Lausanne Consultation on Children at Risk, November 2014, Quito Appropriate Child Participation and the Risk of Spiritual Abuse
Abuso espiritual de la infancia.
Dra. Alicia Casas Gorgal
- Programa Claves-Juventud para Cristo Uruguay aliciacasas@claves.org.uy www.claves.org.uy www.juventudparacristo.org.uy
Resumen ejecutivo
Consideraciones previas
Para hablar de abuso espiritual de la infancia, hay que hablar de violencia.
El triángulo de la violencia: lo visible y lo invisible. Violencia o maltrato hacia la infancia y adolescencia La historia de la infancia es la historia de la violencia.
Abuso espiritual hacia la infancia. Definiciones en construcción
Tres modalidades de abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes.
Caracterización del abuso espiritual a la infancia
Motivaciones heterogéneas.
Las caras del abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes.
Palabras de las víctimas. El impacto del abuso espiritual en la infancia y adolescencia. Un marco para comprender, prevenir e intervenir en el abuso espiritual de la niñez y adolescencia. Hoy no tenemos excusa para abusar espiritualmente a niños, niñas o adolescentes Preguntas necesarias.
Algunos desafíos para las iglesias
Resumen ejecutivo La historia de la infancia es la historia de la violencia. La violencia es la categoría conceptual para el abuso espiritual. Las tres formas de violencia, la directa, la estructural y la cultural están presentes en el abuso espiritual y unas generan las otras. La violencia cultural y la violencia estructural no son tan visibles e identificables, y por lo tanto son más difíciles de cambiar. La violencia o el abuso espiritual de la infancia es una forma de reciente conceptualización. Inicialmente se identificó a la misma en relación a adultos. Se discuten varias definiciones. La síntesis de las mismas es el abuso de poder dentro del marco de la creencia o práctica espiritual.
Hay tres situaciones donde se configura el abuso espiritual de la infancia. Una está relacionada con el control, a través de diferentes estrategias, del desarrollo espiritual de un niño o una niña. Otra, va más allá y se relaciona con el control no solo de la espiritualidad sino de todas las áreas de la vida de un niño o niña. Finalmente otra forma está vinculada a diferentes tipos de maltrato que se ejercen en nombre de Dios. Todas tienen en común el abuso de poder de una persona o grupo que es percibido como autoridad espiritual por parte del niño, niña o adolescente víctima. El origen del abuso espiritual es multifactorial y hay elementos personales, familiares, institucionales, comunitarios y culturales que actúan como factores de riesgo o fortalecedores, que interactúan entre sí. Las motivaciones individuales para abusar espiritualmente de la infancia pueden ser muy diferentes y heterogéneas, desde intencionales a no intencionales. Hay un marco ideológico y teológico que legitima el abuso y lo hace sumamente grave. Ser parte de una familia o iglesia evangélica es un factor de riesgo para el mismo, en relación a la población general. El abuso espiritual tiene la potencialidad de dañar todas las áreas de la vida de las personas, no solo el desarrollo espiritual. El concepto actual de infancia, la perspectiva del Reino de Dios, de la misión integral, de derechos, de género, generaciones etc., aumenta la visibilidad del abuso espiritual y no hace posible sostener su legitimidad. Se plantean algunos principios, preguntas y desafíos para ayudar a analizar las prácticas de las iglesias con el fin de prevenir, identificar e intervenir en situaciones de abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes.
Consideraciones previas Intentar hablar de abuso espiritual de la infancia requiere hacer algunas consideraciones previas. -En primer lugar, el titulo solicitado hace mención a la participación infantil y al abuso espiritual. No profundizaré en el aspecto de participación infantil, ya que será tema de otra ponencia, pero desde ya podemos afirmar que la verdadera participación infantil es una de las herramientas para prevenir el abuso espiritual. -En segundo lugar, por mi realidad personal e histórica me enfocaré en algunas realidades que pueden ser pertinentes para las iglesias evangélicas o protestantes1 de América Latina, sin pretender conocerlas en profundidad. Espero de todos modos, que algunas de estas reflexiones sean útiles para personas de otros contextos religiosos o laicos. Mi contexto determina mi percepción. Soy una mujer uruguaya, de 55 años, blanca, de clase media, con antepasados inmigrantes españoles e italianos, heterosexual, casada y con dos hijos y una hija. El ser cristiana evangélica en un contexto muy anticlerical como el uruguayo, ha sido parte de mi identidad familiar y personal desde niña, por lo que al hablar lo hago con un gran afecto, como una necesaria autocrítica, desde dentro de la iglesia que
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En América Latina muchas veces estos dos términos se utilizan como sinónimos, no tienen la misma connotación que en inglés, aunque ésto se esta perdiendo paulatinamente.
es mi casa, así como desde el reconocimiento a mi familia. A su vez este tema interpela mi experiencia personal, familiar y profesional. -En tercer lugar , creo necesario puntualizar que cualquier tipo de abuso o maltrato a la infancia ya sea físico, emocional, sexual, por negligencia, por explotación laboral 2etc., tiene componentes de abuso espiritual, dada la unicidad de la persona humana, donde la división en áreas es simplemente una herramienta de comprensión. Si consideramos la espiritualidad en un sentido amplio, el maltrato siempre la afecta, ya que el desarrollo de la espiritualidad es clave en la construcción de la autoestima, la visión esperanzadora de futuro y la resiliencia primaria. Por otra parte, hablar de abuso espiritual en forma aislada, podría transmitir una fragmentación o dicotomía que no respeta una visión integral de los niños y niñas. -En cuarto lugar, parto de la base, de que la espiritualidad es un valor positivo que es bueno y lícito ayudar a desarrollar con los niños, niñas y adolescentes (así como con cualquier adulto), que los niños tienen una capacidad especial para descubrirla y bendecirnos con ella, y que es un derecho básico de la infancia. Los cristianos solemos creer, y no discutiré esto en este trabajo, que el desarrollo de la espiritualidad en su versión cristiana es lo mejor que conocemos y que contribuye al bienestar de la infancia (así como otras espiritualidades también pueden contribuir a este bienestar). Si bien hay personas que creen que cualquier tipo de trasmisión de la fe es un abuso infantil, no llegamos a ese extremo. Dudo que desarrollar cualquier espiritualidad sea inherentemente abusivo. Creo y quiero creer que es posible hacerlo sin abusar. - Finalmente creo que es muy pertinente y urgente abordar este tema, ya que una de las facetas del abuso espiritual de la infancia, el maltrato fundamentado religiosamente, es especialmente grave (como saben los profesionales de la salud que trabajan en las emergencias de los hospitales) ya que por un lado lo legitima, le da impunidad y lo invisibiliza pero también inhibe la capacidad de empatía y protección que pudieran tener los adultos que ejercen el maltrato.
Para hablar de abuso espiritual de la infancia, hay que hablar de violencia. La categoría conceptual de la violencia está en el trasfondo del abuso espiritual a la infancia. Podemos utilizar una definición mínima de violencia, que es operativa: La violencia es la imposición de la fuerza o del poder para lograr algo. La Organización Mundial de la Salud (OMS 2003) define el acto violentoi como:
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Existen multiples formas identificadas de violencia hacia la infancia. Otras formas pueden ser abuso fetal, síndrome de Munchausen por poderes, explotación laboral ( en especial el trabajo infantil doméstico), violencia hacia la infancia basada en género, niños y adolescentes soldados y en conflictos armados, niños y adolescentes utilizados en el narcotráfico y en el crimen organizado, trata y tráfico de niños y niñas, acoso y hostigamiento escolar, violencia basada en condiciones de salud, violencia hacia la niñez en conflicto con la ley, violencia relacionada con tecnologías de la comunicación, prácticas culturales tradicionales dañinas, abducción, orfandad por feminicidio y suicidio paterno, niñez en situación de calle, niñez víctima de ejecuciones extrajudiciales, niñez en situación de dependencia a estupefacientes con fines de dominio etc.
...el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona , un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Esta definición enfatiza la dimensión de la desigualdad de poder que permite la violencia, la intencionalidad del uso de la fuerza o poder, y las consecuencias reales o potenciales. A partir de esta definición, la OMS clasifica la violencia según las características de quienes cometen el acto de violencia: -Violencia autoinfligida, cometida contra sí mismo, como el suicidio y las autolesiones. -Violencia interpersonal, cometida por otro individuo o un grupo pequeño contra alguien. Ésta puede ser violencia familiar o de pareja pero también puede ser violencia comunitaria, entre individuos que no son parientes y pueden o no conocerse. -Violencia colectiva, cometida por grupos más grandes de individuos, como por ejemplo organismos de seguridad, organizaciones terroristas o masas, organizadas o no. Este tipo de violencia es subdividida en violencia social; (para promover intereses de determinados grupos sociales); violencia política (que incluye la guerra y la represión de los aparatos estatales o paraestatales), y violencia económica (motivada por el afán de lucro económico). Todas estas formas de violencia, tienen en común, que son formas de violencia directa, bastante visibles e identificables. El abuso espiritual de la infancia, tanto en su forma interpersonal como colectiva, puede ser visible e identificable.
El triángulo de la violencia: lo visible y lo invisible Es necesario ir más allá de esta violencia directa, bastante visible, para reconocer otras formas menos visibles y complejas, y por lo tanto más difíciles de modificar. Mucho del abuso espiritual de la infancia es estructural y cultural, no directo. Un modelo útil es el del sociólogo noruego Johan Galtung que conceptualiza, además de la violencia directa, otros tipos de violencia existentes en la sociedad, a los que relaciona con la expresión triangulo de la violencia por la dinámica con la que se vinculan. Están ligadas y no aisladas. Unas generan las otras, y es necesario tener en cuenta las tres para intervenir más adecuadamente.
Triangulo de la violencia de Johan Galtung ii -La violencia directa, es visible, se evidencia en comportamientos y actos de violencia. Es la que realiza un emisor o actor intencionado y quien la sufre es un ser vivo o su obra, que es dañado o herido física o mentalmente. Se diferencian tres tipos, dependiendo contra quien se atente: la naturaleza, las personas o las obras humanas. -La violencia estructural, esta originada por un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que no permiten la satisfacción de las necesidades básicas de un grupo de personas. Si en un conflicto, sistemáticamente, una parte sale ganando a costa de la otra, esto no es un conflicto sino que es violencia estructural. Galtung la define como “aquello que provoca que las realizaciones efectivas, somáticas y mentales de los seres humanos estén por debajo de sus realizaciones potenciales. Cuando alguno de los grupos quiere cambiar o reforzar su posición aparece la violencia directa. “La violencia estructural es un tipo de violencia indirecta, es decir, las acciones que provocan el hambre en el mundo, por ejemplo, no están diseñadas y realizadas directamente con ese fin, sino que son derivaciones indirectas de una política económica y del injusto reparto de la riqueza.”iii La violencia estructural puede ser interna, derivada de la estructura de la personalidad de cada uno, o externa, la que proviene de la estructura social, ya sea entre seres humanos o sociedades. Para Galtung, las dos principales formas de violencia estructural externa, a partir de la política y la economía, son la represión y la explotación y no necesariamente son intencionadas. -La violencia cultural, por otra parte, crea un marco legitimador de la violencia directa y estructural, y se concreta en actitudes. Galtung la define como una violencia simbólica, que “se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y que cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo”.iv Es importante tener en cuenta estos conceptos para comprender el abuso espiritual de la infancia, ya que éste se expresa en los tres tipos de violencia.
Violencia o maltrato hacia la infancia y adolescencia A veces se puede utilizar la palabra maltrato como sinónimo de violencia. Se habla de maltrato como una forma relacional violenta o abusiva. La palabra abuso enfatiza la ventaja que se toma al estar en una situación de poder diferente .En este trabajo los utilizaremos como sinónimos. La violencia o el maltrato hacia niños, niñas y adolescentes se define como: “acciones, omisiones o trato negligente, no accidental, que priven a una persona menor de 18 años de edad, de sus derechos y bienestar, que pongan en peligro o interfieran en
su adecuado desarrollo físico, psíquico, moral o social, y cuyos autores pueden ser personas , instituciones o la propia sociedad, en relaciones de responsabilidad, confianza o poder”.v El que haya como resultado un daño para la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad de los niños , niñas y adolescentes, no es imprescindible para que el maltrato se configure , ya que la aparición de un daño, depende de la interrelación de varios factores, así como de vulnerabilidades y fortalezas individuales, familiares y comunitarias. “La violencia actúa como una fuerza oportunista que opera, que embiste, que se opone a la normalidad y a la justicia y que daña real o potencialmente. Esta fuerza puede, en dos vertientes, no solo injuriar por sí misma sino también impedir a un niño, niña o adolescente seguir su curso, su pendiente natural, entendiendo ese curso como el desarrollo normal que debería culminar en la madurez plena.”vi La violencia cultural y estructural, de manera a veces poco visible, alimenta a la violencia directa. Hay algunos componentes que están siempre presentes en una relación de violencia o abusiva hacia la infancia y adolescencia. -Abuso de poder: En toda situación de violencia hacia la infancia hay un abuso de una situación de asimetría de poder. Esta asimetría está dada, no solamente por la eventual desigualdad etaria sino -y fundamentalmente- por el tipo de relación que une a los protagonistas. Los protagonistas pueden incluso tener edades similares, como puede ocurrir entre adolescentes o niños, pero si se da esta relación de abuso de poder se configura la situación violenta. La asimetría de poder, puede estar dada por diferencias de edad, de género, de generaciones, de conocimientos, de fuerza física o por la ascendencia o autoridad que el propio adulto tiene, y que son reconocidas como tales por el niño, niña, adolescente o por su entorno inmediato. Es importante señalar que este desequilibrio de poder en el que se basa toda situación de violencia no siempre es visible para un observador externo. Es suficiente que alguien crea en el mayor poder y en la fuerza del otro para que se produzca el desequilibrio. -Coerción: está presente a través de diferentes maneras, ya sea por presión, amenazas, chantaje, premios y castigos, seducción, engaño o a través de la fuerza física. Cuando la coerción existe, es suficiente para definir una conducta como violenta o abusiva, sin importar que haya o no diferencia de edad entre los protagonistas. -El consentimiento, cuando existe, es aparente, por lo tanto no es válido. Las características previamente mencionadas de la relación, hacen que el aparente consentimiento del niño, niña o adolescente no sea válido, ya que es necesario estar en una posición de igualdad para poder elegir libremente, para poder dar el consentimiento a determinada situación .El desequilibrio de poder y la coerción anulan esta posibilidad.
La historia de la infancia es la historia de la violencia La violencia hacia la infancia y adolescencia tiene múltiples formas y se clasifica de diversas maneras, según el ámbito en que se ejerce, según el tipo etc. Su estudio e identificación es
relativamente recientevii, si bien cuanto más atrás vamos en la historia, menor es el nivel de cuidado dirigido a los niños y niñas en diferentes épocas y culturas. Es recién a mediados del siglo XIX, en Europa, que se comienza a investigar acerca del maltrato de niños y niñas dentro de sus propias familias, concitando el interés de médicos legistas y juristas en Francia. En los primeros años del psicoanálisis en Viena, Freud reconoció el abuso sexual intrafamiliar, para luego negarlo, por la presión de la violencia cultural. Esto retraso mucho el reconocimiento del abuso sexual hacia la infancia. El estudio de las diferentes formas de victimización de la infancia, comienza en forma sistemática en la década de 1950, sobre todo en el norte de Europa y en Estados Unidos. En el año 1962, Henry y Ruth Kempe, junto con Brandt Steele, describen y publican un estudio pionero: “El síndrome del niño golpeado”. En los años 70, resurge la preocupación por el tema de la violencia sexual a los niños, en el hemisferio norte, de la mano de los grupos feministas y de profesionales involucrados en la investigación del maltrato infantil. En los años 80 comienzan los primeros estudios en América Latina, a partir de las consultas en los hospitales por severos maltratos. Hoy se identifican múltiples formas de violencia directa hacia la infancia, aunque muchas de las formas pueden estar relacionadas entre sí y sea un poco artificial la clasificación. De todas formas, tienen características propias que los diferencias, y clasificarlas permite que tengan una visibilidad mayor. A las más conocidas formas de violencia física, emocional, sexual o por negligencia, se les suman: el abuso fetal; el síndrome de Munchausen por poderes; la explotación laboral ( en especial el trabajo infantil doméstico); la violencia hacia la infancia basada en género; los niños y adolescentes soldados y en conflictos armados; los niños y adolescentes utilizados en el narcotráfico y en el crimen organizado; la trata y tráfico de niños y niñas; el acoso y hostigamiento escolar; la violencia basada en condiciones de salud; la violencia hacia la niñez en conflicto con la ley; la violencia relacionada con tecnologías de la comunicación; las prácticas culturales tradicionales dañinas; la abducción; la orfandad por feminicidio y suicidio paterno; la niñez en situación de calle; la niñez víctima de ejecuciones extrajudiciales, la niñez en situación de dependencia a estupefacientes con fines de dominio etc. La violencia o el abuso espiritual de la infancia es una forma de más reciente conceptualización. Inicialmente se identificó a la misma en relación a adultos que eran parte de grupos religiosos con características sectarias. Más recientemente se identifica asociada a la niñez y adolescencia, pero es una conceptualización todavía en construcción.
Abuso espiritual hacia la infancia. Definiciones en construcción Hay varios términos asociados conceptualmente al abuso espiritual. Algunos son violencia religiosa, abuso eclesiástico, abuso religioso, maltrato basado en la fe, maltrato espiritual, violencia espiritual etc. Revisar algunas de estos términos nos puede aproximar a una definición de abuso espiritual, y en especial al abuso espiritual de la infancia. Wikipedia la define como sigue, y
conviene tener presente esta definición por ser un sitio de referencia primaria para el común de la gente.
“Violencia religiosa es un concepto que cubre todos los fenómenos en los cuales la religión, en cualquiera de sus formas es sujeto u objeto de comportamiento violento e incluye la violencia motivada por preceptos religiosos, textos o doctrinas, así como violencia motivada por los aspectos religiosos del objetivo de la violencia.viii
La relación entre la religión y la violencia es históricamente bastante compleja. Los textos sagrados tienen un contenido de violencia que desafía a nuevas interpretaciones. La relación entre religión y violencia oscila entre dos extremos según diferentes autores. En un extremo se entiende que representa términos opuestos, pero en el otro extremo la violencia es vista como la consecuencia inevitable de sostener creencias religiosas irracionales, ya que la creencia de la posesión de la verdad conduce a la violencia, pues da un sentido de superioridad basada en algo imposible de verificar. Desde esta óptica, las religiones y sus líderes se consideran perjudiciales para la humanidad porque utilizan la violencia para promover sus objetivos religiosos. De igual manera, líderes que no son religiosos explotan el fervor religioso para apoyar la guerra y el terrorismo, como parece ser práctica habitual en la actualidad. La laicidad en el pensamiento occidental, puede verse como una reacción contra la violencia religiosa en los siglos XVI y XVII. La laicidad permite que los gobiernos puedan tomar decisiones independientemente del pensamiento religioso de un grupo determinado. Uno de los objetivos más importantes de la laicidad es limitar la violencia religiosaix Es necesario tener en cuenta este trasfondo al hablar de abuso religioso o abuso espiritual. Las definiciones de los términos abuso religioso y abuso espiritual, pueden funcionar como sinónimos, si bien el concepto de abuso religioso puede ser más restrictivo que el concepto de abuso espiritual. El ámbito del abuso religioso sería una religión o sistema de creencias organizado y formal. El ámbito del abuso espiritual sería mucho más amplio, ya que la espiritualidad excede a la religiosidad organizada. Veamos algunas definiciones de abuso espiritual y lo que aporta cada una. “El abuso religioso es el maltrato infligido tomando como excusa la religión. Un significado específico del término abuso religioso se refiere a la manipulación psicológica y el daño infligido a una persona utilizando la enseñanza de doctrinas de la religión que practique esa misma persona”.x Esta definición alude a una de las variantes del abuso espiritual, que es el dar fundamentación religiosa a diferentes tipos de maltrato. Incluye el hecho de que la religión es profesada por la víctima, no necesariamente por el que abusa, aunque este último conoce los preceptos de la religión y los utiliza para abusar. Según esta definición, el que abusa no tiene por qué ser una autoridad religiosa formal. Puede ser un adulto de la familia, de una institución o de la comunidad, que conoce y utiliza los preceptos religiosos. Frente al niño, coloca a la autoridad fuera de sí, en Dios o en una entidad incuestionable, lo que lo desresponsabiliza. Este abuso se configura muy frecuentemente en contextos evangélicos, y hace que en las familias se legitime el castigo físico y humillante, al igual que muchas prácticas educativas abusivas, como deseo de Dios.
Otra definición es: “El abuso espiritual ocurre cuando una persona con autoridad religiosa o práctica espiritual maltrata a otra persona en nombre de un dios, una iglesia o por algún concepto o misterio espiritual. El abuso espiritual suele hacer referencia a un abusador que utiliza su mayor rango como ventaja sobre el abusado, poniendo a la víctima en un estado de obediencia incuestionable a la autoridad.”xi En esta definición aparece explicitada la diferencia de poder y autoridad entre el que ejerce el abuso y la víctima, así como que este tipo de autoridad es de carácter religioso. La víctima cree que esta autoridad es otorgada por Dios, por lo tanto se le debe una obediencia incuestionable, lo que hace muy difícil utilizar el juicio crítico pues sería desafiar y no creer a Dios mismo. Dentro de esta definición, puede caber que la persona que abusa, comparta esta creencia de manera “bienintencionada”, o sea sin la intención de dañar explícitamente, creyendo estar siendo fiel a Dios. En un grupo que funciona como un sistema religioso autoritario, no es posible cuestionar la autoridad y seguir siendo parte de ese grupo. Las reglas de pertenencia o expulsión son muy rígidas, y se trasmite que solo hay vida posible dentro de ese sistema.
Johnson y Van Vonderen hacen este aporte: “ el abuso espiritual se produce cuando alguien en una posición de autoridad espiritual –cuyo propósito es 'rebajarse' y servir, construir, equipar y hacer más libre al pueblo de una deidad o dios– abusa de esa autoridad colocándose por encima de la gente para controlar, coaccionar o manipularla por supuestos propósitos divinos que son en realidad los suyos propios”. xii Estos autores reconocen lo legítimo de la autoridad espiritual y la función adecuada de la misma, a la que le dan un sentido liberador. El abuso se configura cuando la función de la autoridad se pervierte y se utiliza para satisfacer propósitos propios. La definición parece incluir la plena conciencia e intencionalidad de la situación de abuso por parte del abusador.
Lambert define el abuso espiritual como “un tipo de predominio psicológico que puede describirse como esclavitud religiosa”xiii. Enfatiza el mecanismo psicológico que lleva a una relación de esclavitud. Esto implica una personalidad fuerte y dominante por un lado, y una persona muy dependiente por el otro, pero también una estructura social que mantiene la esclavitud. El uso del término esclavitud alude a la totalidad de la existencia de la persona abusada, y a la imposibilidad de salida. Esclavitud también tiene una connotación de sub humano u objeto de la persona esclavizada.
Mytton afirma que “el abuso religioso es: “la destrucción de cualquier oportunidad de que el niño se forme su propio sistema personal de moral y creencias, convirtiéndolo en alguien dependiente de su sistema religioso o de sus padres. Estos niños nunca aprenden a reflexionar críticamente sobre la información que reciben. El uso del miedo y de un entorno
moralizante (como el concepto de infierno) para controlar al niño puede ser traumático”xiv. Esta definición no es una definición formal, sino que aparece en el contexto de una entrevista y es más coloquial. Tiene mucho valor porque es un testimonio personal. Inicialmente define al abuso religioso de niños por una de sus consecuencias, la imposibilidad de tener un sistema moral y de creencias crítico, o sea poder pensar por sí mismos en temas religiosos, de manera parcial o totalmente independiente. También alude a uno de los mecanismos que se utilizan para lograr el control, como el miedo. Menciona también una de las consecuencias posibles de este tipo de abusos, el trauma psíquico, que es una fractura en la continuidad de la línea existencial del niño o niña. Esto puede expresarse en varios trastornos psiquiátricos como fobias, trastornos de estrés postraumático, trastornos de estrés agudo, trastornos disociativos etc.
Los hermanos Linn señalan: “hemos definido el abuso espiritual en términos de lo que se hace, como por ejemplo tratar de controlar el viaje espiritual de otra persona. Pero puede incluir negligencia, es decir, lo que no se hace. xv Esta definición aporta el concepto de la negligencia u omisión, como una de las formas del abuso espiritual. Aparece claramente una segunda vertiente de abuso espiritual, más allá de diferentes tipos de maltrato fundamentados con razones religiosas, como el control del proceso de desarrollo de la espiritualidad de la persona. La palabra control es la clave. Esta definición también reconoce la legitimidad del desarrollo de la espiritualidad en la infancia y adolescencia, ya que los hermanos Linn hablan de su experiencia cuando eran niños.
Rodríguez Mangual define al abuso espiritual como:
“el hecho de controlar o imponer una forma específica de llegar o tener acceso a Dios y esta forma generalmente es la del ministro, sacerdote o la persona de autoridad en asuntos espirituales” xvi.
Esta definición alude a una forma muy específica del concepto. Se refiere nuevamente al control de la forma de acceso a Dios o a la divinidad. Agrega que hay un intermediario necesario, que es una autoridad religiosa o espiritual.
Acosta González llama abuso religioso a: “usar el nombre de Dios para obligar a una persona o un grupo de ellas a que piensen y vivan de determinada manera no sólo su fe, y religión, sino toda su vida....puede expresarse de manera burda (agresiva, violenta) o fina (hasta con cierta calidez afectiva). También puede ejercerse de modo consciente y deliberado, con premeditación, alevosía y ventaja o de manera inconsciente, con las mejores intenciones, haciendo algo o dejándolo de hacer".xvii Esta definición va más allá de una definición estricta, e incluye también algunas características de las situaciones de abuso espiritual, lo que le da una riqueza especial. Aparecen varios matices: la imposición en nombre de Dios; lo progresivo y abarcativo del control, que va desde la manera de vivir la fe o la religión hasta todos los aspectos de la
vida; los estilos del abuso que van desde burdos y evidentes hasta muy sutiles y cálidos; las diversas motivaciones del que abusa, desde la total conciencia a la no conciencia del ejercicio del abuso. Finalmente aparece que los abusos pueden ser por comisión o por omisión. Incluir la omisión rescata una situación menos visible o que no suele considerarse abusiva, como la negligencia en el apoyo al desarrollo de la espiritualidad. Este mismo autor aporta elementos acerca de lo que se busca al abusar y las consecuencias que ese abuso puede tener en las víctimas. “Este abuso se puede hacer para mantener a la persona en un nivel espiritual muy pobre e infantil o presionarla a dar pasos demasiado grandes para las posibilidades. Es decir, se oprime para no permitir la maduración o se sobreexige y lo que se produce es un xviii crecimiento falso o que la persona se “quiebre”. Es clarificador este aporte sobre el impacto del abuso espiritual, que refleja una dificultad o interferencia en el desarrollo del proceso espiritual de la persona. Visión Mundial (VM) Internacional xixhace un buen aporte a la conceptualización del abuso espiritual de la infancia, en el que integra muchos de los conceptos anteriores. 3 “Abuso espiritual de la infancia según VM : Es el mal uso del poder, de la autoridad o de la confianza por parte de cualquier persona en una posición de poder espiritual o autoridad (dentro de una organización, institución, iglesia o familia), por medio del control, coerción, manipulación o dominio del desarrollo espiritual de un niño o una niña”. Lo que es afectado o puesto en peligro, por el abuso de poder, es el desarrollo espiritual de un niño, niña o adolescente. Esto lleva a la necesidad de la siguiente serie de definiciones encadenadas sobre lo que se entiende por desarrollo espiritual, el bienestar de la niñez, la nutrición espiritual y la formación cristiana. Creo que la clarificación de estos conceptos es una herramienta importante que esta organización aporta a todos los interesados en el trabajo con la infancia desde la perspectiva de la misión integral. “Desarrollo espiritual de la infancia según VM: El desarrollo espiritual es un peregrinaje interno y externo en el que las niñas y los niños crecen en su conciencia del significado y del propósito de la vida; se relacionan, hacen empatía y son influenciados por otros, en especial por los padres, las madres y sus pares; comienzan a explorar su comprensión de Dios y a expresar sus convicciones espirituales y sus compromisos diarios.” Se trata de una definición amplia centrada en el crecimiento del sentido de la vida, que excede los límites del cristianismo, si bien éste es uno de los caminos posibles del desarrollo de esa espiritualidad. Este camino que los niños y niñas van transitando, se desarrolla en estrecha relación con el contexto. Sin contexto y sin su influencia, que también es materia prima para el desarrollo, el desarrollo espiritual no existiría. El lugar donde se ejerce el abuso espiritual es justamente en esta influencia, que si bien es imprescindible, debe estar dentro de ciertos parámetros a los que es importante aproximarse a definir. La respuesta a la pregunta obvia sobre cuál es el límite entre una influencia del contexto adecuada y una abusiva puede estar relacionada en parte con el concepto de bienestar de
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Los subrayados en las definiciones de VM son nuestros.
la niñez, ya que es algo a lo que por lo menos declarativamente cualquier persona de buena voluntad podría suscribir. “El bienestar de la niñez según VM: Entendemos el bienestar de la niñez en términos holísticos. El bienestar de la niñez se refiere a las relaciones positivas, al desarrollo individual saludable (implica la salud física y psicosocial, en sus dimensiones cognitiva, sociales y espirituales) y a contextos donde todas las niñas y los niños experimenten seguridad, justicia social y participación en la sociedad civil.” Alude a un proceso que confluye en el disfrute y desarrollo de características personales, relacionales y contextuales. Involucra aspectos culturales y estructurales y hay un claro trasfondo de los acuerdos sobre los derechos de los niños y niñas tal como están expresados en la Convención de los derechos del niño (CDN). El bienestar de la niñez, en esta definición, incluye explícitamente la dimensión espiritual, la cual se estimula a través de la nutrición espiritual, definida como sigue por la misma organización. “Nutrición espiritual de la niñez según VM: La nutrición espiritual es la promoción o animación del desarrollo espiritual de las niñas y los niños a través de las etapas del ciclo de vida y teniendo en cuenta la totalidad de su ser.” Se destaca la necesidad de adaptación de esta promoción, a las características de cada etapa de la niñez y adolescencia. Como decíamos anteriormente, esto puede darse en contextos religiosos diferentes del cristianismo o en el marco de diferentes sistemas de creencias. Cuando nos referimos al desarrollo de la espiritualidad en el contexto del cristianismo, es útil la siguiente definición sobre la formación cristiana, que podrían suscribir muchas iglesias e instituciones cristianas. “Formación cristiana de la niñez según VM: Es la nutrición intencional de la espiritualidad de las niñas y los niños en procura de que crezcan en conocimiento y en su experiencia del amor de Dios en Jesucristo, por el Espíritu Santo, formando parte de una comunidad de fe, y por medio del discipulado, las Escrituras, la alabanza y la oración.” Estos conceptos encadenados podrían resumirse en que el objetivo del bienestar de la niñez, se logra en parte por la promoción de la formación cristiana para el desarrollo de la espiritualidad. Esto evidentemente puede ser compartido con cristianos. No cristianos podrán acordar en que el desarrollo espiritual, tal como está definido, contribuye al bienestar de la niñez.
La coalición Keeping the children safe, que agrupa a varias organizaciones internacionales que promueven el bienestar de la infancia, definen de la siguiente manera al abuso espiritual a la infancia o adolescencia en el contexto cristiano.xx El abuso espiritual ocurre cuando el líder espiritual o alguien en posición de poder o autoridad espiritual (ya sea una organización, institución, iglesia o familia) mal utiliza su poder o autoridad, y la confianza puesta en ellos, con la intención de
ejercer control, coacción, manipulación o domino de un niño o niña. El abuso espiritual es siempre el mal uso del poder dentro del marco de la creencia o práctica espiritual, para satisfacer las necesidades del abusador (o para fortalecer su posición) a expensas de las necesidades del niño o de la niña. El abuso espiritual resulta en el perjuicio espiritual de un niño o una niña y puede ser vinculado con otro tipo de abuso como el físico, sexual y emocional. Es una muy buena definición que incluye la posición de autoridad espiritual, el mal uso del poder, los ámbitos en los que se da, la intencionalidad de controlar, la gratificación del abusador a expensas de las necesidades de los niños, la capacidad de dañar, y la relación con otros tipos de abuso. Esta definición puede resumirse en abuso de poder dentro del marco de la creencia o práctica espiritual.
Tres modalidades de abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes.
De las definiciones vistas previamente quedan claras tres posibles situaciones donde se configura el abuso espiritual de la infancia. Una está relacionada con el control, a través de diferentes estrategias, desarrollo espiritual de un niño o una niña.
del
Otra, va más allá y se relaciona con el control no solo de la espiritualidad sino de todas las áreas de la vida de un niño o niña. Finalmente otra forma está vinculada a diferentes tipos de maltrato que se ejercen en nombre de Dios. Todas tienen en común el abuso de poder de una persona o grupo que es percibido como autoridad espiritual por parte del niño, niña o adolescente víctima. Puede ser útil graficar al abuso espiritual de la infancia o adolescencia de la siguiente manera, donde se aprecian las tres formas básicas y la esencia que tienen en común.
Control del desarrollo espiritual de un niño, niña o adolescente
Control del desarrollo de las demás áreas de la vida del niño, niña o adolescente
Abuso de poder de una persona o grupo que es percibida por la victima como una autoridad espiritual
Maltrato en nombre de Dios
Caracterización abuso espiritual Diferentesdel formas de maltrato en a la infancia nombre de Dios o la divinidad De las conceptualizaciones previas, podemos ir extrayendo algunos componentes que se aplican al abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes. -Es un tipo de violencia y de maltrato hacia la infancia, por lo que se pueden aplicar las definiciones vistas de los dos términos. Diferentes tipos de maltrato de un -La violencia puede niño, ser directa, la que es hechos más visible, pero también hay fuertes niña o adolescente, en componentes culturales y estructurales nombre de Dios que son de difícil visibilizacion, que legitiman la violencia directa y que le dan una gran estabilidad a lo largo del tiempo. -Hay por lo menos una persona o grupo en un lugar de autoridad y poder mayor al del niño, niña o adolescente. Esta autoridad no tiene porqué ser evidente desde afuera, por observadores externos, pero sí es percibida y creída por el niño o niña. -La autoridad está dada por aspectos religiosos o espirituales, aunque también puede ser reforzada por características de la víctima como componentes etarios, de género, de identidad u orientación sexual, étnicos, de clase social, por discapacidad etc., que potencian la desigualdad de poder. -Hay un abuso de esa relación de poder, en nombre de una autoridad superior, con el fin de controlar y lograr algo que es de interés para la persona o grupo que abusa. No se tienen en cuenta como prioritarias las necesidades de los niños o niñas. -El abuso de poder, la coerción (realizada por diferentes mecanismos que van desde la seducción hasta la amenaza o el chantaje), y la invalidez del consentimiento, son compartidas con otras formas de abuso.
-El hecho de que la persona que abusa invoque una autoridad superior, implica que no se responsabilice por sus acciones, y que se genere un ámbito de impunidad y legitimación del abuso. -El abuso se da en el ámbito de una religión o sistema de creencias específico, donde para abusar se utilizan las enseñanzas de la religión que practica el niño, niña o adolescente abusado. -Si bien la persona o grupo que abusa suele pertenecer al mismo grupo religioso, no necesariamente practica la misma religión, aunque conoce los preceptos de la misma y los usa para manipular al niño o adolescente. - El abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes puede ser infligido tanto en una iglesia como en instituciones dependientes de ésta. Igualmente puede ocurrir por parte de padres, madres u otros adultos así como por parte de adolescentes u otros niños. -Suele haber una comunidad o grupo de espectadores participantes (en la familia, en la institución o en la iglesia) que naturaliza, legitima y sostiene la situación de abuso, desalentando cualquier intento de salida de la situación. -El hecho de que el abuso espiritual ocurra en el contexto de relaciones de dependencia y de afectos, tanto positivos como negativos, hace más compleja la situación y que sea difícil para los niños o niñas percibirse como víctimas. En general esto logra percibirse en la edad adulta, cuando ha habido alguna ruptura de ese marco extremadamente rígido o una salida del grupo, que ha permitido percibir la realidad de otra manera.
Motivaciones heterogéneas. Las motivaciones para el abuso espiritual de la infancia pueden ser muy diferentes y heterogéneas. Seguramente hay tantas como personas o grupos que abusan espiritualmente. -En un extremo están los adultos que no tienen un sistema moral desarrollado, cuyas acciones están simple y descaradamente orientadas a la explotación de los niños, niñas y adolescentes para sus propios fines, y que son muy seductores y carismáticos. Utilizan la autoridad que los niños depositan en su figura. Los niños, niñas y adolescentes son utilizados como un objeto de consumo. La finalidad es la satisfacción del adulto utilizando su poder, para mantener una relación de asimetría que produce algún tipo de gratificación. La gratificación puede ser de diferente naturaleza, a veces está en la relación de dominio-dependencia, en el control, en la sumisión, en la excitación narcisista producida por el ejercicio del poder, en la adoración dada por los niños, en bienes materiales etc. El acto abusivo para estas personas es congruente emocionalmente, quiere decir que gratifica de alguna manera. No es vivido con conflicto. No tienen conciencia de culpa ni empatía. Pueden incluso disfrutar con el dolor provocado. Son agresivos, provocadores y muchas veces encantadores. Son personas terriblemente peligrosas para los niños, niñas y adolescentes. No es fácil detectarlos, ya que muchas personas del entorno suelen caer bajo su capacidad de seducción y logran tener un gran grupo de defensores cuando son cuestionados. La inmensa mayoría son varones. Quienes los denuncian son vistos como desleales, celosos, envidiosos y poco espirituales. Son verdaderos antisociales, con máscaras de ángeles.
-En el otro extremo se encuentran personas con buenas intenciones, pero poca capacidad de discernimiento y autocrítica, que tienen un sistema de creencias distorsionadas bastante similar a la que tienen los niños y niñas víctimas, sobre la naturaleza de Dios, la autoridad, el poder, la sumisión , el sacrificio, la expiación, las relaciones entre los géneros y las generaciones, el cuerpo y la sexualidad, la naturaleza moral de los niños y niñas, el pecado original, el castigo como herramienta educativa, las obligaciones de los adultos en relación a los niños y niñas, la confesión, el perdón y el arrepentimiento, el lugar de la Biblia etc. Son muy dogmáticos y rígidos en sus creencias y prácticas. Cualquier cuestionamiento o de la doctrina o práctica establecida es vivido con preocupación y se interpreta como una falta espiritual, una herejía, una contaminación del mundo, un manejo de Satanás etc. Pueden sentirse honestamente representantes de Dios, defensores de Él, guardianes de la fe y parte de una elite escogida, cumplidores de sus mandamientos en relación a los niños, niñas y adolescentes. Su satisfacción está relacionada con cumplir lo que entienden son los mandamientos de Dios. Pueden experimentar grados diversos de malestar cuando logran empatizar con el sufrimiento que provocan, frente a los intentos de defensa o cuestionamientos de los niños, cuando encuentran incongruencias en su sistema de creencias, o cuando se ven expuestos a la maravillosa gracia de Dios, pero generalmente utilizan racionalizaciones para acallar el malestar que podría llevarlos a revisar sus creencias y acciones. -Otras personas tienen personalidades muy frágiles, y se adhieren a un marco muy rígido porque les da seguridad y aumenta su autoestima. No tienen mucho sentido crítico e imitan prácticas de aquellos a los que quieren parecerse. -Los casos anteriores pueden combinarse con ignorancia sobre la naturaleza de los niños, sobre cómo se desarrollan, cómo aprenden a cada edad, como pueden conocer a Dios, cómo se manifiesta la sexualidad en cada etapa, cómo son los caminos hacia la autonomía en la infancia o en la adolescencia etc.
Las caras del abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes. Van desde las más sutiles a las más evidentes. Algunas de ellas pueden ser: -Utilizar la enseñanza religiosa para controlar y dominar a los niños por medio de la intimidación y el miedo de un Dios terrible, punitivo o de un infierno ardiente, o por medio de la seducción de un líder carismático del que se busca la aprobación. -Buscar la sumisión total, o hacer un tipo de adoctrinamiento tal que solo se le enseñen las creencias o puntos de vista de su religión y cualquier otra perspectiva sobre el tema se suprime, se denigra o se oculta. - Imposibilidad de cuestionar creencias de importancias jerárquicas muy diversas (se ve igual a lo intrascendente y a lo central) que se imparten como verdad absoluta, y seguir teniendo la aprobación de los adultos significativos espiritualmente. -El impedimento, a través del control , la sumisión y la obediencia irracional, de tomar decisiones, y hacerlo en lugar de los niños y adolescentes, como por ejemplo sobre lo que
creen, sobre su participación en rituales religiosos, con quién deben vivir, sobre el uso de su tiempo, de sus recursos, la elección de sus amigos, sus estudios o su pareja. -La atribución continua, desde una figura de autoridad religiosa, de características negativas sobre el niño o adolescente como desobediente, necio, malo, rebelde, falto de fe, pecador, carnal, promiscuo, degenerado, endemoniado, seguidor de Satanás, apartado de la voluntad de Dios, enemigo de Dios etc. Las características atribuidas son consideradadas como no propias de un buen cristiano. -El no permitir o interferir con la creencia o práctica de una religión o sistema de creencias diferente, que implicaría la salida del sistema abusivo. Igualmente, impedir o denigrar la participación en grupos religiosos similares pero sobre los que no tienen el control. -Manipulación para evitar tratamientos médicos o para realizar conductas que pueden ser dañinas para los niños y adolescentes. Es frecuente que se prive de tratamientos médicos a un niño, por creer que los síntomas son de naturaleza espiritual. Otro caso habitual es la desconfianza y prohibición de acudir a un profesional de salud mental, creyendo que se va a atacar su fe. También es frecuente el uso de tratamientos o medicinas prescritas por la autoridad religiosa, sin formación técnica. -Condicionar la participación en actividades del grupo o la obtención de determinados beneficios o el goce de derechos humanos básicos, a la adherencia a creencias y prácticas religiosas. -Condicionar el afecto, la aceptación y la pertenencia a la conducta definida por las personas que abusan. -Ignorar la manera en que los niños aprenden y cómo van desarrollando su sistema moral, menospreciar su visión del mundo así como su capacidad y su manera de conocer a Dios. -Manipular a través del miedo para tomar decisiones, para “convertirse” o hacer rituales que agraden a los adultos, en función de números o estadísticas que son valoradas por el grupo religioso, o que son un medio para acceder a determinados recursos financieros o de otro tipo. -El aislamiento y la separación de la familia, de grupos de pares o de actividades sociales o educativas cuando estos tienen diferentes creencias religiosas. Se trasmite el miedo a ser contaminados. -Sometimiento de los niños o adolescentes a prácticas religiosas que no son abusivas en sí mismas pero para las que no están maduros evolutivamente, y que son peligrosas o tienen la potencialidad de causar daño si son expuestas a ellas. -Entrenamiento y condicionamiento para prácticas religiosas propias del mundo adulto, que no consideran las características de las etapas del desarrollo: Por ejemplo escandalosos espectáculos con niños predicadores, sanadores, profetas, exorcistas, etc. -Conformación de un grupo de elegidos por el líder que comparten determinada información y creencias especiales, y al que se entra a través del acatamiento y la sumisión total al líder. -Pretender que se está fomentando la participación infantil, cuando en realidad los niños se manipulan para propósitos adultos, se utilizan como decoración, o para dar una imagen políticamente correcta con fines espurios. -Discriminación con fundamentación religiosa, dentro del grupo, basada en género, edad, etnia, orientación o identidad sexual, condiciones de salud, clase, composición familiar, etc. -Promoción de odio y discriminación étnica, religiosa, de género, de generaciones, de clase, de orientación e identidad sexual, política etc., con fundamentación religiosa, hacia otras personas, niños o adultos.
-Explotación laboral en la iglesia, ya sea por lo inadecuado o riesgoso de la tarea, o por el tiempo que insume y que impide gozar de los derechos al estudio o al juego. -Uso de la autoridad religiosa para silenciar diferentes tipos de abuso, hechos en la familia o por parte de adultos o autoridades de la iglesia, con la excusa de no dar un mal testimonio. Presionar a los niños para retractarse de denuncias de abuso, y castigarlos cuando lo hacen, por mentirosos. Priorizar a los adultos en la protección y pertenencia a la iglesia, y expulsar a los niños o a sus familias de manera más o menos encubierta si no se retractan. -Obligar a los niños a perdonar los abusos, en especial sexuales, a guardar silencio sobre los mismos y responsabilizarlos por ser por malos, seductores, tentadores etc. Esto se acentúa si se trata de una niña o adolescente mujer que es abusada sexualmente, por ser una mujer como Eva, tentadora del hombre, por la que entró el pecado. -Revictimizar a los niños y niñas víctimas de abusos sexuales, retirándoles de actividades por estar contaminados con la sexualidad, y por ser peligrosos por poder seducir o contaminar a otros. -Graves maltratos físicos, hasta la muerte, por la creencia de que el niño o niña está poseído por Satanás, por espíritus malignos o porque practica algún tipo de brujería. -Sacrificios o asesinatos rituales de niños. Frecuentes a lo largo de toda la historia, hay indicios de que todavía ocurren. En otro sentido, hoy parecen tomar la forma de sacrificios ofrecidos al dios consumo.xxi -El castigo físico y humillante de los bebes, niños, niñas y adolescentes. Es una práctica habitual. El niño o niña es percibido como alguien a quien hay que doblegar en su voluntad pecadora. El castigo se justifica con textos o enseñanzas religiosas, aunque sea un delito en varios países. Sin lugar a dudas, el castigo físico y humillante en nombre de Dios, en las iglesias de América Latina, es una de las principales manifestación del abuso espiritual de la infancia, por lo menos por la frecuencia y gravedad. El castigo fundamentado religiosamente es sumamente peligroso. Es cierto que muchos padres están dispuestos a hacerles casi cualquier cosa a sus hijos e hijas si creen que es la voluntad de Dios, pero también un gran grupo sabe que no es correcto y utiliza argumentos religiosos para justificarse. Si el 50% de las personas en América Latina creen que es correcto usar el castigo físico con los niñosxxii, seguramente el porcentaje en las iglesias evangélicas es mayor. Una reciente investigación realizada por Paz y Esperanza Internacional en iglesias evangélicas de Perúxxiii, constata que el castigo físico a los niños es más frecuente en las familias evangélicas que en las no evangélicas. Un 68,5 % de los encuestados está total o parcialmente de acuerdo con que la Biblia autoriza a los padres a utilizar el castigo físico para corregir a los hijos (46,5 % y 22 % respectivamente).Cuatro de cada 10 adultos que utilizan el castigo físico con los niños lo hace con chicotes (pequeño látigo con tres puntas),correas, vara u otros objetos.
Palabras de las víctimas. -Jill Mytton, psicóloga inglesa que considera haber sufrido un severo abuso espiritual en la infancia, hace estas reflexiones.
“Hay similitudes entre el abuso religioso y el abuso sexual. En los dos hay abuso de la confianza, se priva al niño de su derecho a sentirse libre y capaz de relacionarse con el mundo de una manera normal. Los dos producen temor y culpa e impiden a los niños alcanzar todo su potencial. En el abuso espiritual se disminuye a las personas, no son valoradas por sus capacidades y potencialidades, sino que son vistas como débiles y pecadores, cuando hacen cosas buenas, no se reconoce como un mérito, sino que es Dios que trabaja a través de ellos. El pecado es visto como algo que debe juzgarse, donde el perdón es extremadamente difícil. Las formas no saludables de religiosidad tienden a manejarse con absolutos opuestos: eres un pecador o eres salvo, es verdad o no es verdad. No hay lugar para la incertidumbre o la duda. La vida no es así, hay una gran área en el medio, donde la mayor parte del tiempo vivimos... No se aplica la regla de oro...no se desarrolla un sentido moral individual, sino que los líderes deciden lo que es correcto o no. ... cualquier aspecto del proceso de crecimiento se frustraría por este tipo de educación. Las religiones que abusan, no permiten que los niños hagan preguntas y se suprime su capacidad inquisitiva natural. No aprenden a criticar o evaluar lo que están escuchando, pues si se hace, te sientes culpable por no creer. Se impide escuchar cualquier voz del exterior, la información que llega es muy controlada...Es abusivo decirle a un niño que va a arder por siempre en el infierno”.xxiv -Uno de los hermanos Linn señala: “el abuso espiritual es lo que se hace… pero también puede ser lo que no se hace... Mis padres no me brindaron modelos positivos de una espiritualidad sana, ni me enseñaron a confiar en mi vida interior [...] el abuso espiritual conlleva una presión para las personas cuyo grado de desarrollo en la fe aún no está preparado, o bien un intento de mantenerlas por debajo de la etapa a la que han llegado. Cualquiera sea el abuso espiritual en la infancia, los resultados suelen ser los mismos. La persona queda con el peso de la culpa, del juicio, la condena o la vergüenza y queda confusa respecto a la posición como cristiano…los hijos necesitan, además de ver cómo viven sus padres, tener acceso al proceso interno a través del cual éstos llegan a la decisión de una forma de vida. Cuando niña, necesitaba saber qué ocurría en el interior de un adulto espiritualmente sano. En otras palabras, necesitaba saber cómo procesaban la vida los adultos sanos. Como mis padres no pudieron revelar mucho, ni tampoco sostener mi recorrido espiritual, me hicieron falta padres espirituales.... Tal como mucha gente, cuyos padres no actuaron de manera adecuada, yo era vulnerable ante todo a aquel que me ofreciera la seguridad, la nutrición y la aceptación que necesitaba”.... xxv. -Niños, niñas, adolescentes y adultos de América Latina dicen: -“Me convertí a los 11 años…ahora que soy mayor, creo que lo hice porque C. me acorralaba en los pasillos, y me preguntaba cómo estaba mi alma, y que pasaría si esa noche viniera el Señor. Por fin pude decirle que me había convertido y él, a quien yo admiraba mucho, estaba muy contento. Ahora creo que en realidad siempre creí y experimenté el amor de Dios a través del amor y de la enseñanza de mi familia y de la iglesia.
-“En el curso de evangelización de niños, que hice cuando era adolescente, me enseñaron que para convertir a los niños de 5 años, hay que contarles cómo es el cielo y cómo es el infierno. Después hay que preguntar quién quiere ir al cielo, y todos van a levantar la mano. En ese momento me pareció una muy buena idea”. -“Mi mamá tiene en el cochecito del bebé una vara. Si no nos quedamos quietos en la reunión, nos lleva al baño y nos castiga con la vara” (niños de 1 y 4 años). -“En la iglesia me enseñaron Dios dice que no hay que golpear con la mano, que la mano es para acariciar. Hay que golpear con la correa, un palo o con otra cosa. Hay que sacarle los pañales a los bebes cuando se les castiga para que sientan el dolor, si no, no lo sienten. No hay que pegarles en la cara porque deja marcas”. “Hay que romper el orgullo y doblegar a los niños”. “Cuando se los castiga con la vara y lloran, si lloran escandalosamente, hay que seguirles pegando para que lloren de arrepentimiento” (estos conceptos y otros similares, reproducidos en las iglesias de toda América Latina, están presenten en decenas de libros evangélicos que se venden habitualmente en librerías y templos evangélicos) -“Hasta hoy me siento incómodo con mi cuerpo. Quisiera poder bailar, me parece que debe ser maravilloso expresarse de esa manera, pero cada vez que lo intento recuerdo que aprendí que era un pecado, y que los evangélicos no bailan”. -“Al volver del campamento de adolescentes de otra iglesia, armamos un grupo de oración y de estudio de la Biblia. Nuestro pastor nos dijo que eso era superstición y que no podíamos volver a ir a ese campamento porque volvíamos con ideas retrógradas.”. -“Vivía con miedo todo el tiempo de morirme durmiendo e irme al infierno, o que viniera Jesús y se fueran mis padres y yo me quedara sola” -“Cuando en la iglesia se enteraron de que mi padrastro me violaba, me dijeron que no podía salir más de paseo en la camioneta con el grupo, porque no querían que los acusara a ellos. La única que me creyó fue la maestra de la escuela dominical. Ella me llevo a un doctor para que me ayudara.” -“En el devocional del campamento, la líder nos enseñó que si tenemos relaciones sexuales antes de casarnos estamos estropeadas y sin valor, que somos un regalo al que le han sacado el envoltorio antes de tiempo. Me di cuenta que ya estoy estropeada” (niña de 13 años, víctima de explotación sexual comercial a los 12 años). -“Cuando mi papá me violaba, me hacía poner una mano apoyada en la Biblia para que recordara que Dios me ordenaba obedecerlo en todo”. -“Papá me decía que Dios le había revelado que era su voluntad que me penetrara por atrás. Me decía que a mí no me lo había revelado porque no había orado lo suficiente”. -“El pastor nos decía (a varias adolescentes) que la esposa era muy gorda y no podía tener relaciones sexuales, que estaba bien que lo hiciéramos con él porque era el pastor y él necesitaba eso para su ministerio”.
El impacto del abuso espiritual en la infancia y adolescencia. Como en todos los maltratos a la infancia, el impacto es variable. Depende de múltiples factores.
No solo puede afectarse la espiritualidad sino todas las áreas de la vida. La dependencia puede ser una modalidad existencial, pero también la extrema rebeldía y la incapacidad de confiar. Hay niños que parecen haber tenido o desarrollado muchos factores fortalecedores en el tiempo del abuso, así como posteriormente en la vida, y que muestran una resiliencia admirable. Creo que además de los conocidos factores de resiliencia primaria, el impacto es menor, cuando las personas que abusan espiritualmente lo hacen sin intención de dañar, creyendo que están siendo fieles a Dios, pero que tienen la sensibilidad suficiente para dejarse tocar por el dolor de los niños, especialmente cuando están creciendo y pueden poner en palabras lo que está sucediendo, que pueden cuestionar aunque sea en parte sus prácticas , pedir perdón y tratar de reparar el mal hecho, sobre todo cambiando de conducta. La buena intención, el arrepentimiento y la reparación, cuando son auténticas son muy sanadores. El impacto también parece ser menor cuando hay algún adulto del mismo medio religioso, o algún hermano o hermana mayor que puede ser más protector y mostrar otras maneras de relacionarse. En otros casos el daño es muy grande. En la práctica clínica es muy frecuente recibir testimonios de personas que fueron dañadas en la infancia, en claras situaciones de abuso espiritual, por lo menos para un observador externo, aunque no siempre es reconocido así por las víctimas. Relatos de verdaderas torturas siguen siendo justificados por las víctimas muchas veces. El poder del abuso espiritual puede seguir vigente y actuando en la vida cotidiana, aunque los que ejercieron el abuso ya hayan muerto. Se pueden producir en los niños, y luego pueden permanecer en la vida adulta, creencias muy distorsionadas sobre: -Dios, por ejemplo percibirlo como vengativo, justiciero, necesitado de reconocimiento, caprichoso, deseoso de sacrificios, sangriento, abusivo, inestable emocionalmente, con favoritismos irracionales, masculino, violento, distante, impotente ante Satanás, etc.; -sí mismos , por ejemplo percibirse como indefensos , incapaces , culpables, indignos, sucios, con una concepción negativa de su cuerpo y su sexualidad , merecedores de castigos aquí y en el infierno, minusvalía por ser niña , parte de una etnia etc.; -los adultos, creer por ejemplo que son todopoderosos, dueños de los niños y niñas, que tienen derecho a hacer lo que quieren, que son impredecibles, son representantes de Dios que son merecedores de obediencia ciega, que todo lo que dicen es verdadero, que no se pueden controlar, que siempre desean lo mejor para los niños, que los castigan porque lo merecen ya que son malos etc. el mundo en general, por ejemplo, que es un lugar peligroso, pecaminoso, que puede contaminar, que sólo este grupo es un lugar seguro, que no hay vida fuera de este lugar, etc. La extrema dependencia y la necesidad de estar siempre en deuda intentando agradar a los demás y a Dios, hace que se tengan mayores posibilidades de continuar estableciendo relaciones donde son nuevamente abusados. Es muy habitual un gran conflicto con la sexualidad que está asociada al pecado, así como conflictos con el cuerpo, con el disfrute corporal, con el placer, con la alegría, con el humor,
con la posibilidad de establecer vínculos de confianza e íntimos, con el desarrollo de una espiritualidad liberadora profunda y saludable, con encontrar un sentido de vida. Muchas personas tienen síntomas del Trastorno de estrés postraumático cronificado, u otros trastornos psiquiátricos como fobias, depresión, ansiedad, que dificultan la vida cotidiana.
Un marco para comprender, prevenir e intervenir en el abuso espiritual de la niñez y adolescencia.
La violencia hacia niños, niñas y adolescentes es un fenómeno muy complejo, y no puede ser atribuido a una única causa. Si bien hay múltiples modelos útiles, el modelo ecológico multidimensional de Bronfenbrener, es una herramienta valiosa para la comprensión de la violencia hacia un grupo vulnerable. Describe elementos de diferentes niveles (individuales, relacionales cercanos, comunitarios o institucionales y sociales o culturales), que favorecen las situaciones abusivas. Estos niveles están conectados entre sí. Los elementos que pueden actuar como factores de riesgo para que la violencia ocurra y se perpetúe pero también pueden estar balanceados con factores de fortalecimiento. La existencia de factores de riesgo, no puede ser una excusa para justificar la violencia, sino para comprender que hay varios niveles de responsabilidad en las situaciones, de parte de múltiples actores, además de la total responsabilidad individual o institucional del o los que ejercen violencia. Este modelo describe elementos de diferente naturaleza, desde individuales hasta estructurales, que constituyen un “caldo de cultivo” que facilita la aparición y el mantenimiento de situaciones violentas.
Aplicar este modelo al abuso espiritual de la infancia, puede ser útil para comprender la compleja trama de factores que lo favorecen, legitiman, invisibilizan o le dan impunidad.
Algunos factores que favorecen el abuso espiritual a la infancia relacionados con características individuales de los niños y niñas.
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-De parte de todos los niños y niñas, en primer lugar, está la natural dependencia de los adultos propia de la etapa evolutiva, para satisfacer las necesidades básicas de cuidado y afecto. Los seres humanos nacemos con la capacidad de confiar y de hacer un vínculo de apego con adultos del entorno, sin el cual no hay vida posible. Esto incluye la disposición biológica a obedecerlos, especialmente en los primeros años de vida, ya que el adulto provee un marco de cuidado de amenazas externas o internas para la vida. Esta capacidad de confiar, es la que es utilizada y traicionada por los adultos que ejercen el abuso espiritual. -Algunos niños, niñas o adolescentes pueden tener una mayor vulnerabilidad, cuando tienen escasas relaciones afectivas, están deseosos de agradar y de ser aceptados, una frágil autoestima, han sido víctimas de otras violencias físicas , emocionales o sexuales, tienen fragilidades psíquicas, escasas habilidades sociales, son retraídos o poco comunicativos, con poca asertividad y pensamiento crítico. También aumenta su vulnerabilidad cuando se sienten muy culpables por sus pecados, con discapacidades, con extrema dependencia de los adultos para tomar decisiones, con falta de sentido del humor, de conciencia de derechos, de sentido de vida y trascendencia. También son más vulnerables aquellos que han pasado por crisis familiares y por abandonos de diferentes tipos, con mucho miedo a perder los afectos.
Otros factores de riesgo para el abuso espiritual de los niños están relacionados con las algunas características de las relaciones próximas, como la familia.
-Tienen más riesgo de abuso espiritual a los niños y adolescentes las familias cuando son autoritarias, rígidas, con una religiosidad que los aparta del resto de la comunidad y de la que están orgullosos. -También tienen más riesgo de abuso espiritual las familias con una cohesión excesiva, sin diferenciación entre sus miembros, con rígidas normas de pertenencia o exclusión. En estas familias la autonomía y el desprendimiento no son bien tolerados. -Los vínculos de apego inseguro o ambivalente. -En las familias de mayor riesgo suele haber secretos y falta una comunicación abierta; unos miembros están al servicio de los otros; las prácticas de crianza se adjudican a Dios de forma acrítica. Las normas sobre vestimentas, horarios, actividades etc., son rígidas y establecidas por los adultos. El que cuestiona es visto como traidor a la familia y a Dios. -La autoridad de algún adulto, en general varón, es asimilada a la autoridad de Dios. Hay una visión de Dios como varón. Comparten los mitos patriarcales sobre los géneros. -Otros elementos de riesgo son el que haya violencia de género, física, emocional, patrimonial o simbólica que es justificada por la religión familiar. En general el hombre es autoritario y la mujer sumisa. El hombre suele estar colocado en un rol proveedor y la mujer al cuidado de la casa y los hijos, aunque trabaje fuera de la casa. Los adultos justifican sus acciones de diferentes tipos, buenas o malas, con versículos bíblicos que leen literalmente y que saben de memoria. -Los hijos varones suelen tener más privilegios que las hijas mujeres. Se aplica una doble moral sexual, una para varones, y otra para mujeres. Las mujeres en general pueden ser vistas como tentadoras de los hombres. Los varones son vistos como personas sin mucha
capacidad de control, que una vez tentados o excitados no pueden controlarse. Hay una visión negativa de la sexualidad y del cuerpo. Se aceptan parejas de los hijos o hijas, de manera muy controlada, si se ven como fieles a la ideología familiar. -Puede haber historias de abuso o maltrato en la infancia de los adultos no elaboradas. Pueden existir adicciones u otras patologías psiquiátricas no tratadas. -Suele faltar una red social extendida, fuera de la religiosa. La familia extendida está cerca en la medida que valida las creencias familiares. Los familiares que no comparten la ideología familiar son expulsados del círculo de relaciones, y se mantienen a distancia. Son vistos como personas que se han apartado del camino, y que pueden contaminar si se acercan. -Los adultos no suelen responsabilizarse por sus acciones en la misma manera que lo exigen de los niños y niñas. Hay poco sentido del humor y falta de conocimiento sobre el desarrollo infantil. -Situaciones coyunturales pueden superar las capacidades habituales de lidiar con las frustraciones, pero por sobre todo hay una gran dificultad de percibir al otro o a la otra como una persona diferente, singular, con características propias y no como una extensión de los adultos o como un objeto con el cual se satisfacen determinadas expectativas, necesidades o deseos.
Hay factores de riesgo para la violencia espiritual que están vinculados a las instituciones y a la comunidad.
-Uno de ellos es el desconocimiento y la falta de conceptualización de la existencia del abuso espiritual hacia la infancia y adolescencia así como la falta de sistemas de protección o la poca efectividad de los mismos. -Otros pueden ser la falta de cohesión entre instituciones diferentes y de un entramado social que valore la heterogeneidad así como de redes sociales que podrían ser protectoras, fuera de la familia. -También es un riesgo la existencia de instituciones religiosas totalizantes, que abarcan todas las necesidades de la familia, (educativas, sociales, recreativas) donde no se necesita vincularse con instituciones con creencias diferentes, que podrían ejercer cierto control social o provocar una inquietud. -Otro elemento es la existencia de núcleos humanos que por razones étnicas, de migración, de idioma, o geográficos, quedan aisladas de instituciones como la escuela o el sistema de salud. Igualmente las comunidades religiosas cerradas, de zonas rurales o aisladas, lejos del control gubernamental o social. -Igualmente aumenta el riesgo, la existencia de iglesias muy jerárquicas y autoritarias, con creencias y prácticas que favorecen el abuso espiritual y que legitiman que el mismo ocurra con una visión de la divinidad asociada al poder, control y castigo. -También son de riesgo las iglesias o denominaciones que no participan de espacios de encuentros interdenominacionales o ecuménicos así como la desconfianza de las instituciones cristianas que tienen una perspectiva de derechos, por considerar que son contrarias al evangelio.
Existen además factores de riesgo para el abuso espiritual de la infancia que están relacionados con creencias y pautas culturales muy arraigadas,
-Entre ellos están el concepto de la infancia como una propiedad de los adultos, la naturalización de la violencia como forma de relación y de resolver conflictos; los estereotipos de género que llevan a inequidades de poder; el desconocimiento de la situación normal de vulnerabilidad y dependencia propia de la infancia y la adolescencia, así como su manera de percibir el mundo. -Igualmente es un riesgo la presencia de modelos patriarcales de relación; la jerarquización valorativa de un modelo de familia sobre otros; el diferente valor dado a la palabra de los adultos y de los niños; la creencia de que el espacio del hogar o el espacio religiosos son privados, donde nadie debe intervenir; las instituciones religiosas que ostentan más poder que la sociedad civil y que no se sienten comprendidas por las generales de la ley etc. -La naturalización del castigo físico como forma de crianza y disciplina; el uso de las personas, adultos o niños como objetos de consumo ; la sexualización masculina asociada al poder, a la agresión y al dominio así como la sexualización femenina asociada a la sumisión, la dependencia y la obediencia.
No tenemos excusas para abusar espiritualmente a niños, niñas o adolescentes Cada vez tenemos un poquito más de luz en tres caminos. -Creemos en un Dios que se da a conocer, pero al que no conocemos totalmente. Creemos que Dios se ha ido dando a conocer a lo largo de la historia de la humanidad de manera progresiva, revelación que se llena de luz en Jesucristo. A lo largo de la historia, como especie humana, fuimos atisbando al Dios que es y está siendo creador, al Dios que es y está siendo justicia, y finalmente al Dios que es y está siendo amor y gracia. Nuestra aproximación es siempre parcial, limitada, sesgada e imperfecta, como todo lo humano. -Nuestro camino personal en la fe a veces sigue un itinerario parecido. A lo largo del tiempo, vamos conociendo distintas facetas de Dios, en procesos espiralados ascendentes, donde los mismos temas los vamos viendo desde ópticas diferentes según la edad, el contexto o la experiencia, donde los cuestionamientos y el descubrimiento de nuevas señales del Reino de Dios, son mojones con los que vamos marcando el camino. A lo largo del tiempo, las certezas no son tantas, pero pueden ser más profundas, y con mayor humildad podemos reconocer que el misterio, aquello sobre lo que sabemos muy poco o nada, también tiene su lugar, y podemos vivir con ello, cuando decidimos ampararnos y descansar en la gracia de Dios. -Con el concepto que los seres humanos hemos tenido de la infancia a lo largo de la historia, ha pasado algo similar a progresiva percepción que tenemos de Dios, y en nuestra vida personal, se amalgamas nuestras experiencias de crianza y lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de la vida. El reflexionar sobre nuestras concepciones es muy importante, ya que nuestras creencias como sociedad, familias, o personas, determinan nuestras acciones en relación con la infancia y adolescencia, en lo público y en lo privado.
Los niños y niñas son personas La toma de conciencia un poco más generalizada de que los niños y niñas son seres humanos plenos y la necesidad de su cuidado y protección, son hechas relativamente recientes en la historia.xxvi Si bien en todas las épocas han habido personas o grupos que han denunciado el trato inhumano a la infancia, y le han dado un lugar diferente, como Jesucristo, es recién en los últimos decenios que, a través de un doloroso proceso que nos interpela como especie humana, que fuimos asumiendo que nuestros grupos y familias humanas tienen esa doble potencialidad, a veces simultanea: la de proveer el ambiente adecuado para crecer y desarrollarse, o la de desplegar una terrible potencia destructora a través de los malos tratos. Hoy ya no podemos mirar a la infancia con los mismos ojos con que lo hicieron muchos de nuestros antepasados. Sin embargo, aunque ahora somos plenamente conscientes del escándalo de los malos tratos a la infancia, estos siguen siendo una “realidad masiva, cotidiana y subdeclarada entre la población latinoamericana y caribeña”.xxvii “los niños, niñas y adolescentes sufren violencia en el hogar, en la escuela, en los sistemas de protección y de justicia, en el trabajo y en la comunidad. Es así que los menores de edad son agredidos precisamente en aquellos espacios y lugares que debieran ser de protección, de afecto, de estímulo a su desarrollo integral y de resguardo y promoción de sus derechos”xxviii Las iglesias no han sido ajenas a este escándalo.
La naturaleza de los niños y niñas. A lo largo de la historia, y salvo excepciones, los niños no han sido protagonistas. En el mundo europeo, encontramos diversas creencias sobre la naturaleza de la infancia, que influyen hasta la actualidad en América Latina. Recién en el siglo XVII, se empieza a concebir a la infancia como una etapa con características propias. Los conceptos fueron desde considerarlos un objeto, una molestia, asimilable al animal doméstico hasta el concepto que tenemos en la actualidad, que no es uniforme, sino que en él coexisten diferentes visiones. En este trayecto se destacan algunos de ellos, porque han marcado hitos por su influencia en el pensamiento y en la manera de tratar a los niños.xxix Se los ha concebido de maneras tan diferentes como material moldeable por los hábitos y pasiones de quienes los rodean; seres nacidos en pecado, con la carga del pecado original ; carentes de alma ;una carga o yugo propiedad de los padres; entidades llenas de maldad que deben ser dominadas ; seres llenos de malicia por la voluptuosidad y responsabilidad de las madres; débiles de espíritu; recurso económico para sumar a la fuerza de trabajo; adultos pequeños capaces de adoptar la misma conducta que los adultos; tabla rasa o pizarra en blanco que debe ser educada en especial moralmente; ángeles o seres en estado de pureza e inocencia con una bondad esencial a quienes el pecado no había tocado; buenos a quienes la sociedad corrompe y en cuyos instintos se debe confiar; seres primitivos que evolucionan a la edad adulta y que debe ser moldeado como barro etc.
¿Eran especialmente malvados nuestros antepasados?
Cada una de estas visiones de la infancia, muchas de ellas fuertemente relacionadas con el pensamiento religioso, implicaba determinado lugar en la sociedad para la infancia y un estilo de trato y de propuesta educativa. Desde nuestra mirada actual, nos horrorizan muchas prácticas, que sin lugar a dudas hoy las concebimos como maltratos de diferentes tipos, y muchos de ellos justificados en la fe. Sin embargo, no es que nuestros antepasados fueran especialmente malvados, sino que estaban inmersos en una estructura social, fundamentada en determinadas creencias que eran funcionales al mantenimiento de privilegios para una parte de la población.
La infancia en las iglesias de América Latina Hoy, a la luz de la historia, de los conocimientos, experiencias y diversas perspectivas que se han acumulado ya no podemos pensar a la infancia de la misma manera. No podemos ignorar lo que vamos sabiendo sobre cómo se desarrollan los niños y niñas en su contexto. El concepto de infancia ha ido cambiando en las iglesias de América Latina a través del tiempo, influenciado para bien. Si bien las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la infancia están en el trasfondo de las diferentes tradiciones eclesiales, éstas han sido tomadas con distintos énfasis a lo largo de la historia, en forma limitada y afectadas por el contexto de cada época.xxx Las iglesias de América Latina son resultado del movimiento misionero occidental, de la emigración, y desde hace un siglo, de manifestaciones autóctonas. Los conceptos sobre la infancia en occidente influyeron en América Latina. Para las tradiciones cristianas no católicas que han sido de peso en América Latina, históricamente la infancia no fue un tema central, pero se aprecian algunos énfasis o conceptos en el trasfondo, muchas veces contradictorios, como la subordinación de los hijos a los padres, la responsabilidad de los padres en la formación cristianaxxxi o los niños como objeto de cuidado y servicio. Otras tradiciones han enfatizado la importancia de la educación, el concepto de la infancia como algo que hay que atravesar para llegar el paradigma de varón adulto, los niños como seres donde está la semilla del mal que debe ser expulsada , los niños como seres cuya inclinación al mal y voluntad debe ser quebrada, seres en estado de pureza, la necesidad del bautismo de niños como señal de ser parte de la comunidad del pacto o en otras como manifestación de una fe racional a edades mayores, seres capaces de conocer a Dios, de experimentar la conversión, de estar incluidos en la familia de la fe, la niñez como imagen de Dios y ser los que abren paso al reino de Dios.
Cambio de lentes para mirar a la infancia Personas en desarrollo, sujetos sociales de derecho Los siglos XIX y XX, en occidente, trajeron novedades en la manera de ver a los niños, como personas en desarrollo. Se comienza a estudiar a la infancia y adolescencia como un periodo especial de la vida, con características propias. Los estudios de Piaget, Freud, Erikson, Montessori, Kohlberg, Vygotsky, Bowlby, Watson, Winnicot, Fowler, Aberastury, Nobel, Werner y otros dan una luz nueva sobre la infancia, sobre cómo es el proceso de aprendizaje y del desarrollo mirado desde diferentes ópticas, cognitivas, relacionales, volitivas, morales, lúdicas, afectivas, sociales, neurobiológicas, ecológicas, sistémicas etc.
Estas nuevas teorías del desarrollo ayudan a comprender al ser humano en su infancia, a vislumbrar su complejidad .También estimulan al ámbito educativo y teológico a reflexionar acerca de cómo los niños y niñas desarrollan la fe. xxxii Se le suman en la segunda mitad del siglo XX estudios de la vivencia de la fe en niños de diferentes culturas. En América latina comienzan a integrarse aportes sobre la niñez afrodescendiente, mestiza e indígena, muy invisibilidades por la historia colonial. En América latina, la educación cristiana y la teología desde la niñez se ha ido desarrollando de forma cada vez más consistente, de la mano de teólogos, educadores y organizaciones como la Fraternidad Teológica Latinoamericana y el Movimiento Cristiano juntos por la niñez (Hoy Movimiento juntos con la niñez y juventud) así como de parte de organizaciones cristianas con foco en la infancia. Dos de los aportes centrales de este proceso han sido el conceptualizar a la niñez como imagen plena de Dios, y la perspectiva de los niños como la clave para entrar al Reino de Dios xxxiii El concepto del niño como sujeto social de derecho, es un aporte de radical importancia por su significado en el bienestar de la infancia .La Convención por los Derechos del Niño (CDN) establece que la sociedad y el Estado deben brindarle la protección, educación y atención para la satisfacción de sus necesidades básicas y para el logro de su bienestar integral. La visión que Jesús había dado sobre los niños, niñas y adolescentes, como ciudadanos plenos del Reino de Dios, demoro casi 2000 años en expresarse, en un lenguaje secular, a través de leyes que fueran reconocidas por los países. El texto de la Convención de los derechos del niño (CDN) puede parecer obvio: reconoce a las personas de hasta 18 años de edad su condición de sujetos de derechos. Esto quiere decir que las hace portadoras de los derechos inherentes a toda persona humana: derechos individuales, familiares, sociales, económicos, y de participación. La Palabra de Dios, en primer lugar, y la Convención Sobre de los Derechos del Niño en segundo lugar, son una base para que las iglesias puedan utilizarlas articuladamente, según el ámbito de acción, para promover a niños, niñas y adolescentes en sus derechos. Esta concepción impone que los adultos y adultas demos un nuevo lugar a los niños, niñas y adolescentes, como actores de su propio desarrollo de sus proyectos de vida. Garantizar a los niños, niñas y adolescentes el derecho a ejercer sus derechos, requiere que reconozcamos que los ejercen en forma diferente- no por ello menos válida- a las personas adultas. Géneros, generaciones, etnias y clases. Así como ocurre con la CDN, que es la expresión secular de un principio bíblico, lo mismo ocurre con la visión de género. Es una manera en que las ciencias sociales ayudan a ver las relaciones entre los géneros y las generaciones, eso que tanto tiempo antes nos había enseñado la Palabra de Dios. Los seres humanos, al ser creados como hombres y como mujeres a imagen y semejanza de Dios, se nos ha conferidos en igual proporción, no sólo de valoración sino también de individualidad. Y estas debieran ser nuestras premisas en todas las relaciones sociales, incluidos los niños, niñas y adolescentes. Esta visión de género permite analizar las relaciones sociales entre hombres y mujeres, y la manera en como cada sociedad ha construido estas relaciones a lo largo de 5000 años. También permite observar aquellos mecanismos ocultos existentes, que producen relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, expresadas en opresión, injusticia, subordinación y discriminación, mayoritariamente hacia las mujeres, niños, niñas y
adolescentes. Solo ejerciendo violencia se puede mantener esta situación estructuralmente injusta a los ojos de Dios. La creencia de la superioridad del varón respecto a la mujer y de los adultos frente a los niños, de una etnia sobre la otra, de un tipo de familia sobre otra, de una manera de vivir la sexualidad sobre la otra, de una clase social sobre las otras, implican la naturalización de la utilización de la fuerza para mantener el dominio y el control al servicio del mantenimiento de privilegios injustos, siguen estando presentes con mucha fuerza en el ámbito familiar, social y en particular en el eclesiástico. Los niños y niñas se encuentran, al igual que las mujeres, los ancianos, los discapacitados, las minorías sexuales etc., en una situación de desigualdad de poder en la familia, ya que están en una sociedad que promueve el poder de los adultos sobre ellos. La creencia de que las hijas e hijos son propiedad de sus padres aumenta la situación de dependencia, sometimiento y vulnerabilidad para la violencia. Estas nuevas miradas sobre la infancia, que no pueden ser soslayadas, evidencian como nunca, la realidad de la violencia que es ejercida sobre niños, niñas y adolescentes, que no era tan fácilmente visible en el pasado. En realidad xxxiv, “NUNCA hubo excusa para el maltrato, para el castigo físico, para recurrir al terror y las amenazas, con relación a los que son más pequeños, más débiles e indefensos --niños, mujeres, pobres, enfermos, etc. Y menos que menos, para aquellos que nos decimos cristianos. La Biblia es toda la Biblia, no dos o tres versículos aislados. La vida de Jesús y su relación con sus padres, con sus amigos, con la gente: desde maestros de la ley hasta prostitutas y su encuentro con los niños NO deja lugar a dudas en cuanto a la manera en que debemos tratar y relacionarnos con los demás. Si le pego a mi esposa, le pego porque soy un violento, un enfermo, un dominador, y no porque la Biblia dice que la esposa debe estar sometida al esposo. Eso es hipocresía, es engañarse y engañar; del perpetrador y de los que callan y encubren. Para que mi vida y mis relaciones estén regidas por el amor, la misericordia, la equidad, la sabiduría y ¡el sentido común! no necesito el aporte de la ciencia; todos los frutos del espíritu preceden al conocimiento científico y son independientes de él. ¿Por qué esto es importante? Porque es imprescindible reconocer que los cristianos individualmente y las iglesias estamos expuestos permanentemente a confundir la voluntad de Dios con nuestra voluntad, nuestros deseos y ambiciones, nuestras desviaciones, etc., y debemos, por lo tanto, hacer un ejercicio constante de preguntarnos: ¿esto es lo que Jesús hubiera hecho? ¿esto puede ser la voluntad de Dios? ¿qué más dice la Biblia sobre esto? ¿no habrá algo que no hemos leído o que no estamos entendiendo? La experiencia de Pedro con Cornelio es un ejemplo: cambiar totalmente la manera de pensar. Dejar el 'pero siempre se hizo así; mis mayores lo enseñaron; es lo correcto', y estar dispuesto a ver, de pronto, que NO está bien, y cambiar. Hoy podemos decir que ya no tenemos excusas con respecto a la niñez por el aporte de la psicología evolutiva por ejemplo, pero si no cambiamos nuestra manera de ser fieles a Dios y su Palabra, vamos a seguir equivocándonos, ¡y feo!, en otras áreas hasta que ¡¿la ciencia, los técnicos nos digan que está mal?! Entonces, ¿cuál es el sentido del discipulado? ¿de la nueva vida en Cristo? El pastor luterano padre de Bergman, el padre de Kafka y el padre de Hitler maltraron a sus hijos ¿porque la psicología evolutiva y los pedagogos todavía no les habían dicho que no debían hacerlo? Falso. Muchísima gente en esa misma época y condiciones criaron a sus hijos de manera muy diferente.
Y aun suponiendo que dependamos de la ciencia, en pedagogía, desde Pestalozzi (nacido en Suiza, en 1750 aproximadamente), NO hay excusa. O sea, como mínimo, estamos unos tres siglos atrasados! Por falta de conocimiento, de capacitación, de formación bíblica rica y enriquecedora, hemos visto adultos transmitir o explicar conceptos a los niños de una manera que no favoreció su relación con Dios o con la comunidad de fe, utilizar palabras o ejemplos que no eran adecuados para su edad o contexto, etc., pero jamás lastimar, dominar, sojuzgar, atemorizar. Eso viene de otro lado y es fruto del pecado”.
Preguntas necesarias A esta altura de la historia, se nos hace imprescindible, revisar nuestra relación con los niños, niñas y adolescentes en los contextos de fe. Hay algunos principios que pueden orientar las prácticas cotidianas de las iglesias, en relación con los niños, niñas y adolescentes. Algunos de ellos pueden ser:
Los niños y niñas son imagen de Dios.
Ellos pueden conocer a Dios, de una manera diferente a la que lo hacen los adultos.
La misión con los niños y niñas debe ser integral.
La perspectiva de Jesús hacia la infancia, manifestada en los evangelios, debe ser jerárquicamente superior a otras perspectivas bíblicas.
La perspectiva liberadora del Reino de Dios puede orientar las prácticas.
La perspectiva de Derechos Humanos de niños, niñas y adolescentes debe estar presente.
Otras perspectivas útiles son la de género, generaciones, etnias y clases.
Es inaceptable cualquier tipo de violencia hacia los niños , niñas y adolescentes.
Combatir el abuso espiritual a la infancia es tarea de la iglesia.
¿Cómo asegurar, o por lo menos disminuir, las posibilidades de abuso espiritual de la niñez en nuestras relaciones personales, familiares, eclesiásticas o sociales? ¿Es posible la prevención? ¿Qué tanto se acercan a estos principios anteriores nuestras prácticas? ¿Qué lugar tienen los niños en la iglesia y sus instituciones? ¿Qué debemos saber sobre los niños y niñas, sobre su desarrollo y su manera de ver el mundo, su lenguaje, sus juegos, para no abusar de ellos? ¿Qué hermenéuticas sostienen la violencia cultural? ¿Cuáles son los elementos estructurales que sostienen el abuso espiritual de la infancia?
¿Qué se puede hacer para disminuir la violencia directa, legitimada y naturalizada? ¿Qué pasa con las victimas dañadas? ¿Qué pasa con los que ejercen el abuso espiritual de la infancia? ¿Qué dicen los niños o adolescentes sobre el abuso espiritual? ¿Cuándo tendremos la valentía de denunciar frente a la justicia el castigo físico a los niños , niñas y adolescentes ejercido por miembros de las iglesias y alentado por el liderazgo?¿Esperaremos que lo denuncien otros actores de la sociedad?
Algunos desafíos para las iglesias
Es posible que la concepción de abuso espiritual de la infancia sea nueva para muchas personas. Quizá el primer paso es tomar conciencia de su existencia, de sus múltiples formas e ir identificando aspectos de nuestros ministerios que pueden ser abusivos.
La toma de conciencia debería llevar a responsabilizarnos del rol que hemos tenido en el abuso espiritual, por omisión o por comisión. Igualmente debemos reconocer de la existencia de víctimas y victimarios dentro de las iglesias y de las familias que la integran, así como de creencias, sistemas y estructuras que favorecen el abuso espiritual y la impunidad, dentro y fuera de la iglesia.
Revisar lecturas que han sido más ideológicas que teológicas, sobre temas como las relaciones entre los géneros , generaciones ,etnias y clases; la autoridad, el poder y la sumisión; el lugar de la infancia, el protagonismo y la participación; la disciplina y el castigo físico; la sexualidad; el consumo etc. Reconocer, responsabilizarnos y cambiar aquellas que han legitimado el abuso espiritual de la infancia y que son incompatibles con el concepto de los niños y niñas como imagen de Dios.
Revisar las prácticas, producto de creencias equivocadas o parciales, buscando prácticas alternativas, respetuosas de los niños y niñas.
Rescatar y potenciar aquellas lecturas y prácticas que sí son respetuosas de estos aspectos. La educación teológica del liderazgo debe ser fortalecida especialmente, como estrategia multiplicadora de prácticas respetuosas. Asegurar la participación protagónica de los niños, niñas y adolescentes. Desarrollar estrategias preventivas participativas amigables, desarrollando fortalezas especialmente con niños, niñas, adolescentes y familias que crían niños.
Desarrollar políticas de protección del abuso espiritual de la infancia.
Combatir el aislamiento de líderes o iglesias, donde la supervisión mutua sea una protección para el desvío hacia el abuso infantil.
Desarrollar acciones de acompañamiento de Responsabilizar a los agresores por sus conductas
líderes y familias de alto riesgo.
Acompañar pastoralmente a los protagonistas de situaciones de abuso espiritual, sin dejar de hacer las derivaciones técnicas pertinentes cuando corresponda. Recordar que muchas personas adultas evidencian el daño y las consecuencias del abuso, pero no necesariamente reconocen claramente el mismo como tal.
Investigar más sobre el tema del abuso espiritual a la infancia. Necesitamos saber mucho más.
Buscar ser un espacio que favorezca el desarrollo de todos sus miembros, siendo modelo de relaciones del Reino de Dios, basadas en el amor y no en el poder. Mantener la esperanza y el compromiso, a pesar de nuestras limitaciones y fracasos, confiando en todo lo que Dios puede hacer, a pesar de nuestras limitaciones.
Notas: (deben editarse mejor) i
¡Preparados, Listos, Ya! Una síntesis de intervenciones efectivas para la prevención de violencia que afecta a adolescentes y jóvenes. OPS-GTZ Lima 2008 ii
http://es.wikipedia.org/wiki/Tri%C3%A1ngulo_de_la_violencia
iii
http://es.wikipedia.org/wiki/Tri%C3%A1ngulo_de_la_violencia
iv
Galtung, Johan. Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia. Gernika: Bakeaz/Gernika Gogoratu 2003. v
vi vii viii
ix
Definicion de OMS, modificada por Irene Intebi. García Trovero, Magdalena. “Violencia sexual y salud mental en niños, niñas y adolescentes”Monografía de postgrado de Psiquatría Pediátrica. UDELAR,2002. Lloyd deMause: “The History of childhood”. Ed. Psycho-history Press, USA, 1974. Wikipedia : Violencia religiosa
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Wikipedia : Abuso religioso
xi
Wikipedia : Abuso espiritual
xii
Johnson, David y VanVonderen, Jeff : El sutil poder del abuso espiritual. Ed Unilit 1995. Miami-
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