9-16 julio 2011

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9 de julio Morir para servir Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45. Nació para morir. Vivió a la sombra de la cruz. En todo momento sabía que se dirigía al Calvario. Era consciente de su misión. Había venido al mundo con el fin de dar su vida en rescate por muchos. Jamás la mente humana podrá entenderlo; la eternidad no será suficiente para contemplar la dimensión de su amor. El Rey del universo, adorado y servido por millones y millones de ángeles, renunció a su Trono y vino a este mundo. Nació en un pesebre, porque la raza a la cual había ido a servir ni siquiera se molestó en brindarle un rincón cualquiera para que naciera. Desde el inicio de su ministerio, su vida fue de servicio. Curó leprosos, cuando nadie se atrevía siquiera a aproximarse a ellos; encontró ciegos y, con el toque maravilloso de sus manos, les devolvió la visión; buscó a los desesperados, rechazados e indignos, y les devolvió la dignidad. Jamás le importó si sus enemigos lo acusaban de juntarse con los pecadores. A fin de cuentas, era por ellos que lo había dejado todo allá, en el cielo, y había descendido a esta tierra de humillación y de pecado. Anduvo por las calles polvorientas de Galilea en busca de la oveja perdida. Cuanto más ella corría, tanto más él la buscaba. En ningún momento tomó el hecho de ser Dios como cosa a la cual aferrarse, sino que se despojó de sí mismo y aceptó la muerte de cruz, afirma Pablo. Finalmente, llegó el día para el cual había venido a la tierra. El momento supremo; la hora crucial en que el amor y el dolor se abrazarían; el instante del sacrifico mayor, de la entrega infinita. El Rey de reyes y Señor de los señores, Creador del universo y dueño absoluto de cielos y tierra, descendería a los niveles más profundos de la humillación. Sería clavado como un paria, en una cruz reservada para los peores delincuentes. Pagaría de este modo el precio de la redención humana; lo pagaría con su sangre. Rescataría al hombre del poder de la muerte. Lo traería hacia la dimensión de la vida. Que el sacrificio de Jesús en tu favor inspire tus acciones hoy. Sirve, entrégate, dónate. Es la única forma de vencer al imperio de la muerte. Porque: "el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos".


10 de julio ¿Cómo podría? No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios? Génesis 39:9. Paco miró a un lado y al otro; quería tener la seguridad de que ningún conocido lo veía. Daba la impresión de que su corazón hacía un ruido tan escandaloso que llamaba la atención de los demás. Nunca había hecho nada parecido. Sentía miedo. ¿Miedo de la disciplina? ¿O de lo que sus padres pensarían si descubriesen lo que había hecho? El texto de hoy presenta la historia de un joven llamado José. En algún momento, este muchacho también vivió una experiencia como la de Paco. Pero, él supo decidir. La historia de José abarca muchas páginas del libro del Génesis. Sin embargo, hoy vamos a concentrarnos solo en un episodio de su vida; uno de los relatos más inspiradores de la Biblia. José había descubierto lo que significa ser cristiano. La historia bíblica relata que José había hallado gracia a los ojos de Poti-far, y lo había nombrado mayordomo de su casa y le había confiado todo lo que tenía. Pero, un día, la esposa de Potifar comenzó a mirarlo con ojos de codicia, y se acercó a José tentadoramente. El versículo 7 relata: "Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mí señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene". Date cuenta del respeto que José tenía por el prójimo. Él vivía la regla de oro: "Trata a las personas como quieres que ellas te traten". Pero, la última parte del versículo de hoy presenta una pregunta que este joven extraordinario se hizo a sí mismo ante la tentación. Este es el centro del mensaje de hoy: "¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?" En el momento de la tentación, la preocupación de José no fue "¿Qué dirán mis padres?" o "¿Qué pensará Potifar?" No pensó en las consecuencias en esta tierra. La pregunta que se hizo fue: ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios? En otras palabras, ¿cómo heriría su corazón? José había descubierto el secreto de la vida cristiana: su vida era una vida de amor y de compañerismo con Dios. En el momento de la tentación, su preocupación fue no defraudar la confianza de su Padre amado. Sal, hoy, tomado de la mano de Jesús y, frente a la tentación, pregúntate, como José: "¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?"


11 de julio No me acordaré Yo, yo soy él que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25. Aquella tarde, mientras el sol se ocultaba, se iba también la vida del conde de Polignac: había traicionado al emperador Napoleón, a pesar de los muchos favores que había recibido del temido conquistador; la cabeza del traidor estaba destinada a la horca. La prueba de su traición era una carta, en la cual el conde se comprometía en un complot político. Desesperada e intentando salvar la vida de su esposo, la señora Polignac solicitó una audiencia con el Emperador. Envuelta en lágrimas, alegó que las acusaciones en contra de su esposo eran falsas. -¿Conoces la firma de tu marido? -le preguntó el soberano. Y, sacando la carta de su bolsillo, la puso ante los ojos de la señora. La mujer empalideció, y cayó desmayada. Al recuperarse, la desesperada mujer cayó a los pies del Emperador y pidió perdón. La historia narra que Napoleón, compadecido, le entregó la carta diciendo: Tómala. Es la única evidencia legal que existe en contra de tu marido. Hay un fuego aquí, al lado: quémala. No habiendo pruebas, no habrá culpa. La señora tomó aquella prueba de culpabilidad y la entregó a las llamas. La vida de Polignac y su honor estaban a salvo, fuera del alcance de la justicia. Eso es lo que hizo el Señor con nuestros pecados. Tomó nuestras rebeliones y pagó nuestra deuda. Y afirma que lo hizo por su propio nombre. ¿Por qué? Porque el enemigo lo acusó de ser un Dios abusivo y dictador, incapaz de perdonar. Pero, con su muerte en la cruz, Jesús limpió la afrenta a su nombre, y mostró delante del universo que él podía respetar el principio de su Ley quebrada y, al mismo tiempo, perdonar al pecador. El perdón que Jesús ofrece no es simplemente una declaración que nos libera de la culpa sino un sacrificio sustitutivo, mediante el cual la deuda queda completamente paga. Nada se debe a la justicia: la misericordia pagó el precio. Es por eso que, en la cruz, la misericordia y la justicia se besaron. Sal hoy, depositando tu confianza en ese amor maravilloso de Jesús. Y recuerda su promesa: "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados".


12 de julio Intercede El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:3. El cielo se viste de gala. Millones y millones de seres angelicales se preparan para dar la bienvenida al Héroe, que vuelve de la guerra después de haber vencido al maligno y rescatado al ser humano. Jesús aparece glorioso, con su cuerpo resucitado. Ha vencido a la muerte y al pecado. Se sienta, ahora, al lado del Padre. La escena que acabo de describir no es imaginaria; la Biblia lo afirma. El texto de hoy lo expresa de manera explícita. Muestra que existe relación entre la muerte expiatoria de Jesús en la cruz y su obra mediadora en el cielo, al lado del Padre. El autor de la Epístola a los Hebreos indica que, después de haber efectuado la purificación de nuestros pecados en la cruz, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Jesús ya murió; subió a los cielos; está a la diestra del padre. Y, desde ahí, añade Hebreos 7:25, "puede salvar a los que por él se allegan a Dios". ¿Por qué crees que el verbo "salvar" está en modo infinitivo? Si solo bastase su muerte, el verbo estaría en tiempo pasado; diría "salvó", y no "puede salvar". Lo que Pablo quiere significar es que, a pesar de que la muerte de Jesús en la cruz fue completa en lo que se refiere al sacrificio, esa muerte no le sirve al ser humano, a menos que vaya a Jesús con fe, y reconociendo que pecó y que necesita de salvación. Entonces Jesús, quien en la cruz constituyó el sacrificio, se transforma ahora en el Mediador, para interceder delante del Padre en favor del pecador arrepentido. Solo entonces lo que Jesús obró en la cruz del Calvario tiene valor para el ser humano: está salvo, porque creyó en la muerte de Cristo y aceptó su mediación delante del Padre. Hoy es un día para aceptar ese sacrificio en tu favor. Dios no fuerza la voluntad humana; nadie será salvo solo porque Jesús murió. La salvación solo tiene valor, para ti, si la aceptas. No te olvides: "El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas".


13 de julio Sujeción Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones. Tito 2:9. Escuché una vez la historia de un hombre que, en la empresa donde trabajaba, era el primero en llegar y el último en salir. Trabajaba como si la empresa fuese suya. Era, por lejos, el empleado que más producía y que menos reclamaba. Al llegar el mes de diciembre, el patrón lo llamó aparte y le dijo: -¡Estoy muy agradecido por tu trabajo! Cuidas de tus deberes como si la empresa fuese tuya. -No, señor -le respondió el empleado-: cuido de todo como si la empresa fuese de Dios. Evidentemente, este hombre había entendido que el cristianismo no se limita a la iglesia. Es bueno cantar, orar y estudiar la Biblia; es maravilloso cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar su nombre. Pero, es un argumento contundente en favor del cristianismo cuando los cristianos hacen de su lugar de trabajo un púlpito, desde donde se predica el evangelio sin palabras; donde la retórica está constituida por las acciones y el cumplimiento fiel del deber. Lo interesante es que la fidelidad a Dios en los mínimos detalles beneficia al propio cristiano: no busca el beneficio, pero las bendiciones aparecen. En el caso del hombre de nuestra ilustración, el patrón le dio una buena cantidad de dinero extra, como gratificación por sus servicios, y lo ascendió de puesto dentro de la empresa. Este puede ser un día de trabajo diligente, de esmero en la práctica del deber, de iniciativa para ir más allá de lo que el deber impone. La mejor manera de hacer del trabajo una tarea agradable es convertirlo en un acto de adoración, cultivar la idea de que no trabajas para seres humanos sino para Dios. Con estos pensamientos en mente, enfrenta los desafíos de un nuevo día en el poder y la sabiduría que provienen de Dios. Que tu presencia en la calle, en la escuela, en la familia o en el lugar de trabajo sea una fragancia suave, de olor agradable. Que las personas sean atraídas a Jesús por el poder de tu vida, y no solamente por la fuerza de tus palabras. Y recuerda el consejo de Pablo: "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones".


14 de julio Consulta a Dios Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. 1 Crónicas 14:10. Iris desea conocer la voluntad de Dios: tiene dos pretendientes, y no sabe a cuál de ellos aceptar. Siempre soñó con tener un hogar feliz; tal vez, porque viene de un hogar de padres separados, y no quiere equivocarse en la elección del amor de su vida. El sol acaba de despuntar, sonriendo a la tierra con sus rayos dorados. Iris se arrodilla, y desaña a Dios: "Señor", le dice, "yo sola no puedo decidir; necesito de tu ayuda. Voy a salir ahora hacia el trabajo. El primero de los dos muchachos que aparezca vistiendo camisa azul, será el que yo aceptaré. Por favor, muéstrame tu voluntad". La joven, de cabellos rizados y ojos color de miel, cree que está consultando a Dios y dándole la oportunidad de responderle. Mucha gente, como Iris, en diferentes lugares del planeta, cree que puede probar a Dios de esa manera, y con frecuencia, la aparente respuesta de Dios no les funciona o les funciona mal. El versículo de hoy dice que David, antes de dirigirse a la batalla, consultó a Dios. No lo puso a prueba, como lo hizo Iris, sino que conversó con él. En aquellos tiempos, Dios aún hablaba con su pueblo personalmente; hoy, continúa haciéndolo, pero a través de su Palabra escrita, que es la Biblia. Si deseas escuchar la voz de Dios, todo lo que necesitas hacer es abrir la Biblia y estudiarla con sinceridad de corazón. Dios no te dejó sin orientación: en la Biblia, hay consejo para todo. El Señor no está interesado solo en tu vida espiritual. Juan dijo: "Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas". Todo es todo. La vida material, profesional, familiar, en finLa mayoría de las decisiones equivocadas que tomamos son causadas porque no vamos a la Palabra de Dios en busca de orientación. Vivimos en un mundo de misticismo, en el cual muchos buscan sensaciones sobrenaturales; se quedan contemplando la naturaleza, en busca de manifestaciones sensoriales. Quieren oír la voz de Dios de forma audible, o entonces echan suertes, como lo hizo Iris. Dios es Dios; si lo desea, puede hacerte oír su voz. Pero, en la mayoría de los casos, respondió a las preguntas de tu corazón en su Palabra; solo debes abrirla y meditar en ella. Haz de este un día de estudio de la Biblia, y recuérdate que: "David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos".


15 de julio Enemigos, enemigos Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de fudá, y lo atemorizó para que no edificara. Esdras 4:4. Judá tenía una misión delante de sí: edificar el Templo, que había sido destruido por los invasores y se encontraba en escombros. A Dios no le gusta ver nada en escombros: cuando la Creación salió de sus manos, era "buena en gran manera". Pero, luego apareció el enemigo y desfiguró la Creación; desde aquel día, ha estado arruinando todas las cosas buenas. En los tiempos de Judá, se presentó en la forma de ejército babilónico, y llevó cautivo al pueblo. Dejó en escombros la ciudad y el Templo. El Templo, en aquellos días, era símbolo de la presencia de Dios. Él había dispuesto: "Y me harán un santuario y Yo habitaré en medio de ellos". El Santuario, en escombros, simbolizaba la falta de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Dios nunca está conforme cuando su pueblo vaga, errante, sin él. Por eso, envió a Nehemías; su misión era reconstruir la ciudad y el Templo. Pero, el enemigo no estaba satisfecho con eso. Entonces, sucedió lo que narra el texto de hoy. El enemigo entró en el corazón del pueblo de aquella tierra, y trató de atemorizar al pueblo de Dios, con la intención de que el Templo no fuese reconstruido. ¿Qué es lo que necesita ser reconstruido en tu vida? ¿Un sueño marchitado por el tiempo? ¿Tu vida profesional, destruida por una insensatez? ¿Tu hogar? ¿Tus valores y principios? Ten en cuenta que la reconstrucción no es una tarea fácil. Destruir, sí lo es: basta tomar una maza y dar golpes a diestra y siniestra; no requiere de habilidad ni de preparación, solo es necesario golpear. Reconstruir es diferente. Requiere de habilidad, paciencia, persistencia y valor. Los enemigos aparecerán. Te criticarán; dirán que estás desperdiciando el tiempo y que jamás lograrás tus objetivos. Pero, a pesar de eso, es necesario seguir adelante. Nada puede detenerte, si colocas tu vida y tus proyectos en las manos de Dios. Por eso, hoy, sal decidido a reconstruir aquello que el pecado ha destruido. Sueña; sueña alto. ¡No te conformes con poco! Fuiste colocado por Dios, en este mundo, para ser un reconstructor de vidas. Y, en esa misión, no estás solo: el Señor está contigo. Pero, recuérdate: "El pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara".


16 de julio Pensamientos de paz No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Salmo 27:9. Julio abrió la caja con cuidado e intriga: era un regalo que, según los primos, el tío José le había dejado antes de fallecer. A Julio le pareció curioso que el tío se hubiese acordado de él ya que, en vida, daba la impresión de que no sentía ningún afecto por el sobrino. Dentro de la caja, encontró un par de guantes forrados en piel. Como vivía en un clima tropical, no necesitaba de los guantes, y los guardó en una gaveta. Con el tiempo, se olvidó de ellos. Algún tiempo después, lo llamaron para trabajar en una ciudad de clima frío, y entonces se acordó de los guantes. ¡Al fin daría uso a un regalo que siempre consideró una burla del tío! Al colocar la mano en uno de los guantes, sintió algo que incomodaba el dedo pulgar. Sorprendido, vio que era un billete, enrollado, de cien dólares. Revisó los otros dedos del guante, y descubrió que en cada uno de ellos había un billete de cien dólares. Los billetes habían estado allí todo el tiempo, pero él no se había dado cuenta. El primer pensamiento que surgió en la mente de Julio fue de arrepentimiento: ¡había estado equivocado todo el tiempo! Creía que el tío se burlaba de él y, por el contrario, el anciano, que no había sido un hombre rico, le estaba dejando una buena herencia. Es el riesgo que los seres humanos corremos: cada vez que el dolor toca a la puerta de tu corazón, piensas que Dios se ha olvidado de ti o que no le importas. El texto de hoy muestra la oración de David, en ese sentido: él pensaba que, en el momento del sufrimiento, Dios lo abandonaba. Un día, en el Reino de los cielos, con seguridad serán aclaradas muchas cosas. Entonces entenderás que, todas las veces que pensaste que Dios te había dejado, estaba más cerca de ti de lo que tú podías imaginar. Por eso hoy, sal para afrontar los trabajos que te esperan seguro del amor de Dios. Puede haber neblina o lluvia torrencial; puede brillar el sol o no. Pero, nada de lo que te hace sufrir nace en la mente divina; no creas que Dios te está castigando por algo. No digas: "No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación".


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