ARQUITECTURA Y SALUD
Imagen extraída del libro Cobijo. H. Blume
Hace 2.300 años, Aristóteles dijo que, más que nada, hombres y mujeres buscan la felicidad. Pero no es “buscando” inconscientemente la felicidad, la manera de encontrarla, sino sabiendo interpretar las bondades de lo que nos rodea y no sabemos percibir positivamente. Lo que nos rodea es el espacio, y quienes lo diseñan, seguro que tienen en cuenta nuestra salud y felicidad.
La arquitectura y la salud. Saber si la arquitectura, en erróneas ubicaciones y con materiales artificiales pueden hacer que con el paso del tiempo desarrollemos enfermedades. Un campo de investigación sobre los espacios que creamos en el mundo actual y su relación con posibles enfermedades. Saber si los espacios actuales nos ayudan a mantenernos sanos.
Saber si la arquitectura y un uso desconocido de ella, de sus materiales y de la tecnología que la envuelve puede hacer que nuestro sistema inmunitario con el paso del tiempo se vaya debilitando. Investigar sobre si esta cuarta capa que construimos, que nos protege y nos da cobijo, donde buscamos refugio y comodidad, y donde pasamos la mayor parte del tiempo, es una arquitectura sana o si por el contrarios estamos creando arquitectura contaminada. Saber cómo y en qué medida influyen los campos magnéticos en nosotros, el ser humano reacciona fisiológicamente a los puntos cardinales, ya que él mismo produce un campo electromagnético que se corresponde con los campos terrestres y cósmicos. Saber cómo y en qué medida nos afecta la proporción aurea o la falta de ella.
Las enfermedades no nos caen del cielo, sino que se originan a partir de pequeños pecados cotidianos contra la naturaleza. Cuando éstos se acumulan, irrumpen aparentemente se golpe en la superfície.
Hipócrates, 46a-377 a.C.
Vitrubio dedicó hace unos 2000 años uno de los capítulos de sus "Diez libros sobre arquitectura" a la "elección de lugares sanos". La elección del emplazamiento se basaba principalmente en un método que todavía está de actualidad y que aún hoy se aplica a la investigación famacéutica: la experimentación analógica y observación de los efectos sobre los mamíferos y su salud. Si se trataba de fundar un asentamiento, se analizaban las entrañas de los animales que pastaban en el terreno elegido. Si habían enfermado, la ubicación se consideraba inadecuada y se buscaba otro lugar. La interrelación entre ubicación y salud era entonces importante.
Miramos la calidad de los alimentos que comemos, el ambiente que respiramos, el paisaje donde vivimos, y a lo mejor nos estamos olvidando de un factor influyente en nuestra psique y organismo. El espacio donde vivimos. Los materiales que lo componen, la tecnología que lo envuelve, la orientación, su posición respecto al campo magnético de la tierra. Saber cómo y en qué medida todos estos parámetros nos afecta, poder llegar a unas conclusiones claras y científicas. Saber si estamos hablando de pequeñas influencias en nuestro organismo sin mayor relevancia o por el contrario son aspectos de suma importancia para nuestra salud.
El ambiente interior viene determinado por los materiales y métodos de construcción y determina a su vez en gran medida la calidad de vida en el interior de un edificio y sus efectos biológicos. Este factor debería tenerse en cuenta prácticamente en todos los proyectos de construcción. Actualmente en algunas viviendas la concentración de sustancias tóxicas en el aire es mayor que en el campo; la penetración de los rayos de luz y cósmicos es menor; la disponibilidad de aire fresco oxigenado y ionizado es limitada; la humedad atmosférica suele ser baja, pero la temperatura elevada; el contenido de CO2, entre otros, supera los niveles normales; finalmente, también preocupa que en muchas de nuestras viviendas la contaminación eléctrica es permanente.
El organismo se ve forzado a defenderse continuamente de los efectos nocivos del clima (y de otros fenómenos) y por esta razón sufre síntomas de estrés, que pronto o tarde pueden causarle enfermedades crónicas. Por otro lado, el clima puede contribuir a todas las circunstancias que hacen que el ser humano se sienta contento y feliz: bienestar y salud, armonía y alegría de vivir. No obstante, hoy en día predominan los impulsos negativos. Es casi imposible encontrar ya una casa que tenga un ambiente interior saludable. Al igual que en otros ámbitos de la arquitectura, también en este terreno se han dejado de lado los criterios biológicos determinantes que se derivan de las leyes de la naturaleza.
Un edificio debe por una parte albergar, dar protección y seguridad, guardar lo bueno, dejar pasar sólo lo positivo y fortalecer y filtrar las influencias del entorno en su camino hacia dentro. La arquitectura elegida permite movilizar además emociones y crear relaciones y dependencias afectivas. Una casa o una estancia pueden acoger a una persona o rechazarla, inspirarla y fortalecerla, centrarla o inquietarla. Sólo el espíritu eleva la arquitectura por encima de los constructivo y utilitario.
El análisis y la evaluación de las causas y los efectos resultan cada vez más difíciles de realizar. Las sustancias tóxicas se acumulan (entre otras, en la cadena alimenticia, cuyo último eslabón es el ser humano) en el organismo. La capacidad de resistencia de las personas disminuye. El sistema inmunitario está sobrecargado, como demuestra el aumento de las alergias y la incidencia del cáncer. Proliferan las enfermedades (físicas, psíquicas y espirituales): Las zonas más contaminadas son las grandes ciudades o aglomeraciones urbanas, polígonos industriales y las principales vías de tránsito.
Hoy en día apenas es posible determinar la causa propiamente dicha de muchas enfermedades, sobre todo en el caso de las enfermedades crónicas con largos periodos de incubación. Al tratar de delimitar esa causa no hay que dejar de lado la influencia cada vez más amplia de las radiaciones que nos envuelven y la toxicidad de muchos de los materiales que utilizamos
Imagen extraída del libro Cobijo. H. Blume
Anabel Serrano Yébenes
Junio, 2015