En la actualidad, seguimos siendo un continente joven, donde día con día se sueña con el desarrollo, las universidades públicas siguen existiendo y nuestras reservas naturales, a pesar de todo, siguen siendo incuantificables. Se sigue teniendo un panorama alentador igual que el de hace 30 o 40 años. América Latina sabe que tiene todo para convertirse en el Nuevo Mundo, pero algo la tiene atada a los mismos problemas que siempre la han aquejado, no ha sabido librarse de ellos. Las universidades están cambiando sus planes de estudio porque la OCDE le recomendó a México que se estudiaran Licenciaturas en tres años, las grandes industrias y el comercio en general siguen perteneciendo a grupos de empresarios extranjeros, y la mayoría de lo que producen las minas, los ríos, los bosques, los campos, se sigue exportando a los países desarrollados. A pesar de la tecnología, el avance tecnológico, y el ya famoso “en vías de desarrollo,” aún hay niños que se mueren de porque su madre ya no pudo alimentarlo. La desigualdad es un cáncer que ha ido destruyendo, gastando y agotando a este continente, en donde los gobiernos siguen caminando bajo la voz de mando de Estados Unidos. El país del McDonalds y el Walmart puso los ojos en nosotros desde que se independizó. Ahora nos maneja a su antojo, nos asfixia con nuestro propio dinero, pero ahora del lado del enemigo y pintado de verde. Los dólares que dejan a los gobernantes también son cantidades con varios ceros. Si no cumplimos con lo que ellos quieren, hacen lo que sea por conseguirlo, golpes de estado, financiamiento de campañas, invasiones militares. Parece que no nos damos cuenta del sufrimiento del padre de familia que todos los días hace hasta lo imposible por llevar algo de comer a casa, parece que no vemos a los millones de niños que viven en la calle, trabajando limpiando vidrios y vendiendo chicles en vez de estar en un salón de clases teniendo clases de matemáticas y español. Que los jóvenes NINI´s se están convirtiendo en carne de cañón para los grupos criminales y de delincuencia organizada porque no hubo cupo en la universidad, y no tienen dinero para pagar una privada. Parece que nos hemos puesto una venda en los ojos, porque no queremos ver que seguimos sumidos en la misma miseria que cuando nos independizamos de España, o cuando Estados Unidos con sus golpes de Estado impidió que América decidiera irse por el camino contrario al del Capitalismo Voraz. Hemos intentado convertirnos en países manufactureros, de monocultivos, o de emigrantes. Somos esclavos de los países que se llevan todos nuestros recursos naturales, luego nos lo mandan para que lo ensamblemos, lo volvemos a mandar para que nos lo vendan a precios mucho más altos. Esta ha sido la dinámica durante mucho tiempo, y los gobiernos no han intentado, o no han querido que todo esto cambie. El poder y el dinero siguen estando en las élites, y se están encargando de que ahí se queden para siempre. Implementan políticas que les impone el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para poder recibir los préstamos. Se cambian los sistemas de estudio, porque quieren convertir a su población en técnicos y no en economistas o politólogos. Los jóvenes deben, o en este caso debemos, encargarnos que esto no se siga repitiendo. Ya que la mayoría de las generaciones no ha cumplido lo que puntualmente nos pidió Salvador Allende, no debemos pensar que la universidad solo sirve para darnos un rango social, debemos voltear a ver a los campos y a los barrios pobres para observar cuáles son los verdaderos problemas de nuestros países. Yo consideraría que los estudiantes deben ser como los otros soldados de la patria, deben ver primero el bien de la nación antes que el suyo propio. Debemos comprometernos por ya no seguir permitiendo que países extranjeros quieran hacerse ricos a costa de nosotros, ponerles un hasta aquí y empezar a caminar con paso firme a el bienestar social. Los problemas siguen siendo los mismos porque seguimos siendo los mismos, pero cuando nos decidamos podemos cambiar el rumbo. Explotar nuestros propios potenciales, unirnos como una gran nación, porque hablamos un mismo idioma. Y así asegurar el bienestar y la igualdad que tanto nos queremos.