Historia De: Los Nazis

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Creditos: Jefe editorial: -Geovanny Aldahir Heredia Pérez

Diseñadores: -Geovanny Aldahir Heredia Pérez -América Sheccid Bacelis Argáez

Editores: -Geovanny Aldahir Heredia Pérez -Jesus Andres Cazan Pezet -América Sheccid Bacelis Argáez -Diego Lizardo Blanco Rivas

Colaboradores: -Diego Lizardo Blanco Rivas -Jesus Andres Cazan Pezet -América Sheccid Bacelis Argáez

2018 Numero de publicacion : 1-50000 Merdida,Yucatán

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Movimiento político alemán liderado por Adolf Hitler. La noción de combinar los conceptos “nacional” y “socialista” se hizo popular en Alemania antes de la Primera Guerra Mundial. En 1919 fue fundado en Munich un partido político antisemita de derecha denominado Partido Alemán de los Trabajadores (Deutsche Arbeiterpartei), de ideología “nacionalsocial”. En 1920 el partido agregó a su nombre el término “Nacional-Socialista”, y así se transformó en el Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP o Partido Nazi). Un año después Adolf Hitler, que comenzó como orador del partido, se convirtió en su líder indiscutido o Führer. La ideología nacional-socialista fue un producto de teorías políticas anteriores que también habían dado origen al fascismo – un movimiento político difundido en Italia algunos años antes que los nazis llegaran al poder en Alemania. El nazismo combinó las ideas del antisemitismo racial (los judíos son inferiores en virtud de su raza o conformación genética), del darwinismo social (ciertos individuos o grupos étnicos son dominantes debido a su inherente superioridad genética) y del Lebensraum (la noción de que los alemanes necesitaban un mayor “espacio vital”, o sea más territorio, especialmente en Europa oriental). El nazismo también abrazó un antibolchevismo total, y exigió venganza contra aquellos, especialmente judíos que, supuestamente, habían asestado a Alemania una “puñalada por la espalda” (Dolchstoss, es decir, habían “traicionado” a Alemania durante la Primera Guerra Mundial y provocado su derrota. Durante sus primeros tres años de existencia el Partido Nazi actuó principalmente en Baviera. Sus integrantes lograron atraer nuevos miembros mediante una propaganda que apelaba a las emociones y a la violencia. El 8-9 de noviembre de 1923 Hitler intentó, sin éxito, apoderarse por la fuerza del gobierno de Baviera; el partido fue declarado ilegal e Hitler encarcelado. Durante sus nueve meses en prisión, escribió la mayor parte de Mein Kampf (Mi lucha), un libro que muy pronto se convertiría en la “biblia” del Nacional Socialismo, en la que incluyó la supuesta historia de su vida y sus declaraciones públicas respecto a la ideología nazi. Al salir en libertad remozó al Partido Nazi, que rápidamente se difundió por Alemania occidental y septentrional. El nazismo atrajo a un creciente número de alemanes de todos los sectores, debido a que el estado de humillación social y económica generado en el país por la Primera Guerra

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Mundial se vio agravado a consecuencia de la Gran Depresión (la crisis financiera mundial de fines de los años ‟20). Algunos veían en los nazis una fuerza joven, dinámica y militante que podía resolver los problemas sociales y económicos del país. Otros compartían su ideología antisemita y anticomunista. Algunos se identificaban con su llamamiento a un cambio violento y revolucionario, y otros se sentían atraídos por la visión nazi de una sociedad superior en la cual cada alemán “ario” de sangre pura tendría su lugar. Los adherentes al partido incluían una amplia gama: ex combatientes desempleados, miembros de la clase media baja, y también elementos moderados de los movimientos de la Juventud Conservadora y del Socialismo Cristiano. Hitler se transformó en un objeto de culto para los seguidores del nazismo: como Führer, que significaba simplemente „líder‟, era percibido como el alemán perfecto que no podía hacer nada malo. Para 1932 el Partido Nazi se jactaba de poseer 800.000 afiliados y 14 millones de votantes. De las elecciones de 1932 y 1933 emergió como el partido más grande de Alemania, a pesar de que nunca obtuvo una mayoría absoluta en una elección democrática. Tras haberse negado durante meses a incorporarlo al gobierno, en enero de 1933, el presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler primer ministro de una coalición gubernamental. Durante el primer año en el gobierno, Hitler y los nazis se consagraron a concentrar en sus manos un poder absoluto y autoritario. Hacia el verano de 1934 Hitler había eliminado a sus enemigos dentro del partido, tales como Ernst Röhm, jefe de las SA. Ese mismo año murió Von Hindenburg e Hitler se convirtió también en presidente. Pocos meses después promulgó una ley que le otorgaba poderes absolutos sobre toda Alemania. Los nazis eliminaron la línea divisoria entre su propio partido y las instituciones del Estado. Aplastaron cualquier intento de oposición enviando a sus adversarios a campos de concentración establecidos para ese fin. Aun los alemanes que no eran adeptos fervientes del nazismo fingían serlo en público, para evitarse problemas con el gobierno. Una vez que los nazis consolidaron su poder inicial en 1933 y 1934, hubo cuatro años de relativa calma, en los que el gobierno logró mejorar la situación económica y bajar sustancialmente la tasa de desempleo, y comenzó a revitalizar las fuerzas armadas. Mucho de lo que numerosos alemanes ansiaban se había hecho realidad: Alemania ya no era un paria aislado y la economía estaba creciendo. Sin embargo, los proyectos de Hitler eran mucho más ambiciosos: quería conquistar buena parte de Europa para el Imperio Alemán, al que denominaba Tercer Reich. En marzo de 1938 el ejército alemán entró en Austria y la anexó a Alemania, en una acción conocida como Anschluss. En octubre de 1938 Hitler ocupó la región de los Sudetes en Checoslovaquia. Ya entonces se autodenominaba Führer del “Gran Reich Alemán”. Pero esto no lo satisfacía. El nacional-socialismo se radicalizó aún más, y ello se evidenció en la violencia desatada contra los judíos de Alemania y Austria en el pogrom del 9-10 de noviembre de 1938

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(Kristallnacht- Noche de los Cristales), exactamente 15 años después del día en que Hitler había intentado derrocar al gobierno de Baviera. Este nuevo extremismo también podía apreciarse en las actividades violentas de las sub-organizaciones del Partido Nazi, como las SS. Hitler desencadenó la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, como un instrumento para lograr el sueño nacional-socialista de una Europa dominada por Alemania, en la cual prevalecería un nuevo orden racial. Sin embargo, en 1943 esos sueños comenzaron a derrumbarse, cuando la guerra se inclinó a favor de los Aliados. El régimen nazi llegó a su final cuando Hitler se suicidó en abril de 1945.

La Primera Guerra Mundial y la Crisis de la Democracia Liberal: La expansión imperialista, que protagonizaron las potencias, afirmo la idea de que la humanidad marchaba hacia un progreso indefinido. - La confianza en progresar, estaba relacionada con el crecimiento de la producción industrial, y la difusión de los principios de la Democracia Liberal. Sin embargo las potencias sufrieron crisis profundas. El estallido de la Primera Guerra Mundial, afirmo que las potencias imperialistas no lograban garantizar, la paz mundial. También se produjo la Revolución Rusa, a partir de la cual el modelo económico capitalista debe enfrentarse con el Socialismo. Surge un nuevo estado U.R.S.S, organizado sobre las bases socialistas. A partir de este, las ideas se fueron difundiendo, cuestionando el liberalismo democrático e impulsaron la organización de regimenes autoritarios como el Machismo y el Nazismo.

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Adolf Hitler, el Führer (líder) del partido Nazi, formuló y articuló las ideas que llegaron a conocerse como la ideología nazi. Se consideraba a sí mismo un pensador profundo y riguroso y estaba convencido de que había encontrado la clave para comprender un mundo extraordinariamente complejo. Creía que las características, actitudes, habilidades y comportamientos de una persona estaban determinados por su presunta constitución racial. Desde el punto de vista de Hitler, todos los grupos, razas o pueblos (usaba esos términos indistintamente) poseían rasgos inherentes e inmutables que se transmitían de generación en generación. Ningún individuo podía superar las cualidades innatas de la raza. Toda la historia humana podía explicarse en términos de la lucha de razas. Para formular su ideología de la raza, Hitler y los nazis tomaron ideas de los darwinistas sociales alemanes de fines del siglo XIX. Al igual que los darwinistas sociales que los precedieron, los nazis creían que los seres humanos se podían clasificar colectivamente en “razas” y que cada una de esas razas tenía características distintivas que se habían transmitido genéticamente desde la primera aparición de los humanos en tiempos prehistóricos. Estas características heredadas no solo se relacionaban con la apariencia externa y con la estructura física, sino que también influían en la vida mental, los modos de pensar, las habilidades creativas y organizativas, la inteligencia, el gusto y la valoración de la cultura, la

Los nazis también adoptaron la visión de los darwinistas sociales respecto a la teoría darwiniana de la evolución respecto a la “supervivencia del más apto”. Para los nazis, la supervivencia de una raza dependía de su capacidad para reproducirse y multiplicarse, la acumulación de tierras para mantener y alimentar a esa población en crecimiento, y el cuidado en mantener la pureza de su patrimonio genético para así preservar las características “raciales” únicas con las que la “naturaleza” la había dotado para que tuviera éxito en la lucha por sobrevivir. Como cada “raza” buscaba expandirse, y dada la finitud del espacio en la Tierra, la lucha por la supervivencia se traducía “naturalmente” en conquista violenta y confrontación militar. Por lo tanto, la guerra -- incluso la guerra constante -- era parte de la naturaleza, una parte de la condición humana. Para definir una raza, los darwinistas sociales establecían estereotipos, tanto positivos como negativos, de la apariencia, el comportamiento y la cultura de los grupos étnicos, que supuestamente eran invariables y estaban arraigados en la herencia biológica, eran inmutables a lo largo del tiempo e inmunes a cambios en el entorno, el desarrollo intelectual o la socialización. Para los nazis, la asimilación de un miembro de una raza por parte de otra cultura o grupo étnico era imposible porque los rasgos hereditarios originales no podían cambiar: solamente se podían degenerar a través de la llamada mezcla de razas.

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Los nazis definían a los judíos como una “raza”. Los nazis, quienes consideraban que la religión judía era irrelevante, atribuyeron una amplia variedad de estereotipos negativos sobre los judíos. Asimismo, atribuyeron el comportamiento “judío” a una herencia inalterable, determinada biológicamente, que impulsaba a la “raza judía”, al igual que otras razas, a luchar por la supervivencia por medio de la expansión y a expensas de otras razas. El concepto ideológico de raza de los nazis, si bien clasificaba a los judíos como el “enemigo” prioritario, también señalaba a otros grupos para la persecución, el encarcelamiento y la aniquilación. Esos grupos comprendían a romaníes (gitanos), discapacitados, polacos, prisioneros de guerra soviéticos y afroalemanes. Los nazis también identificaron como enemigos y como un riesgo para la seguridad a los disidentes políticos, testigos de Jehová, homosexuales y presuntos antisociales, ya sea porque se oponían conscientemente al régimen nazi o porque algún aspecto de su comportamiento no se ajustaba a las percepciones nazis de las normas sociales. Buscaban eliminar a los inconformistas nacionales y a las llamadas amenazas raciales a través de una purga perpetua de la sociedad alemana. Los nazis creían que las razas superiores no solo tenían el derecho sino que tenían la obligación de sojuzgar e incluso exterminar a las inferiores. Creían que esta lucha de razas era coherente con las leyes de la naturaleza. Los nazis perseguían una visión estratégica de una raza alemana dominante que controlara a los pueblos sometidos, especialmente a los eslavos y a los llamados asiáticos (nombre con el que se referían a los pueblos de las zonas soviéticas del Asia Central y las poblaciones musulmanas de la región del Cáucaso), a quienes consideraban innatamente inferiores. Con fines propagandísticos, los nazis solían enmarcar a esta visión estratégica en términos de una cruzada para salvar a la civilización occidental de estos bárbaros “orientales” o “asiáticos” y sus líderes y organizadores judíos.

Para Hitler y otros líderes del movimiento nazi, el valor último de un ser humano no yacía en su individualidad, sino en su pertenencia a una colectividad racialmente definida. El objetivo principal de un colectivo racial era garantizar su propia supervivencia. La mayoría de la gente estaría de acuerdo en que los humanos tienen un instinto individual de supervivencia, pero Hitler asumía que había un instinto colectivo de supervivencia centrado en la pertenencia a un grupo, un pueblo o una raza (usando estos términos indistintamente). Para los nazis, este instinto colectivo de supervivencia siempre implicaba salvaguardar la pureza de la “raza” y la lucha por el territorio contra las “razas” competidoras.

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Según Hitler y otros, mantener la pureza de la raza era importante porque la mezcla de razas con el tiempo conduciría a la degradación y degeneración de una raza hasta el punto de perder sus características distintivas y, en efecto, perder la capacidad de defenderse efectivamente y así quedar condenada a la extinción. Hitler insistía en que el territorio era vital porque el crecimiento de la población de una raza lo requería. Hitler creía que, sin territorio nuevo para sostener a una población en crecimiento, la raza terminaría estancándose y finalmente desaparecería. Los nazis también postularon la idea de una jerarquía cualitativa de razas en la que no todas las razas eran iguales. Hitler creía que los alemanes pertenecían a un grupo superior de razas al que llamaba “ario”. Hitler afirmaba que la raza “aria” alemana había sido mejor dotada que las demás y que esa superioridad biológica destinaba a los alemanes a estar al mando de un vasto imperio en Europa Oriental. Pero Hitler advertía que sobre la raza “aria” alemana pesaba una amenaza de disolución tanto interna como externa. La amenaza interna estaba oculta en los matrimonios mixtos entre alemanes “arios” y miembros de razas inherentemente inferiores: judíos, romaníes, africanos y eslavos. Se decía que la descendencia de estos matrimonios diluía las características superiores reflejadas en la sangre alemana y que eso debilitaba la raza en su lucha por la supervivencia contra otras razas. El Estado alemán de entreguerras había debilitado más la raza “aria” alemana tolerando la procreación entre personas a quienes los nazis consideraban genéticamente degeneradas y una influencia perjudicial para la higiene de la raza en su totalidad: gente con discapacidades físicas o mentales, delincuentes habituales o profesionales y personas que se involucraban compulsivamente en “comportamientos desviados” desde el punto de vista social, según la percepción de los nazis. Entre este grupo se encontraban los desamparados, las mujeres supuestamente promiscuas, la gente que no podía mantener un trabajo o los alcohólicos, entre otros.

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La raza “aria” alemana también enfrentaba una amenaza de disolución externa porque, según Hitler, la República de Weimar estaba perdiendo la competencia por la tierra y la población en manos de las razas eslava y asiática, que eran “inferiores”. En esta competencia, la “raza judía” había pulido su herramienta socialista tradicional -- el comunismo soviético -- para movilizar a los eslavos, considerados de otro modo incapaces, y hacerles creer a los alemanes que el instrumento artificial del conflicto de clases sustituía al instinto natural de la lucha racial. Hitler creía que la falta de espacio vital reducía la tasa de natalidad de los alemanes a niveles peligrosamente bajos. Para empeorar las cosas, Alemania había perdido la Primera Guerra Mundial y, por el Tratado de Versalles, había sido forzada a cederles a sus vecinos miles de millas de tierras valiosas. Para sobrevivir, sostenía Hitler, Alemania debía romper el encierro en el que sus enemigos mantenían al país y conquistar vastos territorios de los eslavos en el Este. La conquista del Este le proporcionaría a Alemania el espacio necesario para expandir enormemente su población, los recursos para alimentar a dicha población y los medios para concretar el destino biológico de ser la raza superior con el estatus que le corresponde a una potencia mundial. Hitler y el partido nazi señalaron a sus enemigos raciales en términos claros e inequívocos. Para Hitler y los nazis, los judíos representaban un enemigo prioritario, tanto dentro como fuera de Alemania. Su supuesta constitución racial y genética inferior generaba los sistemas de explotación del capitalismo y el comunismo. En su impulso por expandirse, los judíos promovían y usaban estos sistemas de gobierno y organización estatal, incluyendo constituciones, proclamaciones de igualdad de derechos y paz internacional, para socavar la conciencia de raza de las razas superiores -- como la alemana -- y para posibilitar la disolución de la sangre superior a través de la asimilación y los matrimonios mixtos.

Los judíos usaban herramientas que estaban bajo su control o sujetas a su manipulación -- los medios de comunicación, la democracia parlamentaria con su énfasis en los derechos individuales, y las organizaciones internacionales dedicadas a la reconciliación pacífica de los conflictos nacionales -- para llevar su expansión de impulso biológico al poder mundial. Si Alemania no actuaba decididamente contra los judíos tanto en el interior como en el exterior, sostenía Hitler, las hordas infrahumanas de eslavos y asiáticos incivilizados que los judíos podían movilizar eliminarían a la raza “aria” alemana.

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Para Hitler, la intervención gubernamental para segregar las razas, promover la reproducción de quienes poseían las “mejores” características, evitar la reproducción de quienes poseían características inferiores y prepararse para guerras expansionistas ponía a la nación alemana en sintonía con su instinto natural de supervivencia biológicamente determinado. Además, fomentaba la conciencia “natural” de raza entre el pueblo alemán, una conciencia que los judíos buscaban suprimir a través de la democracia parlamentaria, acuerdos internacionales de cooperación y conflicto de clases. Hitler creía que, en virtud de su superioridad racial, los alemanes tenían el derecho y la obligación de quitarles territorio en el Este a los eslavos, los “asiáticos” y sus titiriteros judíos. Al perseguir estos objetivos, insistía Hitler, los alemanes seguían sus propios instintos naturales. Para derrotar y dominar a los eslavos definitivamente, la raza superior alemana tenía que aniquilar a las clases dirigentes de la región y a los judíos, que eran la única “raza” capaz de organizar a las razas inferiores a través de una embrutecedora doctrina comunista bolchevique, que era una ideología “judía” biológicamente fijada. Para eliminar esta doctrina perniciosa, y peligrosa para la supervivencia alemana, había que eliminar al pueblo que era su abanderado por naturaleza. Hitler creía que ese era el modo en que funcionaba la naturaleza. A fin de cuentas, el programa de guerra y genocidio de Hitler derivaba de lo que él veía como una ecuación: los alemanes "arios" tendrían que expandirse y dominar, un proceso que exigiría la eliminación de todas las amenazas raciales -- especialmente la judía -- o de lo contrario serían ellos quienes enfrentarían la extinción.

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"La propaganda intenta forzar una doctrina sobre la gente… La propaganda opera sobre el público general desde el punto de vista de una idea y los prepara para la victoria de esta idea." Adolf Hitler escribió estas palabras en su libro Mein Kampf(1926), en el cual por primera vez aboga por el uso de la propaganda para difundir los ideales del nacional-socialismo -- entre ellos racismo, antisemitismo, y anti-bolshevismo. Tras la toma del poder por los nazis en 1933, Hitler estableció un ministerio de ilustración pública y propaganda encabezado por Joseph Goebbels. La meta del ministerio era asegurar que el mensaje nazi fuera comunicado con éxito a través del arte, la música, el teatro, las películas, los libros, la radio, los materiales educativos, y la prensa. Había varios públicos para la propaganda nazi. A los alemanes se les recordaba la lucha contra los enemigos extranjeros y la subversión judía. Durante periodos que precedían la adopción de legislación o medidas ejecutivas contra los judíos, las campañas de propaganda creaban un ambiente tolerante de la violencia contra judíos, en particular en 1935 (antes de las leyes raciales de Nuremberg de septiembre) y en 1938 (antes del aluvión de legislación económica antisemita que siguió la noche de los cristales rotos). La propaganda también fomentaba la pasividad y la aceptación de las medidas propuestas contra los judíos, porque éstas aparecían representando al gobierno nazi como interviniendo y "restaurando el orden". La discriminación -- real y percibida -- contra la población alemana en países de la Europa oriental que como Checoslovaquia y Polonia habían ganado territorio a costa de Alemania después de la primera guerra mundial, fue un tema de la propaganda nazi. Esta propaganda intentó obtener la lealtad política y la llamada conciencia racial entre las poblaciones étnicamente alemanas. También intentó engañar los gobiernos extranjeros -- incluyendo las potencias Europeas -- y convencerlos de que la Alemania nazi sólo estaba haciendo demandas razonables de concesiones y anexos. Después de la invasión alemana de la Unión Soviética, la propaganda nazi dirigida a los civiles en Alemania y a los soldados, policías y auxiliares no alemanes sirviendo en los territorios ocupados enfatizó los temas que unían al comunismo soviético con el judaísmo europeo, presentando a Alemania como defensora de la cultura "occidental" contra la amenaza "judeo-bolchevique", y pintando una imagen apocalíptica de lo que ocurriría si los soviéticos ganaran la guerra. Esto fue el caso en particular después de la derrota catastrófica de los alemanes en Stalingrado en febrero de 1943. Estos temas pueden haber sido útiles para persuadir a los alemanes nazis y no nazis, como así a colaboradores locales a seguir luchando hasta el fin. Las películas en particular jugaron un papel importante en diseminar el antisemitismo, la superioridad del poderío militar alemán, y la maldad intrínseca de los enemigos tal como eran definidos por la ideología nazi. Las películas nazis representaban a los judíos como criaturas "subhumanas" infiltrándose en la sociedad aria. Por ejemplo, El Judío Eterno (1940), dirigida por Fritz Hippler, describía a los judíos como parásitos culturales vagabundos, consumidos por el sexo y el dinero. Algunas películas, como El triunfo de la voluntad (1935) de Leni Riefenstahl, glorificaban a Hitler y el movimiento nacional socialista. Otros dos trabajos de Leni Riefenstahl, Los Festivales de las Naciones y El Festival de la Belleza (1938), presentaban los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín y fomentaban el orgullo nacional por el éxito del régimen nazi en las Olímpíadas.

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Los diarios en Alemania, sobre todo Der Stürmer (El Atacante), imprimían tiras cómicas que usaban caricaturas antisemitas para representar a los judíos. Después que los alemanes empezaron la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, el régimen nazi usó la propaganda para inculcar en los ciudadanos y soldados alemanes que los judíos eran no solamente subhumanos sino también enemigos peligrosos del Reich alemán. El régimen intentaba obtener apoyo, o por lo menos asentimiento, para las políticas dirigidas a remover permanentemente a los judíos de las áreas alemanas. Durante la implementación de la llamada Solución Final, el asesinato masivo de los judíos europeos, los oficiales de las SS en los centros de exterminio forzaron a las víctimas del Holocausto a mantener la decepción necesaria para poder deportar los judíos de Alemania y la Europa ocupada lo más fácilmente posible. Los oficiales de los campos de concentración y exterminio forzaron a los prisioneros, muchos de los cuales serían asesinados en las cámaras de gas, a mandar postales a sus casas diciendo que los trataban bien y vivían en condiciones buenas. Así, las autoridades de los campos usaban la propaganda para cubrir las atrocidades y el asesinato masivo. En junio de 1944, la Policía de Seguridad alemana permitió a un equipo de la Cruz Roja Internacional inspeccionar el campo-ghetto de Theresienstadt, ubicado en el Protectorado de Bohemia y Moravia (hoy la Republica Checa). Las SS y la policía establecieron Theresienstadt en noviembre de 1941 como un instrumento de propaganda para el consumo doméstico en el Reich alemán. El campo-ghetto se usó como una explicación para los alemanes que estaban confundidos por la deportación de judíos alemanes y austríacos ya ancianos, veteranos de la guerra, incapacitados o artistas y músicos famosos localmente, hacia "el este" para "trabajar". En preparación para la visita de 1944, el ghetto se sometió a un programa de "embellecimiento." Después de la inspección, los oficiales de las SS en el protectorado produjeron una película usando a los residentes del ghetto como prueba del tratamiento benévolo que los "residentes" judíos de Theresienstadt supuestamente disfrutaban. Cuando la película se completó, los oficiales de las SS deportaron a la mayoría del "elenco" al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. El régimen nazi usó la propaganda efectivamente para movilizar a la población alemana a apoyar sus guerras de conquista hasta el final del régimen. La propaganda nazi fue también esencial para motivar a los que llevaban a cabo el asesinato masivo de los judíos europeos y de otras víctimas del régimen nazi. También sirvió para asegurar la aquiescencia de millones de otros -- como testigos inocentes -- en la persecución racial y el asesinato masivo.

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Nosotros los trabajadores hemos despertado Este cartel de las elecciones de julio de 1932 muestra al trabajador alemán iluminado a través del nacionalsocialismo e imponiéndose sobre sus oponentes. Se lee: "Nosotros, los trabajadores, hemos despertado. Estamos votando al nacionalsocialismo "

Hitler - Cartel de las elecciones alemanas de 1932 Las técnicas modernas de propaganda -incluidas imágenes fuertes y mensajes simples- ayudaron a que Adolf Hitler, nacido en Austria, fuera un extremista poco conocido en Alemania, y uno de los principales candidatos a la presidencia del país en 1932.

Adolf Hitler, nuestro líder! Los propagandistas nazis desarrollaron una gran apreciación por la tecnología, incluido el gramófono. Con él, las grabaciones de discursos nazis y música marcial entretenida se podían reproducir en reuniones locales o en las calles a través de altavoces en camiones.

El judío errante- Cartel de la película Der ewige Jude, dirigida por Fritz Hippler en1940. Como parte de su ataque a los judíos en tiempos de guerra, el Ministerio de Propaganda recurrió a las películas como medio para difundir mensajes antisemitas. Der ewige Jude, dirigida por el jefe de la División de Cine del Ministerio de Propaganda, fue considerada como un "documental sobre el mundo judío" que pretendía desenmascarar la supuesta influencia perniciosa de la "raza parásita judía" en la sociedad alemana. A pesar de los esfuerzos de Goebbels para promocionarlo, la película fue un fracaso de taquilla.

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La propaganda de Disney y otros estudios durante la Segunda Guerra Mundial La Segunda Guerra Mundial fue el escenario en el que se probaron nuevas armas como la bomba atómica o los primeros cazas a reacción; pero además la propaganda jugó también un papel clave en todos los bandos enfrentados en la contienda. La propaganda fue un catalizador para captar reclutas, financiación y para cimentar el desprecio al enemigo, un esfuerzo que, aunque poco conocido, en el bando Aliado fue desempeñado por el Pato Donald, los Looney Tunes, Popeye o Superman. Durante cualquier período bélico, la propaganda siempre ha sido un arma importante que, bien utilizada, puede servir para conseguir apoyos entre la población, incentivar el alistamiento u obtener financiación económica. Durante la Segunda Guerra Mundial, la propaganda fue utilizada de manera masiva por la Alemania de Hitler, por la Unión Soviética y por los Aliados cada uno con sus propios resultados pero con un objetivo común: ganarse a la opinión pública. La propaganda fue más allá de los "formatos oficiales" y la tradicional cartelería o los discursos abrieron paso a todo tipo de formatos y, por ejemplo, en el bando de los Aliados tanto el cómic como los dibujos animados también se utilizaron con fines propagandísticos. Hoy en día sería complicado asociar el nombre de Walt Disney al de la Segunda Guerra Mundial puesto que, a primera vista, nos parecería mezclar agua y aceite. Sin embargo, de la factoría Disney salieron un buen número de cortos de animación que parodiaban el régimen Nazi, pedían la compra de bonos de guerra o intentaban generar miedo y animadversión hacia Alemania. Disney no fue la única en colaborar con este tipo de propaganda y, por ejemplo, la Warner Bros. también puso a trabajar a los Looney Tunes al servicio del esfuerzo Aliado e, incluso, Superman también dedicó sus esfuerzos a luchar contra los Japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. 16


Los cortos de animación de Disney La factoría de Walt Disney generó un buen número de cortos de animación durante la Segunda Guerra Mundial. Un esfuerzo creativo que, fundamentalmente, tenía como objetivo retratar el régimen nazi y el fanatismo y empatizar con la población para que ésta se sumase al esfuerzo bélico, es decir, generar nuevos reclutas, colaboradores en las fábricas o aportaciones financieras en forma de bonos de guerra. Tras el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941, toda la sociedad norteamericana pasó de estar en la neutralidad/indiferencia a lo que pasaba en Europa y en Asia a pasarse al patriotismo extremo y, para ello, la propaganda fue un gran catalizador. Education For Death: es uno de los cortos de la factoría Disney en la Segunda Guerra Mundial que retratan el régimen nazi y cómo éste convierte y moldea a las juventudes para hacerlos unos fanáticos del régimen (un cortometraje que cuesta creer que provenga de la misma factoría que creó a Mickey Mouse). Los tres cerditos es una de las películas de animación clásicas de Disney que se enmarcaron en las Silly Symphonies que se realizaron entre 1929 y 1939. Con el estallido de la guerra, Disney decidió retomar este clásico cuento para revisarlo en 1941 y aunque se mantuvo su canción principal (esa de "quién teme al lobo feroz"), el famoso lobo feroz terminó militando en las filas nazis y aparece con un brazalete con una esvástica, una maleta que también lleva dicho símbolo y una gorra militar muy similar a las que se usaba en los uniformes de Alemania entre 1933 y 1945. De hecho, el lobo espeta unos gritos que, en cierta medida, recuerdan mucho a los discursos propagandísticos de Hitler. Otra peculiaridad de este cortometraje de los tres cerditos es que el "albañil" (el que tiene la casa más resistente) tiene ondeando en su jardín la bandera de Reino Unido, un detalle interesante que junto a los créditos iniciales nos muestra que el cortometraje tenía como público objetivo a la población de Canadá que se unió a Gran Bretaña cuando ésta le declaró la guerra a Alemania tras la invasión de Polonia en 1939. 17


-La carta de presentación no contiene datos que predigan el mensaje antinazi ya que buscan transmitir un mensaje subliminalDer Fuehrer's Face es otro corto de animación de la factoría Disney que tenía como objetivo mostrar la represión y el adoctrinamiento del régimen nazi, una película que se estrenó en el año 1943 con el Pato Donald como protagonista de "un sueño" en el que vivía bajo el yugo del régimen nazi y estaba esclavizado en una de sus líneas de producción de armamento. Afortunadamente para el personaje, todo resulta ser un mal sueño y sigue viviendo en libertad en Estados Unidos (pijama patriótico incluido): Fomentar el alistamiento fue otro de los objetivos de la propaganda y, claro está, la animación era una buena forma de llegar a los más jóvenes y generar así nuevos reclutas. En Sky trooper, una película de 1942, podemos ver de nuevo al Pato Donald realizando la instrucción para convertirse en paracaidista, un cuerpo especialmente significativo puesto que en los primeros años de la década de los 40, los cuerpos aerotransportados estaban formados por voluntarios y estaban considerados como una "novedad". Es importante recordar que Estados Unidos luchaba en dos frentes durante la Segunda Guerra Mundial, en Europa contra Alemania y en el Pacífico contra el Imperio de Japón. Disney también se ocupó de la Guerra en el Pacífico y con Commando Duck llevó al Pato Donald (que fue el protagonista de la mayoría de estas películas) a luchar a la jungla. Saltos en paracaídas, francotiradores y la -El enemigo posee rasgos asiáticos destrucción de un aeródromo japonés son algunos de los recalcando cuales son los enemigos- ingredientes de este cortometraje que convierte al Pato Donald en un miembro de las fuerzas especiales. 18


Los Looney Tunes también se movilizan Warner Bros. también colaboró al esfuerzo bélico con sus películas de animación y puso a trabajar a los personajes de los Looney Tunes dentro de las labores de propaganda. El Pato Lucas, o Daffy Duck, fue uno de los personajes que se convirtió, al igual que el Pato Donald, en un comando que se infiltraba tras las líneas enemigas y en Daffy The Commando, ataviado con un caso similar al de las tropas británicas, el protagonista de la historia siembra el caos en un fortín alemán y termina en Berlín interrumpiendo a Adolf Hitler en uno de sus discursos para golpearle en la cabeza.

Contando con la supervisión de un soldado (algo que podemos leer en los títulos de crédito de la película), en la película Tokio Jokio, la Warner Bros. hizo un retrato muy particular sobre el Imperio de Japón, sus fuerzas armadas, sus espías y sus relaciones con el Eje. Una rareza documental que vale la pena ver.

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Bugs Bunny también estuvo inmerso en las tareas de propaganda durante la Segunda Guerra Mundial y en un cortometraje encargado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos (algo que podemos leer en los créditos iniciales) solicitó a los estadounidenses que comprasen bonos de guerra. En Nips the Nips, Bugs Bunny acaba en una isla del Pacífico que está repleta de japoneses bastante belicosos a los que se enfrentará y, como no, acabará venciendo y expulsando de la isla, una historia muy curiosa que refleja la tarea de Estados Unidos en el frente del Pacífico.

Superman también luchó en la Segunda Guerra Mundial La Paramount realizó una serie de 17 cortometrajes de animación inspirados en el personaje de Superman y, tras el ataque a Pearl Harbor en 1941, algunos de los cortometrajes tuvieron un trasfondo propagandístico que puso en relieve el enfrentamiento con el Imperio de Japón y con la Alemania de Hitler. En Japoteurs (1942), Superman se enfrenta a una red de espías japoneses que intentan secuestrar un bombardero de Estados Unidos con el objetivo de llevarlo a Japón para su estudio y, quizás, copiarlo o mejorarlo. Los bombarderos se convirtieron en una pieza clave de las fuerzas armadas de Estados Unidos y, por tanto, no podían caer manos enemigas... afortunadamente Superman salvó la situación. 20


Jungle Drums (1943) es, en mi opinión, uno de los cortos de animación más extraños sobre la Segunda Guerra Mundial (al menos desde la óptica de los Aliados). La historia nos transporta a una secta que opera en la jungla pero que no es más que una tapadera que esconde un puesto de observación alemán que informa a los submarinos sobre los convoyes aliados para que los ataquen. Un plan que se viene abajo cuando derriban el avión en el que viaja Clark Kent. Además de usar a Superman, Paramount Pictures también utilizó a otro "personaje estrella" dentro de las películas de propaganda y Popeye, por ejemplo, también participaría en la Segunda Guerra Mundial dirigiendo un convoy que llevaba suministros a Gran Bretaña a través de las rutas del Atlántico que eran vigiladas por los submarinos de Alemania. Un curioso episodio que se tituló Spinach Fer Britain. La Metro-Goldwyn-Mayer también realizó cortometrajes de animación con espíritu propagandístico y en Blitz Wolf nos muestra una peculiar historia en la que el país de los cerdos teme la invasión de los lobos que piensan devorarlos. Unos lobos que, por cierto, usan como símbolo una esvástica hecha con salchichas.El Gobierno de Estados Unidos también produjo sus propios cortometrajes de animación además de los que se hacían ya en los grandes estudios de cine. En este sentido, Estados Unidos tuvo en plantilla a grandes cineastas como John Ford (que dirigió al equipo de cámaras que filmó el Desembarco de Normandía) o Frank Capra (que era el responsable de la unidad de cine de la Fuerza Aérea). Capra concibió un personaje llamado Private Snafu que fue el protagonista de una serie de películas que se hicieron entre 1943 y 1945 con el objetivo de "orientar" a las tropas estadounidenses. 21


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El holocausto fue el asesinato masivo de millones de personas a manos del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1939 y 1945. La población judía fue el principal objetivo de los nazis, y se estima que 2 de cada 3 judíos europeos murieron durante esta campaña de exterminio. ¿Qué fue el holocausto y cómo sucedió? En 1933, el partido Nacional Socialista alemán, o Nazi, llegó al poder en el país, a cabeza de Adolf Hitler, con la promesa de llevar a cabo verdaderas transformaciones políticas y económicas en Alemania, que se había visto severamente afectada tras el fin de la Primera Guerra Mundial y con la firma del Tratado de Versalles, en 1918. En medio de la crisis económica que atravesaba el país, las ideas políticas radicales y extremistas permearon en la sociedad, y con la ayuda de una poderosa campaña de propaganda que mostraba a Hitler y al partido nazi como la „esperanza‟ para reestructurar a Alemania, fueron adquiriendo terreno en la política de ese país, hasta que en 1932 ganaron las elecciones y se convirtieron en el partido mayoritario en el Gobierno, que Hitler pasó a liderar en enero de 1933. El partido nazi se fundó bajo las bases ideológicas de que las personas estaban determinadas por su raza, y como tal, existían unas razas superiores y otras inferiores. La raza aria era considerada como la „raza dominante‟, mientras que los judíos eran vistos como „inferiores‟. Desde su llegada al poder, los nazis emprendieron una campaña de discriminación contra los judíos que fue escalando progresivamente, y que en sus etapas tempranas (entre 1933 y 1939), se caracterizó por estrictas medidas económicas y un auge de la propaganda antisemitista –que en sus términos básicos se resume en el odio hacia los judíos- con el objetivo de aislar y segregar a esta población. La llegada al poder de los nazis también marcó el comienzo de los campos de concentración. El primer campo, destinado para los presos políticos, se llamó Dachau y se estableció en Alemania en 1933. Los primeros campos de concentración se basaban en el trabajo forzado, y no eran campos de exterminio, como sí lo eran los que llegarían después. En 1939, los nazis invadieron el país vecino de Polonia, y con ese acto inició oficialmente la Segunda Guerra Mundial. También inició una campaña de persecución mucho más radical contra aquellos considerados como „inferiores‟, un concepto que no solo abarcaba a la población judía, sino a los gitanos, a los discapacitados, a los testigos de Jehová, a los homosexuales y a los comunistas. Fue en ese mismo año, en la zona invadida de Polonia, cuando se estableció el primer gueto. Los guetos fueron barrios donde se confinaban a los judíos, con el objetivo de incrementar su aislamiento y su segregación. El Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos estima que al menos 800.000 personas murieron dentro de los guetos entre 1939 y 1945, debido a las pobres condiciones sanitarias y a la falta de alimentos. Sin embargo, la campaña de exterminio nazi comenzó en 1941, cuando Hitler emprendió su „Operación Barbarroja‟, con la cual se planeó la invasión de la Unión Soviética de la mano de escuadrones que realizaban asesinatos masivos a medida que los nazis ganaban terreno.

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Durante ese año se introdujeron las primeras cámaras de gas –que posibilitarían el asesinato masivo a través de la asfixia por inhalación de gases. Se estima que en algunas cámaras de gases cabían hasta 6.000 personas- y se creó el primer campo de exterminio, denominado Chelmner, en Polonia. A este le seguirían los campos de Belzec, Sobibor y Treblinka, también en Polonia. En 1942, como parte de un programa denominado “La solución final” –un eufemismo para ocultar su objetivo principal, la erradicación total de la población judía europea- se estableció el campo de concentración de Auschwitz, que llegó a ser el campo de exterminio más letal, con más de un millón de muertos bajo su impronta. En total, entre 1941 y 1945, los principales centros de exterminio cobraron la vida de al menos 2‟700.000 judíos, que murieron por asfixia, por inhalación de gas venenoso, por las condiciones de los campos o asesinados a tiros, según el Museo Memorial del Holocausto de EE. UU. Después de la Operación Barbarroja, la Unión Soviética se anexó a los aliados, quienes liderados por Estados Unidos, fueron recuperando progresivamente el terreno que había sido invadido por los nazis. A medida que cercaban al Reich, los colaboradores de Hitler comenzaron a destruir la evidencia de sus campañas de exterminio, a través de la evacuación de prisioneros y la demolición de cámaras de gas, bajo orden de Heinrich Himmler, uno de los líderes del partido nazi. Esto no evitó, sin embargo, el descubrimiento de los campos de exterminio y de concentración por parte de los aliados. Los nazis habían sido herméticos respecto a sus matanzas y su proceder no era muy bien conocido por la comunidad internacional, a pesar de que desde 1944 se tenía conocimiento de la situación en los campos de concentración tras la filtración y difusión del „reporte de Auschwitz‟, escrito por dos judíos suizos que documentaban su experiencia y sus horrores en el campo de concentración y se los presentaron al mundo. El 27 de enero de 1945, las fuerzas soviéticas liberaron Auschwitz y los 7.000 prisioneros que aún permanecían allí. Los soviéticos cercaron Alemania, y Hitler, acorralado, se suicidó el 30 de abril de 1945. El partido nazi anunció su derrota una semana después y Berlín fue tomada por los aliados. En 1950, cinco años después del fin de la guerra –que se acabaría oficialmente tras el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagazaki, en agosto de 1945-, la población de judíos de Europa era de 3‟500.000, a pesar de que 17 años antes la cifra sobrepasaba los nueve millones.

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10 atroces experimentos nazis con seres humanos Entre las mayores crueldades del régimen más atroz del mundo moderno estuvieron los experimentos con humanos realizados con los cautivos de los campos de concentración. Esta lista reúna algunos de los más sorprendentes. Uno de los científicos más controvertidos fue Josef Mengele, quien condujo experimentos en el campo de concentración de Auschwitz.1 En Auschwitz y otros campos, bajo la dirección de Eduard Wirths, se seleccionaron reclusos para ser sujetos en varios experimentos que estarían destinados a ayudar al personal militar alemán en situaciones de combate, en la recuperación de personal militar que había sido herido y a la promoción de la ideología racial respaldada por el Tercer Reich.2 Dr. Aribert Heim dirigió experimentos médicos similares en Mauthausen. Por su parte, Carl Værnet es conocido por haber llevado a cabo experimentos en prisioneros homosexuales en un intento por curar la homosexualidad. Después de la guerra, estos crímenes fueron juzgados en lo que se conoció como el Juicio de los doctores. El rechazo a los abusos perpetrados llevó al desarrollo del Código de Núremberg sobre ética médica.

-Gases: los nazis querían conocer a fondo el efecto del gas mostaza y el fosgeno sobre el cuerpo humano. Para esto, los utilizaron sobre prisioneros, muchos de los cuales murieron en la prueba. -Heridas en la cabeza: el Dr. Wichtmann martillaba la cabeza de niños, a los que mantenía atados, para calcular cuantos golpes exactamente aguantaba el cráneo. -Esterilización: las mujeres de los campos de concentración fueron usadas en la búsqueda de crear métodos de esterilización mediante drogas, cirugías y rayos X. -Altura y presión: el Dr. Rascher encerró a prisioneros en una cámara de baja presión para buscar formas de ayudar a los pilotos alemanes que tenían que estar a grandes alturas. De los 200 cautivos, murieron 80. -Malaria: en el campo de concentración de Dachau se inyectó malaria a varias personas para luego investigar cómo tratarla, administrándoles todo tipo de drogas experimentales. Muchas personas murieron de sobredosis.

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-Veneno: en el campo de concentración de Buchenwald se realizaron experimentos para investigar el efecto de los venenos en las personas. Simplemente, añadían veneno en la comida de los prisioneros. Muchos morían al instante. -Agua de mar: en el campo de concentración de Dachau se realizaron experimentos que pretendían potabilizar el agua de mar, mezclándola con otras sustancias. De los prisioneros que debían beber estas pruebas, muchos murieron de deshidratación. -Niños: Los nazis, obsesionados con la supremacía racial, emplearon niños para experimentar, buscando la forma de que sean más fuertes, sus ojos más claros y sus rasgos más ajustados al estándar ario. -Sulfamidas: los prisioneros eran infectados de alguna enfermedad como gangrena o tétano, luego eran tratados con sulfamidas, un agente sintético antimicrobiano, pero muchas veces las dosis demasiado altas les causaban la muerte. -Congelamiento: los nazis querían conocer mecanismos para tratar la hipotermia, para lo cual sumergían a los prisioneros en un tanque con agua congelada por más de tres horas, o hasta la muerte. Los experimentos sobre hipotermia fueron llevados a cabo por el alto mando nazi para simular las condiciones que sufrieron los ejércitos en el Frente Oriental, cuando las fuerzas alemanas estaban mal preparadas para el frío glacial. Estos experimentos fueron ejecutados bajo la supervisión de los comandantes de Dachau y de Auschwitz. El médico de las SS, Sigmund Rascher, informaba directamente a Heinrich Himmler y publicó los resultados de sus experimentos de congelamiento en la conferencia médica titulada "Problemas médicos surgidos del mar y el invierno" (1942). Los experimentos de congelamiento se dividían en dos partes. La primera era para establecer cuánto tiempo tomaría bajar la temperatura corporal hasta la muerte; mientras que la segunda se centraba cómo resucitar mejor a la víctima congelada. El método de la tina helada probó ser la manera más rápida para provocar el descenso de la temperatura corporal. Las selecciones se centraban en judíos o rusos jóvenes y saludables. Normalmente eran desnudados y preparados para el experimento. Una sonda aislada que medía la caída de la temperatura corporal era insertada en el recto. La sonda era mantenida en su lugar por un anillo de metal expandible que era ajustado para abrirse dentro del recto y mantener la sonda firmemente en su lugar. La víctima era puesta en un uniforme de la fuerza aérea, luego colocada en la tina de agua fría y comenzaba a congelarse. Se supo que la mayoría de los sujetos perdían el conocimiento y morían cuando la temperatura corporal caía a 25°C.

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Secuelas Muchos de los sujetos murieron como resultado de los experimentos conducidos por los nazis, mientras que muchos otros fueron asesinados una vez que se completaron las pruebas o para estudiar el efecto post mortem.Aquellos que sobrevivieron a menudo quedaron mutilados, sufriendo de discapacidad permanente, cuerpos debilitados y presión psicológica. El 19 de agosto de 1947, los médicos capturados por las fuerzas aliadas fueron llevados a juicio en el proceso de USA vs. Karl Brandt et. al que es comúnmente conocido como el Juicio de los doctores. Durante el proceso, varios médicos alegaron en su defensa que no existía una ley internacional concerniente a la experimentación médica. No obstante, en la medicina alemana, el principio de consentimiento informado no era original para cuestiones en torno a la Segunda Guerra Mundial. En 1890, el doctor Albert Neisser infectó pacientes (en su mayoría prostitutas) con sífilis sin su consentimiento. A pesar del respaldo de gran parte de la comunidad académica, la opinión pública liderada por el psiquiatra Albert Moll estuvo en contra de Neisser. Mientras que Neisser fue multado por una corte disciplinaria, Moll desarrolló «una teoría de un contrato legal positivista en la relación médico-paciente» que no fue adoptada por la ley alemana. Finalmente, el Ministro para asuntos religiosos, educativos y médicos emitió una directiva que declaraba que las intervenciones médicas, con excepción del diagnóstico, curación e inmunización, estaban excluidas bajo toda circunstancia «si el sujeto era menor de edad o no competente por otras razones» o si no había dado su «consentimiento inambiguo» luego de una «explicación correcta de las posibles consecuencias negativas» de la intervención; sin embargo, esta directiva no era legalmente vinculante. En respuesta a ello, los doctores Leo Alexander y Andrew Conway Ivy elaboraron un memorándum de diez puntos titulado "Experimento médico permisible" que fue conocido como el Código de Núremberg. El código trata sobre la necesidad del consentimiento voluntario de los pacientes, evitar dolor innecesario y sufrimiento y el supuesto de que la experimentación no terminará en la muerte o en discapacidad; no obstante, no fue citado en ninguno de los descubrimientos contra los reos y nunca se convirtió en ley médica alemana o

Cuestiones éticas Los conocimientos médicos modernos sobre cómo reacciona el cuerpo humano al congelamiento hasta el punto de la muerte se basan casi exclusivamente en los experimentos médicos nazis. Esto, junto con el uso reciente de información procedente de investigaciones biomédicas nazi sobre los efectos del gas fosgeno, ha sido controvertido y presenta el dilema ético para los médicos modernos que no están de acuerdo con los métodos usados para obtener esta información. De forma similar, se ha creado una muy seria controversia sobre el uso de los resultados de pruebas sobre armas biológicas realizadas por el Escuadrón 731 del Ejército Imperial Japonés; sin embargo, los resultados del Escuadrón 731 fueron mantenidos clasificados por los Estados Unidos y se concedió indulto a la mayoría de los médicos involucrados.

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1- Alrededor del 3% de la población mundial en 1939 murió en la Segunda Guerra Mundial Este conflicto fue el más mortífero de la historia de la humanidad, con un resultado final de más de 60 millones de víctimas mortales, lo cual supone aproximadamente el 3% de la población existente en 1939 (2,000 millones de personas). Si en este cálculo se tienen en cuenta las muertes por enfermedades relacionadas con la guerra y el hambre el número de muertos supera los 80 millones. 2: Más de un millón de niños judíos fueron asesinados en el Holocausto Se estima que los alemanes y sus aliados asesinaron un total de un millón y medio de niños, entre los que se incluyen más de un millón de niños judíos y decenas de miles de niños gitanos, polacos, soviéticos y alemanes con discapacidades físicas o psíquicas. 3: Más de 5 millones de prisioneros de guerra soviéticos murieron a manos de los nazis en el periodo 1941 y 1942 en el marco de la operación Barbarroja, con la que la Alemania nazi empezó la guerra contra la Unión Soviética, el ejército invasor mató en ocho meses a más de 2 millones de prisioneros de guerra soviéticos utilizando técnicas como el hambre, la exposición a gases venenosos o ejecuciones sumarias. En total, más de 5 millones de presos soviéticos perdieron la vida.

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4: Se sacrificó a los animales venenosos del zoológico de Londres Con el estallido de la guerra el 1 de septiembre de 1939, el zoológico de Londres mató prácticamente a todos los animales venenosos que se encontraban en sus instalaciones. Con esta medida se querían evitar víctimas en el caso de que el zoológico fuera bombardeado por los nazis y los animales huyeran.

5: Hitler planeaba convertir Moscú en un lago Durante la batalla de Moscú, la capital soviética era considerada el principal objetivo militar y político de las fuerzas del eje para la invasión de la URSS. Según los planes de Adolf Hitler, Moscú, junto con Leningrado y Kiev, debía ser destruido y cubierto por un gran lago artificial con la apertura de la presa del canal MoscúVolga.

6- En octubre de 1941 más de 30.000 judíos fueron brutalmente asesinados por tropas rumanas y alemanas. Entre los años 1941 y1942 las tropas alemanas y rumanas aliadas al régimen nazi estuvieron involucradas en el asesinato masivo de judíos y gitanos. En octubre de 1941 en Odessa más de 30.000 judíos fueron brutalmente asesinados, siendo fusilados o quemados vivos. Durante la ocupación alemana y rumana más de 100.000 judíos de Odessa y de las áreas entre el río Dniéster y el río Bug fueron asesinados.

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7: Durante la Segunda Guerra Mundial la estatuilla del Oscar era de yeso pintado Desde el año 1929, la estatuilla de los premios Oscar se pule con oro brillante y es de bronce, níquel o cobre. Sin embargo, durante tres años de este conflicto mundial hubo escasez aguda de estos metales debido a la fabricación de armas y el galardón se realizó de yeso pintado.

8: Después de la guerra, Hitler planeaba construir un "museo de una raza extinta" El líder nazi Adolf Hitler quería construir el "museo de una raza extinta", en el cual se exhibirían objetos de los judíos después de haberlos exterminado.

9: Se suicidó al día siguiente de su boda, Hitler conocía a Eva Braun desde que tenía 17 años, y por mucho años tuvieron una relación pero Hitler nunca accedió a casarse con ella puesto que pensaba que podría afectar su imagen… El día que decidió hacerlo fue ¡en las vísperas de su muerte!, al día siguiente de la ceremonia los encontraron muertos, ella había tomado una cápsula de cianuro y él se había pegado un tiro. 10: Aunque no lo creas: ¡No nació en Alemania!. Así es y por más irónico que parezca, Adolf Hitler no nació en Alemania: sino en una ciudad de Austria llamada Braunau am Inn, el 20 de abril de 1889.

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«Él sabe cuál es la psicología del pueblo, porque viene del pueblo y sabe cómo se debe actuar para impresionarle». Con esta acertada y premonitoria frase definía el periodista español Javier Bueno (usando el seudónimo de «Antonio Azpeitua») el carácter de un joven y desconocido líder fascista con el que había mantenido una entrevista:Adolf Hitler. Sin embargo, no lo hacía en un diario alemán de la época imposible de encontrar en España, sino en las páginas del ABC del 6 de abril de 1923, un periódico que, en aquellos días, celebraba su 20 aniversario. Corría por entonces una época dura para Alemania pues, tras haber sido derrotada en la Primera Guerra Mundial, se veía obligada a pagar las llamadas «reparaciones de guerra» a sus antiguos enemigos. El descontento reinaba, rápido y furioso, entre unos ciudadanos sometidos económicamente al yugo extranjero y a una contienda pasada. Esa fue, precisamente, la piedra angular en la que se basaron multitud de movimientos nacionalistas para adquirir simpatías entre la población y esa fue, a su vez, la forma que tuvo un joven y no muy conocido Adolf Hitler de catapultarse hacia el estrellato y ganar adeptos para su recién formado Partido Nacional Socialista Alemán. Esa Alemania llena de resentimiento fue el lugar seleccionado por Bueno para entrevistarse con un Adolf Hitler que no contaba más de 34 años. Su nombre, al igual que su causa, no era aún más que un trazo de tinta que no había adquirido el significado de hecatombe que tiene en la actualidad. Por ello, el periodista de ABC se limitó a calificarlo como un mero «líder del fascismo bávaro». No obstante, en el rato que el reportero conversó con él, tuvo la oportunidad de analizar –casi como si pudiera ver el futuro-, sus características más destacadas: «Hitler, falto de cultura y de preparación científica, no puede expresar ideas sirviéndose de conceptos abstractos; por eso recurre al ejemplo simplista, al símil, a la comparación de cosas concretas. Acaso en esto esté su fuerza para impresionar a las multitudes. Afirma rotundamente, sin admitir la duda, sintiéndose poseedor de la verdad absoluta». Con todo, no hay nadie que pueda contar mejor este encuentro que el propio Javier Bueno: «La casa de un ex almirante que a falta de barcos de guerra, dirige ahora la sección de política internacional en un periódico de Múnich, fue el lugar elegido para nuestra entrevista con Hitler. Esta casa se encuentra en Bavaria Ring, la gran pradera donde las Sociedades gimnastas y escolares se inician, se entrenan, se adiestran en ejercicios y deportes que tienen un cierto sabor militar. Abril ha tapizado de nuevo la pradera. Cuando puntualmente llegamos a la cita, el ex almirante nos dice: -Escribí a Hitler; pero no sé si mi carta llegaría a tiempo, ni si Hitler estará en Múnich. Es hombre de actividad asombrosa; aparece y desaparece cuando menos lo esperan sus partidarios; nadie puede decir dónde está; surge como un fantasma...

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El ex almirante no es uno de esos que aquí llaman rábanos. Los rábanos son los rojos por fuera y blancos por dentro. El ex almirante es francamente monárquico, enemigo de la República y de los hombres que, sinceramente o por razones oportunistas, la defienden, cualquiera que sea el matiz del campo político en que actúen. Aunque su levita de paño negro no tiene galones dorados en las mangas ni anclas en el cuello, sigue siendo almirante. A falta de insignias, conserva el gesto, las frases breves y secas que suenan a órdenes, el apéndice capilar del mentón, complemento reglamentario del uniforme de la Armada. Mientras Hitler llega, bebemos té y el ex almirante me traza a grandes rasgos la historia del héroe fascista. Tiene treinta y cinco a treinta y siete años; nació en Austria, en la frontera alemana; fue soldado raso durante la guerra; es hombre con rudimentaria instrucción... Suena un timbre lejano, y llega hasta la estancia el rumor de pasos amortiguados en las alfombras del pasillo. -¡Hitler!- exclama el ex almirante, orgulloso de que el héroe haya acudido a su llamamiento. Unos golpecitos en la puerta, y sin esperar el permiso de entrada, aparece Hitler. Intentaré su retrato. Alto, ancho de hombros, musculoso, vestido como un funcionario subalterno. Cabeza grande sobre cuello de toro; fuertes maxilares inferiores, ojos azules muy a flor del rostro, que expresan exaltación, violencia, agresividad, ambición, seguridad de dominio. Debajo de una nariz plebeya, cuyas ventanas son exageradamente grandes, el bigote, de cerdas como púas, ha sido reducido al mínimum por el rasurado. Aunque el ex almirante, al presentarnos, precisó nuestra condición y el objeto de la visita, Hitler nos mira receloso, desconfiado. Al principio, la conversación se entabla entre ellos dos, y mientras, queremos descubrir las cualidades morales e intelectuales del héroe. Hitler parece preocupado, obsesionado por un solo problema: el de obtener recursos para su obra. Se queja de cierto retraso de las sumas que le prometieron para activar el reclutamiento y atender a las necesidades de su gente. -Así no puedo continuar- exclama, imperativo y amenazador-, el tiempo corre, los acontecimientos se precipitan; yo necesito dinero, dinero, mucho dinero...; si no... El ex almirante intenta calmar su impaciencia. Sí; tendrá usted todo el dinero que necesite. Esos señores comprenderán que es urgente…

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Cuesta trabajo conseguir que Hitler abandone el tema del dinero para explicarnos su programa, su ideología, sus métodos redentores. Cuando al fin lo logramos, Hitler se convierte en un torrente de oratoria violenta, tempestuosa, atronadora. Su odio furioso va todo contra el marxismus, el marxismus de la derecha y de la izquierda. El conoce el marxismus porque fue socialista. Los procedimientos que los adversarios burgueses del marxismus emplearon hasta ahora para combatirle le parecen absurdos y torpes. El sabe cuál es la psicología del pueblo, porque viene del pueblo y sabe cómo se debe actuar para impresionarle. Hitler, falto de cultura y de preparación científica, no puede expresar ideas sirviéndose de conceptos abstractos; por eso recurre al ejemplo simplista, al símil, a la comparación de cosas concretas. Acaso en esto esté su fuerza para impresionar a las multitudes. Afirma rotundamente, sin admitir la duda, sintiéndose poseedor de la verdad absoluta. -Con los antiguos oficiales, los estudiantes y los trabajadores que fueron soldados me basta para mi obra. Su obra proyectada es hacer que resucite el espíritu de 1914 en el pueblo alemán. Y está convencido de que, aplastando al marxismus, resurgirá lo que desapareció entre los escombros de la catástrofe. Evolución de ideas, contraste de principios, aparición de otras fuerzas, todos estos factores no entran en los cálculos de Hitler. Tampoco toma en consideración circunstancias que han modificado y cambiado el sentimiento de la unidad nacional ni las escisiones y antagonismos que para nosotros son evidentes. «Para Hitler las modas femeninas han de estar sometidos a censura» El programa de Hitler es una extraña mezcla de nacionalismo intransigente y dictadura revolucionaria, que tiene muchos puntos de contacto con el Soviet. Mientras declara la guerra sin cuartel al marxismo, proclama la necesidad de un ataque al capital. Hitler quiere abolir el parlamentarismo, pero acepta el principio democrático; afirma que la tierra no puede ser materia de especulación; niega la libertad de la Prensa y la obliga a ser propagandista del credo que él tiene por único verdadero; el teatro, el cinematógrafo, las modas femeninas han de estar sometidos a una censura previa... En las explicaciones verbales de Hitler se advierte la misma confusión y la incoherencia que habíamos señalado en el programa impreso que ha lanzado hace pocas semanas. Y en cuanto al crítico momento presente, Hitler no propone un remedio; se contenta con gritar en la plaza pública la gravedad de la situación. Un alemán de espíritu muy sutil y

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cultivado nos había dicho: «La actuación de Hitler en el momento presente puede representarse así: Hay un enfermo muy grave, y, cuando todas las autoridades científicas estudian su mal y buscan el plan curativo, llega a la habitación del paciente un mozo de cuadra y empieza a vociferar desde el balcón: ¡Se muere! ¡Ya casi no respira! ¡Está en las últimas! Y el vocerío y el escándalo pueden acabar con las últimas energías del enfermo». Hitler, que posee potentes cuerdas vocales, se ha puesto de pie, y la estancia es pequeña para el estruendo de su palabra y la agitación de sus brazos. A cada momento tememos por la vajilla que está sobre la mesa, y en cada instante esperamos ver llegar a la vecindad alarmada. Con el rostro congestionado, los puños que golpean a enemigos invisibles, evoca el momento de la guerra contra los que se le opongan. Las enormes ventanas de su nariz parecen oler ya la sangre... Ha terminado la entrevista. Mientras nosotros nos ponemos el sobretodo, Hitler se cuelga una pistola que había dejado a manera de bastón o paraguas en el perchero. Salimos a la calle. En la esquina está su automóvil. -Si quiere usted, le llevaré adonde se proponga ir- dice. Y luego añade: -Pero debo advertirle que a mi lado se corre algún peligro. -Acepto su ofrecimiento -contesto-; más temo perderme en este barrio que no conozco. Por el camino me pregunto: ¿Cuál es el grado de la influencia que este hombre ejerce y dónde?»

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Los Aliados La versión simplificada de la Segunda Guerra Mundial nos dice que los Aliados (principalmente el Imperio Británico, Francia y luego también Unión Soviética y Estados Unidos) derrotaron a las potencias del Eje (principalmente Alemania, Italia y Japón). Esta sobresimplificación esconde algunos episodios muy interesantes de la contienda. Los bandos no actuaron al unísono (la URSS no declaró la guerra a Japón hasta casi el final de la guerra), hubo muchas más naciones involucradas en la guerra (China, Polonia, Siam, Finlandia...), naciones neutrales invadidas por las potencias beligerantes (Bélgica, Países Bajos, Noruega... por el Eje, Irán por los Aliados)... Mención especial requiere España, con la ocupación de Tánger y su política de los tres frentes: aliado de Alemania contra la URSS (División Azul de voluntarios), neutral en la guerra entre Estados Unidos y Reino Unido contra Alemania, y enemigo (aunque no beligerante) de Japón en su guerra contra los Aliados.

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Fricciones entre los Aliados que superaron el grado de escaramuza Reino

Unido

y

Francia

contra

la

Unión

Soviética

El 23 de agosto de 1939, una semana antes del ataque alemán a Polonia, se firma en Moscú un tratado de no agresión entre la Unión Soviética y Alemania. Los protocolos secretos del pacto permitieron que durante los siguientes meses la Unión Soviética fuese tomando control de las regiones orientales de Polonia, Finlandia y Rumanía, así como la completa anexión de los Países Bálticos. Mientras tanto, la Unión Soviética permanecía técnicamente neutral en el conflicto que enfrentaba a los Aliados y Alemania, aunque proveía a esta última de una importante ayuda económica (por ejemplo, 16 millones de barriles de petróleo entre enero de 1940 y junio de 1941).

Esta situación preocupaba a Francia y Reino Unido, que empezaron a plantearse el modo de neutralizar a la principal nación amiga de Alemania. Una opción sería apoyar a Finlandia, involucrando quizás a otros países nórdicos, acompañados de diversos ataques estratégicos. Un informe presentado en febrero de 1940 concluyó que el principal talón de aquiles de la Unión Soviética era su producción de petróleo, centralizada en el Cáucaso. Comenzaba así la llamada "operación Pike". El informe indicaba que un ataque aéreo sobre esas instalaciones podría dañar gravemente el potencial militar soviético, pero también que esta operación requeriría el apoyo (al menos logístico) de Turquía. Sin embargo este país se negaba a verse involucrado en la guerra (pese a ser, sobre el papel, un aliado de Reino Unido). La única opción que restaba era atravesar el espacio aéreo de Turquía o de Persia sin el consentimiento de sus gobiernos. Entre marzo y abril de 1940 se llevaron a cabo varios vuelos de reconocimiento sobre Baku y Batumi. Los aviones, unos Lockheed 14 modificados, estaban basados en Irak y fueron recibidos con fuego antiaéreo y el despegue de interceptores soviéticos. El 1 de Abril se habían preparado ya en el área 48 nuevos bombarderos Bristol Blenheim Mk IV, complementados por un puñado de Vickers Wellesley con capacidad de bombardeo nocturno. Los franceses esperaban poder reunir 65 bombarderos Glenn Martin Maryland y un par de docenas de Farman 222, que podrían estar disponibles en Siria a mediados de mayo de 1940. Sin embargo, el 15 de mayo la Wehrmacht ocupaba ya media Bélgica y se adentraba en territorio francés rumbo a París. La operación Pike tuvo que ser cancelada.

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F r a n c i a c o n t r a e l R e i n o U n i d o Francia firmó el armisticio el 22 de junio de 1940. Poco después de haber ganado a Italia como nuevo enemigo, Reino Unido había perdido a su único aliado. Esto que no era precisamente un pequeño contratiempo, se convertía en una pesadilla si se consideraba l a s i t u a c i ó n d e l a f l o t a f r a n c e s a . La Marine Nacionale era en 1940 la cuarta armada más poderosa del momento. Contaba con 1 portaaviones, 2 cruceros de línea, 5 acorazados, 19 cruceros y una multitud de buques más pequeños. Tras el armisticio, la mayor parte de esa flota estaba estacionada en bases en Senegal, Marruecos y Argelia así como bloqueada en bases británicas como la de Alejandría. Temeroso de que esta flota pasase a manos el Eje, el 3 de julio, Reino Unido lanza la operación Catapulta. Los buques franceses son inmovilizados o capturados por todo el mundo. En Alejandría quedan inmovilizados el acorazado Lorraine, así como los cruceros Duquesne, Tourville, Suffren y Duguay-Trouin. Del mismo modos, en las Antillas queda también inmovilizado el portaaviones Béarn. Sin embargo, no todas las acciones fueron tan incruentas. Una escuadra británica fracasa en su intento de rendir los buques estacionados en la base argelina de Mers el-Kébir el 3 de julio. Como resultado, la flota británica abre fuego sobre los buques franceses, hundiendo el acorazado Bretagne y dejando fuera de combate al crucero de batalla Dunkerque, el acorazado Provence y un destructor. 1729 franceses perdieron la vida en este ataque, una cifra no muy inferior a las 2400 bajas americanas en el mucho más conocido ataque japonés a Pearl Harbor. Las autoridades de Vichy tendrían su venganza. Se ordenó a la fuerza aérea que bombardease el puerto británico de Gibraltardesde sus bases en Marruecos. 5 aviones bombardearon Gibraltar en la noche del 4 de julio, y otros 5 Glenn Martin a la madrugada siguiente, causando daños menores. El 8 de julio, aviones británicos bombardearon el puerto senegalés de Dakar desde el portaaviones Hermes, dañando gravemente al acorazado francés Richelieu. La respuesta francesa fue preparar un ataque sobre la colonia británica de Freetown. Pese a que se llegó a trasladar a la zona un escuadrón de 19 cazas Curtiss y 22 bombarderos Glenn M a r t i n , l a o p e r a c i ó n f u e c a n c e l a d a . En septiembre de 1940 se produce un nuevo ataque británico y un intento de invasión en Dakar. El gobierno de Vichy respondió bombardeando de nuevo Gibraltar: 60 aviones de bombardeo protegidos por 23 cazas lanzaron 45 toneladas de bombas sobre la colonia británica. Simultáneamente, varios torpederos franceses intercambiaron disparos con las fuerzas navales del Estrecho. Al día siguiente una fuerza mayor de 81 aviones lanzaría 56 toneladas de bombas, en lo que sería el último ataque francés sobre Gibraltar.

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El resto es más conocido. Durante los meses siguientes, Churchill apoya a Charles De Gaulle, el líder de las fuerzas francesas libres. La Francia Libre controlaba un cierto número de colonias francesas alejadas de Europa, y con el apoyo británico comienzan una campaña para tomar el control de más territorio (Siria, Líbano, Gabón, Madagascar...). De este modo, Reino Unido se involucró activamente en una guerra civil dentro de una potencia técnicamente neutral. Estados Unidos se oponía frontalmente a esta política, siendo este asunto la principal nota discordante entre las dos naciones aliadas. Roosvelt confiaba en otro general francés, Henri Giraud, para devolver a Francia al campo Aliado. Capturado por los alemanes al comienzo de la guerra, consiguió escapar de sus captores y salir de Europa con ayuda de la Resistencia Francesa. Estados Unidos esperaba ponerle al mando de las fuerzas francesas tras la operación de invasión del norte de África, operación Torch, en noviembre de 1942. Al no conseguir ser nombrado comandante en jefe de la operación (cargo que se reservó para Eisenhower), Giraud decidió quedarse en Gibraltar al margen de las operaciones. Esto permitió que el comandante de todas las tropas francesas de Vichy, el general François Darlan, que se encontraba curiosamente de visita secreta en el norte de África, negociase su defección a los Aliados. El represivo régimen de Vichy, con sus campos de concentración incluídos, seguiría intacto en el Norte de África bajo las órdenes de Darlan, aunque ahora colaboraría con Reino Unido y Estados Unidos. El resto es más conocido. Durante los meses siguientes, Churchill apoya a Charles De Gaulle, el líder de las fuerzas francesas libres. La Francia Libre controlaba un cierto número de colonias francesas alejadas de Europa, y con el apoyo británico comienzan una campaña para tomar el control de más territorio (Siria, Líbano, Gabón, Madagascar...). De este modo, Reino Unido se involucró activamente en una guerra civil dentro de una potencia técnicamente neutral. Estados Unidos se oponía frontalmente a esta política, siendo este asunto la principal nota discordante entre las dos naciones aliadas. Roosvelt confiaba en otro general francés, Henri Giraud, para devolver a Francia al campo Aliado. Capturado por los alemanes al comienzo de la guerra, consiguió escapar de sus captores y salir de Europa con ayuda de la Resistencia Francesa. Estados Unidos esperaba ponerle al mando de las fuerzas francesas tras la operación de invasión del norte de África, operación Torch, en noviembre de 1942. Al no conseguir ser nombrado comandante en jefe de la operación (cargo que se reservó para Eisenhower), Giraud decidió quedarse en Gibraltar al margen de las operaciones. Esto permitió que el comandante de todas las tropas francesas de Vichy, el general François Darlan, que se encontraba curiosamente de visita secreta en el norte de África, negociase su defección a los Aliados. El represivo régimen de Vichy, con sus campos de concentración incluídos, seguiría intacto en el Norte de África bajo las órdenes de Darlan, aunque ahora colaboraría con Reino Unido y Estados Unidos.

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Este inesperado giro de los acontecimientos no sentó bien en ninguno de los campos. Que el comandante en jefe de todas las tropas francesas colaborase con los Aliados provocó el enfado de Hitler y precipitó su decisión de invadir y ocupar toda la Francia de Vichy. Que un colaboracionista quedase al mando en el Norte de África sentó muy mal a los líderes de la Resistencia y la Francia Libre, que organizaron un complot para asesinar a Darlan. Darlan fue sucedido por Giraud, que siguió inicialmente la política de su predecesor, encarcelando a muchos de los agentes de la Francia Libre en la zona y privando de la nacionalidad francesa a los judíos argelinos. Los territorios franceses no ocupados estaban ahora divididos entre los continuistas de Vichy, bajo la protección de Washington, y las fuerzas de la Francia Libre de De Gaulle, bajo la protección de Londres, que querían regresar al orden republicano anterior al armisticio. Su unión en una única organización no tendría lugar hasta junio de 1943, no sin muchas dificultades y pese a la oposición de Roosevelt. En ese momento, Giraud se puso a las órdenes de De Gaulle en el nuevo Comité Francés de Liberación Nacional.

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Las heridas no siempre sanan... Para la Historia Universal, el término Posguerra refiere directa y específicamente al período posterior a la Segunda Guerra Mundial, en el cual se dieron cambios políticos, económicos y sociales, que cambiaron totalmente el escenario mundial, al tiempo de que afectaría terriblemente a ciertos países, mientras que otros por el contrario se verían bastante beneficiados de ese período de reconstrucción vivido por una Europa que luchaba por renacer de las cenizas en las que la habían dejado sumida casi seis años de continuos bombardeos, asaltos y destrucción.

El Plan Marshall Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fueron desastrosas para Europa, continente que vio afectada terriblemente su economía, así como su infraestructura y su parque industrial, perdiendo importantes vías ferroviarias, barcos, fábricas, entro otros bienes. Así mismo, el gran gasto que había involucrado el pago de la Guerra había endeudado las naciones y reducido drásticamente las reservas de oro. No obstante, del otro lado del Atlántico parecía estar la solución a todos los males: un Estados Unidos joven y con mucho interés por ayudar a sus vecinos. En este contexto entró en escena el Plan Marshall, un plan global de reconstrucción, financiado por la nación norteamericana, a saldo de profundos acuerdos económicos y políticos. Sin embargo, no todos los países europeos se decidieron en participar, dividiéndose entre aquellos que aceptaron la ayuda estadounidense, abiertamente capitalista, y aquellos que prefirieron abstenerse del socio americano, y que por contraparte quedaron al amparo de la URSS, lo cual sirvió también para configurar el escenario mundial de las próximas décadas: la Guerra Fría, en la cual se enfrentaban el bloque capitalista y el bloque comunista.

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De acuerdo a lo que cuenta la Historia, este Plan se inició con un desembolso de cuatro mil setecientos millones de dólares, transferidos entre 1944 y 1946, a los países que aceptaron la ayuda. Así mismo, resaltaban algunos países que decidieron desmarcarse tanto del bando estadounidense, no recibiendo la ayuda representada por el Plan Marshal, así como de la ayuda de la URSS, estas naciones fueron Alemania y Japón, quienes optaron por reconstruir su economía de forma autónoma. Durante las próximas décadas, el Plan cumplió su cometido, produciendo la recuperación vertiginosa de Europa, quien se levantó nuevamente teniendo ahora a Estados Unidos como aliado bélico, proveedor de materias primas y productos, y financistas del renacer europeo, el cual benefició a algunos países como España (en el viejo continente) y Canadá (en América).

Consecuencias económicas de la posguerra Pese a la ayuda y crecimiento sostenido que originó el Plan Marshall, las consecuencias económicas del gasto y la deuda contraídas por la guerra dejaron sentir sus efectos de forma generalizada en los países europeos, en especial en aquellos que se negaron a la ayuda estadounidense, los cuales se manifestaron en inflación, falta de liquidez y demás dificultades de orden financiero, hecho que en ocasiones retrasó el desarrollo industrial, del cual Europa había perdido al menos cincuenta por ciento durante conflicto. Ante esto, la mayoría de las naciones europeas decidieron adoptar el Modelo Keynesiano, el cual básicamente convirtió a los Estados en entes administradores de su propia economía, haciendo que se convirtieran en el principal promotor de las inversiones, se activó el parque productivo, se procuró la estabilización de la moneda, el aumento de la población, mejoras laborales, seguridad social de los trabajadores, entre otras medidas que poco a poco comenzaron a dar frutos. No obstante, sería pertinente analizar brevemente el desarrollo de cada uno de los países involucrados en la guerra, puesto que cada uno vivió el proceso de posguerra y de recuperación, a su manera y con sus propias dificultades:

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Alemania Aun cuando no aceptó la ayuda estadounidense y su territorio había sido uno de los más afectados por la guerra, Alemania fue uno de los países que más se desarrolló y recuperó durante la posguerra, logrando convertirse en una verdadera potencia europea, aplicando con todo su entusiasmo el desarrollo de su parque industrial, la tecnificación de sus empleados, mejoras salariales y sociales, estrategias que se tradujeron en un aumento sostenido de la producción y en un crecimiento de exportaciones, además con rápida recuperación. Así mismo, el Estado alemán se encargó firmemente en combatir la inflación.

Gran Bretaña Por el contrario, Gran Bretaña fue uno de los países que más afectado se vio en la época de posguerra, sobre todo en los primeros quince años, después del conflicto. Entre los problemas que tuvo que afrontar fue el atraso que sufrió su parque industrial, aun cuando este país fue en su momento la cuna de la Revolución Industrial. Por consiguiente, esta situación conllevó también a una escasa producción, inflación, altos precios, poca oferta, sumado a los problemas sociales con el lento crecimiento de su población como protagonista, hecho que influía también en su mano de obra, la cual se encontraba entre las más caras de toda la región. Otro factor crucial en la crisis afrontada por Gran Bretaña durante mediados del siglo XX fue el gran gasto público, así como la pérdida de sus colonias, en manos de Estados Unidos, lo cual le ocasionó al antiguo Imperio europeo un déficit en sus recursos, así como una reducción drástica en su influencia en la política mundial, siendo desplazado por el nuevo poderío estadounidense.

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Francia Con respecto a Francia, esta nación –también bastante afectada por la Guerra- comenzó una rápida recuperación de su sector industrial, así como su crecimiento demográfico, en pro del desarrollo de una economía sostenida en la producción de bienes intermedios. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos, Francia fue otro de los países más afectados en la época de posguerra, teniendo que soportar terribles tasas de inflación, producidas especialmente por el crecimiento sostenido de una población, que en primer momento contaba con una agricultura muy precaria, que no le permitía sostenerse. Así mismo, Francia sufrió grandes presiones económicas, debido a la gran deuda externa que había contraído durante la guerra.

Italia Al contrario de sus pares, Italia comenzó un proceso de crecimiento y producción bastante acelerado, debilitándose en la década de los sesenta, pues aun cuando contó con gran inversión en la industria, la deuda pública, el crecimiento de la población y la deuda externa debilitaron de forma preocupante la economía, lo cual se vio traducido en una gran inflación.

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Estados Unidos Aunque había participado directamente de la Guerra, ésta se había llevado a cabo en suelo europeo, lo cual había significado la conservación de su parque industrial, el cual además se desarrolló importantemente durante la guerra. Así mismo, Estados Unidos no perdió oportunidad para erigirse y ejercer su papel como nuevo líder político y económico del globo.

Rusia y España Estos países conocidos tradicionalmente como la Europa periférica no participaron formalmente de la expansión económica que vivía Europa. En primer lugar, sobre todo Rusia, se negaron a aceptar la ayuda estadounidense, contando además con un campo industrial anticuado, débil, así como una agricultura bastante escasa. Como resultado, además de sus consecuencias negativas manifestadas en inflación y escasez, vivieron en su población procesos de emigración masivas de sus ciudadanos, buscando mayores beneficios. Por su parte, España, también por su situación geográfica vio la oportunidad de desarrollar el turismo, lo cual originó ingresos que le permitieron activar su parque industrial.

Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Austria y Países Nórdicos El crecimiento de estas naciones también se produjo de forma sostenida, llegando a constituir una economía equilibrada que parecía representar el triunfo del denominado capitalismo socializado, es decir un sistema económico capitalista, que tomaba en cuenta las mejoras sociales y la inversión social como banderas. De esta forma, estos países pudieron seguir los pasos de sus vecinos de la Europa occidental, recuperándose poco a poco de los terribles daños causados por la guerra.

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Hitler era un pésimo estudiante. En 1904, con 16 años, el fracaso escolar llamó a su puerta y abandonó la escuela con sólo la asignatura de dibujo aprobada. ¿Conclusión? Su futuro estaba en la pintura. Durante tres años, Adolf deambulaba por Linz sin buscar trabajo. Únicamente garabateaba de vez en cuando en su cuaderno. Años después afirmaría que esos años fueron los mejores años de su vida. Poco después Hitler viajó a Viena para cumplir su sueño de hacerse pintor. Llegó a la Academia de Bellas Artes y se presentó a la prueba de admisión, convencido de su talento. Sin embargo eso del talento es muy subjetivo, y el joven artista no fue admitido, lo cual lo decepcionó muchísimo. Al año siguiente, con una técnica más depurada, lo intentó de nuevo pero los resultados fueron aún peores, e incluso llegaría a prohibírsele presentarse otra vez al examen de acceso. Aunque el rector se apiadó de él y, vistos sus dibujos en los que abundaban los edificios y escaseaban las personas, le aconsejó intentarlo en el campo de la arquitectura. Aunque Hitler no se había graduado en la escuela, y eso era imperativo para entrar en arquitectura. Su futuro había acabado. “Estaba convencido de que aprobar el examen sería un juego de niños… estaba tan convencido de que aprobaría que cuando recibí el suspenso fue como si cayera sobre mí un rayo del cielo.” Destrozado, decidió quedarse en Viena para evitarse la humillación de volver a casa con el rabo entre las piernas. Aunque la ciudad era para él una «repugnante babilonia de razas», era consciente de que era uno de los lugares más culturalmente activos de Europa, y el joven no iba a renunciar a su ambición artística por la opinión de unos «judíos». Según parece, el futuro dictador estaba convencido de que fue un profesor judío el que había rechazado sus obras y años más tarde, durante la ocupación militar en Austria, ordenó personalmente el asesinato de varios miembros de la Academia por las SS. Prácticamente indigente, su única fuente de ingresos fue barrer la nieve, cargar maletas en la estación de tren o la construcción. Comía en comedores sociales y a veces dormía en la calle, pero nunca dejó de pintar. Quizás algún día conocería a un artista que podía ayudarlo en su carrera, y por eso frecuentaba cafés de artistas, donde nunca acabó de destacar. Se estima que en esos años Adolf realizó más de 1000 dibujos, pinturas y acuarelas. Llevando esa vida bohemia en Viena, poco a poco su suerte fue mejorando y hasta llegó a mantenerse una temporada exclusivamente pintando cuadros y postales de la ciudad (curiosamente, la mayoría de sus clientes eran tiendas de comerciantes judíos). Pese a todo, su antisemitismo creció exponencialmente en la cosmopolita Viena, y de hecho años después reconoció que fue en esta ciudad donde su odio a los judíos empezó a fraguarse. Ese odio fue además una excusa para irse escaqueando poco a poco del servicio militar ya que «no deseaba servir junto a eslavos y judíos».

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“Viena debió ser para mí la escuela más dura y a la vez la más provechosa de mi vida. Había llegado a esta ciudad cuando era todavía adolescente y me marchaba convertido en un hombre taciturno y serio” Aunque con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Hitler acabaría presentándose como voluntario y luchó en el frente occidental, hasta ser ascendido a cabo (no fue promovido más allá pues parece ser que aún no poseía dotes de mando). Seguro de que Alemania iba a perder la guerra «por causa de los judíos y los marxistas» decidió canalizar su ira pintando. De hecho, dibujó algunas cosas para el periódico del Ejército, incluidas varias caricaturas. Si sus primeras piezas se basaban en detallados paisajes rurales y urbanos, parece que la guerra marcó su arte y empezó a crear obras más caóticas y descuidadas, basadas en paisajes desolados o ruinas, e incluso material militar como tanques. Pero cuando efectivamente Alemania salió derrotada, fue un golpe durísimo para un fanático nacionalista como él. Ahí empezó su verdadero odio visceral a todo lo que pareciera semítico pues culpó a los judíos alemanes de traición, junto a «esas ratas socialdemócratas». “Cuanto más conozco al hombre más quiero a mi perro.” Como veterano de guerra regresó a Munich y vio a su país sumido en el caos y la miseria que la recién creada República de Weimar intentaba controlar. Miles de facciones políticas causaban una tremenda crispación social y cualquiera podía dar un discurso en cualquier cervecería. Un día el ex-soldado abrió la boca en un exaltado discurso y dejó a todos con la boca abierta. Resulta que el tío era un excelente orador. En cuestión de semanas cada vez había más muchedumbre para escuchar sus arengas contra los judíos, los marxistas y los separatistas. En ese momento Hitler decidió que el arte ya no era una prioridad. Ahora lo suyo era la política… Y menuda armó. Aparcó la pintura por un tiempo y sólo la retomó a nivel aficionado. Uno de los más sorpendentes hallazgos de los últimos años fue encontrar tras uno de sus cuadros varios dibujos de personajes de Walt Disney (otro ilustre antisemita) como varios enanitos y Pinocho, firmados con las iniciales A. H Antes de la Segunda Guerra (su gran obra maestra, podríamos decir) Hitler le dijo al embajador británico Nevile Henderson: «Yo soy artista y no político. Una vez que se resuelva la cuestión polaca, quiero terminar mi vida como artista». Al final, Hitler fue conocido por otro tipo de «obras», pero nunca llegaría el ansiado reconocimiento artístico.

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Hitler fue "principal promotor" de robo de arte en Europa.. "Quería tener su colección privada y construir un museo de arte en Austria a la gloria de la cultura germánica", dice investigador. El "principal promotor" del saqueo nazi de obras de arte en Europa fue el propio Adolf Hitler, que soñaba con tener su colección privada y abrir un museo, dijo el puertorriqueño Héctor Feliciano esta semana en la Feria del Libro en Lima. Feliciano, uno de los principales investigadores de la confiscación de obras de arte por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial(1939-45), y autor del libro "El museo desaparecido", publicado inicialmente en inglés en 1997 y en español en 2004, expuso sobre el tema en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL), que este año recibe a Puerto Rico como país invitado.

"Hitler fue el principal promotor del asalto a las galerías europeas porque le interesaba el arte. Quería tener su colección privada y construir un museo de arte en Austria a la gloria de la cultura germánica", dijo Feliciano. Ex corresponsal en Europa para los diarios The Washington Post y Los Angeles Times, y actual profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por el Nobel colombiano Gabriel García Marquez, Feliciano contó sobre el saqueo sistemático de los nazis de 140.000 obras de arte de galerías europeas y coleccionistas judíos.

"Las guerras van siempre acompañadas de robos de arte, que luego aparece en otros países, pero este fue un saqueo monumental", dijo. Obras de Vermeer, Van Eyck, Goya, Velázquez, Rembrandt, Picasso, Cézanne, Rubens, Dalí, Van Gogh, Brueghel, Durero, Cranach, Matisse, Renoir, Manet, Monet, fueron robadas por los nazis en París y otras ciudades europeas y desperdigadas por el mundo.

"Francia se convirtió en cuatro años en el país mejor saqueado de Europa y París dejó de ser la capital mundial del arte. Los nazis robaron 203 colecciones privadas", señaló el escritor y periodista, nacido en 1952 en Estados Unidos de padres puertorriqueños. Según su investigación, el pillaje incluyó obras de más de 40 museos, entre lienzos, bocetos, esculturas, además de medio millón de muebles y un millón de libros y manuscritos sólo en Francia, sin incluir Holanda y Bélgica.

Casi por casualidad Feliciano explicó que su labor de investigación se inició casi por casualidad cuando en los años 1980 era corresponsal cultural de The Washington Post en París.

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"Estaba haciendo una nota sobre una exposición, y al acabar la entrevista con el galerista me comentó su extrañeza por que nadie hablara del expolio de obras de arte que sufrió Francia durante la ocupación. La historia me intrigó tanto que me puse a investigar, y el resultado fue 'El museo desaparecido'", contó. Durante ocho años siguió la pista del arte que los nazis sustrajeron de Francia, Holanda y de otros países europeos, y finalmente publicó en 1997 "The Lost Museum: The Nazi Conspiracy to Steal the World's Greatest Works of Art" (El museo perdido: La conspiración nazi para robar las obras de arte más grandes del mundo). En 2001 fue editado en francés y en alemán, y en 2004, en español y otros idiomas. El trabajo, que incluye un listado de unas 65.000 obras, el nombre de sus propietarios y ubicación, provocó un terremoto entre los directores de museos. Al terminar la guerra, miles de piezas engrosaron colecciones de museos de Estados Unidos y Francia, pero también de coleccionistas privados, que tuvieron que devolverlas a sus legítimos dueños. "Los directores de museos me miraban mal, yo no era de su agrado", contó Feliciano dejando

escapar una sonrisa, pero "para los propietarios soy muy querido", agregó. Tras la aparición del libro, los legítimos dueños de las obras de arte recuperaron unas 26.000 piezas robadas en Francia, y centenares de despojados iniciaron sus reclamaciones en Francia, Suiza, Austria, Reino Unido, Holanda y Estados Unidos.

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La operación para recuperar el arte robado por los nazis Aquellos que se encargaron de realizar esta tarea fueron nombrados los Monuments Men, quienes rastrearon por todos los países europeos el arte saqueado. Fueron 345 hombres y mujeres de 13 países los que por un largo periodo de tiempo se encargaron de volver a establecer el orden de compra-venta de los grandes coleccionistas. El General Eisenhower ordenó a sus fuerzas militares asistir al grupo como pudieran y que no interfiriera con sus deberes. De este modo, el grupo de personas que conformaron el programa, navegaron junto al ejército desde el desembarco de Normandía. La labor fue la de localizar obras artísticas al tiempo que evitaban el bombardeo enemigo. En ese viaje, la tripulación encontró el lugar más preciado del Tercer Reich. Un complejo subterráneo de 138 túneles con un enorme almacén bajo tierra servía de almacén. En él habían grandes obras de la historia del arte como La Virgen de Brujas de Miguel Ángel, El Retablo de Gante de Jan Van Eyck o El astrónomo de Vermeer. Otros sitios como las minas de Merkers y Bertenrode o el castillo de Neuschwanstein también fueron descubiertos por el grupo de rescatistas. Las colecciones eran encontradas en lugares a veces inhóspitos como minas de sal y túneles subterráneos. Muchas obras fueron devueltas a sus dueños judíos o entregadas a instituciones museísticas. El MFAA encontró mil 500 depósitos ocultos después de la guerra, así como artículos legítimamente resguardados para su custodia.

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Los Monuments Men fueron asesinados en la línea del deber en marzo y abril de 1945. El MFAA se disolvió en 1946 cuando el Departamento de Estado asumió sus funciones. A pesar de la labor de los Monuments Men, los nazis destruyeron gran parte de las obras de arte pertenecientes a las vanguardias. Los nazis se referían a las obras de las vanguardias como “arte degenerado”; saquearon los museos alemanes para después exhibir las obras y que la población pudiera burlarse de lo que los pintores calificaban como arte. Acompañando a los libros, el 10 de mayo de 1933, muchas piezas de arte fueron quemadas. Después de este acontecimiento, el ministro de propaganda Joseph Goebbels organizó la implementación de la Comisión para la Explotación del Arte degenerado. En la actualidad, continúa la búsqueda de arte robado. En noviembre de 2013, la Fiscalía de Munich encontró más de mil 400 obras de arte de Picasso, Matisse y Chagall en manos de Cornelius Gurlitt, hijo de Hildebrant, comerciante de arte que trabajo bajo las órdenes de Goebbels. Aunque el saqueo de arte más grande de la historia ocurrió hace más de 70 años, todavía sigue siendo noticia. El mes pasado el gobierno francés devolvió siete valiosísimas piezas robadas durante la ocupación nazi a las familias Seldorff y Wiener, herederas de los propietarios originales. Así mismo, la familia Stern —víctima de otro saqueo— recibió hace algunas semanas el cuadro Virgen con niño de Robert Campin, que permaneció por décadas en la colección del museo de Stuttgart. Si bien la cifra total no se sabrá nunca, la Comisión para el Arte Incautado en Europa calcula que, durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen alemán despojó a la comunidad judía europea de más de 600.000 obras y objetos de un valor incalculable. Trabajos de Van Eyck, Goya, Velázquez, Rembrandt, Picasso, Cézanne, Matisse, Renoir y Monet, por solo mencionar algunos, salieron de hogares judíos a la fuerza y fueron esparcidos por el mundo. Algunas de estas piezas resultaron destruidas, pero la mayoría empezaron a cambiar de dueños y terminaron en colecciones privadas, galerías o bodegas de museos. El proceso de restitución comenzó mucho después, en los años noventa. Entonces, varios investigadores e historiadores del arte empezaron a denunciar y a presionar a los gobiernos para que buscaran a los dueños originales. Uno de ellos fue Héctor Feliciano, periodista y escritor

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puertorriqueño, quien publicó en 2005 El museo perdido. Feliciano le contó a SEMANA, desde su casa en Nueva York, que gracias a su libro se encontraron unas 2.000 piezas, pero que aún falta mucho por recuperar. La principal dificultad es rastrear estos tesoros. “Los nazis fueron muy rigurosos y clasificaron todas las obras en varios archivos, lo que facilita la titánica tarea”, dijo Feliciano. El cuidadoso inventario que tenía el ERR (Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg), agencia encargada de confiscar los bienes a los judíos en los territorios ocupados por Alemania, ha sido clave para ubicar las piezas, que eran catalogadas, descritas, inventariadas, fotografiadas y enviadas a Berlín. Estas fichas se encuentran actualmente en tres centros: la cancillería francesa, los archivos nacionales de Estados Unidos y los archivos federales alemanes. “Pero comprobar la posesión de una obra de arte cuando ha pasado tantos años, no es nada fácil. Se necesitan pruebas jurídicas, testamentos, recibos de compra, fotografías, inscripciones o sellos en el reverso del cuadro”, dice Feliciano. El proceso de ubicación de las obras es continuo. Bases de datos como Site Rose-Valland Musées Nationaux Récupération, de los Museos Nacionales franceses, Lost Art Internet Database, del gobierno alemán y UK Museums Provenance Research for the Period 1933-1945, del Reino Unido, facilitan la ubicación. En ellas se pueden hacer búsquedas por autor, tipología del documento, título, localización actual y presenta una descripción profunda de cualquier detalle (inscripción, sello, firma) que facilite la identificación. Se calcula que han regresado a sus legítimos dueños unas 26.000 piezas robadas en Francia y existen centenares de litigios en Suiza, Austria, Reino Unido, Holanda y Estados Unidos. Esos países a su vez han abierto comisiones nacionales sobre el expolio y desclasifican documentos. Muchas de estas restituciones se han dado gracias a que las propias familias han instaurado demandas. “Las víctimas o sus herederos han reclamado sus derechos de propiedad, para exigir la devolución de las obras y en algunos casos indemnizaciones justas”, le dijo a SEMANA Hilda Demner, de la Confederación de Comunidades Judías en Colombia. Aun cuando los bienes expropiados a las víctimas del nazismo deben ser devueltos a sus propietarios o descendientes como lo establece la Declaración de Washington, firmada en 1998 por más de 40 Estados, no todos los países ni museos han optado por esta posición. “Los gobiernos de algunos países europeos lo están haciendo más por presión que por convicción. Muchas veces hacen las devoluciones después de procesos legales de varios años, que intentan retrasar la entrega”, explica Feliciano. Un artículo publicado a principios de marzo en Der Spiegel afirma que 2.000 obras de arte, repartidas entre 111 museos de todo el país, pasaron a formar parte del patrimonio de la

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República Federal Alemana una vez terminada la guerra. España tampoco ha actuado enérgicamente frente al tema. Anne Webber, presidenta de la Comisión para el Arte Incautado en Europa, explica que solo en la colección del Museo Thyssen aparecen hasta 218 obras de arte ensombrecidas. “Francia no investiga, pero devuelve. Holanda y Alemania ahora investigan y devuelven. Reino Unido investiga, pero, de momento no devuelve. En la cola de este „ranking‟ están España e Italia que no investigan ni devuelven”, dijo hace poco Webber a los medios. De la buena voluntad de cada país depende que este gran delito histórico sea reparado.

Algunas de las obras más famosas robadas por los nazis Retrato del doctor Gachet, de Vincent Van Gogh Uno de los cuadros más famosos del pintor holandés —a quien Hitler despreciaba— terminó en manos del líder nazi Hermann Göring. Cuando este murió la obra empezó un peregrinaje y hoy no se sabe quién la tiene.

El astrónomo, de Johannes Vermeer Robado a los Rothschild en 1940, era uno de los favoritos de Hitler. Al final de la guerra fue regresado a la familia, que decidió donarlo al Museo del Louvre de París.

La dama del armiño, de Leonardo da Vinci Durante la invasión a Polonia cayó en manos de los alemanes. Al final de la guerra fue regresado al gobierno polaco y hoy se exhibe en Museo Czartoryski de Cracovia. Los herederos de los propietarios piensan pedir su devolución.

Plaza de la Concordia, de Edgar Degas Este cuadro del maestro impresionista estuvo perdido por varias décadas y algunos creyeron que había sido destruido. En 1995 apareció en la colección del Museo Hermitage.

Madonna de Brujas, de Miguel Ángel Esta escultura fue confiscada en 1944 por los nazis. Unos años después regresó a Italia y se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas.

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El arte que se robaron los nazis se cuenta en una película

Fedeli es periodista y una de las guionistas de la producción. El guion lo hizo con Dini Gnocchi y Arianna Marelli.

Un oficial de la Gestapo, previo a la Segunda Guerra Mundial, va a al estudio de Picasso y ve una reproducción del Guernica, una pintura sobre la guerra con cuerpos desmembrados, torturas y caos. El oficial nazi le pregunta al pintor: „Maestro, ¿es usted quien hizo esto?‟, y él le responde: „No, son ustedes quienes han hecho esto‟. La anécdota se cuenta en el documental Hitler vs Picasso, un trabajo que relata uno de los crímenes más grandes de la historia del arte: el saqueo y robo de obras de arte que hicieron los nazis a coleccionistas privados judíos, museos, iglesias y galerías en Europa. Las preferencias artísticas de Hitler y Göring (uno de sus altos oficiales) eran cercanas al periodo clásico. Llegaron a confiscar obras de Vermeer, Rubens, Van Eyck, Goya y Tiziano. Pero también habían obras de Otto Dix, Oskar Kokoschka, Marc Chagall o Paul Klee. A través de un recorrido por París, Nueva York, Holanda y Alemania el documental “reconstruye” la escena del crimen, relatado por el actor italiano Toni Servillo (Gomorra, La grande belleza). El largometraje se proyecta el 27, 28 y 29 de julio. Hablamos con Sabina Fedeli, una de sus guionistas.

¿Cómo hicieron esta reconstrucción de la historia del saqueo nazi? “Comenzamos con los archivos. Había documentos, imágenes en blanco y negro, registros. Nos interesaba que fuera todo muy probatorio. No podíamos hacer la historia de todas las obras, por lo que decidimos ponerle atención a algunas historias. La investigación se cuenta a través de cuatro grandes exposiciones

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realizadas en Europa en las que se juntaron muchísimos cuadros que habían sido hurtados por los nazis. A través de estos contamos la historia y las figuras que estaban detrás”.

¿Cómo lo hacieron? “El hilo va de la historia grande a los casos específicos. Hemos contado el caso de Paul Rosenberg, el coleccionista francés. La directora del Washington Post, Anne Sinclair, nieta de Rosenberg y quien escribió un libro sobre su abuelo, hace un recuento de la historia de un Matisse y un Picasso robado”.

Pero eran robos sistematizados... “Todo estaba controlado y en libros. Hay un catálogo de Göring, que también era un coleccionista compulsivo como Hitler, que usamos. También los saqueos estaban „legalizados‟, por decirlo de alguna manera. Iban a las casas y tomaban las cosas porque las personas no estaban, aunque el problema era que estaban en campos de concentración”. Es casi un documental periodístico “Nosotras la hicimos como si fuera una investigación periodística. Queríamos hacer algo muy serio, sin novelerías. Entrevistamos a historiadores, periodistas, biógrafos y curadores. Todo estaba muy preciso aunque tenía mucha humanidad. Queríamos también evidenciar la relación entre el arte como medio de poder y la conexión con el Holocausto”.

¿Quién es y cómo llegó Toni Servillo? “Es muy conocido. Hizo muchísimo teatro. Tiene una carrera muy grande. Después de La grande belleza fue conocido mundialmente. Está empeñado como actor pero también es un intelectual y músico. Es un actor muy completo. Nos encontramos en una biblioteca de historia cerca de Milán y fue increíble. Estaba sorprendido. Leía y comentaba de todo, como si nos acompañara a través de la historia”.

¿Había artistas censurados por el régimen? “Muchos artistas modernistas eran tildados de hacer arte degenerado, cosmopolita y bolchevique, es decir, los mismos pintores que son ahora grandes maestros”.

¿Los nazis estaban contra un tipo de arte? “No es una única verdad, es un poco contradictorio lo que hacían. Por ejemplo, es verdad que a ellos les gustaba Picasso, pero no podían decirlo. A Göring le gustaban unas pinturas de este tipo. La otra situación era que estos artistas y este estilo de obras también era necesaria para traer dinero a las arcas del Estado y ayudar en la guerra”.

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CONTEXTO DE LA NOTICIA PARA SABER MÁS: UNA HISTORIA QUE TODAVÍA NO TIENE FINAL….. En 1937 los nazis empezaron su ataque contra el arte: una cruzada que resultó en más de 600.000 pinturas saqueadas, 100.000 obras perdidas. Las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial siguen abiertas y 70 años después sigue la búsqueda. La idea original del documental surge porque en 2010, un alemán llamado Cornelius Gurlitt, fue investigado porque, en un viaje en tren de Zúrich a Múnich, tenía 9.000 euros en efectivo y estaba siendo investigado por evasión de impuestos. La policía se dio cuenta que en su apartamento había escondidas más de mil obras de arte que le había dejado su padre, un mercader de arte al servicio de Hitler.

La historia detrás del arsenal de arte robado por el nazismo. Apiladas en una habitación oscura de Múnich y rodeadas de caos, 1.400 obras de los mejores artistas modernistas han permanecido polvorientas y escondidas a los ojos del mundo durante siete décadas. Son piezas maestras de Matisse, Picasso, Chagall, Tolouse – Lautrec, Marc, Nolde, Spitzweg, Renoir, Macke, Courbet, Beckmann, Liebermann, Dix… que el hijo de un nazi ocultó con celo durante toda su vida en su angosto apartamento. Cornelius Gurlitt, heredero de un experto en arte que trabajaba para el régimen nazi, utilizó su valiosísima herencia para cubrir los gastos de una vida solitaria y sin muchos lujos, según han contado las autoridades alemanas. Se calcula que el valor de su botín asciende a US$1.340 millones. "Vendía algunos de sus cuadros en subastas pero ponía extremo cuidado de que fueran obras que no levantaran los titulares de la prensa", dijo a BBC el historiador de arte Godfrey Barker tratando de explicar cómo tal arsenal artístico logró pasar desapercibido. Poco más ha alrededor de dónde está", seguridad de

trascendido de la vida del anciano del que la prensa alemana dice que tiene 70 años. "No puedo decir el paradero de Gurlitt porque ni siquiera yo se dijo el martes en rueda de prensa Reinhard Nemetz, jefe de la oficina d Augsburgo.

Además, todavía está por esclarecer si Gurlitt ha cometido algún delito pues la propiedad de las obras robadas durante la guerra es "extremamente compleja de determinar".

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Gurlitt empleó el espacio de su angosta vivienda para guardar el botín. A expensas de hacer un análisis de la historia de cada obra, se cree que estas 1.400 piezas forman parte del arte robado por los nazis en las décadas de 1930 y 1940. Entre las obras encontradas hay 121 enmarcadas y 1.258 no enmarcadas, según relató ayer Reinhard Nemetz, el jefe de las fuerzas de seguridad de Augsburgo. Tras ser recuperadas han sido trasladadas a un almacén cuya ubicación no fue revelada. "Estamos hablando de un hallazgo clave", según lo describió la historiadora de arte de Berlín Meike Hoffmann en una rueda de prensa ofrecida en Augsburgo este martes. "Encontrar algo así supone un sentimiento de felicidad extraordinario", remarcó. La mayor parte de estas pinturas son modernistas aunque también hay piezas del siglo XIX y la más antigua del lote data del siglo XVI. La mayoría de los cuadros se encontraba en buenas condiciones "un poco sucias pero no dañadas" según explicó la Hoffman.

El hallazgo levanta interesantes cuestiones sobre el paradero del arte que se creyó perdido tras la Segunda Guerra Mundial ¿Es el de Gurlitt un caso único? ¿O existen en Europa otros arsenales artísticos de esta categoría?

Arte 'degenerado' Algunos de los cuadros de este lote fueron los protagonistas de uno de los más estremecedores capítulos de la historia del arte: la "Exposición de Arte Degenerado" que el Tercer Reich organizó en Múnich en julio de 1937. Fue una muestra que no se organizó para enaltecer el arte moderno sino para mofarse de él. En aquella ocasión algunos de los cuadros que acumulaban polvo en la casa de Gurlitt se exhibieron bajo letreros como "locura total", "la putrefacción del arte" o "la prostitución elevada a valor moral". Aquella exposición interpretó este tipo de arte como una conspiración de los bolcheviques y los comerciantes judíos (a los cuales les habían robado algunos de estos cuadros) para destruir la cultura europea. Pero a la luz del interés por su conservación que se evidencia en este hallazgo, los expertos del arte aseguran que detrás de ese desprecio hay en realidad una profunda fascinación por estas obras supuestamente malditas. 7 OBRAS QUE LOS NAZIS CONFISCARON, POR CREERLAS (DEGENERADAS). 1:Alrededor de 150 piezas retenidas por Cornelius Gurlitt, hijo del marchante de arte de Adolfo Hitler, son exhibidas por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Suiza y en el Pabellón de Arte y Exposiciones de Alemania en la ciudad de Bonn, hasta marzo de 2018. La pintura de esta foto es "La cetrera", del artista austríaco Hans Makart (1840-1884).

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2:Hildebrand, el padre de Cornelius Gurlitt, vendía obras que habían sido robadas a los judíos o confiscadas por considerarse “degeneradas”, bajo el régimen nazi. En 2012, las autoridades hallaron más de 1.400 piezas en el apartamento de Gurlitt, tras requisar el inmueble en el marco de una investigación sobre evasión de impuestos. 3:Obras realizadas por renombrados pintores alemanes como Otto Dix, Franz Marc y Otto Müeller forman parte de la muestra. Esta es una pintura de 1914 del expresionista alemán August Macke titulada “En el jardín del Castillo de Oberhofen" (Foto: Pabellón de Arte y Exposiciones de Alemania). 4:Las piezas exhibidas son las que fueron confiscadas de museos alemanes por el Tercer Reich. “Solamente mostramos obras que sabemos en un 100% que no fueron robadas (a dueños privados)”, le dijo a Reuters la directora del Museo de Bellas Artes de Suiza, Nina Zimmer. Este dibujo de Otto Dix se llama "Miembro del regimiento de infantería 103" (Foto: Pabellón de Arte y Exposiciones de Alemania) 5:Esta acuarela de Emil Nolde, artista germano-danés, también está en la muestra. Se llama "Paisaje amplio con nubes" (Foto: Museo de Bellas Artes de Suiza).

6:El trabajo del artista alemán Ernst Ludwig Kirchner fue calificado como "degenerado" por los nazis. Este dibujo de dos mujeres desnudas fue realizado entre 1907 y 1908 (Foto: Museo de Bellas Artes de Suiza).

7:Otto Müeller, pintor alemán que murió en 1930, fue declarado póstumamente como "degenerado" por los nazis. Este artista pintó esta acuarela llamada "Mujer desnuda recostada cerca al agua" (Foto: Museo de Bellas Artes de Suiza).

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