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Luis Azurmendi y Mª Angeles Gómez

TECNOLOGÍA Y PAISAJES MEDIEVALES

Litoral Atlántico

Arquitectura y Paisaje


TecnologĂ­a medieval

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energía, máquinas y

Dibujo con las instalaciones hidráulicas de la abadía de Canterbury, fechado en 1160.

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territorio tecnología Medieval Luis Azurmendi Pérez Arquitecto

El despertar medieval arece evidente que desde el siglo XI hasta bien avanzado el XIV hubo un importante aumento de la población en la Europa medieval; la producción agrícola aumentó, debido a las mejoras de las técnicas en los cultivos (rotación trienal), a los métodos de trabajo (invención de estribo y collera) y a unas condiciones climáticas favorables (Le Roy: 339) . En consecuencia, al aumentar la producción, se generó una intensa actividad comercial en la región central del continente (Gimpel: 43-54 y L. White). Testimonio de ello son las noticias que se conocen sobre el comercio, los nuevos mercados y ferias, la fundación de ciudades, las roturaciones de tierras y las instalaciones fabriles. El comercio se desarrollaba por las rutas y ferias establecidas entre los dos polos más dinámicos, el norte de Italia y la región flamenca (Brujas y Gante). Estas rutas atravesaban los macizos de los Alpes y, bien por el curso del Rin o de la Champaña, enlazaban los puertos marítimos del Atlántico y el Mediterráneo. En estas zonas se establecieron los grandes núcleos comerciales, en nuevas ciudades o en las antiguas, bien regenerando sus centros urbanos o desplazándolos hacía áreas peri-urbanas (Benévolo L.), iniciando así una época de esplendor. Acontecimientos como la derrota musulmana en Cartagena y Tarifa permitieron posteriormente abrir una nueva ruta comercial, la marítima, que unía el Mediterráneo y el Atlántico norte (Suárez Fernández: 11). Por esto los pueblos situados en las costas atlánticas pronto se verían beneficiados con nuevas instalaciones y poblamientos. Es en estos momentos cuando, por el interés de poblar los nuevos territorios, se otorgan cartas puebla de nueva fundación de ciudades al amparo de fueros que asignan beneficios o privilegios a los pobladores de los recintos urbanos. Es el caso de las villas en la cornisa cantábrica, o en el litoral gaditano, las bastides en el litoral galo o las new towns inglesas (Benévolo L.: 76 ). El aumento poblacional no fue homogéneo en el territorio porque en las ciudades fue más intenso que

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en el campo. La mayoría de las veces la nueva ciudad se instala precisamente para repoblar territorios o dotar de puertos y flotas a las costas de las nuevas rutas comerciales Es entonces cuando, tanto en el interior como en el litoral europeo, sobre todo en las ciudades, se requiere mayor cantidad de mercancías. Las vías de comunicación y los medios de transporte aumentaron su capacidad. Las técnicas de navegación permitieron fletes de mayor envergadura y a mayor distancia, por lo que surgió un intenso comercio entre ciudades y con una capacidad organizativa de dimensiones transnacionales. Los excedentes de producción permiten intercambios cada vez más amplios y desplazamientos, no solo de mercancías, sino de grupos sociales que irán especializándose en la industria y el comercio. Surgen, así, en las ciudades portuarias, además de la población de navegantes, marinos y pescadores que se enrolarán en las flotas, gremios y asociaciones de comerciantes y artesanos. Darán nombre, que aún conservan, a las calles y barrios de sus ciudades y, aún lejos de ellas, en otras como las agrupaciones de mercaderes peninsulares denominadas naciones en las costas flamencas y bretonas. A pesar de la imagen de carácter autárquico de las ciudades medievales, cercadas de murallas y fueros propios, dependerán del medio rural para su sustento y la obtención de la materia prima para transformar los productos base de su función comercial. En aquellos lugares donde la energía hidráulica o la materia prima estan lejos del alfoz la población rural para tal producción es insuficiente y se recurrirá a la utilización de las máquinas como elemento sustitutivo de la fuerza humana. Este desarrollo necesitaba también, para aumentar la producción, el apoyo inicial de un nivel técnico e industrial que apenas existía. Sin embargo, la técnica, la máquina, el artificio, eran bien conocidos en el mundo clásico. Buena prueba de ello son los tratados sobre máquinas o arquitectura como lo fue De Architectura de Vitrubio, que disertaron sobre la pieza mecánica más importante de la antigüedad: la rueda hidráulica. Pero no fue solo teoría; hasta qué

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punto de desarrollo alcanzó la utilización de la energía hidráulica en la época romana nos da idea el complejo hidráulico de las factorías de Barbégal que, datadas en el del siglo IV d. C, situadas cerca de Arlés, en Francia, con sus 16 ruedas verticales escalonadas, podía alimentar a una población de 12.000 personas (Trevor Hodge 1991). Pero, tras la caída del imperio romano, los testimonios se pierden o son bien escasos a lo largo de los siglos siguientes. Pese a ello, y como veremos, el mundo medieval conoció una fuerte implantación de instalaciones fabriles que sustentaron e impulsaron aquel desarrollo. La respuesta para explicar esta recuperación técnica no parece fácil y lo más lógico es pensar en la existencia de diversos nexos de unión entre la cultura clásica y la incipiente medieval. En esa dirección parece importante la labor que ejercieron las abadías medievales pues, a su conocida labor de copia y conservación, habría que añadir el carácter autárquico y colonizador de sus propios asentamientos que necesitaron de una depurada técnica para su construcción y funcionamiento.

sótanos de las abadías se utilizarán, además, para las cocinas, los calefactorios, las lavanderías, pozos y hasta el saneamiento. Otro plano, esta vez el de la abadía de Canterbury de fecha posterior, 1160 d.C. adquiere mayor precisión, superando el nivel de ela-

El mundo cristiano: Las abadías as grandes abadías de la región central europea eran de una importante magnitud y complejidad y de un carácter intensamente autárquico. Se trataba de pequeñas ciudades con una organización férrea dirigida por reglas sobre el tiempo, la meditación y el trabajo y que, como veremos, disponían también de una planificación arquitectónica y mecánica muy elaborada. Así lo demuestra un plano descubierto en la abadía de Sankt Gallen, del año 806 d. C., y que posiblemente sea el primer trazado medieval que conocemos, (Braunfels: 43) Se trata de un plano ideal, y de ahí su especial interés, porque estamos ante un "modelo", una propuesta genérica, de organización espacial. En él se da exacta idea de la compleja organización de la abadía en función de su necesidad de autoabastecimiento e independencia. Se necesitaba una importante infraestructura técnica: funciones como el almacenaje, la molienda para los alimentos, el prensado de los productos del campo, la fabricación de lana o hierro, tenían su lugar y diseño exacto en el conjunto, como si de un complejo fabril se tratase. Las máquinas y talleres aparecen citadas con precisión: los molinos, fuentes, lagares, batanes, carpintería, tahona, barrilería, unidas todas por los conductos hidráulicos que les proporciona la potencia motriz. Los complejos sistemas hidráulicos en los

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Plano de Sankt Gallen dedicado por el abad Heito desde Reichenau a otro abad alrededor del año 820. Representa un monasterio ideal de la época carolingia. Presentamos una descripción en el dibujo esquemático de la siguiente página.


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boración de diseño de la infraestructura hidráulica al propiamente arquitectónico (Braunfels). Era difícil pensar que pudieran improvisarse factorías de esta envergadura y menos en tiempos que limitaban con lo más oscuro del primitivo Medievo.

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cf T S.C

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Según Braunfels la división algunos de los espacios es como sigue (plano superior ): 1.- Iglesia. 1b Scriptorium y, encima, biblioteca. 1d claustro. 2.-Sala santos óleos. 3.Dormitorio de monjes. 4.-Letrinas. 5.- Baños. 6.Refectorio. 7.- Bodegas de vino y cerveza. Cilla en la planta superior. 8.-Cocina de los monjes. 9.- Tahona y cervecería. 10. Idem de huespedes. 11.-Casa de huespedes. 12.Escuela exterior. 13.- Casa Abacial. 14.- Cocina, cilla y baño del abad. 15.- Sala de flebotomía. 16.- Casa de médicos. 17.- Noviciado y Hospital.

24.-Granero. 25.- Casa de artesanos. 27.- Molino. 28.- Prensa. 29.- Caldera cerveza. 30.Carpintería, tonelería y granero. 34.- Servidumbre. 40.- Huerto y camposanto. cf calefactorio. E.- Escuela exterior. H.Hospedería. T.- Talleres. SC.sala capitular.

Así lo demuestra el plano de Sankt Gallen que es un autentico modelo de planificación. También resulta extraño que semejante documento surgiese de una improvisación porque los monjes dispusieron en sus bibliotecas y archivos de los textos de la cultura clásica y por lo tanto los tratados sobre arquitectura y máquinas que difícilmente podrían ignorar. También es cierto que aquellos fueron, en ocasiones, proscritos , pero el hecho es que los conservaron y que también fueron transcritos y copiados en los Scriptorium. En este sentido hay que recordar cómo Poggio Bracciolini, en 1415, descubrió un manuscrito de Vitrubio en el monasterio de Sankt Gallen (García Tapia: 29). Otros autores (Gimpel:107) coinciden al afirmar que Villard de Honencourt, del que se conserva su famoso manuscrito de Cuadernos, conocía el contenido de De Architectura a través de alguna de las copias que realizaron los benedictinos. Y no puede ser un hecho aislado dado que en los siglos X al XV existieron al menos 55 copias de dicho manuscrito. Otro documento de la abadía de Lursch señala condiciones sobre construcción para la abadía de Cluny III muy cercanas al texto Vitruviano ( Pareja A.). Inicialmente las abadías se levantaron fuera de las ciudades pero la mayoría de las del interior europeo quedaron muy vinculadas a las dos grandes rutas del Rin y la Champaña. Con el tiempo, muchas de ellas quedarían absorbidas por el crecimiento de éstas integrándose, no solo en los espacios urbanos y sus arrabales, sino en su entramado social y político. Esta situación de implicación en el orden mundano, contradictoria con la regla monástica, propició una importante reacción en la orden del Cister (Citeaux-1089, Clairvaux-1120), los monjes blancos, en contraposición al primitivo Cluny (Cluny I, 910926) o monjes negros. Desviados los fines de la orden hacia el creciente poder urbano y político, los Cister reaccionan aplicando con rigor y austeridad las reglas de la Orden con un afán integrista: Los nuevos asentamientos monacales buscarán ahora lugares más alejados de las ciudades, en recónditos parajes aislados, con una arquitectura rigurosa, funcional y desprendida del adorno, donde escasearán las imágenes y la máquina reaparece con su severo sentido práctico. Despertó de nuevo el conocimiento y la práctica de la mecánica clásica y de las técnicas de cultivo hasta entonces desconocidas. Se produce, además, la diáspora de instalaciones monacales que conducirá a la creación de numerosos abadías en los lugares más dispares del paisaje europeo. Las abadías cister se instalan en lugares hasta entonces improductivos, lo colonizan y difunden, junto a la organización territorial del campo, las técnicas y apli-

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Molinos en el río Guadalquivir, en Cordoba. Fragmento de un grabado editado por Braum.

Vista aérea de los restos de la abadía de Nendrum en Irlanda.

caciones heredadas del mundo clásico. Al hablar del Cister en Galícia, Torres Balbás comenta que: "Estos monjes blancos ayudados por conversos, realizaron una obra admirable de colonización. Poblaron grandes extensiones de páramos y tierras virgenes de cultivo, abatieron bosques, roturaron tierras yermas, encauzaron aguas pantanosas, construyeron trojes, estanques y aceñas..." Podríamos decir que, si bien los monjes negros se integraron en la sociedad del burgo, de las ciudades, los monjes blancos, como reacción, supusieron la diáspora hasta los más recónditos parajes. Ambos serán un importante factor de difusión de los conocimientos técnicos, unos en el medio urbano y otros en el rural, y de su aplicación práctica a lo largo del Medievo.

Paisaje rural con molino, puente, huertas y casas, en las cercanías de Ostende según grabado editado por Braun.

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Noria denominada Albolafia, en Córdoba, según un sello del siglo XIV reproducido por J. Caro Baroja.

Rueda hidráulica en un sello de la ciudad de Murcia según reproducción de J. Caro Baroja.

Del occidente cristiano al musulmán

meros eran construcciones que desviaban las corrientes fluviales para llevar agua a los regadíos o a los molinos. Las segundas eran ruedas hidráulicas que, movidas por la misma corriente, recogían el agua por medio de cangilones cerámicos la elevaban y vertían en un nivel superior. En ambos casos, una vez alcanzado el nivel necesario, se distribuía por canalizaciones hasta las albercas o depósitos y desde allí, por una tupida red hidráulica, de acequias en el caso de regadíos, se distribuía a los lugares previstos. Las norias fueron todo un símbolo en ciudades como Córdoba y Toledo. La primera, denominada Albolafia, data de 1136 (Cherif) con su diámetro de 15 m. que elevaba agua del Guadalquivir a los Alcázares. La de Toledo es anterior y elevaba agua del ríoTajo para la ciudad, por encima del puente de Alcántara, según descripción del geógrafo El Idrisi (B.

ero, por otro lado, parte de la península ibérica estuvo dominado por los pueblos mulsumanes. Amplios territorios se organizaron en torno al agua y los cultivos de regadío. Se trata de la Iberia seca donde se asentará un pueblo que tradicionalmente domina la técnica del agua. Pero el territorio ya dispone de una infraestructura hidráulica anterior de origen romano testimoniada, entre otros, en las Etimologías de San Isidoro (Caro Baroja 255). Uno de los aspectos que merece atención es conocer las técnicas que permitieron el regadío del campo y el abastecimiento de agua a las ciudades de dominación musulmana. En ese sentido dos elementos serán característicos: el azud y la noria. Los pri-

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Ilustración de una hipotética restauración de una noria árabe en Toledo según Basilio Pavón Maldonado.

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Pavon: 281) y que es antecedente del famoso artificio de Juanello Turriano. Otro medio de obtención de agua son los Qanat o galerías subterráneas que recogen diferentes pozos de captación freática. Se conocen algunos de profundidades de hasta 70 m., como el de Mallorca, con longitudes muy variables hasta los depósitos en superficie o las canalizaciones de distribución. La existencia de este tipo de captaciones en época romana ha sido testimoniada por diversos autores. La captación del agua de lluvia se realizaba con aljibes que son depósitos enterrado que recogen el agua de escorrentía de los tejados: En las casas era habitual el patio con aljibe, sistema característico de la casa grecoromana. Así pues, existe identidad entre las tipologías romana y musulmana y, por lo que conocemos, un grado de utilización muy importante de las infraestructuras que estos construyeron en la península meridional de forma que Pavón Maldonado escribirá : "Los árabes en España admiraron las conducciones romanas, reutilizándolas ...lo que no invalida que los agrónomos hispanomusulmanes pudieran conocer y consultar ...de los árabes de Oriente.(...) los árabes de Oriente y Occidente restauraron acondicionaron o actualizaron las viejas canalizaciones romanas (...)El problema del agua, por razones climáticas presentó un serio y constante reto para los diferentes pueblos que pusieron los pies en ella. Roma y el Islam ofrecieron respuestas paralelas y satisfactorias de tal manera que no es temerario hablar de continuidad romano-árabe.”(B. Pavon: 193, 233 y 15)

Máquinas medievales

Pintura con motivo de molino medieval de rueda vertical del siglo XIII. Arca mudejar denominada de San Isidro (fuente: Ignacio González Tascón).

Rueda representada en los Cuadernos de Honnencourt.

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as máquinas medievales trabajaban gracias a tres artificios diferentes: La rueda hidráulica, la leva, y la biela. Ninguno de ellos será artificio de origen medieval pero su uso, por las noticias que disponemos, fue generalizado en esta época. Son instrumentos mecánicos que hoy los reconocemos como sencillos, y hasta evidentes, pero para la sociedad medieval supusieron una verdadera revolución al sustituir la fuerza del hombre por la máquina. La rueda hidráulica será la pieza esencial de toda actividad industrial. Giraba impulsada por una corriente de agua y el movimiento de rotación se transmitía, a través de un eje o árbol, al resto de otros mecanismos que generaban el trabajo necesario. Las ruedas podían ser horizontales o verticales. Las primeras son las más sencillas pero de menor rendimiento. Los cambios de dirección del giro vertical u horizontal a otros, que producirían trabajos que requerían golpe o vaivén ( como los batanes o las serrerías), se conseguían a través de la leva o las bielas. Los movimientos de rotación simple se empleaban para hacer girar las ruedas de los molinos y por rozamiento, moler el grano de cereal. Los de vaivén se utilizaron en instalaciones más complejas como fueron las serrerías, y las de golpeo en los batanes y las ferrerías. La máquina mejor conocida es el molino hidráulico: Una corriente de agua golpea las aspas

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de una rueda hidráulica que gira y trasmite el movimiento a una piedra circular que, por rozamiento y presión sobre otra, tritura o muele el cereal. Hay que destacar la profusión de los molinos que conocemos, entre otros, por los cuadernos Domesday Book, fechados en 1086, donde se censan 5.624 molinos en una zona de 1.400.000 de personas lo que equivalía a un molino cada 50 familias (Terry Reynolds). Aquí encontraremos también dos citas de interés: la de un molino de marea en Dover y la existencia de un mecanismo de leva en Somerset. Otra noticia da a conocer un molino de fabricación de cerveza en Montreuil sur Mer en el Monasterio de Saint-Sauver entre 987 y 996. Conocemos que a finales del siglo XII, en Toulouse, se construyeron tres presas, una de las cuales denominada Bazacle tenía 400 m de longitud, que abastecían a 43 molinos. Llama la atención que, dentro del siguiente siglo, los molinos fuesen ya propiedad de los inversores y los empleados eran ya asalariados (Reynols, T.:38). Los molinos de marea en la ría del Adour, en Bayona, datan del siglo XII (Gimpel, J: 25) y se citan en Woodbridge en el estuario del Deben en Suffolk y recientemente las excavaciones en Irlanda sorprenden por la noticia de la data de un molino de marea del año 787 precisamente en una abadía: la de Nendrum. En la península ibérica destaca las noticias del molino de las Aceñas en Avilés, de 1232 como venta al monasterio de Valdediós (López Ávarez: 118, Ruiz de la Peña). Del siglo X y XI se suponen

posibles molinos de marea los topónimos de Roidoiro y Molini Marini en Cantabria (Azurmendi, Gómez. C.:14) y documentados en el Cartulario de la abadía de Puerto, en Santoña (Álvarez LLopis: 665. Casado Soto, II: 113-126). La combinación de las máquinas hidráulicas y el fuego permitirá el tratamiento y forja de los metales, sobre todo del hierro, hasta conseguir una producción inusitada hasta ese momento. Entre los años 1010 y 1028 hay citas de un "molino de hierro" en Alemania otra otro en el monasterio de Soröe en Suecia. Otras noticias referencian fuelles movidos por energía hidráulica (Linaje: 34) en la región de Lieja. Una noticia sobre herrerías lo constituye los privilegios reales de 1335 al Valle de Herrerías en la actual Cantabria (Río, Efemérides. Tomo II pg 95). También hay citas de "ferrarios" en documentos localizados en Liébana (García Cortazar: 169). En las ferrerías que se situaron cerca de la costa, sobre todo en el Cantábrico, allí donde aún alcanzaba la marea, se construyeron embarcaderos o riberos para cargar el hierro y la madera. Otras noticias sobre máquinas hidráulicas proceden de Normandía donde se cita un batán en el año 1086 y en una donación de propiedades de un monasterio, esta vez en Milán, en 1008, aparece un fullae que también correspondía con un batán. En otra abadía Benedictina ya se trituraba mecánicamente la caña desde 1176. En 1136 la abadía de Clairvaux, una de las grandes abadías cistercienses, contaba con ruedas de moler grano, abatanar paño y curtir pieles (Reynols: 38)

Fragmento de los Beatos, del siglo X, donde se representa una prensa. En el texto del comentario se dice : “...y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y salió sangre del lagar hasta los frenos de los caballos.” (Ref. John Wiliaams, Los Beatos. Biblioteca Nacional)

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Primer dibujo de un molino de marea diseñado por Mariano di Jacopo, llamado Il Taccola, posiblemente realizado en Siena en torno al año de 1450.

La ciudad de Brujas en el grabado de Braun.

Pero no solo el agua será la fuente energética, también se utilizará el impulso del viento sobre aspas de molinos o sobre las velas de las naves con técnicas náuticas de desplazamiento cada vez más desarrolladas. Los molinos de viento aparecen citados con profusión a partir de 1180 (Gimpel, J.: 27). La primera noticia que conocemos es la de Weedley (Yorkshire) (White, L.). En el siglo XIII se introdujo la energía eólica en Flandes. El primer dibujo de molino de viento se debe a Il Taccola (White, L.: 104); del mismo autor será el primer dibujo conocido de un molino de marea y de otros mecanismos como la biela. Noticias sobre impresión tipográfica también proceden de otra abadía sobre unos tipos de madera para imprimir, esta vez en Gelberg y fechados en 1147 (Linage). Una sierra hidráulica aparece en los dibujos de Honencourt en el año 1235, en sus conocidos Cuadernos cuya posible relación con las abadías ya comentamos. Hay otra producción costera que es de gran importancia y de la que disponemos de escasa información: se trata del "oro blanco" es decir: la sal. Salinas de origen marino son citadas en los textos romanos y en tiempo más cercano las tenemos en Cantabria, en Miengo, (García Cortazar: 179) documentadas en el siglo IX. Importantes debieron ser las de Cádiz y Setúbal en la península y las del sur del río Loira en Bretaña. Hay que señalar que, si bien las abadías disponían de un importante número de máquinas, no fueron propietarios de la mayor parte de ellas. Nuestro interés en este relato está más en la concentración de tipos de diferentes de máquinas en un solo lugar. No resulta fácil establecer el grado de monopolio que se dió, por ejemplo, en la península ibérica: la nobleza, el clero, y el campesinado en muchas regiones comparten el moli-

no de forma diferente. En la Rioja se da un mayor peso en las propiedades de la nobleza que de los monasterios mientras que en León la mayoría son de pequeños propietarios. En general y en la región de la actual Cantabria los monasterios son los segundos propietarios tras la nobleza. (García Cortazar: 126, 171). Con el tiempo (siglos X a XIII) y en la vertiente norte peninsular la proporción de propietarios de nobles y campesinos irá aumentando y la del clero disminuyendo para dar paso a una propiedad más compartida (Ávarez LLopis 672). En el discurrir de los tiempos, se producirá una doble consecuencia: por un lado el aumento cuantitativo de las instalaciones fabriles y, por otro, la especialización de las máquinas adaptándose a las condiciones ambientales de cada lugar, es decir la aparición de nuevas tipologías. Uno y otro darán paso a un cambio cualitativo que se producirá cuando surja un espíritu de recuperación y de creación de nuevos instrumentos como lo será el Renacimiento, que con autores como Il Taccola ( 1453?) enlazarán directamente con los tratados de Leonardo da Vinci. En este sentido García Tapia dirá que "en el siglo XVI se produjeron nuevas invenciones de molinos hidráulicos, a partir de estos modelos, que posibilitaron la innovación de la turbina hidráulica" (García Tapia. N.: 58)

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Tecnología y medioambiente rdenando estas noticias de forma que podamos agruparlas por áreas geográficas diferentes, vinculadas al medioambiente (al litoral o al interior, al clima seco o húmedo, a la orografía llana o montañosa) y por otro lado a los acontecimientos de la historia de la técnica observaremos cómo

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Protección de la ciudad de Amsterdam contra la invasión de lasmareas con molinos de viento.

Vista del campo en torno a Estocolmo según fragmento de un grabado de Braun.

esas condiciones ambientales y culturales han obligado a los pueblos a ir adaptándose a su entorno más cercano. Sin embargo no existe una coincidencia entre el hecho de conocer un instrumento y su aplicación, dado que solo se utilizará si las condiciones son favorables. La falta de noticias en una región no significa que se desconozca, como tampoco su existencia demuestra un uso generalizado y socialmente útil: Difícilmente podíamos suponer que en Italia, por ejemplo, existiesen molinos de marea, por la escasa amplitud de estas, sin embargo fue allí donde se realizó el primer diseño conocido de este tipo de máquinas. Esto nos conduciría a reflexionar sobre el hecho de que la cultura material resulta de mayor interés cuando el hallazgo tiene un soporte social más que un carácter singular y excepcional (Carandíni). Por otro lado ocurre que un artificio, con el transcurrir del tiempo y en su adaptación a las condiciones ambientales, es modificado y perfeccionado su diseño, apareciendo diferentes tipologías e incluso alumbrando un artificio nuevo. En el caso de la rueda hidráulica, discernir cuál de los dos tipos de ruedas hidráulicas, la vertical o la horizontal, es la más antigua, o conocer su procedencia, es objeto de diferencias entre los investigadores, para concluir García Tapia diciendo, acertadamente, que: "En principio, las ruedas verticales (...) se adaptan mejor a los grandes ríos, mientras que las horizontales se adaptan a las pequeñas corrientes. Cabe pues pensar en una invención simultánea en diferentes lugares de la tierra, en función de su adaptación al medio." En el caso de los molinos de marea, y dependiendo de la magnitud de ésta, se pasa de la rueda vertical en la de mayor in-

tensidad, como en Saint Michel, a las horizontales y más numerosas, como en las costas meridionales con marea mas reducida como son las de Cádiz. La intensidad del caudal de los ríos y la magnitud de las mareas producirán diferentes tipos de molinos. Pero veamos como otras características ambientales modifican los diseños. Entre diseño naval y tipo de bosques también existe estrecha relación; según Cruz Apestegui, las maderas de la región atlántica permiten pertrechar las embarcaciones con tablas de una sola pieza longitudinal que se moldean fácilmente al diseño náutico: es el tipo de tingladillo característico de la navegación medieval atlántica. Por el contrario, en el Mediterráneo, las piezas serán más cortas y se utilizará otro tipo de montaje que se denominará a tope.También se interpreta esta diferencia tipológica en razón de las técnicas de ejecución: En el Cantábrico la herramienta usual será el hacha lo que produce cortes irregulares en la madera y obliga el solape de tablas, el tingladillo, y el clavazón. En el Mediterráneo el uso de la sierra produce cortes más regulares lo que permite el armado a tope (Casado Soto, I:10). Con el tiempo las diferencias tipológicas quedarán difuminadas en un mestizaje técnico que se trasladará a gran cantidad de elementos de la arquitectura naval cosa que sucede ya en la época medieval. El litoral es un medio de morfología muy sensible por efecto de la mar. Esto influyó en la fundación de las propias ciudades, en sus cambios y en su ocaso. El ejemplo más llamativo es el de Brujas: se aprovechó que una gran tempestad, en 1134, excavó un profundo golfo, el Zwyn, donde se instala el antepuerto de Damme, para después de una época de

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Grúa instalada en la entrada del puerto de Santander. Fragmento del grabado de Braun.

esplendor, los sedimentos lo inutilizaron y el puerto se traslada a Sluis, que también acabará colmatándose, cediendo Brujas su esplendor medieval a otra ciudad: Amberes (Benevolo. L.: 69). Este itinerar de puertos a lo largo de la costa, por razones de modificación de su morfología, ha sido una constante que influyó decisivamente en la organización territorial de estos espacios litorales: la colmatación de los fondos de las ciudadelas como las de Brouage, ya en el siglo XVI, también fue, en parte, la causa de ceder su protagonismo al futuro arsenal de Rochefort sur Mer. El esfuerzo por evitar la colmatación natural de puertos también propicia el diseño de una serie de mecanismos para evitarlo: En La Rochela se utilizaron compuertas para lograr, aprovechando el empuje de las mareas, limpiar la bocana del puerto (L. Menanteau: 100). Diversos tipos de máquinas de draga y pilotaje irán apareciendo en los tratados del inicio del Renacimiento y que posiblemente ya se utilizaron en esta época. De igual forma en el siglo XVI aparecerán reflejados en los grabados numerosas grúas portuarias como fueron las de Santander y Sevilla. El ejemplo contrario: salvar las tierras de la invasión de las mareas. Las regiones flamencas mantienen su territorio a nivel inferior que el de la mar: mantener el nivel de las aguas era pura supervivencia y los molinos de viento moverán grandes ruedas hidráulicas que mantendrán los niveles estables convirtiéndose en protagonistas de ese característico paisaje. Es difícil precisar el origen de los molinos de viento en la región, hay datos del siglo XIII, pero en ciudades como Ámsterdam solo aparecen con profusión en los siglos XV y XVI utilizados para desecar y proteger las zonas inun-

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Grúa en el puerto de Sevilla. Fragmento del grabado de Braun.

dables. Para los molinos de viento hay otra condición climática que justifica su instalación, además del tipo de vientos, y es que, en las zonas de hielos por tiempo prolongado, sustituyen con mayor eficacia a los molinos fluviales. En los climas más secos y tierras llanas, como en la zona meridional de la península Ibérica, la dificultad de obtener agua y de trasladarla, por la escasez de pendientes, hará que los paisajes rurales se jalonen con grandes norias, albercas y acequias. Norias de grandes dimensiones aparecen en las fachadas de las ciudades para el abastecimiento de su población y en el medio rural los regadíos, con sus acequias, albercas, norias y hasta organización social del reparto del agua, será testimonio de la cultura musulmana en Zaragoza, Tudela, en Valencia, Murcia y, en menor medida, en alAndalus, convirtiendo la Iberia septentrional en un paisaje reflejo del territorio de origen de los colonizadores hispanomulsumanes: así los geógrafos evocan Siria a través del paisaje de al-Andalus y Granada o Sevilla con Damasco.

Conclusiones n esta breve reseña he querido señalar cuáles fueron algunos de los agentes de divulgación de las invenciones técnicas en el Medievo y, entre ellos, las abadías benedictinas como uno de las más importantes. También se ha dicho cómo, tanto en el área cristiana como en la musulmana, no hubo una ruptura de la tradición greco-romana.

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BIBLIOGRAFÍA

Fragmento del grabado de Braun con una vista del entorno rural de la ciudad de Sevilla.

He planteado la cuestión de como el medioambiente, en términos amplios, condiciona la utilización de las diferentes máquinas dando lugar a tipologías que caracterizarán a cada región. Por último diré que, con la acumulación técnica y los excedentes de producción, la cantidad se transformará en cualidad cuando se den las condiciones para alumbrar nuevos artifícios, nuevos invenciones, que con menos esfuerzo producen más y mejor: Un aumento cuantitativo en el Medievo llegará a producir, ya en el Renacimiento, el cambio cualitativo y la fabricación de nuevos artificios, que es en definitiva la razón de la invención técnica. Podemos establecer que la razón última de un diseño depurado de máquinas y de edificios, hasta su más alto rendimiento, no la encontraremos tanto en la búsqueda de su remoto origen, como en la aceptación social que tuvo, en las aportaciones locales que incorporó, por su adaptación al medio local, y en el nivel de difusión. En ese sentido una máquina, un edificio, podemos entenderlo mejor como la suma de elementos diferentes procedentes de las experiencias locales acumuladas. En nuestro patrimonio no solo estan las claves que explican nuestro propio entorno, sino que también encontraremos las de otros pueblos que, aún pareciéndonos hoy distantes y diferentes, contribuyeron indudablemente en su formación.

Luis Azurmendi Pérez

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