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HISTORIAS

En emociones que se transforman en piezas, Kim Gringoire crea elementos de sofisticación que celebran la intimidad del lujo oculto.

Por DANIEL ZEPEDA

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La colección devela diseños de oro rosa, amarillo o blanco que sofistican su silueta con iridiscentes diamantes.

Con un alma nómada y un espíritu visionario, Kim Gringoire ha logrado transformar su marca en una manera de contar historias que se desenvuelven colección tras colección, historias que han sido moldeadas y alimentadas por su incesante interés por el crecimiento creativo, el cual la ha llevado a vivir alrededor del mundo, incluyendo a México. Nacida en Corea y criada en Bélgica, Gringoire gestó una particular inclinación por las formas y colores, direccionándola a su primer acercamiento con la orfebrería, área que más tarde se convirtió en el medio donde podía profundizar su nata curiosidad creativa a través de la celebración del cuerpo. Para la diseñadora la joyería se ha convertido en una narrativa que revela un sentido hacia el lujo puro, «es algo que se basa en la estética, que es muy personal, define tu cuerpo y le da contornos más nítidos, subrayando sus rasgos a través de símbolos», y son estos símbolos los que nos permiten contar entre líneas nuestras historias. Bajo el nombre de KIMMEEHYE, Gringoire lanza su primer marca con un gran sentido de libertad, mismo que más tarde la llevó a redireccionar su camino abriendo un nuevo capítulo de la mano de su novio Steve Marchal con una nueva marca. Nombrada como Kimy Gringoire Jewelry, para ambos creativos la firma converge en la celebración del amor, una primicia que detona su primer colección titulada como Love Cables. Esta serie materializa la abstracción de un corazón en piezas que «envuelven a las personas con amor», abrazando al cuerpo como una historia lo hace con los sentidos. Más que una colección, los diseños nos relatan parte de la nueva etapa de Gringoire desde la intimidad en su estado más puro, el amor. @kimygringoire_jewelry

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