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27 de agosto El camino de la gloria Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12.

Qué deseaba el Señor Jesús, al hacer una declaración como esta? ¿Filosofar? ¿Presentar un enigma? ¿Simplemente confundir? ¡No! ¡Jamás salió de la boca del Maestro un consejo que no fuese realidad de vida! Solo que, para entender la practicidad de sus palabras, es necesario, a veces, fracasar. El dolor es un maestro convincente: el dolor trae, bajo sus alas, la vergüenza; el dolor y la vergüenza te conducen a las profundidades penosas del fracaso, tierra fértil para el análisis y la meditación. Entonces, entiendes que podrías haber escalado la cumbre de tus sueños, yendo por un terreno más seguro, aunque quizá más difícil. El versículo de hoy nos muestra las contradicciones entre el Reino de Dios y el reino de los hombres: en el Reino de Dios, caminas para abajo y, sin embargo, asciendes; diferente del reino de los hombres, en el que tratas de llegar arriba y te descubres en el terreno pantanoso del abismo. El egoísta corazón humano es incapaz de entender las cosas del Espíritu. Por eso, la vida, en este mundo, es la desesperada carrera detrás de la gloria, el poder, las luces y los aplausos. Para alcanzarlos, se echan a un lado los valores, los principios y hasta el respeto propio. Un día, puedes lograr lo que tanto buscas, pero entonces descubres que continúas vacío, y te desesperas y no sabes hacia dónde más correr. Cuando te dejas guiar por el Espíritu, las cosas son diferentes: tu gloria es el camino de la abnegación, del servicio, de la renuncia y del altruismo. No buscas gloria, tratas de servir. Pero, extraño como parezca, ese camino te conduce a las alturas, y un día te descubres en medio de las pantallas que no buscaste: es el brillo de una noche de sueño tranquilo, la paz de un corazón que no debe, y la quietud del amor de gente querida, a la que supiste hacer feliz. Hoy es un nuevo día, y una nueva oportunidad para reorientar tus valores y analizar la búsqueda de tu corazón: ¿Hacia dónde te diriges? ¿Qué blancos persigues? Déjate guiar por la Palabra de Dios, y haz de este un día de servicio, "porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".


28 de agosto ¿Qué señal? Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Mateo 24:3.

La curiosidad es innata en el ser humano; en realidad, es el primer paso hacia el descubrimiento. Nada habría sido descubierto en el mundo, si el hombre no fuese curioso por naturaleza. Pero, la curiosidad debe ser orientada de forma correcta; de otro modo, puede llevar, incluso, a la destrucción. Esa fue la tragedia de nuestros primeros padres. La pregunta: "¿Qué señal habrá de tu venida?", se encuentra repetida varias veces en la Biblia. El ser humano desea conocer no solo las señales, sino también la fecha exacta del mayor evento de la historia. Pero, por algún motivo especial, Jesús no especificó la fecha de su venida. Éramos nueve hermanos. Papá trabajaba en las minas, y llegaba a casa cada dos semanas. Antes de viajar, nos dejaba una lista con los deberes que debíamos cumplir antes de su llegada. Eran deberes diarios, pero nosotros dejábamos todo para la última hora. Cuando llegaba el día final, nos distribuíamos las tareas, y en pocas horas teníamos todo listo. Papá se emocionaba al llegar. ¡Pensaba que tenía hijos maravillosos y obedientes! Estaba engañado. Cierto día, hubo un accidente en las minas. Los trabajos fueron suspendidos, mandaron a todos los trabajadores para la casa, y él llegó antes de lo previsto. Para sorpresa suya, se encontró con la triste realidad: los hijos queridos no eran tan maravillosos como él pensaba. Esta es apenas una historia, y mi padre solo un ser humano. No tenía la capacidad de conocer el corazón de los hijos. Pero, Dios es Dios, y con él las cosas son diferentes. Mucha gente se pregunta por qué Jesús no anunció el día exacto de su regreso. Creo que la razón es la naturaleza del corazón humano: si supiésemos el día exacto, viviríamos sin tener en cuenta sus consejos; faltando pocos días, arreglaríamos la vida y trataríamos de prepararnos para ir con él. Esto no le haría ningún bien al ser humano. Por eso, Jesús incluyó el elemento sorpresa; y el énfasis que la Biblia da no es a la fecha, sino a la preparación del ser humano para encontrarse con el Señor. Haz de este día un día de preparación, recordando que, aunque no sabemos el día ni la hora de la venida de Cristo, todo indica que estamos viviendo los últimos tiempos de nuestra historia en esta tierra.


29 de agosto Primero lo de adentro ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo defuera sea limpio. Mateo 23:26.

Lo primero que el escritor necesita, al redactar cualquier artículo, es asir el pensamiento central: este es el fundamento, la espina dorsal que sostendrá las palabras; todo lo demás es complemento. Por más bellas que sean las expresiones, si no existe nada por dentro, es solo una colección de palabras vacías. La vida cristiana es muy parecida. Pero, el ser humano siempre tuvo dificultad para entender esto. Su preocupación es la apariencia, lo que se puede ver; tal vez, por su incapacidad de discernir lo que existe en el corazón de las personas. El pueblo de Dios, en los tiempos de Cristo, vivía este drama. Una exagerada preocupación con "parecer" bueno; énfasis en la apariencia. Creía que, cuanto más extensa fuese la cantidad de prohibiciones, más santa sería la vida religiosa. Tal vez, sus intenciones fuesen buenas; quién sabe, fuese sincero. Es lamentable que la sinceridad nunca fue un sinónimo de estar en el camino correcto. El tiempo se encargó de demostrar cómo esa manera de ver las cosas solo conducía a la desesperación, al desencanto y a la frustración espiritual, por no alcanzar lo que se había propuesto. El Señor Jesucristo lo confrontó con la realidad del Espíritu: "Limpia primero lo de dentro". ¡Qué mensaje! Lo de afuera es consecuencia, resultado, fruto o como lo quieras llamar; lo esencial, lo básico, lo indispensable, lo que realmente vale es lo que hay dentro. Jesús había venido al mundo exactamente con el objetivo de realizar esa obra que ningún ser humano puede lograr: transformar la naturaleza interior; limpiar la fuente de las intenciones y de los sentimientos; curar de verdad, y no solamente colocar un adhesivo para disfrazar la herida. ¡Autenticidad! Esa es la palabra correcta. Una vida auténtica es una vida fundamentada en Cristo; cualquier experiencia que vivas separado de él es cáscara, fachada, apariencia. No esperes caer, agonizante, en el camino de la vida para entender un mensaje tan simple. Haz de este un día de comunión con Jesús. Vive con él todos los días. No te separes del Maestro en ningún momento, y verás que los frutos maravillosos de la vida cristiana aparecerán en tu vida, como un resultado natural de vivir al lado de Jesús.


30 de agosto Responsabilidad personal El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Ezequiel 18:20.

Iba por el mundo, de ciudad en ciudad, cargando el peso de la culpa, buscando aire puro para su corazón manchado de angustia; de hotel en hotel, peregrino de la vida, ¿o de la muerte? Ni él mismo sabía lo que pasaba en la maraña de sus pensamientos. Tenía dinero, pero de nada le servía. Dinero sucio, robado del sudor del pueblo; dinero que le compraba cosas, pero que no lo hacía feliz. Hasta que, un día, lo aprendieron y lo llevaron de vuelta a su país. -Pude seguir huyendo, pero no lo hice; creo que en el fondo quería estar preso. Estaba cansado de andar sin rumbo -me dijo cuando hablé con él. Había leído un libro escrito por mí, y me pidió que lo visitara. Era famoso. Su caso había tenido mucha repercusión en la política nacional. Cuando lo vi, no era ni la sombra del hombre poderoso que yo había conocido a través de los medios de comunicación. Estaba ahí, sentado frente a mí, con el cabello y la barba de muchos días, ojos sin brillo; triste y dispuesto a abrirle el corazón a un consejero espiritual. -No me arrepiento -continuó- Mis padres fueron pobres. La sociedad injusta los había condenado a una vida de miseria y, desde niño, me propuse que, para mí, la vida sería distinta. La sociedad es la culpable, ¿y yo debo pagar por eso? Pero el versículo de hoy dice lo contrario. El único responsable por lo que me ocurre soy yo. No puedo echarle la culpa a nadie. Es posible que viva en una sociedad injusta, que la educación que recibí de niño haya sido desfavorable; puede ser, incluso, que la vida haya sido cruel, pero el lugar donde se deciden las actitudes es el tribunal de la conciencia de mi corazón. No puedo huir de mi responsabilidad personal. Vivir es decidir. Todos los días, a cada momento; desde que te levantas hasta que te acuestas. No puedes huir de esa realidad. Parte hoy con Jesús para enfrentar tus responsabilidades. Pídele que te ayude a tomar decisiones sabias porque, un día, "el alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él".


31 de agosto Lo escarnecían Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Mateo 27:29.

Uno de los más bellos discursos que escuché fue pronunciado por quien fuera presidente de la Rep. del Perú, Fernando Belaúnde Terry. Al descender del avión, retornando de Punta del Este después de una reunión de presidentes en la que había sido ovacionando de pie, pronunció las siguientes palabras: "¿Qué me aplaudes, pueblo peruano, si fui a Punta del Este porque tú me enviaste? ¿Y qué laureles me alcanzas, si tú te los ganaste?" ¡Extraordinario! ¡Una joya del discurso! Expresa el valor de una corona de laureles: los seres humanos la buscan desesperadamente porque simboliza éxito, prosperidad y victoria. Pero, Jesús vino a este mundo a recibir una corona de espinas, que simboliza dolor, sufrimiento y vergüenza. Y lo importante es que, al dejar sus mansiones celestiales y descender a este mundo manchado por el pecado, Jesús sabía a lo que estaba viniendo; sabía lo que le esperaba. Y así mismo, vino. Desde su niñez, el Salvador del mundo sabía que el camino por recorrer estaba alfombrado de lágrimas y aflicciones; a fin de cuentas, eso es lo que el pecado había introducido en este mundo. ¿Cómo librarnos de las espinas, sin sorber el amargo vaso del dolor? Aquel día, el universo temblaba en todos sus rincones. Los verdugos se arrodillaban, con sarcasmo, delante de Jesús y lo llamaban rey. Mal sabían ellos que, un día, se volverán a arrodillar; no más para burlarse de él, sino para clamar a las rocas y a los montes que caigan encima de ellos y los oculten de la presencia de aquel que un día despreciaron. Hoy es el día: o te arrodillas hoy con santo temor y cuando él vuelva te levantas, alegre, para recibirlo, o te levantas hoy para burlarte y te arrodillas, en el día final, para reconocer su señorío. Nadie puede huir; ningún argumento sirve para postergar la decisión. El Maestro está a la puerta del corazón y llama. Hoy es el día de buena nueva: entrégale el corazón mientras eres joven, mientras puedes andar con tus propios pies. Él está allí, con los brazos abiertos, esperándote. No te olvides: "Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!"


1 de septiembre A su imagen Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.

Abelardo volvió a mirarse en el espejo, y otra vez tuvo ganas de quebrarlo. Sintió pena y asco, al mismo tiempo: pena de ver hasta dónde había llegado; asco de ser la patética figura que era. ¿Adonde iría? ¿Quién podría ayudarlo? No estaba seguro de querer verse otra vez; al menos no así, en ese estado deplorable. La triste figura que veía reflejada era el resultado de años de esclavitud. Se consideraba una piltrafa humana, incapaz de decir que no; sin fuerzas para quebrar las cadenas que lo sometían a la drogadicción. Un día, llegó a sus manos un folleto que comentaba el versículo de hoy. La lectura del folleto lo hizo pensar: ¡él había sido creado a imagen y semejanza del Creador! Evidentemente, la figura que veía en el espejo no era ni tan siquiera una imitación grotesca del ser humano que saliera un día de las manos de Dios. Algo había sucedido a lo largo del camino; algo extraño, malo, pernicioso... Lo peor que el pecado hace en el ser humano es desfigurar la imagen del Creador. No se trata únicamente de un asunto físico: el hombre tenía un carácter semejante al de Dios, centralizado en el amor. Pero, el pecado lo volvió egoísta, cínico, cruel y, con frecuencia, despiadado. El propósito de la redención es restaurar, en el ser humano, la imagen perdida de Dios. Esa transformación sucede mediante la convivencia diaria con Jesús. Así sucedió con los discípulos, y así sucederá contigo, si buscas a Jesús constantemente. Las frecuentes derrotas llevaron a Abelardo a buscar a Jesús. En desesperación, cayó un día a sus pies, y le dijo: "Señor, he luchado solo y no logré nada. ¿Puedes hacer algo por mí?" La oración no había salido todavía de sus labios, cuando la respuesta de Jesús se hizo presente. En la penumbra de su mente entenebrecida por las drogas, sintió el toque divino del amor y el deseo de levantarse del polvo. Conocí a Abelardo en un congreso de jóvenes; sus ojos brillaban de emoción, mientras me contaba su historia. Por eso, hoy, sal hacia el cumplimiento de tus deberes diarios recordando que no eres fruto del acaso: Dios tiene, para ti, un propósito maravilloso porque, un día, "creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó".


2 de septiembre Siempre a tu lado YJehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles... Éxodo 13:21.

Aquella noche, Abril no durmió bien: fue atormentada por pesadillas y, finalmente, el ruido del trueno la despertó. Miró el reloj: ya era hora de levantarse; tenía un día sobrecargado por delante. Sin embargo, notó que estaba bañada en sudor frío. Se tocó la frente, y percibió que ardía en fiebre. Afuera, se había desatado una tormenta torrencial, y por la radio se recomendaba no tomar las carreteras vecinales. El viento y la lluvia golpeaban la ventana escandalosamente. Abril dudó en salir: ¿no sería arriesgado viajar en ese estado de salud y con ese clima? Lo sería, tal vez; pero hay ocasiones en que el deber llama y hay que obedecerlo. La joven ejecutiva abrió su Biblia, meditó en un pasaje inspirador, conversó con Dios y, después de tomar un vaso de leche caliente y una aspirina, salió para la lucha del día encomendando su vida a Dios. Todo iba bien al principio, pero la tormenta no disminuía y la carretera se hacía cada vez más peligrosa. En la radio, anunciaban que había trechos en que las aguas venidas de las montañas habían abierto zanjas, y la carretera estaba interrumpida. Abril condujo el auto hacia un lado de la carretera, y volvió a orar. Sudaba. La fiebre aumentaba: empezó a temblar y a sentir escalofríos. Se acurrucó, envuelta en la casaca de cuero, y empezó a notar que se desvanecía. Al mismo tiempo, sintió una voz, en el corazón, que la guiaba: "Lleva el automóvil un poco más adelante". Ella no tenía ya más fuerzas pero, ante la insistencia de la voz interior, avanzó unos metros y se desplomó sobre el volante. Al despertar, percibió que los bomberos la colocaban en una camilla. Temblaba. Uno de los bomberos le dijo: "Dos metros más, y usted estaría aplastada por el árbol, que cayó". Dios no le había hecho aparecer una antorcha de fuego ni una nube protectora pero, en medio del peligro, la voz de Dios le dijo: "Hija, lleva el automóvil más allá, antes de que te desmayes". ¡Cosas de Dios! Experiencias de fe. Gente que aprende a depender de Dios todos los días; personas que, antes de salir corriendo hacia la lucha de la vida, separan tiempo para decir a Dios: "En tus manos encomiendo mis caminos". Haz de este un día de compañerismo con Jesús. Atrévete a vivir la dimensión de la fe. Si vas con él, sucederá contigo lo que sucedió con e^pueblo de Israel: "Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles [...]".


3 de septiembre El peligro del orgullo Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. Ezequiel 28:15.

De la perfección a la maldad. ¿Cómo es posible? Lucifer era perfecto, al salir de las manos del Creador. Pero, justamente por ser perfecto, necesitaba ser libre. Si no pudiese decidir, no sería libre; sería apenas un esclavo del bien, y no sería perfecto. Su tragedia fue pensar que podía vivir solo: decidió separarse del Creador y seguir un camino extraño. El orgullo es eso: la insensata idea de que puedes vivir solo. Nadie puede; todos los seres creados somos dependientes. Vinimos de las manos del Creador, y solo seremos completos cuando nos volvamos a él. Pero, el orgullo te lleva a pensar que no necesitas de nadie; que eres autosu- ficiente y capaz de escoger tu propio camino. El resultado es que, lejos del Creador, aparece el deterioro. Lenta, imperceptiblemente al comienzo. Pero, cuando un día abres los ojos, no te queda otra cosa sino un remedo de la imagen de Dios con la que fuiste creado. A lo largo de mi vida, he conocido jóvenes brillantes. Tenían un maravilloso futuro por delante; parecían un sol naciente, en las frías mañanas de invierno. Tal vez, justamente por eso creyeron que podían reinar, soberanos, en el escenario de su propia existencia. Hoy, queda poca cosa de ellos. El origen del orgullo es un misterio; la Biblia no lo explica. Dios describe lo que sucedió pero, por algún motivo, no nos explicó el porqué ni el cómo. Simplemente, nos muestra el triste destino de separarse de la Fuente permanente de la vida, que es él. Si, por algún motivo, crees que puedes decidir solo, detente y piensa. Dios permitió que el ser humano organizase el tiempo en días, semanas, meses y años, quién sabe por eso: para darte la oportunidad de hacer un alto y reflexionar. Reflexionar es vivir; y vivir es corregir, todos los días, a cada instante, siempre que percibes que te estás yendo fuera del camino que un día el Creador te preparó. Haz de este un día de reflexión. ¿Quién es el centro de tu vida y de tus decisiones? ¿Quién ocupa el primer lugar en tu existencia? Aprende de la historia. La historia de Lucifer es una historia triste, porque: "Perfecto era en todos sus caminos desde el día en que fue creado, hasta que se halló en él maldad'


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