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COHERENTE

Carlos Torre Hütt, fundador de MDF, apuesta por un diseño que cree industria uniendo ética y estética.

Por L'OFFICIEL MÉXICO

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El diseño mexicano es una entelequia que, a priori, puede prestarse a muchísimas interpretaciones, ¿pero existe, en la práctica, una comunidad, un corpus, una propuesta que englobe todas las facetas y las aristas que se esconden tras este concepto? Lo más cercano es MDF Mexico Design Fair, un proyecto nacido en la mente de Carlos Torre Hütt (Ciudad de México, 1974), arquitecto, diseñador, museógrafo y curador de la galería de diseño CGN Casa Gutiérrez Nájera, fundada hace once años en Querétaro. «Para ese entonces, para mí era inalcanzable, por ejemplo, participar en plataformas como Design Miami o el Salone de Milán. Pero de la necesidad nace la virtud, y por eso nació MDF. Hubo un punto hace cinco o seis años en el que me dije: necesitamos diseñar nuestra propia plataforma. Empecé a concebir MDF en 2016, pero necesitaba coraje y tener todo acotado. Porque era mi nombre también el que me jugaba, mi prestigio. Pero lo bueno es que con la primera edición se movió el piso. Y aunque arriesgué todo, incluso en lo personal, ha sido algo que he disfrutado mucho», admite. «Al concebir el proyecto, tuve la ingenuidad de pretender que todos participásemos, pero ya me di cuenta de que no es posible. Sigo con la idea de generar comunidad, claro que sí, pero para quien le interesa», añade. La Feria acaba de clausurar su segunda edición en Puerto Escondido, un escenario a priori fuera del circuito mainstream pero, para Carlos, el mejor, el único posible. «Creo que es un destino refrescante. El contenido de la exposición habla de lo que es nuestra realidad y de esta cosa genuina de tener un verdadero intercambio cultural al lugar donde vayas. Eso es algo que cada vez cuesta más trabajo en otros destinos, como el Salone del Mobile en Milán o Design Miami/; y aquí, en Puerto Escondido, el escenario lo pone sobre la mesa con elementos como, por ejemplo, los pisos de tierra». MDF apuesta, como el propio Carlos, por un diseño coherente que no se queda en lo meramente estético, sino en el que la forma sigue a la función: un diseño que crea industria. «En MDF está materializado un diseño con un buen concepto y buena manufactura, un diseño competitivo. Hace muchos años, el gran problema del diseño mexicano es que era demasiado fotogénico y quedaba increíble en una publicación, pero no cuando te sentabas en una silla o prendías una lámpara. Tristemente, el diseño agarró su camino y empezó a desviarse hacia ahí, hacia lo artístico y lo mediático. Pero yo tengo otro camino: la expresión artística del diseñador, es decir, jugar sólo con la expresión, no con lo que conlleva la disciplina del diseño, que es la función o el uso. El hábitat es fundamental: debes prenden una lámpara que te dé una luz bonita, que te aísle y te relaje del mundo de afuera. Debes rodearte de objetos que enriquezcan tu vida. Cuando pones diseños que son más una escultura que una pieza de diseño, también te puede enriquecer —quiero ser optimista—, pero tiene otra vocación muy distinta», explica. «Soy de estos románticos que creen que el diseño tiene que seguir la búsqueda de un mercado, de una manufactura, de provocar la industria, etc. Y si vira sólo hacia la expresión, se va a perder. Lo mejor es tener un objeto que sea bello, pero también que funcione». Con este ideario, MDF se consolida como «una ventana de diseño contemporáneo quizá no nueva, pero que amplificamos a través de un proyecto de esta naturaleza, sincero: diseño con un lenguaje actual».

En el fondo, es la misma idea que le impulsó a crear CGN Casa Gutiérrez Nájera en Querétaro en 2011. «No somos una tienda de diseño ni un showroom, no vendemos artículos decorativos. Somos una galería de diseño con un propósito: comercializamos objetos a partir de un programa de exposiciones que, al menos en nuestro caso, parte de un eje didáctico con rigor, para ir no sólo creando un público, sino también educándolo a través de lo que hablamos: de cómo un objeto puede enriquecer tu vida y cómo no elegir una copia, sino una propuesta original», concluye. «Queremos romper con el lugar común de que México es bueno para maquilar cosas, también somos una potencia creadora».

EN PÁGINA ANTERIOR — Colección de cerámicas Still Life, diseño de Edgar Orlaineta para la galería CGN.

Arriba, silla Arrullo, de Oscar Hagerman para la marca Canto; mesa Inblock, diseño de Todomuta Studio para la galería CGN; y tapete Watershed, diseño de Matali Crasset para Odabashian.

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