctor Incháustegui Cabral, Luis T. Salazar y Germán Soriano. Algo que Listín Diario reconocía en su edición cincuentenaria era el favor, la ayuda y la simpatía del pueblo dominicano, que nunca le había faltado a lo largo de su ya larga vida. De ahí que se comprometiera a seguir siendo fiel a sus ideales de bien patrio, aun a costa de futuros sacrificios.
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Homenaje al fundador El cincuentenario de Listín Diario fue motivo, como lo fuera el 30 aniversario de su fundación, para que la comunidad nacional rindiera sentidos homenajes a don Arturo Pellerano Alfau. Como en la vez anterior, otro prestante ciudadano, Juan Bautista Cambiaso, colaborador científico del periódico, sugirió al Consejo Administrativo del Distrito Nacional que aprobase con el nombre de Pellerano Alfau el tramo de la calle Arzobispo Nouel comprendido entre la Isabel la Católica y Las Damas, en cuya esquina estaba Listín Diario. El Consejo aprobó la designación. Más tarde, una ley del Congreso Nacional ratificó esa designación en homenaje al fundador del Listín, al considerar en sus motivaciones su indiscutible calidad como creador del diarismo nacional. El texto de la ley es el siguiente:
EL CONGRESO NACIONAL En Nombre de la República Núm. 143. VISTA la ordenanza dictada por el Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo en fecha 11 de Julio de 1939, que dice así: “EL CONSEJO ADMINISTRATIVO DEL DISTRITO DE SANTO DOMINGO, CONSIDERANDO: que el próximo día primero de Agosto se cumplirá el cincuentenario de la fundación del Listín Diario, fundado en el año 1889 por Don Arturo J. Pellerano Alfau; CONSIDERANDO: que la labor periodística de tan distinguido ciudadano, creador del diarismo en la prensa nacional, lo hace acreedor al eterno recuerdo de esta ciudad que lo reconoció como su Hijo Preclaro por resolución del extinto Ayuntamiento de Santo Domingo de fecha 25 de julio de 1919; VISTA la Ley No. 40 del 10 de Diciembre de 1939, modificada por la Ley No. 522 del 6 de Julio de 1933; Ha dictado la siguiente ORDENANZA: 1o. – Designar con el nombre de “PELLERANO ALFAU” la calle que corre desde la Fortaleza “Ozama” en la calle “Colón”, hasta la calle “Isabel la Católica”, y que hasta el presente ha formado parte de la calle “Arzobispo Nouel”. 2o. – Celebrar en acto público el descubrimiento de la tarja que distinguirá dicha calle el día primero de Agosto del año en curso, en que se conmemorará el primer cincuentenario de la fundación del Listín Diario. 3o. – Autorizar al Presidente de esta Corporación a tomar todas las medidas que fueren necesarias para la cabal ejecución de la presente. DADA en el Salón de Actos del Palacio del Distrito de Santo Domingo, en Ciudad Trujillo, en la sesión ordinaria celebrada el día once del mes de Julio del año mil novecientos treinta y nueve.
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– J. M. TRONCOSO, Vice-Presidente en funciones. E. J. SUNCAR MENDEZ, Secretario General. VISTAS las leyes número 40, de fecha 10 de Diciembre de 1930, y número 950 de 11 de Julio de 1935. DECLARADA LA URGENCIA, HA DADO LA SIGUIENTE LEY: UNICO. – Aprobar, como por la presente ley aprueba, la ordenanza dictada por el Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo en fecha 11 de Julio del año 1939, mediante la cual se designa con el nombre de “Pellerano Alfau” la calle que corre desde la Fortaleza “Ozama” en la calle “Colón”, hasta la calle “Isabel la Católica”, y que hasta el presente ha formado parte de la calle “Arzobispo Nouel”. DADA en la Sala de Sesiones de la Cámara de Diputados, Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, Capital de la República Dominicana, a los doce días del mes de Julio del año mil novecientos treinta y nueve; año 96 de la Independencia y 76 de la Restauración. (fdo.) L. E. Cordero, (fdos.) Luis Sánchez A., Vice-Presidente en Funciones. A. Hoepelman, Secretarios. DADA en la Sala de Sesiones del Senado, en Ciudad Trujillo, Distrito de Santo Domingo, Capital de la República Dominicana, a los diecisiete días del mes de julio del año mil novecientos treinta y nueve; Año 96 de la Independencia y 76 de la Restauración. (fdo.) Porfirio Herrera, (fdos.) A. B. Nanita, Presidente Manuel A. Amiama, Secretarios JACINTO B. PEYNADO Presidente de la República Dominicana
El otro suceso coincidente con los 50 años de Listín Diario fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En un principio, si bien el periódico informó detalladamente los avatares de la espantosa conflagración, un temor de viejo sentido, tal como indicaba en su editorial del 9 de diciembre de 1941, había embotado, hasta cierto punto, su sensibilidad ante la lucha que se libraba en los campos de Rusia, África y Asia, así como en los mares del mundo. No se trataba de ausencia o desinterés, sino que la distancia de los acontecimientos ejercía sobre el periódico una función amortiguadora. No obstante, la expansión de la guerra, que se cernía sobre los campos americanos con el ataque a los Estados Unidos en Pearl Harbor, hizo que Listín Diario, consciente del peligro que corrían los pueblos del continente, decidiera alinearse militantemente a favor de los aliados. Ello ocurrió cuando
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la República Dominicana expuso claramente su posición en el conflicto durante la Conferencia de La Habana, en la que el canciller, por instrucciones de Trujillo, puso la tierra, el mar, el aire y los hombres del país a disposición de los gobiernos americanos “para defender los ideales, el derecho y la independencia política de las repúblicas… desde el mismo momento en que los intereses sagrados se encuentren amenazados y hasta que la paz del mundo les devuelva la seguridad y la tranquilidad necesarias para el cabal cumplimiento de la misión civilizadora que el destino ha reservado a las democracias americanas”. Al día siguiente, 10 de diciembre, Listín Diario, en otro vibrante editorial, comentaba la declaración de guerra del gobierno dominicano al Japón a causa de la agresión de ese país a los Estados Unidos. El periódico apoyó esa declaración por considerar que eran muchas las vinculaciones existentes entre el pueblo dominicano y el norteamericano, tanto de carácter histórico, político y, sobre todo, económico. En tal ocasión, decía el “Listín”, el país “ha hecho lo que era indispensable hacer, lo que tenía que hacer, pues si los Estados Unidos están amenazados, nosotros también lo estamos”. Y terminaba diciendo que “si hemos disfrutado y disfrutamos… todas las ventajas que el intercambio con los Estados Unidos produce, lo justo es que para mantener ese intercambio, hoy y mañana, nos pongamos a su lado siquiera para compartir con ellos, como comparte ya nuestro pueblo, los dolores de la lucha más gallarda en que se haya empeñado la Unión, pues tras la defensa de sus baluartes del Lejano Oriente alienta en su empeño de defender las instituciones de toda la América y la libertad del hombre sobre la tierra”.
El cierre de Listín Diario En 1940, Trujillo creó, con su apoyo financiero, el diario La Nación para que sirviese de base ideológica a su gobierno. El nuevo periódico obtuvo inmediatamente el control de las fuentes de información sobre asuntos gubernamentales dominicanos, así como de los anuncios de las dependencias oficiales. Los empleados públicos fueron obligados a subscribirse a La Nación y el pago se les descontó mensualmente de sus sueldos. Sucedió que en muchas casas se recibían diariamente tres, cuatro y cinco ejemplares de ese diario, según el número de empleados públicos que en ellas vivía. Estas maniobras redujeron la calidad de los reportajes del “Listín” sobre asuntos locales, aunque la información de noticias internacionales permaneció igual. La mayoría de los empleados públicos, como es de suponer, debió suspender la compra del “Listín”, pues no podían adquirir dos periódicos. El golpe de gracia ocurrió cuando el gobierno avisó al Listín Diario que no pensaba pagarle sus deudas pendientes. Otro artículo publicado por Bernardo Vega en la edición del “Listín” del 25 de febrero de 1987, revela los detalles de un oficio enviado por el entonces ministro norteamericano acreditado en el país, a su gobierno; oficio que el historiador y economista localizó en los archivos del Departamento de Estado y que lleva la fecha de 16 de junio de 1942. En ese informe, el diplomático norteamericano resume apretadamente las causas que llevaron al Listín Diario a dejar de circular el día anterior, 15 de junio, y que son las señaladas. El comentario final del ministro, transcrito en el artículo de Vega, titulado “El día que dejó de circular el Listín Diario”, fue el siguiente: “La desaparición de Listín Diario es considerada en la calle como la pérdida de una venerable institución dominicana. Aunque las condiciones actuales hacen inoportunas las expresiones de tristeza ante la incapacidad de sobrevivir bajo el régimen actual de una más de las influencias de la época pre-trujillista, existe, sin embargo, verdadero pesar”.
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El autor de ese epitafio, expresa Bernardo Vega en la conclusión de su artículo, “no previó, sin embargo, que en el periodismo también existen las aves fénix”. Para don Arturo Pellerano Sardá, el cierre de Listín Diario, el 15 de junio de 1942, fue tan doloroso y su pena tan grande que, al año siguiente, cuatro días antes de la fecha aniversaria de la fundación del periódico, murió repentinamente. No obstante, Listín Diario no desapareció del todo. A fin de mantener su vigencia, todos los años era editado un facsímil del periódico en forma de una discreta hoja impresa para no llamar la atención de los sicarios del régimen que había conculcado todas las libertades. Reproducimos aquí el editorial que, a los casi 53 años de existencia lograda a fuerza de sacrificios y fe, publicó Listín Diario ese negro 15 de junio de 1942, como despedida, así como las escasas voces de protesta enviadas a Arturo Pellerano Sardá con motivo de tan aciago suceso:
Hemos vivido mirando hacia adelante y hacia lo alto. Hoy, por primera vez, como caminante que quiere cerciorarse de lo que lleva andado para calcular lo que aún le falta por recorrer, nos cuesta volver atrás la vista: cuanto hemos hecho nos gloria, porque hemos vivido dando lo que se nos pidió y lo que nosotros mismos nos impusimos como deber; nosotros, que en todo momento aspiramos a más y mejor, seguros de que nuestras aspiraciones y nuestros empeños, tantos, encontrarían buenos surcos. Estas palabras, a pesar de su tono, no son ni deben ser, palabras de testamento, son algo concreto si se quiere las que dice a sí mismo quien, sin perder un ápice de ánimo, no le queda otro recurso que detener la marcha que llevaba, un poco para restaurar energías, bastante para ponerse en condiciones de proseguir más luego. Hemos afirmado que lo realizado por el Listín nos gloria, y nadie puede pretender que así no sea: hemos cumplido siempre con las obligaciones que en todos los momentos difíciles nos impuso el amor a la tierra. Todo lo que era su interés, fue nuestro interés. Creemos, por otra parte, que hemos cumplido bien, y si no, ahí está la historia, que no podría escribirse ya sin nuestro nombre. Esto quizás puede parecer demasiada jactancia, y a lo mejor lo es, pero perfecto derecho tenemos a ella: nuestros padecimientos, los riesgos que supimos correr, la forma en que en más de una ocasión se sancionó nuestra actitud y, sobre todo, lo que hemos logrado a fuerza de fuerzas, hacen una jactancia como ésta perdonable. Lo que en nuestro haber en 53 años de labor patriótica es prueba fehaciente, en otro aspecto, de que hemos sabido interpretar fiel y constantemente los sentimientos del pueblo, pues en ningún momento hemos olvidado que sólo se pueden conseguir buenos éxitos cuando se tiene, como siempre tuvo el Listín, la opinión pública por respaldo, el respeto de todos por escudo y la comprensión por senda.
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Esa misma identidad del Listín con el pueblo que pretende representar –no podríamos decirlo de otra manera– está patente hasta en la forma en que hemos sabido ponernos al lado de las democracias, y no podía ser sino así: un periódico que tiene nexos con el pueblo que le dio vida y fuerzas, le hubiera traicionado si no hubiera sabido interpretar bien sus anhelos. Pueblo pequeño como es el nuestro, con seguro instinto halló lugar junto a los que defienden la libertad y prerrogativas que el hombre ganó a costa de su sangre y sufrimiento; nosotros que somos parte de él, desprendimiento de él, retrato fiel, hijo suyo, hemos obrado de acuerdo a los mejores impulsos, y esto desde la guerra de independencia de Cuba hasta la hora actual. Si aquella guerra la ganamos –hay que decirlo así– ésta también la ganaremos. Ya andan por ahí las buenas señales. Hicimos nuestra aquella noble causa del hermano pueblo y hemos hecho nuestra otra causa que hermana a todos los hombres de la tierra conscientes de su condición y del peligro que les amenaza, ciertos de que al obrar así, además de hacer lo que nuestros propios ideales nos mandaban, estábamos junto a nuestro pueblo. Cuando la Ocupación, y valga este solo ejemplo por todos los que podríamos poner, sufrimos en la carne lo que en la carne padeció la Patria: fueron víctimas nuestros directores de más de un vejamen y entonces tuvimos que suspender un día la publicación del periódico porque al censor no le hizo mayor gracia lo que afirmábamos. En los últimos doce años, con la fe que nos caracteriza, con el entusiasmo que en todo momento supimos poner en cuanto iba a ser beneficioso para el país, cooperamos con la obra patriótica de reconstrucción de nuestros destinos del Generalísimo Trujillo y estuvo siempre lealmente a su lado, cooperando con amor en sus empresas de progreso, de paz, de independencia económica nacional, que todos los días se va acercando, a pesar de los pesares. Queremos, para terminar, expresar nuestro cordial agradecimiento a cuantos, en la forma que fuere, mantuvieron relaciones con nosotros. A ellos puede que debamos parte de lo que somos: en pago les dimos, de corazón, lo que pudimos y nos correspondía. No estamos arrepentidos, de ninguna manera, de si alguna vez dimos más de lo que se nos dio. La generosidad, que ejercimos siempre, para nosotros sólo ha tenido los límites que traspasados tornan la virtud en mal. Señor Arturo Pellerano Sardá, Director de Listín Diario Ciudad.
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Querido compañero: No por prevista desde hace algún tiempo, nos ha causado menos dolor y amargura esta desaparición del Listín Diario, anunciada por Ud. para mañana. Tal nos sucede, cuando presenciamos la cruenta y larga agonía de un ser querido, cuya hora fatal, siempre esperamos que no ha de llegar hoy, ni mañana, ni dentro de un mes, ni nunca quizás.. En esta ocasión hablo en plural, porque la honda tristeza que siento por esa desaparición es universal en el pueblo dominicano. No hay rincón de la vida nacional, donde la palabra Listín no se haya convertido en sinónimo definitivo del periódico diario. De tal manera la popularidad de ese nombre, habíase hecho fibra palpitante en el corazón de nuestro pueblo, desde los tiempos de su noble y tenaz campaña por la independencia de Cuba; y, después de su firme y brava campaña nacionalista contra la Intervención Norteamericana. Son dos épocas de gloria que siempre lucirán como insuperables medallas de honor en el pecho de mármol del Listín Diario. Su afectísimo compañero. FABIO FIALLO 4 de junio de 1942
1889-1942.. Todos han visto cifras en este orden, separadas por un pequeño guión; guión que simboliza el salto de una época a otra, o mejor dicho, alfa y omega de algo. Generalmente el nacimiento y la desaparición de alguien. Hoy nos ocupa la atención, nos vibra la emoción y nos agita el pensamiento precisamente dos fechas separadas por un guión. Cifras que nos dicen con el absolutismo matemático de sus guarismos el nacimiento y la suspensión del Listín Diario. Pero entre estas fechas está la vida del Listín, sus luchas, sus triunfos, sus honores, lo que han sido para los dominicanos, desde su nacimiento, sus aportes a la cultura, a la política, a la civilización de la República. Cincuentitres años dándose entero a las actividades útiles de la vida de su pueblo, cincuentitres años llevando a los hogares dominicanos la palabra escrita, serena y honrada, siempre defensora de la justicia y enaltecedora de la verdad y paseando también por el mundo como clarín de paz, la evolución honrada y la capacidad creadora en todos los aspectos de nuestro país. Cincuentitres años con los brazos abiertos y la acción dispuesta a todos los intereses justos, a todas las aptitudes, a todas las batallas respaldadas por la razón y aceptadas por la conciencia.
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Ahora con caracteres y tranquilidad lapidaria hemos visto en la primera página del propio Listín Diario: “Por causas de orden económico se suspende en 1942, fundado en 1889.. Cuánta serenidad y cuánto valor y cuánto desprendimiento de orgullo y dignidad en esta declaración! Los dominicanos recordaremos siempre que el Listín Diario ha sido una necesidad para nuestra vida diaria y viviremos con la esperanza de que vuelva a reaparecer, aun cuando nuestras futuras generaciones encuentren en los diccionarios enciclopédicos estas simples palabras: Listín Diario. Periódico dominicano de la mañana. – 1889-1942. HECTOR DÍAZ
Cómo se confeccionaba el “Listín” hasta 1942 Hasta el 15 de junio de 1942, para que cada número del periódico se gestara eran necesarios innumerables esfuerzos: diversas operaciones y una cantidad de trabajo tal en procesar cada palabra que hoy nos quedaríamos asombrados. Para esa fecha el periódico funcionaba en el local de la Isabel la Católica. Era un edificio de 2 plantas, en el cual ocupaban la planta baja los talleres con sus linotipos, la imprenta, las máquinas rotativas, depósitos de piezas y el almacenaje de las bobinas del papel periódico; así mismo, en otras dependencias de la planta baja estaban los equipos eléctricos y demás necesidades. En el lado norte de la fachada funcionaba la librería del “Listín” con su tienda, almacenes y oficinas. En la segunda planta se encontraban la redacción, la dirección y la administración del periódico. Trataremos de dar al lector una idea somera de cómo se preparaba Listín Diario bajo la dirección de Arturo Pellerano Sardá reseñando las operaciones que conllevaba cada número. El primero que llegaba era el señor Luis Miura Baralt, secretario del Director, quien durante 18 años llegó siempre puntualmente a sus labores sin faltar un solo día, y era, asimismo, el último en abandonar las labores del periódico. La tarea de Miura Baralt en la mañana era la de preparar los originales que debía presentar a su jefe para su revisión, ya fueran a ser publicados o encerrados en la gaveta de las “condenaciones inapelables”. El “Listín” tenía por norma que de aquellos artículos o noticias que no publicaba, sus originales eran quemados en el traspatio del periódico. De ocho a nueve de la mañana llegaban los redactores diurnos, Héctor Incháustegui Cabral y Rafael Auffant; después llegaba Luis Llovet, encargado de los editoriales, seguido de Ángel Rafael Lamarche que escribía la columna Panorama Internacional y, finalmente, el señor Diódoro Danilo, encargado de recoger y redactar las crónicas sociales. El primer deber de los redactores era darle una ojeada sumaria al periódico del día anterior. Así tomaban impulso para la tarea que les esperaba y se ponían al tanto de las novedades de la vida local nacional e internacional. También cada quien revisaba si lo que había escrito había sido publicado con alguna omisión o errata, algo que en un diario es todavía lamentablemente rutinario.
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Mientras tanto, el licenciado Enrique de Marchena (Enriquito), en su gabinete de recepciones radiotelefónicas, dejaba galopar las manos sobre el teclado de su máquina Remington, recibiendo y traduciendo simultáneamente las noticias que llegaban de Nueva York y de otras partes del mundo. Los redactores Auffant y Danilo pasaban a la Dirección en espera de las consignas diarias para sus labores. Héctor Incháustegui sometía para aprobación sus cotidianas “Observaciones”, que trataban sobre anomalías urbanas. Auffant tenía el encargo de recoger las listas de pasajeros de los buques de vapor “Coamo” y “Borinquen”, y Diódoro Danilo llevaba los asuntos sociales para publicación. Los tres tenían el encargo de salir por las mañanas a los distintos centros oficiales a la caza de la mayor cantidad de noticias posible. Entre tanto, de 10:00 a 12:00 se mantenía el Departamento de Redacción trabajando en la verdadera labor intelectual dedicada a la elaboración de Listín Diario. Don Arturo Pellerano Sardá trazaba el esquema de la primera página, Juan José Llovet preparaba las cuatro cuartillas que exigía cada editorial sobre el tema que el Director le había señalado. Ángel Rafael Lamarche, a su vez, preparaba su columna Panorama Internacional. Luis Miura Baralt seleccionaba las visitas que pasaría al Director, junto con los recortes de prensa extranjera y tomaba nota de las noticias que se recibían por teléfono. Cuando se recibían noticias de mucha importancia, tocaban la sirena del “Listín” para atraer al público a los pizarrones donde éstas se escribían. Según la importancia de la noticia se daban dos o tres pitazos. Ya antes de las 12:00 del mediodía estaba listo el periódico en dimensión y en profundidad, y la extensión se hacía en horas de la tarde. Durante la pausa del mediodía la redacción entraba en calma, pero en los talleres en ningún momento paraba el tecleo de los 4 linotipos, cuyos encargados se turnaban para almorzar, de manera que siempre había 3 funcionando. En la imprenta no se perdía un minuto durante las mañanas; se recibían las galeras y se enviaban para corrección y prueba. Las pruebas impresas en hileras de papel eran remitidas a Llovet para su corrección a lápiz. En horas de la tarde regresaba el Director y terminaba la extensión del periódico y comenzaban nuevamente los reporteros a trabajar en sus máquinas pasando en limpio sus notas de las noticias de la mañana. Mientras, se ponían los titulares a las noticias internacionales los cuales llevaba Luis Miura a la oficina del Director junto con las demás de las otras secciones. Una vez aprobadas por el Director, eran devueltas al taller; luego se revisaba de nuevo el esquema de la primera página con sus respectivas observaciones junto con los originales. A seguidas se revisaban los demás artículos y colaboraciones que debían colocarse en las páginas interiores. Ya después de las 5:00 de la tarde, el señor Miura revisaba la agenda de compromisos del Director y esperaba las últimas instrucciones para los redactores que cubrían los actos nocturnos. A las seis salía el Director y se dirigía por la calle el Conde, siempre por el lado izquierdo, con andar pausado, hacia el Baluarte; la ropa impecable, como si acabara de salir de su casa, sin rastros de haber acabado una dura jornada de trabajo que diariamente rendía para la edición de este periódico. Pero, las faenas nocturnas proseguían. Ya todo lo que quedaba era asunto del taller, integrado por un nuevo equipo de hombres que sustituía a los que trabajaban todo el día. Los redactores de los actos nocturnos regresaban con sus notas para preparar las cuartillas del día siguiente. Había un servicio nocturno a cargo del señor Leoncio Pérez, redactor, y un corrector de pruebas, el señor Natalio Redondo, para redactar cualquier noticia que llegara en horas de la noche o de la madrugada. Asimismo, se contaba con un linotipista de servicio para pasar rápidamente cualquier noticia urgente que surgiera durante la noche y que el Director ordenara se incluyera en el diario que se
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estaba imprimiendo para la mañana. El señor Pellerano Sardá acostumbraba llamar después de cena o pasar personalmente por el taller para ver si todo marchaba a la perfección. Ya en la madrugada se terminaban de dar los últimos mazazos con que se emplanaban y se acuñaban las páginas del periódico y, como siempre, la primera página era la última. Se levantaban las ramas macizas de plomo para ir a depositarlas junto a las otras ya preparadas y colocadas sobre la platina de la prensa Duplex usada desde 1922. Todavía se esperaba un poco la llegada de cualquier noticia internacional o extraordinaria que retrasaría unos 15 minutos la tirada, pero si se tardaba algo más de lo debido ya sería demasiado tarde para incluirla. Ya tensado el papel, de rolo en rolo, en la poderosa y gigantesca Duplex, sus ruedas y émbolos comenzaban a moverse lentamente para ir ganando velocidad hasta arrancar con estrépito a toda máquina. Apenas con las claridades del alba en el horizonte, ya estaban saliendo aún calientes los números de Listín Diario. Un día más de historia nacional… un día más de historia del mundo… en ocho, doce o dieciséis páginas de letra impresa. Así se hacía, un número ordinario de Listín Diario; día tras día, para llegar a los hogares dominicanos, hasta el 15 de junio de 1942.
CATECISMO PARA LOS REDACTORES DEL LISTÍN DIARIO Recuerde que toda pregunta tiene dos contestaciones. Obtenga las dos. Sea verídico. Obtenga los hechos. Lo errores son inevitables, pero esfuércese por no cometerlos. Es preferible una sola noticia exacta a un centenar que contenga una parte de la verdad. Sea decente, justo, generoso. Ensalze; no deprima. Hay bondad en cada hombre; trate de ponerla de relieve y no hiera innecesariamente a nadie. Al informar de un acontecimiento político, dé todos los datos como son, no como usted querría que fueran. Trate a todos los partidos políticos lo mismo. Las cuestiones políticas de carácter doctrinario se tratarán sólo en los editoriales. Trate todos los asuntos religiosos con reverencia. Si puede evitarlo, no arroje ignominia sobre una persona inocente al relatar los actos condenables de sus parientes. No use nunca una palabra inmoral ni deje un pensamiento inmoral entre líneas. Deseamos que este diario sea conducido de tal manera que pueda entrar en cualquier hogar sin destruir la inocencia de ningún niño. 10 DE AGOSTO DE 1930
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La Reapertura de Listín Diario en 1963
La Redacción ubicada en la Calle 19 de Marzo. Al fondo, junto a la pizarra, Francisco Comarazamy.
El día 1 de agosto de 1963, don Carlos Alberto Ricart ponía en manos de una distinguida y anciana dama, postrada en su lecho de enferma, un ejemplar de un periódico larga y ansiosamente esperado por ella. El periódico era Listín Diario, el cual reaparecería después de 21 años de haber tenido que ser cerrado a causa de la asfixia económica a la que lo había sometido el régimen de Trujillo. La venerable dama era doña Estela de Pellerano, viuda de don Arturo Pellerano Alfau. El sueño de doña Estela se había hecho, al fin, realidad. Nacido el 5 de diciembre de 1912, don Carlos Alberto Ricart había tenido nexos con la familia Pellerano en París desde antes del inicio de la era de Trujillo, y fue allí donde conoció a su esposa, doña Nelly Pellerano. Gracias a esas relaciones, don Carlos Alberto pudo saber lo que significaba el “Listín” para dicha familia. Recordaba que doña Estela, su suegra, le decía repetidas veces, cuando residía con él y doña Nelly, que no quería morir sin antes ver de nuevo editado el periódico, a lo que él respondía: “No se preocupe; le prometo que lo verá reaparecer”. No obstante esa promesa, don Carlos Alberto nada conocía de periodismo y por eso muchas veces creyó que esa era una promesa casi imposible de llevar a cabo. Había abandonado sus estudios de Derecho para dedicarse a los negocios, y en ese entonces estaba entregado a ellos en las firmas R. Esteva y Cía., e Implementos y Maquinarias, C. por A. Pero el deseo de su suegra y el estímulo de doña Nelly hicieron que despertase su interés en el proyecto. Una noche de los primeros días de septiembre de 1960, en el momento en que el régimen de Trujillo era censurado en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), en San
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José de Costa Rica, Ricart tuvo el presentimiento de que dicho régimen iba a desaparecer pronto. Al otro día, convocó un encuentro con sus cuñados y demás integrantes de la familia para discutir los planes de reapertura de Listín Diario tan pronto como se dieran las condiciones políticas apropiadas. En aquella reunión participaron Moisés A. Pellerano, Rogelio Pellerano (Tuturo), Máximo Pellerano, Manuel de Jesús Gómez Peckham (Junior), esposo de doña Gisela Pellerano, Juanita Pellerano y Nelly Pellerano de Ricart, hija de Arturo Pellerano Sardá. Había aún de transcurrir cierto tiempo antes del ajusticiamiento del tirano y esperar a que desaparecieran los remanentes del régimen para concretar definitivamente los planes de reapertura. El proceso fue arduo, y hasta el mismo don Carlos Alberto se sorprendía de haber iniciado una tarea desconocida. Con ánimo resuelto, empezó a dar los pasos necesarios para materializar su proyecto, sin sospechar que sus esfuerzos culminarían en uno de los más asombrosos éxitos del periodismo dominicano. Ante todo, se puso en comunicación con un amigo suyo, el conocido periodista José Ramón Estrella, quien residía en Nueva York, a fin de que lo asesorase acerca de los equipos que debía adquirir y de otros pormenores relativos a la empresa. “Visitamos Filadelfia, Chicago, Rochester y otros sitios más” –recordaba el señor Ricart hace 20 años. “Esas gestiones me permitieron conocer que se estaba desarrollando un nuevo sistema de composición en frío, o sea, el sistema ‘offset’, que fue el que decidimos adoptar, y creo que ese fue uno de los factores que ayudaron al éxito del ‘Listín’, pues dicho sistema no sólo resultaba operativamente más económico, sino también más atractivo que los usados anteriormente”. José Ramón Estrella escribió: “Cuando Ricart llegó a los Estados Unidos con su sueño de fundar en Santo Domingo un diario que había de llamarse Listín Diario, muchos se le reían. Pero él no desistió… así fue reuniendo un pequeño capital entre familiares y amigos… se adentraba en el estudio de la técnica de la impresión de diarios, a la que él, hombre de negocios entregado a otros menesteres, era completamente ajeno… Después comenzó a discutir con el Banco de Exportación e Importación, de Washington, las condiciones del financiamiento de la compra de las máquinas…”. Don Ramón Báez Romano, actual Presidente del Consejo de Administración del decano de la prensa dominicana, recuerda aquellos tiempos con emoción. “El ‘Listín’ es parte de mí, ese proceso yo lo viví, Tuturo era mi hermano. Buscamos cada uno RD$5,000 para la reapertura del periódico”. El resto lo financiaron. La siguiente tarea emprendida consistió en buscar a un encargado de los talleres y, por supuesto, al que había de ser el director del nuevo Listín Diario. En Moisés Pellerano halló el trabajador incansable para la primera función, y en Rafael Herrera, el periodista ideal para dirigir el rotativo. Tal como el propio señor Ricart expresara una vez: “Don Rafael Herrera ha sabido, con sus sabios editoriales y ecuánime dirección, llevar al ‘Listín’ al sitial en que hoy se encuentra”. Esos momentos históricos resuenan en la memoria de Don Ramón Báez Romano. “Cuando fuimos a buscar a Rafael Herrera Baby Ricart, Tuturo y yo él nos dijo, con su humildad y sencillez, ‘vinieron a reivindicarme’ (en referencia a su pasado cercano al régimen). Rafael Herrera fue un gran director. Un gran conocedor del país. Cuando apretaba los labios y subía ese tabaco… había que escuchar lo que él iba a decir”. Así, pues, la tercera etapa de Listín Diario se inició cuando los herederos de don Arturo Pellerano se reunieron en la residencia de los esposos Ricart-Pellerano el 17 de septiembre de 1960, para analizar la oportunidad de reabrir el periódico, tras lo que consideraban la inminente caída del régimen
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de Trujillo. Dos años después de concluido éste y tras 21 años de haberse suspendido, Listín Diario salía de nuevo a la calle. Las oficinas y talleres del “Listín” ocupaban, al momento de su reapertura, el señalado 1 de agosto de 1963, un sólido edificio de tres plantas situado en la calle 19 de Marzo número 58. Era el sexto local que lo acogía. Esta es, a grandes rasgos, la historia de un sueño hecho realidad. El de doña Estela, que recibió con viva emoción el ejemplar del primer número del “Listín” en su nueva etapa, y el de una familia que supo vencer todos los obstáculos y dificultades para que, una vez más, aquella octavilla ideada por don Arturo Pellerano Alfau volviera a ser el gran periódico que es hoy Listín Diario.
Primer Editorial de 1963 Al salir nuevamente a la palestra pública, fue un deseo de la empresa editora y de los descendientes de don Arturo Pellerano que una persona autorizada en el largo ejercicio del periodismo dominicano diera testimonio de lo que había representado Listín Diario en la vida del país en el transcurso de 53 años, al servicio de los mejores intereses nacionales. Tal misión le fue encargada al licenciado Manuel Amiama (Don Cundo), un veterano periodista y conocedor profundo de la historia del periodismo dominicano se le pidió enjuiciar la trayectoria en que se había desenvuelto nuestro periódico y que volvía a aparecer con su edición Núm. 17259. Amiama narró sus impresiones a través de su vasta experiencia de escritor y con el debido mensaje de la reaparición del viejo diario dominicano:
AQUÍ ESTA EL LISTÍN Después de más de un año de preparativos, podemos decir hoy al pueblo dominicano: aquí está por fin el Listín Diario. Sabemos, y lo agradecemos infinitamente, que el pueblo dominicano esperaba con ansiosa impaciencia el día de esta salida. No por tener un diario nuevo, más o menos bueno. No por contar con una voz nueva, más o menos sensata, que lo oriente en estos tiempos en que no sólo nosotros sino el mundo entero vive magnas confusiones, sino por un profundo sentido de justicia histórica. La reaparición de Listín Diario era esperada y deseada por todos los dominicanos, porque todos los dominicanos creen que la desaparición del Listín Diario el 15 de junio de 1942 fue uno de esos hechos inconcebibles, extraordinarios, insólitos e increíbles que jamás deben suceder en los tiempos modernos en los pueblos civilizados. El Listín Diario, en efecto, en el año en que se vio obligado a despedirse, con lágrimas en los ojos, del pueblo dominicano, acababa de cumplir medio siglo de vida en el curso del cual había llegado a convertirse, de un pequeño noticiero de eventos marítimos y comerciales, en el diario principal del país, no sólo por su volumen y su técnica, sino también por la variedad de su información y la inquebrantable seriedad de sus opiniones. Su contribución al progreso, a la
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enseñanza, a la cultura, y a todo lo que significara iniciativa útil y esfuerzo sano, le habían granjeado la gratitud y el afecto de todos. Su imparcialidad política, le había acarreado pequeños resquemores de los megalómanos que no faltan en todo país, pero a la larga, esa imparcialidad llegó a ser vista y apreciada por todos como el mérito fundamental de nuestra publicación. El Listín Diario, a fuerza de perseverancia, de dominicanismo, de espíritu de servicio para todos los grupos humanos que algunos se empeñan en llamar clases sociales para sacar de ahí pretextos de encono y violencia, llegó a ser así, una verdadera institución nacional, como llegaron a serlo, también otras creaciones del esfuerzo privado, en el orden de la industria, del comercio, de las relaciones humanas y de otros aspectos de la vida dominicana hasta 1930. La forma en que se actuó, de 1930 a 1942, para apagar este faro moral que fue siempre el Listín Diario fue tan ominosa y tan proteica que no vamos a empañar la gloria de este día ni a disminuir el júbilo que a nosotros como a los demás exalta con motivo de nuestra reaparición, con el recuento de los hechos que fueron sucediéndose hasta la extinción de Listín Diario, hechos que abarcaron desde el crimen de sangre y el atropello personal, hasta la despiadada desconsideración y el asedio económico. Toda esa historia será buena para otro día, y para plumas que no sean la propia nuestra. Nos damos cuenta de que la reaparición de nuestro diario ocurre en un momento histórico que, por estar aún demasiado cerca del término de la tiranía más larga, más cruenta y multiforme de las sufridas por el país, tiranía que no sólo fue política y económica como otras que antes habíamos padecido, sino que a todas luces se propuso con malignidad premeditada liquidar, destruir o desacreditar los valores morales y los patrones sociales que desde su independencia habían presidido la vida espiritual de los dominicanos, para poner en práctica, dentro de la atomización social absoluta, el viejo y cínico lema de dictadores: divide et impera, la República atraviesa uno de los períodos en los que las pasiones están tan desbordadas y hay en el ambiente tantos peligros de un tipo que antes no conocíamos, que se necesita mucho aplomo de ánimo, mucho esfuerzo de la cordura y la sensatez y mucha fe en la buena estrella del pueblo dominicano, para esperar una pronta tranquilización, un pronto reajuste de todos los intereses bajo una fórmula liberal y democrática y un pronto mejoramiento de la situación económica, que para algunos aparece, no sin poderosas razones, como lo más apremiante de todo. Reentramos, pues, en la actividad periodística, en un momento de grandes responsabilidades, pero nos sentimos con suficientes fuerzas de ideal para asumir las que puedan correspondernos y para contribuir a la solución o la mitigación de todos los problemas que puedan presentarse.
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La voz de Listín Diario no desilusionará, lo esperamos, a sus viejos simpatizadores, ni a los hijos de aquéllos, que han pasado su infancia, adolescencia y juventud oyendo a sus mayores hablar de Listín Diario. Procuraremos que, frente a cada asunto nacional que se debata en la prensa, nuestra voz sea siempre la de la paz, la de la concordia, la de la cordura. Nuestra cruzada, si puede llamarse así una paciente y perseverante obra, será antes que todo y por sobre todo, una cruzada de reconstrucción moral. 1 DE AGOSTO DE 1963
Nuestra declaración de propósitos Una de las metas que se propusieron los familiares y gestores de la reapertura de Listín Diario fue que, antes de comenzar la circulación del periódico, fijada para el 1 de agosto de 1963, se tomaran una serie de normas patrióticas y cívicas siguiendo las directrices morales que le había plasmado don Arturo Pellerano Alfau. Primero, que Listín Diario no se atara a ningún lazo partidista ni a ninguna conexión económica que pudiera influir en que sus noticias y editoriales fueran parcializados por compromisos de grupos o de clases. Listín Diario volvería a ser editado con absoluta independencia, y serviría al mejor interés nacional. Para fijar esa posición ante el pueblo, y anhelando que la luz de la justicia no se extinguiera jamás en nuestro suelo, resolvieron sus directivos formular bajo juramento la siguiente declaración de propósitos:
DECLARACIÓN DE PROPÓSITOS DE LISTÍN DIARIO 1. Servir a nuestro pueblo en la medida de la fuerza que Dios nos dé y acogiéndonos a los preceptos que nuestra Constitución y nuestros códigos nos dicten. 2. Defender los principios democráticos, enfrentándonos a toda clase de tiranía, si es que alguna vez aparece su fantasma, no importa qué bandera siga o qué disfraz la encubra. 3. Auspiciar la amistad de nuestro pueblo con todas las naciones libres del mundo dentro del plano de igualdad a que nos da derecho nuestra condición de nación libre, y el respeto y la comprensión que inspira nuestra lucha honrada y sincera por la redención de la patria. 4. Basados en los principios democráticos que abrazamos, prometemos solemnemente luchar por la elevación del bajo nivel de vida
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de nuestro pueblo, auspiciando la creación de nuevas fuentes de trabajo y oponernos a toda clase de monopolio, que tanto contribuye a mantener a nuestra clase trabajadora en la penuria que ahora padece. 5. Como defensores de la causa democrática, lucharemos por la inviolabilidad de la justicia, por el respeto a la propiedad honestamente adquirida, que es derecho inherente a la libertad humana; por la libertad de expresión y de creencia en lo religioso y en lo político, siempre que no haga peligrar la libertad misma.
Muchas fueron las voces que saludaron alborozadas la reapertura de Listín Diario. Una de ellas fue la del doctor Viriato Fiallo, Presidente en ese entonces de la Unión Cívica Nacional, agrupación política que contribuyó grandemente a combatir los remanentes del trujillismo. Luchador incansable en pro de la libertad del pueblo dominicano desde años atrás, hombre de firmes y acrisoladas virtudes ciudadanas, el doctor Viriato Fiallo publicó en el “Listín”, el día de su reapertura, un breve artículo de salutación a nuestro periódico. En su escrito, el doctor Viriato Fiallo recuerda las dos épocas más luctuosas para la patria dominicana: la ocupación norteamericana, de 1916 a 1924, y la férrea dictadura de Trujillo; épocas que “han constituido un cedazo para depurar hombres e instituciones”. En lo que atañe a la primera época, el doctor Fiallo expresó en dicho artículo que “Listín Diario, justo es reconocerlo como verdad de características históricas, contribuyó con su prédica, que no reconoció vacíos, a la formación de la conducta colectiva, o mejor, social, del pueblo dominicano… Su edificante línea editorial, firme y persistente, fue algo que mereció ser considerado como hecho señero. Recordamos vivamente el día cuando el reconocimiento público se hizo objetivo en una prensa para el uso personal de Arturo Pellerano Sardá, por entonces director de Listín Diario”. Acerca de la era de Trujillo, el doctor Fiallo señala que el panorama era distinto. En ese tiempo, dice, “fue muy difícil conservar la dignidad o cuando menos sustentarla… y en junio de 1942, el Listín Diario, porque se irguió con dignidad y con honor frente al tirano, fue silenciado”. El doctor Viriato Fiallo terminó su breve escrito así: “De ese hecho han transcurrido 21 años que hoy, 1 de agosto, renazca el Listín Diario con una aureola de órgano de expresión que supo cumplir con honor sus deberes periodísticos frente a la Patria, precisamente en dos épocas luctuosas: la etapa de 1916 a 1924, y la nefasta Era de Trujillo. Por ello decimos hoy, con íntima satisfacción de espíritu y lleno de esperanzas el corazón: Bienvenido, Listín Diario”.
El nuevo personal del “Listín” Luego de un año de arduas faenas en los preparativos y reacondicionamiento del nuevo local, fue reabierto el periódico el 1 de agosto de 1963. Comenzó a trabajar con el novedoso sistema offset de cuatro unidades y la composición cambió de caliente a fría, acoplando su sistema a una rotativa “Hoe”. El periódico salió con 24 páginas, bajo un nuevo formato, material novedoso y enriquecido con nuevas secciones en diversas modalidades y con fotos de alta calidad.
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Se contrataron de nuevo los mejores servicios cablegráficos conocidos y su personal, tanto de redacción como técnico, fue enviado al extranjero a realizar cursos de perfeccionamiento en las más variadas áreas del periodismo moderno. Por igual, el periódico fue inyectado con nuevas fuerzas renovadoras en su personal periodístico y técnico en la medida que fue incrementándose el desarrollo del diario. Entre los periodistas que ingresaron al “Listín” desde 1963 se cuentan los señores Jaime Lockward, Armando Almánzar, Carlos Esteban Deive, Marcio Veloz Maggiolo, Julio A. Cross Beras, Juan José Ayuso, Pedro Gil Iturbides, Silvio Herasme Peña, Virgilio Alcántara, Luis González Fabra, Manuel Severino, Luis Ovidio Cigarán, Alejandro Paniagua, Bolívar Rodríguez, Radhamés Gómez Pepín, Félix Acosta Núñez, Pedro Caba, José González, Giovanni Ferrúa, Pedro René Contín Aybar, Susana Morillo, Ciriaco Landolfi, José Romero Rojas, Agustín Concepción, Pablo Rosa, Pablo Golibart, Ernesto Puello Bello, Miguel Guerrero, Tomás Montás, Miguel Franjul, Julián Cabrera, Carlos Acevedo, Julio Montolío, Francisco Álvarez Castellanos, Milcíades Ubiera, Francisco Comarazamy, Guillermo Perallón, Jaime Domínguez, Ramón Pujol y Neftalí Tejada. Los corresponsales en el interior de la República fueron: César González Salado (Baní), Miguel Soto (Tamayo), Jaime Rodríguez (Puerto Plata), Santiago Estrella Veloz (Santiago), Manuel Beltré (La Romana), Ramón Marcelino Guzmán (Cabrera), Cecilio Fernández Martínez (Nagua), Rafael Angel Jiménez (Villa Tapia), Juan Norberto Aquino (Bayaguana), Ramón Fermín López (Esperanza), Rafael Morales Ortiz (San Pedro de Macorís), José J. Chachín (Seibo), José García (Cotuí), José A.
Juan Bosch en compañía de su esposa Carmen Quidiello de Bosch a su regreso del exilio.
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Mejía (Villa Altagracia), Félix A. Freites (Azua), Blas Santos y Juan Mendoza (Mao, Valverde), Cepeda Espinosa (Hato Mayor), Durán Batista (Jarabacoa), y otros más. El cuadro directivo de la Editora de Listín Diario quedó formado desde 1963 por los señores Carlos Alberto Ricart, Presidente; Eduardo Pellerano, Vicepresidente; Rogelio Pellerano Romano, Tesorero; y Manuel de Js. Gómez, Secretario. La Dirección del periódico estuvo desde 1963 a cargo de Rafael Herrera Cabral. También se contó con la colaboración de distinguidos escritores como Max Henríquez Ureña, Bienvenido Gimbernard, Enrique de Marchena, José Ernesto García Aybar, Carlos Sánchez y Sánchez, José Antonio Caro Álvarez, el sacerdote Láutico García, Juan Isidro Jiménes Grullón, Emil Kasse Acta, Domingo Bergés Bordas, Hugo Mendoza, Pedro Padovani, Pedro Julio Santana, en asuntos deportivos; Freddy Espinal, en noticias marítimas; Gisela Mejía Espaillat, César Ramos, Jaime Jorge, Abad Henríquez, Rafael Senior, Bernardo Vega, Euclides Gutiérrez Félix y larga sería la nómina de notables personalidades del mundo social, político y económico del país cuyas firmas comenzaron a figurar en nuestras páginas desde aquella tercera etapa de Listín Diario hasta nuestros días.
Listín Diario entre 1963 y 1968 No habían transcurrido dos meses desde el día de la reapertura de Listín Diario cuando, el 25 de septiembre, tiene lugar uno de los acontecimientos más aciagos de la historia contemporánea del país: el derrocamiento del gobierno de Juan Bosch, elegido democráticamente por el pueblo dominicano tras el fin de la dictadura de Trujillo. Ese suceso desembocaría, al cabo de dos años, en una guerra civil que costó miles de vidas.
El golpe de Estado Como es de suponer, el “Listín” recogió en su primera página, con un titular a ocho columnas publicado al otro día, los principales hechos relacionados con el golpe de Estado, así como las reacciones producidas en el exterior sobre el mismo acontecimiento. La deposición del gobierno de Bosch, realizada por las Fuerzas Armadas, obedeció, según un manifiesto emitido a las 6:30 de la mañana del día 26, a la necesidad de “conjurar las amenazas contra las esencias democráticas del Estado Dominicano”. En tal virtud, las Fuerzas Armadas dominicanas declararon inexistente la Constitución promulgada después de las elecciones generales celebradas en diciembre de 1962; disolvieron las Cámaras Legislativas; expresaron su disposición de establecer, en el plazo más breve posible, un gobierno provisional presidido por un ciudadano extraño a los partidos políticos militantes; y volvieron a poner en vigencia la Constitución del 17 de septiembre de 1962, bajo cuyo imperio se habían efectuado las elecciones de diciembre. De la misma manera, las Fuerzas Armadas manifestaron su disposición de respetar los compromisos internacionales contraídos válidamente por el país, en especial los acuerdos adoptados en la Décima Conferencia Interamericana de Caracas y en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, celebrada en Punta del Este, Uruguay, relativos al comunismo y castrismo, así como a garantizar los derechos humanos y del ciudadano, tanto civiles como políticos, entre ellos los de la propiedad, libre empresa y análogos. Como pretexto para derrocar el gobierno, las Fuerzas Armadas culparon al profesor Juan Bosch de haberse negado reiteradamente a romper, tal como le habían solicitado, “con el comunismo y toda
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tendencia originada por esta ideología perversa y malsana”. Otras razones invocadas por las Fuerzas Armadas para justificar su acción fueron el supuesto estado caótico en que se debatía el país por las indecisiones de la administración, el abuso del poder cometido por los cuerpos legislativos, la incapacidad del gobierno, el incumplimiento de las promesas electorales, la “peligrosa improvisación de incidentes internacionales”, el descuido de la instrucción pública, los ataques a la libertad de expresión, el maltrato a la dignidad del magisterio y las “consentidas y alarmantes maniobras de los dirigentes del comunismo internacional y ateo”. Mientras el profesor Juan Bosch se hallaba el 26 todavía detenido en una de las habitaciones del Palacio Nacional, los jefes militares discutían la formación de un Triunvirato que se encargaría de asumir el poder ejecutivo. Se barajaban, según informaba el “Listín”, los nombres del licenciado Emilio de los Santos, quien fuera Presidente de la Junta Central Electoral que organizara las elecciones ganadas por el Partido Revolucionario Dominicano; el doctor Ramón Tapia Espinal, conocido abogado y Secretario de Estado de la Presidencia durante el gobierno del Consejo de Estado; y el doctor René Puig, luchador antitrujillista y decano de la Facultad de Odontología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. El golpe de Estado fue seguido de inmediato de apresamientos de dirigentes políticos, especialmente de partidos de izquierda, líderes sindicales, estudiantes y de otras entidades. Entre los detenidos figuraba el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, principal dirigente de la agrupación política “14 de Junio”. Diversas asociaciones políticas, obreras y gremiales se pronunciaron a seguidas contra el golpe de Estado, así como dirigentes políticos y sindicales. Entre esas asociaciones estuvieron la Confederación Nacional de Trabajadores Libres, la Federación de Azucareros Dominicanos, la Conatral y la Asociación Patriótica Femenina. Listín Diario recogió también en su primera página las opiniones vertidas en el exterior acerca de la situación del país. La noticia de la caída del gobierno de Bosch había causado “una profunda preocupación y una gran decepción en los círculos oficiales de Washington”; mientras, por su parte, el Presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, solicitó con carácter de urgencia una reunión de los cancilleres americanos “para considerar la infiltración roja en el continente y la continua amenaza de la fuerza contra los gobiernos democráticos”. Betancourt, amigo personal de Bosch, ofreció a éste y a todo su gobierno asilo en Venezuela. También, como es norma en tales casos, el Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció la suspensión de relaciones con la República Dominicana y del programa de ayuda al país. Según otra información, todas las actividades públicas y privadas quedaron paralizadas al conocerse el golpe de Estado contra Bosch. Aunque la capital permanecía en calma, algunos sectores propiciaron quemas de neumáticos y otros incidentes menores. Los comentarios en los corrillos populares eran contradictorios, pues, mientras en unos se condenó el golpe, otros mostraron conformidad con el hecho. Sobre el golpe de Estado, Listín Diario, en su editorial del 6 de septiembre, es decir dos semanas antes de éste, escribió lo siguiente:
El Listín Diario tiene conciencia de los problemas dominicanos. Sabe que problemas paralelos existen en la mayoría de los países americanos. Una población que crece explosivamente, sin destrezas ni técnicas para sacar provecho óptimo de los recursos escasos, se apretuja en campos
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y ciudades. Un país agrícola que no produce para alimentarse a sí mismo. Y junto a ellos lo que los americanos han llamado la Revolución de las Expectativas o de las Esperanzas (Revolution of Expectations), es decir la gente quiere más y más cosas frente a un crecimiento lento y aún en disminución, de los bienes disponibles. Tal situación es aprovechada y exacerbada por agitadores políticos de toda laya, que son catalizadores del descontento. En nuestro país, políticos de todas las tendencias han sido explotadores de ese descontento, con palabras mágicas: si se destruye tal o cual cosa el bienestar se distribuirá mágicamente entre todos. Ello ha sido obra de todos. Lo cierto es también que en nuestro país hay una voluntad de creación y de trabajo, de asentamiento en la faena, puesta de manifiesto por los grupos más aptos, más laboriosos y más sensatos de todas las clases sociales, desde miembros de la llamada oligarquía, hasta los hombres que fabrican muebles de hierro y los ponen a la venta al aire libre frente al parque Independencia. Desde los que han creado el negocio de ventas de pollos a la barbecue hasta los habitantes de Las Matas de Farfán, que están en plan de hacer por su cuenta un hospital para su comunidad. Hay un ámbito imperfecto si se quiere precario, de libertad y de respeto a derechos fundamentales que existe en la República. Pero esa condición de imperfecto y precario es fruto de la propia precaria, imperfecta estructura de la sociedad dominicana, siempre expuesta a disrupciones, por la inercia retardataria o la violencia particularista. Esta estructura requiere ser perfeccionada, fortalecida y ensanchada. Es deber de los hombres responsables de nuestro país no sujetarla a presiones destructoras. El Partido de Listín Diario es el de los hombres que han puesto la acción creadora como sustituto de la palabra Revolución, palabra que ha condenado a esterilidad a casi todos los partidos dominicanos. La tesis del discurso del doctor Severo Cabral es que hay una marcha hacia el comunismo, promovida desde el Gobierno o con la alianza del Gobierno y que ésta debe ser contenida con la guerra civil. El Listín Diario ha dicho que disiente profundamente de esas conclusiones. El doctor Severo Cabral dice en su respuesta que el Listín no toma en cuenta todos sus argumentos y que esto invalida las observaciones de este periódico.
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El Listín cree todo lo contrario, pero hará nuevos comentarios sucesivos sobre ese discurso. En su respuesta al editorial del Listín, el doctor Cabral sitúa a este periódico en “abierta postura gobiernista”, casi traicionando los intereses de la Patria y lo aproxima a la categoría de los tontos útiles al comunismo, usando una frase de Lenín, que se ha hecho favorita del doctor Cabral. Creemos que es un recurso fácil, casi barato, el imputar supuestas motivaciones al pensamiento o la actitud de una persona o periódico. De este modo no hay necesidad de contraponer ideas, enfoques o análisis a las del contradictor. Es decir, el doctor Cabral nos carga el dado. No lo sentimos por nosotros. Pero hay otra cosa: si el juicio sobre personas, situaciones, entidades y conductas que él ejerce de modo tan dogmático, absoluto y sin inhibiciones, es de la propia naturaleza y tiene los propios fundamentos de los que aplica al Listín Diario, está procediendo con ligereza y desaprensión verdaderamente asombrosas. El Listín Diario no considera útil refutar epítetos. Si hay personas, periódicos o programas radiales que encuentran placer y felicidad en intentar desacreditar este periódico, pues nosotros nos sentimos muy felices. El Listín Diario no es alicate de nadie. Si eso despierta ira, lo sentimos, pero no lo evitaremos. El doctor Severo Cabral dice que pedimos conciliación o colaboración con el Gobierno y habla de servilismo. El Listín Diario proclama sencillamente que los dominicanos aprendan a vivir en común, y acometan en común las empresas que requieran un esfuerzo unido y solidario. El Listín Diario ha proclamado reiteradamente la necesidad de una Oposición vigorosa, activa y competente. Ha apoyado editorialmente demandas del doctor Juan Isidro Jimenes Grullón y ha señalado su conducta en el caso de la Overseas como ejemplo de una oposición responsable. Todo el mundo dice que apoyar y encomiar a Jiménes Grullón no es la manera indicada de ser gobiernista ahora en este país. Lo que el Listín Diario sostiene, sin ninguna clase de equívocos es que debe preservarse, como deber ciudadano, el ámbito de libertad política y de respeto a los fundamentales derechos humanos que ahora existe en nuestro país. No nos importa que el Presidente se llame Juan Bosch o lo fuera Juancito Trucupei.
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Esta defensa del orden democrático, la haremos contra Gobierno o contra la Oposición, es decir de donde venga la amenaza. Eso lo defenderá el Listín Diario contra toda embestida, contra todo interés, contra todo pretexto. El Listín Diario no tiene otras obligaciones ni otros mandatos que los de una conciencia libre, muy dominicana, de un ánimo sereno empeñado en ser leal y justiciero hasta con sus adversarios. Y con una sola vanidad: la de que la injuria que se le dirige le alegra la faena. El Listín Diario está desasido de todo servicio a intereses políticos, económicos o ideológicos, en la propia medida en que una obra humana, pueda colocarse por encima de interés o de pasión. Cada sector humano puede contar con este periódico para la defensa de sus intereses legítimos, pero éste no será instrumento parcial, ciego y dócil de nadie. Este periódico es un tesoro espiritual de la nación dominicana, y sus dueños y directivos sienten que tienen una responsabilidad nacional como fideicomisarios de un servicio público. En ese servicio están poniendo todo el valor, todo el desinterés, toda la decisión, toda la pureza de que es capaz el espíritu humano, cuando sirve a una noble causa. El Listín Diario no es alicate de nadie. El Listín Diario no insulta, no difama, no intenta desacreditar a nadie pero el Listín Diario es un gran periódico y tiene toda la fuerza de un gran periódico: la de una conciencia pública con una creciente decisión de respaldar a este periódico como expresión de un sentido de civilidad en la vida dominicana.
Dos días antes del golpe, Listín Diario editorializó:
El Listín Diario habla hoy con la misma voz con que habló siempre a lo largo de toda su historia. La voz de la conciliación y la hermandad entre los dominicanos. Rechazamos la incitación subversiva que se produjo en la mañana de ayer por tres estaciones de radio. Pero el Gobierno no puede acallar la voz de los partidos de oposición, puesto que la oposición en todos los países es parte del orden de derecho.
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Alianza Social Demócrata, Unión Cívica Nacional, Vanguardia Revolucionaria Dominicana y todos los partidos tienen derecho a emitir sus programas radiales, mientras su voz no sea de incitación al motín. Entendemos que el comercio dominicano merece respeto, aunque haya sido víctima de propagandistas falaces y trastornadores. Condenarlo con la rudeza con que lo ha hecho la emisora radial es hacerle juego al comunismo. El Listín Diario rechaza los pronunciamientos del doctor Manuel A. Tavárez Justo, hechos ayer por la emisora oficial. Se opone también a los comentarios xenófobos del Secretario de lo Interior. Se opone así mismo a un editorial radial del director de Radio Santo Domingo. Entiende que el Presidente Bosch tiene el deber de impedir que la emisora del Estado sea órgano de parcialidad política, en momentos en que han sido suspendidas otras estaciones radiales. El Listín Diario entiende que el comercio de la Ciudad de Santo Domingo ha sido víctima de un caso de histerismo colectivo, un ejemplo lamentable de psicología de masas, promovido por emisiones radiales irresponsables en la mañana de ayer. El comerciante cerró porque el vecino cerró; el comerciante cerró porque le amenazaron. El comerciante cerró por efecto del terrorismo espiritual de los que blanden aquí el epíteto de comunista, a los que no se dobleguen a sus ambiciones o sus pasiones. El comerciante cerró porque teme al comunismo. El comercio de la ciudad de Santo Domingo es parte honorable de la comunidad dominicana. Pero ha sido víctima de la pasión insensata, que quiere hacer retroceder la historia patria y por las voces de propagandistas radiales y periodistas, que el Listín Diario ni siquiera se molesta en tener opiniones sobre ellos. Pero el comercio de Santo Domingo debe deshacerse de las garras del terrorismo espiritual en que ha caído. Y el Gobierno, el Presidente Bosch, tiene el deber de ayudarlo a reconquistar su propia personalidad, siendo generoso con los equivocados y confundidos. A los que están en la sombra, tratando de medrar innoblemente con la amenaza comunista, que la sombra sea su propio castigo. El Listín Diario se opone a todo lo que cree disensión entre dominicanos y entre dominicanos y extranjeros que conviven con nosotros. Pero entiende que el intento de huelga general es contrario al interés de la nación dominicana.
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Es también contrario al interés de la lucha contra el comunismo. El negocio del comunismo es fomentar la lucha de clases. Una huelga patronal equivale a fomentar la lucha de clases a la inversa, de arriba a abajo, en vez de abajo a arriba, como lo hacen los comunistas. Una huelga patronal crearía una lucha interna de los empleados contra sus patronos. Eso sólo haría el juego al comunismo. Una huelga patronal, es decir, de un sector comercial, puede producir la impresión de que ese sector antepone sus intereses a cualquier otra consideración. Eso sería hacer juego al comunismo. Derribar un precario orden constitucional, con todos sus defectos, crearía la impresión de que un sector de dominicanos, entiende que sus intereses sólo pueden estar protegidos por un régimen de autoridad ilegal. Es decir, que en nuestro país no se puede defender los intereses legítimos de la propiedad y la empresa privada dentro de un orden normal de derecho. Eso sería hacer juego al comunismo. Una poderosa central laboral está aprovechando el intento huelgario para presionar demandas que en otra atmósfera tendrían que ser negociadas con mayor moderación. Si se inicia una nueva espiral de demandas obreras, como consecuencia de la debilidad de los órganos de autoridad de la nación, los primeros perjudicados serían los patronos y luego toda la nación. Eso sería hacer juego al comunismo. El Ejército, la Marina, la Aviación y la Policía Nacional, están demostrando una leal adhesión a los principios del orden constitucional, con clara conciencia de su misión. Estos institutos armados, leales a un Orden de Derecho, son una de las grandes barreras contra el comunismo, y deben ser orgullo de la nación. Incitarlos a apartarse de su función constitucional es hacerle juego al comunismo. Por su diáfana actitud los comunistas los injurian. Pero es también grave injuria pedirles que traicionen esa actitud ejemplar. La ciudad de Santiago, bastión de libertades, no se ha plegado al intento de huelga general. Ignorar ese alto ejemplo es hacerle juego al comunismo. Que se abran las puertas de los centros de trabajo, y se abran los corazones al entendimiento y la conciliación. La iniciativa debe venir del Gobierno. Esa es la voz de persuasión y de razón de Listín Diario. Una voz que podrá ser calumniada, difamada y amenazada,
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pero que ha de prevalecer, pues lo que ahora habla por ella es la conciencia del pueblo dominicano. Y esta posición nuestra no es de ahora. He aquí lo que dijimos el 4 de agosto, cuatro días después de reaparecer a la luz pública: “En cuanto a la amenaza comunista, sería una locura tratar de combatir una amenaza contra el sistema democrático destruyendo las bases del sistema que se quiere preservar. “Creemos que es legítimo e imperativo que el Presidente haga pública su disposición de combatir el comunismo, cuando éste constituya el peligro claro y presente que se requiere en casi todos los países antes de coartar la libertad de expresión y pensamiento. “Es decir, una conspiración comunista, una infiltración comunista en los centros sensitivos del orden nacional, una incitación a la revuelta debe ser combatida con medios legales, justos y aptos en cada caso, nunca despóticamente. La opinión pública tiene derecho a reclamar a Bosch el cumplimiento de esas obligaciones constitucionales y aún una declaración acerca de su decisión de cumplirlas”.
En su edición del día siguiente, 27 de septiembre, el Listín Diario, también en primera página, daba a conocer la juramentación del Triunvirato que gobernaría el país durante los dos próximos años. Lo formaban el licenciado Emilio de los Santos, quien lo presidía, el ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat y el doctor Ramón Tapia Espinal. La ceremonia de juramentación se había celebrado a la 1:00 de la tarde del día anterior en el Palacio Nacional y ante la presencia de los altos mandos militares y de los dirigentes de los seis partidos políticos que apoyaron la deposición del régimen de Juan Bosch. Estos eran el doctor Viriato Fiallo, de Unión Cívica Nacional; doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, de Alianza Social Demócrata; doctor Mario Read Vittini, del Partido Demócrata Cristiano; Horacio Julio Ornes Coiscou, de Vanguardia Revolucionaria Dominicana; Ramón Castillo, del Partido Progresista Demócrata Cristiano; y general Miguel Ángel Ramírez Alcántara, del Partido Nacionalista Revolucionario Democrático. Por su parte, el Presidente del Triunvirato, licenciado De los Santos, prometió, en un discurso pronunciado a las 8 de la noche de ese día, impulsar la economía nacional y tomar todas las medidas necesarias para el logro del bien común. Otras de las medidas prometidas fueron la realización de una Reforma Agraria, garantías para la libre empresa y la salvaguarda de los intereses de los obreros, la igualdad de oportunidades para todos los dominicanos y la ratificación de todos los compromisos asumidos por la República. En cuanto a los líderes de los partidos que apoyaron el golpe de Estado, Listín Diario indicaba que se hallaban reunidos para distribuir entre sus seguidores las trece carteras del gabinete. El periódico barajaba distintos nombres, como los de Ángel Severo Cabral, Mario Read Vittini, Hipólito Sánchez Báez y Pedro Manuel Casals Victoria.
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La guerra civil de 1965 y otros sucesos Durante casi dos años, el país vivió muy precariamente. El Triunvirato se vio enfrentado a continuas crisis políticas y fue, por lo demás, incapaz de resolver los principales problemas económicos que aquejaban a la población dominicana. El golpe de Estado de 1963 había sido repudiado por amplios sectores nacionales y, por esa razón, se fue creando por todas partes un movimiento de opinión a favor de la vuelta a la constitucionalidad democrática, pese a que el gobierno había convocado a elecciones generales. El 24 de abril de 1965, en horas de la tarde, el pueblo dominicano fue sacudido con la noticia de que se habían sublevado dos importantes campamentos militares: el 16 de Agosto, situado en el kilómetro 25 de la carretera Duarte; y el que alojaba las instalaciones de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército. La noticia de la sublevación militar era anunciada al día siguiente por Listín Diario en su primera página y a ocho columnas. Otros titulares informaban que el Triunvirato había emplazado a los rebeldes a deponer su actitud, dándoles un ultimátum para ello y enviando tropas leales para que rodeasen los campamentos. El fantasma de la guerra civil asomaba en el país. Como es de suponer, la noticia de la sublevación de los dos campamentos provocó una verdadera conmoción en todo el territorio nacional, particularmente en el Distrito Nacional. Partidarios de Bosch y otros opositores al gobierno se lanzaron a la calle para apoyar a los sublevados y al poco se produjeron graves tumultos que culminaron en varios muertos, entre ellos un capitán de la Policía Nacional. El Triunvirato, en vista del caos reinante, decretó el toque de queda y, en la madrugada del día 25, nombró al general Elías Wessin y Wessin Jefe de Estado Mayor General. Todos los vuelos internacionales quedaron suspendidos. La gravedad de la situación hizo que Listín Diario editorializara sobre ésta, previniendo la tragedia que ocurriría si los sectores en pugna recurrían a la violencia para dirimir sus diferencias. El levantamiento militar, según el editorial, titulado “A todos”, demostraba el profundo descontento y malestar reinantes en el ánimo de toda la ciudadanía; recordaba el tremendo error cometido por los golpistas de septiembre de 1963 y criticaba por antidemocráticas las decisiones absolutistas como medio para resolver los problemas en que se debatía el país. “Ningún sector militar –decía el editorial– está a la altura de los complejos problemas sociales, económicos y políticos que afronta nuestro país”, de modo tal que la democracia dominicana no saldría restaurada con conspiraciones de políticos y militares. Y agregaba: “El gobierno, hijo de la misma violencia militar que se intenta alzar hoy contra él, no debe ni puede tratar de quedarse en el poder, pretendiendo establecer una continuidad constitucional por vía electoral en condiciones inaceptables para la conciencia del pueblo dominicano”. El editorial censuraba a los políticos que deseaban poner los destinos del pueblo en manos de militares y, luego de recordar la oposición del “Listín” al golpe de Estado de 1963, propugnaba por el diálogo y el uso de la razón para solucionar la gravísima crisis desatada con la rebelión militar. El que poco después sería conocido con el nombre de “movimiento constitucionalista”, lejos de disolverse con el ultimátum señalado, cobró fuerzas en las horas siguientes, al punto de que los militares depusieron al Triunvirato. Pero las Fuerzas Armadas se habían dividido, y mientras la Fuerza Aérea anunciaba la creación de una Junta Militar, el bando rebelde instalaba en el Palacio al doctor Molina Ureña, Presidente de la Cámara de Diputados, como presidente interino de la República. En San Juan, Puerto Rico, donde se hallaba exiliado, Bosch proclamó que regresaría al país cuando el pueblo lo reclamase.
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Listín Diario volvió a publicar otro editorial reiterando su posición en el conflicto y pidiendo una vez una solución pacífica para éste. La guerra civil, sin embargo, se había desatado ya y efectivos del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas, leales al general Wessin y a los altos oficiales de la Fuerza Aérea, rompieron la resistencia que los rebeldes les oponían en la cabecera del Puente Duarte y entraron en la capital, tomando una buena parte de la zona norte de la misma. El Palacio Nacional había sido bombardeado y los muertos se contaban ya por docenas. El editorial del “Listín” del día 27, titulado “Exhortación”, decía lo siguiente:
Montones de cadáveres y torrentes de sangre están creciendo en nuestro país. El Cuerpo Diplomático ha hecho una exhortación para que se busque una solución a la “controversia” que ha sumido en guerra civil a nuestro país. Exhortamos al Cuerpo Diplomático a que mantenga su humanitario interés, inspirado en las normas jurídicas internacionales. De tal manera que se promuevan negociaciones que conduzcan a la paz, dentro de justicia y derecho.
El 28 de abril, los combates y bombardeos se recrudecieron en la capital dominicana. Mientras el resto del país permanecía en calma expectante, los habitantes de Santo Domingo se enfrascaban en una cruenta lucha fratricida. En esas circunstancias, tropas norteamericanas desembarcaron ese día en la capital con el argumento de proteger las vidas de sus conciudadanos, a los que evacuaron junto con cientos de nacionales de otros países. La presencia de marines sería mayor en los próximos días, pero ahora con el pretexto de la amenaza comunista. Criticada en el país por la opinión pública internacional, la intervención militar norteamericana será refrendada por la Organización de los Estados Americanos (OEA), al aprobar la formación de una Fuerza Interamericana para que operase en la República Dominicana a fin de restablecer la paz. De ese modo, las fuerzas interventoras trazaron una línea divisoria en la capital que redujo a su parte colonial, en la llamada zona constitucionalista. En esos momentos, el principal dirigente militar de los rebeldes era el coronel Francisco Caamaño Deñó, nombrado presidente por ellos. El país contaba, pues, con dos gobiernos rivales y enfrentados sangrientamente entre sí, pero la lucha había disminuido en intensidad y sólo se libraban algunas escaramuzas. El local de Listín Diario estaba localizado en la llamada zona constitucional, la cual pronto quedó rodeada por las tropas extranjeras. Esto impidió el acceso del papel del periódico, lo que provocó el cierre del periódico desde el 29 de abril hasta el 2 de noviembre. Se sucedían las comisiones internacionales y se buscaba con urgencia deponer actitudes contradictorias, así como una fórmula que pusiera fin al conflicto. Tras varios meses, las dos partes en pugna aceptaron la formación de un único gobierno provisional, que sería presidido por el doctor Héctor García Godoy. Su principal objetivo era convocar y celebrar nuevas elecciones generales. Los dos principales contendientes fueron el doctor Joaquín Balaguer, quien había regresado de su exilio en Nueva York y creado el Partido Reformista, y el profesor Juan Bosch, vuelto de Puerto Rico. Las elecciones se celebraron en 1966 y ganó el primero de los candidatos, iniciando así un período de gobierno de doce años, al salir vencedor, sucesivamente, en los comicios de 1970, 1974 y 1978.
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Intento de embargo contra el “Listín” El 22 de mayo de 1973, Listín Diario, periódico que siempre se ha caracterizado por su ecuanimidad y sentido de la justicia en el cuestionamiento de los problemas nacionales, se vio sorprendido por un embargo conservatorio, dispuesto a instancias de un ayudante civil del presidente de la República, con motivo de la demanda incoada contra la editora por alegada difamación. La demanda, que alcanzaba la suma de un millón y medio de pesos, y dispuesta por el juez presidente de la Cuarta Cámara de lo Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, doctor Sigfrido Irizarry Ozuna, se fundamentó, según el impetrante, en que éste fue lesionado con imputaciones difamatorias vertidas en el editorial del Listín del 30 de marzo, en el cual se hacía referencia a rumores públicos de amplia difusión que atribuyen a dicho funcionario “determinado tipo de actuaciones, entre las cuales se señalaba la acusación que le vinculaba a la muerte del periodista Gregorio García Castro”. El testigo actuante en el embargo, doctor Wenceslao Guerrero Pou, explicó que “la medida judicial autorizada es un embargo conservatorio destinado a impedir que en tanto se instruya y falle una demanda en justicia desaparezcan los bienes que puedan garantizar la ejecución ulterior de la sentencia”. La disposición fue ejecutada por el alguacil Buenaventura Hernández García, de la Corte de Apelación de Santo Domingo, quien tomó nota de los equipos y mobiliario de la empresa editora en compañía de varios testigos. En el acto se requirió a un redactor del “Listín” para que presentara “un depositario solvente encargado de la guarda de los bienes muebles embargados”. Dado que dicho redactor se rehusó, se designó al doctor Milton Bolívar Peña Medina, abogado, quien también estuvo presente durante el embargo conservatorio. Entre el material embargado figuraban máquinas de escribir, equipos de composición electrónica, aparatos de aire acondicionado, rotativas offset, sillones y otros muebles y equipos. La demanda por la suma indicada se hizo contra el director de Listín Diario, Rafael Herrera, y la Editora Listín Diario, C. por A., propietaria del periódico. En ella se hace constar que el “Listín” se unió a la campaña difamatoria contra el mencionado funcionario al publicar un editorial titulado “Un hito de historia”. Al dar a conocer el embargo conservatorio, al día siguiente, 23 de mayo, el comité ejecutivo de la Editora, integrada por los señores Carlos Alberto Ricart V., Rogelio Arturo Pellerano R. y Moisés A. Pellerano L. P. agradeció las demostraciones de apoyo y solidaridad recibidas por Listín Diario, a la vez que expresó su confianza “en los procedimientos apegados a la justicia, la ley y el derecho, y en la honradez y espíritu de servicio del director de Listín Diario, el periodista Rafael Herrera”. Ese mismo día, el diario, mediante su editorial titulado “Tranquilos y Confiados”, se hacía eco del embargo y demanda e indicaba que, mientras la justicia se ponía en marcha, tanto el periódico como su director seguirían en la misma línea de orientación y servicio a la comunidad. El 24 de mayo, el “Listín” reprodujo algunas de las muestras de solidaridad publicadas en la prensa dominicana por el motivo mencionado. Entre ellas cabe citar los editoriales de El Nacional, Última Hora y Radio Mil, así como el artículo del conocido columnista P.R. Thompson, en el cual concluye afirmando que, en el fondo del problema, está en juego la libertad de expresión. Ese mismo día, en horas de la mañana, el guardián del material embargado, doctor Milton Bolívar Peña Medina, acompañado del juez de paz de la Primera Circunscripción, Napoleón Estévez Rivas, el alguacil Manuel Antonio Adames Cuello y el licenciado Guerrero Pou, acudieron al local del “Listín” a fin de efectuar un segundo embargo y proceder a retirar maquinarias de prensa y otros equipos
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de trabajo con la excusa de que el material embargado podía sufrir algún daño o ser mudado del edificio de la empresa. Con esa medida, se trató de impedir la publicación del periódico. Mientras el citado guardián procedía a desconectar la electricidad y a solicitar personal para llevarse los equipos de la planta baja del edificio, el mayor de la Policía Nacional, Rafael Navarro, llegó con una patrulla de agentes y una orden del procurador general de la República, licenciado Fabio Fiallo Cáceres, para impedir la acción de Peña Medina. Este arguyó que deseaba retirar los equipos porque temía que pudiesen ser sustraídos en horas de la noche o que su uso los afectara o depreciara. El director del “Listín”, Rafael Herrera, calificó el intento de acción del guardián indicado como un acto de corrupción de la justicia dominicana. En un momento determinado, Guerrero Pou trató de inducir al alguacil para que derribara la puerta del local donde se hallaban instalados los equipos de Listín Diario en presencia del administrador del diario, licenciado Luis Manuel Matos, lo que no llegó a vías de hecho por la actitud en ocasiones conciliadora del juez Estévez Rivas. El presidente de la Editora Listín Diario, señor Carlos A. Ricart, señaló que lo ocurrido era violatorio de todos los cánones legales. “Hay que tener presente, dijo, que se ha paralizado un periódico, cosa que no se había hecho en ningún otro gobierno en los últimos doce años”. Agregó que el caso sería llevado cuanto antes a la Suprema Corte de Justicia. Para el procurador general de la República, el embargo constituyó un procedimiento a todas luces irregular. Ante los hechos indicados, los redactores y reporteros gráficos del “Listín” se solidarizaron con la empresa y el señor Rafael Herrera, a la vez que manifestaron su creencia de que se les quería amedrentar para que abandonaran “la sagrada misión de informar al pueblo, a través de las páginas de Listín Diario, de todo cuanto acontezca en el plano nacional e internacional”. También el Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales dio a conocer su honda preocupación ante los intentos de impedir la circulación del periódico bajo el pretexto de una demanda por supuesta difamación. En ese mismo orden de ideas se manifestaron los principales órganos de la prensa escrita y radial del país. Un nuevo editorial de Listín Diario denunció que lo acontecido el 24 de mayo fue “un intento de sabotaje físico y jurídico, enmascarado de procedimiento judicial”. Si bien propugnaba por el imperio de la ley, ésta, agregaba el editorial, “fue ayer desnaturalizada para tratar de convertirla en sórdido instrumento de agresión, destrucción y atropello”. El “Listín”, concluía, estaba dispuesto a responder de su conducta ante la Justicia, pero rechazaba la violencia vestida indignamente de procedimientos judiciales. El día 28 del mismo mes debía conocerse ante el Juzgado de la Primera Instancia del Distrito Nacional una instancia en referimiento para que se revocase la ordenanza de fecha 17, del juez de la Cuarta Cámara de lo Penal y se cancelasen los embargos conservatorios contra la Editora Listín Diario. La instancia sería conocida por el magistrado Digno Sánchez, juez-presidente de la Cámara de lo Civil y Comercial de la Primera Circunscripción del Juzgado de la Primera Instancia del Distrito Nacional, pero tuvo que ser suspendida la audiencia al ser recusado dicho juez por un comerciante, bajo el alegato de que entre aquel y el funcionario palaciego existía una enemistad capital. La recusación, según el licenciado Freddy Prestol Castillo, uno de los abogados representantes del periódico, no fue otra cosa que un ardid destinado a detener la acción judicial con la que se intentaba
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anular los embargos preservatorios perpetrados contra la Editora Listín Diario, una “estratagema que en el fondo trata de crear un juicio a un juez honesto”. Prestol Castillo indicó varias irregularidades en el proceso, y puso como ejemplo que hasta ese momento no se conocía el contenido de la acusación formulada por el mencionado funcionario. Viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, el presidente Joaquín Balaguer suspendió en sus funciones al autor de la demanda contra el “Listín” y dispuso una completa investigación de los funcionarios judiciales que intervinieron en el procedimiento de embargo contra el periódico. Tales medidas estuvieron contenidas en el decreto número 3505 expedido el día anterior. La investigación, según el decreto, estaría a cargo del procurador general de la República, quien, en caso de que procediese, apoderaría a la Suprema Corte de Justicia para que ese tribunal, actuando en funciones disciplinarias, impusiese las sanciones que fuesen de lugar a los transgresores de la ley. La suspensión del funcionario fue dispuesta a fin de que “al ser despojado de sus atribuciones, no pueda alegarse coacción alguna contra una recta e imparcial administración de la justicia”. Al disponer la investigación, el presidente Balaguer tomó en cuenta, según el decreto, una solicitud en tal sentido que le hiciera la Sociedad Interamericana de Prensa, la cual, al denunciar las irregularidades observadas en el caso, expresó que podrían degenerar en un atentado contra la libertad de prensa. El licenciado Fiallo Cáceres, procurador general de la República, informó que procedería de inmediato a iniciar la investigación solicitada por el doctor Balaguer, para lo cual había citado ya a las personas envueltas en el caso, entre ellas el juez Irrizarri Ozuna y el abogado Peña Medina. Acerca de la suspensión del juicio en referimiento, el editorial del “Listín” del 29 de mayo, titulado Interrogantes en Torno a una Recusación, indicó, luego de calificar al juez Digno Sánchez como uno de los miembros “más capaces y honestos de la judicatura dominicana”, que, de comprobarse la falsedad de la acusación que se le había hecho a dicho magistrado, “no sólo se habrá cometido un acto de difamación, sino que también se habrá empleado la falsedad para obstruir el normal funcionamiento de la Justicia”. En vista de la trascendencia del caso, la entonces Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA) se pronunció el 30 de dicho mes expresando “su más enérgico rechazo a los excesos cometidos contra la Editora Listín Diario”. En su declaración ADOMA señaló que la tentativa de paralizar las maquinarias del periódico constituía una medida “temeraria, prepotente y, por tanto, reñida con la ética profesional”. De la misma manera, la asociación mencionada consideró que el recurso de los abogados del suspendido funcionario público debía ser visto como “una manifiesta intención de prolongar indefinidamente el estado de embargo favorable a sus intereses, en desmedro de una ecuánime administración de justicia”. Por otro lado, la autorización concedida ante el juez de la Cuarta Cámara de lo Penal para que se efectuase un embargo retentivo de los fondos bancarios del “Listín” por un monto que podía llegar a los tres millones de pesos, fue vista por el periódico, en su editorial del día 31, como un impedimento para que el diario pudiese cumplir con sus obligaciones económicas y fiscales, así como con el pago de los salarios de sus trabajadores. A juicio del editorialista, tal autorización implica que “el orden público legítimo y los intereses fiscales legítimos de la Nación Dominicana están siendo desafiados bárbara, impune y descaradamente en el caso de Listín Diario”. El litigio fue eventualmente resuelto amigablemente fuera de la Corte de Justicia, gracias a la intervención de Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, quien sirvió de componedor.
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El periódico bajo la dirección de Rafael Herrera Destacado hombre público y profesional de gran valía, don Rafael Herrera hizo del periodismo el norte de su vida, la que convirtió en un ejemplo vivo de servicio a la verdad y a los mejores intereses nacionales. La historia de su magisterio en el periodismo es larga, pues lo ejerció desde 1940. Desde 1963 y por 31 años fue director y editorialista de Listín Diario. Su deceso en 1994 dejó al periodismo dominicano sin una de sus plumas más preclaras. Procedente de una ilustre familia banileja de intelectuales, Herrera se inició en el periodismo trabajando en el diario que dirigía su padre en Baní, llamado El Eco del Valle. A los 28 años se trasladó a Santo Domingo y entró Rafael Herrera, director de Listín Diario. en el “Listín” bajo la dirección de Arturo Pellerano Sardá hasta el cierre del rotativo el 15 de junio de 1942. Rafael Herrera pasó entonces, en calidad de jefe de redacción, al periódico La Nación. Fue luego ejecutivo de El Imparcial, de San Juan, Puerto Rico. Años más tarde dirigió el periódico El Caribe, cargo que dejó al ser nombrado embajador dominicano ante las Naciones Unidas. Desde que asumió las funciones de director de Listín Diario, el 1 de agosto de 1963, realizó una extraordinaria labor no sólo al frente del periódico, que convirtió en el más leído e influyente de la prensa nacional, sino también a favor de las mejores causas humanitarias. Hombre de recias convicciones, independiente en su quehacer periodístico, Herrera puso siempre su pluma de editorialista en defensa de la justicia, la paz y el progreso del país. Tal vez lo que define con mayor precisión a Rafael Herrera, en su calidad de periodista, es la originalidad, excelencia y agudeza de sus editoriales. Escritos con frases cortas, directas, salpicadas a veces de humor, a veces de ironía, pero siempre incisivas y penetrantes, sus editoriales, entregados a la prensa casi a la hora del cierre del periódico, en horas de la noche, se leían con verdadera fruición no exenta de interés. De Herrera dijo Bernardo Vega, en su discurso de presentación del segundo volumen que recoge los editoriales del director histórico del “Listín”, publicado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, que era “un conciliador, un humanista, un defensor de causas huérfanas, pero buenas”, así como un defensor del “bien por el bien mismo, sin importar ideologías o nivel de clases sociales”. No hay tema ni asunto de interés nacional que Herrera no haya tocado en uno de sus editoriales. Ningún aspecto de la vida dominicana le era indiferente. Atento siempre a los avatares del acontecer diario, editorializaba sobre ellos con gran sentido de la oportunidad y procurando siempre buscar soluciones a los problemas que aquejan al pueblo.
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Tal como expresara el historiador y economista Bernardo Vega en su mencionado discurso de presentación, Herrera sentía una especial preocupación por los temas económicos, en los que se fundamentaban con mucha frecuencia sus editoriales. Estos, por lo demás, eran convertidos por Herrera en campañas prácticamente permanentes sobre determinados aspectos de la realidad política, económica y social de nuestro país. Puntos claves de las preocupaciones editoriales eran el gran déficit del sector público y su financiamiento mediante la emisión inorgánica de dinero, el también déficit del sector privado, la inflación y los numerosos problemas que se derivan de esa situación anómala. Vega recuerda que, según alguien dijo, un buen periódico es como una nación hablándose a sí misma. Y agrega: “Don Rafael es ese pueblo, a quien habla diariamente con gran cariño, diciéndole las cosas que como nación queremos oír, aunque a veces no nos gusten”. Como muestra de la obra de Rafael Herrera, reproducimos dos de sus editoriales:
EN ESTA HORA La República Dominicana es hoy la isla de los hombres islas. Hombres-islas, ciegos, furibundos, denunciándose como culpables y tratando de aplicarse mutuamente lo que ellos llaman Orden, Bien Público, Justicia Social. Así como en el ámbito físico rodea a los seres terrestres una atmósfera, que es a la vez presión y sostén y vigorizamiento. Así también la vida de una nación está rodeada de una atmósfera anímica, que es también presión, sostén y vigorizamiento. Esta atmósfera es el conjunto de ideas, principios y normas aceptadas por cada uno y todos los miembros de la comunidad. Son parte del sistema de convicciones y asentimientos individuales y son también las constelaciones que presiden la vida colectiva. Este acuerdo entre convicción íntima y norma colectiva es lo que permite la vida de los hombres en común, sin presiones agobiadoras y sin conflictos anárquicos. En libertad y orden, a la vez. Se trata de una comunidad de asentimientos en ciertas cuestiones básicas, que permite las diferencias y contradicciones que son parte de toda dinámica social creadora. Una comunidad de asentimientos, que llega a hacerse casi inconsciente, a fuerza de espontánea y acostumbrada. Como el aire que respiramos, que sólo lo advertimos cuando comienza a faltarnos. Pero la comunidad de asentimientos se ha quebrantado en la vida dominicana. Y la colectividad se ha tornado en grupos, en facciones, que pretenden imponer su propia arbitrariedad, su propio resentimiento, su propio pánico, como el sistema forzado de la comunidad.
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Esto se aplica a grupos y hombres de un extremo a otro del semicírculo, en que se acostumbran situar los idearios, ideologías e intereses. Aquí estamos los dominicanos, hombres-islas, señalándonos mutuamente con el índice, buscando culpables. Los hombres desorientados no buscan soluciones, buscan culpables. En circunstancias como las presentes los hombres de una nación retornan a lo tribal y se entregan a los “pregoneros carismáticos” de fórmulas mágicas. La única pregunta que cabe hacer, en esta hora, ¿habrá dominicanos –de todas las edades, de todas las clases, de todas las convicciones– capaces de hacer un esfuerzo solidario, cordial e inteligente para restablecer en plena y límpida vigencia el sistema de convicciones y asentimientos que son propios de una comunidad civilizada? Un sistema de legitimidades. Y que entonces, diferencias, conflictos, luchas de ideas y de intereses puedan proseguirse, creadoramente, fértilmente. Y sin destruirse los unos a los otros. ¿Habrá en estas Navidades, ya propincuas, un nuevo Nacimiento, en la casa desolada? TEORÍA DE LA EXTRAVAGANCIA Cada generación nueva cultiva extravagancias y como se forma una comunidad de extravagantes, de no conformistas con los patrones habituales de conducta y convivencia social, entonces surge un nuevo “conformismo”, el de los “no conformistas”. Llegamos a tener el uniforme de los que rechazan todo uniforme. La minifalda, que comienza con ser un reto, un desafío contra las normas aceptadas del vestir, se convierte en uniforme, en el modo convencional, rutinario del vestir. Así con los peinados. Así con la conducta sexual. Entonces pueden sobrevivir nuevos gestos audaces, intrépidos, desafiantes, “revolucionarios”. Una mujer un día, ella sola, se atreve a presentarse en público, con la falda debajo de la rodilla. Si la mujer es elegante y tiene prestigio, puede que con ella comience un nuevo giro de la moda. Y puede que llegue el día en que una famosa estrella de cine no se divorcie. Y es posible que surja entonces la moda de la fidelidad matrimonial. Los jóvenes quieren ser diferentes, pero tienen que ser diferentes en grupos de iguales. Es decir, se trata de diferencias con el resto de la comunidad. Pero no quieren tampoco ser demasiado parecidos a ellos mismos.
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Un día se encuentran con sus compañeros como si fueran múltiples espejos de su propia persona. Comienzan a sentirse mal. Todo indica que el actual “conformismo” de la juventud, dentro de un patrón de extravagancia, va a comenzar a decaer pronto. Entonces, espontáneamente comenzarán a cortarse el pelo para ser diferentes. Cambiará el estilo de vestir, o mejor, la falta de estilo en el vestir. Pero indudablemente el fenómeno del estilo de vida juvenil, llamado yeye, go-go o hippie, al extenderse por todo el mundo, demuestra una sola cosa: Que las formas de vida social son hoy planetarias. Que lo que se pone de moda en un país grande, llámese Inglaterra, Francia, Estados Unidos, se convierte en patrón mundial. Vivimos ciertamente una época ecuménica. Esa es la lección del presente estilo de vida de la adolescencia universal.
La nueva casa de Listín Diario Desde el 1 de agosto de 1975, en ocasión del 86 aniversario de Listín Diario, quedó inaugurado el hoy emblemático edificio del periódico, en la calle Paseo de los Periodistas No. 52. del Ensanche Miraflores de nuestra Capital. El señor Carlos A. Ricart, entonces presidente de la Editora Listín Diario, evocó los primeros días del periódico y la memoria de su fundador don Arturo Pellerano Alfau, en el discurso con que inauguró el edificio de la empresa. El acto de inauguración contó con la presencia del Dr. Joaquín Balaguer, a la sazón Presidente de la República, del Vicepresidente Dr. Carlos Rafael Goico Morales y los miembros de su gabinete, contando, además, con la asistencia de más de 700 personalidades del mundo empresarial, periodístico, publicitario y social de la República Dominicana. La construcción del moderno edificio estuvo a cargo de la firma constructora Haza y Pellerano, C. por A., a un costo de más de dos millones de pesos. Las hermosas líneas del diseño arquitectónico estuvieron a cargo del arquitecto Mariano Sanz, al igual que el decorado interior de sus oficinas. El taller de impresión fue diseñado de acuerdo a las sugerencias de la casa norteamericana Constructing Information Handling, de Westerly, Rhode Island, Estados Unidos. Uno de los momentos más memorables en el programa inaugural lo fue cuando, a invitación de don Moisés Pellerano López-Penha, el Presidente Joaquín Balaguer oprimió el botón electrónico que puso en marcha la moderna prensa automática Harris moviendo todo el sistema de producción de las páginas del periódico, recibiendo el estadista al poco tiempo un ejemplar ya confeccionado a una velocidad asombrosa. Por considerarlo de gran trascendencia para la trayectoria evolutiva del periódico desde 1963 al 1975, publicamos íntegro el discurso de inauguración de don Carlos Alberto Ricart cuando se entraba en otra etapa que auguraba nuevos logros a la empresa de Listín Diario, como también al periodismo dominicano.
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Fachada de la Editora Listín Diario en la actualidad.
“Honorable Señor Presidente de la República Honorable Señor Vicepresidente Excelentísimo y reverendísimo Monseñor Octavio A. Beras Altos funcionarios del Estado Damas y caballeros, amigos todos El primero de agosto de 1963 los hijos y nietos de Arturo J. Pellerano Alfau vimos cumplirse un ideal indoblegable, aunque mantenido en silencio, la reaparición del viejo periódico cerrado en 1942, por asfixia económica. Nos hicimos la promesa de poner el periódico al servicio de la nación, nunca al servicio de intereses particulares, ni los nuestros, ni los ajenos. Esa promesa ha sido cumplida con absoluta fidelidad. También nos hicimos la promesa de que si el periódico, de que si el diario prosperaba, sus ingresos se dedicarían a mejorarlo y engrandecerlo para servir mejor al país. Con este edificio, con la adquisición de su equipo, cumplimos esa promesa. Al emprender la difícil tarea de reeditar el Listín
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la empresa no contaba con recursos económicos propios. Teníamos, sin embargo, un activo que aunque por su naturaleza no podía figurar en los libros de contabilidad, lo consideramos de un valor incalculable. Este activo intangible era la reputación adquirida por el Listín Diario en tantos años de servicio honesto a la comunidad y confiábamos, por consiguiente, con que el pueblo dominicano acogería, como sucedió, la reaparición del Listín con simpatía, por ser algo que traía a muchos gratos recuerdos y que consideraban como una propiedad de los dominicanos de todos los niveles. Un día también como hoy hace 86 años, el primero de agosto de 1889 salió una hojita suelta, de tamaño inferior a una hoja de papel de carta, impresa en un solo lado, el Listín Diario Marítimo, en que la agencia marítima de Pellerano y Atiles informaba a sus clientes la entrada y salida de barcos en el puerto de Santo Domingo. Don Arturo Pellerano Alfau y su socio don Julián Atiles, comenzaron ese día lo que en poco tiempo y por muchos años se convirtió en registro, testimonio y espejo de las alegrías, de las esperanzas, angustias y dolores del pueblo dominicano. Alegrías, esperanzas, angustias y dolores han vivido dentro de Listín Diario cuatro generaciones de dominicanos, periodistas y trabajadores de taller. Hijos, nietos y bisnietos de los hombres que hicieron el Listín Diario en el siglo pasado trabajan hoy en el mismo. La tradición tiene sentido si ofrece buenos frutos en el presente y mira con ánimo intrépido el porvenir. La hojita portuaria comenzó a dar otras noticias, y así en poco tiempo se convirtió en un diario de información general de creciente circulación, y llegó a ser el periódico por excelencia del pueblo dominicano hasta convertirse el Listín en sinónimo de diario en la República Dominicana. No me refiero al presente, estoy haciendo historia pasada. El periodismo de la época era principalmente político, polémicamente político y literario. En un país de facciones, el periódico dio noticias de todos los sectores y de todos los bandos. Esa fue la aportación perdurable de Don Arturo Pellerano Alfau. Para ello dispuso de gran valor y enorme firmeza de carácter para no doblegarse ante las presiones. En un país de guerras civiles, de crisis económicas, publicar el Listín fue obra de sacrificios. Se sufrieron miles de penurias, pero el periódico siguió creciendo y fortaleciéndose.
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El Listín también fue heraldo del pensamiento, combatió la intervención norteamericana de 1916 hasta el punto de ser clausurado por la censura, y encarcelado don Arturo por más de una vez. Bajo la dirección del mayor de los hijos del fundador Arturo Pellerano Sardá combatió el empréstito de 1927, enfrentándose al gobierno de Horacio Vásquez al cual apoyara en muchos aspectos. Combatió a Trujillo antes, durante y después del golpe de Estado, llamado Movimiento Cívico del 23 de febrero del 1930. Fue sometido luego al igual que todos los periódicos dominicanos, pero fue condenado a desaparecer. En esta nueva etapa defendió inútilmente el régimen constitucional de 1963. Defiende la preservación del régimen constitucional vigente con la misma entereza con que critica lo que considera errores y demasías, y, combate a todo riesgo, toda forma de violencia. La lección de don Arturo sigue siendo imperecedera para los hombres del Listín… hacer un periódico nacional, de alcance nacional, de espíritu nacional, de concordia nacional, y acogedor de lo universal. Por eso han escrito en el Listín emigrados ilustres: Eugenio María de Hostos, Andrés Mata, fundador del gran diario El Universal de Caracas y quien fue en su exilio jefe de redacción del Listín; Manuel Flores Cabrera, Horacio Blanco Fombona, Rómulo Betancourt y Juan José Llovet, entre otras figuras insignes. Recordamos entre los que laboraron en el viejo Listín a periodistas de gran calidad: al jurisconsulto Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, al notable jurista Moisés García Mella, quien fuera redactor de este diario a comienzos de siglo; al brillante orador Arturo Logroño, al editorialista Félix María Nolasco, al columnista Ángel Rafael Lamarche, al gran novelista y periodista Ramón Marrero Aristy, caído bajo la dictadura; don Max Henríquez Ureña, de grata recordación en el Listín, el cual consideraba su casa, y quien escribiera su primer y último artículo periodístico en nuestro diario, y muchos otros distinguidos colaboradores que pueden escapar a nuestra memoria. El Listín sigue siendo semillero de periodistas. De sus filas surge la nueva generación de directores de periódicos: Virgilio Alcántara, director ejecutivo de Última Hora y Silvio Herasme Peña, director de La Noticia. El Listín Diario de ayer y hoy ha tenido muchas angustias y dolores y pagado con sangre su devoción al ejercicio de la libertad de expresión: recordamos con cariño a nuestro Rogelio Pellerano Sardá, muerto violentamente en 1930; recordamos a nuestro Luis Reyes Acosta, joven prometedor reportero, muerto en
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los comienzos de la guerra civil de 1965. Recordamos al agente policial Matías, muerto en cumplimiento de su deber durante un atentado terrorista, en 1972, contra este periódico, y por los vínculos del vespertino Última Hora al Listín evocamos la memoria de Gregorio García Castro, su jefe de redacción, víctima de un asesinato que conmovió al país. Recordamos también a los compañeros desaparecidos Francisco Hernández Ureña, jefe de redacción; Diódoro Danilo del viejo y del nuevo Listín, a Pablo Rosa, jefe de informaciones internacionales; a Ernesto Puello Bello, redactor de noticias portuarias y Luis Miura Baralt, competente y leal que fue por mucho tiempo secretario de la dirección. Propicia es la ocasión para rendir un sentido tributo de gratitud al distinguido periodista recientemente fallecido, don José Ramón Estrella, quien puso desinteresadamente todo su entusiasmo y conocimiento para ayudarnos a la reaparición del Listín. Señor Presidente, esta ocasión es propicia como periodistas libres que somos para hacer un público reconocimiento al respeto que Su Excelencia ha tenido hacia la libertad de prensa. Esa actitud de respeto hacia ese básico derecho constitucional se palpa en el florecimiento de la prensa dominicana durante su gobierno. Este hecho ha sido reconocido reiteradamente por la Sociedad Interamericana de Prensa, contando a la República Dominicana entre la minoría de los países de nuestra América en que la libertad de prensa es respetada por el gobierno. Un reconocimiento tácito a esta situación es el hecho que la comisión de la libertad de prensa de esta asociación sea presidida desde hace varios años por un distinguido periodista dominicano, el doctor Germán Emilio Ornes Coiscou y figuren en dicha comisión otro destacado periodista dominicano, el doctor Rafael Molina Morillo, y quien les habla. Este hecho es más significativo e importante en estos últimos años cuando gobiernos que aunque se autotitulan democráticos, tienen la prensa sometida a fuertes presiones con el afán de controlarla, tratando de imponer al pueblo solamente los criterios de los hombres en el poder. Un gran número de los periódicos de nuestra América, señores, no solamente sufren los ataques de las dictaduras de derecha, sino que también son hostigados por los gobiernos que hoy día se hacen llamar revolucionarios o progresistas. Señor Presidente, señores, es nuestro más ferviente anhelo que el derecho del pueblo a estar informado, que es pilar de la democracia, no desaparezca en nuestra patria.
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Tenemos fe en ello, y prueba de nuestro optimismo es habernos lanzado a la construcción y equipamiento de nuestro periódico con una cuantiosa inversión, la cual sobrepasa ampliamente la suma de dos millones de pesos, que lo convierten en uno de los más eficientes y modernos de Hispanoamérica. La nueva prensa tiene una capacidad cuádruple en cuanto a número de páginas que puede tirar en relación con la antigua. La casa es nueva, es amplia, es cómoda para el trabajo, pero el espíritu es el mismo, el espíritu que guió a don Arturo a hacer un periódico nacional, y su obra está viva 86 años después. El edificio del Listín aloja también al vespertino Última Hora, hijo brioso que después de emanciparse, ha vuelto a ocupar parte de la casa paterna. Esta casa alberga también a Radio Listín que ofrece música sedante, y sólo música. No podemos terminar estas palabras sin expresar nuestro profundo agradecimiento al pueblo dominicano que con tanta simpatía acogiera nuestra reaparición y nos favoreciera con el gran respaldo con que contamos en todos los ámbitos de nuestro territorio. A nuestros distinguidos colaboradores, muchos de ellos desinteresados económicamente, a los empresarios dominicanos, que nos han favorecido con su publicidad sin la cual no hubiéramos podido sobrevivir ni progresar como lo hemos logrado. Es justo mencionar también a las empresas publicitarias las cuales con su talento creativo han contribuido a la propagación de la publicidad que tanto ha ayudado a la prosperidad de que hoy día goza la prensa dominicana. A todo nuestro personal que con tanto coraje y entusiasmo ha trabajado en todo momento, va también nuestro profundo y sincero agradecimiento. Vaya nuestro voto de reconocimiento a la firma constructora de Haza y Pellerano, quienes conjuntamente con el arquitecto Mariano Sanz, autor del magnífico diseño de nuestro edificio, han llevado a cabo felizmente la construcción de nuestra planta. Ha sido encomiable además la labor del ingeniero Marino Matos, miembro de la firma antes mencionada, quien tuvo a su cargo la supervisión directa de la obra. Reconocemos así mismo a la firma Chas. T. Main, de Boston, que realizó el estudio de nuestras necesidades presentes y futuras, asesorando con su gran experiencia a nuestros constructores y arquitectos locales.
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Por último, y no por ello menos, queremos agradecer de todo corazón a todos aquellos que nos han dado sus simpatías y respaldo moral sin restricciones, y prometemos corresponder a ese apoyo con el ejercicio de un periodismo honesto y libre. Gracias.
El centenario
Portada de la edición de Listín Diario publicada en junio 1989, a 38 días de cumplirse un siglo de Periodismo dominicano.
La celebración del centenario del periódico fue todo un acontecimiento para la familia de Listín Diario. Durante ese agosto de 1989 se realizaron numerosos encuentros festivos en el Club de Listín Diario Arturo Pellerano Alfau, entonces ubicado en Los Alcarrizos. Precisamente en ese año del centenario, la Administración del periódico agregó un nuevo departamento a su estructura organizacional: el Departamento de Relaciones Públicas, entonces dirigido por la licenciada Mirka Morales.1 1 Hasta aquí se ha transcrito y adaptado gran parte de la historia de los cien años de Listín Diario que elaboraron los
historiadores Bernardo Vega, Manuel de Jesús Mañón Arredondo y Carlos Esteban Deive para el libro Cien años del Listín, Santo Domingo, R.D., 1996.
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Dentro de los cinco años siguientes a la conmemoración del centenario del periódico, la familia de Listín Diario fue estremecida por varios sucesos luctuosos, pues ocurrió el sorpresivo fallecimiento de don Rogelio Pellerano Romano (don Tuturo), quien era el presidente de la Editora Listín Diario, recordado siempre por su bonhomía, carácter humilde y sencillo. Ocupó entonces la presidencia de la Editora don Moisés Pellerano López Penha quien también falleció al cabo de poco tiempo, sucediéndole Eduardo Pellerano Nadal, hijo de don Tuturo. En noviembre de 1994, siendo Eduardo Pellerano Nadal, presidente de Listín Diario, ocurrió el lamentable deceso de don Rafael Herrera, el respetado y prestigioso director del periódico desde 1963. Doña Helmi Lara, quien pasó a formar parte de la familia de Listín Diario en el 1987, y fue asistente de don Rafael Herrera, además de colaborar con el entonces subdirector don Francisco Comarazamy, destaca que “Don Rafael era un hombre fuera de serie. Una persona excepcional. Nunca se le pudo llevar una agenda porque no tenía problemas en ver y recibir a nadie. Tenía su despacho abierto. Le daban las diez de la noche recibiendo gente”. Entonces, por lo regular, continuaba su jornada hasta tarde en la noche cuando luego de revisar las páginas principales del periódico, escribía el Editorial. Tras el fallecimiento de Rafael Herrera, le correspondió a don Francisco Comarazamy, decano del periodismo nacional y maestro de generaciones de destacados periodistas, ocupar la Dirección de Listín Diario, posición que desempeñó hasta el año 1996 cuando, ya en proceso de retiro, fue designado Asesor del periódico y su despacho, en consecuencia, fue trasladado a su casa. “Recogimos todo lo que había en el despacho, lo subimos a un camión y le montamos la misma oficina en su casa”, agrega doña Helmi, importante testigo y actora de esos episodios. Luego de la salida de don Francisco Comarazamy de la dirección del periódico, el doctor Rafael Molina Morillo, uno de los profesionales de la comunicación de mayor prestigio en el país, por su trayectoria y aportes al desarrollo de empresas periodísticas y por su defensa permanente a la libertad de expresión en nuestro país, asumió la dirección de Listín Diario junto con el licenciado Mozart Deláncer como Sub director. Durante su gestión como director, Molina Morillo coordinó la mayor transformación que hasta entonces había recibido el periódico. En la portada, el emblemático farolito de luz ubicado entre las letras Listín Diario y que significa “luz y libertad” fue rediseñado y las secciones fueron divididas y modificadas. Hacia principios del año 2000, el doctor Molina Morillo renunció del cargo como director, siendo sustituido por Deláncer. En el año 2000 Listín Diario pasa a manos de otro grupo económico entonces presidido por Ramón Báez Figueroa. Al siguiente año, en 2001, Listín Diario conmemoró un hito en su existencia como medio impreso al lanzar la edición número 30 mil del periódico. En el 2003 asumió la presidencia de la Editora don Ramón Báez Romano. Cuando iniciaba su gestión, sobrevino la intervención oficial del periódico, por parte del gobierno de turno. Esa intervención duró 14 meses durante los cuales tanto don Ramón Baéz Romano como Miguel Franjul y muchos otros periodistas y miembros del staff administrativo del periódico, permanecieron al margen de la empresa. Durante el año y dos meses que duró la intervención, el periódico careció de Presidente y fungió como director, designado por el gobierno, el periodista Emilio Herasme Peña. Sin embargo, en el 2004 Listín Diario retornó a sus dueños, la familia Báez Romano, con don Ramón Báez Romano nueva vez como su Presidente y Miguel Franjul como director del periódico.
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El periodista Osvaldo Santana también fue nombrado Director Ejecutivo, pero al cabo de un tiempo, éste decidió renunciar a esa posición. Para don Ramón Báez Romano, luchar porque Listín Diario recuperara el sitial que le pertenecía en la sociedad dominicana ha sido una misión de vida. Decaído tanto en su credibilidad como en sus finanzas tras los años de ocupación gubernamental, bajo su timón el diario ha retornado al tope de credibilidad y posicionamiento del mercado de periódicos del país. La inversión en tecnología, el rediseño que ha llevado a Listín Diario a seguir las más innovadoras tendencias del mercado, sus campañas institucionales en pro de una mejoría de nuestra sociedad y sus competitivos contenidos han permitido que, una vez más, el “Listín” resurja como el ave fénix. A principios del 2008 Miguel Franjul renunció a la dirección del periódico; fue sustituido por el periodista Antonio Gil, quien fungía como subdirector. Pero, a finales de ese mismo año, la administración designó nueva vez al licenciado Miguel Franjul como Director de Listín Diario, quien continúa desempeñando sus importantes funciones hasta el presente.
Cronología de los Directores Primer Director (1889-1920)
Ar turo Pellerano Alfau Visionario luchador que logró implantar el diarismo en nuestro país. Fundador de nuestro periódico. Obrero infatigable y verdadero apóstol del periodismo nacional. Amó la cultura de su pueblo, luchó por su bienestar haciendo de Listín Diario la más alta cátedra de civismo, fuente de conocimiento, fragua de mentalidades nuevas, brazos y fuerza de toda buena causa. Segundo Director (1920-1942)
Ar turo Pellerano Sardá Fue el alma de la modernización del periódico en su segunda etapa, y lo mantuvo en el más alto pedestal del diarismo desde 1921 hasta 1942, cuando Listín Diario fue silenciado y estrangulado económicamente en la Era de Trujillo. Este hombre cobró notable influencia como periodista, haciéndose acreedor del aprecio y la simpatía de cuantos tuvieron la oportunidad de tratarlo, por su gran firmeza de carácter, temperamento disciplinado, su espíritu progresista y una gran bondad de corazón. Tercer Director (1963-1994)
Rafael Herrera Cabral Dirigió nuestro diario desde su reapertura en 1963, tras la caída de la dictadura trujillista, hasta su muerte en 1994. Integró comisiones mediadoras en los momentos de crisis del país, e hizo del editorial una muestra de sensatez y un llamado a la concordia y al equilibrio. Llevó al “Listín” por los caminos de la independencia y defendió las causas, principios del derecho, democracia y respeto a la dignidad de la persona humana. Cuarto Director (1994-1996)
Francisco Comarazamy Su vasta experiencia periodística, su tesonera y emprendedora labor a favor de nuestra empresa hizo posible que este hombre fuera tomado en cuenta para ocupar la posición de director tras
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la partida de don Rafael Herrera. Actualmente, a sus 101 años de edad, mantiene su columna Bibliomanía, la cual constituye uno de sus mayores aportes en el trabajo periodístico. Sus méritos y trayectoria profesional han sido reconocidos en innumerables ocasiones. Quinto Director (1996-2000)
Rafael Molina Morillo Durante su periodo de dirección se suscitó la remodelación de la sala de redacción Rafael Herrera, además de la inclusión de sistemas electrónicos capaces de simplificar el trabajo fotográfico. En su gestión se estableció una premiación en el área editorial, para resaltar la buena labor desempeñada por los y las trabajadores de la prensa y alentarles a dar lo mejor de sí. Fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y actualmente es director del matutino gratuito El Día, del grupo Corripio. Sexto Director (2000)
Mozar t Deláncer A pesar de haber ocupado la dirección sólo por cuatro meses, logró que el ambiente de trabajo y la relación entre los empleados se desarrollara bajo un clima de camaradería basado en la confianza y el respeto. Séptimo Director (2000-2003)
Miguel Franjul Formado en Listín Diario en sus años mozos, su primera gestión, entre los años 2000 y 2003, se caracterizó por aplicar una visión moderna del manejo y difusión de la información, aportando nuevos criterios sobre la forma actual de hacer periodismo. Fue destituido de su cargo por una orden oficial ilegal el día de la grosera intervención de nuestra empresa por parte del gobierno de turno. Fue repuesto en su cargo en 2004, logrando un clima laboral de confraternidad y rigor profesional. Octavo Director (2003-2004)
Emilio Herasme Periodista de experiencia, quien laboró durante muchos años en el periódico La Noticia, asumió la misión de dirigir el periódico por orden del gobierno de turno para responder a sus intereses editoriales durante el año de la ilegítima intervención de que fue objeto nuestra empresa. Noveno Director (2004-2005)
Osvaldo Santana Periodista de reconocida trayectoria profesional. Ejerció provisionalmente la dirección editorial de la empresa hasta la reposición de Miguel Franjul a su cargo. Después fungió como director ejecutivo del periódico. Fue director ejecutivo de El Siglo y actualmente dirige Multimedios El Caribe. Décimo Director (2008)
Antonio Gil Es un experimentado y prestigioso comunicador formado en la eficiente escuela del periódico El Caribe, destacándose por su independencia, honestidad y por la calidad de su trabajo.
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Actual director (2008-presente)
Miguel Franjul Estuvo nuevamente de 2005 a 2007 en la dirección editorial y retorna en diciembre de 2008 al timón del periódico para liderar el lanzamiento de su rediseño y manejarlo, junto a un equipo de profesionales destacados. Ha mantenido la misión y valores que nos hacen el periódico de los dominicanos.
Listín Diario en la actualidad Listín Diario funciona a través de una organización compleja, dentro de la cual se definen todas las etapas en la producción de un periódico. Fundamentalmente son tres: producción intelectual, producción física del diario y producción económica; es decir, su mercadeo; tanto en materia de circulación como de anuncios. La estructura organizativa de Listín Diario arranca desde la Dirección del periódico, y continúa a través de sus departamentos y secciones con sus respectivos jefes y encargados. Han pasado 120 años desde que aquella pequeña octavilla impresa y distribuida por la Agencia Marítima Pellerano-Atiles se transformara en el gran periódico que es hoy Listín Diario. Ciento veinte años de luchas, sacrificios, vicisitudes y también éxitos. Listín Diario puede enorgullecerse hoy, sin menoscabo de su proverbial modestia, de ser uno de los grandes periódicos de América Latina. Un total de 1,460 personas –mil más que hace 20 años— entre redactores, administradores, técnicos y auxiliares, laboran diariamente en el periódico para hacer posible su salida cada mañana. Todo ese personal está distribuido en secciones, cada una de ellas con funciones y responsabilidades propias. La perfecta coordinación entre todas permite que el periódico funcione eficazmente. Aquí un acercamiento a ese proceso.
La Redacción El Departamento de Redacción de Listín Diario está bajo la responsabilidad del Director del periódico. Este es asistido en sus funciones por el Subdirector. La Jefa de Redacción y el Jefe de Información se encargan, junto a los editores, de ejecutar la política editorial. En la redacción funcionan las secciones La República, El Deporte, La Vida, Economía & Negocios, Las Mundiales, Las Sociales y Entretenimiento.
Contenido del periódico La República es la sección que concentra el contenido noticioso “caliente” y las páginas editoriales, en las que colaboran importantes firmas nacionales que tratan sobre temas muy diversos, tanto de interés nacional como internacional. Incluye la actualidad en temas sociales como salud y educación, en política y gobierno, en el sector judicial y policial y en las provincias. Listín Diario mantiene, además, secciones fijas con temáticas dirigidas a públicos diversos, pero todas con el sello de calidad que nos caracteriza. Diariamente, La Vida, una sección dirigida ya no sólo a la mujer, trata un tema diferente: “Salud” los lunes, “Educación y Tecnología” los martes, Viajes los miércoles, “Decoración y Medio Ambiente” los jueves, “Gastronomía” los viernes, “Moda” los sábados y “Cultura y Familia” los domingos. La Vida
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Portadas de ListĂn Diario y sus secciones.
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acoge en sus páginas secciones especiales como Plan Lea, parte de nuestro programa nacional de promoción del diario como herramienta de enseñanza, Tecnología, para discutir la vanguardia del mundo de los bits y los bytes, y Prensa joven, producida por nuestros pasantes La sección Entretenimiento, con un encarte diario propio desde el lanzamiento del nuevo diseño de Listín Diario en 2009, se ocupa del quehacer artístico, cultural y como su nombre lo indica, de ocio. Cubre temas como cine, televisión, música popular, teatro y además integra cada semana la visión de sus lectores por medio de la sección La Vitrina, que se alimenta de fotografías y comentarios publicados a través de la red social Facebook. La cobertura de la vida de las celebridades tiene cabida en esta sección. Economía & Negocios, antigua sección El Dinero, se distingue de la competencia por sus subsecciones especializadas en las que profundiza cada día de la semana en un tema diferente del ámbito económico. Recursos Humanos, Macroeconomía, Industria, Emprendedores y Bienes Raíces son los temas que, desde una perspectiva amplia y haciendo agenda propia, toca la sección además de la cobertura diaria de las incidencias de este importante sector. En Las Mundiales se recoge el pulso de los acontecimientos más relevantes para la República Dominicana ocurridos en el planeta. Comparte sección con Economía & Negocios y les une una página diaria del reconocido diario estadounidense The Wall Street Journal, que marca agenda en temas de interés para el empresariado. Las Sociales trazan la pauta del “quién es quién” en República Dominicana y constituyen el escaparate más buscado, junto a nuestras revistas especializadas, del mundo corporativo y de la socialité local. La sección especial El Norte, creada hace poco más de un año, ofrece a la región norte o Cibao un medio donde se destacan los aportes de esta región al desarrollo nacional. La sección, que se edita todos los viernes, circula exclusivamente en las provincias de esa importante región del país, y resurge en 2009 para dar un seguimiento más profundo a una región que hace la diferencia en el país. La redacción prepara también encartes informativos ocasionales, generalmente con la misión de orientar a la población sobre fechas patrias, el medio ambiente y procesos de interés para la ciudadanía, como las elecciones. En la actualidad, Listín Diario recibe servicios de noticias internacionales, como son AP en español y en inglés, AFP, EFE, Prensa Latina, Xinhua, Dow Jones, El País y PrisaCOM, el Washington Post, además de servicios de Tribune Media. También contamos con servicios de Getty Images y, en entretenimiento, con Astromundo, Universal Uclick, King Features, Listín Diario publica semanalmente, con carácter de exclusividad, una sección completa del New York Times, los sábados y del Wall Street Journal los domingos, como un aporte adicional a sus contenidos propios. El archivo de redacción es la memoria del periódico, donde se almacena todo lo publicado en sus páginas, lo que constituye un valor histórico sin precedentes. En la actualidad, este archivo histórico pasa por un proceso de digitalización para facilitar el acceso y uso de esos invaluables materiales. El periódico es miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), de la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) y de la Organización Mundial de Periódicos (WAN)
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Más allá del periódico: listindiario.com y las revistas Listindiario.com Listín Diario llega a Internet en el año 1996, con su página www.l istindiario.com. En ese momento su director era el veterano periodista Rafael Molina Morillo. En la red el “Listín” volvió a ser pionero pues fue el primer periódico dominicano, de circulación nacional, que colocó allí sus contenidos. En principio, y durante una década, el sitio web de Listín Diario se limitaba a reproducir los contenidos íntegros del impreso. Este proceso estaba a cargo de un personal técnico supervisado por un ejecutivo de la redacción que sólo debía velar porque las informaciones fueran renovadas cada día tal y como ocurre con el “Listín” en papel. Fue en 1996 cuando Editora Listín Diario decide reformar el diseño de su página web cambiando además el concepto utilizado para la actualización de las informaciones y creando un equipo propio, de periodistas y técnicos, que se hiciera cargo del sitio manejado, a partir de ese momento, como un producto con criterios y personalidad propios. Así se establece un perfil de listindiario.com que lo define como “un periódico digital que ofrece a los lectores no sólo noticias sino también una amplia gama de opciones lúdicas, educativas y de formación, de acuerdo a sus intereses personales. Nuestro sitio web mantiene el peso de una marca como Listín Diario, pero con una visión y contenidos multimedia cimentados en una base tecnológica que siempre puede mejorar, actualizarse, superarse a sí misma y adelantarse, incluso, a demandas futuras”. Para lograr el nuevo perfil de listindiario.com la empresa designa una directora, Alicia Estévez, quien ocupa esa posición desde la creación de esa posición hasta la fecha. Estévez fue, además, la primera mujer en ocupar la Jefatura de Redacción de este medio centenario. Esa posición la ocupa actualmente otra mujer, la periodista María Isabel Soldevila. Para fortalecer a listindiario.com además se establece una estructura integrada por un sub editor nocturno, tres periodistas, un web máster, tres operadores de Internet, un fotógrafo y un chofer. Esto permite que el listindiario.com pueda desarrollar una búsqueda propia de noticias. Al mismo tiempo, la página web es sometida a un rediseño total que estuvo a cargo de la empresa argentina “García Media”. El nuevo diseño es lanzado en enero del año 2007. Listindiario.com continuó innovando haciendo uso de los múltiples recursos que ofrece la Internet para la difusión de noticias, implementando coberturas especiales, minuto a minuto, de acontecimientos trascendentes para el país como los procesos electorales tanto a nivel nacional como internacional. También se integró la participación de los lectores que a través de nuestras páginas web enviaron a sus seres queridos miles de mensajes en épocas especiales como la temporada navideña, desde cualquier rincón del mundo. El listindiario.com también fue pionero en el país al organizar el “Primer Concurso de Blogs de la República Dominicana”, en el año 2008, en el que participaron más de mil blogueros y que contó con su segunda versión en el 2009. En este año el listindiario.com enfrenta el reto de renovarse y rediseñarse partiendo del equipo interno de Editora Listín Diario que dirige un proceso de medición, evaluación de contenidos y consulta de los lectores hasta establecer el perfil de los cambios y el estilo de diseño que debía tener el site. La implementación de este concepto estuvo a cargo de la empresa Merit Design junto con el Departamento de Diseño de Listín Diario.
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El nuevo diseño de nuestra página web fue lanzado el 9 de mayo de este año 2010 logrando una respuesta de gran aceptación por parte de nuestros lectores. La página web de Listín Diario ha sido desde sus inicios el sitio de noticias más visitado de la República Dominicana con un número de visitas que nunca ha dejado de crecer. En la actualidad nuestro sitio recibe más de cuatro millones de visitas cada mes. Y la historia aún no termina.
Las revistas Además del contenido cotidiano de Listín Diario, nuestra empresa produce revistas especializadas de calidad internacional, dedicadas a todos los públicos de la familia de lectores del “Listín”. Ritmo Social | Personas y Personalidades
Fundada en marzo de 1992. Revista social de variedades que reseña las actividades más importantes del país y destaca las personalidades más relevantes del ámbito nacional e internacional. Pionera en su género y líder en el mercado dominicano, con altos niveles de impacto y lectoría en un blanco de público con poder adquisitivo. De circulación quincenal los sábados, viene insertada de manera gratuita dentro del periódico Listín Diario. Ritmo Platinum
Se inició en diciembre del 2006. Es una extensión de marca de la revista Ritmo Social. Una edición de lujo, que satisface a un público exigente, interesado en la selectividad que representa la revista. Contiene entrevistas a las personalidades más distinguidas a en el país y el mundo. Su despliegue fotográfico juega un papel muy importante, y aporta un sello de exclusividad visual al producto. Las más importantes marcas comerciales nos acompañan en cada edición. Circula dos veces al año, abril y octubre. Su distribución es selectiva, por suscripción, y se vende en algunos establecimientos exclusivos y por distribución personalizada dentro del target del producto. Oh! Magazine | ... Eres Tú
Fundada el 28 de octubre de 1995. Es una revista veraz y actual, joven y moderna, para la mujer de estos tiempos, con un contenido fresco e innovador. La variedad de sus secciones se ajustan a las preferencias y necesidades de sus lectores. Su diseño moderno y refrescante la hace práctica y de fácil lectura. Una de las características más importantes que tiene el producto es la diversidad de información. Oh! desarrolla prácticamente todos los temas de interés de la vida de la mujer. Más allá de la moda, refleja el talento, los gustos, los hábitos de una mujer completa. Aborda el mundo de quienes la leen, por su amplitud de temas. De circulación nacional, se publica quincenalmente los sábados. Viene insertada de manera gratuita dentro del periódico Listín Diario. A La Moda | Para una mujer con estilo
Nace en marzo de 1991. Es la más completa y actualizada revista de modas en la República Dominicana. Responde a todas las inquietudes sobre vanguardia, tendencias e imagen. En cada edición contamos con un contenido diverso, ágil y contemporáneo, adaptado a las temporadas, para complacer a las lectoras que buscan la más completa información sobre el mundo de la moda y el estilo de vida.
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Portadas de los productos que componen la cartera del Grupo de Comunicación Listín.
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Se perfila como una revista vanguardista, refrescante, novedosa, con una visión internacional, la cual responde al espíritu cosmopolita de la nueva generación. Su objetivo es identificarse con las necesidades del público femenino. Es una revista completa y actualizada, con una gran variedad de secciones para complacer el gusto de un blanco de público exigente, amplio, que gusta del mundo “fashionista”. El perfil de la mujer a la moda, es diferente, en equilibrio total y se viste para triunfar. Circula cuatro veces al año, marzo, junio, septiembre y diciembre en el país. Su distribución es por suscripción y se vende en puestos especializados de revistas. Aldaba | Diseño y decoración de interiores para tu hogar
En el año 2000, se convirtió en la primera revista local especializada en diseño de interiores y decoración, que sirve como orientación a la mujer para embellecer su hogar y a los profesionales del área como medio de referencia. Circula cuatro veces al año, febrero, mayo, agosto y noviembre. Su distribución es por suscripción y de ventas en puestos especializados de revistas. Zona N
Zona Norte es una revista con un enfoque social, empresarial y de variedad que muestra al lector la diversidad y la esencia de la zona, rescatando lo más valioso de sus raíces, cultura e historia. En sus páginas se puede ver reflejada la forma de vida de su gente, su visión, sus costumbres y ejemplos de esfuerzo que ponen de manifiesto la calidad humana de su gente. Los eventos sociales, así como las personalidades que protagonizan el acontecer diario, se ven plasmados en nuestras páginas. Zona Norte le brinda al lector información oportuna de los principales acontecimientos que contribuyen al fortalecimiento y desarrollo de esta próspera región. De circulación mensual, los sábados, viene insertada de manera gratuita dentro del periódico Listín Diario, para toda la Región Norte. Zona E
Pionera en la región desde junio del 2005. Una revista de variedades que esencialmente muestra el desarrollo de la zona: su actualidad, sus valores, talentos, cultura, idiosincrasia, su historia. Toda la vitalidad de una región en pleno desarrollo de su potencial, reflejado a través de ejemplos que retratan el esfuerzo, empuje, trabajo, la dedicación de sus empresas, individuos, personalidades. Los acontecimientos sociales más importantes de la región muestran su actividad constante, su ebullición, su permanente “hacer”. De circulación mensual, los sábados, viene insertada de manera gratuita dentro del periódico Listín Diario, para toda la Región Este. Al Compás | Revista infantil para niños y niñas
Revista infantil dirigida a los niños y niñas de nuestros fieles suscriptores. Espacio de lectura recreativa y educativa, con noticias actualizadas sobre cine, videojuegos, deportes, actividades culturales, ídolos infantiles y otros temas de interés. En ella los pequeños lectores tienen un contacto con la naturaleza y el resto del mundo a través de las secciones Mundo Natural y De viajes.
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De circulación semanal, todos los sábados. Viene insertada de manera gratuita dentro del periódico Listín Diario. Revistas ocasionales
Editora de Revistas se ocupa también de los suplementos temáticos por temporada. “San Valentín”, “Carnaval”, “Semana Santa”, “Madres”, “De Vuelta a Clases” y “Navidad”, entre otras publicaciones. Su circulación es anual.
La estructura de Listín Diario Mercadeo Su misión principal es propiciar el fortalecimiento de las marcas que componen la cartera de Editora Listín Diario. Para el logro de ese objetivo, esta gerencia planifica acciones estratégicas a desarrollar a lo largo de un período mínimo de un año. La ejecución de dichas acciones es liderada y coordinada por las encargadas de marca, ejecutivas que, junto a la Gerencia, diseñan la logística de cada actividad. Campañas publicitarias de imagen, promociones, eventos, creación de productos, alianzas estratégicas, patrocinio de eventos, son algunas de las funciones de este departamento y a través de las cuales se procura mantener e incrementar la rentabilidad de la empresa. El monitoreo constante, la evaluación permanente, la identificación de oportunidades, los cambios en el mercado, el seguimiento a las tendencias son recursos que nos permiten capitalizar y diseñar acciones que fortalezcan el liderazgo ya establecido por cada una de nuestras marcas. La gerencia de mercadeo es el eje alrededor del cual giran, de manera integral, las áreas comerciales clave de la empresa.
Circulación El Departamento de Circulación controla la tirada y distribución del periódico. En la Capital, la venta el periódico se efectúa a través de vendedores independientes que compran el periódico en cualquiera de los puestos de venta habilitados por la Editora para esos fines. La empresa, por su parte, se encarga de la repartición de suscripciones por intermedio de un grupo de empleados motorizados. Los agentes de Listín Diario en el interior del país, reciben sus asignaciones a través de cuatro rutas de distribución, dos de las cuales se dirigen a la zona Norte o Cibao, una al Este y otra al Sur. Ya en las primeras horas de la mañana, Listín Diario es leído en las más lejanas poblaciones del país. El periódico circula también en el exterior mediante agentes autorizados en los Estados Unidos y Puerto Rico y suscripciones individuales que se envían a casi todos los países del mundo.
Publicidad y Ventas Listín Diario recibe diariamente miles de pulgadas de anuncios y avisos diversos destinados a ser publicados en sus páginas. Personal especializado del Departamento de Publicidad atiende eficientemente a decenas de anunciantes que acuden a la empresa diariamente, orientándolos hacia la obtención de mejores resultados en sus publicaciones mediante la composición de sus anuncios siguiendo las técnicas más modernas del arte publicitario.
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Equipo que compone la Direcci贸n Comercial de la Editora List铆n Diario.
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Sin embargo, el mayor caudal de anuncios llega al periódico a través de las agencias publicitarias, quienes mandan los anuncios listos para su publicación. Atendiendo el crecimiento sostenido de la ciudad en los últimos años, Listín Diario tiene abiertas más de 30 agencias de recepción de anuncios.
Administración La administración es el corazón financiero de la empresa, y es desde donde emanan las decisiones sobre las operaciones financieras, contables y estadísticas del periódico.
Contraloría En este departamento se desarrollan las actividades de auditoría interna, contabilidad y estadísticas.
Producción Producción se estructura de tres departamentos en cadena que son Pre-Prensa, Prensa y Productos Terminados. Más dos secciones de apoyo que son Electrónica y Mecánica. La producción de un periódico es un aspecto sumamente interesante. Redacción envía o más bien coloca en un servidor las páginas cuando ya están listas, (corregidas, con todos sus elementos -fotos, textos y anuncios-) y grabadas en formato Pdf. El departamento de Pre-Prensa que previamente ha corregido en el área de Scanner, las fotos tomadas por los fotógrafos y que se colocan en la página, utiliza la computadora para buscar en el servidor dichas páginas y lo primero que hace es imprimir un plotter de las que son a color en uno de los dos plotter HP que tenemos para esos fines. Estos plotters que tenemos en el área fueron adquiridos hace 10 años para sustituir los color kits hechos con plásticos de colores (Cromachet) que imitaban los 4 colores CMYK copiándosele la imagen desde los negativos y que eran enviados a prensa, también se usan para imprimir los anuncios que los vendedores le muestran a los clientes reduciendo en costo y tiempo el proceso de aprobación de un arte, también imprimimos en ellos las portadas de algunas secciones del periódico como de la primera páginas de las revistas que se colocan en las vallas ubicadas en las principales esquinas de la ciudad. En el área de CTP en Pre-Prensa tenemos las computadoras y los equipos CTP adquiridos en el 2006 usados para imprimir directo a la plancha sin usar película, con capacidad de imprimir 40 planchas por hora cada uno. Son CTP termales operados con un programa especial llamado True Flow. Con este sistema se trabaja más rápido y con más calidad (tramas estocásticas). Los operadores buscan las páginas en el servidor en formato Pdf las compaginan en una configuración hecha para esto fines y las envían a imprimir luego de introducir las planchas en el equipo. Luego que las planchas salen impresas son revisadas por los operadores y estos las ponchan para entregarlas a prensas.
Proceso de impresión Listín Diario fue el primer diario en América Latina totalmente impreso mediante el sistema offset. Actualmente utilizamos sistema de entintado Coldset. Las primeras ocho unidades de la prensa fueron instaladas en 1975, pero el crecimiento del periódico hizo necesario instalar ocho unidades más, a principios de este decenio. Más adelante seguimos creciendo llevando la prensa a 20 unidades en total y cambiando el modelo N-800 a N-845 Mediante remanufacturación, también de un folder o doblador pasamos a dos, luego dos más para tener en la actualidad 4 (dos en uso constante y dos de backup. Uno Para cada línea de impresión).
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Dentro del plan de crecimiento incluimos 16 porta bobinas o empalmadores (12 marca cary y 4 marca Enkel). Con todas estas nuevas adquisiciones podemos imprimir dos secciones simultáneas, una de 12 páginas y la otra de 8 páginas todas a color, tamaño Standard. Otro de los avances que hemos implementado en nuestras prensas es el sistema de registro automático marca QTI, el cual ayuda a registrar los colores más rápidamente.
Departamento de terminación Adquisición de un sistema de transportación o conveyors para trasladar los periódicos desde la Rotativa hasta dicha área, además dos stacker y cuatro amarradoras, estos nos facilitan el conteo y amarrado de los periódicos de forma simultánea por lo que el proceso se realiza con mayor fluidez lo que nos permite la entrega sin mayores dificultades de la totalidad del pedido del periódico al departamento de distribución.
Listín Diario y el desarrollo tecnológico en República Dominicana Desde la reaparición de Listín Diario en el año 1963 y el advenimiento de Última Hora en el 1970, ambas editoras han jugado un papel muy importante en el desarrollo tecnológico en nuestro país, especialmente en los campos de las artes gráficas, procesamiento de palabras y la electrónica industrial. Desde antes de que en el país se hiciera popular la palabra informática ya los departamentos de composición, fototécnica y recepción de internacionales de las editoras de Listín Diario y Última Hora poseían equipos computarizados, como es el caso de las primeras máquinas de producción automática para el procesamiento de palabras por medio de cintas perforadas, que fueron instaladas en el departamento de Composición en el año 1963. Estos equipos, de la marca Fridden, modelo Justowriter, estaban compuestos por dos unidades, y ambas unidades formaban parte de un sistema. El “Listín” tenía instalados 8 sistemas en su departamento de Composición. Estas máquinas funcionaban así: la unidad de entrada o perforadora, era usada por los operadores o componedores, hoy llamados digitadores, para vaciar en una cinta perforada, todas las noticias e informaciones con sus respectivos códigos. Esta cinta perforada, la cual era de seis niveles, se hacía pasar por el lector de la segunda unidad, llamada unidad de salida, para que fuera procesada por ésta. El proceso consistía en decodificar e imprimir los caracteres, hasta completar las líneas perfectamente justificadas, de acuerdo a la medida y formato previamente establecidos. La impresión se hacía en papel Bond y con cinta de polyetileno. Esas procesadoras de palabras tenían el inconveniente de la lentitud en la producción de líneas que era de 8 líneas por minuto, además de que cada unidad de salida tenía un solo tipo de letras, lo que limitaba la diversidad tipográfica. Para los títulos, se usaron las tituladoras Typro y Fototypositor, las cuales eran sumamente lentas, ya que había que fotografiar manualmente letra por letra. Fue en el año 1970 cuando Listín Diario adquirió las primeras procesadoras de palabras IBM, con cinta magnética, y que vinieron a revolucionar el proceso de la composición con su alta velocidad, precisión y la diversidad tipográfica, ya que se podía tener un juego bastante extenso de núcleos o fuentes para ser intercambiados en la unidad de salida o reproductora, de acuerdo al formato de impresión en composición, los avisos y clasificados.
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Como unidad de entrada se utilizó la Composer IBM, la cual poseía una estación para grabar en una cinta magnética simultáneamente con la composición que se iba levantando. Luego, esta cinta grabada se hacía pasar por un lector y, desde un panel de control, se daban las órdenes para que la reproductora procesara el material de acuerdo al ancho establecido. Con este nuevo sistema, el cual poseía la más alta tecnología en electrónica digital de la época, apoyado por un servicio de mantenimiento altamente calificado de parte de los técnicos de la prestigiosa firma IBM y del personal técnico de la editora, los problemas de composición estaban resueltos por el momento; pero todavía hubo un gran inconveniente, y es que se seguía utilizando el mismo sistema de titular letra por letra manualmente. La alta gerencia del periódico, con la inquietud de brindar un producto cada día mejor elaborado y más a tiempo a sus lectores, aparte de la calidad informativa de sus páginas, decide visitar la exposición de artes gráficas celebrada en el año 1972 en los Estados Unidos por la American Newspaper and Publication Association (ANPA), la cual es efectuada año tras año en diferentes Estados de la Unión. En esa exposición adquieren equipos totalmente computarizados y fotorreproductores de la marca Compugraphic. Por primera vez llega al país, adquirido por el “Listín” en ese mismo año, el primer sistema de fotocomposición totalmente computarizado, capaz de recibir los servicios de noticias internacionales directamente en el sistema. La velocidad de hasta 10 líneas por minuto, la calidad de reproducción fotográfica de la composición, versatilidad de formatos y otras características de los nuevos equipos, traen consigo un nuevo cambio en la producción del periódico en pre-prensa, además de una presentación más atractiva para los lectores. Tanto así que la mayoría de los periódicos del país le siguieron los pasos a Listín Diario y rápidamente también adquirieron este nuevo sistema.
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Para el mantenimiento preventivo y reparaciones de los sofisticados equipos, se decide depender única y exclusivamente del personal técnico interno y es enviado el señor Virgilio Ferrer Portes a especializarse en electrónica digital a Río de Janeiro, Brasil. El sistema Compugraphic, estaba compuesto por ocho perforadoras de cintas, a seis niveles, como unidades de entrada, que utilizaban en sus circuitos electrónicos la nueva tecnología, Transistor Transistor Logic (TTL), en sus circuitos integrados. Cabe señalar que esa tecnología utiliza en un encapsulado o “chip” los elementos electrónicos de compuertas lógicas, “buffer”, memorias, contadores binarios, convertidores de decimal a binario, y viceversa, temporizadores, “multiplexer”, codificadores, decodificadores, etc. En fin, esta tecnología que originalmente usó transistores bipolares y que también transistores de efecto de campo, condensaba en un encapsulado miles y miles de elementos que reducían el tamaño de los equipos y el consumo de energía eléctrica. Como unidades de salida se obtuvieron dos fotorreproductoras 2961 HS, una fotorreproductora 4961 TL, mezcladora de fuentes tipográficas, una “Computape II”, también mezcladora de fuentes tipográficas y dos tituladoras modelo 7200 IC, todas de la marca Compugraphic. Como reveladoras de alta velocidad se usaron las Kodak Ektamatic, y el tipo de papel fotográfico era de grado S. La circulación crecía, surgieron nuevas publicaciones como es el caso de las revistas y los suplementos; los departamentos de arte y pegado demandaban más servicios del departamento de composición, ya que era en esos departamentos donde se diseñaban la mayoría de los anuncios, avisos y clasificados que pagan los clientes para ser publicados. Crecía también la cantidad de páginas y la redacción exigía más y más servicios del departamento de Producción. Había que buscarle solución inmediata a estos problemas, de lo contrario, o bajaba la calidad del producto o habría una circulación tardía y con esto no se podía jugar. Ya los otrora sofisticados, rápidos y modernos equipos Compugraphic, resultaban casi obsoletos. En el año 1980, se adquirió un sistema de fotocomposición Harris, formado por 20 terminales con CRT como unidades de entrada, 5 computadores Microstors 1257 como unidades de almacenamiento, 4 unidades de salida como fotorreproductoras y una unidad de diagramación electrónica 2220 para la confección de avisos. Con estos equipos que cambiaron totalmente la forma de trabajo en Composición y Redacción, la empresa se ponía en condiciones de brindar un mejor servicio en cuanto a calidad y rapidez. Pero hay algo más, por primera vez en la historia de la República Dominicana se utilizaban sistemas de video para la elaboración de un periódico, desde la redacción y en conjunto con el departamento de composición, poniendo al país a la altura de los diarios más modernos del mundo. Las terminales 1420, con sus CPU inteligentes, permiten un fácil manejo de éstas dando respuestas de status en cualquier momento sobre las diferentes operaciones que se están realizando. Las computadoras Microstors 1257 permitían almacenar en disquetes todas las operaciones de composición, redacción, servicios internacionales y avisos. Por este medio se automatizó el ordenamiento de pequeños avisos o clasificados, lo que permitió la eliminación de éstos en el disco, justamente a la fecha de vencimiento. Las unidades de salida, aparte de su calidad en la reproducción, permitían mayor versatilidad en las artes gráficas con su juego de 4 fuentes por cada unidad y 4 tipos de letras por cada fuente. También se redujo en gran parte el trabajo de la diagramación manual, porque las 3300 podían trabajar con bajantes de cualquier medida y títulos totalmente automatizados.
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La Unidad 2220 permitió la composición de anuncios de media o un cuarto de página sin necesidad de ser diagramados en el departamento de pegado. Todas estas ventajas permitieron a la editora brindar un mejor servicio a sus clientes y sus lectores. Además, en el campo tecnológico, el “Listín” con sus nuevos equipos introdujo al país el microprocesador Z80 de la Zolog, con un poder del direccionamiento de 16 Bits y de 8 Data. Por primera vez en la historia del país se recibían las informaciones de todo cuanto acontecía en el mundo vía satélite directamente a los computadores Microstors. La primera agencia en ser conectada vía satélite fue Prensa Unida Internacional. La empresa instaló su propio disco para la recepción de la señal del satélite WESTAR 3, en el año 1983, siendo la primera y la única en recibir noticias internacionales en esta modalidad. De la segunda agencia que recibimos señal en 6 niveles y directamente al computador fue Prensa Asociada. Todos estos adelantos trajeron consigo la preparación técnico-profesional del personal, tanto a nivel de operadores y redactores como para el mantenimiento preventivo y reparaciones, así como la elaboración de programas. Para tal efecto, durante los años 1980, 1981 y 1983, algunos empleados se enviaron a realizar estudios de Electrónica Avanzada, Micro y Macrosistemas, Comunicaciones de Noticias Vía Satélite y otras, a diferentes lugares de los Estados Unidos, colocándonos en conocimientos a la altura del mundo entero. En enero del año 1986, una comisión de Listín Diario, encabezada por su Administrador, asistió a un seminario celebrado por ANPA, en Nueva Orleans, donde se dijo que la paginación completa electrónicamente, aunque existían los equipos, no iba a ser posible en América Latina sino hasta después de 5 ó 6 años. Justamente un año después, el “Listín” volvió a trazar pauta cuando introdujo, por primera vez en el país y en toda la América Latina, un sistema de diagramación electrónica, mejor conocido como “full pagination”. Estas máquinas están compuestas por una unidad central, llamada Control Data, modelo 8300 Harris con un poder de almacenamiento de 100 Megabytes que pueden ser extendidos hasta 344 Megabytes, repartidos en dos discos duros, como “back up” y dos “disk drives”, uno como programa y el otro como data. Todos los discos son de la marca LARK II. En el año 2001 Listín Diario continúa como pionero en tecnología e implementa una red estructurada en base a switches Cisco en topología estrella usando fibras ópticas. Esta red Gigabit Ethernet permitirá que el “Listín” siga adelante con sus avances tecnológicos sin preocuparse por un cuello de botella a nivel de la red de informática. En el 2002, Listín Diario firma un contrato con Digital Technology International (DTI) para la adquisición del más moderno sistema editorial basado en tecnología Adobe. El sistema NewsSpeed de DTI usa el moderno InDesign para paginación e InCopy para los periodistas. Esta combinación garantiza que el justificado y el corte de palabras sea exacto entre el periodista y el diseñador. Para soportar estos software, Listín Diario adquirió unos modernos servidores de V880 de Sun Microsystems. Seis años después, Listín Diario vuelve a firmar con DTI para adquirir la parte comercial de su sistema de periódicos. ClassSpeed ayuda a Listín Diario a mantener su ventaja estratégica ante los demás medios del país. Esta implementación se hace en conjunto con la actualización del sistema editorial a su última versión. Para esta implementación Listín Diario vuelve a actualizar su plataforma tecnológica y adquiere un Cluster x86 de 64 Bits con 8 Procesadores XEON y 64 GB de RAM, junto a dos arreglos de discos de 6 TB, garantizando así el crecimiento necesario para el futuro.
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Ese mismo año 2008, Listín Diario migra su plataforma de correo electrónico a Microsoft Exchange 2007. En 2009, el periódico implementa Office Communications Server, Exchange Unified Messaging con su moderna central IP Nortel CS 1000. Estas herramientas permiten al personal de Listín Diario a estar mejor comunicado y siempre asequible. Este 2010 Listín Diario actualiza su core switch de la red para estar mejor preparado antes la siempre creciente necesidad de velocidad en la red. Este mismo año ampliamos nuestra oferta de internet y comenzamos a migrar muchos servicios para nuestros clientes internos y externos a la plataforma web, permitiendo así, facilitar el acceso a las informaciones necesarias a nuestros clientes.
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rememoran sus historias con List铆n Diario
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Francisco Comarazamy “Ser director de Listín Diario ha sido la glorificación de mi carrera” Antes de formar parte de la redacción de Listín Diario, don Francisco Comarazamy le dij o a don Rafael Herrera que ya no quería trabajar periodismo, que estaba lesionado y deseaba descansar. Años más tarde vería cumplir su máxima aspiración profesional al convertirse en director del decano de la prensa dominicana. El maestro de generaciones, que cumplirá 102 años en octubre próximo con la misma lucidez con que empezó la carrera, piensa que el periodismo es una vocación que trasciende la ambición, el dinero, e, incluso, la profesión que le da el nombre.
Don Francisco Comarazamy Rangasami nació el 4 de octubre de 1908 en San Pedro de Macorís. Sus padres, de ascendencia hindú, nacieron en la isla caribeña de Guadalupe y se establecieron en la Sultana del Este a mediados del siglo XIX. Allí comenzó el joven Comarazamy sus andanzas periodísticas en el año 1936, como corresponsal del periódico La Opinión. La época, con Rafael L. Trujillo como presidente del país y un convulso panorama internacional, no parecía la más apropiada para el periodismo, pero él admite que lo hizo por necesidad. Porque su padre murió cuando él tenía 6 ó 7 años y debía ayudar a su mamá y a sus dos hermanos. Como no existían las especialidades ni las fuentes asignadas, escribía de todo lo que acontecía en San Pedro de Macorís y le pagaban por pulgada publicada. “Para ganar bien tenía que escribir mucho y enviar los recortes al periódico en la Capital”, recuerda. Escribía a maquinilla y con dos dedos. Y lo sigue haciendo todavía. Sonríe. Lleva un rosario de cuentas blancas en el pecho y ropa de diario de color verde. Sus pies descansan sobre una mesita y tiene buen ánimo. En el año 1948, luego de desempeñar varios cargos en su pueblo natal, entre ellos secretario de la fiscalía y del ayuntamiento, don Francisco se muda a la Capital con su familia; se une al grupo de los fundadores del periódico El Caribe y trabaja para su primer director, el estadounidense Stanley Ross. Ese mismo año lo nombran agregado de prensa en Puerto Rico. Las fechas se enredan en su cabeza y pide tiempo para recordar. Intenta explicarse. Lo que importa, en todo caso, son los hechos: que lo enviaron a cubrir una historia a la vecina isla y que, a su
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regreso, al ver su gran disposición para el periodismo, el gobierno lo nombró agregado de prensa del consulado dominicano en Puerto Rico; y que al volver, en 1952, se integró nuevamente a la redacción de El Caribe como reportero, llegando más tarde a ser corrector de estilo. De El Caribe don Francisco pasó a La Nación, que entonces estaba ubicado en la avenida Mella. “Entré como subdirector y salí como director. En ese entonces quien manejaba La Nación era el periodista Ramón Marrero Aristy. Él era como un enlace entre el gobierno y La Nación, que era del gobierno de Trujillo. Yo nunca vi a Trujillo como director del periódico”. Es más, agrega que a Trujillo lo vio una sola vez de cerca como periodista, en el Palacio, cuando lo nombraron agregado de prensa en Puerto Rico. “Trujillo me recibió en el Palacio y ahí conversamos, me dio instrucciones de cómo debía trabajar, cuáles eran mis verdaderas funciones”. Don Francisco duró poco tiempo en La Nación y volvió a El Caribe a trabajar junto a su nuevo director: don Rafael Herrera. Una larga amistad los ataría de por vida.
Una sola línea De sus años como reportero recuerda que nunca usó grabadora, que escribía a puño y que se limitaba a reseñar los hechos porque no se podía ser muy crítico. ¿Por qué? “Era una sola línea, la trujillista. Esa época no había manera de inventar ni nada de eso. Si usted quería inventar algo (sonríe) el director le decía no, eso no sirve, eso no se puede publicar, o lo tachaba”. En El Caribe fue también jefe de redacción y vuelve a dudar si salió de allí antes o después que don Rafael Herrera. “Déjame pensar”, indica, y se sumerge nuevamente en el baúl de sus recuerdos. Explica que su actitud, ante la muerte de Trujillo, fue de indiferencia, porque él siempre fue neutral, que cuando cayó el gobierno trabajó como consejero del Triunvirato que presidía Donald Reid Cabral, en 1965, y que al caer también este gobierno su fue a su casa. Para esa época don Rafael Herrera era ya el director del periódico Listín Diario, que volvía a ver la luz tras 21 años cerrado por la dictadura. “Cuando cayó el Triunvirato vine para mi casa, huyendo. Vivía frente al Palacio en ese entonces y vine para acá. No me pasó nada. Esta casa estaba comenzada porque se hizo trabajando, no fue regalada por el gobierno. La hicimos mi mujer y yo; mis hijos estaban estudiando”. Estando en su casa se presentó don Rafael Herrera y le dijo: “Te vengo a buscar, para que trabajes conmigo”. “Yo le dije bueno, yo no quiero trabajar ahora el periodismo, yo estoy como lesionado, quiero descansar. Me dice no, no, yo te necesito, y llamó a doña Aura, mi esposa, y le dice comadre, venga acá, convénzame a este hombre, que yo lo necesito. Y doña Aura me dijo que sí, que vaya a trabajar, y me fui entonces al ‘Listín’”. Y luego toda su vida, en lo adelante, giraría en torno a este diario. Otros recuerdos llegan a su mente. “Espera”, vuelve a decir. Y asegura que en 1965, antes de ingresar al “Listín”, trabajó en una oficina de prensa que el gobierno de ocupación norteamericano tenía en el hotel El Embajador.
Su mayor logro profesional Al Listín Diario, cuyas oficinas estaban en la 19 de Marzo, llegó don Francisco como corrector de estilo y ayudante del director. Pero había que hacer de todo, aclara, porque eran pocos. No recuerda haber hecho trabajos destacados, fuera de serie, porque para él todas las noticias eran eso, noticias, y lo importante era trabajar.
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Francisco Comarazamy, periodista, escritor y director de Listín Diario, recibe una placa de reconocimiento, en compañía de Eduardo Pellerano y su hijo Roosvelt.
“Hasta don Rafael hacía a veces de reportero, siendo director. Siempre fui su mano derecha desde que comencé en el “Listín”, en el sentido de que él acudía a mí para ayudarlo; no era que yo lo orientaba, sino que lo ayudaba. Él mismo me fue ascendiendo hasta ser subdirector”. Siendo subdirector, don Fran dejaba los trabajos diarios a los periodistas la noche anterior, en una pizarra grande donde se anotaban los servicios. Sacaba las asignaciones de la muy leída columna Actos del Día, que digitaba su secretaria, doña Helmi Vargas. Cuando don Rafael murió, en 1994, lo nombraron director. ¿Qué sintió? “Entendí que era una glorificación en mi profesión, porque llegar a ser director del primer periódico nacional era suficiente para uno sentirse orgulloso. Entiendo que el haber sido director del ‘Listín’ era como una cúspide, una glorificación de mi carrera. Y todavía creo que es así, porque ser director del ‘Listín’ no es poca cosa”, responde. Como director era cordial y exigente en buena forma. “Nunca insulté a nadie, nunca cancelé a nadie y trataba a la gente con amabilidad”. Entraba a las 9:00 de la mañana y salía en la madrugada del día siguiente. “Yo tenía que ver la última página que entraba en prensa. Cuando decía bueno, pueden tirarlo, comenzaban a tirarlo, pero yo veía página por página y don Rafael Herrera también. Esa era la misión del director de antes, además de escribir el editorial”. En más de una ocasión, lo mismo que a don Rafael, le tocó amanecer en el “Listín”, especialmente cuando había problemas, uno de ellos relacionados con las amenazas de muerte que recibían por teléfono, inconvenientes que don Fran achaca a la línea editorial del periódico o simplemente por ser director del diario más importante del país.
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Aprovecha para decir que los editoriales del “Listín” siempre fueron imparciales, que estaban en el centro, ni a la izquierda ni a la derecha, sino que hacían un periodismo recto.
El comentarista y devorador de libros En 1997 don Francisco fue nombrado asesor editorial de Listín Diario y le mudaron el despacho a su casa: su escritorio, su silla y su pequeña máquina Olympia, la misma que todavía usa para escribir porque nunca le puso interés a las computadoras. “Rafael y yo decíamos que nosotros éramos muy viejos para ponernos a aprender computadora, que lo que nosotros podíamos hacer es enseñar, pero no aprender, y por eso Rafael no escribió nunca en computadora ni yo tampoco”. Desde su casa don Francisco mantuvo por muchos años dos columnas en Listín Diario: Bibliomanía y Libros Dominicanos. En la primera narraba experiencias varias y en la segunda invitaba a los dominicanos a consumir libros, a leer. Para muchos, este ha sido uno de los más grandes legados dejado por periodista alguno en el país. Y es, también, su pasión más trabajada, la que continúa haciendo cada semana ahora sólo desde Bibliomanía. “Además del periodismo yo tenía la afición por la lectura. Leía libros y de ahí nació el deseo de convertirme en comentarista de libros”, dice sobre sus inicios literarios. Los primeros que cayeron en sus manos eran cuentos infantiles extranjeros. ¿El resto? “Leía tanto que no recuerdo”, comenta. Sí recuerda, gracias a esa memoria infalible que atribuye a la lectura, que el primer libro que comentó fue Figuras de Barro, de Ligio Vizardi (el seudónimo del poeta petromacorisano Virgilio Díaz Ordóñez), y que lo hizo en su pueblo natal para el periódico El Este. Luego, al mudarse a la capital, intensificó la práctica. Como era pobre y no siempre conseguía
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para los libros, se hizo amigo de los dueños de las librerías de la ciudad y éstos se los prestaban. “Yo los leía y se los devolvía”. ¿Nunca escribió poesía? “Nunca. No es que nunca escribía poesía, sino que nunca publiqué nada poético. Pero sí escribía versos, pero pa’ botarlos. No servían. Yo no era poeta”. De los muchos libros que ha leído y comentado sólo revela que se trata de una cantidad enorme. Su favorito, después de la Biblia, es La madre, de Máximo Gorki. Y también le gusta mucho Los Miserables, de Víctor Hugo. Durante sus años como profesor de periodismo en la Universidad Central del Este (UCE), en San Pedro de Macorís, a sus estudiantes sólo les daba un único consejo: leer, leer y leer. “Porque leyendo mucho uno mismo se depuraba. Porque aprendían de los maestros, de los libros”. Sin embargo, en una demostración de desprendimiento tan grande que sólo entenderían los amantes de la literatura, hace unos años don Francisco donó su voluminosa biblioteca al Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec). Se sentía agotado y pensaba que si moría se iban a perder, que no había quien atendiera los libros. Consultó con sus tres hijos y le ofreció la biblioteca al Intec. Cinco mil ejemplares.
Confesiones Don Francisco confiesa que no puede estar sin leer los periódicos y que los devora completos, que lee todo: noticias, moda, deportes y las páginas dedicadas a la cocina, otra de sus grandes pasiones. Sonriendo recuerda los encuentros con colegas en su casa y los platos de patitas de vaca, domplines o chivo guisado que les preparaba.
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Francisco Comarazamy, director de Listín Diario, junto al historiador y periodista Fernando Pérez (Memen).
También dice que, pese a que antes se hacía un periodismo empírico y más romántico, tiene que admitir que el de ahora es mejor porque hay más academia, más ciencia y escuelas de periodismo. “Cuando yo subí no había nada de eso y por poco que se aprenda, por poca experiencia que se adquiera en la escuela, eso significa mucho porque disciplina”, explica. Enterado de que muchos periodistas jóvenes abandonan la carrera por desencanto, opina de manera categórica que para el periodismo, además de los conocimientos, se necesita cierta afición natural. “Yo considero el periodismo como una vocación. El que no tiene vocación es el que lo deja. El que tiene vocación no puede dejarlo”. Si le dieran la oportunidad de dirigir nuevamente un periódico, ¿qué tema incluiría en las páginas don Francisco Comarazamy, a cuál le daría mayor importancia? “A la historia”, responde sin rechistar. “El periódico necesitaría una sección permanente de historia, donde alguien escribiera de historia. Pero que sea una columna fija, no como ahora, que es esporádico que se hace. La historia enseña lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos”.
Más allá de los premios A lo largo de su trayectoria periodística, que casi alcanza los 80 años, don Francisco ha recibido los más altos reconocimientos. Las universidades UCE y O&M le concedieron un doctorado Honoris Causa en Humanidades y la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).el título de Profesor Honorífico. Recibió el Canoabo de Oro, la Orden de la Estrella Brillante de China, la Orden al Mérito de Corea y la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en los grados de Caballero y Gran Cruz. Le fue otorgado el Premio Nacional de Periodismo 2007 y la escuela de periodismo de la UCE lleva su nombre. Ha escrito los libros Experiencias de un periodista, Comentarios de Libros Dominicanos, Más comentarios de Libros Dominicanos y San Pedro de Macorís, Memorias.
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Corresponsal en República Dominicana para Prensa Unida, Prensa Asociada, Reuters y otras agencias internacionales, se le reconoce como un maestro del periodismo dominicano y un gran difusor de la cultura patria y la buena lectura. Los críticos alaban su escritura fresca y su correcto manejo del lenguaje. El sonríe al escuchar los halagos y responde: “Son muy bondadosos. Yo no presumo de maestro, sino que, el que quiera imitarme, puede hacerlo. Lo que yo he tratado siempre es de ser honrado en el ejercicio de mi profesión. Nunca nadie me desmintió. Decía mi verdad, no la verdad de los otros. Y yo creo en mi verdad. Yo creo en lo que digo. No escribo por escribir. Expreso un sentimiento profundo de todo lo que digo. Nunca acepté sobornos y lo digo a boca llena. Nunca acepté ninguna dádiva, aunque recibía muchas ofertas. Nadie puede decir que le he pedido un favor de dinero, ni que escribí nada a cambio de dinero o de posición. Tengo un solo camino: la rectitud en mi pensamiento”. Al despedirse, para dejar constancia de su buen humor y del esfuerzo que hace, a su edad, sólo por tratarse de Listín Diario, dice: “¡Parece que esta va a ser la última entrevista mía!” Pero todos sabemos que le quedan muchas más.
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Milagros María Ortiz Bosch “Listín Diario es un intérprete de nuestra sociedad ” En su apartamento de la avenida Independencia se respira su personalidad. Está lleno de libros, de obras de arte, de vida intelectual. Vive allí desde hace 30 años, y se nota. Cada pintura, dibujo, guarda un recuerdo, dice la primera dominicana en alcanzar la vicepresidencia de la República, luego de haber sido elegida como senadora del Distrito Nacional en dos ocasiones.
Las leyes de educación, contra la violencia intrafamiliar, y de independencia presupuestaria del Poder Judicial, entre otras, le deben mucho a esta doctora en Derecho con postgrado en Ciencias Políticas. La ligan a Listín Diario una entrañable amistad con su director histórico, Rafael Herrera, y las luchas compartidas con el centenario periódico. Tiene la escena grabada en su memoria, como tantas otras vivencias de la historia del país democrático que ella ha ayudado a construir. Era 26 de septiembre de aquel 1963 de sobresaltos, alegrías y tragedia. Junto a Anaelisa Villanueva de Majluta accedió al Palacio Nacional a ver a su tío, el primer presidente Constitucional luego del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo. Era el día siguiente al golpe de Estado que tiraba por el suelo las esperanzas de un pueblo que pronto demostraría lo que para él significaba vivir en democracia. “El presidente Bosch estaba prisionero junto al vicepresidente, Segundo Armando González Tamayo, y a todos sus ministros. Recuerdo a don Antonio Guzmán, Jacobo Majluta, Silvestre Alba de Moya, Luis del Rosario, Luis Lembert Peguero y Domínguez Guerra, entre otros”, dice. Bosch debía comunicarse con su pueblo y ellas serían el canal para transmitir el mensaje. “El presidente Bosch, Anaelisa y yo entramos al baño anexo al despacho presidencial; hablamos sobre la necesidad de su comunicación con el pueblo. De inmediato el presidente Bosch redactó una carta, reiterando su compromiso con la libertad. Esa carta la pudimos sacar usando argucias de mujer”. El reto estaba ahora en hacer públicas las palabras del presidente derrocado. “Ese pequeño mensaje se hizo llegar a los medios de comunicación, el Listín Diario lo publicó. En esos días toda acción demandante del retorno a la constitucionalidad fue extensamente tratada
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por el periódico, convirtiendo al Listín Diario en defensor de las libertades democráticas del pueblo dominicano”1. El episodio, uno de tantos que le tocó vivir a Ortiz Bosch, refleja la relación que ha tenido con Listín Diario y éste a su vez con las luchas por la vuelta a la constitucionalidad y a las libertades ciudadanas. Primero habría que entender el país al que regresó Listín Diario el 1 de Agosto de 1963, luego de haber sido silenciado durante dos décadas por la dictadura de Trujillo. “Carlos Alberto Ricart y su esposa, doña Nelly Pellerano, hija de don Arturo Pellerano Sardá, fueron percibidos por los capitaleños como motores importantes en el propósito que alentaba toda la familia Pellerano para lograr el retorno del Listín Diario a la tinta y el papel”, cuenta Ortiz Bosch. A su juicio, la convergencia de diferentes factores hizo posible la reapertura del periódico. Indudablemente, la desaparición física del dictador el 30 de mayo de 1961, ajusticiado por un equipo de hombres que se erigieron en héroes nacionales, es el primer factor determinante. 1 Ver imagen con carta publicada el sábado 28 de septiembre del 1963, en Listín Diario.
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La paciencia de los Pellerano fue otro, considera esta mujer analista de su tiempo. “En el período que siguió la caída de la dictadura, la sociedad dominicana estuvo muy atenta al proceso de apertura democrática que, por primera vez en 30 años, le presentaba el debate entre tendencias conservadoras y tradicionalistas que se aferraban al poder, de militares defensores del régimen totalitario, frente a nuevas ideas, destacándose La Unión Cívica Nacional liderada por el Doctor Viriato Fiallo, organización que enunciaba propósitos patrióticos proponiendo la eliminación de los residuos del trujillismo; el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, con la figura de Manuel Aurelio Tavárez Justo, que surgía en el espacio político de la izquierda, y otros movimientos políticos bajo el liderazgo de dominicanos que regresaban del exilio representando un arcoíris ideológico que abarcaba desde el Movimiento Popular Dominicano hasta el partido que dirigía el conservador Miguel Ángel Ramírez Alcántara”, recuerda Ortiz Bosch, mientras contextualiza ese regreso del periódico al seno de la sociedad. No puede quedarse el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fuera de este coctel de opciones que se presentaban ante un pueblo que había pasado más de una generación en la oscuridad de la dictadura. Esta organización política que se formó en la Habana, Cuba, en 1939, estaba integrada por dirigentes que, bajo el liderazgo de Juan Bosch, organizaron a lo largo del país comités de base, y educaron políticamente a su militancia. “En una etapa de luchas para establecer las bases de la democracia, esperar y organizar, fue el camino inteligente escogido por los propietarios del periódico”. El PRD y su proyecto de país triunfaron el 20 de diciembre de l962 y ahí terminaron de crearse, entiende Milagros Ortiz Bosch, “las condiciones de respeto a la libertad y a la democracia que para Listín Diario, como medio de comunicación, serían fundamentales y necesarias”. Había detrás también el tesón de una familia que luchaba por revivir el gran proyecto de Arturo J. Pellerano Alfau. “La perseverancia de la familia Pellerano aportó al retorno del Listín Diario. Don Moisés, Máximo, Rogelio (Tuturo) fueron parte de esa perseverancia. El Listín siempre fue una pasión familiar, pasión que coincidió con la añoranza del pueblo dominicano del papel de informador, que antes de su cierre, había caracterizado al Listín Diario”. Esa añoranza la había vivido indirectamente la sobrina, ayudante y heredera de la vena política de Juan Bosch. “Recuerdo que cuando éramos niños, caminando por la calle donde funcionó el Listín Diario, mi madre nos decía: ‘ahí estaba el Listín Diario’ y contaba anécdotas del periódico, de sus propietarios y de su cierre. Ese recuerdo intenta revelar lo que significó para las familias antitrujillistas el cierre de un periódico. Eso era el símbolo de la pérdida de las libertades democráticas. No fue una pérdida para la familia Pellerano, lo fue para la sociedad dominicana”. El regreso estaba cerca, y Rafael Herrera, un periodista que había tenido estrechos lazos con la prensa trujillista, lazos que nunca negó, se creció en un puesto al que entró con un fin más alto que la recuperación de su nombre. “Don Rafael comentaba que su propósito era devolverle al país un periodismo libre, que contribuyera con la democracia y con hacer flexibles las relaciones entre los actores de la sociedad y los mecanismos del poder”, recuerda Ortz Bosch.
Un vínculo muy personal La amistad nació durante sus estudios en el Instituto Dominicano Gregg que dirigía Rosa González de Herrera –“un ser especial”—la esposa de Rafael Herrera. Allí estudió ciencias secretariales la mujer a la que hoy todos llaman “doña Milagros”. Como muchas otras veces lo sería en su vida, fue la mejor de su clase.
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“Don Rafael y doña Rosa vivían en la segunda planta y el Instituto funcionaba en los bajos. Había estudiado en el Instituto y doña Rosa me solicitó que ingresara como profesora. Fue la primera persona que me ofreció trabajo a pesar de la oposición de mi familia a la dictadura”. El empleo se lo ofreció luego de un momento de tensión para la joven Milagros, en el que ambas mostraron la madera de que estaban hechas. “Al concluir mis estudios fui reconocida como alumna meritoria, los alumnos que alcanzaban esa distinción pronunciaban el discurso de apertura del siguiente año, por lo tanto era la designada. Con mucho cuidado le dije a doña Rosa que no podía pronunciar ese discurso por mi rechazo al sistema, y conociendo que estarían presentes ministros y personalidades del gobierno, y que además era obligatorio referirme a Trujillo, estaba renunciando a esa distinción.. Doña Rosa respondió: ‘Ya usted está seleccionada y esa decisión no puede variar; eres inteligente, vas a pronunciar ese discurso sin mencionar a Trujillo y sin crearme problemas a mí. Esa es tu obligación’”. Escribí y leí algunos párrafos, no hablé de Trujillo, recuerdo que una frase decía ‘Cuando la juventud, inspirada en los héroes de la patria, por los caminos del saber, se levanta’. Cuando descendí del pódium me saludó Ramón Marrero Aristy, preguntó con amabilidad mi nombre y dijo suavemente ‘Dios te ayude’. Yo quería esa ayuda para doña Rosa. Ella tenía vinculaciones con el régimen y se arriesgó por mí. Años después trabajaron con ella Lourdes Camilo de Cuello y Lourdes Contreras de Isa, esposas de personalidades asociadas a ideales comunistas”. No fue la última vez que los Herrera jugarían un papel importante en la vida de doña Milagros. Trabajó en el Instituto Gregg hasta 1963, año en que don Rafael tomaría las riendas del Listín Diario y ella perseguiría su vocación política. “Para esos días, don Rafael recibía muchas visitas importantes y pasaba horas estudiando economía en una pequeña biblioteca llena de los mejores libros del Fondo Cultural de México. Interesado en el proceso político dominicano conversaba a menudo conmigo sobre temas relacionados con el nuevo gobierno”. En ese momento, ninguno de los dos sabía que, pocos meses después, las fuerzas conservadoras derrocarían al profesor Bosch y que la joven Milagros necesitaría de la influencia de Listín Diario para salvar la vida. “Luego del golpe siguieron momentos difíciles, en mi caso personal estuve presa en el palacio de la Policía y luego deportada a Venezuela. Creo que mi salida fue posible por el tratamiento que a nuestra detención le otorgó el Listín y su director”, relata. Pero, ¿cuáles fueron las condiciones que se crearon para el golpe y qué papel jugó el Listín Diario en este período histórico que coincide con su reapertura? Ortiz Bosch tiene una respuesta certera, rápida; esos fueron momentos que marcaron su vida, y la vida de la nación por la que luchaba junto a tantos otros. “El gobierno debió enfrentar acusaciones injustificadas, ataques mordaces que provenían desde diferentes sectores de la sociedad. Primero la iglesia Católica y otros grupos religiosos veían una amenaza en la supuesta filiación comunista de Bosch”, dice. “La antigua estructura conservadora de Trujillo tenía miedo al ejercicio de la democracia y de su propio pasado de complicidades con la tiranía. Para agravar la situación, a la caída de la dictadura se procedió a la confiscación de todas las propiedades del dictador, propiedades que desataron las apetencias de sectores sociales importantes, ambición que chocaba de frente con la honestidad de Bosch y su defensa del patrimonio del pueblo. Su estilo austero de gobierno, de recortes del gasto corriente para priorizar la inversión, los ajustes a los presupuestos de las diferentes secretarías e instituciones públicas causó disgusto entre los que
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aspiraban a beneficiarse del erario público”. El tiempo probaría que librarse de la corrupción sería una tarea pendiente por más tiempo del que podían imaginar entonces. “El empresariado fue otro de los sectores sociales que vio con temor al gobierno de Bosch, sobre todo por la falta de conocimiento de las normas y principios que rigen al sistema democrático como consecuencia de las tres décadas de dictadura. Desconocían la interrelación de la democracia con la producción y los negocios creadores de riquezas y empleos. La situación internacional fue otro factor que posibilitó a los golpistas tronchar el proceso democrático. La revolución cubana atemorizaba a la comunidad mundial, principalmente a los Estados Unidos, que veía con recelo, incluso, los procesos democráticos y de justicia social”. En este contexto, Listín Diario optó nuevamente por un camino de defensa de los derechos ciudadanos. “La reapertura del Listín Diario, que coincidió con el gobierno de Juan Bosch durante dos meses, tuvo una posición de apego a la democracia, llamó en diferentes editoriales a respetar las libertades ciudadanas, a defender los derechos humanos que garantizaba la democracia representada por el gobierno constitucional”2. Ni los esfuerzos editoriales de Listín Diario, ni los de muchos otros sectores pudieron detener el golpe de Estado. “La situación posterior al golpe de estado fue anárquica, los golpistas desconocieron la Constitución proclamada después del triunfo del PRD en diciembre de 1962, igual se hizo con los poderes del Estado. Para la conducción del Poder Ejecutivo formaron un Triunvirato integrado por Emilio de los Santos, que había fungido como Presidente de la Junta Central Electoral en 1962, el doctor Ramón Tapia Espinal y Manuel Taváres Espaillat”. 2
Listín Diario”, 4 de Agosto de 1963. Editorial “Nuestra posición”.
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La reacción del pueblo y de los sectores políticos que se rehusaban a volver al autoritarismo no se hizo esperar. “En noviembre de 1963 los miembros del Movimiento 14 de Junio iniciaron una insurrección con el objetivo de restituir el gobierno democrático de Juan Bosch y un número significativo de estos sublevados fueron asesinados, como su líder el doctor Manuel Aurelio Taváres Justo, y otros de sus dirigentes enviados al exilio. Estos fusilamientos provocaron la renunciara del licenciado De los Santos, quien fue sustituido por Donald Reid Cabral. Más tarde renunció Ramón Tapia Espinal y posteriormente Taváres Espaillat. La designación de Ramón Cáceres Troncoso conformó un ‘triunvirato’ formado por dos”. Para Milagros Ortiz, en esos convulsos momentos, Listín Diario contribuyó en la batalla por la recuperación de la democracia. “Recogió en sus páginas las opiniones de repudio al golpe militar que se producían en el extranjero y publicó las expresiones de apoyo al depuesto gobierno de Bosch”. Una anécdota resume, para ella, la participación de Listín Diario y de Rafael Herrera en esta lucha. “Al mes del golpe de Estado, a pesar de la represión que existía, yo personalmente le fui a llevar a don Rafael un comunicado donde aparecían imágenes fotográficas de los abusos y atropellos que se estaban cometiendo. Don Rafael encontró la denuncia muy grave, y preguntó. ¿Quién diseñó esto? Se refería a la composición gráfica del comunicado, que era novedosa. Preguntó si el autor era el padre de mi hijo; le dije que sí. Todos sabíamos, Peña Gómez el primero, que no era fácil esa publicación. Me alejé sin respuesta. Al día siguiente el comunicado titulado ‘A un mes del golpe’ apareció publicado en el Listín Diario tal y como lo habíamos entregado. Esas páginas conmovieron a la población. Sólo el Listín Diario se arriesgaba a publicar una denuncia de esa magnitud. Conservo esas páginas enmarcadas. Son mi homenaje a don Rafael Herrera”. Ese apartamento que ha alojado por 30 años sus afanes guarda también esas páginas. Doña Milagros, la luchadora, se levanta y busca un cuadro donde el horror del golpismo se hace palpable. Las mira con firmeza, con esa valentía que da el haber vivido. El cumplir con honrar a los amigos. Y luego de un prolongado silencio continúa. “El Listín acrecentó su fortaleza a partir de su credibilidad. Juan Bosch desde el exilio buscando información de lo que ocurría en el país, cuando le llamaban por teléfono desde el territorio nacional o recibía visitas en San Juan o en Aguas Buenas, preguntaba: ¿qué dice el Listín? Los editoriales de don Rafael continuaron siendo una brújula que orientaba la opinión pública. Una voz para los que reclamábamos el ejercicio de nuestros derechos”. El desenlace es conocido. El Triunvirato no contó con el respaldo de la población, incluso muchos de los mayores opositores a Bosch, poco tiempo después, le retiraron el apoyo, dice Ortiz Bosch. “Ese gobierno fue el resultado del despojo de los derechos democráticos que el pueblo comenzaba a disfrutar. En el inicio de su gestión el Triunvirato gobernó sin una gran oposición a causa de la dispersión que las deportaciones y la persecución política impusieron al PRD, acciones acompañadas de represión militar y policial. El regreso del miedo que habíamos conocido durante la tiranía paralizó a la población”. Pero no por mucho tiempo. La organización de las elecciones, un compromiso del Triunvirato, no se materializaba y el descontento “fue creciendo en los diferentes estratos sociales que habían disfrutado siete meses de democracia, proceso que alcanzó a las filas militares que en ese periodo disfrutaron de relaciones de paz con el pueblo. Fue esa parte descontenta de las fuerzas militares la que, la tarde del sábado 24 de abril, con la insubordinación del capitán Mario Peña Taveras al encarcelar al general Marco Rivera Cuesta, dio inicio a la Guerra de l965. De la primacía de esta noticia en la voz de José Francisco Peña Gómez y a través de Tribuna Democrática, el programa radial del PRD, se conoció el estallido”. Los
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rápidos sucesos de los días siguientes culminaron, en principio, con una victoria del pueblo. Desde el exilio, Bosch pidió detener la guerra para evitar muertos, recuerda su sobrina. “Fue la intervención extranjera la que creó el caos. Juan Bosch le pidió al gobierno de los Estados Unidos que detuviera la agresión contra una nación que aspiraba a restablecer la voluntad expresada por su pueblo en elecciones libres”. El desenlace fue fatal. “Listín Diario circuló los días 25, 26 27 y 28 denunciando con editoriales el desconocimiento de los derechos de ciudadanos, invitando a deponer la violencia y exhortando a los dominicanos a buscar soluciones pacíficas. El local del Listín, que estaba situado en la calle 19 de Marzo, en la Zona Constitucionalista, bloqueada por las tropas invasoras, tuvo que cerrar y el diario dejó de circular, pero en esos cuatro días ejerció un periodismo responsable y reflejó en sus páginas la hazaña heroica del pueblo en defensa de la constitucionalidad”. Desde antes, y al calor de estas luchas, se fortaleció la amistad entre Juan Bosch y Rafael Herrera –una complicidad generacional y entre intelectuales—y nació una entre el director del periódico y José Francisco Peña Gómez, el líder de relevo. Milagros Ortiz Bosch fue testigo de ambas. “Si las paredes del despacho de Rafael Herrera hablaran, confirmarían que todos los acontecimientos de trascendencia nacional fueron tratados entre ellos (Herrera y Peña Gómez). Había cierta admiración y respeto de don Rafael por el líder que, a pesar de las adversidades de la vida, con perseverancia, cultivó la inteligencia. Para Peña Gómez era admirable el conocimiento de la sociedad dominicana de don Rafael, su dedicación por la lectura de temas económicos y su permanente mediación en la solución de conflictos. Alguna vez Peña Gómez propuso a don Rafael Herrera la nominación presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano”, revela Ortiz Bosch.
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Y para ella, ¿qué representa Listín Diario a sus 120 años? “Es un intérprete de nuestra sociedad. Pero una expresión abarcadora y universal. No sorprende al hojear sus páginas encontrar informaciones que ilustran esta aseveración: reseñas del acontecer social, de su cotidianidad, páginas abiertas al arte, a la literatura y el quehacer de los principales artistas e intelectuales de cada época; espacios dedicados a la vida deportiva y religiosa de los dominicanos, a las fiestas y tradiciones nacionales y la permanente atención a la educación del que El Plan Lea es un ejemplo. Pero interpretando siempre a la sociedad. Ahí están también las reseñas los movimientos sociales, las huelgas, los abusos y atropellos a la ciudadanía sobre todo en los momentos en que la libertad ha estado bajo amenaza. El Listín Diario ha defendido la institucionalidad y el equilibrio social”. Acostumbrada a mirar más allá de la superficie, y con esa mirada amplia que le dan sus experiencias como legisladora, política y empresaria agrega: “Un papel que no le reconocemos es el jugado en el nacimiento del sector empresarial surgido después de la desaparición de la dictadura. El periodismo que el Listín Diario realiza tiene sustentación en la capacidad financiera que aporta la sociedad donde circula y en ese aspecto es notable la visión y la misión cumplida”.
José Rafael Molina Ureña (1921-2000), fue designado Presidente por las Fuerzas Armadas tras el fin del Triunvirato. Gobernó del 25 al 27 de abril de 1965.
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Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez “Creo sinceramente en la comunicación social” Monaguillo, seminarista, sacerdote, obispo, arzobispo y cardenal. Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez no tenía grandes pretensiones cuando lo ordenaron sacerdote el 18 de marzo de 1961. Quería ser un sacerdote más, dice, dedicado a la vida pastoral y a los jóvenes. Su vocación, disciplina y pasión por los estudios le tenían reservados, sin embargo, los más altos cargos que concede la iglesia Católica a sus titulares después del Papa. La vocación que nació hace más de 59 años, cuando ayudaba misa en el colegio Inmaculada Concepción de La Vega, permanece intacta; y él, confiesa a Listín Diario, sigue fiel a sus viejas motivaciones.
Una colección de 195 grandes carpetas que contienen todo tipo de publicaciones corona el estante principal de la oficina del arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez. Homilías, conferencias, discursos, cartas pastorales y crónicas periodísticas recopilan los 28 años de su labor episcopal como cabeza de la Arquidiócesis que le fue encargada en 1981. Les sirven de consulta y archivo y como testimonio de muchas horas de trabajo. Libros por montones –ordenados y desordenados-, enseres de oficina, pelotas de béisbol, figuritas del actor mexicano Mario Moreno [Cantinflas], fotos familiares que sonríen, una rubia imagen del cardenal con apenas 2 años, otra del Papa Juan Pablo II firmada con su puño y letra y un montón de placas y reconocimientos le dan al entorno un aire familiar y acogedor que más de uno se habría imaginado más sobrio. Pero luego el invitado se da cuenta de que el despacho se parece a él: sin poses, franco, sincero, como preparado para una faena que no parece tener fecha de caducidad, que empezó hace más de 59 años y que le han mantenido 48 años como sacerdote, 31 de obispo, 28 como arzobispo y 18 como cardenal. Afable, hospitalario y conversador, reflejando esa quietud espiritual y sonrisa franca que siempre han trascendido a su fama de hombre rebelde, accede a contar su historia.
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La experiencia que le impactó y terminó por convencerlo de que el sacerdocio podría perfilarse entre sus planes futuros ocurrió mientras ayudaba misa al sacerdote Ercilio de Jesús Moya en el colegio Inmaculada Concepción de La Vega, donde era monaguillo desde los 10. “En el momento de la consagración tuve una especie de… no sé, de inspiración, ¿cómo se le puede llamar a eso? Cosas de muchacho. Pensé ¿por qué no puedes hacer un día lo que el padre está haciendo ahora? Eso fue lo que pensé”, expresa. Le compartió la inquietud al padre Ramón Antonio Bobadilla, entonces párroco de La Vega, y su respuesta fue: “Bueno, Nicolás, tenemos que esperar a ver si el Señor nos da unas señales más claras de vocación, porque un muchacho de 12 ó 13 años no puede todavía estar marcado ni definido. Vamos a esperar a que vengan del Seminario, tú hablas con ellos a ver qué te dicen los padres”. A sus papás, Perfecto López y Delia Rodríguez, les aconsejaron que no lo enviaran solo al seminario de Santo Domingo hasta que terminara el bachillerato. Que luego se decidiera. Se inscribió en el liceo de La Vega, donde sus hermanos habían sido alumnos brillantes, pero a la semana ya se había decidido. “Mamá, me voy pa’l seminario. Ella siempre me quiso mucho y dijo déjenlo que haga lo que quiera. Me puse mi trajecito, mi saquito y me vine aquí al seminario Santo Tomás de Aquino, solo”. Tenía 14 años. Llegó a finales de octubre, dos meses después de que iniciaran las clases y dice que se tuvo que fajar y ponerse al día con las clases. Y vaya que lo hizo. Pasó con excelentes notas el seminario y más tarde, cuando se marchó a estudiar a Roma, obtuvo Suma Cum Laude en su licenciatura en Ciencias Sociales. Allí también estudió sociología pastoral y derecho canónico. Y luego jamás ha dejado de estudiar. Todo lo que le interesa. López Rodríguez tenía 24 años cuando lo ordenaron sacerdote el 18 de marzo de 1961, y comenzó su labor en La Vega bajo el episcopado de monseñor Francisco Panal Ramírez. Su primera misa la ofició en el mismo lugar donde ayudaba como monaguillo, en el colegio Inmaculada Concepción, en el que residían alrededor de 300 internas de diferentes partes del país. ¿Se puso nervioso? “No, no tengo carisma para los nervios”, dice el Cardenal. Tampoco se puso nervioso cuando le tocó, 17 años después, dar su primera rueda de prensa. Una rueda de prensa que marcaría su relación con los medios de comunicación y lo convertirían en una de esas personalidades que marcan pauta en las salas de redacción. Luego de 15 años dedicados al sacerdocio y a la docencia en La Vega, las tranquilas aspiraciones de López Rodríguez tomaron de pronto otro giro: fue ordenado primer Obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís el 25 de febrero de 1978. Allí desarrolló una intensa labor pastoral durante tres años y ocho meses. En ese tiempo visitó 700 comunidades en las provincias que pasaron a formar parte de la diócesis (Duarte, María Trinidad Sánchez y Samaná) y se dedicó a buscar ayuda para la fundación de una casa para cursillos sociales. A San Francisco de Macorís la conocía muy bien porque dependía de la Diócesis de La Vega y visitaba la ciudad con frecuencia. Él había ocupado, además, los principales cargos en la diócesis vegana después del obispo: vicario cooperador de la catedral, canciller y secretario de la curia diocesana, asesor de la Pastoral Juvenil, párroco de la catedral, vicario de pastoral y vicario general. Con toda esta experiencia resulta curioso que Nicolás (no le molesta que lo llamen por su nombre) admita que en octubre de 1981 recibió la sorpresa más grande de su vida, y que todo pareció formar parte de una coincidencia histórica que prefiere no pasar por alto.
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Al centro, Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez junto con el Nuncio de su Santidad, Monseñor Fortunato Baldeli (derecha) y el obispo de La Altagracia, Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito en la ceremonia inaugural ayer de la Casa del Sacerdote de Las Américas en San Francisco de Macorís. Detrás, Monseñor Agripino Núñez Collado. Foto: Listín Diario/Freddy Caputo. 6 de julio de 1982.
Al cumplir los 75 años, el cardenal Octavio Antonio Beras Rojas presenta su renuncia al Papa Juan Pablo II como arzobispo de Santo Domingo. Se la iba a entregar el mismo día que el Papa cayó baleado, el 13 de mayo del 1981, y no lo pudo ver. Cuando el Papa pudo ocuparse del caso aceptó la renuncia de Beras y pidió que se consultara a todo el mundo para ver quiénes podrían ser los candidatos a ocupar el puesto. “Yo estaba caminando por las lomas de Villa Riva, cerca de Nagua. Iba a estar un mes completo por allá porque tenía que visitar 62 comunidades cuando recibo un anuncio de San Francisco de Macorís de que bajara urgentemente”, narra el Cardenal. El Nuncio quería verlo. Esto ocurrió el 27 de octubre y estaba contemplado que el nuevo arzobispo se instalara el 16 de noviembre. “Era una cosa completamente fuera de lo común, porque de ordinario cuando se toman esas decisiones se le avisa a la persona, se prepara, se hace un anuncio y ya después de otros meses viene a instalarse, pero resulta que el Cardenal Beras le había pedido al Papa que le aceptara la renuncia, que le nombraran un sucesor y que lo se lo instalaran el mismo día de su cumpleaños, que era el 16 de noviembre”, explica. Cuando llega a la nunciatura, el nuncio monseñor Giovanni Gravelli, recién llegado de Roma, le confesó que lo llamaba para informarle que se habían revisado las consultas, que el Papa Juan Pablo II había decidido nombrarlo arzobispo de Santo Domingo y que si estaba de acuerdo que le escribiera al Sumo Pontífice respondiendo a la petición.
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El pidió algunos días para pensarlo y hablar con su confesor pero le respondieron que era una urgencia y tenía que contestar ese mismo día. “Le digo pues déjeme ir al Seminario a escribir la carta. Me senté en la máquina y le escribí una carta al Papa aceptando la designación”. Se había sorprendido, explica, porque “éramos doce obispos acá y yo era el más joven de todos y el último en ser consagrado obispo. Había gente más veterana que yo”. Además, dice, “indiscutiblemente en mi vocación no hay grandes pretensiones, te lo puedo asegurar. Quería ser un sacerdote como cualquiera de los que veía”. Con la designación, a los 44 años, se convirtió en el arzobispo más joven del mundo. López Rodríguez se muda a la capital y diez años después volvía a recibir otra gran noticia: su Santidad lo agregaba al Colegio de los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, el más alto honor que pueda recibir un sacerdote después del Papa. Y volvía a ser el más joven en recibir tan alta distinción.
Su relación con los medios y con Listín Diario El cardenal López Rodríguez sabe a lo que se enfrenta cada vez que una turba de periodistas lo acorrala y le pide declaraciones sobre cualquier tema. Y lo sabe porque desde muy joven ha estado involucrado en el mundo de la comunicación, aunque con un impacto limitado hasta 1981. En La Vega de los años 70 dirigía un programa radial en la siempre escuchada Radio Santa María por petición de su director, el padre Antonio Cabezas, una especie de catequesis con énfasis en la explicación de los evangelios. En Santo Domingo se hizo cargo de radio ABC, antigua Radio Caribe en los tiempos de la dictadura. “Sí –dice-, aquélla que acabó con la iglesia y que Balaguer, después que matan a Trujillo, se la
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regala al Arzobispado como una forma de reparar todos los insultos que había hecho en contra de Jesucristo, contra Dios, contra la iglesia…”. Al carácter educativo y alfabetizador de Radio ABC se le une, unos años más tarde, Vida 105.3 FM. “A las dos le quise dar un carácter evangelizador y sobre todo vida juvenil. Durante las campañas de oración, semanalmente, son 4 mil y 5 mil las intenciones que llegan diariamente. Hay un aparato que recibe 25 llamadas simultáneamente”, explica el Cardenal. En agosto de 1995, la Conferencia del Episcopado Dominicano inauguró el canal de televisión Televida, Canal 41, que funcionaría bajo la dirección de la Arquidiócesis de Santo Domingo y que se dedicaría a fomentar valores familiares y educativos. Desde su fundación, el Cardenal dirige, junto al director de Listín Diario, Miguel Franjul, el programa “Fe y Acontecer”, que llega a más de 15 millones de personas porque se transmite en 50 ciudades de Estados Unidos, México y España. Produce y dirige otros programas en radio y TV que lo mantienen en una comunicación constante con los radioyentes y televidentes “porque creo sinceramente en la comunicación social y la Iglesia tiene que estar presente en ese importante campo”, dice López Rodríguez. Además, en el libro “Mi vida pastoral” (2006), el Cardenal hacía públicas sus buenas dotes como escritor. Sin embargo, ¿cuándo se dio cuenta que sus declaraciones pautaban las noticias del día, y que su figura trascendía más allá de la iglesia, provocaba a más de uno y generaba todo tipo de pasiones? La incidencia del cardenal López Rodríguez en los medios de comunicación ha tenido todos los matices y comenzó oficialmente con aquella primera rueda de prensa en 1981, cuando se estrenaba como Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo ante los medios. En 1978, cuando lo nombraron obispo, había publicado dos declaraciones a raíz de las elecciones de ese año que, dice, “como suele
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suceder casi siempre están acompañadas por escarceos, reclamos, impugnaciones”, pero era diferente siendo arzobispo y estando en la capital. Y por eso esa rueda de prensa marcó lo que sería una ajetreada y constante relación con los medios. “Había que recibirse porque estaba toda la prensa dominicana ahí y comenzaron a atacar, incluso algún periódico editorializó como que no se sabía quién era ese señor, que era un desconocido, y después el mismo director me mandó excusas, que no sabía que no me conocía. Era como decir qué se puede esperar de este señor, porque éste es un cibaeño que no sabemos quién es…”. Ríe fuerte al recordarlo. “Fui muy franco. El nuncio Giovanni Gravelli estuvo ahí y se mantuvo todo el tiempo en silencio, pero todas las preguntas que me fueron poniendo directamente lo hice como hago ahora, respondiendo aquí, allá. Lo que trato es de ser honesto en la respuesta, no ando envolviendo las cosas, no me gusta eso”, indica. Más allá de las comparencias frecuentes en medios de comunicación televisivos, radiales y escritos que López Rodríguez debió asumir durante el inicio de su episcopado en Santo Domingo, se dio cuenta que la población esperaba una palabra de orientación sobre las diversas realidades que afectan al pueblo y siempre ha tratado de hacerlo. Asegura que siempre ha tenido en gran estima la comunicación social porque la iglesia Católica, a la que pertenece y pastorea en la Arquidiócesis de Santo Domingo, es comunicadora por vocación y misión, debiendo transmitir el mensaje que Jesús su Fundador y Maestro le confió en todas las épocas, en todos los lugares y a todos los hombres y mujeres. Y en ese aspecto, valora el trato que Listín Diario le ofrece a la iglesia Católica y la generosidad con que a lo largo de los años han tratado sus intervenciones públicas, particularmente las homilías y conferencias. “Debo reconocer y agradecer a los directores de Listín Diario, especialmente primero al recordado don Rafael Herrera, verdadero maestro del periodismo dominicano, y luego al buen amigo Miguel Franjul, quien ha continuado su obra en los últimos años, en que no han faltado ciertas contingencias y momentos desagradables. Es justo reconocer que el Listín Diario siempre ha dado importancia a las actividades pastorales y religiosas, además de contar con varias personas entre sus articulistas que pertenecen a la iglesia Católica, comenzando por el querido Monseñor Arnáiz, cuyos escritos son lectura necesaria todos los sábados con admirable fidelidad”. En general, no lo inquietan los pronunciamientos en su contra ni los señalamientos negativos que puedan enjutarle adversarios, medios y comunicadores. “A mí eso no me quita el sueño porque lo he repetido muchas veces, nunca he mendigado aplausos de nadie ni he temido críticas, específicamente de gente que no tiene ni capacidad, ni competencia ni autoridad para criticar a nadie, porque sus hechos son sobradamente conocidos”. Dice que fruto de sus habituales estudios y lecturas es ese carácter fuerte que lo distingue y del que se siente muy satisfecho, y que así como hay personas que desperdician cuantiosas palabras y al fin no se sabe qué es lo que han dicho o quieren decir, “hay otras que vamos al grano directamente y en pocas palabras reflejamos nuestro pensamiento, y éste es mi caso”. ¿Qué si sufre los escándalos que envuelven a sacerdotes en relaciones afectivas o que deciden abandonar el ministerio? Pues sí, admite que los sufre. Sin embargo, afirma que aunque esta realidad ha acompañado a la Iglesia a lo largo de su historia, es lamentable que mucha gente esté opinando sin conocer la complejidad del asunto.
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“He llegado a la conclusión de que muchos sacerdotes se ordenaron sin auténtica vocación y ante las dificultades y exigencias del ministerio se ven precisados a dejarlo. Otros ciertamente tuvieron su vocación, pero un conjunto de circunstancias, aislamiento, condiciones de vida, carencia de verdaderos amigos entre los mismos sacerdotes, dificultades con su obispo o superior religioso, debilidad afectiva, abandono de la oración, vida espiritual muy precaria o prácticamente nula, todo eso contribuye a que un determinado número de sacerdotes abandonen el ministerio. Hay casos en que este abandono se da sin mayores estridencias aunque siempre es lamentable, mi posición ha sido ésta, si usted no puede vivir dignamente su sacerdocio, pida a la Iglesia que le dispense de las obligaciones inherentes a su ordenación sacerdotal y retírese”. Ahora bien, en los casos en que los escándalos provocan grandes sufrimientos a los fieles, su posición es muy clara: “La persona debe ser suspendida ‘a divinis’ (prohibición de ejercer el ministerio y en especial la celebración de los sacramentos) y solicitar de inmediato a la Santa Sede la dispensa para que pueda honrar las obligaciones de justicia que su conducta conlleva, como es el caso de eventuales hijos que procree”.
Confesiones del cardenal López Rodríguez Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana, baja a la capilla, tiene una hora de oración, celebra la misa con las hermanas y después desayuna. “Ahí leo los periódicos del día”. Sabe más o menos la línea editorial de cada periódico y por eso no los lee todos. El Arzobispado recibe unos cuatro. De Listín Diario se decide primero por las noticias internacionales, por la página editorial -“para ver por dónde se mueven las cosas”-, los temas sociales y los deportes. Se confiesa un gran seguidor de los atletas dominicanos. ¿Su equipo de béisbol local? “Águilas, todo el tiempo, fanático mil por mil”, responde el Cardenal y ríe a carcajadas. Respira y dice “soy un lector voraz”. Y es cierto, un extremo de su despacho es una enorme biblioteca abarrotada de libros de lectura y consulta que algún día piensa donar al Seminario. De la Biblia, se complace permanentemente en los evangelios, de los que se declara un estudioso empedernido, y si de salmos se trata prefiere los salmos octavo (sobre la maravilla de la creación), 50 y 23. Las internas del colegio Inmaculada Concepción se alegraron cuando lo nombraron arzobispo pero le advirtieron que aunque al padre López lo hubieran ascendido para ellas no era ni obispo ni arzobispo ni cardenal, y siguen llamándolo así, padre López, y visitándolo todos los años para su cumpleaños. Pese a que recibe constantemente condecoraciones y honores en el país y en el extranjero, el Cardenal admite que no es hombre de honores, al contrario: “Me gusta hacer honor a otro, y al humilde con más razón”. Cuando le tocó trasladarse a la Capital no vio ninguna diferencia con el trabajo que venía realizando en La Vega y en San Francisco de Macorís desde su ordenación como sacerdote. “Simplemente me ampliaron la diócesis”, sonríe. Comenzó creando parroquias en los barrios más pobres de la capital; cuando llegó había 81, hoy llegan a 210. Se defiende en cuatro o cinco idiomas, disfruta y vive cada una de las celebraciones de confirmaciones que realiza y sólo porque se siente comprometido a responder confiesa que si debe elegir a una persona que le haya servido de modelo de enseñanza y vida esa persona es Juan Pablo II.
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“Era muy amable, muy gentil”, recuerda. En más de una ocasión el Papa también demostró cuánta confianza le merecían el trabajo y la persona del cardenal López Rodríguez. Mientras ejercía la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) surgió la coyuntura de que había que preparar la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que tendría lugar en octubre de 1992 en Santo Domingo, y el Santo Padre lo nombró uno de los tres presidentes encargados de llevar a cabo la misión. En agosto del 2008, durante el III Congreso Americano Misionero, López Rodríguez participó como enviado especial del Papa en el lanzamiento de la gran Misión Continental, presidiendo una multitudinaria ceremonia religiosa en Quito, Ecuador. “Él quería mucho a Santo Domingo”, expresa el Cardenal. Recuerda que durante su primera visita al país, en 1979, antes de continuar su viaje hacia México, le dijo al Cardenal Beras que quería pasar por un barrio sencillo. Y como el barrio de Los Mina quedaba en la ruta hacia el aeropuerto allí se paró. “Causó furor, y varios años después preguntaba ¿y cómo está mi gente de Los Mina?” El Cardenal, sin hábitos, disfruta compartir con sus hermanos, sobrinos, personas amigas y vinculadas a él por razones de trabajo. Tiene una enorme colección de música de eminentes compositores y una selección de las películas de Mario Moreno [Cantinflas], “persona a la que siempre he admirado por el incomparable ser humano que fue, reflejado en todas sus valiosas realizaciones”. Otro aspecto de su vida poco conocido es el tiempo que dedica a escuchar a las personas que le piden orientación y le comparten sus problemas. Y de las muchas actividades que hace, una de las que le proporciona mayor satisfacción y alegría es compartir con los jóvenes. Se encuentra continuamente con ellos en colegios, escuelas, iglesias y universidades y para ellos produce semanalmente el programa “El Cardenal con los jóvenes”, que se transmite por Televida. Los jóvenes también lo invitan a conversar, a que conozcan sus experiencias y a que el Cardenal les hable sobre su vida como obispo y sacerdote. En estos momentos el Cardenal está enfocado en la organización del plan pastoral de la gran Misión Continental y en los trabajos de terminación del Museo de la Catedral, cuya Unidad Ejecutora él dirige. Se espera que el Museo esté listo para 2011, año en que se celebra el V centenario de la erección a catedral de la Basílica Metropolitana Santa María de la Encarnación, Catedral Primada de América.
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Carmenchu Brusíloff “La mente del verdadero periodista trabaja a toda hora y donde sea” Gran reportera, narradora y columnista. En el país, le ha dado otro concepto al verbo viajar, a los reportajes, a la crónica social y a los temas de género. Su relación con Listín Diario, que comenzó en 1982 bajo la tutela de don Rafael Herrera, marcó su vida profesional y fortaleció su compromiso de proteger y transmitir las necesidades de los menos afortunados, de los sin voz. Vivió muchas etapas, pero todas quedaron marcadas por su dedicación al trabajo y su increíble talento como estratega y creadora de historias.
El tratamiento de los temas culturales y sociales en el país le debe mucho a su pluma y buena letra. Con un estilo inconfundible, retratado los más hermosos paisajes del país y descubrió parte de sus más hondas miserias. Marcó tendencias en la cobertura de temas sobre medio ambiente y pobreza, y con el mismo entusiasmo que entrevistaba a un político o conversaba con un estudiante de provincia, se subía en un helicóptero para confirmar hechos y rumores. Le ha tocado entrevistar a políticos locales e internacionales, premios Nobel, damas glamorosas y filántropos. Sus crónicas redefinieron el verbo viajar y sus métodos de trabajo le han dado fama de exigente y perfeccionista. Ella fue, en el periodismo dominicano, pionera en el uso de la tecnología, el color en la prensa y la cobertura de temas de género. Sus comienzos, sin embargo, no parecían augurarle tantas emociones, tantas aventuras y encuentros que bien merecen recogerse en una antología sobre periodismo. ¿Se imaginaba doña Carmenchu, cuando cubrió para un medio local en 1975 la inauguración del edificio que aloja actualmente a Listín Diario, que en los años venideros esa sería su casa por al menos 27 años? Aunque nació en Santander, España, la primera nacionalidad de María del Carmen Brusíloff (Carmenchu desde siempre) fue la dominicana, país al que llegó con su mamá, la gran periodista e investigadora María Ugarte, a principios de los años 40. Era una cría.
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De pequeña ya sentía por el periodismo una especie de cariño que nació cuando acompañaba a Ugarte al periódico El Caribe, donde trabajaba desde su fundación en 1948. Carmenchu realizó estudios hispánicos en España y vivió tres años en Washington y uno en Argentina acompañando a su esposo, que era militar. La revolución de 1965 los encontró fuera y cuando regresaron, para 1967, Carmenchu estaba un poco aburrida. En 1972 aceptó –a instancias de su mamá- un trabajo como traductora de artículos de moda del New York Times para el periódico El Caribe. Sus trabajos se publicaban todos los sábados en la columna La moda en Santo Domingo. ¿Su primer trabajo en primera página? Una entrevista al diseñador Oscar de la Renta sobre la moda y la influencia china. Luego llegaron otros temas que traducir -incluido el sonado caso Watergate-, artículos propios que redactar, noticias que perseguir y actividades sociales que cubrir. Hacía de todo y, aunque le pagaban por artículo publicado, pronto destacó como redactora de temas sociales. Los trabajos sobre los barrios marginados de la ciudad le merecieron el Premio Shell de Periodismo en 1973 y, dos años después, en 1975, recibió el Premio Arturo J. Pellerano –el más prestigioso del área- por unos trabajos publicados en la primera semana de agosto sobre las condiciones en que vivían los estudiantes universitarios de provincias de bajos recursos. El jurado que reconoció su trabajo estaba compuesto por Federico Henríquez Gratereaux, Héctor Incháustegui Cabral y Pedro Mir. “En los años 70 una buscaba romper esquemas y barreras trayendo a primer plano las voces de quienes no tenían quienes hablaran por ellos a nivel público, y proyectar a quienes realizaban una labor a favor de la sociedad dominicana”, recuerda hoy doña Carmenchu esos primeros años detrás de su escritorio en la modesta oficina que ocupa en la segunda planta de Listín Diario. Las recepciones y cócteles de entonces, de mediados de los 70, no eran tan suntuosos como los actuales, y doña Carmenchu aprovechaba las actividades para entrevistar a personalidades y políticos sobre temas de actualidad. Como muestra, sostiene en sus manos una fotografía tomada posiblemente en 1975, durante una recepción en el club de las Fuerzas Armadas en la que se le ve, libreta en mano, abordar al presidente Joaquín Balaguer, que la escucha muy concentrado a juzgar por la expresión de sus ojos. “Me dije: si me dejan acercarme a Balaguer le hago esta pregunta. Como había estado casada con un militar me acerqué saludando a los militares y zas, ahí estaba al lado de Balaguer. Nada más me acerqué y le dije señor presidente, Carmenchu Brusíloff de El Caribe, ¿cuántos son los kilovatios que está aportando la Falconbridge a la red eléctrica nacional? -porque ya había problemas con la luz- y él me respondió de una vez…”. La fotografía la había tomado el reconocido artista Juan Pérez Terrero. En sus crónicas sociales solía dedicarle un espacio a detalles que muchas veces se escondían por cuestiones burocráticas, como aquella ocasión en que un ratoncito atravesó corriendo el salón Las Cariátides del Palacio Nacional en medio de distinguidas damas ataviadas con trajes largos. Por cosas de la vida, y mientras seguía escribiendo y haciendo sus entrevistas para El Caribe, Carmenchu pasó a laborar a la Falconbridge como asistente de relaciones públicas, donde creó y dirigió
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el boletín “El Puente Halcón”. En 1981, don Virgilio Alcántara “se la lleva” al periódico Hoy, recién fundado, y aún sin ver la luz pública, donde labora por espacio de un año. De ese año recuerda con agrado la entrevista que le hiciera a Víctor Espaillat, y a quien le tocó –ya empezaba a repuntar “profesionalmente” su otra vocación- tomarle las fotos. Y también por cosas que pasan doña Carmenchu dejó el Hoy y se enfiló en La Nacional de Ahorros y Préstamos como directora de relaciones públicas y mercadeo y se olvidó del periodismo. Divorciada, con tres hijos, sabía que tenía que trabajar, pero no en periodismo. No, señor, en periodismo no. Eso dijo y era su deseo, pero no lo consiguió. Corrían los meses de 1982.
Comienza el idilio con el decano de la prensa dominicana “En parte fue Ramonita Castillo, una periodista a la que el marido mató porque no le gustaba que fuera periodista, la que me decía que debía escribir para el “Listín”. Ella trabajaba aquí. Entonces don Rafael Herrera (director de Listín Diario) me invitó y esto que ves aquí era de cuando estaba en La Nacional y ya escribía para el ‘Listín’ como colaboradora”, dice doña Carmenchu mientras levanta una hoja amarillenta donde se ven las caras de tres ex presidentes de la República. La fecha marcaba el 30 de diciembre de 1982. Había conseguido que Jorge Blanco, Jacobo Majluta y Juan Bosch le confiaran sus deseos de Reyes. Recuerda que las respuestas llegaron el mismo día, y que la de Bosch comenzaba diciendo que la pregunta era encantadora porque lo devolvía a los días de la infancia, “cuando igual que todos los niños dominicanos creía a las ciegas en los reyes magos”, pero que debía responder como un adulto que está viendo la situación del país con ojos realistas.
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“Lo que yo les pediría a los reyes magos, si todavía creyera en ellos, es que en la noche del 5 al 6 de enero llevaran a las casas de nuestros gobernantes jeringuillas llenas de un líquido inventado expresamente para sacarlos del mundo de ilusiones en que viven y que les inyectara a cada uno de ellos no centímetros cúbicos sino litros de ese líquido, esto es, cantidades que los despierten el día 6 con ideas distintas a las que tienen ahora sobre cómo deben tratarse los problemas económicos de un país pequeño (…)”. Tal fue la respuesta de Bosch. En 1983 don Rafael Herrera la convenció para que se “mudara” al periódico. Y así comenzó un idilio con Listín Diario que aún continúa. Se inició en una diminuta oficina repleta de libros ubicada al lado de la del director, donde colocaron un pequeño escritorio. Don Rafael le asignaba, sobre todo, muchas entrevistas y actividades sociales. “Llegaba de repente y me decía Carmenchu, venga, hágame esta entrevista, y se me aparecía con (José Francisco) Peña Gómez y muchas personalidades que lo iban a visitar”. Mala para las fechas, los números y la tecnología, doña Carmenchu ya perdió la cuenta de la gran cantidad de entrevistas que le ha tocado realizar. Pero algunas no las ha podido olvidar, como aquella ocasión en que debió entrevistar a Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos y premio Nobel de la Paz. En su memoria caben también otros nombres: el coreógrafo Jerome Robbins, el premio Nobel de Fisiología y Medicina Severo Ochoa, el físico y filósofo Mario Bunge, el astronauta Franklyn Chang, Helene Rochas y el príncipe Eduardo. Más que esas entrevistas, le marcaban las historias que vivía y escribía sobre temas sociales, sobre medio ambiente y género porque, confiesa, prefiere ese tipo de periodismo, realista y vivencial. De hecho, a doña Carmenchu se le reconoce como una gran defensora de los derechos de los pobres y de la mujer. “La superación de la mujer y la igualdad entre hombre y mujer eran parte de mis creencias. No era feminista, pero me reunía con ellas y proyectaba sus inquietudes”, indica. Magaly Pineda (que firmaba Leonor Tejada) lo dijo de esta forma el 18 de julio de 1973 en el periódico Última Hora: “En un país donde no hay nada hecho en materia de estudios femeninos, los trabajos de Carmenchu Brusíloff constituyen una invaluable fuente de datos”. Pineda, Licelot Marte, Marta Olga García, Fidelina Thormann de Aguilar, Toñita Ramírez, Magaly Caram y Arita Bergés, entre otras, le ofrecieron la ayuda que necesitaba para obtener información y escribir esos reportajes. En 1984 don Rafael creó la posición de editora Femenina y de Viajes y le ofreció dirigirla. El periódico registró el nombramiento el lunes 16 de julio de ese año y reseñaba que sería su responsabilidad la cobertura de las actividades de la mujer, no sólo de las esferas de sociales y moda, sino de la vida política, intelectual y profesional de la mujer, y que estará además a su cargo la sección de viajes y turismo publicada cada miércoles. Ese mismo año, Listín Diario recibió, del Club de Corresponsales de Prensa Extranjera, el Premio Nacional del Periodismo en la categoría de Desarrollo Turístico por “sus reportajes al desarrollo de la actividad turística dominicana, a través de una novedosa e interesante sección en la que se promueven esfuerzos y empresas turísticas privadas de importancia para el sector”. En los años venideros, la sección se convirtió en un referente cultural pionero en la difusión de temas culturales, sociales y de viajes en el país. Un equipo que Carmenchu califica de entregado y comprometido, unido a las colaboraciones de renombrados expertos, se encargaba de llevar a los lectores el más completo contenido de variedades del país donde no faltaban temas sobre arte, espectáculos, cine y literatura. Entre 1986 y 1987, el
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La Hora del Té fue introducida en 1989 para el centenario del periódico por la entonces editora Femenina y de Viajes, Carmenchu Brusíloff. En la imagen, de 1996, departen Matilde Fabián, subeditora femenina y de viajes; Mirka Morales, gerente de relaciones públicas de Listín Diario; Guillermo Periche, presidente de Periche & Asociados; Carmenchu Brusíloff, editora femenina y de viajes, y Claudine Nova, sub-editora de Las Sociales. Fotógrafo: Juan Pérez Terrero, 26 de febrero de 1996.
La Hora del Té. Al centro, Dominique Bluhdorn. A la izquierda, Mirka Morales. A la derecha, Carmenchu Brusíloff. Foto: Juan Pérez Terrero. Listín Diario, 17 de febrero de 1995.
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suplemento Literatura Joven en Santo Domingo se convirtió en el primer contacto con el mundo cultural de futuras promesas de la poética y la narrativa dominicanas. Ella siguió haciéndose eco de los temas de contenido social. Los trabajos locales publicados a propósito de la Conferencia Hábitat, del programa de las Naciones Unidas, la acercaron más a los asuntos medioambientales y le merecieron el reconocimiento internacional. En ocasiones también le tocó ser atrevida. “Cuando la caída de Duvalier (Haití, febrero de 1986) Jacqueline Ventura y yo fuimos a la casa del presidente Jorge Blanco a hacerle una entrevista a doña Asela con motivo del día de los enamorados. Jorge Blanco quiso estar con nosotros y Jacqueline y yo, de frescas, le dijimos mire, señor presidente, dizque que hay campos de refugiados en la frontera. No, no es verdad, dijo él, dentro de las regulaciones de la Naciones Unidas podemos tener un campo de refugiados pero no lo hay, si quieren comprobarlo, les doy un helicóptero para que las lleve. Llamó al secretario de las Fuerzas Armadas y a los dos días estábamos Jacqueline y yo volando sobre la frontera, porque ¿quién nos mandó a nosotras a hacerle esa pregunta al presidente?”. Un día don Rafael le dijo que escribiera algo sobre la ciguatera. Ella lo firma, se lo entrega y él pregunta si no le importa que salga sin firmar. “No, no”, le respondió Carmenchu. Al día siguiente lo sacó como editorial. Él era así, recuerda nostálgica doña Carmenchu. Hacía cosas que invitaban a la reflexión, colocaba editoriales que muchos podrían considerar tontos pero que retaban la simple percepción. Lo hacía, reconoce Carmenchu, para bajar los ánimos cuando estaban caldeados; así la gente se ponía a comentar sobre el tema del editorial y con ello contribuía a que la paz no se alterara. Otra de sus mejores anécdotas también lo incluye a él. Eran los tiempos cuando el periódico se hacía pegando los textos y las imágenes –literalmente- en la página y doña Carmenchu se había marchado del periódico dejando todas las páginas de la sección Femenina y de Viajes preparadas. “Al día siguiente veo que una tira -algo sin gran envergadura- no está y que había otra cosa en su lugar. Espero a que llegue el pegador de la tarde y le pregunto qué había pasado, que quién y por qué la había quitado y me dice que fue don Rafael. Espero a que llegue y voy, don Rafa, qué usted quitó tal información; me dice gentilmente siiií, yo la quité, le pregunto y por quéeeee y me responde: Para que te acuerdes que yo soy el director. Y me la devuelve para que la ponga”. Las décadas 80 y 90 llegaron cargadas de grandes cambios y a la sección Femenina y de Viajes le tocó ser pionera de muchos de ellos. En 1984, y a solicitud de don Rafael, quien le dio el título, doña Carmenchu estrenó su columna “Menudo”, quizá el primer y único espacio del país que acepta, publica e importantiza todos los temas y en la que los lectores son los verdaderos protagonistas. La sección estrenó el dúo tono en 1985 con fotos de Melba Vincens, electa Miss República Dominicana. También estrenó las primeras computadoras Harris que llegaron a la redacción a principios de los 90 y probó la hasta el momento inverosímil idea de ponerle aromas a las páginas (rosa y café). Para el Centenario del periódico, en 1989, se inició la Hora del Té, una actividad semanal que formó parte de la sección A la Carta que se publicaba los viernes. “La idea se nos ocurrió varios meses antes, en 1988, mientras tomábamos el té en el Hotel Paz, doña Rosa de Herrera, Mirka Morales, Jacqueline Ventura y yo”, explica doña Carmenchu. La primera invitada fue la ex primera dama doña Reneé Klang de Guzmán. El barullo de temas y cabezotes de la sección Femenina y de Viajes dio paso, en 1996, a La Vida, una de las secciones más seguidas de Listín Diario. Dirigida por doña Carmenchu, los temas culturales, de espectáculos y de sociedad seguían llegando con la calidad de siempre a los lectores y lectoras.
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El 31 de diciembre de 1998 doña Carmenchu es jubilada. Permanece en el puesto hasta febrero de 1999, cuando la sección se divide en La Vida y Sociales. Una nueva etapa comenzaría en la vida de doña Carmenchu, porque inmediatamente recibió una invitación de Alicia Estévez, editora de La Vida, pidiéndole que incorporara una columna de viajes a la sección. Y así nació ‘Memorias de Viajes”, la segunda columna de doña Carmenchu y en la que ubica muchas de sus grandes satisfacciones. “Viajar es vivir y meterte en la vida de otras personas, caminar entre gente que no te conoce y compartir lo que hacen te transforma emocionalmente, tu espíritu se va acrecentando con vivencias, con nuevas costumbres y tradiciones, con el modo de ser de la gente”. Eso piensa sobre los viajes y eso le transmite a quienes la leen, porque doña Carmenchu escribe como si estuviera conversando con el lector, como invitándolo a que se convierta en cómplice de sus aventuras, de lo que ven sus ojos.
Por dentro Pese a tantas coberturas, trabajos premiados, fotos tomadas y espacios conquistados, dice que le faltaron y le faltan cosas por hacer. Melancólica, doña Carmenchu muestra algunos trabajos y rememora esos tiempos cuando el entusiasmo por el trabajo y la buena lectura reinaban por encima de las precariedades y la mala diagramación. “Se cogía mucha lucha pero la gente no lo sabía. En ese sentido lo que uno buscaba era sentirse satisfecho con uno mismo, era algo más emocional, menos materialista. Era la época”, indica y habla sobre las muchas veces en que debían esperar a que la redacción central no tuviera servicios pautados para que los que cubrían sociales y cultura pudieran salir a la calle. “Sin embargo, lo hacíamos y con entusiasmo”, reconoce. Exigente, mandona y perfeccionista, sufre por años si en algún texto una coma se escapa y queda fuera de lugar. No acepta los términos medios ni el desgano en el trabajo y disfruta corregir a los redactores que escriben bien y que son creativos. No cree en horarios porque prefiere confiar en la responsabilidad de los redactores y porque está consciente de que, en periodismo, la palabra horario no existe. “La mente del verdadero periodista trabaja de día, de noche, de madrugada y donde sea”, dice. Lee por gusto y según el ánimo se apasiona por los géneros. “Tuve una etapa en la que me gustaba todo lo egipcio, ahora me encanta el suspenso, otras veces el espionaje”, explica. Estudió francés para aprender a desenvolverse con los haitianos, prefería trabajar de noche y de madrugada y siempre andaba con una libreta y bolígrafo a mano. “Las ideas llegan pero se van, las tienes que atrapar en el momento”, suele decir. Además de darle calor a “Menudo” y “Memorias de viajes”, doña Carmenchu es actualmente editora de la revista especializada en decoración Aldaba y sigue colaborando con la Hora del Té. Le cuesta definir y opinar sobre su relación con Listín Diario. No encuentra las palabras. Sobran, de todos modos. Detrás de su escritorio, levanta y abre las manos mientras sus codos presionan las amarillentas páginas que delatan un idilio que ya arribó a sus 27 años y simplemente dice: “Es toda una vida. Llegué en 1982 y tengo ya 72 años”.
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Juan Daniel Balcácer “Las páginas deListín Diario siempre han estado al servicio de la intelectualidad dominicana” Su vinculación personal con Listín Diario data de 1976 cuando regresó al país tras diez años residiendo en el extranjero. Desde entonces inició sus colaboraciones regulares en las páginas editoriales. Sus recuerdos de Listín Diario y de esa época de primeros pasos son dulces.
“Como la mayoría de mis colegas escritores, entonces jóvenes como yo, siempre recibí de don Rafael Herrera y de don Francisco Comarazamy, verdaderos maestros del periodismo y del buen escribir, sabias orientaciones y técnicas para aprender a escribir de manera concisa”. Hoy, ese joven inquieto es un historiador de renombre. Sus artículos, la mayoría de las veces sobre temas históricos, le fueron permitiendo crecer como profesional. “No recuerdo con precisión cuál fue mi primer artículo publicado en el Listín Diario, pero sí estoy seguro de que fue en las páginas del ‘Listín’ donde comencé a publicar mis investigaciones en torno a la vida del general Juan Pablo Duarte, el ilustre fundador de la República”. Entre sus múltiples ocupaciones están la dirección de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, la gerencia corporativa del Instituto Dominicano de Telecomunicaciones (INDOTEL) y la vicepresidencia de la Academia Dominicana de la Historia. Para Juan Daniel Balcácer, Listín Diario siempre ha estado al servicio de la intelectualidad dominicana. Su línea editorial –dice- y su vocación de ser “vehículo de información y orientación para todas las corrientes del pensamiento, sin desvincularse, claro está, de su definida y sostenida orientación democrática”, han hecho de Listín Diario “un periódico de lectura obligada para todos los interesados en el debate de las ideas políticas, historiográficas, sociológicas, económicas, en fin, de todas las disciplinas científicas”. En las páginas de este diario se recoge una parte importante de su pensamiento intelectual, a lo que se suma un profundo afecto por la familia Pellerano y su actual presidente, don Ramón Báez Romano, nos confiesa.
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Como la historia es su pasión, su vida, es desde esa perspectiva que Juan Daniel Balcácer analiza la trayectoria de Listín Diario. “Como es sabido, Listín Diario fue fundado en 1889. Hacía dos años ya que el general Ulises Heureaux, mejor conocido con el apodo de Lilís, había instaurado su régimen dictatorial. Aunque provenía de las filas del Partido Azul, de orientación liberal, el general Lilís, una vez logró controlar los resortes del poder tanto político como militar, procedió a eliminar, exiliar, o encarcelar a algunos dirigentes políticos (aún pertenecieran a su propia organización política) que pudieran interponerse en la cristalización de sus objetivos personales. Hizo reformar la Constitución de la República a fin de extender el período presidencial de dos a cuatro años, al tiempo que también hizo variar la forma de elegir a los gobernantes. Es decir, que el Partido Azul, cuyo principal líder era el general Gregorio Luperón, organización política que enarbolaba el liberalismo y la democracia, había logrado instituir el sistema del sufragio directo y secreto; Lilís, entonces, hizo que dicha modalidad fuera eliminada y sustituida por el antiguo sistema de votación indirecta, preferido de Pedro Santana y Buenaventura Báez”. El contexto económico en que apareció el diario no era el más halagüeño. “En junio de 1888, la administración de Lilís concertó un empréstito con una firma holandesa, la Casa Westendorp y Cía., para el cual hipotecó alrededor de un 30% de los ingresos aduanales. Esos fondos, sin embargo, no fueron invertidos en actividades reproductivas, sino que Lilís los empleó, en su gran mayoría, para sostener la maquinaria político-militar que servía de sustento al régimen”. El clientelismo político y la manipulación de las urnas era, desde aquellos días, un tema presente en el quehacer electoral. “En ese mismo año, se celebró un nuevo certamen comicial y Lilís, como era de esperarse, resultó electo Presidente de la República para un período de cuatro años. Sus adversarios políticos, encabezados por Gregorio Luperón, de inmediato denunciaron un fraude electoral, lo que desató la ira del gobernante quien autorizó a que sus opositores políticos fueran perseguidos, encarcelados, algunos fusilados y los más deportados del país”. Con una población que apenas alcanzaba el medio millón de habitantes, distribuida mayormente en los campos, la República Dominicana de 1889 distaba mucho del país que habían soñado los Padres Fundadores del Estado nacional, reflexiona Balcácer. “Un escaso progreso económico; un sistema educativo de limitados alcances geográficos; un sistema político autoritario y esencialmente caudillista; una población mayormente iletrada; un país fragmentado en tres regiones separadas por inextricables caminos que hacían poco menos que imposible que sus pobladores mantuvieran una comunicación eficaz y ágil; y, entre otros factores más, un gobierno dictatorial que invertía cuantiosas sumas de dinero en espionaje y equipamiento militar para poder combatir a sus adversarios políticos, caracterizaban la sociedad dominicana cuando el Listín Diario vio la luz pública por primera vez el primero de agosto de 1889”. El historiador aquilata el peso del esfuerzo emprendido por el fundador de Listín Diario, don Arturo Pellerano Alfau, y de lo que su iniciativa significó, no sólo para la prensa, sino para el país. “Es fama que era un hombre visionario quien se adelantó a su época. Uno de los propulsores del progreso en República Dominicana, con su formación periodística intentó, y lo logró, crear un medio que se constituyera en una publicación diaria con el propósito de informar, orientar y educar a la sociedad dominicana. El historiador Manuel de Jesús Mañón Arredondo en cierta ocasión lo definió como ‘hombre de espíritu creador’, ‘obrero infatigable y un verdadero apóstol del periodismo nacional’. ‘…Sus largos días de lucha lo atestiguan; [y] amó la cultura de su pueblo, luchó por el bienestar de éste
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en todos los órdenes e hizo del Listín Diario alta cátedra de civismo, fuente de conocimientos, fragua de mentalidades nuevas y brazo y lanza de toda buena causa’”. Sus hijos, Arturo y Rogelio Pellerano Sardá, primero, y luego los descendientes de éstos, continuaron con esa admirable labor altruista y cívica que desde las páginas del “Listín” desarrolló su ilustre progenitor. No fue desde el primer día que Listín Diario (que se conocía como Listín Diario Marítimo) mostró una vocación periodística. En sus inicios, recuerda Balcácer, “consistió de una hoja impresa de un solo lado que contenía información acerca del movimiento marítimo de ese día y del siguiente en el puerto de Santo Domingo”. Sus orígenes comerciales, que le diferenciaron de otras aventuras editoriales, fueron cobrando forma con el tiempo. “De esa manera, los comerciantes y consumidores de mercancías se enteraban de la salida y llegada de los veleros de cabotaje hacia o desde los distintos puntos del país. Recuérdese que para esa época el país carecía de una red de carreteras que en poco tiempo comunicara a las diversas regiones del territorio. Transportar mercancías y valores, a través de las rutas terrestres resultaba, además de arriesgado, un proceso algo tedioso por el tiempo que se tomaba llegar un envío de una población a otra, digamos de la capital a Santiago”. En sus inicios, el “Listín” se limitó a brindar información de carácter local, pero al cabo de poco tiempo, “en la medida en que ganaba aceptación y mayor confianza entre los lectores de diferentes comunidades, sus propietarios comenzaron a incorporarle información de contenido internacional, de manera que poco a poco el periódico (que en esos años de finales del siglo XIX era vespertino) se convirtió en el único medio de comunicación impreso que, diariamente, mantenía informado al país de los principales acontecimientos políticos, económicos, sociales y culturales de República Dominicana como de cualquier otra parte del mundo”. Durante la dictadura de Lilís, ya lo consignó el historiador Mañón Arredondo, el “Listín” “fue adalid de las mejores causas nacionales, permaneciendo siempre vigilante en defensa de los intereses del país y criticando, cuando era necesario, los manejos y negocios turbios de quienes, al amparo del régimen, atentaban contra dichos intereses”. El periódico, considera Balcácer, como era natural, obró con suma delicadeza frente al dictador, pero cada vez que éste, o alguno de sus adláteres, pretendían amordazarlo, “no titubeaba el editorialista en protestar con gallardía frente a cualquier intento de suprimir la libre expresión del pensamiento”. Durante los años de la tiranía lilisista, Listín Diario, como lo haría siempre, “puso sus páginas al servicio de las más destacadas figuras de la intelectualidad. Es casi imposible tratar de reconstruir cualquier episodio o acontecimiento que haya ocurrido desde 1889 hasta el presente, soslayando la necesidad de acudir a las páginas del Listín Diario, excepto, claro está, durante los 21 años en que el mismo estuvo cerrado durante la dictadura de Trujillo”, precisa el historiador.
Listín Diario y la defensa de la soberanía cubana Los pueblos de Cuba y Santo Domingo (al igual que los de Puerto Rico y Haití), siempre han estado unidos por fuertes vínculos de carácter histórico y cultural, reflexiona Juan Daniel Balcácer. Desde la remota época del llamado Descubrimiento o Encuentro de Culturas, en 1492, los aborígenes de las Antillas mantenían comunicación constante y solían solidarizarse ante cualquier peligro que amenazara su supervivencia como colectivos. “Evoquemos, por ejemplo, el caso del cacique Hatuey, quien a raíz de la matanza de Jaragua en 1502, se dirigió a Cuba en donde comunicó a sus
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pobladores aborígenes lo que había sucedido en la isla de Bohío o Haití, y que los españoles bautizaron como Española. Varios siglos después, cuando la guerra restauradora, tras el triunfo de los dominicanos sobre las tropas españolas, y restaurada ya la República Dominicana, un ciudadano oriundo de Baní, Máximo Gómez, se trasladó a Cuba y allí pudo, varios decenios después, conjuntamente con José Martí y otros destacados patriotas, encabezar la lucha por la independencia de ese hermano pueblo del imperio español”. Fue en República Dominicana, específicamente en Monte Cristi, desde donde partió José Martí, el apóstol de la independencia cubana, en compañía de Máximo Gómez, a combatir contra el coloniaje español. Listín Diario fue el primer órgano informativo en dar cuenta de esa memorable hazaña. Y desde ese momento, “las páginas de Listín Diario dieron cabida a todo tipo de información sobre el curso de la guerra revolucionaria entre los patriotas y las fuerzas españolas de ocupación, al tiempo que en sus páginas aparecieron numerosos artículos escritos por esclarecidos próceres y escritores respaldando la causa por la libertad del hermano pueblo cubano”. Esa vertical posición de Listín Diario se mantuvo inalterable, “a pesar de los riesgos que ello implicaba, desde el estallido de la revolución independentista en 1895 hasta 1898 cuando claudicaron las fuerzas españolas. A partir de ese momento, Cuba entró en un período de guerra con Estados Unidos que la ocupó hasta mayo de 1902, cuando alcanzó su autonomía y se convirtió en República independiente”. De luchas por la independencia conoce mucho el decano de la prensa dominicana. Al remontarse a los inicios del siglo XIX y al papel jugado por este diario, Balcácer señala que, durante los ocho años de la Ocupación Militar Norteamericana (1916-1924), “Listín Diario sufrió, como la generalidad de los dominicanos, los efectos devastadores de ese acto de fuerza”. La ocupación militar fue oficialmente anunciada el 29 de noviembre de 1916. “Es fama que al día siguiente el editorial del Listín Diario apareció en blanco. Nunca antes un espacio vacío, en blanco, de un periódico, había expresado tanto”. La ausencia de los caracteres que debieron conformar los párrafos del comentario editorial, constituyó al mismo tiempo la expresión del más firme rechazo al acto de violación a los derechos fundamentales de todos los dominicanos que habían llevado a cabo los interventores norteamericanos. “Listín Diario, pues, jugó un papel digno de admiración durante el interregno 1916-1924. No se plegó a la voluntad de los interventores ni permitió que la censura oficial llegara hasta el extremo de intervenir el medio; con singular prudencia, sus páginas orientaron sabiamente a la población y cuando fue necesario respaldar el movimiento nacionalista que tomó fuerza a partir de 1919, el Listín Diario dijo presente”, opina Balcácer.
El periódico ante el trujillismo “A mi modo de ver”, reflexiona el historiador, “las apetencias del general Horacio Vásquez de continuar gobernando el país aún más allá del período para el cual fue electo, esto es, 1924-1928, lo hizo incurrir el gravísimo error de prestarse para que sus prosélitos promovieran una reforma constitucional a todas luces inconstitucional, pues los asambleístas sesionaron con el fin de extender por dos años más el período para el cual fue electo el general Vásquez, argumentando que cuando él se juramentó como Presidente de la República, estaba en vigor la Constitución de 1908, que estipulaba que el Poder Ejecutivo debía durar seis años en sus funciones”.
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En una jugada política que se volvió en su contra, Vásquez forzó lo que hoy Balcácer califica como un esperpento jurídico, “pues no es verdad que Vásquez juró la Constitución de 1908, toda vez que antes de asumir el poder, el Congreso Nacional sancionó una nueva Carta Sustantiva que fijaba el período presidencial en cuatro años y, además, restablecía la Vicepresidencia de la República (que no contemplaba la Constitución de 1908)”. En adición a la llamada “prolongación de poderes” que entonces facultó al general Horacio Vásquez a continuar gobernando hasta 1930, en lugar de concluir su mandato dos años antes, “también incurrió el mandatario en otro error político, peor aún que el desaguisado jurídico de la prolongación, el cual consistió en promover una nueva reforma constitucional a fin de introducir la reelección presidencial”, una situación que la historia dominicana ha visto repetirse en múltiples ocasiones. “Sin duda, esta circunstancia, a la que se agrega la delicada situación política y económica que padecía la nación, permitieron que el entonces brigadier Rafael L. Trujillo, en connivencia con otros caudillos regionales y con líderes cívicos que adversaban al viejo caudillo mocano, urdieran un movimiento armado con el propósito de derrocar al general Vásquez para propiciar nuevas elecciones presidenciales”. A través de esa compleja sucesión de traiciones que en la historia política dominicana del siglo XX se conoce como Movimiento Cívico, fue que Trujillo subrepticiamente llegó al Palacio Nacional, instaurando su férrea dictadura a partir de 1930, la que, como se sabe, perduró hasta 1961. La tiranía trujillista significó una amenaza inmediata para un periódico que, como Listín Diario, había mantenido una verticalidad en su comportamiento. “Cuando Trujillo asume el control del poder político, militar y económico de la nación, el ‘Listín’ era dirigido por uno de los hijos del fundador del periódico, Arturo Pellerano Sardá, de militancia horacista. Por lo tanto, ya desde la óptica política, era natural que el director del periódico no comulgara con el gobierno dictatorial que encabezaba
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Trujillo. En caso de que la línea editorial del periódico no estuviera acorde con el punto de vista oficial del gobierno, lo más natural era que fuera suprimido”. Pero Trujillo tenía otras tareas más importantes que atender, por lo que primero se aseguró de tener todos los resortes del poder bajo su control, y luego de la prensa. Así, “cuando el dictador estuvo en capacidad de someter a su voluntad al sector de las y comunicaciones, dispuso la fundación de un periódico, La Nación, y gradualmente fue aislando al Listín Diario, periódico al que le fueron retirando los anuncios y los suscriptores fueron obligados a suscribirse al nuevo periódico del dictador, de manera que a los propietarios del Listín no les quedó otra opción que disponer el cierre del periódico, lo que sucedió el 15 de junio de 1942”.
Listín Diario y la primera democracia después de la dictadura Listín Diario reapareció en el escenario nacional durante el gobierno constitucional que presidió Juan Bosch en 1963. “Desde entonces ha jugado un papel determinante en la sociedad dominicana, primero como el periódico durante mucho tiempo de mayor cobertura, lectoría, confianza y credibilidad entre los dominicanos; segundo, porque ha sido siempre un baluarte en la defensa de los principios de la democracia representativa y participativa, de la libertad de expresión, del pluralismo ideológico, un ente de equilibrio, de crítica a todo cuanto constituya una amenaza para los intereses nacionales y, tercero, un órgano informativo al servicio de las causas más nobles con una línea informativa transparente y fiable”, opina Balcácer, quien resume el papel que ha jugado este centenario medio de comunicación en la historia reciente así: “Desde 1963 a 1968 puede afirmarse que el ‘Listín’, como medio de comunicación, ha dado cobertura a los acontecimientos más trascendentales del país y del resto del mundo con un admirable apego a las normas y principios del periodismo profesional, ofreciendo crónicas y reportajes periodísticos veraces y objetivos”.
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Marianne de Tolentino “El Listín fue mi segunda casa” La prolífica crítica de arte conoció el periodismo en la redacción de Listín Diario y por casi 30 años ésta fue segunda casa. Sus aportes a la crítica de arte trascienden fronteras e internacionalmente se le reconoce su trabajo como promotora cultural. Seleccionó las obras que engalanan la primera colección de arte del periódico y desde la dirección de la Galería Nacional de Bellas Artes intenta inyectarle al arte un espíritu nuevo, que enorgullezca al dominicano y sea disfrutado por toda la población.
Una conferencia sobre Honoré Balzac y Gabriel García Márquez pronunciada en el Instituto Gregg de Santo Domingo en 1973 le abrió a doña Marianne de Tolentino las puertas de Listín Diario, del periodismo y de la crítica de arte en el país. Los críticos acusaban a Márquez de haber plagiado a Balzac en su obra 100 Años de Soledad y Tolentino, docente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), demostró que no era cierto. Con el éxito de la conferencia llegó la invitación de don Rafael Herrera, director de Listín Diario, para que escribiera sobre crítica de arte en las páginas del periódico, primero como colaboradora del suplemento Auditorium y luego como coordinadora de Artes & Letras. Oriunda de Francia, donde nació en 1930, doña Marianne había llegado a República Dominicana en 1960, en la decadencia de la dictadura trujillista, y no dudó, tras casarse con el neurólogo Mario Tolentino, en adoptar la nacionalidad dominicana y el apellido de su esposo. Volvería a Francia a estudiar Derecho y lenguas modernas, y regresaría al país para dedicarse a impartir las cátedras de Literatura francesa y traducción jurídica en la UASD. Del Derecho se acuerda, revela, cuando hay un tema que le indigna, como la “muy radicalizada” ley sobre Derecho de Autor, pero estaba, por así decirlo, condenada a destacarse en las artes: pues su abuelo había sido pintor, su papá arquitecto y su mamá, además de pintora, fue una reconocida ilustradora de libros infantiles. “Crecí en una familia donde el arte era todo”, dice. “Yo digo que sufrí el arte, porque mi madre quería que yo fuera pintora. No sé si hubiera tenido talento pero yo tenía otras aspiraciones”. Su hija Inés Tolentino se encargaría de hacerle honor al talento de los progenitores de doña Marianne.
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Sus conocimientos del idioma ruso –dice- le facilitaron aprender el español (al punto de que reconoce que lo escribe mejor que el francés) y don Rafael Herrera le enseñó periodismo. “Don Rafael fue para mí como un padre. Era un hombre muy respetado, con mucha autenticidad. Él me enseñó periodismo, me enseñó a escribir. El arte ya lo conocía muy bien porque venía de una familia de artistas”, confiesa. Sus primeros contactos con el arte local terminarían por conquistarla. Recuerda aquella Bienal de 1963, sus primeras ferias del libro y las recomendaciones de don Rafael. Entonces le pareció que el arte dominicano era muy bueno, sobre todo en la época que va de 1960 a 1965. Suele decir que llegó en un momento en el que el arte dominicano no había podido ser mejor: “Porque era el arte militante de retorno a la democracia. Era Silvano Lora; era Guillo Pérez; era Ada Balcácer; era Ramón Oviedo, y era 1965, un movimiento revolucionario catalizador del arte”, indica doña Marianne. Esos nombres, y más adelante Cándido Bidó, las exposiciones locales y las actividades en Casa de Teatro, llenarían sus primeras cuartillas. Recién llegada a Listín Diario, doña Marianne se dedicó a “pelear”, con el apoyo del director, un espacio para el arte de vanguardia. Había que crear conciencia cultural en una época en que ésta todavía no estaba muy arraigada y se empeñó en las críticas aún cuando éstas representaran una revolución en las líneas del matutino. Uno de los primeros textos, quizá el primero, fue para la exposición “Nueva Imagen”, que se exhibía en Santiago. La plástica dominicana ya contaba con nombres de prestigio cuyas reseñas el público consumía con agrado. Y doña Marianne escribía diferente: una mezcla entre didáctica y reseña periodística que embutía de conocimientos al lector. “Yo nunca he concebido la crítica en el sentido de censurar a un artista o hablar negativamente de su obra, sino tratar de explicar su obra para el público –aclara-. Entonces hay dos maneras: la primera es estimular a la gente que no ha visto una exposición para que ese texto que escribe el crítico la estimule a disfrutarla, y luego, para el que no quiere ir o no le interese ir, que comprenda algo a través del texto”. Para los escritores e intelectuales criollos, Artes & Letras, que luego se convirtió en Ventana, fue mucho más que un espacio en el que publicar sus creaciones. “El Listín siempre ha sido el gran periódico”, reconoce doña Marianne, y firmas como las de Diógenes Céspedes, José Alcántara Almánzar, René del Risco, Manuel Ledesma, Mateo Morrison, Manuel Núñez, Norberto James y muchos otros que la crítica de arte ubica dentro de la actual generación madura, encontraron en el periódico una casa donde exponer su talento en tinta y papel. De esa época, por lo que representó para el periódico y para la cultura dominicana, el recuerdo le trae el nombre de Carlos Francisco Elías (Cuchi), toda una personalidad de la crítica local cuyo trabajo, al día de hoy, trasciende técnica, conocimientos, habilidades y buen decir. “Carlos Francisco fue un abanderado del Listín y de don Rafael, que marcó y sigue marcando la época en cuanto a la crítica de cine y de jazz”, dice. Sus muchos escritos y la avidez con que el público los leía así lo confirman. Y si hay una entrevista memorable que recordar fue la que le hizo en 1974 al escritor peruano Mario Vargas Llosa en Casa de Campo, La Romana, a propósito de rodarse en el país la película “Pantaleón y las Visitadoras”, basada en su novela. “Estaba nerviosísima”, dice doña Marianne, “se publicaron cuatro entregas y a él le gustó y quedamos siendo amigos”. Jacques Renoir, sobrino del famoso pintor impresionista Pierre Renoir, estaba
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encargado de la dirección fotográfica de la película, mientras que el siempre recordado fotógrafo Napoleón Leroux eternizó la entrevista para Listín Diario. Cuatro o cinco años más tarde, durante un encuentro en el que participaron el escritor y su esposa y doña Marianne y Mario Tolentino, en el restaurante El Vesuvio, Vargas Llosa le preguntó que por qué en el país no se había escrito la gran novela sobre la dictadura de Trujillo. “Yo le contesté una respuesta que a veces una no sabe cómo le sale: que por qué no lo escribía él”, indica doña Marianne. Entonces su esposo Mario Tolentino aprovechó para hacerle muchísimos cuentos sobre Trujillo y él se mostró muy interesado. El escritor ya contaba con muchos amigos en el país, entre ellos don José Israel Cuello, que también le habían contado bastante sobre la dictadura. Por eso Marianne se emocionó sobremanera cuando, muchos años después, “La fiesta del Chivo” libro (2000) y película (2006) llenaban titulares en todo el mundo.
Un artículo por día: los afanes en Listín Diario La producción de doña Marianne en Listín Diario fue tan copiosa que llegó a publicar un artículo por día. No sabe cuántos en total –más de dos mil-, pero ya le han propuesto hacer una recopilación y publicarlos (“los mejores, porque no todos los artículos que una escribe son buenos e interesantes”). Se confiesa una llorona incorregible y muchas veces, con lágrimas en los ojos, llegó a reclamarle a don Rafael que no se publicaran algunos artículos “después de tanto esfuerzo, de tanto trabajo”. Pero al rato se le pasaba y hoy recuerda las salidas tardes y los cierres tortuosos con cariño. “La pasión era tan grande que cuando había grandes funciones de ballet en el Teatro Nacional y quería que el artículo saliera al otro día, saliendo del Teatro corría al periódico, donde ya tenía una especie de boceto, y si no salía eran otra vez las lágrimas por el sacrificio, que si mi esposo, que si mis dos niñas, aún pequeñas en ese momento…”.
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La confianza que depositaba el director en su persona aún la abruma: le separó una mesita en su oficina de la Zona Colonial, la apoyaba en percances extra periodísticos relacionados con sus trabajos como funcionaria pública y le concedía libertad en sus escritos. “Agradezco infinitamente a Listín Diario la libertad de expresión que me dieron, por haberme permitido escribir no solamente sobre arte dominicano, sino sobre arte del Caribe”, expresa. Fue ella la que seleccionó, en 1975, la primera colección que engalanó las paredes del recién inaugurado edificio que acoge aún hoy las oficinas de Listín Diario. Doña Marianne es miembro del Consejo Administrativo de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y fue su vicepresidenta. Es una verdadera gestora cultural. Durante ocho años presidió la Asociación Dominicana de Críticos de Arte. Ha publicado ensayos, libros sobre la plástica dominicana y los textos infantiles “El árbol de los pájaros”, “Mi primer museo” y “Juguemos a trabajar: doce historias de niños dominicanos”, esta última inspirada en la historia personal de Cándido Bidó, “que empezó trabajando desde pequeño y ha llegado a ser de los grandes maestros del arte dominicano”. En el año 2000 doña Marianne ganó un concurso para dirigir el Centro Cultural Cariforo en República Dominicana. El proyecto, programado para una duración de tres años, continúa como fundación. En septiembre de 2008 doña Marianne fue designada por decreto directora de la Galería Nacional de Bellas Artes. Desde aquí promueve un nuevo espíritu para el arte y procura que se corresponda con su trabajo como crítica, “que el arte, aunque sea del máximo nivel, no sea un arte para las élites, sino para todos, que el pueblo, el público lo disfrute, que sea educativo”. Se trata, afirma, de una tarea difícil porque el arte en el país es un problema. “Mucha gente de aquí cuando va al extranjero visita los museos de Nueva York, París y España, pero nunca va a un museo dominicano. A mí eso me escandaliza personalmente. No vamos a comparar los museos, pero da pena, yo diría que más que pena, que las personas a veces de mayor nivel económico, social e intelectual no vayan nunca a un museo dominicano, no vayan a una bienal. Eso hay que reconocérselo al Centro León, en Santiago, que ha cambiado esa mentalidad. Prácticamente en Santiago todo el mundo ha ido al Centro León; en Santo Domingo, tal vez todo el mundo haya ido por lo menos una vez al Museo de Arte Moderno, pero visitarlo regularmente, no, poca gente”. Para llevar aires nuevos al Palacio de Bellas Artes, doña Marianne se está acercando a los jóvenes y a los niños. Intenta presentar el arte que promociona en sus escritos, llevando propuestas de calidad que contribuyan a acercar el arte a los dominicanos; si no es así, prefiere no presentar nada. Así lo hace porque nunca, asegura, ha habido una dicotomía entre sus escritos y su papel de promotora y animadora cultural, no importa que se le critique que todo lo que escribe es positivo y bueno. “No me interesa que lo digan, la verdad. Si algo es malo no escribo y punto. La crítica de arte debe educar, debe ser positiva y contribuir a que el arte progrese en forma cualitativa y cuantitativa, y no solamente se trata del arte en sí, del productor, sino que se amplíe la cantidad de gente que disfruta del arte. El arte no es una cosa que no se entiende, es algo que embellece la vida”, concluye.
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Manuel García Arévalo “Don Rafael ha sido uno de los personajes que más ha influído en mi vida” Con la publicación de su primer artículo sobre arqueología precolombina cuando apenas contaba 17 años, don Manuel García Arévalo, empresario, investigador e historiador, se ha mantenido fiel a las páginas de Listín Diario. Don Rafael Herrera lo llamaba “un arqueólogo indigenista y un historiador hispanista”. Reconociendo la gran influencia del diario en sus estudios y trabajos posteriores, promueve desde el sector empresarial una activa labor.
Diecisiete años. A esa edad publicó su primer trabajo de investigación en las páginas de Listín Diario el empresario e historiador Manuel García Arévalo. Corría el año 1967 y el chiquillo, recién graduado de bachillerato, se disponía a ingresar a la universidad. Eran tiempos de cambio. La convulsión política del año 1965 estaba dando paso a la búsqueda de la dominicanidad y García Arévalo recuerda que predominaba el interés por investigar la realidad nacional, el folklore, cómo era el dominicano, qué sentía y cómo se había formado la historia nacional. Todo esto, dice, había disparado la pasión por la investigación histórica y muchas de las opiniones de la época estaban matizadas por la ideología. “Estamos hablando de la Guerra Fría, donde había verdaderamente unas tendencias ideológicas, tanto de izquierda como de derecha, que le imprimían mucho entusiasmo a los temas. La palabra revolución estaba muy a flor de labios y en realidad lo que se quería era una transformación del estado de cosas”, expresa. El joven García Arévalo –siguiendo la tendencia del momento- comenzó a usar la antropología y la arqueología como herramientas para sustentar la identidad nacional y afianzar la sensibilidad de la dominicanidad. Su primer intento encontró la receptividad del entonces director de Listín Diario, don Rafael Herrera, justo cuando también se estaban poniendo de moda los saqueos de sitios y yacimientos arqueológicos. “Fui a hablar con él y le enseñé una serie de fotografías de yacimientos arqueológicos que mostraban restos de indígenas expuestos. Había varios cráneos, y yo decía que si durante la época de la colonia
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habían desaparecido, habían sido exterminados, nosotros en la actualidad no sabíamos ni respetar sus huesos; y que había que darle un mayor cuidado para que esos yacimientos se conservaran”, explica. Don Rafael le sugirió que escribiera al respecto y sobre ese tema versó su primer artículo, sobre la urgencia de que en el país se le diera rigor a la arqueología precolombina, se respetaran los sitios arqueológicos y se evitara el tráfico ilegal de obras arqueológicas. El espacio otorgado por don Rafael al artículo de un adolescente, toda una página tamaño estándar, evidencia la importancia que el diario le dispensaba a los temas sociales bien trabajados. “Esa publicación decidió que yo siguiera investigando la arqueología y que la arqueología fuera, de alguna manera, la gran afición de mi vida. Don Rafael lo leyó, le gustó y me dijo ven por aquí y sigue trayéndome cosas. Nunca olvidaré que él me consideraba, de manera afectuosa, ‘un arqueólogo indigenista y un historiador hispanista’. Y en cierto modo, así ha sido”. García Arévalo estudió administración de empresas e idiomas, y también historia y antropología. Presidente ejecutivo de la empresa Ambev Dominicana, se considera un historiador empresario por compromisos familiares. “Continué los negocios de mi familia, la labor de mis abuelos y de mi padres y por vocación me he mantenido siempre inclinado a los estudios históricos y antropológicos”, señala. Solían confundirlo con su papá porque muchos no lograban entender que empezara una intensa vida editorial y de investigación siendo tan joven. Es que el mundo subterráneo comenzó a seducirlo desde los siete años, cuando visitaba la Cueva de Santa Ana, en Santo Domingo, que formaba parte del zoológico de la ciudad; y luego se convirtió en un gran explorador de los alrededores (cuevas y farallones) de Boca Chica, lugar donde pasaba los veranos. La primera gran cueva a la que entró fue a la Cueva de las Maravillas, para entonces de difícil acceso, y entre las primeras excavaciones que hizo figuran las de La Caleta, próximas al aeropuerto de Las Américas. En este lugar, indica, hubo un programa sistemático de excavaciones en el que participaron otros arqueólogos. Los objetos encontrados los utilizaban como apoyo para publicaciones y los cedían a los laboratorios de los museos. De hecho, García Arévalo formó parte del equipo de investigadores que participaron en la instauración del Museo del Hombre Dominicano en 1973. En sus inicios el Museo vivió una época dorada, sobre todo porque entre sus planes figuraba la creación de una Escuela Nacional de Arqueología. “Lamentablemente no funcionó, la investigación ha ido perdiendo vigencia gradualmente y el Museo se ha mantenido solamente con la parte expositiva del patrimonio, que es una colección sumamente valiosa, pero evidentemente se le ha ido quitando importancia a la investigación, que era su razón de ser: preservar la colección y enriquecerla con las investigaciones de campo, establecer todo un mapa de sitio, método nuevo de divulgación, hacer documentales para llevarlos a las escuelas, ciclos de conferencias, seminarios pero, sobre todo, crear una escuela nacional de historia y arqueología”. Pese a que prefiere los años 70 y 80, cuando la antropología social y la antropología cultural tenían, de acuerdo a su percepción, mucho más relevancia que la que hoy tienen, estima que con un mayor presupuesto se lograría un repunte de grandes dimensiones, se retomarían las investigaciones folklóricas, sociales y científicas y los profesionales del área podrían concentrarse en la investigación sin tener que recurrir al magisterio, la publicidad, la diplomacia o la política como únicas formas de vida, obviando su verdadera vocación.
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A García Arévalo se le atribuye el descubrimiento, junto a Dato Pagán Perdomo, de uno de los templos taínos más importantes del país: el Hoyo de Sanabe, ubicado en la provincia Sánchez Ramírez. Lo encontró a finales de los años 70 mientras seguía las huellas de Narciso Alberti Bosch, autor del libro “Apuntes para la Prehistoria de Quisqueya” (1912) y primero en reportar las guácaras de la comunidad de Hernando Alonso. “Hablando con los campesinos encontramos un primer abrigo rocoso donde aparecieron unos petroglifos e indagando llegamos a la cueva del Hoyo de Sanabe, que realmente parece como si fuera el universo de las aves, porque hay unas aves de un tamaño espectacular, preciosas. También encontramos la Cueva del Melaíto, cercano al poblado. Lo que me lleva al área de Cotuí es precisamente los informes que había escrito Narciso Alberti en ese libro, donde hay toda una descripción de unos petroglifos en forma de grecas que por cierto cuando llegué estaban tumbando una, había un muchacho en un motor y tuvimos un problema serio porque evitamos que lo rompiera”. Si le preguntan por qué es tan celoso del patrimonio arqueológico nacional, confiesa que la arqueología tiene una debilidad con relación a la historia y que por eso, además de que le duele el saqueo de cuevas y sitios arqueológicos, valora y defiende el trabajo meticuloso de los antropólogos y los arqueólogos: porque tienen en sus manos la oportunidad de reconstruir un hecho histórico. Lo explica: “Sacas un enterramiento y los objetos y lo que queda es un hoyo vacío. Esa oportunidad no se puede desperdiciar y es irrepetible. Es diferente a la historia, que siempre habrá una técnica de paleografía diferente o por lo menos puede haber una nueva lectura o el documento permanece en el archivo. En el caso de la arqueología, el documento de la tierra pasa a la libreta del arqueólogo y por eso el arqueólogo se siente comprometido a publicar, porque ese es su legado, porque si no, nunca más nadie puede volver a interpretar lo que él excavó, y cuando hay un sistema organizado se deja para las generaciones futuras espacios no excavables. Nunca un cementerio, o un yacimiento o asentamiento se trata de excavar in extenso, porque en el futuro pueden venir técnicas y los arqueólogos del futuro encontrarán un espacio para excavar y podrán corregir, hasta cierto punto, los errores o deficiencias que nosotros hoy cometemos por falta de tecnología”. Dice que falta mucho por investigar sobre la historia y la cultura taína porque la cultura vista a través de la arqueología es una cultura parcial, con partes importantes que se deben reconstruir.
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Su gran legado En junio de 1971, mediante decreto 1155, es creada la Fundación García Arévalo como una asociación sin fines de lucro que se dedicaría al estudio, preservación y difusión de la arqueología, la historia y el folclor nacionales. A través de la fundación, García Arévalo mantiene una relación editorial con el Museo del Hombre Dominicano con la publicación de libros y artículos culturales. El historiador ha publicado doce libros sobre antropología, folklore y emigración, un tema que le apasiona por los aportes que hicieran las migraciones al país: españoles, chinos, haitianos y las migraciones anglófilas provenientes del Caribe. Los viajes a las cuevas, la pasión arqueológica y el interés de García Arévalo de compartir sus hallazgos con el público lo motivaron a crear en 1973 la Sala de Arte Prehispánico, auspiciada por la Fundación García Arévalo. La idea era darle una dimensión social a la colección que había logrado a través de excavaciones y adquisición de piezas. Y también en esa ocasión estuvo presente Listín Diario. Para la inauguración, Listín Diario le dedicó todo un suplemento con editoriales y fotografías y se entrevistaron a varios de los arqueólogos que ayudaron a construir la sala, entre ellos el profesor Luis Chanlatte Baik, Fernando Morbán y el profesor José Manuel Cruxent. También se le hizo una entrevista a Pedro Vitakis, un joven diseñador que había venido al país como voluntario del Cuerpo de Paz. Él se encargaría de diseñar y decorar la moderna y acogedora sala. Piezas y materiales con más de 5 mil años de antigüedad, entre ellas las primeras lascas de sílex usadas por los más remotos pobladores de las islas del Caribe, artefactos usados por la cultura siboney, estilos cerámicos y una gran variedad de objetos arqueológicos taínos se pueden observar en un espacio amplio y agradable de carácter didáctico. Son 1,200 las piezas expuestas, las que estudiantes y visitantes locales y extranjeros devoran con gran interés, gratis, todo el año de lunes a viernes de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde en las instalaciones de la avenida San Martín 279. Gracias a su experiencia como historiador, empresario e investigador, que le permite analizar la realidad social dominicana desde diferentes ámbitos, Manuel García Arévalo también ha destacado por sus acertados artículos y análisis de actualidad. Le parece, por ejemplo, que el dominicano es un poco pasivo cuando debe reclamar sus derechos y exigir a las autoridades que resuelvan los más apremiantes problemas sociales. “La alegría del dominicano por un lado hace al país más tolerable y los extranjeros disfrutan eso y todo el mundo se siente confortable, pero eso evita que le demos carácter a cosas que las requieren”, indica. Los problemas de servicio (energía eléctrica, salud, educación, sistema de pensiones y de seguridad social) le parecen problemas complicados a los que se les debe dedicar más tiempo y hacer a la gente partícipe de las soluciones, respetando su función ciudadana. El respeto por el trabajo ajeno, sobre todo el intelectual, lo convierten precisamente en un historiador fino, buen recopilador y excelente investigador. Señala que es de rigor, si alguien ha trabajado con anterioridad un tema, “reconocerle el trabajo a los investigadores que han sido pioneros o que nos han antecedido en esa labor. Valorar el trabajo de los demás me ha evitado muchos conflictos”. Con todo, asegura que hacen falta más libros e investigaciones y en ese sentido valora el trabajo de Listín Diario como emisor de informaciones. “El Listín Diario ha desempeñado un papel fundamental en el periodismo dominicano. Por más de un siglo ha contribuido, con responsabilidad y objetividad, al afianzamiento de la libertad de
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expresión y la difusión del pensamiento, de modo que no se ha limitado a la mera presentación o divulgación de los hechos acaecidos en el acontecer nacional e internacional, sino que a través del análisis y de la crítica ha enriquecido el conocimiento de la realidad, aportando puntos de vistas y opiniones que contribuyen al debate y a la búsqueda de soluciones adecuadas para los más acuciantes problemas que aquejan a amplios sectores de la población”. Es tanto así que García Arévalo admite que don Rafael Herrera ha sido uno de los personajes que más influencia ha ejercido en su vida. La publicación de su primer trabajo cuando apenas tenía 17 años le dio seguridad y confianza y le motivó a continuar en el quehacer de la investigación arqueológica. “En lo adelante, siempre encontré en él a un amigo sincero y consecuente que me brindó apoyo y sabias orientaciones, tanto en el plano intelectual como en el empresarial y el financiero”. Lo define –a don Rafael- como un erudito en todo el sentido de la palabra que sabía escudriñar, como nadie, la realidad nacional, tratando en sus editoriales los temas más diversos, con hondura y amenidad, en un estilo conciso y diáfano, redactados en párrafos casi siempre luminosos, en los que palpitaba una vena de humor, que era su mayor atractivo. “Su disposición a servir no tenía límites y su despacho -siempre abarrotado de papeles- estaba abierto para escuchar a quienes lo necesitaban. Se hizo confidente de todas las tendencias del acontecer político e ideológico del país. Contribuyó con su opinión a la solución de importantes conflictos y problemas nacionales, procurando la concordia y el entendimiento entre los grupos en pugna”, escribe García Arévalo. Para la época, sigue el historiador, era todo un honor publicar en las páginas de Listín Diario porque se vivían momentos de transición hacia la democracia, había un compromiso con los ideales, y con valores que de alguna manera crearan un sentimiento de identidad, de toma de conciencia de lo que el país representaba y de la urgencia de crear instituciones en las cuales se pudiera desarrollar una vida democrática y un estado de derecho en el país. “El Listín Diario ha sido un instrumento vivo y cotidiano que sirve de acicate a miles de lectores para alcanzar la formación de una toma de conciencia en los más diversos aspectos del conocimiento, ayudándole a evaluar y discernir sobre la trascendencia de los acontecimientos y a trazar pautas en sus preferencias y toma de decisiones”, escribe. De aquel primer artículo han pasado unos 43 años “y siempre he seguido llevándole cosas al Listín, y el Listín ha tenido la generosidad y la paciencia de publicarlas”. Los cargos y el trabajo empresarial han limitado esta producción pero sus aportes permanecen. García Arévalo fue el creador de la promoción “Los indios de Quisqueya”, unos famosos álbumes de postalitas con figuras taínas que tuvieron gran aceptación a principios de los años 80. Las postalitas se conseguían con cinco pesos y tres tapitas de refrescos y una vez completado el álbum el usuario recibía premios. Miembro de las Academias de Historia y de Ciencias, preside la Cámara Española de Comercio e Industria de República Dominicana y fue presidente de la Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental. Pero añora los programas de excavaciones y le encantaría volver a hacer lo que hacía cuando tenía 20 y 30 años: volver al campo y seguir aportando a la arqueología. “Si logro jubilarme, algo que es muy difícil para los empresarios dominicanos, si logro tener éxito en ese propósito, voy a tener más tiempo para colaborar con Listín Diario con la forma y el rigor que yo lo deseo”, sonríe.
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Emilio –Cuqui– Córdova “El Listín es uno de mis grandes amores” Figura entre los primeros relacionistas públicos del país y se le considera la memoria del béisbol dominicano. Investigador e historiador del deporte, preso durante la dictadura de Trujillo, cuatro veces presidente del Club Rotario, fundador de los Premios Shell “Los dominicanos primero” y autor de libros bibliográficos donde resalta el trabajo de los grandes peloteros criollos, la vida de don Cuqui Córdova ha sido tan exclusiva como las crónicas e historias que ha inmortalizado.
Su nombre es Emilio Nicolás Córdova Pereyra pero no voltea la cara si no lo llaman Cuqui. El apodo le viene de nacimiento, de aquel que ocurrió la Nochebuena de 1929, en Santiago. Eran las 11:30 de la noche y tuvieron que sacarlo con fórceps de la barriga de su mamá. “Los hierros me produjeron cuatro hematomas en la cabeza, que traducidos al cibaeño son cuatro totumas. Mi abuelo fue a verme y dijo ah, pero eso es un cuco. Entonces mamá, que estaba ahí dijo no, ese es cuquito, cuqui, ya sabes que las madres siempre son bondadosas, y ella le quiso dar otro giro. Parece que yo no quería salir y por eso soy medio alocao, por los hierros que me pusieron”, explica Cuqui, risueño, su nacimiento. Por su buen trato y simpatía, da la impresión de que así se ha pasado sus años, disfrutando cada experiencia y sacándole a cada vivencia un detalle agradable que recordar porque, a sus 80, dice que le ha pasado de todo en la vida. Su memoria, infalible, conserva cada uno de los detalles que la han marcado y muchos otros que su familia se ha encargado de transmitirle y conservar. Es vegano de corazón aunque nació “accidentalmente en la calle Beller de Santiago”. A su padre, gerente en el país de las máquinas de coser Singer, lo habían trasladado de La Vega a Santiago. Después la familia Córdova Pereyra se mudó a la Capital, donde pasó Cuqui, entonces de un año, el ciclón San Zenón. Volvieron a La Vega. Allí vivían en un lugar privilegiado: frente al parque Duarte y la famosa Catedral de la Inmaculada Concepción. El “vicio” por los deportes y la escritura nacieron durante esos primeros años en la Ciudad Olímpica, un mote que le debe a él, en cierta forma, una parte de su fama.
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Con apenas 15 años escribía sobre los torneos de béisbol que se celebraban en el Cibao para los periódicos La Información de Santiago y el capitaleño La Opinión. “Yo mandaba las crónicas y las firmaba Cuqui Córdova, pero nadie sabía quién era Cuqui Córdova y salían publicadas”. Lo hacía gratis y le divertía. Formó parte de El Cóndor, según él el mejor equipo de fútbol nacional de los años 30 y 40 del pasado siglo, campeones invictos de los primeros Juegos Nacionales celebrados en 1937, pero igual le gustaban también el béisbol y el softbol.
Se abre un mundo de viajes En 1947 lo iban a coger preso por estar conspirando en contra de Trujillo en momentos en que se pensaba que el dictador había dado una tregua y democratizaría el país. “Era para que la gente hablara –recuerda Cuqui-, y nosotros teníamos una célula y nos reuníamos. Papá se dio cuenta del peligro porque un jefe de la Policía de La Vega a quien le había hecho un favor muy grande le dijo mire, aquí en esa lista está su hijo, yo lo voy a borrar, pero sáquelo del país porque en la próxima lista yo no lo voy a poder borrar”. Se juntaron otras cosas además de la política: era desaplicado, quemó el segundo teórico y vivía parrandeando y jugando pelota. Por los cuentos que narra, era tremendo en verdad. “Mamá nunca me dio pelas, pero papá me dio pelas hasta con una jáquima de caballo y una vez me sacó del teatro a pescozones”. Cuqui confiesa que esas fueron las razones que motivaron a su padre a enviarlo fuera en 1947. Se mudó a Estados Unidos y estudió por dos años en la Cheshire Academy, en Connecticut, y recién graduado decidió optar por una plaza en una universidad de Providence, Rhode Island, donde estudiaría Administración. Un nuevo acontecimiento le daría otro rumbo a sus aspiraciones. “Después de que me examiné y me aceptaron, mi papá se enfermó del corazón y como soy hijo único de padre y madre tuve que tomar la decisión más fuerte de mi vida: o seguir mis estudios o venir a trabajar con mi papá”. Decidió abandonar los estudios. Durante siete años trabajó para su papá, que tenía una fábrica de hielo y una factoría de arroz, descascaradora y secadora en La Cigua. Se graduó de contador en 1950 en el Colegio Arte Escuela Juan Pablo Duarte. En 1956 la compañía Shell necesitaba una persona joven que hablara inglés, Cuqui aceptó una oferta y se mudó a la Capital. Un año más tarde y tras siete años de amores, se casó con Mercedes Roca Brache. Engendraron cuatro hijos que le han dado 12 nietos.
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Con el trabajo en la Shell, Cuqui se convirtió en uno de los primeros relacionistas públicos del país –le dicen que de los mejores- y además fungió como gerente de ventas y de publicidad de esta empresa. Y el “cuquito” se convirtió en todo un hombre. Ya desde la pubertad se le notaba su buen porte y sus agraciados genes: su mamá, Estela Pereyra, fue reina de los II Juegos Florales de La Vega en el 1924. “Pero la más linda no era mi mamá, era una hermana de ella, Esperanza Pereyra, que además de reina de La Vega fue Reina de Reinas en un reinado que se hizo en todo el país. También fue reina del Licey”. Muchos años después las recordaría. “Una vez fui donde (Joaquín) Balaguer a introducir un gerente de la Shell y me dijo usted es abogado. Le digo no, soy Cuqui Córdova, gerente de relaciones públicas de la Shell, pero mi madre, Estela Pereyra, en los II Juegos Florales de La Vega… fue la primera vez que a usted le entregaron un premio literario, y me dijo ¡ay!, me agarró la mano y se acordó”. Mientras trabajaba para la Shell, Cuqui estudió en Holanda e Inglaterra. Durante su gestión de 33 años en la compañía nació uno de sus grandes logros: la creación del premio “Los dominicanos primero”, en el invierno de 1970, para distinguir a los peloteros dominicanos más sobresalientes de los torneos profesionales. “Me di cuenta que a los peloteros dominicanos no se les rendía ningún reconocimiento, que nada más era a los extranjeros, que aquí se sabía más de Babe Ruth que de los de aquí”, explica Cuqui sus motivaciones.
El comienzo de un amor periodístico Emilio –Cuqui- Córdova comenzó en 1968 lo que considera su segunda etapa como escritor. Vio un libro que tenía unos errores y le escribió a “Rafaelito” Molina Morillo y a Luis Ramón Cordero, que eran veganos, compañeros suyos y ejecutivos de El Nacional, y les comentó sus observaciones. ¿El resultado? Luis Ramón lo invitó a escribir de deportes en el suplemento del periódico. “Pero qué pasó, Moisés Pellerano, de Listín Diario, me dijo Cuqui, yo te voy a pagar más, vente pa’ cá”, y así comenzó a laborar en las páginas del suplemento literario y deportivo sabatino de Listín Diario, para entonces ubicado en la 19 de Marzo de la Zona Colonial. Aún conserva esa primera crónica del 23 de febrero de 1974 dedicada a un catcher de La Vega titulada “Pella Santos en la V de la Victoria”. La “columna”, de una página entonces, se llamaba y sigue llamándose “Béisbol de Ayer”, una especie de memoria del béisbol dominicano a la que casi todos los amantes del deporte han recurrido, alguna vez, para rememorar tiempos pasados del pasatiempo favorito dominicano. El español Manuel Sorribas, encargado de las páginas, se la chequeaba y Fellita Concepción la corregía. Cuando el suplemento fue cerrado, “Béisbol de Ayer” pasó a formar parte del cuerpo principal del periódico. Los vaivenes periodísticos y los criterios editoriales redujeron la columna a media página vertical y comenzó a publicarse los jueves. Treinta y cinco años y diez meses han pasado desde entonces y don Cuqui no ha interrumpido la columna en Listín Diario, convirtiéndose en uno de los columnistas más longevos, seguidos y queridos del país. El mismo año que ingresa a Listín Diario decide incursionar en la radio y para 1977 en la televisión con el programa “Figuras del Deporte”.
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“Béisbol de Ayer” es la historia de los peloteros dominicanos, pero luego me di cuenta –soy muy inquieto- que en la primera columna no podía escribir de voleibol o baloncesto, y entonces nació la “Crónica de los Martes”, el 17 de junio de 1982. “Te diría que Listín Diario siempre ha tenido la primacía entre los diarios dominicanos y no por el hecho de yo escriba aquí”, opina Cuqui. La retroalimentación que recibe de su público lo confirma, pues tiene un reguero de fanáticos que lo siguen a través del periódico impreso y por Internet. “Acuérdate que el béisbol era el primer pasatiempo de los dominicanos y que la pelota le gusta a todo el mundo. Nada más hago salir a la calle y todos me paran, me preguntan… la gente me ha seguido porque he tenido continuidad”, expresa. Dice que le ha tocado ver muchos rostros, administraciones y cambios en la redacción del decano de la prensa dominicana y reconoce que le tocó llenar páginas en una época dorada del periodismo en la que, sin el exceso de televisores, radios y computadoras, la gente se deleitaba leyendo el periódico impreso. Si la investigación es su vida; sus libros, crónicas y recuerdos su legado, el ‘Listín’, ¿qué representa Listín Diario en la vida de Cuqui Córdova? “El ‘Listín’ es uno de mis grandes amores”, responde sin rechistar. “Porque me ha cobijado tanto tiempo, nunca hemos peleado, siempre he escrito lo que considero que debo escribir, nunca se me han dado pautas ni yo las acepto”, expresa. ¿Sus otros amores? “Mi familia y el deporte. Hay una lista, es que soy muy querendón”.
El “Cuqui´s museum office” ¿Necesita la fotografía de algún béisbolista –famoso o no- que no aparece por parte? ¿Algún dato sobre la historia del deporte dominicano? Pídaselos a don Cuqui y gentilmente los buscará entre las miles de fotos y los recortes que conserva desde pequeñito y con gusto se los cederá. Ordenado hasta rayar en la obsesión, dice que se ha pasado la vida coleccionando todo lo que considera de interés en el área deportiva, y es tal el cúmulo de información que atesora que ha bautizado una parte de su vivienda como el “Cuqui’s Museum Office”. En una caja conserva más fotos que las que se muestran al público. Miles. De hecho, lo único que Cuqui que no ha logrado ordenar en su vida son los cientos de fotografías que conserva y el único lugar de la casa que se ha librado de ellas –prohibición sugerida por su esposa Mercedes– son los baños. Aquí llegan investigadores, estudiantes, extranjeros y curiosos buscando fotos y datos y él considera que atenderlos es un trabajo voluntario que lo llena de satisfacción y que se toma muy en serio. Armado con un pointer, recorre la casa mostrando sus reliquias: un enorme y colorido cachuchero, estantes repletos de libros –ajenos y de su autoría- y objetos regalados o adquiridos durante sus viajes, su colección de pelotas de béisbol firmadas por los más destacados jugadores de béisbol del mundo, los archivos donde guarda sus columnas, una carta que le envió el ex presidente Salvador Jorge Blanco otorgándole la orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de oficial como reconocimiento a sus aportes valiosos al periodismo nacional; su acta de nacimiento, la medalla que le otorgó el Club Rotario por su asistencia ininterrumpida durante 50 años, una caricatura suya y cientos, cientos de fotografías que lo muestran junto a grandes luminarias del béisbol y otros deportes, ex presidentes, amigos y su querida familia. Por allí se le ve cara, sonriente, a Joe DiMaggio la primera vez que visitó el país; se ve a Cuqui junto a Johnny Naranjo, Ellis Pérez, Freddy Mondesí y el “viejo Menicucci” (papá de Rafaelito Meni-
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cucci). Aparece junto a los jugadores criollos Guayubín Olivo y Manny Mota, con los famosos mánagers norteamericanos Billy Martin y Tom Lasorda. En otras batea un jonrón en un juego de softbol amateur o se codea con Félix Sánchez, Juan Marichal y Hank Aaron. Don Cuqui, que practicó béisbol a nivel escolar y amateur, softbol, track, atletismo (corría los 400 y 800 metros planos) y en Estados Unidos practicó natación, logró combinar su trabajo de relaciones públicas con la investigación y la opinión deportiva. Tomando en cuenta sus primeras crónicas adolescentes, tiene en esto alrededor de 65 años y, como él mismo dice, “ha nadado en todas las aguas” y puede hablar con propiedad de la crónica deportiva y sus protagonistas, de cuánto ha cambiado desde los años cuarenta y cincuenta hasta hoy y del lugar que ocupa en el periodismo dominicano. “Éramos pocos, creo que el cronista de antes se ocupaba más de la lectura. Hay dos cosas que es lo que más enseñan en la vida: viajar y leer, y creo que leer en primer lugar, porque no puedes viajar todos los días… Antes había poetas, ahora no hay crónica deportiva poética. Había muchos abogados. Pedro Julio Santana era abogado. Cuando llegué a Santo Domingo desde La Vega me encontré con un núcleo de cronistas muy versados, de mucha competencia, luego llegó una bandada, y entre los que han llegado los hay buenos, malos y regulares. No es que no hay buenos, hay muchos, pero la calidad del de antes era mejor. Y yo he nadado en todas las aguas”. Llegó un momento en que Cuqui se puso a pensar que tenía mucho material acumulado, que había poca bibliografía deportiva y que tal vez era necesario escribir varios libros. Así nacieron, en los años 70, sus “Álbum del Recuerdo” y más adelante sus biografías de peloteros dominicanos, desde Osvaldo Virgil hasta Felipe Rojas Alou, incluyendo en el repertorio a Tetelo Vargas, Horacio Martínez, Juan Marichal y Guayubín Olivo. También editó un DVD con la historia del béisbol y tiene un libro en imprenta y muchos otros proyectos en camino.
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“Soy periodista deportivo pero más que nada soy historiador del deporte, es mi especialidad”, señala. Si tuviera que elegir, sus libros son el gran legado que le dejaría al país.
Mago del tiempo “Amable, gentil, pulcro, educado, receptivo, de muy buena presencia, cuidadoso en el vestir, un verdadero caballero caracterizado por no brindar informaciones tristes, sino hechos positivos”, como lo definiera su amigo José de Jesús Jiménez, médico e historiador santiaguero, Cuqui se levanta todos los días a las 6:00 de la mañana aunque sea 27 de febrero, y se acuesta a la 1:00 de la madrugada. “Tengo déficit de sueño”, reconoce, “inclusive los médicos me han dicho Cuqui, tienes que dormir más, solo duermes cinco horas y debes dormir siete”. Pero él no les hace caso. Con todo y déficit de sueño mantiene un programa radial diario, programas de televisión, escribe dos columnas en Listín Diario y ha escrito 15 libros en los que destaca la trayectoria de grandes peloteros dominicanos y la historia del deporte en el país. “Mi simpatía mayor está con los peloteros viejos”, se confiesa. Con dolor admite que eran más sinceros, no tenían afán por el dinero y se comportaban mejor. “Un Horacio Martínez era un caballero, Rafael Valdez era una dama, eran personas que no tenían problemas. Un Telelo Vargas, un Guayubín Olivo…”. La mente se va lejos. “La mayoría de ellos vienen de estratos muy humildes, pero eso no lo hace a uno bueno o malo, pero la educación en la casa sí, mayor que en la escuela. Recuerdo más las cosas que me dijeron mi papá y mi mamá que lo que me dijeron en la escuela”. Él los conoció a casi todos. Se metía en los “dogouts” y “clubhouse”, se paseaba por los campos de entrenamiento y muchos lo visitaban en Santo Domingo o él los visitaba en el interior. Los premios y reconocimientos le han llovido a lo largo de su carrera lo mismo que los cargos honoríficos. Inmortal del Templo de la Fama del Deportista Vegano (1999), fue presidente durante 10 años del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano y convertido en inmortal de éste en el año 2003. Le entregaron La Palma Real de los Jaycees’, le otorgaron la orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de oficial y el trofeo “El tamarindo de Oro”, del Instituto Vegano de Cultura. Y muchos otros galardones. El los recibe con agrado pero nunca ha dejado que determinen su éxito. “Nunca me he dado ese lujo de decir, de pensar que soy esto, aquello. No, no… A mí los humos a la cabeza nunca se me han ido. A mí no me impresionan muchas cosas. Soy un relajo, amigo de la amistad, de conversar, de tratar bien a la gente, de hacer favores sin esperar nada a cambio, sin esperar recompensas. No sufro por eso…”. Don Cuqui redacta en una máquina de escribir de la marca Brother. Tiene una laptop pero no la utiliza. “Acepto todas las novedades, pero no me gusta que vengan tantos inventos a la misma vez. Me llené de VHS, ahora de DVD, ahorita viene el MP4”, bromea. No considera que ha vivido mucho, sino que la vida es corta. Le faltan muchas experiencias por hacer realidad y no necesariamente en el área deportiva. Se toma las cosas con calma y con el tiempo ha dejado de añorar los años cuando estaba dispuesto a recorrer el mundo siguiéndole la pista a los grandes peloteros nacionales y extranjeros, cuando se metía en los “dogouts” y “clubhouses”. Y no es que ya se le apagaron los ánimos, advierte Cuqui. “Los bríos aún los tengo, paso una noche entera bailando si me hacen el ron, guarachando y merengueando”, sonríe.
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Don Cuqui acompañado de Mercedes María Roca de Córdova, su compañera durante 53 años.
En el año 2002 Listín Diario le obsequió una placa por sus 27 años de labor ininterrumpida en la publicación de la columna “Béisbol de Ayer”.
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Tony Raful Tejada “El Listín ha sido una fuente de paz social en medio de feroces luchas” Publicó su primer poema en Listín Diario, luego de la Guerra de Abril. “Era un poema que hablaba de que la paz del mundo llegaría por las grietas del odio, de la muerte… era un poema de principiante”, recuerda con ternura Tony Raful Tejada, político y escritor. Ha sido diputado en tres ocasiones, secretario de Estado de Cultura (2000-2004) y actualmente es diputado ante el Parlamento Centroamericano por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Ha sido colaborador regular de Última Hora y Listín Diario desde los años 80.
Para Raful, el diario que celebra este año sus 120 ha representado, en momentos claves de la historia del país como las invasiones norteamericanas de 1916 y 1965 o el derrocamiento de Juan Bosch, un ente de “defensa continua de la democracia”. Hablar de Listín Diario, de su papel en la historia dominicana y de sus lazos muy personales con la publicación no le cuesta mucho a Tony Raful. El vínculo tiene más de 20 años y sigue fuerte. Para quien la democracia es un bien invaluable, la libertad de expresión es su prerrequisito indispensable. La aparición en 1889 de una hoja que permitía conocer el tránsito de los barcos por el puerto de Santo Domingo representa para Raful un momento clave en el desarrollo de las comunicaciones en el país. A finales del siglo XIX, reflexiona el poeta, la comunicación marítima resultaba económica y eficaz, y como el país carecía de un sistema de comunicación vial, las actividades mercantiles, locales e internacionales, se realizaban por mar. Don Arturo J. Pellerano Alfau encuentra en la necesidad de información de la población sobre la entrada y salida de embarcaciones la oportunidad de crear el Listín Diario Marítimo. “En la historia de los procesos de formación social de nuestro país hubo siempre expectativas por la llegada de los barcos, creándose la imagen de ‘el situado’ para describir la espera ansiosa de las buenas nuevas, de las mercancías, de la ‘modernidad’. La aceptación fue inmediata y el Listín Diario Marítimo constituyó el medio por excelencia de la comunicación demandada y del eje de la actividad económica del país de entonces”.
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Pero, ¿por qué la importancia del surgimiento de un medio de comunicación? “Aún en su fase primaria, constituye, como fue el caso de Listín Diario, un aporte positivo al desarrollo de las instituciones en la República Dominicana, la comunicación juega un papel fundamental en el progreso social”. Poco tiempo pasó antes de que la función democratizadora del periodismo comenzara a vislumbrarse en las páginas del nuevo periódico. “Si revisamos las páginas de Listín Diario podemos llevar la secuencia histórica parcial de contiendas bélicas mundiales como la Guerra Mundial, la Primera de 1914 a 1919, la Segunda de 1939 a 1945 (Listín Diario cierra en 1942)… Desde sus inicios marcó la ruta de un proceso que no se ha detenido en la República Dominicana, a pesar de las épocas sombrías que ha vivido la patria. Listín Diario se ha mantenido como expresión del país democrático”, plantea el licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Pronto la atención a la información internacional comenzaría a acercarse hasta llegar a casa. Bajo la conducción de su director fundador, Arturo J. Pellerano Alfau, llegaron los primeros desencuentros con el poder despótico. Se iniciaba el tercer periodo del tirano Ulises Heureaux (Lilís) y los primeros años del periódico cuando, el 11 de septiembre de 1895, Listín Diario publicó, bajo el título “Silencio los infames”, un artículo del escritor Abelardo Moscoso donde se leen serias acusaciones a Lilís1. La memoria de Raful se mueve y recuerda hechos históricos similares. “Otro ejemplo especialmente representativo es un editorial publicado durante la ocupación norteamericana en 1916, que exhortaba a los dominicanos a unirse en contra del opresor y concluía con los versos de nuestro himno2. Otra lección de respeto a la patria la da este periódico en el mismo periodo de ocupación de 1916, cuando don Arturo decidió dejar el editorial en blanco3. Esa actitud abiertamente en oposición de la intervención norteamericana le traería a don Arturo serias consecuencias en el orden personal y para su empresa; fue encarcelado en varias ocasiones”. A la cabeza de los proyectos editoriales o de comunicación generalmente se colocan personas que cuentan con un aval social de reconocimiento del entorno donde desarrollan sus actividades, opina el escritor. “En este caso la presencia de una personalidad de las características de don Arturo J. Pellerano Alfau le imprimió a Listín Diario desde el principio, no sólo las virtudes de su propia vida y familia, sus aportes al desarrollo social dominicano, sino que fue una garantía de que ese periódico se iba a mantener apegado a normas, principios y valores y al servicio de la sociedad dominicana”. Raful, colaborador de Listín Diario, explica de dónde entiende surge la esencia del éxito del periódico. “Escribieron figuras muy importantes de la intelectualidad: articulistas, poetas como Emilio Prud’Homme, Federico Henríquez y Carvajal, Eugenio Dechamps, entre otros que, a través de las páginas de Listín Diario, expusieron y debatieron sus ideas sin importar cuán escabroso fuera el tema. Sólo se exigió un discurso de respeto y tolerancia”. Su experiencia, un siglo después, ha sido la misma. “Listín Diario siempre fue abierto, nunca hubo censura desde el punto de vista ideológico, siempre publicamos con libertad y ese es también un gran agradecimiento que tenemos a Listín Diario, las publicaciones literarias constituyeron un jolgorio, lo voy a llamar así, una fiesta de lectura en la pequeña comunidad cultural dominicana y los debates, todo lo ordinario se volvía extraordinario, y por eso yo tengo de Listín Diario buenos recuerdos”. Listín Diario, 11 de septiembre de 1895. “Silencio los infames”, por Abelardo A. Moscoso. Listín Diario, 11 mayo 1916, editorial la Intervención. 3 Listín Diario, 30 de noviembre 1919, editorial en blanco. 1
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Nuevas luchas, nuevas experiencias La República Dominicana se encontraba inmersa, para 1940, en una dictadura que había minado sus instituciones, reprimido a la población y reducido a las clases económicamente activas a la merced del tirano, Rafael L. Trujillo. “Para un régimen totalitario, la existencia de una prensa libre o medianamente libre constituye una amenaza a sus intereses”. Desde las páginas de Listín Diario se había advertido temprano sobre “la apetencia de Trujillo por el poder”, afirma Raful. Se hizo a través de la pluma del Santiaguero Guido Despradel Batista. El periódico, ya para entonces en manos de Arturo Pellerano Sardá, primogénito del fundador y doña Juana Sardá, comenzaba a molestar al trujillato. Pellerano Sardá había sido congresista por el partido de Horacio Vásquez, presidente constitucional desde 1924, luego de la salida de las tropas invasoras de Estados Unidos. “El trujillismo, para poder entronizarse en la vida nacional, demandaba del sacrificio de las libertades públicas y uno de los requerimientos fundamentales para la instauración de una tiranía es el cese de la circulación de una prensa libre”, reflexiona el político. “En el caso específico de Listín Diario hay que señalar lo siguiente: Trujillo no solamente descabezó las instituciones nacionales y creó instituciones a su imagen y semejanza, de carácter autoritario y despótico, sino que procedió a afectar sectores importantes empresariales de la sociedad por un gran resentimiento social, y forjó alrededor de él una ‘burguesía de nuevo tipo’, como le llama el doctor Juan Isidro Jiménez Grullón en su ensayo ‘República Dominicana, una Ficción’”. Al estrangulamiento económico y político al que se venía sometiendo al diario, que entonces contaba con 51 años de circulación ininterrumpida, se sumó una movida estratégica, un golpe de gracia. “Al iniciar la década de los 40, los tentáculos trujillistas se habían apoderado de toda la sociedad dominicana. En ese año se creó, con soporte financiero del Estado dominicano, el diario La Nación, con el objetivo de agenciarse una plataforma ideológica con apoyo de algunos intelectuales”, expone Raful. “En esas circunstancias era predecible el cierre inminente de Listín Diario”, considera el intelectual. “Pero aún ahogado por el infausto régimen su director resistió dos años más luego de que el gobierno del tirano decidiera que los empleados del Estado tenían que adquirir de forma obligatoria el periódico La Nación”. La medida dejaba poco margen para que las familias dominicanas, mayoritariamente de escasos recursos económicos, pudieran comprar también Listín Diario. Poniéndose en el contexto de la época, Raful reflexiona: “Obró además el temor al ‘Jefe’, que hizo que muchos dejaran de adquirir el periódico. En 1942, impotentes, sus dueños reconocen que Listín Diario no tenía nada que hacer y se clausura a sí mismo bajo la presión Trujillista, como consecuencia de la asfixia moral y económica que había sobre el país. El 15 de junio de 1942 el editorial de Listín Diario anunciaba el cierre del periódico más respetado y querido de los dominicanos”. El silencio duró 21 años. A menos de dos meses del retorno, ya bajo la dirección de Rafael Herrera, volvió la tempestad: el 25 de septiembre de 1963 el gobierno constitucional de Juan Bosch fue derrocado. ¿Cómo se comportaría el recién reabierto Listín Diario? “Mantuvo una defensa continua a la democracia, por esa razón, ya antes del golpe de Estado en sus editoriales puede leerse el apego de este diario a la defensa de los derechos constitucionales; fueron editoriales premonitorios de lo que sucedería y llamaron a la conciliación y el entendimiento, postura que algunos detractores del profesor Bosch juzgaron como progubernamental”, explica Raful, entonces más cercano a los hechos, aunque aún con apenas 12 años.
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“El papel del Listín Diario a raíz del Golpe de Estado es inolvidable, son memorables los editoriales de condena a ese atentado a la constitucionalidad. El Listín Diario se convirtió en esos meses inmediatos, después de la asonada golpista del 25 de septiembre, en el abanderado de las libertades democráticas de la República Dominicana. Sus columnas, sus colaboradores, su opinión editorial, la cobertura de noticias relacionadas con la oposición que se estaba manifestando en todo el territorio nacional y la presión internacional de condena al Golpe de Estado constituyeron un aporte a la conciencia democrática del pueblo dominicano”, considera el político perredeísta. “A un mes del Golpe de Estado estos son los resultados”. Dos páginas completas de un espacio pagado presentaban en Listín Diario una visión funesta: jóvenes golpeados, ensangrentados, la policía reprimiendo manifestaciones, el cuerpo antimotines (Cascos Blancos) golpeando la población, allanamientos, familias apresadas, deportaciones… “Nunca se me va a olvidar (la publicación) cuando se cumplió el primer mes del derrocamiento del gobierno democrático de Juan Bosch”, dice Raful. “Sólo el Listín Diario pudo haberse permitido sacar, en medio de un gobierno surgido de un golpe de Estado, una publicación de esa naturaleza sin ser limitado en su expresión pública, tal era la representación social que ostentaba. El Listín Diario le brindó espacio a una gran cantidad de información de repudio al golpe, situación que no se presentó con ningún otro diario”. Cuando el pueblo se levantó en abril de 1965, a Listín Diario le tocó nuevamente tomar postura. Tony Raful regresa a aquellos tiempos, los revive y tiene una opinión sobre lo que representó la existencia del periódico en aquellos momentos. “Durante el gobierno del Triunvirato se fue anidando en la conciencia nacional la necesidad del regreso a la constitucionalidad, había mucho descontento en la ciudadanía… El 24 de abril de 1965 se conoció del motín de algunas dotaciones militares como la del kilómetro 25 de la carretera Duarte en la que se encontraba la jefatura del Estado Mayor del Ejército. Esta noticia hizo que muchos seguidores de Bosch salieran a la calle en grandes manifestaciones de apoyo. A este movimiento se le llamó Constitucionalista y su líder fue el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. Pero la Fuerza Aérea, que estaba muy comprometida con el golpe de Estado de 1963, se resistió al restablecimiento de la Constitución del gobierno de Bosch, dando origen a una brutal guerra civil”, rememora Raful. Listín Diario, al calor del movimiento, durante los días del 25 al 28 dio amplia información sobre lo que estaba sucediendo en el país, recuerda. “El 28 de abril de 1965, en la ciudad de Santo Domingo, el sector Constitucionalista había derrotado a las tropas militares opuestas, lo que produjo el desembarco de tropas norteamericanas que, con el pretexto de ‘salvar vidas de ciudadanos norteamericanos’, frustraron el retorno la Constitucionalidad y el regreso de Bosch”.4 Listín Diario, Titulares del 25 de septiembre de 1963.
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El derrocamiento de Bosch dio paso a una guerra civil.
No hubo circulación de Listín Diario entre los días 29 de abril y 2 de noviembre: el local de la calle 19 de Marzo estaba en la zona dominada por los constitucionalistas, franja de la ciudad que permaneció cercada por las tropas invasoras. Pero su presencia se hizo sentir tras bastidores. “Listín Diario jugó un papel importante con su gran cobertura informativa en los primeros días de la contienda, pero de manera indirecta y circunstancial suministrando material que sirvió para dar informaciones claras y veraces, a través de los diarios constitucionalistas ‘La Nación’ y ‘Patria’, sobre el rumbo de los acontecimientos de abril”, cuenta Raful.
Se abre una ventana cultural Para la juventud de la postguerra, a la que Raful perteneció activamente desde el movimiento “La joven poesía dominicana” y el “Movimiento Cultural Universitario”, las letras, la pintura, el canto constituyeron mecanismos de protesta y canales para echar a correr sus ideales. Esos grupos son los herederos de los primeros esfuerzos del “Frente Cultural”, encabezado por el pintor Silvano Lora, que agrupaba a los artistas en defensa de la constitucionalidad democrática. “Allí estuvo lo más grande y señero de la joven intelectualidad de la República Dominicana comprometida con el proceso histórico de Abril; los intelectuales y artistas organizaron exposiciones de pintura, se hicieron afiches, murales con consignas patrióticas, recitales poéticos en el teatro Independencia, que era uno de los de mayor capacidad, y, en el teatro Santomé de la calle El Conde”, recuerda el poeta. La cultura comprometida bullía de inquietudes. Hacer arte era construir democracia, era luchar contra la opresión. “Los barrios estaban organizados en comandos y los comandos eran instrumentos armados en que participaban 50, 70 ó 100 combatientes y ellos organizaban el barrio. Ahí se realizaban recitales poéticos, se dieron actos musicales, era algo impresionante el ritmo cultural que había en la zona Constitucionalista”, afirma Raful.
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Los artistas y las artes fueron también protagonistas de Abril. “Encabezaron ese proceso con el ‘Manifiesto de los Artistas Dominicanos en Defensa de la Constitucionalidad’, firmas importantes como Abelardo Vicioso, de la generación del 48; Ramón Francisco, de la generación independiente del 50; Máximo Avilés Blonda, figura principalísima de la generación del 48; René Del Risco Bermúdez, Miguel Alfonseca, Rubén Echavarría… había gente de un talento extraordinario, pintores de la talla de Silvano Lora, Cándido Bidó, Ramón Oviedo. Mención aparte merece un poeta haitiano muy querido por la comunidad dominicana, Jacques Viaud Renaud, que muere el 15 de junio de 1965 durante la Revolución, con las armas en las manos defendiendo la soberanía nacional; era profesor de un liceo secundario que estaba el lado de la Iglesia las Mercedes”. La postguerra trajo consigo sus propios nombres, entre los que están “El Puño”, fundado por René del Risco, Miguel Alfonseca, Arnulfo Soto, José Ramírez Conde, Armando Almánzar, Marcio Veloz Maggiolo y Enriquillo Sánchez. “Surge el grupo ‘La Isla’, integrado por Antonio Lockward Artiles, José Ulises Rutinel Domínguez, Andrés L. Mateo, Norberto James, Fernando Sánchez… Se forma el grupo ‘La Máscara’, otra de las agrupaciones artísticas que nace de sectores no tan vinculados directamente al proceso de Abril, pero gente con inquietudes sociales, un poco más conservadoras pero muy importantes, como Lourdes Billini, Aquiles Azar, Héctor Díaz Polanco, Colombina Castellanos, Ángel Haché, entre otros”. Con “La Antorcha” llegó el momento de Tony Raful y sus contemporáneos. “Fue un grupo formado por los más jóvenes; surge en la parte Este de la ciudad, del otro lado del puente Duarte, presidido por Mateo Morrison. Sus integrantes más destacados fueron Soledad Álvarez, Alexis Gómez, Enrique Eusebio, Fernando Vargas, Rafael Abreu Mejía. Este grupo posteriormente se transforma en ‘La joven poesía dominicana’, que es donde nosotros participamos; por igual, en el ‘Movimiento Cultural Universitario’ que se había fundado años antes, donde dirigimos la sección de literatura y ahí iniciamos un conjunto de recitales por todo el país”, recuerda con emoción el autor de obras como “La poesía y el tiempo”, de 1972 y “Abril, nacen alas delante de tus ojos”, en 1980, entre otras. Para esos tiempos publicó en Listín Diario su primer poema. “Fueron muchos los jóvenes que publicaron en aquellos tiempos sus primeros poemas en el Listín Diario. Don Pedro René Contín Aybar (quien hacías las funciones de editor literario del periódico), aunque era un personaje conservador e ideológicamente no favorable a los movimientos de cambios revolucionarios, era una persona respetuosa y sobre todo a los jóvenes nos permitía las colaboraciones”. La experiencia de ver sus inquietudes planteadas en el diario más importante del país le marcó y aún hoy la recuerda con alegría. “Yo publiqué mi primer poema en el Listín Diario; era un poema que hablaba de que la paz del mundo llegaría por las grietas del odio, de la muerte, era un poema de un principiante, pero cuando yo vi mi primer poema publicado en el Listín Diario, para mí fue un gozo extraordinario, es una de las grandes emociones de mi vida”. Después vino la “Gaceta de Auditorium”, suplemento literario del “Listín” que sucedió a las páginas que dirigía Contín Aybar. A la cabeza estaba Marianne de Tolentino. “Era de obligatoria lectura, mucho más selectiva. Venían ensayos literarios, críticas, lo que se discutía en ese momento, los congresos que hacíamos de literatos. Todo el mundo procuraba los sábados la Gaceta de Auditorium de Listín Diario… y ahí volvimos a publicar artículos, discusiones teóricas”. La efervescencia cultural tenía su raíz en la injusticia social y la represión que se vivió durante y luego de Abril de 1965. Los 12 años de Joaquín Balaguer en la presidencia de la República marcaron el destino de toda una generación, y de la nación. Para Raful, el papel jugado por la prensa, y por
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Nuestros colaboradores hist贸ricos: Tony Raful Tejada
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Listín Diario en particular, fue determinante. “En los doce años del gobierno de Balaguer se impuso la inseguridad, y en alguna medida el terror. Don Rafael Herrera Cabral, director y editorialista del Listín Diario desde su reapertura en 1963 hasta su muerte dio, además de cátedra de periodismo, también de amor a la Patria… En los 12 años de Balaguer el “Listín”, bajo su dirección, jugó un papel de equilibrio, de ponderación fue una referencia necesaria en la búsqueda de soluciones, de conciliación permanente de los conflictos de la sociedad dominicana, fue el mediador político en momento en que los antagonismos pugnaban por soluciones radicales y tuvo una clara y definida posición antirreleccionista, aunque no pugnaz ni de confrontación”.5 En aquellos años, el nombre Listín Diario se fundía con el de su director, Rafael Herrera. La posición de mediador que acompaña aún hoy al periódico tuvo en Herrera un gran representante, considera Raful. “Listín Diario siempre estuvo presente en los acontecimientos capitales de aquellos años; cada vez que se presentaba un problema aparentemente insoluble, aparecía Don Rafael Herrera, representando a Listín Diario, como la figura central de alguna comisión que se encargaba de resolver la dificultad: secuestros, situaciones difíciles, gentes prisioneras, gentes asiladas, gente que necesitaba salir del país, Don Rafael Herrera era la persona indicada para procurar soluciones”. Jugar el papel de defender al caído, apoyar al desamparado, aplacar los ánimos tuvo una alta expresión, para Raful, en el editorial escrito a raíz de la salida de Bosch del PRD en 1973, cuando éste se dispuso a fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). “En ese momento se quedó prácticamente solo, aislado, porque las grandes masas de PRD se quedaron con el doctor José Francisco Peña Gómez, hasta el grado de que en las primeras elecciones el PLD, que hoy es un partido mayoritario, un partido de masas, en ese entonces sacó 18,000 votos y la gente pensó que el profesor Juan Bosch estaba acabado; muchos lo maltrataron con críticas mordaces, y yo estaba con el doctor Peña Gómez, pero es inolvidable para nosotros un editorial de Listín Diario escrito por don Rafael Herrera en un momento de violentas opiniones contra el profesor Juan Bosch, señalando que no lo criticaran en la forma desconsiderada en que lo hacían; además vaticinaba que todavía Juan Bosch tenía muchas cosas que darle al país, como efectivamente las dio, en un partido que finalmente tomaría el poder.… El ‘Listín’ era una fuente de paz social en medio de torbellinos de feroces luchas y combates”.
Mirada hacia el futuro Tony Raful ha visto a Listín Diario desde diferentes facetas: lo ha estudiado como intelectual, lo ha analizado como político, ha sido parte de él como poeta, como articulista, como colaborador. “Rafael Herrera siempre me dio acogida en el periódico, yo tengo varios artículos publicados en los años 80 a pesar de que escribía dos veces en la semana en ‘Última Hora’; en esa misma época escribía una vez al mes en Listín Diario. Don Rafael siempre me dispensó el mejor de los tratos y me decía: ‘Tony, tú tienes que decidir si vas a ser poeta, escritor a tiempo completo, o vas a ser político a tiempo completo’. Yo le respondía: ‘Don Rafael, las dos cosas se pueden, respetando el campo de cada una, la poesía es vocación, la política es coyuntura, compromiso social’. Jamás he recibido censura, ni limitaciones en mi forma de escribir, por el contrario, siempre mis trabajos han gozado de absoluta libertad tanto con don Rafael, como con los otros directores de “Listín” y en especial con mi amigo Miguel Franjul, que fue compañero de adolescencia, y de grupos y círculos literarios”, afirma Raful.
Rafael Herrera, Vida Dominicana, Editora del Caribe, CXA, Editorial “Una reiteración”, página 45.
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Para el escritor, a la prensa escrita le queda mucho por aportar, a pesar de la discusión sobre su permanencia ante el auge de Internet. “Pienso que nunca va a desaparecer; siempre habrá pluralidad y prensa escrita, pero por supuesto los periódicos están sujetos a renovación permanente, a diagramaciones más adecuadas a los cambios que se operan, pero siempre el ‘Listín’ ha estado modernizándose”. ¿Qué le deparará el destino a este diario de 120 años? Raful opina que, enfocado en un periodismo de ideas, de investigación, continuando con su tradición editorialista “el ‘Listín’ seguirá en ese proceso logrando satisfacer la demanda de los lectores; apuesto a la continuidad de una larga vida de Listín Diario. Creo que Listín Diario traduce mucho respeto, defiende la palabra, la libertad de expresión, traduce emociones, recuerdos y todos ellos juntos constituyen un aval significativo para nosotros querer y amar a Listín Diario”.
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