28 enero-4 febrero

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28 de enero Misericordia inmerecida Basado en Mateo 5:7 "Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de tí: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios"(Miqueas 6:8). Hace unos años, Hildegard Goss-Mayr, del Movimiento Internacional de la Reconciliación, relató esta historia real: Durante los trágicos combates que tuvieron lugar en Líbano a lo largo de la década de los setenta, un alumno de un seminario cristiano iba andando de un pueblo a otro cuando cayó en una emboscada tendida por un guerrillero druso. El guerrillero le ordenó que bajara por un sendero con el fin de fusilarlo. Pero sucedió algo asombroso. El seminarista, que había recibido entrenamiento militar, sorprendió a su captor y lo desarmó. Las tornas se cambiaron y el druso recibió la orden de descender por el camino. Sin embargo, mientras avanzaban, el estudiante de Teología comenzó a reflexionar sobre lo que estaba sucediendo. Recordando las palabras de Jesús: "Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; poned la otra mejilla", se dio cuenta de que no podía seguir adelante. Arrojó el arma entre los arbustos, le dijo al guerrillero druso que estaba libre y echó a andar colina arriba. Unos minutos más tarde, mientras caminaba, oyó que alguien corría tras de él. "Aquí se acaba todo", se dijo. Tal vez el druso había recuperado el arma y quería acabar con él. No obstante, siguió adelante, sin mirar atrás, hasta que e! enemigo lo alcanzó, lo agarró, lo abrazó y, hecho un mar de lágrimas, le agradeció que le hubiera perdonado la vida. La misericordia se expresa con el perdón. En cierta ocasión, una madre se acercó a Napoleón pidiéndole que perdonara a su hijo. Ei emperador respondió que el joven había cometido dos veces el mismo delito y que la justicia exigía su muerte. -No pido justicia -replicó la madre-, sino misericordia. -Tu hijo no merece que tengan misericordia de él -contestó Napoleón. -Solo pido misericordia -exclamó la mujer-. Si la mereciera, ya no sería misericordia. -Pues bien -dijo el emperador-, tendré misericordia de él. Y perdonó al hijo de la mujer. Dios no nos dio lo que merecíamos, sino que tuvo misericordia de nosotros. A! sentir la extraordinaria misericordia que Dios ha derramado sobre nosotros, no podremos hacer otra cosa que derramar misericordia sobre los demás. "Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios" (Miq. 6:8).


29 de enero ¿Cambio de dieta o de corazón? Basado en Mateo 5:8 "Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios" (Mateo 5:8). En cierta ocasión, junto a mí estaba una madre joven, llorando. "He orado", dijo entre sollozos, "para que el Señor me ayudara a vencer el abuso del azúcar, pero le estoy fallando estrepitosamente". Me interesa mucho todo lo que tenga que ver con un estilo de vida saludable. Jamás he tomado una taza de café, ni siquiera descafeinado. Por regla general, no como entre horas. Mi esposa y yo procuramos caminar un buen trecho cada mañana. Comemos dos veces al día, tomamos bebida de soja y no comemos carne. Cada vez hay más cristianos que están convencidos de que la mejor manera de mantenerse sano es no comer ningún producto animal. Además de no comer carne, no beben leche, no comen huevos ni usan grasas saturadas. Este estilo de vida se llama "vegano". No hay nada malo en tratar de vivir de la manera más saludable posible. Es una actitud cristiana. Sin embargo, el cristiano no debe mirar al que tiene al lado y criticarlo por no seguir su mismo estilo de vida. En tiempos de Jesús, los fariseos eran muy escrupulosos en el cumplimiento de la ley. Eran tan escrupulosos que se inventaron leyes para guardar la ley. Jesús no veía con malos ojos que cumplieran la ley. Decía que era su deber, pero no debían descuidar lo otro. ¿A qué "otro" se refería Jesús? Se trata de "lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe" (Mat. 23:23). Los fariseos eran duros con las personas que no creían lo mismo que ellos. No les preocupaba cómo era su corazón. Lo único que les importaba era cómo podrían utilizar su estilo de vida para impresionar a los demás. El asunto estriba en que si ser cristiano es cuestión de vestir de cierta manera o eliminar ciertas cosas de la dieta, resulta claro que podemos hacerlo nosotros mismos y no necesitamos a Jesús. Cualquiera puede cambiar su apariencia externa, pero solo Dios puede cambiar el corazón. Jesús dice: "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Eze. 36:26).


30 de enero Acuérdate de tomar la medicina "Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré"(Salmo 5:3). Me estaba preparando para el ministerio y empezaba un nuevo curso en la universidad. En un examen médico de rutina, el doctor observó que mi corazón latía de forma irregular. Pero no dijo nada más y yo no me preocupé. Al cabo de algunos años fui a visitar al que fuera mi compañero de habitación en la universidad. Se había especializado en medicina interna y me invitó a su consultorio para hacerme una prueba de esfuerzo. Cuando la prueba terminó, me dijo que padecía fibrilación atrial -o auricular-, lo que provoca un ritmo irregular en el latido. El resultado es que las aurículas, las cámaras superiores del corazón, no pueden vaciar todo su contenido en los ventrículos, las cámaras inferiores; lo que, en última instancia, significa que corro el riesgo de sufrir una embolia cerebral. El riesgo es pequeño, pero no deja de ser un riesgo. Me sugirió que tomara un medicamento que me diluyera la sangre. Esto reduce enormemente la posibilidad de desarrollar un coágulo que podría paralizarme o costarme la vida. El anticoagulante se llama warfarina. Es un compuesto desarrollado originalmente para matar ratas. A veces, bromeando, digo a la gente que cada día tomo mata ratas. Imagínese su reacción. Pero no se preocupe por mí. Cada día tomo la medicina y, una vez al mes, me analizan la sangre para asegurarse de que tiene la fluidez correcta. Realmente, somos unas criaturas extraordinarias. Ocho semanas después de la concepción, cuando el embrión mide solo dos centímetros y medio, el corazón ya está completamente desarrollado. Incluso antes, hacia la cuarta semana de gestación, ya empieza a latir un corazón rudimentario. A partir de entonces el corazón late 100.000 veces al día, 35 millones de veces al año y un promedio de 2.500 millones de veces a lo largo de toda la vida. Doy gracias a Dios porque puedo decir que mi problema de fibrilación auricular está controlado. Cada día tomo fielmente mi medicina. Pero me enfrento a otro desafío: mi corazón espiritual. Para mantenerlo sano también tengo que tomar cada día mi "medicina". Eso es, tengo que orar y estudiar la Biblia. Ese medicamento no es solo para mí, sino para toda mi familia. El culto familiar es un tiempo dedicado a cantar, a orar y a estudiar juntos la Palabra de Dios. Si hasta ahora en su casa no existe la costumbre del culto familiar, esta es una buena ocasión para empezar.


31 de enero Entréguele su corazón Basado en Mateo 5:8 "Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6:5). Resulta fascinante descubrir cómo Dios diseñó el cuerpo humano. ¿Sabía usted que, en promedio, el corazón bombea un total de ciento sesenta millones de litros de sangre a lo largo de la vida de una persona? Con esa cantidad se llenan más de tres superpetroleros. El corazón humano genera suficiente presión para arrojar un chorro de sangre a diez metros de distancia. No es de extrañar que podamos sentir tan fácilmente cómo late nuestro corazón. Para bombear la sangre por todo el cuerpo con rapidez y eficiencia se necesita mucha presión. Si ponemos los dedos en los pulsos de la muñeca y el cuello podemos sentir la pulsación. El pulso que sentimos es la sangre que se detiene y reanuda su flujo a través de las arterias y las venas. En un minuto, la sangre circula tres veces por el cuerpo. Al cabo del día, la sangre ha recorrido un total de 19.000 km. Ahora entiendo por qué David escribió: Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien" (Sal. 139:14). En las Escrituras el "corazón" es la persona en su totalidad. Esa palabra se usa para describir el centro, la esencia de toda la personalidad. Es lo que somos, el centro de nuestro ser y, aunque incluye el pensamiento, es mucho más que eso. Incluye las emociones, pero es mucho más que las emociones. Incluye los afectos, pero es más que los afectos. También es la voluntad, lo que queremos y sabemos hacer. El corazón abarca todas estas cosas. ¡Yo soy mi corazón! Por tanto, cuando Dios nos pide que lo amemos con todo nuestro corazón, no habla del corazón físico, el que se encuentra en el centro de nuestro tórax. Se refiere a lo que hace que yo sea quien soy. Las enfermedades del corazón son la mayor causa de mortalidad. Quienes pierdan la salvación también serán víctimas de una "enfermedad del corazón". Así como la insuficiencia cardíaca tiene sus síntomas, la insuficiencia cardíaca espiritual tiene los suyos. Muchos presentan síntomas de enfermedad del corazón espiritual, pero no parece importarles. La mayoría de la gente se preocupa más por mantener sano el corazón físico que el espiritual. La ciencia ha descubierto numerosas maneras de conservar sano el corazón y salvarlo cuando tiene problemas. Dios tiene maneras de mantener sano nuestro corazón espiritual. La buena noticia es que él jamás ha perdido un paciente.


1 de febrero Soy así... Basado en Mateo 5:8 "Los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí, y perdonaré todas sus iniquidades con que contra mí pecaron y contra mí se rebelaron" (Jeremías 33:8). Hace algún tiempo, el cardiólogo solicitó que me hicieran una prueba especial: una ecocardiografía. Gracias a este procedimiento pudo observar el interior de mi corazón mientras latía y descubrió que tengo un prolapso en la válvula mitral. Para la mayoría de los pacientes, esto no representa un grave riesgo para su vida, por lo que no suele ser preciso que pasen por un tratamiento específico o cambien radicalmente su estilo de vida. Por suerte, ese es mi caso. Doy gracias a Dios porque jamás he padecido ninguna molestia. Los problemas del corazón físico ponen en peligro nuestra vida en la tierra, pero las enfermedades de la vida interior pueden significar la pérdida de la salvación eterna. ¿Cuál es la solución? Dios y su Palabra hacen en nuestro corazón espiritual lo mismo que hace una ecocardiografía en nuestro corazón físico. Vea qué dice este texto: Ta palabra de Dios es viva, eficaz [...] y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb. 4:12). ¿Cómo es eso? La Biblia diagnostica nuestro problema y nos muestra la manera en que Dios quiere sanarnos. Una fábula cuenta que, cierto día, un escorpión quería cruzar un río. Entonces una tortuga se acercó a la orilla, arrastrándose lenta y cansinamente. El escorpión dijo: -Oye, ¿Te importaría llevarme a la otra orilla del río? -¡Ni lo sueñes! -respondió la tortuga- Cuando lleguemos a la mitad del río me clavarás tu aguijón y moriré. -¿Por qué tendría que hacerlo? -dijo el escorpión- Si te clavo el aguijón y mueres, yo moriré ahogado. -Está bien -dijo la tortuga-, te llevaré. Cuando ya habían recorrido la mitad de camino, el escorpión clavó su aguijón en el cuello de la desventurada tortuga, quien, con su último aliento, preguntó: -¿Por qué lo hiciste? La respuesta no se hizo esperar: -No lo sé. Soy así... Algunos tratan de curar su corazón espiritual con sus propios recursos, pero es imposible, porque el pecado impregna nuestra forma de ser. La buena noticia es que Dios ha prometido darnos un corazón nuevo. "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Eze. 36:26). Tenemos una esperanza: Jesús. Quizá la válvula mitral de nuestro corazón tenga un prolapso, pero nuestro corazón espiritual puede ser completamente nuevo y sano.


2 de febrero Señor, consérvanos puros Basado en Mateo 5:8 "Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta es limpia y recta" (Proverbios 20:11). Una cosa es descubrir que las culturas idólatras y paganas del mundo son impuras y otra muy distinta es ver que el mundo cristiano le da la espalda a la moral y la pureza. No hay influencia que corrompa más el corazón y, por desgracia, la mente de muchos que profesan ser cristianos, que los medios de comunicación de masas, en particular la televisión e Internet. Son educadores de moral disoluta. El cine y la televisión enseñan que "el sexo" sin restricciones (léase: adulterio, fornicación y homosexualidad) es normal. Por ello cantan ¡as alabanzas de la infidelidad conyugal y el divorcio. En los Estados Unidos, más de la mitad de los matrimonios termina en ruptura. Casi la mitad de los niños que nacieron en este país durante el año 2009 eran hijos de madres solteras. Cada día se practican 115.000 abortos, lo que equivale a 42 millones al año. El 83% de los abortos del mundo se practica en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, mientras que el 17% restante se da en los países desarrollados. "Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natura! con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Rom. 1:27). El movimiento en favor de los derechos de los homosexuales ataca sistemáticamente a la familia y ahora redama que puedan contraer matrimonio y adoptar niños. Existe el peligro de que los cristianos que viven en una sociedad corrupta e inmoral acaben por aceptar como normal lo que es anormal, que una persona homosexual siga su estilo de vida porque, sencillamente, no puede cambiar sus inclinaciones. Existe el peligro de que los cristianos comiencen a aceptar la fornicación y el adulterio como parte integrante de la vida. Existe el peligro de que ¡os cristianos empiecen a pensar que, aunque el divorcio sea un asunto grave, pueda justificarse incluso cuando no hay adulterio. Los actos impuros proceden de corazones impuros. Cuando los pensamientos del corazón son impuros, la vida es impura. Solo los puros de corazón podrán llegar a ver a Dios y vivir en gloria con él. Cuando era niño, había una pastilla de jabón que era muy popular. El fabricante lo anunciaba como puro al 99,44%. Jesús quiere que seamos aún más puros. ¿Es esta su elección?


3 de febrero ¿De verdad que está escuchando? Tosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman"(1 Corintios 2:9). ¿Alguna vez, mientras conversaba con alguien sobre algo importante, ha advertido que esa persona tenía la mente en "otra parte'? No estaba concentrada en lo que usted decía y hasta podía estar mirando hacia otro lado. ¿No le parece una actitud un tanto grosera? En la vida cristiana es fácil que esto también ocurra. A menudo hablamos de la venida de Jesús y de cómo será el cielo, pero, por así decirlo, tenemos el corazón mirando para otro lado. Sin embargo, si tenemos un corazón puro (si somos sinceros y sin doblez), veremos a Dios. Me parece que muchas veces nos preocupa más la vida cotidiana que la eterna. Sin lugar a dudas, desde el punto de vista emocional, el aquí y ahora influye más en nosotros que el dulce porvenir eterno. ¿Qué tendrá preparado Dios para quienes lo aman? No hay palabras para describir la tierra nueva. Algunos lo han intentado: "Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, sus siervos lo servirán, verán su rostro y su nombre estará en sus frentes. Allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos" (Apoc. 22:1-5). "No vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero son el templo de ella' (Apoc. 21:22,VM). El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión con el Padre y el Hijo. [...] Estaremos en su presencia y contemplaremos la gloria de su rostro" (El conflicto de los siglos, p. 656). Haga lo que haga hoy, dedique un tiempo a reflexionar sobre las palabras: "Verán a Dios ".


4 de febrero ¿Teoría o práctica? Basado en Mateo 5:9 "Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9). Hay cristianos teóricos y cristianos prácticos. Un cristiano teórico entiende la verdad; un cristiano práctico la vive. Si no se vive de manera práctica, la sola comprensión de la verdad o sus principios carece de significado. Ser "pacificador" no significa sentarse y elaborar una teoría sobre qué es ser pacificador. Ser pacificador implica ponerlo en práctica en cualquier circunstancia de la vida cotidiana, teniendo en cuenta que la vida cotidiana es, precisamente, la que vivimos en el hogar. No pienso disculparme por decirlo de manera directa. Empiezo con una pregunta. ¿Qué significa ser pacificador en el hogar? En primer lugar, significa que se aprende cuándo es preciso callar. Bastaría con que supiéramos controlar la lengua para que en casa, e incluso en la iglesia, se redujeran las discusiones y las tensiones de manera considerable. El apóstol Santiago propone un ejemplo práctico. "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Sant. 1:19). En otras palabras, cuando alguien es desagradable con nosotros tendemos a responder del mismo modo. El pacificador no actúa de ese modo. El pacificador no reacciona con palabras que sabe que harán daño. Sabe que no vale la pena herir a las personas. El pacificador controla sus palabras. A menudo, siente la necesidad de decir cosas que, en aras de la paz, calla. Con frecuencia, escuchamos el comentario: "No puedo tolerar que esa persona me hable de ese modo. Le diré cómo me siento". ¿Qué pasaría si todo el mundo tuviera esa actitud? ¿Terminarían algún día la discordia y la venganza? No, hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar. El pacificador sabe cuándo tiene que hablar. Si lo que va a decir trae paz, habla; si no, calla. Cuando el pacificador se encuentra ante alguien que está enojado, mira a Jesús, quien, "cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Ped. 2:23). Imagine un hogar y una iglesia en los que todos fuesen pacificadores.


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