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Bjorgen Hao

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Editorial

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Opinión Umbral de ignorancia

Bjorgen Hao

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Aderezando el cerebro con pimienta y excentricidades como haría el bueno de Dickens.

La desinformación no entiende de edades.

¿Cuánto de banal tendrán los cerebros de nuestros simpáticos amigos marcianos? D e algunas cosas no merece la pena enterarse. Os lo digo yo, que soy capaz desinteresarme por los asuntos más triviales. Cuanto más banal, mejor. No hay cuestión menor para la mente primitiva. ¡Jesús! la de porquería que me puede llegar a interesar. Un día de estos voy a empezar a poner todas mis excentricidades por escrito, pero no será hoy. Tampoco el mes que viene. Los hay que trafican con excentricidades. No les pongo cara ni costumbres, pero me los imagino pagando a su psicólogo con el dinero que les dan por contar su vida. Si la cuentan con suficiente aparatosidad, el mundo acaba esperando de ellos no menos que excentricidades. Y las excentricidades cuestan dinero, así que no les queda más remedio que huir hacia delante y seguir intercambiando confesiones por billetes. Me disculparía por semejante grosería, pero no es cuestión deautocensurarse. Antes me disculpo por firmar un retrato tan superficial. Tendría que haber hecho caso a aquel profesor que nos animó a elevar nuestro umbral de comprensión. Demasiado tarde, yonquis del FOMO. Tanta bazofia informativa me ha dejado el cerebro escacharrado, podrido. Ya solo aspiro a cierto nivel de ignorancia. Menos es más. En vez de elevar el umbral de comprensión, bajemos el de información. Volvámonos unos borricos desinformados. Pongamos en marcha una revolución desinformativa. Dejemos de googlear.

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