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Diplomacia cultural, dura herencia para la 4T
from LJA26102020
by LJA MX
/ Judith AmAdor
Obligado por la pandemia, el mundo exige un replanteamiento en la cooperación internacional y la diplomacia cultural, porque las comunicaciones virtuales no serán suficientes.
Y si bien México cuenta con una histórica tradición forjada desde su consolidación revolucionaria –lo cual le ha otorgado reconocimiento a sus diplomáticos y a su cultura a pesar de los cada vez más menguados presupuestos–, será un reto para el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) recuperarse de la crisis y construir un modelo que siente las bases de una nueva política cultural exterior.
Así lo considera el periodista y exagregado cultural en Colombia y Chile, Eduardo Cruz Vázquez, quien recoge parte de esa tradición en el recién aparecido libro Diplomacia cultural, la vida, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Coordinado por el también fundador del Grupo de Reflexión en Economía y Cultura (Grecu), el volumen de 189 páginas reúne a 24 autores, incluyéndose.
Todos, diplomáticos de carrera o transitorios desempeñados en el ámbito de la cultura:
Camila del Carmen Aviña Zavala, Luz Elena Baños Rivas, Alejandra de la Paz, Mercedes de Vega, Alejandro Estivill, Gerardo Estrada Rodríguez, Alberto Fierro Garza, Agustín Gutiérrez Canet, Jorge Alberto Lozoya, Jaime Moreno Villarreal, Beatriz Nava Domínguez, Andrés Ordóñez.
Carlos Ortega Guerrero, Luis Ortiz Monasterio, Soileh Padilla Mayer, Susana Pliego Quijano, María Dolores Repetto Álvarez, Carlos Tejada, Sara Valdés Bolaño, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Andrés Webster Henestrosa y Nuria P. Zúñiga Alaniz.
Cada uno cuenta los retos, vicisitudes, anécdotas o momentos significativos que vivieron en su tránsito por diferentes representaciones de nuestro país en el extranjero. De la Paz, por ejemplo, relata los detalles de una visita a Londres, en junio de 1996, del poeta Octavio Paz (quien además de haberse separado en 1968 como embajador en la India representó a México en Estados Unidos, Francia, Japón y Suiza). Eduardo Cruz Vázquez | Foto /eduardo.cruzvazquez.7
Lozoya, a su vez, reflexiona sobre las imágenes de México que se difunden universalmente y recuerda el papel del llamado “poder blando” durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, a través de la exposición México. Esplendores de treinta siglos en el Museo Metropolitano de Nueva York en 1990.
Jaime Moreno Villarreal cuestiona la promoción en el discurso de que México es “una potencia cultural” a partir de estereotipos, como la arqueología, las danzas folclóricas, el Día de Muertos, el mariachi, la figura “más que el arte” de Frida Kahlo, el Grito de Independencia y “lo que México ha dado el mundo”, como el maíz, el chocolate, el aguacate, el tequila…
Exembajador en Irlanda, Agustín Gutiérrez Canet lamenta no haber podido cumplir al poeta Seamus Heaney su encomienda de entregar a su colega Octavio Paz copia autografiada de su discurso de aceptación del Premio Nobel. En tanto Nualart contrasta el impulso a la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresión Culturales en la Unesco, en 2005, con el nacimiento de la empresa estadounidense Netflix, que ha venido a trastocar la distribución y consumo de los productos audiovisuales.
Ordóñez rememora cómo, durante su paso por la Dirección General de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), se logró que los recursos “tradicionalmente destinados a obsequiar los intereses de los grupos de poder del medio artístico e intelectual”, se reorientaran a creadores no consagrados y para otorgar becas a estudiantes de licenciatura y posgrado, abriendo la posibilidad para que jóvenes latinoamericanos vinieran a estudiar, y cómo el proyecto terminó por las ambiciones del canciller Luis Ernesto Derbez de ocupar la dirigencia de la Organización de los Estados Americanos.
Así, Cruz resume en la presentación: “…mientras que en estas páginas evocamos un torbellino de escenarios humanos sobre los hombros de las relaciones culturales, ni idea tenemos de cómo se habrán de construir las historias por venir. Los años dirán qué modelos de gestión cultural internacional no sólo habrán sobrevivido al ajuste de paradigmas a raíz del coronavirus, sino que además esperamos muestren con creces haber resuelto los desafíos, con su consecuente influencia en el cotidiano de sus protagonistas en embajadas, consulados y organismos internacionales. También en cierto lapso podremos atestiguar la sepultura de aquellas estructuras que se consideraron prototípicas, o la obcecación por sostenerles en vida…”
En entrevista telefónica con Proceso, Cruz Vázquez indica que el volumen no juega con el futuro ni establece directrices o condiciones en las que deban desarrollarse la diplomacia o la cooperación internacional, pues no es su objetivo, pero “evidentemente un analista, un estudioso o una gente acuciosa” encontrará pistas y elementos que son constitutivos de la cooperación internacional y la diplomacia cultural, y no van a cambiar.
Menciona dos: la fuerza de la cultura de un país y las capacidades económicas, pues para desarrollar esa cultura, “lo que los estudiosos llaman el ejercicio del poder suave”, se requieren recursos y además movilidad, la diplomacia cultural no puede ser solamente virtual:
“Tarde o temprano se tendrá que superar este proceso pandémico y la diplomacia va a regresar. El tema es de qué manera, si será capaz de innovar a partir de la escasez de recursos y de un debilitamiento de los propios organismos internacionales. Ese es el desafío, cómo se replanteará el ejercicio de la cooperación y la diplomacia cultural después del coronavirus, y esa es una labor internacional conjunta.”
Añade que será definitiva la acción multilateral en la cual intervengan instituciones extranjeras, como la Organización de las Naciones Unidas, la Unesco, la Organización de Estados Iberoamericanos y el Convenio Andrés Bello, por citar algunos.
“Pero hasta que recomiencen los desplazamientos se verá qué tanto afectó el coronavirus el desarrollo de la diplomacia cultural o sólo fue un parón que se superará y regresará a sus propios carriles con su velocidad.”
Un mensaje por WhatsApp figura en el divorcio entre la caminata y la SEP
/ rAúl Pérez
Luego de apartarse de la Comisión Nacional de Caminata (Conacam), uno de los tres proyectos deportivos creados por mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, el exmarchista Bernardo Segura responsabiliza de su dimisión a la burocracia que predomina en la Secretaría de Educación Pública (SEP) porque, afirma, se cansó de esperar el apoyo para los marchistas y los entrenadores, a quienes la institución les adeuda 18 meses de sueldo.
“Me da pena y vergüenza. ¿Con qué autoridad le voy a decir a los entrenadores: aguántenme para la próxima? Pero la próxima no llega nunca. ¿Con qué cara les digo: espérenme que les pagaré en tal fecha? Ya desconfían de mí. Mi imagen ya está muy deteriorada ante los entrenadores y los atletas porque ya no me creen… Me cansé de poner la cara de pendejo”, expone con enfado el también diputado del PT por el Estado de México, en entrevista a Proceso, realizada el jueves 8.
El medallista olímpico de Atlanta 96 renunció a la titularidad de la Conacam el martes 6 tras la cancelación del viaje a la Copa Europea de Podebrady, en República Checa, donde 14 marchistas de ambas ramas buscarían la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, que se realizará en 2021 tras su suspensión por la pandemia.
En este grupo de atletas están sus hijos Brandon y Jefferson, cuya presencia le acarrea críticas a Bernardo. Él mismo reconoce el conflicto por el supuesto de estar beneficiándolos con recursos federales.
De acuerdo con el exmarchista, la suspensión de la travesía a Podebrady ocurrió cuando el grupo de deportistas y entrenadores se alistaba para abordar el avión en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. “Fue la gota que derramó el vaso, porque no se trata de cualquier evento”.
Asegura que lo anterior es el reflejo de las constantes trabas impuestas a la Conacam desde la Oficialía Mayor de la SEP, de la cual dependen los tres programas conformados por López Obrador, al margen de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), para el desarrollo de la marcha, beisbol y boxeo.
“Renuncié por tantita dignidad. Ya no tengo cara para poderme enfrentar a los entrenadores que durante tantos meses me han hablado por teléfono o me los encuentro. Entiendo su malestar: se quejan de que no se les ha pagado ni se les ha dado una sola beca a los atletas”.