Las aventuras que vivimos este a帽o las imagin贸 Graciela Vega.
2 Y Juan Carlos Federico les dio color y vida.
Federico Combi ilustr贸 todas las canciones de este libro.
Dos amigos inseparables
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Misterio a orillas del río A orillas del río, Fibo y Olivia se divertían jugando a tirar piedritas para ver quién las lanzaba más lejos. En un momento, Fibo arrojó una piedra que cobró vuelo en lo alto y luego, al caer justo entre las piedras de la orilla, hizo un ruido raro. Los amigos, intrigados, se asomaron para ver qué había sucedido, y la vieron. —¿Y eso? —dijo Fibo. —Me parece una de las que a veces arrastra el río —le contestó su amiga. —No me parece una común, Olivia. ¡Vamos a buscarla! Era una botella antigua.
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Haciendo equilibrio, caminaron de piedra en piedra hasta llegar a la botella. —¡Qué pena! La piedra rompió toda la botella —se lamentó Fibo. Así fue que encontraron, por un lado, el pico que aún conservaba el corcho, y el resto de la botella estaba desparramado entre las piedras. El vidrio era opaco y estaba cubierto de líquenes a causa de los años que había estado a la intemperie. —Debe haber sido muy bonita —comentó Olivia, e imaginaba a la botella panzuda � otando entre los camalotes del río.
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Fibo con un palito revisaba entre las piedras, y algo nuevo llamó su atención. —Mirá lo que encontré —dijo Fibo mientras levantaba un rollito de papel amarillo. Lo desenrolló despacio para que no se rompiera y el asombro se le dibujó en la cara. En el papel había un corazón dibujado y en el medio una palabra: M A R A. —¿Eh? ¿Esto qué será? ¿Un mensaje? —¡Uy, como en las películas! —exclamó Olivia. Entonces, regresaron hasta el lugar desde donde tiraban las piedras. Allí se sentaron sobre el tronco de un árbol caído, con el papelito y un misterio que no podían descifrar: ¿de dónde venía y para quién era el mensaje? 26
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—¿Qué signi� cará M A R A? —se preguntaba Fibo una y otra vez. —Para mí, es un mensaje secreto, algo así como: Mañana Alguien Revisará… ¿Algo? —dijo Olivia y se echó a reír. Y así estuvieron un largo rato, imaginando mensajes con esas letras, pero ninguno tenía sentido. Como a ellos ya no se les ocurría nada más, Olivia tomó su celular y le mandó un mensaje de texto a Rocío diciéndole que la esperaba en el río porque tenía algo para mostrarle. Fibo hizo lo mismo con Toni. Tal vez, entre los cuatro encontrarían una respuesta. 27
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Los amigos no tardaron mucho en llegar. Toni fue el primero, porque venía en su bicicleta. Al ratito llegó Rocío, que venía corriendo. La seguía Furia mordisqueándole los talones, que al ver a los otros amigos, contenta, comenzó a ladrarles y a saltar entre ellos. Tanto Toni como Rocío estaban ansiosos por saber el motivo de la urgencia del llamado.
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Fibo y Olivia les mostraron el hallazgo. Rocío pegó un gritito sonoro: —Chamigo, es de un enamorado de la Mara. Sus amigos la miraron asombrados y dijeron todos juntos: —¿Y quién es Mara? Rocío les contestó: —No lo sé, pero ¿no ven que está escrito el nombre en el corazón? Todos sonrieron, lanzando un suspiro mezclado con risa, que � otó en el aire. Mientras se sentaban,Furia los besuqueaba buscando que alguno le explicara qué hacían allí reunidos junto al río.
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Canción del correo Estribillo: Veo, veo, veo vuelan estampillas por el correo. Mariposas son que de noche duermen en el buzón. La paloma mensajera, jefa de la sucursal, en el pico tiene un sobre y en el sobre una postal. Ya no sabe qué sucede con el sello fechador: pinta en vez de fechas negras monigotes de color. Estribillo De repente un telegrama se dobló como un avión y salió por la ventana volando en tirabuzón.
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Muchas letras se levantan de su cama de papel y se escapan caminando como hormigas en tropel. Estribillo Las mayúsculas se caen en la cola de pegar pero como son tan gordas no se pueden levantar. Para colmo una encomienda se desanudó el piolín y se fue muy desenvuelta a jugar con aserrín. Estribillo La paloma se pasea del pupitre al pizarrón con los lentes en la pata de la desesperación. La paloma está nerviosa, la paloma está tan mal que se emborrachó de tinta y se come el delantal. Estribillo
Letra y música: María Elena Walsh © Herederos María Elena Walsh c/o Guillermo Schavelzon & Asociados, Agencia Literaria info@schavelzon.com 31
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