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Lucía Rosales
Guardé silencio resignado, me contuve inútilmente. Pero mi herida empeoró, el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.
Guardé silencio resignado, me contuve inútilmente. Pero mi herida empeoró, el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.