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Qué no te pase

¡Qué no te pase!

¡Qué no te pase!

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Por Brenda Melgar

1. El novio/planner/decorador/pastelero y todo lo que podía y no podía hacer

Este novio estaba ocupándose de todo en lo absoluto, su pareja dejó que él lo eligiera todo hasta el vestido de novia. Tenía su presupuesto definido y estaba muy feliz dando cada paso al altar. Un día me llama y me dice: hola, tú que eres mi amiga y eres wedding planner y como no te puedo contratar ¿me puedes ir resolviendo algunas dudas? Y le respondí claro, con gusto, pero nunca sospeché que las preguntas serían tantas. En una de sus interrogantes me dijo: fíjate que compré el vestido por internet y me salió a muy buen precio, pero resulta que ya vino y necesita unos ajustes, le dije ok vengan y veamos qué hay que ajustar. Llegaron a la oficina y para mi sorpresa el vestido era cuatro tallas más pequeño de lo que debería ser. Recuerdo decirle: ¡este no es un ajuste! Estando a solas le pregunté por qué había comprado un vestido talla ocho si esa no es para nada la medida de su pareja, y su respuesta fue algo totalmente inesperado. Dijo que no sabía la talla pero cuando estaba comprando el vestido recordó que calzaba ocho, y pensó que sería la misma talla de vestido, a mi se me abrieron los ojos y dijo, ¡sí lo sé! Ahora que lo digo suena totalmente ilógico, pero fue así mi confusión. El vestido lo arreglamos, ¡pero para lección de todos los hombres jamás la talla de zapato dice la talla de la ropa!

2. Necesito contar esta aventura que vivimos junto a unos de mis novios, era el día de la boda y todo estaba como lo habíamos planificado.

Se trataba de un casamiento cristiano evangélico en la que únicamente íbamos a tener música ambiental, todo era muy elegante y tranquilo, los invitados estaban en la cena y nosotros, el equipo de planners, ya habíamos pasado la mayor parte del protocolo, incluso algunos estaban cenando cuando de pronto se escucha un estruendo fuertísimo con el que inician a tocar su música mariachis infiltrados. El equipo no sabía si era una sorpresa de alguno de los padres, los novios no sabían de qué se trataba todo, nos veíamos las caras y ellos entraron hasta el centro del lugar cantando a todo pulmón. Los dejamos terminar la primera canción, inmediatamente hubieron parejas que se emocionaron y se levantaron a bailar. Era todo muy extraño porque nadie sabía de dónde habían salido los mariachis, el guardia del lugar de eventos pensó que podía dejarlos pasar simplemente porque dijeron que venían a la boda, me acerqué a los novios y estábamos igual de confundidos todos. Para la segunda canción pregunté a uno de los mariachis ¿perdonen quien los contrató? Y su respuesta fue no sé. Cada vez era más confuso hasta que llegue al cantante quien también era el encargado y me dice: ¿no es la boda de Jaime y Teresa? Y le digo no, estos novios se llaman Lucía y Juan y con cara de susto me dice: ¿entonces no es acá? Así que terminaron la tercera canción y se retiraron, por suerte para los novios fue motivo de risas y no una ofensa, ¡no podíamos parar de reír!

3. ¡Se cayó el pastel!

Esta era una boda en un jardín y resulta que la mesa donde sería colocado el pastel no estaba puesta en su lugar aún, así que decidieron dejarlo en la cocina y colocarlo hasta que la mesa llegara. Todo iba perfecto con cinco tortas de pastel montadas una encima de la otra, era un pastel gigante y hermoso con detalles minuciosos. Al estar colocada la mesa en su lugar el capitán de meseros decidió llevarlo a su lugar, yo lo veía desde lejos y en el momento menos esperado se tropezó en un hoyo muy pequeño que había en el jardín y se terminó cayendo con todo y pastel destruyéndose casi por completo. El capitán estaba angustiado y no paraba de disculparse, tuvimos que re armar el pastel cubriéndolo casi por completo de flores y repartiendo un pastel improvisado mandado a comprar el mismo día.

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