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CONOCIENDO LA POESÍA PATRIÓTICA DEL SIGLO XIX
HISTORIA NUÑEZ Y EUROPA
EN LA BUSQUEDA ¿SABE PORQUE EL BARRIO EL CABRERO TOMÓ ESTE NOMBRE?
Precio: $ 3000 Pesos (COL) $ 1,50 USD
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SUS IDEAS EN EL EXILIO; QUE PENSABA EL FUTURO REGENERADOR SOBRE 1 POLÍTICA, IGLESIA, ECONOMÍA...
EL DIECINUEVE
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EDITOR: Luisa García Yaber COMÍTE EDITORIAL: Luisa García Yaber Omár Pineda Nieto DIRECTOR DE REDACCIÓN: Luisa García Yaber DIRECTOR DE ARTE: Luisa García Yaber DISEÑADOR: Luisa García Yaber COLABORACIÓN: Omár Pineda Nieto Sandra Mercado Laura Bettín CONTENIDOS: Casa-Museo Rafeael Núñez Biblioteca Luis Ángel Arango
Esta publicación de carácter semestral nos propone a través de la entidad cultural CasaMuseo Rafael Núñez conocer a profundidad todos los acontecimientos históricos que han marcado a las sociedades pasadas dejando un legado para la conformación de la población colombiana en todo aspecto. Siendo concientes, buscamos que la cultura no este llena de eceptisismo a la hora de su difusión, si no que, por el contrario, tenga una base sólida para llegar a todo tipo de público. EL DIECINUEVE, es una revista cargada de la Colombia de antes para atraer la Colombia de hoy, enriqueciendo la escena cultural del país. Este trabajo fue realizado para la cultura y por la cultura con un carácter contemporáneo, apoyados en los conocimientos de diseño gráfico recibidos a partir de la cátedra de medios editoriales, con el propósito de enfrentar una tarea real que es la de comunicar.
CONTENIDOS CONTENIDOS XIX
RAFAEL NÚÑEZ: EL REGENERADOR
EN LA:
EN ESTA EDICIÓN
HISTORIA
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Foto por: Casa- Museo RN
14 - 17 NÚÑEZ POETA Y MÁXIMO
28 SOLEDAD ROTMÁN Y SUS AFANES DE CONCORDATO
LA CASA Una visita a un lugar DE: acogedor de Cartagena RAFAEL lleno de historia. NÚÑEZ
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Sus ideas en el exilio; que pensaba el futuro Regenerador sobre politíca, Iglesia y economía.
Foto por: Laura Bettín
Sabías que el barrio El Cabrero, lugar donde se encuentra la Casa-Museo Rafael Núñez, recibe este nombre debido a una cría de cabras que ocuparon una gran parte del emplazamiento del barrio alrededor del siglo XVIII
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EL PARQUE APOLO El parque Apolo, lugar donde encontramos la Ermita del Cabrero, fue erigido en honor a Rafael Núñez y en homenaje de los cien años a la constitucion de 1886, de la cual fue inspirador.
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COLOMBIA EN EL SIGLO XIX
CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIOECONÓMICO, RELIGIOSO Y DEMOGRÁFICO
Luego de las guerras de Independencia, la población colombiana no superaba los dos millones de habitantes, los núcleos poblados se concentraban en los altiplanos andinos, los valles de los ríos Cauca y Magdalena y algunas zonas del Caribe. El crecimiento de la población, luego del primer cuarto de siglo, impulsó la colonización de zonas que pudieran convertirse en aptas para la agricultura y la vivienda. El fomento de la colonización iba de la mano con los procesos de adquirir nuevas tierras y de promover el aprovechamiento de la agricultura y el comercio; premisas fundamentales para la reactivación económica del país, cuyos productos fueron la exportación del algodón, del café, de la quina y del cacao, entre otros. Estas iniciativas se vieron envueltas en unas discusiones y problemáticas, en las que la iglesia y los partidos políticos se vieron involucrados. Los liberales, partidarios de las ideas del librecambismo, y los conservadores, respaldados por la Iglesia y los terratenientes, se enfrentaron en ocasiones por las disposiciones que se efectuaron durante gran parte del siglo XIX. La iglesia fue despojada de muchos de sus bienes y tierras en la llamada Desamortización de Bienes de Manos Muertas.
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Esta iniciativa fue realizada durante el periodo del liberalismo radical, en el que fueron expulsados los jesuitas y otras comunidades al servicio de la Iglesia. Solo hasta 1887 con la firma del concordato se estableció un nuevo orden social, religioso y político que permitió que las relaciones con el Gobierno fuesen más cordiales.
LA EPIDEMIA DEL COLERA La llegada de la epidemia de cólera en 1849 azotó fuertemente a la ciudad. Se cree que su llegada fue por la muerte de algunos pescadores mientras estaban en el mar, coincidiendo su retorno a la ciudad con el inicio de las muertes en un mercado público. Más tarde, el diagnóstico médico fue de cólera morbo, una enfermedad que hizo su aparición en América. En medio de la desesperación, la gente disparaba cañones para purificar el aire infectado con el humo de la pólvora de cañón, pero eso simplemente ocasionó el pánico entre los vecinos. Después de cinco semanas, la peste se redujo rápidamente hasta su desaparición, pero se desplazó a lo largo de los pueblos cercanos al Río Magdalena. Según las hipótesis, se estima que las muertes en Cartagena fueron más de la tercera parte de la población. XIX
LA CARTAGENA POLÍTICA
Foto por: Casa- Museo RN
Las luchas por la independencia habían hecho de ésta una de las ciudades más golpeadas, por lo tanto recuperar su estatus como puerto y centro político de primer orden de la región, fueron en ese entonces preocupaciones centrales. En ese proceso de reconfiguración evidenciamos unas características propias de su élite, por ejemplo, que los comportamientos, adscripciones políticas y actividades culturales y sociales fueran renovándose constantemente, haciendo de la elite un grupo bastante heterogéneo con intereses variados. Al iniciarse a la vida republicana, Cartagena se presenta como una ciudad con ausencia de liderazgo de sus dirigentes. La situación precaria de su elite era evidente n esa coyuntura de crisis y de debilita- miento de las antiguas instituciones sociales, lo que obligó a que ella se abriera a nuevas influencias y con ello al establecimiento de XIX
nuevos vínculos matrimoniales con inmi- grantes no hispanoamericanos, lo que forjó una nueva elite que durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX jugaría un papel determinante en la vida social, cultural, política y económica.
En ese proceso de reconfiguración evidenciamos unas características propias de su élite, por ejemplo, que los comportamientos, adscripciones políticas y actividades culturales y sociales fueran renovándose constantemente, haciendo de la elite un grupo bastante heterogéneo con intereses variados.
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LA LA CASA CASA DE DE :: RAFAEL RAFAEL NÚÑEZ NÚÑEZ UNA VISITA A ESTE ACOGEDOR LUGAR DE CARTAGENA POR: NICOLÁS DEL CASTILLO MATHIEU Para hablar de esta célebre residencia, situada en las afueras de Cartagena en el antiguo barrio de pescadores de El Cabrero, debemos referimos a su constructor don Manuel Román y Picón, padre de doña Soledad Román y por lo tanto suegro del doctor Rafael Núñez. Don Manuel llegó desde España a Cartagena, después de haber naufragado en Galerazamba, en el año de 1834. Según cuenta su hija, "sólo traía lo encapillado y una suma de treinta pesos”. Aprovechando sus estudios de farmacia y quizá de medicina, montó una botica y se aseguró la estabilidad económica necesaria para contraer matrimonio el 12 de enero de 1835 con doña Rafaela Polanco.
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Casi nueve meses después, el 6 de octubre de 1835, nacía su hija primogénita Soledad, la mayor de una familia de diecisiete hijos, de los cuales sólo diez alcanzaron la edad adulta. La fecunda matrona murió en 1864, lo que determinó que doña Soledad se hiciera cargo del manejo de la casa y de la educación de sus hermanos menores. Todo ello influyó para que don Manuel la favoreciera especialmente al momento de redactar su testamento (Julio de 1873) dejándole, entre otras cosas, "la casa baja del Cabrero que era de palma [...] la levanté de piedra, madera y azotea". Doña Soledad contrajo matrimonio civil con el doctor Rafael XIX
Núñez, presidente del Estado Soberano de Bolívar, el 14 de junio de 1877. Es muy probable que desde entonces la pareja se instalara allí y que se hubiera construido en esa época el segundo piso, enteramente de madera. En todo caso, ésa fue la última morada de Núñez, en donde moriría el 18 de septiembre de 1894. La casa de Núñez es un magnífico ejemplo de adaptación al medio y de acomodo a las circunstancias ambientales, para sacar de ellas el mejor partido. Esa sencilla y amplia casa de madera es una de las pocas en Cartagena que resuelven favorablemente los problemas planteados por un clima riguroso. En ella no se emplean, como en la Alhambra de Granada, mármoles, ni fuentes para atenuar los rigores de un intenso verano, ni, como en las mansiones patricias de Pompeya, pérgolas y acequias para sitios umbríos y agradables, sino que se utilizan medios simples y variados para aminorar el calor y aprovechar hasta el máximo las brisas. Ellos son: la situación cercana al mar, el ancho y prolongado balcón, el uso de materiales frescos como la teja y la madera, el mobiliario ligero y las frágiles persianas que crean sombra sin impedir el paso del aire, como se aprecia en el originalísimo comedor octogonal, completamente aislado de la casa, casi en el centro del patio, cubierto con una curiosa techumbre de pagoda china. ¡Cuan grato debió ser el yantar y la sobremesa en ese ambiente penumbroso y ventilado, en las horas del medio día, cuando la atmósfera circundante reverberaba encendida y las chicharras entonaban su canto monocorde!
En la fotografía tomada el día de la muerte de Núñez, puede apreciarse el estado original de la pieza. En el pequeño cuarto que sigue a éste, Núñez guardaba las golosinas a que fue tan aficionado en los últimos años de su vida: pasas, frutas, conservas de toda suerte, galletas inglesas... A la izquierda del salón, se encuentra la alcoba de Núñez con su cama (original) cuyos toldos, bastidor y sobrecama son reconstruidos; el armario de fina madera (original) y el oratorio, con base original y urna reconstruida. En la habitación de doña Sola, la silla, el reclinatorio y el armario son originales, y el lecho y sus accesorios, reconstruidos.
Doña Soledad contrajo matrimonio civil con el doctor Rafael Núñez, presidente del Estado Soberano de Bolívar, el 14 de junio de 1877
Últimamente la casa se ha convertido en un verdadero museo y ha sido reparada en su totalidad, así como la ermita vecina, gracias a la labor tesonera de Eduardo Lemaitre; allí se encuentra el monumento funerario de quien fuera cuatro veces presidente de Colombia. El parque situado al frente está en pleno proceso de remodelación que, al concluirse, hará de éste uno de los conjuntos urbanos más hermosos de Cartagena.
El salón poseía finos y ligeros sillones y mecedoras de “bejuco”, o vienesas, hoy desaparecidas. En seguida está el cuarto de estudio de Núñez con su escritorio personal, gentilmente obsequiado por don Federico Angel, y los bustos de Núñez, doña Sola y don Manuel Román. XIX
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Hoy dia la casa esta acompañada del Parque Apolo.
Para la época del célebre matrimonio la Ermita destinada a doña Soledad.
Foto por: Casa- Museo RN
Construída por don Manuel Román y Picón, padre de Soledad Román, en el año de 1848. Este posteriormente dejará en su testamento la casa a nombre de su hija primogénita, que contraerá matrimonio en 1877 con el doctor Rafael Núñez. Después de morir este matrimonio, Eduardo Lemaitre adquirió la casa y la adecuó para el centenario de la constitución de 1886.
Emplazamiento en tierra.
Detalle arquitectónico agregado en la segunda restauración.
Jardines agregados. (segunda restauración)
Ventanas agregadas. (segunda restauración)
La casa hoy día funciona como Museo mostrando los aposentos de ilustre Rafael Núñez y su esposa. Justo en frente de la casa se encuentra el Parque Apolo, conformando el complejo histórico, la casa es muestra de la arquitectura de aquel momento y de las mecánicas sociales de aquellos entonces.
DE DE VIAJE VIAJE AA LA LA SOLEDAD SOLEDAD ¡Adiós! ¡Adiós! ¡No sufras! Tú no ignoras Que como perlas nutre el hondo mar, Del seno del dolor se alzan auroras, Que pueden néctar de la hiel sacar. Conmigo siempre estarás; en todo instante, Siento que mi alma llena está de ti. Egeria, hermana, amiga, más que amante, Tu perfume de bien, se impregnó en mí. Ya estoy lejos de ti y en cada estrella, Miro tus castos ojos relucir; Y en cada rosa perfumada y bella, Miro tu faz angelical vivir.
RAFAEL NÚÑEZ
RAFAEL EL MÁXIMO
85. LA VERDADERA INDEPENDENCIA PERSONAL DEPENDE MÁS DE LA REDUCCIÓN DE NUESTRAS NECESIDADES QUE DE LA ABUNDANCIA DE NUESTROS RECURSOS
LA YEDRA Y EL OLMO Al Señor Coronel Alberto Urdaneta La yedra le dijo al olmo: ¡Fuera de mi dicha colmo poderme apoyar en ti! El olmo al punto Contesta: En mí tu beldad recuesta y adorna mi tronco así Después corriendo los años con los bienes y los daños Que siembra el tiempo al pasar, más nada turba ese enlace Y ni aun el hacha deshace lo que el amo logro estrechar
RAFAEL NÚÑEZ
RAFAEL EL MÁXIMO
2. DESCONFÍA SIEMPRE DE TU PRIMER IMPULSO, CUANDO A ÉL NO HA PODIDO PRECEDER LA REFLEXIÓN
HISTORIA
SUS IDEAS EN EL EXILIO; QUE PENSABA EL FUTURO REGENERADOR SOBRE POLÍTICA, IGLESIA, ECONOMÍA... POR: EDUARDO POSADA CARBÓ En las elecciones presidenciales de 1875, Rafael Núñez se encontró luchando contra el apodo que le colocaron sus opositores políticos: “Amadeo”. A diferencia del hijo de Víctor Manuel II que reinó en España entre 1870 y 1873, Núñez no era un extranjero que aspiraba a gobernar un país que le era ajeno. Sin embargo, sus contendores explotaron sus once años de residencia en Estados Unidos y Europa con el fin de negarle credenciales para manejar los destinos de Colombia.
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Con el apodo de “Amadeo”, los radicales que se oponían a su candidatura quisieron exhibir a Núñez como un extranjero en su propia tierra. En 1863, Núñez había viajado a los Estados Unidos. Allí permaneció dos años antes de seguir hacia Europa, donde vivió hasta 1874, primero como cónsul en Le Havre y, más tarde, al frente del consulado colombiano en Liverpool. Núñez no perdió contacto con el país durante su larga ausencia: Además de sus actividades consulares, se ocupó XIX
RAFAEL NÚÑEZ Nació el el 28 de septiembre de 1825 y murió el 18 de septiembre de 1894. Fue cuatro veces presidente de Colombia Inspirador de la Constitución de 1886.
La Opinión y El Tiempo de Bogotá, y El Comercio de Cúcuta. Algunos de sus artículos de prensa, también reproducidos en El Continental de Nueva York y El Nacional de Lima, fueron agrupados en su libro Ensayos de crítica social, publicado en Rouen en 1874, meses antes de que regresara a Colombia para participar como candidato en las elecciones presidenciales. Según uno de sus más connotados biógrafos, Indalecio Liévano Aguirre, la vivencia europea motivó en Núñez una profunda rectificación de sus ideas.
del laissez-faire y simpatizante de los cambios revolucionarios. Su lenguaje, sin embargo, es con frecuencia moderado. Su razonamiento está, por lo general, libre de juicios absolutos. Lo que sí parece evidente en sus escritos es una clara apreciación del valor relativo, que fue descubriendo en las experiencias políticas de los distintos países que visitó durante estos once años. En los Estados Unidos, Núñez pudo seguir de cerca las consecuencias de la guerra civil y el subsiguiente fortalecimiento del gobierno de la Unión.
“Con el apodo de “Amadeo”, los radicales que se oponían a su candidatura quiseron exhibir a Núñez como extranjero en su propia tierra”
En España coincidió con los vanos intentos revolucionarios contra la monarquía. En Francia vivió la crisis del imperio y el surgimiento de la Tercera República, cuando dedicó atención a las políticas de Adolphe Thiers. Y en Inglaterra le correspondió la primera administración de William E. Gladstone, aunque también fue testigo de su caída en 1874, cuando el líder liberal fue sucedido por el gobierno conservador de Benjamín Disraeli. España, para Núñez, era el país clásico de los malos gobiernos, donde la intolerancia religiosa y la persistencia del elemento militar impedían cualquier progreso material o espiritual. Núñez no encontró en el programa revolucionario de 1868 nada que no se hubiese experimentado en Colombia desde las transformaciones del medio siglo. España iba a la zaga de América.
En estos años de exilio voluntario, la experiencia de Rafael Núñez será de particular interés para el estudio de su evolución intelectual, para entender cómo quien había firmado la desamortización de bienes de manos muertas en 1861 se convirtió más tarde en defensor de los intereses de la Iglesia católica; quien había apoyado al federalismo en su juventud pasó a ser el padre de la Constitución centralista de 1886; quien había participado en la exclusiva convención liberal de Rionegro surgió después como el arquitecto de la Regeneración y puente para que los conservadores regresaran al poder. No obstante, una lectura de sus escritos en el exterior no revela una drástica e inmediata transformación intelectual. Tanto en sus artículos de prensa, recopilados en los Ensayos de crítica social, como en su correspondencia con el general Tomás Cipriano de Mosquera y con Salvador Camacho Roldán, pueden observarse aún las líneas de un Núñez anticatólico y adversario del centralismo, defensor
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“Rafael Núñez se encontró luchando contra el apodo que le colocaron sus opositores políticos: "Amadeo". A diferencia del hijo de Víctor Manuel II que reinó en España entre 1870 y 1873, Núñez no era un extranjero que aspiraba a gobernar un país que le era ajeno”
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Sus paradigmas contrarios, siguiendo un generalizado estereotipo, fueron Francia e Inglaterra. "El francés carece de iniciativa", escribía Núñez en París en 1868, "y el espíritu de rutina obra sobre sus actos de una manera increíble para los observadores lejanos que no conocen a este pueblo sino en sus transitorias iras revolucionarias". El francés era incapaz de "gobernarse a sí mismo", incapacidad que Núñez atribuía a la organización centralista del Estado. Por el contrario, gracias a la descentralización administrativa, el pueblo inglés gozaba de esa "posesión de sí mismo que vale en todas circunstancias". Mientras Núñez no veía en Francia "convicciones seriamente formadas en materia de organización política", elogiaba la Constitución de la Gran Bretaña, "síntesis de su historia política". Núñez admiraba también el pragmatismo de los británicos y su habilidad para evitar la violencia extrema en la resolución de los conflictos, al tiempo que encontraba atractiva la tendencia contemporánea de vincular el libre cambio a la paz internacional. Sentía a la Gran Bretaña "más adherida a la memoria de Cobden que a la de Wellington; a la de Adam Smith que a la de Marlborough". Su admiración por las instituciones británicas no le impedía reconocer "la grande influencia que ejerce Francia en todo el mundo civilizado, inclusive en los pueblos hispanoamericanos". Por lo demás, no todo era elogio para los ingleses. Los niveles de pobreza en Londres le impresionaron. No veía nada ejemplar en la concentración de la propiedad de la tierra. La ignorancia del pueblo inglés contrastaba con los adelantos educativos de Alemania, Escandinavia, Holanda, Bélgica y Suiza. Los problemas de Irlanda constituían "el lado flaco de la Gran Bretaña".Sus apreciaciones sobre los distintos países europeos parecen ser, a primera vista, las de un cronista de prensa. XIX
Foto por: Casa- Museo RN
Ya se tratase del asesinato de Lincoln, de los problemas industriales de Francia, o de la discusión del presupuesto británico, Núñez manifestó en sus artículos un apego al dato y las estadísticas. No obstante, su intención como corresponsal no era exclusivamente narrativa. Como el telégrafo se le anticipaba en la transmisión de noticias, concebía su papel como el de un comentador, cuyos comentarios tuviesen "aplicación en el país a que van dirigidos". Y aunque abordó los
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En los artículos que sobre la revolución española de 1868 escribió ese mismo año, Núñez rechazaba ya el valor absoluto de las instituciones republicanas. El que España adoptase la república o preservara la monarquía era secundario frente a las eventuales conquistas respecto de la libertad de enseñanza, la expansión del sufragio, o de algunas reformas económicas. Núñez reconocía la presencia de una fuerte tradición monarquista en España. Y aunque simpatizaba con la revolución, no encontraba, con la excepción de Emilio Castelar, un liderazgo que le infundiera optimismo. Núñez dudaba además de que la forma republicana de gobierno fuese la apropiada para España. "¿Qué república?", se preguntaba, "¿La anárquica y opresora de Roma, la de Rosas en Buenos Aires?" La república no podía ser ya "el gobierno de la minoría por la mayoría, sino el reinado pleno y entero del derecho". Estas convicciones se afianzaron aún más tras su residencia en Inglaterra, donde toda comparación "entre la república de Cromweil y la monarquía tal como ha venido funcionando tras la caída de los Estuardos" era "evidentemente favorable a la monarquía". Bajo los "ornamentos de la monarquía", Núñez respiraba allí "el oxigenado ambiente republicano".
Núñez dudaba además de que la forma republicana de gobierno fuese la apropiada para España. "¿Qué república?", se preguntaba, "¿La anárquica y opresora de Roma, la de Rosas en Buenos Aires?" La república no podía ser ya "el gobierno de la minoría por la mayoría, sino el reinado pleno y entero del derecho"
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Si bien se encontraba lejos de cualquier espíritu jacobino, Núñez siguió creyendo en el carácter progresista de las revoluciones, y hasta en su eventual necesidad. “La guerra”, escribió en Nueva York en 1864, “es un elemento de renovación o civilización indispensable”. Años más tarde, en 1871, comunicaba a sus lectores desde Liverpool: “El interés de la paz no es, por tanto, superior a todo [...] Si nuestros abuelos hubieran preferido la paz a todas las cosas, nosotros seríamos aún colonias de España”. Su convencimiento sobre la necesidad del orden, que se convertiría en la base fundamental de su programa regenerador a partir de 1878, está aún ausente de sus reflexiones europeas. “El interés de la paz no es, por tanto, superior a todo [...] Si nuestros abuelos hubieran preferido la paz a todas las cosas, nosotros seríamos aún colonias de España” Sus artículos en el exterior tampoco revelan un cambio drástico en su posición respecto de la Iglesia católica. “Hay que sacar de raíz esa mala yerba del catolicismo, cueste lo que cueste”, le escribía Núñez a Camacho Roldán pocas semanas después de su salida del país, en 1863. Diez años más tarde, desde Liverpool, Núñez atacaba al Syllabus y al Vaticano, mientras afirmaba que el catolicismo, más una teocracia que una religión, representaba todo lo contrario a las fuerzas de la civilización y del progreso. Desde su temprana experiencia en los Estados Unidos, sin embargo, Núñez distinguió con claridad la diferencia entre la Iglesia católica, a la que combatía, y la presencia del espíritu religioso, cuyo dominio en las sociedades que
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visitó no encontraba repugnante. Más aún, Núñez consideraba que “la influencia clerical lejos de ser mala en absoluto es buena y necesaria cuando ella es ejercida libremente”. Así como en relación con los problemas del orden, ni respecto de la Iglesia católica es posible identificar con claridad las bases de su programa regenerador, tampoco es evidente que Núñez hubiese comenzado a valorar las bondades del proteccionismo económico que defendió ya como presidente. Por el contrario, tal parece que sus ideas sobre las ventajas del libre cambio se vieron reforzadas durante su estadía en Europa. Al comentar el debate que se suscitó en Francia acerca de los resultados del tratado de comercio anglo-francés de 1860, Núñez criticó a los partidarios del "viejo régimen" proteccionista, Thiers a la cabeza, por desconocer el interés de los consumidores. Núñez compartía el criterio de quienes veían en el intercambio comercial la prueba de la prosperidad, y dicho intercambio debía estar basado en las ventajas que cada país tuviese para producir mejor y a más bajos precios. Consideró que las consecuencias de dicho tratado habían sido generalmente benéficas para Francia, así algunas industrias se hubiesen visto afectadas en el corto plazo. "Esta cuestión del libre cambio", escribió en 1868, "se parece en un todo a la cuestión de las máquinas. En un principio ellas desconciertan y perjudican a algunos; pero el beneficio general y permanente es tan grande que todos tienen al fin que sentirlo y reconocerlo". Aunque nuevamente sus modelos contrarios fueron Francia e Inglaterra. En 1873, al analizar los problemas que sucedían a la expansión del sufragio, Núñez distinguía entre las actitudes de los radicales franceses y los ingleses. Mientras que en los primeros identificaba una "aspiración a lo absoluto [...] el culto de éste existe en ellos como un elemento moral dominante", encontraba en los radicales ingleses una "conducta XIX
sui generis” que revela hasta qué punto el amor a lo relativo es uno de los principios cardinales del carácter nacional británico”. Núñez sugería que el Nuevo Mundo debía seguir atentamente las lecciones de la economía política que dominaba en Inglaterra. Cualesquiera fuesen sus ideas sobre los distintos temas que atrajeron su atención en Europa, Núñez se apartó desde bien temprano del dogmatismo. Al discutir las perspectivas del republicanismo en España, había negado la existencia de las verdades absolutas, mientras que aseveraba que las verdades dependían "de circunstancias diversas con cuyo concurso no se puede contar en todo tiempo y país". Si la atmósfera política y social de España le invitaba a rechazar el dogmatismo, su experiencia en Inglaterra le acercó aún más al relativismo.
Foto por: Casa- Museo RN
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También consideraba que, dados los vínculos aún sobrevivientes entre España y América, los sucesos de la península debían tener "para los pueblos de allende el carácter de domésticos". Su relativismo, sin embargo, le permitía apreciar las diferentes circunstancias que determinaban el curso distinto de los eventos entre Europa y América. La antigua condición colonial, según Núñez, había determinado el que las tradiciones en América fuesen "menos inveteradas y menos implacables" que en Europa, mientras que los intereses vulnerados por las transformaciones fundamentales eran "'infinitamente menos valiosos". Pero además no todas las transformaciones europeas habían producido efectos deseables. Así lo expresó con claridad cuando se refirió al llamado "problema social" que estaba a "la orden del día en Inglaterra": "Cuando por allá en nuestra América tratamos de implantar sin criterio las instituciones de aquende, podemos inocentemente preparar los elementos de un porvenir lleno de [...] dificultades casi insolubles".
Foto por: Luisa García
Un corolario de rechazo de las verdades absolutas fue la aceptación de la "recíproca tolerancia" como una de las "principales exigencias sociales". El tema de la tolerancia, tanto religiosa como política, aparece de manera recurrente en los escritos de Núñez. Algunos intérpretes atribuyen su relativismo, así como su valoración de la tolerancia, a la influencia que Herbert Spencer ejerció en su pensamiento. En su condición de presidente, Núñez contribuyó a la difusión de las doctrinas spencerianas hasta el punto de recomendar su lectura a los estudiantes de la Universidad Nacional en 1881. Años más tarde, Julio H. Palacio, un representante del movimiento intelectual que promovió la conciliación nacional -la llamada generación del Centenario-, reconocía la influencia de Núñez en su formación Foto por: Casa- Museo RN
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spenceriana. Sin embargo, no existen referencias explícitas a Spencer en sus corresponsalías desde Europa, aunque pueden identificarse allí trazos spencerianos. La formación intelectual de Núñez puede enmarcarse dentro de la corriente del liberalismo colombiano que adoptó las doctrinas utilitaristas de Jeremías Bentham en los primeros años de la República. El nombre de Bentham aparece en sus Ensayos. Pero son más frecuentes las citas de su discípulo John Stuart Mill, a quien Núñez rindió tributo días después de su muerte en 1873. Con todo, era un “gran ecléctico”. Al lado de los liberales británicos, aparecen citas de los autores franceses como Louis Blanc y Joseph Proudhon. Sin lugar a dudas, era un gran lector; más aún, un gran lector de publicaciones periódicas que le mantenían informado: The Spectator, The Economista, The Times, Daily News, Morning Post, Saturday Review, Journal de la Societé de Statistique o Journal des Debats. "La nuñología", expresó Gerardo Molina, "es parte de nuestra vida cultural". A pesar del interés nacional por Núñez, la "nuñología" es aún en muchos aspectos un campo inexplorado. Como lo anotó recientemente Nicolás del Castillo Mathieu, la experiencia de Núñez en Estados Unidos y Europa, tanto sus actividades como sus escritos, han sido poco estudiados. Este período de la vida de Núñez sigue siendo crucial para entender las aparentes contradicciones de su pensamiento. Durante sus años de residencia en el exterior, como bien lo demuestran sus Ensayos de crítica social, Núñez siguió convencido de sus anteriores posturas anticlericales, de los beneficios del libre cambio para el progreso económico, y de su antipatía a la organización centralista del Estado. Sus corresponsalías de prensa reXIX
presentaron ciertamente una Europa diversa, de la que se sirvió para discutir temas que consideró de interés en el debate colombiano. Recurrió a varios arquetipos nacionales para denunciar algunos problemas como la intolerancia religiosa, los efectos del centralismo y de las políticas proteccionistas. Si alguna imagen nacional en Europa le sirvió de paradigma, fue la de Inglaterra, aunque el ejemplo lo utilizó sobre todo para manifestar su apego a la tolerancia y al relativismo. Este relativismo podría explicar en parte las transformaciones intelectuales de Núñez tras su regreso de Europa, que comenzarían quizá con la misma transformación de la imagen que Núñez, como buen ausente, tuvo que crear de Colombia en sus largos años de exilio voluntario.
Foto por: Casa- Museo RN
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República de Colombia
República de la Nueva Granada
Confederación Granadina
Gran Colombia
Provincias Unidas de la Nueva Granada
LOS GOBIERNOS
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Rafael Núñez fue presiente en tres gobiernos, en donde Colombia cambió dentro de su configuración y como signos de estos cambios estuvieron los distintos nombres que ha recibido la hoy día República de Colombia
Estados Unidos de Colombia
PRESIDENCIAS DE RAFAEL NÚÑEZ
HISTORIA
SOLEDAD ROMÁN DE NÚÑEZ Y LOS AFANES DEL CONCORDATO POR: SILVIA GALVIS De Soledad Román es más lo que se adivina que lo que se conoce; más lo que se percibe que lo que consta; son más las conjeturas que las certezas. Y, tiene que ser así porque de esta mujer, de quien muchos aseguran que manejó los hilos invisibles del poder en Colombia durante una década, casi no quedó huella, a no ser por un par de entrevistas mansas y domésticas acerca de sus recuerdos y algunas líneas floridas esparcidas, sin intenciones históricas, entre la abundante y polémica biografía sobre Rafael Núñez y la Regeneración. Entre lo que se conoce con certeza, se sabe que nació en Cartagena el 6 de octubre de 1835, la primera de 17 hijos de una familia católica y conservadora; que durante años atendió la botica de su padre, don Manuel Román; que era muy devota de la Virgen de las Mercedes; que estuvo comprometida para casarse con Pedro Meciá, con quien rompió el compromiso después de seis años de amor, sin dar explicaciones; que en 1877 contrajo matrimonio civil, por poder, con Rafael Núñez Moledo en el consulado Entre lo que se conoce con certeza, se sabe que nació en Cartagena el 6 de octubre de 1835, la primera de 17 hijos de una familia católica y conservadora; que durante años
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atendió la botica de su padre, don Manuel Román; que era muy devota de la Virgen de las Mercedes; que estuvo comprometida para casarse con Pedro Meciá, con quien rompió el compromiso después de seis años de amor, sin dar explicaciones; que en 1877 contrajo matrimonio civil, por poder, con Rafael Núñez Moledo en el consulado colombiano en París, y que aquella boda a espaldas del altar dio mucho qué pensar y qué decir en la Colombia de finales del siglo XIX. A él lo llamaron “bigamo” y “adúltero” debido a su anterior matrimonio católico con Dolores Gallego, celebrado en Panamá en 1857. Y a Soledad la repudió la sociedad capitalina cuando llegó a Bogotá convertida en Primera Dama de la República: la primera dama que, con excepción de Manuelita Sáenz, compartía el lecho nupcial de San Carlos sin bendición del curaEn julio de 1884, el presidente de la República y Soledad Román de Núñez arribaron a la estación de la Sabana, donde las murmuracione, las consejas, los decires mantenían ocupadas las lenguas del hormiguero de curiosos significaba la aprobación moral, la aceptación social de su matrimonio. Sobre todo, para Soledad, que debió padecer XIX
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los desplantes de las matronas santafereñas.
Las reminiscencias de Margarita Caro, hermana de don Miguel Antonio y esposa de don Carlos Holguín, los dos cancerberos de la Regeneración, recogen el sentimiento de rechazo que produjo la presencia de la señora de Núñez en el palacio presidencial: " Las miradas del público están fijas a ver quiénes van para escandalizarse por ello y hasta ahora no han ido, de personas conocidas, sino la familia de don Vicente Restrepo, mi señora Hortensia Lacroix y las mujeres de los secretarios Salgar y Borrero..." Ella, devota practicante, debió soportar muchas veces los embates de su conciencia de católica; debió escuchar los llamados al arrepentimiento; su alma no debió tener paz.
Foto por: Luisa García
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Foto por: Luisa GarcĂa
1O de octubre de MMXIV