c a t a r s i s LucĂa Delgado 2018
No todas las guerras acaban a tiros. No vuelvas por mi, ya estoy herido.
-No lo recordaba, pero una vez dije, y en público, que las imágenes en blanco y negro tenían alma. -¿Alma? -Sí, alma, al hacer la sustracción del color a nuestros ojos sólo llega lo que vemos, sin más distracción que imaginarse la historia de detrás. Y todos los sentimientos que ello conlleva. Es un arte, es un método increíble para remover a alguien por dentro, a cualquiera, me encantaría poder ver a través de sus cabezas. A saber qué están pensando, qué pasó justo antes y justo después de ese ‘click’, dónde estaba, si fui sola o acompañada, si fue casualidad, o si llevaba horas en el banco de en frente esperando que algo pasara, si le dije que posara, o si le robé el alma. -¿Otro alma? -Se puede capturar el alma de alguien, o de algo, en una sola toma. Pocas veces pasa, ni si quiera puede ser premeditado. -Es la foto de una puta bicicleta. -Y llevas horas hablando de ella.
Que no podía pesar el humo, decía que eso era imposible Que fumaba por volver a sentir un cosquilleo, de nuevo Que no era la nicotina eran las pesadillas los recuerdos las caricias Que no podía pesar el humo, decía que eso era imposible
Siempre que te miro desde aquí abajo me pregunto cuántas cosas habrás visto, desde ahí arriba. Cuántos corazones romperse, cuántos fuegos apagarse, como si de cerillas se tratase. Y a ver quién de los dos, se consume antes.
Dime si eres como el fuego que baila como el tiempo que pasa Dime si eres como el viento que canta como el mar, que arrastra todo lo que tiene y va y viene y va y viene Dime si eres bastante o suficiente Si eres de los que da aire O de los que lo quitan Dime si escuchas al viento que corta el aliento Si eres agua que fluye, o se hiela O se evapora Dime si eres como el fuego que baila O te apagas
No era el olor de las flores Ni eran las noches Tampoco las voces Que el alma conoce Era el buscar Anhelar Algo familiar Reconocer Despertar Y respirar No era el olor de las flores Pero si algo similar
Todo aquello que dejabas en la tierra no dejaba rastro, ni huella Y la vida me la he pasado entera clavรกndote los dientes, a ver si te quedas
Solía decir que aquel valle de lágrimas pasa por todos y cada uno de los pliegues de tu piel en escamas Solía decir que de ahí salen las flores de ahí nacen los hombres da la fragilidad infinita de tu piel marchita Solía decir que desvía los vientos, llena las grietas pues de tus ojos brota la sed y riega todo lo que ve Cada vez que pestañeas
Como los que inventan personajes, Clara, la llamaba. Se esforzaba por no parecer ella, pero no se daba cuenta de que no hacía más que dibujarse, que escribirse. Y ella lo negaba. Como si no tuviera un mundo entero que expresar, como si no se desnudara cada vez que creaba, como si la tinta no fueran lágrimas. Y ella lo negaba. Y yo me esforzaba en no dejar de preguntarle, porque cuantas más veces lo negara, más suyo significaba que era. Y yo la quería toda, toda ella... Y cómo no ibas a ser tú, con esos párrafos. Y cómo no ibas a ser tú, con esos labios. Clara, la llamaba.
Ya no quedan flores en la puerta ni cartas en la mesa no quedan susurros en la oreja ni pรกjaros en la cabeza Ya no quedan, fueron a anidar con los poetas.
Y bĂĄilame el agua que tengo un pacto con la sed y un trato con tu boca Y aunque vayan mil derrotas terminarĂŠ por amarte terminarĂŠ por matarme No me queda otra