MANOS COMO DEDOS DE AGUA

MANOS COMO DEDOS DE AGUA

"Las tempestades son un peligro para mi : ¿ tendré yo mi tempestad como Oliverio Cromwell, que pereció de su tempestad ? ¿ O bien me extinguiré como una llama que no espera ser apagada por la tempestad, sino que se cansa y se hastía de sí misma, como una antorcha consumida ? ¿ O bien, por último, me apagaré para no consumirme ?"

El Eterno Retorno.

Nietzsche.

Nos miramos con intensidad a los ojos, pero sin rabia.

Atentos a cualquier movimiento. No me convencía esa pelea. Antes, habíamos estado saltando a la comba y David casi había conseguido irritarme.

Recibí con firmeza dos buenos golpes en el lado izquierdo de la cara, el tercero alcancé a esquivarlo.

Respondí con una patada en abanico.

Sentí las exclamaciones de ánimo. Siempre que peleo, ocurre. Los chicos se colocan al lado del ring y me vitorean.

Pero pocas veces conseguía derrotar a David. El era el maestro.

Intenté otra patada a la rodilla, pero no sólo la eludió, sinó que aprovechó mi impulso para saltar de lado y hundirme el estómago con un golpe seco de su pie.

El cuerpo sigue a la mente. Tomé aire y recordé el lado débil de David. El siempre me decía : "No me convienes como adversario, Ruth, sabes demasiado".

Reaccioné doble con los puños en el rostro y otro doblete de patada al pecho con un salto a tiempo.

Si conseguía hacerme daño primero, David estaba perdido. Por un segundo, lapso suficiente para mí, él se olvidaba de su autocontrol y se preguntaba, hasta dónde había llegado con su ataque.

Mi imagen se tornaba, en su interior, en una figura débil. Susceptible a los avatares de la pelea.

Cuando se veía ya derrotado sobre la lona, se reía sorprendido. El sabía que había vuelto a adivinar sus pensamientos.

En lugar de tener que leer la mente, que sencillo puede ser todo cuanto se puede ver, este puente precario donde puedo, de forma casual, perder el equilibrio si intento asomarme al rio unos diez metros más abajo. El agua que fluye y refleja la perfección de la luz de un día cálido del mes de Mayo. No resulta difícil imaginarse la reproducción espontánea de la vida, si te tumbas bocarriba y tu mirada se

tropieza con la anarquía de miles de pelusillas blancas que transportan semilla y semejan a la nieve que cae en el peor día de invierno.

Para hacerte una idea de lo fácil que resulta interpretar una imagen, recuerda Budo, cuando uno se coloca en situación de lucha y respira profundo para coger coraje. --que no lo tomen de sorpresa, guardándose de reflejar una expresión de agrado en el rostro. Tiene uno que mostrarte enfadado, agresivo y responsable de la situación. Eso es muy importante : que los músculos de la cara; las cejas encontradas; la boca sin ninguna intensión de sonrisa digan por ti que eres el vencedor.

Se siente uno tan seguro en la vida de las cosas tangibles, que cuando dejan de serlo, la sorpresa te deja tan desubicado; que pasa un tiempo inútil, en el que uno no sabe si esta soñando.

Es como cuando tú te paseas conmigo por el parque; si se acerca alguien en quien no confías y crees que me puede atacar, tu utilizas tu peor expresión : exhibes una dentadura veloz y afilada como mil puñales; levantas los labios y gruñes, dejando escapar un espumarajo de ira; inclinas tu postura indicando que te abalanzarás sobre el contrario.

¿ Ahora lo entiendes ?. Toda tu estrategia es visible.

Si tú no fueses la clase de perro que eres, si en

cambio, fueses un perro diminuto, con una carita peluda y pequeños ojos de botones, estoy segura que ese mismo vecino se sonreiría encantado y exclamaría : "Pero que perrito más mono".

Si, no pongas esa cara, que sabes muy bien de lo que te estoy hablando.

Unas semanas después de la pelea, -- recuerdo que tuve muchos pacientes-- eran las dos de la tarde y aún no me había marchado. Escuché mi nombre en el megáfono, mientras cerraba la sala de masajes.

- ¿ Que tal estás ? ¿ Has terminado ?

Reconocí la voz de David. Llevaba varios días desaparecido; pero yo imaginaba que se trataba de un nuevo romance.

- Quiero que nos encontremos en el Centro de Arte Reina Sofía Me pidió sin preguntarme si tenía tiempo libre para hacerlo.

- Pero..

- Tengo algo importante...

- Venga ya, no me vengas ahora con cuentos chinos El insistió en que tenía que contarme algo de suma importancia, y que por favor me estaría esperando

frente al cuadro de Salvador Dalí, que recibe el nombre del "Hombre Invisible".

- Está en la segunda planta, donde se haya la colección permanente de Picasso, Dalí, Miró...-

¿ Recuerdas Budo, la que se organizó aquel día en la plaza de Atocha ?

Tú tenías esa cara que pones cuando no tienes ninguna gana de quedarte solo; y te tuve que llevar en el coche; y cuando intenté aparcar en un sitio reservado, a ti se te ocurrió montar un escándalo porque viste a un perro cobarde pasearse cerca; y vino la policía y yo me cogí un cabreo a la vista de la multa que me enseñó.

! Qué rabia, ya está bien con que le cobren a uno los impuestos !

En fin, que aquel famoso día fue el jueves de David.

Allí estaba yo, como si supiera mucho del tema, contemplando aquel extraño cuadro, cuando me sorprendió una voz : - ¿ Puedes ver al hombre invisible en el paisaje ?

De forma instintiva, miré hacia una de las guardias del museo, quien se hallaba muy tranquila recostada en el quicio de la puerta, sin sospechar mi paranoia.

La voz continuó hablando del cuadro; yo sentía que el aire se me acababa, por la velocidad de crucero que

llevaba la corriente sanguínea dentro de mis arterias.

Me dijo que mirara las manos del hombre, que se convertían en cascadas al tocar el suelo.

Insistió en que me fijara en sus rasgos, disfrazados entre la arboleda que se perdía en el horizonte; en sus ojos desaparecidos tras las columnatas de un castillo construido sólo con el propósito de servirle de escondite. Añadió que no me asustara - ahora estaba segura que era David -- si no podía verlo, que quería hacerme ver las cosas de otra manera y que a su debido momento me contaría su secreto.

Debía tomarme con toda naturalidad el hecho de recibir su visita de vez en cuando y agregó que podía marcharme.

Los días transcurrían con lentitud. Las bajas presiones continuaban arrojando pacientes a mi consultorio. Tenía mis manos puestas sobre una espalda, cuando supe lo que había ocurrido con David.

- ¿ Sabes lo del incendio en Torrejón ?. Me dijo la chica, mirando hacia la pared, boca abajo sobre la camilla.

Procuré no transmitirle mi nerviosismo.

- ¿ Ah... si ?. Que ocurrió ?. Nunca leo el periódico.

Pensé que yo -- la chica sólo tenía los ojos cerrados-palidecía. Pero una imagen en el espejo me devolvió la mirada que utilizo cuando no quiero revelar lo que estoy pensando.

Suspiró mientras yo tiraba de su piel en la parte más baja de la espalda. Un chasquido me indicó que aún tenía adherencias. Ella hizo como si nada; estaba acostumbrada y continuó la conversación.

- Ha estallado un laboratorio y parece que han muerto todos. Sólo se ha salvado un gatito que

utilizaban de Conejillo de Indias. Cómo me fastidia que utilicen de esa forma a los pobres animales... -

El reloj del consultorio me sirvió de verdugo.

Fuera, la música se repetía con el estilo del mejor "Bakalao"; los gimnastas aprendían a perder el "stress". Dentro, "La Sonata para Piano Nº 21 de Mozart acotaba el ambiente tranquilo de la salita de masaje. Le estiré las lumbares a la paciente, -sólo habían transcurrido cinco minutos. Me contó que tenía muchas ganas de hacer el amor con el esposo de su mejor amiga y le retorcí las cervicales; quince minutos que se quedaban atrás, confundidos entre mis ganas de llamar a David y el olor a menta de la pomada esparcida sobre ese cuerpo sumiso.

Cuando llegué al bar "El Espejo" seguía lloviendo, y el ambiente en avenida de La Castellana era el del caos. El tráfico avanzaba de forma aún mas lenta de lo habitual. Le habían concedido un carril extra a los peatones para que contemplaran a gusto las enormes esculturas de Botero. Justo desde donde estaba sentada, una de ellas me daba la espalda, y era la que representaba a un hombre vestido de calle y con un sombrero de hongo. Davíd podía estar metido dentro; en la espera de hacerme una broma, cuando curiosa, me acercara a verlo de cerca.

- No es es verdad lo del incendio -

Me asusté de verdad y coloqué de forma brusca la taza de poleo sobre el plato; y luego miré alrededor temiendo que alguien lo hubiera notado.

- La próxima vez que vayas a decirme algo me avisas -. Le dije sin despegar los labios.

- ¿ Y cómo quieres que te avise ?

- Me haces toc-toc - Toc, toc -.

- No es cierto que haya habido un accidente.- Insistió David.

- ¿ Es que no lo comprendes ? -

Había dejado un mensaje en el contestador de David después de enterarme del accidente; con la esperanza de saber algo aunque sabía que vivía solo, sin familia. Cuando estaba en mi piso, viendo televisión, su voz se dejó caer con una pausa comercial.

Tomé el mando para bajar el volumen y cerciorarme de lo que había escuchado.

- ¿ David, estás escondido ? Me volví a quedar en silencio y tú Budo, abriste los ojitos para lanzar un bufido y te volviste a quedar tranquilo.

- Estoy aquí Ruth, otra vez contigo.

- ¿ Y porqué no te puedo ver ? -

Me dijo que en ese momento estaba confundido y no me podía responder con claridad. Le dije que procurara estar esa tarde en "El Espejo". Mariola siempre aparecía en el momento menos oportuno mi amiga- quería ir de compras y ya no podía cancelar la cita.

- Vamos a ver, David. ¿ Es que te has vuelto invisible ?Utilicé la nueva técnica -- la de no despegar los labios -- en la terraza para hacerle la misma pregunta del mediodía...

- Es que recibí una descarga de un acelerador de partículas averiado; y al bombardearme, me dejó hecho pedazos muy pequeños.--

- Vaya si son pequeños -. Pensé.

- Que te estoy escuchando...; pues no soy el único.

Dijo David. Han desaparecido varios animales e internos que trabajaban conmigo.- ¿ En el proyecto ese de la bomba limpia ?. Pensaba que el gobierno había abandonado...- El gobierno sí...- ¿ Pero ? - Conseguimos subvención extranjera.- Dijo David, y pude escucharle un suspiro...

- He estado preguntándome como consigues mantener el tipo.- Me atreví a pensar.

Experimenté algo nuevo, una risa dentro de mi; y luego David repuso :

- Recordé la naturaleza del agua, que era blanda pero que cabe en cualquier vasija; el agua es débil pero puede dañar a la roca...-- Calla David, allí se acerca Mariola, y lo que me faltaba, hablar contigo, sin que ella te vea...-

- ¿ Cómo que ha estallado la mina ? - ¿ Qué mina ?. Mi voz golpeó el auricular. Hablaba con mi novio, quien se encontraba en una pequeña ciudad de Colombia, como representante de una compañía exploradora de Carbón.

Yo insistía : - Imposible Gustavo, necesito que vuelvas en el próximo avión para Madrid, así tengas

que atravesar la selva en burro. ¡ Fíjate lo que te digo !.Gustavo hacía lo posible para convencerme : - Ruth, escucha, yo también quiero estar en Madrid ahora mismo, pero mi jefe me ha dado una conferencia advirtiéndome...- ¡ Y una mierda tu jefe y escúchame tu a mí...-. El ruido de fondo en la línea era lo que se escuchaba de forma más nítida; pero yo intentaba resumirle a mi novio la situación que estaba atravesando.

- ¿ Sabes que le ha pasado a David ?. Se ha vuelto invisible.Gustavo no le dio ninguna importancia. - ¿ Qué dices mujer, que ha desaparecido ?. Debe estar liado con una tía, tu sabes...

- No Gustavo, no. Escucha : In-vi-si-ble.

- Pero mujer, tu estás loca. Eso es imposible.

Tranquilízate, que me vas a dejar preocupado. Con tantos problemas que hay aquí en Galerazamba; la guerrilla boicoteando las negociaciones; la trama burocrática mas complicada del mundo. ¡ Por Dios Ruth !.- Está bien Gustavo - Dije con tono contundente. Sólo quiero que me vuelvas a llamar cuando me digas que vas camino al aereopuerto -. Y a continuación tiré el aparato y me puse a llorar con toda la desesperación que tenía acumulada.

- ¿ Recuerdas, Budito ? -

Mi angustia por el estado de David se convirtió en obsesión a partir de la mañana siguiente. Para no variar, llovía. Mi relación con la lluvia nunca fue profunda, es decir, no me había afectado mi estado de ánimo tanto como lo hace en el presente. Para mí, el estado del tiempo, era una franja más de las noticias : "fuerte borrasca situada al noroeste de Francia, llegará a Galicia..." y el hombre en la tele mueve los brazos, señalando la trayectoria imaginaria de aquel fenómeno atmosférico. Como si de forma real tuviera el poder de vislumbrar el territorio nacional y no lo que de verdad ocurre. Una pared en blanco, donde se había ensayado la ruta del torbellino primaveral. Comenzaba a sentirme distinta, más susceptible.

Luego, en el gimnasio, encontré cada cosa en su sitio, pero me daba igual, porque yo me sentía extraña en medio de lo que había sido, hasta hacía poco, mi entorno cotidiano. Me descubrí intentado recordar el primero de los sueños que se repetirían; hasta el día que David se fue.

- ¿ Se puede ? -. Era Orlando "el científico loco", como yo llamaba a uno de mis pacientes favoritos.

No le dolía nada, pero le encantaba que le diera los masajes " para relajarme", decía. Mientras, solíamos tener largas conversaciones. Le tenía la suficiente confianza como para comentarle el problema de mi amigo.

Comenzó a hablar de forma pausada, como si estuviera traduciendo su pensamiento antes de dármelo a conocer, y me explicó Budo, algo que había olvidado desde los días de los estudios de Básica. La forma como se estudia la luz, la óptica ondulatoria que me permite verte a ti con esos ojitos sonrientes ; y la cuántica o como un cuerpo pasa de ser lo que es, para convertirse en energía pura.

- ¿ Cómo puede permanecer en ese estado tu amigo ?- ¿ En qué estado ?. Repuse.

- Como se ha convertido en energía, porque no se puede ver - Me dijo muy serio "el científico". - Debe tender a desaparecer por el espacio porque los cuerpos no permanecen nunca igual. Como un cubo

de hielo en un cubata, se esparcirá de manera ineludible. -

Si tienes memoria Budo, recordarás que la primera impresión acerca de Evelina desapareció al poco tiempo de estar en el piso, con nosotros. No sé en que momento, la conversación tomó su propio rumbo y derivó hacia las selvas tropicales de su país.

En Colombia, donde trabajaba de guía turística para pagar el "Master" conoció a Gustavo, y vino a mí con un regalo suyo.

Me describió,-con una exactitud

sobrenatural- lugares que nunca había concebido; ni siquiera a través del cine o la televisión. Marañas de vegetación que no dejan pasar la luz del sol durante

décadas; seres humanos que se mimetizan con el entorno y se comunican usando la telepatía; maestros de lo oculto que embriagan de amor a una recién llegada sólo con la influencia del olor nauseabundo de su cigarro.

- Existe, sin embargo, un lugar en medio de aquel infierno, que es único: allí celebramos reuniones cada seis meses y consumimos Ayahuasca. - Dijo, mientras yo estaba dándole la espalda y preparaba un café, de acuerdo a su solicitud.

- Qué es aya-hu... - ¿ Cómo has dicho ? - Ayahuasca es una yerba que permite percibir mas allá de nuestros sentidos.- "Otra droga más" pensé mientras notaba que el café me había quedado un poco mas amargo de lo habitual.

- Vamos a ver. ¿ Que has sentido al probarla ?

La conversación continuó hasta después de las doce, porque eludí la ocasión de despedirla hasta el último momento. Quería que me contara mas detalles de Gustavo, quien le había entregado también una carta para mí cuando se enteró de su viaje a Madrid, por encargo de la Empresa. Así que caí rendida y tuve otra vez ese sueño que recordé sólo dos días después, porque debí hacer ruidos extraños mientras soñaba y tú Budo viniste a despertarme, asustado.

La cortina de chubascos se había corrido, para dejar ver la redondez perfecta y luminosa de la

luna llena. Un sentimiento nuevo, de impotencia, iba creciendo a medida que pasaban los días y no conseguía recuperar a David.

- Recuerdas el sueño del domingo ?, tú recibiste la visita de Evelina - . Dijo David de pronto, de forma lacónica. Fue casi lo único que dijo.

- Lo había olvidado, Budo me despertó y no tuve tiempo de pensar en él, porque me volví a dormir.- Voy a ayudarte a recordar Ruth... Dicho

esto,

las

imágenes

surgieron,

dibujándose sobre la substancia de la que estaba hecho mi amigo, y ahora que lo pienso, todos nosotros. David, como una pintura discursiva, me explicaba, la parte escondida de mis memoria. Me relajé sobre el asiento delantero del coche, donde me

encontraba contemplando la silueta recortada de los Jerónimos sobre la luna.

Vi otra vez a Evelina sacando una botellita de cristal de su bolso mientras yo le daba la espalda en la cocina. Tu Budo, te acercaste a olerla, pero ella te acarició el lomo y el contacto de su piel te hizo sonreír y mirarla con ojos de gracia. Abrió la botellita y depositó un líquido transparente -como el agua sin gas- en ambas tazas de las que luego bebimos.

Luego me vi sola tumbada en el sofá, con un libro y contigo a mi lado, y en un momento, una sombra llamó mi atención y me fijé en el espacio del techo y noté que un espejismo iba tomando forma. Al comienzo me restregué los ojos porque me pareció

que no veía bien, pero luego lo dejé estar y me fijé en el borde que se perfiló alrededor de la figura; luego noté los ojos que surgieron parpadeantes y marrones en medio de una forma que parecía un rostro. Eran los ojos de David.

Enseguida, la forma se alargó y me tocó la cara; yo intenté hablar : " David, vuelve ". Le dije a la figura informe que se colocó a mi alrededor y me abarcó por completo. Una sensación de placer me hizo gemir...

La luna detrás de los Jerónimos no me sirvió para nada, cuando le pregunté a David si había estado en mi apartamento esa noche, o si había sido todo una mentira. El se quedó cobijado en una de las pocas noches de Mayo en los que la lluvia no apareció.

Mi madre no paraba de hablar de lo flaca que estaba y de si era que no comía, o si la ausencia de Gustavo me estaba matando y yo decía si mamá, y tú a mi lado no te movías ni a pedir el pan que estaba sobre la mesita de la cocina; aunque de vez en cuando veía tus ojillos moverse en esa dirección; pero no te levantabas por hacerme compañía. No te movías a comerte la barra de pan para solidarizarte con mi preocupación y poner esa cara de perro que haces en mi lugar.

- Si madre, tienes razón, últimamente no duermo bien; me voy a tomar unos días de descanso -. Algo así le dije -mentía en lo de los días de descanso- y no podía quitarme de la cabeza que David andaba por

ahí mirando lejos las calles húmedas, hecho un desorden molecular, extrañando la posibilidad de llevarse una tortilla de patatas a la boca.

Regresamos pronto al piso porque me temía que me hubieran llamado con alguna noticia, pero no había sido así. Me entraron ganas de llorar de rabia, pero tú te pusiste a lamerme la cara y no conseguiste sino que llorara de verdad.

- Estoy aquí, no te preocupes -. Y me levanté de golpe por la sorpresa.

- ¿ Como has entrado ? - Por el ojo de la cerradura. Perdona que no te haya avisado, pero quería verte - No importa, siéntate y nos ponemos a ver una película que echan por la tele -

- Prefiero enseñarte una cosa, vamos a la terraza -

Fuera, el cielo estaba oscurecido, lleno de nubes cargadas de agua y aunque eran apenas las cinco de la tarde, el día se quería acabar antes de tiempo para dar paso a la noche de la lluvia fría de primavera.

El me dijo que esperara en el balcón, que mirara hacía arriba mientras el subía y me saludaba desde la bóveda del firmamento; y lo hizo.

Primero no noté más que el aumento imperceptible de la fuerza del viento; luego un fragor de truenos me estremeció e hizo que se me pusiera la carne de gallina; las nubes comenzaron a unirse entre sí, como si obedecieran a una secreta consigna

y el milagro se produjo : cientos de miles de lucecitas se encendieron y formaron una red luminosa que cubrió la tarde con un falso resplandor solar.

Pensé que aquello le estaba restando energía y vida a mi amigo y desesperada grité su nombre.

- ¡ Vuelve otra vez, quiero verte ! La ráfaga comenzó a disminuir y sentí a mi lado un frío mortal que me impulsó a agacharme y abrazarte Budito, mientras contemplé con estupor cómo se configuraba una silueta de hombre tumbado sobre el suelo, a la vez que la tarde se asfixiaba en su negrura; y el inesperado bochorno daba paso a la llovizna de siempre.

El resto ya lo conoces Budo. Vinieron las preguntas, un cuerpo de hombre muerto, desnudo, en la terraza. Mi frialdad en las respuestas --no tenía ninguna. Además, David se había muerto de muerte natural, como moriremos todos cuando esta vida se escape hacia el ilimitado vacío, en la espera de una nueva historia.

Luz Cabrales