Evolución del periodismo fotográfico

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UNIVERSIDAD FERMÍN TORO FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL PROBLEMÁTICA

Evolución del Periodismo Fotográfico Alumno​ : Luis A. Sabino Hernandez ​ Docente​ : Rafael Lucena Asignatura​ : Periodismo fotográfic​ o


Índice historia del fotoperiodismo……………………………………………….. Pag 2 ­ 10 Periodismo Fotográfico en Venezuela …………………………………. Pag 11 ­ 16 Periodismo fotográfico en Regiones de Venezuela …………………… Pag 16 ­ 20 Fuentes utilizadas Biografia ……………………………………………… Pag 21 1


INTRODUCCIÓN La historia de la fotografía es tan paralela a la del periodismo, que casi es la misma. Todas las tendencias que han existido en el periodismo se pueden analizar a través de la fotografía o el fotoperiodismo en los periódicos. Tendencias sociales de todos los tiempos, incluso las de nuestro tiempo, que van desde la mal llamada cultura del cuerpo, a comportamientos ético­periodísticos reprobables como: “el todo vale” son captados por los objetivos de las cámaras. Solo basta tener un ojo crítico delante de la fotografía para leer más de lo que ponen los periódicos. Tan fuerte es la importancia de la fotografía que afecta hasta la gestión económica de las empresas periodísticas en apartados tan inauditos como: la venta y negociación de esas fotos, como son los robados y otro tipo de pactos con el fotografiado que nada tienen que ver con la ética periodística y menos con el arte. Pero que siguen siendo un reflejo de las tendencias de la sociedad. La importancia de la fotografía periodística es tan importante que está presente casi en todas las facetas de nuestra vida. Nuestra memoria retiene fotos agradables y desalentadoras, pero que forman parte de nuestro ser y de la realidad. Y es esa presencia en todo lo humano la que ha hecho de la fotografía un arte. 2


Periodismo fotográfico, periodismo gráfico o fotoperiodismo, como también se le denomina, es una género del periodismo que combina el periodismo, con la fotografía, el vídeo, y con el diseño gráfico. A los periodistas que se dedican a este género se les conoce como como fotoperiodistas, y reporteros gráficos. El desarrollo del periodismo gráfico puede rastrearse desde los mismos inicios del desarrollo de la fotografía y tiene una notable relación con la fotografía artística. La posibilidad de ilustrar las noticias con fotografías, fue posible gracias a las innovaciones hechas en la fotografía, que ocurrieron entre 1880 y 1897, y como no, a la invención de la imprenta. Gracias a la imprenta, inventada por Johannes Gutenberg en el año 1440, los libros y periódicos pudieron llegar al gran público. Al principio fue la Biblia, pero luego, gracias a este invento, aumentó la publicación de libros de manera exponencial. Y ya en el Siglo XVII aparecieron las primeras revistas. Aunque se habían hecho pruebas anteriormente, se considera como los pioneros de la fotografía periodística, a algunos reporteros británicos, como William Simpson y Roger Fenton​ , que documentaron fotográficamente, la Guerra de Crimea (1853­1856). La primera publicación de una noticia, con una fotografía real, de la historia, se produjo en el año 1880, en el Daily Graphic de Nueva York. Se considera la edad dorada del periodismo fotográfico, el periodo entre 1930 y 1950. Gracias al gran aumento del oficio periodístico, y a grandes avances hechos en el mundo de la fotografía. El fotoperiodismo tiene mucho que ver con las guerras, ya que en estas se realiza un gran trabajo relacionado con la fotografía y el periodismo, para documentar los hechos sucedidos en estos conflictos bélicos, y que estos queden plasmados en fotografías. Este gran desarrollo del fotoperiodismo, se produjo en el periodo entre las dos guerras mundiales, y especialmente durante la segunda, donde se realizó un trabajo documental sin precedentes, gracias a las fotos e imágenes, y a las mejoras hechas en las cámaras de vídeo, que permitieron documentar de manera gráfica, este gran y terrible conflicto bélico.

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El avance de la tecnología, desde la segunda mitad del Siglo XIX, hasta la actualidad, ha cambiado mucho nuestra forma de vivir, de ver y de entender el mundo que nos rodea. El periodismo fotográfico no ha estado al margen de este avance. La existencia de cámaras digitales, ligeras, baratas, y muy útiles para hacer fotografías de calidad, sin la necesidad de ser un profesional. Junto a la posibilidad de hacer fotografías con el teléfono móvil, videocámara, ordenador portátil, o tableta. Han abaratado los costes de la realización de fotos (laboratorios, películas, placas, líquidos, etc.), y han posibilitado que cualquier persona pueda hacer una buena fotografía. La posibilidad de adjuntar imágenes a las noticias, tiene una gran relevancia en el mundo del periodismo. Ya que, como se suele decir, vale más una imagen que mil palabras Esto junto con la existencia de Internet, donde se pueden descargar Imágenes, de multitud de bancos de fotos, h a hecho que haya muchísimas más fotografías, de mejor calidad, y más accesibles a todo el mundo. Gracias a esto los fotoperiodistas tienen muchísimo material para trabajar, o incluso para que les sirva de inspiración. A pesar de todos estos avances, lo más importante de una fotografía periodística, sigue siendo el contenido de la misma. Desde la aparición de la fotografía​ , ésta se usó para dejar constancia de cualquier hecho memorable en publicaciones escritas. Obtuvo una importancia muy considerable a partir los años 20 en adelante, cuando se crean agencias periodísticas basadas en los reportajes fotográficos. Hasta tal punto se ha implantado la fotografía en la prensa escrita​ , que hoy en día es habitual que lo que se llama "​ mancha​ " sea un 70% del periódico​ . Esa "​ mancha​ " es la superficie de imagen con respecto al total del papel. Cabe destacar que en la mayoría de las noticias, se desplaza sólo el fotógrafo​ , ya que la noticia en sí se obtiene de agencia o de memorándum. Con las reservas del caso, la comprensión histórica de la fotografía exige un ordenamiento temporal que puede basarse sobre múltiples criterios. Si bien hasta hace poco hemos trabajado basados en los de carácter técnico, estos presentan la limitación de que los hitos más importantes, desde este

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punto de vista, se encuentran en el siglo XIX y principios del XX, con lo que el análisis de los materiales de nuestro siglo no encajaría dentro de esta orientación. Desde esta óptica se puede contemplar tres etapas históricas­fotográficas que hablan de la situación socioeconómica del país y que, sobre todo, se refieren a tres momentos claves, tres situaciones diversas del fotógrafo, el objeto fotografiado, el espectador y, en síntesis, el de la fotografía. Estos lapsos serían los de la fotografía elitesca (1840 hasta principios del siglo XX); el de la fotografía masificada (principios del siglo hasta 1940); y el de la fotografía profesional (1940­1980). Basándonos sobre estos cortes temporales ofrecemos al lector, en forma capitulada, un recuento sucinto de este proceso histórico. En el mundo académico ya se señala por algunos autores, como campos muy relacionados con la fotografía como el diseño periodístico ­que será su embrión de entrada en el periodismo­, pues se comenzaba a considerarse un arte, a principios del siglo XIX. De hecho aparecerán, alrededor de 1906, las primeras conceptualizaciones sobre periodismo, entre la que destaca “El Arte del Periodista”, de Rafael Mainar, primer manual que dedica un capítulo entero a la confección como disciplina periodística. (Pérez Cuadrado, 2004) La importancia de la fotografía en las subastas de arte nos aporta un primer dato muy interesante. Es: ¿cómo se ha revalorizado la tecnología pionera de la fotografía? No solo la fotografía en sí. Sino todo lo que tiene que ver con ese arte que estaba naciendo. Desde las primeras cámaras, los daguerrotipos, las primeras placas. Por citar un ejemplo: este mismo año, el 2011, se subastó una cámara Leyca fabricada en 1923 por 1,9 millones de dólares. (Christie´s, 2011). Tan solo matizar que un año antes se subastó una cámara igual y que su remate fue casi la mitad. Esto supone una revalorización del doble. Pocos son las obras del mercado del arte que obtienen un coeficiente de revalorización parecido, en tan poco tiempo. (Efedata, 2011). Con el tiempo aparecerán cámaras más baratas y fáciles de manejar, lo que produciría una democratización de la fotografía la profesora (Casajús, 1999). A tal grado la fotografía ha adquirido valor, como arte que complementa a todos los demás ramas del saber, que la mismísima Biblioteca de Francesa llegó a pujar

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en una subasta para conseguir la primera foto captada en el mundo. En el siglo pasado hubo visionarios que supieron ver que la fotografía sería un arte. De esa intuición nacerían las primeras colecciones privadas de fotografía. Es el caso de la colección de Eugene Viollet­Le­Duc, un famoso arquitecto francés, arqueólogo y escritor del S: XIX, librepensador de la escuela racionalista y que curiosamente rechazó la enseñanza “oficial” de la Escuela de Bellas artes para convertirse en un autodidacta en sus viajes artísticos por Francia e Italia y pasar a ser uno de los teóricos que más influiría en la obra de Gaudí. Otro ejemplo de éxito en la puja por una fotografía histórica se produjo en el año 2003, era una placa fechada en 1842 y que fue subastada en Christie`s, Londres, alcanzando los 791.000 euros. Se trataba del Templo de Júpiter en la Acrópolis de Atenas. Propiedad de José Filiberto Girault de Prangey. Tan histórica era esta imagen que es una daguerrotipia. Técnica pionera que consistía en que se fijaban en planchas metálicas imágenes recogidas con una cámara oscura, típica del siglo XIX. (Christie´s, 2003) (Efedata, 2003) Su valor radica en que se trata de una de las más antiguas imágenes que existen de Grecia y de Oriente Medio y que fueron tomadas por Girault durante sus viajes. En total se llegó a pagar por el lote de fotografías de Girault 5,2 millones de euros. En España en el año 2011 un daguerrotipo del Madrid del siglo XIX alcanzó los 32.000 euros en una subasta de Soler y Llach de Barcelona. La imagen representa unas vistas de Madrid tomadas entre 1840 y 1850. Es el primer daguerrotipo escénico español y que después de 40 años en la colección de Miguel Nicolau, fue dado a conocer en la década de 1980 al iniciarse la recuperación del patrimonio fotográfico español a través del libro "Historia de la fotografía en España desde sus orígenes hasta 1900" y en la exposición "La fotografía en España hasta 1900" que se presentó en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1982. (Soler y Llach, 2011).La fotografía histórica en nuestro 6


país tiene tanta importancia que se pagaron 25.000 euros por 50 fotografías de una colección sobre la corte de la reina española Isabel II, del artista británico Jane Clifford. Pero cuando analizamos el desarrollo de las subastas nos damos cuenta que igual que en la obra de arte, son muchas las variables que hacen que la fotografía tenga un mayor valor. Pueden ser el valor humano y la trascendencia del personaje, el momento en que se realizó, si la firmó el fotógrafo o el retratado, el contexto paisajístico; histórico, cómo se encontró esa fotografía, tipo de técnica. Estos valores añadidos no se deben olvidar en el análisis de una fotografía. Son muchos los casos que se pueden exponer en los que el valor de la fotografía varía por diferentes variables. A continuación analizo distintos valores añadidos. Un caso de valor añadido en que la firma del retratado y el paso del tiempo aportan un valor al remate de la subasta se produjo en una subasta que se celebró en Christie´s, Nueva­York en el año 1996. En el que una fotografía con el autógrafo del asesinado presidente estadounidense Abraham Lincoln alcanzó el precio de 39.100 dólares. (Canarias 7, 1996). En esta subasta no fue el único personaje fotografiado con autógrafo que salió a la venta. Hubo también fotografías dedicadas de: Karl Marx, el papa Pablo VI, el dictador italiano Benito Mussolini, el grupo musical The Beatles, Sigmund Freud, Claude Monet, el compositor Gustav Mahler y la reina Victoria. (Christie´s, 1996). Curiosamente el segundo precio más alto de la subasta lo alcanzó la fotografía de Mahler, que se vendió por 25.300 dólares. Un caso en el que existe un valor añadido como es: el lugar donde se encontró, es el caso de la foto de la legendaria pareja de ladrones Bonnie y Clyde. Además de todos los valores que se le puedan otorgar a esta fotografía como: su incomprensible mistificación por ser delincuentes, su popularidad llevada al cine, su forma de morir. Se le añade el valor de que la foto fue encontrada en el coche en el que viajaban el mismo día de su muerte y detención. Se valora hasta el contexto en el que murieron. Esta foto tuvo un remate de 21.600 dólares. Parece que todo se paga o se cobra según se mire. 7


Otro valor añadido es el de la exclusividad, es decir el escaso número de fotografías que existen del personaje y saber sacar la foto al mercado en el momento oportuno. Un ejemplo se produjo en el 2011, con la fotografía de "Billy el Niño", que fue vendida en 1,62 millones de euros en Washington. Esta fotografía fue tomada hace unos 130 años y en la que el legendario vaquero estadounidense "Billy el Niño" posa de pie mirando a la cámara apoyado en su rifle Winchester. (Sheridan, 2011). Se trata en realidad del único retrato del pistolero que se considera auténtico. Lo que le da un valor muy alto. Ya que tan solo que se creía pudiera alcanzar unos 282.000 euros de remate. Billy el Niño cuyo verdadero nombre era Henry McCarty, se hizo la fotografía en 1879 o 1880 en la localidad de Fort Sumner, en Nuevo México. El pistolero entregó el retrato a la familia de un amigo, cuyos descendientes lo conservaron hasta ahora, que han recogido pingües beneficios, aprovechando el momento en que ha habido la oportunidad de negocio. Si bien se puede afirmar que esta etapa abarca en Venezuela hasta los inicios de este siglo, se hace necesario aclarar que este largo período comprende, a su vez, varias fases diferenciadas, debido a que esos años la fotografía tiene una evolución extraordinaria desde el punto de vista técnico, hasta tal extremo que se puede afirmar que, para comienzos del siglo XX, los problemas de invención en este tiempo estaban resueltos en casi su totalidad: la variación de soporte, el tiempo de exposición, el perfeccionamiento de los lentes, la posibilidad de obtener copias de un original y las dimensiones y el costo de las cámaras. En Venezuela, una primera fase aproximativa de este lapso está determinada por la llegada de dos técnicas al país: el daguerrotipo y el calotipo. Francia hace público el invento a través de la Academia de Ciencias y de Bellas Artes en agosto de 1839. Algunos meses después, el cuatro de febrero de 1840, nuestro país recibe la noticia a través del Eco Popular, si bien ya el treinta de julio de 1839 el Correo de Caracas había anunciado su existencia. 8


El once de febrero de 1840, este mismo periódico anuncia la llegada de un daguerrotipò contentivo de una vista del museo de Louvre, en París. El siete de diciembre de 1840, Antonio Damirón, comerciante francés, intenta traer un equipo de daguerrotipia, el cual se le extravía en la aduana de la Guaira. El veintiocho de diciembre de 1841, llega Francisco Goñiz con su equipo fotográfico, constituyéndose en el primer fotógrafo que capta imágenes en Caracas. Tras cuatro meses en la ciudad ofrece sus artefactos en venta antes de partir al exterior. Para entonces se encuentra en Venezuela, aunque también por poco tiempo, José Salvá, quien lo secundará en el oficio. José Antonio o J. V. González­ utiliza ambos nombres en la prensa­, de quien se piensa sea el primer fotógrafo venezolano, ofrecerá más tarde sus trabajos fotográficos, después de adquirir las máquinas vendidas por Salvá antes de su partida. Una academia de daguerrotipia es fundada en 1843 por otro francés, Fernando Le Bleux, también de paso. De la misma nacionalidad es Monsieur Antoine, que se anuncia como vendedor tanto de armas como de daguerrotipos. Por esos años, las epidemias sacuden a la población. Algunos fotógrafos, como es el caso de J. T. Castillo, se ofrecen para captar las imágenes de las víctimas. Otros muchos viajeros llegan a la capital como meteoros y sus huellas apenas se vislumbran: Taats y Cross, S. L. Loomis, G.C. Grane y H. Robert son apenas algunos de ellos. Simultáneamente se ofrecen cosmoramas­variaciones o vistas­ a los cuales se considera una gran diversión. En 1854, Basilio Constantin ofrece retratos, mediante la técnica del daguerrotipo sobre papel­ parece tratarse del calotipo. Para estos momentos se anunciaba, a través de la prensa todo tipo de variedades de la técnica de Daguerre: soporte de porcelana, de marfil, pero sobre todo de hierro, habían servido ya de soporte fotográfico. Con el papel se comienza una nueva etapa. En Venezuela, a pesar de ambigüedad de los anuncios de prensa y de las informaciones relativas al desarrollo de la técnica, el anuncio de los “daguerrotipos al papel”, por parte de Basilio Constantin, sugiere la utilización en nuestro medio del llamado calotipo. El proceso del calotipo, creado por Henry Fox Talbot (1800­1877), fue particularmente importante, a pesar de que su fama, durante mucho tiempo, fue opacada por la del daguerrotipo y su creador Louis Jacques Mande Daguerre (1799­1851). Fox Talbot había comenzado sus experimentos sobre el papel en 1834 y ya para 1840 había logrado perfeccionar un procedimiento que permitía obtener copias de un original, además de disminuir notablemente el tiempo de exposición de

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cada fotografía, ya que en solo minutos podía captarse una clara imagen. En 1844, el inventor inglés publicó su primer libro de fotografías: The Pencil of Nature. El calotipo tuvo gran impacto en algunos países, incluso en la misma Francia, al punto de que los años cincuenta­sesenta del pasado siglo han sido considerados como la edad de oro de la fotografía, debido a la exquisitez con que los fotógrafos de esa nación trabajaban el papel. Sin embargo, otras dos técnicas con el vidrio como soporte compartían con el calotipo las preferencias de los fotógrafos; el vidrio albuminado de Abel Niepce de Saint­ Victor, de 1848, y el colodión húmedo de Frederick Scott­ Archer de 1850. Cada una tenía particulares cualidades y limitaciones, lo que generaba grupos de defensores y detractores. En cuanto a los fotógrafos, además del señalado viajero húngaro cuya actividad se concentró en la fotografía paisajística, científica y descriptiva, se conserva meritorias obras de Federico Lessmann, muchas de las cuales son también paisajes, realizadas principalmente en Caracas y con una óptica diferente de la del húngaro. Lessmann ofrecía talbotipos, vidrio tipos y daguerrotipos a través de la prensa. Concentrados en el retrato de estudio se hallaban por su parte el comerciante e inventor Próspero Rey, Santiago Brito y los pintores Gerónimo y Celestino Martínez, a quienes secundaron en los años siguientes José A. Salas y Martín Tovar y Tovar. Los usos y temas de la fotografía se amplían considerablemente aunque el retrato sigue siendo lo más trabajado. El hecho de que el paisaje quede un tanto relegado tiene mucho que ver con los todavía largos tiempos de exposición y, sobre todo, el excesivo peso de los artefactos, que no facilitan el traslado de los fotógrafos. Las vías de aprendizaje siguen siendo la transmisión oral y el trabajo práctico en los estudios y academias. La difusión de los materiales fotográficos todavía es limitada, debido a la imposibilidad de ser impresa que tiene la fotografía. Por otra parte, las exhibiciones son bastantes escasas, siendo el invento más importante de este tiempo la apertura de la exposición Café del Ávila, el veintiocho de julio de 1872, en la cual participaron escultores,

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pintores y fotógrafos exhibiendo sus obras. En esta ocasión llamaron mucho la atención las imágenes fotográficas de Próspero Rey. Pero si bien tienen lugar hechos de alguna importancia en el campo de la fotografía, durante este tiempo y en líneas generales ésta continúa siendo de carácter elitesco tanto en lo referido al fotógrafo como en cuanto al fotografiado, al uso y a la difusión de la misma. El ingreso de la fotografía en la prensa marca otro hito de importancia en este proceso. Resulta interesante que, ya en 1857, el Diario de Avisos y Semanario de las Provincias hubiese publicado dos grabados hechos a partir de dos daguerrotipos, los cuales representaban el antes y el después de una operación del rostro practicada a un enfermo en la ciudad de Maracaibo; pero no es sino hasta el treinta y uno de marzo de 1889, cuando una publicación del país, el Zulia Ilustrado, incluye fotografías en las páginas. A unas y otras imágenes las une el hecho de que sean de carácter médico y que provengan de Maracaibo. Sobre la autoría de las últimas imágenes, existen todavía dudas, ya que el texto que acompaña las gráficas hace suponer que fueron tomadas por el mismo médico que realizó la operación quirúrgica, el doctor Alcibíades Flores. Con la integración de la imagen fotográfica en la prensa es que va a comenzar una nueva etapa, en la cual las imágenes van a inundar la vida del hombre, a pesar de que éste pasó, en Venezuela, no ocurrió con la rapidez que podía esperarse, ya que de la publicación de las primeras fotos en la prensa a la generalización de su uso en las publicaciones, transcurrió un tiempo considerable. La importancia que comienza a adquirir la fotografía en Venezuela, en este lapso, tiene mucho que ver con dos situaciones: la primera, de carácter externo, se refiere a la evolución técnica, concretamente a los avances obtenidos en los mecanismos y dispositivos fotográficos, los cuales permiten la fabricación de cámaras portátiles económicas y livianas; la otra, interna, tiene que ver con la situación del país desde el punto de vista económico­nos referimos a la circunstancia que vive Venezuela al dar sus primeros pasos en el negocio petrolero. Bien podría considerarse esta etapa como una fase de transición entre la fase en la cual la fotografía es aún elitesca y la siguiente, cuando se puede hablar de su masificación en nuestro medio. Técnicamente, en el mundo, los mayores logros son la comercialización de la película de celuloide, por parte de la firma Eastman, en 11


1889, lo cual permite el desarrollo de los proyectores y de la cámara de cine; y la del proceso de color­ auto chrome­, en 1912. Friedrich Deckel, en Alemania inventa el obturador compur, para controlar velocidades. Ya no constituyen obstáculos, para trabajar en esta profesión, el manejo de las cámaras, el precio ni el peso, ni las dimensiones de los artefactos. En Venezuela la kodak tiene establecido su mercado; se anuncia con regularidad ofreciendo cámaras, placas para tomas instantáneas y materiales diversos, al tiempo que en algunas casas del ramo se venden equipos de cinematógrafos. Las más importantes distribuidoras son, y seguirán siéndolo durante las siguientes décadas, la de Manuel Caraballo Gramcko, la de Roberto Lucca y el almacén americano. Una publicación, en especial, cumple funciones de enseñanza y promoción de los fotógrafos. Se trata de El Cojo Ilustrado (1892­1915), que acoge y difunde en sus páginas los trabajos de los mejores artistas del momento. Se promueve allí el nombre de Luis Felipe Toro­ torito­(¿1881?­1955), quien se inició allí como reportero; también aparecen regularmente las imágenes de Henrique Avril (1866­1950), y las de los demás fotógrafos destacados del momento, como es el caso de Pedro Ignacio Manrique (1863­1926). En los años veinte del siglo XX, otra publicación, Actualidades, bajo la dirección del escritor Rómulo Gallegos, valora y proyecta el trabajo de algunos de estos fotógrafos. Ya en la primera década, J.J, Benzo ha realizado una importante serie de imágenes sobre los comercios de la ciudad.En 1912, Manrique recibe varios galardones: en la Exposición de Verano de Viena, en la Exposición de fotografía de Londres, en la Exposición de Arte en Paris, y en Venezuela en El Cojo Ilustrado. Avril ha retratado de manera inolvidable los efectos de la revolución libertadora en 1902, en imágenes que expresan una nueva manera de mirar el objeto fotográfico y nuestro medio. En 1920, la revista La Hacienda­ de agricultura, industria de bellas artes­, promueve un concurso donde incluyen también a la fotografía. En él son premiados Ramírez y Co., Manrique y Co., J.A. Balda, E. Rey y Delima Hnos. como curiosidad, la casa de Baralt ofrece retratos “a lo Rembrandt”. Este impulso adquirido por la técnica y sus cultores en una Venezuela todavía rural, mucho tiene que ver con la nueva situación económica. En 1917 se inicia la 12


comercialización del petróleo en Venezuela. Para 1926 las exportaciones han disminuido visiblemente, con excepción del petróleo, y las importaciones aumentan señalando el signo que hasta hoy ha perdurado en nuestra economía: Venezuela comienza a aparecer, a los ojos de las grandes firmas fotográficas, como un mercado atractivo para sus negociaciones. Algunos de los adelantos técnicos vienen a Venezuela en el equipaje de los fotógrafos que por una u otra causa vivieron o visitaron otros países. Pedro Ignacio Manrique Arvelo, por ejemplo, anunciaba su llegada y, simultáneamente, el arribo de nuevas técnicas. Su descendiente, el doctor Pedro J. Manrique Lander, lo señala como el fotógrafo que introdujo el color en nuestro medio, información que no ha podido ser confirmada en toda su magnitud. Manrique, quien fallece en 1926, realiza una amplia labor en sus últimos años, dejando, a través de muchos de sus alumnos – ayudantes en el taller, una escuela de estilo muy definido, principalmente en la fotografía estudio. Su hijo, Pedro Antonio Manrique, se encarga del taller en los años siguientes. De allí salen M. Pietri, M Ramírez y Oscar Toro, entre otros. En los años treinta son Luis Felipe Toro­ Torito­ y Carlos Herrera quienes traen y utilizan el flash para trabajos nocturnos y en lugares oscuros y sombreados. La muerte del general Juan Vicente Gómez, hecho señalado como un hito que marca el inicio de la Venezuela contemporánea, hace que algunos fotógrafos cambien el rumbo de sus trabajos: Manrique hijo ingresa en el Departamento de Fotografía del Ministerio de Obras Públicas (MOP), al cual también se incorporaron algunos de los mejores fotógrafos del país. Otros, como Toro, se concentran en su trabajo privado y a domicilio por algún tiempo. Durante estos años se amplían los canales de aprendizaje, pero sobre todo los de difusión de la fotografía; el taller, la ya tradicional clase a domicilio, los manuales y la Escuela de Artes y Oficios continúan funcionando como vías principales de enseñanza. La prensa se constituye, como es el caso del diario Panorama, de Maracaibo, en otro vehículo para la formación del que quiere acceder a la técnica al difundir la sección “La gacetilla del fotógrafo aficionado”, que circulaba en dicho diario zuliano. 13


En cuanto a exposiciones se refiere, a las muestras más o menos regulares de los talleres, se suman las organizadas por la revista La Hacienda. En 1934 es el Ateneo de Caracas el que abre el primer salón Fotográfico de Caracas, donde exponen treinta y cinco amateurs, entre quienes destacan Alfredo Boulton, Roberto J. y Margot Lucca, G. Este período significa, en síntesis una verdadera apertura que pone al alcance de las masas lo que hasta entonces en Venezuela había resultado un curioso privilegio. En el proceso de masificación que vive la fotografía, el cual se inicia en los años veinte, las últimas décadas pueden caracterizarse por un hecho que diferencia este etapa de la que le precede, si bien se desarrolla bajo su influjo. El deslinde de las distintas especialidades fotográficas en Venezuela se produce en forma de espiral, ampliando el interés por este lenguaje y provocando situaciones no del todo armoniosas. En un ambiente donde la consigna de la felicidad parece ser comprar y consumir más, la fotografía no representa una excepción como fenómeno, aunque muchos de sus seguidores se opongan a esta situación e, incluso, se pronuncien críticamente ante este hecho con su propio trabajo fotográfico. El aumento poblacional y de los recursos económicos y, en especial, la intensificación de campañas publicitarias bien orquestadas, con la radio y la televisión como medios, van a lograr no solo la masificación de la fotografía, sino también de la familiarización total con las imágenes fotográficas, las cuales se asientan en el quehacer cotidiano, puesto que la imagen sirve para todo y está en todo. Ello, como es lógico, se traduce en el aumento indiscriminado de “portadores de cámaras”; surge la necesidad de diferenciar el trabajo emprendido por algunos como una profesión formal, de aquel que realizan con mayor o menor éxito, los llamados fotógrafos aficionados. Nacen especialidades, formas de entender el hecho fotográfico y se pronuncian también a su vez, aquellos que, atraídos por la fotografía como fenómeno, comienzan a plantear y exponer teorías. Las distintas especialidades fotográficas van definiéndose en la práctica. El ingreso temprano de la fotografía en las publicaciones hemerográficas permite que los fotógrafos que trabajan en el medio periodístico se agrupan y organizan gremialmente antes que en otras ramas. Estos fotógrafos se 14


tropiezan con reglas a veces rígidas, presionados por la inmediatez de su trabajo, pero, entre ellos, sobresalen algunos como es el caso de Luis Felipe Toro, Francisco Edmundo gordo Pérez, Juanito Martínez Pozueta, Héctor Rondón, José Sardá y Luigi Scotto, cuyo trabajo, imparte, traspasa las exigencias de la mera captación del suceso. Y entre las más recientes generaciones, algunos como Sandra Bracho. También llegan fotógrafos del medio “artístico”, como es el caso de Vasco Szinetar, quien aporta sus trabajos retratistas, un tanto inusuales en la prensa. Igualmente se va definiendo una línea de trabajo científico o auxiliar de las ciencias, campo en el cual inicia escuela Carlos Herrera­microfotografía y aerofotografía. Herrera trabaja en Cartografía Nacional y logra establecer un espacio para la fotografía en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, preparando a los jóvenes científicos en esta área, sin olvidar el significado de la técnica como lenguaje. Por otra parte, Rubén Núñez plantea un nuevo camino con sus experimentos holográficos. Exigencia del propio desarrollo capitalista la foto publicitaria se establece también gremialmente. Este tipo de imagen, realizada a veces con muy buenos resultados, refleja, sin embargo una marcada influencia extranjera. En oportunidades, este campo subsidia al fotógrafo su otro trabajo, aquel que quiere realizar corriendo sus propios riesgos. Mientras se consolidan las especialidades, ocurren algunas interesantes transformaciones en el mundo fotográfico, como sucede en los foto­estudios. Durante este tiempo, debido a la misma dinámica de la sociedad­la imagen fotográfica como requisito de identificación­, la foto­estudio se ve desplazada de su sitial de honor, que ocupaba en Venezuela desde la llegada de la técnica. El estudio será ahora el lugar donde se “resolverá”, con resultados más o menos satisfactorios, la exigencia del trámite, o “necesidad” de preservar el momento, familiar o social extraordinario. De él desaparecen prácticamente las tareas de aprendizaje y raras veces será ahora lugar de exhibiciones o confrontaciones fotográficas, el efecto del deslinde profesional, las creaciones de escuelas y academias y la apertura de las galerías y los museos a este lenguaje, facilita este hecho. En la década de los sesenta­ setenta en medio de un movimiento cuyo eje parece ser la crítica política o social, acorde con la situación coyuntural del país, sobresalen los trabajos, desde muy diferentes ópticas, de Paolo Gasparini, Claudio Perna y 15


Gorka Dorronsoro, pero también con un enfoque diverso, se presentan los de José Sigala. Thea Segall, por su parte, está realizando, desde 1958, sus registros fotográficos (indígenas, pesca) y sus secuencias de costumbres. En los años siguientes es cuando comienzan a mostrar sus trabajos los fotógrafos de El Grupo, constituido éste por Vladimir Sersa, Ricardo Armas, Jorge Vall, Alexis Pérez Luna y Luis Brito, quienes plantean con sus fotos, y la manera como éstas son exhibidas, un tipo de crítica social. En esta línea, aunque su temática y su estilo sean diferentes, comienza a exhibir su trabajo Federico Fernández; Miguel García se dedica a la fotografía de teatro. Posteriormente cabe mencionar a Ana Luisa Figueredo, Enrique Fernández D´Jesús, Julio Vengoechea, Félix Molina y Soledad López, quienes expresan también variadas formas de confrontación con el hecho fotográfico. En un momento intermedio entre éstos y el grupo que actualmente comienza a exhibir sus trabajos, destacan Orlando Hernández, con una fotografía casi periodística y Carlos Germán Rojas, con sus acercamientos a su contexto social inmediato. En los últimos años se distinguen dos formas de trabajo, principalmente entre los noveles: por una parte Rafael Savatore, Mariano Díaz y Álvaro García Castro, con su trabajo “documental” concebido expresamente como tal, y, por la otra, un grupo de jóvenes que expresan una búsqueda más estética e íntima donde se encuentran Antolín Sánchez, Luis Salmerón, Rodrigo Benavides, Oswaldo Blanco y otros. Pero al lado de éstos fotógrafos que comienzan a explorar el lenguaje, o a exhibir sus trabajos, persisten con su obra aquellos que hace diez y aún veinte años o más comenzaron a exponer, muchos con una orientación filosófica nueva, otras preocupaciones, mayor o menor maduración de ideas y oficios. Es el caso de los integrantes del Grupo, quienes realizan exposiciones individuales. Más todo esto, sin embargo, resulta apenas una caricatura de la realidad­en parte se dejan de lado numerosos nombres, sucesos y hechos importantes­, ya que el proceso que se desarrolla en los últimos veinte años resulta de difícil estudio y sistematización, debido a la profusión de 16


manifestaciones que se producen tanto en el plano práctico como en el teórico. Además, y como siempre ocurre cuando se trata de la historia de los contemporáneos los hecho resultan demasiado cercanos para poder analizarlos de manera precisa. Todos estamos comprometidos con el propio desarrollo de los sucesos. Empero, y a pesar de lo arriesgado que puede resultar plantear líneas de análisis para semejante conglomerado, puede señalarse que el fenómeno que marca este proceso no está ni en el planteamiento de problemas neurálgicos, ni en el hecho de que el fotógrafo pase de una preocupación social y política en los años sesenta a una despreocupación aparente en nuestros días, sino en la ampliación del universo fotográfico, por efecto de la misma masificación, universo en el cual se encuentran ahora, al lado del creador, custodios, curadores, conservadores, analistas, historiadores, críticos y difusores. Todo un mundo de imágenes, palabras, acciones y códigos que giran en torno y dependen del producto fotográfico. Como parte del proceso de masificación y profesionalización de la fotografía en Venezuela durante los años que nos ocupan, se abre nuevas vías de difusión para la técnica, entre las cuales la que resulta más dinámica e importante es la referida al campo museológico, ya que, alrededor de ella, se comienzan a consolidar las otras formas de promoción de este lenguaje. En 1938, se inaugura el Museo de Bellas Artes d Caracas el cual, aunque al principio tímidamente, va incorporando la fotografía a sus programaciones. Ha quedado atrás la exposición del Café del Ávila de 1872, cuando se expusieron las imágenes fotográficas de José Antonio Salas y Próspero Rey, junto a los principales pintores y escultores de la época; también han sido superadas las exhibiciones regulares de los talleres fotográficos (Manrique y Co. O Ramírez y Co.). Cuatro años antes, apenas en 1934, se había organizado, en el Ateneo de Caracas, el Primer Gran Salón fotográfico de la capital. El polémico nacimiento de la Galería de Arte Nacional, en 1976, ofrecerá a la larga mayores alternativas para los fotógrafos: el MBA se dedicará por algún tiempo a presentar muestras de fotógrafos extranjeros y la GAN se concentrará en los fotógrafos venezolanos y los trabajos cuyo objeto fotográfico sea el país. La creación del Museo de Arte Contemporáneo en 1974 servirá para motorizar, junto a algunas nuevas salas, este interés por la imagen. En estos lugares se llevan a cabo importantes muestras fotográficas, tanto individuales como colectivas. 17


La inclusión de la imagen fotográfica en los programas expositivos y el propio desarrollo de este tipo de organismos contribuyen a que se tome conciencia de la necesidad de rescatar, conservar y restaurar las imágenes. La formación de recursos humanos especializados en el área museística y la creación de departamentos o secciones dedicadas al resguardo y cuidado de obras de arte estimulan notablemente el interés por este tipo de tareas que, a su vez, hace que se confronten otros problemas relacionados con el almacenamiento, la clasificación y la catalogación de los materiales. A partir de 1978, el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional crea una sección específica de fotografía y comienza a “experimentar” en esta área. Por otra parte, el Centro Venezolano Americano organizó en 1980 unos importantes cursos sobre conservación y restauración de fotografías, destinados, en especial, a los encargados de estas tareas en las distintas instituciones que cuentan con fotografías entre sus adquisiciones. Las galerías privadas­aunque en mucho menos escala, debido aunque la fotografía no es un objeto fácilmente vendible­ también participan de esta promoción. La “Viva México” se convierte en unos de los pocos lugares que regularmente expone trabajos fotográficos; asimismo, la librería Cruz del Sur exhibe en su interior algunas muestras de este lenguaje. A partir de 1978, aunque no durante mucho tiempo, se abre la Fototeca, en cuyo espacio se une la exhibición exclusiva de fotos con la discusión del hecho fotográfico y la venta de materiales de o sobre fotografías. scasas excepciones, la publicación de materiales de fotografía surge a partir de la actividad museística, ya que son pocas las publicaciones de o sobre fotografías que se hacen en el país al margen de las exhibiciones­entre ellas pueden mencionarse la publicación de algunos trabajos fotográficos de Paolo Gasparini, Claudio Perna, el Grupo y Phea Cegall, entre otros, además de los incluidos en la bibliografía, referidos estos últimos a estudios sobre la técnica. No se ha realizado en este tiempo tampoco ningún plan editorial específico sobre el lenguaje. En contraposición, la actividad museística genera un buen número de publicaciones. Cada muestra de fotografía va acompañada de un texto de variables características. En el caso de los principales museos se editan textos extensos y se incluyen muestras de la exposición. Las galerías privadas y las pequeñas salas editan afiches informativos, hojas multigrafiadas o modestos catálogos de estas exposiciones. Simultáneamente, y en especial los últimos años, los diferentes diarios publican notas, reseñas, comentarios y artículos sobre fotografía.Ahora y Élite, primero y después El Farol, Shell y la revista M, entre otras, dedican algún espacio para la publicación de fotografías.

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Una curiosa situación se presenta con los eventos centrados en la discusión de la fotografía, ya que a pesar del auge adquirido por la misma en Venezuela, hasta hace poco tiempo, sobre todo en el último año, no se habían dado encuentros significativos y autónomos dedicados a este lenguaje. Durante este lapso, los fotógrafos y teóricos de la fotografía en el país participaron constantemente, como invitados u observadores, en encuentros internacionales. Así, la creación del Consejo Venezolano de la Fotografía surge vinculada a la fundación de consejos nacionales de la especialidad en otros países de América Latina, participantes del Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía celebrado en 1978, en México. Las reuniones de trabajo en la “Casa del Agua Mansa”, en 1981, mucho tuvieron que ver con el Segundo Coloquio Latinoamericano, y dieron pie, a su vez, a la Asociación Venezolana de Fotografía. En general, los intentos por agruparse y por desarrollar movimientos dentro del país no han resultado exitosos y solo se mantienen pequeños grupos por amistad. Desde el punto de vista de los eventos, 1986 se inicia con asombroso vigor. En enero, en el Ateneo de Caracas tiene lugar un encuentro para discutir sobre la fotografía de los años ochenta; en febrero, el Primer Simposio Nacional d la Fotografía, en la Universidad Simón Bolívar; en junio, el Encuentro por la Fotografía en el estado Carabobo y, en agosto, un ciclo de talleres de fotografía en el estado Zulia, todo lo cual marca un precedente, ya que los anteriores fueron escasos y muy ligados a eventos expositivos y al extranjero. La observación, aunque muy a groso modo, del desarrollo de la fotografía en Venezuela se ofrece un tanto desigual volcada­ aunque con algunas excepciones– hacia la tarea de difusión de los materiales fotográficos. Escasas siguen siendo las oportunidades que los interesados de la fotografía en Venezuela para realizar un aprendizaje sistematizado y formal en Venezuela, dependiendo de la curiosidad y el interés individuales, o de la concesión de becas de estudio en el exterior; esto último cada vez más difícil de obtener. Esta tendencia (hacia la difusión) resulta bastante peculiar, si se compara con el desarrollo adquirido en este plano en otros países, más corresponde plenamente a las formas, el estilo de vida y la escala de valores características de la sociedad e l que nos desenvolvemos. 19


Empero, la situación que desde el llamado “febrero negro” 1983 vive el país, la articulación de esfuerzos aislados y la llegada de un buen número de estudiantes que ha realizado su aprendizaje en el exterior, junto a la consolidación de lo ya obtenido hasta el presente, posiblemente comenzará mover la balanza de manera favorable hacia actividades de estudio, análisis y aprendizaje, lo cual debe producir, como resultado, un mayor equilibrio entre la preparación de nuevos recursos humanos, el logro de mejores resultados desde el punto de vista formativo y la necesaria proyección del conocimiento. Se puede decir que la fotografía es un arte tan solo viendo su valor en el mundo de las subasta. Pueden cotizar, y de hecho tienen ratios de revalorización mayores que muchas obras de arte. Además, como tales no se valora en su cotización la obra en sí, sino cuál ha sido su contexto. Todo esto remata que la fotografía es un arte. Por lo tanto la fotografía es un arte sin duda alguna. Mucho de ese arte se ha generado en el mundo del periodismo. Ya que la historia del periodismo y de la fotografía son muy paralelas, y desde hace ya muchos años inseparable. Es muy difícil separar la fotografía periodística de la artística. Si el periodista tiene que plasmar la realidad, es un todo tan grande, que todo es periodismo. De hecho, en la fotografía se reflejan de una manera muy fuerte, mejor que en muchos géneros periodísticos lo que fotógrafo nos quiere decir, sus personajes, el marco que viven y hasta su transcendencia en el tiempo. Todo ello es lo que hace de una buena fotografía que sea tan arte, como un buen cuadro o una porcelana china. Y que una buena foto sea tan buena como el mejor artículo de opinión. Por eso, es en las subasta de arte donde se materializa su valor, de una manera más clara, que la fotografía es ya un arte. 20


Fuentes

Dorronsoro Josune. “Historia Capitulada de la Fotografía en Venezuela”[1] en José Ángel Rodríguez (compilador). ​ Visiones del oficio: Historiadores venezolanos en el siglo XXI, Caracas: ediciones de la facultad de Humanidades de la UCV y de la Academia Nacional de la Historia, 2000, pp. 255­272. Misle, Carlos E. (Caremis), Venezuela. Siglo XIX en fotografía, Caracas, CANTV, 1982. Pineda, Rafael, 100 años de fotografía en el Orinoco­Guayana, Caracas, CVP, Edición XX Aniversario, 1984. En Biblioteca: Amar, Pierre­Jean. El fotoperiodismo. Buenos Aires: la marca, 2005. NEUBAUER, Hendrik (1997). 60 Years of Photojournalism, Black Star Picture Collection,. sl Könemann ­​ Colonia​ ,​ Alemania​ .​ ISBN 3­89508­250­3​ . FREUND, Giséle (1993). La fotografía como documento social,. Editorial Gustavo Gili, GG Mass Media,​ México​ .​ ISBN 968­887­208­3​ . M. ALONSO ERAUSQUIN (1995). Fotoperiodismo: formas y códigos. Ed. Síntesis,​ Madrid​ . Eulalia. ​ «¿En periodismo también una imagen vale más que mil palabras?»​ . hipertext.com. Consultado el 19 de abril de 2008.

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Luiz Augusto Teixeira Ribeiro: ​ Manipulación en el fotoperiodismo: ética o estética​ , ​ Revista Latina de Comunicación Social​ , La Laguna (Tenerife) ­ octubre de 1999 ­ Nº 22, D.L.: TF ­ 135 ­ 98 / ISSN 11385820, enlace revisado 20 de abril 2008. VERDUGO, René, "​ Historia de la fotografía en Cuba​ , Fondo Cubano de la Imagen Fotográfica, enlace revisado 20 abril 2008

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