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AP & The Simpsons/FOX
Presa de Oroville: chapuza XXXL Published on February 15, 2017
Luis Cubria Falla
Strategy, business development, project & interim management
La presa de Oroville, California, no es una presa cualquiera. Es la más alta de Estados Unidos, con 230 metros de altura y 2 kilómetros de longitud. Es tan alta como las ‘cuatro torres’ de Madrid, que culminan en los 249 metros de la Torre de Cristal.
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La presa no es de hormigón macizo, sino que está construida con la superposición de capas de tierra y superficies impermeables. Además de muy alta es muy ancha. Es imprescindible que el agua del pantano no rebose sobre la cumbre de la presa, ya que causaría su destrucción por pura erosión.
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En la presa hay una central eléctrica que totaliza 819 MW en seis turbinas. Es una central reversible, por cierto, como la de San Miguel de Aguayo en Cantabria. Hay cuatro mecanismos por los que se puede evacuar el agua del pantano:
A través de la planta de generación eléctrica: 480 m3/s. Por una válvula de bypass, rota desde 2009: 150 m3/s. Por el aliviadero principal de hormigón, que tiene compuertas regulables: 4.200 m3/s. Por el aliviadero de emergencia, que no es más que un muro de hormigón de 520 metros de longitud que tiene menor altura que la cima de la presa. Jamás se ha utilizado desde la finalización de la presa en 1969, ya que el embalse nunca había superado su capacidad máxima (... como tiene que ser.... hasta el sábado pasado).
El siguiente gráfico presenta los datos históricos de ocupación, y en la línea azul fuerte, de los 5 últimos meses. Se observa que el pantano estaba por debajo de la ocupación media en 2016, para crecer de forma desbocada en enero y febrero, incluso superando su capacidad máxima.
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El problema es que ante este máximo nivel de utilización, los tres últimos sistemas de evacuación de agua están dañados. Veamos la secuencia de este drama, iniciado hace tan solo una semana: Los ingenieros no son tontos. Viendo la rapidísima crecida de nivel comenzaron a drenar agua a principios de febrero, utilizando el aliviadero principal. Pero el martes día 7 descubrieron que la rampa de descarga de este aliviadero tenía un gran boquete.
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El canal fue inspeccionado, y los días 8 y 9 se utilizó de nuevo esta evacuación, aumentando el tamaño del boquete hasta los 91 metros de anchura, calculados el viernes día 10. Para evitar que el daño fuera demasiado grande, y dado el cariño que tienen los ingenieros a sus infraestructuras, se limitó e incluso se interrumpió el flujo por este canal de evacuación… … y el nivel del pantano siguió aumentando, hasta que el sábado 11 de febrero a las 8:00 el agua comenzó a rebosar por el aliviadero de emergencia.
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Este aliviadero vierte al agua directamente a un monte, atravesando una carretera. No hay que ser ingeniero de caminos para prever lo que pasó en ese momento. La ladera de la montaña comenzó a derrumbarse (la roca subyacente, al menos en superficie, es de poca calidad), y el agujero a crecer como en la clásica montaña de arena, convertida por un niño y su cubo de agua en blandengue volcán. El domingo día 12 se decreta una orden de evacuación que afecta a unas 200.000 personas.
En vista de que el remedio estaba resultando peor que la enfermedad, los gestores de la compañía decidieron tirar por la calle de en medio, y gritando “de perdidos al río” abrieron otra vez las compuertas del aliviadero principal, haciendo no ya un boquete en el canal, sino en toda la montaña en la que se apoya la presa principal. Las dimensiones de esta cascada son descomunales.
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Gracia a Dios la montaña ha soportado el envite, y cuando escribo este artículo, miércoles 15 de febrero, las autoridades han reducido el nivel de emergencia, ya que la erosión causada parece contenida por la roca. En todo caso, el problema no ha hecho más que empezar, ya que la punta de ocupación, causada por el deshielo de Sierra Nevada, se suele producir en junio. Los responsables de reparar la chapuza de Oroville tienen un buen 'marrón' entre manos. Comentarios y consideraciones Cambio climático: investigadores en medios como el Scientific American señalan que el cambio climático genera nuevos retos, ya que regiones como California deben adaptarse a una sucesión de “sequías devastadoras y tormentas extremas”, y su infraestructura está diseñada para el clima de ayer, no el de mañana. Falta de inversión pública: por el contrario, la administración Trump señala que este caso ejemplifica la crónica falta de inversiones en infraestructuras en el país. En este momento ya es posible encontrar
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artículos que mencionan la extraordinaria oportunidad que implica esta crisis para Trump. ¿Es culpa de los inmigrantes?: en los comentarios a las noticias he podido leer a un ciudadano que indica que el gasto fiscal causado por los 3 millones de inmigrantes que hay en California es lo que ha provocado la falta de inversiones públicas y con ello esta catástrofe (sic). Verdaderamente hay un problema de opinión pública en este tema. La realidad: mala gestión. En 2005 se renovó la licencia de funcionamiento de la presa. En ese momento, alguien alegó que debiera ser necesario reforzar el aliviadero de emergencia. Dicho recurso fue rechazado, a pesar de que 12 años después se comprueba que estaban en lo cierto. Aún admitiendo que el aliviadero de emergencia es un recurso excepcional, no es admisible la rotura del canal principal, que debiera estar en perfecto estado. La magia de las palabras: las autoridades han señalado que la rotura del canal se agravó al “testar su funcionamiento tras detectar la primera fisura”. Eso está bien, así si provocan una catástrofe los técnicos pueden comentar a sus nietos que fue en algo relacionado con un test, como los técnicos de Chernobil o del Deepwater Horizon. Administración transparente: aunque en el transfondo permanece la chapuza, hay que destacar la buena información, y fantásticas fotos, que provee el ‘California Department of Water Resources’. ¿Estamos seguros?: tradicionalmente estamos confiados en el dimensionamiento de las grandes infraestructuras (“los ingenieros lo multiplican todo por dos…”). Pero eventos como este, igual que casos como Fukushima, nos hacen dudar. ¿Qué pasaría si llega por fin el gran terremoto de California?
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Idioma español: la ciudad de Oroville debe su nombre a la presencia previa de españoles en esa región. El enorme flujo de agua que amenaza la presa procede de Sierra Nevada. Una de las ciudades potencialmente más afectada es Sacramento y las mejores noticias se encuentran en Los Angeles Times. Los técnicos están callados. Por último, llama la atención la falta de artículos de profesionales técnicos en la materia. En esta edad de la responsabilidad, nadie quiere acusar a nadie ni dar pistas. Me parece lógico, ya que tras largas charlas con mi buen amigo Héctor Martín, descubrí que eso de las presas es mucho más complicado de lo que parece.
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