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Cine Haifaa Al-Mansour: una cineasta

Haifaa Al-Mansour una cineasta que abre camino

Por PAMELA VELASTEGUI

EL CINE NOS HACE ABRIR LOS OJOS, PERO TAMBIÉN ABRE PUERTAS HACIA LUGARES DONDE NOSOTROS, COMO PÚBLICO, PENSÁBAMOS QUE NO PODÍAMOS LLEGAR; A VECES ESOS LUGARES TRASCIENDEN AL PLANO DE LO POLÍTICO Y LO SOCIAL. DIGAMOS QUE ESTA ES UNA DE ESAS HISTORIAS DONDE EL CINE ALUMBRÓ MUCHO MÁS QUE LA OSCURIDAD DE LA SALA.

En 2012 Arabia Saudita participó por primera vez en su historia en los premios de la Academia, los Óscares de Hollywood, con el filme Wadjda (La bicicleta verde). Este hecho marcó un hito no solo por el ingreso del país islámico al mercado mundial de la gran pantalla, también fue la primera película rodada completamente en ese territorio, con elenco totalmente saudí —aunque no se pudiera exhibir in situ, ya que los cines estaban prohibidos desde hace casi tres décadas— y, además, fue una cinta escrita y dirigida por Haifaa AlMansour, la primera directora mujer de su país.

El séptimo arte influye innegablemente en la configuración de una cultura, dado que puede y suele reconstruir y deconstruir elementos de las estructuras sociales. Implica una manera de ver las cosas y su efecto se ejecuta en la mente social colectiva: puede y suele ejercer un cuestionamiento al statu quo, que genera nuevas formas de debate y de relacionarnos. Por esto resulta indispensable hacer visible el hecho de que sea justamente una mujer, tanto con su

labor cinematográfica como política en los organismos culturales locales, uno de los motores más importantes para dar impulso a este rabo de nube que acaba con la censura al cine en Arabia Saudita, que dé inicio a la construcción de salas de proyección y promueva la creación de un festival y un fondo económico para realizar proyectos cinematográficos locales. ¿Qué antecedentes influyeron, y qué significa esto en lo social y político para ese país?

Haifaa Al-Mansour, de padre abogado y poeta, y madre —desde las posibilidades que le dio el medio— amante de las letras, nació en Al Zulfi, en la provincia de Riad. Octava de doce hermanos, creció en un régimen cuyo fundamentalismo endureció las normas sociales y restringió las libertades individuales. Migró para licenciarse en Literatura en El Cairo y más tarde, en Sídney, estudió Cine. Allí rodó su primer largometraje, Women Without Shadows, documental proyectado en diecisiete festivales y premiado en múltiples países. Luego saltó a la fama con La bicicleta verde en 2012, mientras en el país islámico las mujeres aún no podían sentarse al volante, asistir a partidos de fútbol o a conciertos de música, y apenas llevaban un año en el ejercicio de su derecho al voto. La directora saudí rodó Wajda durante siete semanas desde el interior de una furgoneta y dirigió a su elenco por medio de un walkie-talkie, debido a que en Arabia Saudita no se permite a hombres y mujeres interactuar en espacios públicos. Escribió la historia inspirada en una sobrina y decidió filmar en el barrio de su infancia. En una reflexión respecto al proceso de este filme, la directora ha declarado: “La gente reconoce el poder de lo que puede hacer una película. Pretendo ir más allá de la intolerancia y todo lo que me han dicho desde que era pequeña. Quiero incidir en la conciencia de las personas, en cómo piensan y sienten”, y continúa, “ahora entiendo muy bien lo que significa desafiar a toda una cultura y tratar de ser una misma”. En el filme Wadjda es una niña de diez años que, camino a la escuela, casualmente, encuentra el regalo deseado, una bicicleta verde. Por medio de esta historia y usando la bicicleta como horizonte, símbolo que históricamente ha acompañado las luchas por la autonomía femenina, se expone en la cinta la situación de desigualdad y opresión que viven las mujeres desde distintos niveles. Un año después de su estreno, luego de recibir el Premio a la mejor película árabe en el Festival de Dubái, el Premio France Cinéma de Cannes y de ser ovacionada en La Mostra de Venecia, La bicicleta verde fue designada para representar a Arabia Saudita en una de las plataformas internacionales más importantes del mundo. “Estamos muy orgullosos de esta película, que es una representación auténtica de nuestro país y nuestra cultura”, declaró el sultán Al Bazie, presidente de la Sociedad Saudita de Cultura y Artes, quien propulsó la carrera de la película hacia los Óscares en la categoría de mejor película extranjera para exponer una denuncia de compleja filigrana, sobre una sociedad que normaliza el matrimonio de una niña de diez años y la condena moral de la mujer por su imposibilidad de “darle un hijo varón” a su esposo.

La historia de Wajda, a quien encarnó la entonces pequeña actriz árabe Waad Mohammed, no solo representa el mundo cotidiano de una niña que se niega a ingresar en un sistema de roles cuyo lugar para la mujer es el menos afortunado, también corre el foco hacia la relación madre-hija, vínculo que se transforma durante toda la trayectoria del filme. Inicia con una madre distante que prepara a la niña para repetir su destino y, tras una ruptura en su vida, se rebela instalando su lucha por la esperanza para su hija. La bicicleta verde es el leit motiv para dirigir las miradas hacia las relaciones como medio para construir una nueva felicidad.

Un año después del estreno de Wadjda, Al-Mansour, a pesar de las críticas y de la hostilidad del medio hacia el trabajo de una mujer, recibió el Premio a la libertad de expresión del National Board of Review (NBR), y posteriormente fue nominada a cinco premios en el mundo anglo. Haifaa Al-Mansour fue seleccionada para formar parte del jurado del Festival de Cannes 2015 y en enero de 2019 recibió un Premio Crystal en el Foro Económico Mundial en Davos “por su liderazgo en la transformación cultural en el mundo árabe”.

Sin detener su marcha, Al-Mansour, después de su ópera prima, se arriesgó a tomar un nuevo proyecto recreando la Gran Bretaña del siglo XIX. Exhibido en el Festival de Venecia en 2017, su filme Mary Shelley reivindica a la autora del gran mito de Frankenstein. Esta cinta biográfica trata sobre una mujer joven en busca de su propia voz. “Hemos crecido con el mito de Frankenstein sin saber el nombre de su autora”, ha comentado la directora, quien hace una analogía entre la escritora, interpretada por Elle Fanning, con su concepción de una criatura que estremeció a la sociedad rebelándose contra sus propios creadores. Existe así un paralelismo entre la rebelión del personaje creado por Shelley y su propia rebelión ante las reglas de una sociedad que le impone un destino marcado.

Haifaa Al-Mansour ha seguido produciendo y creando desde lo invisible. Actualmente tiene otro tesoro entre sus manos, El candidato perfecto, otro filme que rompe paradigmas y propone a una mujer como líder social en el contexto árabe, más allá de todas las trabas evidentes. Esta obra fue

LA BICICLETA VERDE FUE EL PRIMER LARGOMETRAJE FILMADO ENTERAMENTE EN ARABIA SAUDITA Y EL PRIMERO REALIZADO POR AL-MANSOUR.

EL CANDIDATO PERFECTO, UNA PELÍCULA DONDE SE PLASMAN LOS INMENSOS CAMBIOS Y RANURAS QUE SE ABREN EN ARABIA SAUDITA.

MARY SHELLEY, UN IMPECABLE BIOPIC QUE HACE JUSTICIA A LA MADRE DE FRANKENSTEIN.

concebida mientras en Arabia Saudita cambiaban sus leyes de custodia respecto a las mujeres, al tiempo que fue la prime- ra película en recibir financiamiento del primer fondo saudí, el Saudi Film Coun- cil, para la producción cinematográfica. “Hay muchas libertades nuevas, pero aún no hay cómo aplicarlas”, declara AlMansour, “las mujeres no son educadas para ser independientes”. En El candida- to perfecto se retrata a una mujer joven, profesional en Medicina, que se atreve a tener ambiciones políticas en una so- ciedad conservadora y profundamente patriarcal y postular para un cargo mu- nicipal en su localidad. Este filme fue nuevamente seleccionado por el Comité de Premios de la Academia Saudita para participar en los Óscares en la categoría de mejor película extranjera.

Actualmente, Al-Mansour es una de las tres mujeres entre los trece miembros que conforman la Autoridad General de Cultura de Arabia Saudita. Su producción artística, tanto como su labor política, han influenciado a toda una generación de ci- neastas, sobre todo mujeres. Es fuente de debates sobre temas nunca antes expues- tos, como la crítica hacia la ortodoxia, la tradición y las restricciones que esta ejerce sobre la sociedad, la discriminación de gé- nero y tolerancia; todo esto en un país don- de el ejercicio de los derechos humanos se regenta bajo las leyes religiosas islámicas en un régimen monárquico que, sin embargo, ha empezado un contundente proceso de cambio, donde la industria cinematográfi- ca funciona como catalizador para el desa- rrollo de la economía cultural del reino.

Esta cineasta no solo es una mujer de un país islámico que abrió una in- dustria donde los cines estaban prohibi- dos desde 1983, además, se ha converti- do en un precedente de protagonismo para las mujeres silenciadas, un lugar donde actualmente surge la posibilidad de que sus voces sean escuchadas y sus miradas percibidas.

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