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Consientes de que a través de un teclado debemos producir el toque casi místico entre el sentimiento y el raciocinio, comenzamos otro mes; sabiendo que la tarea para los que amamos el automovilismo no es fácil; sobretodo, pensando en la distancia muchas veces insalvable que existen entre la razón y el sentimiento.

Amantes indeclinables del deporte de la velocidad; muchas veces debemos enfrentar realidades tan tangibles como inapelables y que en definitiva nos sitúa en la caprichosa posición de decidir entre, hurgar en la verdad indeclinable o deambular dentro de una pasión que no nos permite ver de forma cristalina el lado oscuro de las cosas.

Así nos debatimos insulsos dentro de esta disciplina; comercializada a niveles impensados por el que vemos transitar una buena cantidad de pilotos con condiciones inusuales que se conforman con un trabajito de instructor o rondan los trazados haciendo contactos para tantear la posibilidad de subirse a un auto y mostrar su talento.

Del otro lado, tipos que no pueden manejar un taxi pero “venden” o simplemente cuentan con padrinos de bolsillos colmados de dinero o de falso patriotismo - por no decir de nacionalismo barato – y que en definitiva parece ser lo importante por estos tiempos. Sobre todo, cuando encontramos equipos que vacíos de principios y vacíos de tiempo ya son parte de la tertulia.

La Fórmula 1 es sin dudas uno de los ejemplos más claros e inobjetables de lo apuntado y en el arduo transitar de una era plagada de alternativas, allí donde el hombre pareciera distanciarse del talento, aparecen lo grandes, los verdaderos baluartes del arte de recorrer la mayor distancia en el menor tiempo, para resaltar aún más la abundante mediocridad.

Pero hacia adonde avanza esta incomprensible tendencia en el mundo motor…?. Nosotros no lo sabemos y Usted…?.