Las comunidades aborígenes del territorio de Sancti-Spíritus, Cuba.

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LAS COMUNIDADES ABORÍGENES DEL TERRITORIO DE SANCTI-SPÍRITUS, CUBA Autores: Santiago Silva García Orlando Álvarez de la Paz Reinaldo Pérez Jiménez

INTRODUCCIÓN La historia de nuestra provincia o nuestro territorio, si preferimos llamarlo así, no se inició a partir de la llegada de los primeros conquistadores españoles, esta, en realidad comienza algunos milenios antes cuando arriban los primeros grupos humanos de cazadores hace aproximadamente unos 10 000 u 8 000 años. Desde aquellos tiempos hasta que se produce la conquista y colonización europea se establecen en el territorio espirituano comunidades con características étnicas y niveles de desarrollo económico diversos. De estas comunidades aborígenes, los cronistas sólo pudieron dar referencias, algunas distorcionadas, de las que encontraron en su paso por la región. Los estudios arqueológicos efectuados hasta el presente han posibilitado la realización de una reconstrucción histórica, quizás bastante aproximada, de estas comunidades en lo tocante al desarrollo socioeconómico alcanzado y su filiación cultural a partir de las evidencias materiales descubiertas en diversas localidades de nuestra provincia. Las migraciones aborígenes. Orígenes y vías de acceso hasta nuestro territorio. Al igual que en el resto del territorio nacional, las corrientes migratorias que poblaron la provincia de Sancti Spíritus se efectuaron en diversas etapas (Lámina 1). La primera corriente migratoria se produce hace unos 8 000 años; grupos de cazadores con tradiciones paleolíticas, procedentes de América del Norte, desplazándose a través de las islas que componen el archipiélago de las Bahamas penetran, a partir de la costa norte de las provincias de Matanzas y Villa clara, en estos territorios, logrando dispersarse algunos de estos grupos en nuestra provincia. Procedente del continente sur y centro americano (Venezuela, Nicaragua y Honduras) se origina una segunda corriente migratoria formada por grandes grupos cuyo estadio se correspondía con el mesolítico temprano. Esto se produjo hace unos 4 500 años. Estas comunidades se establecen temporalmente en algunas áreas de la costa sur espirituana, otras se internan tierra adentro a través de los ríos que desembocan en dicha costa, mientras que otros grupos establecen sus asentamientos en determinados puntos de la costa norte y la cayería existente al norte de Yaguajay. La mayoría de los asientos de estas comunidades al norte de la provincia se ubicaron en cuevas y solapas de los cayos: Lucas, Salinas y Caguanes, mientras que los de tierra firme, no muy lejos del litoral. Al parecer estos últimos arribos debieron producirse por vía marítima, si se tiene en cuenta la barrera


natural que impone las alturas del nordeste por un lado, y la distribución espacial de los sitios tipo reconocidos hasta el presente. La tercera corriente migratoria se origina a partir del 500 a.n.e. Aquí se distingue claramente dos tipos de comunidades diferentes: una de ellas con características de la etapa mesolítica (tardías) con presencia de tradiciones neolíticas incipientes. Los grupos pertenecientes a estas comunidades proceden de Norte América (Península de la Florida y Valle del Mississippi) y luego de su arribo a la costa norte de Matanzas se expanden al oriente y occidente de nuestro país. En la provincia de Sanctí Spíritus algunas agrupaciones humanas penetran por la costa sur hasta zonas mediterráneas, mientras que otros logran ubicarse hacia la porción norte del territorio. Las restantes están constituidas por comunidades neolíticas (en Cuba también se denominan agricultores-ceramistas), del tronco étnico aruaco que, procedentes de la isla La Española, se asentaron en la región oriental.1 Desde aquí se extienden por ambas costas, aunque con preferencia por el sur, hasta nuestro territorio, estableciéndose unas próximas al litoral, mientras que otras lo hacen en zonas mediterráneas. (lámina 2) Las exploraciones e investigaciones arqueológicas reportan el hallazgo de un total de 182 localidades con evidencias materiales aborígenes, cuyos patrones culturales se relacionan a continuación (Tablas: 1-3). Etapa de economía de apropiación. Comunidades con tradiciones paleolíticas Al referirse a este tema Jorge Febles Dueñas señala que: (...) A juzgar por sus herramientas de piedra tallada y su patrón habitacional [estos primeros pobladores del archipiélago cubano] poseían una economía de apropiación, un desarrollo socioeconómico de cazadores recolectores y una división natural del trabajo por sexo y edad.2 Emplearon piezas de piedra tallada de grandes dimensiones, como láminas puntiagudas para ser usadas en lanzas y otros artefactos cortantes, tales como cuchillos; que pudieran emplearse no sólo para la caza de pequeños roedores, reptiles, aves, etcétera; sino para la caza de animales de cierta corpulencia, como la foca tropical (Manachus tropicalis Gray.), ya extinta y el manatí (Trichechus manatus manatus L.) (Lámina 3). También recolectaban moluscos terrestres y marinos, capturaban crustáceos y reptiles, practicaron la pesca y la caza de aves y jutías. En el territorio de la provincia de Sanctí Spíritus, se han reportado dos sitios de habitación correspondientes a los períodos más tempranos de su ocupación, localizados en la cayería al norte de Yaguajay, además de algunas evidencias aisladas hacia el centro y el sur de los municipios de Cabaiguán y La Sierpe,en el contexto de grupos paleolíticos más tardíos.


Por lo general, sus asentamientos se localizan a cielo abierto, y en menor medida en cuevas y abrigos rocosos. La presencia de estas comunidades ha sido ubicada en las márgenes del río Zaza y algunos de sus afluentes, y en otros puntos de la provincia en los municipios La Sierpe, Sanctí Spíritus y Cabaiguán. En cuevas pueden citarse los sitios de Cueva de la Guinea y la de los Cuchillos, en el municipio de Yaguajay. En estas cuevas se destacan manifestaciones del arte rupestre cubano, atribuibles a esta cultura, así como la presencia de entierros cubiertos con capas de moluscos terrestres.3 Comunidades con tradiciones mesolíticas. Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero De La Calle refieren que: (...)Como pueblos que vivían de la caza y de la recolección de productos terrestres y marinos; y de la pesca, [estas comunidades] tenían que moverse en un radio dado por las secuencias estacionales, las cuales hacen que las especies tengan ciclos de vida en los cuales son más abundantes y otros en las que desaparecen dentro de una misma zona.4 Los ecosistemas explotados por los mesolíticos que habitaron el territorio provincial fueron muy variados, así tenemos las cuevas de los Cayos de Piedra, al norte de Yaguajay, sitios mediterráneos con fuerte énfasis en la zona de manglar como la Toma de Agua, en La Sierpe; mediterráneos hacia la zona de la llanura central con una explotación intensiva de los ecosistemas de tierra adentro y una dependencia menos marcada de los recursos de la zona de manglares y costeras, como son los casos de La Luisa y La Aurora, y aquellos que explotaban los ecosistemas de montaña, como El Garrote, en la zona de Banao, y los sitios ubicados en la parte montañosa de Fomento. Es de suponer que las especies obtenidas mediante la caza, pesca y recolección variaran según los ecosistemas en los que desarrollaron sus actividades subsitenciales, observándose acumulaciones significativas de conchas de moluscos marinos, bivalvos y univalvos; conjuntamente con abundantes huesos de jutías, algo menor de aves, de tortugas, de peces y reptiles en áreas de habitación costeras. La elaboración y uso de los recursos maderables variados fue uno de los procesos de trabajo más comúnmente desarrollados por estos grupos aborígenes, lo que se infiere a partir de los resultados de investigación de las herramientas de piedra tallada en las que principalmente se emplean las muescas y los denticulados. De esta forma, construyeron canoas para el transporte fluvial y marítimo, levantaron viviendas, fabricaron un sin número de utensilios, recolectaron frutos, semillas, raíces, tubérculos, huevos de aves, de quelonios, moluscos, etcétera. La recolección de materiales y materias primas para la confección de medios de producción y objetos propios de los procesos de trabajo vinculados con la superestructura abarcó, a su vez, materiales silíceos, rocas tenaces, conchas de moluscos; así como ramas y troncos para el mantenimiento del fuego.5 La presencia de instrumentos y artefactos de piedra y concha como majadores, piedras molederas y gubias, en cantidades significativas en sitios mesolíticos tardíos, en zonas


bióticas de la llanura central, conjuntamente con la presencia de elementos transculturales neolíticos, hace suponer que ya para esta etapa; grupos mesolíticos conocían determinados cultígenos y debían practicar la agricultura como actividad subsistencial; con el conjunto herramental propio, que se desarrolla independientemente a la observada para los apuros neolíticos cubanos.6 Construyeron herramientas de piedra tallada, empleando como materia prima el sílex, el chert, la calcedonia, el cuarzo y otras variedades, que por su alta dureza, les permitían la cumplimentación de diferentes procesos de trabajo (raspadores, raederas, muescas, buriles, denticulados, perforadores, etcétera. Otro de los materiales ampliamente usado fue la piedra en volumen, de la cual se elaboraron diferentes tipos de herramientas (percutores, majadores, lajas molederas, lajas afiladoras, manos de morteros, morteros, así como artefactos mágico-religiosos, entre los que se destacan las esferas líticas. Estas comunidades humanas poseían gran movilidad y flexibilidad en sus movimientos cíclicos estacionales, en los cuales, dadas las circunstancias, podían constituirse en grupos de propósito concreto para la caza, la pesca o determinadas actividades recolectoras; o grupos forrajeros integrados por distintas familias, en determinadas situaciones y épocas del año y bajo el influjo de condiciones especiales se produce, incluso la separación de familias aisladas. Estas relaciones gentilicias, establecidas a partir del derecho materno y de la división del trabajo por sexos y edades; son atribuibles, en sentido general, a las comunidades mesolíticas de Cuba. Un aspecto significativo es el culto a los muertos. Los mesolíticos tempranos sepultaban a los muertos tanto en los sitios de habitación como en los recintos dedicados a tales fines: abrigos rocosos y cuevas. Practicaban los entierros primarios y secundarios. Las principales ofrendas que acompañaban a los muertos consistían en restos de alimentos, algunos objetos de concha (vasijas, gubias, platos, etcétera) y bolas líticas. Las primeras referencias de estas manifestaciones datan de 1888 (Cueva de la Boca del Purial, en el Pico Tuerto del Naranjal). También pueden citarse a modo de ejemplificación la Cueva de los Niños, en Cayo Salinas, al norte de Yaguajay. Otro caso particularmente interesante es el del sitio La Almendra, en el municipio La Sierpe (antigüedad: 2868 + 200 años a.p.) donde se colectaron 24 esferas líticas provenientes de un conchal, actualmente, desaparecido. Las manifestaciones de sus concepciones mágico-religiosas quedaron plasmadas en sus expresiones del arte rupestre, cuestión que queda evidenciada con mayor profundidad en algunas cuevas de la zona de Caguanes y Punta Judas (Yaguajay), El Garrote (Banao, Sanctí Spíritus) y en la cueva de La Jía o María Teresa (Trinidad) (Lámina 4: A-F y 5: AC).


Comunidades con tradiciones neolíticas incipientes. Conocidas en Cuba por el término protoagricultoras, estas comunidades, a diferencia de las mesolíticas, se caracterizan por tener conocimientos rudimentarios relacionados con la elaboración de vasijas de cerámica y por la incorporación de ciertos cultivos de manera incipiente, como complemento de las actividades apropiadoras. A pesar de no ser numerosos los asentamientos localizados en nuestro territorio, se tiene una información bastante detallada de algunos de ellos. En primer lugar, se advierten algunas diferencias sustanciales en cuanto a la economía, pues existieron comunidades con una fuerte orientación marina, como ocurre con las que habitaron Birama (Trinidad) y las de los cayos, al norte de Yaguajay; además, comunidades con economía típica mediterránea o de "tierra adentro" como los emplazamientos de los territorios de Cabaiguán, Fomento y Sanctí Spíritus; grupos que indiscutiblemente debieron haberse establecido mucho antes, o sea, emplazamientos de mayor antigüedad cronológica. A excepción de Birama, en el resto de los sitios sólo se destaca la presencia de cerámica lisa dentro de su ajuar (Lámina 6), y una industria de piedra tallada en lascas con dimensiones microlíticas (Lámina 7); elementos que los distingue como grupos pertenecientes a la filiación cultural protoagricultores, sin embargo el resto de sus características muestra tendencias notables hacia la etapa mesolítica (Lámina 8). Como se puede observar, en el territorio espirituano se dan dos vertientes diferenciadas, que “supone una fase temprana, en lo esencial arcaica y con cerámica, y otra tardía, en la que se incorpora el componente agroalfarero Arauco”.7 Evidentemente la supervivencia de estas comunidades con modelos económicos orientados a la explotación del ecosistema de manglar era mucho más eficiente, si se tiene en cuenta toda la fuente protéica que se obtiene de su explotación. Dicha actividad estaba asegurada en el caso de Birama, pues el río Manatí posibilitaba no sólo el acceso hasta el manglar, sino que constituía a la vez otra fuente provisoria de alimento para esta comunidad. Entre las actividades económicas subsistenciales fundamentales figuraron la caza, la pesca, la recolección y la agricultura de manera incipiente. Restos óseos de jutías de diferentes especies, pertenecientes a los géneros Capromys, Geocrapomys y Heteroxomys, así como de iguanas (Ciclura nubila.), almiquí (Selenodon cubanus.), manatí (Trichechus manatus manatus) y de diversas aves demuestran evidentemente la variedad de especimenes faunísticos que les servían de alimentos; a los que se incorporaban además moluscos marinos, terrestres y fluviales; así como también quelonios, tanto marinos como fluviales y crustáceos en menor escala. Dentro de los peces, ocupó un lugar preferencial la pesca de la cubera (Lutianus cyanopterus), el sábalo (Tarpon atlanticus.), el róbalo (Centropomus undecimalis) y la lisa (Mugil sp.) y menos frecuente la barracuda y la levisa (Himantura schmardae), elementos óseos también presentes entre los restos de la dieta en los emplazamientos de este tipo en nuestro territorio.


La recolección, se centraba en la colecta de vegetales (tubérculos, frutas y semillas), como en la de animales. Esta última comprendía la recolección de moluscos marinos y fluviales; además de huevos de quelonios y de aves. A esto se suma la recogida de diversos materiales para la fabricación de herramientas y artefactos tanto de uso doméstico (majadores, morteros, vasijas de cerámica, etcétera); contemplados todos ellos en las diferentes industrias que llegaron a desarrollar, al parecer con cierta amplitud. El primer reporte de semillas quemadas de maní, en el sitio Birama en Cuba y en el área del Caribe, nos permite aportar nuevos elementos para la discusión acerca de la existencia precolombina de este cultivo en la región antillana. (...) La práctica del cultivo del maní, como elemento de apoyo a la alimentación del grupo que habitó en el sitio Birama, influyó considerablemente en el aumento de su población durante los períodos equivalentes a los niveles de ocupación del lugar, etapas en que estimamos existió un incremento en la práctica de este cultivo.8 La posibilidad de que el cultivo, por otra parte, de la yuca amarga de forma incipiente, haya sido practicado por esta comunidad se hace también evidente por la colecta en las capas más superficiales de dos fragmentos de burén, artefacto de barro sobre el cual se depositaba la torta de cazabe para su cocción. Técnicas de manufactura y tecnología. Estas colectividades se encontraban en una fase de neolitización, al elaborarse ya artefactos de piedra pulida, lo que introdujo nuevas técnicas en la producción y manufacturas tanto en sus útiles de trabajo como de otros componentes del ajuar. La industria de la piedra tallada está representada principalmente por exponentes microlíticos, en lascas, con escasos representantes de medianas dimensiones y una baja frecuencia laminar microlítica, mostrando similitudes tipológicas con la de Playitas; entre las herramientas de silex más significativas aparecen: raspadores, perforadores, lascas retocadas, buriles, raederas y puntas, entre otras.9 Estas herramientas cumplían diversas funciones dentro de las actividades extrativas (caza, pesca y recolección) y de elaboración de materias primas. (Lámina 7). Dentro de los componentes de la industria de la piedra en volumen se destacan los majadores campaniformes con superficies bien pulimentadas, lajas molederas, lajas afiladoras, morteros con sus manos, esferas líticas, pulidores, desbastadores, percutores, pesos para redes de pesca y hachas petaloides, los mismos intervenían directamente en diferentes actividades, ya sea preparación de alimentos, elaboración de medios de trabajo o elaboración de objetos utilitarios y no utilitarios10 (Lámina 9). La industria de concha la componen gubías y martillos, elaborados respectivamente a partir de los caracoles marinos de los géneros Strombus (cobo) y Cassis sp. , además diversos objetos de uso corporal, como cuentas de collar, pendientes y olivas sonoras, entre otros. Estos objetos fueron creados mediante las técnicas de rotura y fractura; además de la abrasión de las conchas.


Para elaborar la cerámica se basaron en el modelado mediante el acordonamiento o "acordelado", predominando las vasijas globulares o en forma de "boles" desprovistas en su mayoría de asas o decoraciones, salvo algunas excepciones, donde se presenta la decoración incisa de líneas. Hay una tendencia a la producción de vasijas de mediana a pequeñas dimensiones. El proceso de cocción de las vasijas resultó incompleto, sin lograr obtener una atmósfera oxidante, lo que demuestra que estas comunidades no habían logrado aún el dominio de las técnicas alfareras en esta etapa de desarrollo social. Dicha cerámica cumplía un fin más bien utilitario o doméstico.11 Aspectos sociales y manifestaciones de la superestructura. La ubicación espacial de estos grupos protoagricultores en el entorno de los ríos, permite suponer, ciclos económicos más extensos y dinámicos, lo cual debió incidir en el papel de los grupos forrajeros, organizados en familias, capaces de garantizar la reproducción generacional. (...)Otros grupos de propósito concreto pescadores, cazadores y recolectores- se integraban, en épocas específicas del año, a partir de campamentos base. Ello posibilita pensar en la existencia, durante buena parte del año, de una residencia también neolocal, lo que debió haber creado una situación que, en sí misma, implicaba el detrimento de las relaciones gentilicias. La uniformidad de las pequeñas dimensiones de la cerámica y su carácter utilitario, así como el análisis de los ajuares de silex se corresponden con grupos más reducidos.12 Debía existir una división del trabajo por sexos y edades, tanto en las actividades de elaboración de materias primas como en las actividades apropiadoras. A medida que el trabajo en la agricultura se fue consolidando, dicha actividad quedaría a cargo de las mujeres, mientras que los hombres proseguirían encargados de las actividades apropiadoras. Manifestaciones mágico religiosas. No resulta posible establecer una diferenciación entre las manifestaciones mágico religiosas de estas comunidades con tradiciones neolíticas incipientes y la de la etapa mesolítica debido, muchas veces, a la convergencia y de manera reiterada de útiles de ambas culturas. Los asentamientos de El Garrote (Banao) y cueva La Jía (Trinidad), donde fueron tallados en la roca un buen número de petroglifos, son ejemplos elocuentes de la presencia de algunas de estas manifestaciones13 (Lámina 5). En general, y como ha ocurrido en muchos pueblos primitivos los protoagricultores practicaron determinados ritos o cultos dedicados a los muertos, basados todos ellos en la creencia de una vida después de la muerte.


El hallazgo, en el sitio Birama en Trinidad, de una esfera lítica, una daga lítica y otros fragmentos de estos artefactos evidencian su utilización como ofrendas funerarias que acompañaban a los entierros. Las prácticas funerarias debían estar impregnadas de un contenido mágico animista y totémico profundo, las que a su vez posibilitaban la confección de determinados objetos para estos fines. Etapa de economía de producción Comunidades con tradiciones neolíticas. De las comunidades neolíticas que se establecieron en nuestro territorio todas, en general, corresponden a la fase temprana de la etapa de economía productora. Estas poseían gran homogeneidad cultural y lingüística, provienen del tronco aruaco oriundo de América del Sur, en las proximidades del río Orinoco (Venezuela). Economía. La explotación del medio Al igual que ocurrió con los grupos mesolíticos y con tradiciones neolíticas incipientes, en estas comunidades agricultoras-ceramistas se producen dos tipos de asentamiento: los costeros y los mediterráneos. Sin embargo, las actividades económicas subsistenciales de ambos tipos no muestran diferencias notables en lo que a explotación del ecosistema del manglar se refiere, por lo que resulta un rasgo distintivo, en general, la fuerte orientación marina, observándose en dichas actividades, a partir del análisis e identificación de los restos alimenticios presentes en los sitios de habitación. A pesar de que la agricultura, centrada en el cultivo de la yuca amarga para la producción del cazabe, constituía la actividad económica fundamental, puede advertirse que la pesca, tanto marina como fluvial, ocupó un lugar relevante como proveedora de alimentos. Dicho fenómeno es destacable para las actividades que se desarrollaron en Toma de Agua (La Sierpe) y Río Caña (Trinidad) y algunos del norte de Yaguajay. Sin embargo, en otros emplazamientos como por ejemplo La Nata (Jatibonico), es atribuible una dependencia mayor del cultivo agrícola y un equilibrio sustancial entre el resto de las actividades subsistenciales, cuestión que se infiere por la frecuencia de restos de dieta, fragmentos de hachas petaloides y de buren presentes en el sitio. En las actividades de pesca es destacable el empleo de redes y de corrales, estos últimos generalmente en zonas del litoral de ambas costas. Todo ello es entendible por la presencia tanto de sumergidores de redes así como de abundantes vértebras de lisa. Otras especies que también resultaban capturadas por diferentes métodos fueron: la cubera, el sábalo, pargo, róbalo y la barracuda, además de otros peces fluviales.14


La actividad de recolección se llevaba a cabo con diversos objetivos: colectas de moluscos marinos, fluviales y terrestres (gasterópodos y bivalvos), huevos de aves y quelonios, y además tortugas y crustáceos. La recogida de frutos y tubérculos no debía estar exenta dentro de las actividades recolectoras, como indudablemente lo están el acarreo y obtención de materias primas para el funcionamiento de las diferentes industrias (arcilla, concha, material lítico, etcétera). La permanencia de estas comunidades próxima a las márgenes de ríos importantes como el Zaza, el Jatibonico, Las Cañas, entre otros, posibilitaba el desplazamiento de estas comunidades desde el interior hasta la zona costera y viceversa, por lo que el empleo de canoas como medio de transporte se hacía imprescindible. La explotación del medio se hacía viable a través del empleo de un conjunto artefactual que les proveía de todo lo necesario para la subsistencia de estas comunidades, a la vez que la actividad productiva permitía un mayor nivel de sedentarización. Técnicas de manufactura y tecnología. Con la aplicación de técnicas de lascados y desbastación a partir del pekíng (picoteo), la superficie de los artefactos líticos recibe finalmente una pulimentación, tal que aparecen y se desarrollan de manera óptima actividades nuevas muy productivas como la tumba o desbroce de monte, necesario para el trabajo agrícola. Entre los útiles de trabajo de estas comunidades se pueden citar hachas petaloides, majadores, morteros, manos de morteros, buriles destraliformes, pulidores, desbastadores, sumergidores de redes, etc. Con la aparición de nuevos implementos de trabajo, se produce –paralelamente- una desespecialización en la industria de la piedra tallada; los cuales, mayormente, se destinan para labores de tipo doméstico, principalmente la preparación de alimentos y trabajos de precisión en materiales de cierta dureza (piedra, hueso, concha y madera). Sin embargo, existen asentamientos de estos agricultores ceramistas en nuestra provincia, entre los que figuran, en primer lugar, Toma de Agua, donde se aprecian grupos de herramientas cuyas características tecnológicas se asemejan grandemente a las de las industrias preagroalfarera tempranas de Cuba.(15) Objetos elaborados en concha y de uso corporal o mágico-religiosos, entre los que se destacan: cuentas de collares, pendientes e idolillos, junto a otros elementos del ajuar (raspadores, puntas y martillos conforman esta otra industria no menos importante. La alfarería, dirigida fundamentalmente a la obtención de vasijas de cerámica de diversas formas y tamaños, además del burén, muestra el destacable papel que jugó junto al resto de las industrias. La cerámica, en sentido general, se presenta mayormente lisa, mientras que los elementos decorativos consisten en líneas y puntos incisos presentes en un porciento bajo de estos implementos. A pesar de que algunas de estas vasijas evidentemente fueron destinadas a


determinados ritos o ceremonias, en su conjunto, se observan ante todo, las características que denotan el uso utilitario o doméstico a que estaba destinada la producción cerámica (Lámina 9 y 10). Aspectos sociales y manifestaciones de la superestructura. La sedentarización de estas comunidades asentadas en la provincia espirituana está encaminada u orientada a un sistema de explotación intensiva del propio territorio sobre el cual desarrolla sus actividades. Un modelo mínimo del sistema de asentamientos de las comunidades neolíticas de Cuba implica la existencia de un sitio (poblado) de tierra adentro o de zonas apropiadas para la agricultura y otros asentamientos costeros o de alto índice de actividad apropiadora. En cada uno de estos poblados debieron existir relaciones de prescripción matrimonial y prohibiciones erogámicas entre los clanes representados en cada localidad. Entre los grupos agricultores, como se deduce de las noticias de los cronistas, existían relaciones de filiación matrilineal, pero la residencia era patrilocal. La propiedad de los medios de trabajo era personal y en algunos casos la fabricación de estos y de otros bienes era un derecho clánico, familiar o de grupos de sexo. Las investigaciones actuales sobre las comunidades agricultoras del archipiélago muestran algunos aspectos que sí coinciden con las noticias de las crónicas en lo relacionado con la división del trabajo por sexos y edades.(16) Las actividades de caza y pesca eran realizadas por los hombres, mientras que en la recolección participaban las mujeres y niños. En cuanto a las labores agrícolas la tala de montes, el laboreo de la tierra y la siembra la desarrollaban los hombres. Las mujeres se ocupaban de las cosechas. En las manos femeninas quedaba también la fabricación del casabe y la confección de la cerámica. A los hombres correspondía también las demás labores industriales. Manifestaciones mágico-religiosas. El culto a los antepasados de ascendencia gentilicia era practicado por estas comunidades neolíticas. En los enterramientos humanos se colocaban ofrendas funerarias, consistentes en vasijas de cerámica, restos de animales, e instrumentos. Esto demuestra la creencia de la continuidad de la vida después de la muerte. Dichos entierros se efectuaban en cuevas o cerca de los residuarios. Algunos de sus entierros han sido localizados en los territorios de Trinidad y Jatibonico.


Los behiques o hechiceros llevaban a cabo prácticas adivinatorias y actuaban como curanderos de las enfermedades, además de la elaboración de los ídolos. Los cultos a la fertilidad, muy popularizado en la cultura aruaca antillana se evidencian, por ejemplo, en algunas comunidades como es el caso del asentamiento de Toma de Agua, residuario donde se colectó un pendiente de concha (Lámina 11 B) cuyas características gráficas permiten identificar o asociar este objeto con el culto a los jimaguas, culto que Posiblemente estaba relacionado con la fertilidad o fecundidad. Por otro lado las prospecciones arqueológicas permiten identificar el trabajo con metales presiosos, colectándose una delgada laminilla de oro probablemente empleada como colgante por poseer una perforación en uno de sus extremos. (Lámina 11- I).17 Otros artefactos, también elaborados en concha, realmente interesantes han sido colectados en los sitios Guanayara (Trinidad), Playa Carbó (Yaguajay) Y Los Ranchos (Jatibonico). En el primero se reportó un idolillo proyectante y en el segundo una "guaiza", único por sus características hasta ahora reportado para el área antillana,18 siendo el tercero un colgante de concha con representación zoomorfa 19 (Lámina 11 A- E y F). Es frecuente además, para la generalidad de los casos, la elaboración de cuentas y el uso de olivas sonoras en collares y otros objetos de uso corporal (Lámina 11 G-H). Se pintaban o decoraban el cuerpo con determinados colorantes minerales de color rojo o amarillo, obtenidos a partir de la hematita y la limonita. El hallazgo de 6 lajas de piedra con inscripciones motivos geométricos en Playa Carbó (Yaguajay),(20); así como de un conjunto petroglífico en la Loma de La Chicharra (Cabaiguán) (21) (Lámina 4 G), hasta el presente no asociado a evidencias materiales que demuestren la ocupación aborigen del área, ambas con diferencias y semejanzas con el arte rupestre de América del norte, centro y sur América, además de el Caribe y Cuba, constituyen sin dudas una novedosa y poco frecuente manifestación artística de significativa importancia para la arqueología local y regional, si futuros trabajos de prospección arqueológica confirmaran su manufactura aborigen. REFERENCIAS 1 Lourdes Domínguez, Jorge Febles y Alexis Rives: Las comunidades aborígenes de Cuba, en Historia de Cuba. La Colonia, p. 7. 2 Jorge Febles Dueñas: Contribuciones al conocimiento de industrias líticas en comunidades aborígenes de Cuba. Tecnotipología de la industria de la piedra tallada del protoarcaico de Cuba, p.1. 3 José Chirino Camacho, comunicación personal. 4 Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero De La Calle: Arqueología aborigen de Cuba, p.81. 5 Aída G. Martínez, comunicación personal. 6 Orlando Álvarez de la Paz, Leonardo Rojas Pérez y Santiago Silva García: Tecnología y funcionalidad estimada. Consideraciones sobre la industria de la piedra en volumen del mesolítico medio La Aurora, p. 12. 7 Pedro P. Godo: El problema del protoagrícola de Cuba: discusión y perspectivas, p. 27.


8 Leonel Delgado Cevallos, Silvia Angelbello Izquierdo y Santiago Silva García: Primer reporte de semillas quemadas de maní en el residuario Birama, p.44. 9 Orlando Álvarez de la Paz, Santiago Silva García y Leonel Delgado Cevallos:Tecnología de la Piedra Tallada del protoagricultor de Birama, 1999. 10 Orlando Alvarez y Teresa Eguiguren: La industria de piedra en volumen del protoagricultor de Birama, 1999. 11 Santiago Silva García, Reinaldo Pérez Jiménez y Leonel Delgado Cevallos: Características de la cerámica temprana en el centro-sur de Cuba, p. 1. 12 Lourdes Domínguez, Jorge Febles y Alexis Rives: Las comunidades aborígenes de Cuba, en Historia de Cuba. La Colonia, 1994. 13 Santiago Silva y Orlando Álvarez: Los petroglifos de María Teresa, p. 11. 14 Santiago Silva, Reinaldo Pérez y Orlando Álvarez: Algunas consideraciones sobre la dieta de una comunidad aborigen establecida en las proximidades del río Zaza, 1988. 15 Jorge Febles, Guillermo Baena, Santiago Silva, Reinaldo Pérez y María B. Cruz: Contribuciones al conocimiento de industrias líticas en comunidades aborígenes de Cuba. Una particularidad de la industria de la piedra tallada del sitio agroalfarero Toma de Agua. Sancti Spiritus, p. 10. 16 Lourdes Domínguez, Jorge Febles y Alexis Rives: Las comunidades aborígenes de Cuba, en Historia de Cuba. La Colonia, 1994. 17 Santiago Silva y Reinaldo Pérez: Interpretación figurativa del pendiente de concha del sitio arqueológico aborigen Toma de Agua, La Sierpe, Sanctí Spíritus, p.4. 18 José Chirino Camacho, Guido Valentín González y Osmany Ramón Rodríguez: Estudio de la guaiza del sitio agroalfarero con tradición neolítica, Playa Carbó: Una joya del arte prehistórico cubano, p. 4. 19 Pedro Pablo Godo, Jesús A. Ramos y Ricardo Guardarrama: Jatibonico: arqueología en ciernes, p. 42. 20 Ángel Miguel Martínez Gómez y Armando Falcón Méndez: Petroglifos en pequeñas lajas de piedra en Yaguajay, p.3. 21 Orlando Álvarez y Santiago Silva: Conjunto petroglífico de la loma de La Campana, p. 3. BIBLIOGRAFÍA 1 Álvarez de la Paz, Orlando, Leonardo Rojas Pérez y Santiago Silva García: Tecnología y funcionalidad estimada. Consideraciones sobre la industria de la piedra en volumen del mesolítico medio La Aurora, 1996, inédito. 2 Álvarez de la Paz, Orlando, Santiago Silva García y Leonel Delgado Cevallos: Tecnología de la Piedra Tallada del protoagricultor de Birama, 1999, inédito. 3 Álvarez de la Paz, Orlando y Teresa Eguiguren: La industria de piedra en volumen del protoagricultor de Birama, 1999. 4 Álvarez de la Paz, Orlando y Santiago Silva: Conjunto petroglífico de la loma de La Campana, 2001, inédito.


5 Alonso, Enrique: Contribución al estudio de especies económocas de la sociedad preagroalfarera, en Anuario de Arqueología,Editorial Academia, La Habana, Cuba, 1988. 6 Colectivo de autores: Estudio geográfico integral del municipio de Yaguajay, norte de la provincia de Sanctí Spíritus, Cuba, Tomo I y II, Publicaciones SIT. GEOCUBAIC, 1996. 7 Chirino Camacho, José, Guido Valentín González y Osmany Ramón Rodríguez: Estudio de la guaiza del sitio agroalfarero con tradición neolítica, Playa Carbó: Una joya del arte prehistórico cubano, en: Resúmenes IV Encuentro Nacional y I Internacional de Arqueología Aborigen Yaguajay 96, 1996. 8 Dacal Moure, Ramón y Manuel Rivero De La Calle: Arqueología aborigen de Cuba, Editorial Gente Nueva, Ciudad de La Habana, Cuba, 1986. 9 Delgado Cevallos, Leonel, Silvia Angelbello Izquierdo y Santiago Silva García: Primer reporte de semillas quemadas de maní en el residuario Birama, en: El Caribe Arqueológico, No 4,Santiago de Cuba, Casa del Caribe, 2000. 10 Domínguez, Lourdes, Jorge Febles y Alexis Rives: Las comunidades aborígenes de Cuba,, en: Historia de Cuba. La colonia, Editora Política, La Habana Cuba, 1994. 11 Febles, Jorge, Guillermo Baena, Santiago Silva, Reinaldo Pérez y María B. Cruz: Contribuciones al conocimiento de industrias líticas en comunidades aborígenes de Cuba. Una particularidad de la industria de la piedra tallada del sitio agroalfarero Toma de Agua. Sancti Spiritus, Editorial Academia, La Habana, 1995. 12 Febles, Jorge Dueñas: Contribuciones al conocimiento de industrias líticas en comunidades aborígenes de Cuba. Tecnotipología de la industria de la piedra tallada del protoarcaico de Cuba, Editorial Academia, La Habana, 1995. 13 Guarch Delmonte, José Manuel: El Taíno de Cuba, Editorial Academia, La Habana, Cuba, 1978 14 Godo, Pedro P.: El problema del protoagrícola de Cuba: discusión y perspectivas, en: El Caribe Arqueológico, No 2, Santiago de Cuba, Casa del Caribe, 1997. 15 Godo, Pedro P., Jesús A. Ramos y Ricardo Guardarrama: Jatibonico: arqueología en ciernes, en: Revista de Patrimonio e Historia Siga la Marcha, No 17, Editada por la Filial Provincial de la UNHIC y el Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Sanctí Spíritus, 2004. 16 Martínez Gómez, Ángel Miguel y Armando Falcón Méndez: Petroglifos en pequeñas lajas de piedra en Yaguajay, en: Resúmenes IV Encuentro Nacional y I Internacional de Arqueología Aborigen Yaguajay 96, 1996. 17 Pérez Jiménez, Reinaldo y Santiago Silva García: Las esferolitas de La Almendra, en: Revista de Patrimonio e Historia Siga la Marcha, No 6, Editada por la Filial Provincial de la UNHIC y el Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Sanctí Spíritus, 1995. 18 Sanzo, Javier y Colaboradores: Pueblo Viejo. Sitio de contacto cultural del siglo XVI, 1991,Inédito.


19 Silva, Santiago, Reinaldo Pérez y Orlando Álvarez: Algunas consideraciones sobre la dieta de una comunidad aborigen establecida en las proximidades del río Zaza, 1988, inédito. 20 Silva García, Santiago, Reinaldo Pérez Jiménez y Leonel Delgado Cevallos: Características de la cerámica temprana en el centro-sur de Cuba, 1998, inédito. 21 Silva García, Santiago y Reinaldo Pérez Jiménez: Interpretación figurativa del pendiente de concha del sitio arqueológico aborigen Toma de Agua, La Sierpe, Sanctí Spíritus, 1989, inédito. 22 Silva García, Santiago y Orlando Álvarez: Los petroglifos de María Teresa,1986, inédito. 23 Silva García, Santiago y Orlando Álvarez: Poblamiento aborigen del territorio de Sanctí Spíritus, 1994, inédito. 24 Silva García, Santiago y Orlando Álvarez: Sitio arqueológico Neiva Viejo, 1984, inédito.


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