Emergencias-Resurgencias

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Primera edición: 2017 © Jorge Esquinca © Mario Heredia © Francisco Magaña © Calygramma & Cía. Próspero C.Vega, 54 A Centro Histórico, 76000 Santiago de Querétaro, México ISBN:

J orge Esquinca Mario Heredia Francisco Magaña


Emergencias-Resurgencias “Recibía, con los ojos cerrados, la prueba de que la imagen es algo inmediato que el lenguaje no puede traducir sino de muy lejos, y que ella tiene en el espíritu un sitio verdaderamente aparte, materia prima para el pensamiento”. Bajo estas líneas del poeta y pintor Henri Michaux nos amparamos los tres amigos reunidos –gracias a la valiente gentileza de Mónica Cárdenas– en esta exposición. Si bien es cierto que la mayor parte de nuestros empeños, a lo largo de los años, ha estado estrechamente vinculada a la escritura y que cada uno ha publicado una sustanciosa cantidad de libros, siempre nos hemos sentido deseosos de participar en el mundo a través de otros lenguajes. La pintura, el collage, la fotografía, se nos impusieron paulatinamente y nos convirtieron en audaces cómplices. “Delitos flagrantes”, les llamaba el fotógrafo Henri Cartier-Bresson a sus primeras obras. No otra cosa son las que aquí nos atrevemos a compartir. Son también una apuesta, otro lance de dados o, mejor aún, nuestro apretón de manos que, en palabras de Paul Celan, ha de convertirse un poema. J.E. / M.H. / F.M.


(Des)apariciones Jorge Esquinca Es frecuente en la literatura la metáfora que reúne la noche, el agua, el sueño. Las fotografías que componen la breve muestra que presento fueron tomadas a lo largo de los últimos cinco años, utilizando como única herramienta una pequeña Canon digital. Trabajé con luz escasa y moviéndome en torno a la modelo para crear ese efecto semejante, en ocasiones, a una pincelada. El agua y la noche se confunden, la mujer es una fuerza y una fábula.


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La Valse Mario Heredia Traté de interpretar un vals sin instrumento musical, sin voz, sin sonido, para ser exacto. Utilicé viejas partituras, postales, retratos de familia, estampillas, hilo y tinta. Dejé que mi sentido del equilibrio y mi habilidad para armar rompecabezas hicieran su trabajo. Fue la repetición, sólo eso, y dejar libres a la obra de Ravel, el olor de la tinta y el sabor del viejo pegamento. Quise crear la visión de un movimiento perpetuo y decadente. Fallé, pero quedé satisfecho.

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Paisajes Francisco Magaña Los árboles del sedentario tienen ojos. Recuerdos tienen, fragmentos de noche, pedacería de los años. Visiones que son música que suena antes del oído en una calle por la que nadie pasa. Comunión de sueños y anhelos: voluntad de la luz. Los paisajes van y vienen de afuera hacia lo profundo de mi sentir. Que los vean, me hace poner un pie fuera de casa, cobijarme otra vez bajo la sombra de los árboles que vislumbraron el hallazgo.

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