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BASES SOCIOHISTÓRICAS DE SU FORMACIÓN

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Bibliografía

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Voces de la literatura infantil y juvenil de Guatemala

Capítulo II

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ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA EMERGENCIA DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL EN GUATEMALA: BASES SOCIOHISTÓRICAS DE SU FORMACIÓN

I. Guatemala en la década de 1920

La década de 1920, que abarca los gobiernos de Carlos Herrera (1920-1921), del General José María Orellana (1921-1926) y de Lázaro Chacón (1926-1930), se presenta en los anales de la historia nacional como un periodo de significativos cambios, tanto en lo político y económico como en lo social y cultural. Por ejemplo, en el ámbito educativo se destaca la realización del Congreso Pedagógico en 1923; el otorgamiento de becas para profesionalización en el exterior y la fundación de la Universidad Popular.

La realización del Congreso Pedagógico contribuyó a la revisión de los planes de estudios del sistema educativo nacional y a la formulación de acuerdos para promover una reforma educativa. Además, se había constatado que había 445 maestros titulados y 2,652 empíricos. Para solucionar esto, se otorgaron becas de estudios en el extranjero y se fundó la Escuela Normal de Preceptores para aumentar el número de plazas en las escuelas normales. Pero, en general, los resultados fueron muy pobres. En parte, debido a que se necesitaba una fuerte inversión económica.

Dentro de este contexto, la Universidad Popular (UP) se fundó sobre objetivos educativos puntuales, entre los que destacan: combatir el analfabetismo, mejorar la educación social de los individuos y despertar su iniciativa práctica. Sin embargo, aunque esta entidad nació con buenos augurios no siempre fue bien vista. Durante el gobierno de Ubico fue cerrada, reabriéndose en octubre de 1944. (González Orellana, 2007: 272-275).

Ya, en el segundo lustro, durante la administración de Lázaro Chacón, en materia educativa cabe destacar el impulso para una reforma, que resultó en lo siguiente: Promulgación de la Ley Orgánica y Reglamentaria que organiza el sistema educativo nacional; la Ley que Regula los Servicios Docentes, que constituye el antecedente de la Ley del Escalafón que después decretaría Juan José Arévalo; creación del Instituto Técnico Industrial para Varones que después pasó a llamarse Escuela Nacional de Artes y Oficios para Varones y actualmente es la sede del Ministerio de Educación; la Escuela Normal de Maestras de Párvulos; la Escuela Normal de Preceptores; profesionalización docente enviándolos con beca al extranjero por medio de concurso, los primeros ganadores fueron: Juan José Arévalo (Argentina) y Luis Martínez Montt (Suiza). El contrato de la beca decía que debían concluir sus estudios hasta alcanzar el grado de Doctor en Pedagogía, luego retornar al país y contribuir con el desarrollo de la nación.

Como persistía la escasez de maestros, esta situación originó que tanto para las escuelas urbanas como para las rurales, no se lograra encontrar soluciones inmediatas y tampoco se contara con el suficiente presupuesto para encaminar otras. Por esa razón, se organizó otro Congreso Pedagógico que tuvo a su cargo la revisión de los planes de estudio y el análisis de los más urgentes problemas que confrontaba la educación pública en el país (González Orellana, 2007: 278). Dentro de las conclusiones a que se llegó, destacan: Reforma de los programas de educación primaria que debía equipararse con los adelantos tecnológicos de la época; del plan de estudios de las escuelas normales y de

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preceptores, instituyendo dos años de estudio en lugar de uno; unificación de los planes de estudio, tanto de las escuelas normales como de los institutos de bachillerato, debiendo otorgarse en adelante el título de Maestro en Educación Primaria y Bachiller en Ciencias y Letras y comprendía cuatro años; obligación de práctica pedagógica para los maestros recién graduados; así como la ratificación de crear una Escuela Normal Superior.

Es en este contexto, cuando emergen las primeras obras del profesor Daniel Armas, quien imbuido del pensamiento de José Martí, creía fervientemente que si se educaba bien a los niños serían, en el futuro, hombres de bien que contribuirían al progreso de la nación.

II. Revolución de 1944

Más que una fecha, 1944 significó para el país el comienzo de una nueva época y una nueva historia que se extendió hasta junio de 1954. Periodo que pasó a ser conocido como la Primavera democrática de Guatemala, cuyo inicio lo marcaron hechos como la renuncia al poder por parte del general Jorge Ubico Castañeda en el mes de junio de 1944, la inmediata ascensión de una Junta Militar nombrada por éste y liderada por el general Federico Ponce Vaides; así como el consecuente movimiento de corte cívico-militar ocurrido el 20 de octubre de ese año. Esto provocó que una Junta Revolucionaria asumiera, temporalmente, las riendas del Estado para que, inmediatamente después, se pudiera convocar a elecciones generales. En los comicios efectuados salió vencedor el candidato propuesto por el Partido Popular, el doctor Juan José Arévalo, que recién había regresado al país proveniente de la Argentina.

Las prioridades del gobierno civil dirigido por Arévalo fueron las de sentar las bases organizativas internas y la creación de entidades e instituciones de protección a la ciudadanía, como preámbulo para construir una sociedad justa, solidaria y democrática. Entre otras, se implantaron, también, una serie de programas educativos y culturales, especialmente. Y, para lograrlo, se extendió una invitación a todos los sectores sociales del país para que se involucraran y participaran de este proceso y así terminar con el sistema represivo y centralizado que los gobiernos anteriores habían instaurado.

Dejar la expresión cultural al margen, fue una estrategia eficaz adoptada por los regímenes dictatoriales anteriores que les permitió mantener el dominio sobre la población civil. Sin embargo, esta circunstancia propició, por otro lado, que se crearan medios alternativos para hacerse oír, entre los cuales se destacan, sobremanera, el papel desempeñado por las revistas literarias y los periódicos locales, las reuniones bohemias y las tertulias juveniles organizadas en casas o en pequeños bares y cantinas del centro de la ciudad capital, principalmente. En este sentido, otros sitios importantes fueron los museos y bibliotecas públicas. Todos ellos, se convirtieron en espacios marginales donde acontecía la reflexión y discusión de asuntos relacionados con la filosofía, literatura, tradición, folclor, política y más, compensando, de esa manera, lo que no sucedía en la universidad y centros académicos en general, debido a la censura y el control extremo9 .

En este contexto apareció la llamada “Generación del cuarenta”, una agrupación que se autodenominó Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes (1941). Gran parte de la labor literaria de este grupo fue desarrollada alrededor de la revista Acento (1942), dirigida por el poeta Otto Raúl González, y por medio de la publicación de sus trabajos en el periódico El Imparcial en una sección llamada Jueves de la Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes.

En 1947, surgió el grupo Saker-Ti, nombre que significa Amanecer en idioma k´iche´. Este grupo, también, giró en torno de una revista con el mismo nombre y de un centro cultural que llamaron Casa de la Cultura. Rápidamente se convirtieron en espacios en los que se llevaron a cabo diversas

9 Para entonces sólo funcionaban las facultades de Medicina, Farmacia, Derecho y Economía. La de Humanidades solo sería fundada, más adelante, el 17 de septiembre de 1945, y se concibió como un centro de formación de profesores e investigadores de las áreas humanísticas. (Carlos González Orellana, 1970: 458).

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actividades como ciclos de conferencias y recitales. La creación literaria de sus integrantes, entre los que se contó a Carlos Navarrete, Mario Monteforte Toledo, Wener Ovalle, José María López Valdizón, Miguel Masicóvetere, por ejemplo, se caracterizó, principalmente, por su intención sociopolítica y por su incorporación ideológica a los principios defendidos en la revolución del 20 de octubre de 1944.

Este grupo se caracterizó, también, porque rompió la tradición de generaciones literarias e inaugura una nueva etapa para las letras nacionales que se definió por el predominio de individualidades literarias que se destacaron, especialmente, en el exterior, debido, en parte, a la situación política guatemalteca imperante después de 1954. Mucho de su obra quedó plasmada en la publicación que mantenían en el Diario de Centro América, en la página literaria denominada, también, Saker-Ti, y en libros publicados por la editorial estatal José de Pineda Ibarra.

A la par de la creación de estos grupos, se estimuló la edición de revistas literarias y culturales, que hicieron más concreta la crítica nacional, la actualización de aspectos teóricos, así como la publicación de creación literaria con fines estéticos. Entre ellas cabe destacar la Revista Guatemala (1945-1954) fundada por Luis Cardoza y Aragón; Revista de la Universidad de San Carlos (1946), cuya edición algunas veces fue interrumpida por factores políticos; Revista Comercial (1959) y Revista Alero (1970), patrocinada por la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Se implementó, al mismo tiempo, una política de recuperación de la Biblioteca Nacional, renovando e incrementando considerablemente su acervo. En agosto de 1950, se creó la Dirección General de Bibliotecas. A este respecto, no está demás, señalar que en 1954 funcionaban 74 bibliotecas en toda la República, de las cuales diez estaban localizadas en la ciudad capital, doce en la ciudad de Quetzaltenango. El resto de las cabeceras departamentales contaba con una o dos bibliotecas. (González Orellana, 1970: 475). Paralelo a estas entidades gubernamentales, también, se creó la Editorial del Ministerio de Educación Pública, por Acuerdo Gubernativo del 31 de enero de 1948. Dentro de su plan de trabajo instituyó las siguientes colecciones: a) Contemporáneos; b) Libro escolar; c) CientíficoPedagógico; d) Documentos; e) Biblioteca popular 20 de octubre; y, f) Mínima. Figuraba además, la edición de documentos escolares como programas, folletos, pruebas objetivas anuales, revista El Maestro, revista infantil Alegría (González Orellana, 1970: 477-478).

Estas dos últimas revistas fueron esenciales para el desarrollo de la literatura infantil nacional. Ambas estaban dirigidas a públicos definidos y diferenciados: los maestros y los niños, respectivamente. Y, es, en este contexto, que Daniel Armas y Marilena López desarrollan la reflexión, discusión y creación de literatura infantil y juvenil, a la vez que influencian a escritores como Ricardo Estrada h., como se verá más adelante.

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