Zirmatus / Alan Rojas Ramírez

Page 1

1


2


3

Al chico de 19 a単os Y a la chica de 18.

A la querida ELASJ

Agradezco al gran Rojo Cordova


4


5

Alan

Rojas

Ramírez

ZIRMATUS Capítulo I Permite que alguien lea estas palabras y cierra los ojos. Imagina a un hombre de cara amable, barba fina, delgado y de tez apiñonada; de ojos azules y opacos… de ojos encarcelados en arrugas y delineados por la negrura noctámbula. Atractivo para sus cincuenta y dos años de edad. Imagínalo caminando a paso acelerado, como si le persiguiesen. Luce su típica Jira Farná (que es una especie de traje negro ajustado, con diversos broches metálicos) y una portamomo café cuyos celos la mantienen prisionera en brazos débiles y velludos. Imagínalo con tímidas gotas de sudor en la frente. Se llama Zirmatus. Es Doctor II en Historia. Con eso basta. Pero si es necesario resumir a Zirmatus en palabras, ellas serán orientadas a la confianza que generaba como bobina a cuanto interlocutor se le pusiese en frente: el secreto se encontraba en su cálida voz, lenta y sincera y, evidentemente, su aspecto de viejo intelectual. Cuando pienso en mi niñez e imagino de igual forma al niño que fui, me preguntó qué mueca realizaría al verme. Lo digo porque me cuesta trabajo pensar al niño Zirmatus observándose cuarenta y tres años después y verse sin rareza, como quien a


6 diario se observa al espejo. A excepción del cuerpo, nada en Zirmatus ha cambiado; mucho menos el más grande de sus lunares: el coloso interés por la historia antigua. Jamás descansaba hasta tener una respuesta satisfactoria a sus preguntas. Una vez, por ejemplo, preguntó a su madre sobre el origen de las murallas y fue tan pobre la respuesta obtenida que le dijo: “no, seguro que es otra cosa mamá”. Y así, su vida transcurrió coqueteando con viejos archivos; y entre más amarillentos y carcomidos, mayores eran las horas que pasaba con éstos. El Imperio Estadounidense, las obras arquitectónicas Orientales, los conflictos armados, tratados y organizaciones… nada dejaba de admirarlo. Fue tanto su amor y dedicación a la historia, que tan pronto obtuvo su grado de “Doctor II” se le contrató como profesor en la prestigiada Universidad de Sarman; a los treinta y cuatro años de edad, en el año 2561. Desde ese momento, y de forma secreta, emprendieron sus investigaciones sobre la extinción del noventa y ocho por porciento de la población mundial en el siglo XXI; y la sobrevivencia de la parte restante. “¿Cómo es posible que [5 billones de personas] fallecieran [en el 2086]?” era la gran pregunta a responder. No se podía conformar con la mediocre respuesta aprendida en sus primeros años de estudio, la cual decía que todo había pasado así, de pronto, sin causa ni motivo… dejando una palabra para la posteridad: “Recxos”. Obligando a los pocos sobrevivientes de aquella gran catástrofe a resguardarse en lo que antes fuese “el Salvador, Honduras, Costa Rica, parte de Guatemala y Panamá”, dando paso a una nueva nación, llamada: “Lila”. Abrió bruscamente la puerta del Pir [103] y dando un par de miradas a sus estudiantes, escribió en la hojilla la tarea; todos le llamaban coloquialmente “hojillas” a las láminas trasparentes adherías a una pequeña barra inferior con tres orificios, llamadas con propiedad “Momo” (en la cual, por cierto, el profesor sólo


7 tenía que escribir con una delgada barra para que instantáneamente lo escrito apareciera en las “Momo”(s) de los estudiantes). Era tal la prisa de Zirmatus que su letra se vislumbró irreconocible. Algunas faltas de ortografía se dejaron ver, sin que a éste le preocupase. -Hoy no habrá sesión- dijo. -Los espero la próxima para su examen. Recuerden repasar lo que hemos trabajado. Los proyectos… no me la entreguen, mándela por JURX; recuerden que la bandeja es 30221 y el candado 681. -Miró su tiempo y señalando a uno de sus estudiantes más destacados, David Kromzer, para que se acercase a él, pidió a sus alumnos abandonar el Pir. David fue en el acto, olvidando sus esferas negras en su asiento (con las que se guarda la información de la Momo y la Dhan45). Jamás había visto tan preocupado a su profesor, y mucho menos que los dejara ir sin aburrirlos con sus historias fantasiosas. Por ejemplo, en la sesión anterior Zirmatus decía: “…a finales del siglo XX se comenzó a matar a las focas, mamíferos marinos, para que hubiese más pescado y, con esa artimaña, lograr satisfacer el apetito de la enorme especie humana; y, además, despellejaban a ésta por su piel, sin importarle que estuviese realmente muerta”. Por supuesto que ninguno de sus estudiantes le creía, aunque siempre se mostraban admirados por las imágenes de aquellas especies tan desconocidas para ellos; y claro que existían razones para no creerle, pero de esto ya hablaremos adelante. Sólo David se maravillaba, e incluso sentía cierta fascinación por su profesor. La relación de Zirmatus con David no sólo estaba al margen de lo académico. David Kromzer era el novio de Mayteé. Mayteé era hija del profesor. El profesor sólo tenía una hija. La hija única se quedó huérfana de madre. La difunta madre quería lo mejor para Mayteé. Y… bueno, de ello deduzco, aunque no estoy seguro, que Zirmatus propició esa relación.


8 Kromzer poseía varias aristas: era un joven inteligente, amable y tenía el mismo interés por la historia que Zirmatus; siempre en busca de superación, dejando ver un carácter fuerte, narciso y pasional; y aunque su rostro esbozaba rareza, tanto por sus morados y pequeños labios como por sus ojos claros y ojerosos, parecía ser del gusto o atractivo para la mayoría de las jovencitas. El profesor estrechó la mano de Kromzer, exteriorizándole fuese por sus esferas negras (también llamadas Plans). “¿Será momento de decirle, sin rodeos y de sopetón? No, desde luego que esto amerita un vaso de avena [avena con nicotina caliente]; no es fácil explicarlo”, pensaba mientras sistematizaba los garabatos paridos en la “Momo”. –Acompáñame. –Dijo apretando con su mano el hombro de su alumno predilecto, y quizás futuro yerno- Vayamos a la despachadora nutricional y busquemos un buen lugar para platicar. En el camino no se pronunció una sola palabra, todo era tan enigmático y desconcertante. “Debe ser muy importante. Siempre dialogamos en su Cúpula [hogar] de cualquier asunto y hoy: ¿deja su clase y me pide tomar avena? ¿Qué pasa?”, se decía para sí mismo David, con la cabeza totalmente agachada. Era cierto, por lo regular cada tercer o cuarto día mantenía enormes charlas con Zirmatus, ya fuese de la burocracia escolar o de investigaciones que ambos tenían; el apoyo y la corrección hallaban muta correspondencia. Después, o antes, David veía a Mayteé; cosa que siempre le molestaba a ella, pues sentía el frío hastío del desplazo… como si su compañía no fuese importante para él y su padre; no obstante, nunca se le prohibía estar en la discusión a tratar.


9 Llegaron a la plazoleta de la Universidad de Sarman. Pidieron su avena en el centro nutricional. Mientras endulzaban sus respectivos vasos, buscaban la Rupa [banca, asientos] idónea. David señalaba cuántos lugares veía disponibles, sin embargo, Zirmatus los desechaba; debía ser desértico, para evitar que se fugaran las palabras a oídos de extraños. Alzó la cabeza y señalando con la nariz unas solitarias piedras, ahogadas en yerbas y polvo, expresó que era el mejor lugar. De nuevo David se desconcertó, solo los traviesos niños que no entienden de comodidad, preferían el suelo o las piedras a una Rupa. -Kromzer. Te preguntarás sobre el por qué de mi extraña actitud- decía mientras limpiaba con su mano las piedras.- No he podido esperar… ¡Realmente no podía esperar Kromzer! -¡Dígame que no se trata de Mayteé! -No, no, desde luego que lo hubiese dicho en seguida.- Dio un sorbo de avena.- Es sobre una investigación que hace tiempo te comenté. ¿Recuerdas la teoría que nos han dicho sobre la magna desaparición de personas en el siglo XXI? -Sí, por ello nos encontramos confinados a la pequeña Lila. Todo a consecuencia del virus Recxos- dijo con tono suave, como si no fuese de gran relevancia el tema para David. -Eso es lo que todo este tiempo nos han dado a entender. Pero se han equivocado. Esa no fue la causa, Kromzer. ¿Has oído de la cuadrilla “hombres burbuja”?- Sin esperar a la contestación del joven, continuó.- Ellos se encargan de traer recursos indispensables fuera de Lila; por ello necesitan sus aparatosos trajes que los protege del virus. -Se piensa que el virus- interrumpió David- es trasmitido por distintos animales. Pero no es posible hacer investigaciones al respecto. Traer uno de estos animales representaría el fin de nuestra especie; aunque también se dice que los Sabios de Lila conocen la cura. Pero Zirmatus, eso hasta un Pu [estudiante de


10 primer grado] lo sabe. Dime por qué tu interés en los “hombres burbuja”. -Siempre lo supe, algo me decía que no podía ser real. Cómo es posible que, el mentado virus entrara en cada nación, en cada recóndito lugar. Es cierto, dicen que lo trasmiten animales ¿pero no es acaso que estamos rodeados de animales, e inclusive nosotros también lo somos? ¿De qué son fabricados nuestras pastillas y suplementos? Lo interesante es que: ¡nunca nadie se lo ha preguntado! Dirás que estoy loco, pero ¿te das cuenta? Desconocemos como lilanos muchas cosas. Dices que no se pueden hacer investigaciones al respecto, pero desde que se levantaron las murallas: ¿por qué no pensaron en crear un centro de investigaciones lejos de Lila? -¿Y los hombres burbuja? - ¡Oh! Claro. Hace dos meses vino a visitarme un amigo. Labora en esa cuadrilla. Fue uno de mis primeros alumnos, se llama Sebastián, y a quien no veía desde aproximadamente un lustro. Por supuesto que me sorprendí cuando me informó que trabajaba para los Sabios de Lila de aquella forma. Sabes, son elegidos minuciosamente, tienen que aprobar distintos exámenes… pues bueno. Yo estaba muy a gusto de tenerlo en mi cúpula [casa], no sólo porque era un brillante alumno, sino que tenía tantas preguntas para él. He metido solicitudes para obtener un traje burbuja, pero las máximas autoridades se esmeran en negármelo, argumentando que soy muy viejo para portarloZirmatus hablaba tan rápido que le era difícil a David entender claramente. – No obstante, mi asombro fue mayor cuando éste no deseó complacerme; limitó el encuentro diciendo que venía de paso… sí, sí, que veía de paso… pero antes de irse me dejó un disco. Me dijo que era muy importante, que lo analizara con calma, no, con mucha calma- Era tanto su éxtasis que no podía articular bien las ideas.- Kromzer, no fue el virus Recxos quien


11 destruyó a la raza humana del siglo XXI. ¡No, no fue el virus, Kromzer! -¿Cómo? ¿Cómo que no fue el Recxos?- preguntó consternado, mientras que su profesor reía como si fuese un niño que victorioso de una travesura contara su hazaña. -Necesito ser cuidadoso, tengo una copia en mi portamomo.- Sacó un “gancho de pasta” [cigarro hecho con bolitas de yerba y químicos anti-estrés], y salivando sus labios, lo prendió. Pensó poco y, tras la segunda bocanada de humo continuó. – Lo mejor será que te espere en mi cúpula, dentro de cinco horas ¿te parece?- David contestó que sí, moviendo de arriba hacia abajo la cabeza. – No debes platicarle a nadie… ¡no, no debes! –Volvió a saborear el cigarrillo, y susurró al oído de David –Bombas. ¡Bombas, Kromzer! -¿Piensas lo mismo? Fue una… -¿Una guerra, Kromzer? No estoy seguro, es mucha información; por ello necesito de tu ayuda.- Miró su tiempo. -Es tarde. Debo encontrar a Sebastián… si tengo suerte responderá algunas incógnitas que tengo. Bueno, bueno… quita esa cara. Ya te enseñaré el disco. El profesor se levantó, sacudió sus glúteos enmugrecidos por las piedras, limpió el sudor acumulado en su frente con la manga de su Jira Farná, se despidió de David y marchó en busca de Sebastián. Finalmente se ensanchó el mar de dudas en la mente de su joven aprendiz. Ciertamente David estaba excitado; su curiosidad lo inquietaba. ¿Es probable que el Recxos fuera sólo una artimaña para esconder la verdadera historia? Aunque lo más factible, a manera de justificar el cosquilleo en su estomago, era: si Zirmatus no mintiese, podría regresar a su antigua investigación con la que pretendía graduarse y que tenía por nombre: “Competividad del salvaje siglo XXI y el nacimiento de las


12 murallas”. Ésta sostenía que el hombre, por naturaleza, vive en competencia de aquello que cree ser indispensable para su subsistir. Estaba seguro que el salvaje se apropiaba de cuanto le apetecía sin remordimiento: bajo la máxima de adquirir bienestar. Por lo tanto era un ser, que por instinto, vivía en guerra. Conducta que conserva civilizado. Exponía, de igual manera, que por las murallas de Lila no era posible captar aquella naturaleza; ya que éstas inhiben el instinto de expansión y apropiación. Ahí estaba la tesis: la importancia de las murallas. Zirmatus le había dado torres de archivos sobre guerras de expansión y colonización, por lo cual pensaba Kromzer que serían infranqueables sus premisas y conclusiones y de suma curiosidad para el cuerpo estudiantil: cuánto prestigio y fama estaba en juego. David pasó la mano por los bolsillos de su frepa [pantalón], después palpó delicadamente los de la Jira Rubal [especie de gabardina negra ajustada y térmica]. “¡Fan! ¡Fan!” [expresión parecida a: mierda, mierda], dijo para sí mismo. Echó un vistazo en su calzado y… nada. -¿A quién puedo pedirle?- musitó. Por fin decidió ir a comprar, al menos, cuatro gramos de Fedorina en el centro nutricional. No era mucho los puntos que tenía, así que no podía darse grandes lujos. La Fedorina era una droga pasiva, nada adictiva, elaborada con extractos de Cannabaceae, Benzodiazepinas, entre muchas otras sustancias que los lilanos desconocían. Regresó a las mismas piedras, sacó un pedazo de papel para Fedorina y prensó cuidadosamente. Buscó el “sopletillo” y, otra vez, nada. Se dispuso a escanear sin demora el perímetro. Vió a una mujer dirigiéndose hacia él. -Disculpa- le dijo a la jovencita una vez que la tuvo en frente –quiero prender mi Fedorina, tendrás un… -Sí. ¿Me puedes compartir un poco?


13 -Desde luego- respondió David amablemente y sin mirarle a los ojos. Muy en sus adentros le incomodaba compartir, e incluso se le hacía atrevida su pregunta. La joven, de Jira Mol [vestido ajustado] largo, negro y, a mi gusto, sensual, tomó asiento junto a él; cosa que de nuevo le disgustó a David. Deseba estar a solas e imaginar o soñar, gracias a Zirmatus, con el premio de investigaciones de Sarman. Sueño que no sólo le daría prestigio, sino también le aseguraría una plaza en la Universidad de Sarman y no en la Universidad Hölmenter, como decía su ficha asignada. Ya forjado el cigarro, y pese a su sentimiento egoísta de no compartir, hizo honores de cortesía para que ella prendiera la Fedorina. -¡Qué amable!- dijo al momento que la ponía entre sus labios. -Querías preguntarme algo, o únicamente pensé que te dirigías hacia mí. -Los perseguía pero… bueno, fueron más rápidosrespondió la joven. -¿Cómo? ¡Oh! ya- David dió una pausa para hacer memoria –Debes repasar el primero y segundo capítulo, y… la próxima sesión habrá examen. El proyecto del profesor puedes entregarlo por JURX– extendió su mano para tomar la Fedorina y guardó silencio esperando que se fuese. -Gracias- interrumpió la joven -pero no soy su alumna. Me llamo Natalia. -Muy interesante- dijo entre dientes David. -¿Qué? -Nada…Nada… No sé con exactitud a dónde ha ido Zirmatus- seca y cortantemente replicó. -Zirmatus me platicó de ti, esperamos con ansiedad tu investigación.


14 Kromzer no agradeció el cumplido, por el contario se mostraba pensativo. -Bueno- prosiguió Natalia frunciendo el seño- ¿puedes decirle que necesito verlo? No, no, que me llame… ¡es urgente! -Le pasaré el recado apenas lo vea- no hizo gesto alguno de admiración, y mucho menos le intrigó saber quién era Natalia o por qué conocía al profesor. Siempre marcó una distancia entre lo académico y la vida personal de las personas; en especial del padre de su novia. La joven se puso de pie con delicadeza. Le arrebató con sutileza la Fedorina y poniéndolo por última vez en su boca, se despidió. David le calculó unos veintiocho años, no más. -Nos vemos –dijo dando una última fumada… así marchó, esfumándose entre el humo que sacaba de su boca. Pero qué le pasa a esa mujer, pensó, qué poca educación y, además, por qué Zirmatus le platicaría de mí. Ya anestesiado por la droga, David dispuso que sus pensamientos volaran con dirección a la fama y el prestigio que le daría su investigación. Después… después leería a Forneta, un novelista que estaba de moda, sacaría unas esferas negras para su Dhan45 e iría a darse una ducha a su cúpula, todo con el fin de hacer tiempo para ver a Zirmatus.

Capítulo II Zirmatus esperaba impaciente la llegada de David Kromzer. El fedo [cenicero] de su cúpula estaba repleto de colillas de Fedorina y su pie derecho mantenía sistemáticamente un tic-tac de balanceo: punta, talón, punta, talón. Sus dientes


15 mordisqueaban la uñas de sus pulgares. Poseía la viva imagen de un niño a la espera de jugar Trip en una Momo. Escuchó pasos, como si se aproximaran a su puerta. Toc… toc… de un brinco se levantó de aquella Rupa vieja y sagrada; en el que disfrutaba leer sus libros sistematizados en la hojilla [momo]. No cabe duda de que es Kromzer, pensó mientras se dirigía a la puerta, al parecer llegó antes. -Tampoco lograste esperar- dio dos pasos hacia atrás ¿Natalia? -Zir, sé que no debo venir a tu cúpula. -Sí, mi hija no está pre… -¿Preparada? Lo sé- los ojos de Natalia estaba aturdidos, dispersos. Era evidente que algo la agobiaba. -¿Qué pasa?- dijo Zirmatus mientas le indicaba que lo acompañase a un costado de la cúpula, donde la sombra podría ocultarlos. -Hay rumores, Zir. Dicen… tú sabes que trabajo en la Matriz [coordinación de la universidad de Sarman]. Dicen… -¿Qué? ¡Dime!- Gritó con impaciencia mientras se rascaba la barba. -¡Que estás infectado! Escuché de Braziná que hoy vendrían- calló por un momento, como buscando las palabras adecuadas- vendrían a ponerte en cuarentena. Yo sé que todo esto puede ser... estaba preocupada. Quería ver con mis propios ojos si… -¿Si tenía llagas, ver mi boca, mis ojos? Por los Cinco Sabios de Lila, Natalia, eso es un mito, hemos vivido engañados. Tengo pruebas.- Quería contarle todo, pero pensó que lo mejor sería conservar el secreto; al menos en lo que estaba seguro. – ¡Bah! Te han jugado una broma. Es hora de marcharte, mi hija está por llegar. La escoltó hacia su vehículo, con pasos suaves a modo de despegar en silencioso vuelo. Natalia lo observaba de reojo, y,


16 cuando el profesor se daba cuenta, era correspondida por un chasquido de boca. No se trataba de la primera vez que se hablaba de la cuarentena. A de dos lustros al menos dieciocho personas fueron llevadas a dichos cautiverios; por lo que Natalia estaba en todo su derecho de preocuparse, sabía que todo el que era llevado a dichos lugares jamás regresaba. Por qué dirán eso de mí, pensaba Zirmatus, no tengo nada que los haga suponer tal aberración; era verdad, el profesor no poseía ningún indicio del virus Recxos: esclerótica, pupila, cornea e iris cubiertos por una capa azulada, oscura, con un contorno brillante (como un carábidos); cuerpo cubierto por llagas o úlceras envueltas de una membrana mucosa, que daba la impresión de ser devorado por hongos; boca repleta del mismo moho viscoso y anaranjado. Nada, ni un rasguño tenía el profesor. Los acelerados pasos de una persona resonaban en forma de eco. La calle estaba desértica; como pocas veces se le llegaba a ver. Zirmatus se puso la banda de aumento [lentes, cinta delgada que cubre los ojos] que acostumbraba llevar en el bolsillo de su camisa, justo del lado del corazón. Siempre les decía a sus alumnos en clase: “¿Saben por qué pongo la banda en esta bolsa? Es sencillo. Lo hago para poder verlos mejor”. De nuevo pensó en Kromzer, sin embargo la figura de aquella persona correspondía a una mujer alta, delgada; su Jira Mol denotaban elegancia; en cambio, el balanceo y la rapidez de sus pasos evidenciaban angustia. -¿Profesor?- dijo la extraña mujer, a unos diez metros de distancia. - Lila está llena de profesores, Paky [amiga, conocida]- en un tono burlón impugnó Natalia. -¿Doctor II, Zirmatus?- volvió a preguntar, sin prestar atención al sarcasmo de Natalia.


17 -Sí, en qué puedo servir- Contestó desprendiéndose la banda de aumento. La mujer sacó de su bolso un sobre amarillo. -Tenga, es para usted.- Dio media vuelta y se fue. Esta vez con pasos más tranquilos. -¿Quién eres? ¿Quién lo manda?- gritaba Zirmatus sin conseguir respuestas. –Pero qué cosa más extraña, ¿no lo crees Natalia? En verdad era de extrañar, ya que no es común dar sobres sino esferas negras; mismas que se depositaban en las hojillas [Momo] para descodificar el mensaje. Mordió una de las puntas del sobre, y con los dedos jaló desprendiendo la parte lateral. Una pequeña hoja, holograma [llave] y fotografía salieron; una por una era analizada por Zirmatus. Por el tamaño de este holograma, se debe tratar del código para abrir un cubo [locker], pensó, pero el hoyo de la foto no me lo puedo explicar. Natalia miraba desde lejos, sin hacer ruido para que no fuera exhortada a marcharse. La foto era el panorama de un gran hoyo en una de las murallas de Lila. Al desdoblar la hoja y ponerse la banda de aumento, sus ojos se desplazaron sobre las siguientes palabras: “Querido Paka [hermano mayor], estamos en grandes problemas. Ayer te di un disco que contiene información que a nuestro entendimiento es valioso, pero maléfico para otros. Tienes que salir en seguida de tu cúpula. No lleves cosas inservibles, sólo lo necesario para sobrevivir al menos los próximos tres días. Manda a alguien de confianza a la universidad. En el cubo de la matriz, número 23, he dejado una RRR [arma]. No te alarmes, espero no tengas que ocuparla. Yo estaré esperándote en Cobán. Seguramente tardarás dos tiempos en llegar. Sebastián”.


18 Zirmatus detuvo los ojos en la lejanía. Todo era confuso, siniestro. -¿Cobán? Jamás había escuchado ese nombre. Será mejor que entremos- le dijo a Natalia susurrando. Sentía su boca seca, y el estomago hueco. Ella no protestó en lo absoluto; guardando silencio siguió como Pu regañado a Zirmatus. Colocó una fedorina en sus labios, y mirándola fijamente dijo: -¡No, no! Vete a tu cúpula, Natalia. -Quiero ir contigo- replicó tiernamente. -¿A dónde Natalia? -A Cobán. -No sabemos si quiera en dónde está Cobán- dijo en tono melancólico. -Atrás de la hoja se veía un mapa.- Contestó Natalia quien, por su posición, pudo percatarse del detalle. -Creo que estoy metido en un problema, uno muy grande. ¿Cuáles podrán ser sus dimensiones? Es muy arriesgado que vengas conmigo. -¿Recuerdas que por ti sigo con vida? En efecto, Zirmatus la había ayudado emocionalmente para que recobrara un nuevo sentido en su vida. Él la llevó al Nar [especie de hospital] cuando decenas de pastillas corrían por su estomago. Siempre ahí. Él… él. Y Zirmatus sabía todo eso. Sabía que lo amaba. Observó a Natalia: vio sus rasgados ojos, su nariz de bolita, sus finos labios; vio su carácter bipolar, los rasgos de una alegre melancolía. También la amaba. -Toma este holograma y ve al cubo 23 de la matriz; encontrarás un RRR. Ten mucho cuidado, que nadie te vea. Nos vemos en un-tres tiempo en Suyil. Natalia no contestó nada, sólo tomó el holograma y se fue. Transcurrió poco antes de que sonara por segunda ocasión la puerta. Zirmatus se encontraba paralizado, como una estatua. Y


19 otra vez el toc… toc. La puerta se abrió lentamente. Era Kromzer con su ancha sonrisa. -¿Se encuentra bien profesor?- Dijo acercándose lánguidamente. –La puerta estaba desactivada, pensé que… -Sí, no hay de qué preocuparse- sus pupilas estaban pérdidas. –Siempre que consigo un triunfo es frustrado por algo. ¿Será posible que exista la maldición? Cuando era niño, en una excursión, caí en una gruta llamada: “los deseos cumplidos”. Se me dijo, en forma de chascarillo, que en vez de suerte, por mi torpeza, tendría una maldición de por vida. Mucho tiempo fui acosado por mis compañeros con esas cosas. -Aunque no le interesaba en lo absoluto, Kromzer escuchaba atento. –Mamá murió dos días después de que me gradué y mi esposa el mismo día que recibí el premio por mi trayectoria e investigaciones en Sarman. -No debería pensar en ello. Usted dijo que no había destino, sino malas decisiones. -Tienes toda la razón, Kromzer- pegó fuerte brinco -¿Dónde está Mayteé? -Tranquilo, no tarda. Quedé de ir por ella en…deje veo… dos tiempos a Shanty, donde toma clase. -El holograma del Mahata está en ese cajón. Sácalo y espérame afuera. No tardo. -¿El Mahata?- Preguntó confundido Kromzer. -¿Qué esperas? Zirmatus subió a la recama y acomodó en una Yaka [maleta, mochila] nueve mudas de ropa; tres para su hija y seis para compartirlas con Kromzer. En una bolsa echó sus gomas de primeros auxilios, y en otra cinco cajas de píldoras y veinte tubos de alimento. Todo lo hacía con tal rapidez que las gotas de sudor comenzaron a aglomerarse en su pecho.


20 En la calle ya lo esperaba Kromzer con el Mahata encendido. El muchacho se había sorprendido de que sacara ese vehículo híbrido, ya que era de cuatro ruedas esféricas cuando a los convencionales les bastaba sólo tres (una en la parte delantera y dos en la parte trasera); llevar el Mahata implicaba viajar lejos, así, de poncharse una de sus esféricas ruedas, fácilmente podría convertirse en un clásico; además de tener la modalidad de magnetizarse para levitar por los rieles del Magfly. Zirmatus salió con las yakas y bolsas. Las dejó en el suelo, a pocos metros del Mahata. -David, ¿puedes subirlas? Se me olvida lo más importantedijo mientras volvía a la cúpula. En dónde la dejé, pensaba, en dónde ¡fan, fan! La cúpula terminó como si hubiese pasado un huracán. Allí estabas, se dijo agarrando una yaka negra. Recuerdo que Zirmatus salió con torpeza, misma con la que subió al Mahata; lo que no recuerdo, cosa curiosa para los que nos encargamos de escribir las historias fantásticas de terceros, es si activó con el holograma la cerradura de su cúpula. Me parece curioso el dato, porque en verdad que no lo recuerdo… y un dato tan sencillo podría alterar la veracidad de mi relato. En fin. Supongo que no afectará. -Vamos por Mayteé, después a Suyil- ordenó el profesor, al momento que subía al Mahata. En el camino, Zirmatus le explicó todo lo sucedido media hora antes de que llegara; a excepción del amorío que mantenía con Natalia. El joven escuchaba atento, sin deliberar una conclusión. -¿Qué hay en las yakas? -Jiras, tubos, lo indispensable. -Y en la última ¿qué subiste?


21 -Oh, dudo mucho que sepas de esa herramienta. Es una Laptop. -¿Qué es una Laptop? -Hace lo mismo que una Dhan45, sólo que esta es más austera. El teclado es de plástico, nada que ver con la Dhan45, que es de cristal; también la pantalla es diferente; bueno, un poco similares a las Momo. Mientras que la Momo es una hojilla que se conecta a una pequeña barra y es alimentada por las esferas, la laptop necesita de cientos de micro tuerquillas ensambladas en una estorbosa tableta… además de no tener la capacidad de interactuar con las pupilas de nuestros ojos [las momos tenían sensores para que los ojos sólo se deslizaran de forma horizontal, al bajarlos cinco milímetros la siguiente línea subía], ni al tacto. Se alimenta de energía eléctrica. Sabes, es tecnología del XXI. -¿Cómo? ¿Y es que nunca me lo dirías? -Bueno, a decir verdad te la quería regalar el día de tu graduación- Dijo Zirmatus mientras reía. -¡Oh!- David quiso esconder su emoción pero el rubor de su cara lo delató.- Muchas gracias por la anticipada noticia, ja ja. Pero bueno ¿Por qué la necesidad de traerla? -Pues el archivo en el que viene la información, no puede ser abierto con nuestros programas. La gente, en esa época, los llamaba archivos “Ventanas XP”. Y esto –dijo mientras le enseñaba un feo espejo de plástico- es un disco. Me extraña que no me preguntaras cuando por primera vez te dije el término. -Creo no haberlo escuchado. Pero dígame profesor ¿cómo es posible que ese objeto tenga información? David Kromzer esperó la señal del indicador [semáforo] para detener el Mahata y apreciar el objeto cuidadosamente. Era delgado y circular, plano y frágil, un pedazo de plástico. -Parece sorprendente David, pero en realidad es una tecnología muy deficiente. Es muy delicado, cualquier cosa podría destruirlo; hasta el mismo clima. Me sorprende que durara


22 tanto tiempo. Ese disco respaldaba su información, su vida, etc. El JURX, en cambio, es el banco personal de las Dhan45; información que a su vez se respalda en el BURX y de forma física en las Plans (esferas negras). -Sé a dónde quiere llegar. Cada persona necesitaba infinidad de discos para respaldar su información, además eran muy quebradizos.- Tocó el hombro del profesor -Otro punto para su teoría del progreso consumista. -Sí, sí David. Aquellas sociedades crearon una economía de consumo con el fin de seguir en desarrollo. Al concluir, Zirmatus y David echaron a reír; casi al punto de llorar.

Llegaron al Instituto de Shanty, treinta minutos antes de que Mayteé saliera de clase. El tiempo estaba contado y, treinta minutos tenía gran importancia para Zirmatus. Así que optó por entrar, hablar con el profesor en cuestión y llevársela. Pero justo antes de abrir la puerta, especuló en lo bochornoso que sería para su hija. Lo mejor será llamarla desde la ventana, pensó. Las ventanas del aula eran demasiado altas, por lo que tuvo que saltar y agitar las manos como loco para ser visto por Mayteé. Como era de esperarse, todos los que estaban dentro del Pir carcajearon. -Al parecer buscan a uno de ustedes- Dijo el profesor del Pir, con una ancha sonrisa. Mayteé no quería levantarse de su asiento. Qué está haciendo mi papá aquí, qué vergüenza, pero si no voy, no se detendrá hasta hacer las cosas más graves. Tomó sus cosas. Notó que todos la miraban, así que sólo pudo reír apenada. -¡Fan! ¡Fan!, qué te pasa papá- dijo tan pronto salió del pir¿No podías tocar la puerta como persona civilizada?


23 -Ammm, bueno, da lo mismo. Tenemos que irnosZirmatus vio que su hija no se movería sin una explicación [así que sacó un as de la manga]- Kromzer está en el Mahata. Mayteé corrió en busca de su novio y, antes que darle un beso como acostumbraba, le pegó fuerte puñetazo en el hombro y le reclamó por no haber sido él quien la sacara del Pir. -Por los Sabios hija, calma. Kromzer vamos a Suyil. -¿Suyil?- peguntó indignada Mayteé. -Tengo que decirte todo, pero no sé por dónde comenzar.

Capítulo III Estaban por llegar a Suyil, y aún Zirmatus no revelaba su amorío con Natalia. Le era tan difícil explicar cómo un hombre de su edad se había enamorado de una jovencita de veintisiete. Era increíble que en cosas tan insignificantes el hombre tuviera la misma moral que en el XXI, o quizás no podía prever las vicisitudes del temperamento de su hija: temeraria, de poca cordura; lo que siempre la hizo ver despistada. -Llegamos- Dijo Kromzer. Zirmatus bajó rápidamente del Mahata, indicando que le esperaran. Suyil era una calle solitaria, y famosa tiempo atrás por sus cabarets clandestinos. Es cierto, los cabarets fue el único vicio que las personas modernas tuvieron; vicio que los cinco Sabios de Lila erradicaron eficazmente: desaparición de la moneda. A partir del 2530, Zirmatus tendría tres años de edad, la moneda fue desfasada por los puntos. A las personas se les depositaba una


24 paga mensual, cual fuese su trabajo, de 100 puntos; ir al cine, por ejemplo, costaba menos un punto en su tarjeta. En cualquier compra se expedía un comprobante y, por si fuese poco, se anotaba en el estado de cuenta que llegaba cada mes a los hogares de las personas. La gran revolución económica. Todos percibían la misma paga pese a la gran diferencia de profesiones y, sin embargo, podían acumular o gastar en lo que fuese de su agrado. Lo único que importaba, y así lo decía el cuarto artículo de sus estatutos, era que todo ciudadano lograra realizar un plan de vida. Recargada en la pared, en contra esquina a un centro nutricional y sobre la 26-J, se encontraba Natalia. Junto a sus pies, tirada como simple chuchería, estaba una pequeña yaka de mano. -¿Cómo puedes dejar eso tirado en el suelo?- Cuestionó indignado. -Pues tal y como lo estás viendo, Zir. -¡Ah!, no importa. ¿Te vieron al salir? ¿Notaste algo extraño? ¿El mayor aún seguía en su oficina?- Escupía cada pregunta sin dejar que Natalia contestara. -Tranquilo, no pasó nada. Sólo fui al cubo y saqué la RRRCalló por un momento –Bueno, también pasé a mi cúpula un par de Jiras Mol [vestidos]. -¿Jiras Mol? Oh, no. Natalia no puedes venir. Disculpa pero no. ¡Y no, es no! -Pues si no voy, te delato. -¿Serías capaz? -Sí… ah, creo que no. Pero… pero sí lo soy para decirle todo a tu hija. Zirmatus sabía que no lo dejaría ir, que se aferraría a su pierna como niñita berrinchuda. En el fondo, eso era lo que más le gustaba de Natalia: sus pucheros. Recordó las veces que llegó a dormirse en su cúpula; y la hermosa mueca de Natalia al ser despertada. Con una sonrisa le dijo que podía subir al Mahata,


25 advirtiéndole que una vez arriba, nada era seguro: sólo el hecho de lo impredecible.

En el Mahata su hija ya había acaparado el lugar del copiloto; por lo que Natalia y Zirmatus ocuparon la parte trasera. -Mayteé, te presento a Natalia. -Mucho gusto- Respondió amablemente Mayteé. -Natalia es mi novia. -¡Qué, qué!- dijeron simultáneamente Mayteé y David. La misma Natalia enmudeció. -Quizás no estabas preparada- continuó Zirmatus –pero creo que es justo que te enteres y más por las condiciones en las que nos encontramos. -mmm, sí- Mayteé agitaba sus manos, intentando echarse un poco de aire- Me da gusto que, no sé, ya sabes, que volvieras a encontrar el amor, ¿no? La situación, bochornosa para todos, parecía no tener fin. A pesar de sentir alivio en los hombros por cargar tan pesada piedra, el profesor no soportaba la picazón interna. Se preguntaba el motivo de su atrevimiento, de revelar tantos meses de oscuridad. También reflexionaba sobre las palabras utilizadas: ¿habrán sido las indicadas? Miró a Natalia, esperando que le ayudase a salir de tan incómodo momento; Natalia cerró los ojos, quería huir tan lejos… tan lejos y, por primera vez, dejar solo a Zirmatus. Kromzer rompió el hielo preguntando el lugar hacía el que se dirigirían. -Vamos a Cobán- Contestó Zirmatus. -¿Nunca escuché de Cobán? -Yo tampoco- sacó de su bolsillo la tarjeta que le dio Sebastián –debemos ir por la 85, hasta llegar a la 24. Veamos, oh, ya veo. De la 24 encontraremos una desviación que nos lleva a Cobán.


26

El camino fue silencioso, nadie quería decir una sola palabra. Kromzer y Zirmatus prendieron al menos tres fedorinas y un gancho de pasta. Mientras que Natalia y Mayteé no dejaban de verse mutuamente por el retrovisor. El retrovisor fue, sin miedo a equivocarme, un pameín [ring], un campo de batalla; cuya vencedora se llevaba de trofeo a Zirmatus. Natalia fue la primera en atacar, cerró lentamente sus ojos, hasta dejar una pequeña abertura por la cual ver. Mayteé se defendió avivadamente frunciendo el seño. Qué osadía, dijeron los ojos de Natalia al abrirse por completo, quien una vez recuperada también frunció el seño y apretó los labios. Así, mientras una meneaba la cabeza en forma de “no puede ser”, la otra contestaba con un “sí, cómo la ves”. El sablazo final lo ejecutó Natalia, quien sin perder de vista el retrovisor, le dio un pequeño beso a la mano izquierda de Zirmatus. Mayteé estaba desarmada. -Me da gusto saber que eres feliz- Dijo Mayteé. -Hija, quería decírtelo hace tiempo. Pero temía ofenderte. -¿Por qué me he de ofender papá? Sabes que te amo más que nadie en Lila, y tampoco ofendes el nombre de mi madre, a quien siempre respetaste y amaste- dijo dirigiéndose a Natalia- Y jamás me interpondría en tu felicidad. Mayteé sonrió forzadamente, incluso daba la apariencia de hacerlo con perversidad. -Gracias, hija. No hablemos más del tema. Será mejor que descodifiquemos el disco que me dio Sebastián. Pásame la máquina negra que tienes debajo de tus piernas. Mientras Mayteé le pasaba la aparatosa Laptop, Zirmatus volvió a repetir que era una versión arcaica de la Dhan45, ensamblada en el XXI. Todos rieron al escuchar la cancioncita con la que se encendía la rudimentaria máquina. -Es como un juego para niñosdijo Kromzer.


27 -Sí David, pero según mis estudios, sólo las personas de gran rango social podían utilizarlas; en eso también difiere de la Dhan45, las cuales se le entrega a cualquier ciudadano de Lila por el simple hecho de ser una herramienta social e indispensable para el trabajo o la vida académica. -Difícil de creer- replicó Natalia. – Por los dibujitos de la tableta parece, como dice David, un juego de niños. -Claro. Al respecto tengo la hipótesis de que ellos, los antiguos, tenían una vida agitada, llena de conocimientos inservibles y por lo tanto su memoria era deficiente. Esos dibujos les ayudaban a recordar el para qué del funcionamiento. -¿Qué es esa foto?- preguntó Mayteé. -Ninguna foto, hija. Es un video- Guardó silencio, pensando en las palabras indicadas –Detén el Mahata, Kromzer. Lo que están por ver, yo lo sé, causará un daño terrible en sus vidas. No sé si haga bien en mostrarlo en estas condiciones. Su mentón cayó de golpe contra su pecho, quedando pensativo por un prolongado tiempo. -Veamos- dijo al fin. –Antes de poner el video, ¿recuerdan quién es Sarman? Bueno, claro que lo saben. Sarman fue el fundador de Lila, nuestra nación, y en sí, de las cinco ciudades que la conforman. Pero ¿qué me dicen de Kodah? Ciertamente es el nombre de una de nuestras ciudades. -Kodah fue quien esbozó las murallas y la manera en que cada ciudad estaría situada- contestó David. -Además- interrumpió Natalia –de ser quien ideara la forma en que estarían ligadas. -Es el arquitecto- dijo Zirmatus dando una palmada, mostrando estar complacido con las respuestas. -La historia oficial nos dice que un grupo de sobrevivientes, liderados por Sarman, fundaron Lila; poco después de la gran catástrofe. Gracias a ello logró sobrevivir nuestra especie del virus Recxo. Nunca se nos ha dicho quién o cómo se creó el virus. Sólo


28 sabemos que es transportado por animales. Por ello son necesarios los hombres burbuja, para evitar la infiltración del virus. El video que les mostraré pone en duda todo lo que sabemos sobre la fundación de Lila, nuestra nación. Sin más demora, Zirmatus corrió el video. Las primeras imágenes vislumbraron a dos jóvenes, mismos que agitados subían las escaleras de una cúpula del siglo XXI. Corre, corre, se escuchaba a lo lejos. La filmación es bizarra hasta que se atrincheran en una habitación amplia y sin muebles. El camarógrafo enfoca el rostro sudoroso y enmugrecido de un joven. Comienza el mensaje: “Soy el Comandante Sarman Romero. Mis camaradas responden al nombre de, Comandante Kodah Romero y el Sargento Segundo Dante García. Fecha, 25 julio del 2085. Lugar, Las Rosas. En nombre de la Heroica Resistencia Lila encabezada por el Coronel Tergo Martínez. A quien logre ver este video en el futuro inmediato: Nos reuniremos en la Sierra de Yolaina, en Nicaragua. La posición geográfica permitirá reagrupar y planificar un ataque contundente contra el Tercer Imperio. La zona central y noroeste de México fue tomada; esto a partir de que en la madrugada del martes, fuese bombardeada la capital de la república y diversos puntos estratégicos de la resistencia. Aunque las posibilidades son mínimas, pedimos a Cristo porque el Coronel Tergo siga con vida. Hasta entonces quedo al mando de la Heroica Resistencia Lila, así como del Ejercito Liberador del Sur, Movimiento 6 de mayo, Cuerpo Guerrillero de los Pueblos Latinoamericanos y del Comité de Defensa de la Resistencia. Repito, diríjanse a la Sierra de Yolaina, en Nicaragua. Dejamos municiones. Buena suerte camaradas.” -Eso es todo- Dijo Zirmatus.


29 -¿Qué tan fidedigno puede ser ese video?- Preguntó Kromzer. -Las hombreras de la camisa militar que portan, son su posición jerárquica; distinción que dejó de utilizarse tras la fundación de Lila. Jamás vi, en toda mi vida, una puerta de madera ¿qué necesidad? Como alguna vez dije en el pir, denotación de una sociedad irracionalista. -Y qué opinas de los símbolos- Preguntó de nuevo Kromzer, como si se encontrasen bebiendo un poco de avena, o fumando fedorina mientras discutían un tema cualquiera. -¡Fan! Evidentemente el video es la antitesis de la historia convencional en Lila. Los nombres no pueden ser casualidad, ni la posición geográfica. Sin decir que está de por medio la guerra. ¡Fan! Necesitamos ver cuanto antes a Sebastián. -¿Posición geográfica?- cuestionó Mayteé. -Hija, nuestra nación está fundada en lo que antes se conocía como: Nicaragua, Salvador, Panamá, entre otras naciones de la prelila. ¿No recuerdas tus clases de historia? Bueno. No importa. Mayteé se ruborizó, pensando en lo bochornoso que era desconocer un dato histórico tan básico. -Nunca escuché la palabra Cristo, Zir- dijo Natalia, casi susurrando y con los ojos totalmente idos. -Es un Dios. Un Dios era un ser inventado por los hombres para calmar sus penas. De ese Dios en específico no sabemos mucho. -Dios, Cristo, Dios- Repitió la palabra, intentando memorizarla –Qué nombres tan bonitos. Por eso decían que estás infectado- la forma en que hablaba Natalia, daba la impresión de haber enloquecido. -¿Eso es cierto papá? -Me temo que sí. Seguramente saben las autoridades, las más grandes autoridades, de la existencia del disco y han


30 confabulado un plan para atraparme. Lo interesante es saber ¿cómo llegaron a tal descubrimiento? Ustedes son las primeras personas que lo ven. Sin duda alguna Sebastián tendrá que dar muchas explicaciones. Por el momento, hija mía, tan pronto lleguemos a Cobán, tú y Kromzer, regresarán a la cúpula. -¡No! No puedo dejarte solo papá. -Mayteé, hija, no puedo exponerte. Tienen que regresar. Yo estaré bien. Si algo malo te pasara, jamás podría perdonármelo. -Señor- Dijo David Kromzer –creo que la decisión de Mayteé es definitiva. Zirmatus encogió los hombros. No había fuerza en Lila que los hiciera cambiar de opinión. -¿Cómo se puede creer en algo no existente?- preguntó Natalia. -¿De qué hablas?- dijo Zirmatus con cierta desorientación. -De los dioses. -Oh. Bueno. Creemos que los líderes erigían dioses con la finalidad de mantener pasivos a los gobernados. Tienes debes imaginar, Natalia, que estamos hablando de billones de personas. En Lila podemos atender las necesidades, enfermedades y deseos, gracias al NAR; pero no somos billones, a penas y logramos ser 28 millones. Los dioses hacían lo mismo que el NAR: atender las causas particulares de los individuos, con el fin de crear… digamos… no de crear sino de establecer el orden. -¿En verdad creerían? -Claro- replicó David – el ejemplo está en que nosotros creíamos en el Recxos. -Pero es distinto- interrumpió Mayteé –El Recxos despierta miedo. Por lo que entiendo, los dioses dan tranquilidad, solucionan tus problemas. La voz de Mayteé despertó en Natalia un extraño cosquilleo; algo en su timbre la inquietaba. Natalia quería decirle: “estoy de acuerdo contigo”; mas su garganta se vió víctima de un


31 fantasmal lengüeteo, casi orgásmico. ¿Sería posible que le atrajera Mayteé?

* Dejaron de discutir el video al llegar a la 24. Todos estaban a la espera de una desviación, de una señal, de cualquier cosa que les indicara la ruta a Cobán; y en esa espera, por sus mentes pasaba la fatalidad del lío en el que estaban inmersos. -Zirmatus, creo que se acabó el camino- dijo Kromzer. -¿Cómo que se acabó David? -Pues ya no hay camino. Al parecer estamos en las afueras de la ciudad. -Me intriga que se acabe el camino- dijo Mayteé –Jamás se ha visto tal cosa. Ni Kodah [tercera ciudad], que es una de las más precarias en vialidades tiene el error de poseer algo que no comunique con nada. -No se dijo que fuera fácil. Quizás por eso Sebastián eligió el lugar. Bien. Menos mal que trajimos el Mahata. Sigue Kromzer, sigue. Tenemos que llegar. A penas pasaron veinte minutos sobre el camino empedrado, cuando una de las llantas delanteras se tronó. Entonces descubrieron lo acertado que fue traer el Mahata. Bastó presionar un botón para que la parte averiada se guardara automáticamente bajo el cofre y la esfera restante se trasladara al centro; creando un triángulo con las esferas traseras. Kromzer disminuyó la velocidad, pretendiendo que no volviera a ocurrir lo mismo. Siguieron en línea recta, hasta que perdieron el camino y se vieron rodeados por árboles. -¡Fan! ¡Fan!- Zirmatus maldijo con enojo- Estamos perdidos. -¿Qué es eso? Parece una luz…


32 Efectivamente, a un kilómetro de distancia se veía un globo luminoso. No tardaron en descubrir que se trataba de una linterna Fur, exclusiva del gobierno y utilizada regularmente en apagones. -Apaga el Mahata, Kromzer. También las luces. ¡Las luces Kromzer! Al principio sólo escucharon su propia respiración; agitada, confusa, amarga; después el crujir de las ramas; y por último voces en distintas direcciones. Zirmatus agarró lentamente la bolsa de Natalia y palpó en su interior. Tomó el arma y, ajustándola a su muñeca, la encendió. Nunca, en su larga vida, había tomado una RRR. El hecho de que conociera el funcionamiento de las RRR, se debía sólo a su devoción por las películas de acción. Al encender la RRR, un pequeño zumbido indicó que estaba cargando. -¿Papá? -¡Shh! No hagan ruido. -Papá- Dijo Mayteé susurrando –David la sabe utilizar. -¿Kromzer? -Sí, el novio de mi madre tiene una RRR en su cúpula. Son muy sensibles- Y realmente lo eran. Expulsaban las barras de bronce cada que se apretaba el puño- Además tienen un seguro. Aunque de mala gana, sin protestar, Zirmatus le entregó el arma. El joven le dio la seguridad al silenciar el zumbido de la RRR con sólo un movimiento. -Estoy seguro que nos vieron a lo lejos- Dijo Kromzer, quien desde que se abrochó a su muñeca el arma sentía ser el macho alfa. –Será mejor que salgamos del Mahata. -Perfecto, pero en silencio. –Señaló Natalia. La luna estaba en todo su esplendor, alumbraba como pocas veces, y sin embargo la zona casi boscosa impedía que se perpetrara la luz.


33 Abrieron las puertas con mucho cuidado; el profesor indicó que no las cerraran, para evitar el mayor número de ruidos posibles. Kromzer encabezó la caminata, le siguieron todos en fila y tomados de la mano. No sabían la dirección, ni quienes eran las personas que los seguían. -Allí, Kromzer- dijo el profesor tras señalar un árbolesperemos a ver qué pasa. Tenían una buena distancia con relación al Mahata; sin obstáculos que le impidiesen observar. Desde la oscuridad, unos cinco hombres se acercaron al vehículo; estaban armados y con las ropas del ejercito Lila. -No puede ser, ¿están revisando el Mahata?- dijo Natalia, quien no poseía una buena vista nocturna. Se escuchó un chiflido, proveniente del costado izquierdo donde estaban; le secundó otro detrás. -Nos están rodeando- Dijo Kromzer susurrando- ¡Vamos a la derecha! Tendremos que llegar a Cobán, aunque sea caminando. Anduvieron serpenteando un pequeño pasaje, por un tiempo considerable. A pesar de que nadie se quejaba, el frío se reflejaba en sus rojas narices. En ocasiones sentían que aún los seguían, en otras que estaban solos. Natalia recordó cuando, en su niñez, se perdió en una excursión con sus padres; el temor la hacía asfixiar la mano de su amado. Justo cuando Zirmatus iba a decir que estaban perdidos, de entre la poca neblina apareció cual gigante imponente: la muralla de Lila. -¿Ahora qué hacemos?- la voz de Mayteé era desesperanzadora. -¡La foto, la foto!- Dijo titiritando Natalia. -¿La foto? Oh, sí, la foto- El profesor sacó, de la bolsa trasera de su frepa [pantalón] el sobre. –Sebastián me dio una foto, de un hoyo en la muralla.


34 -Sugiero que vayamos a la derecha- dijo Kromzer- detrás de mí. Todos estaban dispuestos a salir de Lila, por aquél gran boquete; y descubrir por su cuenta si el virus era o no real. Pero bastó dar el primer paso para que se dieran cuenta que estaba rodeados. Unos diez hombres salieron de entre los árboles. Todos apuntaban con sus armas largas, haciendo parecer un juguete la RRR de Kromzer. -¡No hagan nada torpe y tiren su arma!- Gritó con severidad uno de los hombres. -¿Quiénes son?- Dijo Zirmatus. -¡No! La pregunta es: ¿Qué buscan profesor? Zirmatus reconoció la voz. Se trataba de Sebastián; un hombre maduro, fuerte y de corta barba; la pieza clave para ensamblar la repa.


35 Capítulo IV, A. La neblina se volvió tan espesa, que era difícil saber si estaban despiertos o en una pesadilla. No existía forma que conservara un racimo de lógica. El hecho de que Sebastián estuviese acompañado de un grupo armado, y dadas las circunstancias, denotaba subversión; cosa que en la historia de Lila jamás había ocurrido. Muchos, quizás todos, no comprendían palabras como: motín, emancipación, golpe de Estado, etcétera. Y ¿por qué intentar derrocar el régimen? Lila consiguió un Estado impensable antes del siglo XXI. La democracia, elemento clave para el desarrollo de las sociedades primitivas, era una abominación; el simple hecho de elegir entre “y” y “x”, no revelaba libertad sino estupidez. El destino de un pueblo no puede ser puesto a elección, pero sí a reflexión; no es un juego en donde los vencidos aspiran a ser algún día vencedores. La única misión del Estado, para los teóricos de Lila, era que sus componentes lograran libre y éticamente: la construcción, realización y culminación de un plan de vida. Por ejemplo, si deseabas estudiar música o arquitectura, siempre y cuando lo justificaras, era un hecho que Lila te ofrecería todo cuanto fuese necesario. Era, desde ese aspecto, lo que antes se llamaba socialismo; visto como un aparato absolutista que se encarga de repartir, por igual, lo que la colectividad generaba: dependiendo su propio criterio de justicia. Y sin embargo se le daba incondicional libertad a las partes para controlar o acumular el capital según lo creyese conveniente. La hambruna fue erradicada. Ciertamente no se alimentaban como las sociedades primitivas. A consecuencia del virus Recxos los alimentos eran pastillas, líquidos y pastas en tubos; por ello, enfermedades ocasionadas por una mala dieta, fueron erradicadas. Los crímenes eran nulos, no existían motivos; más cuando ocurría uno, era pasional o culposo. La penalidad de los mismos se determinaba


36 por un instituto especializado que no buscaba castigar, sino reincorporar al individuo en la sociedad. Por eso las leyes cabían en tres o cuatro hojas, pues cada individuo conocía, desde su formación, el bien y el mal. Y cuando tendían al mal obrar, el caso se trataba particularmente y no bajo un decálogo de leyes. Se podía decir que la justicia estaba esbozada bajo un utilitarismo de acto; que nunca se trasformaba en regla. Y si digo que se podía decir, es por la única razón de que la formación primaria de los individuos era ética y cívica, después, como a los diez años, los conocimientos históricos y ciencia básica; cambiante según el grado y orientación vocacional. Aquella nación, en pocas palabras, tenía por sinónimo al paraíso. De tal forma que las primeras palabras en pronunciar Zirmatus fueron: “¿Pero es acaso que estás loco Sebastián?” -No hay nada de locura profesor- intentando calmar su furia.- Nos preparamos para defender la verdad. -¿No entiendo? -¿Sabe cuántas personas descubrieron lo que en realidad pasó hace quinientos años?- nadie contestó- treinta personas profesor: ¡treinta! Y todas asesinadas por conocer un secreto. ¿Pero de qué pudieron ser culpables? -¿Asesinados?- preguntó Mayteé, sin creer que alguien pudiera asesinar. -Sí señorita, tal y como lo escucha. Su padre y yo seremos los próximos. La máxima autoridad sigue todas sus investigaciones. Yo estuve el día en que se decidió matarlo. Estaba seguro de no hacer nada, dejar que Zirmatus muriera sin saber la verdad. -¿Pero el virus existe?- cuestionó el profesor, como si no importase su vida. -No lo sé, quizás sí, quizás no. Nunca salí de Lila. -Imposible, simplemente imposible.


37 Los hombros de Zirmatus se encogieron. Por escasos segundos sintió ganas de llorar. “Tantos años, pensaba, intentando salir de estas murallas”. -Lo siento profesor. No existen los hombres burbuja –Dijo tristemente Sebastián, como quien da una mala noticia –Es cierto, tenemos una gran nación. El precio, profesor, es vivir en la mentira. Pero qué importancia puede tener, todos vivimos bien. -Recuerdo que una vez- Zirmatus se acercó y tomó su hombro – me preguntaste en el Pir y refiriéndote específicamente a los acontecimientos históricos: “¿Por qué habría de estudiar algo que no me sirve? -Para conocerte mejor- contestó Sebastián. -Sí. Un hombre sin historia, es un espejo sin rostro. ¿Qué tienes pensado? Sebastián los llevó a un pequeño refugio. Apenas terminaron de brindar y tomar la pastilla de los 11:00 pm, les explicó que Cobán no existía, que todo fue un plan por si llegaban a capturarlo. Explicó, además, las funciones que tenía como capitán de todo un batallón, desmintiendo la concepción de explorador y los hombres burbuja. Sus servicios como militar de Lila comenzaron cuando su padre le heredó su lugar y, pese a que él no quería, se vio obligado a tomar el puesto; cosa sorprendente pues, como ya dije, en Lila todos eran dueños de su destino. Continuó con un par de aventuras, a las que nadie prestó atención. Al ver las caras de aburrimiento (a excepción de Zirmatus) habló sobre el video. -En una ocasión- dijo -entré al sector Romero. Mi maldita curiosidad, maldita sea. Abrí una caja recién llegada de las afueras. Allí estaba el disco, sucio, empolvado. Pensé que era música; idea que surgió de las clases del profesor. Prendí una PC. -¿Qué es PC?- preguntó Natalia.


38 -Lo mismo que una Laptop, pero más grande- respondió Zirmatus, en un impulso de evidenciar su autoridad en el tema. -¿Aún sirve su generador de electricidad? ¡Me da gusto Profesor! -De hecho se quedó en el Mahata. ¡El Mahata! ¡Allí está el disco! -No se preocupe.- Sebastián señaló a dos militares y los mandó por el disco. –Ahora lo traerán. ¿Quieren un poco de Fedorina? Ya la había dejado, pero creo que el momento lo amerita. ¿Sabían que la Fedorina fue creada para no enloquecer? ¿no? Bueno, las ciudades son pequeñas y el calor… bueno, ustedes saben. En fin.- Sebastián fijó su mirada en el profesor, algo maliciosa. -Tengo que ser sincero. Al comienzo sólo quería que contestara mis preguntas y dejar, como ya dije, que la autoridad lo condenara. Ahora comprendo lo importante que son sus investigaciones y por ende su vida. No sé si tengamos una misión en Lila, y ahora en el mundo.- Agachó la cabeza haciendo una pequeña reverencia. –Usted, profesor, es la clave, la pieza final de los finales. La cara de Zirmatus se ruborizó un poco al escuchar la palabra mundo; además nunca se había sentido tan valorizado, ni cuando le dieron el premio por su trayectoria en la Universidad de Sarman. -Capitán- dijo un soldado –aquí está la máquina. -Bien hecho. Qué les parece si vemos juntos de nuevo el video. Así ocurrió. Todos volvieron a ver el mensaje del joven Sarman. -¿Existe la posibilidad de que el video sea ficticio?cuestionó Sebastián a Zirmatus, con abrumadora preocupación. -Lo dudo- dijo Zirmatus. –Discutía en el Mahata que existían un sinfín de símbolos. Llamo símbolos a todos esos elementos que no pertenecen a nuestra realidad. Por un lado


39 tenemos elementos visuales: como las escaleras de madera, o el objeto brillante en una de las paredes. Sí. Mira. Creo que puedo ser más claro con el objeto brillante. -¿Cuál objeto brillante?- preguntó Kromzer. -Volvamos a ver el video… justo cuando entran al cuarto… ¡Ahí! ¡Ahí! ¡Fan! ¡Fan! ¡Detén la imagen Sebastián! Ese objeto brillante, que al parecer es la figura de un hombre colgando de una barra vertical, es un adorno. Un adorno tiene la función de hacer más agradable la cúpula. ¿Ven? Esa es la única función: hacer agradable para los ojos una cúpula. Lo sé. Suena raro. El objeto brillante es la representación de la contemplación de un Puzah [enajenado]. Por otro lado vemos un lenguaje muy familiar. Sé que ninguno de los estados que nombran conocemos, pero al menos entendemos de lo que se está hablando. Eso sí es de extrañarse: ¿cómo es posible que, salvo algunas cosas, mantengamos incluso el mismo estilo de palabrear? Es como si no hubiesen pasado más de cien años. -Sí, eso también me pareció extraño- dijo Kromzer. -Por ahora- dijo Sebastián- Será mejor que me dejen con el profesor. Vayan a descansar. El Profesor indicó que era lo correcto. Nadie protestó o cuestionó su mandato. Los soldados les indicaron los lugares disponibles para descansar. Ya solos reanudaron la plática. -¿Qué puede cambiar? ¿Crees que ocho, o nueve hombres vencerán un ejército? -¡La verdad no puede ser vencida, ni con la más poderosa bomba!– Gritó Sebastián, como si las preguntas de Zirmatus lo ofendiera. -No puedo dejar que mueran. Ni siquiera sabemos qué pasó. -Usted lo descubrirá. Robé más documentos. Vea esta fotografía. Sí, es Sarman. -Lo que está en su pecho es… es…


40 -Sí, sí, el escudo de Lila. -Por los Sabios. Zirmatus estaba boquiabierto. Lila poseía un escudo emblemático: un círculo aprisionando un punto y custodiado por dos líneas horizontales y paralelas, finalmente la figura la atraviesa por la mitad una línea recta y vertical. Existían muchas explicaciones para el escudo, aunque la más expuesta desde la formación de los lilanos era que dicho escudo ejemplificaba las cinco ciudades (de Lila) atadas por líneas que las conectaban entre sí para ser en sí misma el uno. -Y esta noticia- dijo Sebastián pasando un trozo de papelrelata dos triunfos del Tercer Imperio. -Mira Sebastián, aunque lleguemos a nuestro objetivopensó un momento –moriremos sin poder hacer nada al respecto. Y no me importa mi vida; que bastante ya he vivido. Son lo jóvenes, recuerda que se trata de mi hija, su novio y mi compañera. -No, no. No ha entendido nada. Si el virus es un mito, podemos salir. Taladramos un hoyo, el que viste en la fotografía. Con las armas podemos defendernos de lo que esté más allá de las murallas. -Estás loco, completamente loco.- Zirmatus carcajeó como chiquillo. -Está bien Sebastián. Tráeme fedorina y prepara avena… la noche será larga. Pero antes dime ¿Si no existen los hombres burbuja, cómo consiguieron la caja de donde sacaste el disco? -Eso es un punto a nuestro favor. Yo tengo otra pregunta profesor: ¿por qué necesitan de un ejército tan numeroso, a qué le temen los sabios de Lila?


41

Capítulo IV, B. Natalia fue la última en dormir y la primera en despertar. La fidelidad que le tenía a su OP (lugar para dormir) fue la culpable. Por otro lado, nunca había dormido con una almohada hecha, o improvisada, con una Jira Rubal; absolutamente incómoda. Merodeó por la pequeña cúpula. La veía lúgubre, sin muebles, la pared estaba a medio pintar… e incluso las ventanas carecían de RAM [especie de cortina que, presionando un botón, cambiaba el panorama]; al suelo le faltaba el típico engomado azul y, en pocas palabras, parecía abandonada. El baño fue lo único que le proporcionó a Natalia alegría, pues estaba equipado por el torbellino. No estoy seguro si el torbellino fue el mejor invento en la historia de Lila, pero es un hecho que revolucionó el aseo de las personas: ya que el enjabonado y enjuagado lo proporcionaban diez mangueras que empapaban, con una deliciosa brisa, todo el cuerpo (ahorrando tal cantidad de agua, que las personas podían ducharse hasta dos veces al día). Natalia sonrió al recordar lo mucho que a Zirmatus le detestaba bañarse con ella. El torbellino de su cúpula fue diseñado para una persona, por lo que la única forma para que entraran ambos era abrazándose fuertemente (así aseaban sus espaldas), luego salían y entraban pegando sus glúteos (y aseaban ahora el frente de sus


42 cuerpo). Como le fascinaba jugar de esa manera a Natalia. Una vez intentaron tener sexo, pero después de que Zirmatus se fracturó la rodilla, no lo repitieron. Natalia bajó las escaleras. Salió de la cúpula. Entró de nuevo. Subió a cada cuarto. Bajó por segunda ocasión y entró finalmente a la habitación donde había dejado a su amado con Sebastián. -¡Se ha ido! ¡Se ha ido!- Natalia gritó con tanta fuerza, que todos bajaron tambaleando y con los ojos entrecerrados hacia donde su percepción indicaba estaba el epicentro del tembloroso grito. Cuando nos preparamos para conciliar el sueño, nunca se piensa en cómo vamos a despertar. Digamos que acomodamos una serie de elementos para prolongar el descanso; y esperamos a que algún objeto inanimado nos despierte de sopetón. Aquella noche el cuerpo se había preparado de la misma manera que cualquier cuerpo hace cinco, o siete siglos; y a la espera de que la Dhan45 indicara el momento de despertarse. Natalia había conseguido romper esa rutina. La primera en llegar fue Mayteé, quien vio arrodillada y escurriendo en lágrimas a Natalia, con una momo es sus manos. -¿Cómo que se ha ido?- preguntó con furia David, pues si existía algo que lo molestara era, en efecto, despertarse antes de tiempo. -Se… Zir…- Natalia no podía hablar. -¿Cómo que se ha ido?- cuestionó uno de los soldados, denotando que ellos mismos desconocían el paradero del profesor. -Él dejó una…- de nuevo sus lágrimas impidieron terminar el enunciado. Mayteé le arrebató de las manos la momo y leyó en voz alta y clara:


43 “Mayteé, Natalia y Kromzer. El Recxo no existe. Somos los hijos de la Heroica Resistencia Lila (HRL); conformada por hombres que se opusieron a la depuración del Tercer Imperio; del que no tenemos muchos datos. Algunas sectas poderosas en capital, en el siglo XXI, pensaron que la solución a los diversos problemas era terminar con la sobrepoblación humana. Su perverso crimen fue justificado por el bien del planeta. El nuevo orden. La idea principal era eliminar las razas inferiores y aglomerar las superiores en un espacio idóneo para su florecimiento; dejando que los animales volvieran a reinar la mayor parte de la tierra. La HRL, fue la resistencia, la raza inferior. De tal forma: somos los hijos de Sarman, el vencido, y a quien le dieron por caridad la tierra y el financiamiento para construir su nación. Lila es la ciudad de los marginados. Fuera de estas murallas existen otras civilizaciones, la de los vencedores. Y es evidente que la historia se nos ocultó para impedir la mezcolanza de razas con la raza pura. Nunca hemos conocido a los Sabios de Lila, porque, y es mi hipótesis, no existan tales; y de existir, éstos obedecen a los vencedores. Pero me temo que nos hacen falta piezas en el rubí [rubí: juego de niños] que hemos decidido construir. Sebastián y yo nos disponemos a ir por unos planos que, me ha dicho, marcan los lugares donde las razas superiores se aglomeran y, por si fuera poco, donde se han encontrado asentamientos de comunidades salvajes. Si nos capturan, lo único que puede mantenernos con vida es el video y la plants [esfera] que ahora tienen en sus manos. Poseen el más grande de todos los tesoros: la verdad. Mas si la oscuridad tocara la puerta de mi ser, que la última figura que pueda ver mi mente, sea la de mi niña, mi hermosa Mayteé [La garganta de Mayteé se quiebra y Kromzer lee por ella] y que mi último suspiro llegue al corazón de mi amada


44 Natalia. Kromzer, hijo mío, cuida bien de ellas, nada más valioso puedo entregarte. Los amo tanto, que me es tan difícil despedirme. Nos volveremos a ver. Hasta entonces. Ta Tá. Zirmatus Uno Ocho.” Pasaron cinco horas antes de que alguien dijera una palabra; y estas fueron: “¿Qué hacemos?”. El temor se intensificó al ver que los soldados les impidieron salir, explicando que era por su seguridad.

Capítulo V El sol desapareció la sombra del Mahata. Frente a ellos se encontraba el edificio G…; lugar donde habitaban, o se suponía que habitaban los sabios de Lila. Sebastián bajó e indicó que esperara el profesor en el Mahata. Hasta donde sabía Zirmatus, el plan era sencillo: entrar, tomar los planos e irse. El clima de Lila siempre fue sofocante. De todos los lugares para construir una nación era el menos idóneo. Hasta ese momento el profesor dio respuesta a esa gran pregunta: “si hubiésemos sido los únicos sobrevivientes habríamos elegido un mejor territorio. No cabe duda de que fuimos exiliados y sometidos a las exigencias del Tercer Imperio”. Desde luego que no concebía al Tercer Imperio. Le daba escalofríos imaginar en una raza pura; o el color de piel o las cualidades que los hiciesen puros.


45 Seguro, pensaba Zirmatus en voz alta, su tecnología debe ser más avanzada. Puede que nos visiten para estudiar el comportamiento de las clases inferiores. Ese hombre que camina, bien podría ser uno de ellos. Por su puesto. Incluso deben estar en mi Pir. ¿Sabrán de mis investigaciones? De conocerlas, seguro se mofarían de mí. De pronto, como un chispazo, pequeño corto circuito, (el profesor) cayó en cuenta de lo que ocurría. Sabía que no existía necesidad de su presencia: ¿qué finalidad, sino el simple hecho de acompañar a Sebastián, le trasladó hasta ese edificio? ¿Por qué no mandar a uno de los soldados? ¿Por qué exponerse? Pero lo más importante: ¿por qué guardaría el mapa en un edificio tan custodiado como lo era la matriz de los Sabios de Lila? En su mente sólo se presentó una opción a ejecutar: huir en el Mahata. Al ver que dos vehículos le impedían maniobrar su escape, dio cuenta de lo tarde que fue tal decisión. Abrió la puerta y echó a correr. En el acto dos personas derribaron a Zirmatus. Le colocaron la banda de aluminio en sus muñecas. Fue tan agresiva la envestida que, y pese al suelo engomado, la ceja izquierda del profesor se abrió, manchando de sangre el piso, su cabello y la Jira Fharná que le regaló Mayteé hace cuatro meses. -Lo siento profesor- dijo Sebastián quien veía todo a una distancia considerable. Los dos soldados sujetaron fuertemente a Zirmatus, revisaron si la herida era de peligro y, viendo un estado saludable, lo metieron al edificio. Desde luego que el hecho no pasó desapercibido. La gente que pasaba murmuraba u observaba de lejos. Entraron sin obstáculo alguno. Adentro todos miraban a Zirmatus; incluso los encargados de intendencia. Aquel instante fue tan extraño: nadie hablaba, por lo que se podía escuchar el


46 delicado sonido del aire chocar contra las plantas que adornaban la recepción. -Escriba las causas de la detención y llevarlo a la celda 45– dijo un superior mirando fijamente a Zirmatus… como intentando reconocerlo. Hasta ese instante el profesor se recuperó del atroz golpe. Las últimas palabras que Sebastián escuchó del profesor mientras era llevado a la celda fueron: “¡Traidor! ¿Qué pasará con mi hija? ¡Traidor!”. Lo arrojaron como bulto a la fría y oscura celda. Zirmatus gritó tan fuerte como le fue posible; pateó la puerta hasta lastimar su pie. La espesa saliva le escurría por la barba. Giraba enloquecido por la minúscula celda. Y entonces… ocurrió el milagro: el profesor lloró con lamento avasallador. Su agudo chillido consiguió que sus custodios sintieran haber cometido una injusticia, un acto deshonroso. Y si digo que es un milagro, es porque las Dhan45, las RAM y objetos inanimados no fueron hechas para llorar y, sin embargo, se sumaron a un sufrir verdadero; se debe a la única razón de que al profesor no se le miró derramar una sola gota en años; se debe porque yo, al escribir este pasaje de su historia, querido lector, también fui víctima de un lagrimeo involuntario. Cayó arrodillado y con la vista nublada por la sangre agolpada en sus ojos. Recordó el día en que vio por vez primera a su difunta esposa: Mónica, la de la bella Jira Mol amarilla, de nariz respingada y quien le regaló el ser más hermoso de la tierra: Mayteé. Recordó la maldición, esa con la que lo habían atormentado tanto tiempo en su niñez. Recordó cada lunar del cuerpo de Natalia y la foto de ellos juntos en el centro de la Universidad de Sarman. Vio la forma en la que Kromzer doblaba la pierna cada que se le corregía o se le indicaba que estaba en un


47 error. Estaba perdido, solo y sin esperanza. Sebastián, su alumno y amigo, lo había traicionado. * -¡Abran la puerta! Zirmatus logró ponerse de pie, sin poder limpiar sus lágrimas mezcladas con la sangre podrida. Quería hablar, decirles que no lastimaran a su familia, pero su seca garganta se lo impidió. -¿Que le hicieron a este hombre?- Dijo un anciano de túnica púrpura.- Quitarle el brazalete de aluminio. Llévenlo al nar [enfermería]. ¡Pero es que Lila se volvió loca! -No… no por favor –dijo débilmente Zirmatus. -¿Qué importa si voy a morir? Por… fa… vor… no les hagan daño y... – y cayó en un profundo sueño. -¿Morir? ¿Daño? -Excelencia –Dijo un custodio –es el prisionero del Capitán Sebastián. -Peor aún. Búsquenlo y encierren al Capitán. Lleven a este señor al Nar. Y si logra despertar súbanlo al concilio. -Sí su Excelencia. Cargaron de los hombros a Zirmatus, arrastrando sus piernas con dirección al salón del Nar. La herida había dejado de sangrar. Zirmatus, simplemente estaba desconectado de la realidad. “Serás papá, le decía Natalia en su sueño. Eso es imposible, no hemos hecho la solicitud para tener un hijo. Yo la hice. Imposible. Ve qué hermoso, se parece tanto a ti. Es niño. Se llamará Zirmatus. [De pronto la cara de Natalia se convertía en su madre, quien llora en una silla]. ¿Qué tienes mamá, por qué lloras? Por tu culpa Zir, siempre te portas mal. Ya me portaré


48 bien, no llores. ¿Lo prometes? Sí, seré bueno. ¿En verdad lo prometes? Sí, sí, lo prometo mamá. [La madre comienza a crecer e intenta pisarlo. Él corre por un túnel que lo lleva hasta una cúpula con muchas personas]. Profesor, ¿por qué corre? Profesor, profesor está infectado. No es verdad [se mira al espejo] por los sabios, estoy infectado [todos corren]. No, no corran, no estoy maldito. [Sebastián se mete a la cúpula desde una ventana con un cuchillo] lo siento profesor. ¿Por qué me traicionaste? Lo siento profesor. [Le pica con el cuchillo la cara].”

Capítulo VI -Nosotros guardaremos el mensaje- dijo un soldado tomando la esfera que Zirmatus dejó a sus queridos jóvenes. -¿Dice su nombre?- preguntó furiosa Maytee. Sin intercambiar palabras, el soldado salió con indiferencia de la habitación. Aquel suceso les dejó intrigados, pues hasta ese instante no habían recibido de su parte hostilidad alguna.


49 El soldado indicó a otro colega custodiar la puerta, ya que carecía de holograma para cerrarla. -Somos prisioneros- Dijo David. -¡No!- Replicó Natalia, quien se limpiaba con la Jira su empapado rostro. Mayteé se asomó por una pequeña abertura que poseía la precaria puerta. Corrió hacia la oreja de Kromzer y susurrando pronunció: “resguardan la puerta con arma en mano”. La habitación en la que se encontraban ya no tenía las mismas características que cuando subieron a dormir; los documentos, alimentos y demás objetos habían desaparecido. Kromzer inspeccionó cada rincón, sin encontrar nada que les fuese útil para su escape, sólo un tubo de bronce (que pertenecía a una descompuesta RAM) el cuál tomó. -¿Qué vamos hacer?- preguntó Natalia. Kromzer colocó su dedo indicé en la boca; indicándole que se callara. Señaló el techo de la habitación. Mayteé afirmó con la cabeza. Se subió en los hombros de David y arrancó sin hacer ruido el Muzún [esfera de cristal que abastece una habitación de energía]. -Tienen que poner mucha atención- dijo murmurando Kromzer –voy a correr hacia la puerta para lograr que el soldado salga impulsado contra la pared. Ustedes saldrán tan rápido como les sea posible. Cuando estén afuera corran sin separarse más de un metro; lo digo porque yo las seguiré y no me gustaría que termináramos perdidos. -No seas Puh- dijo Mayteé- no lo conseguirás. Tan pronto golpees a ese hombre, vendrán los demás. -Para eso tenemos el Muzún- replicó Natalia. -Exacto. La puerta de salida al bosque estaba justo a unos metros de la que estaban a punto de derrumbar, por ello el plan parecía tener coherencia.


50 -Bueno- dijo David- hagámoslo. Tomó distancia y justo antes de estamparse contra la puerta escuchó que algún efectivo bajaba de la rampa. -Vamos a ver cómo están esas mujeres- dijo un soldado – nos turnaremos, así que no dejes que nadie entre. Y no se preocupen ese Zirmatus regresará. El soldado entró sujetando su arma. Tan pronto vio a David, le indicó que se pusiese boca abajo y no intentara levantarse. Kromzer le obedeció. -No por favor- dijo llorando Natalia. –No nos asesinen. -¿Por qué nos hacen esto?- preguntó David. -Calla y no te levantes. Veamos. A quién elegiré: por qué no a las dos. A ver, quiero que se pongan de rodillas. Mayteé y Natalia le hicieron caso. El soldado bajó el arma y desabrochó su frepa, dejando ver su fálico miembro. -Tú, delgada… contigo comenzaré- dijo tomando por la cabeza a Natalia. Natalia no opuso resistencia. Haré un paréntesis sin saltar de párrafo, pues viene al caso la resistencia. Una violación era tan desconocida para los lilanos, como las focas marinas que Zirmatus esbozaba en su pir; por difícil que parezca no se podía conceder en esa época un acto de sometimiento sexual. Era, por ello, interesante dicha actitud de los soldados y totalmente razonable la poca resistencia de Natalia; hasta cierto punto, le parecía indebido lo que estaba a punto de suceder, sólo que no encontraba un argumento. -Abre la boca, puta- dijo con severidad el soldado. Natalia obedeció. Capítulo VII -No se mueva- le dice una enfermera al profesor mientras termina por darle la última puntada con la aguja.


51 -Fue un sueño. -Le digo que no se mueva… ya está. Como nuevo. -Señor, lo espero - dijo un soldado al tiempo que señalaba la puerta. – Tan pronto pase la anestesia, venga. Tengo órdenes de llevarlo con los Sabios. Zirmatus, por su parte, volvió a cerrar los ojos. No es que las palabras del custodio le fueran indiferentes, por el contrario, tenía que poner en orden todas las ideas que le pasaban por la mente. Mostraba principal interés en las palabras del hombre de la túnica púrpura: “Pero es que Lila se volvió loca”. Pasaron poco más de quince minutos, para que saliera del Nar. El custodio sonrió tímidamente al ver a Zirmatus. Subieron por un lujoso ascensor hasta el piso trece. Sus pupilas aún vagaban en aquellas palabras. Fue necesario darle un pequeño golpe en el hombro para que caminara. Se le indicó que siguiera por el pasillo y entrara en el cuarto que dice, en letras de oro, “Concilio”. En efecto, las letras eran de oro, o al menos eso aparentaban. El profesor las admiró por un momento antes de entrar; cada letra poseía, no sé cómo decirlo, quizás, sí, poseía vida. Rascó su barba, y, cuando por fin estaba en sus cinco sentidos, presionó el botón que solicitaba el permiso de entrada y… y nadie contestó. Después de presionar varias veces el interruptor, optó por golpear sistemática y quedamente. La compuerta ascendió. Una voz dentro de la habitación le indicó que pasara. Hermoso, simplemente hermoso, se dijo para sí mismo el profesor. Libros colocados en repisas doradas forraban por completo las paredes; a pesar de que no tenía ventanas, una cálida brisa golpeaba su cuerpo. Jamás había visto tantos libros, ni en la reserva para investigaciones supremas. Lo común siempre fueron las micas, donde se ponían las esferas proyectando el texto a leer.


52 -Hasta que tengo el gusto de volverlo a ver- dijo el anciano de la túnica púrpura, el mismo que había dicho: “pero es que Lila se volvió loca”. -Disculpe su Excelencia, no recuerdo haberlo visto. -“Sociedades primitivas: el mundo no explorado”. -¿Estuvo en la presentación? -Incluso me dedicó la caja de las micas- el anciano calló un momento –“Con cariño: Espero despierte al niño explorador que tiene dentro”. Claro que no llevaba estas Jiras. Zirmatus echó una pequeña carcajada que, sin motivo aparente, contagió al anciano. -¿No me matará? -¿Matarlo? Es la segunda vez que dice eso. No, para nada. Se trata de una gran confusión. Mandé al Capitán para que lo trajese ante mí; pero veo que malinterpretó su encomienda. Pero no se preocupe, ya descubriré el por qué de su extraña actitud y, desde luego, le mantendré al tanto de su rehabilitación. -Sigo sin entender. Sé la verdad. -¿De qué habla profesor? Zirmatus quería decirle que sabía la inexistente el Recxos; que tenía un video de la Heroica Resistencia Lila en voz de su dirigente Sarman; del Tercer Imperio vencedor y hasta poner en duda la autonomía de Lila. Pero, finalmente, pensó que lo mejor sería ver qué desea el anciano. -Nada, disculpe Excelencia. No sé lo que digo. ¿Por qué requiere mi presencia? El viejo calló por un instante y lo miró inquisidoramente. -Sabemos de la existencia de un arma capaz de destruir Lila. -¿Lila? Yo no tengo armas, ni siquiera se utilizar una RRR.contestó Zirmatus. -Lo sé, descuide. Me parece que usted no controla sus sentimientos… dije: “Sabemos de la existencia”. ¿Me esconde algo profesor?


53 -¡Fan! Usted respondería lo mismo si hubiese estado en mis gomas este día. El viejo guardó silencio nuevamente. -Bueno- continuó Zirmatus- ¿En qué puedo servirle? -Se trata del señor David Kromzer Hol. -¿Kromzer es mazaná [peligro]? No puede ser. -Ja ja, de nuevo se apresura. Creo que en vez de ayudar, lo perjudica profesor. El arma es una metáfora. La investigación del señor Hol pone en riesgo la integridad y el futuro de Lila. ¿Conoce a un tal Aristóteles? -No. -Pues bueno. Para dejarlo en claro: usted, profesor, está muy lejos de responder: ¿qué destruyó a las sociedades primitivas? No quiero menospreciar su trabajo. Por el contrario, se le ha negado mucha información. Sin duda alguna Zirmatus sabía que libros, documentos y algunas piezas de los museos no tenían congruencia entre sí; pero jamás pensó que fuera un plan confabulado por las máximas autoridades. Siempre lo explicaba diciendo: “Es por la ineptitud de los hombres burbuja, siempre traen lo que no sirve”. -¿Y qué relación hay entre Kromzer y Aristómeles? -Aristóteles profesor. El señor Hol pidió cambiar su investigación de titulación hace dos meses. El título es contundente: “Scientia itaque Philosophía”. ¿No se lo dijo? ¿No? Supongo que ha deseado sorprenderlo. -¿Qué significa?- preguntó Zirmatus enojado. -Es latín- echó a reír al ver aún más la confusión del profesor- ja ja, es una lengua muerta y viva en nuestras conversaciones. ¿Cree que estoy aquí sólo por ser viejo? Bueno. El título por sí mismo nos causó angustia: Ciencia y filosofía. -Jamás escuché la palabra filosofía- dijo el profesor con el dedo índice en su boca.


54 -Digamos que es algo que la gente no debe conocer.- Sacó de su bolso una cajetilla de ganchos de pasta y otra de fedorina– Acompáñeme con uno. -No puedo decirle dónde se encuentra Kromzer- dijo mientras prendía el insípido gancho de pasta. -Por Dios profesor, pero en qué momento dije que deseaba su paradero. Bueno, supongamos que deseo la cabeza del señor Hol: sabe que lo podemos encontrar ¿verdad? Seguro que el Capitán deseará ganar adeptos. Se equivoca de nuevo profesor. No quiero que me diga dónde está. Abrió un cajón y depositó en una repisa seis libros. -Estos libros- retomó la palabra el anciano -los hemos extraído de la casa del señor Hol. Sólo falta uno, según la lista de su protocolo de investigación. ¿Nos entendemos? Quiero ese libro. ¡Quiero ese libro! -¿Qué pasará con Kromzer?- Zirmatus intuía que, tan pronto como tuviese en su mano aquel libro, lo matarían. -En ocho años se los regresaremos- el viejo guiñó el ojo. – Dígale que tendrá que esperar. Zirmatus entendió en el acto, pero no se alegró; había pasado tantas cosas que nada era ya seguro para él. No obstante accedió a llevarle el libro. Quiso también ver el título de las obras tiradas, pero antes de que pudiera acercarse lo suficiente fue sacado de la habitación. Caminaron por el pasillo silenciosamente. En el fondo se lamentaba no prolongar la plática para desenmarañar los planes del Sabio, sentíase impulsado por salir cuanto antes y reunirse con su hija, Natalia y David. Por primera vez pensó en lo asqueroso que era la pasión; esa ceguera que lo tiró del cómodo asiento en el que se encontraba. Qué importancia podría tener la existencia del Recxos si no podía compartir tal aventura con sus “otros” que lo hacían sentirse “él”: único entre los lilanos. Sonrió


55 al recordar uno de sus postulados: la historia de la humanidad no comenzó en origen de la herramienta, el conocimiento u lenguaje, sino en el “otro” haciendo herramientas, conocimientos y lenguajes. El custodio se irguió en cuanto vio al Sabio, hasta hizo una pequeña reverencia. Por su parte, el viejo ordenó que no los acompañara, que él mismo trasladaba al profesor a la salida. Mientras bajaban Zirmatus pensaba en Lila, en su tecnología, en los tantos problemas erradicados y, sin embargo, veía con claridad la misma esencia que en el principio de los principios: los otros en el uno. Madre, padre, abuelos, hijos, viuda, huérfano, nada había cambiado; quizás el término “pame”, dicho a los padres que perdían hijo o hijos. -¿De qué Dios habla?- preguntó Zirmatus sarcásticamente, mientas bajaban por el elevador. -¿Dios?- la cara del anciano se ruborizo por completo- ¿Qué significa esa palabra? -No lo sé, usted la dijo mientras discutía sobre el libro. -ja, ja. ¡Oh! Dios. Bueno. Mmm. Entre los sabios decimos mucho esa palabra. Sólo es para denotar asombro. Nada importante profesor Zirmatus. En los labios del profesor se dibujó una sonrisa maliciosa: después de tantos golpes recibidos, había conectado uno. El anciano lo escoltó hasta el Mahata. En la calle una muchedumbre comenzó a agolparse; ver a un Sabio era más emocionante que ver a un nuevo animal disecado en el museo de Fermun. Tan grande fue la densa cortina de personas, que el Sabio se despidió con rapidez, indicando que no existía la necesidad de traerle el libro al G., él iría personalmente a su cúpula, que no se preocupara por su vida, prometiendo decirle el por qué de la actitud del Capitán: -Tiene cinco horas profesor.


56 -Podría responderme una última pregunta: ¿a qué nombre dediqué mi trabajo? -Usted quiere saber ¿cómo me llamo? -Sí. -Lamento decir que nosotros (los sabios) no tenemos nombre. Vaya con cuidado profesor.


57

Capítulo VIII

-Abre más la boca, chingada madre- gritó el soldado zarandeando con fuerza la cabeza de la joven. El miembro erecto del uniformado rozó los labios de Natalia. David limpió las lágrimas de sus ojos. Su dedo índice jaló un poco del líquido nasal, al tiempo que inhalaba el restante. -Ahora lo entiendo- dijo mientras se levantaba. -¿Qué dices? Tírate al suelo o te asesino. –Tú no eres de Lila. Natalia y Mayteé se arrastraron a una de las esquinas. Kromzer, en cambio, caminó con rigidez hacia el soldado, sin dejar de ver sus ojos; mientras que aquél abotonaba su frepa. -Un paso más y te asesino- repitió el soldado apuntando con su arma. -No me vas a matar. Tú no eres de Lila. -Por… por qué… dices eso- el soldado comenzó a tartamudear. -Por el modo en el que hablas, por el intento de someter a una persona sexualmente, porque la palabras puta y chingada no es de Lila, porque tu frepa tiene botones, por las bolitas que cuelgan de tu cuello: ¿de dónde eres? El soldado bajó su arma. Sonrió con perversidad. Estaba a punto de responder cuando, inesperadamente, Mayteé lanzó a la


58 cabeza del soldado el Muzún, el cual se quebró en el acto descargando su energía. El soldado cayó en profundo desmayo. Kromzer tomó el arma; la abrochó a su muñeca de la misma forma que una RRR. -Vamos- dijo, indicando con su mano que se pusiesen de pie. Dio un grotesco jadeo y se lanzó contra la puerta. Las dos jóvenes le siguieron. Tal y como lo tenían planeado, el custodio salió proyectado. El ruido retumbó en cada rincón de la cúpula. Antes de que se lograra poner de pie, Kromzer lo golpeó con el arma en la quijada. Arriba se comenzaron a escuchar los acelerados pasos de los demás efectivos. -¡Corran!- Grito David. Mayteé y Natalia salieron. Por su parte, David disparaba con dirección a la rampa por la que intentaban descender los soldados. Jamás había disparado un arma tan potente, por lo que desconocía cuántas barras poseía; suponía que eran bastantes, pero desconocía el número exacto. No transitaron más de cinco minutos, cuando el medidor de cargamento comenzó a disminuir. David sabía que alguno de los botones laterales cargaba periódicamente el arma: ¿pero cuál era el indicado? Presionaba y presionaba, pero ninguno activaba la recarga. El corazón latía con tanta fuerza. Los dedos se le acalambraron. Y fue cuando los soldados bajaron disparando. David quitó el arma de su muñeca y la aventó para escapar. Mas al momento de caer, como milagro, el arma se recargó disparando automáticamente. Se detonaba sin control girando sobre su propio eje. Aquel afortunado momento le dio el tiempo necesario para perderse en el bosque.


59 Natalia y Mayteé seguían corriendo sin dirección alguna. No pensaron en David, hasta que sus cuerpos se agotaron. -¿David? ¿David?- preguntó alarmada Mayteé. -Hay que esperarlo. -¡No! Debemos regresar, Natalia. -¿Regresar? Imposible. -Lo dices porque no te importa David. Sólo te importa tu vida. Yo voy a regresar. Mayteé dio la vuelta y antes de correr hacia la cúpula, salió David. -Tenemos… que irnos- dijo con esfuerzo Kromzer. -Sí- contestó Natalia. Se adentraron al bosque. En momentos caminaban, en momentos corrían.


60

Capítulo IX

Las tres ruedas del Mahata temblaron al llegar a la velocidad “ce”; que por cierto era su máxima velocidad. Ciertamente los vehículos no servían mas que para andar en zonas urbanas; cuando se deseaba visitar, por ejemplo, la ciudad de Tergo, se transportaban por Magfly: un encogido tren que se deslizaba (propulsado por nitrógeno) a través de rieles magnéticos. Blanca, blanca era la pintura que cubrió los pensamientos de Zirmatus. No tenía caso alguno seguir razonando lógicamente: Lila se había vuelto loca. Sin embargo, dentro de él crecían las ganas de fumar Fedorina, de no bañarse, de tener sexo con Natalia hasta desfallecer, romper los libros, escupir a sus alumnos; sentía asco de ver la pulcritud de su sociedad, de ese mezquino conformismo. El estomago estaba tan intoxicado de pasiones, que sintió la necesidad de vomitar; de regurgitar cada pastilla, tubo o bebida energetizante; cada dogma y costumbre, en fin, desechar de sus entrañas la palabra Lila.


61 Detuvo el Mahata. Corrió hasta el árbol más próximo y abrazándolo tiernamente, en el intento más sano de purgar su dolor, vomitó un líquido amarillento. Tosía con tanta fuerza que estaba apunto de arrojar (como flemas y de uno en uno) el esófago, pulmón, laringe y hasta el esternón. Subió nuevamente al Mahata, pero esta vez con los ojos llorosos de tanto flagelar su estómago. Somos niños, se decía para sí mismo mientras escupía por la ventanilla los rastros de la bilis adherida al paladar. No somos mas que niños: inocentes e infinitamente puzah. Regresó a la misma velocidad. Por un momento, en un acto suicida, quitó las manos del tablero [para manejar un Mahata, era necesario poner ambas manos en el tablero; con el deslizar de los dedos se daba dirección y velocidad]; no sé si quería morir, no estoy tan seguro. Justo cuando el Mahata estaba por salir del camino, vio, en forma de espejismo, a Mayteé, Natalia y Kromzer. Se reincorporó en cuestión de segundos, sin perder de vista los cuerpos que, a cada metro, se volvían más nítidos. De pronto, como siempre, otro corto circuito hizo que Zirmatus detuviera el Mahata. “La Yaka de Kromzer”, fueron las palabras que, como foco Tok23 a punto de fundirse, destellaron un par de veces en su mente. Volvió a detener el Mahata y fue a la cajuela. Sin más demora, que la que sus torpes manos le proporcionaban, indagó cada bolsillo de la Yaka. No tardó en encontrar el libro. Era verde, de pasta gruesa y, como todos los libros del centro especial de historia (CEH), totalmente roído por los años. Al abrirlo, un delicioso olor, mezcla de tierra seca y corteza podrida de árbol, lo embriagó; fue a tal grado su éxtasis que cayó contra el suelo. Sus ojos corrieron sobre las palabras, como un Magfly sobre sus rieles: “…a un insensato. El hombre racional obra siempre en vista de alguna cosa, y esta mira es un fin, porque el objeto que se propone es un fin.” Brincó diez o quince páginas. “Ciertos


62 filósofos pretenden que una cosa pueda ser y no ser, y que se puedan concebir simultáneamente los contrarios. Tal es la aserción de la mayor parte de los físicos”. Volvió a brincar otras diez páginas. “La filosofía primera abraza, sin excepción, el estudio de todas las naturalezas”. La mano de Kromzer sujetó el hombro de Zirmatus. Lo que había visto momentos atrás no era un espejismo, sino que en efecto se trataba de Kromzer, Mayteé y Natalia. -¿Por qué salieron de la cúpula? -Preguntó sin dejar de leer el libro. Su pose estaba petrificada, como si fuese una gárgola jorobada. -¡Corrimos peligro, los soldados se mostraron mazaná!Contestó furiosa su hija –Tuvimos que huir. No fue fácil. Después pensamos que corrías el mismo destino, así que emprendimos a tu búsqueda. Tan pronto llegó Natalia, que se había quedado atrás por la sofocación que la caminata le propició, lo abrazó llorando: “Quién te lastimó, amor mío”, repetía. Cierto, la idea de los tres chicos era rescatarlo o cumplir, junto a él la misma condena. Cosa que no discutieron en el bosque, sino hasta entroncar con el camino que los llevó hasta Cobán; o salían de Lila por el boquete, o volvían a Sarman por el profesor. Pero no contaban que el camino para llegar al centro de Lila fuera tan extenuante; a una hora de emprender la travesía ya poseían suficientes ampollas para no despertar al otro día. Lo único que los mantenía en pie, era la esperanza de encontrar un vehículo que se compadeciera de ellos y los llevara hasta el centro ¿o sería el profundo amor hacia Zirmatus? -¡Bah! Todo es culpa de Aristómeles- dijo secamente. -Aristóteles- corrigió Kromzer en el mismo tono que el viejo sabio.


63 -Sí, sí, cómo sea. ¿Por qué cambiaste el tema y la dirección de tu proyecto? ¡Dime! ¿Cuándo pensabas decirme de la existencia de tus libros? -No entiendo profesor. Estábamos a punto de morir. Corrimos mucho mazaná. ¿Es acaso que no le importa lo que pasamos? No entiendo- replicó confundido Kromzer. -Oh, sí que entiendes David. -Se levantó, quitando bruscamente los brazos de Natalia (que lo amarraban tiernamente) y comenzó a empujarlo, como si deseara pelear con él. – ¡Dime, qué esperas! Pensaste que sería tan mezquino, creíste que te robaría, o es acaso que esperabas coronarte como el mejor investigador de la universidad de Sarman. -Lo siento Zir… -¿Sabes cuantas personas hoy me han dicho que lo sienten? Además no te dije si lo sentías. Natalia y Mayteé se alejaron un poco, sin tener la mínima idea del tema en cuestión. Aunque en el fondo pensaban que era irrelevante a comparación con lo que habían vivido horas atrás. -Lo siento, no sé qué me pasó. Quería decírtelo, pero estaba seguro que se prolongaría más- Kromzer tomó un respiro – Pensaba regalarte el libro, tan pronto terminara mi investigación. Lo juro. Y no sólo ese, tengo más. -¿Hablas de los libros en latín? deja te informo que esa investigación no saldrá. Ya tienen todos tus libros, y sólo hace falta uno. Si lo entregamos podremos regresaremos a nuestra vida académica, mmmmm, deja lo académico, a nuestras cúpulas. -Pero- se entrometió Mayteé –¿Qué tiene que ver el libro con la Heroica Resistencia Lila y el virus? ¿Qué tiene que ver con la aparente rebelión de los soldados del Sebastián? -Todo fue un error. Los Sabios no saben de la existencia del video. Un complot de Sebastián –los enunciados de Zirmatus no poseían coherencia y, sin embargo, le entendían –Quieren el libro, y la promesa de que no diremos nada sobre su existencia o


64 lo que dice. Al parecer, según entiendo, los libros tienen la fórmula para destruir a Lila. Para destruir la asquerosa parsimonia en la que vivimos. -¿Entraron a mi cúpula?- preguntó confundido Kromzer¿Cómo supieron de los libros? -Tú mismo se los dijiste en Burx donde solicitas la validación del tema. -Soy un Puh- dijo golpeando su cabeza –un completo Puzah. Esos libros son todo lo que me queda de mi padre. Él me los regaló poco antes de morir. Sólo quería que continuara sus investigaciones; nadie tenía derecho a quitármelos. Me pertenecen- Kromzer cayó sobre sus rodillas. –¡Fan! ¡Fan! –y comenzó a llorar. Le habían quitado, después de Mayteé, lo más preciado en su vida. Zirmatus fue tan severo con el joven, que al verlo caer se sintió culpable. Caminó con las manos abiertas, como las puertas de la sala de profesores en la universidad de Sarman. Una vez que su pecho chocó con la cabeza de David, sus brazos lo cobijaron con fuerza avasalladora. Por un momento desistió el bufido del aire, y las flores dejaron de aromatizar la carretera. Delicada y cuidadosamente, con el ritmo de una pluma viajera, se integraron Natalia y Mayteé. El planeta, la luna y el baile ardiente de las estrellas se congelaron; el tiempo se detuvo para tomar una zii [fotografía]: cósmica, mágica. Dieron cuenta de que sólo el amor había conseguido mantenerlos juntos… vivos. Subieron al Mahata, con dirección a la cúpula de Kromzer. Los primeros treinta minutos guardaron silencio. Sus mentes estaba dispersas: Mayteé pensaba en la farsa del virus, e imaginaba la posibilidad de salir de Lila a conocer el mar; Natalia no dejaba de pensar en por qué someter sexualmente a una persona, qué enfermedad hacía actuar al ser humano de esa manera; Kromzer batallaba con la culpa, sentía un fuerte dolor en el pecho, mismo que sobaba constantemente; y Zirmatus, a


65 diferencia de todos, sólo percibía ciertas palabras que lo acongojaban: filosofía, fin, ser y no ser”. Natalia, la más despistada, fue la primera en romper la divagación: “¿Qué pasó, Zir?”. Por supuesto que sólo quería saber cómo se lesionó la cabeza… y nada más. Él, por el contrario, les platicó con sumo detalle lo sucedido: desde la traición de Sebastián, el cómo se abrió la ceja, el tiempo encerrado, la enfermera del Nar, el custodio, hasta el extraño sueño y la amabilidad del viejo de la túnica púrpura. Detalló, con gran memoria, la conversación que tuvo con ese anciano. -No debemos hablar del video- dijo finalmente el profesor. –Tenemos que ver qué hace Sebastián. -Papá, ¿y si es una trampa? -Lo dudo mucho, pero no podemos dejar esa posibilidad. Zirmatus comenzó a reír, asustando a todos: No lo van a creer ja ja y menos tú, dijo señalando a Kromzer, ja ja los Sabios de Lila creen en Dios. ¿Lo imaginan? Ja ja. Es el precio de tan gran responsabilidad. Kromzer sonrió tímidamente pues, dentro de su cabeza, intuía el por qué. -Los soldados de Sebastián no son de Lila- dijo David Kromzer. -¿Ah?- la expresión de Zirmatus fue graciosa. Kromzer le informó sobre lo ocurrido; con el mismo detalle que utilizó el profesor para relatar lo que por su lado vivió. Pararon el Mahata para dar un respiro y prender fedorina. -Entiendo lo que dices, y estoy en total acuerdo- dijo finalmente Zirmatus –Pensemos en el siguiente panorama: por un Fracar [esquina de una RAM] tenemos a un Sabio de Lila argumentando que el tal Aristómeles-Aristóteles-Aristojeles pone en riesgo la integridad de los Lilanos y, por el otro, que por cierto nos escandaliza más, están estos supuestos soldados infiltrados. En el segundo de los casos cuesta mayor trabajo de entender,


66 puesto que me buscaron para saber la inexistencia del virus; suena a puh que no perteneciendo a Lila se preocupen por algo sabido en su cotidianidad. -Sin embargo- se entrometió Natalia –Podría ser que el lugar de donde vienen sean engañados de la misma manera. Y que hayan ingresado con alguna especie de trajes estilo hombres burbuja. -Lo dudo- replicó el David Kromzer- quizás se trate de una invasión.

Capítulo X Llegaron a las 7:15 pm. (Disculpa si hago un paréntesis, querido lector, pero veo necesario aclarar que nunca supe la forma en que medían el tiempo en Lila. Ciertamente tenían un aparato en el dedo meñique que sonaba cíclicamente de la siguiente manera: estridente, tenue, tenue, tenue, estridente sonido específico; con relación a los sonidos específicos conté dieciséis tipos).


67 Según lo pactado con el Sabio de Lila, llevaban aproximadamente una hora de retrazo. Por ello Zirmatus no se sorprendió al ver las cuatro camionetas RT625 estacionadas en la periferia de las cúpulas donde vivía Kromzer. Las RT625 eran vehículos exclusivos de los funcionarios de Lila. Nada diferentes al Mahata o a los vehículos convencionales, a no ser por la carrocería opaca; bueno, y en las ventanillas con RAM relucía el símbolo emblemático de Lila. -¿Son ellos?- Dijo con horror Natalia. Hasta ese día, nadie en todo Lila había sentido miedo por su engranaje; incluso, a no ser por la exposición de un Sabio, una RT625 era tan insignificante como el filo de las líneas [barra al costado de las banquetas: las cuales alimentan a los vehículos de IPS]. -Sí- respondió Kromzer- Será mejor que vaya solo. Además todo es mi culpa. -Iremos los dos. -La voz del profesor era determinante. -Mayteé y Natalia: Si pasara algo, cualquier cosa, no duden en huir -encogió los hombros –deberán salir de Lila. Busquen el hoyo en la muralla. Es un hecho que el virus no existe. Lo sé y lo saben. Kromzer y Zirmatus bajaron, sin despedirse o añadir alguna frase esperanzadora. Caminaron con firmeza hacia las camionetas. Justo en el pórtico de la cúpula estaba el anciano, con postura impaciente. Mientras se acercaban Zirmatus se lamentaba haber dejado a su hija y a Natalia en el Mahata. -Pensé que no llegarían- dijo viendo con alegría a Kromzer. –Por fin tengo el honor de conocerlo, señor Hol. -Ya me tiene aquí- Respondió Kromzer totalmente desanimado- Me rehúso a entregar el libro sin una justificación.El anciano lo miró irasciblemente. –No me malinterprete. Los libros fueron un regalo de mi padre.


68 -¿Su padre?- Calló por un momento, como intentando hacer memoria.- No se preocupe señor Hol, ya le he dicho al profesor que los regresaremos a su debido tiempo. Su investigación no saldrá. ¿Sabe cuánto daño pudo ocasionar si su investigación se hubiese difundido en nuestra sociedad? -¿No entiendo? ¿Qué daño?- preguntó el joven. –La gente vive lo que muchos filósofos idealizaban, de hecho la concepción de felicidad que tenemos está basada en la postura aristotélica y eso… y eso se nos enseña en nuestros primeros estudios; claro está que no dicen el nombre, pero la esencia es totalmente filosófica. -Sí, mucha filosofía se enseña. Pero señor Hol- soltó una pequeña carcajada –No es lo mismo enseñar o imponer una forma de actuar en nuestra sociedad basada en cierta filosofía antigua, que hacer o pensar filosóficamente. Ja ja. -Su excelencia- interrumpió el profesor –No entiendo sus palabras. ¿Qué es filosofía? Me imagino algo sumamente terrible. -No, no, para nada profesor- contestó el anciano –sin embargo no encuentro palabras para describirla. -¿Existe un ejemplo? -Veamos.- Dijo pensativamente el profesor -Daré un ejemplo: Yo no existo, ¿podría afirmar eso profesor? -Es evidente que existe, lo puedo ver- Contestó Zirmatus. -¿tocar? -Si me lo propongo puedo tocarlo. El anciano sonrió, sentía explicarle el por qué no puede haber animales en Lila a un Phuza. -¿Y no podría ser un sueño? -Bueno, podría ser. -¿Podría ser y podría no ser? Suponiendo que es… ¿cómo es posible que pueda verme en su sueño si no existo?


69 -Creo- contestó el profesor haciendo un terrible esfuerzo – que puedo verlo en mi sueño porque ya antes, despierto, lo he visto. -Bien. Supongamos lo siguiente: existo, entonces mi existencia también es reflejo de algo no existente: como su sueño. Pero si muero y sueña conmigo ¿existo? ¿Qué hace que exista? Por unos segundos, se evidenció un silencio terrorífico. -¿Eso es filosofía? Es absurdo preguntarse si existe o no una persona y… -Y si usted muere profesor: ¿existo o muero con usted? El profesor sabía que era una tontería, sin embargo tenía miedo de contestar. En su interior radiaba una fuerte excitación; muy parecida, sino es que igual, a la primera vez que desnudó a Natalia. En aquella ocasión, quitarle cada ensamble de su jira, incrementaba el golpeteo de su pecho. Se jugaba la vida al llegar a la última prenda: ¿cuál es el tope de la excitación que puedo acumular? De igual forma, en el fondo, Zirmatus no sabía si al desenmarañar la absurda idea de existir o no… se autoaniquilaría. –¡Fan!- alzó la voz Zirmatus- de cualquier forma, parece incoherente pensar que pone en riesgo a Lila. -Tiene toda la razón, sólo se trataba de un ejemplocontinuó el anciano – no hablemos más del tema y denme el libro. -Filosofía, profesor- dijo Kromzer - Significa fada [palabra obscena para decir sexo] con el saber. El filósofo es aquel que disfruta, o le estimula buscar la verdad. La palabra “verdad” hizo sentir un escalofrío al profesor. -Yo no lo diría con esas palabras señor Hol. El filósofo sólo busca saber la verdad sobre cosas absurdas, como la existencia. -No es absurdo- la voz de Kromzer se tornó retadora – Zir, podría ser que yo fuera una invención de su cabeza y que justo estemos en el siglo XX, XXI ó XXII. Es probable que tus conocimientos históricos, esos que das en el pir y te han dado


70 tanto prestigio los hayas aprendido en la cotidianidad: antes de entrar a este mundo ficticio. ¿No es probable? Podría ser que no te llames Zirmatus... que estés en un Nar… que todo sea un producto de tu mente y entonces: ¡existo o existo contigo! Zirmatus dio un par de pasos hacia atrás. -No es para tanto- dijo el Sabio. -Pero no se preocupe- continuó Kromzer –mientras no filosofe no podrá saberlo. Por el momento basta con entender que es una búsqueda incansable e insaciable por la verdad. -Aún así a eso se le llama ciencia- murmuró Zirmatus, quien seguía aturdido. -Tiene razón profesor, ahora darme el libro- dijo el anciano. -Parece ser lo mismo, pero no es así profesor- contestó con osadía Kromzer -Ciertamente ciencia y filosofía buscan la verdad. La ciencia busca la utilidad, la eficiencia. La filosofía lo hace por fada. No espero que lo entienda. Su excelencia- sus ojos desafiantes se volcaron al Sabio de Lila- No veo el motivo de la censura. Mi investigación explica que la filosofía escudriñaba en darle un sentido al ser humano y, además, se buscaba construir la utopía, la… -¿La República señor Hol? ¿Posee más libros? -No, Aristóteles es lo único que me queda. Las últimas palabras de David Kromzer fueron temblorosas, por lo que el anciano dudó de su respuesta. -No le importa si volvemos a revisar su cúpula, ¿verdad? -Puede hacerlo, excelencia- contestó el profesor molesto- ¿o le pidieron permiso a Kromzer de extraer sus libros o entrar en su cúpula? -Está en lo cierto- dijo el anciano –Bueno, uno de los principales intereses de la filosofía fue construir la República, el Estado perfecto. Cientos de sistemas políticos fueron creados, hasta que nació... -Lila- dijo Kromzer.


71 -Así es Hol. Gracias al Recxos, el sueño de la filosofía se hizo realidad. ¡Lo conseguimos!- gritó excitado –Pero, pero, pero la filosofía es lo único que puede atentar contra Lila. -¡Imposible!- exclamo Kromzer. -Hace un momento puso en riesgo la mente del profesor con sus aventuradas preguntas. -Pero esas preguntas no afectaron al hombre salvaje- replicó Kromzer. –Muy por el contrario. Por un momento callaron, y pensaron cada quien por su parte. El anciano miraba fijamente al muchacho, con cierto desagrado. -Veamos, señor Hol. Dejemos de lado el ser o no un sueño, o ser o no ser un paciente del Nar: ¿Le parece que Lila es perfecta? ¿Dentro de lo perfecto está la libertad? De ser así: ¿El hombre realmente es libre, tiene voluntad? ¿No es un sistema patriarcal? ¿Lo mejor será la Anarquía? ¿Qué es Anarquía? ¿Somos dueños de nuestro destino? ¿Qué somos? ¿Qué es Lila: posibilidad, represión, enajenación? Las preguntas crecerán exponencialmente. Y un día… -La revolución- dijo agachando la cabeza Kromzer –Lo comprendo. -Quizás sea la naturaleza del hombre- Dijo Zirmatus. -¿Ve señor Hol? ¿Lo puede ver?- Gritó furioso el ancianoNo ha sonado el tiempo y el profesor ya habla de la naturaleza del hombre. ¡Dame el libro! -¡No!- Dijo severamente Kromzer. -¿No?- respondió el anciano –Mi paciencia se está agotando. Te he dicho que serán devueltos y me dices que no. Kromzer retrocedió dos pasos, daba la impresión de que se echaría a correr. Tomó el libro con la mano izquierda, y con la derecha sacó de su Jira Rubal un sopletillo. -¿Por qué no lo desaparecemos? -¡Estás loco!


72 -¿No dice que debemos borrar el rastro de la filosofía? -Ja ja- el anciano regresó a un estado de parcimonia- Hol, Hol, querido Hol. Tengo una sorpresa para ti y para el profesor. El anciano extendió sus manos al aire. El profesor y el joven lo miraban confusos. Le hablará a Dios, pensó Zirmatus, ¿en verdad existe? Al momento de bajarlas, se abrieron las puertas de la camioneta RT625. Sólo era una señal. Descendió un hombre y una mujer de túnica blanca. Zirmatus no podía creer lo que veían sus ojos. -Karín, Isa- Dijo el profesor. -¿Qué significa todo esto? Ambos hicieron una reverencia pero no hablaron, por el contrario se mantuvieron alejados y serenos. -Señor Hol, ellos son los futuros Sabios de Lila. Cabe mencionar que ellos fueron, igual que usted, alumnos del profesor. Hol, dentro de poco será llamado para ocupar mi lugar. Kromzer volvió a retroceder, estupefacto de aquellas palabras. ¿Podía ser posible lo que había escuchado? Jamás, en su corta vida, le había pasado por la cabeza aspirar a un cargo tan privilegiado. El anciano aprovechó ávidamente su confusión y, acercándose a David, le arrebató el libro de sus manos; pasándolo cuidadosamente a Karín, quien lo resguardó bajo su túnica blanca. -No hay nada de qué temer- continuó diciendo.- La filosofía sigue viva, sólo que ahora está domada. La filosofía es poderosa, nada la detiene y nunca está satisfecha. Es por eso que debe ser enjaulada. Y esa jaula se logró construir con la máxima verdad, señor Hol. La máxima verdad que dice: ninguna pregunta tiene respuesta. Detuvimos el péndulo en Lila, y no en el caos. -¿Domada? Imposible. ¿Cómo dejar de preguntar? -Fácil: dejamos de pensar en si existimos o no existimos.Con la mano derecha tomó el hombro de David y con la izquierda a Zirmatus- No hagan nada torpe. Nos veremos pronto.


73 El anciano se subió a la RT625 sin añadir cosa alguna. Karín e Isa no se despidieron, caminaron como muertos en vida detrás del anciano. Apenas partieron las camionetas, llegaron, de entre la oscuridad, Mayteé y Natalia; ambas abrazaron a sus respectivos amores. El profesor indicó que lo mejor sería tomar un poco de avena en la cúpula de David; para relajarse de lo sucedido o, simplemente, asimilar cómo sería de ahora en adelante sus vidas. Fue sorprendente ver lo ordenada que estaba la sala y cuartos aledaños. Todo permanecía en la misma posición; e incluso aparentaba estar aseado. Desde luego que no bastó ver ordenado el lugar para David quien, apenas puso un pié dentro, inspeccionó cada cajón; vio si estaba completa su ropa y hasta revisó el torbellino. Ya más tranquilo preparó la avena. Después se reunió con los demás. La pequeña sala hacía parecer que la cúpula era tan pequeña como un Mahata, por lo que Zirmatus propuso ir a su cúpula; propuesta rechazada en el acto, pues la avena estaba servida. Pusieron al tanto a Mayteé y Natalia de lo ocurrido con el anciano. Ellas, por su lado, asentaban con la cabeza diciendo: sí vimos eso, algo así me imaginé pero como estábamos muy lejos, etc. -¿Aceptarás el cargo de Sabio?- preguntó Mayteé a David. -Creo- contestó el profesor- que no deberías despreciar el puesto. -No lo sé. Tengo que pensarlo –la voz de David era tenue – Me gustaría tener mi Pir. Zirmatus echó a reír, le parecía todo un cumplido. -Es increíble- dijo Natalia –tantas cosas vividas en tan poco tiempo –revisó la herida de Zirmatus y continuó. –La verdad no sé de qué pueda ser capaz Sebastián y el Sabio o los Sabios de


74 Lila; o si vienen de las afueras de Lila aquellos soldados. Lo mejor será tener mucho cuidado y seguir juntos. Por mi lado, estoy muy contenta de haber conocido a tu hija y a David. Son, cómo decirlo, maravillosos. -Gracias- Replicó Mayteé –pero ni creas que eso te ayudará para dormir en mi cúpula. Todos echaron a reír, con tanta fuerzas que más de uno lagrimeó. Estaban felices. Recordaron todo, esta vez de forma bochornosa y graciosa: la almohada de Natalia hecha con la Jira Rubal, el cómo Zirmatus tomó el arma RRR, la cara de Kromzer al ver cómo caía el soldado por el Muzún qué lanzó Mayteé en la nuca y, sobre todo, la pelea por el retrovisor de Mayteé y Natalia; entre muchas cosas más, como las ampollas de los pies. Después de una hora comenzaron los bostezos, no era por la falta de plática o los chascarrillos sino que sus cuerpos no daban para más. El profesor fue quien decidió dar el paso de concluir la aventura. -Bueno muchachos, voy a dejar a Natalia a su cúpula- dijo levantándose de su Bon [mini sillón succionador]- vuelvo en seguida por Mayteé. -Papá, lo mejor será que me quede en la cúpula de David.contestó Mayteé guiñando el ojo. Natalia se sonrojó; y por supuesto agradeció, si se puede decir así, el favor o la aceptación de la relación que mantenía con su padre. Se abrazaron fraternalmente, aunque no con la misma intensidad que en la carretera 24. Zirmatus incluso frotó la cabellera de Kromzer; como si fuera un phu travieso. Justo cuando estaban por subir Zirmatus y Natalia al Mahata, David lo interceptó. -Profesor, Zir, Zir- gritó- espérame, tengo un regalo que darle.


75 David regresó a la cúpula y después de cinco minutos salió con una yaka negra. -Es una forma de darte las gracias por todo lo que ha hecho por mí.- dijo proporcionándole la yaka.- El único problema es que jamás podrás enseñarlo ja ja. Zirmatus rompió la yaka de lo nervioso que estaba. -¿La República? -Así es profesor. -Platón, jamás había escuchado ese nombre. Ahora entiendo al anciano cuando preguntó si tenías otro libro ja ja. ¿En dónde lo escondías? -Jamás lo hubiesen encontrado- respondió David – lo dejé accidentalmente arriba del torbellino... No me pregunte cómo pasó. Los ojos de Zirmatus no podían despegarse del libro. -No puedo aceptarlo- pensó poco- ¡Fan! Claro que puedo aceptarlo ja ja. -Mañana lo veo profesor, hasta luego Natalia. -Hasta luego David. Mañana será un gran día, nos daremos a la tarea de saber quiénes son esos soldados… mañana.


76

Capítulo XI A la mañana siguiente, como de costumbre, Zirmatus llegó a la universidad de Sarman; nada, ni la impuntualidad o el trayecto de sus pasos era diferente. Y, sin embargo, mientras caminaba por el pasillo pensaba que todo había cambiado. Las personas caminaban rápido, la mayoría con cierta agitación y, cosa sospechosa, nadie se detenía a saludarlo. Es muy extraño, ni Sofer se ha mofado de mi Jira Farná, pensaba el profesor; además está muy solitario todo, quizás llegué más tarde de lo normal. Entró al salón Pir103 sin mirar a sus alumnos. Colocó la Momo y dos esferas sobre la mesa, y sacó el jat para anotar las preguntas del examen que tenía programado. Como impredecible estallido, sintió como su espina dorsal se congelaba. El olor y el ruido, al que se había habituado desde hace muchos años, no estaba. Volteó bruscamente, casi al extremo de romper su cuello: se encontraban sólo cuatro de sus treinta alumnos. -Estoy seguro que esto no es un sueño- dijo el profesor enojado. -Y si es una broma para cancelar el examen, se han equivocado sus compañeros. Aunque sea inaceptable reprobar a tantos estudiantes, no dudaré en hacerlo.- dio un golpe a su mesa


77 -No me vean con esa cara. Saquen sus micas para proyectar la primera pregunta. ¿Qué esperan? Los cuatro alumnos presentes estaban estupefactos. Jamás vieron, en lo que iba del curso, al profesor expresarse de esa manera. Incluso a ellos les parecía extraño que sus compañeros no estuvieran; pues los cuatro no eran sobresalientes en sus calificaciones, de hecho se consideraban como mediocres (al menos en esa clase). Por ende, de haber un plan confabulado, hubiesen sido ellos quienes lo planearan. -Un momento- Dijo el profesor en voz baja, sin que lo escucharan los cuatro jóvenes –No es posible, falta Kromzer. Zirmatus quedó pensativo unos segundos, buscando el por qué del asunto. -Esperen- dijo finalmente- ahora regreso. Justo cuando abría la puerta, Kromzer entró totalmente agitado. El sudor escurría por su frente. -Fui a su cúpula profesor… en cuanto me enteré… pero Natalia me dijo que ya había salido- cada pausa era seguida de un profundo jadeo –Natalia y Mayteé están esperando en mi cúpula. -Calma David, tus palabras no tienen sentido. Los cuatro alumnos se levantaron de su asiento alarmados y se pusieron alrededor del profesor para enterarse de lo que pasaba. -¡El virus Recxos está en Lila!- Gritó finalmente Kromzer. Tan pronto dijo Lila, los alumno salieron corriendo; olvidando incluso sus momos y esferas. -¿Es posible? -Sí profesor, llegó la noticia por casi todos lo medios posibles. Al parecer antes de amanecer se detectó el primer caso. -¿El primer caso?- preguntó el profesor con los ojos totalmente abiertos. -Se han reportado tres. -Imposible, no existe el Recxos. Y tú lo sabes Kromzer.


78 -En estos momentos, según las noticias, está detenido Sebastián. Hay que ir a mi cúpula. Profesor, hay que irnos. Antes de salir del pir, Zirmatus dijo: el virus dejará de existir, el día que salgamos de Lila. En el camino al Fic [vehículo convencional, tres ruedas] fue terrorífico, veían el correr, el choque y mareo de las personas como sí por vez primera tuvieran miedo a la muerte. Pequeñas gotas se desprendieron de las nubes. Zirmatus se extrañó: no es tiempo de lluvia, se dijo a sí mismo. David deslizó tres de sus dedos haciendo un círculo en el cristal del Fic para desactivar las cerraduras. -¡Profesor!- gritó Kromzer. Zirmatus volteó tarde, un revólver apuntaba su cabeza. -¿Pensaron que no me volverían a ver?- preguntó el soldado que Mayteé había embestido en Cobán; aquél que intentó violarlas. -La pólvora de esa arma ya no sirve: han pasado sigloscontestó Zirmatus mientras habría el Fic. Paaaaaaaa. El soldado disparó al aire. -¡Imposible!- dijo Zirmatus con horror -¡imposible! -No es imposible. -¿Cómo?- replicó el profesor con los ojos cristalinos. -Quizás no han pasado siglos- contestó con risa el soldado. -Quizás tú seas producto de mi imaginación- dijo Zirmatus. -Quizás usted sea descendiente directo de Sarman. -Quizás tú no existas. -Quizás lo tenga que matar. -Podrían callar- replicó Kromzer –Cómo que Sarman, y cómo que matar.


79 El soldado bajó el arma. En ese momento Kromzer lanzó una esfera negra, que justo le dio al soldado en el ojo izquierdo. Zirmatus y él subieron al Fic y huyeron. No pasaron más de tres kilometro cuando unas RT625 les cerraron el paso. Kromzer intentó retroceder, más una decena de hombres armados del ejercito de Lila se los impedían. Los efectivos abatieron las puertas y los sacaron a la fuerza. -Tranquilos- dijo Zirmatus sin embargo su exhortación a la parsimonia se ahogó en un traje antibalas, que hasta ese momento nunca habían visto. Después fueron arrojados a la camioneta. El profesor veía a David con tristeza. Cuántas casualidades. Pensaba en que efectivamente era un sueño, una locura de un tipo cualquiera: en un nar cualquiera. Para él, la palabra “decisión” se despedazaba; era como si en verdad existiera el destino. Lo primero que vio el profesor al salir de la RT625, fue a Natalia y a Mayteé. Después el edificio del concilio, y por último a los cinco Sabios de Lila. Caminó hacia ellos y les pregunto si existía algún tipo de relación genética entre él y Sarman. -Sí, eres nieto de Sarman- contestó uno. -¿No han pasado más de cien años?- preguntó Kromzer. -Noventa y dos- le contestó otro. -¿El Tercer Imperio quiere aniquilarme para que no exista un levantamiento en Lila? -No- contestó el anciano de la túnica purpura. –El Tercer Imperio fue vencido. Como consecuencia se crearon veinte naciones. Para evitar las guerras nació el Recxos; con la finalidad de que los hombres no salieran de sus respectivas murallas. -¿Mataron a todos los del Tercer Imperio? -Me temo que no. Sólo se les dejó fuera de las murallas de cada una de las naciones creadas, dejando que el mismo virus los eliminara. Es probable que sean sobrevivientes-inmunes al


80 Recxos. ยกPero todo se hubiese resuelto si ustedes no nos ocultaran el hoyo! Y Zirmatus dijo: No. Nada de eso. Todo se hubiese resuelto si no custodiaran tanto la verdad.

Fin.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.