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Sábado 06 de Abril de 2013. Año IV. Suplemento sabatino de arte, literatura y sociedad
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No creo en una historia que tenga pieso y cabeza. Narcovas corridos: arte o cantos proféticos. Narco corridos: arte ca a bajar Heiner Müller
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Del Corrido Revolucionario al “Movimiento alterado”
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Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana, traían las llantas del carro repletas de hierba mala, eran Emilio Varela, y Camelia, la Tejana Aquí el héroe se disfrazó de villano, dejó la capa y tomó la escopeta, abandonó el corcel y lo convirtió en una Hummer con vidrios
polarizados, su pies ya no dejan el rastro de la victoria ni la marca de la gratitud, ahora los casquillos de la Ak-47 se esparcen por el suelo, el hilo de sangre es cubierto con cal, el silencio se compra o se rompe con la muerte. Apego a la desgracia, síndrome de Estocolmo, beatificación del tirano, ejemplo de conquista, homicidios convertidos en proezas, ¿Qué es lo que da vida a los narco corridos? Si bien los ejemplos son vastos teniendo como referente la época de la revolución, y la problemática del narcotráfico en nuestro país, las explicaciones a tal fenómeno toman diferentes vertientes. Soy el jefe de jefes señores me respetan a todos niveles y mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles porque a mí el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde
Octavio Paz en su ensayo El laberinto de la soledad nos dice: El mexicano es un ser que cuando se expresa se oculta; sus palabras y gestos son casi siempre máscaras. Vayamos entonces más allá de la máscara, del rostro que se esconde entre palabras y blasfemias. Nostálgicos por nacimiento, eufóricos por decisión, los mexicanos creamos el mito, la leyenda. Una verdad tiene mil versiones, mil ojos que la observan de diferentes puntos: un muerto se vuelve una matanza encarnizada, una balacera se convierte en el murmullo de la noche. ¿A quién creerle? Los mitos se pregonan, dictan testimonio y crean realidades bañadas de ficción. El pueblo entonces es el conducto, por ahí se propaga la fama del héroe, del nuevo símbolo con lentes oscuros y botas vaqueras. ¿Somos acaso el sincretismo resultante del miedo y el respeto, de la año-
ranza y el terror? Dicen que venían del sur en un carro colorado traían cien kilos de coca iban con rumbo a Chicago así lo dijo el soplón que los había denunciado
Por ahí en algún rincón olvidado de Dios, frente a un terreno baldío o en el anonimato de una banqueta, bajo un cielo gris, y entre música de los Tigres del Norte, un chico se inventa otro mundo. Los bomberos y astronautas son cosas del pasado, apenas la estela de un recuerdo. Lo de ahora es ser lo que muchos quieren: “Un chingon”. ¿Y por qué un chingon? ¿Qué encierra esa palabra? La respuesta es fácil: “el éxito”, la certeza de que “la hiciste”, de que ahora tú, ser anónimo y sin rostro, eres el gallo de oro. De la sombra a la luz, y de ahí al abismo: el futuro que aguarda en alguna zanja, en
el fondo de un río o en los puentes de Tijuana. Los músicos siguen tocando, va la tercera ronda de tequilas. Toquen “Contrabando y traición” exclama una voz entre las mesas. Suena la guitarra, los héroes modernos se hacen presentes.
DG. Á. Gabriel P. Ruiz
E
ntonces la vida se volvió un albur, un juego de cartas, una moneda al aire que va girando al compás de la tarola. Ahí están todos, el ritual comienza, tiempo y designio, anécdota convertida en leyenda. Suena el acordeón, la voz es testimonio, anuncio de tragedia, perpetuidad de la hazaña, profecía de cantina. Chocan las copas, tequila y agua ardiente fungen como catalizadores de un sueño, de una utopía dictada por balas y persecuciones en carretera.