Desmontando la Dobla de Oro. Hacia el paisaje unitario de la Alhambra y el Albayzín ANDREA CABRERA COSANO LUIS EDUARDO IÁÑEZ GARCÍA ENCARNACIÓN MONTERO SOSA
Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico - MARPH18 - TFM - US
Desmontando la Dobla de Oro. Hacia el paisaje unitario de la Alhambra y el Albayzín ANDREA CABRERA COSANO LUIS EDUARDO IÁÑEZ GARCÍA ENCARNACIÓN MONTERO SOSA
Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico - MARPH18 - US Trabajo Fin de Máster - Módulo de Intervención (Granada) Tutoras: Marisol García Torrente - Arquitecta Celia Martínez Yáñez - Historiadora del arte
Índice 0. Introducción
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0.1. Objeto y ámbito de estudio
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0.2. Objetivos del trabajo
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0.3. Justificación y metodología
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1. Granada, la Alhambra y la Dobla de Oro
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1.1. Contexto territorial e histórico-urbano de Granada
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1.2. La Dobla de Oro: creación, definición y composición
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1.3. Gestión, funcionamiento y normativa en la Alhambra - Dobla de Oro
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2. La focalización patrimonial, cultural y turística en el binomio Alhambra - Albayzín
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2.1. Los inicios de Granada como destino turístico
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2.2. La realidad del turismo y el patrimonio en Granada
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2.3. El modelo turístico en la Alhambra y la Dobla de Oro
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3. Propuesta: Re-conocer la simbiosis Alhambra-Albayzín
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3.1. Valores patrimoniales olvidados en el Paisaje Alhambra-Albayzín
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3.2. El fracaso de la Dobla de Oro
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3.3. Cartografías patrimoniales del Paisaje Alhambra-Albayzín
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4. Bibliografía
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0. Introducciรณn
0.1. Objeto y รกmbito de estudio 0.2. Objetivos del trabajo 0.3. Justificaciรณn y estado de la cuestiรณn
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0.1. Objeto y ámbito de estudio El objeto del siguiente proyecto patrimonial es el análisis de la simbiosis de valores existentes en el binomio Alhambra-Albayzín y su tratamiento dentro de la Dobla de Oro, comprobando si son tratados de forma suficiente y adecuada por esta iniciativa. La Alhambra, Dobla de Oro es una ruta cultural y turística que nace en 2012, situada en el barrio del Albayzín de Granada, para visitar algunos monumentos del legado hispano-musulmán de la ciudad, con el objetivo original de profundizar en los diálogos entre la ciudad palatina de la Alhambra y el barrio del Albayzín, inscritos de forma conjunta en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1994. Extensa es la lista de valores y razones que fortalecen la relación simbiótica de ambos bienes, testimonio de la época de mayor esplendor de la historia medieval de Granada: el período de ocupación hispanomusulmana. La ciudad palatina de la Alhambra como representación del poder frente a la ciudad de Granada representada en el carácter popular del Albayzín, ejemplo único del modelo urbano hispano-musulmán.
0.2. Objetivos Este proyecto patrimonial ha seguido desde su concepción los siguientes objetivos: - Realizar un recorrido por la evolución histórico-urbana de Granada con el fin de conocer su desarrollo a lo largo del tiempo en las diferentes etapas históricas, localizando a su vez los conceptos e ideas claves para la comprensión de esta compleja realidad patrimonial. - Estudiar el proyecto Dobla de Oro mediante el reconocimiento del origen de su creación y definición, así como de los elementos que actualmente lo componen. - Comprender la actual gestión y funcionamiento del proyecto Dobla de Oro, identificando los distintos organismos gestores, así como la normativa que rige el nacimiento, funcionamiento y desarrollo de iniciativas de esta naturaleza, enmarcada además en este caso en la Declaración de Patrimonio Mundial de la UNESCO. - Ahondar en la complejidad patrimonial, cultural y turística en el binomio Alhambra-Albayzín partiendo del conocimiento de esta realidad en el conjunto de la ciudad de Granada desde sus orígenes como destino turístico hasta el modelo de ciudad actual.
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- Analizar la aplicación y desarrollo del modelo turístico a escala suburbana en elementos tan diferenciados como la Alhambra y la Dobla de Oro, y su relación con el mencionado modelo urbano. - Identificar los distintos valores patrimoniales que se superponen en el binomio Alhambra-Albayzín y configuran la complejidad simbiótica de esta dualidad, poniendo especialmente de manifiesto aquellos que hayan podido ser olvidados o pasar desapercibidos en las diferentes iniciativas propuestas hasta la fecha, de manera especial en el caso del proyecto Dobla de Oro. - Enumerar y justificar las distintas razones que se deducen de la fase de análisis desarrollada y que evidencian el no funcionamiento de la iniciativa Dobla de Oro como propuesta patrimonial del binomio Alhambra-Albayzín. - Presentar y definir una propuesta patrimonial que sea capaz de abarcar la extensa complejidad de estos bienes conjuntamente declarados.
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- Desarrollar un conjunto de cartografías patrimoniales que, empleando una metodología renovada, sea capaz de contribuir a la construcción en el imaginario colectivo de la realidad poliédrica que significa este paisaje cultural de alto valor patrimonial que es necesario entender y valorar.
0.3. Justificación y metodología El siguiente trabajo, tutorizado por Marisol García Torrente y Celia Martínez Yáñez, ha sido realizado en el taller de TFM del Máster Oficial de Arquitectura y Patrimonio Histórico en el curso 2017-2018. A propuesta del Patronato de la Alhambra y el Generalife de Granada el trabajo desarrollado toma como punto de partida el proyecto Dobla de Oro, se extiende hacia un análisis y conocimiento de diferentes factores del binomio Alhambra-Albayzín y acaba por realizar una propuesta de carácter patrimonial acerca de estos bienes declarados Patrimonio Mundial. El trabajo se fundamenta en alcanzar un conocimiento más profundo del binomio conformado por la Alhambra y el Albayzín. Cumplidos más de cinco años de la puesta en marcha del proyecto resulta evidente la necesidad de revisión del mismo. El proyecto Alhambra, Dobla de Oro se presenta originalmente con la finalidad, entre otras, de unificar conceptualmente la Alhambra y el Albayzín, enriqueciendo las relaciones existentes entre ambos bienes inscritos de manera conjunta en la Lista de Patrimonio Mundial de la
UNESCO. El exhaustivo proceso de análisis inicial de este trabajo pretende identificar los posibles éxitos y fracasos de esta iniciativa, justificando en todo momento las razones finales que se desprenden de este estudio. El objetivo final no es otro que avanzar hacia una solución que supere las problemáticas detectadas y vaya más allá del puro factor turístico en busca de una propuesta verdaderamente patrimonial que realmente comprenda y fomente el conocimiento de la dualidad Alhambra-Albayzín. Es necesaria una propuesta renovada que proponga una nueva visión de estos bienes y se responsabilice de la complejidad y riqueza que estos conjuntamente atesoran, haciéndolas verdaderamente legibles y reconocibles. Se pretende que esta nueva visión y la incorporación de nuevas piezas no queden exclusivamente como nuevo contenido, sino que sumen además como herramienta, en forma de una nueva metodología capaz de abarcar la extensión patrimonial de este tipo de realidades y bienes. Este trabajo, desarrollado por tres profesionales de la Arquitectura, profundiza desde su ámbito profesional en las facetas de la investigación, y ha seguido la siguiente metodología en su proceso de creación: - Consulta de fuentes bibliográficas, documentales y lecturas relacionadas, fundamental para el desarrollo de los primeros bloques de análisis y conocimiento de este proyecto de intervención. En este caso han sido estudiadas fuentes primarias y fuentes secundarias que han permitido establecer un análisis de la situación histórica y actual del ámbito de estudio. Igualmente se han consultado y empleado diversas fuentes gráficas, tales como cartografías históricas, grabados, cuadros o fotografías históricas, principalmente proporcionadas por el Archivo del Patronato de la Alhambra y el Generalife. - Aproximación al objeto de estudio, su definición, gestión y funcionamiento, conociendo la normativa vigente que lo rige a los diferentes niveles. - Visitas técnicas y trabajo de campo, en la Alhambra y el Albayzín, que se han sucedido a lo largo de los meses de trabajo. En primer lugar, se ha realizado la ruta marcada por el proyecto Dobla de Oro. Posteriormente se ha recorrido de forma completa la ciudad de la Alhambra y el barrio del Albayzín, reconociendo el territorio, conexiones y visuales, realizando fotografías, etc. - Elaboración de material gráfico a nivel cartográfico para representar la extensa relación de valores patrimoniales que se superponen en el binomio Alhambra-Albayzín, delimitando una escala de trabajo determinada y alternando diferentes técnicas y formas de representación.
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1. Granada, la Alhambra y la Dobla de Oro
1.1. Contexto territorial e histรณrico-urbano de Granada 1.2. La Dobla de Oro: creaciรณn, definiciรณn y composiciรณn 1.3. Gestiรณn, funcionamiento y normativa en la Alhambra - Dobla de Oro
1.1. Contexto territorial e histórico-urbano de Granada La ciudad de Granada, capital de la provincia homónima, se ubica en el centro geográfico de la Comunidad de Andalucía. Situada a 37º 10’ 18” de la latitud Norte y 03º 35’ 56” de la latitud Oeste (meridiano de Greenwich), y a una altura de 683m sobre el nivel del mar, se enmarca en la región denominada Andalucía Alta. Esta región la ocupan, sobre todo, las Cordilleras Béticas, en el llamado surco Intrabético, un auténtico rosario de depresiones longitudinales que unen el Levante con el Mediterráneo, en contraposición con la extensa llanura del Guadalquivir o el borde montañoso de Sierra Morena al norte. Las Cordilleras Béticas, resultado de los plegamientos alpinos al sur del antiguo macizo alemán de Hercinia, origen de la meseta actual junto a los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, son las más jóvenes de la Península Ibérica que, aunque ofrecen una forma menos abrupta, poseen las mayores alturas, con casi 3.500m en los picos de Mulhacén y Veleta. Tanto la complejidad geológica como la geográfica, son otras de las peculiaridades de este sistema montañoso, comprendiendo dos grandes alineaciones: la Bética al norte, que linda con la baja depresión del Guadalquivir, y la Penibética hacia el Mediterráneo. El interior, de un modo discontinuo, está determinado por una serie de depresiones que, desde suroeste hasta el noroeste, van aumentando en altura, siendo la de Granada la mayor y más centrada de las depresiones interiores de las Béticas.
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1. Sección de las colinas granadinas: Albayzín, Sabika y Mauror. Elaboración propia
La depresión de Granada, también conocida como Vega de Granada, es la más extensa con más de 50km desde Loja, y a pesar de su altura, de unos 500 y 600m, es la más fértil, dotada de conglomerados, arenas, limos y arcillas. Esta composición de tierras sedimentarias y de depresión hundida es producto de la continua erosión de los macizos del cinturón montañoso
circundante, con el gran farallón de Sierra Nevada que la cierra por el este. La importante erosión dada es producida principalmente por el río Genil y sus afluentes Darro y Beiro que, procedentes de las grandes montañas, han tajado y configurado su topografía actual. Fue indiscutiblemente esta riqueza natural lo que definió el tipo y la forma de los asentamientos. Todos los núcleos urbanos se situaban al borde de la depresión, en los piedemontes o estribaciones montañosas. La propia ciudad se asienta en los interfluvios de los cauces del Beiro, Darro y Genil, y sobre tres colinas: San Cristóbal (760m), Albayzín (750m) y Sabika (790m); siendo estas dos últimas las más determinantes y sobre las que se desarrollan los núcleos urbanos protagonistas de este proyecto. La colina del Albayzín, menos elevada y algo más llana, ha tenido el mayor desarrollo urbano, mientras que al otro lado del valle del Darro, al sur, con un fuerte escarpe se enmarca la colina de Sabika, que por el Este está separada del Cerro del Sol (980m) por el profundo barranco del Rey Chico, y prácticamente aislada la de Vega. Es en esta colina, en la de Sabika, donde asienta la ciudadela de la Alhambra. El resultado de la combinación de todos los elementos, tanto los geomorfológicos como los hidrográficos, favorece la aparición de un clima de tipo mediterráneo continental, caluroso en verano, pero con inviernos frescos y fuerte oscilación térmica diaria, a veces de hasta 20ºC. Las escasas precipitaciones se concentran en otoño y primavera, aunque ocasionalmente nieva en invierno; sin embargo, suele haber suelte sequía estival. Una de las condiciones claves para comprender el origen y desarrollo del asentamiento humano en este lugar es el equilibrio histórico entre las elevaciones de las colinas y la su relación con la Vega y su carácter agrícola. Como decíamos, son las colinas del Albayzín y la Sabika el núcleo original de la ciudad que determina el ámbito de estudio y trabajo de este proyecto.
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El valor posicional de los primeros asentamientos: Iliberri (s. VII a.C. - s. III) El origen del primer asentamiento del que se tiene constancia en el territorio de la actual ciudad de Granada se remonta al siglo VII a.C. El asentamiento íbero llamado Iliberri estaba situado en la pequeña meseta ocupada posteriormente en época islámica por la Alcazaba Cadima. Algunos estudios han permitido localizarlo en esta área urbana si bien aún resulta muy difícil fijar los límites reales de este primer recinto. La teoría más compartida sitúa en la colina del Albayzín a los primeros pobladores de la urbe y ha sido respaldada por el hallazgo de diferentes restos materiales como cerámicas o estructuras, e incluso lienzos de murallas datadas en el segundo cuarto del siglo VII a.C. (Castelló, 2003, p. 8). Resulta evidente el carácter fundamental del factor topográfico en la configuración y desarrollo de la ciudad ya desde el nacimiento del primer núcleo urbano. Así, se sientan las bases de una ciudad con un valor posicional privilegiado. Otros hallazgos arqueológicos permitieron localizar a finales del siglo pasado restos de viviendas íberas del siglo V al IV a.C. en pleno barrio del Albayzín –concretamente en la plaza de Santa Isabel la Real– (Castelló, 2003, p. 9). Asimismo, resulta importante destacar la aparición de dos necrópolis datadas en el siglo V a.C. en el Mauror y en el Mirador de Rolando. En el primer caso fueron descubiertas en el siglo XIX dos urnas de cerámica que contenían huesos y cenizas, y que por sus características no dejan lugar a dudas acerca de su origen íbero. En el segundo caso se trataba de una necrópolis bastetana datada entre finales del siglo V a.C. y el siglo IV a.C., si bien podría llegar hasta el siglo III a.C., según se deduce del estudio realizado por A. Arribas y citado por Roca, Moreno y Lizcano en su publicación.
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Todo ello, y a pesar de que aún resulta aventurado precisar la delimitación de este asentamiento, denota sin lugar a dudas la importancia de este primer núcleo urbano, así como la relativamente notable extensión del mismo (Isac, 2007, p. 10-11), y supone los primeros procesos de transformación de la colina del Albayzín asociados a actividades urbanas y agrícolas. Así, estos primeros asentamientos sobre las colinas granadinas tuvieron que aprender a domesticar estos perfiles topográficos para el desarrollo de la agricultura como modo de satisfacer las necesidades alimenticias de la población. 2. Reconstrucción ideal de Iliberris. Roca, Moreno y Lizcano
Resulta fundamental tener en cuenta la existencia de este asentamiento previo para comprender la morfología y el orden de la posterior ciudad romana. Ésta, al contrario que otras ciudades de la Península Ibérica,
no nace de la nada, sino que es fruto de la adaptación funcional de esta estructura urbana preexistente. No parece probable que en el proceso de colonización romano Iliberis fuera destruida para desarrollar una urbe ex novo que se ajustase al trazado regular referente del urbanismo romano. Por el contrario, es más que factible que la ciudad ya existente sufriese una restructuración, objeto de diferentes transformaciones, adaptándose a la nueva organización social, política y religiosa (Castelló, 2003, p. 9). De este modo, la ciudad romana se configura a través de diferentes operaciones, como la implantación de elementos arquitectónicos varios o la creación de un espacio central a modo de foro. Son muchos los datos que se conocen acerca de la urbe romana y su configuración, si bien los resultados no son suficientes para afirmar más que hipótesis de mayor o menor rigor. Desde los años ochenta numerosos estudios, excavaciones y hallazgos han permitido acotar con un poco más de precisión histórica la huella de la ciudad romana. El hallazgo de una estructura muraria triple de dos metros de ancho en el Carmen de la Muralla por parte de Manuel Sotomayor en la década de 1980 comenzó a perfilar el trazado urbano completado posteriormente por otros descubrimientos: tramos de muros, lienzos de recinto amurallado, estructuras de viviendas o incluso algún tipo de sistema hidráulico (Castelló, 2003, p. 10). Sin embargo, la dificultad de acceder al estrato romano –conservado bajo los niveles islámicos– en una zona tan colmatada como el Albayzín y el desconocimiento acerca de la posición de los principales espacios y edificios públicos dificulta el trazado del perímetro urbano de la ciudad, aunque existan ciertas hipótesis acerca del mismo. Una de las hipótesis más extendidas, y sobre la que se sustenta la siguiente descripción urbana de la ciudad romana es la desarrollada por los arqueólogos Roca, Moreno y Lizcano, quienes apostaron por un recinto urbano de unas nueve hectáreas de extensión estructurado en dirección este-oeste en torno a San Nicolás. Asentada sobre un cerro alargado la ciudad romana estaría limitada al norte por el tramo de muralla ya mencionado encontrado en el Carmen de la Muralla; y al sur, por el eje formado por las calles Aljibe de Trillo y Guinea; al este, bordeando la parcela de la mezquita junto a San Nicolás. El borde occidental presenta más interrogantes y se debate entre la línea marcada por las calles Pilar Seco y Almirante y una segunda línea más lejana desde Santa Isabel la Real a la calle Tiña. La peculiar topografía de la colina descendente favorece mucho más el sentido este-oeste que el norte-sur. Los restos encontrados en el Carmen de la Concepción podrían indicar la posición de una edificación importante de la urbe romana. La materialidad, los órdenes y sobre todo las inscripciones honoríficas
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halladas se acomodan perfectamente a la existencia del foro romano en este lugar (Castelló, 2003, p. 12). Además, también merecen una mención los restos de necrópolis hallados junto a la iglesia de San Juan de los Reyes, en la placeta de San José y en la calle Panaderos, pues dado su carácter extramuros, ayuda a fijar con cierta precisión el límite sur de la ciudad. A finales del siglo XX fueron hallados asimismo más restos de necrópolis y un tramo de calzada junto a San Juan de los Reyes igualmente. La ocupación romana de la ciudad íbera de Iliberri pasa por varias etapas según las circunstancias históricas del momento. La entrada en la órbita romana de la actual ciudad de Granada se enmarca, como el resto de territorios de la Península Ibérica, en un contexto de pugna entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo Occidental. Tras la victoria en la primera guerra púnica (264 – 241 a.C.) Roma inicia un proceso de dominio territorial sobre los pueblos de la Península. Se estima que es en torno al año 218 a.C. cuando Iliberri toma contacto por primera vez con los romanos. Sin embargo, no es hacia 180-179 a.C. en tiempos del emperador Tiberio Sempronio Graco cuando, tras los enfrentamientos entre indígenas y romanos y su posterior sometimiento, Iliberri queda incluida definitivamente en la Hispania romana. 18 1
En este contexto histórico se entiende que en una primera fase de ocupación romana la comunidad ibérica queda sometida y obligada por derecho de conquista al pago anual de un tributo, bajo el modelo de civitates stipendiariae. Sin embargo, diferentes factores indican que el proceso de romanización pudo ser relativamente rápido. El hecho de que la ciudad acuñe moneda en el sistema uncial romano ya desde la primera mitad del siglo II a.C. supone un dato evidentemente significativo en este sentido. Aún más interesante resulta la concesión de la ciudadanía romana y del status municipal en el año 45 a.C, erigiéndose como una de las 45 ciudades privilegiadas de la Bética (Roca, Moreno, Lizcano, 1988, p. 20). El nacimiento de Municipium Florentinum Iliberritanum marca el comienzo de una nueva etapa para la entonces ciudad de Granada. De forma paralela a la ciudad desarrollada en el entorno del actual barrio del Albayzín, en la colina de la Sabika –sobre la que actualmente se levanta la Alhambra– han sido hallados ciertos restos que podrían adscribirse al período romano, tales como sillares pétreos reutilizados para refuerzos, por ejemplo. Algunos expertos afirman que muchas edificaciones medievales se apoyan puntualmente sobre restos de muros y construcciones correspondientes a esta época clásica, como torres de vigilancia, viarios o parcelaciones agrícolas que pervivieron durante la etapa visigoda y principios de la islámica (Bermúdez, 2010, p. 293).
La crisis en el Imperio Romano a partir del siglo III d.C. supone para la ciudad una caída del modelo urbano hasta el momento desarrollado frente a un fuerte proceso de ruralización. La debilitación de la economía monetaria y de las actividades sobre las que se sustentaba el sistema urbano romano marca el contexto ante el que se abre una nueva etapa histórica para la ciudad.
Los años débiles de transición visigoda (s. V - s. VIII) A comienzos del siglo V d.C. toda la región Bética es ocupada por vándalos silingos y hasdingos. Se desconoce el papel de Iliberri en este contexto político y social si bien se puede aventurar que es muy probable que, gracias a su posición alejada de las principales vías de comunicación empleadas por los invasores germanos, la ciudad evitara la devastación de la ocupación bárbara (Castelló, 2003, p. 13). No obstante, la huida de esta amenaza alienta aún más el proceso de ruralización mencionado con anterioridad. El poder administrativo y político se debilita en cierta medida frente un nuevo modelo social y económico de evidente carácter agrario y feudal. Aun así, varios factores constatan la notabilidad conservada por la urbe. El hallazgo de monedas corrobora la pervivencia de la ciudad en época visigoda y dan noticia de sus diferentes denominaciones entre los siglos VI y VIII: Liberi Pius, Pius Eliberri y Pius Eliber. Además, la ciudad se convierte en sede del primer Concilio de la Iglesia Católica una vez el catolicismo es declarado religión oficial del reino visigodo, lo que atestigua la relevancia a nivel civil y eclesiástico de la ciudad en este período (Castelló, 2003, p. 14). A nivel urbano Iliberri no debe sufrir grandes cambios, más que la adaptación de las estructuras romanas al nuevo carácter defensivo de la ciudad. De este modo a partir del siglo VI se llevan a cabo diferentes operaciones para consolidar el sistema defensivo de la ciudad a través de la transformación del foro romano en fortaleza o del refuerzo de sus murallas (Castelló, 2003, p. 13). No existen muchos descubrimientos arqueológicos que ayuden a afianzar alguna hipótesis sobre la ciudad visigoda. Sin embargo, el modelo de ocupación de carácter rural a extramuros del recinto fortificado confirmaría que la ciudad no debió padecer grandes cambios en lo que a su extensión se refiere con respecto a la etapa romana.
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3. Plano hipotético de Granada en época zirí. Elaboración propia
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El fundamento del actual modelo de ciudad: la urbe medieval islámica (s. VIII - 1492) A pesar de la evidente importancia histórica de los asentamientos preislámicos resulta irrefutable que Granada debe su gran desarrollo y su compleja estructura urbana al largo período islámico. Esto resulta aún más evidente en el caso del Albayzín cuya fisionomía urbana prevalece frente a los avatares históricos. Este proceso activo a lo largo de ocho siglos concluye en el siglo XV en un caso muy particular de ciudad dentro del conjunto de ciudades peninsulares.
La inteligencia del agua en la configuración urbana: los ziríes (s. VIII - 1090) Es poca la información arqueológica que se maneja acerca de la ciudad entre los siglos VIII y XI en esta etapa de transición hasta la llegada de la dinastía zirí. En el siglo VIII se produce la llegada de nuevos grupos de población que originalmente se asientan en dos focos diferenciados: el núcleo correspondiente a la antigua ciudad iberorromana y uno nuevo en el margen izquierdo del Darro formado por la población judía –Garnatatal-Yahud, Granada de los judíos– (Isac, 2007, p. 12). Ambos acaban fundiéndose con el importante crecimiento urbano entre los siglos XI y XV, esto es, durante toda la etapa islámica. Bajo el dominio del Califato de Córdoba, la capital de la comarca se localiza en Medina Elvira, una antigua ciudad romana cerca de Atarfe. Tres siglos después, con la llegada de la dinastía zirí en 1012, Granada se abre una nueva etapa de prosperidad urbana: los ziríes eligen la antigua ciudad de Iliberri como capital. El fundador de la taifa creada en Granada, Zawi ibn Ziri (1012-1019) reconstruye y amplía la antigua fortaleza del siglo VIII emplazada en San Nicolás. Sus sucesores continúan los trabajos de construcción de la primera Alcazaba zirí, la Alcazaba Cadima (Castelló, 2003, p. 24). Durante esta primera etapa islámica se amplía el recinto amurallado existente –anterior al siglo VIII– y se inicia la ocupación progresiva de las laderas menos abruptas buscando la margen derecha del Darro. Este crecimiento urbano supone la configuración de una serie de barrios que conforman la medina situada en la zona más llana extendida a orillas del río. El crecimiento progresivo de la ciudad va acompañado de sistemáticas ampliaciones del recinto amurallado. De esta forma a la transformación topográfica derivada de la agricultura se le suman los procesos de alteración del perfil propios del asentamiento defensivo. Con
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un perfil romano difuminado, esta primera etapa islámica resulta la de mayor evidencia en este sentido. La construcción de la Alcazaba Cadima y las murallas de esta época zirí suponen algunos de los acontecimientos fundamentales en lo relativo al hecho defensivo que han dejado huella en el territorio del Albayzín. Entre 1038 y 1073 mientras ostentaba el poder Badis ibn Habus, la Alcazaba se extiende hacia el norte y el oeste de la colina. A su vez, la ciudad experimenta un gran crecimiento con la creación de nuevos barrios intramuros de un segundo anillo amurallado. De esta forma surge la Alcazaba Gidida, como se denomina a este nuevo espacio urbano fruto de la extensión, que queda limitado al norte por el lienzo de muralla extendido desde la actual Puerta de Monaita hasta Puerta de las Nuevas; al este por el Callejón de San Cecilio hasta la actual plaza del Abad, siguiendo dirección sur hacia la actual iglesia de San Juan de los Reyes y la Cuesta de San Gregorio, y enlazando dirección noroeste con el Carril de la Lona a través de la calle del Perro.
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Tres nuevos barrios surgen en el interior de este nuevo recinto amurallado: Badis, los Morabitos y la Cauracha, estructurados cada uno de ellos como pequeñas ciudades independientes –con su mezquita, su zoco, sus baños y alhóndigas–, y separados por cercas con distintas puertas de acceso (Castelló, 2003, p. 25). Como es habitual en el urbanismo islámico, todos ellos se caracterizan por su trazado irregular, el diseño quebrado de manzanas a través de adarves y el predominio del concepto de espacio privado frente al público. La certeza de la existencia de ciertos elementos arquitectónicos de bastante entidad en el barrio de Badis ayuda a confirmar que éste sería el principal de los tres barrios. El barrio de los Morabitos surge en torno a una mezquita situada donde actualmente se encuentra la parroquia de San José. La Cauracha en cambio se forma en torno a la actual parroquia de San Juan de los Reyes, y tenía dos mezquitas, Cauracha la Alta y Cauracha la Baja (Castelló, 2003, p. 26). En torno a estos tres núcleos y su desarrollo se llevó a cabo la evolución urbana de la ciudad y en concreto del Albayzín hasta el final de la dinastía zirí. Ya bajo el último reinado zirí del monarca Abd-Allah ibn Buluggin (1073-1090), comienza a consolidarse un nuevo sector urbano entre la actual calle San Juan de los Reyes y la margen derecha del río. En este espacio urbano, conocido como el barrio de Axares, predominan las viviendas con jardín y huerto lo que lleva a muchos autores a identificar el término Ajsaris con deleite, dado el gran número de cármenes que existieron en este lugar (Castelló, 2003, p. 27).
Sin embargo, en esta época es la necesidad a dar respuesta al abastecimiento de agua a la población uno de los factores principales en el desarrollo urbano descrito. El hecho hidráulico se convierte en un elemento articulador del espacio urbano. Importantes obras como la Acequia Gorda o la Acequia de Aynadamar se convierten en el centro de un inteligente sistema hidráulico que seguirá complejizándose en épocas posteriores y alcanzará su cénit durante el dominio nazarí. En este sentido, también durante esta primera etapa zirí se idea un sistema hidráulico para abastecer a los barrios de la Alcazaba y sus baños públicos y privados, como el Bañuelo, uno de los baños públicos islámicos más antiguos conservados en la actualidad. De forma paralela en la colina de la Sabika, la dinastía zirí aporta la configuración en planta de la Alcazaba Yadida –actual Alcazaba de la Alhambra– coincidente con la del castillo-residencia de los visires de la taifa independiente zirí. La dualidad entre esta fortaleza y la Alcazaba Cadima sobre la colina del actual Albayzín representa los enfrentamientos que de forma alternada se sucedían entre los locales andalusíes y los invasores almorávides y almohades procedentes del norte de África. La antigua fortaleza zirí pervive en la huella de la actual Alcazaba de la Alhambra en uno de sus lados mayores (Bermúdez, 2010, p. 293).
El enfrentamiento histórico entre colinas: la presencia almorávide y almohade (1090 - 1238) La dinastía zirí se extingue en 1090 tras la derrota de su último rey, Abd Allah, frente al emir almorávide Yusuf ibn Tasufin. Esta nueva etapa para la ciudad, de poco más de un siglo de duración, apenas influye sobre su morfología y vida urbana. El actual barrio del Albayzín frena su ritmo de crecimiento a favor del desarrollo de otras zonas urbanas como Garnataal-Yahud. Solo al final del reinado almohade, tras la derrota en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, se producen cambios a nivel urbano de mayor entidad. Al noreste, extramuros de la Alcazaba Cadima, se instala población musulmana expulsada de Baeza y Úbeda, creando un arrabal denominado al-Bayyazin –raíz del nombre Albayzín–. Este nuevo arrabal nace en un primer momento en la falda del cerro de San Miguel Alto, aunque pronto se extiende por la Cuesta del Chapiz hacia el Darro y por la Cuesta de la Alhacaba hasta la Puerta de Elvira (Castelló, 2003, p. 28). En el Albayzín se conservan algunas construcciones de origen almohade como el alminar la mezquita de los conversos, actual iglesia de San Juan de los Reyes, que sobrevive transformado en campanario.
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4. La Granada nazarí según Seco Cuenca. Dibujo de Grabar
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5. La Granada nazarí según Levi Provenzal. Dibujo de Bosque Maurel
6. La Granada nazarí según Torres Balbás. Dibujo de Aznar
La lógica formal y funcional en la cultura hispano-musulmana: el período nazarí (1238 - 1492) En 1238 una nueva dinastía toma el poder de la ciudad. Los nazaríes, con Granada como capital, llegan a extender su dominio sobre una extensa superficie del sur de la península, convirtiendo la ciudad en centro político, administrativo y económico de todos el Reino de Granada, el último reducto islámico en la península. Este empoderamiento supondrá grandes cambios en un corto período de tiempo para la ciudad, en los procesos de crecimiento y de decrecimiento, cuando la población exterior busca refugio en la ciudad ante el avance las tropas cristianas. Nacen así en estos siglos nuevos arrabales que intentan asumir este aumento demográfico; el más importante será el propio Albayzín, al norte de la alcazaba Cadima, no cercado hasta mediados del siglo XIV. Las estimaciones de los expertos coinciden en cuantificar esta población en torno a los 65.000 habitantes. Es evidente de cualquier manera que la Granada nazarí de los siglos XIV y XV llegó a ser una de las ciudades más pobladas de la Península Ibérica (Isac, 2007, p. 18). Toda la complejidad social, política, demográfica y urbana del momento comprimida en tan breve período histórico de tiempo resulta una ciudad compleja, compartimentada y desarrollada a raíz de dos núcleos preexistentes –Iliberri y Garnatat-al-Yahud– a los que se han ido sumando distintos núcleos o arrabales. Esta compleja situación urbana distingue diferentes áreas o sectores muy diferenciados en su uso, como son la medina, las alcazabas de Cadima y Gigida, los nuevos arrabales, o la propia Alhambra. La medina, la ciudad llana, acoge los principales edificios públicos en relación a las actividades comerciales más importantes: la Mezquita mayor, la Madraza, la Alcaicería y las alhóndigas, entre otros. La presencia de edificios como la Alhóndiga nueva –el actual Corral del Carbón–, su valor arquitectónico y su emplazamiento cercano a la Mezquita Mayor o la Alcaicería denotan la intensidad de la actividad mercantil desarrollada en esa zona. En contraposición, el área urbana más antigua –la que corresponde con la posición original de Iliberri– ocupada por las alcazabas Cadima y Gigida, tendrá cada vez menor importancia en los aspectos comerciales y económicos de la ciudad en un proceso de despoblación gradual, que la someterá a una transformación que dará como fruto el nacimiento del carmen granadino como tipología residencial singular. Bien es cierto que, a pesar de esta tendencia, aparecen algunas edificaciones de nueva planta y
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cierta entidad, como es el caso del Palacio de Dar-al-Horra en la Alcazaba Cadima, junto al palacio zirí existente (Castelló, 2003, p. 33). La ordenación urbana de los nuevos barrios responde, al igual que la ciudad preexistente, a las pautas generales del urbanismo islámico. Cada una de estas capas que componen la ciudad contribuye a la construcción de un perfecto mecanismo, en el que cada una se constituía a través de unas lógicas y estrategias concretas y establecidas, y que tenían mucho que ver con una profunda significación espiritual. De esta forma, salvo el viario principal de comunicación entre las puertas de la muralla en torno al que se desarrollan las actividades comerciales, las calles de la ciudad conforman una densa trama irregular que propicia el tránsito paulatino de lo público a lo privado a través de los adarves. Lo privado prevalece frente a lo público con la extensión mayoritaria del uso residencial a través de la tipología de vivienda medieval islámica de tipo nazarí, organizada en torno a un patio rectangular de frentes porticados en sus lados menores. Algunas muestras de esta arquitectura doméstica nazarí han llegado a nuestros días en su estado original, que perviven insertas la mayoría en edificaciones de los siglos XVI y XVII. 26 1
Frente a esta densidad colmatada de carácter generalmente residencial sobresalen dos tipos de edificaciones de carácter público: la mezquita y el baño público. Las mezquitas suponen uno de los principales elementos de ordenación urbana de los barrios. En el Albayzín, los musulmanes emigrados construyen la mezquita mayor en los terrenos que ahora ocupa la iglesia colegial del Salvador. Actualmente solo se conservan algunos restos de muros y parte del patio. Además, se construyeron otras mezquitas menores en los diferentes barrios del arrabal del Albayzín. También en esta última etapa islámica se levantan otros edificios públicos como el baño o hammam de la calle del Agua, el principal de todo el arrabal y uno de los mayores de toda la ciudad; o el hospital islámico o Maristán, entre las calles Bañuelo y Portería de la Concepción (Castelló, 2003, p. 32). De forma paralela a estos procesos, los monarcas nazaríes se comienzan el traslado de colina y se instalan en la Sabika, y sobre restos de asentamientos anteriores construyen la ciudad palatina y residencial de la Alhambra. Levantada desde principios del siglo XIII, la Alhambra irá creciendo hasta llegar a convertirse en una ciudadela fortificada independiente del resto de la ciudad en el siglo XV. Igual que en la ciudad de Granada se distinguen espacios con funciones claramente diferenciadas, en la Alhambra también pueden reproducirse distintas funciones en su recinto: el barrio castrense de la Alcazaba, los Palacios Reales como residencia y sede del poder político y administrativo, o las zonas de servicio de la corte nazarí en el sector este del conjunto. Se refuerza de esta forma
el paralelismo o enfrentamiento de carácter simbiótico entre las colinas de la Sabika y el Albayzín. Mientras que sobre la complicada orografía de la primera se asienta el centro de representación del poder político, la orografía más amable de la segunda se afianza como soporte físico de la ciudad, de los acontecimientos cotidianos y sus modos de habitar. Siguiendo la hipótesis desarrollada por Bermúdez, la Alhambra parece seguir pautas similares a las establecidas, por ejemplo, en el modelo de ciudad presente en Madinat-al-Zahra, al igual que otras ciudades hispano-musulmanas combinando tres factores fundamentales: la relación territorial con su entorno, la localización estratégica para las comunicaciones y el abastecimiento, y la fácil disponibilidad de recursos naturales. Su construcción se sucede a lo largo de más de dos siglos hasta alcanzar la superficie final actual de más de cien mil metros cuadrados. Muhammad I, fundador de la dinastía nazarí, decide en 1238 comenzar la edificación de la Alhambra para instalar en ella la sede de la corte. Los primeros movimientos ocurren en torno al recinto de la Alcazaba que se reedifica sobre la huella de la antigua construcción, levantando algunas torres arruinadas y prácticamente la totalidad de sus murallas siguiendo la traza zirí. Aparecen así las torres de la Vela, del Homenaje y de la Pólvora. Además, comienzan los trabajos de canalización del agua con la construcción de la Acequia Real, y se inician los trabajos de construcción de los palacios y el nuevo sistema amurallado nazarí. Al reinado de Muhammad II (1273-1302) corresponde la aparición del Palacio de los Abencerrajes. Además, en este período de treinta años se inician las obras de los pabellones del Generalife –que se prolongarán a lo largo de los próximos reinados–, y se realizan algunas reformas en Torres Bermejas, reedificada anteriormente sobre restos del siglo VIII. Durante el reinado de Muhammad III (1302-1309) se construye el Palacio del Partal, la Torre de las Damas y la Puerta del Vino. Aunque la construcción de mayor relevancia de este período es la Gran Mezquita de la Alhambra, sobre la que se construyó posteriormente la actual iglesia de Santa María. Su principal descripción se debe a la labor desarrollada por Torres Balbás y basada en los trabajos anteriores de Gómez Moreno y Modesto Cendoya. La mezquita, orientada debidamente hacia el sureste, tiene su eje central bajo el costado sur de la actual capilla. Según Bermúdez, la mezquita tendría tres naves, la central más ancha que las laterales, y su alminar estaría situado en el extremo occidental. Además, a este período corresponde la construcción de los Baños árabes de la mezquita. Durante el reinado de Nasr (1309-1314) e Ismail I (1314-1325) aparecen el actual Peinador de la Reina, la Torre y la Puerta de Armas, el
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7. Plano hipotético de Granada en época nazarí. Elaboración propia
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Mexuar, y se inicia la construcción del Palacio de Comares. Sin embargo, la Alhambra alcanza su esplendor a mitad del siglo XIV. A los reinados de Yusuf I (1333-1353) y Muhammad V (1353-1391) se deben la inmensa mayoría de las construcciones de la Alhambra que han llegado a la actualidad. La reforma de la Alcazaba, la construcción y finalización de todos los palacios o la ampliación del recinto amurallado. Además de las Puertas de la Justicia, las Almas y la Alberca; la ampliación y decoración de las torres; así como espacios tan importantes como el Salón del Trono, el Cuarto Dorado, el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca, la Sala de los Reyes, o el Patio de los Leones y sus dependencias anexas. Los reinados nazaríes del siglo XV, más preocupados de la contención del avance de los reyes cristianos y de los enfrentamientos fratricidas que del gobierno de sus territorios, no traen consigo grandes aportaciones o cambios para la ciudad palatina de la Alhambra. De esta manera, durante el reinado de Boabdil (1482-1492), Granada cayó fruto de una constante debilitación política y económica producida por el desgaste de las contiendas contra los cristianos y de las guerras civiles que se sucedían en la ciudad. Y así, el 2 de enero de 1492, Granada se rinde ante los Reyes Católicos dando paso a la dominación cristiana y aun futuro bien distinto del experimentado durante el período islámico.
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8. Rendición de Granada. R. Alemán (finales del s. XV) 1. Murallas de la ciudad islámica 2. Tejido urbano abigarrado y compacto 3. La Alhambra en cotas superiores 4. La Vega en cotas inferiores
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9. Virgen de Granada. P. Christus II (1500) 1. Puerta de Elvira 2. Puerta de Bibrambla 3. Puerta de Monaita y Alcazaba Cadima 4. Garnata-al-Yahud 5. Torres Bermejas 6. Puerta de Fajalauza 7. Alhambra 8. Generalife 9. Río Darro, que atraviesa la ciudad
El proceso de experimentación urbana: la Granada cristiana (1492-1570) Al contrario de lo que se puede pensar, la ciudad no cambió demasiado tras la entrada en Granada de los Reyes Católicos en 1492. Con un profundo sentido político y estético, se conservó de manera bastante íntegra la estructura de la medina islámica, se respetó el trazado de las calles que responde a una extraordinaria lógica topográfica, aunque el antiguo foco poblacional islámico se convirtió en un espacio de experimentación urbana dotando al Albayzín de un peculiar valor híbrido. Las primeras reformas dentro de la ciudad construida se limitaron al cambio de uso y a la adaptación de funciones de los grandes edificios públicos, en su mayoría mezquitas. En estos momentos, la imagen de la ciudad se percibía como nos puede transmitir uno de los relieves de la sillería del coro de la Catedral de Toledo, realizado a finales del siglo XV por Rodrigo Alemán. Una rudimentaria vista de Granada se establece como telón de fondo para la rendición de Boabdil, que entrega las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos. La imagen de la ciudad que se nos ofrece, destaca varios elementos esenciales que bien reflejan la realidad urbana granadina: en primer lugar, el carácter eminentemente amurallado y protegido de la ciudad, el caserío abigarrado y formado por adición de viviendas, el río Darro en el centro y la Alhambra elevada a la derecha. De todo esto se extrae la significación y la importancia de una ciudad que bebe de sus relaciones topográficas, ya sea la relación Alhambra-Darro-Albayzín, o la que existe entre la ciudad elevada y la ciudad baja; incluso de la relación de la Granada encerrada en la muralla y la riqueza agrícola de la Vega extramuros. No obstante, de forma casi inmediata a la toma de Granada, y desde entonces, cualquier ampliación urbana se realiza a través de comerle terreno al hábitat agrícola. La ciudad salta de sus murallas y comienza a extenderse por la Vega, que se empieza a identificar como un borde amable de transición entre lo urbano y lo rural. Bosque (1988) afirma que estas operaciones de ensanche de la ciudad responden a un constante y progresivo abandono de las colinas granadinas en favor de la parte más llana y amable de la ciudad. Este abandono se debe en parte, también, al comienzo de las contradicciones en los primeros años de dominación cristiana en Granada: la paz y transigencia religiosa pactada en una rendición amable y sin belicismos entre nazaríes y cristianos, pronto se tornó en un clima de conversión y expulsión de creyentes ajenos a la fe cristiana, de la mano del primer arzobispo granadino, fray Hernando de Talavera. Este, en un primer momento, inició una política de captación amable que intentó acercar a los mudéjares –musulmanes que viven en
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territorio cristiano– el rito cristiano al traducir bastantes textos religiosos al dialecto nazarí. Fueron los judíos, que históricamente habían convivido en paz en el barrio del Mauror, quienes salieron perjudicados, pues fueron expulsados de la ciudad en el mismo año de la Conquista, su judería fue demolida y sobre ella se comenzó a construir el actual barrio del RealejoSan Matías.
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Con la llegada en 1499 del arzobispo de Toledo, el futuro Cardenal Cisneros, los tiempos de paz pactada se truncaron para los musulmanes, ya que el religioso llegó a la ciudad con la firme idea de erradicar cualquier atisbo de la pasada religión islámica y su conducta hereje. Los mudéjares fueron obligados a convertirse y bautizarse, pasaron a denominarse cristianos nuevos –o moriscos, si se les atribuye aún un sentimiento rebelde contra la religión cristiana– y sus costumbres y devociones fueron erradicadas. Pero esta obligación fracasó: los moriscos mantuvieron sus cultos y costumbres en secreto, y solo se fomentó un sentimiento de repulsa hacia los nuevos habitantes cristianos. Los moriscos firmes en su fe se mantuvieron asentados en la colina del Albayzín, mientras que los cristianos nuevos que asimilaron la conversión abandonaron la antigua medina hacia la ciudad baja, favoreciendo los procesos de identificación con los nuevos barrios cristianos, y abandonando su identidad islámica relacionada con el hábitat en la colina. Durante el reinado de Carlos V, los moriscos consiguieron mantener con relativo éxito sus costumbres –salvo las creencias religiosas– mediante el pago de impuestos, y gozaron de una posición estable en la ciudad. Ellos prosiguieron con su ritmo de vida en las partes altas de la ciudad, mientras que Granada seguía creciendo en dirección a la Vega; los alrededores de la Plaza Bib-Rambla y la calle Mesones se establecieron como los centros neurálgicos de la nueva forma de vida ciudadana dedicados al comercio y la artesanía, mientras que la Alhambra conservó su estatus político y centro de la Casa Real. Con la llegada a la corona de Felipe II, la política se tornó en mucho más intolerante, llevando a cabo unas acciones de continua asfixia hacia los ciudadanos musulmanes marcadas por una profunda prohibición de celebración religiosa y cultural, por una continua expropiación de las propiedades islámicas y una inflación de los impuestos sobre los moriscos. Esta política buscaba crear un clima propicio que cristalizara en una rebelión morisca, pretexto suficiente para que los ejércitos españoles la aplacaran con toda su virulencia, y así poder expulsar definitivamente a los islámicos de Granada. Esta Sublevación de las Alpujarras (1568) fue liderada por los moriscos que ya no residían en Granada, sino en las montañas, y pese a que la población islámica del Albayzín se mantuvo al margen, se vieron expulsados de sus casas y de la ciudad, lo que convirtió
a la antigua medina en un barrio en progresivo abandono. Según Barrios (2002), todo esto tiene su traducción en los problemas demográficos que sufrió Granada desde su cénit en época nazarí hasta justo estos momentos. Si hacia 1560 la ciudad contaba con unos 46.500 habitantes, en 1590 descendió hasta los 34.200, aproximadamente la mitad que en los tiempos de esplendor nazarí. Una vez que había desaparecido el encorsetamiento cultural de lidiar con tres religiones en la ciudad y la Granada cristiana se arraigó y definió como una nueva Jerusalén, se inició una era de auge cultural y artístico que convocó a lo más elevado del panorama español. Las primeras obras y reformas promovidas por los Reyes Católicos y Carlos V cristalizaron en la construcción de un nuevo epicentro religioso de la cristiandad española: la Capilla Real (1504), el Monasterio de San Jerónimo (1513), la Cartuja (1519) y la Catedral (1522). Todo este clima de esplendor cultural atrajo a figuras de primer orden del arte renacentista español: Enrique Egas, Diego de Siloé o Alonso de Berruguete, entre los arquitectos; San Juan de Dios, entre los religiosos; Fray Luis de Granada o Diego Hurtado de Mendoza, entre los literatos humanistas. Todos ellos, alimentados por unas políticas que se dedicaron a la construcción de los nuevos sitios del fervor religioso y político, contribuyeron a la creación de una nueva Granada, en constante ebullición y formación. La relevancia que cobró Granada como nuevo símbolo de la grandeza del reino que conquistó la cristiandad, hizo que en la segunda mitad del siglo XVI la ciudad fuera objeto de representación en las cartografías modernas, con técnicas más rigurosas que el modelo más distorsionado de la ilustración medieval. Dos obras de mayúscula importancia ofrecieron la nueva imagen de Granada, como una ciudad que cristalizaba en sus nuevas edificaciones el poder que había adquirido: el Civitates Orbis Terrarum (G. Braun, 1572) y las Vistas de Granada (A. van den Wyngaerde, 1567). En el primero de ellos, el canónigo recopiló un atlas de ciudades europeas, dibujada por Hoefnagel en el caso de Granada, que incluía el hecho excepcional de contar con tres vistas (desde el sur, el este y el oeste), lo que nos habla de la suma importancia de la ciudad. En un lenguaje que combina el pintoresquismo con la intención y el rigor topográfico, Hoefnagel retrata una ciudad en tres planos: en plano lejano, narra la ciudad islámica y topográfica, que basa su identidad en el hecho de dos paisajes enfrentados –Alhambra y Albayzín– por el paso del Darro, y que está coronada por los antiguos alminares de las mezquitas, ahora convertidos en los campanarios de las parroquias en torno a las cuales se organiza la población –El Salvador, San Cristóbal, San Nicolás, San Miguel, Santa Ana–; en plano medio, identifica la nueva Granada, la
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10. Granada desde poniente. J. Hoefnagel (1563)
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1. San Cristóbal 2. Palacio de Dar-al-Horra 3. San Juan de los Reyes 4. Valle del río Darro 5. Generalife 6. Palacios Nazaríes 7. Torres Bermejas 8. Catedral 9. Mezquita Mayor (en demolición) 10. Campo de los Mártires 11. Facultad de Derecho 12. Ciudad creciendo extramuros
cristiana, en auge y construcción, que cristaliza su poder en las nuevas construcciones que se llevan a cabo y que ya se observan: la Catedral, el Monasterio de San Jerónimo, la Cartuja y el Hospital Real (1511); y en el plano más cercano, nos habla del territorio agrícola, de la relación VegaGranada, que alberga los usos productivos y que a la vez se convierte en el escenario para las actividades pintorescas de recreo de la ciudadanía granadina. La obra de Van den Wyngaerde nace por encargo de Felipe II, quien encargó al flamenco la confección de una serie de vistas de las principales ciudades de España, y se define como retratos altamente elaborados, que destacan por su sobriedad y rigor ilustrativo, alejado del pintoresquismo y fruto de un concienzudo trabajo de preparación digno de un auténtico topógrafo. En la vista de Granada, Wyngaerde nos ofrece una visión muy panorámica y alargada de toda la ciudad, con la Catedral en construcción en el mismo centro del plano, sobrepuesta sobre el valle del Darro, que se vuelve a presentar como paisaje de dos colinas enfrentadas, una que habla de la ciudad islámica desarrollada por sumatoria y adición durante los siglos, y otra que nos cuenta el poder político y militar de la Alhambra que domina sobre toda la ciudad. El resto de la ilustración nos presenta una ciudad nueva que surge y se urbaniza al modo cristiano, con los nuevos estilos arquitectónicos que priman sobre las antiguas mezquitas convertidas en iglesias. Según Calatrava y Ruiz (2005), Wyngaerde nos ofrece la imagen de una Granada activa que goza del auge imperial, que se expande hacia la Vega como territorio productivo al que ganarle terreno y como despensa de los granadinos, y que simboliza el triunfo de la fe verdadera frente al último reducto del islamismo en Europa.
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11. Vista de Granada. A. Van den Wyngaerde (1567) 1. Monasterio de Cartuja 2. San Cristóbal 3. San Miguel Alto 4. Palacio de Dar-al-Horra 5. Maristán nazarí 6. San Juan de los Reyes 7. San Pedro y San Pablo 8. Santa Ana 9. Plaza Nueva 10. Alhambra 11. Torres Bermejas 12. Campo de los Mártires 13. Puerta de Elvira 14. San Andrés 15. San Justo y Pastor 16. Catedral 17. San Matías 18. Hospital Real 19. Monasterio de San Jerónimo 20. Facultad de Derecho
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La urbe santificada: Granada y el barroco (1570 - 1700)
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En su condición de nueva Jerusalén, Granada se convirtió en una ciudad que se apropió de la simbología de la ciudad para que este efecto cristianizador surtiera todo su efecto. Aparte de erigir el nuevo centro religioso de la España imperial, las reformas religiosas de la ciudad pasaron, como ya se ha mencionado, en convertir todas las torres en lugares devocionales, tanto en los alminares de las mezquitas alzando una cruz, como en las jambas de las puertas y torres de la ciudad construyendo capillas. Así, cualquier persona que llegara a la ciudad no dudaría del nuevo poder instaurado. Pero la mayor forma de dominación sobre la ciudadanía musulmana sería la consagración de todas las mezquitas al culto cristiano, ya que, de este modo, las parroquias y sus nuevas advocaciones ejercerían el poder de control demográfico de sus áreas de influencia. La espacialidad y versatilidad del espacio devocional islámico se prestó a que los cristianos, con la simple colocación de sus altares y sagrarios, convirtieran con facilidad sus templos a su propio culto. Habría que esperar algunos años para que las antiguas mezquitas se fueran sustituyendo por las nuevas iglesias, acordes a las nuevas tendencias arquitectónicas. El rápido incremento de población cristiana provocó que los espacios de las mezquitas pronto fueran insuficientes para el nuevo culto, ya que también presentaban algunos inconvenientes para la realización de la liturgia cristiana ante tal cantidad de fieles. Así, tal y como afirma Barrios (2002, p. 71), “no puede hablarse de una campaña sistemática de derribo de mezquitas, […] sino de una renovación impuesta por las necesidades y los nuevos gustos”. El reclamo de Granada como símbolo de la cristiandad fue un claro aliciente para las órdenes religiosas, que vieron en la ciudad una ocasión perfecta para instalar conventos, iglesias y monasterios. Estos empezaron a distribuirse por toda la ciudad y de distintas maneras: unos en sitios preexistentes, formados por la unión de varias casas –incluso de origen nazarí– en las que se consagraba una pequeña capilla, y poco a poco se iban añadiendo casas aledañas, y cuando se dispusiera del espacio suficiente, se promovía la construcción de un templo adecuado; ejemplos de este tipo de conventos son el Convento de las Capuchinas o el de la Encarnación. Otro tipo de estos edificios conventuales sería el construido expresamente para la orden en un solar vacío de la ciudad, reservado para órdenes más pudientes como el Monasterio de San Jerónimo, la Cartuja, el Monasterio de San Basilio o el Convento de la Trinidad. Por último, existe un híbrido entre ambos tipos de conventos, que construyeron plantas nuevas en solares vacíos o resultados de la demolición, pero amalgamados con construcciones antiguas, como pueden ser el Convento de Zafra.
La imagen de la ciudad había cambiado bastante en los siguientes treinta años a la confección de las últimas cartografías granadinas. El fervor religioso rodeaba al hecho urbano de Granada, las invenciones de los descubrimientos sacros realizados en el Sacromonte y la Torre Turpiana, el antiguo alminar de la Mezquita Mayor, sita en el actual Sagrario, adornaban la atmósfera santificada que se respiraba en la ciudad. Y es a raíz de estos hechos, cuando el arzobispo Pedro de Castro encarga la confección de una nueva imagen urbana para Granada a principios del siglo XVII, y se asienta como una actuación de clara política contrarreformista. El arquitecto Ambrosio de Vico fue el encargado de dicha tarea que, con un trazo intencionadamente deformado para la transmisión del hecho urbano más que arquitectónico, desembocó en la ejecución de la Plataforma de Granada (1613). Pese a que no habían transcurrido muchos años desde las últimas cartografías, Granada había cambiado respecto a la ciudad que conquistaron los Reyes Católicos. En primer término y con las bases de las pilastras de la futura Catedral como motivo central, se advierte la nueva trama cristiana, más regular y menos topográfica, que desborda ya de las murallas y en la que se advierten los primeros procesos de ensanche urbano: el barrio de la Magdalena hacia poniente y el de las Angustias siguiendo el curso del Darro, o la operación axial que empezaron a describir Hoefnagel y Wyngaerde en San Jerónimo, cristalizaba con arquitecturas como el Hospital de San Juan de Dios, el Hospital Real y el camino hacia la Cartuja; y junto a ellos, en el punto simbólico donde la muralla musulmana se rompe, aparecen la iglesia y colegio de San Pablo de la orden jesuita –actuales Iglesia de los Santos Justo y Pastor y la Facultad de Derecho–. Extremadamente simbólicos también son las apariciones de los espacios ceremoniales de la nueva urbe barroca entre el abigarrado callejero: la Plaza Bib-Rambla, Plaza Nueva –con las primeras operaciones de embovedado y presidida por el nuevo símbolo de la justicia, la Real Chancillería–, la Plaza del Campillo, el Campo del Príncipe y el recorrido procesionario de la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes. Apoyados en la Plataforma de Vico, se mencionarán los últimos hechos urbanos que dieron forma a Granada hasta el siglo XVIII. Pese a los drásticos y simbólicos cambios que sufrió Granada en cuanto a la arquitectura, lo urbano y lo civil se fue adaptando a estos cambios con una gran naturalidad. La antigua ciudad islámica apenas se vio pervertida más allá de las conversiones de mezquitas en parroquias y de las apariciones de los cármenes como tipología nacida de los procesos de despoblación del Albayzín. Frente a esto, la población se acomoda en la parte llana de la ciudad, próxima a los centros del poder político y civil, en un nuevo caserío
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12. Bosquejo Catedral de Granada. D. Velázquez (1648)
13. Plano hipotético de Granada en época cristiana. Elaboración propia
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más saneado que el nazarí. Y gradualmente, empiezan a aparecer los barrios que le ganan terreno a la Vega, con un urbanismo más regular. San Matías, erigido sobre la antigua judería medieval, alberga a la población artesana; San Lázaro y San Ildefonso se extienden como barrios en torno al eje de entrada a la ciudad desde el norte, ocupado por militares y agricultores, respectivamente. Aunque en el siglo XVI la aristocracia se instaló en la Carrera del Darro, en un gesto indudablemente simbólico, erigiendo sus grandes palacios –Casa Castril, Palacio de Santa Inés–; a partir de los siglos XVII y XVIII, en el eje de San Jerónimo, se acomodan una gran parte de la nobleza y del clero alrededor del polo que conforman el Monasterio de San Jerónimo y el conjunto de San Pablo. También el barrio de la Magdalena, a poniente, se asienta como un núcleo para la población más acomodada. Mientras, los barrios de San Antón y de las Angustias se ocupan por una clase más popular, que gravita en torno a la feligresía de la Virgen de las Angustias, patrona de la ciudad. A nivel infraestructural, Granada vive de las rentas que dejaron los musulmanes en la ciudad, la red de acequias, aljibes y cloacas no fue ampliada, solo mejorada en ciertos puntos. El río Darro continuó asumiendo su papel de vertedero urbano y las industrias que permanecieron en sus márgenes siguieron vertiendo en él. Los puentes que los nazaríes construyeron para salvar el escarpado valle que separaba las colinas del Albayzín y la Alhambra siguieron utilizándose, al igual que los del Genil, mientras que los cristianos acometieron las obras de nuevos puentes necesarios –Paja, Castañeda y Angustias– para atravesar el río en los barrios de San Antón y Angustias.
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14. Plataforma de Granada. A. de Vico (1613)
Del esplendor al abandono: tres siglos de Alhambra cristianizada (1492 - 1700) Cuando el 5 de enero de 1492, tres días después de la Conquista, los Reyes Católicos entraron en Granada y llegaron a la Alhambra, quedaron maravillados ante la ciudad que tantos años habían tratado de ocupar, y que desde ese momento viviría un auge que la convertiría en símbolo del imperio que nacía. Así, Isabel y Fernando residieron en Granada durante largas épocas, apostaron por construir el panteón de una nueva dinastía, e hicieron llamar a artistas de todo el país para acometer las obras de transformación hacia un palacio castellanizado. Se abogó por un continuismo funcional y se procuró que la Alhambra siguiera usándose como un recinto triple: recinto militar, residencia real y barrio residencial. Sin embargo, los cristianos no asimilaron el concepto de ciudad palatina y, aunque en un inicio fueron empujados por la atracción hacia un conjunto tan bello, la función militar fue la que primó sobre las demás en la Alhambra, lo que supuso el inicio de la decadencia de la misma.
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En estos primeros momentos, las tropas destinadas en la Alhambra cuidaron de la estabilidad en una ciudad continuamente agitada por las presiones religiosas y políticas, vigilando en todo momento la colina enfrentada del Albayzín y a su población morisca. Tanto en el reinado de los Reyes Católicos, como en el de Carlos V, los monarcas prestaron gran atención al conjunto palatino, habilitándolo en muchas ocasiones para su residencia, lo que contribuyó al desarrollo militar de la fortaleza: los soldados contaban con incentivos para residir allí, contaban con el rango de guardia real, y acometieron obras para la modernización de la tecnología militar en la Alhambra como la construcción de baluartes cilíndricos, residencias y cuarteles para la soldadesca, y la instalación de la obra infraestructural de los aljibes enterrados bajo la plaza de su mismo nombre –una contradicción enfrentada a la complejísima infraestructura de agua corriente a través de canalizaciones y acequias en la Alhambra–. Felipe II, al contrario, no mostró un gran interés por la Alhambra, y una vez sofocada la Sublevación de las Alpujarras y cuando los moriscos fueron expulsados de Granada, poca labor militar quedaba en el conjunto alhambreño. Las tropas que quedaron en la Alhambra vieron mermadas sus regalías por residir allí, y las funciones que debían enfrentar eran de escasa valía: custodiar los accesos, vigilar a los presos que ingresaban en la Alcazaba y sofocar enfrentamientos entre residentes. Más allá de las funciones palatinas primeras que impusieron los Reyes Católicos, fue Carlos V el último monarca que puso su mirada en la Alhambra. Llamado por el atractivo simbólico de ser capital imperial
de la cristiandad, Carlos V ordenó a Pedro Machuca, formado en Italia, que construyese el mayor palacio de gusto renacentista a la altura de un emperador de su talla, junto a lo que antaño fue el epicentro del poder islámico en Europa. Aunque el Palacio de Carlos V no llegó a concluirse, la magnitud de tal obra fue reflejada en múltiples grabados de la época, que nos ilustran una Alhambra en construcción y renovación del mismo modo que sufría la ciudad. Sí que se concluyeron otros elementos llamados a representar el poder imperial en las inmediaciones del conjunto, como el Pilar de Carlos V o la Puerta de las Granadas, como arco de triunfo que da acceso y separa lo urbano de lo palatino. Por estos motivos, el grueso poblacional de la Alhambra en este período lo conformaban las clases medias, dedicados al comercio y la artesanía. En un principio, los monarcas castellanos hicieron concesiones a la nobleza cristiana que componía su corte y que había contribuido a la conquista, pero estos pronto abandonaron la ciudad palatina hacia los nuevos polos aristocráticos que nacían en la ciudad. El vacío de la nobleza lo fueron ocupando las clases populares, dedicados a labores como tenderos, albañiles, zapateros, sederos, o incluso jornaleros, puesto que la agricultura se estableció como una actividad pujante en la Alhambra (Bermúdez, 2010). Con el curso de los años, los ciudadanos no residentes en la ciudad palatina no encontraban alicientes para salvar el desnivel de la ciudad a la fortaleza, ya que ninguna transacción comercial se llevaba a cabo allí, y lógicamente no se podía acceder a los palacios por ser propiedad de la casa real. En conclusión, en pocos años se recorrió el trayecto del esplendor nazarí a la desidia más absoluta hacia la Alhambra por parte de los granadinos, pasando por el interés puntual de algunos monarcas, que no fueron capaces de establecer allí ninguna función que supusiera un interés para el ciudadano cristiano de una ciudad que en tres siglos trasladó los polos religiosos, políticos, residenciales y comerciales a lugares más cómodos del territorio.
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15. Granata in Hispania. D. Meisner (finales del s. XVI)
Realidades de un declive urbano: la ilustración granadina (1700 - 1800)
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La Granada del siglo XVIII es una ciudad cómoda para su superficie y población, la relación demográfica se había mantenido con respecto a los años anteriores y un clima continuista en lo referente a lo urbano reinaba en la ciudad. Granada empezó a perder el esplendor del que gozó los anteriores siglos: la economía productiva mermaba en pos de un modelo rentista que favorecía a la burguesía granadina, que se amparaba en un pesado marco eclesiástico, judicial y universitario, lo que convirtió a Granada en una ciudad eminentemente administrativa, sin grandes ingresos provenientes de la industria, y que además perdió el favor de la nueva dinastía real borbónica. Fruto de esta estructura y de las corrientes intelectuales europeas, Granada empezó a generar su propia élite ilustrada, que puso en crisis el modelo urbano que venía arrastrado de la herencia medieval y renacentista. Para este sector de la sociedad, la complejidad del urbanismo medieval islámico, del que derivó el posterior ensanche cristiano granadino, no hacía más que complicar el futuro de una ciudad que debía prepararse para un profundo cambio urbano, que respondería a los nuevos modelos económicos basados en la producción y la comercialización que traería la Ilustración en los próximos años. Las reformas urbanas reclamadas por la ciudadanía debían responder a una estructura que se derivaba de una mentalidad económica que se avecinaba desde Europa. La ciudad debe sanearse para favorecer un modelo basado en el mercantilismo, y debe mejorar las condiciones de vida de una ciudadanía más desenvuelta, más formada y dedicada a nuevas cuestiones. El modelo higienista importado del Madrid de Carlos III fue referente para que los ilustrados granadinos girasen su mirada hacia los problemas de salubridad que se acusaban en la ciudad. El siglo XVIII dejó en sus últimos años su mejor aportación con la confección de una nueva cartografía urbana, más alejada del concepto de imagen de la ciudad y volcando sobre ella todo el carácter riguroso, ordenado y fidedigno que ofreció el conocimiento científico de la Ilustración. Francisco Dalmau, miembro de la élite ilustrada antes mencionada, quien, impulsado por un profundo sentimiento crítico, trasladó al cabildo de la ciudad la necesidad de elaborar una nueva cartografía de Granada, que renovase a la obsoleta Plataforma de Vico y mostrase fielmente la nueva ciudad que se plantaba ante sus ojos. Fue el propio Dalmau quien se encargó de elaborar esta nueva cartografía, que ya no se plantea como la imagen de una ciudad donde ha triunfado la fe, si no como la descripción fiel de una realidad que debería empezar a sufrir
grandes transformaciones en un futuro inmediato: en 1796 veía la luz el Mapa Topográfico de la ciudad de Granada. Las grandes dimensiones de la cartografía, la división en cuadrículas, la presencia de escala gráfica y un reconocimiento cartesiano son las innovaciones ilustradas que definen este plano como una herramienta para el planeamiento urbano. Además, el Mapa Topográfico de Dalmau introduce unos nuevos conceptos que tienen su razón de ser y origen en el siglo XVIII: en primer lugar, la racionalidad cartesiana del mapa permitió numerar, identificar y lotear las manzanas de la ciudad, lo que supone el primer documento catastral granadino; en segundo lugar, el sombreado de los grandes edificios públicos, iglesias y monasterios, pone de relieve el interés por la arquitectura del pasado, por las primeras nociones del patrimonio. En esta cartografía podemos apreciar las nuevas operaciones urbanas que se llevaron a cabo en Granada. La primera de ellas, el embovedado de Puerta Real que se fue definiendo como uno de los centros neurálgicos de confluencia de la burguesía granadina; otra de las novedades se observa en la zona del río Genil, que fue encauzado y cuyos jardines de ribera fueron adecuados como paseos de gusto afrancesado. Entre ambos, la plaza de Bibataubín y del Campillo se configuran como otros puntos importantes con la presencia del cuartel y del nuevo teatro. Finalmente, se observa el gran vacío que empezó a configurarse como Jardines del Triunfo, rematado con una de las primeras plazas de toros construidas en España, hoy desaparecida.
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16. Mapa topogrรกfico de Granada. F. Dalmau (1796) 1. Puerta de Fajalauza 2. Puerta de las Pesas 3. Puerta Monaita 4. Puerta de Elvira 5. San Cristรณbal 6. San Salvador 7. San Miguel Alto 8. Palacio de Dar-al-Horra 9. San Nicolรกs 10. Paseo de los Tristes
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11. San Juan de los Reyes 12. San Pedro y San Pablo 13. Plaza Nueva 14. Catedral 15. Facultad de Derecho 16. Plaza Bibrambla 17. Alhambra 18. Generalife 19. Torres Bermejas 20. Campo de los Mรกrtires
El inmovilismo durante la ocupación francesa y el reinado de Fernando VII (1800 - 1830) Desde los acontecimientos cruzados entre Madrid y París derivados de la crisis sucesoria entre Carlos IV y Fernando VII, Granada vivió expectante el desenlace de este episodio nacional. Las noticias de las revueltas acontecidas por la ocupación francesa desde 1808 llegaban a Granada desde Madrid y preocupaban a una ciudadanía que sufría esta inestabilidad. Tras numerosas batallas a lo largo y ancho del territorio español, los franceses entraron en Granada en enero de 1810 sin encontrar ninguna resistencia, por temor a las represalias de los invasores. La estructura militar napoleónica desarrolló en Granada una labor urbana mucho más ágil que la que se pudo ver en años anteriores, protagonizada por una administración más torpe e inmovilista. No obstante, estas intervenciones no trajeron consigo los planteamientos liberales de la Revolución Francesa: el estamento castrense pactó con la aristocracia granadina para mantener un orden militarizado, lo que concluyó en un desarrollo más en línea con los planteamientos ilustrados que con los revolucionarios. Liderados por el General Sebastiani, todas las intervenciones en materia urbana que tomaron los franceses iban dirigidas a lo militar, desatendiendo cualquier valor dedicado a los ciudadanos o a estrategias sociales. En un primer momento, se promulgó un edicto de exclaustración mediante el cual todas las órdenes abandonaron sus conventos en favor del alojamiento de tropas y el saneamiento de las arcas francesas, pues estos conventos quedaron expuestos al expolio de las obras de arte de sus interiores, y sus dependencias en ocasiones se usaron como polvorines o fueron derribadas para provechar el material de acarreo destinado a la realización de pequeñas obras urbanas. Una de esas obras fue, por ejemplo, la construcción del Puente Verde sobre el Genil, culminando y modificando el proyecto anterior de adecuación de las riberas del río y trasladándolo a unos jardines de un estilo mucho más afrancesado y refinado; y que se completó con la adecuación de la Carrera de la Virgen, generando un nuevo eje urbano protagonizado por la vegetación, el paseo y el río. Con la llegada al trono de Fernando VII y su pésima gestión política y social del país, Granada, que no era precisamente un adalid de la modernidad, cayó en picado hacia el provincianismo más intrascendente, con una economía francamente débil y una crisis demográfica que se evidenciaba en el continuo despoblamiento de los barrios históricos como el Albayzín y el Realejo. Barrios (2002) afirma que, mientras que el esplendor de la ciudad se conservaba y se adhería la pátina del paso de los
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17. Plano de la ciudad de Granada y la fortaleza de la Alhambra. G. Sebastiani (1811)
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18. Plano de Granada. A. Donnet (1831)
siglos, Granada sufrió un retroceso en materia urbana: las infraestructuras envejecían, no llegaban las nuevas tecnologías urbanas y, por esto, las epidemias se propagaban con facilidad, como la del cólera en 1834. Ante este clima de pobreza, ni siquiera el clero, una clase antaño poderosa en Granada, conseguía levantar cabeza tras las medidas napoleónicas: los conventos no podían acometer las obras de readecuación de los mismos tras la exclaustración josefina, no poseían bienes con los que comerciar pues las obras de arte habían desaparecido. Además, el posicionamiento general del clero a favor del absolutismo en Europa –que veían en la estructura estamental el marco perfecto para mantener sus influencias– había favorecido la crecida de un sentimiento anticlerical traído por los aires revolucionarios, por lo que la población empezó a despegarse del mantenimiento de sus parroquias y el deterioro de las mismas no conseguía frenarse. La incapacidad de corona y clero para manejar un nuevo marco político y social, marcado por las ideas liberales, condujeron a múltiples enfrentamientos en un clima de guerra civil entre los partidarios de las ideas absolutistas y los de las liberales. Todo esto derivó en acciones terribles por parte de ambos bandos, prestando especial atención a la ejecución de Mariana Pineda en 1831 en Granada, por la defensa de sus ideales liberales, individuales y feministas. No fue hasta la muerte de Fernando VII en 1833, cuando este clima empezó a poder sofocarse, en pos de unos ideales más modernos para el estado, que verían su breve apogeo en el Sexenio Democrático. Una vez más, el hecho más notable en estos años vino de la mano del conocimiento científico y de la cartografía. La influencia del Mapa Topográfico de Dalmau fue tremenda y pesada para las futuras cartografías granadinas, de él beben prácticamente todos los planos que se realizan en el siglo XIX, aunque es particularmente reseñable el elaborado por Alexis Donnet en 1831. El Plano de Granada es el primer plano de Granada orientado al norte, puesto que la representación tradicional se había hecho orientado al oeste, con la vega en el margen inferior. En él destaca especialmente la atención al callejero urbano, e incluye una leyenda con el nombre del mismo, además del interés por el fiel reflejo de los accidentes hídricos. Más allá de esto, esta cartografía aporta una información similar a la referida por Dalmau en 1796: sombreado de elementos patrimoniales, trazado de las murallas que existen el momento, un especial cuidado por el plano alhambreño y la representación de escalas gráficas.
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El interés romántico por la Alhambra arruinada (1700 - 1830) A lo largo del siglo XVIII, y con la llegada al trono de la nueva dinastía borbónica, la Alhambra cayó aún más en desgracia ante los ojos de unos monarcas que no tenían unos lazos familiares que evocaran la relación pasada con la ciudad palatina. Mientras que los borbones se dedicaban al desarrollo del centralismo estatal, construyendo palacios de estilo versallesco en Madrid, la Alhambra se deterioraba cada año que pasaba. La retirada de las tropas militares, que fueron sustituidos por el Cuerpo de Inválidos, destinados en la Alcazaba, no favorecieron más que el acomodo en la fortaleza de clases marginales de la ciudadanía granadina y el desinterés completo por la Alhambra. Sin embargo, los franceses vieron en la Alhambra el lugar perfecto para defender la ciudad; así, las obras de fortificación convirtieron al conjunto en la cabeza de una estructura militar perfecta. Obviamente, ante esta situación castrense, el interés por lo artístico o lo histórico fue relegado a un último plano, por lo que las condiciones que se vivieron en las partes no militarizadas de la Alhambra fueron bastante inadecuadas: el Convento de San Francisco se convirtió en dependencias cuartelarias, el Palacio de Carlos V en plaza de reunión donde se preparaban hogueras, el Palacio de Comares en almacén y numerosas torres en polvorines.
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19. Vista de la entrada a la Alhambra por Gomeres. A. Laborde (1812)
El principio del siglo XIX no trajo consigo una perspectiva mucho más halagüeña para el recinto nazarí. El panorama humano que residía en la Alhambra seguía comprendiendo a gentes marginales, presos de baja calaña y el cuerpo paramilitar de mutilados; las perspectivas económicas eran nulas y la pretensión de recuperación se constituía casi como una quimera. Pero esa quimera empezó a asomar la cabeza gracias a la atenta mirada de los artistas románticos, que vieron en la Alhambra la posibilidad evocatoria de un mundo oriental en una ciudad europea. Personalidades como Alexandre Laborde, Richard Ford, David Roberts o Washington Irving miraron atónitos a la Alhambra, como un lugar lleno de orientalismo, que emanaba por cualquier rincón evocaciones de sus tiempos de esplendor pasado y que era fuente de inspiración para la elaboración de obras de cualquiera de sus disciplinas. Estas miradas románticas pusieron en alerta a esa sociedad intelectual que ellos mismos formaban, que miraba perpleja a un monumento como la Alhambra que, en esas condiciones, no estaría lejos de desaparecer. De este modo, el siglo XIX empezó a conducir a la Alhambra hacia los nuevos y científicos criterios patrimoniales y conservacionistas que nacían a la vez en Francia y Reino Unido.
La renovación de infraestructuras: el modelo liberal burgués (1830 - 1903) En el siglo XIX se implantó en Europa el modelo de ciudad liberal burgués. Las ciudades se adaptaron a las nuevas formas de vida y mejoraron sus equipamientos según requería la nueva sociedad. En el caso de Granada este cambio y remodelación de la ciudad se hace más complicado que en resto de ciudades españolas debido a la escasa industrialización que presentaba la sociedad granadina a principios del s. XIX, con la mayoría de la población vinculada al sector agrícola. Con el fin del primer tercio del siglo y a partir de las desamortizaciones, se abre una puerta a la posibilidad de renovación estructural de la ciudad. Isac (2007, pp. 34-36) nos habla de alrededor de mil fincas urbanas confiscadas que fueron desamortizadas y los cambios urbanísticos se pueden resumir la aparición de nuevos espacios urbanos, en la reutilización de los antiguos edificios de propiedad religiosa para nuevos usos y la activación del mercado del suelo, que ayudo a promover la actividad edificatoria con el nuevo reparto parcelario. De esta manera, se acometen una serie de necesarias obras destinadas a la mejora infraestructural de la ciudad. Entre todas esas reformas de suministro necesarias cabe destacar la construcción de una nueva red de agua potable para el abastecimiento de toda la ciudad, puesto que, hasta ese momento la red en funcionamiento seguía siendo la misma desde el siglo XVI. En el ámbito urbano, hacia final de siglo se llevan a cabo dos estrategias trascendentales para el futuro de Granada: el embovedado del río Darro y la creación de la Gran Vía de Colón. La primera de estas obras ocultó el que históricamente había sido el eje estructurador de la ciudad, acabando con su condición insalubre y permitiendo un tráfico mucho más fluido. La construcción de la Gran Vía (1903), al modo de las grandes urbes españolas, además de facilitar la conexión entre el centro urbano y la recién estrenada estación de ferrocarril, se convirtió en un escaparate de la alta burguesía granadina, enriquecida principalmente a través de sus empresas azucareras (Martín Rodríguez, 1986).
La regularización urbana hacia la Granada actual (1903-2018) El siglo XX se inicia con el fin de las obras de la Gran Vía, y la ciudad tenía que enfrentarse a los cambios que esta obra suponía y a los problemas urbanísticos que la ciudad venía arrastrando: el deficiente sistema de alcantarillado, la carencia de un plan de ensanche, las exigencias derivadas de la declaración de Granada como Ciudad Artística, la falta de viviendas
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y la necesidad de crear un planeamiento que solventase, en parte, estas necesidades. La primera mitad del siglo significa para Granada la proliferación de pequeños barrios de viviendas unifamiliares frente a la ausencia de un Plan de Ensanche, a pesar de su obligatoriedad para las ciudades de más de diez mil habitantes desde 1924. Ya en la segunda mitad de siglo, comienzan a desarrollarse diferentes planes urbanísticos, que marcaron el devenir del planeamiento granadino. El primero de ellos fue el Plan de Alineaciones de 1957, cuyo éxito fue puesto en entredicho por la aparición de barrios residenciales promovidos por iniciativas de constructoras privadas que hicieron caso omiso al Plan, marcando un periodo caracterizado por las irregularidades urbanísticas. Décadas más tarde, con la aprobación del Plan General de Ordenación Urbanística de 1973, se hizo una distinción entre el centro urbano y las nuevas construcciones como polígonos industriales y los barrios de extrarradio. Sin embargo, no fue hasta el PGOU 1985, cuando asistimos a un cambio radical en todos los aspectos de la ordenación urbana de la ciudad, ya que supuso un gran avance en materia de calificación, protección y planeamiento. En 2001, este planeamiento fue sustituido por el PGOU 2001, que no supone más que una actualización necesaria del anterior (Ayuntamiento de Granada, 2004).
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20. Vista de la Gran Vía. I. Martínez Juliá (1913)
21. Diagramas de crecimiento de la ciudad. Elaboraciรณn propia
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1.2. La Dobla de Oro: creación, definición y composición El proyecto Dobla de Oro comenzó en el año 2014 como una iniciativa emprendida por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y el Patronato de la Alhambra y Generalife (PAG). A su vez, cuenta con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Agencia Albaicín-Granada perteneciente al Ayuntamiento de Granada. El proyecto será gestionado por el PAG, que desarrolla una ruta cultural alrededor de la visita a unos bienes hispano-musulmanes situados en la ciudad de Granada, enclavados sobre todo en el barrio del Albayzín, aunque también alrededor del centro histórico de Granada. Los bienes que integran dicha ruta turística son: el Corral del Carbón, el Bañuelo, la Casa nazarí de Zafra, la Casa morisca del Horno del Oro, la Casa del Chapiz y el Palacio de Dar-al-Horra. La denominación que se le dará a este itinerario será Dobla de Oro. Este nombre hace referencia a uno de los tres tipos de monedas que hubo en el reino nazarí. El uso de estas monedas corresponde a la tradición almohade que hereda el reino de Granada. Además, esta moneda simboliza la unión y el intercambio entre los diferentes territorios que se encontraban dentro del reino de Granada. En la actualidad, estas monedas fueron adquiridas por el PAG en el año 2011 y se encuentran expuestas en la sala 1 del Museo de la Alhambra. (Diario Público, 2011)
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22. Logo de la Dobla de Oro. PAG
En este marco, la Dobla de Oro surge de la confluencia de acontecimientos de diferente índole que hemos recogido en cuatro puntos: 1. Los seis espacios hispano-musulmanes incluidos poseen una realidad compartida. Durante los años 1923 a 1936, el arquitecto-conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres-Balbás (1888-1960), tramita la adquisición de estos monumentos para la Alhambra con el dinero de las entradas al monumento e interviene en ellos, salvándolos de un estado de conservación muy comprometido. 2. En 1984, la UNESCO incluyó dentro de la Lista de Patrimonio Mundial al conjunto de la Alhambra y Generalife. Más tarde, en 1994 se extiende esta declaración para incluir el barrio del Albayzín, justificado por la existencia de una correlación de valores culturales, fruto de la singular herencia medieval granadina.
23. Impulsores de la Dobla de Oro. Elaboración propia
3. El Plan Director de la Alhambra comienza a prever que la visita al conjunto palatino de la Alhambra va a llegar a su límite de visitantes anuales. Es entonces, cuando se plantea la búsqueda de una diversificación
de la visita con diferentes itinerarios alternativos a la Alhambra, que además profundizarían en el entendimiento de la misma. Para ello, el Plan Director de la Alhambra, recoge 10 ejemplos de itinerarios, donde ya aparecen algunos de los monumentos que componen la actual Dobla de Oro, como el Itinerario VII: La ciudad palatina y su arquitectura. El legado Arquitectónico de Al-Ándalus. (Villafranca y Salmerón, 2010, pp. 190-226) 4. El 18 de abril de 2008, la Agencia Albaicín y el PAG firmán un convenio de colaboración. En dicho convenio, ambas instituciones se comprometen a ayudarse en la medida de lo posible, por medio de la colaboración y el desarrollo de diversos proyectos conjuntamente. (Agencia Albaicín y Patronato de la Alhambra y Generalife, 2008) Si estos acontecimientos fueron los que impulsaron la creación de este proyecto, es necesario mencionar sus propósitos. El principal objetivo del proyecto Dobla de Oro pretende mejorar la percepción histórica entre la Alhambra y el patrimonio hispano-musulmán de Granada a través de la visita a los seis bienes de la Dobla de Oro. Otros de los objetivos es completar con este proyecto un vacío cultural que beneficia no solo a la calidad de la visita a la ciudad, sino que marca una nueva línea estratégica en favor del sector turístico que es de vital importancia para la ciudad granadina. En el convenio firmado el 29 de octubre de 2014 por las partes implicadas dichas con anterioridad, viene expresada las finalidades del proyecto: - Potenciar la imagen de marca de la Alhambra y Generalife y del Albayzín como Patrimonio Mundial. - Consolidar una política de gestión de flujos turísticos entre los mencionados espacios, garantizando una experiencia de calidad para el visitante. - Diversificar la oferta cultural de Granada, de manera que contribuya a atender la demanda turística de acuerdo con una estrategia de sostenibilidad. - Interpretar la realidad de la Alhambra y su entorno natural y urbano como un paisaje cultural, síntesis de las complejas relaciones que se han establecido a lo largo del tiempo entre el medio físico y la acción humana sobre el mismo. - Ofrecer nuevas experiencias y conocimientos para la comprensión de la más importante fundación nazarí en sus límites geográficos e históricos. - Favorecer la integración turística entre la Alhambra y el Albayzín.
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24. Albayzín desde el Peinador de la Reina. Elaboración propia 56 1
25. Folleto de la Dobla de Oro. PAG
- Propiciar un marco de financiación y uso de los Bienes de Interés Cultural asociados al proyecto Dobla de Oro que garantice su conservación. - Incrementar el número de visitas en los diferentes Bienes de Interés Cultural que forman parte del proyecto, asociándolos a la visita de la Alhambra. - Favorecer la pernoctación en la ciudad de Granada. (Consejería de Educación, Cultura y Deporte, 2014, p. 4) Finalmente, el nuevo itinerario Dobla de Oro se convierte en una realidad el 31 de marzo de 2015, abriendo sus puertas a los visitantes de la ciudad nazarí de Granada. (Ramos, 2015)
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1.3. Gestión, funcionamiento y normativa en la Alhambra Dobla de Oro La gestión de la Dobla de Oro La gestión del itinerario Dobla de Oro la llevan a cabo tres instituciones: el Patronato de la Alhambra y Generalife –que actúa como gestor principal–, la Agencia Albaicín y el Centro Superior de Investigaciones Científicas –que cumplen el papel de instituciones colaboradoras–. En el siguiente apartado, se desarrollarán las obligaciones que tienen estos organismos y la función que cumplen en la gestión conjunta de esta ruta turística. PATRONATO DE LA ALHAMBRA Y GENERALIFE El Patronato de la Alhambra y Generalife aprueba sus actuales estatutos con fecha el 19 de marzo de 1986, convirtiéndose en una entidad que se define como una persona jurídica al cargo de la tutela del conjunto monumental de la Alhambra y Generalife. Además, es un patronato adscrito a la Consejería de Cultura y, por tanto, perteneciente a la Junta de Andalucía.
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El Patronato de la Alhambra y Generalife es el organismo encargado también de gestionar la Dobla de Oro como itinerario ya que según el convenio: “Para ello se ha encomendado el referido proyecto al PAG, por ser un ente instrumental adscrito a la consejería de Cultura, Educación y Deporte con una amplia experiencia contrastada en el diseño, planificación y realización de acciones en materia de conservación, visita pública, difusión y gestión del patrimonio” (Consejería de Cultura, Educación y Deporte, 2014, p.2).
El PAG en el año 2012 adquiere por medio de compra cuatro monumentos que restaura y después inserta en la Dobla de Oro. Estos monumentos, que ya fueron adquiridos por la Alhambra en los años 30 a través de Leopoldo Torres-Balbás, son: el Bañuelo, el Palacio de Dar-alHorra, el Corral del Carbón y la Casa del Horno del Oro. Por tanto, las funciones que desempeña el Patronato de la Alhambra como gestor principal de la Dobla de Oro son:
26. Logo del Patronato de la Alhambra y el Generalife
- La recepción, organización e información primaria al visitante en los monumentos que conforman el proyecto, así como la orientación y supervisión de los itinerarios de la visita.
- La conservación preventiva en los monumentos, mediante el monitoreo del comportamiento de los visitantes y el cumplimiento de la normativa de visita, durante el horario establecido. - El mantenimiento de las condiciones de usabilidad y ornato en el itinerario visitable del Corral del Carbón, el Bañuelo, la Casa del Horno del Oro y el Palacio de Dar-al-Horra. - El acondicionamiento y mantenimiento de tres puntos de información del programa, ubicados en el Palacio de Dar-al-Horra, el Bañuelo y el Corral del Carbón. - El acondicionamiento y mantenimiento de un punto de venta del billete Dobla de Oro en las taquillas de la Alhambra. - El diseño y la elaboración de folletos divulgativos de la actividad, así como la difusión y publicidad de los itinerarios turísticos, a través de los sistemas ordinarios de información del Organismo (señalética, prensa, portal web) - La creación de una herramienta multimedia, a disposición del proyecto y de los futuros visitantes de los bienes culturales que se integran en el mismo, con la que poder realizar una visita auto-guiada de los diferentes bienes que compondrán la Dobla de Oro. (Consejería de Cultura, Educación y Deportes, 2014, p.6) El Patronato de la Alhambra asume así el papel de gestor principal del itinerario y es la institución que marcará el devenir de la Dobla de Oro, así como se encarga de cumplir las funciones propias del difusor y dinamizador del proyecto. Por otro lado, el PAG también ostenta el papel de conservador de los monumentos declarados BIC, que restaura con una inversión de 1.080.191,58 euros en total. (Granada en la red, 2015) AGENCIA ALBAICÍN La Agencia Albaicín, conocida anteriormente como la Fundación Municipal Albaicín, es un organismo dependiente del Ayuntamiento de Granada que se encarga de la gestión directa, velando como guía y defensor, de los intereses del Albayzín en consonancia a la declaración de Patrimonio Mundial de 1994. Entre las diferentes actividades que realiza la Agencia Albaicín se pueden contar la promoción de actividades culturales en dicho entorno, el acercamiento al conocimiento del Albayzín, la realización de una apuesta en común entre las diferentes instituciones que inciden en el patrimonio del barrio y la puesta en valor de actividades tradicionales y oficios que le confieren un valor etnológico universal. (Agencia Albaicín Granada, 2012)
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Aunque ya se ha mencionado anteriormente, es importante situarse en el contexto de la firma del convenio del 18 de abril de 2008 entre la Agencia Albaicín y el PAG como germen del proyecto. En dicho convenio, ambas instituciones se comprometen a ayudarse por medio de la colaboración de diversos proyectos, que intentan desarrollar y justificar la inclusión de ambos conjuntos bajo la misma Declaración de Patrimonio Mundial (Agencia Albaicín y Patronato de la Alhambra y Generalife, 2008). La Dobla de Oro será el proyecto más ambicioso que desarrollarán conjuntamente, pero no el único que han realizado, ya que desde la firma del convenio se han llevado a cabo proyectos que, entre otros, ponen en carga la red de miradores del Albayzín, el reconocimiento del valor etnológico del Sacromonte o la actuación sobre las márgenes del río Darro. En este caso, la Agencia Albaicín colabora en la ruta turística aportando su sede que está situada en la Casa de Zafra. Este monumento es un bien de carácter hispano-musulmán con un gran valor histórico-artístico que encaja a la perfección dentro de los demás bienes del itinerario. Mediante la colaboración en este proyecto, la Agencia Albaicín se compromete en el convenio del 29 de octubre de 2014 a: - Facilitar el acceso de los visitantes a la Casa de Zafra, en el horario establecido para la actividad en el Acuerdo Octavo del presente convenio.
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- Mantener las condiciones de usabilidad y ornato en el itinerario visitable del edificio. - Acondicionar y mantener un punto de información del proyecto en la Casa de Zafra. - Acondicionar y mantener de un punto de venta del billete Dobla de Oro en la Oficina Municipal de información en la Casa de las Chirimías –no ejecutado–. - Permitir la señalización del espacio Dobla de Oro mediante elementos direccionales que faciliten la comunicación de los diferentes Bienes Culturales de dicho itinerario, ofreciendo asistencia técnica para facilitar la autorización e instalación de dichos elementos en los lugares seleccionados del Albayzín. (Consejería de Cultura, Educación y Deporte, 2014, p.5)
27. Logo de la Agencia Albaicín
Estos cinco puntos concluyen que el Ayuntamiento de Granada, por medio de la Agencia Albaicín, desarrolla una labor de difusión del itinerario, sirviendo al mismo tiempo de puente para que el visitante pueda adentrarse aún más en otros espacios del Albayzín como puede ser el Aljibe Real. Además, aunque no aparezca en el convenio, la Agencia Albaicín ha realizado una labor de dinamización en la Casa de Zafra, estableciendo el
uso de Centro de Interpretación del Albayzín, gracias al Plan de Turismo de Granada, situando al visitante hacia una mayor comprensión cultural del barrio. Finalmente, y en compensación por su labor, el Ayuntamiento de Granada percibe una retribución monetaria porcentual correspondiente de la entrada de la Dobla de Oro. (Consejería de Cultura, Educación y Deporte, 2014, p.17) CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS El CSIC es la institución más importante a nivel estatal sobre investigaciones de todo tipo de ramas científicas. Es una institución que se encuentra adscrita al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, a través de la Secretaría de Estado de Investigación. Esta institución promueve la investigación buscando el asesoramiento y la colaboración con todo tipo de entidades, ya sea de carácter público como privado. (Centro Superior de investigaciones científicas, 2018) Una vez señalado el carácter y las funciones institucionales del CSIC, es lógico que colaboren en cierto modo con el itinerario de Dobla de Oro. Esta colaboración se lleva a cabo por medio de la inclusión en el itinerario de la Dobla de Oro de la Casa del Chapiz, que alberga la sede de la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Este monumento declarado BIC responde a la tipología de vivienda hispano-musulmana nazarí, por lo que su inclusión en la ruta turística está completamente justificada. Las funciones por parte del CSIC serán varias:
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- Facilitar el acceso a los visitantes a la Casa del Chapiz, en el horario establecido para la actividad, procurando que estas visitas no perturben la actividad normal de investigación que se desarrolla en la Escuela de Estudios Árabes. - Mantener las condiciones de uso y ornato en el itinerario visitable del monumento. - Permitir la señalización que identifique la Casa del Chapiz con el proyecto Dobla de Oro. A diferencia de la Agencia Albaicín, la tarea de dinamización no se realiza en el interior del monumento por su uso académico e investigador, pero las labores de conservación y difusión si se realizan, ya sea a través de la señalética o por los canales propios de los que dispone el CSIC en la Escuela de Estudios Árabes. Por último, como es lógico, al igual que la Agencia Albaicín, el CSIC percibe una retribución monetaria en función de las entradas que se vendan anualmente. 28. Logo del CSIC
El funcionamiento de la Dobla de Oro Una vez estudiada la gestión del proyecto, es necesario comprender cómo funciona la Dobla de Oro. Para ello, se repasarán los aspectos claves para el entendimiento de un correcto funcionamiento de un proyecto de esta índole, que son el acceso, la difusión y la dinamización. Finalmente, se concluirá con un análisis de los visitantes anuales basados en los datos del Patronato de la Alhambra. Es necesario señalar que existe una visita alternativa a la Dobla de Oro, que solo incluye los cuatro monumentos pertenecientes al Patronato de la Alhambra, denominada Monumentos hispano-musulmanes, pero que no se desarrollará aquí por no ser una iniciativa propia de la Dobla de Oro.
EL ACCESO En primer lugar, como cualquier proyecto de este tipo que propone el acceso a monumentos y bienes protegidos, es necesario comprar una de las tres diferentes entradas propuestas por el PAG para acceder a los diversos espacios de este itinerario. Las entradas para la Dobla de Oro permiten el acceso de forma conjunta al recinto monumental de la Alhambra y a los seis monumentos de la Dobla de Oro. El visitante cuenta con un día para visitar a la Alhambra, con una hora establecida para los Palacios Nazaríes, mientras que puede visitar los diversos monumentos que componen la Dobla de Oro el día anterior, el mismo día o el día posterior a la visita de la Alhambra. Es importante destacar que, desde el 1 de enero de 2018, el método para adquirir la entrada al recinto de la Alhambra es únicamente vía online, mientras que la compra exclusiva de las entradas de la Dobla de Oro puede realizarse en las taquillas distribuidas por algunos de los monumentos que son: el Corral del Carbón, el Bañuelo o el Palacio de Daral-Horra. Las diferentes entradas que podemos encontrar son:
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- Dobla de Oro General: Visita completa de todo el conjunto monumental de la Alhambra y de los seis monumentos de la Dobla de Oro. Su precio es de 19,65 euros. - Dobla de Oro Nocturna: Ofrece la visita nocturna a los Palacios nazaríes de la Alhambra y de los seis monumentos de la Dobla de Oro. Su precio es de 14,65 euros.
29. Web para la compra de entradas. PAG
- Dobla de Oro Jardines: Incluye la visita exclusiva de los Jardines de la Alhambra y de los seis monumentos de la ruta Dobla de Oro. Su precio es de 11,65 euros.
- Los domingos la visita a todos los monumentos es gratuita. (Patronato de la Alhambra y Generalife, 2018) El horario de visita a los monumentos de Dobla de Oro varía con el cambio al horario estival. De este modo, se explota más la temporada alta turística y se disfruta de más horas de luz. Por tanto, el régimen de visita es: - Entre el 15 de mayo-30 de abril: de lunes a domingo de 10:00h-17:00h - Entre el 1 de mayo-14 de septiembre: de lunes a domingo de 9:30h-14:30h y de 17:00h-20:30h. (Patronato de la Alhambra y Generalife, 2018) LA DIFUSIÓN Es una obviedad afirmar que el servicio web es el sistema de difusión más importante de la actualidad, y que debe ser riguroso, funcional y atractivo para atraer al mayor número de visitantes. La oferta digital referente a la Dobla de Oro se encuentra inserta dentro de la página web del Patronato de la Alhambra y Generalife. Para poder acceder a ella, se debe clicar en el apartado Visitar la Alhambra > Tipo de Visitas > Dobla de Oro. Una vez dentro, se encuentra una breve descripción sobre la Dobla de Oro, acompañada de unas imágenes itinerantes de los diferentes monumentos, en donde se destaca la estrecha relación entre el Albayzín y la Alhambra. Del mismo modo, se hace hincapié sobre el valor paisajístico de ambos espacios y sobre cómo funciona la percepción del entorno dependiendo de la colina en la que se encuentra el visitante. Por último, la web desarrolla un texto que define la Dobla de Oro como un paseo por un barrio encantador, que sirve para sumergirse en su historia y en el diálogo conjunto con la Alhambra como Patrimonio Mundial con la visita a los diversos monumentos. Tras esto, se plantea el acceso a cuatro ventanas que nos profundizan aún más en Dobla de Oro y en los beneficios de la adquisición de la entrada.
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30. Web de la Dobla de Oro. PAG
- Historia: En este apartado se explica brevemente la historia del nacimiento y desarrollo hispano-musulmán del Albayzín. Además, se centra también en la relación simbiótica entre la Alhambra y el Albayzín. - Recorre la Dobla de Oro: Aquí se sitúa la posición de los monumentos y un ejemplo de itinerario ordenado realizado sobre GoogleMaps. Además, se da una breve explicación de los monumentos y su horario de visita. - Tipos de visita: Aquí ser explican las tres modalidades de entrada para poder disfrutar de este itinerario en conjunto con la Alhambra.
31. Web de la Dobla de Oro. PAG
- Ventajas: En este último apartado se hace hincapié en las ventajas que ofrece la entrada de Dobla de Oro para la visita a otros monumentos o descuentos para diversos establecimientos. Al mismo tiempo, se pueden encontrar otros servicios vinculados con el ámbito web. El Patronato de la Alhambra, tiene perfiles en diversas redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter, en los que anima a sus seguidores a realizar visitas a la Alhambra y su entorno y en los que publica próximos eventos, curiosidades e imágenes de interés. Además, se proponen otras experiencias culturales como la promoción de eventos especiales, el conocimiento de la pieza del mes del Museo de Bellas Artes o la explicación de algunos de sus espacios. También se pueden encontrar vídeos en el perfil de YouTube, en los que se expone el nacimiento de la Dobla de Oro o en los que promociona las ventajas de la entrada de la visita. Por otro lado, en la visita física de la Dobla de Oro se puede observar la señalética diseñada para señalar los monumentos inscritos en sus accesos, donde consta el nombre del bien, la denominación ruta turística y el logotipo de la Dobla de Oro. Una vez dentro de los monumentos, se puede obtener el material explicativo, que es una pequeña tarjeta desplegable que se convierte en un folleto más extenso. En la cara frontal aparecen los seis monumentos, acompañados de una breve explicación históricoartística y destacando un punto referente de cada monumento que no te puedes perder. En la parte dorsal aparece un mapa en donde se señalan otros muchos monumentos granadinos, junto con los espacios de Dobla de Oro, marcados en rojo. El folleto incluye, además, tres breves explicaciones del Albayzín, la Alhambra y el flamenco. (Patronato de la Alhambra y Generalife, 2018)
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LA DINAMIZACIÓN La dinamización de un espacio cultural resulta esencial para la puesta en valor del monumento como espacio que se pone al servicio de la ciudadanía. Esta faceta debería suponer uno de los mayores atractivos dentro de la Dobla de Oro, ya que se trata de un itinerario que pretende responder de forma contemporánea a las exigencias patrimoniales del siglo XXI y que se pone al servicio de la ciudad como un trampolín hacia el desarrollo local.
32. Twitter oficial del Patronato de la Alhambra. PAG
A día de hoy, la dinamización de la Dobla de Oro –más allá de los aspectos de difusión ya expuestos– se limita a la introducción de dispositivos electrónicos como tablets que ofrecen a los visitantes definiciones e historias sobre los monumentos, así como simulaciones e
interpretaciones virtuales de los espacios originales de los monumentos. Por otro lado, los espacios de la Dobla de Oro también acogen diversas exposiciones temporales con temáticas referentes al mundo andalusí o a la producción contemporánea. En este ámbito, cuenta con la estrecha relación de la Fundación Legado Andalusí, dependiente de la Junta de Andalucía, cuyo objetivo es la puesta en valor de los elementos de la cultura hispano-musulmana en Andalucía. Las exposiciones más recientes que se han celebrado en el Corral del Carbón han sido Madinat-Garnata, ciudad y vida o La ciencia en Al-Ándalus. Por último, estos monumentos también se han puesto en ciertas ocasiones al servicio de la ciudadanía a través de la apertura de sus puertas al público para convertirse en escenarios de conciertos, obras de teatro, recitales de poesía u otro tipo de actividades culturales. Principalmente, se han desarrollado en el Corral del Carbón, –donde las representaciones se han empezado a prohibir desde 2018–, la Casa de Zafra o el Bañuelo. EL REGISTRO DE VISITANTES Como último aspecto a revisar, es necesario destacar que la afluencia de público a la Dobla de Oro sufre una tendencia al alza anual de los visitantes. Esto viene detallado en las estadísticas anuales de los años 2015 y 2016, que realiza el Patronato de la Alhambra y Generalife. Estas estadísticas reflejan que: TIPO DE ENTRADA
2015
2016
Dobla de Oro General
41.062 entradas
61.958 entradas
Dobla de Oro Nocturna
4.926 entradas
10.011 entradas
Dobla de Oro Jardines
2.802 entradas
4.484 entradas
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Si se interpretan los datos que aportan dichas estadísticas, vemos que todas las modalidades de entradas han tenido más ventas en el año 2016. Lo más destacable es el fuerte aumento de la modalidad Dobla de Oro General, que se consolida como la opción ganadora por los usuarios. Al mismo tiempo, en las estadísticas del año 2016 se elabora un análisis de la cantidad de visitantes que visitan los monumentos adscritos al Patronato de la Alhambra y Generalife. Esto nos muestra un dato muy revelador y es que el monumento más visitado –el 55% de los visitantes– es el Bañuelo. Sin embargo, estos datos contemplan un poco de engaño, ya que el Corral del Carbón es un monumento de entrada libre y no registra sus visitantes. MONUMENTOS
Bañuelo
Horno de Oro
Dar-al-Horra
Total
VISITANTES
96.387
32.638
42.254
170.279
33. Elementos de dinamización en la Dobla de Oro: Folleto y tablets. Elaboración propia
34. La Alhambra y el Albayzín desde San Miguel Alto. Elaboración propia
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El régimen jurídico de protección en la Dobla de Oro La Dobla de Oro es un itinerario que involucra a dos hechos patrimoniales como la Alhambra y el Albayzín que están declarados Patrimonio Mundial y son objeto de una extensa normativa de protección que regula su régimen jurídico. En este trabajo se ha realizado un barrido por la legislación patrimonial y urbana que protege y regula estos dos espacios patrimoniales, con el objetivo de identificar y comprender su régimen jurídico de protección y como éste afecta al proyecto Dobla de Oro y sus objetivos. DECLARACIÓN DE PATRIMONIO MUNDIAL (1984, 1994) La Declaración de la Alhambra y el Generalife como Patrimonio Mundial en 1984, a la que en 1994 se sumaría el Albayzín, ya define la relación entre Alhambra y Albayzín como un solo paisaje que amalgama dos realidades complementarias: la ciudad palatina enfrentada al núcleo residencial. Según la evaluación de la candidatura (ICOMOS, 1994) –ante la imposibilidad de consultar el expediente de inscripción–, la Alhambra se presenta como un conjunto real y cortesano, donde confluyen de forma magistral las mayores representaciones del arte y la técnica hispano-musulmanes, y el Generalife se define como un ejemplo único de paisaje productivo agrícola ligado al uso y al recreo de la realeza. Frente a esto, el Albayzín es presentado como muestra del legado del urbanismo islámico, arraigado en una lógica constructiva sensible al territorio en el que se implanta y enriquecido, además, con las posteriores contribuciones cristianas renacentistas y barrocas. Esta declaración es el documento que más claramente habla de las relaciones entre la Alhambra y el Albayzín, y los define como los hechos principales capaces de generar una dualidad tan singular. De hecho, nunca se debe olvidar la intencionalidad de la doble declaración, porque pone de relieve el entendimiento de la Alhambra y el Albayzín como una unidad indisoluble. De este modo, la candidatura Alhambra y el Albaicín fue inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial, por reunir tres de los diez criterios que justifican el valor universal excepcional de un bien: Criterio I: Representar una obra maestra del genio creativo humano. Criterio III: Aportar un testimonio único, o por lo menos excepcional, de una tradición cultural o de una civilización que sigue viva o desapareció. Criterio IV: Constituir un ejemplo sobresaliente de un tipo de edificio o conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre una etapa significativa de la historia de la humanidad.
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35. Recinto protegido por la Declaración de Patrimonio Mundial de la Alhambra y el Albayzín. ICOMOS 447.500
448.000
448.500
449.000
449.500
450.000
450.500
451.000
±
4.116.000
447.000
68 4.115.500
1
4.115.000
Albayzín
D
r o a r
r ve R i
Alhambra and Generalife
4.114.000
4.114.500
Granada Historical City
4.113.500
Legend World Heritage Listed Area (450 ha.)
G e n i l
R i v e r
World Heritage Area Buffer Zone (67 ha.) 0
ES-314bis: Alhambra, Generalife and Albayzín in Granada (SPAIN). Agency responsible: Andalusian Regional Government, Department of Culture.
Base map: Topographic Map of Andalusia. 1:10.000. 2007. Regional Government of Andalusia. Andalusian Mapping Agency.
250
500
1.000 metres
Spatial Reference System: European Datum 1950, Zone 30 North.
El Criterio I hace referencia a la Alhambra y al Albayzín como lugares únicos donde se concentran todas las técnicas artísticas del legado hispanomusulmán, que posteriormente se vieron enriquecidos –que no destruidos– por las aportaciones del Renacimiento y el Barroco español. La Alhambra como ejemplo de ciudad palatina que reúne las manifestaciones más bellas y complejas de la época por su carácter áulico y político, y el Albayzín como ejemplo de ciudad hispano-musulmana referente en lo relativo a valores urbanos y sociales, forman una sola unidad bajo el manto del uso inteligente del agua y la vegetación como constructores de paisaje. El Criterio III define a la Alhambra como un compendio de lo más elevado entre las técnicas artísticas y constructivas de la cultura hispano-musulmana, que nos habla de la época de esplendor nazarí y de la representatividad del poder en la casa real; pero a su vez se refiere al Albayzín como el hecho cotidiano de todas estas influencias tecnológicas, materiales y artísticas, y que han permanecido en Granada como parte del legado de la cultura hispanomusulmana de forma íntegra, reconociéndose actualmente como un barrio más de la ciudad. En este epígrafe de la declaración, la importancia de la supervivencia del testimonio del legado hispano-musulmán se convierte en el leitmotiv para afirmar la lectura de la cultura islámica en Granada. Por último, el Criterio IV pone de manifiesto lo excepcional de la arquitectura de la Alhambra y del urbanismo del Albayzín. La Alhambra se define como el mayor testimonio de la arquitectura islámica palatina medieval, que ha sobrevivido y que se ha enriquecido hasta la actualidad. Por otro lado, el Albayzín se convierte en un ejemplo singular y único de ciudad islámica en España, donde es posible leer la superposición de los estratos históricos sobre ella. La pervivencia de formas, técnicas, materiales y colores en el Albayzín propicia que todo él se convierta en una realidad urbana y cultural en relación directa con la Alhambra. (ICOMOS, 1994) Además, la declaración alaba con especial énfasis los valores de integridad y autenticidad que se dan en la Alhambra y el Albayzín, siempre marcando el carácter conjunto de ambos elementos. En primer lugar, destaca la naturalidad con la que ambos conjuntos han afrontado el paso del tiempo, adaptándose en cada caso a sus nuevas funciones, pero manteniendo continuamente su identidad y originalidad. En términos de autenticidad, resalta cómo el conjunto contiene todos los elementos propios, originales y permanentes que han permitido que la lectura de la tradición y la cultura islámicas sea completa y no se vea distorsionada por falsos históricos, pastiches o elementos disonantes. La declaración también valora la manera en que la Alhambra y el Albayzín cumplen con unos requisitos de protección y gestión que se ven recogidos en una serie de documentos a nivel municipal, autonómico y estatal.
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NORMATIVAS DE PROTECCIÓN ESTATAL Y AUTONÓMICA (1985, 2007) Desde los inicios de la conciencia patrimonial en España, la Alhambra, especialmente, y el Albayzín, en menor medida, han suscitado un gran interés y siempre han gozado de cierta protección amparada en una normativa concreta. En este sentido, la primera declaración patrimonial de la Alhambra se remonta a 1870, cuando es declarada Monumento Nacional, dependiente del Ministerio de Fomento, por las Comisiones Provinciales. Las Comisiones Provinciales de Monumentos fueron durante años los principales organismos para la protección del patrimonio en el país y estaban compuestas por miembros de la alta burguesía del siglo XIX designados a título honorífico, que desempeñaron un papel fundamental para la catalogación y la protección patrimonial de forma dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Más tarde, en 1914, entendiendo la gran magnitud del hecho patrimonial de la ciudad palatina, se consolida un sistema administrativo que se encargará de la tutela del monumento a través de la aprobación de los estatutos del primer Patronato de la Alhambra. Centrándose en la legislación contemporánea democrática, es necesario hacer hincapié en el traspaso de las funciones en materia patrimonial por parte del Estado a las Comunidades en 1984. Cuando se aprueban los estatutos actuales del PAG en 1986, las instituciones responsables de la gestión cultural dejan varios instrumentos legales que establecen el régimen de protección necesario como la Ley de Patrimonio Histórico Español (LPHE 1985), que aporta un marco general para todos los bienes culturales españoles. En la última versión actualizada de esta ley (BOE 23 de marzo de 2004) se declara la Alhambra y el Generalife como BIC en la categoría de monumento, delimitando la zona de protección y su entorno. Cabe señalar, sin embargo, que la LPHE ha sido en la práctica desplazada por las leyes de patrimonio que todas las Comunidades Autónomas han promulgado y que son, de facto, el principal marco normativo para la protección, administración y gestión del patrimonio en su territorio.
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36. Logo del Boletín Oficial del Estado
37. Logo del Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
Como ya se ha mencionado, la redacción de una ley patrimonial para Andalucía deriva del traspaso de poderes del Estado a las Comunidades Autónomas con la llegada del régimen democrático a España. Del mismo modo que en ocurría en la LPHE, los instrumentos que otorga el régimen de protección patrimonial provocan que en 1986 se aprueben también en el BOJA los nuevos estatutos del PAG, en los cuales se definen los fines y funciones del Patronato respecto a la tutela, protección y gestión del monumento. En estos estatutos, además de contemplarse las disposiciones lógicas de custodia, protección y conservación, se destaca una profunda vocación investigadora y cultural que definirá el futuro del monumento.
A partir de 1991 entra en vigor la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía (LPHA 1991), actualizada en 2007 (LPHA 2007), que supone igualmente un marco general para los bienes patrimoniales de toda la Comunidad Autónoma, cuyas estrategias, en el caso de algunos bienes de conjunto, se detallan mediante el planeamiento urbano. No obstante, en el caso de la Alhambra y el Albayzín, consciente del alto valor patrimonial de estos dos hechos, se contempla en la LPHA la redacción de documentos propios –planes especiales o planes directores– para cada uno de ellos. Una de las últimas disposiciones de mayor calado contempladas en esta ley es la declaración del Albayzín como parte del BIC Conjunto Histórico de Granada, por lo que no dispone de una figura patrimonial propia y exclusiva, aunque si goza de un plan especial municipal. PEPRI ALHAMBRA - ALIJARES (1986) El Plan Especial de Protección y Reforma Interior de la Alhambra y Alijares se redactó en 1986, tras la inclusión de la Alhambra en la Lista de Patrimonio Mundial, con la intención de “revisar y atender, con profundidad científica, los diversos problemas que afectan a la integridad física y paisajística del recinto monumental” (Seguí 1986, p.6). Aunque este plan es anterior a la inclusión del Albayzín como parte de la misma declaración (1994), el documento aporta en sus anexos algunas consideraciones acerca de la relación entre la Alhambra y el Albayzín. Sin embargo, ninguna de estas claves se da de manera específica, es decir, no tienen la intención de poner de relieve la importancia de la doble mirada entre la Alhambra y el Albayzín, sino que se centra en la ciudad palatina, mirando a la colina del Albayzín meramente como el núcleo fundacional de Granada. El PEPRI Alhambra es un documento dedicado a la planificación y gestión exclusiva del espacio de la ciudad palatina y su entorno. Por este motivo, la atención que se presta al Albayzín no pasa de ser una visión histórica de los acontecimientos que dieron lugar al traslado de la sede del poder de una colina a la otra. No obstante, el plan empieza a lanzar unas líneas de investigación que son interesantes en lo referente a la consideración de la Alhambra como generador de un paisaje superior y complejo, basado en cuestiones que van mucho más allá de lo visual o perceptivo. En primer lugar, el documento realiza un estudio exhaustivo del estado actual de la Alhambra, para ser capaz de generar un conocimiento íntegro de los elementos que componen el monumento. Así, el PEPRI es consciente de que los valores arqueológicos, históricos, infraestructurales, naturales y formales son los que elevarán a la Alhambra a la categoría de generador de paisaje.
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38. Portada de la publicación del Avance del PEPRI Alhambra. J. Seguí
39. Plano de divisiones interiores del recinto protegido del AlbayzĂn - Sacromonte. Ayuntamiento de Granada 72 1
Todo este conocimiento se formaliza en una serie de intervenciones que se materializan, entre otras iniciativas y estrategias, en forma de catálogos e itinerarios. que vienen a jerarquizar las ideas y el conocimiento que se tienen sobre el monumento, para después generar unos recorridos que compatibilicen la visita pública con la gestión de la Alhambra. A través de ellos, la ciudad palatina empieza a discernir entre sus elementos de más valor y como ponerlos en carga de manera conjunta, para que sean capaces de narrar a los visitantes de forma coherente y correcta el legado hispanomusulmán en Granada. Es muy importante la cantidad de conocimiento, entendido desde una perspectiva contemporánea, que recopila el PEPRI, al convertirse en el primer documento que gestiona la Alhambra como hecho patrimonial y que dibuja unas líneas de actuación que recogerán otros documentos en el futuro. PEPRI ALBAYZÍN - SACROMONTE (2005) El Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albayzín y el Sacromonte se redactó en 2005 como continuación y actualización del PEPRI 1990. Aunque el PEPRI que está vigente actualmente es el de 1990, se utilizará como herramienta de análisis el avance del documento de 2005, ya que es una versión continuista del anterior. Del mismo modo que el PEPRI Alhambra, este documento está dedicado a la planificación y gestión exclusiva del barrio del Albayzín y del Sacromonte como sectores del Conjunto Histórico de Granada. De esta vocación planificadora se deduce que el PEPRI Albayzín no va a entrar en ámbitos que conciernan de forma exclusiva al paisaje unificado que forma este con la Alhambra. (Gerencia de Urbanismo, 2005) No obstante, el PEPRI Albayzín, más allá de desarrollar las herramientas y disposiciones propias de un documento destinado a la planificación urbanística de un lugar, es capaz de poner de relieve de forma objetiva algunos valores que confieren al barrio de una identidad única que le valió para ser declarado Patrimonio Mundial. En primer lugar, el PEPRI Albayzín desarrolla unas conclusiones que derivan del estudio de elementos objetivos como la actividad económica o la distribución poblacional. Es especialmente interesante el esfuerzo del PEPRI por entender la topografía del barrio como elemento característico que dio lugar a la ciudad histórica, poniendo además en carga la relación con la colina de la Sabika. En segundo lugar, el PEPRI desarrolla una subdivisión en áreas de intervención para facilitar el reconocimiento de los elementos que en ellas se encuentran. La división que propone el PEPRI se basa, aparte de en estrategias lógicas de proximidad, en un rigor histórico bastante fiel con
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los procesos que generaron la ciudad medieval. Además, en cada una de ellas elabora unas clasificaciones del patrimonio insertado en estas áreas, donde se encuentran, entre muchos otros, los monumentos de la Dobla de Oro. A este patrimonio monumental, se suma también el patrimonio arqueológico y el patrimonio etnológico, sobre el que PEPRI hace una distinción bastante interesante hacia las infraestructuras hidráulicas como centros de la vida social del Albayzín. Por último, el PEPRI Albayzín dispone las medidas oportunas en el campo de la intervención para poder gestionar la planificación urbana sobre el barrio histórico. Estas medidas van desde la demarcación de alineaciones y composiciones de fachadas hasta la apertura o remodelación de plazas y calles. Todos los modelos de intervenciones que regula el PEPRI Albayzín persiguen un entendimiento lógico del barrio histórico, que sea compatible con los modos de habitar y las necesidades contemporáneas. Además, cualquiera de estas medidas que se disponen en el documento deben ser consecuentes con los valores que se detectaron en el análisis que ocupa el principio del plan, y deben salvaguardar los valores que han permanecido durante siglos en el Albayzín y que le han conferido una identidad única y exclusiva. 74 1
PLAN DIRECTOR DE LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE (2010) El Plan Director de la Alhambra y el Generalife es desde 2010 el documento de planificación estratégica para la gestión del Conjunto Monumental a corto y medio plazo, elaborado por cuarenta expertos, en el que se recogen 154 medidas organizadas en torno a cuatro ejes estratégicos: preservación, paisaje cultural, sostenibilidad y sociedad de la información y el conocimiento. Así, en este plan se desarrollan distintas líneas estratégicas para abordar la intervención, gestión y difusión de la Alhambra, desde un marco en el que se vean recogidas todas las disciplinas. Una de las líneas estratégicas principales es La Alhambra como paisaje cultural, lo cual demuestra la preocupación de los organismos y especialistas en tratar al conjunto como un paisaje completo, con la complejidad y esfuerzo que ello supone. De este modo, el estudio de la Alhambra se genera desde una perspectiva que entiende el paisaje de acuerdo con las directrices del Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa, 2000). En el documento que desarrolla la línea estratégica del paisaje en la Alhambra y el Albayzín se alude en un primer momento a generalidades de la Declaración de Patrimonio Mundial, definiéndolo como un paisaje de alto interés cultural que atiende a valores de integridad, naturalidad y exclusividad y haciendo una llamada a la sostenibilidad y al conocimiento
cuando se aborde su protección, gestión y difusión, para que estos se basen en el reconocimiento territorial, estructural, formal y social. La primera caracterización de este documento se dedica a elaborar un Atlas de los paisajes de la Alhambra, que permita considerar todas las asociaciones, tipologías y unidades paisajísticas para una protección, gestión y difusión más eficiente y coherente con las consideraciones patrimoniales y culturales contemporáneas. Dentro de este atlas, y mediante la elaboración de un extenso material bibliográfico, fotográfico y cartográfico, se determinan en primer lugar los límites del paisaje global Alhambra que engloba, a expensas de las demarcaciones ya establecidas por el PEPRI Albayzín, desde el sector Centro de la ciudad hasta toda la ribera del Darro. Una vez fijado y definido el paisaje global, el Plan Director comienza a generar y a describir una serie de unidades paisajísticas, donde cada una abarca la complejidad de un paisaje global multidisciplinar desde el estudio y caracterización de una sola perspectiva: edificaciones, vegetación, fauna, geología, edafología, viario, red hidráulica, infraestructura eléctrica, mobiliario urbano, diversidad histórica, entidades arqueológicas, huellas antropológicas. Desde cada perspectiva se comienza a tejer un entramado de conocimiento en el que se estudian los valores históricos, sociales, perceptivos y artísticos, que es capaz de transmitir todo lo sabido sobre el conjunto, de establecer líneas futuras de intervención y de generar en el ciudadano, el visitante y el investigador una continua y renovada construcción cultural del paisaje Alhambra. (Villafranca y Salmerón, 2010) Además, el Plan Director incluye una propuesta que es tremendamente afín a la Dobla de Oro, cuyo itinerario deriva de esta iniciativa avanzada en el plan. Se trata de la creación de unos Itinerarios alternativos, que aluden a la Alhambra como parte de un territorio por descubrir (Villafranca y Salmerón, 2010, p. 190). La intención del Plan Director es desviar el flujo de visitantes que llegan a la Alhambra para dar difusión al resto de monumentos de la ciudad y descongestionar la afluencia al monumento principal. Entre estos itinerarios alternativos se encuentra uno que presenta grandes similitudes con la Dobla de Oro, sin ser bautizado aún con ese nombre: el Itinerario VII. La ciudad palatina y su territorio: el legado arquitectónico de Al-Ándalus. A través de este itinerario, el Plan Director pretende dar difusión a la estructura urbana de Granada, enfatizando el carácter del Albayzín como núcleo fundacional original de la ciudad y como lugar de la cotidianidad donde se desarrollaba la vida de la Granada islámica. De este modo, el documento enumera una serie de monumentos hispano-musulmanes enclavados en el Albayzín y el Centro de la ciudad
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40. Plano de los subconjuntos que forman el Conjunto Histรณrico de Granada. Salmerรณn y Villafranca
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para generar un itinerario libre que pase por todos ellos y que sirva como herramienta de conocimiento urbano. En esta misma línea, el Plan Director propone otros itinerarios y medidas más cercanas a la lectura paisajística de todo el entorno como pueden ser el Itinerario IV. La conquista del agua: el paisaje del agua en la cultura hispano-musulmana y cristiana o el Itinerario VI. Las puertas exteriores o la propuesta de la Red de miradores y puntos de observación. Así, podemos concluir que estas iniciativas ponen de manifiesto la voluntad del Plan Director para considerar el paisaje que generan la Alhambra y el Albayzín como una unidad indisoluble.
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41. Plano actual de Granada (Alhambra-Albayzín) Elaboración propia
En conclusión, el primer capítulo de este TFM ha tratado de establecer el marco en el cual se desarrolla todo lo referente a los diálogos entre la Alhambra y la Dobla de Oro. En primer lugar, se ha hecho un recorrido por toda la historia urbana de Granada, que se define como el contexto urbano e histórico en el que tienen lugar, lógicamente, los acontecimientos ligados con la Alhambra y el Albayzín. Sin este acercamiento profundo a los hechos que han generado las circunstancias que rodean al objeto de estudio, no se podría tener una visión objetiva y completa de él, ya que es necesario comprender las sucesiones históricas que se han producido en la ciudad. En segundo lugar, ha sido necesario establecer una definición de qué es la Dobla de Oro, puesto que esta información es necesaria para entender los orígenes de este proyecto, sus intenciones y finalidades y la manera en la que el Patronato de la Alhambra puso en marcha esta iniciativa, en una colaboración necesaria con la Agencia Albaicín y el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Además, el estudio de esta definición y composición de la Dobla de Oro permite desentrañar y comprender muchas de los objetivos que se pretendían con la puesta en marcha de este proyecto, así como su procedencia. Por último, este primer capítulo termina desentrañando el funcionamiento de la Dobla de Oro como proyecto cultural, poniendo sobre la mesa los agentes que intervienen en él y cómo lo gestionan. Además, es necesario que se muestre el funcionamiento actual de la iniciativa, a través de los medios con los que cuenta a día de hoy para llevar a cabo una correcta difusión, así como hacer un análisis objetivo de los datos de afluencia en estos primeros años a la Dobla de Oro, ya que se definen como uno de los marcadores de éxito de la iniciativa. Por último, el presenta trabajo entiende como imprescindible la observación de los marcos normativos de protección a los que se encuentran sujetos tanto la Alhambra como el Albayzín como objetos de estudio. De todo esto, se puede concluir que la Dobla de Oro se establece como una iniciativa enfocada principalmente al turismo, tal y como se puede desentrañar de los objetivos iniciales del proyecto. De ellos se deduce la intención conjunta de los tres agentes de posicionar a la Dobla de Oro como un proyecto complementario a la visita a la Alhambra que ayude, por un lado, a diversificar la visita y a disminuir los flujos turísticos en el monumento, y por otro, a ofrecer una imagen de marca conjunta entre la Alhambra y el Albayzín que favorezca el entendimiento conjunto como Patrimonio Mundial. Por estas razones, se considera necesario que este trabajo se concentre ahora en desentrañar los argumentos turísticos que apoyan a este proyecto, que favorece la focalización patrimonial, cultural y turística en la Alhambra y el Albayzín.
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2. La focalización patrimonial, cultural y turística en el binomio Alhambra - Albayzín
2.1. Los inicios de Granada como destino turĂstico 2.2. La realidad del turismo y el patrimonio en Granada 2.3. El modelo turĂstico en la Alhambra y la Dobla de Oro
42. La masificación turística en Venecia. El País
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43. Colas en los accesos al Louvre. El Mundo
La relación que se establece entre el turismo y el patrimonio cultural está compuesta a partir de un complejo sistema de interconexiones en el que participan múltiples factores, con implicaciones a diferentes niveles en el sector económico, social, medioambiental y funcional, entre otros. Sin embargo, es necesario entender el impacto socioeconómico y funcional que el turismo puede generar sobre el patrimonio ya que, a pesar de sus ventajas, no es una actividad totalmente inofensiva, pudiendo tener efectos nocivos a nivel tanto económico como en la relación con la conservación del patrimonio cuando llega a superar ciertos niveles de visitantes. Este incremento del número de visitantes, que absorben los distintos bienes culturales debido al interés que despiertan, emana de un aumento del concepto de turismo cultural que se ha ido desarrollando a lo largo de las últimas décadas. (García Hernández, 2001 p. 124) Actualmente, para gran parte de la sociedad actual el turismo cultural se ha convertido en una forma de consumo patrimonial, siendo el espejo de un desarrollo y una producción capitalista. La cultura ha pasado a ser un elemento fundamental en estrategias de planificación debido a la gran atracción que despierta en la sociedad respecto al resto de los sectores económicos. Una realidad que ha creado graves procesos de masificación, que han generado importantes consecuencias de degradación de los destinos culturales, como causa de su generalización y pérdida de identidad local producidos por el mero hecho de atracción del público al bien cultural.
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El turismo cultural, tal y como lo entendemos en la actualidad, se manifestó en la década de los ochenta del pasado siglo, coincidiendo con la etapa de madurez del mercado turístico en la que la principal tendencia de motivación del turista estaba reflejada en la revalorización social de la cultura y la recuperación de ésta como elemento fundamental en el ocio. Según Velasco González (2004, p. 57) esa es la razón por la que las primeras iniciativas en nuestro país, tanto públicas como privadas, destinadas a promocionar el turismo hacia España, utilizaron los bienes culturales como elemento básico de la promoción. Esta realidad conlleva que el recurso del patrimonio cultural esté siendo utilizado por los poderes económicos -sus principales promotores- para incentivar proyectos turísticos que eluden el verdadero valor del patrimonio. Esta valía, como apunta Velasco González (2009, pp. 237-253), se sustenta en que los bienes mantengan su capacidad simbólica y transmitan los valores de las poblaciones a las que representan, convirtiéndose en merecedores de una especial protección no sólo relacionada con su conservación sino también con su uso. (Harrison, 1994; Prats, 1998; Ballart y Juan-Tresseras, 2001, Hernández, 2002)
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Ante el auge del turismo cultural, entre otros, con las repercusiones negativas que pudieran tener en los bienes culturales se refuerzan la necesidad de la implantación y el desarrollo de un turismo sostenible. Según Martínez Yáñez (2006, p. 1181), este concepto de desarrollo sostenible comienza a tener entidad a nivel mundial tras su adopción en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. Aunque los principios emanados de esta Cumbre se centraban principalmente en el medio ambiente, posteriormente fueron generalizándose y adaptándose a los distintos campos de la actividad humana, la cultura y el caso específico de los bienes culturales y su gestión. Así tal y como lo expresa Padró Werner (2004, p.283), el desarrollo sostenible en los bienes culturales pretende, al igual que en el medio ambiente, detener el deterioro y preservar para las futuras generaciones el uso y disfrute del patrimonio heredado. Por tanto, se deben encontrar las herramientas de uso social del patrimonio que no causen su destrucción. También cobrará gran importancia para la relación entre patrimonio y turismo, la Carta Internacional sobre el Turismo Cultural: Gestión del Turismo en los sitios con Patrimonio Significativo adoptada por ICOMOS en la 12ª Asamblea General en México de 1999. Esta se plantea como una revisión de la versión anterior a la publicada en los años sesenta, momento en el que se refleja el interés manifestado por ICOMOS en la actividad turística. En la Carta de 1999 se recogerá un amplio concepto respecto al patrimonio y la necesidad de su interpretación, protección, conservación y difusión
ante la creciente diversidad cultural, desarrollado en seis principios. En estos se muestra una declaración de intenciones en cuanto al alcance de un desarrollo sostenible que facilite y estimule la gestión y conservación del patrimonio y que a la vez ensalce sus valores en los programas de promoción del turismo, aportando beneficios a la comunidad anfitriona y proporcionando a los visitantes una comprensión satisfactoria. Del mismo modo, entidades también a nivel internacional como la Organización Mundial del Turismo (OMT) afirman que el logro de un turismo sostenible es un proceso continuado y requiere un seguimiento constante de los impactos para introducir las medidas preventivas o correctivas que resulten necesarias. Definiéndolo además como el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas. Es necesario mencionar, como apunta Martínez Yáñez (2006, p. 1087), la estrecha la colaboración entre la OMT y UNESCO desde la década de los ochenta ante esta propuesta de turismo sostenible con el objetivo de evitar un crecimiento turístico anárquico e incentivar otro que reconozca la importancia y respeto a los valores del patrimonio para asegurar su protección. A pesar de que la OMT es el organismo principal de la esfera del turismo, la UNESCO desempeña un papel único al vincular el turismo con la conservación mediante sus actividades y programas sobre el turismo sostenible. Una colaboración entre entidades que ha seguido aconteciéndose a lo largo de los años, forjando en 2013 un nuevo acuerdo de cooperación que consolida los esfuerzos realizados en materia de turismo sostenible y de protección del patrimonio natural y cultural con objetivos, entre otros, como la implementación del Programa de Patrimonio Mundial y Turismo Sostenible de la UNESCO. Además, ambas organizaciones trabajaron de forma conjunta en la conferencia del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo en el año 2017, que constituía una oportunidad de reforzar esta dinámica positiva entre patrimonio y turismo con el contribuir a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Aunque las entidades internacionales marquen las trazas del modelo turístico sostenible que se debe seguir en cuanto a la relación con el patrimonio, en el debate crítico de cómo interactuar con los bienes culturales sin atentar contra su sostenibilidad, los gestores del patrimonio deben trabajar en el desarrollo de códigos adecuados de conducta, que cuestionen y reduzcan los efectos dañinos del consumo haciendo compatibles el crecimiento turístico y la visita pública a los bienes patrimoniales. Ya que, incluso en documentos de gran importancia para la
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44. Turistas agolpados en la cubierta-mirador de la Puerta de las Armas de la Alhambra. Elaboraciรณn propia
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gestión del turismo como es la Carta Internacional sobre el Turismo Cultural, los instrumentos que se plantean para llevar a cabo su resolución llegan a afectar directamente a la integridad y autenticidad de los bienes –llegando incluso a permitir la demolición de elementos considerados secundarios–, poniendo de manifiesto la prioridad de atracción masiva de turistas frente al impacto que esto pudiera causar. Con esta premisa, el debate sólo puede esclarecerse con un modelo de gestión sostenible que genere una simbiosis entre la conservación y las nuevas perspectivas económicas y sociales ofrecidas por la función turística, utilizando herramientas como el control de las distintas dimensiones de la capacidad de acogida –física, medioambiental, económica y social, fundamentalmente– y la gestión de flujos de visitantes, para favorecer el desarrollo y entendimiento de la comunidad local. Por tanto, como se afirma en el Plan Director de la Alhambra y el Generalife, cualquier otro planteamiento teórico que aborde por separado ambas vertientes de la gestión convierte al visitante en un mero factor numérico, en un instrumento para el desarrollo económico y en un consumidor pasivo del producto turístico. Ante estos precedentes, y centrándose en el objeto de estudio del presente trabajo, se hace necesario el estudio de cómo ha absorbido esta evolución del turismo la ciudad de Granada y, en concreto, de cómo se ha gestionado tanto la Alhambra como en el Albayzín, para comprender el modelo turístico que se está desarrollando en la actualidad y del cual forma parte la Dobla de Oro.
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45. Spanish scenery. G. Vivian (1838) 88 2
46. Patio de los Leones. E. Gerhardt (1849)
2.1. Los inicios del turismo en Granada Entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, Granada era una ciudad en claro declive económico y demográfico, con una escasa actividad industrial, mermada por un pesado marco eclesiástico y con una acomodada burguesía de carácter provinciano. Además, los postulados que traía consigo el modelo de ciudad higienista importado de Europa por Carlos III no terminaron de cuajar en una ciudad que se veía caracterizada por su pasado medieval islámico. Aunque algunas de estas reformas urbanas ideadas por la escasa élite intelectual granadina si se materializaron, dando lugar a una ciudad que adquirió algunas pinceladas de modernidad, Granada no volvió a despuntar como en siglos anteriores, perdiendo el favor de una corona preocupada por desarrollar el centralismo estatal y que no tenía ningún lazo que le uniera con Granada. El panorama no cambió en los años posteriores, con un país inmerso en plena crisis sucesoria entre Carlos IV y Fernando VII, y posteriormente con la ocupación francesa. La ciudad permanecía inmóvil y constreñida por su pasado pese a algunas de las lógicas urbanas que trajeron consigo los franceses, de más índole militar que ciudadana. Este clima oscuro que envolvió a todo el país en la primera mitad del siglo XIX se concreta en Granada con un continuo y progresivo deterioro de la ciudad y de la Alhambra, que se convirtió en bastión militar en esos años de ocupación francesa. Sin embargo, una vez acabado el clima de conflicto de la ocupación francesa, la élite intelectual europea vio debajo de la pátina del paso de los siglos en Granada un destino idílico, lleno de historia, de cultura y de patrimonio. Desde finales del XVIII, el patrimonio comenzaba a ser una construcción cultural real, y los recorridos turístico-culturales se convertían en habituales para una élite científica que se inspiró en los viajes de los renacentistas a las ruinas clásicas como lugares de la sabiduría. Con la consolidación de los lugares históricos del Mediterráneo como destino de los viajeros centroeuropeos, Granada se destapó como un lugar repleto de exotismo y que bebía de su poderoso pasado. Los viajeros románticos, en su búsqueda de ruptura de los esquemas clasicistas y de plasmar la sensibilidad que despierta el conocimiento del mundo, vieron en la ciudad y especialmente en la Alhambra la posibilidad evocatoria de un lugar lleno de orientalismo sin salir de Europa. Todos estos viajeros románticos, pertenecientes a familias de las clases altas europeas, llegaron a Granada a través del fenómeno del Grand Tour, un itinerario cultural por Europa, impulsado por la extensión generalizada del ferrocarril, que las élites realizaban con el objetivo de conocer mundo y enriquecer su mirada para plasmarlo luego en sus respectivas disciplinas,
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generalmente la literatura y la pintura. De este modo, el Grand Tour se puede definir como el antecesor del turismo moderno, que tiene como mayor aliciente el conocimiento cultural, el descubrimiento monumental y el estudio más o menos científico del pasado.
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De esta manera, el siglo XIX trajo a Granada y a la Alhambra a un elevado número de pintores y grabadores, cuyas obras hoy sirven de documento gráfico, ya que reflejan la realidad de una ciudad olvidada por sus políticos, pero que fascinaba a viajeros y extranjeros, atraídos por su orientalismo y su esplendor. Este marco romántico que suponía Granada y la Alhambra sirvió de inspiración continua para pintores como el francés Laborde o los británicos Ford y Roberts, cuyas obras hoy conforman un acervo gráfico que nos habla del interés de la ciudad palatina, de la población de baja alcurnia que la habitó en esos años y del estado de conservación de un lugar que comenzaba a adquirir la posición de monumento. Granada y la Alhambra también fueron lugares de inspiración para escritores como Washington Irving, que aprovechó su estancia política en Granada como embajador norteamericano para alimentar su faceta literaria y escribir sus famosos Cuentos de la Alhambra (1829), en los que la ciudad palatina sirve como marco escénico para el desarrollo de pequeños cuentos de inspiración oriental que narran algunas leyendas o relatos de ficción. Gracias a estos viajeros románticos, Granada y la Alhambra empezaron a asentarse como destino turístico, si bien es cierto que este proto-turismo estaba reservado para clases altas. Los documentos que estos intelectuales desarrollaron fueron clave para llamar la atención de los primeros estudiosos del patrimonio en España, que observaron el precario estado en el que se encontraba la Alhambra, en riesgo de desaparición tras los últimos años de maltrato. De esta manera, la segunda mitad del siglo XIX y los principios del XX trajeron consigo a numerosos científicos que comenzaron a desarrollar en la ciudad palatina algunas obras de restauración y conservación, provocando así un doble efecto: en primer lugar, la propia ejecución de la obra permitía la permanencia de la Alhambra y suponía el conocimiento de las nuevas técnicas de restauración importadas de Europa; en segundo lugar, la conservación de la Alhambra conseguiría que más generaciones y más viajeros llegaran a ella atraídos por lo que ya habían adelantado los románticos. Así, Granada empezaría a vislumbrar los inicios de lo que, posteriormente, será su principal motor económico: el turismo. (García Torrente y Martínez Yáñez, 2018, p. 102) A lo largo de estos años, muchas personalidades intervinieron en la Alhambra ocupando un cargo que evolucionó desde el restaurador adornista hasta el arquitecto conservador. Desde 1841, José Contreras y luego sus hijos
encabezaron las tareas restauradoras de la Alhambra, con mayor o menor acierto, siendo sucedidos por Modesto Cendoya en 1907, y posteriormente por Leopoldo Torres Balbás en 1923. La contribución de este último es vital para el entendimiento contemporáneo de la Alhambra, no solo por su magnífica labor conservadora basada en los criterios modernos de la restauración científica, sino por el papel que quiso para la Alhambra en materia cultural y turística. Como arquitecto conservador de la Alhambra, Torres Balbás impulsó el papel del recién creado Patronato de la Alhambra como órgano gestor de la visita de la Alhambra, ya protegida como monumento desde 1870. Así, la Alhambra se colocó a la altura de monumento moderno, y como tal era visitada cada vez por más personas, que además comenzaron a pagar una entrada por el acceso. De esta manera, la Alhambra empezó a ser utilizada como foco turístico, un turismo que además se convirtió en una actividad que cada vez se podía permitir más gente. Así, el interés que suscitó el exotismo en los románticos fue canalizado a lo largo de más de cien años para dar lugar a una actividad económica en torno al monumento. Sin los ingresos de esta actividad y sin la generosidad de figuras como Torres Balbás, el futuro de la Alhambra hubiera sido seguramente muy distinto, puede que incluso la permanencia del monumento se hubiera visto comprometida si los viajeros románticos no llegan a posar la mirada sobre él, como objeto y escenario de un exotismo único y alejado de todo lo que habían conocido en Europa y el Mediterráneo. De esta manera, es necesario entender que los comienzos del actual turismo de masas en Granada y en la Alhambra a partir de los años sesenta son deudores de los años pasados, que fueron críticos para la supervivencia de la ciudad palatina y para la consideración de ella como monumento.
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47. Nave lateral del Patio de Arrayanes. L. Torres Balbás (h. 1930)
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48. Cartel de promoción turística de la Junta de Andalucía en los años ochenta.
2.2. La realidad actual del turismo y el patrimonio en Granada En la actualidad, y desde mediados del siglo XX, la cultura se considera como una herramienta y un símbolo de estatus social. Si a esto se le suma el desarrollismo económico de la actividad turística en todo el mundo, es lógico afirmar que el turismo basado en el reconocimiento cultural se ha convertido en una actividad mayoritaria para la sociedad contemporánea. De este modo, tal y como se muestra en los gráficos de la Organización Mundial del Turismo, se observa como el turismo se ha asentado como una de las industrias que más beneficios reporta a las ciudades, considerándose en muchas de ellas como el principal motor económico. El impacto que genera esta industria sobre las ciudades ha obligado a muchas de ellas a modificar sus formas, sus tradiciones o sus costumbres para favorecer el desarrollo de esta actividad, y las sociedades locales se han visto forzadas a establecer, de forma más o menos amable, nuevos modos de habitar compatibles –o no– con la vida turística que ha atraído hacia estas ciudades una gran riqueza. En el caso de Granada, es obvio que el sector turístico es, por mucho, la principal actividad económica que se desarrolla en la ciudad. La extensa y valiosa oferta cultural, unida al buen clima, a la gastronomía y a la posibilidad de extender la visita con turismo de montaña o de costa, hace de Granada un importante destino turístico internacional. De este modo, la ciudad ha ido adaptándose poco a poco a una convivencia generalizada con una gran cantidad de visitantes, que pasa mayoritariamente de uno a tres días en la capital. Así, la imagen de la ciudad ha estado centrada en los últimos veinte años en mejorar su aspecto: las obras de pavimentación y peatonalización del centro histórico, la conservación patrimonial, la modificación del transporte urbano o la proliferación de alojamientos turísticos han sido los protagonistas en la modificación de una ciudad que se entrega a la experiencia turística. En cierto modo, tal y como expone Solà-Morales (2001, p.197), Granada está sometida a un proceso común en las ciudades históricas de gran oferta cultural: la museificación. En este proceso, la ciudad adquiere características del museo como la intención estática de salvaguardar objetos de interés artístico o histórico, sometiéndolos a todos ellos a un proceso de exposición que conlleva de forma inherente una operación de suspensión de sus características propias, extrayendo su condición de elemento urbano. De esta manera, los elementos de la ciudad que de buena fe se incluyen en un instrumento para la protección como es un catálogo, enseguida quedan despojados de su valor cotidiano, dando paso a un estatus más elevado, cargado de cultura y significación, y compartiendo consideración con las ruinas, las obras de arte o los documentos históricos.
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En estos procesos de explotación turística y museificación, Granada concentra todos sus esfuerzos en la Alhambra –especialmente– y en el Albayzín. La ciudad palatina y el barrio son los principales agentes del interés cultural de Granada y casi todas las visitas turísticas están destinadas a la visita de ambos, aunque en muchísimas ocasiones se concentran únicamente en la Alhambra. El Observatorio Turístico de Granada (OTG, 2016) ofrece datos altamente ilustrativos de esta focalización turística y patrimonial en la Alhambra: casi tres millones de turistas llegan a Granada cada año, de ellos, el 78% (2.340.000) visitan la Alhambra, del 22% que no visitan la Alhambra el 40% (264.000) querían hacerlo, pero se quedaron sin entradas. De esta forma, queda patente la fuerza que tiene la Alhambra como polo turístico de la ciudad, siendo el principal factor que atrae visitantes, y teniendo al Albayzín como escudero que se postula como el otro protagonista del éxito turístico granadino.
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Sin embargo, existen varias problemáticas asociadas a este modelo turístico que se basa en el poder de los dos gigantes patrimoniales. El primero de ellos es la masificación turística en la visita a ambos bienes monumentales. Aunque el Patronato de la Alhambra llevó a cabo una medida pionera entre los monumentos declarados Patrimonio Mundial de como limitar el acceso a la ciudad palatina a poco más de dos millones y medio de visitantes al año de acuerdo con el análisis y establecimiento de su capacidad de carga (Chamorro, 2006, 2007; García, 2001; Troitiño et al., 1999; Troitiño, 2000; Villafranca y Chamorro, 2007; Villafranca y Salmerón, 2010), la Alhambra sigue percibiéndose como un conjunto repleto de turistas cuya masificación disminuye la calidad de la visita a espacios únicos como los Palacios Nazaríes o el Generalife. Según los Datos del Observatorio Turístico de Granada (OTG, 2016), en los monumentos del Albayzín se observa que la afluencia de turistas es mucho menor, aunque en el barrio aparece el problema de la imposibilidad de recontar la afluencia de visitantes, al tratarse lógicamente de un sector de la ciudad, habitado y con sus propios ritmos sociales, económicos y culturales. Asociados a este problema de masificación turística aparecen una serie de problemáticas como la degradación o la falta de conservación de espacios patrimoniales, la banalización de espacios de gran carga cultural que se han convertido en escenografías para la fotografía de rigor, la pérdida de identidad local de algunos estratos sociales que habitaban en el Albayzín o la gentrificación que ha desplazado a los habitantes tradicionales en favor de los alojamientos turísticos de corta duración. Otra gran problemática que se aloja detrás de la focalización turística y patrimonial de la Alhambra y el Albayzín es la invisibilidad del resto de oferta patrimonial que alberga Granada. La excesiva concentración de
la afluencia turística en torno a las dos grandes atracciones ha generado una gran cantidad de patrimonio oculto, espacios de gran valor que se ven condenados a un ostracismo a la sombra de la Alhambra o el Albayzín. De hecho, muchos de los monumentos que se localizan en el Albayzín, que forman parte del mismo estrato histórico que la Alhambra y que complementarían la comprensión de la época medieval y del legado hispano-musulmán, también se vuelven invisibles ante la tremenda oferta de la ciudad palatina. De esta manera, existen una gran cantidad de espacios patrimoniales y valiosos que quedan casi excluidos, que sin la presencia de la Alhambra gozarían de un protagonismo mucho mayor, y que son esenciales para la comprensión de la ciudad en su globalidad. El reconocimiento de la Vega como soporte vital de la ciudad, la aportación del Renacimiento y el Barroco a la condición de Granada como urbe santificada, los espacios de la renovación urbana de los franceses, el rico patrimonio de vanguardia o los escenarios urbanos donde crecieron los protagonistas de la intelectualidad y la cultura contemporánea como Lorca, Falla, Guerrero o Morente, se convierten en ofertas secundarias y minoritarias ante el estrato estático y congelado de la Granada islámica, que tiene en la Alhambra su principal parque temático. En esta línea, el desarrollo de un modelo turístico erróneo en Granada produce una banalización patrimonial que genera una imagen de parque temático en los espacios culturalmente explotados, como la Alhambra y el Albayzín. Esto se manifiesta de forma extraordinaria en la estrategia que sigue el turismo de masas en su visita la Alhambra: el gran grupo de turistas desembarca por la mañana en los aparcamientos del monumento, retira su entrada y comienza la visita de la ciudad palatina, marcada por la hora fija de entrada a los Palacios Nazaríes. Cuando concluye su visita guiada por la tarde, el grupo se dirige de nuevo al aparcamiento, y se monta en el mismo transporte del que procedía y se marcha de la ciudad. Se observa como esta estrategia funciona de la misma manera que la visita a un parque temático, que concentra toda la actividad de un día y donde el visitante sale con una sensación de satisfacción por haber disfrutado de todas las atracciones y vuelve a su casa. La generalizada falta de experiencias asociadas al patrimonio, al descubrimiento de nuevas culturas y al asombro ante la carga emocional de lo artístico, se convierten en protagonista de esta visita alienada de la ciudad palatina. Esta especialización de la visita, además de no atender a los valores del reconocimiento urbano total de Granada, no contribuye a otros sectores económicos de la ciudad que no estén basados en el turismo, esto es, no genera riqueza en el comercio local, pues ni siquiera favorece la pernoctación en Granada, para seguir descubriendo en próximos días el
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49. Puestos de publicidad de Granada en la Feria Internacional de Turismo. VV. AA.
50. Turistas agolpados en el Mirador de San Nicolรกs. Elaboraciรณn propia
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resto de la oferta cultural de la ciudad. Esto último se refleja en los datos obtenidos por el Observatorio turístico del Patronato de la Alhambra y del Generalife, donde hasta un 62% de los visitantes en grupo no pasan más de dos noches en la ciudad. En contraposición, el 73% de la pernoctación en la ciudad del turista individual es de dos o más de tres noches. Derivado de esto, Granada se reserva la Alhambra y el Albayzín como símbolos de la ciudad, y siempre ofrecen la misma imagen al turista, porque sabe que la demanda es solo esa. No se pone en duda la capacidad y el poder del patrimonio para convertirse en símbolo de una ciudad, pero la problemática viene cuando la oferta cultural se centra únicamente en la explotación de un solo lugar. Los procesos de especialización cultural, de invisibilidad de otro patrimonio y de museificación de la ciudad se materializan cuando la oferta turística de Granada se centra en el eslogan de la ciudad de la Alhambra. Más allá del poder simbólico de la Alhambra, Granada se ha quedado anclada en un fenómeno simplista de oferta cultural, es decir, explota al límite la fórmula del éxito basado en la visita de la Alhambra y el Albayzín. Con este fenómeno como culmen, la ciudad se ve inmersa en un proceso que se retroalimenta y que difícilmente va a mutar hacia otros modelos turísticos sin producir una ruptura en ese ciclo. (Solà-Morales, 2001) Para que este modelo turístico cambie en favor de una fórmula más sostenible, que mitigue la presión turística en la Alhambra y el Albayzín, diversificando su oferta hacia otros lugares de la ciudad, haciendo visible el resto de patrimonio de la ciudad y posibilitando el crecimiento económico de otros sectores compatible con el turismo como principal motor de la ciudad, solo se puede pasar por el hecho de trascender más allá de Granada como ciudad de la Alhambra. Obviamente, la Alhambra y el Albayzín, como Patrimonio Mundial, siempre serán los protagonistas de la oferta turística de Granada, pero deberían contemplarse en un proceso más diversos y sostenible que procure un reconocimiento general de la ciudad y que posibilite la supervivencia en un estado óptimo de todo el patrimonio granadino.
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51. Dificultad del acceso al Generalife por la masificación turística. Elaboración propia
2.3. El modelo turístico en el binomio Alhambra - Dobla de Oro El Conjunto Monumental de la Alhambra y el Generalife se presenta como el ejemplo más importante a nivel nacional sobre el que ha sido necesario la pronta implantación de estrategias de gestión debido a la progresiva presión turística concentrada tanto en el tiempo como en el espacio. Para García Hernández (2001, p.124) la Alhambra: “Constituye un laboratorio experimental donde analizar los problemas que se derivan del crecimiento virulento de llegadas de visitantes y las implicaciones de un modelo específico de gestión de los flujos turísticos, así como un ámbito en el que ensayar una metodología especifica de evaluación de la capacidad de acogida turística”.
Según el último registro de balances de visitantes de la Unidad de Análisis de Datos del Patronato de la Alhambra y el Generalife, en 2016 la Alhambra contabilizó las mayores cifras de su historia: 2.615.188 de visitantes, un incremento del 5,7% con respecto al año anterior. Cifras en las que además deben tenerse en cuenta las estimaciones realizadas recientemente por la UNESCO sobre la duplicación del número de visita en los sitios del Patrimonio Mundial durante los próximos 15 años. Por ello no es de extrañar que la gestión turística en la Alhambra constituya un ámbito de creciente preocupación, existiendo apartados dedicados íntegramente a esta problemática en el Plan Director de la Alhambra, donde se promueve establecimiento de estrategias basadas en un concepto renovado del desarrollo turístico sostenible y la mejora de la calidad de la experiencia del visitante y del servicio público ofrecido años. De hecho, las medidas adoptadas en materia de planificación turística por el Plan Director son: la revisión de la normativa de visita del Monumento de la Alhambra y Generalife, la puesta en marcha un Centro de Investigación de Visitantes y el estudio de la capacidad de acogida y gestión de flujos del monumento. (Villafranca y Salmerón, 2010, p.182) En la primera medida del Plan Director, ya en vigor, se establece el compromiso del Patronato para aprobar la revisión de la Normativa de Visitas del Monumento de la Alhambra y Generalife y publicar la edición revisada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) para conocimiento de los usuarios del Monumento. En dicho documento se dictan unas disposiciones generales de protección del Conjunto Monumental de la Alhambra y el Generalife y de sus bienes adscritos relacionadas con el uso público, especificándose el máximo aforo en cada uno de ellos. En cuanto a la Alhambra y el Generalife, la gestión principal de la afluencia de visitantes quedará determinada por la capacidad de
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acogida de los Palacios Nazaríes, entendiéndose como el más demandado por los visitantes, pero también más sensible tanto por tu fragilidad como su espacialidad. A tal fin, el flujo de acceso de la visita se ajustará, en términos generales, al número de entradas previstas para cada pase, fijado en 300 personas aproximadamente, y de forma constante, accederán 50 personas cada 5 minutos. En cuanto a los bienes adscritos, cada uno de ellos cuenta con aforo máximo de visitantes, siendo en el Corral del Carbón de 120 personas, en el Bañuelo 30 personas, en la Casa Horno de Oro 60 personas, y en el Palacio de Dar-Al-Horra 60 personas, pudiendo además modificarse su aforo si se tratasen de conciertos o actividades organizadas por el PAG, con hasta un máximo de 300 personas en el Corral del Carbón o 150 en el Palacio de Dar-Al-Horra. En cuanto a la regulación de flujos turísticos sólo se tendrá objeto de cumplir con las obligaciones establecidas en los arts. 4.1 y 4.2 y 14.1 de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, con el fin de que se lleve a cabo la conservación de los mismos y la preservación de sus valores. (BOJA núm. 192, de 26 de septiembre, 2016) La segunda medida destaca la necesidad de la fundación de un Centro de Investigación de Visitantes, entendiéndose como un lugar en el que se desarrollan los estudios de público, planificación turística y capacidad de acogida del PAG. En este lugar, las líneas de trabajo pretenden poner en marcha un Observatorio del visitante, y surge no sólo para evaluar el desarrollo de iniciativas relacionadas con la gestión de la visita pública, sino para promover nuevas estrategias encaminadas a mejorar la visita a la Alhambra como experiencia turística y cultural de calidad. (Villafranca y Salmerón, 2010, p.185)
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52. Turistas visitando el Bañuelo en la Dobla de Oro. S. Fornell
La tercera medida pone en manifiesto la necesidad de desarrollar una metodología válida para el análisis y evaluación de la capacidad de acogida turística de la Alhambra. Esta es entendida como un instrumento de gestión sostenible de los destinos patrimoniales que marca el límite más allá del cual la explotación turística de un recurso resulta perjudicial. Su revisión está relacionada directamente al estudio de la incidencia de los flujos de visitantes en el Monumento y a los criterios de gestión del uso turístico. En la Alhambra el concepto de capacidad de acogida se configura como el parámetro básico de regulación de la gestión de los flujos de visitantes, que asumen las peculiaridades de la visita como son: la espacialidad del recinto –espacios abiertos y cerrados, zonas restringidas o de libre circulación– o la dificultad para controlar algunos de los factores principales para regular el tránsito –llegada de grupos, condiciones de acceso. Dentro de esta metodología de capacidad de acogida existe una distinción a dos escalas:
la general y el caso específico de los Palacios Nazaríes, que contempla diferentes situaciones según la intensidad de flujos. Como respuesta a estas medidas, el Plan Director de la Alhambra propone una serie de estrategias con el fin de diversificar la oferta de visita rebajando la presión de las áreas más castigadas por el flujo de visitantes, siendo los Palacios Nazaríes la más demandada. De esta forma se proponen distintos itinerarios alternativos que promueven el acercamiento a otros bienes patrimoniales menos conocidos, intentando descongestionar así los espacios más frecuentados. En conclusión, los instrumentos de protección, planificación y gestión nacen con la voluntad de abordar, en parte, la problemática de la masificación turística siendo conscientes del impacto que producen sobre los bienes patrimoniales. En el caso de la Alhambra, tanto el BOJA como el Plan Director centran su estudio en la ciudad palatina, introduciendo sus bienes adscritos en algunas de sus líneas estratégicas referidas al territorio Alhambra, siguiendo las pautas marcadas por la UNESCO. La crítica surge al recordar que la Declaración de Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO engloba conjuntamente a la Alhambra y al Albayzín, por lo que sería lógico pensar que debería ser un mismo gestor, con competencias en ambos bienes quien establezca sus estrategias comunes en materia de gestión y turismo. Sin embargo, esto no sucede así, ya que, si se atiende a lo descrito en el BOJA, se observa cómo los estudios de afluencia de la Alhambra están enfocados desde un prisma mucho más riguroso, atendiendo a ciclos de flujos o simulacros de ocupación, mientras que los monumentos del Albayzín adscritos al PAG solo contemplan un simple aforo de personas. Y es que no contemplar una planificación turística en los monumentos adscritos al PAG podría suponer un problema, ya que, según los datos del último balance expuesto en el Observatorio Turístico de la Alhambra y el Generalife, el número de las visitas a estos bienes aumenta de forma exponencial, con un incremento de 20.896 visitantes entre los años 2015 y 2016. Además, cabe señalar que, de las 170.279 visitas registradas, un 55% corresponden al Bañuelo, el monumento con menor aforo. Por otro lado, haciendo una lectura rigurosa del Plan Director de la Alhambra en acciones como la inclusión de bienes del Albayzín adscritos al PAG en itinerarios alternativos, se observa esa voluntad de descongestionar los flujos de visitantes en los espacios preferentes de la Alhambra y la diversificación de la oferta de la visita. Basándose en estos aspectos, es lógico y certero afirmar que el proyecto Dobla de Oro nace de estos itinerarios alternativos, siendo parte de una estrategia pensada fundamentalmente para la desviación del turismo cultural masificado.
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53. Turistas agolpados en espacios de poca carga como el Patio de la Acequia del Generalife. Elaboraciรณn propia
Todas estas medidas, a diferencia de lo que consta en las intenciones de ambos documentos sobre el territorio Alhambra, no propician una lectura rigurosa, conjunta y unificada de la dualidad que conforman la Alhambra y el AlbayzĂn, con las repercusiones que eso implica en sus valores patrimoniales, pues, en la prĂĄctica, tratan al AlbayzĂn, y en particular a los edificios incluidos en la Dobla de Oro, como bienes subsidiarios de la Alhambra.
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3. Propuesta: Re-conocer la simbiosis Alhambra AlbayzĂn
3.1. Valores patrimoniales olvidados en el Paisaje Alhambra-Albayzín 3.2. El fracaso de la Dobla de Oro 3.3. Cartografías patrimoniales del Paisaje Alhambra-Albayzín
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A lo largo del presente trabajo, se ha venido observando cómo la Dobla de Oro se ha formalizado como un proyecto eminentemente turístico, más concentrado en la formalización de una visita pública que en el establecimiento de unos lazos fuertes que manifiesten realmente los diálogos entre la Alhambra y el Albayzín, tal y como figura en los objetivos del proyecto. De esta manera, la Dobla de Oro ha ido abandonando su carácter cultural para centrarse en el turístico, dentro de una propuesta bastante deslavazada, por lo que se ha ido produciendo un debilitamiento de los valores que definen el conjunto patrimonial que forman la ciudad palatina y el barrio. No obstante, ni siquiera en la parcela turística el proyecto ha supuesto un éxito rotundo, ni ha logrado una diversificación de los flujos turísticos. Esto debería haber resultado obvio, teniendo en cuenta el gigante patrimonial que supone la Alhambra ante el fenómeno del turismo cultural y de masas. La debilidad de la Dobla de Oro debe achacarse al poco hincapié que se genera en torno a esos valores comunes en la Alhambra y el Albayzín, que son los que permiten hablar de diálogos y relaciones entre uno y otro. Frente a esta idea, la visita se ha articulado dentro de unos esquemas obsoletos demasiado basados en criterios artísticos, que no son suficientes para estructurar una estrategia que, se considera, debe girar alrededor de la figura del paisaje. Este paisaje que forman conjuntamente la Alhambra y Albayzín está fundamentado en una serie de valores, ahora olvidados por la Dobla de Oro, que son esenciales para su estudio, su entendimiento y su transmisión. De este modo, cualquier estrategia patrimonial y cultural que pretenda hablar de los diálogos entre el monumento y la ciudad debe recurrir a la narración de estos valores para descubrir la riqueza del lugar y, por tanto, a la perspectiva paisajística. La Dobla de Oro seguirá en un camino erróneo y destinado al fracaso siempre que no asuma que el paisaje es la única figura y herramienta con la suficiente entidad para soportar una carga cultural y patrimonial a semejante escala. Por ello, la propuesta que acompaña a esta investigación consiste en una nueva cartografía patrimonial que expresa estos valores, reflejando su simbiosis en el paisaje de la Alhambra y el Albayzín. Esta cartografía además supone una propia investigación en sí misma, ya que propone unos nuevos grafismos necesarios para reflejar la complejidad del patrimonio como hilo argumental de este paisaje histórico.
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54. Desde la Fuente del Avellano. N. Chapuy (1841)
3.1. Valores patrimoniales olvidados en la Dobla de Oro Este trabajo estima necesario desentrañar una serie de valores que residen dentro del paisaje y que se definen como esenciales para su consideración como tal, pero que actualmente asumen una condición casi de valores olvidados, puesto que su conocimiento es muy especializado y su difusión es muy escasa y poco legible. La potencia de estos valores reside en que su naturaleza radica siempre en la consideración dual que tienen sobre la Alhambra y el Albayzín, en lugar de ser entendidos como independientes y localizados únicamente sobre uno de los dos; esto es, la definición de estos valores nace de la simbiosis entre las dos posiciones y jamás serían considerados de manera aislada, puesto que su fuerza tiene su razón de ser en la contribución a la doble identidad de este paisaje. El primero de ellos se encuentra en el territorio y la topografía, que asume un carácter muy marcado en la dualidad Alhambra-Albayzín y que es capaz de generar un discurso propio. Asociado a este de forma inherente está el hecho hidráulico, cuya inteligencia y maestría en el aspecto técnico y simbólico permiten que se defina como constructor del paisaje. Alejándose un poco de la perspectiva más clásica, las permanencias y continuidades históricas a la hora de narrar los hechos que aproximan ambas entidades también son necesarias para su lectura paisajística. Por último, y de manera paralela al anterior, existe otro valor esencial para detectar los diálogos en la dualidad Alhambra-Albayzín y reside en los puntos de encuentro que se dan en los aspectos programáticos de las actividades en ambas colinas y en las estrategias que se repiten como patrones en una y otra. Atendiendo a estas generalidades, se han detectado esos valores patrimoniales olvidados, que cuando se fusionan y se diluyen entre sí dan lugar a la complejidad y valor patrimonial de este paisaje.
La singularidad topográfica como soporte paisajístico En sus teorías sobre el espacio como concepto, Norberg-Schulz (1980, p. 12) define, entre otros, el espacio existencial como la dimensión que forma la imagen estable del ambiente que le rodea y es esencial para la identidad humana. El paisaje urbano de la ciudad histórica sufre sin detenerse procesos de construcción a través de la transformación necesaria para la habitabilidad. Estos cambios no son posibles de entender si no se tiene en cuenta al territorio como soporte físico de la ciudad, es decir, incluyéndola dentro de su contexto geográfico. En este sentido, la topografía es uno de los elementos esenciales que confiere la forma de la ciudad y que condiciona las estructuras arquitectónicas y urbanas.
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55. Vista aĂŠrea de Granada y la importancia de las colinas en la forma urbana. J. Callejas
En el caso de Granada, el hecho topográfico se asume de manera evidente y natural como uno de los valores esenciales que confieren la singular identidad de la ciudad. El característico perfil urbano que se dibuja por la sucesión de las colinas sobre las que se ha construido la ciudad histórica es fruto de estos procesos de continuidad y transformación a lo largo de los siglos, y está vinculado de manera inherente a los rasgos que contribuyen a la definición del paisaje conjunto que forman el Albayzín y la Alhambra. De esta manera, y como ya se ha estudiado, Granada responde al tipo de ciudad que se asienta sobre y entre colinas, estableciendo una profunda relación entre la topografía y la ciudad, de modo que los mecanismos necesarios para construirla, vivirla y recorrerla forman parte de un estrato cultural arraigado en la sociedad y en el paisaje, de modo similar a como podría ser en otras ciudades de este tipo como Roma, Atenas, Lisboa o Estambul. El primero de los procesos de transformación que dan lugar a la configuración topográfica de la ciudad reside en la actividad básica y esencial para el sedentarismo en la civilización: la agricultura. Los primeros asentamientos sobre las colinas granadinas tuvieron que aprender a domesticar los abruptos perfiles topográficos para el desarrollo de la agricultura como modo de satisfacer las necesidades alimenticias de la población. Según Espigares (2015, p. 26) esto no es una característica única de Granada, sino que la relación entre agricultura y arquitectura siempre ha determinado los crecimientos urbanos en la ciudad histórica. Sin embargo, es necesario comprender que la contigüidad entre ellas dos es esencial para asimilar que las preexistencias agrícolas dejan unas cicatrices en el territorio con una gran carga, y que son aprovechadas por la arquitectura para dar forma y comprender la ciudad. Como se sabe, la Granada histórica se asienta sobre tres colinas –Albayzín, Sabika y Mauror– que miran hacia el valle del Darro. Sobre ellas se produjo la modificación propia del territorio para albergar las técnicas agrícolas de regadío y su infraestructura hidráulica, y esto dio lugar a unos trazados de gran peso sobre el suelo, que determinaron las formas de la ciudad que se asienta encima de ellas. Tratados agrícolas como Kitab-al-filaba de Ibn Luyun (1348) describen estos procesos de transformación del relieve, y menciona la forma de construir terrazas para el aprovechamiento del agua dentro de las fincas residenciales, e incluso dónde y cómo edificar la casa dentro del huerto, en una tipología destinada al habitar que en el propio tratado se bautiza como karm –viña–, raíz de la que deriva el nombre castellano de carmen. No es de extrañar que todo este complejo proceso de planificación agrícola y doméstica diese lugar a algunas de las formas urbanas de Granada, ya que asumió la condición topográfica como
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idiosincrasia urbana, convirtiendo la transformación y el manejo del perfil como uno de los valores esenciales de la dualidad que forman la Alhambra y el Albayzín.
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Al hecho de la transformación topográfica derivada de la agricultura, se le suman los procesos de alteración del perfil propios del asentamiento defensivo. El trazado de murallas, perímetros de protección y puntos de vigilancia se refleja también en la forma de la ciudad con líneas de gran peso que han permanecido en la ciudad histórica con mayor o menor evidencia. Si bien los trazados más antiguos –como los de época romana– se muestran muy difusos, actualmente es posible detectar calles y plazas que responden a la direccionalidad de recintos amurallados y a las transformaciones topográficas que fueron necesarias para la construcción de los mismos. La construcción de la Alcazaba Cadima, sobre los estratos de los primeros asentamientos granadinos, y las murallas de época zirí y nazarí se manifiestan como los principales acontecimientos relativos a la defensa que han dejado una gran marca en el territorio de la colina del Albayzín, mientras que la evolución de la edificación de la Alhambra desde las primeras fortificaciones del siglo X hasta la configuración completa de la ciudad palatina en el siglo XV ha conllevado la prolongada transformación del perfil de la colina de la Sabika. No obstante, es necesario remarcar como estas operaciones de modificación topográfica siempre han sido mucho más acusadas sobre el Albayzín que sobre la Sabika, cuyo perfil mucho más pronunciado fue históricamente aprovechado como una baza a favor de la protección del conjunto palatino. Además de la transformación de la colina por los hechos defensivos de índole meramente constructiva, la ciudad consigue definitivamente su implantación en la ladera mediante los procesos y estrategias que permitieron el abastecimiento de agua a través de una inteligente infraestructura hidráulica, si bien esto será tratado con la profundidad que se merece más adelante. Como es lógico, los procesos de transformación de la condición topográfica de Granada están protagonizados en mayor medida por la actividad principal de la ciudad: el habitar. Sobre las trazas dejadas en el territorio derivadas de lo agrícola y lo defensivo, se construyó y planificó una ciudad que se extendió por las tres colinas y el valle del Darro, llegando a las faldas y llanuras y ganándole terreno a la Vega, y que se convirtió en una de las poblaciones más grandes de la Península Ibérica hasta los siglos XV-XVI. Ante la aparente aleatoriedad que muestra la ciudad histórica en su planta, el urbanismo hispano-musulmán elaboró unas estrategias extremadamente lógicas e inteligentes a la hora de afrontar el hecho de habitar una topografía. Alejada de imponer un trazado cartesiano y rectilíneo, la ciudad islámica se asienta en la colina del Albayzín mediante
un callejero natural que se adapta al perfil de la colina, crece con ella y posee un profundo sentido de recorrido urbano sensible con la orografía. De este modo, se establecen dos pautas básicas en esta estrategia de ocupación de la topografía, que se materializa en dos tipos de calles: las calles paralelas a las líneas de cota de la topografía y los adarves que cruzan estas calles y se corresponden con las líneas de máxima pendiente de la topografía. De este modo, las calles paralelas proponen un paseo más tranquilo, sin inclinación, donde se asientan los principales puntos de la ciudad, como las mezquitas o los baños, mientras que los empinados y estrechos adarves son el instrumento para escalar la colina, son los elementos que establecen la continuidad entre las calles paralelas y son las escenografías que permiten reconocer la sección del perfil topográfico de Granada. En los recintos que quedan cercados por el trazado del callejero hispano-musulmán se desarrolla la arquitectura dedicada al habitar, cuya topografía interna se esculpe conforme a las pautas derivadas del aprendizaje de lo agrícola, dando lugar a manzanas muy divididas que albergan numerosas casas, que por adición construyen una imagen compacta y escalonada de la ciudad, conformando esa instantánea que nos trasmiten grabados y fotografías, que se puede asemejar a una forma mineral, maciza y apelmazada de casas blancas apiladas unas sobre otras encima de las colinas granadinas. Como ya se ha visto, las colinas del Albayzín y de la Sabika son los promontorios principales que se alzan sobre la Vega de Granada. Sin embargo, mientras que la colina de la Sabika, sobre la que se alza la Alhambra, posee una dominación del territorio mucho mayor, la colina del Albayzín mira más directamente hacia la ciudad palatina. Por esta razón, y a pesar de que el origen y el desarrollo del barrio es anterior, la relación visual que se ha establecido históricamente desde el Albayzín es la contemplación hacia la Alhambra, que se alza simbólica y protagonista sobre la totalidad de la ciudad. Es lógico que en época nazarí se eligiese este lugar como punto del traslado del foco del poder, ya que la Alhambra se erige sobre una topografía mucho más escarpada y difícil de practicar que la del Albayzín. Mientras que sobre esta orografía complicada tienen los sultanes su refugio y su centro de representación del poder político, la orografía más amable se convierte en el soporte físico de la ciudad, de los acontecimientos cotidianos y de los modos de habitar. Dentro de este diálogo de colinas enfrentadas que se relacionan entre sí de manera sugerente y callada, se puede observar una experiencia ritual que se produce entre el Albayzín y la Alhambra cuando se realiza el recorrido desde el uno hacia el otro. En esta travesía que ha permanecido a lo largo de la historia, el ciudadano siempre debe descender desde la ciudad hacia el valle del Darro, y ponerse a los pies de la ciudad palatina
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56. Vistas cruzadas Alhambra-Albayzín en reconocimiento topográfico. Elaboración propia
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para después volver a ascender hasta el recinto amurallado. Sin querer, se está asistiendo a un proceso lleno de simbolismo y nada azaroso, que está cargado de la significación del poder de la Alhambra y que forma parte de la profunda carga intangible del paisaje. La escenografía que se nos presenta en este momento dibuja a un ciudadano, pequeño e insignificante que procede del Albayzín, que se humilla a los pies del centro de un reino antes de acceder a él. La forma de la ciudad, cómo ha sido construida y dónde se localizan los puntos de gran significación dentro de ella, generan unos modos de recorrer este paisaje cargados de tensiones, que fructifican en unos valores inherentes al mismo y que contribuyen a la generación de la identidad urbana de Granada. Los procesos de transformación de las colinas de la ciudad histórica y las relaciones que se producen entre ellas evidencian la profunda consciencia que tiene el Paisaje Alhambra-Albayzín de que la topografía es uno de los valores claves para el entendimiento de la complejidad cultural que reside en él. El río Darro y su valle se presentan como la frontera entre dos colinas, una frontera histórica que ha sido el germen de la ciudad y que ha unido más que ha separado los acontecimientos que se sucedían a cada lado de sus márgenes. La topografía de dos colinas moldeadas por el curso del agua ha sido el soporte territorial para la cristalización de una relación de dos lugares que se miran enfrentados. La pronunciada forma del perfil donde se han erigido el Albayzín, primero, y la Alhambra, después, ha generado una serie de rasgos identitarios comunes entre ambos lugares: las maneras de recorrerlos, las técnicas para construirlos y domarlos o las formas de abastecerlos, entre otros, son características compartidas que permiten dar lugar a la consideración de un paisaje común entre la Alhambra y el Albayzín. Todos estos rasgos conforman el elenco de características tangibles e intangibles que permiten definir la topografía como uno de los valores esenciales del paisaje que forman conjuntamente la Alhambra y el Albayzín. Sin embargo, este valor residente en la topografía como uno de los componentes imprescindibles que construyen la identidad urbana granadina está totalmente oculto en el proyecto Dobla de Oro, que desatiende la sensibilidad de estos procesos a la hora de recorrer el Albayzín mientras se visitan los monumentos incluidos en la misma. Esto se debe a que el proyecto Dobla de Oro se ha definido como una mera agrupación de arquitecturas dispersas, que no propone ningún itinerario intencionado en el que se adviertan algunos elementos que contribuyan al reconocimiento topográfico del histórico perfil, que ayuda a narrar los procesos de continuidad territorial entre la Alhambra y el Albayzín. Incluso fuera del proyecto Dobla de Oro, el hecho topográfico es un valor
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difícilmente comprensible, a pesar de ser algo tremendamente físico y palpable, debido a lo abstracto de su consideración como tal por las personas que interactúan con él.
La sabiduría de lo hidráulico como agente constructor A lo largo de este estudio, se ha descubierto como la Declaración que incluye de forma conjunta a la Alhambra y al Albayzín en la Lista de Patrimonio Mundial nace de una clara intencionalidad de definir a ambos como generadores de un paisaje único, que construye una unidad indisoluble. Según la normativa de Patrimonio Mundial el criterio de inscripción i, único que menciona el agua en la justificación del valor universal excepcional de este bien, se aplica a bienes considerados una obra maestra del genio creativo humano:
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The Alhambra and Generalife contain all the known artistic techniques of the Hispano-Muslim world, on the basis of a proportional system in which all decorative and building developments are based, with particular emphasis on the aesthetic value represented by the intelligent use of water and vegetation. Together with this tradition, since 1492 the Royal House has received the most advanced proposals in terms of palace and poliorcertic architecture, and plastic arts of Western humanism. The Albayzín district is the best-preserved illustration of a HispanoMuslim city in the South of Spain, particularly formed during the Nasrid dynasty. The Albayzín, enriched with the contributions of Christian Renaissance and Spanish Baroque culture, is an exceptional and harmonious blend of two traditions, creating a unique and special form and style. (ICOMOS, 1994)
En la justificación de valor universal excepcional aparece pues, de forma muy tímida, la mención del agua y su uso inteligente y extraordinario como uno de los hechos principales que dan lugar a esa unidad. Sin embargo, su protagonismo es absoluto ya que, sin duda, la causa ulterior que engloba Alhambra y Albayzín bajo el mismo manto son el hecho hidráulico y, por extensión, el hecho topográfico. La cultura del agua granadina, entendida desde el nacimiento del Darro y hasta la infraestructura hidráulica que permite el riego y el abastecimiento, es el hilo argumental de un paisaje que, en gran parte, se genera y se comprende desde ella. La necesidad primaria e histórica de provisión de agua ha ido generando con el paso de los siglos una refinada y compleja cultura del agua en Granada que solo podía darse en el marco de una civilización como la islámica, procedente del desierto y donde el tratamiento de
un bien tan escaso es objeto de una ciencia, tecnología y filosofía muy elevadas. Como ya se ha visto, el territorio sobre el que se alza Granada se caracteriza por la existencia de una vasta red hidrográfica, en la que los tres ríos que discurren por la ciudad –Darro, Genil y Beiro– y el acuífero bajo la Vega son los grandes protagonistas. El núcleo primigenio de la ciudad histórica se asentó entre la orografía pronunciada de las colinas del Albayzín y de la Sabika y la llanura que supone la Vega, en un lugar clave que proporcionaba a la vez la seguridad y la vigilancia del promontorio y los recursos agrícolas, y siempre con posibilidades de abastecimiento de agua en cualquiera de sus cauces. La posición privilegiada de los primeros asentamientos íberos y romanos en relación a lo hidráulico es un hecho que ya se manifiesta y se conoce, según García Pulido (2008, p.391), gracias a excavaciones arqueológicas, que descubrieron los primeros vestigios de abastecimiento gracias a pequeñas infraestructuras en los entornos de la Casa del Almirante y San Nicolás. En época medieval, y tras un par de siglos de ausencia de evidencias sobre el abastecimiento de agua en Granada, la ciudad se reactiva sobre los restos de Iliberri con la llegada de los ziríes que, tras los años de edificación de los recintos fortificados, acometen la construcción de nuevas infraestructuras que satisficieran las necesidades de abastecimiento de una población que se preveía mucho mayor. En este momento, la primera obra que se acomete es la construcción de la coracha, un espolón que uniría la fortificación defensiva primitiva de la Alhambra con la Alcazaba Cadima, cruzando el río Darro y acarreando las aguas laderas arriba. Sin embargo, las mayores obras se llevaron a cabo con las dos grandes acequias que inauguraron el inteligente sistema de abastecimiento en toda la ciudad, que aún sorprende por la eficiencia con la que ha funcionado perfectamente hasta nuestros días: la Acequia Gorda y la Acequia de Aynadamar. Mientras que la Acequia Gorda es la arteria principal que recoge el agua del río Genil, riega la Vega, dispone los tiempos de lo agrícola y organiza las actividades, los pagos y la sociedad rural, incluso en la actualidad; la Acequia de Aynadamar se constituye como el hecho tecnológico que otorga a la Granada hispano-musulmana, en parte, su estructura, su fisionomía y su forma, gracias a que las aguas traídas desde Alfacar –situado 12km al norte de Granada– han provisto a los habitantes de la ciudad de este bien indispensable. A raíz de estos hechos extraordinarios, los distintos monarcas de la ciudad siempre invirtieron en la planificación y en la construcción de una enorme red de abastecimiento que se fue enriqueciendo cada vez más con la aparición de nuevas acequias que traían el agua a los distintos arrabales de la ciudad, como la Acequia del Cadí, la Acequia de Axares o la Acequia del
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57. Croquis anónimo de distribución de aguas de la Acequia de Aynadamar y otras que surten a Granada. Archivo de la Facultad de Teología
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Realejo, siempre fomentando y acompañando el crecimiento de la ciudad histórica desde el núcleo de la Alcazaba Cadima hacia el piedemonte de la colina, una medida que siempre permitió el abastecimiento por gravedad de los distintos ramales intraurbanos. De esta manera, la compleja infraestructura hidráulica alimentaba en el Albayzín una serie de aljibes y fuentes en torno a los cuales se organizaba la vida social del habitante medieval, que tenía en los puntos de abastecimiento y disfrute del agua los lugares sagrados y de reunión. Con el traslado de la corte nazarí a la Sabika y la construcción de la Alhambra a partir del siglo XIII, este sistema no hace más que enriquecerse y complejizarse mediante la ejecución de una nueva red de acequias que abasteciesen la ciudad palatina. Cuando Muhammad I comienza la construcción de la Alhambra a partir de la fortificación defensiva que ya existía, asegura en primer lugar que el abastecimiento de agua se produzca de la misma manera que ya se hacía en el Albayzín, y se acometen las obras de la Acequia Real, que toma sus aguas del río Darro. Con la construcción de esta última gran arteria de la ciudad no solo se abasteció al recinto amurallado de la Alhambra, sino que también se permitió a través de los partidores y las ramificaciones que salvaron los desniveles –Acequia del Tercio–, la llegada de agua a los arrabales de la colina del Mauror, al Campo de los Mártires y a las almunias reales de recreo situadas extramuros: el Generalife, Alijares y Dar-al-Arusa. Además, esta Acequia Real y su red asociada asumió su doble papel como infraestructura de abastecimiento para las personas y para el riego de la Alhambra. Así, estas dos dimensiones, la urbana-doméstica y la agrícola, se fusionan para dar lugar a la razón de ser y la identidad del agua granadina. En el interior de la ciudad palatina, el jardín, aparte de entenderse como un elemento de control climático y como un lugar de recreo, es una representación del paraíso terrenal. Sin embargo, esta necesidad de la presencia de agua para la construcción de un jardín no se conceptualiza solo desde un prisma elevado de deleite por los sentidos, sino que se realiza desde una naturalidad doméstica que recoge el Manifiesto de la Alhambra: “el jardín se embebe en la casa o la casa se desparrama en el jardín […], en seguida nos damos cuenta de que la casa es jardín y el jardín, casa” (Chueca, Gijón y Casado de Amézua, 2004, p.55). De este modo, queda evidenciado como la expansión de la ciudad fue fruto de una lógica planificada de forma extraordinaria a través de los modos de abastecer agua a la sociedad a través de una inteligente infraestructura, que hoy pone de manifiesto la exquisita técnica y conocimientos de los hispano-musulmanes para el desarrollo urbano, que fueron capaces de trascender de lo meramente tecnológico en lo referente
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58. Dibujo de la estrategia de construcción de las formas asociadas al agua. Elaboración propia
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59. Superposiciones históricas en los espacios públicos y la relación paisajística con el agua. Elaboración propia
al abastecimiento para dar lugar al complejo concepto que subyace bajo la cultura del agua. No cabe duda que una de las perspectivas que más han interesado y se han estudiado en el paisaje que conforman la Alhambra y el Albayzín es el agua como material capaz de construir el espacio y el territorio. De hecho, según Villafranca y Salmerón (2010), la cultura islámica del agua sigue conformando una de las principales líneas de estudio del paisaje en la Alhambra y el Albayzín, y es una parte vital, principal e indisociable de la consideración de los valores patrimoniales de la dupla que forman la ciudad palatina y el barrio hispano-musulmán. Igual que la domesticidad y la manera de generar las formas de lo habitado, el islam tiene sus propias pautas para que el agua se convierta en constructor de paisaje y ciudad. De este modo, el agua islámica en Granada se define en tres estados conforme a estas leyes: el agua que surge, el agua que fluye y el agua que se estanca. A su vez, cada estado se asocia a su forma: el manantial del que surge el agua es el círculo, el surco por el que fluye es la línea y el lugar en el que se estanca es el rectángulo. Si se extrapolan estos conceptos y los aplicamos a la Vega, la ciudad y la Alhambra, se advierte como estas leyes han construido de la misma manera un mismo paisaje acuático que admira por una belleza arraigada en el más profundo raciocinio. En la Vega, el manantial es la cima de la montaña, entendida como punto, donde se derriten las nieves y nace el agua; el surco es la acequia que conduce el agua como traslación de ese punto en el espacio; y el estanque es la superficie de cultivo, construida en paratas e inundada por el agua en los tiempos que la infraestructura regula. En el Albayzín, el manantial se representa en las fuentes, que son los centros de la vida pública y sagrada; el surco vuelve a ser la acequia, como elemento direccional; y el estanque son los aljibes, que almacenan el agua y abastecen el consumo de la población. Lógicamente, en la Alhambra este sistema se repite y se elabora refinadamente: el manantial en la fuente, el surco en la acequia y el estanque en la alberca, son los elementos formales que construyen un paraíso terrenal donde el agua y el jardín son una unidad indisoluble. Si el agua es a la vez un elemento doméstico y complejo, que deleita, embellece, riega y simboliza el poder del sultán y de Dios; el jardín es lugar de los países áridos, que sabe de la importancia del agua y que la trata con dulzura y cuidado. Y como este jardín no puede ser el jardín de la lluvia, debe convertirse en el jardín del riego: se construyen paratas, se canaliza el agua por acequias, se entierran depósitos, se levantan alcorques que contengan la tierra y abracen los árboles. La cultura del agua en Granada abarca mucho más allá del simbolismo superficial que se atribuye, en general, a las poblaciones islámicas. Como se ha visto, el hecho hidráulico es, junto a la topografía, la razón primaria
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del origen y el desarrollo de la ciudad. En primer lugar, la posición de los asentamientos primigenios vino determinada totalmente por el equilibrio entre factores de defensa, de vigilancia, de provisión agrícola y de abastecimiento de agua. Posteriormente, la evolución de la ciudad ha ido siempre de la mano del desarrollo planificado e inteligente de la red hidráulica que permitiera siempre el avituallamiento de la población, construyendo una infraestructura que fascina por su gran complejidad y su perfecto funcionamiento. A estos hechos se les suma las condiciones simbólica, espiritual y religiosa que forman parte de la identidad cultural de una población proveniente del desierto, que trata el agua como un material sagrado. En esta consideración del agua como material, las estrategias formales que se presentan dentro del urbanismo y la arquitectura hispanomusulmanes dan lugar a unos esquemas que se repiten en el Albayzín y en la Alhambra, y que se establecen como pautas en la construcción de los edificios privados y públicos, en los que el agua se convierte en el corazón aglutinador de la actividad. En estos procesos se ha advertido que existen una gran cantidad de similitudes y aprendizajes entre el Albayzín y la Alhambra. Tal y como se enuncia en la Declaración de Patrimonio Mundial, y es fácilmente perceptible si se observa con una mirada crítica, las estrategias asociadas al agua que nacieron en el Albayzín como fruto del desarrollismo urbano, tienen en la Alhambra un reflejo mucho más refinado y delicado a la hora de construir la infraestructura hidráulica que servirá a los sultanes. De este modo, si los elementos e instrumentos de lo hidráulico que construyeron en Albayzín son los mismos que se despliegan siglos después la Alhambra, es lógico y certero afirmar que juntos conforman un único paisaje. Un paisaje que tiene su razón primaria de ser en la topografía y el agua, que a través de ellos es capaz de generar un discurso de continuidad y proximidad, que elabora transferencias en las dos direcciones y que se complementa con la lectura relacionada y conjunta de la ciudad y el palacio.
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60. El simbolismo del agua en la Alhambra: el reflejo como muestra del poder divino. Elaboración propia
A pesar de todo ello, como ya se ha señalado, ni la inscripción de la Alhambra y el Albayzín en la Lista del Patrimonio Mundial ni el proyecto Dobla de Oro reflejan la importancia del agua como generadora de este paisaje unitario. En relación con la primera, no deja de ser sorprendente que el agua no forme parte de otras dimensiones de la declaración de valor universal excepcional del bien. En relación con la segunda, estas lógicas y estos procesos son difícilmente distinguibles en el proyecto Dobla de Oro, que sigue atendiendo a aspectos puramente artísticos y tipológicos, obsoletos y carentes de cualquier sensibilidad paisajística, que responden a su condición de agrupación de monumentos. Ni en la presencia del agua dentro de los monumentos inscritos, ni en el recorrido a través del
Albayzín para visitarlos, el visitante advierte la complejidad de un paisaje construido por el inteligente hecho hidráulico, más aún cuando la gran mayoría de sus elementos tangibles están ocultos bajo el suelo y aquellos que sí son visibles, como los aljibes, son completamente ignorados por ésta. La superficial atención prestada a este valor residente en lo hidráulico produce que el entendimiento de Granada, su cultura y su sociedad se vea muy mermado y que la lectura urbana sea incompleta en la Dobla de Oro.
Las permanencias y las transferencias históricas como discurso lineal Las relaciones históricas que se dan entre el Albayzín y la Alhambra son, evidentemente, las que derivan del clima político y social que dieron lugar a la ciudad medieval, y especialmente del momento en que se produce el traslado del poder de la colina del Albayzín a la de la Sabika. Por este motivo, cualquier intento de comprender la Alhambra debe nacer en el Albayzín, y viceversa. Y obviamente, el estudio del paisaje unificado que ambos generan debe tener en cuenta los diálogos históricos que se han producido a lo largo de los siglos entre ambas colinas, entendiendo que la construcción de la Alhambra es un hecho derivado del entendimiento del Albayzín como ciudad. Previamente a la llegada de los pobladores islámicos, el primer asentamiento íbero y romano de Iliberri sienta las bases del interés por el establecimiento de una ciudad en una posición privilegiada, protegida y abastecida. Los procesos de colonización territorial que se llevaron a cabo en este enclave no fueron de una gran relevancia, a diferencia de los protagonizados por las grandes ciudades de la Hispania romana, situadas en las cuencas fluviales y en las costas. De esta manera, Iliberri se postulaba como una ciudad intermedia, con valor posicional y una gran riqueza agrícola, pero sin gozar de los privilegios de una población mayor. Los vestigios arqueológicos de esta época nos hablan de las actividades artesanales que aquí se llevaron a cabo, de los primeros procesos de transformación de la colina del Albayzín asociados a la actividad agrícola y a las primeras funciones públicas de la arquitectura urbana, que se convierten en las primeras aportaciones al conjunto que forman el Albayzín y la Alhambra. A partir de los siglos X y XI comienzan a aparecer los primeros pobladores islámicos, y es necesario remontarse al contexto histórico y político que los trajo hasta aquí. Tras los siglos de esplendor de Al-Ándalus, se observa un clima convulso y de escisión política entre Damasco y Córdoba, lo que
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61. Superposici贸n cronol贸gica de las alteraciones de la secci贸n hist贸rica de la ciudad. B. Espigares Rooney 124 3
desemboca en la caída del califato cordobés –tras numerosos conflictos internos y guerras civiles– y en la ruptura de los territorios dominados por el islam en la Península Ibérica. Los trozos desmembrados del Califato de Córdoba se organizan en pequeños territorios, llamados taifas, de clara vocación feudal y gobernados con independencia por pequeños monarcas. En este contexto, la taifa de Granada gobernada por la dinastía zirí elige la antigua población de Iliberri, que se alza sobre la colina, como la capital de su reino; y materializa este establecimiento con la construcción de la Alcazaba Cadima y el primer recinto amurallado granadino. De esta manera, la ciudad de Granada comenzó a expandirse por la colina del Albayzín a través de los procesos de transformación topográfica, de construcción infraestructural y de desarrollismo urbano, dando lugar a una población bastante próspera y convirtiéndose en una de las taifas más importantes del territorio dominado por el islam en la península. No obstante, la dinastía zirí ya dio el salto a la colina enfrentada de la Sabika, y se atrevió a construir unas nuevas fortificaciones defensivas: Torres Bermejas y la Alcazaba Yadida –germen de la futura Alhambra–, que tenían como objetivo el control sobre las continuas incursiones en el territorio de las poblaciones almorávides y almohades del norte de África. Con la derrota de la dinastía zirí y la dominación almorávide y almohade entre el siglo XII y principios del XIII, Granada sufre un proceso de paralización en el desarrollo urbano del Albayzín, en favor de un mayor crecimiento del barrio judío de Garnata-al-Yahud, lo que produjo entonces la total unión de estos dos focos poblacionales en uno solo. Ante el avance constante de la reconquista cristiana, la dinastía nazarí se hace con el poder en Granada en 1238, y la convierten en el centro político, social, administrativo y económico del último reino islámico en la Península Ibérica. Bajo el amparo de los nazaríes, la ciudad alcanza su mayor esplendor: el desarrollo urbano cubre toda la colina del Albayzín y Garnata-al-Yahud, las estribaciones de la parte llana de la ciudad se convierten en el foco comercial, religioso y económico granadino y el nuevo recinto amurallado abraza a una población que llegó a ser de las mayores de la época. Así, las fórmulas de continuidad histórica entre las sucesiones de culturas y pobladores en Granada se comienzan a convertir en valores enriquecedores del paisaje que sirve como cobijo de todos ellos. De forma paralela al desarrollo urbano que acometen los monarcas nazaríes, estos comienzan un proceso de traslado del poder político y áulico desde el Albayzín –representado anteriormente en la fortificación defensiva de la Alcazaba Cadima– hacia la colina de la Sabika, donde comienza la construcción de la Alhambra a partir de la iniciada Alcazaba Yadida. En este marco, la dinastía nazarí rescata el concepto de ciudad palatina,
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62. Yuxtaposiciรณn de arquitecturas enfrentadas el tiempo: Comares + Carlos V. Elaboraciรณn propia
traído desde los primeros años del medievo en los que la aristocracia se ve atraída por la cristalización de su propia ciudad de gobierno. De este modo, la ciudad palatina empieza a surgir como un lugar de aislamiento para la corte, protegido por la fortificación y el poder militar ante las posibles revueltas y seguras invasiones por parte de los cristianos –o incluso por las guerras fratricidas. La Alhambra era un microcosmos cerrado en continua expansión por medio de las lógicas islámicas de adición y yuxtaposición, y por su carácter cortesano albergaba las producciones más exquisitas, pero también se establecía como lugar de recepción política, como sitio de administración de la justicia, y como ámbito para los asuntos comerciales de la ciudadela. Por estos motivos del funcionamiento cotidiano de la Alhambra como lugar de tratamiento de los asuntos de la ciudad, la ciudad palatina se aleja del concepto medieval de roca del señor. Ante las dificultades topográficas, cabría pensar que la Alhambra manifiesta el carácter jerarquizado de su posición política y áulica, y aunque simbólicamente es cierto que representa, en parte, la distancia entre el mundo común y el cortesano a través del pronunciado valle del Darro, funcionalmente actúa como un centro comercial y judicial, donde tiene lugar la vida del monarca y del ciudadano. De esta lógica cotidiana basada en el trabajo, el comercio y los asuntos de la ciudad nace la relación entre Alhambra y Albayzín, dentro de un recinto que construye un paisaje que amalgama y a la vez diferencia los lugares del ciudadano, los lugares del comercio, los lugares del juicio y los lugares de la vida privada del sultán y la corte. La Toma de Granada en 1492 y la llegada de los Reyes Católicos a Granada supuso, al contrario de lo esperado, un proceso de más continuidades que rupturas en la dualidad de la Alhambra y el Albayzín labrada por la cultura hispano-musulmana. De hecho, las aportaciones renacentistas no hicieron más que añadir elementos de enriquecimiento a todo este conjunto, tal y como se contempla en la Declaración de Patrimonio Mundial. Si bien no tienen que ver con el legado hispanomusulmán, las transformaciones llevadas a cabo por los Reyes Católicos y Carlos V en Granada y en la Alhambra permitieron, sin consciencia de ello, que la continuidad y la permanencia de los valores que hoy advertimos en el Albayzín y la Alhambra. Pese a que la nueva población abandonó el Albayzín hacia las partes más llanas y modernas de la ciudad, el antiguo foco poblacional islámico se convirtió en un espacio de experimentación urbana, donde numerosos nobles cristianos y órdenes religiosas encontraron su lugar a través de un proceso a caballo entre la imposición y la asimilación cultural pasada. El mayor exponente de este enriquecimiento y estas maneras de transformación se materializa en
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la Alhambra con el Palacio de Carlos V, una edificación que asume su condición dual de victoria sobre la cultura islámica y de admiración hacia lo creado por ellos. La permanencia de este valor híbrido en el paisaje es un hecho extraordinario que no hace más que aportar complejidad, riqueza y prosperidad al mismo.
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Por todo esto, es importante comprender la Alhambra y el Albayzín como un paisaje conjunto que es capaz de transmitir el legado que gira en torno a la cultura hispano-musulmana, incluso con sus etapas posteriores, a través de la continuidad narrativa de los valores, es decir, ambos se complementan para narrar íntegramente el período de civilización islámica en la ciudad, así como los procesos de cambio cultural tras la Toma de Granada, y todas las transformaciones que van asociadas a ellos. Si no se entendiese la relación histórica entre la Alhambra y el Albayzín, no sería posible aprehender el origen, el cénit y el declive de la cultura hispano-musulmana en la ciudad. Ambos beben de esta relación simbiótica de continuidad histórica, pues la Alhambra tiene su origen en el Albayzín: en los primeros pobladores, en la Alcazaba Cadima, en los ziríes y en los nazaríes que decidieron fundar un nuevo centro del poder político en la colina enfrentada. Por este motivo, a lo largo de la Declaración de Patrimonio Mundial se alude a la Alhambra como microcosmos, ya que, dentro de su independencia funcional y su carácter áulico, es posible encontrar pautas históricas y constructivas que también se dan en el Albayzín –con un lenguaje más cotidiano–, y son, por tanto y en cierto modo, extrapolables. Aunque la relación histórica entre el Albayzín y la Alhambra es algo evidente y que, en general, suele transmitirse correctamente, nunca debe olvidarse su consideración como uno de los valores fundamentales que construyen los pilares de la identidad paisajística de la dupla AlhambraAlbayzín. De este modo, considerar el valor histórico de este paisaje como uno de los olvidados en el proyecto Dobla de Oro no tiene tanto que ver con lo oculto o lo desconocido del mismo, como con la escasa profundidad de la consciencia que se tiene sobre el hecho del traslado del poder de una colina a la otra, y las relaciones que se producen a raíz de ello. De hecho, en los monumentos que conforman la Dobla de Oro, asombra la carencia de material dinamizador que se centre en estos aspectos, ya que el proyecto menciona como uno de sus objetivos principales el establecimiento de relaciones entre una colina y otra, y la histórica es una de las más inmediatas y fácilmente comprensibles. Para poder tener una comprensión completa de esta dualidad es necesario entender que el barrio y la ciudad palatina están conectados mediante una simbiosis fruto de los procesos de continuidad histórica que los acompañan.
Los patrones formales y programáticos como marcadores comunes Las relaciones que se dan entre el Albayzín y la Alhambra también son visibles en las estrategias que han dado lugar a uno y a otro. La cultura hispano-musulmana tiene sus propios mecanismos y herramientas para generar tanto la casa como la ciudad, y estos son perceptibles en el Albayzín y en la Alhambra, contribuyendo a generar una faceta más de la realidad poliédrica que es el paisaje unitario que forman. El estudio de esta dualidad debe tener en cuenta siempre que estas estrategias forman parte de una convención cultural propia de lo hispano-musulmán, que establecía estas pautas recurrentes para la construcción del espacio doméstico, entendiendo por espacio doméstico el recinto destinado al habitar cualquiera que sea su escala, desde la casa hasta la ciudad. En primer lugar, es necesario entender como la cultura hispanomusulmana concebía la ciudad como una entidad compleja formada por distintos estratos de especialización. Cada una de estas capas que componían la ciudad contribuyen a la construcción de un perfecto mecanismo, en el que cada una se constituía a través de unas lógicas y estrategias concretas y establecidas, y que tenían mucho que ver con una profunda significación espiritual. Gracias a esto, se comprende la concepción de la ciudad como un organismo vivo, en continuo desarrollo y crecimiento, compuesto por distintos sistemas especializados que cumplen rigurosamente su función y que, combinadamente dan lugar a una serie de actividades y procesos establecidos y regulados. En esta línea, es realmente admirable el concepto de construcción espacial que reside en la cultura hispano-musulmana, puesto que estas estrategias que lo regulan tienen propiedades multiescalares, esto es, sirven para construir un espacio cualquiera que sea su escala y, por tanto, se utilizan como pautas para la planificación urbana y arquitectónica. Como ya se ha visto, el desarrollo urbano de Granada depende, en primer lugar, de la transformación topográfica y de la construcción de una infraestructura de abastecimiento de agua. Tras esto, la ciudad coloca sus fortificaciones defensivas y delimita los contornos amurallados, para garantizar la seguridad y la prosperidad de la población. A partir de aquí, la ciudad comienza a dividirse por arrabales internos, que gozan de sus propias murallas y permiten la autonomía funcional de cada uno de ellos. En esta continua especialización de la ciudad, cada arrabal dispone de sus propios edificios públicos, que cumplen las mismas funciones en cada uno de ellos; de esta manera, la función pública de cada barrio queda organizada en torno a la mezquita, el baño y la alhóndiga,
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63. Pautas formales y programรกticas comunes en la arquitectura del agua. Elaboraciรณn propia
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fundamentalmente, donde destaca la presencia del agua en todos ellos como material en torno al cual gira la vida social hispano-islámica. La consciencia de estos procesos de especialización como instrumentos para perseguir el correcto funcionamiento del organismo vivo que supone la ciudad es necesaria para su consideración como valor contribuyente a la dualidad del Albayzín y la Alhambra. Por otro lado, y de forma similar a como ocurría con las estrategias mediante las cuales el agua se definía como material constructor del paisaje, las lógicas que construyen la Alhambra son las mismas que construyeron el Albayzín, si bien en la ciudad palatina tienen lugar dentro de un marco mucho más refinado y extraordinario, destinado a ser el centro del reino entero. Estas lógicas que construyen tanto Alhambra como Albayzín tienen su origen en la concepción espacial islámica, que considera al espacio como un concepto en el que subyacen dos dimensiones indisolubles: la función y la forma. En la arquitectura, cualquier edificio responde a esta construcción del espacio doméstico: el patio como corazón de lo vividero, replegado hacia sí mismo; la fachada interior, frente a la inexistencia de fachadas exteriores; y la organización familiar, que trata la casa como un recinto privado y sagrado. Desde la casa nazarí más humilde, hasta el Palacio de Comares como cénit de la espacialidad islámica universal, las lógicas espaciales construyen el hábitat hispano-musulmán conforme a estas pautas, que se repiten en la Alhambra y en el Albayzín, y generan el esquema doméstico patio-pórtico-sala en torno a un eje dominado por el agua. En el urbanismo, la ciudad se construye como casa de todos y por tanto se genera a partir de las mismas premisas con las que se edifica el hábitat doméstico: las leyes de adición y yuxtaposición generan un tejido abigarrado en el que las casas se definen como el espacio privado y personal, y las calles y plazas como corazones de la vida urbana, que una vez más vuelve a girar en torno al eje del agua siempre presente en forma de acequias, aljibes y fuentes. Fruto de los procesos de continuidad histórica, vuelve a plantearse el enriquecimiento que reciben tanto el Albayzín como la Alhambra a partir de la Toma de Granada, con la introducción de los rasgos culturales de los pobladores cristianos. Es certero pensar en esta hibridación como un valor que añade complejidad a la dualidad que conforman la Alhambra y el Albayzín, más aún cuando existen obras exquisitas a lo largo de toda España que son consecuencia de esta mezcla, que incluso han dado lugar a estilos propios como el mudéjar o el mozárabe. Sin embargo, esta consideración debe ir más lejos de los estilismos artísticos, y ser consciente de las similitudes que ocurren en las dos colinas a través de las transformaciones y las permanencias en la ciudad histórica. En este proceso de continuidad
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64. Pautas formales y programáticas comunes en la arquitectura doméstica. Elaboración propia
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histórica, se encuentran mezquitas que se convierten en iglesias –como la Iglesia de San Juan de los Reyes o Santa María de la Alhambra–, hospitales que pasan a ser casa de la moneda –como el Maristán–, casas que quedan absorbidas en estructuras conventuales –como la Casa de Zafra–, baños que se reforman en lavaderos –como el Bañuelo– o palacios que se derriban para construir otros que simbolicen el nuevo poder del reino –como el Palacio de Carlos V–, y todos ellos forman parte de la ininterrumpida y cambiante función programática que protagoniza la ciudad como espacio existencial, que no deja de enriquecerse de todas estas situaciones.
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Volviendo a la Declaración de Patrimonio Mundial, no debe olvidarse nunca el carácter de la Alhambra como un compendio de lo más elevado entre las técnicas artísticas y constructivas de la cultura hispano-musulmana, que nos habla de la época de esplendor nazarí y de la representatividad del poder en la casa real. De igual forma, el Albayzín se define como el hecho cotidiano de todas estas influencias tecnológicas, materiales y artísticas, y de lo extraordinario que supone que el barrio haya llegado a la actualidad en un estado íntegro, reconocible e identitario. En el texto, la Alhambra se eleva a la categoría de hecho excepcional del legado hispano-musulmán en los siglos XIII al XV, pero es justo remarcar y valorar al Albayzín como el elemento integrador de todas las confluencias que convergen en la Granada medieval desde el siglo XI, como el soporte poblacional de la ciudad y como un ejemplo arquitectónico y paisajístico de la herencia andalusí preservada en Granada, que aún hoy imprime identidad a la población y que ha sobrevivido, junto con la Alhambra, al paso del tiempo y los estilos artísticos. De esta manera, se podría decir que el Albayzín asume una condición casi de campo de experimentación y desarrollo de las técnicas artísticas, arquitectónicas y urbanísticas que luego se refinan en la Alhambra. Si estas lógicas están presentes tanto en la Alhambra como en el Albayzín, es lógico pensar en las transferencias de uno a otro, en los diálogos que se generan en un paisaje conformado y generado por las mismas leyes, en la jerarquización de los espacios en función de sus usos y en la creación de un tejido que funciona de manera simbiótica, donde las funciones de la ciudad tienen también cabida en el microcosmos del centro político. Una vez más, el diálogo entre el barrio y la ciudad palatina recurre a la simbiosis que se da entre uno y otro al ser el Albayzín el germen de la Alhambra. Sin embargo, la singularidad de este proceso nos permite hacer una lectura del mismo en una dirección o en otra, es decir, la reciprocidad que existe en el traslado de las estrategias de un sitio a otro nos permite comprender la relación formal y funcional en dirección barrio-palacio o palacio-barrio. Sin embargo, la evidencia de estas relaciones es escasa
en la actualidad, y las estrategias que rigen la construcción de la ciudad y de la casa se convierten en un valor olvidado en el proyecto Dobla de Oro. Una de las relaciones más obvias ni siquiera es mencionada en el estado actual del proyecto, y no es otra que la agrupación por tipologías de los monumentos que forman la Dobla de Oro: arquitectura doméstica, arquitectura del agua y arquitectura pública. Un hecho tan simple como este, añadido a la inclusión de cierta información en el interior de los monumentos que no hable solo de los criterios artísticos, sino que ponga en valor las relaciones que existen a nivel funcional y constructivo entre la arquitectura del Albayzín y la de la Alhambra, facilitaría enormemente la compresión por parte de los visitantes, que encontrarían puntos de encuentro y entenderían las pautas que conforman los espacios de la cultura hispano-musulmana.
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65. Aglomeración turística en el entorno de la Alcazaba y el Palacio de Carlos V. Elaboración propia
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3.2. El fracaso de la Dobla de Oro A lo largo de este capítulo se han estudiado los valores patrimoniales que se consideran esenciales para la consideración conjunta y unificada del Paisaje Alhambra-Albayzín, pero que actualmente permanecen, en cierto modo, en un estrato oculto u olvidado. La condición olvidada de estos valores puede deberse a una escasa voluntad real de formalizar patrimonialmente la simbiosis entre la Alhambra y el Albayzín más allá de su declaración como Patrimonio Mundial, o bien a una visión de ambos que no incide tanto en su comprensión como los aspectos más superficiales de la visita pública en el barrio del Albayzín. La inversión de estas dinámicas hacia un modelo turístico sostenible –que además de dedicarse a la protección y conservación del patrimonio– debe pasar siempre por una vocación que persiga un reconocimiento paisajístico conjunto, que suponga una lectura continuada de lo histórico y lo urbano y que anteponga los valores culturales y sociales. Tras estudiar el proyecto Dobla de Oro, su definición, gestión y funcionamiento y analizar los factores históricos, urbanos y territoriales que condicionan el diálogo del Albayzín con la Alhambra y el resto de la ciudad de Granada, se hace evidente la necesidad de concluir acerca de la realidad del mismo. Especialmente para comprobar si el proyecto, tal como se plantea en la actualidad, cuida y visibiliza los valores de un paisaje unificado y complejo y es capaz de dar respuesta a sus necesidades culturales atendiendo a los objetivos marcados en su origen y al marco normativo por el que se rige a diferentes niveles. Como se ha desarrollado en el apartado anterior, son muchos los valores que, a pesar de contribuir de forma evidente a la construcción unificada del Paisaje Alhambra-Albayzín, en el actual modelo Dobla de Oro son poco considerados frente al protagonismo en mayor medida de los valores monumentales y artísticos. Del conocimiento en profundidad de esta conjunción se deduce que estos valores más intangibles, que cohesionan y generan la realidad patrimonial del Albayzín y la Alhambra, pasan desapercibidos en el actual proyecto. Tal como queda planteado en la actualidad, el actual proyecto Dobla de Oro no es capaz de mostrar la riqueza y complejidad en valores que se desprende de una realidad patrimonial como el binomio Albayzín-Alhambra. De esta manera, se ha convertido en una iniciativa inconexa que se desentiende y no favorece el reconocimiento de los valores que con mayor fuerza aúnan y evidencian este binomio. Así, la lectura urbana de la ciudad a través de la topografía desaparece, los monumentos y
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los estratos históricos se suceden de forma interrumpida, la inteligencia de un hecho tan extraordinario como el hidráulico se vuelve completamente invisible, y no se ponen de manifiesto los puntos de encuentro entre los aspectos programáticos, funcionales y formales, ni siquiera a través del reconocimiento de las tipologías edificatorias. Todos estos valores, aunque latentes, corren el riesgo de desaparecer si no son traídos a la superficie y apreciados como tales.
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Esta situación se debe principalmente a la ausencia a la hora de aplicar y poner en funcionamiento el proyecto de un concepto fundamental: el concepto de dualidad. Todos los factores, valores y condicionantes que se amalgaman y superponen en este caso quedan vertebrados en torno a una lectura dual de esta compleja realidad patrimonial. Nos encontramos ante una relación simbiótica, plural y viva, basada en las transferencias y el reflejo entre dos hechos complementarios. Un conjunto, por tanto, indisoluble de límites difusos conformado por capas difícilmente diferenciables. Por ello, el principal obstáculo del planteamiento actual –responsable de la ausencia de los valores mencionados– es la incomprensible lectura por separado de la Alhambra y el Albayzín, contraria en primer lugar a la propia naturaleza del conjunto monumental amparado en la Declaración de Patrimonio Mundial. Esta desventaja se hace especialmente evidente cuando nos aproximamos a ejemplos menos sutiles como es el plano físico del territorio. La comprensión a nivel urbano y territorial del conjunto es inexistente. La tríada formada por la topografía, la tipología y la configuración urbana –base conceptual de todo lo demás– se omite en el actual modelo, reducido exclusivamente al factor arquitectónico propiciando el tratamiento objetualizado del patrimonio. Evidentemente esta falta de interpretación común pone de manifiesto el incumplimiento del sentido de la propia Declaración conjunta de la Alhambra y el Albayzín como Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO en 1994. Este documento es claro al definir la relación entre Alhambra y Albayzín como un solo paisaje que amalgama dos realidades complementarias, considerándolos hechos principales capaces de generar un paisaje complejo de forma conjunta. La propia intencionalidad que se deduce de la doble declaración ya evidencia por sí misma el modo en que la declaración se propuso comprender ambas realidades como una unidad indivisible, y por tanto el modo en que éstas deben ser valoradas, protegidas, gestionadas y mostradas, algo que la actual iniciativa Dobla de Oro y la propia gestión de estos bienes no ha podido conseguir. Del mismo modo, el actual modelo no ha sido capaz de activar y llevar a la práctica los objetivos marcados por algunas de las líneas estratégicas principales incluidas en el Plan Director de la Alhambra
y el Generalife y enmarcadas en el Convenio Europeo del Paisaje. A pesar de tratarse de un documento enfocado en la ciudad palatina, el Plan Director incluye al Albayzín al tratar el paisaje de la Alhambra, definiéndolo como un paisaje de alto interés cultural que atiende a valores de integridad, naturalidad y exclusividad. Además, alude de nuevo a la Declaración conjunta de Patrimonio Mundial y las generalidades expuestas en este documento. Igualmente, el proyecto Dobla de Oro no llega a cumplir algunos de los objetivos más importantes marcados por el convenio firmado en 2014 que acompaña el nacimiento de la iniciativa. Bebiendo del propio Plan Director de la Alhambra y el Generalife, el convenio proponía que entre las finalidades del proyecto estuviesen: Interpretar la realidad de la Alhambra y su entorno natural y urbano como un Paisaje Cultural, síntesis de las complejas relaciones que se han establecido a lo largo del tiempo entre el medio físico y la acción humana sobre el mismo y favorecer la integración turística entre la Alhambra y el Albaicín. (Consejería de Cultura, 2014, p. 5).
El propio documento de creación del proyecto hace mención a esas relaciones o valores ignorados en el actual modelo de la Dobla de Oro. Además, el enfoque actual del proyecto prioriza otras finalidades igualmente mencionadas en el convenio. Tras el objetivo de “diversificar la oferta cultural de Granada de manera que contribuya a atender la demanda turística de acuerdo con una estrategia de sostenibilidad” (Consejería de Cultura, 2014, p. 5), se esconde la necesidad primera de descongestionar la visita al conjunto de la Alhambra, como ya adelantábamos en el análisis del modelo turístico del binomio AlhambraAlbayzín dentro de la ciudad de Granada. No obstante, existe un planteamiento erróneo en esta iniciativa: un proyecto como la Dobla de Oro jamás podría ser propuesto como una sustitución a la visita al conjunto de la Alhambra, sino como un complemento a la misma para fomentar el entendimiento de la ciudad. Promover la visita de estos bienes adscritos –de indudable y gran valor patrimonial en su conjunto– como un remplazo a la Alhambra resulta poco realista. Por supuesto, es necesario revalorizar y promover el conocimiento de estos bienes en concreto y del barrio del Albayzín en su conjunto al nivel de la ciudad palatina, pero debe tratarse de un procedimiento en paralelo, nunca de una superposición. Igualmente, se detectan algunas carencias en lo referido a la gestión de la Dobla de Oro, puesto que la complejidad es un rasgo característico también de este conjunto de bienes. Nos encontramos ante una serie de
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monumentos de titularidad variada situados a lo largo de un barrio de la ciudad de Granada declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO de forma conjunta con la Alhambra. Por tanto, se hace evidente la necesidad de una figura superior de gestión que pueda coordinar a todos los agentes implicados en el binomio Alhambra-Albayzín: el Patronato de la Alhambra y el Generalife –como gestor del conjunto palatino y de los bienes adscritos localizados en el Albayzín–, el Ayuntamiento de Granada –responsable del Albayzín como barrio de la ciudad–, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas –propietario de la Casa del Chapiz– y la Junta de Andalucía –como organismo competente en materia de protección de todos estos bienes declarados BIC-. En la actualidad, la propuesta de gestión de un bien candidato a la Lista de Patrimonio Mundial ya es un requisito obligatorio desde la misma presentación de la candidatura, con más razón en los casos en los que son varios los agentes responsables. De esta forma la UNESCO incluye en sus Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial –publicadas en enero de 2008– que todas las propuestas presentadas desarrollen y especifiquen un plan de protección y gestión, dando a conocer las medidas legislativas y los agentes implicados de partida. Así, tal y como se indica en el párrafo 132 de las Directrices Prácticas: 140 3
Es esencial que exista un plan de gestión apropiado u otro sistema de gestión, que debe formar parte de la propuesta de inscripción. También se espera que se presenten garantías de la implantación efectiva del plan de gestión o de otro sistema de gestión. Se adjuntará a la propuesta copia del plan de gestión o documentación sobre el sistema de gestión. (UNESCO, 2008, p. 45)
Por tanto, actualmente se trata de un requisito más para que la propuesta sea válida, tan importante como la misma descripción del bien, por lo que, sin este plan gestor, la inscripción de la candidatura quedaría incompleta y su Declaración sería inviable. Sin embargo, dado su antigüedad –y a pesar de su evidente necesidad –este requerimiento actual no se aplica a la Declaración conjunta de la Alhambra y el Albayzín, ampliada en 1994 tras la primera declaración de 1984. Incluso algunas declaraciones más recientes acaban por incumplir esta condición, al esbozar un plan que finalmente no llega a desarrollarse. Por tanto, nos encontramos ante una propuesta que, como ya se ha desarrollado, descuida la correcta lectura de los valores patrimoniales del conjunto y lo reduce a un claro tratamiento objetual de los bienes que lo componen, ignorando la complejidad de la que emana su riqueza real. A pesar de la importancia que podría tener para formalizar y hacer visible la simbiosis entre la Alhambra y el Albayzín, actualmente la Dobla
de Oro responde a una visión puramente turística que antepone la venta de entradas y la suma de visitantes, como justificante de calidad de un proyecto que no ha sabido abarcar la inmensidad y las posibilidades de un espacio como el Albayzín puesto en carga junto a la Alhambra. De entre todos los objetivos enumerados en el convenio de creación del proyecto priman, sobre los anteriormente expuestos, otros como el interés por la desviación de parte del flujo de visitantes que acuden a la Alhambra hacia el Albayzín para la descongestión de la ciudad palatina, algo cuya consecución era poco realista desde el principio / un objetivo en sí mismo poco realista desde un principio atendiendo a la enorme atracción turística de la Alhambra. Este modelo, además de poner en riesgo determinados valores patrimoniales de la Alhambra y el Albayzín, acerca al histórico barrio granadino a la posibilidad de un peligroso proceso de museificación que ya padecen zonas históricas o patrimoniales de otras ciudades. Por todo esto, y pasados unos años desde la puesta en marcha del proyecto, se hace evidente la necesidad de una revisión del mismo en busca de una solución que sea capaz de trascender del mero hecho turístico hacia una propuesta cultural rigurosa y potente que fomente el entendimiento real del binomio Alhambra-Albayzín. Será necesaria la deconstrucción de este proyecto para después para proponer una nueva visión de esta dualidad patrimonial que con la incorporación de nuevas piezas sí pueda responder a la complejidad de la que se responsabiliza y hacer legibles y reconocibles los valores que se han detectado en estas fases de estudio y diagnóstico. En este proyecto esta nueva visión se plantea a través de una serie de cartografías patrimoniales del Paisaje Alhambra – Albayzín.
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66. Torre de las Infantas. Ă lvaro Siza
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3.3. Cartografías patrimoniales del Paisaje Alhambra-Albayzín Hasta ahora se han definido los motivos del fracaso del proyecto de la actual Dobla de Oro, definida originalmente como una iniciativa cultural y turística pero carente de criterios patrimoniales sólidos. Como ya se ha desarrollado en el apartado anterior, en sus años de vida la Dobla de Oro no ha logrado satisfacer ninguno de estos planteamientos iniciales. Por ese motivo, también se han puesto sobre la mesa la necesidad de desmontar este proyecto, una operación que se estima conveniente para fijar un nuevo punto de partida, que sea más sólido y dé lugar a iniciativas con mayor ambición y basadas en unos criterios más rigurosos y completos. En relación con los valores olvidados en la Dobla de Oro, se han detectado una serie de carencias que comprometen el futuro de la permanencia de estos valores vinculados a proyectos culturales deficientes como la actual Dobla de Oro. Estas carencias deben ser estudiadas y resueltas para convertirse en los puntos fuertes a los que se agarre el proyecto patrimonial, que estará precisamente justificado desde esta intención de hacer de los valores olvidados los principales pilares sobre los que se asiente el futuro del Paisaje Alhambra-Albayzín. Los procesos de transformación del perfil topográfico, las relaciones que se establecen entre las colinas y los recorridos de subida y bajada inherentes a este lugar son vestigios y experiencias que pretenden el reconocimiento de la ciudad histórica, y además se convierten en herramientas excelentes y necesarias para adquirir un conocimiento urbano de Granada. La desprotección, el desconocimiento y la ruptura de estas relaciones basadas en las topografías, en la manera de modelarlas para posibilitar el hábitat humano y en las formas de recorrerlas, suponen la pérdida de rasgos intencionados que forman parte del genius loci granadino y que han conformado este paisaje durante siglos. Cualquier actuación que tuviera el Paisaje Alhambra-Albayzín como ámbito de trabajo debería contribuir a la protección del valor topográfico como esencial para la permanencia del lugar, al conocimiento del mismo como soporte físico de la ciudad y a la difusión de este rasgo como elemento indispensable para el origen y el desarrollo de Granada. La comprensión de la posición de la ciudad, su desarrollo ligado con la extensión de la infraestructura hidráulica, el traslado del poder y la significación asociada al agua son experiencias ligadas al valor hidráulico de Granada y se deben establecer como argumentos principales que persigan el reconocimiento de una cultura asociada a la ciudad. La desprotección, el abandono y las rupturas de los procesos de intercambio entre las dos colinas pueden dar lugar a la pérdida de rasgos que contribuyen a la construcción
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de la identidad de un paisaje que se ha generado conjuntamente entre las dos colinas durante siglos. Cualquier proyecto sobre el Paisaje AlhambraAlbayzín debería fomentar el entendimiento del valor hidráulico como un estrato fundamental para la consciencia del hecho urbano y cultural, proteger los elementos que forman parte de la infraestructura como testigos tangibles de todas estas lógicas, y difundir todos aquellos rasgos relacionados con el agua como material constructor del paisaje.
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Aunque la relación histórica entre el Albayzín y la Alhambra es algo evidente y que, en general, suele transmitirse correctamente, nunca debe olvidarse su consideración como uno de los valores fundamentales que construyen los pilares de la identidad paisajística de la dupla AlhambraAlbayzín. El entendimiento de la génesis de la Alhambra como núcleo del poder de una medina preexistente, el Albayzín, foco poblacional y cotidiano, es un hecho frecuentemente olvidado por parte de ciudadanos y visitantes, y es, sin embargo, un proceso esencial para cualquier estudio que se centre en los diálogos entre estos dos objetos patrimoniales. La desatención a estos procesos de traslado y enriquecimiento cultural a través de las continuidades históricas puede provocar una pérdida de los valores que dan lugar a la consideración conjunta del paisaje que forman la Alhambra y el Albayzín. Cualquier intervención que se realice teniendo al Paisaje Alhambra-Albayzín como soporte debería contribuir al entendimiento de estas continuidades históricas, protegiendo y conservando los elementos que son hoy un vestigio de esta sucesión cultural, y dando difusión y profundizando en la significación del traslado del centro del poder y de las relaciones que se derivan de él. La consideración de las estrategias que sustentan los conceptos de forma y función en la ciudad y en la arquitectura de Granada como un valor esencial es necesaria para que se advierta como agente constructor de la dualidad. Es necesario conocer que las pautas de construcción de la ciudad como espacio doméstico colectivo son las mismas que las de la casa, y que están sujetas a unos procesos de multiescalaridad de gran interés. Asimilar la riqueza que aporta la hibridación cultural entre musulmanes y cristianos forma parte de la complejidad del estrato formal y funcional de la ciudad. Y asumir la condición cotidiana del Albayzín como campo de experimentación para las técnicas y prácticas que luego se refinarían en la Alhambra, enmarcada en unos procesos de aprendizaje de ida y vuelta que fomentaron la construcción de la imagen de la ciudad, servirá para comprender aún más los diálogos que existen entre ambos lugares separados por el Darro. Siempre que el Paisaje Alhambra-Albayzín sea objeto de trabajo para cualquier tipo de investigación, se deberá contribuir al entendimiento de estas estrategias para la construcción de la
espacialidad como mecanismo de reconocimiento urbano, se protegerán y definirán los elementos que contribuyen a la permanencia de estos valores y se difundirá atendiendo a su condición de instrumento constructor de la cultura y la sociedad en el territorio. Partiendo de estas premisas que sirvan como fortalezas y argumentos principales para el entendimiento del lugar, el presente trabajo pretende perfilar un documento que se asiente sobre la concepción del paisaje unificado que forman de manera conjunta el Albayzín y la Alhambra, y que consiga plasmar la complejidad patrimonial de este binomio. El objetivo principal de la propuesta, más allá de su propio contenido, es la búsqueda de un nuevo modo de estudio y representación que logre plasmar y transmitir la perspectiva trasversal patrimonial. Un proceso de experimentación que permita analizar la forma en que la ya mencionada complejidad debe ser plasmada en una documentación y planimetría para que sea realmente reconocible. Por tanto, además de identificar los distintos valores de una realidad patrimonial de la magnitud del conjunto que nos ocupa, la propuesta pretende ser una aportación metodológica que asiente las bases de una renovación en el modo de expresar la complicada naturaleza del patrimonio. Esta vocación nace de la ausencia actual de un modelo que beba de esa visión transversal del patrimonio y el paisaje. La documentación existente en lo referente al binomio Alhambra-Albayzín es abundante y exhaustiva, y responde a funciones legislativas y de planeamiento, cometido que abarca eficazmente. Frente a esto, la nueva perspectiva responde a la necesidad de contar con un conocimiento amplio y multidireccional de una entidad histórica que no debe ser divida o fragmentada, ya que se genera desde los mismos discursos y estrategias. Todo ello debe ser narrado desde un prisma paisajístico, ya que se asume como la única figura conceptual donde tiene cabida una complejidad que se cose con el patrimonio como hilo argumental. En cierta manera la propuesta patrimonial del presente trabajo se podría definir como dar un paso atrás, cimentar una base más sólida, para luego salir con más impulso hacia futuros proyectos. Se quiere dar lugar a un documento que genere un nuevo marco conceptual que sirva como base para el futuro desarrollo de planes ya existentes ahora en revisión –como el Plan Director de la Alhambra, PEPRI Albayzín, PGOU–, y que además defina y recoja los valores olvidados que se consideran generadores de la identidad de este paisaje que se han ido detectando a lo largo de este estudio. Además, el documento debe servir como origen, que dé claves sobre las futuras direcciones que deben tomar los proyectos culturales arraigados en este lugar, y como punto de partida incluso para reformular
145 3
146 3
67. TopografĂa en las huertas del Generalife y la Alhambra. ElaboraciĂłn propia
una nueva Dobla de Oro, ahora sí atendiendo a una serie de premisas que sean suficientes y reconocibles para transmitir el amplio conocimiento dual que se tiene de forma complementaria y dialogante de la Alhambra y el Albayzín. La metodología de esta propuesta se basa en la generación y la recopilación de una serie de Cartografías Patrimoniales que recogen desde distintas perspectivas los elementos patrimoniales que forman parte de esos valores olvidados en el Paisaje Alhambra-Albayzín y que son esenciales para el reconocimiento y la transmisión de la identidad del mismo. Así, estas cartografías, cuya ventana básica de delimitación se basa en la zona buffer de la Declaración de Patrimonio Mundial, nos hablan del valor patrimonial encerrado en los elementos que dan lugar tanto a la Alhambra como al Albayzín, y que conjuntamente son los agentes principales de la construcción del paisaje. Como si estuviesen disgregadas y separadas por capas, estas cartografías recogen desde tipologías arquitectónicas hasta estructuras agrícolas, pasando por sistemas hídricos, relieves topográficos, obras pictóricas, infraestructuras hidráulicas, elementos vegetales, vistas o, en definitiva, cualquier elemento –ya sea físico o intangible– que contribuya a la construcción de la realidad poliédrica del Paisaje Alhambra-Albayzín. Todo ello se hace con la intención de que, cuando se superpongan todas esas cartografías, se genere un mapa imaginario y colectivo donde se concentran todos los aspectos, perspectivas y facetas que permiten hablar del Paisaje AlhambraAlbayzín como algo real, identitario y tangible.
147 3
Valores programรกticos
Valores histรณricos
148 3
Valores vegetales
Valores hidrรกulicos
Valores topogrรกficos
La metodología perseguida por estas cartografías pretende enmarcarse dentro de los valores detectados a lo largo del presente trabajo. Por este motivo, todo el material gráfico que ha sido elaborado responde a los valores presentes en el Paisaje Alhambra-Albayzín y está estructurado según esta jerarquía, con el objetivo de servir como registro de los elementos esenciales que configuran la identidad paisajística del lugar y como base cartográfica y metodológica para futuros proyectos que tengan como ámbito la ciudad palatina y el barrio. Así, todos los elementos registrados en estas cartografías pertenecen a los estratos descritos con anterioridad: la singularidad topográfica del territorio, la sabiduría de la infraestructura hidráulica, las permanencias y transferencias histórica y los patrones formales y programáticos. De esta manera, cada cartografía va asociada a un esquema inicial que marca al valor paisajístico al que da respuesta. En primer lugar, se encuentran una serie de gráficos (pp. 150-166) que pertenecen a un solo estrato, y su objetivo es servir como documento de registro de los elementos que singularizan cada valor. Posteriormente, se hallan una serie de cartografías (pp. 168204) más abstractas y diversas que pertenecen a la vez a varios estratos, y pretenden ser unos gráficos más sugerentes con vocación interpretativa del Paisaje Alhambra-Albayzín. Gracias a esta metodología y organización, es posible comprender la idiosincrasia estratificada y compleja de este paisaje, que permite seleccionar diferentes agentes para configurar una perspectiva propia y singular. El elenco de cartografías ayuda a entender la figura de paisaje como construcción cultural y da respuesta, no solo a criterios históricoartísticos, sino también a necesidades complejas basadas en componentes territoriales, infraestructurales, sociales y etnográficas.
Cartografías estratificadas: Gradiente topográfico en las colinas granadinas (p.150) La costa fluvial del Darro (p.152) El corredor Genil de la Sierra a la Vega (p.154) La Acequia Real: agua ascendente (p.156) La Acequia de Aynadamar: un catalizador territorial (p.158) El sistema hidráulico como constructor urbano (p.160) La identidad climática de la vegetación (p.162) Continuidades históricas urbanas (p.164) Las actividades sociales dentro de la forma urbana (p.166) Cartografías interpretativas: El Paisaje Alhambra-Albayzín: una realidad hojaldre (p.168) Catálogo de cotas: miradas cruzadas (p.170) La red de miradores y entidad cultural (p.176) La distribución del agua como proceso social (p.180) La vegetación en la Alhambra: una imagen armoniosa (p.186) La vegetación en el Albayzín: una imagen unificada (p.188) Registro de estructuras básicas de organización doméstica (p.190) La función vegetal asociada a sus arquitecturas (p.192) Los espacios de producción agrícola y su condición paisajística (p.194) Forma urbis granatensis (p.196) Lo pictórico como consideración paisajística patrimonial (p. 200) Las relaciones programáticas en los procesos dinámicos urbanos (p.202) El Paisaje Alhambra-Albayzín: una realidad compleja (p.204)
149 3
0
150 3
Gradiente topográfico en las colinas granadinas
Cotas bajas
Cotas altas
0
2000
250 500
1000
2000
El hecho topográfico es unos de los valores esenciales que conforman la singular identidad de la ciudad histórica, y por supuesto es esencial para el entendimiento y la consideración de este paisaje. Obviamente, el valor del hecho topográfico debe entenderse desde una visión humanista, desde la consciencia de las transformaciones y de las continuidades que permiten que sea un soporte físico apto para el hábitat humano y desde la inteligencia de los procesos de ocupación del territorio en las posiciones óptimas. Solo un territorio complejo como este, con sus valles, con sus laderas y con su perfil, podría ser el sustento para las realidades patrimoniales de la Alhambra y el Albayzín.
152 3
La costa fluvial del Darro Con el traslado del foco del poder a la Alhambra, el río Darro pasó de ser un borde urbano a convertirse en el eje central de la ciudad. De esta manera, muchas piezas arquitectónicas han ido engarzándose durante siglos a este hilo fluvial, convirtiéndose en un espacio representacional de Granada. La decisión urbana de expandirse hacia los terrenos llanos ha permitido que, ante su fragilidad y pequeña escala, el valle del Darro haya mantenido sus valores relativamente intactos y que se haya protegido de forma natural su condición de cordón umbilical. En el pronunciado valle que generan las colinas de la Sabika y del Albayzín, el curso del Darro se convierte en un corredor paisajístico que mira hacia la Vega de Granada.
154 3
El corredor Genil de la Sierra a la Vega Frente a la identidad del Darro, el valle del río Genil ha asumido una condición radicalmente distinta. Sin mayor protagonismo hasta bien entrada la Edad Moderna, el Genil nunca ha condicionado las decisiones urbanas de Granada. Sin embargo, siempre se ha establecido como el corredor natural de conexión hacia Sierra Nevada, atravesando una fértil y pequeña vega periurbana que ha conectado a poblaciones como Lancha, Cenes, Pinos Genil, Canales o Güejar-Sierra. Con los crecimientos modernos, el último tramo del valle del Genil también adquirió un carácter de escenografía urbana antes de su llegada a la Vega de Granada.
0
156 3
La Acequia Real: agua ascendente Curso de la acequia Partidor
Presa Real
0 400
50
100
200
400
Lo extraordinario de la conducción del agua hacia la Alhambra reside en la capacidad de los hispano-musulmanes para crear una ingeniería que pudiera ascender el agua desde cotas inferiores a superiores a través de una serie de molinos y partidores a lo largo del trazado de la Acequia Real. La captación de agua para ella se produce en la Presa Real y, a través del Acueducto del Rey, la acequia cruza a la margen izquierda del río, donde comienza a ganar altura para alcanzar la ciudad palatina. En su discurrir por el Cerro del Sol, la Acequia Real llega al Partidor de los Tercios, donde se divide en dos paralelas: la Acequia del Tercio, que riega el Generalife, y la Acequia Real de la Alhambra.
0
158 3
La Acequia de Aynadamar: un catalizador territorial Curso de la acequia Molino
Partidor
0 400
50
100
200
400
Las formas de conducir y extraer el agua son imprescindibles para la comprensión del paisaje de la Alhambra y el Albayzín. El abastecimiento del Albayzín dependía de la Acequia de Aynadamar, y la gran cota a la que se sitúa su nacimiento (1100 m.s.n.m.) en Alfacar permite que, a lo largo de su recorrido de más de 12km hasta la ciudad, abastezca más poblaciones, organizándose en distintos pagos como los de Víznar, el Fargue o Jun. A lo largo del trazado de esta acequia aparecen una serie de molinos que hablan de las actividades económicas asociadas al agua de las poblaciones aledañas a Granada. Además, es importante la consideración de toda la línea de agua de la Acequia de Aynadamar como un vestigio esencial para entender la organización territorial.
0
160 3
El sistema hidráulico como constructor urbano
Curso de la acequia Trazado urbano coincidente con acequia Aljibe
Partidor
0
200
50
100
200
La construcción de la red de acequias que abastecen a la ciudad se debe considerar un hecho transcendental en la existencia y la identidad tanto del Albayzín como de la Alhambra. De hecho, esta infraestructura hidráulica es la responsable de muchas de las formas urbanas que permanecen en Granada. La red de acequias que alimenta el Albayzín accede por el norte, a la mayor cota posible desde la Acequia de Aynadamar, y desde ahí se ramifica por todo el Albayzín, hacia los espacios que no podían ser alimentados directamente por el río Darro. Cada una de estas ramificaciones muere en un aljibe, que se convirtieron en puntos estratégicos para los estratos sociales de la Granada islámica.
0
162 3
La identidad climática de la vegetación
0
200
50
100
200
El Manifiesto de la Alhambra enuncia que una de las virtudes de la arquitectura hispano-musulmana es la capacidad de construir el jardín como casa y la casa como jardín. De aquí se deduce la grandísima importancia de la vegetación en el espacio, tanto urbano como doméstico, que permite convertirlo en un oasis donde la presencia del agua, la luz, la sombra y la brisa dan lugar a una atmósfera ideal para el hábitat. La vegetación se convierte en un elemento imprescindible para la configuración y el entendimiento de la espacialidad hispano-musulmana, a pesar de que hoy se vea transformada desde unos criterios más o menos afines a ella.
0
164 3
Continuidades históricas urbanas
Alcazaba Cadima, anterior al s. XI Ciudad zirí, ss. XI - XIII Ciudad nazarí, ss. XIII - XV
0
200
50
100
200
Desde la pequeña fundación romana hasta la urbe actual, Granada ha sufrido una gran cantidad de transformaciones que la han llevado a adquirir su forma urbana actual. El entendimiento de las sucesiones históricas y de los crecimientos de la ciudad es imprescindible en su consideración paisajística, ya que sirve para comprender la evolución cultural y arquitectónica de Granada. Estos crecimientos manifiestan el carácter aditivo del Albayzín como ciudad, naciendo del núcleo de la Alcazaba Cadima –en las proximidades del Mirador de San Nicolás y el Palacio de Dar-al-Horra– hacia las partes más llanas de la colina y también el traslado del foco del poder a la Alhambra.
0
166 3
Las actividades sociales dentro de la forma urbana Elementos defensivos Arquitecturas del agua Arquitectura doméstica Arquitectura palaciega Espacios religiosos Actividad comercial Contenedores culturales
0
200
50
100
200
Igualmente es importante comprender las actividades y procesos que tenían lugar en el paisaje en época musulmana, que hoy nos vienen transmitidos a través del legado arquitectónico presente en la Alhambra y el Albayzín. Lógicamente, la mayor parte de la superficie construida se dedica al hábitat doméstico, compuesto en su mayoría por un caserío abigarrado de casas-patio y cármenes. También destaca una gran presencia de arquitectura palaciega, tanto de origen musulmán como cristiano. La arquitectura religiosa –la mayoría de las mezquitas fueron convertidas en iglesias–, las arquitecturas del agua y los elementos defensivos completan el abanico de escenarios donde tenían lugar las actividades cotidianas propias de la ciudad.
168 3
El Paisaje Alhambra-Albayzín: una realidad hojaldre Una vez estudiados, representados y entendidos todos los valores que participan del Paisaje Alhambra-Albayzín, se puede concluir su identidad como realidad poliédrica que solo es totalmente comprensible desde una perspectiva transdisciplinar. El objetivo de las presentes cartografías era registrar todos los elementos asociados a los valores que son los pilares vertebradores de su condición paisajística. Fruto de esta identidad facetada del paisaje, cada cartografía se convierte en una capa que, cuando se superpone con las demás configuran el hojaldre cultural que es el Paisaje Alhambra-Albayzín. Solo desde esta condición colaborativa y transversal entre las cartografías es posible comprender que trabajan todas juntas y que se convierten en un punto de partida para cualquier medida que se lleve a cabo sobre la Alhambra y el Albayzín.
170 3
Catálogo de cotas: miradas cruzadas
Cota Bajo Albayzín Cota Medio Albayzín Cota Alto Albayzín Cota Alhambra
Frente a la importancia del hecho topográfico, las formas para reconocerlo, cartografiarlo y ponerlo en valor son complicadas. La huella más evidente sobre la topografía es la morfología urbana de la ciudad, que está planificada desde unas estrategias lógicas que marcan las calles a través de las líneas de cota y las máximas pendientes. La asunción de esta estrategia como argumento paisajístico permite la confección de un catálogo de cotas donde queden registradas las miradas cruzadas entre la Alhambra y el Albayzín, que se convierten en el reflejo de la trascendencia del hecho topográfico. Así, se establecen cuatro cotas referenciales que miran a la colina opuesta de manera muy diferente entre sí, generando los ricos matices que residen en los itinerarios de ascensión.
Cota Bajo Albayzín 172 3
Cota Medio Albayzín
173 3
Cota Alto AlbayzĂn 174 3
Cota Alhambra
175 3
0
176 3
La red de miradores y su entidad cultural
1. Mirador de San Miguel Alto 2. Mirador de San Cristóbal 3. Mirador del Zenete 4. Mirador de San Nicolás 5. Mirador de los Carvajales 6. Alhambra
0
200
50
100
200
Asociado al hecho topográfico va implícita la forma en la que se observa y los puntos desde los que se hace. La riqueza escenográfica del paisaje que forman la Alhambra y el Albayzín depende tanto de la forma en la que se presentan sus arquitecturas como la interacción que realizan con los elementos naturales. De esta forma, los miradores que se han ido posicionando en el Albayzín a lo largo de los siglos han contribuido a la construcción de la relación visual que se establece entre la ciudad y el monumento, y forman parte de un modo de habitar muy singular e identitario de Granada. Por este motivo, es vital entenderlos como piezas patrimoniales porque intervienen no solo como puntos de entendimiento del paisaje y su visión, sino como espacios de relación con un profundo significado cultural y doméstico.
0
180 3
La distribución del agua como proceso social Curso de la acequia Trazado urbano coincidente con acequia Aljibe
Partidor Distribución Voronoi abastecidas por un aljibe)
0
200
50
100
(superficies
200
El abastecimiento de agua en las dos colinas fue solucionado desde una estrategia común y dio lugar a un sabio conjunto de elementos que condicionaron el habitar en Granada. El esquema acequia-aljibe permitió que estos últimos que se convirtieran en puntos estratégicos en la sociedad de la Granada islámica. En torno a ellos se concentraría gran parte de la vida pública, principalmente de mujeres y niños que recogían agua para el consumo y la higiene. Esta cartografía, más allá de hablar de los trazados acuáticos, aporta una componente sociológica mediante un gráfico de distribución de la población abastecida por los aljibes. Además, las fichas terminan de complementar la información que pone en común los trazados de agua y los aljibes, como piezas patrimoniales, con el abastecimiento, como reflejo de los modos de habitar.
Aljibe de Aljibe Bibalbonud de Bibalbonud
Aljibe Colorado Aljibe Colorado
Placeta del Abad Placeta del Abad
Aljibe de la Cruz de Piedra
Calle LargaCalle de San Larga Cristóbal de San Cristóbal
Placeta de la Cruz de Piedra
Secció Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección transversal Sección transversal
Planta
5m
0 0.5
Época
XII
XII
XI
XI
XI
500
2000
2500
3000
1500
4000
Población
500
2000
2000
1500
3
3
4
4
4
5
5
5
>6
1
Superficie abastecimiento: 5,30 ha
Superficie a
2
Población abastecida: 2835 personas
>6
Superficie
>100.000
2
3
80.000
2
40.000
1
Volumen
XI
1
Superficie
Volumen ag
XII
20.000
2500
Volumen agua: 28.600 litros
60.000
1500 4000
XV
10.000
80.000
>100.000
Superficie
40.000
Población abastecida: Población 803 abastecida: personas 803 personas
>6
Superficie
60.000
>6
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 1,50 ha 1,50 ha
10.000 80.000
5
20.000 >100.000
4
5
60.000
3
4
40.000
2
3
20.000
2
10.000
1
>100.000
1
2500
XII
XI
500 3000
XII
3000
XIII
Población
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen agua: Volumen 58.700 agua: litros 58.700 litros
Época: Zir
XVI
XIII
Volumen
500 3000
Época
Época: Nazarí (s. XIV)
XVI
XIV
80.000
2000
0 0.5
XV
40.000
2500
5m
XIV
60.000
1500 4000
Época
XVI
3
XV
20.000 >100.000
3000
Época
Plant
Sección transversal 1.5
XIV
40.000
Población
0 0.5
XV
10.000 80.000
4000
Planta
5m
Época: Época: Nazarí (s. XIV) Nazarí (s. XIV)
XVI
20.000
Población
5m 3
XIV
60.000
Población abastecida: Población 653 abastecida: personas 653 personas
Sección transversal Sección transversal 1.5
XV
10.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 1,22 ha 1,22 ha
0 0.5 3
XIV
Volumen
Volumen agua: Volumen 38.200 agua: litros 38.200 litros
Época
XVI
Planta 1.5
4000
Época: Nazarí Época: (s. XIII Nazarí - XV) (s. XIII - XV)
500
5m 3
2000
1.5
2500
0 0.5 3
Población
Planta 1.5
1500
Planta 0 0.5
Población a
>6
Superficie
182 3
Aljibe de la Cruz Verde
Aljibe de Aljibe la Cuesta de la de Cuesta las Tomasas de las Tomasas
Placeta de la Cruz Verde
Aljibe de Aljibe Pasode Paso
Placeta del Comino Placeta del Comino
Calle de SanCalle Gregorio de San Alto Gregorio Alto
Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección transversal
Planta
5m
0 0.5
Época XV
5m
Época
Época: Nazarí (s. XIII Nazarí - XV) (s. XIII - XV) Época:
XVI
Época
XVI
XVI
500
1500
2000
2500
500 3000
1500 4000
Población
2000
2500
3000
4000
500
1500
2000
2000
1500 4000
4
5
5
5
5
5
>6
>6
>6
>6
>6
Superficie
Población abastecida: Población1095 abastecida: personas 1095 personas
Superficie
Superficie
Población abastecida: Población2405 abastecida: personas 2405 personas
Superficie
3 4
Superficie
80.000
3
4
40.000
3
4
>100.000
2
2
3
4
20.000
1
2
2
3
60.000
40.000
10.000 80.000
1
>100.000
20.000
60.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 4,50 ha 4,50 ha
10.000
80.000
40.000
>100.000
20.000
60.000
80.000
40.000
10.000
1
>100.000
20.000
60.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,05 ha 2,05 ha
10.000
2
1
Volumen agua: Volumen 20.500agua: litros 20.500 litros
Población
XI
1
500
XI
2500
XI
3000
XII
XI
Volumen agua: Volumen 22.000agua: litros 22.000 litros
2500
XIII
XII
3000
XIII
XII
Volumen
XIII
XII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XV XIV
80.000
2000
5m 3
XV
>100.000
2500
Sección transversal Sección transversal 1.5
XIV
40.000
1500
Época
XVI
0 0.5 3
XV
20.000
3000
Época
Planta 1.5
XIV
XI 4000
0 0.5
XV
XII
Población
5m
XIV
60.000
Población abastecida: 1285 personas
5m 3
- Nazarí Zirí (s.-XII Nazarí - XV) (s. XII - XV) Época: Zirí Época:
XVI
10.000
Superficie abastecimiento: 2,40 ha
Planta
1.5
XIV
Volumen
Volumen agua: 45.000 litros
Planta 0 0.5 3
Población
Época: Zirí - Nazarí (s. XII - XIV)
1.5
4000
3
500
1.5
Población
Planta 0 0.5
Aljibe del Aljibe Gato del Gato
Aljibe de Aljibe Oidores de Oidores
Calle AljibeCalle del Gato Aljibe del Gato
Aljibe del Peso de la Harina
Calle Oidores Calle Oidores
Cuesta del Chapiz
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección transversal Sección transversal
Planta
5m
0 0.5
Época
XI
500
2000
2500
3000
1500
4000
Población
500
2000
2000
1500
4
5
5
Superficie abastecimiento: 7,50 ha
S
2
Población abastecida: 4010 personas
>6
Superficie
>100.000
3
4
5
80.000
3
4
40.000
2
3
20.000
2
>6
1
Volumen
XI
1
Superficie
V
XII
60.000
1500 4000
Volumen agua: 32.300 litros
10.000
80.000
60.000
Población abastecida: Población 830 abastecida: personas 830 personas
>6
XV
1
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 1,55 ha 1,55 ha
Superficie
>100.000
>6
Superficie
40.000
5
20.000 >100.000
4
5
40.000
3
4
20.000
2
3
60.000
2
10.000 80.000
1
10.000
1
2500
XII
XI 500 3000
XII
XI
2500
XII
XI
3000
XII
Población
XIII
>100.000
500 3000
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen agua: Volumen 41.250 agua: litros 41.250 litros
É
XVI
XIV
80.000
2000
Época
Época: Nazarí (s. XIV)
XVI XV
60.000
2500
5m
XIV
40.000
3000
Época
XVI
3
XV
40.000
1500 4000
Época
Sección transversal 1.5
XIV
20.000 >100.000
Población
0 0.5
XV
20.000
4000
Planta
5m
Época: ZiríÉpoca: - Nazarí Zirí(s.- XII Nazarí - XV) (s. XII - XV)
XVI
60.000
Población
Sección transversal Sección transversal 5m 3
XIV
10.000 80.000
Población abastecida: Población 1310 abastecida: personas 1310 personas
1.5
XV
10.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,45 ha 2,45 ha
0 0.5 3
XIV
Volumen
Volumen agua: Volumen 39.850 agua: litros 39.850 litros
Época
XVI
Planta 1.5
4000
Época: Nazarí Época: (s. XIII Nazarí - XV) (s. XIII - XV)
500
5m 3
2000
1.5
2500
0 0.5 3
Población
Planta 1.5
1500
Planta 0 0.5
Sección longitudinal Sección longitudinal
P
>6
Superficie
183 3
Aljibe del Aljibe Salvador del Salvador
Aljibe de Polo
Aljibe de Aljibe San de Bartolomé San Bartolomé
Plaza del Salvador Plaza del Salvador
Placeta del Aljibe de Polo
Placeta de San Placeta Bartolomé de San Bartolomé
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal
Planta
Planta
Sección transversal Sección transversal
Planta
Sección transversal 0 0.5
5m
Época
500
1500
2000
2500
500 3000
1500 4000
Población 2000
2500
3000
500
1500
2000
2500
2000
4
5
5
5
5
5
>6
>6
>6
>6
>6
Superficie
Población abastecida: Población abastecida: 1190 personas 1190 personas
Superficie
Superficie
Población abastecida: Población abastecida: 1580 personas 1580 personas
Superficie
3 4
Superficie
80.000
3
4
40.000
3
4
60.000
2
2
3
4
>100.000
1
2
2
3
2
20.000 >100.000
40.000
1
10.000 80.000
20.000
60.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,95 ha 2,95 ha
10.000
80.000
40.000
60.000
>100.000
40.000
10.000 80.000
1
20.000 >100.000
20.000
60.000
10.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,23 ha 2,23 ha
1
4000
XI
1
Volumen agua: Volumen 45.900 agua: litros 45.900 litros
Población
XI
500 3000
XI
2500
XII
XI
Volumen agua: Volumen 23.600 agua: litros 23.600 litros
3000
XIII
XII
1500 4000
XIII
XII
Volumen
XIII
XII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XV XIV
80.000
1500
XVI
XV XIV
Volumen
2000
Época
XVI
XV
40.000
2500
Época
Época: Época: Nazarí (s. Nazarí XIV) (s. XIV)
XVI
XIV
>100.000
3000
5m
XV
XI 4000
Época
XVI
Sección transversal Sección transversal 5m3
XIV
XII
Población
Época
Planta 1.5 0 0.5 3 1.5
XV
20.000
Población abastecida: 1040 personas
0 0.5
Época: Nazarí Época: (s. Nazarí XIII - XV) (s. XIII - XV)
XVI
60.000
Superficie abastecimiento: 1,95 ha
5m
XIV
10.000
80.000
40.000
60.000
>100.000
Volumen
Volumen agua: 59.950 litros
5m3
Población
Época: Nazarí (s. XIII)
1.5 0 0.5 3 1.5
4000
3
500
1.5
Población
Planta 0 0.5
Aljibe de Aljibe San de Ildefonso San Ildefonso
Aljibe de San Miguel Bajo
Aljibe de Aljibe San de LuisSan Luis Calle San Luis Calle San Luis
Calle Baja de Calle SanBaja Ildefonso de San Ildefonso
Plaza de San Miguel Bajo
Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal
5m
0 0.5
Época
500
2000
2500
3000
1500
4000
Población
500
2000
2000
1500
4
5
5
5
Superficie abastecimiento: 3,75 ha
>100.000
3
4
Superficie a
2
Población abastecida: 2005 personas
>6
80.000
3
4
Superficie
40.000
2
3
>6
20.000
1
1
2
Volumen
XI
1
Superficie
Volumen ag
XII
60.000
1500 4000
Volumen agua: 88.500 litros
10.000
80.000
>100.000
Población abastecida: Población 1255 abastecida: personas 1255 personas
>6
Superficie
40.000
>6
Superficie
60.000
5
20.000 >100.000
5
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,35 ha 2,35 ha
40.000
4
20.000
3
4
60.000
2
3
10.000 80.000
1
2
10.000
1
2500
XI
500 3000
XII
XI
2500
XII
XI
3000
XII
XI
Población
XII
4000
XIII
>100.000
500 3000
XIII
80.000
2000
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XV XIV
Volumen agua: Volumen 6.000agua: litros6.000 litros
Época: Na
XVI
XV
40.000
2500
Época
Época: Nazarí (s. XIII)
XVI
0
5m
XIV
60.000
1500 4000
Época
XVI
3
XV
20.000 >100.000
3000
Época
Sección transversal 1.5
XIV
40.000
Población
0 0.5
XV
10.000 80.000
4000
Pl Planta
5m
Época: Época: Nazarí (s. XIV-XV) Nazarí (s. XIV-XV)
XVI
20.000
Población
5m 3
XIV
60.000
Población abastecida: Población 3555 abastecida: personas 3555 personas
1.5
XV
10.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 6,65 ha 6,65 ha
0 0.5 3
XIV
Volumen
Volumen agua: Volumen 45.000 agua: litros 45.000 litros
Época
XVI
1.5
Población
Época: Nazarí Época: (s. XIV Nazarí - XV) (s. XIV - XV)
500
5m 3
Sección transversal Sección transversal Planta
Planta
Sección transversal Sección transversal 1.5
2000
0 0.5 3
2500
Planta 1.5
1500
Planta 0 0.5
Población a
>6
Superficie
184 3
Aljibe de Santa Isabel
Aljibe de Aljibe Trillode Trillo
Calle San Luis
Aljibe de Aljibe la Vieja de la Vieja
Calle AljibeCalle de Trillo Aljibe de Trillo
Placeta del Aljibe Placetadedella Aljibe Vieja de la Vieja
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal
Planta
5m
0 0.5
Época
5m 3
5m
Época
Época: Nazarí (s. XIV) Nazarí (s. XIV) Época:
XVI
Época
XVI
XVI
500
1500
2000
2500
500 3000
1500 4000
Población 2000
2500
3000
500
1500
2000
2000
4
5
5
5
5
5
>6
>6
>6
>6
>6
Superficie
Población abastecida: Población 1096 abastecida: personas 1096 personas
Superficie
Superficie
Población abastecida: Población 880 abastecida: personas 880 personas
Superficie
3 4
Superficie
80.000
3
4
40.000
3
4
60.000
2
2
3
4
>100.000
40.000
1
2
2
3
20.000 >100.000
20.000
60.000
1
10.000 80.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 1,65 ha 1,65 ha
10.000
80.000
40.000
60.000
>100.000
40.000
20.000 >100.000
20.000
60.000 1
10.000 80.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,05 ha 2,05 ha
10.000
2
1
4000
XI
1
Volumen agua: Volumen 46.700 agua: litros 46.700 litros
Población
XI
2500
XI
500 3000
XII
XI
Volumen agua: Volumen 43.200 agua: litros 43.200 litros
2500
XIII
XII
3000
XIII
XII
Volumen
XIII
XII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XV XIV
80.000
2000
1.5
XV
40.000
2500
Época
XVI
0 0.5 3
XIV
>100.000
1500
Época
1.5
XV
20.000
3000
0 0.5
XIV
XI 4000
5m
XV
XII
Población
5m 3
XIV
60.000
Población abastecida: 3130 personas
XV
10.000
Superficie abastecimiento: 5,85 ha
1.5
Época: Nazarí Época: (s. XIV) Nazarí (s. XIV)
XVI
Sección transversal Sección transversal
XIV
Volumen
Volumen agua: 45.000 litros
0 0.5 3
1500 4000
Época: Nazarí (s. XIII)
1.5
Planta
Sección transversal Sección transversal
Población
3
Planta
4000
1.5
500
0 0.5
Planta
Sección transversal
Población
Planta
Aljibe de San Cristóbal
Aljibe de Aljibe San Nicolás de San Nicolás
Placeta de San Cristóbal
Aljibe de Aljibe las Tomasas de las Tomasas
Plaza de SanPlaza Nicolás de San Nicolás
Callejón de las Callejón Tomasas de las Tomasas
Sección longitudinal Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección longitudinal Sección longitudinal
Sección transversal
Planta
5m
Planta
Sección transversal Sección transversal
Planta
Planta 0 0.5
Época
500
2000
2500
1500
2000
500
1500 4000
2000
1500
500 3000
2000
2500
2000
500
3
4
4
5
5
5
5
5
>6
>6
>6
>6
Población abastecida: Población 1095 abastecida: personas 1095 personas
>6
Superficie
Superficie
Población abastecida: Población 485 abastecida: personas 485 personas
Superficie
Superficie
80.000
3
4
40.000
2
2
3
4
60.000
1
2
2
3
>100.000
40.000
10.000 80.000
1
20.000 >100.000
20.000
60.000
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 0,90 ha 0,90 ha
10.000
Volumen
80.000
>100.000
60.000
40.000
40.000
10.000 80.000 1
20.000 >100.000
20.000
60.000
10.000
80.000
Volumen
Superficie abastecimiento: Superficie abastecimiento: 2,05 ha 2,05 ha
2
1
500 3000
XI
1
2500
XII
XI
Volumen agua: Volumen 178.500 agua: litros 178.500 litros
3000
XII
XI
Población
XII
XI
4000
XII
Volumen agua: Volumen 105.000 agua: litros 105.000 litros
2500
XIII
3000
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XIII
Volumen
XV
XIII
40.000
2500
XVI
XIV
>100.000
1500
Época
XVI XV
20.000
3000
Época
Época: ZiríÉpoca: (s. XI)Zirí (s. XI)
XVI
XIV
60.000
4000
5m
XV
10.000
3 4
Superficie
185 3
Aljibe de la Mezquita Mayor
Aljibe del Rey
Calle Oficios (Capilla Real)
Placeta del Cristo de las Azucenas
Época: Zirí (s. XI)
Época: Zirí (s. XI)
Volumen agua: 175.000 litros
Volumen agua: 365.000 litros
Superficie abastecimiento: 6,30 ha
Superficie abastecimiento: 3,35 ha
Población abastecida: 3370 personas
Población abastecida: 1795 personas
Sección longitudinal
Sección longitudinal
Época
Época
XVI
XVI XV
XIV
XIII
XIII
XII
XII
500
1500
2000
2500
3000
4000
500
2000
2500
1500
3000
4000
80.000
Volumen
40.000
>100.000
Superficie
20.000
>6
2 3
4 5
1
60.000
Sección transversal
Planta
3
XI 10.000
80.000
40.000
>100.000
20.000
2
60.000
1
Volumen
XI
Población
XV XIV
10.000
Población
80.000
Volumen
40.000
60.000
>100.000
Población
5m 3
XIV
XI
Población abastecida: 2915 personas
1.5
XV
XII
Superficie abastecimiento: 5,45 ha
Época
XVI
0 0.5 3
XIV
1500 4000
XV
Volumen agua: 25.100 litros
Época
Época: - Barroca Nazarí(s.XV-XVIII) - Barroca (s.XV-XVIII) Época: Nazarí
XVI
Sección transversal Sección transversal 1.5
XIV
Población
Época: Nazarí (s. XIII)
4000
3
Población
1.5
Población
Planta 0 0.5
4
0 0.5
1.5
3
5m
Planta
Sección transversal
5 >6
Superficie
0 0.5
1.5
3
5m
186 3
La vegetación en la Alhambra: una imagen armoniosa La armonía que se genera entre la topografía y la vegetación de la colina de la Sabika da lugar a que la Alhambra se alce con una majestuosidad imponente. Como es sabido, la vegetación que rodea a la ciudad palatina tiene su origen después de la presencia islámica en Granada, que previamente veía la colina despojada de cualquier indicio de naturaleza dado el carácter defensivo de su posición. Sin embargo, la llegada de tiempos más pacíficos dio lugar a una imagen orgánica que casa perfectamente con las estrategias vegetales hispano-musulmanas, y que genera una imagen unificada. Este equilibrio entre la arquitectura anterior y la vegetación posterior permite que no se observen discontinuidades ni elementos violentos en la imagen calmada de la Alhambra desde el Albayzín.
188 3
La vegetación en el Albayzín: una imagen unificada En la observación panorámica del Albayzín, ya sea desde la Alhambra o desde el interior de la ciudad, se advierte una unidad relajada que viene provocada por la conjunción perfecta entre la arquitectura doméstica blanca que se arremolina entre sí y la vegetación que rellena los vacíos del barrio. En esta imagen se observa además como el Albayzín es una estructura urbana mucho más permeable de lo que puede parecer a simple vista, un paisaje fabricado con tapias que esconden paraísos vegetales interiores y privados. La consideración de la riqueza vegetal asociada a los espacios domésticos y urbanos como un agente constructor del paisaje queda registrada cuando se percibe ofrece la imagen urbana unificada, coherente y consecuente con los dos hechos que se enfrentan en las colinas.
0
190 3
Registro de estructuras básicas de organización doméstica
0
200
50
100
200
A esta permeabilidad urbana contribuye ampliamente la estructura básica de organización de la espacialidad doméstica islámica: el patio. El patio es el corazón de la casa ya que se define como el espacio al que vuelcan las estancias, el que acumula la riqueza ornamental de la casa y en el catalizador de las actividades domésticas que tienen relación con el exterior, la vegetación y el agua. Frente a una imagen densificada y compacta, el patio se convierte en el espacio que da continuidad a la trama urbana y que ofrece la secuenciación necesaria entre los espacios exteriores e interiores de la domesticidad. Además, se muestra que la superficie de patios da lugar a una liberación del suelo necesaria para que aflore la vegetación como elemento climático.
0
192 3
La función vegetal asociada a sus arquitecturas Bosques Cármenes Huertas Jardines Paseos Arbolado urbano
0
200
50
100
200
Es innegable la capacidad de la vegetación para dar lugar a un espacio urbano y doméstico acondicionado a unos modos de habitar sensibles con los valores paisajísticos y climáticos. La relación de la vegetación de este paisaje va siempre ligada a una actividad o pieza arquitectónica. Esta cartografía distingue los espacios vegetales según la actividad o pieza arquitectónica a la que sirve. Lógicamente, no toda pertenece al mismo estrato histórico y menos aún es de origen hispano-musulmán; no obstante, permite extraer conclusiones referentes a los usos vinculados a la vegetación como la aglomeración en torno al recinto zirí fruto de las despoblaciones de los espacios colmatados, o la nueva plantación forestal en antiguos terrenos vacíos para la defensa.
0
194 3
Los espacios de producción agrícola y su condición paisajística
0
2000
250 500
1000
2000
Uno de los principales procesos de transformación de la topografía reside en lo agrícola. El reconocimiento de la relación que existe entre la arquitectura y la agricultura es necesario para asumir el papel que juegan en la configuración paisajística. Además de la Vega, aún existen espacios agrícolas directamente vinculados con la ciudad histórica. En relación con el río Darro, las huertas de ribera se encuentran en las cotas bajas, regadas por inundación. En las cotas altas de la colina de la Sabika, se encuentran las plantaciones propias de la Alhambra: las Huertas del Generalife y el Olivar de la Dehesa. Por último, los cultivos de la Hacienda Jesús del Valle son piezas patrimoniales en relación con las arquitecturas que históricamente han protegido el abastecimiento de la ciudad.
0
196 3
Forma urbis granatensis
Permanencias históricas Discontinuidades históricas
0
200
50
100
200
La riqueza de la historia y del pasado de Granada permite que se puedan evidenciar una gran cantidad de estratos urbanos, dentro de los cuales han permanecido algunos elementos, mientras que otros tantos han desaparecido. El interés que suscita esta superposición da lugar a una cartografía que pretende poner sobre la mesa todas esas permanencias y pérdidas para que se genere un mapa donde se perciban a la vez las consecuencias y las causas de las continuidades urbanas. Desde un criterio entre lo arquitectónico y lo arqueológico traído desde la cartografía romana, este mapa quiere ser un reflejo de la riqueza histórica presente en las formas urbanas granadinas, que hoy son vestigios de argumentos y estrategias que se consideran constructoras del paisaje que forman la Alhambra y el Albayzín.
0
0
10 50
20
50
10
20
10
20
0
10 50
20
50
0
10 50
20
50
0
200 3
Lo pictórico como consideración paisajística patrimonial
0
300
50
100
150
300
Entre finales del siglo XVIII y principio del siglo XIX, Granada se consolidó como destino turístico ideal para el estudio patrimonial. Autores pictóricos como Roberts, Laborde o Lewis empezaron a construir un marco ilustrativo que hoy sirve para construir una faceta más del paisaje. Estas obras son fundamentales para entender tanto la ciudad como el monumento y aportan datos sobre su estado de conservación, de la morfología urbana, de las arquitecturas pasadas, de la demografía social o de las actividades económicas. La representación romántica no cumple un papel como patrimonio documental, sino que es uno de los primeros vestigios conscientes de la consideración conjunta del paisaje y manifiesta la vocación de los románticos de entender la Alhambra y el Albayzín como una sola entidad.
202 3
Las relaciones programáticas en los procesos dinámicos urbanos
Arquitecturas del agua Arquitectura doméstica Arquitectura palaciega Espacios religiosos Actividad comercial Contenedores culturales Relaciones transversales
Para tener un conocimiento total del paisaje que forman conjuntamente la Alhambra y el Albayzín es necesario contar también con las relaciones transversales e interdisciplinares que se producen entre los elementos que lo forman. Durante siglos, el territorio ha ido albergando cada vez más agentes que han ido contribuyendo a su construcción cultural, haciendo del paisaje un marco sociológico, etnológico, económico y filosófico para las actividades que en él ocurren. Por este motivo, es necesario trazar diferentes hilos argumentales y temáticas que pongan en carga y relacionen estos agentes entre sí, para poder desentrañar toda la complejidad encerrada dentro de las piezas patrimoniales de la ciudad palatina y el barrio, que se convierten también en el escenario cultural para otros diálogos y relaciones.
204 3
El Paisaje Alhambra-Albayzín: una realidad complejizada La complejidad de la dualidad Alhambra-Albayzín hace que se presente como una entidad donde se mezclan muchos factores y cuya comprensión puede volverse complicada si se hace desde una perspectiva simplista. Las presentes cartografías abordan esta complejidad desde la figura del paisaje como la única herramienta con la suficiente identidad para, desde el patrimonio, poder comprender la esencialidad de esta entidad dual. Si se pudiera representar en cierto modo este paisaje de una sola vez, daría lugar a un compendio de elementos patrimoniales y de relaciones existentes entre ellos que dan lugar a los diálogos ulteriores presentes entre las dos realidades enfrentadas y complementarias de la Alhambra y el Albayzín. Un mare magnum casi incomprensible de elementos, actividades y procesos en el que sumergirse como fenómeno cultural.
4. Bibliografía
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