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Vera Cruz centenaria
from LNC Cofrade nº 72
by LNCleon
La hoy conocida como Virgen de la Vera Cruz fue adquirida por Minerva en 1923
XUASÚS GONZÁLEZ
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Hace ahora cien años, en 1923, incrementaba la Cofradía de Minerva su patrimonio con una nueva imagen –lo ha estudiado, entre otros, Eduardo Álvarez Aller–, adquirida en los Talleres de Arte Cristiano de Olot (Girona) –su anagrama es visible en la parte posterior de la efigie–: una Piedad, de serie, cuyo modelo se debe al escultor Miguel Blay Fábregas, realizada en una pasta mezcla de madera, cartón y otros materiales, policromada en tonos pastel y con ojos de cristal.
La talla procesionó desde entonces –y hasta 1937– en el Santo Entierro de los años impares y, posteriormente, en la desaparecida Penitencial de Mujeres en la que, aun organizada por la Junta Mayor, desempeñaba Minerva un papel destacado. Y, ya en 2008, bajo su actual advocación –Nuestra Señora de la Vera Cruz– y habiendo sido restaurada el año anterior por Agustín Rilova Simón, fue recuperada para la Procesión de la Amargura, ocupando el lugar de la Virgen del paso del Descendimiento al decidir Minerva que esta ya no saldría más a la calle en solitario.
Para la historia queda que, en 1938 –en plena Guerra Civil–, la imagen procesionó –como también la Urna y la So- ledad, junto con una nutrida representación de Minerva– en el Santo Entierro de Gijón. Cuenta el historiador asturiano Miguel Dongil y Sánchez que, en el contexto de la sublevación, en la madrugada del 24 de agosto de 1936 fueron incendiadas las iglesias de la localidad asturiana, incluida la de San Pedro Apóstol, en donde se encontraban las imágenes que allí procesionaban, que no se salvaron. Y, más de año y medio después, el Ayuntamiento de Gijón solicitó colaboración a la Cofradía de Minerva que, ese año, por ser par, no organizaba procesión. El acuerdo entre penitencial –era su abad Ángel Suárez Ema– y consis- torio –con Manuel García Rodríguez, teniente de alcalde, como máxima autoridad– quedó formalizado ante notario el 12 de abril de 1938 en la capital leonesa, y ese mismo día, Martes Santo, fueron trasladadas las imágenes –en ambulancia, dicho sea de paso– a Gijón, de donde regresaron –en la misma ambulancia– en la tarde del Sábado Santo.
Para conmemorar el centenario de la imagen, en la eucaristía que tendrá lugar mañana a la una de la tarde en la parroquia de San Martín –sede canónica de Minerva–, y con la efigie en el templo, se bendecirá e impondrá un corbatín a la bandera del paso.
Firma invitada Mujeres valientes
SONIA MARÍA PÉREZ CRIADO
Abadesa honoraria de la Cofradía de María del Dulce Nombre
Hay un momento en la vida en que alguien tiene que decidirse a dar el primer paso para poder avanzar. Una locura sana de unas mujeres valientes que, sin prejuicios, pensaron que era la mejor manera de participar en lo que habían soñado siempre.
La mujer semanasantera ha sabido trabajar de manera eficaz. Siempre hacia delante, arriesgándose desde un lugar muy observado. Se fueron incorporando en grupos de montaje, en bandas, pujando, dando pregones, formando parte de juntas; trabajando duro, tantas veces en contra de todos y todo.
Han pasado 37 años desde que la mujer en nuestra semana más santa empezó a acceder al lugar que históricamente reivindicaba y se merecía. Fue mi tocaya la primera papona que pujó hombro con hombro con sus hermanos del Divino Obrero. Después fuimos más. Aunque éramos jóvenes, logramos cambiar la forma de pensar de ese mundo tan añejo.
Hoy, nuestras hijas y nietas creen que lo tuvimos fácil porque ellas ahora pueden hacerlo sin restricciones, como ir a votar o al banco, con naturalidad y sin miedos, sin esconderse bajo el capillo para que no te pillen siendo mujer porque una norma dice que no pueden formar parte de ello. Nuestras ganas y rebeldía pudieron con todo eso y con más, aunque todavía hay mucho trabajo por delante. Tengo la suerte de contar con un grupo de amigas, mujeres con diferentes formas de pensar. Me hacen reflexionar, ver más allá y seguir luchando. Nos dicen ‘las penúltimas’. Hay paponas ‘de toda la vida’, de acera y de almohadilla, atajadoras, otras la están descubriendo y disfrutando, otras lo son por tradición y otras por devoción, e incluso hay alguna a la que no le encaja todavía. Nuestro proyecto es común y sería un paso importante poder involucrar no solo a mujeres, sino también a hombres que lo apoyen. Todavía me queda una espinita clavada: romper de una vez esa barrera para que papones y paponas podamos ser iguales ante nuestros sueños. Porque, aunque creamos que no es así, tenemos muchísimo que trabajar para avanzar.